Amicus Independencia Judicial Jueces Agroambientales
Amicus Independencia Judicial Jueces Agroambientales
Amicus Independencia Judicial Jueces Agroambientales
“ESTÁNDARES INTERNACIONALES Y
CONSTITUCIONALES RELATIVOS A LAS GARANTĺAS
DE INAMOVILIDAD Y CONTRA PRESIONES
EXTERNAS DE LAS JUEZAS Y LOS JUECES
AGROAMBIENTALES”
1
l. Sobre el objeto del presente amicus curiae
Cabe señalar que entre las personas demandantes es posible distinguir dos grupos: (i)
quienes que fueron nombradas/os como jueces y juezas de carrera, mediante el
correspondiente concurso público de méritos llevado a cabo antes de la entrada en vigencia
de la Constitución política de 2009, y (ii) quienes fueron nombrados por el Consejo de la
Magistratura después de la entrada en vigencia del texto constitucional y en virtud del
artículo 6.II de la Ley 212 del 23 de diciembre de 20111. Mientras que los primeros invocan su
calidad de jueces y juezas de carrera desde el mismo momento de su nombramiento, los
segundos sostienen haber adquirido esta condición, al cumplirse la condición resolutoria
prevista en la Disposición Transitoria Sexta de la Constitución política, que establecía el plazo
de un año para llevar a cabo la revisión del escalafón judicial.
1
Ley 212, Ley de Transición para el Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Agroambiental, Consejo de
la Magistratura y Tribunal Constitucional Plurinacional. –
“Articulo 6. – (…)
II. En el caso de acefalias de jueces agroambientales y servidoras o servidores de apoyo judicial
correspondientes al Tribunal Agroambiental, la Sala Plena del Tribunal Agroambiental o del Consejo de
la Magistratura, según corresponda, tendrá la facultad de designar a dichas autoridades y personal de
forma provisional, de las nóminas aprobadas por el Pleno del Consejo de la Judicatura.”
2
Las jueces y juezas demandantes sostienen que la Convocatoria Pública 039/2000 para cubrir
plazas en juzgados agroambientales obedece a motivos indebidos, pues se refiere a juzgados
que no se encuentran acéfalos, lo que vulnera además su derecho a un debido proceso, su
derecho al trabajo, a permanecer en la función pública (judicial) en condiciones de igualdad, y
su derecho a la igualdad y no discriminación, todos ellos reconocidos y protegidos por
diversos artículos de la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, pero también
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (PIDCYP)
3
1. En un Estado Constitucional de Derecho, como es el caso del Estado Plurinacional de
Bolivia, todos sus órganos -incluyendo el Órgano Judicial- tiene como limites
esenciales: (i) el respeto y garantía de los derechos y libertades fundamentales y (ii) la
obligación de asegurar a todas las personas y colectividades tengan el ejercicio pleno
de tales derechos en condiciones de igualdad y sin discriminación. Para garantizar que
tales límites sean respetados, uno de los presupuestos esenciales es la vigencia del
principio de independencia judicial.
El principio de independencia judicial no sólo se encuentra reconocida el artículo 178.II
de la Constitución política2, sino también en los instrumentos internacionales de
protección de los derechos humanos que han sido suscritos por el Estado boliviano y
que por ello, forman parte del Bloque de Constitucionalidad que debe ser aplicado en
toda acción de amparo constitucional.
2. En estos instrumentos y tratados internacionales, el principio de la independencia
judicial es reconocido como “costumbre internacional y principio general de
derecho”3. Además, estos instrumentos establecen que los y las operadores de
justicia son una categoría especial de defensores de derechos humanos, dado su
papel en el funcionamiento de una sociedad democrática que defiende el estado de
derecho; por ello, tales estándares internacionales reflejan la importancia y la
necesidad de la independencia del poder judicial para la sociedad en general.
En esa línea, el artículo XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre (“Derecho de justicia”) y los artículos 8 y 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (“Garantías judiciales” y “Protección judicial”,
respectivamente) establecen el derecho de todas personas a acceder a recursos
judiciales y a ser oídas, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por
un tribunal competente, independiente e imparcial cuando creen que sus derechos
han sido violados.4
3. Tanto la Comisión como la Corte Interamericanas han destacado, a través de sus
informes y de su jurisprudencia, que “[l]a independencia e imparcialidad [de los
2
El art. 178.II de la Constitución, consagra el principio de independencia judicial y establece que
constituyen garantías de la independencia judicial el desempeño de los jueces de acuerdo a la carrera
judicial y la autonomía presupuestaria de los órganos judiciales
3
Naciones Unidas, Asamblea General, Consejo de Derechos Humanos, Informe del Relator Especial
sobre la independencia de los magistrados y abogados, Leandro Despouy, A/HRC/11/41, 24 de marzo de
2009, párr. 14.
4
Organización de los Estados Americanos (OEA), Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre,
30 abril 1948; y Organización de los Estados Americanos (OEA), Convención Americana sobre Derechos
Humanos “Pacto de San José de Costa Rica”, 22 noviembre 1969.
4
operadores de justicia] son presupuestos para el cumplimiento de las normas del
debido proceso”5. Así lo resalta la Comisión cuando señala que
[L]a independencia de todo órgano que realice funciones de carácter
jurisdiccional es un presupuesto indispensable para el cumplimiento de las
normas del debido proceso (…) y su ausencia afecta el ejercicio del derecho de
acceder a la justicia, aparte de generar desconfianza y hasta temor, que orille a
las personas a no recurrir a los tribunales 6
4. Por lo tanto, los estándares internacionales otorgan ciertas garantías a los y las
operadores/as de justicia para proteger su capacidad de ejercer sus funciones de
manera independiente. Según las normas interamericanas, los Estados siempre deben
proveer “garantías que emanan del principio de la independencia judicial” a los y las
jueces/zas y magistrados/as 7; quienes cuentan con estas garantías específicas
justamente por la necesidad de que el Órgano Judicial sea independiente (una calidad
“esencial para el ejercicio de la función judicial”8).
Dichas garantías incluyen principalmente:
- La garantía de un adecuado proceso de nombramiento;
- La garantía de inamovilidad en el cargo; y
- La garantía contra presiones externas.9
Al respecto, en el Caso Reverón Trujillo contra Venezuela, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos se ha referido a estas garantías como “garantías reforzadas” ya
que éstas no son las mismas que se aplican a “cualquier servidor público” sino que son
servidores públicos que tienen como misión resguardar la democracia y asegurar el
respeto a los derechos.10
5
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Segundo informe sobre la situación de las
defensoras y los defensores de derechos humanos en las Américas, 31 diciembre 2011, OEA/Ser.L/V/II,
Doc. 66, párr. 355; véase también CIDH, Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en
Venezuela, 2003, párr. 155; y Corte IDH., Caso Radilla Pacheco Vs. México. Sentencia de 23 de
noviembre de 2009 Serie C No. 209, párr. 273.
6
CIDH, Garantías para la Independencia de las y los Operadores de Justicia. Hacia el Fortalecimiento
del Acceso a la Justicia y el Estado de Derecho en Las Américas, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 44, 5 diciembre
2013, párr. 30.
7
Corte IDH., Caso Reverón Trujillo Vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 30 de junio de 2009, Serie C No. 197 párr. 114.
8
Corte IDH, Caso López Lone y otros Vs. Honduras, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 5 de octubre de 2015, Serie C No. 302 párr. 190; véase también Corte IDH., Caso
Reverón Trujillo Vs. Venezuela, supra 7, párr. 67 y 70;
9
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31
de enero de 2001, Serie C No. 71, párr. 73-75; véase tambien: Corte IDH., Caso Chocrón Chocrón Vs.
Venezuela, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 01 de julio de 2011, Serie
C No. 227, párr. 98.
10
.Corte IDH Caso Chocrón Chocrón Vs. Venezuela, supra 9, párr. 98.
5
5. En esa misma línea, el sistema universal de protección de los derechos humanos
reconoce a la independencia judicial como un pilar del Estado de Derecho y la
democracia. Así, los Principios Básicos de Naciones Unidas sobre la Independencia de la
Judicatura11 establece la necesidad de un proceso de selección nombramiento
adecuado (“todo método utilizado para la selección de personal judicial garantizará
que éste no sea nombrado por motivos indebidos”, Principio 10). Su Principio 12
reconoce la garantía de la inamovilidad judicial (“Se garantizará la inamovilidad de los
jueces, tanto de los nombrados mediante decisión administrativa como de los elegidos,
hasta que cumplan la edad para la jubilación forzosa o expire el período para el que
hayan sido nombrados o elegidos, cuando existan normas al respecto”). El Principio 1
establece la garantía frente a presiones externas (“Todas las instituciones
gubernamentales y de otra índole respetarán y acatarán la independencia de la
judicatura”.)
Asimismo, tales garantías han sido asumidas por el Comité de Derechos Humanos de
las Naciones Unidas a través de la Observación General No. 32 “El Derecho a un juicio
imparcial y a la igualdad ante los tribunales y cortes de justicia” en el que señaló que
[T]oda situación en que las funciones y competencias del poder judicial y del poder
ejecutivo no sean claramente distinguibles o en la que este último pueda controlar
o dirigir al primero es incompatible con el concepto de un tribunal independiente.
Es necesario proteger a los jueces contra los conflictos de intereses y la
intimidación. Para salvaguardar su independencia, la ley debe garantizar la
condición jurídica de los jueces, incluida su permanencia en el cargo por los
períodos establecidos, su independencia y su seguridad, así como una
remuneración, condiciones de servicio, pensiones y una edad de jubilación
adecuadas”12
6. Adicionalmente, es importante resaltar que la independencia judicial tiene una
dimensión institucional o de sistema (referida al Órgano Judicial como un todo), pero
también una dimensión funcional o del ejercicio individual (referida a la persona
individual del juez o jueza).
11
Adoptados por el Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento
del Delincuente, celebrado en Milán del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1985, y confirmados por la
Asamblea General en sus resoluciones 40/32 de 29 de noviembre de 1985 y 40/146 de 13 de diciembre de
1985.
12
Ver Comité de Derechos Humanos, Observación General Nº 32 Artículo 14. El derecho a un juicio
imparcial y a la igualdad ante los tribunales y cortes de justicia, 90º periodo de sesiones, 2007, párr. 19.
6
La primera se refiere a “la independencia que debe guardar la institución respecto de
otros poderes públicos como sistema, de tal manera que existan garantías suficientes
que permitan que la institución o entidad de justicia no sea sometida a abusos o
restricciones indebidas por parte de otros poderes o instituciones del Estado.”13 Esta
dimensión no solo garantiza la separación del Órgano Judicial respecto de los otros
poderes del estado, sino también, por ejemplo, la adopción de salvaguardas para
evitar la injerencia indebida de estos poderes en los procesos de nombramiento de
juezas y jueces, especialmente de sus altas cortes.
13
CIDH Garantías para la Independencia de las y los Operadores de Justicia. supra 6, párr. 26. Véase
también: (Caso Corte Suprema de Justicia vs. Ecuador.)
14
Corte IDH. Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela, supra 7, párr. 79 y 116; Corte IDH., Caso Chocrón
Chocrón Vs. Venezuela, supra 9, párr. 99;
15
Ibídem, párr. 27.
7
Por otro lado, en virtud de esta dimensión individual, el principio de independencia
judicial asegura la vigencia de la garantía contra presiones internas y externas, según la
cual las autoridades judiciales no pueden estar sometidas a presión interna por parte
de autoridades judiciales jerárquicas, tampoco deben estar sujetas a presión de otros
órganos de poder ni a autoridades de gobierno; tampoco pueden ser presionadas o
influidas por grupos o personas particulares. Sólo en un contexto de independencia
judicial estará asegurada la imparcialidad y la objetividad y por ende la emisión de
decisiones coherentes con la Constitución y el Bloque de Constitucionalidad.
7. Es importante mencionar que la jurisprudencia de la Corte Interamericana ha
desarrollado el contenido de estas “garantías reforzadas”, así como su aplicación no
solamente a juezas y jueces titulares, sino también a quienes ejercen el cargo en
situación de provisionalidad o temporalidad, a lo que nos referiremos en el apartado
siguiente.
III. La garantía de la inamovilidad y la garantía contra presiones externas,
respecto de juezas y jueces provisionales
Garantía de inamovilidad
1. Como ha sido señalado, una de las garantías que se derivan del principio de
independencia judicial, es la garantía de inamovilidad de los jueces. Ya desde el año
2009, en la sentencia emitida el Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela, la Corte
Interamericana definió los componentes de esta garantía:
16
Corte IDH. Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela, supra 7, párr. 79 y 116. Véase también: Corte IDH.,
Caso Chocrón Chocrón Vs. Venezuela, supra 9, párr. 99.
8
[L]a garantía institucional de la independencia judicial se relaciona
directamente con un derecho del juez de permanecer en su cargo, como
consecuencia de la garantía de inamovilidad en el cargo.17 [énfasis agregado]
[L]a libre remoción de jueces fomenta la duda objetiva del observador sobre la
posibilidad efectiva de aquellos de decidir controversias concretas sin temor a
represalias.18
2. Mas recientemente, en la sentencia del Caso López Lone y Otros vs. Honduras, la Corte
profundizó en el contenido de la remoción arbitraria, estableciendo que la garantía de
la inamovilidad exigía que la remoción “obedezca exclusivamente a las causales
permitidas o porque se ha cumplido el termino o periodo de su mandato”; que los
jueces “solo pueden ser destituidos por faltas de disciplina graves o incompetencia”, y
que “todo proceso disciplinario de jueces y juezas deberá resolverse de acuerdo con
las normas de comportamiento judicial establecidas en procedimientos justos que
aseguren la objetividad e imparcialidad según la constitución o la ley”. 19
[L]a ley garantizará la permanencia en el cargo de los jueces por los períodos
establecidos.
17
Corte I.D.H, Caso López Lone y otros Vs. Honduras, supra 8, párr. 193.
18
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”) vs.
Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de agosto de 2008. Serie
C No. 182, párr. 44.
19
Corte IDH, Caso López Lone y otros Vs. Honduras, supra 8, párr. 200.
9
[S]e garantizará la inamovilidad de los jueces, tanto de los nombrados
mediante decisión administrativa como de los elegidos, hasta que cumplan la
edad para la jubilación forzosa o expire el período para el que hayan sido
nombrados o elegidos, cuando existan normas al respecto.20
[L]os jueces sólo podrán ser suspendidos o separados de sus cargos por
incapacidad o comportamiento que los inhabilite para seguir desempeñando
sus funciones.
(i) Sólo es aceptable separar a los jueces de sus cargos en dos tipos de
circunstancias o causales permitidas. Primero: cuando se cumpla el plazo,
condición de nombramiento, o se llegue edad de jubilación forzosa. Y segundo:
por circunstancias relacionadas con la idoneidad para el ejercicio del cargo, es
decir, como resultado del control disciplinario.21
(ii) Todo proceso disciplinario contra jueces debe respetar las garantías del debido
proceso y se debe les garantizar un recurso efectivo para cuestionar la
decisión22. Estas garantías “aplican con independencia del nombre que se le
otorgue a dicha separación en la vía interna, sea cese, destitución o
remoción”23
(iii) Las causas de dicha remoción sean disciplinarias o por incompetencia, deben
(iv) ser graves, y deben aplicarse en procedimiento justos, objetivos e imparciales.
20
Naciones Unidas, Principios Básicos relativos a la independencia de la judicatura, supra 12, Principios
11 y 12.
21
CIDH, Garantías para la independencia de las y los operadores de justicia, párr. 186.
22 Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”) vs.
Venezuela. supra 20, párr. 147.
23
Corte IDH. Caso 12.600 Hugo Quintana Coello y otros (Corte Suprema de Justicia) respecto de
Ecuador (Fondo), 2 de agosto de 2011, párr. 108.
10
5. Por otro lado, respecto de las garantías frente a presiones externas, los mencionados
Principios Básicos de Naciones Unidas relativos a la independencia de la judicatura
establecen que
[L]os jueces resolverán los asuntos que conozcan con imparcialidad, basándose
en los hechos y en consonancia con el derecho, sin restricción alguna y sin
influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean
directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier motivo.
[énfasis agregado]24
Respecto de los actos mencionados, la corte estableció que las amenazas, actos de
vigilancia, intentos de acceso a su domicilio y danos a sus bienes, al producirse de
24
Principio 2.
25
Corte IDH, Caso Villaseñor Velarde y otros Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 5 de febrero de 2019. Serie C No. 374, párr. 84.
11
forma reiterada y continua, constituían una “continuidad concatenada e intimidatoria”
que exigía “agotar los esfuerzos para individualizar sus fuentes y motivaciones” 26.
Las presiones externas ejercidas contra las operadores/as de justicia adoptan una
multiplicidad de formas, pues los operadores/as de justicia son frecuentemente
sometidos a una amplia gama de amenazas y obstáculos destinados a intimidarlos
y/o prevenir que realicen su labor, o para coaccionarlos indebidamente a que
realicen su labor favoreciendo ciertos intereses – es decir, para que realicen su
trabajo de forma no independiente. El Estado no solo debe abstenerse de realizar
injerencias indebidas en el Órgano Judicial o en sus integrantes, es decir, con relación
a la persona del juez específico, sino que debe prevenir y garantizar que dichas
injerencias no se produzcan, e investigar y sancionar a quienes las cometa.
Aplicación de estas garantías a juezas y jueces provisionales
26
Ibídem, párr.90.
27
Corte IDH, Caso Urrutia Labreaux Vs. Chile. Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia del 27 de agosto de 2020. Serie C No. 409, párr. 107
12
Para comprender el contexto de este caso, es importante señalar que esta CFRSJ fue
creada al amparo de una disposición transitoria de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de diciembre de 1999 y de un decreto aprobado por la
Asamblea Nacional que estableció el “Régimen de transición del Poder Público”,
atribuyéndosele facultades disciplinarias en el ámbito judicial de forma transitoria,
mientras no se crearan los tribunales disciplinarios establecidos en el texto
constitucional.
Por su parte, los tres magistrados de la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo, fueron designados en tales cargos posteriormente por el Pleno del
Tribunal Suprema de Justicia, en septiembre de 2000, “para ocupar por carácter
provisorio los cargos de magistrados (…) mientras se provee sobre la titularidad de
dichos cargos de acuerdo con los concursos correspondientes”
Los tres magistrados fueron destituidos por la CFRSJ posteriormente, por el contenido
de una decisión que emitieron como integrantes de la Sala Primera, respecto de la que
se alegó un “error judicial inexcusable”. Mas allá de los detalles del caso, lo importante
de este caso es que los magistrados destituidos fueron nombrados provisionalmente
para ocupar estos cargos, lo que motivó a la Corte Interamericana a pronunciarse
sobre la posibilidad de libre remoción de operadores de justicia en situación de
provisionalidad. Al respecto, la Corte estableció:
28
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”) vs.
Venezuela, supra 20, párr.42
13
[L]a provisionalidad no debe significar alteración alguna del régimen de
garantías para el buen desempeño del juzgador y la salvaguarda de los propios
justiciables. Además, no debe extenderse indefinidamente en el tiempo y
debe estar sujeta a una condición resolutoria, tal como el cumplimiento de un
plazo predeterminado o la celebración y conclusión de un concurso público de
oposición y antecedentes que nombre al reemplazante del juez provisorio con
carácter permanente. Los nombramientos provisionales deben constituir una
situación de excepción y no la regla. De esta manera, la extensión en el
tiempo de la provisionalidad de los jueces o el hecho de que la mayoría de los
jueces se encuentren en dicha situación, generan importantes obstáculos para
la independencia judicial. Esta situación de vulnerabilidad del Poder Judicial se
acentúa si tampoco existen procesos de destitución respetuosos de las
obligaciones internacionales de los Estados.29 [énfasis agregado]
10. El Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela resuelto en 2009 también se refiere a la
destitución arbitraria de una jueza provisional, producido en el marco del “proceso de
transición” del sistema de justicia de Venezuela desde 1999. La señora Reverón Trujillo
se incorporó al Poder Judicial de Venezuela en 1982, y ocupo diversos cargos hasta
que, en julio de 1999, fue designada como jueza de primera instancia en lo penal por el
Consejo de la Judicatura, hasta que se realizara el respectivo concurso de oposición.
Posteriormente, fue destituida arbitrariamente en un proceso disciplinario; sin
embargo, pese a que logró revertir dicha decisión a nivel interno, no fue restituida en
el cargo ni se le restituyeron sus salarios dejados de percibir, debido a que los órganos
competentes iniciarían los respectivos concursos de oposición para cubrir esos cargos
de forma definitiva.
En este caso, la Corte Interamericana reiteró los criterios establecidos en Apitz Barbera
respecto de la excepcionalidad de los regímenes de excepcionalidad, y la necesidad de
garantizar la inamovilidad y estabilidad de los jueces y juezas, tanto titulares como
provisionales. Sin embargo, también estableció que el nivel de intensidad de esa
protección no era el mismo, debido a una diferencia sustancial entre ambas
categorías de jueces y juezas: que a diferencia de los titulares, los provisionales no
habían superado un concurso de oposición:
29
Ibídem, párr. 43
14
[A] hora bien, aunque las garantías con las que deben contar los jueces
titulares y provisorios son las mismas (supra párr. 70), éstas no conllevan igual
protección para ambos tipos de jueces, ya que los jueces provisorios son por
definición elegidos de forma distinta y no cuentan con una permanencia
ilimitada en el cargo. Por ejemplo, el procedimiento escogido por Venezuela
para el nombramiento de jueces ha sido a través de concursos públicos de
oposición (supra párr. 66). Esto supuestamente debe asegurar que los jueces
titulares sean personas íntegras e idóneas, como lo exigen los principios
internacionales. Los jueces provisorios son por definición personas que no
han ingresado al Poder Judicial por estos concursos y por tanto no
necesariamente van a contar con las mismas calificaciones que los jueces
titulares. Como bien lo observa el Estado, sus condiciones y aptitud para el
ejercicio del cargo no han sido demostradas con las garantías de
transparencia que imponen los concursos. El Estado bien puede tener razón
cuando observa esto. Sin embargo, lo anterior no quiere decir que los jueces
provisorios no deban contar con ningún procedimiento al ser nombrados, ya
que según los Principios Básicos “[t]odo método utilizado para la selección de
personal judicial garantizará que éste no sea nombrado por motivos
indebidos”.30
Este pronunciamiento es importante para el caso bajo análisis, pues tanto los jueces y
juezas agroambientales que fueron nombrados antes de la Constitución Política de
2009 en Bolivia, como para aquellos que fueron nombrados después, sus ingresos al
Órgano Judicial se produjeron como resultado de haber superado un concurso
público, por lo que materialmente y más allá de ser denominados “provisionales”,
sus condiciones y aptitud para desempeñar el cargo han quedado demostradas
mediante el mismo mecanismo que cualquier juez titular, debiendo reconocérseles
la misma protección.
11. Los criterios establecidos en estos dos casos, referidos a la remoción de jueces y
magistrados provisionales en el marco del régimen de transición del Poder Judicial
venezolano, fueron reiteradas posteriormente en la sentencia del Caso Chocrón
Chocrón vs Venezuela de 2011, en el que la Corte insistió en el carácter excepcional de
30
Corte IDH. Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela., supra 7, párr.115.
15
la provisionalidad, la cual “debe tener una duración limitada en el tiempo, en orden a
ser compatible con el derecho de acceso a las funciones públicas en condiciones de
igualdad”.31
12. Finalmente, en la reciente sentencia emitida en el Caso Casa Nina vs. Perú, la Corte
Interamericana analizó la separación de un fiscal que ejercía el cargo de forma
provisional, y que fue separado mediante una resolución de la Fiscal General que “dio
por concluido” su nombramiento, justificándose en “su carácter temporal, sujeto a las
necesidades del servicio”. Al respecto, la Corte reiteró la aplicación de estas garantías
también a las y los fiscales, y sostuvo que la invocación de las “necesidades del
servicio” implicaba un alto grado de indeterminación, y por tanto, era incompatible
con las garantías de estabilidad:
[L]a Corte entiende que los Estados pueden gozar de prerrogativas para
adaptar el régimen de sus funcionarias y funcionarios a las necesidades del
servicio a fin de responder a los principios de eficacia y eficiencia. No obstante,
el parámetro de las necesidades del servicio resulta particularmente
indeterminado para justificar la terminación de un nombramiento en
provisionalidad que debería contar con ciertas garantías de estabilidad. Por
consiguiente, la justificación en las necesidades del servicio no otorga un grado
de previsibilidad suficiente para ser considerada como una condición
resolutoria, por lo que, como antes fue indicado (supra párr. 91), la decisión
que dio por terminado el nombramiento no respondió a las causales
permitidas para salvaguardar la independencia del fiscal provisional en el
ejercicio del cargo. 32
31
Corte IDH., Caso Chocrón Chocrón Vs. Venezuela, supra 9, párr. 107.
32
Corte IDH, Caso Casa Nina Vs. Perú. Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 24 de noviembre de 2020. Serie C No. 419, párr.94
16
entrega de datos oficiales a la sociedad civil, el informe hace referencia a últimos datos
de la gestión 2018, según los cuales al menos 80% de las y los funcionarios en el
Ministerio Público y el Órgano Judicial eran provisionales.
Asimismo, el Informe reportó, respecto a la independencia en ejercicio, que la
normativa boliviana vigente limita la posibilidad de ascensos al interior del Órgano
Judicial y que los sistemas no cumplen con los criterios descritos por los estándares
internacionales sobre adecuado nombramiento, y la situación de provisionalidad
impide prestar las garantías de estabilidad necesarias.33
En esta línea, los datos recopilados en el Informe sobre el Estado de la Justicia en
Bolivia al 2019, en cuanto a los altos porcentajes de autoridades judiciales
provisionales o transitorias, ya evidenciaban a esa fecha, un flagrante y grave
incumplimiento de las obligaciones internacionales del Estado boliviano en cuanto a la
garantía de independencia judicial.
Asimismo, en esa oportunidad el Informe advirtió que los despidos arbitrarios directos
o indirectos de jueces, juezas y otros servidores judiciales, podrían enmarcarse en
actos de violencia institucional que incidan directamente en la garantía de
independencia en el ejercicio individual de la función judicial y por ende en la garantía
institucional de independencia judicial.
33
Informe sobre el Estado de la Justicia en Bolivia al 2019, capítulo segundo del Informe.
17
todas las garantías del debido proceso exigidas por el articulo 8 de la Convención
Americana, y que vulnera su derecho a permanecer en el cargo en condiciones de
igualdad.
3. Por su parte, a la luz de los mismos estándares, las juezas y jueces que fueron
designados de forma provisional, luego de la entrada en vigencia de la Constitución de
2009, deben recibir y gozar de las mismas garantías de estabilidad en el cargo y
frente a presiones externas que aquellos que conforman el primer grupo, debido a
que más allá del nombre que se les asigne -provisionales, temporales u otro similar- su
designación
4. Por lo anterior, en ambos casos se advierte que los jueces y juezas agroambientales
tienen un ingreso mediante convocatorias sustentadas en los criterios de meritocracia,
exámenes de oposición para su selección, encontrándose todos en sus cargos desde su
nombramiento; por lo que debe aplicárseles las mismas garantías reforzada de
estabilidad en el cargo y de estar libres de todas presión externa e interna, que les
otorgan protección frente a la Convocatoria 039/2020.
18
alejamiento y una desvinculación a los estándares internacionales descritos en este
documento.
Vuestra Honorable Sala debe aplicar los estándares antes citados, y si es necesario,
ejercer un control de convencionalidad, que por mandato de los arts. 256 y 410 de la
CPE, deben ser ejercidas por todas las autoridades judiciales y administrativas de los
Estados.
19
consagró los precedentes interamericanos sobre independencia judicial y por ende
estableció un precedente en vigor que en coherencia con la doctrina del estándar
jurisprudencial más alto, no puede ser desconocido por jueces y tribunales de
garantías en el país.
VI. Conclusión
En base a todo lo desarrollado en este amicus curie, consideramos esencial fortalecer las bases
democráticas del Estado Plurinacional de Bolivia a través de la independencia judicial en el
marco de los avances del derecho internacional de los derechos humanos, en este contexto,
resaltamos que la garantía de independencia judicial asegura la inamovilidad en el cargo de las
autoridades judiciales y la prohibición de aplicar un régimen transitorio indefinido, por tanto,
con la finalidad de cumplir de buena fe obligaciones internacionales de respeto y garantía a
derechos, no podría sustentarse una libre remoción de los jueces ahora accionantes ni
tampoco debería asumirse una transitoriedad indefinida y por más de doce años desde la
vigencia de la Constitución de 2009.
20
Susana Saavedra Soraya Santiago Tahí Abrego
Fundación CONSTRUIR Fundación Tribuna ONG Realidades
Constitucional
21
Úrsula Indacochea
Coordinadora Independencia Judicial
Fundación para el Debido Proceso
22