Examen Final - Villanueva

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EXAMEN FINAL DE CRISTOLOGÍA I

Villanueva Huamán, Francisco Miguel


1. Tomando en consideración lo que se trató acerca de las actitudes de Jesús (en el capítulo
"El acontecimiento Cristo”) y la presentación de Jesús que se ha tratado según el
evangelio de Lucas, componga una presentación: las actitudes de Jesús según san Lucas
(no más de 500 palabras)
Las actitudes de Jesús en el gran arco de su vida nos muestran cómo, desde distintas
perspectivas y énfasis, el Maestro se relacionaba con Dios, su Padre, y también con las demás
personas. En el caso concreto de Lucas observamos algunas actitudes que el evangelista ha
deseado enfatizar sobre el Señor.
El evangelio lucano es conocido también como el evangelio de la misericordia, debido a que, en
este se muestran diversos gestos, palabras y acciones de Jesús que nos dan a conocer cómo el
Nazareno viene a mostrarnos la imagen de un Dios cercano, un Dios que no tiene repulsa hacia
los pobres y pecadores, sino, al contrario, se muestra solícito, a su disposición y con un carácter
universal, es decir, para todos los hombres (Hch. 1, 8).
Desde el propio prólogo atisbamos cómo viene a exaltar a los humildes (Lc 1, 52) y cómo entre
los primeros a los que se presenta, en la fragilidad de un niño, es a los pastores (Lc 2, 16 – 17).
Sin embargo, no se debe entender la actitud del Señor como meramente altruista, sino que su
misericordia hacia el hombre emana de su ser Dios y de su estrecha vinculación con su Padre.
En este contexto, es clarificador ver a Jesús, siempre antes de una decisión importante, orando,
por ejemplo, en Lc 6, 12 antes de la elección de los Doce se nos dice que pasó la noche orando.
Ahora bien, habiendo asentado su vínculo estrecho con Dios Padre, comprenderemos
adecuadamente que es la misericordia del Padre la que se hace presente en la vida y actuar de
Jesús. Milagros como la resurrección del hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 11 – 17) y el perdón a
la pecadora que ungió sus pies con perfume (Lc 7, 36 ss), no podrían darse sin un corazón
solícito que haga llegar el amor de Dios a aquellos de quien se piensa que no tendrán
misericordia.
Así como los milagros, las parábolas también tienen un especial matiz en la misericordia,
invitando a los discípulos – en nombre de Jesús – a hacer nuestra su actitud. Especial mención,
en primer lugar, me parece que debe tener la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11 – 32), en la
que contemplamos el amor del Padre hacia el hijo que, rechazándolo, ha optado por ir por su
cuenta y al reconocer su miseria, vuelve no por arrepentimiento sino por cálculo y el Padre,
misericordioso, lo recibe haciendo fiesta por él. Así como también, la parábola del Buen
samaritano (Lc 10, 25 – 37), en la que se nos invita a actuar como el Señor: díjole entonces vete
y haz tú lo mismo.
En conclusión, la actitud de cercanía y amor, con miras a la salvación de los pobres, los
pecadores y los publicanos (el pasaje de Zaqueo también es revelador, Lc 19, 1 - 10), es decir,
con miras a una salvación universal, nos muestra cómo ante un Dios rígido presentado por los
judíos, el Señor nos viene a mostrar un Dios que quiere misericordia y no sacrificios.
2. Haga una presentación de la infancia de Jesús desde el prólogo cristológico del evangelio
de san Mateo y el prólogo cristológico de san Lucas. Muestre sobre todo las coincidencias
y acentos propios que se presenten (no más de 500 palabras)
En los relatos de la infancia, no hallaremos – como nos dice Ratzinger – historias al detalle o
biografías como las conocemos actualmente, sino historias meditadas, reflexionadas y
profundizadas a la luz de los eventos post – pascuales.
En ambos relatos, tanto en el de Mateo como en el de Lucas podemos hallar, aunque cada uno
con énfasis y pasajes distintos, puntos de encuentro. En primer lugar, en ambos se hace presente
la novedad del anuncio que se recibe. Es decir, el nacimiento del salvador por ser inusitado es
acogido con sorpresa y no sin incredulidad en algunos casos (véase por ejemplo el caso de
Zacarías y el de José a quien tiene un ángel que comunicarle que quien nacerá es Hijo del
Altísimo).
En un segundo momento, encontramos también el conflicto que ocasiona este nacimiento para
los interlocutores de las narraciones, conflicto inicial en José tras saber del embarazo de María y
luego en la huida a Egipto y el futuro conflicto comunicado por boca de Simeón que ocasionará
el Redentor. Por último, la llamada universalista presente con el advenimiento de los magos,
quienes son las primicias de los pueblos paganos llamados también a conformar el nuevo pueblo
de Dios.
Sin embargo, y, aunque haya puntos de coincidencia, también existen no pocos puntos de
distinción entre ambos evangelios.
Por el destinatario, Mateo nos refiere diversas citas de cumplimiento en orden a evidenciar que
en Jesús las promesas dadas al pueblo de Israel se cumplen. Asimismo, en la genealogía se ve el
interés del evangelista por dar a conocer la ascendencia del Salvador: descendiente de Abraham
y de la dinastía de David.
Por la relación con la dinastía davídica, la presencia de José es fundamental. Sin embargo, a
propósito de él, Mateo nos dice que era un hombre justo, sin embargo, en honor a la justicia,
debía denunciar públicamente a María, pero no lo hace, de este modo, el evangelio de Leví nos
hace llegar la noticia ya desde los primeros capítulos del advenimiento de una nueva justicia.
Por último, la huida a Egipto y la muerte de los inocentes nos muestran fuertes paralelismos con
la vida de Moisés, en Jesús se dará el éxodo definitivo, Él es el nuevo Israel.
Por otro lado, Lucas nos muestra un evangelio en constante movimiento, la preposición εἰς
(hacia) acompaña los primeros capítulos innumerables veces, haciendo alusión al dinamismo
del Espíritu. Asimismo, el evangelio se estructura en forma de díptico entre Jesús y Juan, el
bautista. La anunciación a Zacarías y a María se contrastan, mientras en uno halla incredulidad,
en la Madre de Jesús halla fe. Mientras Zacarías e Isabel son de linaje noble, José y María son
de estirpe “de baja cuna”.
Por último, encontramos – a diferencia de Mateo – el paralelismo en Lucas entre María y
Moisés, él había sido el único que encontró gracia ante Dios en el AT, pero esto se dice de
María, el realce a su figura la posiciona dentro de los grandes personajes de la historia de la
salvación.
3. Si tuviera que escribir, teniendo como destinatarios a jóvenes que se están acercando a
la Iglesia, desde lo estudiado acerca de Jesús en el NT, en una página haga una
presentación de Jesús que tome en cuenta el mensaje del NT.
La persona de Jesús desde que se inició la labor evangelizadora ha causado alegría, gozo, pero
también incomprensiones, conflictos, persecuciones. Hoy en día, se puede considerar – y sí
sucede – que el anuncio cristiano se encuentra, en los mejores casos, como uno entre otros
mensajes o también se presenta adulterado con ideologías o diversos modos de pensamientos
que han tratado de adecuarlo a sus agendas. Para los jóvenes, con el cambio en la escala de
valores contemporáneo, puede generar, también en el mejor de los casos, o rechazo o, lo que es
peor, simple indiferencia.
En este sentido, ¿cómo decir algo sobre Jesús en este contexto? Como he mencionado, la
persona de Jesús ha causado conflicto, inclusive desde su nacimiento. Sin embargo, los más
grandes conflictos son los que generó en su pueblo al anunciar su mensaje, ciertamente no en
todo el pueblo, pero sí en aquellos corazones cerrados que, cegados por sus concepciones
religiosas, lo rechazaron en bloque. Lamentablemente, esto también puede suceder en este
tiempo: jóvenes que por sus diversas concepciones del mundo rechazan en bloque el anuncio
cristiano sin si quiera darse el trabajo de conocerlo.
El cristianismo no es un conjunto de verdades – como explicaba Benedicto XVI – sino el
encuentro con una persona: la persona de Cristo. Ahora bien, todo encuentro, si se lleva
auténticamente, suscita un compromiso. Los primeros discípulos al ser llamados por el Maestro
y seguirlo, respondieron tras haberse encontrado realmente con él, es decir, se hallaron
dispuestos a la novedad dada por Dios.
Del mismo modo, los jóvenes si de verdad quieren encontrarse con Jesús, deben seguir el
camino de los primeros discípulos, el itinerario que han realizado. Ellos – los discípulos – no se
convencieron de una vez y para siempre sobre Jesús, sino que Él de diversas formas y modos
fue revelándoles su persona.
Una de estas formas era la actitud que el Señor tenía. En primer lugar, una actitud de cercanía a
los pobres y postergados, a aquellos excluidos en la sociedad y que, mediante el encuentro con
Jesús, volvían a la comunidad, pero a una comunidad nueva, a un nuevo pueblo. Del mismo
modo, la libertad con la que el Señor se movía aleccionaría tanto a los hombres de nuestros
tiempos, nos hallamos en una época en la que la verdad debe ser velada para “no caer mal”, para
“no herir susceptibilidades”, el Señor con la verdad y libertad de los hijos de Dios se movía en
espacios que resultaban reticentes a su presencia, porque sabía que su misión no estaba en
agradar a los hombres, sino en glorificar a Dios.
Sobre la verdad, debemos también tener en cuenta su predicación y la forma cómo enseñaba. La
autoridad que demostraba en su enseñanza, y que tanta falta hace ahora, era traslúcida en sus
palabras. Las personas que lo seguían admiradas exclamaban que él hablaba con autoridad y no
como los fariseos. En el Señor, las palabras eran corroboradas con las obras y las obras
explicitaban las palabras. La coherencia de vida del Maestro tenía su fuente última es su ser
Hijo de Dios.
De este modo, aunque el encuentro con Jesús siempre es personal, es decir, es parte de un
auténtico camino de conocimiento como quien conoce a un amigo. Este conocimiento de Cristo
se hace a través de los evangelios, los cuales son relatos vivos de su vida. En ellos encontramos
cómo era la relación de Jesús con su Padre, con qué cercanía se mostraba con las personas,
especialmente los pobres y pecadores, apartados de la sociedad, pero abiertos a la novedad de
Cristo y con qué firmeza y autoridad hablaba, dando a conocer un Reino del cual Él es Señor.
La Iglesia, continuadora de la misión de Cristo, también se muestra en el marco de esta acogida,
en la búsqueda de aquellas personas que buscan sentido y no lo hallan, los busca para acogerlos
como el Señor acogió a sus primeros seguidores: con verdad y amor.

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