Tarea 1

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Masoretas

Término utilizado para señalar a los eruditos judíos que entre los siglos V y X d. C. trabajaron

en la conservación del texto bíblico. La palabra viene del hebreo masorah, que significa

“tradición” (conjunto de todas las enseñanzas que tratan del texto sagrado, conservadas durante

largo tiempo por tradición oral).

Ellos copiaron con fidelidad la porción de la Biblia escrita originalmente en hebreo, lo que

nosotros conocemos como Antiguo Testamento. El interés primordial de los masoretas era la

transmisión exacta de cada palabra del texto bíblico.

Estos escribas fueron los que crearon el método para señalizar a las vocales, puesto que en

hebreo solo se escribían las consonantes. Con el paso de los siglos y sobre todo en la época de la

dispersión, solo unos cuantos podían entender hebreo para leer adecuadamente el texto bíblico,

se corría el riesgo de que se olvidara la correcta pronunciación de lo escrito ahí, así que, estos

eruditos fueron poco a poco, durante varios siglos, creando una serie de signos que se añadieron

sobre o debajo de las consonantes para indicar cuál era la vocal que correspondía, sin perturbar la

integridad del texto consonantal tradicional. También inventaron un sistema de signos para

señalar la acentuación y entonación que debía usarse en la lectura en voz alta de las Escrituras.

Canon del Antiguo Testamento

El término griego kanon es de origen semítico y su sentido inicial fue el de «caña». Más tarde,

la palabra tomó el significado de «vara larga» o listón para tomar medidas y era utilizado por
albañiles y carpinteros. El latín y el castellano transcribieron el vocablo griego como «canon».

La expresión, además, adquirió un significado metafórico: se utilizó para identificar las

normas o patrones que sirven para regular y medir.

En la tradición judeocristiana el canon tiene un propósito triple:

1. Identifica y conserva la revelación, a fin de evitar que se confunda con las

reflexiones posteriores en torno a ella.

2. Impide que la revelación escrita sufra cambios o alteraciones.

3. Brinda a los creyentes la oportunidad de estudiar la revelación y vivir de acuerdo a sus

principios y estipulaciones.

En el siglo IV la palabra «canon» se utilizó para referirse propiamente a las Escrituras. El

«canon» de la Biblia es el catálogo de libros que se consideran normativos

para los creyentes y que, por lo tanto, pertenecen con todo derecho a las colecciones incluidas en

el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Los libros de la Biblia hebrea son 24, divididos en tres grandes secciones.

1. La primera sección, conocida como Torá, (vocablo hebreo que por lo general se traduce

como «ley», pero cuyo significado es, más bien «instrucción» o «enseñanza») contiene los

llamados «cinco libros de Moisés»: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.


2. La segunda división, conocida como Nebiim (profetas), se subdivide en dos grupos: Los

profetas anteriores, en los que figuran Josué, Jueces, Reyes y Samuel; y Los profetas

posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y el Libro de los Doce.

3. La tercera sección de la Biblia hebrea se conoce como Ketubim (escritos) e incluye once

libros: Salmos, Proverbios y Job; un grupo de cinco libros llamados Megilot (rollos),

Cantar de los cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester; y finalmente Daniel,

Esdras-Nehemías y Crónicas.

Con las iniciales de Torá, Nebiim y Ketubim se ha formado la palabra hebrea Tanak, que

significa «la Biblia».

Los 24 libros de la Biblia hebrea son idénticos a los 39 que se incluyen en el

Antiguo Testamento. La diferencia en número se compensa al contar cada uno de los

doce profetas menores y en la separación, en dos libros cada uno, de Samuel, Reyes, Crónicas y

Esdras-Nehemías. Al unir el libro de Rut al de Jueces y el de Lamentaciones al de Jeremías, se

identifican 22 libros; el 22 corresponde, además, al número de caracteres del alfabeto hebreo.

El Canon griego: La Septuaginta

Uno de los resultados del cautiverio de Israel en Babilonia fue el desarrollo de comunidades

judías en diversas regiones del mundo conocido. En Alejandría, capital del reino de los

Tolomeos, el elemento judío en la población de habla griega era considerable; y como Judea
formaba parte del reino hasta el año 198 a.C., esa presencia judía aumentó con el paso del

tiempo.

Luego de varias generaciones, los judíos de Alejandría adoptaron el griego como su idioma y

dejaron el hebreo para cuestiones cúlticas. Para responder adecuadamente a las necesidades

religiosas de la comunidad, pronto se vio la necesidad de traducir las Escrituras hebreas al

griego. Ese proceso de traducción oral y escrita se llevó a cabo durante los años 250–150 a.C.

La Torá (o Pentateuco, como se conoció en griego) fue la primera parte de la Escrituras

en traducirse. Más tarde, se tradujeron los profetas y el resto de los escritos.

Una leyenda judía, de la cual existen varias versiones, indica que desde Jerusalén se llevaron a

setenta (o setenta y dos) ancianos hasta Alejandría para traducir el texto hebreo al griego. Esa

leyenda dio origen al nombre Septuaginta (LXX), con el que casi siempre se identifica y conoce

la traducción al griego del Antiguo Testamento.

El orden de los libros en los manuscritos de la Septuaginta difiere del que se presenta en las

Escrituras hebreas. Posiblemente ese orden revela la reflexión cristiana en torno al canon. Esta

compilación se divide en 4 secciones:

1. En primer lugar, como en el canon hebreo, la Septuaginta incluye los cinco libros

de Moisés o el Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.


2. La segunda sección presenta los libros históricos: Josué, Jueces, Rut, los cuatro libros de la

monarquía (Samuel y Reyes), Paralipómenos (Crónicas), 1 Esdras (una edición griega

alterna de 2 Cr 35.1 — Neh 8.13), 2 Esdras (Esdras-Nehemías), Ester, Judit y Tobit. Los

libros de Judit y Tobit, y las adiciones griegas al libro de Ester, no aparecen en los

manuscritos hebreos.

3. En la tercera división, se encuentran los libros poéticos y sapienciales: Salmos, Proverbios,

Eclesiastés, Cantar de los cantares, Job, Sabiduría y Eclesiástico. De este grupo, Sabiduría

(escrito originalmente en griego) y Eclesiástico (escrito en hebreo) no se encuentran en el

canon hebreo. El libro de los Salmos contiene uno adicional que no aparece en el canon

hebreo: el 151, del cual existen copias tanto en griego como en hebreo.

4. La sección final de la Septuaginta incluye los libros proféticos: Isaías, Jeremías

y Lamentaciones, junto a Baruc y la Carta de Jeremías, que no aparecen en el orden

del canon hebreo; Ezequiel; y el libro de Daniel, con varias adiciones griegas: la historia

de Susana, el relato de Bel y el Dragón y una oración de confesión y alabanza de

68 versículos dentro del tercer capítulo.

Los libros de los Macabeos (que pueden llegar hasta a cuatro en diversos manuscritos y

versiones) se incluyen, como una especie de apéndice, al final de la Septuaginta.

La iglesia cristiana se benefició sustancialmente de la traducción de la Septuaginta: la utilizó

como su libro santo y le llamó «Antiguo Testamento».


Versiones latinas de la Biblia

Itala Antigua o Vetus Latina

Proviene de la Septuaginta o Versión de los Setenta, para la mayoría de los libros del Antiguo

Testamento y de los originales griegos para los libros del Nuevo Testamento. Estuvo en uso en el

Imperio Romano de Occidente desde el siglo II hasta el siglo V. No fue una traducción directa

del Hebreo.

Vulgata

Hacia finales del siglo IV, el Papa Dámaso I encargó a San Jerónimo una nueva versión latina

utilizando como fuente la versión Itala antigua. Se ciñe mucho a los textos hebreos. Esta versión

se impuso en el siglo VII definitivamente. Se denominó Vulgata porque la intención primaria de

esta versión era "vulgarizar" la Biblia, hacerla llegar hasta el vulgo, es decir, hacerla popular.

Beza

Durante la Reforma Protestante, Theodore Beza produjo una nueva versión latina del Antiguo

Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios apócrifos. Dada la escasa demanda de biblias

latinas entre los protestantes, su traducción nunca alcanzó gran difusión, pese a lo cual, tanto su

texto como sus abundantes notas exegéticas, influenciaron la Biblia de Ginebra.


Neovulgata

La Neovulgata es, básicamente, la misma versión Vulgata, a la que se van incorporando

avances y descubrimientos según éstos tienen lugar. La última versión aprobada por el papado de

esta Biblia data de 1979, siendo la versión de referencia para traducciones a otras lenguas.

Tárgumes

Se refiere a una paráfrasis del Antiguo Testamento (Biblia hebrea) la palabra se puede traducir

literalmente como interpretación o traducción. Se conservan tárgumes para todos los libros,

excepto Esdras, Nehemías y Daniel.

Los tárgumes son las antiguas traducciones judías del Antiguo Testamento al arameo. Fueron las

únicas traducciones oficialmente reconocidas y como tales, se utilizaron en el servicio

sinagogal.

Comenzaron a aparecer gradualmente a medida que evolucionó la sinagoga. Después del exilio

babilónico, el arameo predominó sobre el hebreo como la lengua de los judíos; en consecuencia

se hizo habitual que la lectura de las escrituras hebreas fuese seguida por una versión oral en

arameo para beneficio de los fieles. Seguramente esas versiones serían libres y espontáneas al

principio, pero se volvieron “tradicionales” con el transcurso del tiempo. La etapa siguiente

consistió en darle forma escrita a dichas versiones; el material targúmico más antiguo que existe

pertenece al siglo II a.C., y es de Qumrán.


Referencias

bibliatodo.com

wol.jw.org

textobiblico.com

http://www.indubiblia.org/canon-de-la-biblia

https://esacademic.com/dic.nsf/eswiki/171297

https://revistas.ucm.es/index.php/ILUR/article/view/ILUR0202230063A/26434

https://es.wikipedia.org/wiki/Tárgum

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