Tema 1 Habilidades Personales 4ºeso
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2. ¿Qué es el autoconocimiento?
En cada uno de nosotros podemos encontrar a tres personas:
1. La que creemos que somos = autoconcepto
2. La que otros creen que somos = reflejo
3. La que realmente somos = autoconocimiento.
La primera persona, la que creemos que somos, a veces no es la verdadera, ya que
en ocasiones estamos confundidos sobre cómo de verdad somos. Muchas veces no nos
valoramos lo suficiente y nuestros amigos o nuestra familia nos tienen que recordar lo
mucho valemos. Somos más de lo que creemos.
La segunda persona, la que los demás ven, tampoco tiene por qué ser la verdadera.
¿Cuántas veces nos han dicho que somos unos vagos? ¿o que no sabemos
comportarnos? En muchas ocasiones, esas afirmaciones retratan más a la persona que las
dice, mostrando sus propias expectativas, sus preocupaciones o sus debilidades. Dicho
de otra manera, lo que Juan dice de Pedro, dice más de Juan que de Pedro.
Para desarrollar nuestro máximo potencial personal debemos llegar a esa tercera
persona: la que realmente somos, para la cual necesitamos llegar a un profundo
autoconocimiento.
El AUTOCONOCIMIENTO es un proceso reflexivo por el que una persona adquiere
noción de sí misma, de su personalidad, sus cualidades y defectos, sus creencias y
valores, necesidades, aficiones y temores.
¿Por dónde empezamos para autoconocernos?
Para autoconocerse hay que responder a la pregunta ¿quién soy realmente? Para ello,
es interesante hacerse otra serie de preguntas.
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Preguntar a mis amigos, familiares etc. cómo me ven es una gran estrategia para poder
conocerse mejor. Tal vez me descubran alguna característica (positiva o negativa) en la
que yo no había caído antes.
Pero cuidado, es importante saber la opinión de los demás, y valorar que tal vez puede
que tengan razón, pero también es cierto que estas personas pueden juzgarnos desde
su punto de vista, el cual no tenemos por qué compartir. Por ejemplo, cuando iba el
instituto, mi profesor de Historia, Daniel, me dijo que no tenía capacidad de trabajo y que
nunca llegaría a nada en la vida. No lo hacía solo conmigo, sino con la mayoría de mis
compañeros. Hoy, somos informáticos, profesores, empresarios, músicos etc. Lo que
Daniel decía de nosotros, decía más de Daniel, que de nosotros.
Podemos decir que nuestras creencias están relacionadas con nuestros valores y
ambos marcan el por qué de nuestro comportamiento.
Por ejemplo, mi alumna Cristina estaba enamorada de un chico, pero él se fijó en Fátima,
la mejor amiga de ella. El comportamiento de Fátima, se vio influido por el valor que le
daba a la amistad. Aunque a Fátima también le gustaba ese chico, sus valores le decían
que la amistad es lo primero, por lo que le dijo que no. De la misma manera, si una
persona le da mucho valor a la familia, probablemente tendrá la creencia de que “la
familia es más importante que los amigos”, y en el caso de que tenga que elegir en una
situación entre su hermano y su mejor amigo, se pondrá del lado de su hermano.
Para autoconocerse es importante analizar de dónde vienen las creencias. Tal vez
le demos mucha importancia a unos valores que nos han inculcado desde
pequeño, pero al crecer podemos replanteárnoslos.
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Mucha gente dice, - “A mí no me gusta nada”, pero seguro que si lo piensa seguro que
sí hay cosas con las que disfruta. Para saber qué nos gusta podemos preguntarnos.
¿qué podría hacer durante mucho tiempo sin aburrirme?, ¿qué hago y me parece
que el tiempo se pasa volando?
Saber lo que te gusta también es importante para conocerte mejor por dos razones:
1. Lo que me gusta está muy relacionado con mis habilidades. Y es que, si algo me
gusta mucho, es más fácil desarrollar una serie de habilidades relacionadas. Por ejemplo,
si me gustan mucho los ordenadores, desarrollaré habilidades que me permitan
manejarlos mejor (escribir más rápido, manejar programas etc.)
2. Saber lo que me gusta me ayuda a tener más claro lo quiero en la vida, es decir
mis prioridades y metas. Si me encantan los ordenadores, me puedo plantear que quiero
trabajar en algo de informática, y que voy a estudiar algo relacionado con ello.
- Las metas son aquello que queremos conseguir, teniendo en cuenta nuestras
prioridades. Así, para saber lo que quiero puede establecer una meta dentro de cada
prioridad. Por ejemplo:
- Prioridad familia. Mi meta es ayudar a mis padres y hermanos en lo que necesiten.
- Prioridad estudios. Mi meta es acabar derecho para ser abogado.
Una cuestión importante sobre las metas a largo plazo es que se centran en
resultados y no actividades.
3. Autoestima y autoconfianza
Todos tenemos un concepto de nosotros mismos: nuestro físico, nuestra inteligencia,
nuestra personalidad. Todo ello forma el autoconcepto. Así, tenemos una autoestima
alta cuando estamos contentos con nosotros mismos (con nuestro autoconcepto), y una
autoestima baja cuando no lo estamos.
5. ¿Qué es la perseverancia?
by Javier Martínez Argudo 28 agosto
Michael Jordan es para muchos el mejor deportista de todos los tiempos. Sin embargo,
en su primer año de instituto el entrenador no lo consideraba lo suficientemente bueno
para estar en el equipo de baloncesto de su pequeño pueblo. Cuando llegó a casa
llorando, su madre le dijo que llorar no servía de nada. - ¿Quieres jugar en el equipo?
Entrena duro todos los días y demuéstrale al entrenador que puedes jugar - Al año
siguiente, Jordan había mejorado tanto que sería seleccionado. Siguió entrenando duro
hasta convertirse en el mejor jugador del equipo. No paró ahí, ya en la universidad, sus
entrenamientos se intensificaron más y más hasta jugar en la NBA.
Una de las habilidades más importantes para conseguir nuestro desarrollo personal es la
perseverancia.
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Sé que es difícil, cuando nos esforzamos y no conseguimos lo que queremos nos dan
ganas de tirar la toalla. Unos buenos consejos para no darse por vencido son:
- Reconoce tus logros. Cuando estamos frustrados por no conseguir nuestros objetivos
debemos recordar lo mucho que hemos conseguido con nuestro esfuerzo.
- Aléjate de personas tóxicas. Las personas tóxicas son aquellas que solo aportan
negatividad y pesimismo. Como ellas creen que no pueden conseguir cosas, intentan
convencerte de que tú tampoco puedes. Aléjate de esas personas.
- Avanza paso a paso. Si miramos lo alta que es la montaña puede que nunca nos
atrevamos a escalarla. Pero si miramos el siguiente peldaño, no parece tan difícil. Céntrate
siempre en el siguiente paso.
¿Por qué es importante la perseverancia?
La perseverancia es imprescindible porque los objetivos no siempre se consiguen
a la primera. Perseverar y no darse por vencido es lo que nos ayudará a poder
realizar nuestros proyectos y sueños.
“Los sueños no se cumplen. Se trabajan”
marcadas todas las horas a las que dedicaría tiempo a estudiar, siempre después de las
clases de danza.
3. Establece los momentos del día. Todos tenemos unos momentos en los que
rendimos más. La mayoría rendimos más a primera hora, por lo que es mejor no dejarte
las tareas más exigentes para el final, ya que cuando estés cansando, es posible que te
cueste encontrar fuerzas para hacerlo. Además, si tenemos algo difícil para el final,
corremos el riesgo de tenerlo en la cabeza todo el día y desgastarnos con el
pensamiento. ¿Cuántas veces hemos pasado horas dándoles vueltas a la cabeza con que
tenemos que hacer una cosa al final del día? Por eso mucha gente va al gimnasio a
primera hora antes de trabajar. Así, nos quitamos la presión de tener pendiente algo
importante o exigente.
“Si tienes que comer una rana, mejor hacerlo a primera hora de la mañana”.
Así, podemos dejar para esos momentos donde estamos más cansados o somos menos
productivos otras tareas que son más llevaderas.
4. Planifica con tiempo. Es importante que antes de empezar el día tengamos claro
nuestra planificación. El domingo es un buen momento para organizar toda la semana y
cada día por la noche podemos recordar que vamos a hacer el día siguiente.
5. Céntrate en solo una tarea. Cada vez que cambies de tarea, tu cerebro tiene que
adaptarse a ese nuevo contexto, lo que lleva tiempo. Así, cuando estés haciendo una
determinada tarea, céntrate solo en esa y olvídate de las demás. Imagina que tienes que
estudiar para un examen de mates y realizar un trabajo en grupo de economía, para lo
que tenéis un grupo de whatsapp donde comentáis cómo lo vas a hacer. Si estás
estudiando mates y cada 5 minutos te pones a contestar a tus compañeros sobre el
trabajo de economía, no terminas de centrarte en ninguna de las dos cosas y el
rendimiento baja. Lo mejor es establecer una determinada hora para estudiar mates y
luego otra en la que puedes comentar cómo hacer el trabajo. Cada cosa en su momento.
6. Tómate tus descansos. El cuerpo y la mente necesita descansar. Es importante que
dentro de tu planificación establezcas los descansos que tu cuerpo necesite. No pienses
que Miriam del Carmen no tenía vida social, ella reservaba los fines de semana para cenar
con sus amigos. Hay tiempo para todo.
7. Elimina las distracciones. El móvil y las redes sociales son el enemigo cuando
queremos hacer una serie de tareas. Deja lejos de ti el móvil, porque muchas veces lo
cogemos sin darnos cuenta. Muchas veces lo cogemos para mirar la hora y acabamos 15
minutos en Instagram. Incluso te puedes plantear apagarlo en momentos que necesites
máxima concentración.
8. Organiza tu espacio físico. Tener una mesa limpia y con lo que necesitas a mano nos
ayuda concentrarnos y a ser productivo. Es importante que tu mesa sea lo
suficientemente amplia y que la silla sea adecuada.
9. Aprende a decir NO. Recuerda que tenemos prioridades. Si para ti lo más importante
es aprobar el instituto, estar con tu amigo que te necesita y ayudar a tu madre, puede que
no tengamos tiempo para otras cosas. Hay que saber decir NO a esas cosas.
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7. ¿Qué es la resiliencia?
Todos pasamos por momentos difíciles: enfermedades, divorcio de nuestros padres,
muerte de alguna persona querida, rupturas con parejas, suspensos, etc.
Rowling se convirtió en la mujer más rica del Reino Unido y una de las escritoras con mayor
fama a nivel mundial.
La próxima vez que tengas un grave problema piensa en Rowling y como convirtió una
situación límite en donde no tenía recursos en una oportunidad de tener tiempo libre
para escribir. A veces la vida no es fácil y no puedo controlar lo que me pasa, pero si como
enfoco lo que me pasa. El 10% de mi felicidad dependen de las cosas que me pasan
y el 90% de cómo las enfoco. “Mi enfoque determina mi realidad”
• ¿Cómo desarrollar la resiliencia?
1. Relativiza. Muchas veces magnificamos nuestras reacciones y eso aumenta la
intensidad de nuestras emociones. A veces, cuando pasa algo malo lo tomamos como si
fuera el fin del mundo. Muchas veces es mejor parar y pensar “si mi amigo tuviera este
problema, ¿qué es lo que diría?”. Seguro que no que es el fin del mundo.
2. Convierte algo negativo en algo positivo o en lecciones. Siempre hay que intentar
convertir algo negativo en positivo. Incluso cuando me pasa algo malo puedo sacar algo
bueno o convertirlo en una lección para el futuro.
3. Acepta que las cosas no siempre serán como tú quieras. Hay que entender que en
la vida las cosas no siempre van a ser como yo quiero. A veces no puedo controlar la
situación, pero sí como me lo tomo.
4. Céntrate en la solución y no en el problema. Utiliza tu energía para centrarte en lo
que sí puedes hacer. Fíjate en el caso de Rowling, en lugar de centrarse en el problema
del maltrato se centró en la solución, que podía huir a Reino Unido. En lugar de centrarse
en el problema de que no tenía trabajo se centró en la solución, podía escribir un libro y
venderlo a las editoriales.
5. Comparte tus emociones y pide ayuda si es necesario. Compartir con los demás tus
emociones siempre es bueno y todos podemos sentirnos mal en algún momento. No te
guardes las cosas, si lo estás pasando mal háblalo con familiares o amigos. Verás como
ves las cosas de otra manera.
Los pesimistas tienen dificultades para asumir el fracaso, ya que siempre se lo toman
como algo personal, “no soy bueno”, “jamás aprobaré matemáticas”. Todo esto genera
una mayor falta de seguridad que lleva al desánimo, la desesperación y en muchas
ocasiones al abandono.
La clave para tener éxito en la vida no consiste en tener una habilidad supernatural de la
que los demás carecen, sino el hecho de tener un talento “aceptable” unido a la
capacidad de seguir intentándolo cuando viene un fracaso.
De hecho, según algunos estudios, el rendimiento escolar está muy relacionado con
el optimismo. Cuando nos encontramos con dos alumnos que tienen unas capacidades
parecidas, pero vemos una diferencia de notas, la clave suele estar en la actitud positiva.
Los optimistas no le dan tanta importancia a una posible nota baja, y se centran en las
soluciones para mejorar en la siguiente ocasión.
¿Por qué es importante tener una actitud positiva?
Las creencias de las personas sobre sus propias habilidades tienen un gran efecto.
- Las personas optimistas se recuperan pronto de los fracasos y no se preocupan tanto
por que las cosas puedan salir mal sino de cómo pueden solucionarlo.
- Al ser más persistentes, superan las dificultades, lo que les motiva para seguir
desarrollando más habilidades, lo que aumenta sus posibilidades de éxito.
- Las personas optimistas son más felices y tienen menos estrés o ansiedad.
- El optimismo mejora la salud física, ya que fortalece las defensas del organismo.
9. ¿Qué es la proactividad?
Todas estas habilidades que acabamos de ver las podemos resumir en una: ser
proactivo.
Las personas reactivas se ven impulsadas por sentimientos, por las circunstancias, por las
condiciones, por el ambiente. “Como estaba enfadado le contesté mal”, “como llovía no
me apetecía trabajar”, “como era injusto me puse como un loco”, “como todo el mundo
lo hacía yo también lo hice”. La culpa es de factores externos, nunca mía.
Las personas proactivas son aquellas que consideran que su conducta depende de sus
valores. Si nuestro valor es hacer un trabajo de buena calidad, no depende del profesor
o jefe que tenga.
También las personas proactivas se ven influidas por sentimientos o circunstancias
externas. Pero su respuesta es una elección. Si mis compañeros hicieron algo mal y yo
hice lo mismo yo soy el responsable. Si algo era injusto y me puse como un loco, yo soy
el responsable. Una persona proactiva sigue sus valores, y si sus valores son la honestidad
y el respeto, no perderá las formas, sin importar lo que hagan los demás.
Admito que esto es muy difícil de aceptar, sobre todo si durante años hemos echado la
culpa de nuestros males a las circunstancias o a la conducta de algún otro. Pero hasta que
uno no comprenda que, “Soy lo que soy como consecuencia de mis elecciones”, tampoco
podrá decir “Elijo otra cosa”.
Lo que sucede vs como lo que enfoco.
Lo que nos hace daño no es tanto lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos
sucede. Desde luego, pueden ocurrir cosas que nos hagan daño, pero en ultima instancia
es nuestro enfoque lo que determinará si algo nos hace mucho o poco daño. Recuerda,
a veces no puedo controlar lo que me pasa, pero si como enfoco lo que me pasa. El 10%
de mi felicidad dependen de las cosas que me pasan y el 90% de cómo las enfoco.
Quejarme vs tomar la iniciativa.
Nuestra naturaleza básica consiste en actuar, no en que se actúe sobre nosotros. A las
personas reactivas les ocurren cosas y simplemente se quejan o se lamentan por ello. A
las personas proactivas también le pasan cosas, pero ellos toman la iniciativa, actúan, y
tratan de modificarlas.
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Una persona proactiva trata de actuar sobre las circunstancias, a las personas reactivas las
circunstancias les actúan a ellos. Ser proactivo significa entender nuestra responsabilidad
de hacer que las cosas sucedan.
Lenguaje reactivo vs lenguaje proactivo.
Nuestro lenguaje, por ejemplo, es un indicador de nuestro nivel de proactividad.
El lenguaje de las personas reactivas les libra de la responsabilidad. “Yo soy así, y punto”
es decir, digo que no puedo cambiar y me libero de culpa.
“Me volví loco y no me pude controlar”, es decir, no soy responsable de mis emociones.
“No puedo hacerlo porque no tengo tiempo”, es decir la culpa es de algo que no
controlo, el tiempo. “Si mi pareja fuera de otra manera…”, mi manera de actuar es culpa
de la otra persona.
Un problema del lenguaje reactivo es que nos. autoconvencemos de que la culpa
siempre está ahí fuera, por lo que nos sentimos impotentes y sin control de nuestras vidas.
Este sentimiento refuerza nuestro comportamiento, cuanto más pensamos que no
podemos hacer nada, menos haremos, lo que en efecto acaba provocando que no
tengamos control.
Centrarse en el problema vs centrarse en la solución.
Otra manera de ver las diferencias entre una persona reactiva y una proactiva es ver
donde centran su energía cuando tienen alguna preocupación.
Las personas reactivas se centran en los problemas. Su energía y sus pensamientos se
centran en los defectos de los demás, en las dificultades que le rodean, y en general
circunstancias sobre las que no tienen control.
Debido a ello, las personas reactivas no se centran en aquello que podrían hacer para
poder solucionar el problema, por lo que las circunstancias externas acaban por
controlarlos.
Las personas proactivas se centran en las soluciones. Su energía la dedican a cosas
que sí pueden cambiar. Debido a ello, su influencia aumenta, y son capaces de cambiar
las circunstancias que le rodean.
Las personas proactivas centran sus esfuerzos en las posibles soluciones. Su energía es
positiva: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.
En definitiva, está en la naturaleza de las personas reactivas negar toda responsabilidad.
Es mucho más fácil decir «No soy responsable». Si digo «Soy responsable», corro el riesgo
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de tener que decir «Soy irresponsable». Tal vez me resulte difícil admitir que tengo el
poder de elegir mi respuesta, y que la respuesta que he elegido me lleva a un ambiente
negativo, en especial si durante años he culpado a los demás de todo lo que me ocurre.
¿Cómo desarrollar mi proactividad?
Si lo piensas, es esperanzador pensar que al elegir la respuesta puedo influir en mis
circunstancias. Si cambio un ingrediente, cambia el plato final. ¿Por dónde empiezo?
Deja de culpar a los demás Si tengo un problema en el instituto, o con un amigo o
incluso una pareja, ¿qué es lo que gano mencionando continuamente los defectos de los
demás? Al decir que no soy responsable, hago de mí una víctima impotente. La culpa es
del otro y yo no puedo hacer nada. También reduzco mi capacidad para influir en ella. Mi
actitud de regañar, acusar y criticar simplemente reduce mi capacidad para influir
positivamente en la situación.
Si realmente quiero mejorar la situación, puedo trabajar en lo único sobre lo que tengo
control: yo mismo.
Trabaja tus propios defectos. Puedo dejar de culpabilizar a los demás y empezar a
trabajar en mí mismo.Puede que me pareja sea muy desconfiada, pero si se lo repito una
y otra vez, poco va a cambiar la situación. Tal vez puedo trabajar en mí mismo, y en qué
cosas puedo hacer para ser una persona que trasnmita más confianza.
Distingue las cosas sobre las que tienes control. Los problemas los podemos encontrar
dentro de tres zonas.
1. La zona de control directo. Son problemas relacionados con mis propias conductas.
Los problemas de control directo los podemos resolver desarrollando las habilidades
personales que hemos visto en el tema: autoconocimiento, autoestima, perseverancia,
gestión del tiempo, resiliencia etc.
2. La zona de control indirecto. Son todos los problemas en los que interviene la
conducta de otras personas. Los problemas de control indirecto se resuelven tratando de
mejorar nuestra influencia en el comportamiento de otras personas. Para ello
necesitamos desarrollar habilidades sociales que veremos en el siguiente tema: empatía,
liderazgo, motivación, negociación, comunicación etc.
3. La zona sobre la que no tengo control. Son problemas sobre los que no podemos
hacer nada, bien porque no están a nuestro alcance o bien porque son realidades
pasadas que no podemos cambiar. Los problemas sobre los que no tengo control
suponen admitir que en ocasiones no podremos hacer nada y hay que aceptar los hechos
como son.
Trabaja sobre las cosas que controlas. La cuestión no es lo que hacen los demás, sino
en nuestra respuesta a la situación y en lo que nosotros debemos.
El enfoque proactivo consiste en cambiar las cosas que controlamos para provocar
un cambio positivo en lo que está allí́ afuera: puedo ser más ingenioso, más
cariñoso, más creativo, más confiable, más cooperativo.