Gramsci Filólogo Alvaro Bianchi Español
Gramsci Filólogo Alvaro Bianchi Español
Gramsci Filólogo Alvaro Bianchi Español
Abstract
Este artículo reconstruye el rol y la importancia de la filología en el
pensamiento de Antonio Gramsci. A tal propósito indaga sobre los
debates filológicos desarrollados en la península luego de la
formación del nuevo estado nacional y presenta la trayectoria de la
formación del autor en la Facultad de Letras y Filosofía de la
Universidad de Turín, con particular atención a sus estudios de
Lingüística y Filología; y, finalmente, se concentra sobre dos
momentos de la producción intelectual de Gramsci: un primer
momento, antes de la cárcel, en el que la filología fue un arma de
combate en las polémicas culturales, principalmente contra los
exponentes del nacionalismo italiano, y un segundo momento, en la
cárcel, cuando esta disciplina se hace constitutiva de un método
histórico de investigación y de la propia filosofía de la praxis.
Keywords
Filología, Lingüística, Método Histórico, Antonio Gramsci
1
Título original:
2
Gramsci, filólogo
Alvaro Bianchi
3
importantísimo Laboratorio de Economía Política, Gaetano Mosca y
Luigi Einaudi. También formaban parte de su plantel de docentes los
senadores Giuseppe Carle y Giampietro Chironi, como prueba del
fuerte empeño político de los miembros de esa Facultad2.
Según el recuerdo de Palmiro Togliatti, Antonio Gramsci podía ser
encontrado “en todo lugar donde estuviese un profesor el cual
iluminase, se puede decir, sobre una serie de problemas esenciales,
desde Einaudi, Chironi a Ruffini”, todos docentes de la Facultad de
Derecho (Togliatti, 2001, p. 140). Sin embargo, Gramsci estaba inscrito
en la Facultad de Letras y Filosofía, lugar donde convergían sus
intereses intelectuales. Esta era mucho más pequeña y diversificada
de aquella en la que estudiaba Togliatti. El año académico 1911-1912
registró 163 estudiantes, de los cuales 67 eran mujeres. Ese año,
además de Gramsci se inscribieron otros 40 estudiantes, de los cuales
25, más de la mitad, eran mujeres. Entre ellas, María Cristina Togliatti,
hermana de Palmiro (Annuario, 1912, p. 270-271).
En la Facultad de Letras era muy relevante también la actividad
política, principalmente los años anteriores a la llegada de Gramsci.
Docentes como Arturo Graf, Zino Zini y el docente libre Umberto
Cosmo formaron parte de ese movimiento político intelectual que
Robert Michels denominó “socialismo de los profesores” (Michels,
1979 [1926], p. 195). Del otro lado del espectro político, el historiador
Pietro Fedele, un interventista, diputado electo en 1924 con la Lista
Nacional, seguidamente fascista y, entre 1925 y 1928, Ministro de
Instrucción Pública. A quien en 1913 se une el filólogo y docente de
Literatura Vittorio Cian, un nacionalista y fascista de primer
momento, a quien Gramsci dedicó varios artículos en las páginas del
Avanti!3
Estos años como estudiante Gramsci se consideraba un “triple o
cuádruple provinciano”, como posteriormente escribirá de sí mismo
(C15 §19 T5 p. 195). Fueron años de transición. Su cultura, fuertemente
marcada por el sardismo y el subversivismo, fue gradualmente
reelaborada en base al encuentro con la alta cultura europea que halló
Bolletino del fronte interno en “Avanti!”, 6 de julio de 1916 (CT, p. 421-2); Professori ed
educatori en “Avanti!”, 17 de abril de 1918 (CF, p. 860-2); Disagio en “Avanti!”, 21 de
julio de 1918 (NM, p. 193-5); Il Mondo, Bertoldo e il professor Cian en “Avanti!”, 11 de
septiembre de 1918 (NM, p. 281–282); La Guerra continua, signori en “Avanti!”, 20 de
enero de 1920 (ON, p. 391-2).
4
en la Universidad de Turín y con el movimiento socialista de esa
ciudad obrera4. En esta reelaboración Gramsci mantuvo un fuerte
interés por las peculiaridades culturales, integrándolas al mismo
tiempo a la comprensión de la formación de la nación italiana en el
convulso ambiente europeo. Lo local, nacional e internacional, dejaron
áreas y temporalidades irreductibles, si bien profundamente
entrelazadas. Estos también fueron los años de su formación como
filólogo.
1. Trayectoria académica
En 1873 en Turín nacieron dos revistas que llegaron a tener una
gran influencia intelectual y que existen hasta hoy. En julio, la casa
editora Loescher publicó el primer número de la Rivista di Filologia y
d’Istruzione Classica, dirigida por el lingüista Domenico Pezzi y por el
filólogo Giuseppe Müller, y en septiembre salía gracias a la misma
editora el Archivio Glottologico Italiano de Graziadio Ascoli5. La
aparición de estas publicaciones puede ser interpretada como parte de
un movimiento cultural más amplio, en el que las revistas asumieron
un rol de irradiación intelectual, recubriendo un ambiente intelectual
que iba más allá de la institución universitaria. Tal movimiento a su
vez se refería explícitamente a la formación de una cultura nacional en
la Italia posunitaria, un objetivo que puede ser reconstruido mediante
los manifiestos y las presentaciones que inauguran estas revistas. El
“Proemio” escrito por Pezzi y Müller para el primer número de la
Rivista es ejemplar en este sentido:
4 Sobre esta reelaboración: cfr. Fiamma Lussana (2006). Sobre la cuestión del uso del
sardo por Gramsci en círculos familiares: cfr. Alessandro Carlucci (Carlucci, 2013,
cap. 1).
5 Sobre la Rivista, sobre Ascoli y el Archivio, se consideran imprescindibles los
5
relieve en el contexto europeo, sino también como principio del cual
habría podido ser formada una nueva clase dirigente.
El programa de investigación histórica también era un programa
pedagógico. De ahí el énfasis de la Rivista sobre la formación,
anunciada en el mismo título y hecha explícita en este “Proemio”. Fue
una reacción tardía de los ambientes intelectuales ligados a la
Universidad de Turín y a las clases dirigentes piamontesas, a las que
se dirigían los pedidos de la reforma de la instrucción de 1859, que dio
particular importancia a la enseñanza del griego y del latín, no menos
que a la necesidad de imprimir al estudio de la literatura una dirección
“científica”, alejándose de la retórica, según el espíritu positivista del
tiempo. Alemania mostraba el camino. Timpanaro (1972a) subrayó el
carácter subordinado que los estudios filológicos lograron en Italia y
el modo en que eran supeditados a los impulsos provenientes del país
vecino. En la Rivista, sus redactores proponían: “emular a Alemania
en la audacia magnánima de las nuevas investigaciones científicas y
de las reformas didácticas” (Pezzi y Müller, 1873, p. 2). El modo en que
los editores definían el objeto de la filología seguía esta inspiración
alemana. Un tal objeto sería la
6
Italia (Wolf, 2002 [1807])6. El método para la realización de este
programa estaba inspirado por el método histórico de corte
positivista, como se puede percibir por la insistencia en el “Proemio”
del análisis científico de las palabras. No podría haber sido muy
distinto, dada la simpatía que este método gozó en Italia en el último
cuarto del siglo XIX, principalmente en Turín.
El Archivio Glottologico Italiano tenía objetivos distintos, como se
puede ver en el “Proemio” que Graziadio Ascoli escribió para el
primer número de su revista, más complejo y denso que el citado
anteriormente (Ascoli, 1873). En este texto inaugural el Archivio se
encontraba inmerso, desde su primer número, en las polémicas sobre
la formación de una lengua nacional en la Italia posunitaria, valorando
en modo relevante sus distintos dialectos7. Con el propósito de
implementar este programa Ascoli buscó delimitar la distancia que
habría tenido que separar la Lingüística de la Filología. Ambas
disciplinas no tuvieron un desarrollo homogéneo en la cultura
italiana. Los estudios clásicos y filológicos tuvieron una época de oro
en el Renacimiento, pero, como advierte el “Proemio” de la Rivista, su
estado durante el Ochocientos era deplorable. Distinta era la situación
de la lingüística, que floreció por decenios, llegando a distinguirse en
el ámbito internacional8. Ascoli temía por el riesgo de que los
lingüistas colonizasen la filología impidiendo su desarrollo:
7
aun cuando abunden las cercanías y los contactos, y por ello las ocasiones de
que el uno aproveche del otro (Ascoli, 1873, p. XXXVI).
8
(Valmaggi, 1894, p. 4). Apoyándose en una definición más restringida
de filología, Valmaggi buscaba, al mismo tiempo, liberar a la
disciplina del estudio exclusivo del mundo greco-romano. Por lo que
definía el objeto de esta en modo genérico como perteneciente
“exclusivamente a esas disciplinas que partiendo principalmente del
estudio de la lengua y de la gramática presentan con la crítica y la
interpretación de los autores los principales elementos de la historia
literaria” (Valmaggi, 1894, p. 14). Entonces el número de disciplinas
que conformaban la filología fue reducido notablemente, dejándose
solamente como “parte principal la crítica y la hermenéutica de los
escritores” y como disciplinas subordinadas: “la paleografía, la
epigrafía, el estudio de la lengua, es decir la gramática, la retórica
(estilística), la poética (métrica) y finalmente la historia literaria”
(Valmaggi, 1894, p. 15).
El modo en que fue organizado el Manuale sintetiza esa
delimitación del objeto. En la primera parte se presentaban las
disciplinas fundamentales –Lingüística, Paleografía, Epigrafía, Crítica
y Hermenéutica e Historia Literaria–, mientras la segunda parte se
encuentra dedicada a la Historia Antigua, Numismática, Metrología y
Arqueología del Arte que tiene un carácter auxiliar9. La secuencia de
las disciplinas fundamentales es importante. La formación lingüística
y la adquisición de técnicas paleográficas y epigráficas tenían el
propósito de preparar para el estudio crítico y hermenéutico,
proveyendo los instrumentos para una investigación que culminaría
en la historia literaria. El punto definitivo era el mismo que se
afirmaba en la Darsetllung de Wolf, sin embargo, la enciclopedia del
saber no era tan amplia, evitando, de este modo, confundir la filología
con toda la historia.
Gramsci era estudiante de Valmaggi y probablemente conocía el
Manuale, si bien nunca mencionó ese trabajo. Sin embargo se tiene la
certeza que durante sus estudios en la Universidad de Turín tuvo
modo de conocer el manual de Ernst Bernheim sobre el método
9
histórico10. Como Valmaggi, Bernheim distingue la filología de la
historia, confrontado a aquellos que como Boeckh consideraban la
filología como conocimiento de todos los saberes existentes. Según
Bernheim esta concepción global de la filología podría tener un
sentido en los estudios clásicos, a causa del carácter unitario de todas
las manifestaciones del espíritu greco-romano, pero no tendría sentido
para la filología medieval o la moderna (Bernheim, 1907, p. 153-4). La
distinción necesaria entre las dos disciplinas residiría, según
Bernheim, en el hecho que mientras la filología fija la palabra escrita
en el tiempo, la historia está interesada en el desarrollo de los pueblos
y de sus manifestaciones (Bernheim, 1907, p. 158). Por tanto, mientras
el método filológico sería sincrónico, el método histórico era por
definición diacrónico. La filología y la historia serían así “por materia
y métodos, campos diferentes. Cada una indispensable a la otra como
ciencia auxiliar, y con el estrecho contacto que tienen los dos campos,
el historiador trabaja a menudo como filólogo cuanto este como
historiador” (Bernheim, 1907, p. 159).
Cuando Gramsci se inscribió en la Facultad de Letras y Filosofía,
estos debates sobre el objeto y el método de la filología continuaban y,
en efecto, se volvían más intensos. Al inicio del siglo el docente de
Literatura Griega en la Facultad y colaborador de la Rivista, Giuseppe
Fraccaroli, publicó el libro L’irrazionale nella letteratura, formulando
dudas sobre los resultados que la filología podía alcanzar en el estudio
de la literatura (Fraccaroli, 1903). Reflexionando sobre la reciente
reacción antipositivista que culminaba en Benedetto Croce, Fraccaroli,
afirmó que aquello que era irracional en el arte escaparía al mismo
juicio de la razón, haciendo necesario imponer límites “a la filología y
a la crítica racional” (Fraccaroli, 1903, p. 347). En su ataque a la
filología, el propio rol de la disciplina en la escuela clásica fue puesto
en discusión:
10
Las críticas a la filología de Fraccaroli suscitaron comentarios
ambiguos por parte de muchos, entre los cuales Valmaggi, que en las
páginas del Bollettino di Filologia Classica reconocería los méritos de la
obra e incluso algunos aspectos de su crítica, sin embargo, subrayaba
que las objeciones que podían ser hechas a una crítica “estúpida y
falaz” no podían ser dirigidas a la “critica como tal” (Valmaggi, 1903,
p. 124). En la Rivista di Filologia e d’Istruzione Classica, Gaetano De
Sanctis también criticaba los “parciales excesos en relación a la crítica
homérica”, y finalmente recomendaba el libro de Fraccaroli,
afirmando que su lectura podía “servir a los críticos para evitar las
exageraciones peligrosas y la unilateralidad, y para no olvidar, como
desgraciadamente parece alguna vez hacen ellos, que el buen sentido
es norma fundamental de la crítica” (De Sanctis, 1904, p. 42 y 57). En
su revista La Critica Benedetto Croce escribía cosas que iban en
dirección análoga. Añadiendo las reservas de Fraccaroli contra los
filólogos, “los cuales razonan de arte sin sentirlo o comprenderlo, o
que creen que todo tratamiento con el arte deba limitarse al contraste
de códices y estadísticas de vocablos”, Croce se preguntaba: “¿Y qué
culpa tiene el método filológico (que es racional no menos que el estético)
de los errores de los filólogos contra los cuales Fraccaroli combate?”
(Croce, 1903, p. 286)11.
Pero el libro de Fraccaroli abría las puertas a críticas más duras
dirigidas a la filología, y no es exagerado afirmar que precisamente los
años en que Gramsci asistió a la Facultad de Letras y Filosofía la
disciplina se encontraba bajo asedio. No solo el movimiento
neoidealista italiano condujo una fuerte campaña contra el
positivismo del “método histórico”, con el que se identificaba a la
filología; también desde el inicio de la guerra en adelante, una fuerte
campaña antigermanista tuvo lugar en todo el territorio nacional,
incluyendo a la Universidad de Turín, con efectos evidentes sobre el
prestigio de la disciplina y de los docentes que se titularon en
universidades alemanas.
Estos desencuentros sobre la idea misma de filología se reflejaron
en las clases de Filología Moderna de la Universidad de Turín y en su
misma organización. Como se sabe, la lingüística tuvo un desarrollo
científico superior y, a finales del Ochocientos, ejerció supremacía
sobre la filología. Y al inicio del siglo XX, las dos disciplinas se
entrelazaron, considerándose disciplinas no idénticas sino más bien
11Años después, la cruzada de Croce contra la filología asumió tonos más duros en
su Teoria e storia della storiografia (Croce, 2001 [1915]).
11
complementarias. La organización del curso, sin embargo, invirtió
claramente tal supremacía, privilegiando las disciplinas de literatura
en el proceso formativo, ocupando las materias estrictamente
lingüísticas un espacio más reducido. Según el Annuario della
Università di Torino, en primer año eran obligatorias las materias de
Literatura Italiana, Literatura Latina, Literatura Griega, Historia
Moderna y Lingüística, además de dos materias a libre elección. En
segundo año, estaban las mismas materias de Literatura e Historia,
además de Literaturas Neolatinas y un tema a elección. En tercer año,
Literatura Italiana, Literaturas Neolatinas, Filosofía Teorética o
Historia de la Filosofía, Historia del Arte o una de las disciplinas de la
Literatura Moderna, además de una materia a elegir. Finalmente, el
último año se tenía las materias de Filosofía Teorética o Historia de la
Filosofía e Historia del Arte o una de las disciplinas de Literatura
Moderna (Annuario, 1912, p. 253-5).
A las materias obligatorias acompañaban una considerable lista de
cursos complementarios y libres que, tampoco podían superar las 15
horas semanales. Además de las materias obligatorias, Gramsci eligió
el Sanscrito, la Filosofía Moral y dos materias de Literatura Moderna
(alemana e inglesa), cuando la currícula preveía solo una (ver Tabla 1).
Debían también ser tomadas las materias para la enseñanza, entre las
que Gramsci eligió: Literatura Italiana, Literatura Griega, Literatura
Latina, Gramática Latina y Griega, y Legislación Escolar. Las
preferencias de Gramsci revelan sus distintos intereses, llamando la
atención la presencia de dos disciplinas que se disponían a reforzar su
conocimiento lingüístico, completando, en cierto sentido, el único año
de Lingüística con Matteo Bartoli: el Sanscrito, que estudió con el
profesor Italio Pizzi, y la Gramática Griega y Latina, por la que era
estudiante del mismo Valmaggi12.
12El primero en llamar la atención sobre las materias estudiadas por Gramsci fue el
fundador de la revista Belfagor, Luigi Russo, trabajando en los documentos
encontrados por Giuseppe Vidossi en la Secretaría de la Universidad de Turín
(Russo, 1947, p. 399-400). Véase también la cronología completa presente en el
Epistolario publicado en el marco de la Edición nacional de los Escritos de Antonio
Gramsci (E, 2009).
12
Tabla 1
Cursos a los que se inscribió Antonio Gramsci en la Facultad de Letras y Filosofía
Curso Año Tipo Docente Examen
Literatura 1911- Obligatoria Arturo Graf
Italiana 1912 (Umberto
Cosmo)
Literatura Latina 1911- Obligatoria Ettore Stampini
1912
Literatura Griega 1911- Obligatoria Angelo Taccone
1912
Historia 1911- Obligatoria Pietro Fedele
Moderna 1912
Lingüística 1911- Obligatoria Matteo Bartoli
30 con honores
1912 4 de nov. de 1912
Gramática Latina 1911- A elección Luigi Valmaggi 27/30
y Griega 1912 4 de nov. de 1912
Geografía 1911- A elección Luigi Hugues 20/30
1912 4 de nov. de 1912
Historia del Arte 1911- Complementaria Pietro Toesca
1912
Literatura Latina 1911- Curso libre Carlo Giambelli
1912
Historia 1911- Curso libre Francesco
Moderna 1912 Lemmi
Literatura 1912- Obligatoria Umberto
Italiana 1913 Cosmo
Literatura Latina 1912- Obligatoria Ettore Stampini
1913
Literatura Griega 1912- Obligatoria Angelo Taccone 24/30
1913 18 de abril de 1914
Literaturas 1912- Obligatoria Rodolfo Renier 27/30
Neolatinas 1913 11 de nov. de 1914
Historia 1912- Obligatoria Pietro Fedele 27/30
Moderna 1913 2 de abril de 1914
Filosofía Moral 1912- A elección Zino Zini 25/30
1913 28 de mar de 1914
Magisterio de 1912- Complementaria Angelo Taccone
Literatura Griega 1913
13
Magisterio de 1912- Complementaria Luigi Valmaggi
Gramática Latina 1913
y Griega
Legislación 1912- Complementaria Ettore Stampini
Escolar 1913
Literatura 1913- Obligatoria Vittorio Cian
Italiana 1914
Literatura Latina 1913- Obligatoria Ettore Stampini
1914
Literaturas 1913- Obligatoria Rodolfo Renier
Neolatinas 1914
Literatura 1913- A elección Arturo
Alemana 1914 Farinelli*
Historia de la 1913- A elección Rodolfo
Filosofía 1914 Mondolfo**
Sanscrito 1913- A elección Italo Pizzi
1914
Literatura 1913- A elección Federico
Inglesa 1914 Olivero
Literatura 1914- A elección Arturo Farinelli
Alemana 1915
Historia de la 1914- A elección Giovanni Vidari
Filosofía 1915
Filosofía 1914- Curso libre Annibale
Teorética 1915 Pastore
Literatura 1914- Complementaria Federico
Inglesa 1915 Olivero
14
179). Particularmente fuerte era su relación con el lingüista Matteo
Bartoli. Entre los grandes nombres de la lingüística italiana, Bartoli fue
influenciado por la obra del filósofo neoidealista Benedetto Croce,
poniendo en relieve, en su polémica con los neogramáticos, el carácter
histórico y geográfico de su disciplina 13.
Gramsci colaboró con Bartoli en más de una ocasión. En la
correspondencia de Gramsci con sus parientes sardos hay referencias
de este trabajo común; como en la carta que Antonio mismo envió a
Francesco Gramsci el 3 de enero de 1912, pidiendo aclaraciones sobre
algunas palabras del dialecto sardo, “pero en el dialecto Fonni” (E, p.
90); o en la correspondencia con su madre Giuseppina Marcias del 13
de enero de 1913, en la que le pedía a su hermana Teresina enviarle
una lista de palabras relacionadas con la elaboración del pan y el tejido
(E, p. 122); así como en las cartas a la misma Teresina, pidiendo
algunas aclaraciones sobre las palabras del dialecto logudores,
fechadas el 24 de noviembre de 1912 y 26 de marzo de 1913, con la
respuesta de Teresina a esta última del 3 de abril de 1913 (E, p. 125-6).
Esta colaboración, así como la comprensión y el sostén que el
estudiante recibía de su profesor, fueron recordados por su
compañera de clase, Azelia Arici, en una declaración hecha pública
por Alfonso Leonetti (1978, p. 85). Según Arici, la investigación del
dialecto sardo por Gramsci estaba destinada a la composición “de un
gran Atlas Lingüístico”, en el que trabajaba Bartoli (Leonetti, 1978, p.
85). Según Giancarlo Schirru, las consultas que Gramnsci hizo a su
hermana y la respuesta de esta última comprendían parte del material
empírico para la composición del diccionario etimológico romance, en
el que el docente suizo establecido en Viena, Wilhelm Meyer Lubke
trabajaba y con el cual Bartoli, su discípulo, colaboró (Schirru, 2011, p.
956; 2016, p. XXXIV). Esta hipótesis se refuerza por una postal
encontrada recientemente, en la que Bartoli agradece afectuosamente
a Gramsci por esto (Schirru, 2017).
El año académico 1912-1913, Gramsci frecuentó nuevamente el
curso de Bartoli y, a su solicitud, escribió los resúmenes del programa
de la materia que contenían las lecciones del curso de Lingüística
(Gramsci, 2016). Dicho resumen, sobre el cual trabajó recientemente
15
Giancarlo Schirru, es un documento importante de los estudios
lingüísticos y filológicos de Gramsci. En el curso de Bartoli, la lengua
sarda es expuesta como prueba de su tesis de cambio lingüístico a
través del contacto entre diversas poblaciones. Las innovaciones
incorporadas al latín a través de su contacto con otras lenguas
habladas en la península italiana no fueron iguales en las regiones más
apartadas de Cerdeña y Etruria, que conservaron elementos no indo-
europeos. La correspondencia en la que Gramsci pedía informaciones
sobre el dialecto Fonni, una comuna situada en la región central de la
isla, la más apartada, tenía entonces el objetivo de proveer a Bartoli el
material empírico necesario para sostener su hipótesis (Rosiello, 1986,
p. 238)14.
Gramsci también tuvo una relación muy estrecha con Umberto
Cosmo, el docente libre de Literatura Italiana, especialista en la obra
de Dante Alighieri, quien sustituyó a Arturo Graf, cuando el deterioro
de salud de este último le impidió continuar enseñando. Propulsor del
método histórico, Cosmo fue profesor de Angelo Tasca, Umberto
Terracini y Piero Sraffa en el Liceo ‘Gioberti’. Como socialista ejerció
una gran influencia sobre los jóvenes estudiantes y mantuvo una
relación de afecto y recíproca admiración con Gramsci15. Su relación
14 En los resúmenes del curso de Bartoli, Gramsci registró en una nota: “nos
referiremos fundamentalmente al dialecto de Cerdeña central o logudores que ha
estado menos expuesto a modificaciones: alguna vez nos referiremos al sardo
meridional o campidanes que es menos conservador: el dialecto de Cerdeña
septentrional o gallures no es sardo” (Gramsci, 2016, p. 17). Véanse también las
observaciones de Bartoli sobre Cerdeña, en particular sobre Cerdeña central en el
Breviario di linguistica (Bertoni y Bartoli, 1925, p. 67-70). Gramsci tenía una copia del
Breviario cuando fue arrestado, como se extrae de la carta, que escribe en 1926 a Clara
Passage en cuya casa de Roma vivía como pensionado, con la que le pidió enviarle
el libro que se encontraba “en el armario frente al catre” (L, p. 3). La carta fue
secuestrada por la policía y no llegó nunca a su destinataria. Más tarde, el 3 de
octubre de 1927, el prisionero manifestó a su cuñada el deseo de recibir una copia
del libro (L, p. 124). Su propósito era el de usarlo para escribir un ensayo crítico sobre
los neogramáticos, como se reporta en la carta a Tatiana del 12 diciembre de 1927,
en la que también anunció haber renunciado a escribir el texto y que el libro ya no
era necesario (L, p. 140).
15 Esta relación fue sacudida en 1920 por un artículo fogoso que Gramsci escribió en
las páginas de L’Ordine Nuovo, en respuesta a las críticas que Cosmo había dirigido
a los jóvenes socialistas (ON, p. 758-61). La reconciliación tuvo lugar dos años
después, en Berlín, cuando Gramsci buscó a su exprofesor, quien trabajaba en la
embajada italiana con un cargo diplomático. El episodio fue narrado por Gramsci a
su cuñada Tatiana Schucht en una carta del 23 de febrero de 1931 (L, p. 397-8).
16
intelectual fue narrada en prisión por Gramsci en una carta del 17 de
agosto de 1931:
17
restricciones carcelarias se realizaba mediante Tania, es importante
también por un breve pasaje en el que el profesor de Turín comparaba
a su querido alumno con otro de sus preferidos, Pietro Gerosa:
18
asistía a sus clases en la Facultad de Letras (CT, p. 3-5)19. Tres años
después, en abril de 1916, Gramsci se refería a Farinelli en un artículo
publicado en el Avanti! como a un “profesor de literatura alemana en
nuestra Universidad, verdadero maestro de vida y de humanismo
para los jóvenes” (CT, p. 622). Esta opinión extremadamente positiva
era compartida por Togliatti, que en un discurso en honor a Gramsci
pronunciado en la misma universidad en 1949, trazó un vivaz retrato
de Farinelli, definiéndolo un “gran espíritu”. También el joven
Palmiro había sido impresionado fuertemente: “sus lecciones tenían
algo de volcánico, con ese su explicar con voz casi apagada al indagar
la literatura, del que sin embargo explotaba en momentos, como una
flama, su espíritu animador” (Togliatti, 2001, p. 140).
En los Cuadernos de la cárcel, sin embargo, Gramsci expresó un
aprecio menos preciso respecto de Farinelli, alejándose de su
admiración juvenil. Allí se encuentra efectivamente una referencia
muy breve pero cuidadosa al libro de su profesor, Il romanticismo nel
mondo latino (Farinelli, 1927), recomendando un capítulo del segundo
volumen de la obra, haciendo referencia al “motivo del ‘hombre fatal’
y del ‘genio incomprendido’”, un tema que Gramsci ponía en relación
con el “[o]rigen popularesco del superhombre” (C16 §15 T5 p. 283).
Empero, Gramsci incluía al filólogo entre esos intelectuales
caracterizados por su capacidad de subvertir los lugares comunes, con
el efecto de obtener “el máximo de elegancia y de esnobismo
intelectual y moral”. Giovanni Papini, el fundador de la Voce, era para
Gramsci una expresión de esta tendencia. Según el pensador sardo
había que situar a Farinelli en esa misma serie intelectual que “con su
lirismo y patetismo [eran] fastidiosamente más pedantes que los
escritos de Zumbini” (C17 §35 T5, p. 326)20.
A diferencia de sus amigos: Angelo Tasca, Palmiro Togliatti y
Umberto Terracini, Gramsci no concluyó sus estudios y no logró
titularse en Filología Moderna. La difícil situación financiera en que se
encontraba le impedía alimentarse y vestirse adecuadamente en el
severo invierno turinés, siendo frecuentes sus problemas de salud. Su
Gramsci puede haber conocido la pesada crítica que Benedetto Croce había lanzado
contra Zumbini considerándolo un autor sin ninguna originalidad, que culminaba
con un juicio devastador: “Zumbini, como teórico del arte, no vale nada, como
expositor de la obra de arte, poco; y, como crítico estético, poquísimo” (Croce., 1894,
p. 159).
19
rendimiento académico no fue de los mejores. Lingüística, dictada por
Bartoli fue la única de las materias en que Gramsci obtuvo el máximo
de nota con honores. Cumplió con menos de la mitad de los exámenes
requeridos, el último fue en abril de 1915, y con el final de su beca de
estudio concluye, con mucho pesar, su periodo universitario (D’Orsi,
2017, p. 61sgts). Sin embargo, el plan para volver al estudio de la
lingüística bajo la guía de Bartoli, quedó en pie al menos hasta finales
de 1918 e inicios de 1919, cuando la publicación del Ordine Nuovo y su
actividad militante comenzaron a requerir de todas sus energías (cfr.
Schirru, 2011, pp. 925-6).
20
investigación a través de los siglos conducidos a perfeccionar el método de
investigación. Para las ciencias naturales, por ejemplo, todo el esfuerzo que
costó liberar al espíritu humano de los prejuicios y de los apriorismos
divinos o filosóficos, para llegar a la conclusión de que los afluentes de agua
tienen su origen en la precipitación atmosférica y no en el mar. Para la
filología, la forma en la que se llegó al método histórico mediante tentativas
y errores del empirismo tradicional, y cómo, por ejemplo, los criterios y las
convenciones que guiaban a Francesco De Sanctis al escribir su historia de la
literatura italiana, no fuesen otra cosa que la verdad que se viene afirmando
a través de difíciles experiencias e investigaciones que liberaron los espíritus
de las escorias sentimentalistas y retóricas que contaminaban, en el pasado,
los estudios de literatura. Y así para las otras disciplinas. Esta era la parte
más vital del estudio: este espíritu recreativo, que hacía asimilar los datos
enciclopédicos, que los fundía en una llamarada ardiente de nueva vida
individual (CF, pp. 674-5).
Las dos referencias implícitas en este texto son Matteo Bartoli, que
le había hecho “sentir el trabajo de investigación a través de los siglos
conducidos a perfeccionar el método de investigación”, y Umberto
Cosmo, citado mediante la referencia a Francesco De Sanctis. Pero lo
más relevante en este artículo es su insistencia sobre el método y en
particular sobre “método de investigación” y para la filología sobre el
“método histórico”. La Universidad fue el lugar en el que Gramsci
entró en contacto con la investigación científica y el método histórico,
una adquisición que lo acompañará por el resto de su vida. El
testimonio de Palmiro Togliatti refuerza esta idea. Por cuanto respecta
a los estudios de Gramsci en la Universidad, ya en 1927, Togliatti narró
acerca de este interés por la filología, en un retrato publicado poco
después de su arresto, quien entendía confirmar el rol de su
compañero como jefe del partido: “de muy joven, dedicaba la mayor
parte de su actividad a las investigaciones científicas de filología, en
un campo que parecería estar entre los más áridos y abstrusos, como
es el de la ciencia del origen de las palabras y las lenguas” (Togliatti,
2001, p. 41-42). Años después, en el discurso antes mencionado de
1949, el mismo Togliatti volvió sobre el tema, afirmando que, Gramsci
hubo aprendido en la Universidad de Turín:
Una cualidad ante todas, que no digo venga del positivismo, sino
ciertamente venía de los grandes cultores del método histórico que entonces
enseñaban aquí: la precisión del razonamiento, el gusto por lo exacto de la
información, el desdén y el repudio incluso moral, diría, contra la
21
improvisación y la superficialidad. (…) Este amor filológico por la
documentación precisa no lo dejará nunca (Togliatti, 2001, p. 141).
22
D’Anzeglio y presidente del Fascio [Escuadra] Estudiantil para la Guerra
y para la Idea Nacional25. Gramsci condenaba las críticas hechas por
Monti sobre el uso en las escuelas italianas del libro de ejercicios de
latín del alemán Ferdinand Schultz, comúnmente utilizado en la
escuela clásica italiana. Gramsci mismo estudió en base a este libro y
si bien lo considerase defectuoso, bajo distintos aspectos, en el ataque
a Schultz identificaba una oposición velada a la escuela clásica26.
Aunque no mencionaba explícitamente a Fraccaroli y Romagnoli en
sus artículos contra Monti, el joven periodista identificaba sus fuentes
en estos autores que valoraban la crítica estética en detrimento de la
crítica textual, propuesta por el método histórico.
Gramsci se alineaba con los filólogos como Gerolamo Vitelli, que
en las páginas del diario Il Marzocco combatió el antigermanismo y se
posicionó con firmeza por la defensa de la filología. Para Gramsci,
Monti y esos “tres o cuatro (o cuatrocientos o cuatro mil canallas” a
los que se refería Vitelli, tenían el propósito de “desnaturalizar a la
escuela clásica, con un objetivo muy preciso: reducirla a una escuela
de retórica vacía, y de artistiquería inconcluyente” (S 1917, p. 603)27.
Para Gramsci, el valor de la escuela clásica y del estudio del latín
estaba en el tipo de formación que proveía a los jóvenes.
Contrariamente a las críticas frecuentes que consideran el carácter
abstracto de la educación clásica y su relación con los resultados
obtenidos por las escuelas técnicas y profesionales, Gramsci
consideraba que la escuela clásica tenía un fin “concreto” y “una idea
concreta”. La escuela clásica preparaba a los jóvenes para “tener un
cerebro completo, listo a captar todos los aspectos de la realidad,
habituado a la crítica, al análisis y a la síntesis; habituado a elevarse de
los hechos a las ideas generales, y con estas ideas generales a juzgar
todo otro hecho” (S 1917, p. 603-4). La filología contribuyó en modo
decisivo a la realización de este ideal escolar. Según Gramsci:
23
histórico concreto, de la historia que fluye armónicamente, a pesar de los
deslices y de los sacudones, porque existe siempre quien continua la
tradición, quien continua el pasado, y quien lo continúa, a menudo, no es
quien parece que lo hace, sino aquel que pasa desapercibido, el ignorado,
que no hay que descuidar ni ignorar (S 1917, p. 604).
24
también por haber ignorado la diferencia entre las escuelas alemanas
e italianas en la investigación filológica y gramatical, que permitía a
Monti sostener las ideas de Luigi Ceci y Enrico Cochia, autores de
textos de gramática latina, que representaban el positivismo filológico
alemán y quedaban muy por detrás respecto las contribuciones de las
nuevas escuelas francesas e italianas29.
Las controversias con Romagnoli y Monti revelan el conocimiento
por parte de Gramsci del método filológico, de la bibliografía más
actualizada, de los debates sobre la materia y de la historia de la
filología y de sus disciplinas auxiliares. El uso de este conocimiento en
tales situaciones fue fundamental. Recurrió a la filología para combatir
a sus adversarios –filólogos y clasicistas– precisamente en el terreno
en el que ejercían su carrera como docentes. En una sociedad en la que
la universidad y la cultura escolar se mezclaban con la política, esta
actitud polémica determinó un notable efecto sobre la opinión pública.
El interés de Gramsci por este tipo de controversias parece sin
embargo haberse desvanecido en el tiempo, y en los años siguientes la
filología desaparece prácticamente de sus escritos30. Volverá, y con
destacada fuerza, en los Cuadernos de la cárcel.
y del arqueólogo” a partir del cual Rodolfo Mondolfo juzgaba al marxismo (L’Ordine
Nuovo. a. I, n. 2, 15 de mayo de 1919; ON, p. 25).
25
no quería avanzar en su enunciado más allá de un cierto límite fijado por las
conveniencias y por la deferencia a esos viejos monumentos funerarios de la
erudición (L, p. 56).
31 Las cartas de Gramsci eran copiadas por Tania para ser enviadas a Sraffa, quien a
su vez las transmitía al Partido. El prisionero tenía conocimiento de este
procedimiento y en más de una ocasión hizo solicitudes a su amigo en la
correspondencia a Tania. Para la historia de este intercambio: cfr. Vacca (2012). Sobre
la importancia del intercambio para un proyecto de una historia de los intelectuales:
cfr. Bianchi (2017).
26
sobre la publicación de distintas variantes de los discursos
parlamentarios:
del método: cfr. Timpanaro (2004). Según Contini: “[l]a primera cautela a adoptar
consiste en determinar si el texto que se trata de reproducir o reconstruir sea uno o
más” (Contini, 2014, p. 12).
34 En la segunda mitad de los años Veinte salieron a la luz una serie importante de
críticas y revisiones del método lachmaniano. Entre el 1926 y 1928, Henri Quentin
(1926) publicó sus críticas, sugiriendo mayor énfasis sobre las variantes;
inmediatamente fue el turno de Paul Maas (1927) quien presentó su propuesta de
corrección del método, revisada poco después por Giorgio Pasquali (1929) que, en
seguida, ampliará su revisión en el clásico Storia della tradizione e critica del testo
27
entre los métodos de la crítica lingüística y de la crítica textual, tanto
como el uso por parte de la crítica textual de criterios similares a los
presentados por Bartoli para el estudio de las lenguas, en particular el
criterio de la “fase conservada en áreas laterales”, según el cual:
probablemente sean originales dos formas análogas encontradas en
áreas periféricas distantes (sobre esto véase Pasquali, 1962 [1934], pp.
7-8).
Los procedimientos filológicos utilizados por Gramsci para
identificar y clasificar las fuentes y las variantes textuales fueron
explicadas nuevamente en el §1 del Cuaderno 4, que abre la primera serie
de “Apuntes de filosofía, Materialismo e idealismo”. En los que
Gramsci entendía recoger sus reflexiones sobre la teoría marxista y
sobre el materialismo histórico. En el parágrafo que abre estos
“Apuntes”, Gramsci consideró útil registrar algunas observaciones
filológicas precisas. Pensaba que fuese de gran importancia conducir
la investigación con “máximo escrúpulo de exactitud y de honestidad
científica” y seguir “el proceso de desarrollo intelectual del pensador,
para reconstruirlo según los elementos convertidos en estables y
permanentes”. Por esto era necesaria una atención particular a las
fuentes. Según Gramsci,
28
proceso de producción del autor sino también proporcionaría los
“indicios para evaluar críticamente la fiabilidad de las redacciones
recopiladas por otros de las obras inéditas” (C4 §1 T2 p. 132). En esta
nota se hacen observaciones importantes respecto al estilo del
epistolario y a su cualidad como fuente bibliográfica. Finalmente,
encontramos una serie de notas metodológicas que deberían guiar una
investigación ideal, en la que todas las fuentes estarían disponibles. Si
bien Gramsci no use el concepto de filología en este parágrafo, las
observaciones que contienen son típicas de una filología de autor,
interesadas en las variantes y en la reconstrucción del recorrido
intelectual de Marx35.
Obviamente Gramsci en prisión no estaba en condiciones de
conducir investigaciones de estas dimensiones y era consciente de
esto. Sin embargo, quedan las precauciones que consideró necesario
tomar en la investigación sobre una obra vasta y compleja como la de
Marx, aunque también en todas las investigaciones sobre la historia de
la cultura. Togliatti captó de modo preciso los efectos de esta actitud
sobre la crítica de Gramsci al rechazo de Benedetto Croce de la teoría
de la caída tendencial de la tasa de ganancia (C10 II §33 T4 pp. 168-70).
En el antes mencionado discurso en honor al exsecretario general del
Partido Comunista, que se tuvo en la Universidad de Turín en 1949,
Togliatti declaró que la crítica de Gramsci era “ante todo una
confutación de naturaleza filológica”, puesto que el tema principal era
que el filósofo idealista no había “leído todo lo que Marx escribió a
35 Después de algunos años de escritas estas notas por parte de Gramsci, las bases
de una filología de las variantes fueron presentadas por Gianfranco Contini, en un
famoso texto publicado en el periódico Il meridiano di Roma en atención a la
publicación de Santorre Debenedetti de los fragmentos autobiográficos del Orlando
furioso, el poema épico de Ludovico Ariosto (Contini, 1937). La coincidencia de la
filología de las variantes con algunas notas metodológicas de Gramsci es aún más
sorprendente cuando en la segunda versión de ese parágrafo Gramsci añade una
observación sobre la consideración total de la obra de un autor que “da lugar a una
serie de ‘descartes’, o sea de doctrinas y teorías parciales por las cuales aquel
pensador pueda haber tenido, en ciertos momentos, una simpatía, hasta el punto de
haberlas aceptado provisionalmente y haberse servido de ellas para su trabajo crítico
o de creación histórica y científica” (C16 §2 T5 p. 248). Esta sorprendente mención
de los descartes anticipa la “crítica de los scartafacci [manuscritos borradores]” que,
años después, será el punto focal de la controversia entre Croce (1947) y Contini
(1948). Sobre esta controversia, véase Ciliberto (2013). Las observaciones de Gramsci
sobre el trabajo de Marx nos permiten deducir por otra parte que se encontraba al
tanto de la investigación de David Riazanov en torno a la primera edición de la
Marx-Engels Gesamstausgabe (sobre la primera MEGA véase Da Gama Cerqueira,
2009: Zhao, 2013a, 2013b, 2014).
29
propósito, no solo en el tercer, sino principalmente en el primer tomo
del Capital” (Togliatti, 2001, p. 141)36.
Este cuidado lleva a Gramsci a escribir una nota en el Cuaderno 6,
probablemente en diciembre de 1931, que no tendrá una segunda
redacción: “’Forzar los textos’. Esto es, hacer decir a los escritos, por
amor a la tesis, más de cuanto los escritos realmente dicen. Este error
de método filológico tiene lugar incluso fuera de la filología, en todos
los análisis y los exámenes de las manifestaciones de vida.” (C6 §198
T3 p. 134). Sergio Caprioglio afirmó que el origen de la expresión
“forzar los textos” se encuentra en un artículo de Paolo Vita-Finzi
sobre los planes quinquenales soviéticos, publicado en la revista La
Cultura de enero-marzo 1931. El artículo era un comentario a la
manipulación de las estadísticas por parte del gobierno soviético que
“por el interés político, del gobierno y del partido, tendía a ‘forzar los
textos’” (cfr. Caprioglio, 1991, p. 68) Giuseppe Cospito demostró, sin
embargo, que esta no podría haber sido la fuente, puesto que el
artículo de Vita-Finzi es de julio-septiembre de 1932 y no del 1931
como afirmaba Caprioglio, por tanto, sería posterior a la nota de
Gramsci (Cospito, 2011b, p. 135). El mismo Cospito subraya que la
fuente podría ser Réflexions sur la violence de Georges Sorel, un escrito
que Gramsci conocía muy bien y en el que hay un comentario del autor
sobre un artículo publicado por Clemenceau con el título “l’art de
solliciter les textes” (Sorel, 1910, p. 160; Cospito, 2011b, p. 135). Sin
embargo, como se demuestra por el artículo de Vita-Finzi, esta
expresión era de uso corriente y la fuente de Gramsci podría haber
sido cualquier otra.
Los escrúpulos que Gramsci repetidamente mostró sobre su
propia investigación y las frecuentes “cautelas” impuestas en su
estudio, que le impidieron “forzar los textos”, hacen referencia al
trabajo filológico37. En el §1 del Cuaderno 4 también puede reconocerse
como filológico el método expuesto, aunque la filología no sea
mencionada explícitamente por Gramsci, así como no se la
mencionaba en el §43 del Cuaderno 1. Sin embargo, en la segunda
versión de la nota metodológica que inaugura los “Apuntes de
36 Según Gramsci: “Croce presenta como objeción a la teoría expuesta en el tomo III
aquella parte del tratado contenida en el tomo I, o sea expone como objeción a la ley
tendencial de la caída de la tasa de ganancia la demostración de la existencia de una
plusvalía relativa debida al progreso técnico, pero sin aludir ni una sola vez al tomo
I, como si la objeción hubiese brotado de su cerebro, o simplemente fuese fruto del
buen sentido” (C10 II §33 p. 169).
37 Sobre las “cautelas” de Gramsci: cfr. Cospito (2015).
30
filosofía” redactada en el Cuaderno 16 (Temas de cultura I),
probablemente escrita entre junio y julio de 1932, Gramsci aclara que
su investigación era filológica, ampliando los requisitos de la propia
investigación:
31
de Bujarin, adquirió autonomía e importancia propias en la
investigación de Gramsci. Es por este motivo que la versión más
elaborada de este proyecto no encontró lugar en el Cuaderno 11, sino
en otro espacio. Precisamente el §3 del Cuaderno 16, donde Gramsci
reescribió estas dos notas invirtiendo su orden con el título “Un
repertorio de la filosofía de la praxis”, reafirmando con esto el
proyecto de redacción de un manual de la filosofía de la praxis que
ahora se veía como una obra enciclopédica, que podía ser ejecutada
solo colectivamente, por un “comité de redacción (...) en un tiempo no
breve” (C16 §3 T5 p. 252).
La segunda parte de ese parágrafo retomaba el §5 del Cuaderno 4,
donde consideraba el método a utilizar en la ejecución de este
repertorio enciclopédico: las modificaciones insertas en la segunda
redacción del texto son importantes. Es interesante observar que en la
nota del Cuaderno 16, la filología, sin comillas, se cita en el ámbito de
la misma filosofía de la praxis convirtiéndose en parte integrante de
esta. Comparemos las versiones:
32
especialmente por la constante filología, que habían conducido a
repetición de: "¡somos seguidores formas ingenuas de dogmatismo y
del método histórico!" (C4 §5 T2 sustituían la interpretación y la
pp. 137-8) construcción histórica con la
descripción exterior y la
catalogación de las fuentes crudas
a menudo acumuladas
desordenada e incoherentemente.
(C16 §3 T5 pp. 251-2; la cursiva es
mía)
39Dainotto basa su afirmación sobre los usos de esa pareja conceptual por parte de
Gramsci analizados por Fabio Frosini, según el cual: desde 1933 Gramsci no hizo
más referencia a la oposición Reforma-Renacimiento, pasando a una visión más
matizada de este último, en el que se ponen en conjunto aspectos regresivos
(separación entre intelectuales y pueblo-nación) y aspectos progresivos (desarrollo
de grupos intelectuales) (Frosini, 2004, p. 184-7).
33
respuesta al enigma en el mismo §3 del Cuaderno 16 y en el “repertorio
de la filosofía de la praxis” allí anunciado. La propuesta del repertorio
hace parte de un amplio proyecto de restauración del marxismo,
presente algunos parágrafos antes, en un texto titulado “Algunos
problemas para el estudio del desarrollo de la filosofía de la praxis”.
Reelaborando las notas presentes anteriormente en los “Apuntes de
filosofía” del Cuaderno 4 Gramsci ratificó una historia de la filosofía de
la praxis en la que se desarrolló “una doble revisión, (…) una doble
combinación filosófica”. Por un lado, “algunos de sus elementos, en
modo explícito o implícito, fueron absorbidos o incorporados por
algunas corrientes idealistas”; por otro, los “ortodoxos” creían
encontrar sus bases filosóficas en el “materialismo tradicional” (C16
§9 T5 p. 259). Para Gramsci, la alternativa a estas dos corrientes de
revisión del marxismo sería Antonio Labriola y su afirmación de que
“la filosofía de la praxis es una filosofía independiente y original que
tiene en sí misma los elementos de un desarrollo ulterior para pasar a
ser, de interpretación de la historia a filosofía general” (C16 §9 T5 p.
260)40.
El “repertorio” fue concebido como una enciclopedia que debía
inaugurar una nueva era “moderna” en los “estudios sobre la filosofía
de la praxis”, concebida exactamente como una filosofía
independiente y original. Por esto era necesario dejar atrás un pasado
“de aprendices, parlanchines y periodistas aficionados” (C16 §3 T5 p.
251). Las críticas al marxismo soviético que encontraron lugar en los
Cuadernos 10 y 11 habrían encontrado su pars construens en este
repertorio. El método para realizar este gran emprendimiento era
filológico, lo que se encuentra fuera de dudas. La comparación que
Gramsci hizo entre este repertorio y “todo el material del mismo tipo
publicado por los católicos de los distintos países a propósito de la
Biblia, de los Evangelios, de la Patrología, de la Liturgia y de la
Apologética” (C16 §3 T5 p. 251), estudios de los que se desarrollaron
la crítica textual y la hermenéutica modernas, evidencian el valor del
método filológico para la investigación.
34
Una segunda hipótesis se concentra en la escritura del Cuaderno 10,
sobre la investigación de Gramsci acerca del libro de Benedetto Croce,
Storia d’Europa nel secolo decimonono (Croce, 1999 [1932]). La
investigación le fue sugerida por Piero Sraffa, mediante Tatiana
Schucht, en una carta que envió a Gramsci el 12 de abril de 1932.
Gramsci empezó a trabajar inmediatamente con lo que tenía
disponible en prisión: los tres primeros capítulos del libro que fueron
publicados por la Academia de Ciencias Morales y Políticas de la
Sociedad Real de Nápoles. Como escribió en una carta del 18 de abril,
su investigación se concentraría en los “intereses culturales
predominantes en la actividad literaria y filosófica de Croce hoy” y la
posición que ocuparía “en el campo de la cultura mundial” (L, pp. 560
y 562).
En los siguientes meses el intercambio de correspondencia sobre
el tema continuó involucrando a Gramsci, Tania y Sraffa, hasta su
interrupción a inicios de julio de 1932, a causa de nuevas restricciones
impuestas por las autoridades carcelarias. Gramsci trabajó
intensamente en esta investigación, utilizando el Cuaderno 8 para sus
primeros apuntes, que seguidamente serán usados para escribir las
cartas sobre el tema. Al mismo tiempo también comenzó el Cuaderno
10, con el título La filosofía de Benedetto Croce, donde tales notas fueron
transcritas en forma más elaborada y definida (véase a propósito
Francioni, 1984, pp. 103-4). Gramsci empezó escribiendo en el
Cuaderno 10 una nota titulada “Algunos criterios generales metódicos
para la crítica de la filosofía de Croce”, que no tenía una versión
anterior en otros cuadernos. La nota contiene una serie de apuntes que
guiarán su estudio, definiendo los contornos de un programa de
investigación y el método a utilizar. Allí anunció que no buscaba un
“problema filosófico general”, sino esos problemas que en todo
momento se encuentran adscritos a la “vida actual” (C10 II T4 p. 138).
En esa nota, con la que fue inaugurado el Cuaderno 10,
probablemente en la primera mitad de abril (cfr. Cospito, 2011a),
Gramsci no hace referencia explícita a la filología, aun cuando el
método expuesto en esta y la investigación que le sigue sean
típicamente los de una filología de autor. Esta nota en el Cuaderno 10
es análoga a la del §2 del Cuaderno 16, escrita entre finales de junio e
inicios de julio de 1932, en la que la filología se anuncia como método.
La comparación del texto de las dos notas permite identificar fuertes
similitudes no solo en el programa de investigación, sino también
metodológicas, aun cuando el objeto principal de la investigación sea
35
distinto: Croce en el Cuaderno 10 y Marx y la filosofía de la praxis en el
Cuaderno 16.
36
La excepción es el de un uso irónico que hizo dudando de los
conocimientos filológicos de Guido De Ruggiero, colaborador de
Benedetto Croce en la revista La Critica41. En los Cuadernos el concepto
de filología también se usa en otro sentido, en un sentido metafórico,
que no encontramos en los escritos precarcelarios. En este nuevo
sentido, aparece entre comillas y designa al método con el que la
filosofía de la praxis podría llegar a la comprensión de una historia
marcada por la multiplicidad de hechos particulares. A este propósito,
Gramsci escribió: “La experiencia en la que se basa la filosofía de la
praxis no puede ser esquematizada; ella es la historia misma en su
infinita variedad y multiplicidad cuyo estudio puede dar lugar al
nacimiento de la ‘filología’ como método de erudición en la averiguación
de los hechos particulares y al nacimiento de la filosofía entendida como
metodología general de la historia” (C11 §25 T4 p. 287)42.
Se necesita destacar en esta nota cómo Gramsci usa el concepto con
comillas para hacer referencia a la “filología como es entendida
tradicionalmente”, es decir, “la filología” como “la expresión
metodológica de la importancia de que los hechos particulares sean
averiguados y precisados en su inconfundible ‘individualidad’” (C11
§25 T4 p. 287). Aquí el porqué del énfasis sobre los “hechos
particulares”, que en la crítica textual significa atención sobre la
“variedad y multiplicidad” de textos, concebido como un principio
metodológico esencial para una “filología de la sociedad” atenta a la
variedad y a la multiplicidad de hechos sociales 43. En otras palabras,
lo que la filología y la “filología” tienen en común es un principio
metodológico que tiene su origen en la crítica textual contemporánea,
un principio con el cual Gramsci adquirió familiaridad en sus años de
estudiante en Turín.
Gramsci hace este uso metafórico de la filología en su controversia
contra la tentativa de Nicolái Bujarin de reducir la filosofía de la praxis
37
a una sociología en la que el comportamiento social pudiese ser
explicado por la “’ley’ de los grandes números”. Según Gramsci, esta
ley perdería su validez con la acción política de las masas. La metáfora
fue usada por él para explicar la relación entre las masas, el partido y
su grupo dirigente, una relación donde los sentimientos
estandarizados de las masas sean conocidos por el partido, como parte
fundamental de su vida social; al mismo tiempo, el partido también
traduciría en su interior tales experiencias:
38
posible “saber sin comprender y especialmente sin sentir y ser
apasionado (no solo del saber en sí, sino del objeto del saber) es decir
que el intelectual pueda ser tal (y no un puro pedante) si se distingue
y se separa del pueblo-nación” (loc. cit.); y, las consecuencias políticas
de este problema epistemológico: solo cuando el “sentimiento-pasión
se vuelve comprensión” es posible establecer una relación eficaz de
representación donde “se produce el intercambio de elementos
individuales entre gobernados y gobernantes, entre dirigidos y
dirigentes, o sea que se realiza la vida de conjunto que es la única
fuerza social, se crea el ‘bloque histórico’” (C11 §67 T4 p. 347).
El §67 termina con una crítica a Henri De Man, anticipada en el
antes citado §25 del mismo Cuaderno 11, que evidencia las
consecuencias políticas de este proceso de conocimiento: “De Man
‘estudia’ los sentimientos populares, no los siente para guiarlos y
conducirlos a una catarsis de civilización moderna” (C11 §67 T4 p.
347). La teoría y la práctica se encuentran en el “organismo colectivo”
como acto de conocimiento y como movimiento político (cf. Dainotto,
2009, pp. 317-8). Aquí las consecuencias políticas de la “filología
viviente”. Este es el proceso intelectual y colectivo por el cual el
“sentimiento-pasión” se traduce en “comprensión” de la realidad
política y social, y en este modo se funda una práctica política de
emancipación que permite superar la disgregación entre gobernantes
y gobernados, dirigentes y dirigidos, que Gramsci consideró como el
“hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales)”
sobre el cual se funda toda “la ciencia y el arte políticos” (C15 §4 T5 p.
175).
Conclusión
Como método de investigación la filología acompañó a Gramsci
desde sus estudios universitarios en Turín. Tal como vimos, esta fue
utilizada de distintas maneras y con distintas intensidades durante
toda su reflexión. Se puede decir, en cierto sentido, que esta
persistencia siempre mantuvo a Gramsci en conexión con su pasado.
La filología por tanto sería también un elemento “biográfico” en la
vida del sardo. En una carta a Giulia del 19 de diciembre de 1932, en
la que le pedía noticias que raramente le venían proporcionadas por
ella misma, interrogándose sobre sus condiciones de salud, Gramsci
escribió: “Una vez te aconsejé retomar la música, como yo recomencé
mis estudios de filología”. El prisionero recordaba que el estudio de la
39
música había sido el punto de partida en la experiencia de Giulia. Y
afirmaba que en cierto sentido una operación análoga habría sido
valida también para su retorno a la filología:
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