Gramsci Filólogo Alvaro Bianchi Español

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Gramsci, filólogo

Abstract
Este artículo reconstruye el rol y la importancia de la filología en el
pensamiento de Antonio Gramsci. A tal propósito indaga sobre los
debates filológicos desarrollados en la península luego de la
formación del nuevo estado nacional y presenta la trayectoria de la
formación del autor en la Facultad de Letras y Filosofía de la
Universidad de Turín, con particular atención a sus estudios de
Lingüística y Filología; y, finalmente, se concentra sobre dos
momentos de la producción intelectual de Gramsci: un primer
momento, antes de la cárcel, en el que la filología fue un arma de
combate en las polémicas culturales, principalmente contra los
exponentes del nacionalismo italiano, y un segundo momento, en la
cárcel, cuando esta disciplina se hace constitutiva de un método
histórico de investigación y de la propia filosofía de la praxis.

Keywords
Filología, Lingüística, Método Histórico, Antonio Gramsci

1
Título original:

- Bianchi, Alvaro, Gramsci, filologo, International Gramsci Journal, 4(1),


2021, 47-89. (italiano)
a disposición: https://ro.uow.edu.au/gramsci/vol4/iss1/5

- Bianchi, Alvaro, Gramsci, filólogo, International Gramsci Journal, 4(1),


2021, 3-46. (portugués)
a disposición: https://ro.uow.edu.au/gramsci/vol4/iss1/4

© Traducción: Mauricio Lucio Maldonado J.


© 2023, La Riel editores, pensamiento crítico.
Edición: Gary Oscar Pinto Villanueva

Calle Raúl Salmón N°1520, zona 12 de octubre,


Galería Litoral, Of. 6, Planta Baja
correo electrónico: [email protected]
El Alto – Bolivia

PENSAMIENTO CRÍTICO, EL ALTO – BOLIVIA 2023

2
Gramsci, filólogo

Alvaro Bianchi

Antonio Gramsci llegó a Turín a los veinte años de edad, en


octubre de 1911, luego de haber transcurrido su infancia y juventud
en Cerdeña. En la gran ciudad piamontesa se inscribió en la Facultad
de Letras y Filosofía, curso de Filología Moderna, gozando de una
beca de estudio del Colegio Carlo Alberto, al igual que sus futuros
amigos: Palmiro Togliatti, estudiante de la Facultad de Derecho, y
Angelo Tasca, estudiante inscrito a la misma Facultad de Letras1. Era
el año del quincuagésimo aniversario de creación del reino de Italia, y
la ciudad organizó una Exposición Internacional para las
celebraciones del evento. También fue el año de la aventura bélica en
Libia, que alimentó fuertes sentimientos nacionalistas, recogiendo
diversas simpatías entre los docentes universitarios. Sentimientos que
a menudo venían expresados mediante una retórica grandilocuente de
estilo anacrónico, como en el discurso del rector Francesco Ruffini en
ocasión de la apertura del año académico 1911-1912, que concluyó con
la siguiente exhortación retórica: “A todos vosotros, oh jóvenes, hacer
que donde ahora se realizan milagros de valor italiano, mañana surja
la sabiduría del ordenamiento romano tanto como el esplendor
renovado de la civilización itálica” (Annuario, 1912, p. 6).
Desde finales del siglo XIX, la Universidad de Turín vivió años de
esplendor, resurgiendo de un periodo de decadencia que alcanzó su
punto más bajo en el periodo preunitario. Gracias a considerables
subsidios públicos recibidos se encontraba en condiciones de atraer a
docentes de todo el país, convirtiéndose en una de las principales
institucionales culturales de la joven nación. La más grande de sus
facultades era la de Derecho, que en 1911 contaba con 858 estudiantes
entre los cuales había seis mujeres (cf. Annuario, 1912); centro de vida
intelectual y civil de la ciudad, en la que tenían una posición relevante
los profesores Achille Loria, que desde 1903 coordinaba el

1Para la historia de la Universidad de Turín: cfr. D’Orsi (2002a). Para la Facultad de


Letras y Filosofía: cfr. Lana (2000).

3
importantísimo Laboratorio de Economía Política, Gaetano Mosca y
Luigi Einaudi. También formaban parte de su plantel de docentes los
senadores Giuseppe Carle y Giampietro Chironi, como prueba del
fuerte empeño político de los miembros de esa Facultad2.
Según el recuerdo de Palmiro Togliatti, Antonio Gramsci podía ser
encontrado “en todo lugar donde estuviese un profesor el cual
iluminase, se puede decir, sobre una serie de problemas esenciales,
desde Einaudi, Chironi a Ruffini”, todos docentes de la Facultad de
Derecho (Togliatti, 2001, p. 140). Sin embargo, Gramsci estaba inscrito
en la Facultad de Letras y Filosofía, lugar donde convergían sus
intereses intelectuales. Esta era mucho más pequeña y diversificada
de aquella en la que estudiaba Togliatti. El año académico 1911-1912
registró 163 estudiantes, de los cuales 67 eran mujeres. Ese año,
además de Gramsci se inscribieron otros 40 estudiantes, de los cuales
25, más de la mitad, eran mujeres. Entre ellas, María Cristina Togliatti,
hermana de Palmiro (Annuario, 1912, p. 270-271).
En la Facultad de Letras era muy relevante también la actividad
política, principalmente los años anteriores a la llegada de Gramsci.
Docentes como Arturo Graf, Zino Zini y el docente libre Umberto
Cosmo formaron parte de ese movimiento político intelectual que
Robert Michels denominó “socialismo de los profesores” (Michels,
1979 [1926], p. 195). Del otro lado del espectro político, el historiador
Pietro Fedele, un interventista, diputado electo en 1924 con la Lista
Nacional, seguidamente fascista y, entre 1925 y 1928, Ministro de
Instrucción Pública. A quien en 1913 se une el filólogo y docente de
Literatura Vittorio Cian, un nacionalista y fascista de primer
momento, a quien Gramsci dedicó varios artículos en las páginas del
Avanti!3
Estos años como estudiante Gramsci se consideraba un “triple o
cuádruple provinciano”, como posteriormente escribirá de sí mismo
(C15 §19 T5 p. 195). Fueron años de transición. Su cultura, fuertemente
marcada por el sardismo y el subversivismo, fue gradualmente
reelaborada en base al encuentro con la alta cultura europea que halló

2 Sobre la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín a inicios del Novecientos:


cfr. D’Orsi (1999, 2002a, p. 25–28).
3 Por ejemplo: Da De Sanctis a Cian en “Avanti!”, 18 de enero de 1916 (CT, p. 81-2);

Bolletino del fronte interno en “Avanti!”, 6 de julio de 1916 (CT, p. 421-2); Professori ed
educatori en “Avanti!”, 17 de abril de 1918 (CF, p. 860-2); Disagio en “Avanti!”, 21 de
julio de 1918 (NM, p. 193-5); Il Mondo, Bertoldo e il professor Cian en “Avanti!”, 11 de
septiembre de 1918 (NM, p. 281–282); La Guerra continua, signori en “Avanti!”, 20 de
enero de 1920 (ON, p. 391-2).

4
en la Universidad de Turín y con el movimiento socialista de esa
ciudad obrera4. En esta reelaboración Gramsci mantuvo un fuerte
interés por las peculiaridades culturales, integrándolas al mismo
tiempo a la comprensión de la formación de la nación italiana en el
convulso ambiente europeo. Lo local, nacional e internacional, dejaron
áreas y temporalidades irreductibles, si bien profundamente
entrelazadas. Estos también fueron los años de su formación como
filólogo.

1. Trayectoria académica
En 1873 en Turín nacieron dos revistas que llegaron a tener una
gran influencia intelectual y que existen hasta hoy. En julio, la casa
editora Loescher publicó el primer número de la Rivista di Filologia y
d’Istruzione Classica, dirigida por el lingüista Domenico Pezzi y por el
filólogo Giuseppe Müller, y en septiembre salía gracias a la misma
editora el Archivio Glottologico Italiano de Graziadio Ascoli5. La
aparición de estas publicaciones puede ser interpretada como parte de
un movimiento cultural más amplio, en el que las revistas asumieron
un rol de irradiación intelectual, recubriendo un ambiente intelectual
que iba más allá de la institución universitaria. Tal movimiento a su
vez se refería explícitamente a la formación de una cultura nacional en
la Italia posunitaria, un objetivo que puede ser reconstruido mediante
los manifiestos y las presentaciones que inauguran estas revistas. El
“Proemio” escrito por Pezzi y Müller para el primer número de la
Rivista es ejemplar en este sentido:

Italia, renacida a la independencia y a la libertad, profundamente


consciente de su deber, siente y comprende cuánto falta todavía para su
perfecta redención, y, anhelando a resurgir intelectualmente deplora la
decadencia de esos estudios que la mantienen con todo ello en los siglos de
la desventura (Pezzi y Müller, 1873, p. 1).

El salvataje de una italianidad que tiene sus raíces en la antigua


Roma parece ser el objetivo común del despertar filológico
posunitario. Este salvataje era considerado esencial no solo para la
formación de una identidad nacional que reivindicase un rol de

4 Sobre esta reelaboración: cfr. Fiamma Lussana (2006). Sobre la cuestión del uso del
sardo por Gramsci en círculos familiares: cfr. Alessandro Carlucci (Carlucci, 2013,
cap. 1).
5 Sobre la Rivista, sobre Ascoli y el Archivio, se consideran imprescindibles los

artículos de Sebastiano Timpanaro. (cfr. Timpanaro, 1972a, 1972b).

5
relieve en el contexto europeo, sino también como principio del cual
habría podido ser formada una nueva clase dirigente.
El programa de investigación histórica también era un programa
pedagógico. De ahí el énfasis de la Rivista sobre la formación,
anunciada en el mismo título y hecha explícita en este “Proemio”. Fue
una reacción tardía de los ambientes intelectuales ligados a la
Universidad de Turín y a las clases dirigentes piamontesas, a las que
se dirigían los pedidos de la reforma de la instrucción de 1859, que dio
particular importancia a la enseñanza del griego y del latín, no menos
que a la necesidad de imprimir al estudio de la literatura una dirección
“científica”, alejándose de la retórica, según el espíritu positivista del
tiempo. Alemania mostraba el camino. Timpanaro (1972a) subrayó el
carácter subordinado que los estudios filológicos lograron en Italia y
el modo en que eran supeditados a los impulsos provenientes del país
vecino. En la Rivista, sus redactores proponían: “emular a Alemania
en la audacia magnánima de las nuevas investigaciones científicas y
de las reformas didácticas” (Pezzi y Müller, 1873, p. 2). El modo en que
los editores definían el objeto de la filología seguía esta inspiración
alemana. Un tal objeto sería la

vida greco latina, considerándola en los distintos órdenes de


manifestaciones que ella nos da de sí, con método histórico y comparativo,
es decir en las épocas sucesivas por las cuales pasó transformándose y en las
múltiples e íntimas relaciones existentes entre el pueblo griego y latino, y
entre estos y cuantos otros pertenezcan a la gran familia de pueblos Arios.
(…) Aquí será objeto en especial portada, favorecida de análisis científicos,
la palabra helénica y latina, que está comprendida en las formas modernas o
neolatinas (Pezzi y Müller, 1873, p. 4).

El índice de los temas tratados por la Rivista en el primer año


ilustra este modo de concebir la filología de inspiración alemana: una
sección sobre la Lingüística, dividida en a) Lingüística General y
Lingüística Greco-latina en particular y, b) Lingüística Neolatina; otra
sección de Filología Clásica, dividida en a) Griego y b) Latín; y dos
secciones adicionales, una dedicada a la Pedagogía, es decir a la
formación clásica, y la otra a “Variedades”. Un vasto programa de
trabajos, fuertemente inspirado en esa ciencia de la antigüedad clásica
que Friedrich August Wolf anunció en su famosa Darstellung der
Altertumswissenschaft, que influyó tanto a la filología practicada en

6
Italia (Wolf, 2002 [1807])6. El método para la realización de este
programa estaba inspirado por el método histórico de corte
positivista, como se puede percibir por la insistencia en el “Proemio”
del análisis científico de las palabras. No podría haber sido muy
distinto, dada la simpatía que este método gozó en Italia en el último
cuarto del siglo XIX, principalmente en Turín.
El Archivio Glottologico Italiano tenía objetivos distintos, como se
puede ver en el “Proemio” que Graziadio Ascoli escribió para el
primer número de su revista, más complejo y denso que el citado
anteriormente (Ascoli, 1873). En este texto inaugural el Archivio se
encontraba inmerso, desde su primer número, en las polémicas sobre
la formación de una lengua nacional en la Italia posunitaria, valorando
en modo relevante sus distintos dialectos7. Con el propósito de
implementar este programa Ascoli buscó delimitar la distancia que
habría tenido que separar la Lingüística de la Filología. Ambas
disciplinas no tuvieron un desarrollo homogéneo en la cultura
italiana. Los estudios clásicos y filológicos tuvieron una época de oro
en el Renacimiento, pero, como advierte el “Proemio” de la Rivista, su
estado durante el Ochocientos era deplorable. Distinta era la situación
de la lingüística, que floreció por decenios, llegando a distinguirse en
el ámbito internacional8. Ascoli temía por el riesgo de que los
lingüistas colonizasen la filología impidiendo su desarrollo:

En cambio, por cuanto la cosa pueda parecer extraña, no sé abstenerme


de advertir, cómo sea deplorable, que incluso en este tan reconfortante
despertar de la escuela italiana, la atención por la filología clásica esté lejos
de igualar a la atención que se presta a los estudios lingüísticos en toda
forma. Parece que estos últimos deban actuar contra aquella, o transformarla
de cabo a rabo. Allá donde, como todos pueden ver fácilmente, se trata de
dos grupos de importantes disciplinas, distintas entre ellas prácticamente,

6 En las narraciones standard de la historia de la filología clásica, o de lo que en el


mundo anglosajón se llama classical scholarship, Friedrich August Wolf aparece como
el fundador de la ciencia y la Darstellung como su momento de sistematización. La
presentación clásica de esta historia se encuentra en Wilamowitz-Moellendorff (1982
[19211]); una versión más actual puede ser leída en Pfeiffer (1976). Pascale Hummel
escribió una interesante historia crítica de este itinerario de la filología que amerita
ser consultada, en particular porque ofrece una visión más clara de las controversias
que circundan la idea misma de filología (Hummel, 2000). Sobre los orígenes
históricos de la filología en Italia: cfr. Lucchini (2008).
7 Cfr. “Proemio” de Ascoli (1873) en la primera edición del Archivio.
8 Cfr. Timpanaro (1972a).

7
aun cuando abunden las cercanías y los contactos, y por ello las ocasiones de
que el uno aproveche del otro (Ascoli, 1873, p. XXXVI).

En su defensa de la filología, Ascoli contrastó autores como


Giacomo Lignana, que consideraban al griego y al latín como “una
consecuencia, una fase del principio Ariano” y en base a este criterio
de unidad lingüística afirmaban “la unidad genética de toda la cultura
indo-europea” y, en consecuencia, el fin de la autonomía absoluta de
la Filología Clásica” (Lignana, 1868, p. 56-7). Protestando contra la
“indomanía”, Ascoli defendía a la filología de los ataques que le
dirigían (Ascoli, 1873, pp. XXXVII-XXXVIII). Aun cuando esta defensa
no renunciase a una jerarquía disciplinaria. La lingüística, para Ascoli,
era una ciencia natural en cambio no se podía decir lo mismo de la
filología, puesto que en sus estudios se recurría al método histórico
(cf. Timpanaro, 1972b, p. 168). El ejemplo que usó para explicar la
relación entre lingüística y filología es sintomático de esta visión.
Según Ascoli, “en las academias de bellas artes es necesaria también
una buena enseñanza de anatomía, sin embargo, el Laocoonte y el
Apolo de Belvedere requieren otros intérpretes que no sean los
sectoriales” (Ascoli, 1873, p. XXXVI).
Más allá de estos acometidos políticos, intelectuales y académicos,
el lanzamiento casi simultáneo de las dos revistas revela la existencia
de un campo controvertido y de confines disciplinarios poco definidos
entre lingüística y filología, a pesar del esfuerzo de sus protagonistas
en delimitar los espacios de cada una de las áreas, definiendo objetos
y métodos de investigación. En el ambiente académico italiano la
filología era todavía impugnada en su significado y en su alcance de
disciplina, como se puede evidenciar por dos manuales utilizados en
la Universidad de Turín, el Manuale storico-bibliografico di filologia
storica, de Luigi Valmaggi (1894), y el Lehrbuch der historischen Methode,
de Ernest Berheim, cuya primera edición data del 1889 y su tercera del
1903, habiendo sido traducida al italiano con el título La storiografia e
la filosofía della storia: manuale del metodo storico e della filosofia della storia
(Bernheim, 1907).
Valmaggi era docente de Gramática Griega y Latina en la
Universidad de Turín desde 1894, e importante editor de las obras de
Tacito. Reconstruyendo en su Manuale los debates de los decenios
anteriores, el autor apuntaba a que la filología habría podido ser no
solo la ciencia de la antigüedad clásica, como creía Wolf, sino la crítica
y la interpretación de los escritores griegos y romanos. Una posición
más limitada fue la propuesta por Johann Gottfried Jakob Hermann

8
(Valmaggi, 1894, p. 4). Apoyándose en una definición más restringida
de filología, Valmaggi buscaba, al mismo tiempo, liberar a la
disciplina del estudio exclusivo del mundo greco-romano. Por lo que
definía el objeto de esta en modo genérico como perteneciente
“exclusivamente a esas disciplinas que partiendo principalmente del
estudio de la lengua y de la gramática presentan con la crítica y la
interpretación de los autores los principales elementos de la historia
literaria” (Valmaggi, 1894, p. 14). Entonces el número de disciplinas
que conformaban la filología fue reducido notablemente, dejándose
solamente como “parte principal la crítica y la hermenéutica de los
escritores” y como disciplinas subordinadas: “la paleografía, la
epigrafía, el estudio de la lengua, es decir la gramática, la retórica
(estilística), la poética (métrica) y finalmente la historia literaria”
(Valmaggi, 1894, p. 15).
El modo en que fue organizado el Manuale sintetiza esa
delimitación del objeto. En la primera parte se presentaban las
disciplinas fundamentales –Lingüística, Paleografía, Epigrafía, Crítica
y Hermenéutica e Historia Literaria–, mientras la segunda parte se
encuentra dedicada a la Historia Antigua, Numismática, Metrología y
Arqueología del Arte que tiene un carácter auxiliar9. La secuencia de
las disciplinas fundamentales es importante. La formación lingüística
y la adquisición de técnicas paleográficas y epigráficas tenían el
propósito de preparar para el estudio crítico y hermenéutico,
proveyendo los instrumentos para una investigación que culminaría
en la historia literaria. El punto definitivo era el mismo que se
afirmaba en la Darsetllung de Wolf, sin embargo, la enciclopedia del
saber no era tan amplia, evitando, de este modo, confundir la filología
con toda la historia.
Gramsci era estudiante de Valmaggi y probablemente conocía el
Manuale, si bien nunca mencionó ese trabajo. Sin embargo se tiene la
certeza que durante sus estudios en la Universidad de Turín tuvo
modo de conocer el manual de Ernst Bernheim sobre el método

9 La definición propuesta por Valmaggi del objeto de la filología y la lista


disciplinaría que organizaría tal ciencia no alcanzó consenso. En las páginas de la
Rivista di Filologia e d’Istruzione Classica, Felice Ramorino buscó defender esa visión
más amplia de filología y presentar una lista larga de disciplinas que la constituirían:
desde las disciplinas propedéuticas entorno a las cuales sería organizado el estudio
de las fuentes textuales y monumentales a la historia de la vida intelectual y práctica
(Ramorino, 1895).

9
histórico10. Como Valmaggi, Bernheim distingue la filología de la
historia, confrontado a aquellos que como Boeckh consideraban la
filología como conocimiento de todos los saberes existentes. Según
Bernheim esta concepción global de la filología podría tener un
sentido en los estudios clásicos, a causa del carácter unitario de todas
las manifestaciones del espíritu greco-romano, pero no tendría sentido
para la filología medieval o la moderna (Bernheim, 1907, p. 153-4). La
distinción necesaria entre las dos disciplinas residiría, según
Bernheim, en el hecho que mientras la filología fija la palabra escrita
en el tiempo, la historia está interesada en el desarrollo de los pueblos
y de sus manifestaciones (Bernheim, 1907, p. 158). Por tanto, mientras
el método filológico sería sincrónico, el método histórico era por
definición diacrónico. La filología y la historia serían así “por materia
y métodos, campos diferentes. Cada una indispensable a la otra como
ciencia auxiliar, y con el estrecho contacto que tienen los dos campos,
el historiador trabaja a menudo como filólogo cuanto este como
historiador” (Bernheim, 1907, p. 159).
Cuando Gramsci se inscribió en la Facultad de Letras y Filosofía,
estos debates sobre el objeto y el método de la filología continuaban y,
en efecto, se volvían más intensos. Al inicio del siglo el docente de
Literatura Griega en la Facultad y colaborador de la Rivista, Giuseppe
Fraccaroli, publicó el libro L’irrazionale nella letteratura, formulando
dudas sobre los resultados que la filología podía alcanzar en el estudio
de la literatura (Fraccaroli, 1903). Reflexionando sobre la reciente
reacción antipositivista que culminaba en Benedetto Croce, Fraccaroli,
afirmó que aquello que era irracional en el arte escaparía al mismo
juicio de la razón, haciendo necesario imponer límites “a la filología y
a la crítica racional” (Fraccaroli, 1903, p. 347). En su ataque a la
filología, el propio rol de la disciplina en la escuela clásica fue puesto
en discusión:

La crítica por tanto debe estudiar el arte, no asesinarlo, y la educación


artística no puede ser solo ni principalmente educación filológica. Por eso en
la escuela el puro filólogo, que la mayor parte de las veces no es otro que un
puro tarugo, hace al menos tanto mal cuanto el retórico puro pervierte y
descarría (Fraccaroli, 1903, p. 18).

10Gramsci citó el manual de Bernheim en los Cuadernos de la cárcel, subrayando su


valor como modelo expositivo que debería ser seguido por la filosofía de la praxis
(C16 §3 T5 p. 251).

10
Las críticas a la filología de Fraccaroli suscitaron comentarios
ambiguos por parte de muchos, entre los cuales Valmaggi, que en las
páginas del Bollettino di Filologia Classica reconocería los méritos de la
obra e incluso algunos aspectos de su crítica, sin embargo, subrayaba
que las objeciones que podían ser hechas a una crítica “estúpida y
falaz” no podían ser dirigidas a la “critica como tal” (Valmaggi, 1903,
p. 124). En la Rivista di Filologia e d’Istruzione Classica, Gaetano De
Sanctis también criticaba los “parciales excesos en relación a la crítica
homérica”, y finalmente recomendaba el libro de Fraccaroli,
afirmando que su lectura podía “servir a los críticos para evitar las
exageraciones peligrosas y la unilateralidad, y para no olvidar, como
desgraciadamente parece alguna vez hacen ellos, que el buen sentido
es norma fundamental de la crítica” (De Sanctis, 1904, p. 42 y 57). En
su revista La Critica Benedetto Croce escribía cosas que iban en
dirección análoga. Añadiendo las reservas de Fraccaroli contra los
filólogos, “los cuales razonan de arte sin sentirlo o comprenderlo, o
que creen que todo tratamiento con el arte deba limitarse al contraste
de códices y estadísticas de vocablos”, Croce se preguntaba: “¿Y qué
culpa tiene el método filológico (que es racional no menos que el estético)
de los errores de los filólogos contra los cuales Fraccaroli combate?”
(Croce, 1903, p. 286)11.
Pero el libro de Fraccaroli abría las puertas a críticas más duras
dirigidas a la filología, y no es exagerado afirmar que precisamente los
años en que Gramsci asistió a la Facultad de Letras y Filosofía la
disciplina se encontraba bajo asedio. No solo el movimiento
neoidealista italiano condujo una fuerte campaña contra el
positivismo del “método histórico”, con el que se identificaba a la
filología; también desde el inicio de la guerra en adelante, una fuerte
campaña antigermanista tuvo lugar en todo el territorio nacional,
incluyendo a la Universidad de Turín, con efectos evidentes sobre el
prestigio de la disciplina y de los docentes que se titularon en
universidades alemanas.
Estos desencuentros sobre la idea misma de filología se reflejaron
en las clases de Filología Moderna de la Universidad de Turín y en su
misma organización. Como se sabe, la lingüística tuvo un desarrollo
científico superior y, a finales del Ochocientos, ejerció supremacía
sobre la filología. Y al inicio del siglo XX, las dos disciplinas se
entrelazaron, considerándose disciplinas no idénticas sino más bien

11Años después, la cruzada de Croce contra la filología asumió tonos más duros en
su Teoria e storia della storiografia (Croce, 2001 [1915]).

11
complementarias. La organización del curso, sin embargo, invirtió
claramente tal supremacía, privilegiando las disciplinas de literatura
en el proceso formativo, ocupando las materias estrictamente
lingüísticas un espacio más reducido. Según el Annuario della
Università di Torino, en primer año eran obligatorias las materias de
Literatura Italiana, Literatura Latina, Literatura Griega, Historia
Moderna y Lingüística, además de dos materias a libre elección. En
segundo año, estaban las mismas materias de Literatura e Historia,
además de Literaturas Neolatinas y un tema a elección. En tercer año,
Literatura Italiana, Literaturas Neolatinas, Filosofía Teorética o
Historia de la Filosofía, Historia del Arte o una de las disciplinas de la
Literatura Moderna, además de una materia a elegir. Finalmente, el
último año se tenía las materias de Filosofía Teorética o Historia de la
Filosofía e Historia del Arte o una de las disciplinas de Literatura
Moderna (Annuario, 1912, p. 253-5).
A las materias obligatorias acompañaban una considerable lista de
cursos complementarios y libres que, tampoco podían superar las 15
horas semanales. Además de las materias obligatorias, Gramsci eligió
el Sanscrito, la Filosofía Moral y dos materias de Literatura Moderna
(alemana e inglesa), cuando la currícula preveía solo una (ver Tabla 1).
Debían también ser tomadas las materias para la enseñanza, entre las
que Gramsci eligió: Literatura Italiana, Literatura Griega, Literatura
Latina, Gramática Latina y Griega, y Legislación Escolar. Las
preferencias de Gramsci revelan sus distintos intereses, llamando la
atención la presencia de dos disciplinas que se disponían a reforzar su
conocimiento lingüístico, completando, en cierto sentido, el único año
de Lingüística con Matteo Bartoli: el Sanscrito, que estudió con el
profesor Italio Pizzi, y la Gramática Griega y Latina, por la que era
estudiante del mismo Valmaggi12.

12El primero en llamar la atención sobre las materias estudiadas por Gramsci fue el
fundador de la revista Belfagor, Luigi Russo, trabajando en los documentos
encontrados por Giuseppe Vidossi en la Secretaría de la Universidad de Turín
(Russo, 1947, p. 399-400). Véase también la cronología completa presente en el
Epistolario publicado en el marco de la Edición nacional de los Escritos de Antonio
Gramsci (E, 2009).

12
Tabla 1
Cursos a los que se inscribió Antonio Gramsci en la Facultad de Letras y Filosofía
Curso Año Tipo Docente Examen
Literatura 1911- Obligatoria Arturo Graf
Italiana 1912 (Umberto
Cosmo)
Literatura Latina 1911- Obligatoria Ettore Stampini
1912
Literatura Griega 1911- Obligatoria Angelo Taccone
1912
Historia 1911- Obligatoria Pietro Fedele
Moderna 1912
Lingüística 1911- Obligatoria Matteo Bartoli
30 con honores
1912 4 de nov. de 1912
Gramática Latina 1911- A elección Luigi Valmaggi 27/30
y Griega 1912 4 de nov. de 1912
Geografía 1911- A elección Luigi Hugues 20/30
1912 4 de nov. de 1912
Historia del Arte 1911- Complementaria Pietro Toesca
1912
Literatura Latina 1911- Curso libre Carlo Giambelli
1912
Historia 1911- Curso libre Francesco
Moderna 1912 Lemmi
Literatura 1912- Obligatoria Umberto
Italiana 1913 Cosmo
Literatura Latina 1912- Obligatoria Ettore Stampini
1913
Literatura Griega 1912- Obligatoria Angelo Taccone 24/30
1913 18 de abril de 1914
Literaturas 1912- Obligatoria Rodolfo Renier 27/30
Neolatinas 1913 11 de nov. de 1914
Historia 1912- Obligatoria Pietro Fedele 27/30
Moderna 1913 2 de abril de 1914
Filosofía Moral 1912- A elección Zino Zini 25/30
1913 28 de mar de 1914
Magisterio de 1912- Complementaria Angelo Taccone
Literatura Griega 1913

Magisterio de 1912- Complementaria Ettore Stampini


Literatura Latina 1913

Magisterio de 1912- Complementaria Umberto


Literatura 1913 Cosmo
Italiana

13
Magisterio de 1912- Complementaria Luigi Valmaggi
Gramática Latina 1913
y Griega
Legislación 1912- Complementaria Ettore Stampini
Escolar 1913
Literatura 1913- Obligatoria Vittorio Cian
Italiana 1914
Literatura Latina 1913- Obligatoria Ettore Stampini
1914
Literaturas 1913- Obligatoria Rodolfo Renier
Neolatinas 1914
Literatura 1913- A elección Arturo
Alemana 1914 Farinelli*
Historia de la 1913- A elección Rodolfo
Filosofía 1914 Mondolfo**
Sanscrito 1913- A elección Italo Pizzi
1914
Literatura 1913- A elección Federico
Inglesa 1914 Olivero
Literatura 1914- A elección Arturo Farinelli
Alemana 1915
Historia de la 1914- A elección Giovanni Vidari
Filosofía 1915
Filosofía 1914- Curso libre Annibale
Teorética 1915 Pastore
Literatura 1914- Complementaria Federico
Inglesa 1915 Olivero

* Según D’Orsi, en base a un testimonio de Giovanni Vittorio Amoretti, Gramsci


frecuentaba solo ocasionalmente las lecciones de Literatura Alemana (D’Orsi, 2002a,
p. 174). Sin embargo, como se verá, el recuerdo de las lecciones de Farinelli por parte
del estudiante de filología será muy vivo.
** D’Orsi (2002a, p. 178) afirma que Gramsci no se inscribió en la materia de
Mondolfo y que el año en que la materia era obligatoria Gramsci dejó de asistir a la
Universidad. Gramsci siguió el curso de Mondolfo en su tercer año académico (1913-
1914), cuando su materia entró en la currícula como opcional para Filosofía Teórica.
Gramsci hubo frecuentado esas lecciones hasta el año 1914-1915, siempre con menor
asiduidad, mismo año en que asistió a Filosofía Teórica dictada por Annibale
Pastore, según el testimonio de este docente (Quaranta, 1952, p. 3).
Fuente: (E, p. 424-6).

El interés de Gramsci por las materias era variado y dependía no


solo de sus preferencias intelectuales, sino también del tipo de relación
instaurada con los docentes. Annibale Pastore, que en seguida
asumirá la cátedra de Filosofía Teórica, contó sobre la actitud de
Gramsci: “si el tema le interesaba, se acomodaba en los últimos bancos
del aula posándose inmóvil como una esfinge” (cfr. D’Orsi, 2002, p.

14
179). Particularmente fuerte era su relación con el lingüista Matteo
Bartoli. Entre los grandes nombres de la lingüística italiana, Bartoli fue
influenciado por la obra del filósofo neoidealista Benedetto Croce,
poniendo en relieve, en su polémica con los neogramáticos, el carácter
histórico y geográfico de su disciplina 13.
Gramsci colaboró con Bartoli en más de una ocasión. En la
correspondencia de Gramsci con sus parientes sardos hay referencias
de este trabajo común; como en la carta que Antonio mismo envió a
Francesco Gramsci el 3 de enero de 1912, pidiendo aclaraciones sobre
algunas palabras del dialecto sardo, “pero en el dialecto Fonni” (E, p.
90); o en la correspondencia con su madre Giuseppina Marcias del 13
de enero de 1913, en la que le pedía a su hermana Teresina enviarle
una lista de palabras relacionadas con la elaboración del pan y el tejido
(E, p. 122); así como en las cartas a la misma Teresina, pidiendo
algunas aclaraciones sobre las palabras del dialecto logudores,
fechadas el 24 de noviembre de 1912 y 26 de marzo de 1913, con la
respuesta de Teresina a esta última del 3 de abril de 1913 (E, p. 125-6).
Esta colaboración, así como la comprensión y el sostén que el
estudiante recibía de su profesor, fueron recordados por su
compañera de clase, Azelia Arici, en una declaración hecha pública
por Alfonso Leonetti (1978, p. 85). Según Arici, la investigación del
dialecto sardo por Gramsci estaba destinada a la composición “de un
gran Atlas Lingüístico”, en el que trabajaba Bartoli (Leonetti, 1978, p.
85). Según Giancarlo Schirru, las consultas que Gramnsci hizo a su
hermana y la respuesta de esta última comprendían parte del material
empírico para la composición del diccionario etimológico romance, en
el que el docente suizo establecido en Viena, Wilhelm Meyer Lubke
trabajaba y con el cual Bartoli, su discípulo, colaboró (Schirru, 2011, p.
956; 2016, p. XXXIV). Esta hipótesis se refuerza por una postal
encontrada recientemente, en la que Bartoli agradece afectuosamente
a Gramsci por esto (Schirru, 2017).
El año académico 1912-1913, Gramsci frecuentó nuevamente el
curso de Bartoli y, a su solicitud, escribió los resúmenes del programa
de la materia que contenían las lecciones del curso de Lingüística
(Gramsci, 2016). Dicho resumen, sobre el cual trabajó recientemente

13 Sobre la investigación de Bartoli, Gramsci escribe en la cárcel: «La innovación de


Bartoli es precisamente esta: que, de la lingüística, concebida burdamente como
ciencia natural, ha hecho una ciencia histórica, cuyas raíces deben buscarse “en el
espacio y en el tiempo” y no en el aparato vocal entendido fisiológicamente» (C3 §74
T2 p. 72).

15
Giancarlo Schirru, es un documento importante de los estudios
lingüísticos y filológicos de Gramsci. En el curso de Bartoli, la lengua
sarda es expuesta como prueba de su tesis de cambio lingüístico a
través del contacto entre diversas poblaciones. Las innovaciones
incorporadas al latín a través de su contacto con otras lenguas
habladas en la península italiana no fueron iguales en las regiones más
apartadas de Cerdeña y Etruria, que conservaron elementos no indo-
europeos. La correspondencia en la que Gramsci pedía informaciones
sobre el dialecto Fonni, una comuna situada en la región central de la
isla, la más apartada, tenía entonces el objetivo de proveer a Bartoli el
material empírico necesario para sostener su hipótesis (Rosiello, 1986,
p. 238)14.
Gramsci también tuvo una relación muy estrecha con Umberto
Cosmo, el docente libre de Literatura Italiana, especialista en la obra
de Dante Alighieri, quien sustituyó a Arturo Graf, cuando el deterioro
de salud de este último le impidió continuar enseñando. Propulsor del
método histórico, Cosmo fue profesor de Angelo Tasca, Umberto
Terracini y Piero Sraffa en el Liceo ‘Gioberti’. Como socialista ejerció
una gran influencia sobre los jóvenes estudiantes y mantuvo una
relación de afecto y recíproca admiración con Gramsci15. Su relación

14 En los resúmenes del curso de Bartoli, Gramsci registró en una nota: “nos
referiremos fundamentalmente al dialecto de Cerdeña central o logudores que ha
estado menos expuesto a modificaciones: alguna vez nos referiremos al sardo
meridional o campidanes que es menos conservador: el dialecto de Cerdeña
septentrional o gallures no es sardo” (Gramsci, 2016, p. 17). Véanse también las
observaciones de Bartoli sobre Cerdeña, en particular sobre Cerdeña central en el
Breviario di linguistica (Bertoni y Bartoli, 1925, p. 67-70). Gramsci tenía una copia del
Breviario cuando fue arrestado, como se extrae de la carta, que escribe en 1926 a Clara
Passage en cuya casa de Roma vivía como pensionado, con la que le pidió enviarle
el libro que se encontraba “en el armario frente al catre” (L, p. 3). La carta fue
secuestrada por la policía y no llegó nunca a su destinataria. Más tarde, el 3 de
octubre de 1927, el prisionero manifestó a su cuñada el deseo de recibir una copia
del libro (L, p. 124). Su propósito era el de usarlo para escribir un ensayo crítico sobre
los neogramáticos, como se reporta en la carta a Tatiana del 12 diciembre de 1927,
en la que también anunció haber renunciado a escribir el texto y que el libro ya no
era necesario (L, p. 140).
15 Esta relación fue sacudida en 1920 por un artículo fogoso que Gramsci escribió en

las páginas de L’Ordine Nuovo, en respuesta a las críticas que Cosmo había dirigido
a los jóvenes socialistas (ON, p. 758-61). La reconciliación tuvo lugar dos años
después, en Berlín, cuando Gramsci buscó a su exprofesor, quien trabajaba en la
embajada italiana con un cargo diplomático. El episodio fue narrado por Gramsci a
su cuñada Tatiana Schucht en una carta del 23 de febrero de 1931 (L, p. 397-8).

16
intelectual fue narrada en prisión por Gramsci en una carta del 17 de
agosto de 1931:

Cuando era alumno de Cosmo no estaba de acuerdo en muchas cosas


con él, naturalmente, si bien entonces no hubiese precisado mi posición más
allá del afecto que me ligaba a él. Me parecía que tanto yo como Cosmo,
como muchos otros intelectuales del tiempo (se puede decir en los primeros
quince años del siglo) nos encontrábamos en un terreno común que era este:
participábamos en todo o en parte del movimiento de reforma moral e
intelectual promovido en Italia por Benedetto Croce, cuyo primer punto de
vista era que el hombre moderno puede y debe vivir sin religión, se entiende
sin religión revelada o positiva o mitológica o como quiera llamársela (cf. L,
p. 455-6).

La relación entre Cosmo y Gramsci era muy estrecha y el profesor


trató de ayudar a su alumno en distintas formas, incluso en sentido
material. Muchas veces, motivó al joven para que escribiera un ensayo
sobre Maquiavelo y sobre el maquiavelismo, incluso cuando este
interrumpió sus estudios. La insistencia del docente fue relatada por
Gramsci a su cuñada en una carta del 23 de febrero de 1931: “Desde
1917, la impresión de que yo debiera escribir un estudio sobre
Maquiavelo era su idea permanente, y me la recordaba en cada
ocasión” (L, p. 397)16. Cosmo propuso además a Gramsci publicar, en
1918, una serie de artículos escritos en el Avanti! para lo cual estaba
dispuesto a escribir un prefacio, sin embargo, la propuesta fue
rechazada (cf. L, p. 455-6).
Y finalmente era a Cosmo a quien Gramsci deseaba mostrar los
apuntes realizados en prisión sobre el Canto X del Infierno de Dante,
escribiendo: “como especialista en Dante, [él] me sabrá decir si he
hecho un falso descubrimiento o si realmente vale la pena compilar
una contribución al respecto, una minucia a sumar a los millones y
millones de tales contribuciones ya escritas” (L, p. 457-8). Tania
Schucht envió los apuntes de Gramsci a Cosmo y el profesor
respondió con una carta el 29 de diciembre de 1931, concordando con
la interpretación de su exestudiante y recordando sus lecciones: “Me
parece que nuestro amigo dio en el clavo, hay elementos que se
acercan a su interpretación que siempre fueron enseñados por mi” (L,
p. 846). La correspondencia de Cosmo con Gramsci, que a causa de las

16Sin embargo, el proyecto se materializó en el Cuaderno 13, dedicado a Maquiavelo,


en el que las interpretaciones sobre Maquiavelo también ocupan un puesto
importante.

17
restricciones carcelarias se realizaba mediante Tania, es importante
también por un breve pasaje en el que el profesor de Turín comparaba
a su querido alumno con otro de sus preferidos, Pietro Gerosa:

Dos almas opuestas, que coincidían en literatura al dar al hecho


religioso, social y político más importancia que al estético: Para uno tenía
razón Cantú, para el otro Settembrini, a mí me tocaba demostrar la
insuficiencia de ambos críticos y hacer prevalecer las razones de De Sanctis
(L. p. 845)17.

El background filológico de Gramsci comprendía también las


lecciones de Angelo Taccone y Arturo Farinelli. Stampini fue director
de la Rivista di Filologia e d’Istruzione Classica entre 1897 y 1920,
logrando editar un número considerable de clásicos griegos y latinos
para la editorial Loescher. Mantuvo una posición fuertemente
nacionalista, volviéndose rápidamente un fascista, y muy
probablemente no gozaba de la simpatía de Gramsci. Incluso es
posible que le provocase una cierta animosidad en contra, como se
extrae del episodio narrado en la memoria de Arici en el que el joven
estudiante interrumpe a Stampini durante una lección, “con fuertes
palabras de indignada desaprobación” (Leonetti, 1978, p. 86)18. Según
Timpanaro, Stampini era un filólogo “dotado de una sólida y amplia
preparación, pero, diría escasamente capaz de contribuciones
originales”. En debates propiamente filológicos, como el que tuvo
lugar luego de la publicación del antes mencionado libro de Fraccaroli,
el profesor de Literatura Latina tendía a quedar neutral (Timpanaro,
1972a, p. 425). A su vez el profesor de Literatura Griega, Angelo
Taccone, exestudiante de Fraccaroli, era un “estudioso honesto y culto,
aunque menos dotado de personalidad independiente”, “filólogo
provisto de buen sentido y bien informado” según Timpanaro (1972a,
p. 433).
En los escritos de Gramsci no hay mención a Stampini o Taccone.
La única referencia de burla es a la “melòde de Taccone” (E, p. 141). El
filólogo y comparatista Farinelli, docente de Literatura Alemana
desde 1907 en la Universidad de Turín, parece haber suscitado
admiración en el estudiante, quien la expresó con vehemencia en un
artículo escrito para el Corriere Universitario en 1913, cuando todavía

17 En prisión, Gramsci definió a Gerosa como un “fanático rosminiano y


agustiniano”, en referencia al filósofo y teólogo católico Antonio Rosmini y a San
Agustín de quien Gerosa escribió un libro (L, p. 396).
18 Sobre Stampini: cfr. D’Orsi (2002b. p. 29 y 43).

18
asistía a sus clases en la Facultad de Letras (CT, p. 3-5)19. Tres años
después, en abril de 1916, Gramsci se refería a Farinelli en un artículo
publicado en el Avanti! como a un “profesor de literatura alemana en
nuestra Universidad, verdadero maestro de vida y de humanismo
para los jóvenes” (CT, p. 622). Esta opinión extremadamente positiva
era compartida por Togliatti, que en un discurso en honor a Gramsci
pronunciado en la misma universidad en 1949, trazó un vivaz retrato
de Farinelli, definiéndolo un “gran espíritu”. También el joven
Palmiro había sido impresionado fuertemente: “sus lecciones tenían
algo de volcánico, con ese su explicar con voz casi apagada al indagar
la literatura, del que sin embargo explotaba en momentos, como una
flama, su espíritu animador” (Togliatti, 2001, p. 140).
En los Cuadernos de la cárcel, sin embargo, Gramsci expresó un
aprecio menos preciso respecto de Farinelli, alejándose de su
admiración juvenil. Allí se encuentra efectivamente una referencia
muy breve pero cuidadosa al libro de su profesor, Il romanticismo nel
mondo latino (Farinelli, 1927), recomendando un capítulo del segundo
volumen de la obra, haciendo referencia al “motivo del ‘hombre fatal’
y del ‘genio incomprendido’”, un tema que Gramsci ponía en relación
con el “[o]rigen popularesco del superhombre” (C16 §15 T5 p. 283).
Empero, Gramsci incluía al filólogo entre esos intelectuales
caracterizados por su capacidad de subvertir los lugares comunes, con
el efecto de obtener “el máximo de elegancia y de esnobismo
intelectual y moral”. Giovanni Papini, el fundador de la Voce, era para
Gramsci una expresión de esta tendencia. Según el pensador sardo
había que situar a Farinelli en esa misma serie intelectual que “con su
lirismo y patetismo [eran] fastidiosamente más pedantes que los
escritos de Zumbini” (C17 §35 T5, p. 326)20.
A diferencia de sus amigos: Angelo Tasca, Palmiro Togliatti y
Umberto Terracini, Gramsci no concluyó sus estudios y no logró
titularse en Filología Moderna. La difícil situación financiera en que se
encontraba le impedía alimentarse y vestirse adecuadamente en el
severo invierno turinés, siendo frecuentes sus problemas de salud. Su

19 Sobre Farinelli véase su perfil biográfico en el Dizionario Biografico degli Italiani


(Strapini, 1995).
20 Probablemente se trata del crítico literario Bonaventura Zumbini (1836-1916).

Gramsci puede haber conocido la pesada crítica que Benedetto Croce había lanzado
contra Zumbini considerándolo un autor sin ninguna originalidad, que culminaba
con un juicio devastador: “Zumbini, como teórico del arte, no vale nada, como
expositor de la obra de arte, poco; y, como crítico estético, poquísimo” (Croce., 1894,
p. 159).

19
rendimiento académico no fue de los mejores. Lingüística, dictada por
Bartoli fue la única de las materias en que Gramsci obtuvo el máximo
de nota con honores. Cumplió con menos de la mitad de los exámenes
requeridos, el último fue en abril de 1915, y con el final de su beca de
estudio concluye, con mucho pesar, su periodo universitario (D’Orsi,
2017, p. 61sgts). Sin embargo, el plan para volver al estudio de la
lingüística bajo la guía de Bartoli, quedó en pie al menos hasta finales
de 1918 e inicios de 1919, cuando la publicación del Ordine Nuovo y su
actividad militante comenzaron a requerir de todas sus energías (cfr.
Schirru, 2011, pp. 925-6).

2. Filología como arma de combate


Si bien los estudios lingüísticos de Gramsci y el impacto sobre sus
ideas, principalmente en el contexto de la Hegemonía, fueron objeto
de un número considerable de estudios, algunos de los cuales
contribuyeron en modo indispensable a la comprensión de la
formación y del pensamiento del sardo, no se puede decir lo mismo
sobre su background filológico21, que es, sin embargo, fundamental
para una comprensión más precisa del método que guio su trabajo
intelectual22. La afirmación de este método y sus raíces en su vida
académica aparecen en distintos momentos de su trabajo. De gran
importancia para el tema en cuestión es una nota autobiográfica
contenida en un artículo publicado en el Avanti!, en diciembre de 1916,
en la que Gramsci discutía con los organizadores de la Universidad
Popular una iniciativa de formación dirigida a los trabajadores
jóvenes. En este artículo, Gramsci reconstruía su recorrido formativo
y sus intereses en la Facultad de Letras y Filosofía, en un párrafo que
vale la pena citar:

Quien escribe estas notas habla un poco también por experiencia


personal. Desde sus primeros años universitarios recuerda con más
intensidad esos cursos en los que el docente hacía sentir el trabajo de

21 El tema de la lengua y del lenguaje en Gramsci recibió poca atención hasta


mediados de los años 1970. Tullio De Mauro dedicó algunas páginas a las ideas
lingüísticas de Gramsci en su Storia linguistica dell’Italia (De Mauro, 1963); en seguida
Luigi Rosiello presentó un ensayo en el encuentro de estudios gramscianos de
Cagliari en 1967 (Rosiello, 1970); y en 1979, Franco Lo Piparo publicó Lingua,
intellettuali ed egemonia, el libro que consolida este campo de estudios (Lo Piparo,
1979). Para la reconstrucción de esta trayectoria véanse los estudios publicados en la
compilación a cargo de Peter Ives y Rocco Lacorte (2010).
22 Sobre el método de Gramsci: cfr. Buttigieg (1990), Bianchi (2017) y Areco (2019).

20
investigación a través de los siglos conducidos a perfeccionar el método de
investigación. Para las ciencias naturales, por ejemplo, todo el esfuerzo que
costó liberar al espíritu humano de los prejuicios y de los apriorismos
divinos o filosóficos, para llegar a la conclusión de que los afluentes de agua
tienen su origen en la precipitación atmosférica y no en el mar. Para la
filología, la forma en la que se llegó al método histórico mediante tentativas
y errores del empirismo tradicional, y cómo, por ejemplo, los criterios y las
convenciones que guiaban a Francesco De Sanctis al escribir su historia de la
literatura italiana, no fuesen otra cosa que la verdad que se viene afirmando
a través de difíciles experiencias e investigaciones que liberaron los espíritus
de las escorias sentimentalistas y retóricas que contaminaban, en el pasado,
los estudios de literatura. Y así para las otras disciplinas. Esta era la parte
más vital del estudio: este espíritu recreativo, que hacía asimilar los datos
enciclopédicos, que los fundía en una llamarada ardiente de nueva vida
individual (CF, pp. 674-5).

Las dos referencias implícitas en este texto son Matteo Bartoli, que
le había hecho “sentir el trabajo de investigación a través de los siglos
conducidos a perfeccionar el método de investigación”, y Umberto
Cosmo, citado mediante la referencia a Francesco De Sanctis. Pero lo
más relevante en este artículo es su insistencia sobre el método y en
particular sobre “método de investigación” y para la filología sobre el
“método histórico”. La Universidad fue el lugar en el que Gramsci
entró en contacto con la investigación científica y el método histórico,
una adquisición que lo acompañará por el resto de su vida. El
testimonio de Palmiro Togliatti refuerza esta idea. Por cuanto respecta
a los estudios de Gramsci en la Universidad, ya en 1927, Togliatti narró
acerca de este interés por la filología, en un retrato publicado poco
después de su arresto, quien entendía confirmar el rol de su
compañero como jefe del partido: “de muy joven, dedicaba la mayor
parte de su actividad a las investigaciones científicas de filología, en
un campo que parecería estar entre los más áridos y abstrusos, como
es el de la ciencia del origen de las palabras y las lenguas” (Togliatti,
2001, p. 41-42). Años después, en el discurso antes mencionado de
1949, el mismo Togliatti volvió sobre el tema, afirmando que, Gramsci
hubo aprendido en la Universidad de Turín:

Una cualidad ante todas, que no digo venga del positivismo, sino
ciertamente venía de los grandes cultores del método histórico que entonces
enseñaban aquí: la precisión del razonamiento, el gusto por lo exacto de la
información, el desdén y el repudio incluso moral, diría, contra la

21
improvisación y la superficialidad. (…) Este amor filológico por la
documentación precisa no lo dejará nunca (Togliatti, 2001, p. 141).

Gramsci hizo uso de esta formación en sus artículos de


controversia contra el nacionalismo antifilológico. En una de estas
ocasiones confrontó a Ettore Romagnoli, docente de Literatura Griega
en la Universidad de Padova, que desde 1915 y sobre la huella del libro
de Fraccaroli promovía, en las páginas del diario Gli Avvenimenti de
Milán, una violenta campaña contra la filología y el germanismo en la
cultura italiana23. Poco antes de la salida del artículo de Gramsci, el
profesor de Padova tuvo una conferencia titulada “Música italiana y
música alemana” en la Sala Ambrosio de Turín, por invitación de la
Liga de Acción Antialemana de la capital sabauda. El 15 de enero de
1917, se publicaba en las páginas del Avanti! la implacable crítica del
joven socialista sardo. En su polémica contra el profesor de Padova,
Gramsci recurre a una discusión típicamente filológica,
preguntándose si la edición italiana de Romagnoli del Katechiscmus der
Musikgeschichte del alemán Hugo Riemann correspondiese a la última
edición hecha del libro. De otra forma, sostenía, el profesor de Padova
no podía acusar al alemán de no referirse a “hechos acontecidos
después de que el libro fuese editado por primera vez” (S 1917, p.
35)24. Gramsci concluía su crítica con palabras duras que reivindicaban
los resultados de la filología alemana, mientras ponía en discusión la
campaña antifilológica:

Romagnoli, que quiere adquirir popularidad a bajo precio, para develar


el germanismo de la cultura italiana, haría mejor sin duda en dedicar su
tiempo trabajando sobre la literatura griega, haciendo para los estudios
italianos lo que los profesores alemanes hicieron para los estudios de su país,
sin bulla, con tenacidad y modestia (S 1917, p. 35).

La resistencia de Gramsci a la campaña antifilológica y anti-


germanista continuó en 1917 con dos artículos de fuerte
contraposición a Arnaldo Monti, docente en el Liceo Clásico Massimo

23 Los artículos también fueron recogidos en el libro Minerva e lo scimmione


(Romagnoli, 1917).
24 La sospecha de Gramsci no fue confirmada. La edición italiana, traducida por

Enrico Bongioanni, fue realizada en base a la segunda edición alemana de 1901,


como se puede ver en la contratapa (Riemann, 1903). Las lagunas evidenciadas por
Romagnoli en su discurso eran anteriores a esa fecha (véanse sobre el tema las
observaciones del aparato crítico en S 1917, p. 36n).

22
D’Anzeglio y presidente del Fascio [Escuadra] Estudiantil para la Guerra
y para la Idea Nacional25. Gramsci condenaba las críticas hechas por
Monti sobre el uso en las escuelas italianas del libro de ejercicios de
latín del alemán Ferdinand Schultz, comúnmente utilizado en la
escuela clásica italiana. Gramsci mismo estudió en base a este libro y
si bien lo considerase defectuoso, bajo distintos aspectos, en el ataque
a Schultz identificaba una oposición velada a la escuela clásica26.
Aunque no mencionaba explícitamente a Fraccaroli y Romagnoli en
sus artículos contra Monti, el joven periodista identificaba sus fuentes
en estos autores que valoraban la crítica estética en detrimento de la
crítica textual, propuesta por el método histórico.
Gramsci se alineaba con los filólogos como Gerolamo Vitelli, que
en las páginas del diario Il Marzocco combatió el antigermanismo y se
posicionó con firmeza por la defensa de la filología. Para Gramsci,
Monti y esos “tres o cuatro (o cuatrocientos o cuatro mil canallas” a
los que se refería Vitelli, tenían el propósito de “desnaturalizar a la
escuela clásica, con un objetivo muy preciso: reducirla a una escuela
de retórica vacía, y de artistiquería inconcluyente” (S 1917, p. 603)27.
Para Gramsci, el valor de la escuela clásica y del estudio del latín
estaba en el tipo de formación que proveía a los jóvenes.
Contrariamente a las críticas frecuentes que consideran el carácter
abstracto de la educación clásica y su relación con los resultados
obtenidos por las escuelas técnicas y profesionales, Gramsci
consideraba que la escuela clásica tenía un fin “concreto” y “una idea
concreta”. La escuela clásica preparaba a los jóvenes para “tener un
cerebro completo, listo a captar todos los aspectos de la realidad,
habituado a la crítica, al análisis y a la síntesis; habituado a elevarse de
los hechos a las ideas generales, y con estas ideas generales a juzgar
todo otro hecho” (S 1917, p. 603-4). La filología contribuyó en modo
decisivo a la realización de este ideal escolar. Según Gramsci:

La escuela clásica alcanza el fin ideal arriba expuesto mediante el estudio


de la lengua latina y griega. El estudio de estas lenguas en forma filológica,
no hecha según los métodos de la escuela Berlitz (…). El estudio filológico
del latín habitúa al estudiante, al futuro ciudadano, a no descuidar nada de
la realidad que examina, fortalece su carácter, lo habitúa al pensamiento

25 Cfr. Monti (1917a, 1917b).


26 Para una opinión de Gramsci con relación a la enseñanza del griego y el latín en
las escuelas véase Fonzo (2019, cap. 3) y Carlucci (2009).
27 Gramsci citará en los Cuadernos la reconstrucción que Girolamo (Gerolamo) Vitelli

hizo de la historia de la filología (C7 §60 T3 p. 185).

23
histórico concreto, de la historia que fluye armónicamente, a pesar de los
deslices y de los sacudones, porque existe siempre quien continua la
tradición, quien continua el pasado, y quien lo continúa, a menudo, no es
quien parece que lo hace, sino aquel que pasa desapercibido, el ignorado,
que no hay que descuidar ni ignorar (S 1917, p. 604).

La escuela clásica sería responsable de la formación de una


sensibilidad histórica esencial para una vida autónoma moderna. El
método histórico, esencial para la formación de esta sensibilidad, se
aprende “en el estudio de las lenguas muertas” y debería ser seguido,
según Gramsci, “en el estudio de cualquier otra ciencia” (S 1917, 604).
Visto de este modo, el método histórico y la filología adquieren una
extraordinaria función pedagógica, sobre la cual Gramsci insistirá
luego en los Cuadernos de la cárcel. La controversia con Monti, sin
embargo, no culminará en este punto. El presidente del Fascio volvió
a la carga poco después, respondiendo al artículo de Gramsci,
negando estar contra la escuela clásica y subrayando los errores
ortográficos en las páginas del Avanti!, declarando que su reseña era
una “fría y desapasionada observación gramatical”, para concluir que:
“Schultz recoge, en sus ejercicios latinos, no pocas proposiciones
históricamente falsas, contradictorias, ambiguas, impropias,
inexactas, anodinas, crasas e incluso injuriosas para nosotros
italianos” (Monti, 1917, p. 4-5).
En su respuesta Gramsci escribió que no pretendía aburrir a sus
lectores “con discusiones filológicas y gramaticales. Avanti! no es un
boletín de filología clásica”. Sin embargo, recurrirá a argumentaciones
filológicas, reprochando a Monti no haber advertido cuál de las
traducciones de los libros de Schultz estuviese citando, si la de
Rafaello Fornaciari o la publicada por su profesor Luigi Valmaggi 28.
Criticaba a su interlocutor por haber confundido la gramática
“histórica”, la única que podía ser definida como científica, basada en
la investigación filológica, con la gramática “empírica”, una expresión
con la que se designaba el estudio gramatical como simple función
práctica del aprendizaje de un idioma (S 1917, p. 679). Lo criticaba

28 En 1912, el editor Loescher de Turín publicó una edición de Kleine lateinische


Sprachlehre, traducida por Fornaciari, y otra edición de Lateinische Schulgrammatik
Erweiterte Ausgabe der “kleine lateinische Sprachlehre” von Ferdinand Shultz unter
Mitwirkung desselben bearbeitet, traducida por Valmaggi. Ambos tenían el título
italiano Piccola Grammatica Latina. Monti fue impactado por la crítica de Gramsci y,
en una segunda versión de su texto, indicó estar usando la edición de Fornaciari
(véase el aparato crítico de S 1917, p. 680n-681n).

24
también por haber ignorado la diferencia entre las escuelas alemanas
e italianas en la investigación filológica y gramatical, que permitía a
Monti sostener las ideas de Luigi Ceci y Enrico Cochia, autores de
textos de gramática latina, que representaban el positivismo filológico
alemán y quedaban muy por detrás respecto las contribuciones de las
nuevas escuelas francesas e italianas29.
Las controversias con Romagnoli y Monti revelan el conocimiento
por parte de Gramsci del método filológico, de la bibliografía más
actualizada, de los debates sobre la materia y de la historia de la
filología y de sus disciplinas auxiliares. El uso de este conocimiento en
tales situaciones fue fundamental. Recurrió a la filología para combatir
a sus adversarios –filólogos y clasicistas– precisamente en el terreno
en el que ejercían su carrera como docentes. En una sociedad en la que
la universidad y la cultura escolar se mezclaban con la política, esta
actitud polémica determinó un notable efecto sobre la opinión pública.
El interés de Gramsci por este tipo de controversias parece sin
embargo haberse desvanecido en el tiempo, y en los años siguientes la
filología desaparece prácticamente de sus escritos30. Volverá, y con
destacada fuerza, en los Cuadernos de la cárcel.

3. Filología y método histórico


Solo en prisión revivió ese juvenil interés por la filología,
recibiendo un nuevo empuje. En los distintos planes de trabajo que
encontramos en los Cuadernos, que le van sirviendo de guía para el
desarrollo de sus reflexiones, no se hace menciones a la filología. La
lingüística, empero, ocupa un puesto de relieve. Efectivamente, en una
carta en la que por primera vez presentaba un plan de investigación
carcelaria, del 19 de marzo de 1927, dirigida a Tatiana, Gramsci
afirmaba tener la intención de dedicarse a un “estudio de lingüística
comparada”. A tal propósito recordaba a su viejo maestro:

Uno de los mayores ‘remordimientos’ intelectuales de mi vida es el gran


dolor que le causé a mi buen profesor Bartoli de la Universidad de Turín el
cual estaba persuadido de que yo sería el arcángel destinado a sepultar
definitivamente a los ‘neogramáticos’, puesto que él, de la misma generación
y ligado por millones de hilos académicos a este grupo de hombres infames,

29 Aquí la referencia es la lingüística de Michel Bréal y Gaston Paris, en Francia, y de


los antes mencionados Ascoli y Bartoli, en Italia.
30 La excepción es una rápida referencia sarcástica al “sentido filológico del erudito

y del arqueólogo” a partir del cual Rodolfo Mondolfo juzgaba al marxismo (L’Ordine
Nuovo. a. I, n. 2, 15 de mayo de 1919; ON, p. 25).

25
no quería avanzar en su enunciado más allá de un cierto límite fijado por las
conveniencias y por la deferencia a esos viejos monumentos funerarios de la
erudición (L, p. 56).

Si bien no pretendiese desarrollar algún estudio estrictamente


filológico, la filología siempre quedó como el método que guiaba sus
indagaciones. El 3 de agosto de 1931, contándole a su cuñada Tatiana
Schucht sobre su investigación acerca de los intelectuales italianos, un
tema al que le dedicó gran energía en prisión, Gramsci mencionaba,
con un poco de autoironía, sus estudios universitarios y el impacto
que habían tenido sobre sus hábitos intelectuales: “Se necesita tener
en cuenta que el hábito de severa disciplina filológica, adquirido
durante mis estudios universitarios, me ha dado tal vez una excesiva
provisión de escrúpulos metódicos” (L. p. 442). Y al mes siguiente,
volviendo sobre el tema, explicaba la relación de su investigación
sobre los intelectuales con su teoría del Estado. Gramsci concluía la
carta mostrando estar aun intelectualmente activo, exponiendo el tipo
de estudios desarrollados en prisión: “me limito a escribir de temas
filológicos y filosóficos, de aquellos por los cuales Heine escribe: eran
tan aburridos que me dormí, pero el aburrimiento fue tanto que me
obligó a despertar” (L, p. 460).
Las dos cartas de 1931 constituyen un conjunto importante en el
cual Gramsci expone no solo a Tania, sino también a Piero Sraffa, su
interlocutor escondido, y mediante él al vértice del Partido Comunista
de Italia, su trabajo intelectual en prisión 31. Más allá de hacer
referencias sobre su investigación, Gramsci ponía en evidencia el
método filológico que guiaba sus indagaciones. A pesar de la
dificultad de contar con las fuentes necesarias para su trabajo,
manifestaba cautelas por la cualidad de lo que llegaba a sus manos y
reflexionaba metodológicamente en mérito a los procedimientos más
apropiados para una investigación rigurosa. Revelando así una sólida
formación en lo concerniente al método filológico y su aplicación
sobre distintos materiales. Esto se evidencia por una nota del Cuaderno
1, escrita entre febrero y marzo de 1930, en la que Gramsci reflexiona

31 Las cartas de Gramsci eran copiadas por Tania para ser enviadas a Sraffa, quien a
su vez las transmitía al Partido. El prisionero tenía conocimiento de este
procedimiento y en más de una ocasión hizo solicitudes a su amigo en la
correspondencia a Tania. Para la historia de este intercambio: cfr. Vacca (2012). Sobre
la importancia del intercambio para un proyecto de una historia de los intelectuales:
cfr. Bianchi (2017).

26
sobre la publicación de distintas variantes de los discursos
parlamentarios:

Tratando de una determinada actividad parlamentaria es preciso tener


presentes algunos criterios de investigación y de juicio: cuando un diputado
de un partido de masas habla en el parlamento, puede haber tres versiones
de su discurso: 1° la versión de las actas parlamentarias, que de costumbre
es revisada y corregida y a menudo edulcorada post festum; 2° la versión del
órgano oficial del partido al que pertenece el diputado: ésta es arreglada por
el diputado de acuerdo con el redactor del periódico con el fin de no herir
ciertas susceptibilidades de la mayoría oficial del partido y no crear
obstáculos prematuros a determinados proyectos en curso; 3° la versión de
los periódicos de otros partidos o de los llamados órganos de la opinión
pública (periódicos de gran difusión), que es hecha por el diputado de
acuerdo con los respectivos corresponsales con el fin de favorecer
determinados proyectos en curso (C1 §43 T1 p. 97)32.

Ninguna de estas variantes puede ser considerada una versión


exacta del discurso, pero siendo consciente del hecho de que cada una
tenga modalidad de producción y objetivos distintos, es posible llegar
a un juicio razonable que tome en cuenta el valor de todas. Esta
inesperada filología de los discursos parlamentarios revela
procedimientos de crítica textual que se parecen en ciertos aspectos a
algunas orientaciones de base del método lachmaniano de la collatio,
si bien la especificidad de las variantes requiriese un uso creativo de
esta, más cercano a las innovaciones que en seguida se tuvieron en el
método33. No existe, sin embargo, alguna evidencia documentaria
según la cual se pueda afirmar que Gramsci haya conocido el método
lachmaniano y las sucesivas críticas neolachmanianas, si bien como se
ha visto, contase con un background coherente en la filología clásica y
moderna34. También es menester destacar la conocida intersección

32 Para el fechado interno de los Cuadernos de la cárcel véase el estudio esencial de


Gianni Francioni (1984) y la actualización efectuada por Giuseppe Cospito (2011a).
33 Sobre el método de Karl Lachmann: cfr. Pasquali (1962 [1934]). Sobre la génesis

del método: cfr. Timpanaro (2004). Según Contini: “[l]a primera cautela a adoptar
consiste en determinar si el texto que se trata de reproducir o reconstruir sea uno o
más” (Contini, 2014, p. 12).
34 En la segunda mitad de los años Veinte salieron a la luz una serie importante de

críticas y revisiones del método lachmaniano. Entre el 1926 y 1928, Henri Quentin
(1926) publicó sus críticas, sugiriendo mayor énfasis sobre las variantes;
inmediatamente fue el turno de Paul Maas (1927) quien presentó su propuesta de
corrección del método, revisada poco después por Giorgio Pasquali (1929) que, en
seguida, ampliará su revisión en el clásico Storia della tradizione e critica del testo

27
entre los métodos de la crítica lingüística y de la crítica textual, tanto
como el uso por parte de la crítica textual de criterios similares a los
presentados por Bartoli para el estudio de las lenguas, en particular el
criterio de la “fase conservada en áreas laterales”, según el cual:
probablemente sean originales dos formas análogas encontradas en
áreas periféricas distantes (sobre esto véase Pasquali, 1962 [1934], pp.
7-8).
Los procedimientos filológicos utilizados por Gramsci para
identificar y clasificar las fuentes y las variantes textuales fueron
explicadas nuevamente en el §1 del Cuaderno 4, que abre la primera serie
de “Apuntes de filosofía, Materialismo e idealismo”. En los que
Gramsci entendía recoger sus reflexiones sobre la teoría marxista y
sobre el materialismo histórico. En el parágrafo que abre estos
“Apuntes”, Gramsci consideró útil registrar algunas observaciones
filológicas precisas. Pensaba que fuese de gran importancia conducir
la investigación con “máximo escrúpulo de exactitud y de honestidad
científica” y seguir “el proceso de desarrollo intelectual del pensador,
para reconstruirlo según los elementos convertidos en estables y
permanentes”. Por esto era necesaria una atención particular a las
fuentes. Según Gramsci,

En el caso de Marx la obra literaria puede ser dividida en estas


categorías: 1) obras publicadas bajo la responsabilidad directa del autor:
entre estas debe considerarse, en líneas generales, no solo aquellas dadas
materialmente a la imprenta, sino también los escritos destinados a actuar
inmediatamente, aunque no fuesen impresos, como las cartas, las circulares,
los manifiestos, etcétera (ejemplo típico: Crítica al Programa de Gotha y el
epistolario); 2) las obras no impresas bajo la responsabilidad directa del
autor, sino por otros después de su muerte: por lo pronto, de estas sería
conveniente tener un texto diplomático, esto es, todavía no reelaborado por
el editor, o por lo menos una minuciosa descripción del texto original hecha
con criterios diplomáticos (C4 §1 T2 pp. 131-2).

Incluso el material preparatorio recogido por Marx para la


escritura de obras que luego fueron publicadas por él mismo habría
debido ameritar atención. Este material daría claridad no solo sobre el

(Pasquali, 1962 [1934]); en 1928 se conoció el ensayo de seminario de Joseph Bédier


(1928), en el que daba cuenta de la tradición manuscrita del Lai de l’Ombre, poema
cortesano del doscientos que él mismo había editado a finales del Ochocientos, de
seis distintas fuentes textuales (Renart, 1890). En prisión, Gramsci no estaba en
condiciones de seguir estas publicaciones y muy probablemente no las conocía.

28
proceso de producción del autor sino también proporcionaría los
“indicios para evaluar críticamente la fiabilidad de las redacciones
recopiladas por otros de las obras inéditas” (C4 §1 T2 p. 132). En esta
nota se hacen observaciones importantes respecto al estilo del
epistolario y a su cualidad como fuente bibliográfica. Finalmente,
encontramos una serie de notas metodológicas que deberían guiar una
investigación ideal, en la que todas las fuentes estarían disponibles. Si
bien Gramsci no use el concepto de filología en este parágrafo, las
observaciones que contienen son típicas de una filología de autor,
interesadas en las variantes y en la reconstrucción del recorrido
intelectual de Marx35.
Obviamente Gramsci en prisión no estaba en condiciones de
conducir investigaciones de estas dimensiones y era consciente de
esto. Sin embargo, quedan las precauciones que consideró necesario
tomar en la investigación sobre una obra vasta y compleja como la de
Marx, aunque también en todas las investigaciones sobre la historia de
la cultura. Togliatti captó de modo preciso los efectos de esta actitud
sobre la crítica de Gramsci al rechazo de Benedetto Croce de la teoría
de la caída tendencial de la tasa de ganancia (C10 II §33 T4 pp. 168-70).
En el antes mencionado discurso en honor al exsecretario general del
Partido Comunista, que se tuvo en la Universidad de Turín en 1949,
Togliatti declaró que la crítica de Gramsci era “ante todo una
confutación de naturaleza filológica”, puesto que el tema principal era
que el filósofo idealista no había “leído todo lo que Marx escribió a

35 Después de algunos años de escritas estas notas por parte de Gramsci, las bases
de una filología de las variantes fueron presentadas por Gianfranco Contini, en un
famoso texto publicado en el periódico Il meridiano di Roma en atención a la
publicación de Santorre Debenedetti de los fragmentos autobiográficos del Orlando
furioso, el poema épico de Ludovico Ariosto (Contini, 1937). La coincidencia de la
filología de las variantes con algunas notas metodológicas de Gramsci es aún más
sorprendente cuando en la segunda versión de ese parágrafo Gramsci añade una
observación sobre la consideración total de la obra de un autor que “da lugar a una
serie de ‘descartes’, o sea de doctrinas y teorías parciales por las cuales aquel
pensador pueda haber tenido, en ciertos momentos, una simpatía, hasta el punto de
haberlas aceptado provisionalmente y haberse servido de ellas para su trabajo crítico
o de creación histórica y científica” (C16 §2 T5 p. 248). Esta sorprendente mención
de los descartes anticipa la “crítica de los scartafacci [manuscritos borradores]” que,
años después, será el punto focal de la controversia entre Croce (1947) y Contini
(1948). Sobre esta controversia, véase Ciliberto (2013). Las observaciones de Gramsci
sobre el trabajo de Marx nos permiten deducir por otra parte que se encontraba al
tanto de la investigación de David Riazanov en torno a la primera edición de la
Marx-Engels Gesamstausgabe (sobre la primera MEGA véase Da Gama Cerqueira,
2009: Zhao, 2013a, 2013b, 2014).

29
propósito, no solo en el tercer, sino principalmente en el primer tomo
del Capital” (Togliatti, 2001, p. 141)36.
Este cuidado lleva a Gramsci a escribir una nota en el Cuaderno 6,
probablemente en diciembre de 1931, que no tendrá una segunda
redacción: “’Forzar los textos’. Esto es, hacer decir a los escritos, por
amor a la tesis, más de cuanto los escritos realmente dicen. Este error
de método filológico tiene lugar incluso fuera de la filología, en todos
los análisis y los exámenes de las manifestaciones de vida.” (C6 §198
T3 p. 134). Sergio Caprioglio afirmó que el origen de la expresión
“forzar los textos” se encuentra en un artículo de Paolo Vita-Finzi
sobre los planes quinquenales soviéticos, publicado en la revista La
Cultura de enero-marzo 1931. El artículo era un comentario a la
manipulación de las estadísticas por parte del gobierno soviético que
“por el interés político, del gobierno y del partido, tendía a ‘forzar los
textos’” (cfr. Caprioglio, 1991, p. 68) Giuseppe Cospito demostró, sin
embargo, que esta no podría haber sido la fuente, puesto que el
artículo de Vita-Finzi es de julio-septiembre de 1932 y no del 1931
como afirmaba Caprioglio, por tanto, sería posterior a la nota de
Gramsci (Cospito, 2011b, p. 135). El mismo Cospito subraya que la
fuente podría ser Réflexions sur la violence de Georges Sorel, un escrito
que Gramsci conocía muy bien y en el que hay un comentario del autor
sobre un artículo publicado por Clemenceau con el título “l’art de
solliciter les textes” (Sorel, 1910, p. 160; Cospito, 2011b, p. 135). Sin
embargo, como se demuestra por el artículo de Vita-Finzi, esta
expresión era de uso corriente y la fuente de Gramsci podría haber
sido cualquier otra.
Los escrúpulos que Gramsci repetidamente mostró sobre su
propia investigación y las frecuentes “cautelas” impuestas en su
estudio, que le impidieron “forzar los textos”, hacen referencia al
trabajo filológico37. En el §1 del Cuaderno 4 también puede reconocerse
como filológico el método expuesto, aunque la filología no sea
mencionada explícitamente por Gramsci, así como no se la
mencionaba en el §43 del Cuaderno 1. Sin embargo, en la segunda
versión de la nota metodológica que inaugura los “Apuntes de

36 Según Gramsci: “Croce presenta como objeción a la teoría expuesta en el tomo III
aquella parte del tratado contenida en el tomo I, o sea expone como objeción a la ley
tendencial de la caída de la tasa de ganancia la demostración de la existencia de una
plusvalía relativa debida al progreso técnico, pero sin aludir ni una sola vez al tomo
I, como si la objeción hubiese brotado de su cerebro, o simplemente fuese fruto del
buen sentido” (C10 II §33 p. 169).
37 Sobre las “cautelas” de Gramsci: cfr. Cospito (2015).

30
filosofía” redactada en el Cuaderno 16 (Temas de cultura I),
probablemente escrita entre junio y julio de 1932, Gramsci aclara que
su investigación era filológica, ampliando los requisitos de la propia
investigación:

Si se quiere estudiar el nacimiento de una concepción del mundo que no


fue expuesta sistemáticamente nunca por su fundador (y cuya coherencia
esencial debe buscarse no en cada escrito individual o serie de escritos, sino
en el desarrollo total del variado trabajo intelectual en el que los elementos
de la concepción se hallan implícitos) hay que hacer preliminarmente un
trabajo filológico minucioso, realizado con el máximo escrúpulo de exactitud,
de honradez científica, de lealtad intelectual, de ausencia de todo prejuicio y
apriorismo o toma de partido. (C16 §2 T5 p 248, la cursiva es mía)

Esta revalorización de la filología puede ser vista también en los


cambios que Gramsci hizo en el sucesivo §3 del Cuaderno 16, a una
nota originariamente presente en esos mismos “Apuntes de filosofía”
del Cuaderno 4 (§5). La primera versión del parágrafo se inserta en el
contexto de la crítica al Ensayo popular de Bujarín que culminaría en
seguida en el Cuaderno 1138. Gramsci sugiere el Lehrbuch der historischen
Methode de Ernest Bernheim como modelo alternativo. El parágrafo
titulado “Materialismo histórico y criterios o cánones prácticos de
interpretación de la historia y de la política” presentaba a la filología
como un instrumento propio del método histórico expuesto por
Bernheim, poniendo al “método filológico” entre comillas y
evidenciando con esto su posición respecto los planteamientos de este
autor.
En una nota marginal del texto del §5, Gramsci hace referencia al
§9 del mismo Cuaderno 4 titulado “Un repertorio del marxismo”. En
este parágrafo, anunciaba el proyecto de redacción de un manual
alternativo, que reuniese “todas las cuestiones que fueron tratadas por
el marxismo: materiales, hipótesis, intentos de solución, etc.”. Gramsci
creía que tal iniciativa “[tendría] una importancia no desdeñable en el
campo educativo y propedéutico y [sería] un instrumento de primer
orden para la difusión de los estudios sobre el marxismo” (C4 §9 T2 p.
144). Si bien este proyecto hubo nacido por las críticas al Ensayo popular

38Gramsci conocía el libro de Bujarin antes de su arresto. En prisión el 25 de marzo


de 1929 pidió una edición francesa para sus investigaciones sobre la teoría de la
historia: “Quisiera un volumen francés sobre la teoría de la historia, salido
recientemente: Boukharine – Théorie du matérialisme historique, Editions Sociales
– Rue Valette 3, Paris (Ve)” (L, p. 248).

31
de Bujarin, adquirió autonomía e importancia propias en la
investigación de Gramsci. Es por este motivo que la versión más
elaborada de este proyecto no encontró lugar en el Cuaderno 11, sino
en otro espacio. Precisamente el §3 del Cuaderno 16, donde Gramsci
reescribió estas dos notas invirtiendo su orden con el título “Un
repertorio de la filosofía de la praxis”, reafirmando con esto el
proyecto de redacción de un manual de la filosofía de la praxis que
ahora se veía como una obra enciclopédica, que podía ser ejecutada
solo colectivamente, por un “comité de redacción (...) en un tiempo no
breve” (C16 §3 T5 p. 252).
La segunda parte de ese parágrafo retomaba el §5 del Cuaderno 4,
donde consideraba el método a utilizar en la ejecución de este
repertorio enciclopédico: las modificaciones insertas en la segunda
redacción del texto son importantes. Es interesante observar que en la
nota del Cuaderno 16, la filología, sin comillas, se cita en el ámbito de
la misma filosofía de la praxis convirtiéndose en parte integrante de
esta. Comparemos las versiones:

El libro de Bernheim no es un El libro de Bernheim no es un


tratado de la filosofía del tratado de la filosofía del
historicismo, o sea de la filosofía historicismo, pero implícitamente
moderna, pero le está ligada está vinculado con ésta. La
implícitamente. La "sociología llamada "sociología de la filosofía
marxista" (cfr. el Ensayo popular) de la praxis" debería ser a esta
debería ser al marxismo lo que el filosofía lo que el libro de
libro de Bernheim es al Bernheim es al historicismo en
historicismo: una recopilación general, o sea una exposición
sistemática de criterios prácticos sistemática de cánones prácticos
de investigación y de de investigación e interpretación
interpretación, uno de los aspectos para la historia y la política; una
del "método filológico" general. recopilación de criterios
Desde algunos puntos de vista se inmediatos, de cautelas críticas,
debería hacer de algunas etc., una filología de la historia y la
tendencias del materialismo política como las concibe la
histórico (no casualmente las más filosofía de la praxis. En algunos
difundidas) la misma crítica que el aspectos habría que hacer, de
historicismo hizo del viejo método algunas tendencias de la filosofía
histórico y de la vieja filología, que de la praxis (y no por casualidad
condujeron a nuevas formas las más difundidas por su
ingenuas de dogmatismo y tosquedad) la misma crítica (o tipo
sustituían la interpretación por la de critica) que el historicismo
descripción exterior, más o menos moderno ha hecho del viejo
cuidadosa de los fenómenos, y método histórico y de la vieja

32
especialmente por la constante filología, que habían conducido a
repetición de: "¡somos seguidores formas ingenuas de dogmatismo y
del método histórico!" (C4 §5 T2 sustituían la interpretación y la
pp. 137-8) construcción histórica con la
descripción exterior y la
catalogación de las fuentes crudas
a menudo acumuladas
desordenada e incoherentemente.
(C16 §3 T5 pp. 251-2; la cursiva es
mía)

¿Cómo comprender el proyecto de ese repertorio enciclopédico, la


necesidad de explicar el método de investigación y el nuevo puesto
que la filología ocupa en este? Según Roberto Dainotto, cuando
redactó la primera versión del §1 del Cuaderno 4, Gramsci compartía
la visión crociana de Storia dell’età barocca in Italia, una obra publicada
poco antes, donde la Reforma protestante se oponía al Renacimiento,
visto como una expresión cultural de las élites y la filología como una
manifestación aristocrática de la cultura humanista (Croce, 1929). Más
tarde, desde 1933, Gramsci abandonó esta posición crociana,
revalorando la filología (Dainotto, 2009, p. 51)39. La explicación
presentada por Dainotto lleva en sí un problema cronológico, puesto
que atribuye la redacción del Cuaderno 16 a los años 1933-1934, según
la indicación de la edición Gerratana, un periodo en el que Gramsci
habría ya dejado de recurrir a la oposición Reforma-Renacimiento. Sin
embargo, estudios más recientes indican que este cuaderno, y sus
primeros parágrafos, comenzaron a escribirse en junio o julio de 1932
(Francioni y Cospito, 2009). En el mencionado §9 se hace evidente que
Gramsci aún recurría a esta oposición, en relación a la Reforma y al
Renacimiento, puesto que prácticamente reproduce el mismo
argumento del §3 del Cuaderno 4, citando en ambas versiones el mismo
pasaje del libro de Croce.
Es posible delinear dos distintas hipótesis explicativas para esta
revalorización de la filología, que no se excluyen la una con la otra y
pueden incluso ser complementarias. La primera hipótesis busca una

39Dainotto basa su afirmación sobre los usos de esa pareja conceptual por parte de
Gramsci analizados por Fabio Frosini, según el cual: desde 1933 Gramsci no hizo
más referencia a la oposición Reforma-Renacimiento, pasando a una visión más
matizada de este último, en el que se ponen en conjunto aspectos regresivos
(separación entre intelectuales y pueblo-nación) y aspectos progresivos (desarrollo
de grupos intelectuales) (Frosini, 2004, p. 184-7).

33
respuesta al enigma en el mismo §3 del Cuaderno 16 y en el “repertorio
de la filosofía de la praxis” allí anunciado. La propuesta del repertorio
hace parte de un amplio proyecto de restauración del marxismo,
presente algunos parágrafos antes, en un texto titulado “Algunos
problemas para el estudio del desarrollo de la filosofía de la praxis”.
Reelaborando las notas presentes anteriormente en los “Apuntes de
filosofía” del Cuaderno 4 Gramsci ratificó una historia de la filosofía de
la praxis en la que se desarrolló “una doble revisión, (…) una doble
combinación filosófica”. Por un lado, “algunos de sus elementos, en
modo explícito o implícito, fueron absorbidos o incorporados por
algunas corrientes idealistas”; por otro, los “ortodoxos” creían
encontrar sus bases filosóficas en el “materialismo tradicional” (C16
§9 T5 p. 259). Para Gramsci, la alternativa a estas dos corrientes de
revisión del marxismo sería Antonio Labriola y su afirmación de que
“la filosofía de la praxis es una filosofía independiente y original que
tiene en sí misma los elementos de un desarrollo ulterior para pasar a
ser, de interpretación de la historia a filosofía general” (C16 §9 T5 p.
260)40.
El “repertorio” fue concebido como una enciclopedia que debía
inaugurar una nueva era “moderna” en los “estudios sobre la filosofía
de la praxis”, concebida exactamente como una filosofía
independiente y original. Por esto era necesario dejar atrás un pasado
“de aprendices, parlanchines y periodistas aficionados” (C16 §3 T5 p.
251). Las críticas al marxismo soviético que encontraron lugar en los
Cuadernos 10 y 11 habrían encontrado su pars construens en este
repertorio. El método para realizar este gran emprendimiento era
filológico, lo que se encuentra fuera de dudas. La comparación que
Gramsci hizo entre este repertorio y “todo el material del mismo tipo
publicado por los católicos de los distintos países a propósito de la
Biblia, de los Evangelios, de la Patrología, de la Liturgia y de la
Apologética” (C16 §3 T5 p. 251), estudios de los que se desarrollaron
la crítica textual y la hermenéutica modernas, evidencian el valor del
método filológico para la investigación.

40Según Labriola, en el Discorrendo di socialismo e di filosofia, “esta doctrina lleva en sí


misma las condiciones y los modos de su propia filosofía, y es, en su origen como en
su sustancia, íntimamente internacional” (Labriola, 1976a [1898], p. 679). Sobre la
importancia de Labriola para esta revalorización de la filología, véase Dainotto,
2009, p. 52. El mismo Labriola subrayó antes la importancia de la filología en su
ensayo de 1896 sobre el materialismo histórico: “Qué sería de nuestra ciencia
histórica sin la unilateralidad de la Filología, que es el auxilio instrumental de toda
investigación” (Labriola. 1976 [1896], p. 570).

34
Una segunda hipótesis se concentra en la escritura del Cuaderno 10,
sobre la investigación de Gramsci acerca del libro de Benedetto Croce,
Storia d’Europa nel secolo decimonono (Croce, 1999 [1932]). La
investigación le fue sugerida por Piero Sraffa, mediante Tatiana
Schucht, en una carta que envió a Gramsci el 12 de abril de 1932.
Gramsci empezó a trabajar inmediatamente con lo que tenía
disponible en prisión: los tres primeros capítulos del libro que fueron
publicados por la Academia de Ciencias Morales y Políticas de la
Sociedad Real de Nápoles. Como escribió en una carta del 18 de abril,
su investigación se concentraría en los “intereses culturales
predominantes en la actividad literaria y filosófica de Croce hoy” y la
posición que ocuparía “en el campo de la cultura mundial” (L, pp. 560
y 562).
En los siguientes meses el intercambio de correspondencia sobre
el tema continuó involucrando a Gramsci, Tania y Sraffa, hasta su
interrupción a inicios de julio de 1932, a causa de nuevas restricciones
impuestas por las autoridades carcelarias. Gramsci trabajó
intensamente en esta investigación, utilizando el Cuaderno 8 para sus
primeros apuntes, que seguidamente serán usados para escribir las
cartas sobre el tema. Al mismo tiempo también comenzó el Cuaderno
10, con el título La filosofía de Benedetto Croce, donde tales notas fueron
transcritas en forma más elaborada y definida (véase a propósito
Francioni, 1984, pp. 103-4). Gramsci empezó escribiendo en el
Cuaderno 10 una nota titulada “Algunos criterios generales metódicos
para la crítica de la filosofía de Croce”, que no tenía una versión
anterior en otros cuadernos. La nota contiene una serie de apuntes que
guiarán su estudio, definiendo los contornos de un programa de
investigación y el método a utilizar. Allí anunció que no buscaba un
“problema filosófico general”, sino esos problemas que en todo
momento se encuentran adscritos a la “vida actual” (C10 II T4 p. 138).
En esa nota, con la que fue inaugurado el Cuaderno 10,
probablemente en la primera mitad de abril (cfr. Cospito, 2011a),
Gramsci no hace referencia explícita a la filología, aun cuando el
método expuesto en esta y la investigación que le sigue sean
típicamente los de una filología de autor. Esta nota en el Cuaderno 10
es análoga a la del §2 del Cuaderno 16, escrita entre finales de junio e
inicios de julio de 1932, en la que la filología se anuncia como método.
La comparación del texto de las dos notas permite identificar fuertes
similitudes no solo en el programa de investigación, sino también
metodológicas, aun cuando el objeto principal de la investigación sea

35
distinto: Croce en el Cuaderno 10 y Marx y la filosofía de la praxis en el
Cuaderno 16.

2) Hay que estudiar el trabajo debe seguir estas


atentamente los escritos líneas: 1) la reconstrucción de la
«menores» de Croce, o sea además biografía no sólo por lo que
de las obras sistemáticas y respecta a la actividad práctica
orgánicas, las recopilaciones de sino especialmente para la
artículos, de anotaciones, de actividad intelectual; 2) el registro
pequeñas memorias, que tienen de todas las obras, incluso las más
un mayor y evidente vínculo con desdeñables, en orden
la vida, con el movimiento cronológico, dividido según
histórico concreto. motivos intrínsecos: de formación
3) Hay que establecer una intelectual, de madurez, de
«biografía filosófica» de Croce, o posesión y aplicación del nuevo
sea identificar las diversas modo de pensar y de concebir la
expresiones asumidas por el vida y el mundo. (C16 §2 T5 p.
pensamiento de Croce, el diverso 248).
planteamiento y resolución de
ciertos problemas, los nuevos
problemas surgidos de su
quehacer y que se impusieron a su
atención (C10 II, “Algunos
criterios generales
metodológicos…”, T4 p. 138).

Escrito cuando el trabajo sobre el Cuaderno 10 ya había avanzado,


el §2 del Cuaderno 16 revela un sólido conocimiento metodológico que
puede haber madurado en esta investigación sobre Benedetto Croce.
Sin embargo, en el Cuaderno 10, cuando se hace referencia a la filología,
esta queda entre comillas y su uso es más metafórico, alejándose de la
idea de crítica textual. Por tanto, si bien la filología como método
reconocido pueda haber madurado en el ámbito de una investigación
sobre Croce y la historia de los intelectuales, solo en el Cuaderno 16 y
en el contexto de una investigación sobre el “repertorio”, esta se
anuncia explícitamente, quizá a causa del carácter de las fuentes y de
los materiales necesarios para la investigación, que requerían cautelas
extraordinarias.

4. “Filología” y “filología viviente”


Cuando Gramsci hace uso del concepto de filología en sentido
técnico, es decir como sinónimo de crítica textual, aparece sin comillas.

36
La excepción es el de un uso irónico que hizo dudando de los
conocimientos filológicos de Guido De Ruggiero, colaborador de
Benedetto Croce en la revista La Critica41. En los Cuadernos el concepto
de filología también se usa en otro sentido, en un sentido metafórico,
que no encontramos en los escritos precarcelarios. En este nuevo
sentido, aparece entre comillas y designa al método con el que la
filosofía de la praxis podría llegar a la comprensión de una historia
marcada por la multiplicidad de hechos particulares. A este propósito,
Gramsci escribió: “La experiencia en la que se basa la filosofía de la
praxis no puede ser esquematizada; ella es la historia misma en su
infinita variedad y multiplicidad cuyo estudio puede dar lugar al
nacimiento de la ‘filología’ como método de erudición en la averiguación
de los hechos particulares y al nacimiento de la filosofía entendida como
metodología general de la historia” (C11 §25 T4 p. 287)42.
Se necesita destacar en esta nota cómo Gramsci usa el concepto con
comillas para hacer referencia a la “filología como es entendida
tradicionalmente”, es decir, “la filología” como “la expresión
metodológica de la importancia de que los hechos particulares sean
averiguados y precisados en su inconfundible ‘individualidad’” (C11
§25 T4 p. 287). Aquí el porqué del énfasis sobre los “hechos
particulares”, que en la crítica textual significa atención sobre la
“variedad y multiplicidad” de textos, concebido como un principio
metodológico esencial para una “filología de la sociedad” atenta a la
variedad y a la multiplicidad de hechos sociales 43. En otras palabras,
lo que la filología y la “filología” tienen en común es un principio
metodológico que tiene su origen en la crítica textual contemporánea,
un principio con el cual Gramsci adquirió familiaridad en sus años de
estudiante en Turín.
Gramsci hace este uso metafórico de la filología en su controversia
contra la tentativa de Nicolái Bujarin de reducir la filosofía de la praxis

41 Al respecto, Gramsci escribió: “que de superficial no hay más que la información


‘filológica’ de De Ruggiero, el cual se avergonzaría de no conocer todos los
documentos sobre un minúsculo hecho de historia de filosofía, pero desdeña
informarse con mayor profundidad sobre acontecimientos gigantescos” (C10 II §31
I T4 p. 166)
42 Sobre los distintos usos de las comillas en los Cuadernos por parte de Gramsci cfr.

Cospito (2015, p. 34-5).


43 Michele Filippini observa que Gramsci promueve en el marxismo el pasaje del

énfasis sobre los datos económicos y estructurales, sintetizados en la metáfora de la


“anatomía de la sociedad”, a una “filología de la sociedad”, centrada en el estudio
del contenido político de las formas sociales (Filippini, 2010, p. 90).

37
a una sociología en la que el comportamiento social pudiese ser
explicado por la “’ley’ de los grandes números”. Según Gramsci, esta
ley perdería su validez con la acción política de las masas. La metáfora
fue usada por él para explicar la relación entre las masas, el partido y
su grupo dirigente, una relación donde los sentimientos
estandarizados de las masas sean conocidos por el partido, como parte
fundamental de su vida social; al mismo tiempo, el partido también
traduciría en su interior tales experiencias:

Con la extensión de los partidos de masa y su adhesión orgánica a la


vida más íntima (económico-productiva) de la masa misma, el proceso de
estandarización de los sentimientos populares, de mecánico y casual (o sea
producto de la existencia en el ambiente de condiciones y presiones
similares) se vuelve consciente y crítico. El conocimiento y el juicio de
importancia de tales sentimientos no se producen ya por parte de los jefes
por intuición apuntalada por la identificación de leyes estadísticas, o sea por
vía racional e intelectual, demasiado a menudo falaz –que el jefe traduce en
ideas-fuerza, en palabras-fuerza– sino que se produce por parte del
organismo colectivo por "com-participación activa y consciente", por "con-
pasión", por experiencia de los detalles inmediatos, por un sistema que
podría llamarse de "filología viviente". Así se forma un vínculo estrecho
entre la gran masa, partido y grupo dirigente; y todo el conjunto, bien
articulado, se puede mover como un "hombre-colectivo" (C11 §25 T4 p.
288).

El pasaje, de gran complejidad, culmina con la descripción de una


cadena de traducciones que permiten el conocimiento colectivo del
conjunto de experiencias particulares que forman el agregado social.
Esta cadena de traducciones en la que “el hombre colectivo” se forma
por “infinita variedad y multiplicidad” era precisamente lo que
Gramsci llamaba “un sistema (…) de ‘filología’ viviente”. Lo que
permite esta traducción es un tipo de relación especial entre partido y
masas en la que el “organismo colectivo” es parte de la vida del propio
pueblo.
Gramsci retornará sobre este tema en una nota dedicada a la
transformación “del saber al comprender, al sentir, y viceversa, del
sentir al comprender, al saber” (C11 §67 T4 p. 346). La nota articula
dos temas a menudo tratados en los Cuadernos: a) el problema
epistemológico del conocimiento y b) el problema político de la
separación en Italia entre intelectuales y pueblo-nación. Aquí fueron
afrontadas principalmente las consecuencias epistemológicas de este
problema político, el error de los intelectuales que creían que era

38
posible “saber sin comprender y especialmente sin sentir y ser
apasionado (no solo del saber en sí, sino del objeto del saber) es decir
que el intelectual pueda ser tal (y no un puro pedante) si se distingue
y se separa del pueblo-nación” (loc. cit.); y, las consecuencias políticas
de este problema epistemológico: solo cuando el “sentimiento-pasión
se vuelve comprensión” es posible establecer una relación eficaz de
representación donde “se produce el intercambio de elementos
individuales entre gobernados y gobernantes, entre dirigidos y
dirigentes, o sea que se realiza la vida de conjunto que es la única
fuerza social, se crea el ‘bloque histórico’” (C11 §67 T4 p. 347).
El §67 termina con una crítica a Henri De Man, anticipada en el
antes citado §25 del mismo Cuaderno 11, que evidencia las
consecuencias políticas de este proceso de conocimiento: “De Man
‘estudia’ los sentimientos populares, no los siente para guiarlos y
conducirlos a una catarsis de civilización moderna” (C11 §67 T4 p.
347). La teoría y la práctica se encuentran en el “organismo colectivo”
como acto de conocimiento y como movimiento político (cf. Dainotto,
2009, pp. 317-8). Aquí las consecuencias políticas de la “filología
viviente”. Este es el proceso intelectual y colectivo por el cual el
“sentimiento-pasión” se traduce en “comprensión” de la realidad
política y social, y en este modo se funda una práctica política de
emancipación que permite superar la disgregación entre gobernantes
y gobernados, dirigentes y dirigidos, que Gramsci consideró como el
“hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales)”
sobre el cual se funda toda “la ciencia y el arte políticos” (C15 §4 T5 p.
175).

Conclusión
Como método de investigación la filología acompañó a Gramsci
desde sus estudios universitarios en Turín. Tal como vimos, esta fue
utilizada de distintas maneras y con distintas intensidades durante
toda su reflexión. Se puede decir, en cierto sentido, que esta
persistencia siempre mantuvo a Gramsci en conexión con su pasado.
La filología por tanto sería también un elemento “biográfico” en la
vida del sardo. En una carta a Giulia del 19 de diciembre de 1932, en
la que le pedía noticias que raramente le venían proporcionadas por
ella misma, interrogándose sobre sus condiciones de salud, Gramsci
escribió: “Una vez te aconsejé retomar la música, como yo recomencé
mis estudios de filología”. El prisionero recordaba que el estudio de la

39
música había sido el punto de partida en la experiencia de Giulia. Y
afirmaba que en cierto sentido una operación análoga habría sido
valida también para su retorno a la filología:

pensaba que retornando a ello [al estudio de la música] habrías revivido


el pasado, con una mayor consciencia crítica, y habrías retomado las etapas
de tu existencia, no para repetirlas mecánicamente, sino para recorrerlas
intensamente para volver a unir el anillo roto de la cadena (dado que exista
un anillo roto) (L, p. 656).

La filología permitió a Gramsci no solo reconstruir su pasado con


“mayor consciencia crítica”, sino revivirlo en forma permanente,
reconstruyéndolo con nuevas referencias. En este sentido, puede ser
considerado uno de los tantos hilos conductores que alinearon la
continuidad que existe entre su formación y su vida política.
Revalorizar la filología se convierte en un procedimiento esencial para
una comprensión más precisa de su “vida” y de su “pensamiento”.

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