El Retrato Es La Descripción de Una Persona
El Retrato Es La Descripción de Una Persona
El Retrato Es La Descripción de Una Persona
espiritual.
• Aplicación práctica
Esta es la evocación que efectúa Miró de la figura de Lucio Poncio Pilato, procurador
romano de Judea en tiempos de Cristo.
• Apoyo léxico
Extraordinaria descripción de Pilato la que efectúa Miró, de gran fuerza plástica, tan
rica en imágenes como en densidad expresiva. El acierto poético de las
comparaciones y la adjetivación empleada para precisar los rasgos físicos y de
naturaleza espiritual que mejor definen la personalidad de Pilato ponen de manifiesto
la exquisita sensibilidad del novelista alicantino.
• Actividades
La descripción
Describir un ser o un objeto es presentarlo por medio de las palabras, de forma que
el receptor pueda hacerse una idea precisa de cómo es; es decir, consiste en
presentar las partes o los rasgos característicos de seres, lugares, ambientes,
objetos, sentimientos o fenómenos. Por tanto, la realización de una descripción
exige seguir una serie de pasos o fases, entre los que destacan los siguientes:
Recursos de la descripción
• Las imágenes, por ejemplo: Luis es una ardilla. Celia es un verdadero ciclón.
• Los rasgos comunes a las cosas que comparamos. Son las características
que hacen que podamos agrupar a los seres en clases.
Tipos de descripción
Hay distintos tipos de descripción y cada uno de ellos presenta unos requisitos
peculiares:
Ejemplo: “Entonces, empujando una gruesa línea de nubes plomizas que negreaba
en el horizonte, un viento frío y húmedo empezó a soplar desde el este”. El
capitán Alatriste, Arturo Pérez Reverte.
La descripción tiene que ser viva y estar próxima a la realidad. Para ello hay que
observar el mayor número de detalles posible y destacar los que llamen más la
atención en el receptor, porque sean llamativos, enérgicos o tengan algún tipo de
significación en el texto. También es común adoptar un punto de vista propio en
función de lo que se quiere reflejar; así se hará con más eficacia. El punto de vista
puede cambiar según la perspectiva con que el autor decide mirar la obra, desde un
objetivismo puro hasta los enfoques más subjetivos. Antes de escribir un retrato de
un personaje, el escritor decide qué tono adoptará en él; por ejemplo, un tono serio o
un tono burlón. Así se pueden exagerar mucho los rasgos de una persona, con
intención satírica o humorística, para que el retrato pase a ser una caricatura.
“Tu aliento es el aliento de las flores, tu voz es de los cisnes la armonía; es tu mirada
el esplendor del día y el color de la rosa es tu color.” Rimas,
Gustavo Adolfo Bécquer.
“Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una
alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado; era un reloj de sol mal
encarado, érase un elefante boca arriba, érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio
Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce tribus de
narices era; érase un naricísimo infinito frisón archinariz, caratulera, sabañón
garrafal, morado y frito.”
Descripción de personas
Hay varias formas de describir a una persona. Según se describan sus rasgos sería
una:
Don Gil, Don Juan, Don Lope, Don Carlos, Don Rodrigo,
¿cuya es esta cabeza soberbia? ¿Esa faz fuerte?
¿Esos ojos de jaspe? ¿Esa barba de trigo?
Este fue un caballero que persiguió a la Muerte
Cien veces hizo cosas tan sonoras y grandes
que de águilas poblaron el campo de su escudo;
y ante su rudo tercio de América o de Flandes
quedó el asombro ciego, quedó el espanto mudo.
El tío Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida, y ya tenía cerca de cuarenta
años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al
mundo. Lucas era en aquel entonces de pequeña estatura, un poco cargado de espaldas,
muy moreno, barbilampiño, narigón, orejudo y picado de viruelas. En cambio, su boca era
regular y su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la corteza de aquel hombre era tosca
y fea; que tan pronto como empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones,
y estas perfección es principiaban por los dientes. Luego venía la voz, vibrante, elástica,
atractiva. Llegaba después lo que aquella voz decía: todo oportuno, discreto, ingenioso,
persuasivo.
Esta es la evocación que efectúa Miró de la figura de Lucio Poncio Pilato, procurador
romano de Judea en tiempos de Cristo.
Poncio era amplio, vigoroso y súbito; su cabeza, redonda, de cabellos grises, apretados y
cortos; la frente, baja, de recia sien; los ojos, metálicos, inquietos y menudos, que aún se
reducían más cuando miraban con ahínco; los labios, rasurados y carnales; la nariz, gruesa;
salediza la barba; la mejilla, depilada y robusta, y las manos, muelles, enjoyadas con
pulseras de oro pálido, y el ancho anillo de caballero, como una gota de luna. La violencia
de su porte y de su voz caían en cansancios y hastíos; y dentro de esa quietud quedaba su
ímpetu hecho plástica, vibrando en el pliegue de sus cejas, en el enojo de su boca, en la
línea rotunda, estallante, de su mandíbula, como los bronces de Myron contienen el
esfuerzo y el brío de la palestra.