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Historia de la Filosofía

2º Bachillerato

Estudios España

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La filosofía de Aristóteles

0.- Biografía de Aristóteles:

Aristóteles nació en Estagira, en Macedonia, en el año 384 a.C. Era hijo de un médico amigo del rey de
Macedonia. A los diecisiete años, el 368 a. C., se trasladó a Atenas donde se incorporó a la Academia de
Platón en la que permanecería durante veinte años. A la muerte de Platón, en el 347 a.C., Espeusipo,
sobrino de Platón, se hizo cargo de la dirección de la Academia, imprimiendo una orientación de carácter
más especulativo y místico-religioso a las actividades de la Academia, lo que no fue del agrado de Aristóteles
quien la abandonó (ya fuera por esta razón, ya por sentirse frustrado al no haber sido designado él mismo
como director).
Aristóteles se dirigió entonces a Assos, donde continuó sus actividades docentes e investigadoras de
manera independiente durante tres años. Fue allí probablemente donde comenzó a desarrollar sus propias
opiniones contrarias a la teoría de las Ideas de Platón. En el año 343-2 fue llamado por Filipo de Macedonia
para hacerse cargo de la educación de su hijo Alejandro, el futuro Alejandro Magno, que tenía entonces
trece años. En Macedonia permaneció siete u ocho años, hasta que Alejandro subió al trono en el 336-5 ,
momento en el que Aristóteles regresó a Atenas.
Una vez en Atenas, en el 335, fundará su propia escuela, el Liceo, una comunidad filosófica al estilo de la
platónica, llamada así por estar situada dentro de un recinto dedicado a Apolo Likeios. Además del propio
edificio contaba con un jardín y un paseo (“perípatos” en griego) del que los aristotélicos recibirán el
nombre de peripatéticos (ya sea porque Aristóteles impartiera sus enseñanzas paseando o porque,
simplemente, se impartieran dichas enseñanzas en el paseo).
A lo largo de este período Alejandro Magno hará que todas las polis, incluida Atenas, pierdan su autonomía
política. El hecho de que Aristóteles hubiera sido su preceptor le irá convirtiendo en un personaje no grato
para muchos atenienses. A la muerte de Alejandro, en el año 323, sintiéndose amenazado por los crecientes
sentimientos antimacedónicos, Aristóteles abandonará Atenas y se retirará a Calcis, donde morirá en el 322
a. C., de una enfermedad del estómago.

0.5.- Obras de Aristóteles:


Sabemos que Aristóteles fue un gran escritor y que, al igual que Platón, él también escribió diálogos
destinados a ser leídos por el gran público (los llamados “escritos exotéricos”). Pero la mayor parte de estos
diálogos se han perdido y lo que conservamos de Aristóteles son los apuntes que probablemente utilizaba
para dar clases en el Liceo, destinadas a un círculo limitado de alumnos (los llamados “escritos esotéricos”).
Aristóteles fue un filósofo tremendamente prolífico. Escribió sobre muchísimos temas y hubo incluso
algunas disciplinas que fueron inventadas directamente por él, como la lógica. Sus obras pueden clasificarse
en tres grupos (correspondientes a los tres tipos de saberes que, como veremos, distingue Aristóteles):
- Obras sobre saberes teóricos: las más importantes de estas son la Física, la Metafísica, el Acerca del Alma

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y el Organon (es decir, el conjunto de los tratados de lógica escritos por Aristóteles, entre los que se
encuentran el Sobre la interpretación, los Tópicos o las Categorías).
- Obras sobre saberes prácticos: Aquí destacan la Ética a Nicómaco, la Política y las Constituciones
(recopilación de Constituciones políticas de distintas polis griegas).

- Obras sobre saberes productivos: Como el saber hablar bien es un arte productivo, el arte de producir
discursos convincentes, aquí destaca la Retórica; también se sitúa en este grupo sus estudios sobre el arte

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de escribir obras bellas, la Poética.
* * * * *
Hay tres tipos de saberes para Aristóteles: saberes teóricos, saberes prácticos y saberes productivos. Los
saberes teóricos son los que estudian cómo son las cosas (y así, por ejemplo, la Física, es un saber teórico
porque estudia cómo es la naturaleza). Los saberes prácticos son los que remiten a cómo actuar libremente
y a la búsqueda de la virtud (y, por eso, la Ética es un saber práctico, ya que busca cuáles son las buenas
acciones, y la Política lo es pues se pregunta acerca de cómo se organizan los ciudadanos libres en una polis
y cuál es la mejor forma de organización social). Los saberes productivos son los que tienen que ver con
producir cosas útiles, con el dominio de las técnicas para “fabricar” cosas (así la Poética es un saber
productivo porque enseña a producir bellas obras de teatro, o también lo sería la carpintería, pues el que
la domina sabe fabricar muebles de madera). De este modo, Aristóteles se distancia de Platón, ya que éste
consideraba que sólo había un tipo de conocimiento, el de las ideas, despreciando el tipo de saber que
pudiesen tener un poeta o un político.
Vamos a hablar de los dos primeros, de los teóricos y de los prácticos, pues en ellos está lo más importante
de la filosofía de Aristóteles y no nos vamos a dedicar a los saberes productivos (aunque también es muy
interesante todo lo que dice Aristóteles en la Retórica y en la Poética).
Pero Aristóteles también pensaba que había un saber que era necesario para poder conocer bien cualquier
otra cosa: el saber razonar en general. Dedicó varias de sus obras a investigar este asunto, de modo que
hoy consideramos a Aristóteles el padre de la lógica.
1. El problema de la Realidad en Aristóteles

1.1.- La Física de Aristóteles:


La Física es para Aristóteles el estudio de la naturaleza, entendiendo que naturaleza es todo aquello que
puede moverse o cambiar. Pero no todos los cambios son naturales para Aristóteles, ya que distingue entre
lo natural (como aquello que tiene en sí mismo el principio de su movimiento o cambio) y lo artificial (como
aquello cuyos cambios le vienen desde fuera). Así, por ejemplo, el crecimiento de una planta desde que es
semilla hasta que es árbol, es un movimiento natural, mientras que cuando un hombre tira una piedra a un
lago, la piedra ha hecho un movimiento artificial, pues no hay nada en la piedra que la haga tender hacia el
lago mientras que sí hay algo en la semilla que la hace tender a ser un árbol. Para explicar cómo son posibles
los cambios, Aristóteles va a valerse especialmente de dos teorías que le van a permitir explicar cómo se
producen los cambios: la teoría de las cuatro causas y la diferencia entre el ser en potencia y el ser en acto.

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Historia de la Filosofía
Banco de apuntes de la
1.2. Las cuatro causas:
Los filósofos presocráticos se habían preguntado cuál era el principio o causa última (el arché) que
determinaba todos los cambios que se daban en la naturaleza. Aristóteles, en cambio, señalará que no se
puede hablar de una única causa, dado que en todo lo que sucede podemos distinguir cuatro causas
distintas:

1) Causa Material: El material del que está hecho aquello que estemos considerando. Por ejemplo, la causa

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material de una mesa es la madera.
2) Causa Formal: Es la forma concreta que adopta esa materia. Siguiendo con el ejemplo anterior, la causa
formal de la mesa será la manera como están dispuestas sus partes, el “mapa” de la mesa con sus patas y
su tablero.
3) Causa Eficiente: Es aquello cuyo movimiento ha producido esa cosa, lo que lo ha “fabricado”. La causa
eficiente de la mesa es el carpintero que la ha fabricado.
4) Causa Final: Es el propósito o finalidad para la que esa cosa existe. Así, la causa final de la mesa puede ser
“para comer” o “para escribir” según cuál haya sido el propósito concreto que moviera al carpintero para
dar esa forma concreta a la madera.
Aunque Aristóteles señala que las cuatro causas intervienen en todo suceso, también dice que hay una de
ellas que tiene más importancia que las demás, pues es la que primero tiene que determinarse y en función
de la cual se dan las demás: la causa final. Sólo cuando el artesano sabe cuál es la finalidad de aquello que
va a hacer empieza a determinar qué forma va a tener, qué materiales va a utilizar y cuál es el proceso (la
causa eficiente) que va a seguir para fabricarlo. Así, por ejemplo, sólo cuando el arquitecto sabe que lo que
tiene que construir es para encerrar personas (es decir, una cárcel), elige que los materiales sean muy duros
(acero y hormigón), que la forma esté hecha de modo que sea muy difícil escapar y el modo en que los
obreros tendrán que ponerse manos a la obra para hacerlo. Dado que Aristóteles da esta importancia a la
finalidad de las cosas, suele decirse que tiene una manera teleológica de ver el cosmos, pues la teleología
es la rama de la filosofía que se encarga del estudio de las causas finales de las seres.
1.3. La diferencia entre ser en potencia y ser en acto:
Para Aristóteles todo cambio se puede expresar como la actualización de una potencia. Todas las cosas en
el cosmos pueden ser contempladas desde dos puntos de vista distintos: desde el punto de vista de lo que
aquí y ahora mismo son, es decir, desde el punto de vista de lo que esa cosa es en acto; y desde el punto
de vista de lo que esa cosa puede llegar a ser, es decir, de lo que esa cosa es en potencia. Por ejemplo, un
pedazo de madera es una mesa en potencia o una silla en potencia (aunque no es un delfín en potencia).
Un niño de cinco años es un pianista en potencia (pero no es un edificio en potencia). Y un roble es una
semilla actualizada o un delfín adulto es la actualización de las potencias que había en una cría de delfín.
La propia vida de los seres vivos puede ser entendida de este modo como una progresiva actualización de
las potencias que tienen al nacer. En su nacimiento un niño, por ejemplo, tiene muchísima potencia (ya que
tiene muchísimas posibilidades de cambio distintas todavía sin actualizar); pero según va creciendo y va

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actualizando esas potencias va quedando cada vez más determinado y va perdiendo con ello las potencias
que originalmente tenía (si ha actualizado su potencia para ser hablante de griego, no podrá probablemente
ya actualizar otras potencias). Esto va ocurriendo así hasta que, ya cerca de la muerte, al ser vivo ya no le
quedan casi posibilidades para cambiar y todo lo que es lo es en acto.
1.4.- La Metafísica de Aristóteles. Las categorías:
Aristóteles defiende en su Metafísica que hay una ciencia que estudia “el ser en cuanto ser”, es decir, esas
características que tiene cualquier cosa por el solo hecho de ser. Si intentamos describir algo de una manera

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completa, podremos decir muchas cosas distintas acerca de ese algo, pero todas ellas pueden clasificarse
en una serie de categorías, que son las características generales que tiene que tener cualquier cosa. Para
Aristóteles estas categorías son las siguientes: Sustancia (lo que una cosa es), Cantidad (cuánto hay de esa
cosa), Cualidad (cómo es esa cosa), Relación (cómo está esa cosa en relación a otras), Lugar (dónde está
esa cosa), Tiempo (cuándo está), Situación (cómo, entre las distintas posibilidades que tiene, está dispuesta
esa cosa), Posesión (qué tiene o en manos de qué está esa cosa), Acción (qué está haciendo) y Pasión (que
le están haciendo o qué está sufriendo esa cosa). Así, por ejemplo, algo puede ser un señor (sustancia)
grande (cantidad) rubio (cualidad) junto a una señora (relación) en Murcia (lugar) ayer (tiempo) sentado
(situación) con un libro en la mano (posesión) leyendo (acción) mientras le pica un mosquito (pasión).
De este modo, las categorías, son algo así como las características generales que tiene cualquier cosa por
el mero hecho de ser algo (no por ser humano, o por ser mineral... sólo por el hecho de ser algo en general)
y, por eso, son estudiadas por la metafísica (que estudia “el ser en cuanto ser”).
Pero Aristóteles señala que, dentro de las categorías, hay una que es especial, la categoría de sustancia. La
categoría de sustancia expresa lo que una cosa es necesariamente, es decir, lo que esa cosa tiene que ser,
lo que no es posible que no sea. Si una cosa no fuera lo que expresa su sustancia sería ya otra cosa y
estaríamos hablando de algo distinto. En cambio el resto de las categorías sólo expresan accidentes de esa
cosa, es decir, aspectos contingentes (es decir, características que puede tener o puede no tener esa cosa,
sin que deje de ser ella misma). Los cambios que se pueden producir en estas otras categorías son cambios
accidentales, es decir, cambios que no afectan a la esencia de la cosa. Si el señor del ejemplo se va de Murcia
a Albacete, se ha producido un cambio accidental, ha dejado de estar contingentemente en un sitio para
estar contingentemente en otro. Los dos únicos cambios sustanciales que le pueden pasar al señor del
ejemplo son su nacimiento y su muerte: el primero porque pasa de no ser un humano a serlo, el segundo
porque pasa de ser un humano a no serlo, produciéndose de esta manera cambios sustanciales.

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2. El problema de Dios en Aristóteles

3.- El alma para Aristóteles: el problema del ser humano


Para Aristóteles, el alma es simplemente la forma del cuerpo, mientras que la materia de los humanos es
su cuerpo. Desde este punto de vista, no sólo los seres humanos tienen alma, ya que todos los seres vivos
tienen también una materia y una forma. El alma de todo ser vivo será sencillamente su principio vital,
aquella forma de estar organizado su cuerpo que le permite ciertas potencias, ciertas posibilidades de
cambio. De este modo el alma es para Aristóteles algo mucho más sencillo y menos transcendente que el
concepto de “alma” que tiene, por ejemplo, el cristianismo. Cuando un ser humano muere, su cuerpo se
descompone, pierde su forma de ser vivo y adquiere la forma de cadáver, por lo que para Aristóteles no
tiene ningún sentido decir que el alma sea inmortal.
Por otro lado, en los humanos pueden distinguirse tres tipos de alma: un alma que tenemos en común con
todos los seres vivos (el alma vegetativa), un alma que tenemos en común con el resto de los animales (el
alma sensitiva) y un alma específicamente humana (el alma racional). El alma vegetativa es aquella forma
del ser vivo que le permite el procesamiento de los alimentos y la reproducción, es decir, lo más bajo de
todo lo que puede hacer un humano. El alma sensitiva es aquello en su forma que le permite captar
sensaciones con los sentidos y desplazarse de un sitio para otro, como hacen todos los animales. Y, por
último, el alma racional es aquello en la forma de los humanos que le permite razonar teóricamente y elegir
prácticamente qué acciones realizar. Ésta última es lo más elevado que hay en los humanos y, como
veremos al hablar de la ética de Aristóteles, aquello a lo que ha de dedicarse la vida de los hombres para
conseguir de verdad un buen vivir.
4. El conocimiento para Aristóteles
5

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Aristóteles distingue varios niveles o grados de conocimiento. El conocimiento sensible, propio de los
animales inferiores, deriva directamente de la sensación y es un tipo de conocimiento inmediato y fugaz,
desapareciendo con la sensación que lo ha generado. En algunos animales esas sensaciones pueden ser
guardadas en la memoria, de modo que luego puedan jugar con ellas gracias a la imaginación (que les
permite representarse cosas de las que no estén teniendo sensaciones en ese momento). Gracias a la
memoria y la imaginación, algunos animales pueden llegar a tener experiencias, es decir, pueden llegar a
saber que ciertas cosas se repiten con regularidad, pudiendo adaptarse mejor a las circunstancias que los

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rodean. Pero el nivel más elevado de conocimiento vendría representado por la actividad del
entendimiento, que nos permitiría conocer el porqué y las causas de las cosas, es decir, que gracias al
entendimiento no sólo sabemos que algo se produce con regularidad, sino que sabemos por qué se produce
esa regularidad, cuál es su causa. Este saber ha de surgir necesariamente de la experiencia, pero en la
medida en que es capaz de explicar las causas de lo que existe, va más allá de la experiencia y constituye el
verdadero conocimiento.
Al igual que para Platón, conocer supone para Aristóteles estar en condiciones de dar cuenta de la esencia
del objeto conocido. De ahí que el conocimiento lo sea propiamente de lo universal, de la forma (o de la
Idea). Pero para Aristóteles la forma se encuentra claramente en la sustancia, no en ningún mundo de las
Ideas, por lo que es absolutamente necesario, para poder captar la forma, haber captado previamente, a
través de la sensibilidad, la sustancia. Mediante la acción de los sentidos, en efecto, captamos la realidad
de una sustancia, de la que, mediante la imaginación, elaboramos una imagen sensible, es decir, una imagen
que contiene la forma de lo que hemos sentido. El entendimiento realiza entonces una abstracción, es
decir, separa la forma y la materia, quedándose sólo con el elemento formal. Esta forma de las cosas es
expresada entonces a través de un concepto en el que se manifiestan, por lo tanto, las características
esenciales del objeto.
Pero para que esta abstracción capte lo verdaderamente formal de lo que pretende conocer, es necesario
que se observen muchos seres parecidos para así poder extraer lo que es propio de la forma y no lo que
depende de la materia de ese ser en concreto. Si observamos sólo una vaca e intentamos extraer de ella la
forma “vaca”, puede ser que acabemos diciendo que una característica formal de las vacas es el ser blancas.
Pero cuando observemos otras vacas y veamos que también las hay negras o marrones, veremos que eso
de ser blanca era propio de la materia de esa vaca que observamos en primer lugar, pero no de la forma
común a todas las vacas. Por eso Aristóteles piensa que la abstracción tiene que ser inductiva, es decir, que
tiene que partir de la observación de muchos seres singulares del mismo tipo para poder abstraer la forma
común a todos ellos.

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B) LOS SABERES PRÁCTICOS:

7.- La Ética de Aristóteles:

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Aristóteles dedicó tres de sus obras a reflexionar sobre cómo se comportan y cómo deben comportarse los seres humanos,
estableciendo qué es lo que podemos llamar una conducta virtuosa. De ellas la más importante es la Ética a Nicómaco,
obra escrita en su madurez.

Para Aristóteles todas las acciones se hacen teniendo en cuenta alguna finalidad, alguna causa final. Pero muchas de estas
acciones las hacemos no porque su finalidad sea lo que en el fondo nos interesa, sino porque pensamos que son el
instrumento necesario para conseguir otra finalidad. Así, por ejemplo, si nos pasamos el día trabajando, no lo hacemos
porque nuestra finalidad última sea trabajar, sino porque queremos tener dinero para irnos de vacaciones y eso sólo lo
podemos conseguir trabajando. Por eso decimos que trabajar no es un fin en sí mismo, sino que es un medio para
conseguir otra cosa.

Pero, ¿hay algún bien que persigamos por sí mismo y que no sea un medio para ninguna otra cosa? Aristóteles piensa que
sí, que todos los humanos por naturaleza buscamos la felicidad y ésta no se busca como un medio para otra cosa, sino
que es un fin en sí misma. De este modo, no tendría ningún sentido preguntarle a alguien “¿tú para qué quieres ser feliz?”,
mientras que sí tiene sentido preguntarle “¿para qué quieres montarte en el autobús?” o “¿para qué quieres ir a
Bulgaria?”. Pero, ¿entendemos todos los seres humanos lo mismo cuando hablamos de la felicidad? Podría ocurrir que
“felicidad” fuese un concepto ambiguo que no quisiera decir nada en concreto, que sea convencional lo que cada uno
piensa que es la felicidad, y en ese caso sólo podríamos ser relativistas como demandaban los sofistas. Parece que hay
personas que encuentran su felicidad en pasarse el día bailando, otras en beber vino, e incluso puede haber gente extraña
que encuentre su felicidad en trabajar. Aristóteles piensa que esto es verdad pero que todo ser humano tiene unas
funciones propias, una naturaleza y la felicidad se dará cuando se cumpla apropiadamente esta naturaleza humana. De
este modo, Aristóteles identifica la felicidad con el florecimiento del ser humano, es decir, con la actualización de las
mejores potencias que hay en cada uno.

Pero como la naturaleza humana es doble (con una parte apetitiva, que tenemos en virtud de nuestra alma vegetativa y
nuestra alma sensitiva, y una parte intelectual), habrá dos tipos de virtudes: las virtudes éticas y las virtudes dianoéticas.

7.1.- Las virtudes éticas:

Las virtudes éticas son las virtudes del carácter, las que tienen que ver con la manera que tenemos de responder ante

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nuestros apetitos, nuestras pasiones y nuestros deseos. Por ejemplo, son pasiones propias de los humanos el miedo, el
amor, la alegría, la tristeza... Y alguien es virtuoso éticamente si libremente sabe tomar las decisiones adecuadas antes
estas pasiones: ser valiente ante el miedo, ser fiel y moderado en el amor, permanecer entero ante la tristeza... Cuando
una persona va tomando las decisiones adecuadas a lo largo de su vida, estas decisiones van volviéndose un hábito, el
hábito de actuar adecuadamente. De este modo, la virtud será el hábito de actuar adecuadamente respecto a nuestras
pasiones.

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Pero Aristóteles señala además que todas estas virtudes, todos estos hábitos, tienen en común el que todas ellas son un
término medio entre dos extremos. La valentía es, por ejemplo, un término medio entre el vicioso por defecto (el cobarde)
y el vicioso por exceso (el temerario); la generosidad, por su parte, sería un término medio entre el vicioso por defecto (el
avaricioso) y el vicioso por exceso (el desprendido). Estos términos medios, de todos modos, no son los mismos para
todos, sino que son distintos para cada uno, según la fuerza con que cada uno sienta sus pasiones. Así que no es la misma
la actitud virtuosa para distintas personas: por ejemplo, para una persona muy alegre será virtuoso estar relativamente
en silencio en un entierro, mientras que para una persona muy triste será lo virtuoso estar en silencio absoluto.

7.2.- Las virtudes dianoéticas:

Por otro lado, las virtudes dianoéticas son las que tienen que ver con lo más elevado que hay en los seres humanos: su
alma racional. Para determinar en qué consisten, Aristóteles estudia cómo es nuestra alma racional, ya que también las
virtudes dianoéticas consisten en desarrollar de la mayor manera posible las potencias correspondientes a esta parte de
la naturaleza humana.

Como las virtudes dianoéticas son las que tienen que ver con el alma racional serán virtudes dianoéticas, la sabiduría en
las cosas teóricas y la prudencia en las cosas prácticas (es decir, el saber determinar las reglas correctas de nuestro
comportamiento). El modo de vida más elevado al que puede aspirar cualquier humano es la dedicación a la sabiduría, es
decir, al estudio teórico de todo lo que hay en el cosmos. Una vida dedicado a esto es llamada por Aristóteles una vida
contemplativa y justifica que esto es lo mejor a lo que puede dedicarse un humano señalando que la vida contemplativa
es la vida más autárquica que puede haber, ya que el estudioso no estudia para ninguna otra cosa sino sólo por el placer
del estudio mismo. El estudioso, a diferencia de los que se dedican a la política o a los placeres, no necesita a nadie más
para el desarrollo de su actividad. Por eso es en la actualización de las potencias humanas para la sabiduría (es decir, en
vivir contemplativamente) en lo que Aristóteteles encuentra la mayor felicidad a la que puede aspirar un ser humano.

8.- La Política de Aristóteles:

Aristóteles estuvo muy interesado por las formas de organización política y al estudio de estas dedicó su Política. A
diferencia de Platón, no estaba tan interesado por el estudio del modelo perfecto, ideal, de sociedad (aunque también
escribió algo a este respecto), sino por cómo funcionan de hecho las organizaciones sociales y cuáles son las características

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de la vida social.

Consideraba que el hombre es un animal político, es decir, que a diferencia de otros animales que no necesitan a otros de
su propia especie para vivir, los humanos nos necesitamos unos a otros para desarrollar obras comunes. Entre todas las
comunidades que los humanos somos capaces de formar, Aristóteles distinguía entre las asociaciones artificiales (como
los equipos deportivos, o las agrupaciones de montañeros) y las asociaciones naturales, como la relación padres-hijos,
hombres-mujeres, amos-esclavos o la polis completa. Aristóteles pensaba que era natural que los hijos obedeciesen a los
padres, las mujeres a los maridos y los esclavos a los amos (pues consideraba que había personas que por naturaleza
razonaban mejor, siendo capaces de prever las consecuencias de las acciones y por eso estaban hechos para mandar,
mientras que los que por naturaleza estaban más capacitados para las labores físicas, estaban hechos para obedecer).

Por otro lado, puede resultar chocante que Aristóteles pensara que no sólo la familia es algo natural, sino que también es
natural la polis, el Estado. Pero, ya que la más elevada de las potencias de los humanos es la potencia para la sabiduría,
para dedicarse a la vida contemplativa, y ya que sólo es posible una completa educación de las personas en un Estado, la
polis tendrá que ser natural. Fuera de la polis, nadie podría desarrollarse bien intelectualmente, ya que las familias sólo
pueden contribuir de una manera limitada a la educación de los ciudadanos. Las familias son útiles para la satisfacción de
las necesidades básicas de los ciudadanos, pero no para su desarrollo completo. Además, Aristóteles pensaba que la
naturaleza no hace nada en vano y a los humanos nos ha dado no sólo la voz, sino la palabra. El lenguaje es aquello que
nos permite ver no sólo qué es útil o perjudicial para nosotros, sino también qué es justo o injusto. Pero la justicia sólo
puede desarrollarse en una ciudad, puesto que las familias, al ser demasiado pequeñas, sólo pueden buscar la utilidad
para los ciudadanos, no la justicia.

Finalmente, la democracia moderada es considerada por Aristóteles la mejor forma de gobierno. Esta democracia, este
gobierno de los muchos, habrá de ser restringido por las leyes que impidan que se haga cualquier cosa. Es mejor que unos
sabios limiten la democracia, no permitiendo que el pueblo vaya decidiendo sobre todo, porque el pueblo no tiene el ocio
suficiente para pensar bien las cosas y se se les dejase decidir todo, llegarían a malas conclusiones. Pero si se consiguiese
que todo el mundo tuviese el ocio suficiente, podría extenderse la democracia. De todos modos, ciertos cargos habrán de
reservarse a las clases altas, para evitar la degeneración de una ciudadanía decidiendo sólo en beneficio propio. Aristóteles
consideraba que al permitirse que distintos sectores de la población tengan distintas partes del poder en una sociedad,
cada sector contrarrestaría los excesos de los otros, y así el gobierno de la sociedad sería moderado. Esta sociedad ideal
tendría que tener además otras características: sería una sociedad no excesivamente numerosa, con unas dimensiones
relativamente reducidas y con autosuficiencia económica y militar, de modo que pudiera atender a todas las necesidades
de los ciudadanos, tanto básicas como de ocio y educativas.

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