FREUD. 21, Conferencia. Desarrollo Libidinal y Organizaciones Sexuales

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 9

«sexual» y «perteneciente a la reproducción>) -o, si quieren

21ª conferencia. Desarrollo libidinal decirlo más brevemente, «genitah>-, mientras. que nosotros
y organizaciones sexuales debemos admitir algo <'sexual» que no es «genital>~ ni tiene
nada que ver con la reproducción. Esta es sólo una seme-
janza formal, pero que tiene una base más profunda.
Ahora bien: si la existencia de las perversiones sexuales es
en esta materia un argumento tan concluyente, ¿po~ qué no
ha producido su efecto desde hace ya mucho! zan¡ando la
cuestión? En realidad, no lo sé. La razón estriba, me pare-
Señores: Tengo la impresión de' que no he logrado con- ce en que sobre estas perversiones sexuales pesa una in-
vencerlos suficientemente de la importancia de las'perversio- te~dicción muy particular que se extiende a b teoria Y estor:
nes para nuestra concepción de la sexualidad. P~r eso pro- ba también su consideración por parte de la ciencia. Como s1
curaré, hasta donde me sea posible, mejorar y complementar nadie pudiera olvidar que no son sólo algo abominable, sino
mi exposición. también algo monstruoso, peligroso; como si se las juzgara
No es que las perversiones solas nos compelieran a intro- seductoras y en el fondo hubiera que refrenar una secreta
ducir en el concepto de sexualidad esa modificación que nos envidia hacia quienes las gozan, quizá como lo confiesa el
atrajo un disenso tan violento. Todavía más contribuyó a ello landgrave castigador en la famosa parodia de Tannhiiuser:
el estudio de la sexualidad infantil, y la concordancia de am-
bas cosas fue decisiva para nosotros. Pero las exteriorizacio- «jEn el monte de Venus olvidó honor Y deber!
nes de la sexualidad infantil, por inequívocas que puedan ser 1 1
¡Qué raro que a nosotros no nos pasen est as cosas.».
en los últimos años de la infancia, parecen al comienzo per-
derse en lo indeterminable. Quien no quiera tomar en cuenta En verdad, los perversos son más bien unos pobres diab_l~s
la historia evolutiva ni el contexto analítico, les impugnará que tienen que pagar un precio altísimo por esa satisfacc10n
su carácter sexual y, a cambio, les atribuirá un carácter in- que tan trabajosamente se conquistan.
diferenciado cualquiera. Recuerden que por ahora no posee- Lo que confiere un carácter tan ine.qu~vocame~te s~xual
mos una señal universalmente admitida que permita deter- a la práctica perversa, a pesar de la a,¡emdad de su obJeto Y
minar la naturaleza sexual de un proceso, a menos que otra de sus metas es la circunstancia de que el acto de la sa-
vez recurramos a su vínculo con la función de reproducción, tisfacción per:,ersa desemboca no obstante, las más de las
que tenemos que rechazar por demasiado mezquino. Los cri- veces en un orgasmo completo y en el vaciamiento de los
terios biológicos, como las periodicidades de 23 y 28 días es- · prod~ctos geiiitales. Desde luego, esto no es sin?}ª c?ns_e-
tablecidas por W. Fliess [1906], son todavía. enteramente cuencia de la madurez de las personas; en el mno d1fíc1l-
cuestionables; las propiedades químicas de los procesos se- mente son posibles el orgasmo y la excreción genital: son
xuales, cuya existencia estamos autorizados a sospechar, es- sustituidos por unos indicios que, de nuevo, i10 son reco-
peran aún ser descubiertas. En cambio, las perversiones se- nocidos como sexuales sin lugar a dudas.
xuales de los adultos son algo aprehensible e inequívoco. Co- Tengo todavía algo que agregar para completar la apre-
mo ya lo prueba el nombre que se les da, universalmente ad- ciación de las perversiones sexuales. Por mala que sea su
mitido, pertenecen sin lugar a dudas a la sexualidad. Puede fama, por más que se las contraponga tajantemen~e ~ la
llamárselos signos degenerativos o de otro modo, pero na- práctica sexual normal, es fácil observar que a esta ultima
die ha osado sostener 'que no son fenómenos de la vida ~e­ • rara vez le falta algún rasgo perverso. Ya el beso merece el
xual. Ellos nos autorizan a formular este aserto: sexualidad nombre de un acto perverso, pues consiste en la ".nión de dos
y reproducción no coinciden; en efecto, es evidente que to- zonas bucales erógenas en lugar de los dos gemtales. Pero
dos ellos desmienten la meta de la reproducción. nadie lo condena por perverso; al contrario, en la represen-
Veo ahí un paralelismo que no deja de ser int~resante. tación teatral se lo admite como una alusión velada ~l. acto
Mientras que para la mayoria «conciente>> y «psíqui~O>> son lo sexual. Ahora bien, justamente el besar lleva, con fac1hdad,
mismo, nosotros nos vimos precisados a ampliar (3ste últi- a la perversión plena, a saber, cuando es tan intenso que ter-
mo concepto y a admitir algo psíquico que no es conciente.
Y sucede algo muy parecido cuando otros declaran idénticos 1 [El autor de la parodia es Johann Nestroy; cf. pág. 32ln.]
mina directamente en la descarga genital y el orgasmo, ~on la infantil: son aquellos en que numerosas pulsiones par-
lo que en modo alguno es infrecuente. Además, puede ave- ciales han impuesto sus metas ---0, mejor, han persistido en
riguarse que, para uno, palpar y mirar el objeto son condi- ellas- con independencia unas de otras. En tales casos es
ciones indispensables del goce sexual, otro muerde y pellizca más correcto hablar de infantilismo de la vida sexual que de
en el ápice de la excitación sexual, y el estado de excitación perversión.
máxima en los amantes no siempre es provocado por los
genitales, sino por otra región corporal del objeto; podría
hacerse un sinnúmero de comprobaciones semejantes. No Así preparados, podemos pasar a responder a un planteo
tiene ningún sentido excluir de la serie de las p~rsonas que a buen seguro no se nos ahorrará. Se nos dirá: «¿Por qué
normales y declarar perversas a las que exhiben algiunos de se aferra usted a llamar sexualidad a esas manifestaciones
estos rasgos aislados; más bien, cada vez advertimos:con más infantiles, indeterminables según su propio testimonio, a
claridad que lo esencial de las perversiones no consiste en la partir de las cuales deviene después lo sexual? ¿Por qué no
trasgresión de la meta sexual, ni en la sustitución de los ge- quiere conformarse con la descripción fisiológica y decir,
nitales, ni siquiera en la variación del objeto, sino solamente simplemente, que en el lactante ya se observan actividades,
en que estas desviaciones se consuman de manera exclusiva, como el chupeteo y la retención de los excrementos, que nos
dejando de lado el acto sexual al servicio de la reproducción. muestran que aspira a un placer de órgano? 2 Así usted evi-
Las acciones perversas dejan de ser tales en la medida en taría el supuesto, tan ultrajante para cualquier sentimiento,
que se integran en la producción del acto sexual normal como de que ya en el niño pequeño existiría una vida sexual». Y
unas contribuciones que lo preparan o lo refuerzan. Hechos bien, señores míos, no tengo nada que objetar en contra del
de esta índole, desde luego, achican mucho la distancia en- placer de órgano; yo sé que el máximo placer de la unión
tre la sexualidad normal y la perversa. Se infiere natural- sexual no es sino un placer de órgano que depende de la ac-
mente que la sexualidad normal nace de algo que la preexis- tividad de los genitales. Pero, ¿pueden ustedes decirme
tió, desechando rasgos aislados de este material por inuti- cuándo este placer de órgano, originalmente indiferente, co-
lizables y reuniendo los otros para subordinarlos a una meta bra el carácter sexual que sin duda posee en fases más tar-
nueva, la de la reproducción. días del desarrollo? ¿Sabemos más acerca del «placer de
Antes de emplear nuestro conocimiento de las perversio- órgano" que de la s.exua!idad? Responderán ustedes que el
nes para sumergirnos de nuevo, con premisas más claras, en carácter sexual se agrega justamente cuando los genitales
el estudio de la sexualidad infantil, tengo que hacerles no- empiezan a desempeñar el papel que les corresponde; lo
tar una importante diferencia entre ambas. La sexualidad sexual coincide con lo genital. Y aun rechazarán mí objeción
perversa está, por regla general, notablemente centrada; to- basada eri la existencia de las perversiones haciéndome
das las acciones presionan hacia una meta -casi siempre presente que en la mayoría de ellas, no obstante, se alcanza
única- y una pulsión parcial tiene la primaéía: o bien es la el orgasmo genital, aunque por otros caminos que la unión de
única pesquisable o bien ha sometido a las otras a sus pro- los genitales. Realmente ustedes se hallarán en mucho mejor
pósitos. En este sentido, no hay entre la sexualidad perversa posición si de las notas características de lo sexual eliminan
y la normal más diferencia que la diversidad de las pulsiones su referencia a la reproducción, insostenible por la existencia
parciales dominantes y, por tanto, de las metas sexuales. En de las perversiones; y le anteponen, a cambio, la actividad ge-
uno y otro caso se trata, por así decir, de una tiranla bien nital. Entonces nuestras posiciones no divergen tanto; queda
organizada, sólo que son diversas las familias que se han arro- una simple oposición entre los órganos genitales y los otros
gado el gobierno. En cambio, la sexualidad infantil car~ce, > órganos. Pero, ¿qué hacen ustedes con las múltiples eY ·
globalmente considerada, de semejante centramiento y orga- riencias que les muestran que los genitales pueden ser sm,..
nización; sus diversas pulsiones parciales tienen iguales rogados por otros órganos en la ganancia de placer; como
derechos y cada una persigue por cuenta propia el 19gro de
placer. Tanto la ausencia como la presencia de centra.Jniento 2 [«Organlust», término que Freud parece haber utilizado por pri-
armonizan muy bien, desde luego, con el hecho de que am- mera vez en ((Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c),AE, 14j pág. 121,
y que volvió a emplear en htS Nuevas conferencias de introducción al
bos tipos de sexualidad, la perversa y la normal, han nacido psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 91. Por supuesto, el correspon-
de lo infantil. Por lo demás, también hay casos de sexuali- diente concepto ya le era familiar desde la época de los Tres ensayos
dad perversa que presentan una semejanza mucho mayor (1905d); véase, por ejemplo, AE, 7, pág. 179.]
ocurre en el beso normal, así como en las prácticas·perversas ya no se echan de menos; elección de objeto, preferencia
de los libertinos y en Ja sintomatología de la histeria? En tierna por determinadas personas, y _aun la predilección por
esta neurosis es lo más corriente que fenómenos de estimu- uno de los sexos, los celos: he ahí fenómenos comprobados por
lación, sensaciones e inervaciones que son propios de los ge- observaciones imparciales hechas con independencia del
nitales -incluso los procesos de la erección- se desplacen a psicoanálisis y antes de su advenimiento, y que pueden ser
otras regiones del cuerpo alejadas de estos (p. ej., que se confirmados por cualquier observador que quiera verlos. Me
trasladen hacia arriba, a la cabeza y el rostro). Convencidos objetarán que nunca pusieron en duda el temprano desper-
d.e que no pueden aferrarse a nada en calidad de rasgo ca- tar de la ternura, sino sólo que esta tuviera el carácter de lo
racterístico de lo que postulan como sexual, ustedes se verán (<sexual». Es verdad que los niños de entre tres y ocho años
forzados a seguir mi ejemplo y extender Ja designación de han aprendido a ocultarlo, pero si ustedes prestan atención
«Sexuab también a las prácticas de la primera infancia que podrán reunir buenas pruebas de los propósitos «sensuales»
aspiran al placer de órgano. de esta ternura, y si algo todavía se les escapa, fas explora-
Y ahora admitan ustedes para mi justificación otras dos ciones analíticas se lo proporcionarán sin trabajo y en abun-
elucidaciones. Como ya bien saben, llamamos sexuales a las dancia. Las metas sexuales de este período de la vida se en-
dudosas e indeterminables prácticas placenteras de la pri- traman de manera íntima con la contemporánea investiga-
mera infancia porque el camino del análisis nos lleva a ellas ción sexual de la que les he dado algunos ejen;iplos [págs.
desde los síntomas pasando por un material indiscutible- 289-90]. El carácter perverso de algunas de estas metas de-
mente sexual. Admito que no por eso tendrían que ser tam- pende, naturalmente, de la inmadurez constitucional del ni-
bién sexuales. Pero consideren ustedes un caso análogo. Su- ño, quien no ha descubierto aún la meta del coito.
pongan que no tuviéramos ninguna vía para observar desde
sus semillas el desarrollo de dos plantas dicotiledóneas, el
manzano y el haba, pero que pudiéramos perseguirlo retros- Más o menos desde el sexto al octavo año de vida en ade-
pectivamente desde el individuo plenamente formado hasta lante se observan una detención y un retroceso en el desa-
el primer germen provisto de dos cotiledones. Estos presen- rrollo sexual, que, en los casos más favorables desde el punto
tan un aspecto indiferente, en los dos casos son del mismo de vista cultural, merecen el nombre de período de latencia.
tipo. ¿Supondremos que Jo son realmente y que la diferencia Este puede faltar; no es forzoso que traiga aparejada una
específica entre manzano y haba se .introduce sólo ínás tarde interrupción completa de las prácticas y los intereses sexua-
en las plantas? ¿O desde el punto de vista biológl.~o es más les. Las vivencias y mociones anímicas anteriores al adve-
correcto creer que esa diferencia preexistía e.n el germen, nimiento del período de latencia son víctimas, en su mayoría,
aunque en los cotiledones yo no podía discernirlá? Lo mis- de la amnesia infantil, ese olvido que ya elucidamos,* que
mo hacemos en el caso de las prácticas del lactante cuando oculta nuestros primeros años de vida y nos aliena de ellos.
llamamos sexual al placer. Aquí no puedo examinar si todo En todo psicoanálisis se plantea la tarea de recobrar en el
placer de órgano debe llamarse sexual o si además del pla- recuerdo ese período olvidado de la vida; no podemos de-
cer sexual existe otro, que no merezca tal nombre. Sé de- jar de sospechar que los comienzos de vida sexual contenidos
masiado poco del placer de órgano y de sus condiciones; ade- en él proporcionaron el motivo de ese olvido, que, por tanto,
más, dado el carácter retrocedente del análisis, no puedo sería un resultado de la represión.
asombrarme si al final me topo con factores por ahora no Desde el tercer año de vida, la sexualidad del niño muestra
determinables. , ,. mucha semejanza con la del adulto; se diferenciad' esta,
¡Y algo más! Muy poco ganarían ustedes en favor de lo como ya sabemos, por la falta de una organización '-, . bajo
que pretenden afirmar, en favor de la pureza sexual del niño, el primado de los genitales, por los inevitables rasgos per-
aun si pudieran convencerme de que sería mejor no conside- versos y también, desde luego, por la intensidad mucho me-
rar sexuales las prácticas del lactante. En efecto, ya desde nor de la aspiración en su conjunto. Pero las fases del desa-
el tercer año de vida la sexualidad del niño no da lugar a rrollo sexual (o, como decimos nosotros, libidina]) intere-
ninguna de estas dudas; por esa época ya empiezan a exci- santes para la teoría se sitúan más atrás de ese punto tem-
tarse los genitales y quizá sobreviene regularmente un pe- poral. Es un desarrollo tan rápido que la observación directa
ríodo de masturbación infantil; o sea, de satisfacéión geni-
tal. Las manifestaciones anímicas y sociales de la vida sexual * [Cf. 15, págs. 182 y sigs.J
'77
nunca habría logrado, probablemente, fijar sus imágenes huellas que esta fase oral primitiva deja en la vida sexual
fugitivas. Sólo con ayuda de la exploración psicoanalítica de posterior.
las neurosis se hizo posible colegir unas fases todavía más Puedo suponer, señores, que estas últimas comunicaciones
remotas del desarrollo libidinal. Por cierto, no son sino cons- . mías sobre las organizaciones sexuales les han traído más
trucciones; empero, si cultivan el psicoanálisis en la práctica, confusión que esclarecimiento. Quizás otra vez he entrado
ustedes descubrirán que son construcciones necesarias y úti- demasiado en los detalles. Pero tengan paciencia; lo que han
les. Pronto comprenderán cómo sucede que la patología pue- oído les resultará valioso cuando más tarde lo apliquemos.
da revelarnos aquí unos nexos que en el objeto normal por Por ahora retengan esta impresión: que la vida sexual -lo
fuerza pasamos por alto. que llamamos la función libidinal- no emerge como algo
Ahora podemos indicar la conformación de la vida sexual acabado, tampoco crece semejante a sí misma, sino que re-
del niño antes de que se instaure el primado de los genitales; corre una serie de fases sucesivas que no presentan el mismo
este se prepara en la primera época infantil, la anterior al aspecto; es, por tanto, un desarrollo retomado varias veces,
período de latencia, y se organiza de manera duradera a par- como el que va de la crisálida a la mariposa. El punto de
tir de la pubertad. En esta prehistoria hay una suerte de or- viraje de ese desarrollo es la subordinación de todas las pul-
ganización laxa que llamaremos pregenital. Pero en esta fa. siones parciales bajo el primado de los genitales y, con este,
se no se sitúan en el. primer plano las pulsiones parciales el sometimiento de la sexualidad a la función de la repro-
genitales, sino las sádicas y anales. La oposición entre ducción. Antes de ello, hay por así decir una vida sexual des-
masculino y femenino no desempeña todavía papel alguno; compaginada, una práctica autónoma de las diversas pulsio-
ocupa su lugar la oposición entre activo y pasivo, que pue- nes parciales que aspiran a un placer de órgano. Esta anar-
de definirse como la precursora de la polaridad seiiual, con quía se atempera por unos esbozos de organizaciones «pre-
la cual también se suelda más tarde. Lo que nos parece genitales,,, primero la fase sádico-anal y, más atrás, la oral,
masculino en las prácticas de esta fase, si las consideramos quizá la más primitiva. A esto se suman los diversos proce-
desde la fase genital, resulta ser expresión de una pJisión de sos, no conocidos con precisión todavía, que conducen desde
apoderamiento que fácilmente desborda hacia JO cruel. una etapa de organización a la que le sigue inmediatamente,
Aspiraciones de meta pasiva se anudan a la zona eró~ena del "¡· q
de nivel más alto. En otra oportunidad 4 averiguaremos la
orificio anal, muy importante en este período. La pulsión de importancia que para la intelección de las neurosis tiene el
ver y la pulsión de saber despiertan con fuerza; los genitales hecho de que la libido recorra un camino de desarrollo tan
participan en la vida sexual propiamente dicha sólo en su largo y accidentado.
papel de órganos para la excreción de la orina .. En esta fase
las pulsiones parciales no carecen de objetos, pero estos no
necesariamente coinciden en uno solo. La organización sá- Hoy estudiaremos otro aspecto de este desarrollo, a saber,
dico-anal es la etapa que precede inmediatamente a la fase el vínculo de las pulsiones sexuales parciales con el objeto.
del primado genital. Un estudio más profundizado muestra Más bien, trazaremos un somero panorama de este desarro-
todo lo que de ella se conserva en la posterior conformación llo y nos detendremos en un resultado bastante tardío de él.
definitiva y los caminos que sus pulsiones parciales se vieron Decíamos que algunos de los componentes de la pulsión se-
compelidas a seguir para insertarse dentro de la nueva orga- xual tienen desde el principio un objeto y lo retienen, como la
nización genital.3 Por detrás de la fase sádico-anal del desa- pulsión de apoderamiento (sadismo) y las pulsione de ver
0

rrollo libidinal obtenemos todavía la visión de una etapa de y de saber. Otras, más claramente anudadas a de, :mina-
organización más temprana, más prim!tiva aún, en qu6 la r- das zonas del cuerpo, lo tienen sólo al comienzo, mientras
zona erógena de la boca desempeña el papel principal. Pue- todavía se apuntalan en las funciones no sexuales [cf. pág.
den colegir ustedes que la práctica sexual del chupeteo [pág. 286], y lo resignan cuando se desligan de estas. Así, el
286] le pertenece, y tienen derecho a asombrarse por la sa- primer objeto de los componentes orales de la pulsión se-
gacidad de los antiguos egipcios, cuyo arte caracterizaba xual es el pecho materno, que satisface la necesidad de nu-
al niño, y también al dios Horus, por el dedo en la boca. trición del lactante. En el acto del chupeteo se vuelven
Recientemente, Abraham (1916] ha informado acerca de las autónomos los componentes eróticos que se satisfacen jun-
3
[Luego Freud agregó una fase «fálica>> entre la sádico-anal y la
genital (1923e).] 4 [En la conferencia siguiente.}
tamente al mamar; el objeto se abandona y se sustituye por un enfermo. Preguntado, confiesa que trabaja con los medios
un Jugar del cuerpo propio. La pulsión oral se vuelve auto- del psicoanálisis, y se declara dispuesto a comunicar su saber
erótica, como desde el comienzo lo son las pulsiones anales Y a sus colegas. Así, cada atardecer se reúnen Jos médicos del
las otras pulsiones erógenas. El resto del desarrollo tiene, batallón, sus colegas y jefes, para escuchar las esotéricas doc-
expuesto de la manera más sucinta, dos metas: en primer trinas del análisis. Todo anduvo bien por un tiempo, pero
lugar, abandonar el autoerotismo, permutar de nuevo el ob- cuando habló a sus oyentes del complejo de Edipo se levantó
jeto situado en el cuerpo propio por un objeto ajeno; en uno de los jefes y manifestó que no creía en eso; era una vul-
segundo lugar, unificar los diferentes objetos de las pulsio- garidad del conferencista contarle semejantes cosas a ellos,
nes singulares, sustituirlos por un objeto único. Esto sólo hombres valientes que luchaban por su patria, y padres
puede lograrse, desde luego, cuando dicho objeto único es de familia por añadidura, Y prohibió Ja continuación de las
a su vez un cuerpo total, parecido al propio. Tampoco pue- conferencias. Así terminó todo. El analista pidió traslado a
de consumarse sin que cierto número· de las moci<)nes pul- otro Jugar del frente. Yo creo, empero, que mal andan las
sionales autoeróticas se releguen por inutilizables. · cosas si el triunfo alemán necesita de semejante «organiza-
Los procesos del hallazgo de objeto son bastante) enreda- ción» de la ciencia; y la ciencia alemana no soportará bien
dos, y todavía no han sido expuestos de manera panorámica. esta organización.
Destaquemos, para nuestros propósitos, lo siguiente: cuando
en la infancia, antes de que advenga el período de fatencia,
el proceso ha alcanzado un cierto cierre, el objeto hallado Ustedes ya estarán ansiosos por conocer el contenido de
resulta ser casi idéntico al primer objeto de la pulsión pla- este espantoso complejo de Edipo. El nombre se los dice.
centera oral, ganado por apuntalamiento [en la pulsión de Todos ustedes conocen la saga griega del rey Edipo, con-
nutrición]. 5 Es, si no el pecho materno, al menos Ja madre. denado por el destino a matar a su padre y a tomar por
Llamamos a la madre el primer objeto de amor. De amor esposa a su madre; hace todo lo posible por sustraerse de
hablamos, en efecto, cuando traemos al primer plano el as- Ja sentencia del oráculo, y por último, al enterarse de que
pecto anímico de las aspiraciones sexuales y empujamos al sin saberlo ha cometido esos dos crímenes, se castiga ce-
segundo plano, o queremos olvidar por un momento, los re- gándose. Espero que muchos de ustedes hayan vivenciado
querimientos pulsionales de carácter corporal o «sensual» en sí mismos el conmovedor efecto de la tragedia donde
que están en la base. Para la época en que la madre devie- Sófocles trata este asunto. La obra del dramaturgo atenien-
ne objeto de amor ya ha empezado en el niño el trabajo psí- se no hace sino figurar. el proceso por el cual el crimen de
quico de la represión, que sustrae de su saber el conoci- Edipo, cometido hace tiempo, se revela poco a poco, mer-
miento de una parte de sus metas sexuales. Ahora bien, a ced a una indagación diferida con maestría y desplegada
esta elección de la madre como objeto de amor sé anuda todo mediante nuevos y nuevos indicios; en esa medida, tiene
Jo que en el esclarecimiento psicoanalítico de las neurosis ha cierto parecido con Ja marcha de un psicoanálisis. En el
adquirido importancia tan grande bajo el nombre del «Com- ·curso del diálogo, sucede que la obnubilada madre-esposa
plejo de Edipo» y que ha tenido no poca participación en Ja Yocasta se resiste a que prosiga Ja indagación. Invoca el
resistencia contra el psicoanálisis. 6 hecho de que a muchos hombres les es deparado cohabitar
Escu9hen mia pequeña historia que ocurrió en el curso de en sueños con su madre, pero los sueños merecen ser tenidos
esta guerra: Uno de los más empeñosos discípulos del psi- en poco. Nosotros no los tenemos en poco, al menos a los
coanálisis se encuentra en calidad de médico en el frente ~ueños típicos, aquellos que sobrevienen a mucho, 1mbres,
alemán, en algún lugar de Polonia, y despierta Ja atención y no dudamos de que el sueño mencionado por Yocasta se
de sus colegas por haber obtenido un éxito inesperado con relaciona estrechamente con el contenido de la saga, que
5 [Esto es desarrollado en la 26ª conferencia, pág. 388.] provoca horror y extrañeza. ·
6 [Cf. 15, pág. 189. La primera mención del complejo de Edipo en Lo asombroso es que la tragedia de Sófocles no provo-
una publicación de Freud fue la que figura en La interpretación de los que más bien en sus espectadores una indignada repulsa,
sueños (1900a), AE, 4, págs. 269-74, aunque ya lo había expuesto una reacción parecida a la de nuestro simplote médico mi-
antes en una carta a Fliess del 15 de octubr~ de 1897 (1950a, .Carta 71),
En realidad, la expresión «complejo de E"ciipo» fue introdudda mucho . Jitar, y más justificada. En efecto, es en el fondo una pieza
después, en ~<Sobre un tipo particular de elección de objeto e:n el hom~ inmoral, elimina Ja responsabilidad ética del hombre, pre-
bre,, (1910h), AE, 11, pág. 164.) senta a los poderes divinos como los que ordenan el crimen

7''.2.
y muestra Ja impotencia de las inspiraciones éticas del hom- al período de latencia? Bueno, se ve con facilidad que el
bre que se defiende de cometerlo. De primera intención se varoncito quiere tener a la madre para él solo 1 siente como
creería que el tema de la saga quiere ser una acusación a molesta la presencia del padre, se enfada cuando este se
Jos dioses y al destino, y en manos de Eurípides, el artista permite ternezas hacia la madre, exterioriza su contento
crítico y peleado con los dioses, probablemente se habría cuando el padre parte de viaje o está ausente. A menudo
convertido en una acusación así. Pero en el pío Sófocles expresa con palabras sus sentimientos, promete a la ma-
ni hablar de este sesgo; mediante una piadosa sutileza barr~ dre casarse con ella. Se pensará que es poco en comparación
él la dificultad: la eticidad suprema sería plegarse a la vo- al crimen de Edipo, pero de hecho es bastante, y en germen
luntad de los dioses, aunque ella ordene algo criminal. Yo es lo mismo. La observación se empaña a menudo por la cir-
no puedo creer que esta moraleja sea uno de los puntos fuer- · cunstancia de que, simultáneamente, el mismo niño da
tes de la pieza; pero es indiferente para el efecto que esta muestras en otras oportunidades de una gran ternura hacia
última produce. El espectador no reacciona frente a ella sino el padre; sólo que semejantes actitudes afectivas opuestas
frente al sentido secreto y al contenido de la saga. Reac- -o mejor dicho: ambivalentes [cf. pág. 389]-, que en el
ciona, entonces, como si hubiera conocido en el interior de adulto llevarían al conflicto, coexisten muy bien en el niño
sí, por autoanálisis, el complejo de Edipo, y desenmascarase durante largo tiempo, tal como después hallan un sitio du-
a la voluntad de Jos dioses y al oráculo como unos exaltados radero en el inconciente una junto a la otra. También se
disfraces de su propio inconciente; como si él se acordara de objetará que la conducta del varoncito responde a motivos
sus deseos de eliminar al padre y de suplantarlo tomando egoístas y no justifica Ja hipótesis de un complejo erótico.
por esposa a la madre, y tuviera que horrorizarse'. frente La madre cuida de todas las necesidades del niño, y por eso
a ellos. Entiende así que la voz del artista quiere decirle: . este tiene interés en que ella no haga caso de ninguna otra
«En vano te revuelves contra tu responsabilidad y protestas persona. También esto es cierto, pero resulta claro de inme-
lo que hiciste para contrariar esos propósitos crim\nales. diato que en estas situaciones, como en otras parecidas, el
Eres bien culpable, pues no has podido aniquilarlos; ípersis- interés egoísta 8 sólo ofrece el apuntalamiento al cual se
ten todavía inconcientes en ti», Y ahí se encierra una \rerdad anuda Ja aspiración erótica. Si el pequeño muestra la más
psicológica. Aun cuando el hombre haya reprimido {desa- franca curiosidad sexual hacia su madre, si pide dormir con
;.''.
lojadoJ al inconciente estas mociones malignas y pueda decir- ella por las noches, si presiona para asistir a su toilette o
·1
k
se que no es responsable de ellas, por fuerza sufrirá esta res- intenta seducirla, como la madre tan a menudo lo comprue-
~ ponsabilidad como un sentimiento de culpa cuyo fundamento ba y lo cuenta riendo, la naturaleza erótica del vínculo con
@.
desconoce. 7 . la madre queda certificada fuera de toda duda. Tampoco es
No ?abe duda ninguna de que es lícito ver en el complejo lícito olvidar que Ja madre despliega igual solicitud hacia sus
'¡¡ de Edrpo una de las fuentes más importantes de la concien- hijitas sin provocar ese mismo efecto,9 y que el padre rivaliza
¡,o
cia de culpa que tan a menudo hace penar a los neuróticos. con ella harto a menudo en sus cuidados hacia el varón, sin
~1 lograr conquistarse Ja misma importancia que la madre. En
1. .\; Pero todavía más: en un estudio sobre los comienzos de la
religión y la eticidad, que publiqué en 1913 poniéndole suma: que ninguna crítica puede eliminar de Ja situación el
rt~. por título Tótem y tabú (1912-13], se me ocurrió Ja con- factor de la predilección sexual. Desde el punto de vista del
;;>
1;i jetura de que quizá la humauidad como un todo, en Jos interés egoísta, sería tonto de parte del pequeño que no pre-
;'.' comienzos de su historia, adquirió en el complejo de Edipo firiese tolerar dos personas a su servicio en vez de una sola.
''!"!' la conciencia de culpa, esa fuente última de la religión y Ja Como ustedes notan, sólo he pintado Ja relación del va-
;i·¡
etici~ad. Me. ~st.aría habfarles más sobre esto, pero mejor roncito con su padre y su madre. Con las necesarias modi-
lo deJo. Es d1fíc1l mterrump1r este tema cuando se lo ha ini- ~ ficaciones, las cosas son en un todo semejantes en el caso de
ciado, y tenemos que volver a la psicología individual. la niña pequeña. 10 La actitud de tierna dependencia hacia el
8 {Esta expresión aparece repetidas veces en la 26ª (Y'nferencia,
¿Qué deja ver del complejo de Edipo la observación di- donde incluyo algunos comentarios sobre ella (pág. 377~~
9 [Véase, sin embargo, la nota siguiente.]
recta del niño en la épóca de la elección de objeto anterior 10 [No fue sino muchos años después que Freud adquirió cabal

7 conciencia de la asimetría en las relaciones edípicas de los dos sexos;


[Cf. 15, pág. 193.J ella se esbozó en <(Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia

r
padre, la sentida necesidad de eliminar por superflua a la de lo~ recuerdos de infancia conservados con claridad y 110
madre y ocupar su puesto, una coquetería que ya trabaja con mflmdos por el análisis. De ahí extraerán, entre otras esta
los recursos de la posterior feminidad, dan por resultado conclusión: la posición de un niño dentro de la serie de los
justamente en la niña pequeña una imagen encantadora, que hijos es un factor relevante para la conformación de su vida
nos hace olvidar la seriedad de esta situación infantil y las ulterior, y siempre es preciso tomarlo en cuenta en Ja des-
posibles consecuencias graves que esconde. No dejemos de cripción de una vida. Pero, lo que es más importante en 1

agregar que con frecuencia los propios padres ejercen una in~ vista de estos esclarecimientos, que se obtienen sin dificul-
fluencia decisiva para que despierte en el niño la actitud del tad, no podrán ustedes recordar sin reírse las tesis que ha
Edipo: se dejan llevar ellos mismos por la atracción sexual propuesto la ciencia para explicar la prohibición del inces-
y, donde hay varios hijos, el padre otorga de la manera más to.11 ¡Qué no se ha inventado! ¡Se afirmó que Ja inclinación
nítida su preferencia en la ternura a su hijita, y la madre a sexual se aparta de los miembros del otro sexo de Ja mis-
su hijo. Pero ni siquiera este factor pone seriamente en duda ma familia en virtud de la convivencia en la infancia, o
la naturaleza espontánea del complejo infantil de Edipo. que una tendencia biológica a evitar el apareamiento consan-
Este se amplía hasta convertirse en un complejo familiar guíneo halla su representante psíquico en el horror inna-
cuando se suman otros niños. En tales casos el perjuicio to al incesto! En esto se olvida que no haría falta una prohi-
egoísta proporciona un nuevo apuntalamiento para que esos bición tan inexorable mediante la ley y las costumbres si
hermanitos sean recibidos con antipatía y sean eliminados existieran unas barreras naturales seguras contra la tenta-
sin misericordia en el deseo. E incluso, por regla general, los ción del incesto. En lo contrario se encierra la verdad. La
niños expresan verbalmente estos sentimientos de odio primera elección de objeto es, por lo general, incestuosa; en
mucho más que los provenientes del complejo parental. Si el hombre, se dirige a la madre y a las hermanas, y se re-
uno de esos deseos se cumple y la muerte vuelve a llevarse a quieren las más terminantes prohibiciones para impedir que
corto plazo al bebé no deseado, un análisis permite averiguar se haga realidad esta persistente inclinación infantil. Entre
después cuán importante fue para el niño esa vivencia, por los primitivos que sobreviven en nuestros días, los pueblos
más que no haya permanecido adherida a su memoria. El salvajes, las prohibiciones del incesto son todavía más ter-
niño desplazado a un segundo plano por el nacimiento de un minantes que entre nosotros; y hace poco Theodor Reik en
hermanito, y casi aislado de Ja madre por primera vez, difícil- un brillante trabajo [1915-16], ha mostrado que los rÍtos
mente olvidará este relegamiento; Je nacen sentimientos que de pubertad de los salvajes, que figuran un renacimiento
en el adulto se dirían. de grave inquina, y que a menudo pa- tienen el sentido de cancelar el vínculo incestuoso del mu'.
san a ser Ja base de un distanCiamiento duradero. Ya men- chacho con su madre y de reconciliarlo con su padre.
cionamos [págs. 290-1] el hecho de que la investigación se- La mitología les enseña que el incesto, frente al cual su-
xual, con todas sus consecuencias, suele anudarse a esta ex~ puestamente tanto se horrorizan los humanos, se concedía
·! periencia vital del niño. Cuando estos hermanitos crecen, Ja sin reparo alguno a Jos dioses; y por Ja historia antigua pue-
actitud para con ellos sufre importantísimas mudanzas. El den averiguar que el matrimonio incestuoso con la hermana
chico puede tomar a la hermana como objeto de amor en . eri'l un precepto sagrado para Ja persona del gobernante (en-
sustitución de Ja madre infiel; entre varios hermanos que tre Jos antiguos faraones y los incas del Perú). Es, entonces,
·compiten por una hermanita más pequeña ya se presentan un privilegio denegado a los hombres comunes.
las situaciones de rivalidad hostil que cobrarán significación El incesto con la madre es uno de Jos crímenes de Edipo; el
más tarde en la vida. Una niñita encuentra en el hermano parricidio es el otro. Mencionemos de pasada que son también
mayor un sustituto del padre, quien ya no se ocupa de ella • los dos grandes crímenes prohibidos por el totemismo, la
con la ternura de los primeros años, o toma a una hermanita primera institución sociorreligiosa de los hombres.12
menor como sustituto del bebé que en vano deseó del padre.
Todas estas cosas y muchas más de la misma naturaleza Volvámonos ahora de la observación dire ' del niño a la
les mostrará la observación directa de los niños y el estudio exploración analítica del adulto que ha contraído neurosis.
anatómica entre los sexos1> (1925}), y fue desarrollada en «Sobre la
sexualidad femenina» (193lb). Retomó la cuestión en la 33ª de las
Nuevas conferencias (1933a) y, finalmente, en el capítulo VII de su 11 [Cf. 15, pág. 192.]
obra póstuma, Esquema del psícoanálisis (1940a).J 12 [Cf. Tótem y tabú (1912-13).]
¿En qué contribuye el análisis al ulterior conocimiento del de nuevo libidinosamente. La elección infantil de objeto no
complejo de Edipo? Bien; puede responderse muy breve- fue sino un débil preludio, aunque señero, de la elección de
mente. Lo revela tal como la saga lo cuenta; m11estra que objeto en la pubertad. En esta se despliegan procesos afec-
cada uno de estos neuróticos fue a su vez un Edipo o, lo tivos muy intensos, que siguen el mismo rumbo del comM
que viene a ser lo mismo, se ha convertido en ljn Hamlet piejo de Edipo o se alinean en una reacción frente a él. No
en la reacción frente al complejo. 13 Desde luego,'la exposi- i' !
obstante, y por el hecho de que sus premisas se han vuelto
ción analítica del complejo de Edipo es una versión aumen- insoportables, esos procesos tienen que permanecer en bue-
tada y ampliada del esbozo infantil. El odio hacia el padre, na parte alejados de la conciencia. Desde esta época en ade-
los deseos de que muera, ya no se insinúan tímidamente; lante, el individuo humano tiene que consagrarse a la gran
la ternura hacia la madre confiesa como su meta el poseerla tarea de desasirse de sus padres; solamente tras esa suelta
en calidad de mujer. ¿Nos es lícito atribuir realmente estas puede dejar de ser nfüo para convertirse en miembro de la co-
flagrantes y extremas mociones afectivas a aquellos tiernos munidad social. Para el hijo, la tarea consiste en desasir de
años de la infancia, o el análisis nos engaña por la intromi- la madre sus deseos libidinosos a fin de emplearlos en la elec-
sión de un factor nuevo? No es difícil descubrir un factor ción de un objeto de amor ajeno, real, y en reconciliarse con
así. Toda vez que un hombre informa sobre el pasado, aun el padre si siguió siéndole hostil o en liberarse de su pre-
si se trata de un historiador, debemos tomar en cuenta lo sión si se le sometió como reacción frente a su sublevación
que inadvertidamente pone en él desde el presente o de épo- infantil. Estas tareas se plantean para todas las personas; es
cas intermedias, falseando así su imagen. Y en el caso del digno de notar cuán raramente se finiquitan' de la manera
neurótico hasta es dudoso que esa atribución retrospectiva ideal, es decir, correcta tanto en lo psicológico como en lo
carezca de propósito; más adelante averiguaremos los mo- social. Pero los neuróticos no alcanzan de ningún modo esta
tivos que existen para esto y justificaremos el hecho del «fan- solución; el hijo permanece toda la vida sometido a la au-
tasear retrospectivo" [Rückphantasieren) 14 hasta el lejano toridad del padre y no está en condiciones de trasferir su
pasado. También descubrimos fácilmente que el odio al pa- libido a un objeto sexual ajeno. Esta misma puede ser, tro-
dre es reforzado por cierto número de motivos que provie- cando la relación, la suerte de la hija. En este sentido, el
nen de épocas y vínculos más tardíos, y que los deseos se- complejo de Edipo es considerado con acierto como el nú-
xuales hacia la madre se vuelcan en formas que al niño le cleo de las neurosis.16
son por fuerza todavía ajenas. Pero vano sería el empeño
de explicar todo el complejo de Edipo por un fantasear re-
trospectivo y de referirlo a épocas más tardías. Su núcleo Imaginarán ustedes, señores, cuán someramente he ro~
infantil, y aun sus elementos accesorios en mayor o menor zado gran número de circunstancias, importantes para la
medida, quedan en pie, como lo confirma la observación teoría y para la 'práctica, relacionadas con el complejo de
directa del niño. ' Edipo. Tampoco he entrado a considerar sus variaciones ni
Ahora bien, el hecho clínico que nos sale al paso tras la su inversión posible.1 7 Con respecto a sus nexos más ale-
forma del complejo de Edipo establecida por el análisis es jados, sólo quiero indicarles todavía que se ha revelado como
de gran importancia práctica. Nos enteramos de' que en la determinante en grado sumo para la producción literaria.
época de la pubertad, cuando la pulsión sexual pjantea sus Otto Rank ha mostrado, en un meritorio libro [1912c], que
exigencias por primera vez en toda su fuerza, los! viejos ob- los dramaturgos de todos los tiempos han tomado su asunto
jetos familiares e incestuosos son retomados e in¡vestidos 15 principalmente del complejo de Edipo y del complejo del
13 [El primer comentario impreso de Freud sobre Hanilet '-Y sobre
incesto, de sus variaciones y disfraces. Tampoco debemos
Edipo rey) es el que figura en La interpretación de los sueños (1900a), dejar de consignar que los dos deseos criminales del comple-
AE, 4, págs. 270-4.] jo de Edipo fueron reconocidos mucho antes de la época del
14 [Véase el final de la 23ª conferencia, págs. 337 y sigs.) psicoanálisis como los genuinos rep1 '~ntantes de la vida
15 [«Besetzt», «cargados de energía)" El concepto de <1Besetzungenn o
investiduras psíquicas {que Strachey traduce «cathexes»} es funM 16 (Esto había sido sostenido por Freud con frecuencia en el curso
damental en las teorías de Freud. Véanse mis comentarios al resM de los años anteriores. Ya aparece en una nota del caso del (~Hombre
pecto en el «Apéndice» a «Las neuropsicosis de defensa» (1894a), AE, de las Ratas» (1909d), AE, 10, pág. 163n.]
3, págs. 62M4. El término aparece a menudo en las páginas que 17 [El lugar en que Freud se ocupa más cabalmente de esto último
siguen.] es el capítulo IIl de El yo y el ello (1923b ), AE, 19, págs. 33 y sigs.]
P1:1lsional no inhibida. fültre los escritos de.!. enciclopedista
Diderot hay un famoso diálogo, Le neveu de Rameau, vertido
22ª conferencia. Algunas perspectivas
al alemán nada menos que por Goethe. Ahí pueden leer este sobre el desarrollo y la regresión.
asombroso pasaje: «Si le petit sauvage était abandonné a /ui·
méme, qu'il conservil.t toute son imbécillité et qit'il réitnit au Etiología
peu de raison de l'enfant ait berceau la víolence des passions
a
de l'homme de trente ans, il tordrait le col son pere et
coucherait avec sa 1nere».*1s
Pero hay otra cosa que no puedo omitir. No será en vano
que fo madre-esposa de Edipo nos haya hecho parar mientes Señoras y señores: Hemos averiguado que la función libi-
en el ~ueño. ¿Recuerdan todavía el resultado de nuestros dinal recorre un 1'1.r~"..:'.~º..~13,..d_:.s~:ollo_!J,as~od_e_i:_¡;_g­
anál1s1s de sueños, ~saber, que los deseos que los forman son trar al semcTode la reproducción en la manera llamada
con harta fre?uenc1a de naturaleza perversa, incestuosa, 0 n.Q!:l:g!'L AhoráCiuérria-exi>üñei'res·1a:·1m.¡iiii:liüi:cfa ·¡:¡c1e·esle
d:latan una ;nsospechada hostilidad hacia parientes pró- hecho tiene para la ca.usación de las neurosis,
ximos Y queridos? En aquel momento19 dejamos sin escla- Creo que coincidimos con las doctrinas de la patología
recer la proveniencia de estas mociones malvadas. Ahora us- general si suponemos que un desarrollo c!_<:_e_ll;"..(i~dol~_¡;·'-"l±:.C.i'
tedes. mismos pued~n. señalarla. Son unas colocaciones {Un- dos P.eJigros: primero, el de la inhibició¡¡y, s?gunc!o, e.l 99 la
ter.bnngu'.'g) de .la libido ¡; unas investiduras de objeto de la regresión. Vale d:cir,_ d'ld!':..!ª J'.~J:l~_e_n.~!.1l..íl'.'.r1.eE,¡ld~ lo¡; pro-
P.nmera mfancia, hace tiempo resignadas en la vida con- cesos biológicos.. a la v-ár!ación, por fuerza sucederá que no
c1ente, las que durante la noche demuestran estar aún pre- todas las l'ases preparatoí'iaslórascufrañconíguii1 léliCidad.\i
sentes Y ser capa~es de operar en cierto sentido. Pero como se supereñcom·~elariíeñfe 7
--..·-··---............,...._.. _.CL.............. ,.,re~
art8sdiHaTiiñCióii···üedá1:ai1
.l'.............
-·------·-p··--·---........1......
!odos los homb!es, y no sólo los neuróticos, tienen esos sue-
nos pe:;versos, incestuosos y asesinos, estamos autorizados a ~:~'fZr"ii t·~~na~"!hlhl'c~iinl: ril~i;f~i~5:~~g,~1~~~~icir1~Ydi;;
dercresariüu<;. ....... · · · · · ·
con~luir que también los que hoy son normales han recon1do
la v~a de desarr?llo que pasa por las perversiones y las in- · Procurémonos analogías con estos procesos en otros cam·
vestiduras de ObJeto del complejo de Edipo, que esa vía es la pos. Cuando un pueblo entero abandona su lugar de residen-
del desarrollo normal y que· los neuróticos no hacen más que cia para buscar uno nuevo, como tantas veceS' ocurrió en
mostrarnos aumentado y ampliado lo que el análisis de los períodos anteriores de la historia humana, es seguro que no
sueños nos revela también en las personas sanas. y este es todos sus miembros llegarán al nuevo sitio: Prescindiendo de
uno de los _motivos p?r los cuales hemos hecho que el estudio otras pérdidas, debe contarse por lo general con que peque·
de los suenos precediera al de los síntomas neuróticos. ños grupos o 'bandas dé los migran tes se detendrán en el ci;·
mino y se establecerán en esas estaciones mientras el grueso
sigue adelante. O, para buscar una comparación más suge-
rente: ustedes bien saben que en los manúferos superiores
las glándulas sexuales masculinas, originariamente situa-
das muy adentro de la cavidad abdominal, en un cierto mo-
mento de la vida intrauterina inician una migración que las
lleva casi directamente bajo la piel de la extremidad pélvica.
Como consecuencia de esta migración, l1a1lamos que en cier~
v to número de machos uno de esos órganos dobles se quedó
* («Si.el pe~~eño salvaje fuera abandonado a sí mismo1 conservara atrás en la cavidad pélvica o encontró ubicación duradera en
t~da su. nnbec1lidad ":( sumara a la escasa razón del niño en la cuna la
v1olenc1a de las pasiones del hombre de treinta años retorcería el el llamado canal inguinal, por el cual ambos tienen que pasar
cuello a su padre y se acostaría con su madre11.}
18
' en su migración, o, al menos, que este car tia permanecido
[Freud volvió a citar este pasaje (en la versión alemana de abierto, cuando normalmente debe cerrarse una vez cUn1"
Goethe) en 1•El dictamen de la Facultad en el proceso Halsm.anni• plido el cambio de ubicación de las glándulas sexuales. De
{ (1931d) Y (en francés) en su Es,quema del psicoanálisis (1940a) AE
23, fág. 192.) ' ' ' joven estudiante, cuando realicé mi primer trabajo científico
J,, i [Cf. 15, pág. 131.J bajo la dirección de Von Brücke, me ocupé de las raíces ner-
¡

'i'

También podría gustarte