Genero en Educacion Espacio Identidad e Intervencion
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Genero en Educacion Espacio Identidad e Intervencion
EDUCACIÓN
ESPACIO, IDENTIDAD E INTERVENCIÓN
www.upn.mx
Hecho en México.
Índice
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de género en el espacio escolar no sólo es cuestión de
justicia, sino también una estrategia fundamental
para el éxito académico.
A través de la educación, los actores involucrados
pueden moldear activamente las mentalidades, normas
y estructuras sociales, transmitiendo no sólo conoci-
mientos, sino también valores y principios que reco-
nozcan la multiplicidad de perspectivas, experiencias
y voces presentes en la comunidad escolar. En este
contexto, el género se convierte en un factor deter-
minante que influye en todos los aspectos de la expe-
riencia educativa.
A medida que avanzamos en el siglo xxi, la re-
flexión sobre el género en el ámbito educativo se
vuelve un vehículo necesario para la transformación
social y personal, que elimine las barreras impuestas
por los estereotipos y que permita a cada individuo
alcanzar su bienestar integral y libre expresión.
Esta obra reúne el trabajo de profesionales con am-
plia trayectoria y experiencia en el tema de género en
contextos socioeducativos, y sistematiza algunos de
los abordajes teóricos más relevantes sobre el género
y su intersección con la educación. Así mismo, plan-
tea propuestas concretas para promover la equidad de
género en el espacio escolar.
Se espera que la diversidad de temas y formas de
abordar el género en la educación contribuya al inter-
cambio constructivo de saberes y experiencias en el
tema, además de servir como referencia a todas aquellas
personas interesadas e involucradas en la construc-
ción de una sociedad más incluyente, justa y diversa.
8
Género y educación: nuevas preguntas,
viejos desafíos
9
prevención de la violencia de género. Al respecto,
Benavides y Galván (2020), señalan que en el plan de
estudios para la educación básica 2011 y en el plan
2017, se incorporaron los “temas de género como
parte de los contenidos curriculares de distintas asig-
naturas, así como de manera transversal a los planes
de estudio de primaria y secundaria” (, p. 5). Pero, en
la Educación Media Superior esta incorporación fue
desigual, probablemente por “la alta estratificación de
este nivel de estudios y porque, en los niveles más al-
tos de formación académica, la incorporación de con-
tenidos obedece en mayor medida a lo que se conoce
como una lógica disciplinar” (p. 5).
Sin embargo, cuando ingresó al ámbito educati-
vo en nuestro país, la perspectiva de género, como
estrategia política y concepción epistemológica para
asegurar la igualdad entre mujeres y hombres, había
recorrido un largo camino. Así, la Convención sobre
la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer (cedaw por sus siglas en inglés)
adoptada en forma unánime por la Asamblea Gene-
ral de Naciones Unidas (onu) en 1979 y ratificada
por México en 1981, impulsó la incorporación de “la
perspectiva de género en todas las instituciones, po-
líticas y acciones, con el fin de garantizar (…) que no
exista discriminación directa ni indirecta de la mujer”
(onu-Mujeres, s/f, párrafo 1).
En 1994, se realizó la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra
la Mujer, más conocida como Convención Belém Do
Pará, ratificada por México en 1998. La Convención
consagra el derecho de las mujeres a una vida libre de
10
violencia y de discriminación en los ámbitos público y
privado, lo cual incluye: “el derecho de la mujer a ser
valorada y educada libre de patrones estereotipados de
comportamiento y prácticas sociales y culturales ba-
sadas en conceptos de inferioridad o subordinación”
(oea, 1994, p. 8).
En la IV Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada
en Beijin en 1995, se planteó “el establecimiento de una
institucionalidad de género a nivel nacional y la asimi-
lación de la perspectiva de género [así como] la premisa
de la equidad en todas las instituciones y mandatos del
Estado (Maier, 2007, 190).
Los compromisos contraídos por México al ratificar
esas convenciones y la plataforma de acción dieron lugar
a varios textos legales: la Ley Federal para la Protección
de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes
(2000), la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Dis-
criminación (2003), la Ley General para la Igualdad
entre Mujeres y Hombres (2006) y la Ley General de
Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
(2007). En esta última establece el marco legal para que
el diseño de políticas educativas incorpore la perspecti-
va de género en el marco de los principios de igualdad,
equidad y no discriminación entre mujeres y hombres.
Sin embargo, la garantía de estos principios no sólo
demandaba cambios en el nivel normativo; también re-
quería transformaciones profundos, estructurales, ins-
titucionales y subjetivos. En el ámbito de la educación,
esta tarea representó un gran desafío; no sólo porque
implicaba la apropiación de una categoría teórica y la
adopción de un enfoque que interpelaba la práctica do-
cente y las dimensiones de la cultura escolar (Pérez
11
Gómez, 2000), sino porque los alcances políticos de
esta propuesta implicaban un cambio francamente
amenazante para sectores sociales casados con una vi-
sión tradicional de las relaciones de género, mientras
que, para otros, resultaba una propuesta de tantas,
“una moda”, como se escuchaba decir en algunos in-
tercambios informales, un tema de escasa relevancia
que pronto pasaría al olvido.
Desde un punto de vista teórico, la entrada del gé-
nero y de esa perspectiva en la educación, se concretó
desde un enfoque construccionista que implicaba “la
inscripción de valores sobre lo masculino y lo femenino
sobre un cuerpo atravesado por una diferencia sexual
dada ‘naturalmente’ por la biología” (Buquet, López,
Moreno, 2020, p. 184). Planteado de este modo, el
dato biológico del sexo se erige en un criterio de cla-
sificación y diferenciación de los cuerpos en términos
dicotómicos (macho o hembra de la especie humana)
jerárquicos y sexistas, que privilegia a los varones y a
ciertas concepciones y expresiones de masculinidad que
se imponen como modelo de lo humano (Facio, 2005).
En el ámbito educativo, esta concepción persiste
hasta el presente. Una muestra de ello son las investi-
gaciones sobre violencia de género y violencia en contra
de las mujeres reportadas en el estado del conocimien-
to del Consejo Mexicano de Investigación Educativa,
correspondientes al periodo comprendido entre 2002 y
2012, donde prevalece la comprensión del género
como categoría relacional y como construcción social.
Sin embargo, en una proporción equivalente, las inves-
tigaciones sobre violencia de género utilizan la categoría
12
como sinónimo de sexo y, específicamente, para refe-
rirse a un problema que afecta a las mujeres, de manera
tal que se pierde la perspectiva relacional del concep-
to (Pereda, Hernández y Gallegos, 2013). Estos ha-
llazgos evidencian que, en la investigación educativa
y hasta la primera década del nuevo siglo, la categoría
género oscilaba desde la posición de un constructo teó-
rico para explicar la desigualdad entre mujeres y hom-
bres, hasta el carácter de un atributo personal o un pro-
blema de las mujeres. En este momento, se encuentra
pendiente la nueva edición del estado del conocimiento
que permitirá analizar las persistencias y los nuevos
enfoques y los cuestionamientos que recibe la categoría
de género en los últimos años desde la investigación
educativa, lo cual permitirá ampliar las respuestas a
las interrogantes que se plantean al inicio de este ca-
pítulo.
No obstante, en la actualidad, tanto desde el ámbito
académico como desde los movimientos sociales, la ca-
tegoría género afronta otros cuestionamientos. Al res-
pecto, las palabras de Flores (2008) dan cuenta de
esta controversia:
La categoría de género, desarrollada por los estudios
feministas, fue un concepto eficaz y productivo que
ha permitido revelar las desigualdades entre hombres
y mujeres, como una construcción social e histórica
en sociedades patriarcales. Sin embargo, desarrollos
posteriores comenzaron a interpelar esta categoría,
por sus limitaciones al analizar otros cuerpos, otras
sexualidades. (pp. 16-17)
13
Entre las interpelaciones que menciona la autora,
recupero las que provienen de la teoría queer y de la
filósofa Judith Butler, cuyas aportaciones aparecen
citadas en algunos artículos que integran este libro.
En líneas generales, estos cuestionamientos giran en
torno a las reflexiones de Judith Butler (2005) cuan-
do plantea que “mantener el binario hombre-mujer,
como la única forma de entender el campo del género
(…) produce y naturaliza las nociones de femenino
y masculino que la noción de género trata de evitar”
(p. 12). Entonces, más allá de la construcción social
de una diferencia preexistente, sexo y género surgen
como “efecto performativo de una repetición ritualiza-
da de actos que acaban naturalizándose y produciendo
la ilusión de una sustancia [el cuerpo] y una esencia
[el género]” (Duque, 2011, p. 87). Esta repetición ri-
tualizada no es opcional, por el contrario, se trata de
una exigencia del entorno orientada a producir una
determinada identidad sexual que, cuando responde
a las regulaciones discursivas (heteronormatividad),
produce un género “correcto” y “verdadero”, es decir,
congruente con el sexo, también entendido en térmi-
nos dicotómicos (macho o hembra) (Duque, 2011).
Estas dos perspectivas: el género como construc-
ción sociocultural de la diferencia sexual, y el género
como efecto performativo de la heteronormatividad,
coexisten entre las y los autores que comparten sus re-
flexiones, avances y resultados de investigaciones en
este libro.
Lo anterior resulta interesante porque pese a estos
distintos enfoques teóricos, en todos los trabajos, la
escuela aparece como un espacio que se erige como
14
baluarte del orden de dominación patriarcal, que pri-
vilegia la reproducción del binarismo de género y, en
consecuencia, como territorio de violencias en contra
de las mujeres (un cuestionamiento de larga data desde
los estudios de género en educación y desde los femi-
nismos) de las masculinidades subordinadas y subal-
ternizadas, y desde las identidades y expresiones de
género disidentes. Al respecto, Cortés e Itarte (2013)
alertan:
Sabemos que la educación del género es algo más que
un lenguaje interiorizado acerca de la propia identi-
dad; es también el aprendizaje de una cierta forma de
ocupar el espacio y una configuración específica de
los “lugares” físicos que habitamos. (p. 69).
En este sentido, la distinción y diferenciación de
los espacios en términos binarios “pone de manifies-
to la constitución de una normalidad heterosexual,
de una dirección correcta y adecuada del deseo, de
una identidad necesaria de todas las personas con ‘su’
sexo” (Flores, 2008, p. 18). Con base en lo anterior,
podemos decir que la cultura y las prácticas escolares
visibilizan en exceso unas identidades de género, para
ocultar las disidencias como expresiones de lo extra-
ño, de lo anómalo y, por ende, de lo que perturba y
altera. Sin embargo, desde la perspectiva de Flores, la
escuela “también puede configurarse como un espacio
de producción de prácticas y relaciones que habiliten
la proliferación no jerarquizada de otras identidades,
otros modos de vida y devenires existenciales” (p. 19).
Y éste es el desafío que plantean algunos de los traba-
jos en esta publicación, cuando recuperan las propuestas
15
para una transformación de las instituciones, no sólo en
el nivel normativo, sino en las formas de habitar los es-
pacios, cuando cuestionan el sistema de dominación
patriarcal y muestran sus huellas en experiencias, es-
colarizadas o no, donde la distinción y generización
de los espacios público/privado se extiende al ámbi-
to educativo para incidir en aspectos, aparentemente
tan alejados de esa división, como las profesiones, la
inserción de las mujeres en la educación superior y
en el mercado laboral o, incluso, en la concepción del
talento, asociado con las competencias sobresalientes
para las matemáticas y las diciplinas científicas; además,
cuando denuncian la formación profesional sesgada por
la heteronormatividad y todas las violencias para san-
cionar y enderezar las actuaciones de género que se dis-
tancian de esa regulación.
En las reflexiones anteriores ofrezco una interpreta-
ción de los temas, problemas y enfoques que adoptan
los artículos del libro. Para presentarlos, los agrupé de
acuerdo con una clasificación temática que invita al
diálogo entre sus autoras y autores. Esta clasificación
comprende los apartados que se abordan en las páginas
que siguen.
16
de una red de instituciones que operan “como pilares
estrechamente ligados entre sí (…) que contribuyen al
mantenimiento del sistema de género y a la reproduc-
ción de los mecanismos de dominación masculina”
(Facio, 2005, p. 282). Los capítulos que se reseñan a
continuación ofrecen la oportunidad de observar la per-
sistencia del discurso patriarcal, tanto en la educación
escolarizada y en experiencias formativas que lo po-
nen en evidencia y lo confrontan.
El primer trabajo ofrece una reflexión teórica desde
un posicionamiento feminista, sobre el género en la
educación. Lleva por título: “Género, feministas y edu-
cación: realidades, mitos y desafíos” y es presentado
por Carolina Grajales Valdespino. A la vez que reco-
noce las profundas transformaciones sociales impul-
sadas por el feminismo desde los años ochenta del
siglo XX, la autora llama la atención sobre la “reac-
ción patriarcal”, que incluye campañas y movimientos
contra la llamada “ideología de género”, por parte de
sectores conservadores, reaccionarios, de la política y
la religión en distintas partes del mundo. Para con-
frontar estos cuestionamientos, la autora ofrece un
recorrido donde entrama los conceptos centrales de la
teoría de género y comparte evidencias de los logros
en materia de igualdad sustantiva de género en la
educación superior en México. De este modo, desar-
ticula los supuestos de la reacción patriarcal con evi-
dencias de la politización religiosa y las corrientes de
extrema derecha que, desde los años noventa del siglo
pasado intentan reprimir lo que consideran una “in-
vasión feminista” en distintos ámbitos nacionales e
internacionales. En la reflexión final, la autora señala
17
algunos desafíos y retos que actualmente enfrentan
las mujeres en la educación superior y que, en última
instancia, refieren a la persistencia de la desigualdad,
un pilar fundamental sobre el cual se asienta el pa-
triarcado.
En esta misma línea, pero a partir del análisis de
experiencias de creación literaria, surge el capítulo de
Jonathan Gerardo Castillo Antúnez y Mónica García
Contreras, titulado “Género y creación literaria: el caso
de algunos talleres en la Ciudad de México”. El trabajo
propone identificar las posibles huellas del sistema pa-
triarcal que marcan la vida y los escritos de las mujeres
participantes. Para ello, se analizan dos textos produ-
cidos en el taller. Al adoptar el enfoque de género, el
estudio orientó la mirada hacia las desigualdades que
afrontan las participantes y que expresan a través de
sus producciones. Las conclusiones confirman la pre-
sencia de patrones de género muy marcados. Sin em-
bargo, la experiencia del taller confronta el discurso
patriarcal cuando las mujeres toman la palabra para
valorar positivamente el trabajo creativo en comuni-
dad con otras; también, cuando significan los talleres
como una experiencia formativa, en lugar de un pasa-
tiempo o entretenimiento, y se perciben a sí mismas
como escritoras. Además, cuando afrontan el desafío
y el riesgo de tomar la palabra pese a que, a veces, se
bloquean ante la profusión de emociones y el temor
a la exposición pública. Pero, reivindican el carácter
liberador y catártico de la experiencia. Por último,
entre las limitaciones de los talleres, se señala la au-
sencia de literatura producida por personas sexo-disi-
dentes, así como la poca significatividad del lenguaje
18
incluyente y de la incorporación de la perspectiva de
género por parte de las talleristas.
19
del entorno familiar y está representada por el padre
y la madre; en segundo término, por las y los herma-
nos. Por último, el estudiantado identifica la figura
de algún profesor o profesora, de la secundaria o el
bachillerato, que orientó la toma de decisión. Aunado
a lo anterior, en los testimonios se percibe la presen-
cia de estereotipos, así como una feminización o mas-
culinización de ciertas profesiones, por parte de las
familias, que tiende a desalentar o impedir las eleccio-
nes que contrarían las identidades de género. En las
reflexiones finales, la autora destaca la necesidad de
identificar y cuestionar los sesgos de género que inci-
den en la elección de carrera para construir una socie-
dad más equitativa, donde los hombres y las mujeres
puedan elegir libremente su profesión en concordan-
cia con sus intereses, gustos y vocación.
Con una orientación similar a la investigación ante-
rior, se ubica el trabajo de Jesús Lechuga Montenegro,
Giovanna Ramírez Argumosa y Maricruz Guerrero
Tostado, “Participación femenina en la educación y el
mercado laboral en México”, que propone analizar los
mecanismos implementados para lograr la equidad de
género en relación con la inclusión educativa y laboral
de las mujeres. Para ello, analiza las variables de ma-
trícula escolar en diferentes niveles educativos y por
área académica, así como las variables salarios y par-
ticipación laboral de la mujer en México. Las fuentes
de consulta son la Encuesta Nacional de ocupación y
empleo (inegi, 2021 y 2023) y la Estadística de na-
cimientos registrados (inegi, 2021). Los resultados
muestran una participación femenina desigual, tanto
20
en el ámbito educativo como en el mercado laboral,
específicamente en áreas académicas de ciencia, tec-
nología, matemáticas e ingenierías que, de acuerdo
con las autoras, representan opciones profesionales
con mayores posibilidades de altos ingresos.
El artículo “Género y altas habilidades: estereoti-
pos de género en madres y padres de familia con hijas
e hijos con talento matemático”, de Cristianne Butto
Zarzar, evidencia el peso de la división y generización
de los espacios público/privado. En el trabajo se ana-
lizan los sesgos de género asociados con la idea del
talento para las matemáticas. En paralelo, asocian las
altas habilidades en este campo, con la reproducción
de los estereotipos de género sociales y familiares
que devalúan las competencias de las mujeres y las
niñas. Por último, reportan el resultado de una sesión
de taller realizada con madres y padres de familia de
estudiantes que forman parte del Programa Talento
Matemático Mexicano, de la Universidad Pedagógica
Nacional, unidad Ajusco. La experiencia revela que,
tanto las niñas como los niños pueden recibir apo-
yo familiar, pero éste varía en función del sexo y de
los estereotipos de género. A modo de conclusión,
señalan la importancia de incorporar la perspectiva
de género, no sólo en los programas de atención al
alumnado con talento matemático, sino en el ámbito
educativo. Además, sugieren que el personal docente
y las familias reflexionen sobre el efecto de los roles
de género en la formación personal, y en la búsqueda de
una sociedad más equitativa.
21
Identidades, espacios y violencias de género
22
perspectiva de género, la incorporación del enfoque de
género en el currículo y la capacitación del personal
docente en relación con la sexualidad.
En el capítulo titulado: “Talleres con perspectiva de
género como acciones institucionales dentro de una
IES”, de Nancy Granados Reyes, Héctor Francisco
González Fernández y Cecilia Concepción Cuan Rojas,
las autoras abogan por la creación de talleres con pers-
pectiva de género y feminista, para erradicar la violen-
cia social, presente en distintos escenarios: desde los
espacios escolares hasta los medios de comunicación.
Reporta una experiencia de intervención profesional en
el taller Reflexiones sobre género y autocuidado, que
forma parte del Seminario Permanente de Estudios de
Género y Feminismo de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla (buap). En la primera fase tra-
bajaron con estudiantes mujeres en varias sesiones,
orientadas a fomentar la identificación de la violencia
en las ies y en los medios de comunicación. En una si-
guiente fase, proponen el abordaje de estrategias como
el empoderamiento y el auto concepto. A partir de
esta experiencia, las autoras identifican áreas de opor-
tunidad para optimizar el diseño de futuros talleres y
extenderlos a otros sectores de la población estudiantil
representada por hombres y mujeres de la disidencia
sexo-genérica.
Por último, en este apartado se incluye un artículo
que aborda el vínculo entre identidades, espacios y
violencias desde otra perspectiva. Se trata de la inves-
tigación realizada por Mónica García Contreras que
lleva por título “Juegos y violencias estructurales en
niñxs de la Ciudad de México”. El trabajo analiza la
23
influencia de las representaciones de la violencia es-
tructural en los juegos infantiles, en relación con la
conformación subjetiva. Para concretar la indagación
se aplicaron veinte entrevistas semiestructuradas, por
medio de plataformas digitales, a un grupo de niñas y
niños de educación primaria, y también a algunas ma-
dres de familia del grupo. Este estudio se aborda desde
el análisis crítico del discurso y centra la atención en
los juegos descritos antes de la pandemia y durante
el confinamiento. Los resultados muestran que en los
juegos infantiles persisten discursos de género y de
violencia de género como expresión de dinámicas so-
ciales más amplias, así como tensiones y problemas
familiares potenciados por el encierro durante la pan-
demia. También, reporta la influencia del consumo de
redes sociales (YouTube) y de videojuegos, en la con-
formación subjetiva, específicamente, en las interac-
ciones con otrxs jugadorxs y en la transformación de
los intereses de las personas entrevistadas. Aunado a
lo anterior, entre las niñas afloran expresiones de re-
sistencia, al rechazar las interpelaciones de feminidad
con las que desacuerdan; también, al aventurarse en jue-
gos fuertemente masculinizados, y al desarrollar la crea-
tividad y establecer contactos con otrxs niñxs afines. Por
último, en algunos casos, los varones se involucran en
dinámicas de reforzamiento de la masculinidad tradi-
cional y de la violencia, aunque también confrontan
estos mandatos.
24
Violencias contra las personas de la disidencia sexual
25
específicamente las necesidades de la población
lgbti+; b. Creación de espacios seguros, grupos de
apoyo o alianzas estudiantiles lgbti+ que promuevan
la aceptación y la convivencia respetuosa; c. Capacita-
ción docente sobre diversidad sexual y de género para
proporcionar un ambiente inclusivo.; d. Programas de
educación sexual inclusiva que promuevan la autoa-
ceptación y la empatía hacia los demás. Concluyen
que la deuda histórica con las juventudes trans debe
priorizar los protocolos que minimicen y eliminen la
discriminación y la violencia hacia quienes se identi-
fican con géneros distintos al biológicamente estable-
cido en su nacimiento.
En diálogo con el estudio anterior, surge el trabajo
de David Román Islas Vela, “Espacio escolar, sexuali-
dades y género. Habitar la escuela: desigualdades y re-
laciones de poder”, que propone una reflexión crítica
sobre la construcción de los espacios escolares hetero-
normativos que refuerzan las desigualdades de género
y sexuales e influyen en las formas de habitarlos. La pre-
misa que orienta el trabajo afirma que el espacio escolar
no es neutro, ni mucho menos asexual, por el contra-
rio, se encuentra fuertemente marcado por la normativa
de género que, al omitir otras identidades, principal-
mente entre adolescentes, replica la realidad hetero-
normativa de la arena pública. Propone rutas de inter-
vención desde las geografías contrasexuales, las cuales
reconocen el espacio escolar como un micro universo
donde se reproducen las relaciones desiguales y de po-
der del sistema heteropatriarcal, y donde las autorida-
des académicas juegan un papel central al proscribir
las experiencias habitables de las contrasexualidades.
26
Por último, aboga por la enunciación de las otras ex-
periencias habitables en la escuela, más allá del bina-
rismo de género, para matizar y atender las violencia,
desigualdades y actos discriminatorios.
La problemática que aborda el siguiente trabajo
puede interpretarse como expresión de la política del
desconocimiento, mencionada en párrafos anteriores.
Me refiero el capítulo elaborado por Omar Alejandro
Olvera Muñoz, titulado “Reflexiones sobre la forma-
ción médica para la promoción de la salud sexual de
hombres bisexuales”. En el inicio, el autor afirma que
la educación sexual en medicina reduce la informa-
ción sobre la sexualidad al ámbito de la reproducción
humana. En consecuencia, estos profesionales care-
cen de competencias para la promoción de la salud
sexual de hombres bisexuales. Atribuye esta orienta-
ción al Modelo Médico Hegemónico (mmh) que pri-
vilegia un enfoque centrado en la enfermedad y en los
individuos, sin tomar en cuenta los contextos de in-
teracción. Además, el mmh enfatiza la hiper especia-
lización y fragmenta las prácticas y saberes. Así, este
modelo excluye el abordaje de la sexualidad desde
una perspectiva crítica que abone a la reflexión sobre
las problemáticas sociales que afrontan las personas
lgbti+. La persistencia de este modelo en la forma-
ción de profesionales de la medicina posee consecuen-
cias perjudiciales para la salud sexual de los hombres
bisexuales que acuden a los servicios médicos, debido
a la incapacidad de reconocer prácticas que van más
allá de los estándares heteronormativos. Lo anterior
repercute en la nula asistencia a dichos servicios para
evitar tratos violentos y discriminatorios. Aunado a lo
27
anterior, el desconocimiento de los profesionales de
la salud puede generar situaciones de incomodidad, así
como también, dificultades para realizar exploraciones
físicas o redactar la historia clínica. En las conclusiones,
el autor afirma la necesidad de incorporar la perspectiva
de género y contenidos vinculados con la salud sexual
de personas lgbti+ en los planes y programas de
estudio de las escuelas de medicina del país, la actua-
lización del profesorado, y la reflexión sobre el papel
de las universidades en la formación de profesionales de
la salud con un elevado compromiso social.
Las reflexiones anteriores encuentran eco en el ca-
pítulo titulado “Diversidad sexogenérica como tabú
en la labor profesional docente de educación básica, en
los niveles primaria alta y secundaria”, que presenta
Abril Adriana Álvarez Hernández. El trabajo ofrece
resultados de una investigación con una muestra inten-
cional conformada por un grupo de docentes de edu-
cación básica, sobre las percepciones y prácticas de la
diversidad sexo genérica. El análisis de las entrevistas
revela que esta temática se aborda en algunos espacios
curriculares (Ciencias Naturales, Socioemocional),
y en las interacciones cotidianas dentro del aula se
realizan actividades que propician valores como la
empatía; sin embargo, no existen acciones similares
que involucren a la comunidad educativa en espacios
compartidos, tales como el patio de recreo. Entre lxs
docentes, la diversidad sexogenérica se percibe como
un contenido, y plantean la necesidad de recibir actua-
lización. Para abordarlo con el estudiantado, sugieren
el trabajo en equipo, pláticas, e incluso, escuela para
padres, en tanto consideran que el abordaje de estos
28
temas es, en primera instancia, una responsabilidad
familiar. Esta idea se complementa con la afirmación
de que estas temáticas requieren un trabajo interdis-
ciplinario, con apoyo psicológico, médico y de trabajo
social, porque se trata de una responsabilidad social
que no le corresponde al personal docente. La autora
concluye que la diversidad sexogenérica no es un tema
prioritario; su inclusión en el currículo resulta delica-
do y controversial, el personal docente lo percibe como
un problema porque despierta resistencias entre las
madres, padres, tutoras y tutores, quienes optan por
censurarlo, debido a la falta de interés, el miedo o el
desconocimiento. Por esa razón, las maestras y maes-
tros prefieren evitar el riesgo de una confrontación e,
incluso, de una denuncia ante las autoridades
29
género”. El documento rescata las experiencias reedu-
cativas de varones que acuden a programas para evitar
la violencia de género. Recupera estas experiencias
por medio de entrevistas a profundidad con enfoque
narrativo donde los protagonistas dan cuenta de las
motivaciones de ingreso, los aprendizajes, los cambios
e implicaciones en sus respectivas masculinidades,
corporalidad, ejercicio de poder y subjetividad. Como
señala el autor, estos programas no escolarizados pue-
den brindar aportes valiosos para la prevención y dis-
minución de las violencias de género en las escuelas,
porque favorecen la reflexión sobre las creencias y las
prácticas violentas asociadas con el ejercicio de la mas-
culinidad desde una concepción hegemónica o tradi-
cional. De este modo, intervienen para disociar el vín-
culo normalizado entre masculinidad y violencia. Con
independencia del encuadre, estructurado o flexible,
en el desarrollo de los talleres destaca la dialogicidad
sin jerarquías que propicia un trabajo horizontal, don-
de los participantes se desplazan de la relación maes-
tro-alumno para ocupar un papel protagónico en la
construcción de conocimientos en colectivo.
En esta misma línea de reflexión, el capítulo “Mas-
culinidades en la escuela: una propuesta desde la
interseccionalidad e interculturalidad”, escrito por
Belén Benhumea Bahena, enfatiza la responsabilidad
de las autoridades educativas para prevenir, atender
y erradicar las violencias por razones de identidad,
orientación sexual, expresión de género y característi-
cas sexuales. Además, alerta sobre la violencia de gé-
nero que afrontan los varones cuando no cumplen con
el deber ser hombre dentro del contexto hegemónico
30
de las masculinidades. La autora propone un trabajo
preventivo, para resignificar algunas variables que,
desde la masculinidad hegemónica, favorecen la vio-
lencia de género, a saber: a. El cuerpo de los varones
que se expone a situaciones e interacciones violentas,
como una expresión natural y obligatoria del deber ser
hombre; b. La expresión de género, caracterizada por
posturas corporales y por una estética altamente se-
xualizada hacia lo varonil; c. El deporte como una vía
para la validación de un verdadero hombre; d. El rendi-
miento académico sin esfuerzo, como virtud masculi-
na; e. La heterosexualidad obligatoria; f. El lenguaje y
la diversión sexista y homofóbica. Si bien se trata de
variables relacionadas con la masculinidad hegemó-
nica, las masculinidades subordinadas o subalternas
también se encuentran atrapadas en estas dinámicas.
Por eso, desde un enfoque interseccional e intercultu-
ral, la propuesta incluye el trabajo con hombres de la
diversidad sexual y de género, con las masculinidades
jóvenes, adultas mayores y con discapacidad, y tam-
bién, con las masculinidades representativas de los
pueblos originarios, indígenas y afrodescendientes.
Reflexión final
31
espacios, desde otros cuerpos, en temporalidades y
desde percepciones diferentes, sin etiquetas ni clasifi-
caciones. Una apertura donde nos orientemos por las
preguntas que no siempre demandan respuesta sino el
simple gesto de la escucha y del seguir pensando; donde
en el lugar de la confrontación, seamos capaces de des-
cubrir una oportunidad; donde surja el ansia por la bús-
queda de nuevas aristas, por la observación desde otros
ángulos, cuando la indiferencia amenace con instalarse
en nuestros pequeños mundos. Me llevo las preguntas
para seguir pensándolas. Estos textos nos interpelan.
Hay mucho en juego. El tamaño del desafío dependerá,
en parte, de aquello que permanezca silenciado, entre-
tejido con nuestros miedos y nuestras sombras.
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34
Género feminista y educación:
realidades, mitos y desafíos
Resumen
35
Abstract
Introducción
36
reproductivos, de las mujeres a decidir sobre su cuer-
po, educación sexual, matrimonio igualitario… entre
otros. Ejes que han incidido en lo educativo en gene-
ral y en Instituciones de Educación Superior (ies) en
lo particular, en algunos casos esto se ha acotado al
plano discursivo y en otros, como una realidad pre-
sente.
Ante estos avances y de forma paralela, se ha pre-
sentado una reacción patriarcal que incluye campañas
contrarias al género, que han denominado despectiva-
mente como “ideología de género” y ambas posturas,
de apoyo y rechazo, están presentes entre quienes se
han abocado a construir el marco teórico de diversas
disciplinas, sobre todo, en el área de las ciencias socia-
les donde fue su nicho más favorable desde su inicio.
En este contexto, manifestar la incorporación institu-
cional del enfoque de género en las ies en cuanto a
planes de estudios, programas, asignaturas y diversos
aspectos de este ámbito, así como una política públi-
ca, ha contribuido a lograr algunos cambios sociales,
no tan rápidos como se desearía, sin embargo, ya son
más visibles, motivo de análisis y discusión entre
quienes tienen la tarea de su elaboración y diversos
actores sociales involucrados en esta alternativa.
37
una visión científica sobre la sociedad, a partir de la cual
es posible observar las diferencias y las semejanzas entre
mujeres y hombres, así como la desigualdad prevaleciente
entre ambos. (…) Con ésta se evidencia que, además de
necesidades universales, hay un conjunto de necesidades
específicas de las mujeres, distintas de otras necesidades
de los hombres. (Lagarde, 2003 p. 9).
El género
se refiere a la construcción social y simbólica, histórica, eco-
nómica, política, cultural, artística, geográfica que abarca el
conjunto de características, oportunidades, expectativas que
se asignan a las personas y se atribuyen a ‘ser mujer’ y a
‘ser hombre’, a partir de las especificidades biológicas de su
sexo. Da cuenta de aspectos de valor que la sociedad otorga
si se tiene uno u otro género (Grajales, 2021, p. 129).
38
denominado “los intereses emancipatorios del cono-
cimiento”, así como con la posibilidad de hacer “Teo-
ría” en el sentido griego, de “hacer ver” (Amorós &
de Miguel, 2010 p.19). Para aplicar luego un ejercicio
de dar nombres a hechos que se habían visto como
“naturales” y había que visibilizar, por ejemplo: “tra-
bajo doméstico”; “feminización de la pobreza y de
la migración”; “violación marital”; “acoso sexual en
el trabajo”; “feminicidio” “violencia familiar”, entre
otros.
Desde esta perspectiva, los feminismos se presen-
tan con la capacidad “de englobar una ideología y un
movimiento de cambio sociopolítico fundado en el
análisis crítico del privilegio del varón y de la subor-
dinación de la mujer en cualquier sociedad dada.”
(Offen, 1991, p. 130). Algunas personas lo observan
como un movimiento que puede ser peligroso, por-
que los medios de difusión ponen más énfasis en las
protestas que en las propuestas y, por lo general, no
se conocen los textos, las corrientes de pensamiento
y los conceptos emanados de los feminismos, o tien-
den a distorsionarlos como ha sido la constante en los
planteamientos emanados desde las jerarquías cleri-
cales que reducen todo a la “ideología de género” y al
cambio de sexo de los grupos de la diversidad, tam-
bién con absolutas tergiversaciones.
El concepto Género necesariamente tiene que vincu-
larse con otra categoría esencial que es el poder, mismo
que es ejercido por la vía de las condiciones económi-
cas y sociales por un lado y las creencias y valores hege-
mónicos por otro, los cuales son fundamentales, esto
es, los mandatos culturales de género, los alcances
39
atribuidos socialmente a los mismos y a los lugares
asignados a cada uno, contribuyen en gran medida a
mantener relaciones de subordinación y maltrato ha-
cia las mujeres. El poder nos lleva al patriarcado y
Dolors (1996) lo define como:
una forma de organización política, económica, re-
ligiosa y social basada en la idea de autoridad y li-
derazgo del varón, en la que se da el predominio de
los hombres sobre las mujeres; del marido sobre la
esposa; del padre sobre la madre, los hijos y las hijas;
de los viejos sobre los jóvenes y de la línea de des-
cendencia paterna sobre la materna. El patriarcado
ha surgido de una toma de poder histórico por parte
de los hombres, (…), creando al mismo tiempo un
orden simbólico a través de los mitos y la religión que
lo perpetúan como única estructura posible (P. 20).
Este dato responde a lo que se ha denominado el “te-
cho de cristal” que muchas veces se convierte en una
verdadera “jaula de hierro” como considera Bustos
(2001-2002), y esta expresión se utiliza desde hace
décadas para explicar las dificultades, límites o barre-
ras, muchas veces no visibles o tangibles, que impi-
den a muchas mujeres acceder a los puestos de poder
y responsabilidad, porque mujeres capaces existen en
todos los espacios públicos y privados. El concepto
también hace alusión “a las sutiles, encubiertas o des-
caradas modalidades de actuación de sectores socia-
les, actores y algunos mecanismos discriminatorios
en contra de las mujeres para evitar que ocupen altos
puestos directivos” (Davidson & Cooper, 1992).
40
Según datos de la Unesco (2021), existe una brecha
de género en las ies sólo 17.2% de los puestos direc-
tivos en las universidades del mundo están ocupadas
por mujeres. Lo anterior muestra la amplitud de la
brecha laboral en educación, y puede corroborarse en
los puestos directivos en las universidades. Un ejem-
plo es la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam), la más relevante por sus logros y magnitud
en América Latina, donde no ha habido una rectora.
Los estudios con perspectiva de género comenza-
ron a mostrar por la vía de los avances científicos, que
genéticamente la inteligencia y capacidad de racioci-
nio es semejante en mujeres y hombres, y, por tanto,
la diferencia sexual no hace más capaz a un sexo que a
otro, aun así, se sigue discriminando a las mujeres en
los ámbitos económico, político y educativo para tener
igualdad de oportunidades, pese a lo cual se han ido lo-
grando adelantos paulatinos como podremos observar.
41
relativa, dado que las mujeres además de sus activida-
des domésticas, por lo general, han buscado actividades
alternativas, sobre todo de tipo informal que podían re-
portarles algunos ingresos, considerados secundarios al
ingreso familiar central como era considerado el del va-
rón, y había una resistencia social a cambiar esta situa-
ción. (Grajales, 2012, p. 62). Como señala Olga Bustos
sobre las mujeres en la educación superior, pues
(...) su presencia (…) representaba un porcentaje mí-
nimo (…), este hecho se encontraba estrechamente
vinculado a la división de roles estereotipados de géne-
ro, como producto de una construcción sociocultural,
que establecían como funciones primordiales de las
mujeres el ser madre, esposa y ama de casa (identifi-
cándolas con lo emocional y afectivo), reservando las
tareas del mundo público, trabajo remunerado y edu-
cación formal a los varones. (Bustos, 2003).
Aclarando que las circunstancias de las mujeres no
son iguales en todos los espacios de México, algunas
han logrado puestos de relevancia en ámbitos acadé-
micos públicos o privados, aunque hay muchos más
espacios donde esto no ocurre, y datos actuales mues-
tran que esta situación ha ido cambiando pausada-
mente; existen aspectos que constituyen un freno
para ellas en distintos momentos del proceso: su in-
greso a las ies, la conclusión de estudios, su titulación
y el acceso a cargos de investigadoras, profesoras de
carrera, directoras y rectoras, lo cual no es fácil, los
datos muestran que en las mismas ies no siempre
se facilita la participación de las mujeres en la toma
de decisiones, ya que persiste la ausencia de equidad
42
entre los sexos; un ejemplo es que en nuestro país,
“entre 2000 y 2017 ha habido ocho rectoras de uni-
versidades públicas y privadas” (Pacheco, 2019, p. 5).
Las cifras demuestran que el techo de cristal no se
ha roto, y desmienten esa falsa imagen de centenares
de mujeres acaparando cargos de elevada jerarquía.
En este contexto, se ratifica que en pleno siglo xxi, la
educación superior en México, si bien es un derecho,
todavía parece el privilegio de un grupo relativamente
reducido, por los bajos porcentajes respecto del to-
tal de la población, aunado a que no sólo depende de
haber o no aprobado el examen requerido, sino tam-
bién de contar con las condiciones objetivas y subje-
tivas para emprender dicha tarea. De acuerdo con los
datos de la Asociación Nacional de Universidades e
Instituciones de Educación Superior (anuies 2021-
2022), señala que el porcentaje de mujeres que estu-
dia el ciclo educativo superior es de 24% y de 30% en
posgrado, “nivel en el que se muestra claramente la
desigualdad educativa entre los sexos”.
En 2023, reporta la Secretaría de Educación Públi-
ca (sep) una población de 5.2 millones de estudiantes
que se inscribieron en nivel superior (Boletín 32; 2023)
y en posgrado cerca de 250 000 estudiantes, 52% son
mujeres y para Silvia Giorguli (Presidenta de El Cole-
gio de México), ese indicador habla de apertura en tér-
minos del sector educativo, pero, en el campo laboral,
todavía quedan retos y los prejuicios siguen siendo el
principal impedimento para acceder a cargos directi-
vos en la academia, añade. Sólo cuatro instituciones
públicas de educación superior están encabezadas por
43
mujeres. “A pesar de que hay más preparación y repre-
sentatividad, todavía hay áreas donde no ha permea-
do la apertura. No son obstáculos explícitos, no se
notan y eso hace más difícil romperlos”, dice en entre-
vista con Forbes México.
Giorguli explica que existe un fenómeno en el cual
las mujeres suelen postularse a cargos directivos en
menor medida que los hombres.
El Colegio de México tiene más o menos la misma propor-
ción de hombres y mujeres en investigación, pero hemos
notado que las mujeres se promueven menos en las cate-
gorías más altas, a pesar de que tienen una producción de
artículos académicos similar o que tienen una trayectoria
similar a muchos de los hombres. (Mendoza, 2019).
44
prevenir cualquier tipo de discriminación y violencia
por razones de género, a través de acciones sistemáti-
cas y profundas diseñadas con la participación de las
autoridades y de la comunidad”. (cig-unam, 2023).
Desde la segunda mitad del pasado siglo se han
observado logros de los instrumentos internacionales
en cuanto a los derechos de las mujeres y su impacto
a escala local, regional y mundial.
Según onu-Mujeres, Naciones Unidas ha organi-
zado cuatro Conferencia Mundiales sobre las mujeres,
en México (1975), Copenhague (1980), Nairobi (1985)
y Beijing (1995) y los subsecuentes exámenes quin-
quenales. Estos encuentros de mujeres de diversos
países tuvieron avances en cuanto a hacer visibles la
falta de derechos de las mujeres, las violencias contra
las mismas, así como diversas brechas de género, y
como señala Alda Facio “queríamos demostrar tam-
bién que el patriarcado era internacional y producía
opresión y discriminación contra las mujeres”.
Además de los progresos en la educación, en Mé-
xico podemos corroborar algunos adelantos en 2023,
nueve estados de la República son gobernados por
mujeres, hay ciertos avances legislativos traducidos en
leyes, como resultado de las luchas feministas, como
la Ley Malena que promueve castigar la violencia
contra las mujeres con ácidos, o la Ley Monzón que
quita patria potestad a posibles feminicidas, entre
otras. En once estados del país es legal la interrupción
del embarazo y la mitad del gabinete presidencial lo
integran mujeres. Con todo lo anterior, la exclusión
y la discriminación continúan vigentes, pues siguen
percibiendo menos ingresos que los hombres y te-
45
niendo menor influencia en la toma de decisiones pú-
blicas y privadas.
En este contexto, las contribuciones que las mujeres
han brindado a la sociedad mexicana consisten en alcan-
zar derechos reconocidos, visibilizar logros alcanzados,
acceso al trabajo y a la educación, la conquista de mu-
chos espacios que tradicionalmente sólo eran ocupa-
dos por hombres. La igualdad de género ha sido una de
las intenciones básicas de las luchas feministas en
México y el mundo, tales avances han causado ma-
lestar, distorsiones y parafraseando a Cabezas y Vega
(2022), una fuerte reacción patriarcal entre algunos
sectores, sobre todo de las iglesias católicas de Amé-
rica Latina y España, así como fuerzas evangélicas
neopentecostales que tienen vínculos orgánicos con
Estados Unidos (pp: 91-92).
Pensemos en Colombia, en la presidencia de Juan
Manuel Santos (2010-2018) la titular de Educación
tuvo que renunciar por haber incluido una Cartilla para
educación básica titulada “Ambientes escolares libres
de discriminación” donde se tocaba el tema de orien-
taciones sexuales e identidades no hegemónicas. Jair
Bolsonaro, presidente de Brasil (2019-2022), utilizó la
defensa de la familia y su oposición a la “ideología de
género” en la educación como parte fundamental de su
campaña electoral. (Comas-d’Argemir 2019).
En México, la intervención de la iglesia católica en
la educación básica y superior proviene de antaño.
Entre 1920 y 1940, cuando profesoras normalistas
participaban activamente en procesos de alfabetiza-
ción y educación básica, la iglesia católica defendía
la educación religiosa en escuelas públicas y había
46
grupos que impedían con fanatismo la educación se-
xual; existen testimonios sobre “turbas homicidas de
cristeros y sinarquistas que golpeaban y violaban a
profesoras normalistas en escuelas rurales” (EMAS;
1999). Este rechazo a los derechos de las mujeres lo
relacionamos con el tema siguiente.
47
nero” que no sólo pretende frenar los adelantos, sino
que intenta regresar las estructuras sociales hacia
épocas donde prevalecían los roles considerados “na-
turales” para las mujeres.
Desde 1996 a raíz de una entrevista, el todavía Car-
denal Ratzinger, en La sal de la Tierra, el futuro Papa
Benedicto XVI expresó sus preocupaciones sobre la
libertad y
la idea de liberación –(…) la libertad como titular
de una nueva espiritualidad de nuestro siglo– se ha
amalgamado con otra ideología, la del feminismo.
Actualmente se considera a la mujer como un ser
oprimido; así que la liberación de la mujer sirve de
centro nuclear para cualquier actividad de liberación.
Y ahora, resulta que a una teología de liberación po-
lítica le ha tomado la delantera otra liberación antro-
pológica. Además, no se conformaban con pensar en
un simple cambio de papeles, se ha llegado mucho
más lejos que eso y su objetivo es liberar al hombre
de su biología. (…).
48
ción homoparental y el derecho a la identidad de género.
Por supuesto no tocan, ni de forma tangencial, la pede-
rastia clerical y otros aspectos que preocupan también
a la humanidad.
También rechazaba que familias de países euro-
peos aceptaran que sus hijos participaran en cursos
de educación sexual y se refirió al género en múltiples
ocasiones haciendo énfasis en que la “Iglesia reafirma
su gran sí a la dignidad y la belleza del matrimonio
como una expresión de la alianza fiel y fructífera en-
tre el hombre y la mujer” y señaló tajante “su no a
filosofías como la de género, (contrarias a reconocer)
que la reciprocidad entre hombres y mujeres es una
expresión de belleza natural del Creador”. (p. 645).
La Conferencia Episcopal en España define la ideo-
logía de género como:
(…) conjunto sistemático de ideas, encerrado en sí mis-
mo, que se presenta como teoría científica respecto del
‘sexo’ y de la persona. Su idea fundamental derivada de
un fuerte dualismo antropológico es que el ‘sexo’ se-
ría un mero dato biológico: no configuraría en modo
alguno la realidad de la persona. (p. 642).
El Observatorio Cardenal Van Thuận sobre la Doctri-
na Social de la Iglesia señalaba en un informe de 2013,
que el Papa Emérito Benedicto XVI planteaba que
se vive una auténtica “alarma educativa” por la irrupción
“de la ideología de género en la educación, sobre todo en las
escuelas básicas”. (…) Esta emergencia está causada, en-
tre otros factores, por un relativismo moral absoluto que
abona el terreno para la imposición a toda la sociedad, como
nuevo y único dogma tolerable, de una concreta antropología:
la de la perspectiva de género. (p. 644).
49
Vicente Morro agrega que el actual Papa Francisco
considera que:
Un desafío cultural hoy de gran importancia deriva
de la ideología de ‘género’ que niega la diferencia y la
reciprocidad natural del hombre y la mujer. Esta
ideología motiva proyectos educativos y orientaciones
legislativas que promueven una identidad personal y
una intimidad afectiva radicalmente desvinculada de
la diversidad biológica entre varón y hembra. (p. 642).
Los discursos que hemos revisado y que provienen
de la más alta jerarquía católica como son los papas,
algunas feministas los han denominado “reacción pa-
triarcal”, pues incluye campañas contrarias al género y
articuladas con sectores del conservadurismo y de ex-
trema derecha, tanto en gobiernos, como en organiza-
ciones sociales y partidos políticos en Europa, Estados
Unidos y algunos países de América Latina, como ya
señalamos, donde el cristianismo católico y evangélico
han tenido grandes avances.
Esta postura no es ajena a la religión católica, para
muestra un botón, en el texto Malleus Maleficarum. El
martillo de las brujas, de 1486 y se atribuye su escritu-
ra a Jacob Sprenger y Heinrich Kramer, dos monjes
alemanes que escribieron este Manual de tortura con
la anuencia del Papa Inocencio III quien aceptaba la
tortura en nombre de Dios (p. 20), y es famoso el
texto por su animadversión contra las mujeres, a las
que se atribuía la exclusiva encarnación de la bruja:
“la hembra es más amarga que la muerte”. La misogi-
nia es la constante del texto y sostiene “la naturaleza
pecadora de la mujer” acusándola de sostener pactos
con el diablo y de obrar contra la Iglesia, en conclu-
50
sión, señala que “el enemigo es mujer”, por ser esta
la vía natural a través de la cual se expresa el Mal. Así
que las palabras del señor Ratzinger en su texto “La
sal de la Tierra”, se enmarcan en el feudalismo que es
cuando se escribió el Malleus.
51
Mecánica, Electricidad… lo cual muestra que se sigue
reflejando la separación de los roles tradicionales y
hasta estereotipados, y como antes señalamos se
hicieron presentes desde que las mujeres se incor-
poraron a los espacios educativos universitarios. Todo
parece indicar que los roles se mantienen, podría
señalarse que así les gusta a las mujeres, sin embargo,
esto va más allá de lo volitivo, tiene que ver con la
forma como se socializa a la humanidad y se biologiza
como “natural” que a veces las mismas mujeres de-
fienden, ¿para qué dividirlos en mujeres y hombres?,
vimos cómo esto se relaciona con la cultura patriarcal
vigente y presente en todos los espacios sociales.
Considerar el patriarcado como un sistema político
supuso distinguir hasta dónde se extendía el control
y dominio sobre las mujeres, pues su existencia no
quiere decir que las mujeres carezcan absolutamente
de derechos o de poder, sino que como sistema que
es, tiene la capacidad de adaptarse en el tiempo. (Gra-
jales, 2012, p. 68). Las mujeres han logrado el dere-
cho de acceso a la educación y al trabajo remunerado,
sin embargo, esto no las excluye de continuar encar-
gándose del trabajo doméstico y del cuidado de hijas
e hijos, y de las múltiples jornadas, lo que en no pocas
ocasiones las conduce a postergar y hasta a abandonar
su formación académica.
No podemos perder de vista a las mujeres y sus
logros o sus derrotas sin considerar su contexto gene-
ral, y enfatizar que el sistema patriarcal está presente
en lo social, económico, cultural, político y está en las
leyes, en las costumbres, en las creencias, en todo, es
52
como el humo que se introduce entre los resquicios
y difícilmente se logra mirar. Por ello requerimos una
educación sin la visión androcéntrica del mundo, que
sea incluyente y enfatice el papel y logros de las muje-
res en la historia, en la literatura, en todas las ciencias
y campos del conocimiento.
Por ello, incluir el género feminista en la educación
en todos sus niveles, requiere seguir avanzando cada
día. Habrá que prestar mucha, mucha atención y estar
alertas sobre la acometida de grupos y sectores que
históricamente han obstaculizado el avance de los de-
rechos de las mujeres y educarlas para la práctica de
su autonomía y con la capacidad de decidir e incidir
en el ejercicio de sus derechos y, por tanto, en la cons-
trucción de su ciudadanía, pues una democracia sin
mujeres ciudadanas no es democracia.
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56
Género y creación literaria:
El caso de algunos talleres en
la Ciudad de México
Resumen
57
I Introducción
58
directa entre el género y la educación. Consideramos
que el trabajo realizado es un apoyo a los estudios de
género, para entender cómo la escritura femenina y
la vida cotidiana de las mujeres tienen un paralelis-
mo con el sistema sexo/género, al cual han pertenecido
durante toda su vida. Es necesario recalcar la impor-
tancia del enfoque de género para este trabajo, ya que
nos permite tener en claro la diferenciación o des-
igualdad de hombres y mujeres dentro de los espacios
públicos y privados. Es pertinente aclarar que la inten-
ción del presente trabajo no fue ahondar en la historia
de los talleres literarios, sin embargo, consideramos
importante mencionar que estos espacios, desde un
inicio, fueron ocupados por hombres.
II Referentes teórico-conceptuales
59
educativas, científicas, legales y políticas; 3) nociones
políticas y referencias a las instituciones y organizacio-
nes sociales; 4) identidad subjetiva (Scott, 1996, pp.
23-25). En una segunda dimensión, la autora conside-
ra que el género “es una forma primaria de relaciones
significantes de poder” (Scott, 1996, p. 26).
Entendemos que el género no es el único campo
donde se ejerce el poder. Es un conjunto de caracterís-
ticas diferenciadas que cada sociedad asigna a hom-
bres y mujeres, y a las relaciones entre hombres y
mujeres a partir de ellas. Estos atributos generan una
estructura, significados, representaciones y procesos
que a su vez construyen oportunidades y relaciones
que se adquieren en los procesos de socialización.
Los talleres de escritura creativa tienen como ca-
racterística principal el trabajo colectivo, la progresi-
vidad en las temáticas que se abordan, y, sobre todo,
tienen gran relevancia en los procesos de enseñanza/
aprendizaje en cuanto a la literatura y la educación. Es
válido decir que en los talleres de escritura creativa se
juega con las palabras, con los textos producidos, con
las lecturas, con las narraciones, con la poesía, y al
mismo tiempo se conversa, se dialoga e intercambia
el trabajo, ante ello. Por lo que es importante no con-
fundirlos con las clases tradicionales de lengua o lite-
ratura (Martínez, 2017). Sumado a lo anterior, para
Miguel Páez (2019) es imperante reconocer la valía de
los talleres de escritura creativa como espacios en los
que las mujeres de distintas clases sociales puedan
vislumbrar una oportunidad para expresar sentimien-
tos e ideas.
60
Por otro lado, utilizamos el concepto de discurso
de Rosa Nidia Buenfil (1991), haciendo énfasis en que
cuando hablamos de discursos, no nos referimos sólo
al lenguaje hablado y escrito, sino a cualquier tipo de
acción que nos implique una relación de significación.
El discurso se construye, lo vamos construyendo, y sus
significados son inherentes a cualquier organización
social. Un objeto material, puede ser discursivamente
construido de diversas formas “dependiendo de la for-
mación discursiva desde la cual se le nombra” (Buenfil,
1991, p. 5). La autora, traslada esto al ámbito de la
educación, sugiere que el concepto de discurso es
fructífero en los estudios de la educación, ya que nos
permite interpretar las diversas formas, procesos y
objetos que se articulan en una serie de significaciones
que impactan la vida social en espacios no escolarizados.
Afirma que las prácticas educativas no se llevan a cabo
sólo en las instituciones escolares, sino también en
muchas otras agencias que pueden no tener el carác-
ter de institución formal como los talleres de crea-
ción literaria. De modo que es imprescindible prestar
atención a todos aquellos espacios que contribuyen a
la conformación de la persona. Dicho lo anterior jus-
tificamos el concepto de educación utilizado a lo largo
de este trabajo, el cual se refiere a:
Lo que concierne específicamente a un proceso edu-
cativo consiste en que, a partir de una práctica de
interpelación, el agente se constituya como sujeto
de educación activo, incorporando de dicha interpe-
lación algún nuevo contenido valorativo conductual,
conceptual, etc., que modifique su práctica cotidiana
en términos de una transformación o en términos de
61
una reafirmación más fundamentada. […] a partir de
los modelos de identificación propuestos desde algún
discurso específico […] el sujeto se reconozca en di-
cho modelo […] (Buenfil, 1991, p.18).
Consideramos estos tres conceptos: 1) género de
Joan Scott, 2) educación/discurso de Buenfil y 3) lo
planteado por Aurora Martínez y Miguel Paez en cuanto
a la valía de los talleres de escritura creativa.
62
abordan en sus textos —conocer, qué están publican-
do— así como las “coincidencias” o puntos en común
en los temas que abordan en cuanto a las imposicio-
nes del sistema sexo género.
Existe una gran desigualdad en el trabajo literario
respecto a hombres y mujeres —claro está que esta
desigualdad no sólo se da en el medio literario—. De
acuerdo con Maraschio (2016) en su artículo “La mu-
jer y la literatura”, reconoce que hay claras diferencias
que hicieron que los hombres, a lo largo de la histo-
ria, puedan dedicarse a vivir exclusivamente de y para
las letras, contrario a las mujeres, quienes no han te-
nido tiempo para sentarse a escribir. Ellas, “[…] tu-
vieron diversos roles, y sólo algunas pocas escribían
relatos breves después de terminar las labores de la
casa […]” (p.144). Muchas mujeres debieron utilizar
pseudónimos para dar a conocer sus escritos. Con el
paso de los años, las mujeres han luchado por acceder
a una formación académica igual a la de los hombres.
Pero esto no significa que la desigualdad entre ambos
sexos haya desaparecido, acaso tal vez disminuyó.
63
mente misógina, y que ha provocado la desigualdad en
distintos campos, en este caso el literario.
Se toma en cuenta la Teoría del Punto de vista, donde
de acuerdo con Sandra Harding (2012) en palabras de
Jameson menciona que, su importancia reside en que
[…] articula la experiencia de un grupo, de un
tipo distintivo de conciencia colectiva, que puede
ser alcanzada a través de las luchas del grupo por
obtener el tipo de conocimiento que necesitan
para sus proyectos […] un tema central de los
escritos de la teoría del punto de vista ha sido la
identificación de los procesos a través de los cua-
les se forma la conciencia grupal de las mujeres,
las conciencias grupales de las mujeres porque las
mujeres blancas y negras, judías e islámicas, les-
bianas y heterosexuales, de clase media y traba-
jadoras desarrollan diferentes conciencias gru-
pales (p. 59).
Utilizamos entrevistas semiestructuradas, las cuales
se basan en una guía de preguntas, donde la persona
que entrevista tiene la libertad de introducir preguntas
adicionales para precisar u obtener más información
(Hernández-Sampieri, & Mendoza, 2018). Por otro
lado, tomando en cuenta que la investigación documen-
tal propone recuperar los significados de la información
atribuida —en este caso por las autoras a los escritos—
a partir de la interpretación y análisis de los contenidos
(Torres, 2019), también realizamos una investigación
documental con un par de textos —de mujeres esco-
gidas para las entrevistas— que realizaron dentro de
los talleres literarios. El objetivo principal del análisis
documental consistió en identificar posibles huellas del
sistema patriarcal que hubieren marcado la vida —y
64
los escritos— de las mujeres participantes. De tal
modo que, buscamos puntos en común que pudieran
tener los escritos para poder correlacionarlos con po-
sibles estereotipos ligados al sistema sexo/género.
Debido a lo acotado de la investigación se esco-
gieron, de manera aleatoria, a tres mujeres que han
tomado talleres de creación literaria, de distintas eda-
des. Se consideró que la investigación pudiera identi-
ficar dos grupos de talleres de escritura creativa; dos
grandes dimensiones: Talleres dependientes y Talleres
independientes. Los talleres dependientes son incen-
tivados por el gobierno, y los talleres independientes
son aquellos que se llevan a cabo por iniciativa pro-
pia. Recalcamos que se eligieron de manera aleatoria
a tres mujeres de cada grupo, de manera que todo el
estudio quedo delimitado a:
1. Tres mujeres de los grupos de talleres dependien-
tes (Alcaldía Iztapalapa) de distintas edades. Las
iniciales de los nombres utilizados son: E, M y H.
65
mismo tiempo tomamos consciencia de las posibilida-
des para cambiar el mundo que nos rodea mediante
actos de creación, en este sentido, la visión acerca de
la vida puede cambiar y desarrollarse de manera di-
ferente a través de la palabra (Alvarado, de Padrón &
Barboza, 2017). Por otro lado, Buenfil (1991) comenta
que el discurso se construye, no necesariamente den-
tro de un entorno escolar para la cimentación de cierto
conocimiento. Esto se corrobora de manera consisten-
te y en repetidas ocasiones durante las entrevistas.
De forma significativa transcribimos lo siguiente,
dicho por la entrevistada “S”, que representa de ma-
nera general el sentir de las personas entrevistadas:
Esta necesidad de expresar...me… sobre todo es esta necesidad
de plasmar, de decir… de poner mediante las palabras, pues
todas estas emociones ¿no? de alguna forma… lo expresado
es un acto catártico, pero pues ya no, no sólo como terapia
que vas y le dices a tu terapeuta lo que sientes o con tu me-
jor amiga, que te tomas un café y luego, y lo dices… la idea
de poder plasmarlo en un texto, del poder jugar y trabajar
con las palabras para que a través de la escritura, pues pueda
plasmar estas emociones, estos sentimientos, pero también es-
tas vivencias del día a día.” La entrevistada “T” comenta
lo siguiente: “[...] la escritura [...] es una forma, pues, de
liberarme de conocerme, de explorarme. Y de dar a conocer un
poco lo que uno siente, ¿no?”.
66
El aporte de los talleres de creación literaria en
cuanto al género y la educación
67
En el mismo tenor podemos reafirmar lo mencio-
nado por Buenfil (1991) en lo que corresponde a la
educación y los espacios fuera de las aulas. Esto se
acopla a lo que mencionan las entrevistadas en cuanto
a que los talleres forman parte de un proceso educa-
tivo, el cual consiste en que a partir de una práctica
de interpelación, “[…] el agente se constituya como
sujeto de educación activo, incorporando de dicha
interpelación algún nuevo contenido valorativo con-
ductual, conceptual, etc., que modifique su práctica
cotidiana en términos de una transformación o en tér-
minos de una reafirmación más fundamentada […]”
(p.18). Yesny Triana se refiere a que en el taller se crea
un ambiente muy particular para que “[…] el guía (do-
cente) y el artesano (estudiante) se sientan a gusto en
su hacer, pero como en todo taller, los participantes
trabajan en conjunto, se benefician unos con otros,
porque tienen el mismo propósito […]” (2018, p. 227).
Al respecto, “M” argumenta que considera a los talle-
res de creación literaria como:
muy importante, muy importante, ha sido fundamen-
tal porque gracias a la dirección, he aprendido detalles
que son valiosos para que mis escritos sean mucho
mejores, entonces la experiencia como escritor, la expe-
riencia como lector, la experiencia como guía son su-
mamente importantes […] puedes decir algo que exac-
tamente no vaya dirigido a mí, pero qué al tú estarlo
exponiendo a cualquier otra compañera o compañe-
ro… y entonces yo digo, Ah, eso es importante… eso
a mí me puede servir. Entonces son fundamentales .
Si bien ha existido una apertura importante, en la
que muchas mujeres han luchado —y siguen luchan-
68
do— para alcanzar el pleno uso de sus libertades, en el
ámbito literario y en otros de la esfera social, la gran
mayoría de las entrevistadas consideran que aún queda
un largo camino por recorrer para contar con los mis-
mos derechos que los hombres.
69
mí fue muy significativo… el… uno de los escritos que tú tie-
nes, es precisamente la carta que le dirijo a mi hijo, eso fue
muy significativo fue una forma de… de ponerme en… en
paz conmigo misma, ¿no? […]. El texto que menciona
está dedicado a su hijo fallecido, el análisis se presen-
ta más adelante. “A” menciona: sí, por ejemplo, hace en
2019, eh… perdí un bebé, y cuando, y cuando escribí, así como
lo que sentía, digamos que puede sanar ese momento, general-
mente eso es lo que hago cuando escribo, ¿no?
De manera significativa, observamos que lo escrito
en los talleres de creación literaria funciona como catar-
sis, en ciertos aspectos de importancia para las partici-
pantes. Los fragmentos de entrevista revelan puntos en
común que se plasman en los escritos de las mujeres.
Uno de ellos es que hay sentimientos vertidos, y están
relacionados —o dedicados— a alguna persona con la
que existe un parentesco. Otro punto es que: a través
de los textos se expresa sufrimiento, mortificación
e incluso vergüenza hacia la persona o grupo de per-
sonas a las que los textos están dedicados.
De acuerdo con Pilar Lozano:
La literatura (como el arte, en general) tiene un
papel muy potente en la transmisión de los es-
tereotipos: al mismo tiempo, los reproduce y
los perpetúa, pues funciona como espejo o mo-
delo donde los lectores se miran. Aprendemos
de la realidad y de la historia a través de los per-
sonajes, sus vidas y su modo de ser; los imita-
mos, guardamos en nuestra memoria su forma
de pensar y de vivir, nos identificamos con ellos.
Además, la literatura crea modelos de lo que
social y culturalmente es “apropiado” sobre
70
qué es ser un hombre y qué es ser una mujer
[…] (2017, p. 64).
Dicho lo anterior, podemos retomar de manera sig-
nificativa el análisis del texto que menciona “T” en re-
lación con su hijo. Se titula “8 de septiembre de 2017”.
El escrito está desarrollado en prosa y se asoman carac-
terísticas interesantes para analizar en cuanto a estereo-
tipos y sesgos del sistema sexo género. En primer lugar,
hay el uso del masculino genérico y se hace presente
en distintas partes del texto. Al inicio de este dice:
Hay mucho escrito sobre la pérdida de los hijos encasillando
claramente a hombres y mujeres en lo masculino. El
texto muestra las referencias al género masculino con
los estereotipos de autocontrol, estabilidad emocio-
nal, franqueza, valentía. Algunos de los mencionados
se observan en las siguientes frases:
1. […]tú siempre quieres que te cuente todo, pero
tú eres vieja y a veces hay cosas que no te puedo
decir, además tú y yo no necesitamos palabras para
platicar nos conocemos muy bien.
71
2. Quiero que sepas que tu hermana y yo siempre
te recordamos no con tristeza sino con un gran
cariño […].
I Conclusiones y limitaciones
72
a los talleres como parte esencial y medular para su
formación como escritoras.
Nos dimos cuenta de que la mayoría de las muje-
res que participaron en el presente estudio escriben
mucho sobre su vida cotidiana. Algunas otras quizá
no recurren a lo cotidiano para escribir sus textos; re-
curren a la ficción, a la fantasía o lo sobrenatural. En
este sentido, consideramos importante recalcar el he-
cho de que quizá algunas mujeres no sean explícitas
en plasmar sus emociones directamente y recurran a
disfrazarlo con algún personaje. Pero esto no quiere
decir que no pongan sus emociones en el texto, todo
lo contrario, todas y cada una mencionó en algún mo-
mento que en la escritura encontraban liberación, y
al mismo tiempo se producía un cierto efecto de ca-
tarsis, lo cual les producía una doble satisfacción: en
primera instancia, verter o “sacar” todas esas emocio-
nes y experiencias en el papel, y en segunda instancia,
compartir el trabajo con las y los compañeros.
De manera general, coinciden en que ocasional-
mente les cuesta trabajo plasmar sus ideas en el papel,
muchas veces debido a la gran cantidad de emociones,
pensamientos y sentimientos que han cargado, por
años. El prejuicio y el “qué dirán sobre lo que escribo”,
la inseguridad se hace muy latente en cada entrevista.
Las mujeres que participaron en este trabajo reco-
nocen que existen pocos espacios para desarrollar sus
textos, que en la mayoría de los lugares (públicos y
privados) se privilegia el trabajo de los hombres y que
el machismo sigue siendo un punto medular contra el
cual tienen que luchar para seguir desarrollando su
escritura. Reconocen y coinciden en la importancia de
73
crear espacios en los que no se le dé un “peso especí-
fico al género”, en cuanto a que consideran que debe
existir igualdad en los espacios literarios.
Resulta interesante el planteamiento que realizan
algunas participantes en cuanto a que la literatura
debe estar libre de género o sexo, cabe mencionar que
la mayoría de las mujeres que participan consideran
que sexo y género son lo mismo, de tal modo que, a
su parecer, no debería juzgarse ni analizarse ningún
escrito bajo la luz de los estudios de género, puesto
que, desde su punto de vista resulta inútil, ya que tienen
el mismo valor los textos producidos por hombres,
mujeres y otras identidades sexuales.
Una de las principales limitaciones de este trabajo
fue el pequeño universo de estudio. Existen muchos
y diferentes talleres de escritura creativa en la Ciudad
de México, sin embargo, apenas logramos clasificarlos
en talleres independientes y talleres dependientes, por
lo que consideramos importante mencionar la valía
que tendría extender el universo de estudio y al mismo
tiempo enriquecer las herramientas para el análisis de
textos.
Por otro lado, existen dos puntos que no considera-
mos al inicio de la investigación y que marcaron algu-
nas limitaciones a lo largo de la misma, temas sobre
los cuales poco pudimos explorar con el detenimiento
que nos hubiera gustado con las entrevistadas:
1. El conocimiento o desconocimiento, de la literatu-
ra de género no binario, literatura gay, literaturas
de personas intersexuales. Hay un gran descono-
cimiento sobre esta literatura, sólo un par de las
participantes atinaron a decir algunos títulos de
74
algunos autores/autoras de esta literatura. El ar-
gumento principal por el que desconocen esta
literatura gira básicamente en torno a la falta de
promoción de ésta, la falta de interés, y el conside-
rar la poca importancia de si se es hombre, mujer o
persona de género no binario en cuanto al trabajo
literario. Algo curioso es que, en los mismos per-
sonajes de las novelas, cuentos, relatos que leen
y escriben, hay personajes que no tienen ninguna
característica relacionada a géneros no binarios, de
tal modo que, desde nuestro punto de vista, suge-
rimos que existe algo que limita sus posibilidades
de explorar otras formas de literatura.
75
más adelante, encontrar la forma de transversalizar la
perspectiva de género en los talleres de escritura crea-
tiva y ver los resultados, no sólo en la obra, también
en la historia de vida de estas mujeres.
VI Referencias
76
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ratura. Santillana.
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ra como estrategia didáctica. Una reflexión desde
la práctica docente. Enunciación, 23(2), 225-236.
77
Universidad de Los Lagos, (2020). Buenas prácticas para
incorporar el enfoque de género en los procesos de investi-
gación. Osorno: Universidad de Los Lagos.
78
La influencia familiar en la elección
de la carrera desde la perspectiva de
género
Mayra García-Ruiz
Resumen
79
Introducción
80
(22.3%) que en los hombres (13%) (inegi citado en
inpi, 2018).
En otro orden de ideas, es de notar que, en la fami-
lia y en la escuela se transmiten actitudes y mensajes
diferenciados a niños y niñas, marcando una cons-
trucción social de lo masculino y lo femenino en la
vida cotidiana.
La educación ofrece estímulos que refuerzan la
asociación de figuras femeninas y masculinas con de-
terminados roles y comportamiento, que acentúan las
diferencias socioculturales de conducta entre mujeres
y hombres, estableciendo jerarquías y valoraciones di-
ferenciadas entre lo femenino y lo masculino (Sema-
na de Acción Mundial, 2011).
Actualmente, todavía prevalecen estas disparidades
de género, se conservan tradiciones sociales y cultura-
les que determinan las actividades propias de las mu-
jeres y de los hombres; son esquemas que aún no se
han superado. La ciencia y la tecnología (cyt) no son
la excepción, en muchas sociedades todavía se tiene
una visión limitada de las posibilidades de las mujeres
para acceder a las actividades científicas y tecnológicas
(García-Ruiz, Maciel y Calixto, 2015).
En el Sistema Educativo Mexicano, como en el de
muchos otros países sobre todo latinoamericanos, la
presencia femenina en la educación superior se ha ido
incrementando y continúa en ascenso, empero se ob-
serva una mayor presencia de las mujeres en las carre-
ras y postgrados relacionados con la educación básica,
no así en las licenciaturas y postgrados de áreas cien-
tíficas, tecnológicas e ingenieriles en donde hay una
81
clara infrarrepresentación de las mujeres (García-Ruiz
y Maciel, 2016).
La elección de la carrera es un paso crucial en la
vida de cualquier individuo; esta decisión no sólo de-
termina la trayectoria profesional, sino que también
tiene un impacto significativo en la vida y el desarrollo
de una persona. Es por ello, que investigar la influencia
que la familia ejerce en la elección de la carrera desde la
perspectiva de género resulta tan relevante. En este
capítulo se analizarán las diferentes formas en que
los roles y estereotipos de género transmitidos por la
familia pueden influir en las elecciones profesionales
de los individuos, así como las implicaciones y con-
secuencias que esto puede tener a largo plazo. Para
respaldar nuestro análisis, se presentarán los resul-
tados de una investigación cualitativa realizada con
estudiantes de pedagogía.
Fundamentación Teórica
82
Para Martínez Stack (2012) el concepto de género
se puede entender de la manera siguiente:
…podemos referirnos al género como una construcción
cultural, social e histórica que, sobre la base biológica
del sexo, determina valorativamente en la sociedad lo
masculino y lo femenino, así como las identidades sub-
jetivas colectivas. Esta construcción del género condi-
ciona también la valoración social asimétrica que se da
para hombres y mujeres, así como las relaciones de po-
der (de género) que se establecen entre ellos. Además,
estas relaciones se intersectan y articulan con otras
relaciones sociales: de producción, étnicas, naciona-
lidad, religión y otras de carácter etario o generacio-
nal. (p. 14).
La conceptualización de género realizada por Scott
(1996), plantea considerar cuatro elementos íntima-
mente relacionados entre sí: los símbolos culturalmente
disponibles que evocan las diferencias entre los géne-
ros, los conceptos normativos, las instituciones y or-
ganizaciones sociales y la identidad subjetiva formada
a través del proceso de diferenciación y distinción en-
tre hombres y mujeres, por medio de la construcción
subjetiva que las personas hacen al interpretar estas
diferencias.
El género pasa a ser una forma de denotar las cons-
trucciones culturales, la creación totalmente social de
las ideas sobre los roles apropiados para mujeres y
hombres. Es una forma de referirse a los orígenes exclu-
sivamente sociales de las identidades subjetivas de
hombres y mujeres. Entonces el género es, según esta
teoría, una categoría social impuesta sobre un cuerpo
sexuado (Scott, 1996).
83
La categoría de género proporciona una perspectiva
para analizar las prescripciones sociales que se cons-
truyen socialmente tomando como referencia una di-
ferencia sexual. Esta categoría encuentra mecanismos
sutiles y poco visibles a través de los cuales la inequi-
dad de oportunidades se mantiene de forma persis-
tente cuando desaparecen las barreras formales.
El género posibilita reconocer la subjetividad social
de las relaciones entre mujeres y hombres, así surge la
posibilidad de negar la legitimación de las diferencias
inequitativas entre los géneros.
El género como categoría universal originó un cam-
po nuevo de conocimiento científico y es una categoría
analítica, que intenta subrayar el carácter construido
de la diferencia sexual en las relaciones sociales. Esta
categoría, lo que básicamente aporta es una nueva ma-
nera de plantearse viejos problemas (Lamas, 1996).
Las interrogantes nuevas que surgen y las interpreta-
ciones diferentes que se generan, no sólo cuestionan
muchos de los postulados sobre el origen de la sumisión
femenina (y de sus modalidades actuales), sino que re-
plantean la forma de entender o visualizar cuestiones
fundamentales de la organización social, económica y
política (Lamas, 1996).
84
que tiene contacto una persona (Lee, 2012); es donde
las personas socializan y se moldean los roles y este-
reotipos de género referentes a las expectativas y aspi-
raciones profesionales de una persona desde una edad
temprana, y son transmitidos por los miembros de la
familia, principalmente los padres y los abuelos. Dentro
de la familia se interiorizan los roles de género, tanto
las mujeres como los varones construyen su identidad,
adquieren, valores y desarrollan intereses acordes a los
roles asignados dentro de la dinámica familiar (Aven-
daño, Magaña y Flores, 2020), también se desarrollan
actitudes y se crean significados referentes a esos roles.
La socialización temprana desempeña un papel
fundamental en la formación de las preferencias y es-
tereotipos de género, por ejemplo, a las mujeres des-
de bebés se les viste de rosa, se les arregla con flores o
moños en el cabello, juegan con muñecas, con cosas de
cocinitas, etc., mientras que a los hombres desde ne-
nes se les viste de azul, juegan futbol y con carritos.
De ahí emana, que cuando crecen las mujeres tienen y
crían a sus hijos e hijas y los hombres salen a trabajar,
pues su rol es de proveedores (Instituto Jalisciense de
las Mujeres, 2008). Hay estudios que muestran que la
infancia es un periodo muy importante, pues los logros
durante esta etapa pueden influir para la elección de la
carrera, debido a que en la infancia se conforman los
primeros intereses, valores, actitudes, habilidades voca-
cionales y la exploración profesional (Macías-González,
Caldera-Montes Salán-Ballesteros, 2018). Acorde a
Dalmau, Stiges y Tort (2018), las mujeres son afectadas
por la influencia social, principalmente por los padres
en sus preferencias por los campos de las humanida-
85
des y las ciencias sociales. Además, las mujeres tienen
más influencia de los estereotipos de género que los
varones en la elección de la carrera (Akinlolu, 2022) y
las familias propician en sus hij@s una socialización
diferenciada, las niñas socializan acorde a su género a
través de las enseñanzas de sus padres y, más aún, les
imponen restricciones de comportamiento cuando al-
canzan la pubertad, todos estos factores tienen gran-
des efectos en su personalidad y en sus aspiraciones
para elegir una carrera (Phukan y Saikia, 2017).
La influencia familiar desempeña un papel funda-
mental en la vida de una persona y puede tener un impac-
to duradero en sus decisiones de carrera. L@s jóvenes
se van haciendo progresivamente independientes de
los padres, empero cuando se trata de elegir su carrera
platican con sus padres y consideran a sus padres como
la mayor influencia durante su educación y la transición
a la carrera (Lindley, Clemens, Kibbs, Stevens y Bagge,
2019).
Datta y Milton (2023) mencionan que parece haber
tres categorías de padres, los padres alfabetizados que
son los que tratan de crear un ambiente perfecto para
dar una buena educación; los padres que obligan a sus
hijos a lograr los resultados lo que sea que ellos quie-
ran, pero que lo hagan y los padres que no tienen edu-
cación y que no entienden lo que deben hacer para ob-
tener mejores resultados en la educación de sus hijos.
Considero que en México hay dos categorías más,
los padres que quieren que logren los resultados que
ellos no pudieron lograr por una diversidad de razones,
y los padres que quieren que sus hijos estudien la misma
86
profesión que ellos para que continúen con la tradición
familiar.
87
hombres son alentados a buscar carreras en ingeniería,
informática o finanzas. Hay investigaciones que mues-
tran que los jóvenes optaron por la carrera docente
por influencia familiar y sólo una pequeña proporción
eligió la carrera por gusto (García-Ruiz y Sánchez,
2006).
Las expectativas familiares y las presiones socia-
les también pueden influir en la elección de la carrera
desde una perspectiva de género. Las familias pue-
den tener ciertas expectativas en cuanto a las carreras
que son consideradas como propias de los hombres y
propias de las mujeres, y así surgen las limitantes de
las opciones profesionales de l@s jóvenes. Además, a
veces los padres esperan que los hijos sigan sus pasos
en cuanto a su profesión y los hijos por no querer
decepcionarlos tratan de cumplir con las expectativas
familiares.
Las mujeres a menudo se sienten presionadas para
elegir profesiones que se consideran socialmente más
adecuadas para su género, incluso si tienen intereses y
habilidades para otras áreas. Esta presión puede pro-
venir de los padres, otros familiares o incluso de las
propias expectativas interiorizadas. Las expectativas
de género en la familia, así como la inequidad en la
educación familiar pueden influir no solamente en las
elecciones de carrera, sino que pueden tener impac-
tos negativos durante el desarrollo de la carrera y, más
aún, en las oportunidades laborales de hombres y mu-
jeres (Hu, Lyu, Pan y Xu, 2023).
Además de los padres otros miembros de la familia
como l@s herman@s, tí@s, abuel@s, prim@s también
son referentes a seguir, ya que contribuyen a la in-
88
teriorización de las ideas respecto a la elección de la
profesión.
En el caso de los hermanos y las hermanas mayores
pueden ejercer una influencia significativa en la elec-
ción de la profesión. Un estudiante puede elegir su ca-
rrera siguiendo el ejemplo de sus hermanos o hermanas
mayores, éstos pueden llegar a ser los modelos para
seguir en cuanto a la elección de la profesión (Bravo y
Vergara, 2018).
Los hermanos o hermanas menores pueden seguir
el ejemplo de los mayores y así podrían tener otro pa-
norama diferente al de los padres para elegir su carrera.
Otro factor que puede influir en la elección de la ca-
rrera es el apoyo financiero de la familia para que los
hijos y las hijas puedan estudiar a nivel superior; acor-
de a Hu et al. (2023) cuando el nivel económico de
los padres es alto y tienen antecedentes de educación
superior invierten en la educación de las niñas, a veces
hasta más que en la de los niños en cuanto a clases ex-
tracurriculares, empero cuando hay muchos hermanos
y el nivel económico es bajo, las niñas se ven limitadas
respecto a los años de la escolaridad, se prioriza a los
varones. Estos factores pueden perpetuar la brecha de
género y limitar las oportunidades de desarrollo y cre-
cimiento de las mujeres.
Aunque los roles de género están cambiando en el
nivel mundial, todavía existen barreras y estereotipos
que contribuyen a la inequidad de género. Hu et al.
(2023) reportan, persisten expectativas sobre la edu-
cación para hombres y mujeres, diferenciación en los
recursos asignados para las niñas y los niños, etcétera.
Estos estereotipos pueden llevar a las mujeres a des-
89
cartar opciones profesionales que se perciben como
masculinas.
Otro factor que influye es el acceso a la información,
se ha reportado que si este acceso no es igualitario
las mujeres pueden verse limitadas en su elección de
carrera si no tienen acceso a información sobre opciones
profesionales no tradicionales o si enfrentan barreras
para acceder a una educación de calidad en áreas es-
pecíficas
Estrategias de indagación
Participantes
Instrumento y procedimiento
90
la familia y la perspectiva de género, durante estas se-
siones hubo preguntas abiertas, opiniones, intercambio
de puntos de vista y narración de experiencias. La du-
ración de estas sesiones fue de 60 minutos por sesión.
Para el análisis se utilizó un enfoque cualitativo a
través del cual se analizó el contenido de la informa-
ción emanada de cada sesión, estableciendo categorías
de los tópicos tratados, de qué manera, favorable o
desfavorable y la relevancia que le otorgaron a las te-
máticas.
Los temas tratados, así como las preguntas abier-
tas y las experiencias versaron acerca de lo siguiente:
el proceso que siguieron para la elección de la carrera,
qué pensaban estudiar, qué temas les gustaban como
para dedicarse a ellos, cómo decidieron estudiar Peda-
gogía, si recibieron orientación vocacional, si recibie-
ron consejos de la familia para decidir qué estudiar, su
composición familiar, nivel educativo y trabajo de sus
padres, si ambos trabajaban fuera de casa o la madre
se dedicaba al hogar.
Resultados
91
familia para su elección, no obstante, una buena parte
del estudiantado manifestó que le expresaron a sus
familiares sus gustos o preferencias respecto de lo que
querían estudiar. Otra parte del estudiantado narró que la
mayor influencia fueron los hermanos mayores, más
adelante hablaremos específicamente de estos casos.
Una pequeña proporción del estudiantado expresó
que la persona que más había influido en su decisión
para elegir la carrera de pedagogía había sido algún
profesor de la secundaria o del bachillerato.
Primeramente, es importante mencionar que la
composición familiar en la mayoría del estudiantado
es la familia nuclear y la familia nuclear extendida, en
promedio, el nivel educativo de los padres era bachille-
rato, pero también algunas@s jóvenes manifestaron
que sus padres tenían una profesión y la ejercían.
Por otra parte, la mayoría del estudiantado no ha-
bía recibido orientación vocacional, los que la habían
recibido es porque la buscaron ellos mismos, por que
como ell@s expresaron, ni en la secundaria ni en el
bachillerato recibieron ningún tipo de orientación vo-
cacional.
Adicionalmente, sólo una pequeña proporción, desde
antes de entrar a la licenciatura en pedagogía, tenía idea
de qué quería estudiar, sin embargo, como veremos
más adelante desafortunadamente a much@s de ell@s
les cambiaron la idea.
El proceso que siguió la mayoría del estudiantado
para la elección de la licenciatura en pedagogía se cen-
tró en platicar con sus padres, sus hermanos o sus
tías (en algunos casos).
Iniciamos con l@s jóvenes que escogieron la licenciatura
92
en pedagogía por influencia de sus padres, est@s jóvenes
manifestaron que siguieron las recomendaciones de
la familia, aunque la pedagogía no les fuera muy
interesante o no hubiesen pensado en esta carrera.
La mayoría de l@s entrevistados manifestó que en-
tró a la licenciatura en pedagogía por consejo de sus
padres y que al inicio no les gustaba la carrera, pero
afortunadamente a lo largo de los semestres le fueron
encontrando el interés y el gusto por la carrera y ya
en estos semestres (quinto y sexto) cuando fueron en-
trevistados no sólo les gustaba mucho la carrera, sino
que también habían adquirido un gran interés por me-
jorar la educación en México.
Un ejemplo de lo anterior es la narrativa siguiente,
en la cual una chica comenta lo que le dijo su padre
cuando ella le externó lo que le gustaría estudiar:
Yo le dije a mi papá que quería estudiar arquitec-
tura, que eso era lo que me gustaba, pero mi papá me
dijo, ¿arquitectura? Eso déjaselo a tu hermano que es
hombre, tu debes estudiar una carrera para mujeres
como psicología o enfermería, esas son carreras para
mujeres.
Esta chica exploró las licenciaturas de la upn y se
decidió por pedagogía, porque fue la que le pareció
más atractiva.
Una chica comentó que a ella la aconsejó su tía:
Mi tía es maestra y ella me convenció de estudiar
pedagogía, me dijo que era una carrera muy bonita y
que no sólo se trataba de una carrera para la docen-
cia, que había otros campos a los que me podía dedi-
car si yo no quería dar clase, entonces fui a conocer la
upn y a informarme sobre la licenciatura y así es que
93
decidí estudiar pedagogía.
En cuanto a la influencia de los hermanos mayores
para la elección de la carrera, l@s jóvenes que estaban
en esos casos, expresaron algun@s de ell@s que la
hermana mayor era maestra de algún nivel de edu-
cación básica o en otros casos la hermana o el her-
mano eran pedagog@s y platicando con ell@s habían
decidido estudiar pedagogía. Una chica mencionó lo
siguiente:
En mi familia todos son maestras o maestros, así
que yo también tenía que serlo, sólo que yo no quise
irme a la Normal y escogí pedagogía aquí en la upn.
Hubo un caso de llamar la atención, una chica en la
narración de su experiencia comentó:
Desde que estaba en la prepa quería estudiar algo re-
lacionado con la naturaleza, con el medio ambiente, en-
tonces me puse a investigar sobre las carreras relaciona-
das con eso y encontré la ingeniería ambiental, cuando
le dije a mi papá qué quería estudiar, me dijo que eso no
era para mí, no porque no fuera inteligente, sino que las
ingenierías, aun las ambientales son para los hombres,
que me imaginara que iba hacer entre puros hombres.
Es relevante aclarar que el papá de esta chica es
profesionista, lo cual ayudó para impulsarla a estu-
diar la educación superior, pero el ser profesionista
no cambia los sesgos de género; por su parte, la mamá
de la chica era maestra, pero había dejado de trabajar
cuando se casó y desde entonces se dedicó a su hogar
y su familia.
Ahora, continuando con la narrativa de esta chica:
Cuando mi papá dijo lo de las ingenierías para los
hombres, mi mamá me dijo que le hiciera caso a mi
94
papá, que podría estudiar alguna carrera relacionada
con la educación como ella que era maestra, que tenía
una amiga que había estudiado en la upn pedagogía,
pero que en la upn había además otras carreras.
A mi papá le pareció buena idea que yo estudiara pe-
dagogía y trató de animarme para entrar a la upn y
aquí estoy.
Sin embargo, esta chica que ya estaba en sexto se-
mestre cuando sólo le faltaba un año para terminar, me
comentó de manera personal que pensaba cambiarse
de carrera, que ahora sí iba estudiar ingeniería ambien-
tal, dado que seguía teniendo la inquietud, mientras
que la pedagogía no le gustaba mucho, a excepción de
algunas materias como las de investigación y una de las
estadísticas, que esas asignaturas sí le habían gustado
y que aunque llevaba buen promedio sólo estudiaba
para satisfacer a sus papás. Al final del semestre por
consejo de su papá decidió que sí terminaría pedagogía
y más aún comentó que había encontrado algo que sí
realmente le agradaba y a lo que pensaba dedicarse, la
Pedagogía Ambiental, así lograría conjuntar sus inte-
reses profesionales.
Tenemos también al estudiantado que tuvo la in-
fluencia de algún profesor para la elección de la ca-
rrera. En este caso uno de los chicos manifestó que
la profesora de geografía le había convencido de estu-
diar una carrera relacionada con la educación:
La maestra me dijo que la docencia le había traído
muchas satisfacciones, que era una carrera muy no-
ble porque siempre tenías trabajo. Yo no estaba muy
convencido de ser maestro y la profesora me dijo que
95
existía la upn, yo no la conocía, pero cuando ya estu-
ve en Bachilleres decidí ver qué carreras ofrecía esta
universidad y es así como supe sobre la pedagogía.
Hubo sólo una muy pequeña proporción de alumnas
(6%) que sí escogieron la carrera de pedagogía por de-
cisión propia, las chicas comentaron que sí les gustaba
la docencia que estaban interesadas en la educación en
general y dos chicas coincidieron en el mismo motivo
para estudiar pedagogía, lo que se presenta a conti-
nuación:
Yo quiero mejorar la educación de mi país, es im-
portante que los niños reciban una buena educación y
por eso decidí estudiar pedagogía.
Ante la pregunta de ¿por qué no tomó la carrera de
profesora en alguna Escuela Normal? Esta chica res-
pondió que cuando vio los planes de estudio le gustó
más el de la carrera de pedagogía y sentía que era más
completo.
Es de notar que sigue prevaleciendo la influencia fami-
liar con un sesgo de género, sin embargo, el panorama
se volvió alentador al conocer las narrativas del estu-
diantado, en las cuales podemos ver que finalmente
sí les gustó la carrera y tienen dentro de sus metas
mejorar la educación en nuestro país.
Lo anterior no significa un acuerdo con esos ses-
gos de género, todo lo contrario, se deben erradicar
definitivamente, se debe promover una educación con
perspectiva de género desde preescolar y orientar a los
padres para que ellos a su vez puedan orientar a sus
hij@s en la toma de una decisión que al final de cuen-
tas puede definir la vida de las personas.
96
Conclusiones
97
sesgos y estereotipos de género que tanto dañan a la
sociedad.
Asimismo, el conocer y comprender la influencia
familiar en la elección de la carrera desde la perspec-
tiva de género, nos permite identificar los sesgos que
debemos eliminar y así poder construir una sociedad
más equitativa en la que los hombres y las mujeres
puedan elegir su profesión por su propio interés, gus-
to y/o vocación, de tal forma que no sufran una impo-
sición a la que se tienen que adaptar.
Otro punto importante emanado de lo dicho en el
párrafo anterior es que una libre elección de la profe-
sión puede disminuir la deserción de las carreras.
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101
Consulta
102
Participación femenina en
la educación y el mercado laboral
de México
Resumen
Introducción
104
mientras que la tasa bruta de escolarización en el nivel
de secundaria y media aumentó de 68% a 86% entre 1999
y 2012. Sin embargo, para Serrano y Serrano (2006; 75)
los rasgos de exclusión y antagonismo en el trato hacia las
mujeres continúan vigentes en el xxi. Por lo tanto, de
acuerdo con Lechuga, Ramírez y Guerrero (2018;2), es
pertinente preguntarse si a la luz de la información dis-
ponible, tienen validez tales aserciones. Para ello, con-
sideramos la educación como factor de capilaridad social
(Castellanos-Ramírez y Niño, 2022); Coparmex, 2018;
Tapia y Valenti, 2016) y su correlación con el mercado
laboral (ocde, 2021 y 2022).
El artículo está dividido en tres secciones, en la pri-
mera se presentan datos estadísticos que muestran la
participación femenina en el ámbito educativo, en la
segunda el mercado laboral, al que se enfrenta la mujer
en México con información sobre salarios y partici-
pación laboral, y en la tercera sección se presenta el
modelo econométrico desarrollado, en el cual se esta-
blecen relaciones entre diversas variables explicativas
que influyen en el número de mujeres ocupadas.
105
(2019).1 Asimismo, existen ciertas características que
la sociedad ha establecido para diferenciar a las mujeres
de los hombres, las cuales pueden llevar a la desigualdad
de género en diversos países. Cada una de las culturas
impregna un tipo de comportamiento de acuerdo con
el género. En la mayoría, la mujer queda relegada a un
papel doméstico y de cuidados.
En la misma línea, Marrero (2019) señala que la
enseñanza, la investigación y la generación de conoci-
miento tienen un sesgo masculino, que la producción
de conocimiento es sexista y que el lenguaje científico
no es neutral. Es así como las epistemologías femi-
nistas cuestionan la transmisión de conocimientos y
además proponen incluir en los contenidos académi-
cos la perspectiva de género. Un esquema educativo
masculinizante abona el sexismo, entendido como la
asignación preferente de actividades a hombres por
estereotipos sociales que, en los extremos, ubica a
las mujeres en labores domésticas y a los hombres
en el ámbito público y social2. Para inculcar valores
de equidad y antisexistas curriculares, una propuesta
con perspectiva de género se centra en cambiar las re-
laciones de poder en la educación, al grado de sugerir
la actualización de bibliografía, seleccionar profesora-
do que a través de la docencia promuevan la perspec-
tiva de género y un cambio en los programas de las
asignaturas. No obstante,
1
Androcentrismo: consideración de que el hombre es el centro de la sociedad,
dejando de lado el papel que en estas constituye la mujer. Arquetipo masculino:
modelo de conocimiento basado en la postura masculina y que modela la ense-
ñanza del resto de la sociedad.
2
Masculinizante: que tiene de base las características de lo masculino. Sexismo:
discriminación hacia las personas por su condición de sexo. Antisexista: que se
opone a la discriminación por condición de sexo.
106
No se trata de intentar construir desde las aulas o la
academia un mundo de mujeres, como en varias ocasio-
nes se ha malinterpretado a la teoría feminista. El ob-
jetivo radica en brindarle equitativa importancia, en la
impartición de contenidos y en los estudios desde las
ciencias sociales, a mujeres y hombres, tomando como
criterio básico la diversidad de experiencias por las que
históricamente han atravesado. (Marrero, 2019: 9).
En el escenario descrito, a continuación, se explica
para México la transición hacia equidad de género a través
de las variables de alfabetización y matrícula educativa,
por una parte; y, por otra, el factor de natalidad por grado
de escolaridad de la madre, que la obstaculiza.
108
en el ciclo escolar 2021/2022 la matrícula de mujeres
en los niveles medio superior y licenciatura superó a
la de hombres en 4% y casi 6%, respectivamente.
Tabla 2. México: matrícula por nivel educativo,1950, 2014,
2015/2016 y 2021/2022 (en porcentajes)
Media su-
58.0 42.0 50.0 50.0 49.8 50.1 47.9 52.1
perior
109
manufactura y construcción y, en cambio, a las muje-
res se les asocia a sectores tradicionales de comercio,
hotelería, cuidados de salud y educación a menores.
Este contexto de brecha implícita de ingreso repercu-
te en brecha de género, por lo cual el nivel educativo
preuniversitario juega un papel relevante en la futura
inserción laboral de hombres y mujeres en el ámbito
profesional.
En el sistema educativo hay programas masculini-
zados caracterizados como aquellos con matrícula de
mujeres inferior a 30% y programas de tipo femenino
con matrícula de mujeres superior a 70%, con los es-
tereotipos referidos. Por ejemplo, Sevilla (2021, ) en
una investigación en siete países latinoamericanos3
sobre los programas de enseñanza técnico profesional
(etp) en secundaria con alta participación femenina
entre 13 y 15 años de edad, “cuando sus decisiones es-
tán más condicionadas a los roles tradicionales de gé-
nero”, refiere programas asociados a matrícula feme-
nina superior a 80% en industria textil (diseño, moda,
confección), educación de menores, salud y activida-
des secretariales; y participación entre 65% y 70% en
actividades contables, comercio y administración.
La subrepresentación femenina en las áreas de co-
nocimiento ctim señaladas ha sido hasta ahora una
marca indeleble que la pandemia de Covid-19 agudizó
y que, como brecha de género educativo y económico,
3
Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, Honduras, México, Uruguay.
110
requiere de una priorización del acceso de las muje-
res a las áreas de conocimiento ctim masculinizadas
desde las políticas educativas en los programas etp.4
Pues como lo estipula la Cepal (2021), la emergencia
sanitaria provocó en las mujeres en América Latina y
el Caribe “un retroceso de más de diez años en su par-
ticipación en el mercado laboral”; y en cuanto a bre-
cha de género de ingreso específicamente en el sector
salud, en el cual las mujeres significan 73.2% del em-
pleo, se refiere que los salarios son 23.7% inferiores
al de los de los hombres.
Para verificar la aseveración de la ocde (2015), en
el caso de México, la evidencia del ciclo escolar 2015-
2016 muestra que en licenciatura y posgrado se obser-
vaba un sesgo femenino hacia artes y humanidades;
ciencias sociales y administrativas; educación y salud.
En tanto la matrícula masculina se orientaba hacia la
agronomía y veterinaria; ciencias naturales, exactas y
computacionales; ingeniería, manufacturas y construc-
ción; y servicios (Lechuga, Ramírez y Guerrero, 2018).
A continuación, se muestra el detalle con información
hasta 2021 en la Tabla 3.
4
La subrepresentación femenina se refiere a la poca participación de la mu-
jer en determinadas áreas profesionales y de conocimiento.
111
Tabla 3. México: Matrícula en educación superior por
campo de formación académica según sexo, (Ciclo escolar:
2015/2016, 2020/2021) (en porcentajes).
Campo de
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
formación
(2015/2016) (2015/2016) (2020/2021) (2020/2021)
académica
Licenciatura
universitaria y 50.9 49.1 47.0 53.0
tecnológica
Agronomía y
64.8 35.2 54.4 45.6
veterinaria
Artes y humani-
43.6 56.3 41.4 58.7
dades
Ciencias
naturales,
56.7 43.2 66.9 33.1
exactas y de la
computación
Ciencias socia-
les, administra- 42.6 57.3 40.8 59.2
ción y derecho
Ingeniería,
manufactura y 72.8 27.1 68.1 31.9
construcción
112
Los datos del ciclo 2020/2021 no sólo confirman y
aumentan el predominio de la matrícula femenina en las
áreas de conocimiento señaladas; además, es superior en
licenciatura universitaria y tecnológica y servicios, desta-
cando el hecho de que en esta última área el aumento de
la matrícula fue de casi 70%. En tanto, de una parte, en
agronomía y veterinaria la brecha de matrícula disminuyó
en forma importante y, de otra, aumentó también en forma
importante la de ciencias naturales, exactas y de la com-
putación.
Aun cuando ha habido en general una reducción en
las brechas de género en la matrícula en educación supe-
rior, hay temas pendientes que atender como el porqué
del sesgo de los hombres hacia las ingenierías y una
regresión de 10% de las mujeres en ciencias naturales,
exactas y de la computación en el último ciclo con res-
pecto al de 2015/2016.
En relación con el rezago en el sector ctim, en
México en últimos años se impulsó un programa de
acercamiento de niñas y jóvenes a áreas ctim, con la
finalidad de incrementar la matricula académica en
ramas que han tenido sesgo en la participación mas-
culina (Niñastem, 2022).
Sin embargo, quizá el problema ya no radica en el
acceso de la mujer a la educación, sino en el escenario
de violencia que enfrentan las mujeres al acceder a es-
tos espacios educativos, donde predomina una visión
patriarcal y una negativa aceptación varonil de convi-
vencia y colaboración con el género opuesto debido
a una arraigada creencia de superioridad vocacional
o de capacidades intelectuales. Es por esta razón que
los planes actuales, programas y políticas ya incorpo-
ran una perspectiva de género dentro de las aulas.
113
Mercado Laboral Femenino
114
Sin embargo, las diferencias fisiológicas entre muje-
res y hombres sí tienen injerencia en el campo laboral;
ejemplo de ello es el sector de la construcción con una
participación importante de hombres, mientras que en
el comercio es semejante la mano de obra femenina y
masculina (Inmujeres, 2014). También es importante
mencionar que, referente a la participación por géne-
ro en el mercado laboral mexicano, datos de la revista
Fem (2014) muestran que 48% son mujeres entre 15
y 64 años y 83% hombres. En 2021, probablemente
por el efecto Covid-19 se dio una regresión en la tasa
de participación económica de las personas en edad de
trabajar, con mayor impacto en las mujeres, la cual fue
de 40.9% y de 74.3% para los hombres (enoe, 2021).
Sin embargo, más allá de una emergencia sanitaria,
las cuestiones físicas no deberían de ser un factor que
incremente la discriminación de la mujer en el mer-
cado laboral, ya que sería más conveniente tomar en
cuenta el intelecto que adquieren tanto hombres como
mujeres cuando acceden a los mismos niveles educa-
tivos (Lechuga, Ramírez y Guerrero, 2018).
Y, aun así, en la investigación científica, tomando
como referencia Consejo Nacional de Ciencia y Tecno-
logía (Conacyt), en 1984 se tenía un registro de sólo
283 mujeres en el Sistema Nacional de Investigadores
(sni), cifra que en 2021 había aumentado en forma
importante a más de 13 000 mujeres en la masa críti-
ca de la ciencia, empero significando 38.2% del total
de investigadores en el sni.
Y no obstante el avance de las mujeres en la matrí-
cula educativa, en puestos públicos de alta calificación,
fue en el año 2000 cuando por primera vez una mujer
115
ocupó la Secretaría de Educación Pública, en 2017 co-
menzaron a participar mujeres en la Junta de Gobier-
no del Banco de México –banco central- y en 2021 se
eligió por primera vez una gobernadora en la misma
institución; y hasta 2023 se nombró una presidenta
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuya
creación data del año 1825.
Es por esto que, dentro del campo de estudio del
feminismo, el concepto de economía feminista ha per-
meado a manera de poner en tela de juicio lo acontecido
a las mujeres dentro del hogar, tanto aquellas que vi-
ven aún con sus padres como las que deciden formar
una familia y/o vivir en pareja.5 El centro de atención
de este concepto se enfoca en el trabajo doméstico, el
cual es elaborado en mayor medida por mujeres. Se
trata de un tipo de trabajo no remunerado que repre-
senta un valor económico importante si se contabili-
zara en las estadísticas nacionales de México.
De la misma forma, un dato que revela las dispari-
dades que en el hogar enfrentan hombres y mujeres
es tiempo que cada uno de los géneros pierde al deci-
dir casarse. Mientras los hombres ganan 2.9 horas de
tiempo libre, las mujeres pierden 7.3 horas (enut,
2019 cuenta satélite). Esto ha sido un punto de arran-
que para la discusión en torno al predominio de toda
una serie de creencias religiosas, sociales y económi-
cas, donde se ubica a la mujer únicamente arraigada a
5
El feminismo es un movimiento social surgido formalmente a finales del siglo
xviii que comporta una ideología crítica, de acuerdo con Sau (2001), toma de
conciencia de las mujeres como grupo de la opresión, dominación, y explotación
que ha sido y son objeto por parte de los varones en el seno del patriarcado bajo
las distintas fases históricas de modelo de producción. Lo mueve la acción para
lograr la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que
se requiera.
116
espacios domésticos y de cuidado, omitiendo la capa-
cidad con la que los dos géneros cuentan para realizar
diversas tareas del hogar y de procuración de niños y
enfermos.
Con ciertos rezagos, el gobierno mexicano ha desti-
nado recursos a educación, investigación y desarrollo;
y de la misma forma ha puesto en práctica programas
públicos y leyes que fomentan la igualdad de género,
tal es el caso del Programa Nacional de la Mujer Alian-
za para Igualdad (Pronam) y el Inmujeres (Lechuga,
Ramírez y Guerrero, 2018).
El Pronam fue reemplazado en el año 2000 por
Proigualdad subsistiendo hasta la actualidad con el
objetivo de establecer acciones que deberán cumplir-
se para lograr el respeto, la protección, promoción y
garantía del pleno ejercicio de los derechos humanos
de todas las mujeres; el principal resultado fue po-
tenciar la autonomía económica de las mujeres para
cerrar las brechas de desigualdad salarial.
3. Evidencia Empírica
117
la tasa de alfabetización de las mujeres (ta); matrimo-
nios registrados (mat); nacimientos registrados (nac)
y/o los nacimientos de madres adolescentes (maa).
El modelo a estimar fue el siguiente:
118
Tabla 4. Resultados de las pruebas de estacionariedad.
119
por lo que a las variables MO y MAT se aplicaron loga-
ritmos y primeras diferencias, mientras que para la TA
se tomaron las primeras diferencias.
El modelo ajustado, con las series estacionarias y
las variables que resultaron significativas, dio como
resultado la siguiente regresión:
120
en el número de matrimonios y el porcentaje de los na-
cimientos de madres solteras sólo explican 48.10% de
las cambios en la participación laboral de las mujeres.
Finalmente, con el modelo ajustado se realizaron
las pruebas correspondientes para verificar que los re-
siduales tengan el comportamiento de ruido blanco y
normalidad. Los resultados de las pruebas se resumen
en la Tabla 8, en donde se observa que los resultados
obtenidos satisfacen la característica de ruido blanco
en los errores (no hay correlación serial ni heteroce-
dasticidad) y se comprobó que los errores siguen una
distribución normal a un nivel de significancia de 90%.
Valor de la
Tipo de prueba Hipótesis nula
probabilidad
Correlación Serial
No hay correlación serial
Breusch-Godfrey 0.078
hasta el rezago 5**
Heterocedasticidad
Harvey Homocedasticidad 0.756
No hay heterocedasticidad
Arch 0.243
ARCH hasta el rezago 5
Normalidad
Jarque-Bera Normalidad 0.532
Fuente: Estimaciones del autor a partir de datos anuales del inegi y Banco
Mundial.
121
CONCLUSIONES
122
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126
Género y altas habilidades:
estereotipos de género en madres
y padres de familia con hijas e hijos
con talento matemático
Resumen
127
(School Wide Enrichment Model SEM) de Renzulli.
A partir de los resultados de un taller de género con
los padres y madres de familia que asisten al programa
sobre talento matemático, percibimos la existencia de
estereotipos que han sido asimilados, sea por su edu-
cación en casa, en la escuela o en la misma comunidad
donde viven. En conclusión, creemos que es importan-
te incorporar la perspectiva de género en programas de
atención a los padres y madres de familia del alumnado
con talento matemático y también en el ámbito edu-
cativo.
Palabras clave: Talento matemático, género, progra-
ma de enriquecimiento extracurricular.
Introducción
128
dades y la jerarquización entre hombres y mujeres en
el ámbito educativo, la reproducción y perpetuación de
los estereotipos de género en el aula por parte del pro-
fesorado y otros agentes educativos, y la desigualdad
histórica que han sufrido las mujeres (entre otros temas)
en lo que refiere los espacios educativos y su educación.
A partir de lo aquí mencionado, el presente trabajo se
puede enmarcar dentro del área de estudio de la com-
prensión e intervención de las desigualdades históricas
de las mujeres en los sistemas educativos, pues busca
poner de manifiesto como las alumnas con altas ca-
pacidades han sido una población que históricamente
ha sufrido una doble o triple discriminación en lo que
refiere al acceso a una educación integral.
129
ejemplo, la prueba de coeficiente intelectual (ci). En este
sentido, las altas habilidades es un concepto básicamente
cuantitativo y psicométrico. Según este paradigma, el ta-
lento es visto como un rasgo innato y que no cambia,
sustentado en una concepción biológica del talento
con programas únicos para todos. Bajo ese paradigma,
la identificación de las altas habilidades se realiza bá-
sicamente a partir de tests y la atención que se brinda
a los estudiantes, se desarrolla a partir de programas
únicos con contenidos previamente establecidos.
Por otro lado, en el paradigma actual, las altas ha-
bilidades se ponen de manifiesto de diversas maneras,
ésta es comprendida bajo diversas dimensiones y va
cambiando a lo largo del desarrollo de las personas. La
identificación de los alumnos y alumnas con altas ha-
bilidades es inclusiva; tiene como objetivo promover
el potencial de los estudiantes. Dicha identificación
va encaminada a mejorar el proceso de enseñanza y
aprendizaje con una intervención específica, flexible
en términos de elección y también de la duración y
se sustenta, básicamente, en las características de los
alumnos y las alumnas; por lo tanto, la intervención
educativa es específica y acorde a las necesidades de
los niños y niñas.
Simón (2016) comenta que, en la mayoría de los
estudios sobre género y talento, las mujeres que son
identificadas con altas capacidades en matemáticas
son escasas, lo mismo se podría decir para los pro-
gramas de atención a las mujeres con estas caracte-
rísticas. Según la autora, esta diferencia, destaca prin-
cipalmente, en el periodo de la adolescencia. En ese
mismo sentido, (Freeman, 2003, Lee y Sriramen, 2011
130
citado en Simón, 2016) mencionan, que esta diferencia
entre varones y niñas cuestiona los procedimientos
de selección, también los efectos que pueden tener los
programas de atención para las niñas. En otro orden de
ideas, la misma autora señala que la influencia parental
en el desarrollo de las altas capacidades, y uno de los
aspectos que consideran importante es la identifica-
ción temprana como un medio para potencializar las
altas capacidades en matemáticas. En este sentido, se
considera que los padres juegan un papel importante
en el desarrollo de las altas capacidades a temprana
edad, igual que el papel que juega la socialización y
los roles de género.
De acuerdo con Farfán y Simón (2018) en un estudio
sobre el desarrollo del talento de las mujeres en mate-
máticas desde la perspectiva de la socioepistemología,
es importante estudiar el talento desde una perspecti-
va de género. Estas autoras estudiaron a cuatro muje-
res y cuatro varones adolescentes entre 13 y 15 años
de edad en un programa de desarrollo de talentos en
ciencias. Para ello, se usó el método biográfico, que es
un enfoque contrario a la homogeneidad que caracte-
riza los métodos de identificación y desarrollo del ta-
lento matemático. Además, se realizaron entrevistas
a profundidad con diversos integrantes de la comuni-
dad. Los resultados revelaron que la elección profe-
sional de las niñas está fuertemente influenciada por
los padres y, en su mayoría, son estereotipos tradicio-
nales, que equivalen a la elección de profesiones que
se relacionan con labores del cuidado; por ejemplo,
la enseñanza y la medicina a pesar de que destacan en
el campo de las matemáticas.
131
La atención de las alumnas con altas habilidades
132
de género propuesta por Scott (1995), quien define
el género “como un elemento constitutivo de las re-
laciones sociales basado en las diferencias percibidas
entre los sexos, el cual también es una forma primaria
de significar y que permite entender las relaciones de
poder” (p. 86).
Autoras como Kreger (1999), menciona que en el
caso las alumnas con altas capacidades, el autoconcep-
to y la pertenencia social pueden ser factores o indi-
cadores para su desarrollo profesional y/o laboral. En
este sentido, estudios más recientes, como el llevado
a cabo por García et al. (2019) sobre la relación entre
variables como la autoestima, los estereotipos de gé-
nero y el rendimiento escolar en el alumnado con al-
tas habilidades, encontraron que una baja autoestima
afecta de forma negativa en el rendimiento escolar; es
decir, a menor autoestima, menor rendimiento esco-
lar; en el caso de su estudio, en ambos sexos los nive-
les de autoestima que presentó cada grupo son altos,
pero encontraron una diferencia significativa en los
niveles de autoestimas de las jóvenes participantes:
poseían niveles más bajos en comparación de sus pa-
res varones. A partir de esto, mencionan que existe la
posibilidad de que el rendimiento académico de estas
alumnas vaya decreciendo al transitar por el sistema
educativo, lo que provoque que “ellas mismas se in-
visibilicen”.
Siguiendo esta línea Roa-Tampe et al. (2020) comen-
tan que el autoconcepto es una variable que puede apor-
tar a la creación de brechas en lo que refiere a las aspira-
ciones de mujeres y varones en áreas como las ciencias
o las matemáticas. En su estudio realizado en Chile con
133
alumnado de segundo de secundaria identificado con al-
tas capacidades, identificaron que las mujeres con altas
capacidades poseen un nivel de autoconcepto menor en
comparación con sus pares varones, pero, además, des-
tacan que, en el caso de su investigación, los niveles de
autoconcepto son menores tanto en varones como mu-
jeres que participan dentro de programas de enriqueci-
miento o atención especializada. Por lo que recomiendan
realizar investigación con muestras de mayor tamaño,
con la finalidad de explicar el porqué de este fenóme-
no. Además, señalan que se lleven a cabo programas que
analicen el desarrollo del autoconcepto.
Lo descrito por estos autores tiene relación con lo
hallado en el metaanálisis hecho por Infantes-Paniagua
et al. (2022), quienes en su revisión confirman lo pro-
puesto en la literatura sobre que en el alumnado con
altas habilidades existe un nivel mayor de autoconcep-
to en comparación con sus pares sin altas habilidades,
pero también encontraron que puede haber estudian-
tes con altas habilidades que tengan bajos niveles de
autoconcepto en comparación con sus pares y con
estudiantes sin altas habilidades. Esta situación pue-
de responder a cuestiones socioculturales, específica-
mente a cuestiones de género. Concluyen en la im-
portancia de llevar a cabo futuras investigaciones que
continúen analizando las posibles correlaciones entre
variables culturales, de género y habilidades cogniti-
vas en el desarrollo y desempeño académico del alum-
nado con altas habilidades.
Retomando lo propuesto por Kreger (1999), re-
cuperamos lo planteado sobre el papel de la familia
por Pasarín et al. (2004), quienes comentan que el
134
alumnado con talento matemático representa un pe-
queño porcentaje de la población total de niñas y ni-
ños escolarizados, y que la mayoría de este alumnado
proviene de familias de un nivel socioeconómico alto,
lo cual se traduce en que cuenta con los recursos su-
ficientes para cubrir sus necesidades educativas es-
pecíficas, como el acceso a actividades o programas
extraescolares —que muchas veces tienen un alto cos-
to económicos—, o madres o padres con un nivel de
escolaridad de licenciatura o posgrado; esto último
podemos traducirlo en niñas o niños con un mayor
capital cultural, entendido tal y como lo define Bour-
dieu e Passeron (1977); es decir, sería un alumnado
con un conocimiento académico escolar y habilidades
que les darían un lugar por encima del promedio de
sus compañeros en su contexto —social o escolar—
inmediato. Es así como podemos mencionar que el
nivel socioeconómico de la familia juega un papel im-
portante en lo que se refiere al desarrollo del talento
matemático.
Otro factor o componente importante que hay que
considerar, además del nivel socioeconómico, seria a
la familia, es decir el de los estereotipos de género
que se transmiten en los miembros de una familia.
De acuerdo con Guzman Stein (1994), la familia es la
institución primaria de socialización, donde se repro-
ducen y perpetúan los estereotipos y roles de género,
es pues un espacio donde a los varones se les enseña a
ser independientes, racionales, agresivos, entre otros
atributos “propios” de la masculinidad, mientras que
a las mujeres se les educa para ser obedientes, disci-
plinadas, dependientes y subordinadas al varón.
135
En esta línea Faust (2015, citada en Kruczeveski y
Oliveira, 2018), concuerda y argumenta que la familia
es un espacio de transmisión y reproducción de valo-
res cargados por estereotipos de género sobre lo que
deben ser una mujer y un hombre. En el caso de las
niñas, los valores que se les transmiten en el núcleo
familiar van encaminados a limitar su autonomía y
su capacidad de cuestionar, buscando volverlas suje-
tas pasivas o dóciles. De acuerdo con Faust, esto se
refleja en el aula en una menor participación de las
alumnas en las clases, en comparación con sus com-
pañeros.
A partir de los trabajos mencionados, podemos
concluir que dentro de las variables que puede servir
como catalizadores o inhibidores a la luz de la pers-
pectiva de género para el desarrollo de las altas habili-
dades o talentos específicos, como el talento matemá-
tico, para el caso específico de las niñas y adolescentes
son: el autoconcepto, el contexto socioeconómico y la
familia. A partir de esto, nuestro supuesto teórico es
que los estereotipos de género que existen entre los
miembros de la familia pueden ser un catalizador o
un inhibidor del talento matemático para las niñas.
136
(2008). El talento es simbolizado por tres anillos, mis-
mos que definen comportamientos talentosos en lugar
de individuos talentosos. El modelo contiene tres ele-
mentos que se entrelazan mutuamente: alta habilidad
intelectual, alto comprometimiento en tareas y crea-
tividad. Los alumnos que presentan estas caracterís-
ticas son capaces de desarrollarlos a un área, como se
muestra en la figura 1.
137
actividades se llevaron a cabo por medio de talleres
de matemáticas dirigidos a estudiantes de educación
primaria y secundaria y talleres dirigidos a padres de
familia, con el objetivo de mejorar los canales de co-
municación entre padres e hijos que participaron en
el programa. Se desarrollaron también talleres de gé-
nero para niños y niñas de educación primaria y para
los padres de familia de los hijos e hijas que participa-
ron en el proyecto.
Metodología
138
reflexionar sobre sus efectos en otros miembros, como
sus hijas.
Objetivo
Participantes
Muestra
Submuestra
139
Mexicano (tamme) de la upn Ajusco. Este proyecto
prevé talleres para el desarrollo de habilidades mate-
máticas específicas para alumnado de educación se-
cundaria y primaria, así como talleres dirigidos a la
familia; en estos últimos se manejan dos tipos de ta-
lleres: aquéllos en los que se trabajan temas como co-
municación y límites sanos en casa, y talleres sobre
la perspectiva de género. De estos últimos es que se
presenta el trabajo en el presente escrito.
Tabla 1 Descripción de la muestra de madres y padres
Sexo
Procedencia Total Escolaridad máxima
H M
Estado de Secundaria 0 1
8
México Bachillerato 1 1
Ciudad de Técnico 1 0
4
México Licenciatura 4 4
Total 12
140
las habilidades matemáticas y su relación con el gé-
nero.
141
Segunda etapa. Programa de enriquecimiento extra-
curricular: el trabajo con los niños y los padres
142
dirigido a madres y padres de familia.
Es importante mencionar que las sesiones de los
talleres con los padres de familia fueron videograba-
das. En los talleres para padres de familia se traba-
jaron a partir de hojas de trabajo como material de
análisis y también se llevaron a cabo notas de campo,
mismas que complementaron las grabaciones de los
talleres.
Tabla 2 Sesión 1. Transformando los roles de género en casa
143
Resultados
144
Figura 2 Página interior del cuento “¡Mamá se va de viaje!”
(Herrera Gómez, 2021)
145
él apoye en casa [junto de la señora está su esposo,
a quien ella le da un codazo muy leve, en nuestra
perspectiva a modo de juego, pero notamos en el ros-
tro del esposo cierta molestia o incomodidad] por-
que siempre busca pretextos para no ayudar en cosas
como la cocina. Pero no fuera pintar o arreglar cosas
de la casa porque [empieza a reír ligeramente y hace
gestos con la mano]…
146
mi hija tenga que estar obligada a hacer cosas como
servirle de comer a su esposo sólo porque sí.
El contraste entre lo narrado por madres y padres,
y la narración de un docente:
Hace dos años, que estaba impartiendo clases en sexto
grado, llegamos al tema de perímetro y área. Y tenía
yo niños que no sabían distinguir qué era perímetro y
qué era área, y eso me parecía un poquito grave porque
ya estaban en sexto grado. Pero me parecía más grave
que tenía tres casos de niñas, específicamente niñas,
que no sabían distinguir entre un cuadrado y un rec-
tángulo. Pero estas niñas venían de situaciones fami-
liares muy complejas… Los otros dos casos también
eran muy particulares porque no había apoyo en casa,
porque como eran las niñas, pues ellas al rato se casan
y ya no van a necesitar estudiar porque así lo mani-
festaban los papás y eso me preocupaba mucho… La
otra es de esta niña que te decía yo: los papás venían
de la sierra de Puebla. El papá era el único que sabía
leer y escribir, la mamá no. Pero el papá decía “bue-
no, yo la estoy mandando a la escuela porque necesito
que alguien la cuide”. Textualmente el papá lo decía, y
la mamá, pues, como una mamá que finalmente está
sometida por el papá, obedecía lo que decía el señor.
Entonces ellos te manifestaban que, bueno, la esta-
ban mandando a la escuela mientras, pues, tenía ya
como la edad para hacer otras cosas, para trabajar,
a lo mejor para dedicarse a cuidar a los hermanitos,
porque además era una familia muy grande…
Al respecto, Serret (1998) menciona que, en los ám-
bitos sociales, culturales, políticos y jurídicos, entre
muchos otros, la desigualdad sexual tiene un impacto
147
negativo hacia las mujeres y comenta que este tipo de
comportamiento se ha normalizado como un someti-
miento hacia las mujeres. Comenta, además, que este
tipo de subordinación femenina, se manifiesta de diver-
sas formas y en efecto constituye un problema de índo-
le social, ético y político que ha sido explicado desde
el inicio de la teoría feminista hasta los días actuales.
Este discurso del sometimiento sobre ellas aún se
encuentra vigente, como se percibe en el fragmento pre-
sentado. El que estas situaciones aún existan, explica
Serret, es para validar y conservar los privilegios mas-
culinos. Podemos añadir que el apoyo familiar va a va-
riar de formas positivas o negativas, según sea el caso,
no siendo igual para niñas que para niños. Es decir,
se apoya a la hija a que estudie mientras se le prepara
para servir, teniendo la escuela como una guardería y
no como una institución que pueda brindarle posibi-
lidades de desarrollo, cumpliendo con los mandatos
de género que recaen en ella por ser mujer. Y también
guardando relación con lo mencionado por Bonal,
quien señala que la escuela actualmente es una repro-
ductora de las desigualdades.
…y esta niña era de las de en medio, entonces se vuel-
ve muy complejo eso y entonces el señor pues decía
“pues va a estudiar hasta donde pueda porque en al-
gún momento se va a casar” como con esta idealiza-
ción de que no era necesario de que aprendiera cosas
tan complejas porque finalmente pues se va a casar
no, entonces ahí es como, es una lucha con los papás
porque tienes que convencerlos de la necesidad de que
aprendan, pero pues también cómo le haces para cam-
biar su ideología, es muy complejo y además te decía
148
la mamá siempre sometida por el papá ella no sabía
ni leer ni escribir, ella medio intentaba ayudarle con
las tareas, yo me acuerdo particularmente con mate-
máticas, no hacía las tareas porque no le ayudaba na-
die, no, salvo con lo que había ahí en la escuela, fuera
no podía hacer otra cosa, eso lo volvía muy complejo.
Conclusiones
149
padres y madres de familia percibimos la existencia
de estereotipos que han sido asimilados por éste, sea
por su educación en casa, en la escuela o en la misma
comunidad donde viven. Creemos que es importante
incorporar la perspectiva de género en programas de
atención a los padres y madres de familia del alum-
nado con talento matemático y también en el ámbito
educativo. Para que, además, padres y madres de fa-
milia reflexionen sobre esos papeles, así como el efec-
to que éstos tienen en su formación personal, al igual
que en la búsqueda de una sociedad con más equidad.
En este sentido, realizar un trabajo desde la pers-
pectiva de género en educación dentro del programa
tamme, es de vital importancia no sólo para aten-
der esta problemática que nos afecta a todos y a to-
das, sino que también, podamos diseñar actividades
que consideren el desarrollo del autoconcepto y otras
habilidades con perspectiva de género. En el caso de
nuestro programa consideramos, el trabajo no sólo
con el alumnado, sino también, con el profesorado,
madres y padres de familia para que poco a poco, po-
damos construir una sociedad más justa y con más
equidad de género.
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La violencia de género en la
Universidad de Sonora desde
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Resumen
155
Introducción
156
Referentes teóricos y metodológicos
157
Otro referente importante, es un marco jurídico na-
cional en el que destaca la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia (lgamvlv), de-
finiendo los tipos y modalidades de violencias hacia
las mujeres. Solo mencionaremos las que aparecen en
este estudio, cuyas definiciones se encuentran en la
citada Ley (2023):
a) La violencia docente
158
Metodología
159
Los grupos eran de Enfermería, Contabilidad, In-
geniería y Psicología, su composición heterogénea en
cuanto a edades, sexo, identidades de género y al ser
de diferentes generaciones, permitió cumplir con los
criterios prestablecidos para la muestra: que fueran
hombres y mujeres de diferentes semestres y de va-
rias licenciaturas. El estudio mantiene la confidencia-
lidad de la identidad de quienes participaron.
160
serios problemas para que los protocolos cumplan sus
objetivos, realizando recomendaciones para su mejora.
Con temas específicos de la vg el estudio de Evan-
gelista (2019), analiza la normalización de la violencia,
Huerta (2020), aborda el problema de las miradas lasci-
vas hacia estudiantes universitarias, mientras Maceira y
Medina (2021) reflexionan acerca de las dificultades
para lograr el acceso a la justicia universitaria.
El problema
161
La violencia de género en la Universidad de
Sonora
162
La Defensoría de los Derechos Universitarios, (ddu)
es la instancia responsable de conocer e iniciar los
procedimientos de atención a las quejas.
La Unison, tuvo dificultades para poner en práctica el
protocolo para la atención y prevención de violencia
de género por la pandemia de Covid-19. No obstante,
hubo casos que se resolvieron de manera expedita, aun-
que ameritaban sanciones, las profesoras que intervi-
nieron para dar soluciones a los casos de vg prefirieron
apoyar –con la ayuda del sindicato– los trámites de ju-
bilación de tres profesores agresores con más de 30
años de servicio.
Las experiencias de VG
163
La perspectiva de género nos permite identificar las
relaciones de poder (Gamba, 2008) que se manifiestan
en las experiencias de vg compartidas por las y los es-
tudiantes. Los estereotipos de género, fuertemente an-
clados en la cultura, fortalecen la idea de que los hom-
bres tienen supremacía ante las mujeres, por ello, los
docentes agreden, intimidan, amenazan y hostigan
a las estudiantes, esperando lograr de ellas el some-
timiento sexual. En la totalidad de casos de hostiga-
miento sexual los agresores fueron docentes varones,
abusando de la posición de jerarquía que les da su pa-
pel de profesores.
En los relatos compartidos en los grupos focales mues-
tran varios casos de vg experimentados por estudiantes
mujeres, así como experiencias ocurridas dentro de sus
escuelas a estudiantes que no se encontraban presen-
tes.
Uno de ellos se trata de ciberacoso sexual, práctica
que va creciendo, sobre todo a raíz de la pandemia, ya
que se incrementó la comunicación entre alumnado y
profesorado a través de celulares y plataformas digita-
les. El agresor fue un profesor que enviaba fotos por-
nográficas al celular de la alumna. (E.F.1) Además, se
compartió otro caso de ciberacoso sexual, de parte de
un alumno a sus compañeras, al enviarles fotografías
de alumnas (sin su consentimiento) y pornografía a los
celulares. (IF1).
Este tipo de agresión es frecuentemente denunciada
en los tendederos o en redes sociales, genera estrés en
las víctimas, pues se sienten expuestas permanente-
mente a través del uso de las tecnologías, afecta el es-
tado emocional de las estudiantes, tal como se reporta
164
en la literatura especializada. Cerva y Loza (2021).
Otro caso narrado fue el de hostigamiento sexual pre-
sencial (E.M.2), con insinuaciones o miradas marcada-
mente lascivas, de un profesor a alumnas, conducta que
afecta enormemente el bienestar de las víctimas. (Huer-
ta M.2020). Estos comportamientos son muy comunes
en las aulas, en los espacios escolares de convivencia,
como comedores, áreas verdes o pasillos y también en
los cubículos de profesores. (Parga & Verdejo, 2017),
que se convierten en espacios de ejercicio del poder
patriarcal.
Una estudiante compartió que un docente “hacía co-
mentarios inapropiados y molestos sobre el físico de una
alumna” (E.F.2). Otro testimonio refiere a un maestro
que en clase hacía comentarios personales sobre su no-
via: “…era incómodo estar sola con él; iniciaba la clase
y de repente empezaba hablar de su novia y a contar
un buen de cosas, alusivas a su intimidad”. (E.F.3) En
ambos casos falta ética profesional, siendo evidente la
violencia docente y la vg pues al referirse a las carac-
terísticas del cuerpo de la estudiante en el primer caso
o aludir a la propia vida sexual en el segundo, hay una
clara connotación sexual, conductas que la Ley tipifi-
ca y sanciona. (lgamvlv, 2023).
También se habló de profesores que hacen comenta-
rios discriminadores sobre alumnos por usar camisas
color rosa. (E.F.4) Este tipo de discriminación muestra
que se agrede a quien no cumple los estereotipos de gé-
nero. Como dice Valasek (2008) los hombres también
son objeto de vg.
Un caso más de hostigamiento sexual presencial
de profesor hacia alumna fue compartido (P.F.1). El
165
hostigamiento permanente, con amenazas de bajarle
la calificación si no accedía a sus peticiones, ante tal
situación la estudiante denunció ante la ddu,” pero
al profesor no se le pudo localizar, dejó de dar clases,
no se le volvió a ver. El proceso duró dos años, conclu-
yendo con el despido del profesor”.
Las amenazas de bajar calificaciones o reprobar a
alumnas que no ceden sexualmente, ha sido reportado
en investigaciones (Lozano, Salinas, Rosales & Sali-
nas, 2021). En este caso la afectada denunció, aunque
ante situaciones similares el comportamiento puede
ser el abandono silencioso de los estudios universi-
tarios.
166
universidad pero que requiera atención. También que
pongan como prioridad a un alumno o alumna cuan-
do reporta un caso, ya que, la universidad siempre
protege a los maestros. (PF.2).
La alumna manifiesta falta de información, insegu-
ridad, temor ante posibles represalias, desconfianza de
que el agresor será castigado y la sensación de ser
discriminada por su propia universidad, esto ratifica
la urgencia de eficacia institucional ante vg, como lo
establecen Maceira y Medina (2021), que en las ies
predominan prácticas que obstruyen la justicia y me-
canismos que impiden la reparación integral del daño
que viven las víctimas.
La falta de justicia se observa cuando el profesor
agresor separado laboralmente de la institución quiere
regresar a trabajar en la universidad, ante lo que la ddu
le pidió a la víctima que proporcionara las pruebas
nuevamente para comprobar la acusación. Su testimo-
nio muestra el desconcierto e indignación ante el mal
funcionamiento institucional ante la vg:
A mí se me hace súper deficiente la labor que hacen
ellos. Tienen casos desde enero y no hacen nada o si se
pierde (la queja), la relatas otra vez, te hablan y te dicen:
“necesito que des tu declaración otra vez”, te la pasas re-
latando toda la situación y eso, por ejemplo, en la uni-
versidad es preocupante, tu vida corre riesgo ¿con qué
seguridad vamos a ir a la defensoría a llevar el caso, s
nuestra vida está corriendo peligro?.(PF.1).
La Institución le respondió:
¿Cómo no tienes las pruebas que yo te proporcioné hace
dos años? es que no debería de volver a comprobar nada si
167
el motivo por el que lo corrieron tendría que estar por
escrito, tendría que ser el de hostigamiento sexual. (PF.1).
168
Estrategias de estudiantes para enfrentar la VG
169
acerca de que se puede facilitar el aprendizaje de los con-
tenidos:
que sea una materia esencialmente práctica, sin teorías
aburridas, donde los estudiantes hagan dramatización
en clase desempeñando situaciones roles de discrimi-
nación y violencia. Que la materia promueva el trabajo
en equipo, que sea lúdica (IM.2).
170
Conclusiones
171
cultura heteropatriarcal. Los límites a la investigación
sobre vg están dados por las dificultades para acceder
al conocimiento de un fenómeno que no se ve, que no
se reconoce como tal y que por tanto no se puede
nombrar.
Si bien la existencia de una política institucional
ante la vg en la Unison representa un gran avance a
futuro, en el presente las narrativas sobre la violencia
de género en la Unison confirman problemas identifi-
cados por especialistas e incluidas en el estado del co-
nocimiento: 1) desconocimiento de los protocolos en
la comunidad universitaria, 2) resistencias del profe-
sorado a aceptar la existencia de violencia de género,
3) prevalencia de la cultura de la no denuncia de casos
de vg, , 4) los actos de acoso y hostigamiento sexual
provienen mayoritariamente de varones, 5) existencia
de diversos actos de violencia docente, 6) existencia
de manifestaciones de discriminación a expresiones
sexo- afectivas distintas a la heterosexual, 7) ausencia
de un ambiente de seguridad y certezas para las estu-
diantes que denuncia casos de acoso y hostigamiento
sexual, 8) falta de espacios de capacitación y sensibili-
zación sobre temas de violencia de género, 9) fallas en
la aplicación de justicia a las víctimas de vg, 10) au-
sencia de materias o espacios curriculares que abor-
den estos temas de violencia de género, entre otras.
El protocolo de Violencia de Género de la Unison
puede ser mejorado, como casi todos los protocolos
de las instituciones de educación superior, de acuer-
do a Ortiz, Góngora y Aguilar(2022) las institucio-
nes de educación superior pueden mejorar el trata-
miento de la violencia de género en la medida que
172
comprendan el alcance del control de convencionali-
dad para poder cumplir con la reforma a la Ley de
Educación Superior (2021), pues existen nuevas dis-
posiciones en las leyes que deben ser incorporadas,
como lo relativo al ciberacoso, o que deben ser elimi-
nadas, como la mediación como mecanismo para llegar
a conciliaciones para la solución del conflicto de vg,
en perjuicio de la víctima.
La investigación sobre vg debe considerar en el fu-
turo la necesidad de dar seguimiento a las políticas edu-
cativas de las ies, no sólo de los protocolos de atención
y prevención, sino de las unidades de igualdad de géne-
ro. Es una labor que se podría llevar a cabo de manera
permanente, no sólo por profesoras/es, sino también
promoviendo la temática para ser abordada en forma
de tesis de licenciaturas y posgrados que redundarán
en la detección permanente de avances y obstáculos en
la aplicación de dicha política, identificando las opor-
tunidades de mejora en aras de procurar una convi-
vencia libre de todo tipo de violencia de género en la
comunidad universitaria.
Otras líneas de investigación se presentan también
como relevantes, entre las que podemos señalar, co-
nocer más a profundidad las estrategias de acompaña-
miento entre las y los propios estudiantes ante la vg:
la experiencia de las mujeres docentes que intervienen
en apoyo a sus estudiantes ante casos de acoso y hos-
tigamiento sexual, las acciones que emprenden, los
retos que enfrentan; y el papel del currículum oculto
que reproduce la vg.
173
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178
Talleres con perspectiva de género
como acciones institucionales dentro
de una IES
Resumen
180
contra las mujeres es determinante en su desarrollo
educativo, por ello, decidimos enfocarnos en el auto-
concepto, el autocuidado y el empoderamiento feme-
nino. Queremos crear espacios donde las compañeras
puedan expresarse en un ambiente seguro.
Dicho lo anterior, queremos exponer que la segun-
da fase comprenderá trabajar con grupos mixtos donde
también se aborden las masculinidades. Aunado a esto,
en la tercera fase se propondrá la creación de un taller
relacionado a la población diversa con especialistas que
puedan aclarar las inquietudes que tienen respecto a
temas específicos.
El diseño temático de la primera fase del taller par-
tió de un diálogo con las alumnas participantes, en
donde notamos la necesidad de reflexionar acerca de la
violencia, pero también de llevar estos tópicos a otro
nivel. Dado que, los propósitos fueron identificar la
violencia y generar la reflexión acerca del empodera-
miento, el autoconcepto y la culpa que implica para
las mujeres desarrollarse en un sistema patriarcal. Por
tanto, dentro de los principales objetivos de la prime-
ra fase, estaban dialogar y analizar distintos conceptos
relacionados con la teoría de género y feminismo, los
cuales están implicados dentro de diversos textos tanto
literarios como en otros vinculados a medios de co-
municación.
Por consiguiente, en este escrito proponemos la
creación de talleres con perspectiva de género y femi-
nista como una acción institucional fundamental para
concientizar sobre la afectación que provocan diversas
relaciones de convivencia agresivas. Los medios de
comunicación fortalecen la estereotipación y la división
181
sexo genérica. Respecto a éstos Oneida Chirino expone:
…se puede observar que la violencia de género es con-
siderada como un hecho sin mayor problema, de modo
que la refuerzan constantemente, conduciendo incluso
a que se la asuma desde la infancia o la juventud, como
un modo de vida, creando así patrones de conducta,
gustos, lenguajes, formas de asumir y mirar al mundo
tremendamente violentos. (p. 77-78).
A pesar de que dicha problemática se ha abordado
en la Plataforma de Acción de Beijing y en la Conven-
ción sobre la Eliminación de todas las formas de Discri-
minación contra la Mujer (cedaw) todavía es común
que influya en el comportamiento y la instauración de
conductas violentas en la sociedad.
2. Estado de la cuestión
182
2022, p. 12). En cuanto a los tipos de violencia que
se viven en la escuela, 18.3% denunció haber sufrido
violencia física al menos una vez en su vida; mientras
que 4.6% la reportó en los últimos meses. Referente
a la violencia sexual, 17.9% la ha vivido, mientras que
en los últimos 12 meses 13.7% (2022, p. 12).
Por otra parte, el porcentaje relativamente más bajo,
en comparación con los otros indicadores, es la vio-
lencia psicológica con 17.5% de las mujeres que la
han sufrido por lo menos una vez en su vida; mientras
que en los últimos 12 meses el porcentaje es de 12.0%
(2022, p. 12). Cabe resaltar que, debido a nuestra
experiencia personal dentro del taller, consideramos
que los índices de violencia psicológica pueden au-
mentar, dado que hemos notado que esta violencia es
muy difícil de identificar para el alumnado, debido a
lo cual es complicado que se denuncie o se reporte.
Como parte final de este apartado agregamos que
los principales violentadores a lo largo de la vida es-
colar son los compañeros con 43.4%; mientras que en
los últimos 12 meses es de 46.2%, con lo cual revela-
mos que los porcentajes más altos se detonan en las
relaciones de convivencia cotidiana entre el alumnado
(inegi, 2022, p. 12). Helena Varela argumenta que:
“La violencia es quizá una de las formas más explíci-
tas de sujeción, porque no sólo implica la posesión de
algo —o alguien— sino, sobre todo, porque implica
la posibilidad de su eliminación” (p. 52), por lo que
ésta no sólo es física y en las ies puede producirse
en diferentes formas. El acoso en redes y el hostiga-
miento sexual son los más comunes y se disfrazan de
183
comentarios sutiles en las clases, incluso llegan a con-
dicionar calificaciones o aumentos salariales.
184
personales, grupales y colectivas, íntimas, sagradas,
políticas.”; esta perspectiva permite que se analicen las
instituciones civiles y estatales; así como los mismos
mecanismos pedagógicos (Lagarde p. 31).
Con las referencias de Lagarde evidenciamos que la
perspectiva de género permite analizar las relaciones
sociales y las instituciones mismas, pero además se dis-
cuten los mecanismos pedagógicos que se han institu-
cionalizado y que en muchas ocasiones avalan prácticas
docentes violentas que se fortalecen en el espacio
educativo y que se normalizan por el colectivo estu-
diantil.
185
privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra
en la vida pública o en la vida privada” (onu en Va-
rela, p. 50). En conformidad con Eulogio Romero, en
“Violencia, educación y universidad” (2017), la vio-
lencia es cotidiana y natural, además de que es algo
aprendido socialmente (pp. 12-15). Del mismo modo,
en el artículo “Para entender las manifestaciones de
violencia en las IES” (2017), Rosalía Carrillo propone
que la violencia deriva de la misma estructura donde
estamos inmersos (teoría social), por lo tanto, las rela-
ciones sociales, políticas, culturales y económicas ge-
neran desigualdad social, dando lugar a la violencia
estructural y a la violencia sistémica (p. 23).
En el caso de las instituciones la violencia es multi-
factorial, puesto que intervienen elementos internos,
psicológicos y externos como los medios de comunica-
ción masiva o las redes sociales; de igual forma, factores
ambientales y socioeconómicos. Aunado a estos ele-
mentos, en las universidades se cuenta con distintos
actores como alumnado, personal docente y adminis-
trativo; e, igualmente, autoridades de diferentes nive-
les; donde confluyen distintas relaciones sociales y de
poder en las que pueden permear diferentes modali-
dades de violencia que van desde lo físico, lo psicoló-
gico o hasta lo económico y, en algunos casos, hasta
feminicida.
En consonancia con Bertha Tlalolin en “¿Violencia
o violencias en la Universidad Pública? Una aproxi-
mación desde una perspectiva didáctica” (2017), una
de las primeras acciones para contribuir a identificar
la violencia en las ies consiste en analizar la normali-
zación de las conductas violentas. Encima, el grado de
186
aceptación de estas violencias y ver si son consideradas
como tal, dado que un fenómeno común en las convi-
vencias estudiantiles es que se perciban como elementos
de socialización las bromas hirientes, los golpes, los
chistes y los apodos.
A partir de la información expuesta, nuestro plantea-
miento al diseñar el taller fue el que estuviera com-
puesto por varias sesiones que fomentaran la identi-
ficación de la violencia en las ies y en los medios de
comunicación, para continuar con el análisis de ele-
mentos como el empoderamiento y el autoconcepto.
Con ello esperamos que las asistentes identifiquen la
violencia en su entorno y la evidencien, por ese moti-
vo el impacto del taller no se limitará a las asistentes,
sino que puede impactar en más personas en función
de la participación de las compañeras.
187
incluya la sensibilización en todos los sectores socio-
demográficos, para contribuir a generar una sociedad
más equitativa e incluyente. (PDI, 2021, p. 20).
La Universidad se ha comprometido a diseñar un
plan de transversalización que impacte a nivel social,
ya que al egresar personas profesionistas con una pers-
pectiva de género clara se puede influir en el entorno
social. Además, se han impulsado diversas acciones
para contribuir a erradicar la violencia y la discrimina-
ción, no obstante, pese a que sabemos el trabajo que
falta por realizar, hay acciones concretas que favorecen
la creación de espacios inclusivos y libres de violencia.
Entre ellas se destaca la aprobación del Protocolo de
Género (2019), el cual se ha ido actualizando año con
año; así como la conformación de la Dirección Insti-
tucional de Igualdad de Género (Diige) en el 2020; del
mismo modo, forma los programas que impulsa la Di-
rección de Acompañamiento Universitario al respec-
to. Resalta, también, la reciente creación del Manual
de lenguaje inclusivo de nuestra institución publicado en
mayo de este año, en él participaron la Diige y la ffyl.
Mientras tanto, en la unidad académica contamos
con el Centro de Estudios de Género (ceg) fundado
en 1995 y vigente a la fecha, de él se derivan: el Semi-
nario Permanente de Género, la Especialidad en Es-
tudios de Género, Masculinidades y Diversidad desde
septiembre de 2021 y la aprobación de los posgrados
de Maestría y el Doctorado en Estudios Feministas en
2022.
Respecto a acciones más específicas, se han incluido
en el mapa curricular de la Licenciatura en Lingüística
y Literatura Hispánica materias como los Seminarios
188
Optativos: “Género y Comunicación”, “Género y Lite-
ratura” y otros espacios de análisis desde la perspec-
tiva de género. Con esto queremos mostrar el trabajo
constante que, desde hace unos años, hay en la ffyl.
Empero, tal como reconocemos, aún queda mucho por
hacer, dado que, como asegura la Endireh, las mujeres
siguen siendo las principales víctimas de violencia en
espacios educativos como las universidades, y la buap
no es la excepción.
3. Diágnóstico
189
En este primer encuentro participaron 21 mujeres,
su escolaridad estaba entre medio superior y licencia-
tura terminada. La edad de las participantes oscilaba
entre los 19 y los 28 años, la mayor parte proceden
del municipio de Puebla, a excepción de tres personas
provenientes de otra entidad federativa y dos origina-
rias otros municipios del estado.
La primera parte del instrumento diagnóstico con-
sistió en diez preguntas que buscaban recabar infor-
mación personal (como nombre, correo electrónico,
edad, escolaridad) y preguntas que pudieran brindar
más datos relevantes sobre su sexo, grupo étnico o
vulnerable y lugar de procedencia. Todas las partici-
pantes del taller son mujeres y la mayor parte están
cursando la licenciatura en Lingüística y Literatura
Hispánica. De la misma forma, cinco son de otras
entidades federativas, cuatro pertenecen a un pueblo
originario y el resto son de la ciudad de Puebla.
La segunda parte de esta evaluación contenía cua-
tro preguntas y tuvo como eje central el contenido
teórico que las asistentes poseían al momento de in-
gresar al taller. Se les pidió que eligieran la respuesta
adecuada para los siguientes conceptos: ‘violencia de
género’, ‘empoderamiento’, ‘autoconcepto’, ‘autoes-
tima’, ‘estereotipos’ y ‘autocuidado’.
Los resultados ordenados de mayor a menor arro-
jaron que todas las estudiantes participantes acerta-
ron sobre la definición de ‘autoestima’, mientras que
para ‘estereotipos’ y ‘autocuidado’ se obtuvieron 20
de 21 respuestas correctas, 19 de 21 pudieron definir
‘autoconcepto’, 18 de 21 respondió bien la pregunta
referente a ‘empoderamiento’. No obstante, sólo 10
190
lograron establecer la relación entre ‘violencia de gé-
nero’ y la opción adecuada, es decir, más de la mitad
de las asistentes no tiene claro el término.
Asimismo, el diagnóstico mostró que nueve de las
21 participantes no sabían definir el concepto violen-
cia de género, mientras que el resto sólo se enfocó a
un aspecto como lo físico, lo sexual, las relaciones de
opresión y las relaciones interpersonales. Igualmente,
cuando se les pidió que identificaran en un texto los
tipos de violencia, sólo 17 acertaron tanto en nom-
bre y tipología, mientras que las cuatro integrantes
restantes lograron observar las situaciones violentas,
pero no les asignaron un lugar en la clasificación.
En la última parte, se les preguntó sobre algunas
pautas sociales y posibles medidas que pudieran rea-
lizar después del taller. Sólo ocho de las 21 asistentes
respondieron correctamente a la pregunta referente a
sus relaciones de pareja. Cuatro de ellas creen que los
comentarios machistas en el ambiente universitario
son normales debido a la cultura, mientras que 17
responden acertadamente que esa afirmación es falsa.
Para finalizar, las estudiantes pusieron énfasis en su
salud emocional, en establecer límites, en ampliar el
conocimiento sobre los derechos de las mujeres, en
cómo y a quién dirigirse en caso de ser víctimas de vio-
lencia de género en la buap y en el estado de Puebla,
además de fomentar el acompañamiento entre sus
congéneres a manera de apoyo y respaldo. El llenado
de dicho instrumento nos permitió planificar las accio-
nes que deberíamos realizar, así como la organización
de los temas del taller. Asimismo identificamos las
principales problemáticas que debíamos atender con
191
el taller. Si bien las soluciones que nos planteamos para
ocuparnos de dichas problemáticas son iniciales, con-
sideramos que el hecho de concientizar al alumnado
femenino es un paso importante para dar pauta a otras
acciones más concretas como: conocer los pasos para
levantar una denuncia por violencia, seguir dominando
el tema, hasta socializarlo en otros ámbitos. Además,
será importante identificar quien o quienes pudieran
colaborar para responder ante tales atropellos sociales.
192
Conforme a la infraestructura del curso, queremos
comentar que, a pesar de todo el apoyo ofrecido por
nuestras autoridades y las características propias del
mismo, se presentaron algunas limitantes como: grupos
reducidos, la apertura de una sección masculina, te-
mas de diversidades sexuales y la canalización con un
profesional del área de la salud.
A) Grupos reducidos: debido a su propia naturaleza,
el taller exige cierto grado de confianza y cercanía con el
alumnado, por lo que es necesario que sean grupos re-
ducidos de entre 15 y 20 estudiantes para que se facilite
la interacción, de modo que las personas participantes
se sientan cómodas al externar sus dudas o hacer algu-
nos comentarios. Esto no se podría lograr si las charlas
se daban en un auditorio porque quedaría solamente
en un ámbito informativo y/o expositivo.
B) Apertura de una sección masculina: en un pri-
mer momento se pensó abrir el taller solamente para
el alumnado femenino por la inquietud que generaba
saber más sobre ciertos temas, sin embargo, algunos
estudiantes del género masculino externaron su inte-
rés en participar. Se tiene proyectado para meses pos-
teriores abrir un curso destinado para este sector con
el fin de revisar las mismas temáticas, pero adaptado
a sus intereses y necesidades, como, por ejemplo, ha-
blar sobre nuevas masculinidades.
C) Es difícil abarcar con mayor profundidad el tema
de diversidades sexuales: en este sentido, el alumna-
do también tiene inclinaciones y disposición, empero,
como se explicó líneas atrás, se proyecta ofrecer otro
taller con temáticas y especialistas que satisfagan sus
inquietudes.
193
D) La canalización a un profesional de la salud: es
importante aclarar que este curso no pretende reem-
plazar una terapia psicológica, mas, es posible que sur-
jan situaciones que queden fuera de nuestro alcance.
Lo conducente sería canalizar a ayuda psicológica por
parte de la ffyl o bien, apoyo institucional en el De-
partamento de Atención al Bienestar Emocional en la
Dirección de Acompañamiento Universitario (dau).
5. Desarrollo
194
por las que se inscribieron y 10 alumnas contestaron
que para conocer más sobre el tema. Sus expectativas
fueron altas ya que siete alumnas deseaban profun-
dizar y otras siete aplicar en un contexto los conoci-
mientos adquiridos.
Por último, en esta primera reunión se establecie-
ron las bases teóricas que se trabajarán a lo largo del
taller; 15 alumnas están de acuerdo con los contenidos
seleccionados, sin embargo, está muy presente la nece-
sidad de dar más espacio al diálogo, ser escuchadas, y
analizar más ejemplos sobre la vida cotidiana.
Por su parte, la sesión dos se dividió en dos. En la
primera las estudiantes se reunieron con representan-
tes de la Dirección Institucional de Igualdad de Género
de la buap para dialogar sobre el proceso para interpo-
ner una queja ante dicha institución, indistintamente,
se les indicó el acompañamiento que brinda la depen-
dencia y los servicios que oferta. En la segunda parte,
se revisaron las diferentes vertientes que adopta la vio-
lencia en medios de comunicación masiva, para iden-
tificarlas, ejemplificarlas y algunas medidas para evitar
caer en ellas.
Para la sesión número tres, titulada “Empoderamien-
to individual y colectivo”, se les pedirá a las asistentes
que reflexionen y propongan alternativas para solucio-
nar problemáticas de discriminación y violencia de gé-
nero. Igualmente, se aterrizarán las ideas en estrategias
que ponderen el diálogo, la igualdad y la solución pacífi-
ca de los conflictos. Con lo expuesto, se persigue que las
estudiantes creen mecanismos que eviten la reproduc-
ción de esas conductas para que logren resolverlas con
asertividad en beneficio de la comunidad estudiantil.
195
En la sesión cuatro, “El discurso de la culpa y la res-
ponsabilidad”, se propone un ejercicio reflexivo para
discernir entre dos términos que socialmente pueden
producir confusión. Además de (re)pensar cómo la
presión social utiliza la frontera borrosa que hay entre
ambas palabras para aprisionar a la mujer en ciertos es-
tigmas y estereotipos machistas. En esta reunión se bus-
ca que las asistentes analicen el presente, su contexto
y su situación para observar estas prácticas e intentar
modificarlas bajo los preceptos de la libertad y del co-
nocimiento.
En la penúltima sesión, “Autoestima y Autoconcep-
to”, se reflexionará sobre la manera de visualizarse,
de conocerse y de pensarse. La parte importante de esta
sesión se encuentra en informarse cómo construir
un concepto propio que fomente y haga crecer la au-
toestima de las participantes lejos de moldes y este-
reotipos heteronormados y masculinizados. Es decir,
una imagen que, alejada de los modelos sociales, les
otorgue seguridad sobre sus actos, su cuerpo y sus
decisiones a las alumnas del taller.
Por último, en la sesión seis, “Decir ‘NO’, poner lí-
mites y pensar un plan de vida”, las participantes dis-
currirán sobre la importancia y necesidad de establecer
límites y aprender a expresar sus emociones con fir-
meza, pero atendiendo y respetando tanto el contexto
donde se encuentran, así como su bienestar personal.
En ese tenor, se estudiarán formas de comunicarse
asertivamente para buscar llegar a las metas del taller:
autocuidado, autoeficacia y autoconcepto.
196
6. Conclusiones
197
Es decir que, por lo menos, en las mujeres que asis-
ten al taller, la toma de postura política y la sororidad
para con otras mujeres son preocupaciones importan-
tes que se observan no sólo en los comentarios vertidos
a lo largo de estas clases, sino en su pensar y en la
realización de acciones que eviten que estos patrones
machistas y patriarcales continúen afectando a más
mujeres cercanas a ellas.
Consideramos que la experiencia de este primer taller
abrirá nuevos espacios para enriquecer de manera
interdisciplinaria los perfiles de egreso del alumnado
femenino, y, posteriormente, del masculino y otras di-
versidades. De la misma manera se sugiere la especia-
lización de la planta docente en estas temáticas, para
validar tanto sus inquietudes, como su desarrollo so-
cial y profesional para apoyar al estudiantado.
7. Referencias
198
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de violencia en las IES en M. Casillas, J. Dorantes y
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48492xe.2020.238.68301
Varela, N. (2008). Feminismo para principiantes (pp.
9-16). Barcelona: Ediciones B, España.
200
Apéndice A. Tabla de Frecuencia
201
Apéndice B. Gráfica
202
Juegos y violencias estructurales en
niñxs de la Ciudad de México
Resumen
203
Introducción
204
del deterioro del modelo de regulación de dicha acti-
vidad, que ha dejado al día de hoy centenares de miles
de muertxs y miles de desaparecidxs (Pereyra, 2012).
Además, la violencia ejercida contra las mujeres que
tiene su origen en la minusvalorización social y cultu-
ral de las mismas es de los temas más preocupantes en
nuestro país y a nivel internacional. La supuesta supe-
rioridad masculina funge como base para que se come-
tan actos violentos en contra de las mujeres en todos los
ámbitos, cuestión que se agudizó durante la pandemia,
ya que los delitos como la trata de personas, la discri-
minación y el feminicidio, crecieron (onu, s/f).
Por otra parte, de acuerdo con Treviño (2017, p.22)
en México hay distintas aproximaciones para el estu-
dio de la violencia en las escuelas, ya que hay diversos
temas asociados a la misma, así como un incremento
de los actos que la constituyen. No obstante, las temá-
ticas más abordadas son el acoso escolar y las dinámi-
cas de convivencia en las escuelas (disciplina, discri-
minación, racismo y violencia de género) y, en últimas
fechas, las que se relacionan con actividades delictivas
que rodean a las instituciones escolares. Hay también
estudios acerca de la legislación y las normativas, de
la dimensión educativo-pedagógica de la violencia y
sus impactos en el aprendizaje, de la formación del
profesorado, la participación social en la identificación
y resolución del problema, entre otros. No obstante,
destaca el autor, aún falta conocer más acerca de los
procesos de significación y de las implicaciones que
tiene la exposición a la violencia en y en torno de los
centros educativos en la constitución de la subjetivi-
dad.
205
En este sentido, el presente trabajo intenta dar
cuenta de una dimensión muy poco abordada en Mé-
xico, la de la influencia de las violencias estructurales
en los juegos de la niñez, en correlación con la cons-
titución de su subjetividad. Se intenta producir nuevo
conocimiento a partir de las voces de niñxs de la Ciudad
de México quienes fueron entrevistadxs entre 2020 y
2022.
El referente empírico consta de veinte entrevistas se-
miestructuradas a distancia por medio de plataformas
digitales (seis entrevistas a niñas y cinco a niños quie-
nes iniciaban o cursaban el quinto año de primaria en la
Ciudad de México y a ocho madres y un padre de fami-
lia) abarcando tanto la época anterior a la pandemia por
COVID SARS 2, así como la relativa a la época de confina-
miento. Lxs niñxs pertenecen a dos escuelas primarias.
Una privada ubicada al sur de la Ciudad y otra pública,
ubicada en la zona Centro.
El género y el juego
206
posición ética feminista que intenta concebir y vivir el
poder de nuevas formas para lograr la emancipación
de las mujeres y que reconoce el contexto y la realidad
concreta, en articulación con una crítica cultural, teórica
e ideológica que prefigura modos de relación humana
sin dominación ni exclusión, permitiendo el desarrollo
de las capacidades y potencialidades de todas las perso-
nas a través de la crítica al sistema de poder patriarcal
(Carosio, 2007). Se parte, por tanto, de la base que las
relaciones sociales continúan afectadas por un sistema
simbólico imaginario de dominación, que subordina a
las mujeres (Serret, 2008).
Se entiende también que lo femenino y lo masculino
se da a partir de una relación imbricada, cultural e his-
tórica y que entre las prácticas discursivas preponde-
rantes que actúan como “tecnología del género” (Lau-
retis, 2000), se encuentran el sistema educativo, el cual
utiliza la cultura hegemónica para nombrar, definir y
representar la feminidad (o la masculinidad).
En los juegos existen categorías que muestran los
géneros como manifestación de la estructura lógica
del pensamiento occidental, fundamentadas en el bi-
narismo ontológico de Platón, lo que a su vez produce
jerarquizaciones que correlacionan polos positivos con
otros polos positivos y polos negativos con otros nega-
tivos, lo que autoriza la jerarquía y la legitima.
Se parte además de la idea de que los juegos son una
actividad lúdica imprescindible y, como forma de socia-
lización, posibilitan el desarrollo, la ampliación, la ex-
presión y la comunicación en relaciones. Son un medio
primordial para el aprendizaje y, por tanto, un espacio
propicio de indagación, ya que muestra la manera en
207
que lxs infantes están viviendo y significando las vio-
lencias estructurales y evidencian la manera en la que
las reproducen, las naturalizan, las resignifican, o las
rechazan.
Es necesario analizar los instrumentos culturales
que generan, mantienen y potencian el proceso de in-
culturación y asunción de la violencia como fenómeno
social inerradicable o como un elemento natural de
las relaciones humanas.
De acuerdo con Díez (2007, p.128) desde la década
de los ochenta, uno de esos instrumentos culturales
son los videojuegos, siendo un fenómeno mundial de
masas, son agentes socializadores que transmiten valo-
res e ideas. Además, influencian y conforman la visión
de la realidad. Los videojuegos, en este sentido, cons-
tituyen medios por los que la niña, el niño o el niñe
comprende el medio cultural que le rodea. Aunado a
lo anterior representan simbolismos sociales y cons-
trucciones culturales de nuestro contexto.
En concordancia con lo anterior hay que considerar
también que, durante los primeros años de vida, como
la que se corresponde a la edad de lxs niñxs que aquí se
retoman (10-11 años), ya hay una socialización de los
roles de género importante derivada de sus entornos
familiares y sociales, así como del propio sistema es-
colar que, si bien muy poco a poco ha ido incorporan-
do la perspectiva de género en sus bases, todavía no
llega a transformar muchas de las dinámicas sexistas,
quedando aún lejos el horizonte de equidad en las es-
cuelas (García, 2017, p.228). Por tanto, la niñez que
aquí se retoma aún no ha recibido plenas oportunida-
des de desarrollo en la transformación de las prácticas
208
sesgadas por género en sus ámbitos de inserción. Por
otro lado, tampoco hay que olvidar que la niñez se en-
cuentra inmersa en diversas fuentes de información y
estimulación que propician mayores posibilidades de
socialización e integración, de acuerdo con el medio so-
cial en el que se desenvuelven, dichas fuentes pueden
ser potencialmente perpetuadoras del sistema de gé-
nero androcéntrico y patriarcal, al mismo tiempo que
en sus realidades se enfrentan a graves problemas
como la pobreza, la discriminación, el aislamiento y
la violencia que laceran la convivencia social y los de-
rechos más elementales en el ser, sobre todo en con-
textos de exacerbación de las desigualdades y la inse-
guridad, como el mexicano.
Con base en lo anterior se pretende analizar lo que
lxs niñxs expresan acerca de los juegos, (incluyendo
a los videojuegos) y como los significan, ya que son
derivaciones directas de las estructuras simbólicas,
culturales, y de género que pueden estar reproducien-
do, perpetuando o profundizando violencias estruc-
turales de nuestro país, ya que en buena parte como
posibles receptorxs y consumidorxs de esa violencia,
la pueden estar reproduciendo en sus esquemas de
comprensión de la realidad, en sus comportamientos
y en sus pautas de relación.
209
sidad de contenidos, estrategias, agentes, espacios so-
ciales y dispositivos mediante los cuales no sólo se for-
man los sujetos, sino que se introducen en entramados
simbólicos y se relacionan con otros.
En esta perspectiva Buenfil (2017, p. 41) señala
que
junto a las formas, estrategias, contenidos, disposi-
tivos y agencias que deliberadamente y de facto, han
sido promotoras de la formación de los sujetos, los
actos educativos ocurren también de facto, sin haber
sido diseñados ex profeso, para tal función, y ello
permite aprendizajes valiosos o no, de forma inciden-
tal o no prevista, lo cual también interviene en la for-
mación de las subjetividades.
De este modo se comprende al juego de lxs niñxs
como espacio privilegiado de aprendizaje en tanto in-
volucra, diversos aspectos de la existencia humana
como lo emocional/afectivo, lo relacional, lo cognitivo
y motor, entre otros. Además de que tiende a ser im-
pulsor, incorpora el placer y tiende a involucrar a la
niñez en el mundo físico y social que le rodea.
Por otra parte, el apd se centra en el carácter sig-
nificativo de prácticas y objetos dentro de sistemas o
cadenas discursivas amplias, sin separarlos de la vida
y configuración social (Buenfil, 1994, p. 8, 9), por lo
que permite distinguir las formas en que los sujetos se
constituyen dentro de esos sistemas de significación
con base en los modelos de identificación propuestos
desde algún discurso específico.
En consecuencia, los sentidos que dan lxs niñxs al
juego pueden ser derivados y comprendidos a partir de
dicha perspectiva analítica, pues si bien se retoma al gé-
210
nero como una mirada fundamental, existen violencias
estructurales de otro orden, mismas que serán también
abordadas en cuanto significaciones implicadas en los
juegos que interpelan de diversos modos las subjeti-
vidades de lxs niñxs entrevistadxs.
Análisis
211
juegan, desde la perspectiva de el entrevistado con
base en la fuerza y la violencia física, lo cual es adver-
tido como parte de su ser.
Conell (2001, p.165) respecto a ello menciona que
en las escuelas y particularmente a través del deporte
y juegos como el de futbol usan el dispositivo de la so-
ciedad de consumo, para definir la masculinidad hege-
mónica. Destaca que no sólo el equipo de futbol, sino
que también la población de la escuela como un todo,
usan el juego para elogiar y reproducir los códigos de
género dominantes. El juego determina de manera
directa que un patrón de desempeño agresivo y auto-
ritario es la forma más admirada de masculinidad e,
indirectamente, marginaliza a otras.
Cabe mencionar que, desde la mirada de Jorge, las
niñas no se pelean, por lo que también aquí, vemos
una apreciación generizada de las mismas en el juego.
Aludiendo por oposición a que las niñas son tranquilas,
una cuestión analizada por Stanley (1995) y la cual se
indica que en general entre el profesorado y el alum-
nado existe la creencia de la tranquilidad de las chicas,
lo cual, no sólo no se sostiene en la realidad, sino que
incluso es utilizado por ellas como estrategia de so-
brevivencia en la escuela y sus obstáculos.
En el caso de las niñas entrevistadas varias (tres)
dijeron que les gusta jugar al futbol en la escuela, lo
cual es relevante en tanto ellas van ocupando espacios
que antes no ocupaban y, sobre todo, van saliendo del
rol de meras espectadoras y alentadoras de jugadores.
Otro aspecto con diferencias de género en la escue-
la tiene que ver con la persistencia de la división por
sexos en el juego, cuando lxs estudiantes llevan sus
212
juguetes a la misma, ya que hay marcadas distinciones
en su uso, lo que hace que, por ejemplo, las propias
niñas se excluyan de ciertas dinámicas o que también
excluyan a los chicos:
Azul: Bueno las niñas a veces si nos hacemos a un
lado y nos ponemos a jugar. Es que los viernes nos
dejan llevar juguetes a la escuela, entonces nos lle-
vamos los juguetes y los niños, pues se ponen a ju-
gar con sus juguetes, pero traen muñecos y balones y
como que las niñas nos excluimos y jugamos con las
muñecas y a veces llevamos libreta y nos ponemos
a dibujar y así…o sea como que cuando llevan los
juguetes, los niños les dicen ¿quieren jugar? y ellas
como que “no, prefiero jugar sola con las niñas”. A ve-
ces, cuando los niños nos piden y nos dicen que jugue-
mos con ellos yo sí les digo que sí, porque digo: si ellos
nos lo están pidiendo, es porque quieren jugar con
nosotras. Y yo si quiero jugar con ellos, pero a veces
no me dan tantas ganas y le digo ahorita, no, otro día.
Aunque cabe la posibilidad de que por preferencia
las niñas elijan jugar sólo entre ellas, sabemos que las
preferencias se ven influenciadas por los patrones de
género que delimitan lo apropiado para unas y para
otros. Así mismo, el uso estereotipado de cierto tipo
de juguetes como balones y muñecos de acción, en los
niños y muñecas y libretas para dibujo en niñas persiste
en esta narración de Azul quien, a pesar de ello, in-
tenta incorporarse de vez en vez con sus compañeros,
pero en ocasiones carece de entusiasmo en ello. En
este sentido, cabe la posibilidad de una elección libre
del juego y el juguete, pero también la presencia de
un cansancio en batallar con la opinión de las demás
niñas.
213
En otro punto, en algunos niños, aparece un cam-
bio de actitudes respecto al juego con sus compañeras,
pues se expresa el gusto de compartir con ellas e in-
cluso el desarrollar actividades que implican cuidado,
conversación y rechazar los juegos de ciertos niños
varones.
Andrés: Yo juego un juego con mis amigas que se
llama Domi y es que tienes que crear una casa y tam-
bién puedes este adoptar un bebé y adoptar una mas-
cota. No me gusta jugar como algunos niños, pero
nos gusta platicar así en el recreo.
Aunque pareciera que el jugar a la casa, platicar y
adoptar un bebé no cabría en las formas del ser hom-
bre, desde una perspectiva hegemónica, para Andrés
ello es divertido y parte de lo que le gusta hacer, lo
cual nos habla de una diversificación en los gustos de
juegos en algunos niños entrevistados. Así, hay una
manifestación clara de que a Andrés no le gusta ju-
gar como algunos otros niños, lo que es un avance en
tanto hay distanciamiento de ordenamientos de géne-
ro en ese ámbito, así como un empoderamiento de sí
mismo al reivindicar lo que sí le importa y prefiere.
También hay niñas a quienes no les gusta jugar con
otras niñas porque implica el forzamiento a ser un tipo
de niña femenina, preocupada por la apariencia, la po-
pularidad en términos románticos y la edad.
Alicia: Yo no juego con niñas, sólo con los niños, por-
que con las niñas juegan raro, se comportan como si
fueran muy adolescentes, realmente muy hermosas,
muy populares. Tenía una muy amigota y con su com-
portamiento adolescente porque dos chicas llegaron
y se la llevaron al “túnel de la adolescencia”, y mi
214
amiga me cambió por eso así se acabó la amistad con
ella. Se comportan como “soy la más bonita, la más
hermosa”. Como si fueran las típicas adolescentes de
las telenovelas. Y “Miren ese chico está bonito”, y
cuando llego y digo ¿quieren jugar fut? Dicen: “Eso
no, es para niños pequeños”
Desde una perspectiva de género esto es muestra
también de la resistencia que puede haber en las niñas
actuales a los mandatos de género que aún persisten,
como los correlacionados al ser preponderantemente
bellas, idealizar relaciones románticas y centrarse en el
ser “mujeres objeto de admiración estética”. Alicia, no
obstante, es al parecer, rechazada por sus compañeras
al invitarlas a jugar futbol, además de que la estigmati-
zan con la figura de que eso “es para niños” pequeños,
lo cual también nos habla de una falta de sororidad
con ella.
216
En otros casos lxs niñxs mencionaron como ele-
mentos de juego primordiales durante la pandemia,
los videojuegos, los cuales tuvieron la posibilidad de
jugarse de manera individual o de forma comparti-
da en línea tanto compañerxs, amigxs, familiares, y
también con personas desconocidas, tanto por niñas,
como niños. En este sentido, se puede decir que hubo
una mayor equidad en las relaciones entre niños y ni-
ñas en los juegos.
Sin embargo, en algunos casos los contenidos de los
videojuegos que juegan las niñas hay una cierta conti-
nuidad con las formas de ser “femeninas” tradicionales
en México, pues los juegos son frecuentemente acerca
de cuidar un gatito, tener una casita y tener otras mascotas
que cuidar, salir, hacer el súper, volverse bebé, etc. En
esta misma perspectiva, las niñas mencionaron hacer
en sus casas manualidades, bordados y elaborar vitromo-
saicos, lo que se relaciona también con las actividades
que desde hace décadas se consideran propias para
las niñas.
Algo que sorprende es que dos de las niñas dijeron
ser youtubers y subir videos de sus animaciones, di-
bujos e historias semanalmente:
Aquí me parece pertinente advertir la relevancia que
están teniendo las redes sociales en la vida de las niñas
y el cómo buscan por estos medios, así sea desde una
perspectiva lúdica, el difundir lo que hacen y el tener
seguidorxs de sus publicaciones, lo cual, antes no se en-
contraba como relevante en el mundo simbólico de las
niñas. Si bien, esto puede ser desde una perspectiva de
uso de tecnologías, benéfico para el desarrollo de su
creatividad, de su sociabilidad e incluso de sus metas
217
a futuro, también abre importantes interrogantes como
las que tienen que ver con ¿quiénes son sus seguidores?
¿Cómo interactúan con ellxs? ¿Qué peligros podrían
tener al exponerse públicamente en medios electró-
nicos?
Se dio, por otra parte, información acerca de algunos
videojuegos violentos que han transformado la sub-
jetividad de niños, compañeros de las niñas entrevis-
tadas:
Alicia: Tenía un amigo que juega mucho ese tipo de
juegos: ”Fortnite” y es muy violento. En la vida real
piensa en matar y ¡ay, yo soy el rey!... Tuvo una época
de amigo, éramos felices y jugábamos juegos, hacía-
mos chistes, pero ahora es muy violento y no le hace
caso a nadie y sólo se la pasa jugando Fortnite.
Cabe mencionar que Fortnite es un videojuego que
permite hasta a 100 personas participar juntas en una
partida. Los jugadores o jugadoras se dejan caer en el
mapa del juego y deben competir para ser el último en
quedar de pie matando a todos los demás jugadores.
Durante la partida, los jugadores (as) recogen armas,
construyen estructuras seguras y tratan de evitar la
Tormenta (Storm) que daña a todos los jugadores que
están fuera de una zona segura. También hay zombies
que matar, y la función de chat en línea del juego, ex-
pone a los jugadores más jóvenes a lenguaje ofensivo
o contenido para adultos de personas desconocidas.
En lo anterior cabe la posibilidad de que se dé lo
que Segato (2018, p.13) llama la “pedagogía de la
crueldad”, la cual consiste en
todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y
218
programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vi-
talidad en cosas. En ese sentido, estas pedagogías en-
señan algo que va mucho más allá del matar, enseñan
a matar de una muerte desritualizada, de una muerte
que deja apenas residuos en el lugar del difunto. La
repetición de la violencia produce un efecto de nor-
malización de un paisaje de la crueldad y, con esto,
promueve en la gente los bajos umbrales de empatía
indispensables para la empresa predadora.
Así, en el caso descrito por Alicia, ella ubica como
consecuencia de jugar reiteradamente el videojuego
aludido de Fortnite, la transformación de un chico
agradable en alguien violento que piensa que en la
vida real también se debe matar, lo cual ha traído con-
sigo también el alejamiento de sus amigxs y el encie-
rro del antiguo amigo en el videojuego.
En esta dirección es pertinente lo que apunta Díez
(2007, p. 133) en cuanto a que
En estos videojuegos, están claramente delimitados
el éxito –matar o ganar– y el fracaso –morir o perder–;
el bien –nosotros– y el mal –los distintos a nosotros–;
lo justo –la venganza, que yo mate, que yo gane– y lo
injusto –que yo pierda–. No hay “grises”, ni matices,
ni argumentos, ni circunstancias, ni explicaciones. Se
pierden por el camino los sentimientos en favor de la
fuerza bruta y matar a los “enemigos” sin miramien-
tos. No hay diálogo, sólo destrucción; en este mundo
virtual no se piensa, sólo se actúa. Esto supone una
visión maniquea de la realidad. Con “malos” perver-
sos a los que se presenta como alienígenas, mafiosos,
asesinos, psicópatas y un largo etcétera. y a los cua-
les se debe eliminar físicamente para alcanzar una
recompensa determinada. Un universo en donde la
única alternativa es matar o ser matado, comer o ser
219
comido, ganar o perder. Esta división maniquea de la
realidad supone no sólo una visión distorsionada de
lo que nos rodea, sino que fomenta el partidismo fa-
nático e inquebrantable ligado a relaciones afectivas
que nos implican emocionalmente con “los nuestros”
y nos hacen rechazar, temer y odiar a “los otros”.
Así se impide el desarrollo de una niñez sensible,
compasiva, comprensiva de la otredad, para incorpo-
rarlo a un mundo simbólico de violencia naturalizada,
que impulsa la destrucción, en pos de convertirse en
un ser ganador a toda costa.
Reflexiones finales
220
de desarrollan su creatividad y se contactan con otrxs
niñxs afines. Los varones, aunque en algunos casos se
ven involucrados en dinámicas de reforzamiento de
masculinidad y violencia, también se resisten y están
empezando a percatarse de que no necesariamente
deben obedecer los mandatos y que pueden elegir ser
diferentes.
Es necesario, por otra parte, continuar indagando
para identificar con mayor claridad cómo está inci-
diendo la exacerbación de las violencias en el territorio
nacional, en los juegos y en las subjetividades de in-
fantes, sin embargo, ya es posible advertir que, si bien
reciben mensajes continuos relacionado con ello y en
los juegos hay algunos indicios de su influencia, ello no
determina en su totalidad su desarrollo, sino que hay
espacio para la reflexión y la resistencia.
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222
La igualdad de género como eje
democrático articulador. Experiencias
de atención a la población trans en
Instituciones de Educación Superior
Resumen
223
Introducción
224
abordar estas formas de discriminación y violencia, fo-
mentando la educación, la conciencia y el respeto hacia
todas las identidades de género, para construir una so-
ciedad inclusiva y equitativa donde todas, todos y todes
puedan vivir plenamente y sin miedo a recibir juicios
que marginen por la identidad de género, la cual es
un aspecto fundamental de la experiencia humana, ya
que cada persona tiene el derecho de autodefinirse y
vivir de acuerdo con la identidad que sienta más au-
téntica.
En una encuesta hecha en la Marcha del Orgullo y
la Diversidad Sexual en la Ciudad de México, en 2008,
de 957 personas encuestadas (66,7% hombres y 33.3%
mujeres, al nacer), siete de cada 10 reportaron haber
vivido discriminación, mayormente en ámbitos religio-
sos, vecinales, familiares, lugar de estudios y por el grupo
de amigos. Por lo que, al parecer la discriminación se da
en los ámbitos más cercanos de las personas, lo que
tendrá el efecto de generar inseguridad sobre el rechazo
su identidad; aún hay mucho por hacer para que las
personas no sean discriminadas. (Galindo 2018, p. 31).
Entendiéndose la identidad de género la manera
como una persona se percibe y se identifica en términos
de su género, que puede ser masculino, femenino, una
combinación de ambos o ninguno de ellos; experiencia
interna y personal de cada individuo, que puede o no
corresponderse con el sexo asignado al nacer; en otras
palabras, una persona puede tener una identidad de
género diferente a su sexo biológico. Algunas personas
se identifican con el género que se les asignó al nacer
(cisgénero), mientras que otras se identifican con un
género distinto al asignado al nacer (transgénero). Hay
225
que tomar en cuenta que la identidad sexual (también
conocida como orientación sexual) es un aspecto fun-
damental de la individualidad de cada persona, y es
una construcción compleja y diversa que va más allá
de las categorías tradicionales de género. (https://
www.gob.mx/segob/articulos/que-es-la-identidad-
de-genero).
Es fundamental comprender que estas identidades
no son trastornos mentales ni elecciones caprichosas,
son parte de la diversidad humana y merecen respeto,
aceptación y derechos iguales. La identidad de género
no se limita a lo que se ve en el exterior, sino que es una
experiencia interna profundamente arraigada.
Antes de mostrar los datos que evidencian la situa-
ción en que se encuentran las personas trans, es necesa-
rio exponer los conceptos que encierra la construcción
social de la identidad sexual, por ello se hace indispen-
sable la explicación de las tres t: transexual, transgénero
y travesti.
Históricamente las sociedades se han erigido dentro
del cisheteropatriarcado; es decir, los sistemas sociopolíti-
cos y culturales han estado sustentados por la suprema-
cía de los varones, la heterosexualidad obligatoria y el
binarismo de género visto como la norma, dejando de
lado al resto de sexos y géneros (Arévalo, 2020); esto
ha contribuido a que se ignoren un sinfín de realidades
que acontecen día con día. Dilucidar sobre personas
trans es sumamente complejo e importante, precisa te-
ner claro la relación dialéctica entre el binomio iden-
tidad de género y expresión de género; las personas
trans suelen contraponerse a las expectativas binarias
226
tradicionales del género y la sociedad (Cervantes,
2018).
Transgénero es el término empleado para personas
cuyo sexo asignado al nacer no concuerda con su identi-
dad de género (Cervantes, 2018). Las personas transgé-
nero se distinguen por construir su identidad de género
independientemente de tratamientos médicos o proce-
dimientos quirúrgicos –estos pueden ser necesarios
para algunas personas, para otras no– (McDonald,
2018). Transexual se refiere a aquellas personas que se
conciben de un género diferente al que, de manera social
y cultural, se les asigna por su sexo biológico; ante ello
recurren a intervenciones médicas, hormonales y/o qui-
rúrgicas, “para adecuar su apariencia física-biológica
a su realidad psíquica, espiritual y social” (Cervantes,
2018). El término travesti se refiere a las personas que
disfrutan presentarse con prendas de vestir y actitudes
relacionadas socialmente como propias de un género
distinto al suyo. Es importante precisar que el traves-
tismo puede o no incluir la modificación del cuerpo;
asimismo, no implica ser homosexual, necesariamente
(Cervantes, 2018).
Las diferencias entre las personas transgénero,
transexuales y travesti son tantas que actualmente se
propone hablar de transexualidades y transgéneros.
Otro recurso empleado consiste en utilizar el término
trans como concepto paraguas en el cual se engloban
distintas identidades y expresiones, destacando tres
(Soley-Beltrán, 2014): personas que intervienen su
cuerpo de manera quirúrgica y hormonal, personas
que no modifican su cuerpo, pero sí construyen una
227
identidad de género diferente a la asignada, y perso-
nas que hacen activismo político con sus cuerpos para
cuestionar el binarismo de género.
De manera concreta, cuando se habla de lo trans, se
incluyen a personas transexuales, travestis, transgénero,
drags, no binarias, género fluido, entre otras; el deno-
minador común siempre es que el género asignado al
nacer no concuerda con la identidad y expresión de
género de la persona.
Leticia Sabsay en Viteri & Castellanos (2013) plan-
tea desde la “… perspectiva queer, [que] una de las
cuestiones centrales consiste en oponerse a toda nor-
mativa que pretenda discriminar quién pertenece a
una categoría y quién no pertenece, y cuestionar las
condiciones que hay que cumplir para ser incluida en
una categoría u otra.” Se sitúa en una defensa por “la
normalización de las identidades, ya sean estas hetero,
homo, bi o trans, es una normativización que se da
también en términos raciales, culturales y de clase. De
modo que la lucha por la justicia sexual no puede estar
disociada de las luchas antirracistas, anticoloniales y,
en general, por la justicia social. Lo que está en el ho-
rizonte de esas luchas […] es un horizonte de libertad
que no puede separarse del ideal de la justicia social
y la igualdad.” (Viteri & Castellanos, 2013, p. 116).
Por consiguiente, las personas trans constituyen un
grupo socialmente vulnerado, discriminado y excluido
de la esfera social y de formación en la educación supe-
rior; no obstante, gracias a grupos activistas en pro de
la igualdad sustantiva y la erradicación de todo tipo
de violencia y discriminación por género, es que hoy
algunas de las instituciones universitarias de México
228
implementan protocolos para la prevención y aten-
ción a la violencia de género.
La construcción de la identidad sexual de las perso-
nas transgénero, transexuales y travestis puede implicar
un proceso de autodescubrimiento, aceptación y en-
frentamiento de obstáculos tanto internos como ex-
ternos. En este sentido, las instituciones educativas
tienen la responsabilidad de crear entornos inclusi-
vos y seguros donde las personas puedan expresar su
identidad sin temor a la discriminación, la violencia o
la exclusión.
Es esencial educarse y promover la comprensión de
la diversidad de identidades y expresiones de género;
implica aprender sobre los conceptos básicos de géne-
ro, respetar los pronombres preferidos de las personas
y escuchar activamente las experiencias de las perso-
nas transgénero, transexuales y travestis sin juzgar. La
identidad sexual es una construcción compleja y per-
sonal que varía en cada individuo. Al aceptar y celebrar
la diversidad de identidades y expresiones de género,
podemos construir una sociedad más inclusiva y justa
para todas las personas, independientemente de su
identidad de género.
Cabe resaltar la importancia de implementar proto-
colos escolares que definan la actuación sobre discri-
minación y violencia escolar frente a la diversidad de iden-
tidades y expresiones de género, fundamentales para
crear entornos inclusivos y respetuosos, donde se pueda
expresar y vivir la identidad de género de manera auténti-
ca, “gracias a la sensibilización contra la lgbt-fobia, los
centros educativos se convierten en espacios seguros
frente a familias y entornos intolerantes (Cogam, 2016)
229
permitiendo al alumnado madurar y adquirir compe-
tencias para orientar su futuro de manera adecuada”
(Vela, 2017, 90). La implementación de estos proto-
colos implica guiar a la comunidad educactiva sobre
la diversidad de género, desafiando los estereotipos y
prejuicios arraigados. Además, proporcionan pautas
claras para garantizar el respeto y la equidad en dife-
rentes ámbitos, no sólo el escolar. Con los protocolos,
se fomenta la aceptación y la comprensión, promo-
viendo la igualdad y el bienestar de todas las personas,
independientemente de su identidad, generando en-
tornos democráticos.
230
turaleza del cuerpo, por tanto, es normativa y obliga-
toria; no obstante, en un contexto de vida cambiante
y más democrático requiere rebatir este supuesto de
concepciones, generalmente aceptadas de masculini-
dad y feminidad, ya que frecuentemente tienen con-
secuencias homofóbicas; de manera que se hace nece-
sario pasar a expresiones de género con posibilidades
más amplias, en donde no se deslegitimen las prácti-
cas de género sexuales minoritarias; este proceso no
concibe la disolución de lo binario, ya que el género
se presenta como una construcción social performati-
va que no está determinada biológicamente. En dicha
obra la autora refiere que existe una liberación de las
personas trans, y su pleno reconocimiento contradice
las normas existentes, lo que da la pauta para replan-
tear los significados originales de género.
En el caso de la población trans, es importante que los
centros de educación superior en México adopten me-
didas y políticas inclusivas para garantizar un ambiente
seguro y respetuoso. El estudiantado que se identifica
con una identidad de género distinta a la asignada en su
nacimiento son sujetos de burlas y frecuentemente
son excluidos.
La discriminación en las instituciones de educación
superior puede evidenciarse en relación con tres as-
pectos: discriminación, acoso y violencia, y la negación
de los derechos. En lo que concierne al primero, quie-
nes forman partes del estudiantado trans son víctimas
de prejuicios y estereotipos arraigados a los roles de
género en la sociedad, lo que puede generar exclusión
y trato desigual; en lo que atañe al segundo punto, el
acoso, como un tipo de violencia, refiere al comporta-
231
miento repetitivo de agresiones físicas, sexuales y psico-
lógicas, vinculadas a la orientación sexual y la identidad o
la expresión de género que incluye el acoso homófobo y
transfóbico, respecto de la violencia, de acuerdo a la Or-
ganización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco 2020), la violencia escolar
refiere a todas las formas de agresión física, psicológi-
ca o sexual que se manifiesta en la escuela y alrededor
de ésta, padecida por el alumnado, perpetrada por otros
integrantes del alumnado, personal docente y demás
personal, con motivo de la identidad o expresión de
género de la persona estudiante; por último, cuando
en algunas escuelas, se niega al estudiantado trans el
derecho a expresar abiertamente su identidad de gé-
nero se limita su libertad de expresión y su acceso a
recursos de apoyo.
Al referirse al estigma social, se debe que tener muy
claro que existen consecuencias que llevan al aislamien-
to y soledad de este grupo minoritario de la sociedad,
además, tiene un impacto en el rendimiento académico,
y afecta y genera problemas de salud mental. Es así que
la discriminación y el estigma social pueden llevar al
estudiantado trans a sentirse aislados y solos, lo que
afecta negativamente su bienestar emocional y su ca-
pacidad para relacionarse. Estas situaciones generan
una afectación en el rendimiento académico, ya que
se ven obligados a lidiar con preocupaciones adiciona-
les que distraen su atención y afectan su autoestima;
asimismo, la discriminación y el estigma de que son
objeto, pueden contribuir al desarrollo de problemas
de salud mental, como depresión, ansiedad y suicidio.
En este sentido, la problemática a la que se enfrentan,
232
evidencia un contexto en el que es necesario trabajar
para generar espacios de igualdad, como valor demo-
crático, en donde se pueden reclamar los derechos hu-
manos que toda persona merece.
233
radiografía poblacional de las personas lgbti+, no se
encontraron perfiles específicos respecto de las perso-
nas trans, pese a ello, retomamos aspectos relativos
al nivel educativo y el acceso a la actividad económica
que ofrece la encuesta, ya que al pertenecer el grupo
trans a este grupo poblacional, nos permite ir deli-
neando el perfil, incluidas las personas transgénero;
así como la vulnerabilidad laboral de jóvenes pertene-
cientes a este grupo frente al acceso libre y en condi-
ciones de igualdad a un empleo en México.
De acuerdo con la información publicada por el
inegi en la encuesta en mención en México, de 5.1% de
personas de 15 años y más que se autoidentifican como
lgbti+, 26% cuenta con educación superior, 36%
con educación media superior y 37% con educación
básica. En contraste, 23% de la población no lgbti+
declaró contar con educación superior, 24% con me-
dia superior y 49 % con educación básica. Lo anterior
refleja que las personas lgbti+ han alcanzado una
mayor escolarización.
Los resultados de la encuesta Endiseg 2022 mues-
tran que Colima es la principal entidad federativa a
nivel nacional, que por proporción poblacional tiene
el primer lugar de habitantes lgbti+, con 8.7%, se-
guido de Yucatán con 8.3 % y Querétaro con 8.2%,
lo que explicaría que en dicho estado se llevó a cabo
en 2022 el “Diagnóstico de la situación laboral de las
personas travestis, transgénero, transexuales y no bi-
narias en el estado de Colima”, en el que se visibili-
zaron prácticas de discriminación laboral. El universo
de la muestra en cuanto a la identidad de género de
las personas entrevistadas está compuesto principal-
234
mente por mujeres trans (51%), seguido de travestis
(31%), personas identificadas como no binarias (12%),
y hombres trans (6%).
Si bien la Endiseg plantea que 16.1% de entrevista-
dos jóvenes entre los 18 a 29 años, reportaron haber
trabajado en los últimos 12 meses, 28.1% de esta pobla-
ción dijo haber recibido comentarios ofensivos o burlas,
entre diversas situaciones de rechazo; dato casi 10%
más de quienes no se ubican dentro de la comunidad
lgbti+. Asimismo, aunado al resultado anterior, se
obtiene que 28.7% ha tenido alguna vez pensamientos
suicidas o intentó suicidarse, lo que significa un por-
centaje tres veces más que la población no lgbti+; de
esto, la causa principal se ubica en problemas familia-
res y de pareja (57.2%), seguida de problemas en la
escuela (20.3%). En este sentido, ello hace que en este
rango poblacional se precise de atención, estableciendo
guías de acción que marque directrices de actuación,
por lo que la propuesta de identificar lo que se está
haciendo en las instituciones de educación superior
es fundamental, ya que este grupo etario se encuentra
en alto riesgo de vulnerabilidad.
235
escuelas. Si bien, aún queda mucho por hacer, en los
últimos años se han realizado avances significativos en
la atención a la población con identidades y expresiones
de género diversas a las asignadas en su nacimiento.
Partiendo de que la educación universitaria es pilar
de la democracia como cultura de vida en y para la so-
ciedad, se hace indispensable garantizar el respeto a los
derechos humanos, las libertades fundamentales, la di-
versidad sexual y la igualdad entre hombres y mujeres
en los espacios escolares, como respuesta a los desafíos
de la violencia sexual, psicológica, patrimonial, física,
digital y homófoba; así como la discriminación que re-
produce roles, prejuicios y estereotipos sociales que-
estigmatizan las expresiones de género diverso de las
personas estudiantes en nuestro país. Es imperante
que los centros universitarios aborden la diversidad
sexual y la violencia de género desde una perspectiva
incluyente y restaurativa; que se reconozcan como es-
pacios donde todas las personas diversas son recono-
cidas, aceptadas y respetadas, otorgándoles los mis-
mos derechos en el trayecto de la educación superior.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexi-
canos en el Capítulo 1, Artículo 1º. establece la prohibi-
ción de cualquier tipo de discriminación por motivos de
sexo y género, ya sea entre particulares o en el ámbito
del servicio público. A partir del 2011 todos los tra-
tados internacionales de los que México es parte son
obligatorios y conforman la Ley Suprema del país,
es así que podemos encontrar leyes que reconocen
y protegen los derechos de las personas con motivo
de género en la Declaración de Derechos Humanos,
Orientación Sexual e Identidad de Género de la Or-
236
ganización de las Naciones Unidas (onu) del 3 de
junio de 2008; la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos del 22 de noviembre de 1969; las Cien
reglas de Brasilia sobre el Acceso a la Justicia de las
Personas en Condición de Vulnerabilidad, del seis de
marzo de 2008; el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales del 16 de diciembre
de 1966; Convención Interamericana contra toda for-
ma de Discriminación e Intolerancia, del 5 de junio de
2013; los Principios de Yogyakarta sobre la Aplicación
de la Legislación Internacional de Derechos Huma-
nos en relación con la Orientación Sexual y la Identi-
dad de Género, de noviembre de 2006; así como en el
Convenio sobre la Violencia y el Acoso de 2019 rati-
ficado y depositado en la Organización Internacional
del Trabajo por México el 6 de julio de 2022.
Las instituciones de educación superior en México,
como centros de trabajo dedicados a la prestación de
servicios profesionales de carácter educativo, están
obligadas a implementar un protocolo para prevenir
la discriminación por razones de género y atención
de casos de violencia, acoso y hostigamiento sexual,
así lo señala la fracción XXXI del Artículo 132 de la
Ley Federal del Trabajo. En este sentido, el Conve-
nio 190 de la oit, que entrará en vigor el próximo 6
de julio de 2023, establece una definición amplia de
violencia y el acoso en múltiples esferas y en múlti-
ples razones, al considerar que la violencia y el acoso
refiere a comportamientos y prácticas inaceptables o
amenazas de tales comportamientos y prácticas que
se puedan manifestar de una sola vez o de forma repe-
tida, este aspecto es de suma importancia, puesto que
237
no es necesario que causen un daño, sino que sean
potenciales acciones que puedan llegar a causarlo; así
también menciona el impacto diferenciado por razón
de género, reconociendo que hay ciertos grupos de
personas que son especialmente impactadas por este
tipo de violencia por razón de su sexo o género.
En el mundo académico, las instituciones univer-
sitarias prestan servicios a terceras personas que son
las, les y los estudiantes, en el caso de que alguien del
estudiantado hiciese una violación o un acoso contra
alguna persona trabajadora, o de manera horizontal,
entre ellos, el Convenio 190 también da protección a
esta violencia ocasionada por terceros; pues se trata
de un instrumento legal amplio con perspectiva de
género, que invita a los centros de trabajo, en nuestro
caso a las instituciones académicas de nivel superior a
adoptar medidas de prevención y de protección, como
son las políticas pertinentes que aborden la violencia
y el acoso, mecanismos de control de la aplicación de
seguimiento, velar porque las víctimas tengan acceso
a vías de recurso y reparación del daño y a medidas de
apoyo; prever sanciones, así como desarrollar herra-
mientas, orientaciones y actividades de educación y
de formación, y actividades de sensibilización en ma-
teria de violencia, discriminación y acoso.
En este sentido, algunas instituciones académicas
como el Instituto Tecnológico Autónomo de México
(itam), la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla (buap), la Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo (uaeh), la Universidad Autónoma de Si-
naloa (uas), la Universidad Nacional Autónoma de
México (unam), el Instituto Tecnológico y de Estu-
238
dios Superiores de Monterrey (itesm), la Universidad
Iberoamericana (Ibero), entre otras en México, han op-
tado por implementar al interior de sus centros educati-
vos, protocolos de actuación en contra de la violencia de
género, incluida la diversidad de identidades y expresio-
nes de género, en los que se destacan aspectos como:
• Políticas de igualdad: implementación de po-
líticas explícitas de igualdad y no discrimina-
ción que aborden específicamente las necesi-
dades de la población lgbti+. Pueden incluir
la adopción de lenguaje inclusivo, la prohi-
bición de la discriminación por orientación
sexual o identidad de género.
239
incluyan información sobre diversidad sexual
y de género, relaciones saludables y consenti-
miento. Estos programas no sólo educan al es-
tudiantado sobre la diversidad humana, sino
que también promueven la autoaceptación y
la empatía hacia los demás.
Es importante destacar que, si bien existen expe-
riencias positivas, aún hay desafíos pendientes en la
atención a la población trans en centros escolares mexi-
canos. Muchas veces, la discriminación y el acoso per-
sisten, lo que puede generar un impacto negativo en
el bienestar emocional y el rendimiento académico del
estudiantado trans. Por lo tanto, es necesario seguir
trabajando en la implementación de políticas inclusi-
vas, la sensibilización y la formación constante del
personal educativo, así como fomentar el respeto y la
aceptación entre todas, todos y todes los miembros
de la comunidad escolar.
Reflexión final
240
(dentro de los que se encuentra la población Trans),
representan el sector más vulnerable a recibir comen-
tarios ofensivos o burlas con motivo de su identidad
de género, lo que incluso los ha llevado a tener pensa-
mientos suicidas o intentar suicidarse, es que se con-
sidera a este rango etario como pieza poblacional de
atención, además, que es el detonante base para su for-
mación profesional y que, en un momento dado, deli-
mita a posteriori su actuación laboral; lo que nos ha lle-
vado a analizar la importancia de las acciones políticas
y normativas de las instituciones universitarias, como
espacios obligados a generar seguridad frente a la vio-
lencia de género en cualquiera de sus expresiones, en
el caso que nos ocupa, en relación al grupo de jóvenes
integrantes del estudiantado trans.
Si bien, existen centros de educación superior que
contemplan acciones y protocolos de actuación para
atender y sancionar conductas discriminatorias, de
acoso y violencia de género, consideramos que los pro-
tocolos institucionales deber ser considerados entes
vivos, sujetos de constante adecuación a la realidad
social y normativa, por lo que se deberán de adecuar
los mismos a los lineamientos establecidos en el Con-
venio 190 de la oit, donde se busca no sólo la pre-
vención y atención de los conflictos derivados de las
agresiones discriminantes y de violencia de género,
sino que incluye la restauración y reparación del daño
hacia las víctimas de estos hechos.
La igualdad de género es un principio fundamen-
tal que no sólo promueve la justicia y equidad, sino
que también actúa como un poderoso motor para el
desarrollo democrático de una sociedad. Cuando se
241
garantizan las mismas oportunidades y derechos para
todas las personas, sin importar su género, identidad
u orientación sexual, se conduce a una mayor diver-
sidad de ideas, experiencias y perspectivas, enrique-
ciendo así el proceso democrático y fortaleciendo las
instituciones. Generar en las instituciones de educa-
ción superior un entorno en el que se valoran y respe-
tan las diferencias, se fomenta la diversidad de ideas y
los valores democráticos como la igualdad, la libertad
y la dignidad humana, sienta las bases para una con-
vivencia pacífica y armoniosa con lo que se construye
una sociedad más justa.
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244
Espacio escolar, sexualidades y
género. Habitar la escuela:
desigualdades y relaciones de poder
Resumen
Introducción
245
espacio escolar. Es innegable que el género y la sexua-
lidad marcan las formas de habitar las escuelas como
espacios de aprendizaje y recreación social en cual-
quier nivel educativo. Es importante considerar que
los espacios educativos no sólo cumplen la función
de desarrollo intelectual, cognitivo y académico, sino
que también son centros de socialización en donde se
refuerzan las identidades de género desde el esquema
heteropatriarcal (Silva, 2009; Gayer y Tonini, 2022).
En los espacios escolares se manifiestan las relaciones
de poder que se entretejen entre lxs estudiantes, mis-
mas que están validadas tácitamente por las autoridades
escolares, las madres o padres de familia al no inter-
venir. El espacio escolar se habita, en él se recrean
identidades, experiencias y se desarrolla el ser apren-
diendo las formas de relacionarse con el mundo. La
cotidianidad de las escuelas interviene en el desarro-
llo personal y académico de lxs alumnx, el bienestar o
malestar en éstas se relaciona con el desempeño.
El posicionamiento de lxs sujetxs en el mundo está
travesado por el género y la sexualidad, lo que marca
las diferencias y desigualdades a la hora de experi-
mentar y habitar los lugares (Mc Dowell, 2000; Islas,
2022). Por esta razón, es importante evidenciar que
los espacios escolares también están construidos, ma-
terial, cultural, social, política y simbólicamente, para
reproducir la heteronormatividad, los roles de género
binarios: mujer-hombre y femenino-masculino. Este
planteamiento conlleva a cuestionar las experiencias
desde dicho esquema binario, también aquellas otreda-
des que quedan fuera de la matriz heterosexual; que al
menos, en espacios adolescentes, como la secundaria
246
o la preparatoria, intervienen en la constitución de las
identidades sexuales.
De esta manera, se reproducen violencias, desigual-
dades y marginación que se manifiesta en las expe-
riencias del habitar la escuela. La experiencia del estar
y del ser en la escuela influye en los procesos de apren-
dizaje y la socialización. Este trabajo propone una re-
flexión teórica crítica respecto a la construcción de los
espacios escolares heteronormativos que refuerzan
las desigualdades de género y sexuales e influye en su
construcción como universo social, cultural y políti-
co. Por ello, parto de la premisa que el espacio escolar
no es neutro, ni mucho menos asexual, puesto que
las normatividades de comportamiento entre mujeres
y hombres tiende a ser muy marcado para reprodu-
cir una realidad heteronormativa, lo que conlleva a
la invisibilización de otras identidades. Cabe señalar
que, la experiencia de lxs estudiantes también está
mediada por lxs profesores y lxs tutores, que intervie-
nen en la regulación del espacio escolar heterosexual
y las relaciones de poder que se entretejen entre el
estudiantado. La reflexión y discusión toma como es-
pacialidades escolares niveles básicos, primaria y se-
cundaria, al ser los primeros espacios de socialización
del género, la sexualidad y el ejercicio del poder.
Este capítulo está organizado en cuatro tiempos. En
el primero, converjo con las perspectivas de las geo-
grafías de los espacios escolares, las geografías feminis
tas y las geografías de las sexualidades. Esta discusión
marca las rutas de análisis para comprender las re-
laciones de desigualdad que constituyen los espacios
escolares en primaria y secundaria. En un segundo
247
tiempo, discuto la premisa de la escuela como espacio
de aprendizaje de las normatividades para la sociali-
zación entre mujeres y hombres. En un tercer tiempo,
críticamente desentramo las relaciones de desigual-
dad que marcan la experiencia de lxs estudiantes lgb-
tiq+ en las escuelas. Finalmente, en última instancia
planteo algunas reflexiones y vetas por labrar en pos
de atenuar las desigualdades en los espacios escolares
y hacer más placentera la experiencia de habitarlos
por parte de lxs estudiantes y lxs profesores.
248
patio, en la dirección o en la entrada de la escuela.
Estas experiencias influyen también en el proceso de
aprendizaje, principalmente, resultado de las relacio-
nes sociales que se establecen entre compañerxs estu-
diantes, con lxs trabajadorxs o bien con lxs directivxs.
Las geografías escolares se han encargado de aten-
der y estudiar los procesos en cómo se configuran
las relaciones socioespaciales en las escuelas, para
ello consideran a lxs estudiantes, lxs sistemas edu-
cativos, lxs académicxs, las madres y los padres de
familia (Kramer y Jahnker, 2019; Helfenbein, 2021).
El espacio escolar se experimenta, se habita y las
percepciones de lxs estudiantes también se plasman
en él para darle una identidad (Ruiz y Evangelista,
2020; Moreno y Mastrolorenzo, 2021). Por ello, hay
que tejer las escalas espaciales desde el cuerpo para
comprender este proceso de habitar la escuela desde
diferentes posicionamientos tales como el género y
la sexualidad, cuya reproducción contiene intrínseca-
mente desigualdades y violencias socioculturalmente
aprendidas. Aquí entonces, encontramos los puentes
dialógicos entre las geografías de los espacios escola-
res y las geografías de las sexualidades y de género,
puesto que el espacio escolar es una representación
a escala de las relaciones socioespaciales del sistema
heteropatriarcal que se ha naturalizado, aunque re-
cientemente comienza a ser cuestionado.
Cuando planteo el habitar, me enfoco en el cuerpo
como aquél que plasma su existencia, a través de los
sentidos, sentires, sentimientos y emociones (Tuan,
1974; 1977; Seamon, 2023; Massey, 1998). Sin em-
bargo, estos atributos desde donde experimentamos
249
y conocemos el espacio escolar está atravesado por el
género y la sexualidad. No se experimenta la escuela
de la misma manera siendo niña que niño; un adoles-
cente heterosexual o una adolescente transexual. Las
relaciones sociales que se configuran en las escuelas,
en los diferentes niveles educativos, reproducen y re-
fuerzan las identidades de género, la binariedad, lo
femenino y lo masculino. De tal suerte que, aquello
que no se enuncia como las sexualidades no hetero-
normadas, también son producto de las relaciones de
género que se espacializan en las escuelas. A partir de
aquí se logra dilucidar las desigualdades respecto a las
formas de ocupar el espacio, y no sólo entre estudian-
tes, sino también con la influencia de lxs profesores,
las madres y los padres de familia.
En este sentido, hay que comprender que la expe-
riencia del aprendizaje intelectual, académico y el de-
sarrollo cognitivo de lxs estudiantes está influenciado
por las relaciones de poder que estructuran simbóli-
camente los espacios educativos (Sliwka y Klopsch,
2019; Helfenbein, 2021). Por ejemplo, el ser mujer,
hombre o identificarse como homosexual, transexual
o bisexual implica que la construcción del habitar la
escuela, a través de la cotidianidad, está encarnada en
el cuerpo y la lectura de su performatividad. Con esto
quiero decir que el habitar está dotado de emociones,
sensaciones, sentimientos y afectos que resultan del
contacto con el entorno y el posicionamiento de lxs
sujetxs (Lindón, 2016; Seamon, 2023). Así, el espacio
no es un contenedor de prácticas, ni mucho menos
una homogeneidad de actividades escolares o de acto-
res sociales que comparten una etapa etaria, sino que
250
contienen las interioridades que como seres humanos
generamos a la hora de estar en un lugar (Tuan, 1977;
Seamon, 2023; Lindón, 2016). Por esta razón, es pre-
ciso argumentar que el espacio escolar es un reflejo de
las relaciones sociales externas, de los sistemas cultu-
rales, políticos y económicos que reproducen dinámi-
cas heterogéneas desiguales respecto al género y los
estereotipos sexuales (Ochoa, 2019; Castaño-Agui-
rre, 2023).
Estas dinámicas desiguales de violencias y acoso
aprehendido de los sistemas de género heterosocial
tienen impactos físicos y emocionales entre lxs estu-
diantes en el proceso de construcción de sus identi-
dades sexuales. Con esto quiero apuntar a que es el
cuerpo de lxs estudiantes donde germina la topogéne-
sis de los espacios educativos. La corporeidad de lxs
estudiantes contiene esas motivaciones, emociones,
sentimientos y afectos, que se detonan en las rela-
ciones con lxs compañerxs y lxs profesores. Por esta
razón, la performatividad del género y las identidades
sexuales se encarnan también en el cuerpo y plasman
su sentir en el lugar escolar como una experiencia es-
pacial.
La performatividad es la naturalización de las nor-
mas y las reglas de género para mantener el orden de
la matriz heteropatriarcal (Butler, 2006; 1990; Iriga-
ray, 2009). Por ello, cualquier impugnación del orden
de la normatividad es objeto de disciplinamiento a
través de actos homofóbicos, lesbofóbicos o transfó-
bicos que se reflejan en señalamientos verbales, físi-
cos, psicológicos y simbólicos, como la marginación,
las burlas o las agresiones físicas. Desde este punto
251
se gesta el diálogo entre las geografías de los espacios
escolares y las geografías de las sexualidades, en tan-
to que hay que dilucidar esas otras experiencias de
sujetxs contrasexuales, porque transgreden la hetero-
norma (Preciado, 2020; Islas, 2020), que se generan a
la luz de las relaciones de poder, que son socialmente
aceptadas, omitidas e ignoradas.
La vigilancia del género y las sexualidades es una
forma de disciplinamiento, como más adelante se ex-
plica, y el papel de las autoridades es tan importante en
tanto que interviene en la estadía de lxs estudiantes
en el espacio escolar. Las actividades didácticas repro-
ducen y refuerzan, en la mayoría de los casos, tanto
los roles de género como el disciplinamiento de las se-
xualidades divergentes. Por ello, las geografías de las
sexualidades permiten desentramar las acciones vio-
lentas desde la escuela como institución y desde las
relaciones cotidianas, para integrar y visibilizar todas
aquellas formas de expresión identitaria; y al mismo
tiempo no naturalizar la jerarquización de cuerpos y
géneros en la ocupación del espacio escolar.
En suma, cuando se discuten la producción de los
espacios escolares hay que adentrarse a la percepción
de quienes lo habitan, las narrativas espaciales que
influyen en las relaciones y los puntos de agencia para
atenuar las desigualdades. Por esta razón, es impor-
tante recalcar que el espacio no es material, única-
mente, sino que se configura a partir de los sentires
y los afectos de quienes lo hacen parte de su vida.
La experiencia encarnada de los espacios expresa las
configuraciones sociales, las relaciones de poder. La
mirada interseccional desde el género y la sexualidad
252
logran tocar la urdimbre que se gesta en el proceso de
aprendizaje y enseñanza. En toda discusión, induda-
blemente el entorno socioterritorial, ya sea urbano o
rural, reproduce en los espacios escolares los sistemas
culturales heteropatriarcales respecto a la división y
ocupación del espacio respecto al género y las se-
xualidades divergentes, cuyo resultado influye en el
desempeño académico, también en las habilidades, el
empoderamiento y la socialización.
253
El género se aprehende a través de la normativi-
dad para ocupar los territorios; y esto influye en las
experiencias de lxs sujetxs en los lugares que habita
(Rose, 2007; Mc Dowell, 2000; Soto, 2010). Por ello,
en las escuelas de nivel básico de zonas urbanas, al
menos en México, la normatividad del uniforme mar-
ca, refuerza y ancla las reglas de la feminidad y la mas-
culinidad, evidenciando las diferentes prácticas para
apropiarse del espacio. La facilidad de los hombres
para moverse en la escuela debido al uso del pantalón
les permite tener mayor dominio sobre los espacios.
El juego se convierte en una forma de socializar en-
tre hombres, el desplazamiento en el espacio indica,
simbólicamente, que tiene mayor poder y gestión so-
bre éste. Esto indica que el género se convierte en
una categoría sociocultural para identificar el rango
de espacialidad que se puede ocupar siendo niño o
adolescente. Los tipos de juegos rudos, violentos, los
gritos, actividades como correr o los deportes marcan
las rutas para la construcción de la masculinidad que
se arraiga a una toma dominante del espacio escolar.
A diferencia de ellos, las mujeres, históricamente
han sido relegadas al espacio privado y doméstico; su
presencia en el espacio público refiere a una menor
participación, visibilización o en el caso más crítico
la estigmatización por usar el espacio conferido a la
masculinidad (Fenster, 2005; Massey, 1998; Valenti-
ne, 2003). Así, en las escuelas el uso de la falda se
convierte en una limitante para el desplazamiento, los
movimientos del cuerpo de las mujeres, y por ende de
la apropiación de los lugares en la escuela. Aunado a
ello, la vigilancia de género se convierte en la limitante
254
respecto a la agencia de las niñas y las adolescentes
para la utilización del espacio. La brusquedad en el
espacio público implica un acto masculinizante, que
rompe con la performatividad femenina que se espera
de las niñas y las adolescentes. Estas diferencias en
la ocupación del espacio elucidan la organización del
espacio escolar desde los constructos socioculturales
heteropatriarcales. Se limita la acción de las niñas en
la interacción social dentro de la escuela, y refuerza
las desigualdades respecto al poder que se tiene so-
bre el territorio escolar. La escuela es un espacio de
entrenamientos para aprender, aprehender y accionar
dichas diferencias de género y sexuales, donde se va-
lidan y legitiman estas desigualdades.
El espacio escolar se conforma por territorios de in-
fancias y adolescencias que son validados social y cul-
turalmente por las autoridades. En estos territorios se
despliegan las relaciones de poder entre lo masculino
y lo femenino desde donde se constituyen las identi-
dades, que se ven desplegadas en las significaciones y
experiencias del habitar la escuela. Esto logra diluci-
dar la separación simbólica de los sexos e impulsa a
que las interacciones sean casi exclusivamente entre
niñas y entre niños (Castaño-Aguirre, 2023). Estas
divisiones demuestran que los diálogos establecidos
entre territorios se construyen a partir de relaciones
desiguales, la confrontación y el aprendizaje para co-
municarse entre lo femenino y lo masculino. El quid
se encuentra en la experiencia de relacionarse con la
alteridad sexual y de género. ¿Cómo hacer frente a
estas desigualdades? ¿Qué tipo de pedagogías serán
necesarias para que la experiencia de la desigualdad
255
espacial no se aprehenda ni se interiorice, y en con-
secuencia se performe en la vida cotidiana como algo
natural?
Asimismo, los cambios corporales del paso de las
infancias a la adolescencia ponen de por medio la se-
xualidad, lo erótico y el deseo como puentes de comu-
nicación y apropiación del espacio escolar (Moreno y
Mastrolorenzo, 2021). Los cambios fisiológicos, como
la menstruación, se convierten en eventos importan-
tes y trascendentales para la ocupación del espacio, la
percepción sobre él y la relación respecto al entorno.
La educación sexual se vuelve una pieza fundamental
para comprender estos procesos biológicos que con-
tienen cualidades y significados culturales. La sexua-
lidad emerge de los procesos biológicos, aunque cabe
resaltar que los procedimientos para desplegarla en el
espacio están normativizados por las reglas sociales
(Irigaray, 2009; Wittig, 2005; Valentine, 2003).
En este sentido, la regulación de la sexualidad fe-
menina se espacializa hacia la interioridad de sí misma
y la cosificación por parte de los hombres (Irigaray,
2009; Witting, 2005). Las normas que se han aprehen-
dido en los espacios como el nivel primara o la casa se
performan en la adolescencia desde donde se plantean
y extienden otro tipo de relaciones con lxs compa-
ñerxs y las autoridades. El espacio escolar, entonces,
es de enseñanza y aprendizaje sociocultural del géne-
ro, se inician los procesos de semiotización del cuerpo
generizado y sexuado. Las narrativas para relacionarse
con lxs compañerxs contienen la densidad hormonal
del despertar de la sexualidad.
256
En este sentido, la sexualidad despliega las estrate-
gias del cortejo, del coqueteo y de la sexualización del
otrx; aunque también la desexualización de una otredad
marginada, por ejemplo, quienes no cumplen con las
normativas adolescentes de la popularidad o la belleza.
Lxs jóvenes adolescentes heterosexuales despliegan
la sexualidad de forma pública, abierta, y ocupan la
centralidad del espacio. La sexualidad masculina es el
eje rector del heteropatriarcado, todo aquello que quede
fuera de sus códigos y valores se considera un objeto
de deseo, o bien objeto de estigmatización (Wittig,
2005; Irigaray, 2009). La escuela se convierte en un
espacio de cortejo, de conocimiento práctico respecto a
los deseos por entablar relaciones erótico-afectivas con
el sexo opuesto. Los juegos de la masculinidad hege-
mónica entre hombres incentiva el desplegamiento de
un capital erótico en los espacios (Islas, 2022;2020),
que ha sido conferido por la heteropatriarcalidad. La
sexualización del espacio en la adolescencia es inmi-
nente ante el despertar erótico y sexual (Irigaray, 2009;
Weeks, 2012). Empero, los noviazgos, los cortejos, las
prácticas afectivas como besos, abrazos o los juegos se
convierten en los vehículos para movilizar significacio-
nes que se plasman en el espacio escolar como parte
de su paisaje cotidiano.
El planteamiento aquí es que el espacio escolar
como espacio de socialización y formación, en la eta-
pa adolescente está plasmado de afectos eróticos, de
deseo y sexuales que lo dinamizan. Si bien, la escuela
forma parte del crecimiento del estudiantado, en los
procesos formales de la pedagogía escolar también se
debe comunicar la educación sexual comportamien-
257
tos, respeto y ética, para que puedan gestionarse las
prácticas sexoafectivas entre lxs alumnxs (Moreno y
Mastrolorenzo, 2021).
El espacio sexualizado desde la heteronorma se
constituye a partir de las hegemonías corporales y los
capitales erótico-afectivos de chicas y chicos que se
relacionan entre sí y se preparan para las relaciones
de pareja. Este paisaje normalizado, parte de la etapa
del conocimiento y del reconocimiento como sujetxs
sexuales en la adolescencia, permite constituir topo-
filias, como esos espacios de agrado, de sentimientos
y emociones positivas (Tuan, 1974); lo cual no im-
plica que las relaciones desiguales entre mujeres y
hombres se atenúe. Por otro lado, también habría que
atender, como parte de las acciones pedagógicas para
intervenir, en las formas de experimentar el espacio
escolar desde otrxs estudiantes fuera de estas topofi-
lias. Por ejemplo, aquellxs estudiantes que no tienen
las mismas habilidades sociales para comprehender
los códigos y significados de la sexualización del es-
pacio escolar, lo cual repercute en la autoestima y el
desempeño. Dichas experiencias configuran un senti-
do de rechazo, miedo, ansiedad, tristeza o frustración,
es decir, configuran topofobias (Tuan, 1974).
En este tenor, no es impensable tener que argumen-
tar que esta hegemonía espacial masculina referente
a la sexualidad adolescente, en secundarias o pre-
paratorias, tejan relaciones de poder y violencias. El
acoso hacia las estudiantes puede ser una ventana crí-
tica para observar las dinámicas escolares, y las topo-
fobias femeninas que también se construyen en los es-
pacios escolares. Se puede argumentar que las escuelas
258
legitiman las relaciones de poder que se tejen entre
el estudiantado, al no identificar las desigualdades o
violencias (Kramer y Jahnke, 2019; Castaño-Aguirre,
2023). Por ello, lxs gestores de los espacios escola-
res deben atender el sentido topofóbico estudiantil
vinculado al acoso y la violencia, que, desde las des-
igualdades sociales, también son aprendidas en otros
contextos, y replicados en los espacios cotidianos y
conocidos.
En suma, el espacio escolar está configurado por
las relaciones de género y la sexualidad que inminen-
temente atraviesan toda la realidad social, cultural,
política y económica. La propuesta no sólo tendría
que quedar en una educación sexual formal e intelec-
tualizada, sino intervenir en la división sexogenérica
del espacio, atendiendo las experiencias espaciales lxs
estudiantes, entre topofilias y topofobias. Como lo he
venido discutiendo, las escuelas están conformadas
por territorios trazados en dos niveles de experien-
cias que diferencian el género y su constitución. En
primer lugar, respecto a la diferencia entre la masculi-
nidad y la feminidad, los juegos, la toma del espacio,
la participación, la normativización del cuerpo con los
uniformes y la educación formal en los procesos de
socialización. Y, en segundo lugar, la emergencia de
la sexualidad y su desplegamiento para los procesos
para socializar desde lo lúdico, lo erótico, el deseo y
lo afectivo.
Las escuelas legitiman y validan las relaciones so-
ciales y sexoafectivas heterosexuales como forma pri-
maria para la estructuración del mundo. Es decir, que
se territorializa la binariedad entre lo femenino y lo
259
masculino, como la norma general para el comporta-
miento y la performatividad de lxs estudiantes; y al
mismo tiempo se refuerzan y legitiman las prácticas
del cortejo y desplegamiento de la sexualidad. Los es-
pacios escolares están constituidos por los sistemas
hegemónicos de género, y desde ahí se construyen las
topofobias, las topofilias y las normas para relacionar-
se con el mundo. Por lo tanto, se naturaliza la terri-
torialización de la heterosexualidad en las escuelas y
se omite sistemáticamente, desde una violencia sim-
bólica, otras experiencias como las de lxs estudiantes
lgbtiq+.
260
Identificarse como gay, lesbiana, bisexual, trans o
queer, en los niveles educativos básicos, significa un
reto, una lucha y una batalla constante ante la repre-
sión que las normatividades del espacio escolar les
imponen. El espacio está constituido simbólicamente
para que se aprehendan en él las reglas aceptadas so-
cialmente de la performatividad de género binario-he-
terosexual (Rose, 2007; Islas, 2020). Sin embargo,
también en el espacio están instaurados, el discipli-
namiento, los castigos y las correcciones de género
que se ejecutan ante cualquier performatividad que
cuestione los cánones del heteropatriarcado.
En la falsa neutralidad de los espacios escolares, las
contrasexualidades infantes o adolescentes cuestio-
nan la binariedad, la conformación de la norma de la
heteronormatividad: sexo-género-deseo. Es decir, ser
hombre, masculino y desear eróticamente a las muje-
res, y a la inversa. Es la corporeidad de las identidades
lgbtiq+ la que resiente el rechazo, la marginación,
el miedo, la omisión y la ridiculización, por parte de
compañerxs heterosexuales quienes se les ha conferi-
do el poder de disciplinar.
La hegemonía heterosexual del espacio escolar in-
fluye negativamente en las experiencias de las con-
trasexualidades, y dilucida las desigualdades y las
violencias de las que son sujetxs. Entonces, para que
haya un orden heteropatriarcal, como lo discutí en el
apartado anterior, se tienen que validar las relaciones
de poder (Castaño-Aguirre, 2023; Baez, 2018), las
cuales operan hacia el acallamiento de las experien-
cias lgbtiq+ y en las que intervienen lxs directivxs
y las familias.
261
El disciplinamiento sexo-genérico hacia estudian-
tes lgbtiq+ se manifiestan en prácticas como la vio-
lencia física, verbal, el acoso y el estigma. Las emo-
ciones y sentimientos de estos estudiantes también
configuran la complejidad territorial de las escuelas.
Con ello, se logra elucidar que el poder es polimorfo
y multidireccional, pues se territorializan en los cuer-
pos de sujetxs, cuya experiencia no es visible para la
institución educativa, ni reconocible en tanto que no
se nombran sus identidades o no se reivindican sus
realidades como parte del entorno y la comunidad es-
colar. Por ello, así como se educa y se naturaliza el
proceso de socialización heterosexual, la escuela in-
terviene en las construcciones de imágenes y represen-
taciones negativas entre las contrasexualidades sobre
sí mismas (Silva, 2009; Gayer y Tonini, 2022; Ruiz y
Evangelista, 2020).
Esta experiencia de rechazo y de opresión en la
heteronormatividad del espacio escolar detona en la
configuración de topofobias que emergen de la tris-
teza, el dolor, la baja autoestima, el sentido de culpa
(Silva, 2009), que finalmente son resultado de la no
enunciación en la enseñanza formal, y al mismo tiem-
po de la tolerancia hacia los actos violentos que lxs
estudiantes heterosexuales pueden ejercer.
Entonces se configuran contrageografías escolares
en la que lxs estudiantes lgbtiq+ sortean las nor-
matividades, aquellas experiencias espaciales que son
invisibilizadas y que al mismo tiempo dinamizan las
hegemonías espaciales de la heterosexualidad. Esto
refleja una forma de ocupar el espacio desde lo invi-
sible o bien, cuando se es transgresor, desde la otre-
262
dad construida desde las infancias y las adolescencias,
que injiere en cómo se constituyen las emociones y los
sentimientos dentro de las normativas heterosexuales.
Estos posicionamientos contrageográficos de infan-
cias y adolescencias lgbtiq+ pone en pugna lo poli-
morfo del espacio y la estratificación de sujetxs-sen-
timientxs, la jerarquización de formas de relacionarse
sexoafectivamente. Así como en la adolescencia hete-
rosexual emerge la necesidad de explorar lo afectivo,
el deseo y lo erótico, también entre las contrasexua-
lidades se manifiesta. Estas prácticas del cortejo y las
emociones que identifican a la entrada a la adoles-
cencia son vividas por las contrasexualidades en uni-
versos paralelos, en lo oculto y la represión. Dichas
experiencias también son producto de los procesos
de socialización en los espacios escolares, se aprende
a ocultarse y reprimirse debido al disciplinamiento
pedagógico, cultural y social. Los actos homofóbicos y
transfóbicos en escuelas como secundarias o prepara-
torias, dejan huellas psicológicas y emocionales que no
permiten un buen desarrollo académico (Ruiz y Evan-
gelista, 2020; Baez, 2018), y al mismo tiempo son la
semilla para las topofobias que constituyen esas con-
trageografías escolares.
El disciplinamiento de las contrasexualidades con-
trola los significados del espacio escolar para mantener
el statu quo y la naturalidad desde la matriz hetero-
sexual. El cuerpo docente también interviene, quien
en muchas ocasiones omiten que las experiencias en
la escuela, el desempeño o el rendimiento académico
esté relacionado con la sexualidad divergente como
parte intrínseca de su desarrollo somo sujetxs. Los
263
procesos de enseñanza formal respecto a la sexualidad
y los afectos permiten que las enunciaciones se con-
viertan en una posible realidad en la escuela (Moreno
y Mastrolorenzo, 2021; Gayer y Tonini, 2022) que bien
puede contribuir a deconstruir el espacio heteronor-
mado. Esta deconstrucción heterosexual de la escuela
toma importancia en las acciones como el reconocimien-
to, la validación y la elucidación de la violencia ante el
rechazo o estigma.
La impronta respecto a la educación sexual está
marcada por el reconocimiento de que las emociones y
los afectos contrasexuales son tan válidos como todos,
esto implicaría que las formas de habitar de estos estu-
diantes mantuvieran una mayor integración, atenuaran
las relaciones desiguales en la ocupación del espacio y,
por lo tanto, los actos homofóbicos y transfóbicos.
La vigilancia del género y la heterosexualidad debe
ser cuestionada respecto al papel de lxs profesores en
las aulas. La performatividad de la enseñanza por parte
de lxs docentes remarca los roles de género desde una
posición de autoridad. Esto quiere decir que se teje otra
red de relaciones de poder en dirección vertical respecto
a la figura de autoridad docente que valida o invalida, cas-
tiga o premia, toda acción que se encuentre dentro de los
parámetros del comportamiento heteronormado. Con
esto quiero decir que, puede haber acciones explícitas
que lxs docente expresen en torno a las contrasexua-
lidades, también la omisión es una forma de reafir-
mar y asentir la hegemonía heteropatriarcal. Por ello,
el discurso docente se vuelve una forma de legitimar
otras experiencias del habitar estudiantil, en el que
la enunciación de la otredad sexual permite visibilizar,
264
atender, darle nombre y sobre todo impulsar a una
integración en un ambiente de bienestar.
Las contrasexualidades estudiantiles, infantes o
adolescentes, van trazando las batallas de forma mul-
tidireccional, y anclan en el espacio escolar estrategias
para sortear las violencias simbólicas verbales o físicas
de las que son sujetxs. Por esta razón, es importante
señalar que la presencia de la docencia es nodal para
mitigar y amenguar las desigualdades en tanto se ocupa
y se habita la escuela desde diferentes lugares de enun-
ciación corpórea, emocional, cognitiva y sentimental.
265
la masculinidad como ejes rectores de la ocupación de
los espacios.
Los espacios escolares son los primeros lugares
donde las infancias y adolescencias despliegan su poli-
ticidad para reivindicarse como sujetxs, a través de los
juegos, de las interacciones y de la diferenciación de
cuerpos sexuados entre las infancias. Este contrato
social respecto de la educación no permite, si quiera,
enunciar que hay una amplitud para explorar y conocer
el mundo desde el cuerpo, el género y la sexualidad.
Por ello, asiento y afirmo que es importante intervenir
en la deconstrucción del espacio heteronormado de las
escuelas.
En primer lugar, para reconocer que el espacio es-
colar es un micro universo social que reproduce las
relaciones desiguales y de poder del sistema heteropa-
triarcal. En segundo lugar, que dicho micro universo
se reproduce debido a la omisión y no reconocimiento
de las relaciones de poder, en el que las autoridades
académicas juegan un papel central. Aunado a ello, las
dinámicas de socialización heteronormadas son valida-
das, enseñadas y aprendidas con lo cual se proscriben
las experiencias habitables de las contrasexualidades
como erróneas o reprobables. Y, en tercer lugar, se
deben enunciar las otras experiencias habitables en la
escuela, más allá de la binariedad mujer u hombre,
para matizar y atender las violencias, desigualdades y
actos discriminatorios.
266
Referencias
267
Giglia, A. (2012). El habitar y la cultura. Perspectivas teóri-
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270
Reflexiones sobre la formación
médica para la promoción de la salud
sexual de hombres bisexuales
Resumen
271
Introducción
272
promoción de la salud sexual (ss) debe realizarse con-
siderando todos los componentes integradores de la
sexualidad humana. No obstante, durante los procesos
formativos de personal de salud en general y de medi-
cina en particular, se omite hablar o discutir sobre la
ss de diversos colectivos, por ejemplo el de personas
lesbianas, gays, bisexuales y gente trans (lgbt). Aunque
comienzan a existir esfuerzos por promover hábitos salu-
dables, abordando con especial atención los problemas
de salud que afectan a este grupo humano (Gil-Bo-
rrelli, et al., 2017), colectivos como el de personas bi-
sexuales siguen siendo poco mencionados en la for-
mación académica de profesionales de la medicina.
Por otro lado, el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (inegi, 2022), evidenció que los hombres
bisexuales mexicanos buscaron atención a su salud por
su orientación sexual. La principal atención buscada
fue de tipo psicológica, seguida de la médica. Empero,
en estos espacios reportaron recibir comentarios rela-
cionados con cambiar su orientación, información poco
apropiada a la situación de salud por la que acudieron
o la negación del servicio. En ese sentido, cobran rele-
vancia los estudios de Valenzuela-Valenzuela y Cartes-
Velásquez (2020), al señalar los efectos que tiene la
ausencia de la perspectiva de género en la atención
médica de personas LGBT, la cual permita evitar la
discriminación en la prestación de servicios de salud.
En atención a lo cual, este texto está centrado en
reflexionar sobre la formación de profesionales de la
medicina para la promoción de la ss de hombres bi-
sexuales. Lo anterior, debido a que estos aspectos son
un tema poco abordado en la investigación científica,
273
así como una necesidad emergente de atención por
parte de profesionales de la salud. El manuscrito se
distribuye en cuatro apartados expositivos. En primer
lugar, se realiza una breve caracterización de la forma-
ción de profesionales de la medicina en México. En
seguida, se describen diversos estudios científicos
sobre la promoción de la ss en hombres en la región
de América Latina. En un tercer momento, se integran
una serie de reflexiones sobre la promoción de la ss en
hombres bisexuales. Por último, se coloca la sección de
consideraciones finales en la cual se sugieren puntos
de partida para futuras investigaciones a partir de lo
señalado en las secciones analíticas del presente texto.
274
médico cirujano en la entonces Escuela de Medicina
de la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam).
Desde su institucionalización como profesión,
existe una heterogeneidad en la educación médica
(Akaki y López, 2018). Lo anterior, debido a la di-
versidad de escuelas públicas y privadas enfocadas en
la enseñanza de la medicina en el país. Sin embargo,
Fajardo-Dolci, et al., (2019), señalan que la responsa-
bilidad social de las universidades, en relación con la
educación médica, se encuentra centrada en la confor-
mación de profesionales de la medicina competentes
para mejorar la salud de la población en general.
Para lograr una formación profesional eficiente, el
proceso de institucionalización de la educación médica
ha virado en tres reformas educativas. La primera de
ellas abarca desde el siglo pasado hasta los años sesenta
e incorporó como base central la educación científica.
En seguida, la enseñanza se concentró en el aprendiza-
je vivencial, y se tuvo una focalización didáctica en la
resolución de problemas. A decir, el personal de me-
dicina debía ser capaz de resolver las diversas situa-
ciones a las que podría enfrentarse en su práctica pro-
fesional.
Finalmente, la tercera etapa incluye desde los ini-
cios del siglo xxi hasta la actualidad, en ella se tiene
un modelo educativo en relación con el desarrollo de
competencias con una institución basada en los siste-
mas de salud y educación, por lo tanto, se busca que
las personas profesionales desarrollen una diversidad
de habilidades tales como informáticas, en salud pú-
blica, liderazgo, visión centrada en el paciente (no en
275
la enfermedad), junto con un adecuado trabajo inter-
disciplinario con otros profesionales de la salud (Gar-
cía-Luna, et al., 2021).
Figura 1 Importancia de la Formación Médica
276
Eduardo Menéndez (2020), utiliza el concepto de
Modelo Médico Hegemónico (mmh) para abordar esta
focalización de la medicina en la práctica clínica, in-
dividualizada y centrada en la enfermedad. Con dicho
concepto se intenta caracterizar al modelo de medicina
que devino dominante desde principios del siglo xix,
bajo el capitalismo, y se encuentra en expansión (Tria-
na y Álvarez, 2017). En síntesis, el mmh privilegia el
componente biológico de la enfermedad, se orienta al
carácter principalmente individual, aislado de las cir-
cunstancias de ahistoricidad, fuera de los marcos de in-
terrelación humana subrayando su asociabilidad, con
fuerte carga de intervenciones resolutivas para alcan-
zar la eficacia pragmática (Menéndez, 2020).
Además, la fragmentación e hiperespecialización de
las prácticas y saberes en salud son una de las principales
características estructurales del mmh. Por lo tanto, la
propuesta del mmh permite comprender cómo la pro-
fesión médica ligó y privilegió, en su constitución socio-
histórica, saberes teóricos y técnicos enfatizados en el
abordaje de la enfermedad del individuo.
Profundizando en la formación de profesionales de
la medicina desde el mmh, es importante resaltar que
dicha alineación deja de lado el abordaje socio-históri-
co de las desigualdades en salud de personas lgbt, el
cual, abone a la reflexión crítica de las problemáticas
sociales que pasa este colectivo e impactan negativa-
mente en su salud. Dicho de manera distinta, en Mé-
xico, la formación de profesionales de la medicina, desde
la centralidad biomédica, influye en que la formación
en sexualidad sea desde una mirada acentuada en la
277
reproducción humana y en consecuencia, normalice
la heterosexualidad.
Del mismo modo, se dejan fuera otros abordajes
como por ejemplo la perspectiva de género o su transver-
salización (Valenzuela-Valenzuela y Cartes-Velásquez,
2020). Desde lo señalado por el Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia (Unicef, 2017), la perspectiva
de género es entendida como “la aplicación del prin-
cipio de igualdad de trato y no discriminación y de
oportunidades a las políticas públicas entre las perso-
nas que conviven en una sociedad” (p.10). Esta herra-
mienta permite plantear las disparidades que viven las
personas, junto con garantizar el acceso a todos los
recursos en igualdad de condiciones, y evaluar las ac-
ciones en pro de la igualdad de todos los colectivos
humanos.
Entonces, la sinergia de la focalización en el desa-
rrollo de una diversidad de habilidades o competencias
producto de la institucionalización de la formación
médica, así como la acentuación en la mirada de la
sexualidad humana desde el mmh impacta, no sólo
en la educación que reciben las y los profesionales de
la medicina para promover la ss de colectivos como el
de personas bisexuales, sino también en la calidad con
la que prestan dichos servicios de salud.
278
ese orden de ideas, la oms definió a la ss como “un esta-
do de bienestar físico, mental y social en relación con la
sexualidad, y no solamente la ausencia de enfermedad,
disfunción o malestar” (oms, 2018, p.3).
Ergo, las personas prestadoras de servicios de promo-
ción de la ss, junto con el estudiantado de medicina en
particular precisan tener un enfoque holístico, que per-
mita sumar esfuerzos para la prevención de las enferme-
dades y las disfunciones sexuales, de la misma manera
que coadyuve en promover de manera activa y positiva
la ss y el bienestar general (oms, 2018). Empero, en
países como México, la educación sexual escolar re-
duce la información sobre sexualidad al coito, motivo
por el cual, la enseñanza tiene una focalización en la
genitalidad (Heredia y Rodríguez, 2021) y en el uso
del condón masculino, la prevención del embarazo y
la protección contra el Virus de la Inmunodeficiencia
Humana (vih) (Rojas et al., 2017).
Desde lo señalado por Menéndez (2020), el mmh
impacta en el hincapié de la práctica médica en reso-
lución de la enfermedad. No es de extrañarse que cate-
gorías complejas como sexualidad o ss se reduzcan a
sus componentes biológicos y centrados en la normali-
dad-anormalidad o lo sano-enfermo.
Por otra parte, investigaciones recientes señalan que
las personas prestadoras de servicios de salud no tie-
nen las aptitudes o los conocimientos necesarios para
la atención competente de la promoción de la ss, esto
particularmente en población adolescente (De Castro,
et al., 2020), y en personas lgbt (Gomes y Tesser,
2022). De manera particular el Estado mexicano ela-
boró el Programa de Acción Específico de Salud Se-
279
xual y Reproductiva 2020-2024, en el cual, se busca
que la población en general tenga acceso a servicios
de ss, así como información científica que no discrimi-
ne y prevenga y reduzca la violencia de género y sexual
que pudiesen experimentar diversos grupos humanos.
Como objetivo central del programa se propone ca-
pacitar y sensibilizar al personal prestador de servicios
de ss para proporcionar una atención integral que ten-
ga un enfoque de derechos humanos, perspectiva de
género, interculturalidad y reconocimiento de la diver-
sidad (Secretaría de Salud, 2022). Sin embargo, en el
país como en diversas regiones de América Latina, la
investigación científica actual señala que los hombres
son excluidos de los servicios de ss y en consecuencia,
se tiene poco conocimiento de sus realidades en ea
materia (Díaz-Rojas, et al., 2020).
Como ejemplo ilustrativo de esta exclusión, se
cuenta con estudios como el de Pinheiro et al., (2011)
en Brasil, dichas autoras refieren que los hombres no
son considerados en los servicios de atención a la ss y
en caso de serlo, la focalización recae en asociar su ss
con el riesgo, la infección o la heteronormatividad. Por
su parte autoras como Obach, et al., (2018) en Chile,
reportan que la exclusión de los hombres en los servi-
cios de ss se debe a que, históricamente estos espacios
han sido conceptualizados como asuntos de mujeres,
esto también ha sido reportado por autores como Fi-
gueroa (2010, 2016), aunque dicho autor enfatiza en
los servicios de salud reproductiva y no sólo de ss.
Como resultado, esta supresión de los hombres o
asociación de los servicios de ss únicamente para las
280
mujeres ocasiona una baja asistencia a los servicios de
atención a la ss por parte de los hombres (Ochoa-Ma-
rín y Vásquez-Salazar, 2012) o una utilización de los
servicios de ss exclusivamente por problemáticas o
enfermedades y no por promoción de la ss. Esto tam-
bién puede ser entendido debido a que estos servicios
no son percibidos por los hombres como una red de
apoyo o como un espacio social capaz de proporcio-
narles información de utilidad a sus intereses o reso-
lutiva a sus inquietudes (Pinilla, et al., 2009).
281
et al., (2017), mencionan que los profesionales no po-
seen actitudes o conocimientos adecuados para abordar
temáticas sobre ss en colectivos como el de hombres
bisexuales. También, la constante en el abordaje norma-
tivo de la sexualidad, durante su formación profesional
en medicina, genera que las personas proveedoras de
atención a la ss tengan poca capacidad para reconocer
las diversas prácticas del ejercicio de la misma.
Aunado a eso, los profesionales de servicios de ss
tienen un bajo reconocimiento de que los usuarios pue-
den requerir una promoción de su ss más allá de los
estándares de las prácticas heteronormativas (Estay, et
al., 2020). Vale decir, los usuarios no sólo requieren
información sobre métodos de planificación familiar o
infecciones de transmisión sexual, sino también pre-
cisan recibir conocimiento sobre prácticas que posi-
bilitan ejercer su sexualidad en pro de su bienestar
psicológico o emocional.
Por otro lado, las dificultades ocasionadas por la
formación heteronormativa del ejercicio de la sexua-
lidad impactan la calidad en la atención de la promo-
ción de la ss de hombres bisexuales o la apertura de la
orientación no heterosexual de estudiantes en los es-
pacios formativos o profesionales de la medicina en los
ambientes laborales. A decir de Cardozo-Torres et al.,
(2021), realizaron una investigación con estudiantes
de medicina de los cuales, la población bisexual fue la
que tuvo una menor apertura de su orientación sexual,
aun en comparación con sus pares gays y lesbianas.
Por tanto, la sinergia del desconocimiento al igual
que la reproducción de estándares (hetero)normativos
en el ejercicio de la sexualidad, tiene un potencial para
282
forjar en estudiantes de medicina y en las personas
prestadoras de servicios de ss prácticas invisibilizado-
ras, discriminatorias o violentas hacia hombres bisexua-
les. Dichos actos pueden repercutir en sus experiencias
de atención a la ss, así como en una menor apertura de
su orientación sexual a sus proveedores de servicios
(ceav, 2018) o en la nula asistencia a dichos espacios
de atención a la salud. Todo esto con la finalidad de
evitar los tratos violentos, discriminatorios o faltos
de reconocimiento en la atención de su ss (Araújo, et
al., 2009).
De la misma manera, la falta de conocimientos sobre
cómo atender o promover la ss de hombres bisexuales
genera sentimientos de incomodidad en las personas
profesionales de la medicina. Ello, debido a que des-
conocen las formas de cómo hacer la historia clínica o
la existencia de particularidades para realizar una ex-
ploración física en este colectivo (Valenzuela-Valen-
zuela y Cartes-Velásquez, 2020).
Para evidenciar estas dificultades en la atención a la
ss de personas lgbt en general y de hombres bisexua-
les en particular, se cuenta con el estudio de Gomes
y Tesser (2022), quienes realizaron una investigación
con enfoque cualitativo por medio de la técnica de gru-
pos focales a Médicos de Familia y Comunidad. En-
tre sus principales aportes, resalta la poca formación
que tuvieron los profesionales de la medicina para
aproximarse a la atención a la salud del colectivo
lgbt, asimismo señalaron la dificultad de abordar te-
mas de sexualidad y género en las consultas clínicas
con estos usuarios.
283
En contraste, estudios enfocados en la capacitación
profesional obligatoria sobre temáticas vinculadas con
la salud de personas lgbt han evidenciado que el estu-
diantado de medicina tiene mayor confianza al atender
a estos usuarios, junto con un uso correcto del lenguaje
para abordar la orientación sexual o identidad de géne-
ro de sus personas usuarias durante el desarrollo de
sus consultas (Santos, et al., 2020).
Consideraciones finales
284
actos violentos, discriminadores o invisibilizadores
de su orientación sexual o de sus necesidades de aten-
ción a la ss en particular. La nula información que re-
cibe el estudiantado de medicina para poder distinguir
las especificidades de atención a la ss dificulta su pro-
moción o la separación de la práctica clínica orientada
en el riesgo, la enfermedad o la patologización.
A partir de lo dicho en este contexto, la formación
educativa de profesionales de la medicina requiere in-
corporar la transversalización de la perspectiva de géne-
ro a fin de que médicas y médicos puedan atender sin
discriminación y con conocimiento competente las
necesidades en salud de hombres bisexuales y coadyu-
ven a garantizar un trato digno e igualitario.
Desde lo planteado por la ops (2019), la transversa-
lización de género como una estrategia para institucio-
nalizar acciones orientadas hacia el logro de la igualdad
de género, requiere identificar las intersecciones de esta
categoría analítica con diversos factores de exclusión y
discriminación. Para el presente abordaje, la propues-
ta de incluir la perspectiva de género en la formación
médica centraría su aporte en reconocer el impacto
de los procesos de estigmatización, patologización y
rechazo social en la salud de hombres bisexuales.
Adicionalmente, la transversalización de la perspec-
tiva de género en la formación médica debe considerar
las necesidades en salud de la diversidad de las pobla-
ciones y reconocer el trabajo multisectorial y determi-
nación social de la salud de hombres bisexuales para
generar acciones en pro de la salud de este colectivo.
Esto permitiría evitar reproducir los factores de exclu-
sión y discriminación que impactan negativamente en
285
la salud de este grupo, así como plantear estrategias
particulares para la promoción de su ss. Es aquí donde
emerge la necesidad de modificar los actuales planes y
programas de estudio de las diversas escuelas de me-
dicina en el país. Es decir, se precisa de hacer una re-
visión y actualización del contenido curricular de los
contenidos estudiados en la formación médica y asentar
la capacitación profesional sobre temáticas vinculadas
con la ss de personas lgbt en general y de hombres
bisexuales en particular.
Del mismo modo, se requiere que el profesorado se
actualice en las necesidades en salud de estos colectivos
y las formas de promover su ss evitando reproducir el
modelo heteronormativo en el ejercicio y promoción de la
ss, así como las prácticas de atención a la salud desi-gual.
Ello implica, realizar más investigación científica sobre
el tema y fortalecer alianzas con profesionales de la sa-
lud o diversos actores tales como personas académicas,
activistas o sujetos sociales multidisciplinarios dedica-
dos a la producción crítica del conocimiento científico
sobre la ss de hombres bisexuales.
Por último, falta seguir abordando el papel de las
universidades en el desarrollo de las habilidades y
competencias para que las personas proveedoras de
servicios de ss estén lo mejor capacitadas, y pue-
dan enfrentar con eficiencia los nuevos escenarios
de atención a la salud de las diversas colectividades
humanas. También se requiere aportar una formación
profesional con elevado compromiso social en contra
de la discriminación y sus consecuencias en ámbitos de
promoción de la ss en diferentes grupos humanos.
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294
Diversidad sexogenérica como tabú
en la labor profesional docente de
educación básica en los niveles:
primaria alta y secundaria
Resumen
Introducción
296
con la norma establecida socialmente, y que conse-
cuentemente continúa permeando mecanismos de
violencia, desigualdad, y exclusión.
Finalmente, es importante generar el análisis que
nos permita considerar, implementar y poder sumar a
las experiencias educativas con la finalidad de favorecer
el proceso de enseñanza-aprendizaje para deconstruir la
desigualdad de géneros en el aula, encaminado a pro-
mover un modelo de escuela coeducativa con meca-
nismos incluyentes desde el enfoque de género en
educación.
Problematización
297
la discriminación como el Consejo Nacional para Pre-
venir la Discriminación Conapred (2016) el cual define:
Diversidad sexual y de género (También conocida como di-
versidad sexogenérica). Hace referencia a todas las po-
sibilidades que tienen las personas de asumir, expresar
y vivir su sexualidad, así como de asumir expresiones,
preferencias u orientaciones e identidades sexuales.
Parte del reconocimiento de que todos los cuerpos, to-
das las sensaciones y todos los deseos tienen derecho a
existir y manifestarse, sin más límites que el respeto a
los derechos de las otras personas. (p. 19).
Conapred (2016) sostiene en relación con la diver-
sidad que, no es menor la existencia de casos basados
en estereotipos que refuerzan acciones repetidas y ge-
neralizadas de exclusión, e invisibilidad, sino que esto
es algo que se da de manera institucional como lo es
en la familia y la escuela, reproduciéndose a lo largo de
generaciones.
De esto podemos ejemplificar lo que Stang (2019)
expone sobre la diversidad sexual, no existen estadísti-
cas claras, en América Latina y en el mundo, que refleje
este sector poblacional, y pareciera que no es un tema
de importancia para implementarse.
La diversidad sexogenérica es un tabú latente en los
ámbitos académicos, como consecuencia de la hosti-
lidad institucional por la heteronormatividad vigente
e impuesta en la sociedad. Al respecto, podemos de-
cir que Gergen 2006, citado por Rubio et al., (2021),
refiere que los significados sociales son maneras de
explicar el mundo y la realidad social, desde la cons-
trucción de creencias y valores, y los cuales se dan en
un contexto histórico cultural y que se refleja en las
298
acciones y discursos de los individuos.
Por consiguiente, de acuerdo con Espin et al., (1996),
los estereotipos sexuales han sido aquellas generaliza-
ciones de características o conductas acerca de lo que
es “propio”, “típicas” de cada sexo: mujer y hombre.
De lo anterior, se puede comprender como se refuerza
una ideología que se opone al cambio.
Por lo que en los contextos donde se pueden estar
reproduciendo conductas persistentes y discrimina-
torias, en tal sentido continuando con lo que refiere
Espin et al., (1996), es que en contextos como la familia
y la escuela se originan creencias con estereotipos de-
terminados. Específicamente en la escuela, se refuerza a
través de diversas formas como el lenguaje, actitudes del
profesorado, madres y padres de familia, libros, materia-
les, etc., se genera un sistema heteronormativo. (Pp. 5-6).
En relación a lo anterior, Sánchez (2021), explica
desde su investigación que los centros educativos como
espacios de socialización representan un espacio fun-
damental en los procesos de socialización en relación
a la orientación sexual, e identidad de género de las y
los estudiantes, principalmente en la educación prima-
ria; también enfatiza que estos mismos no dan cuenta
de pertenecer a un sistema educativo discriminatorio,
y por consiguiente no cuentan con las herramientas
necesarias para cambiar este modelo heteronormativo.
“El tabú sexual es el más radical en la represión de
los niños, así como, en un niño, la voluntad de poder
es la voluntad de ser admirado y querido. El niño se
esfuerza por despertar admiración y atención” (Neill,
2005, p. 223). Por consiguiente, no sólo es enfocar el
trato de docente hacia estudiante, también es consi-
299
derar la importancia de la percepción del docente en
relación con el tema. De modo que:
(…) cuestionar los discursos disponibles para la enun-
ciación ‘verdadera’ de las identidades y los cuerpos im-
plica tanto el cuestionamiento de los entramados de
poder que imponen condiciones normalizantes, así
como de la apertura de un campo de experiencias
identitarias y corporales indeterminadas que, lejos de
negar al poder, lo asuman como una instancia produc-
tiva abierta de modo necesario a la contingencia en
el marco de relaciones colectivas y valores comunes a
ser constantemente construidos y discutidos. (Torres,
2012, p. 77).
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que
la figura docente es un parteaguas en la construcción
de identidad de estudiantes, lo que respecta a la ejecu-
ción e innovación del currículo, por lo que también es
importante abordar que hay desde su praxis, desde la
construcción de sus significados como ser social. Mo-
reno (2002), hace hincapié en la evolución del desa-
rrollo profesional del docente, menciona la perspectiva
cognitiva, o paradigma del pensamiento, encaminado
a lo que hace.
Del mismo modo, de las implicaciones de la prác-
tica docente, menciona Sacristán, 1988; Sacristán &
Pérez, 1998, como se citó en Vergara (2016), que está
condicionada por un marco institucional, con una es-
tructura social, ético-moral, integrando a los sujetos
a esas prácticas conscientes e inconscientes, constru-
yendo importantes significados en la labor educativa.
En consecuencia, en cada experiencia de cada figura
involucrada en los espacios escolares y en la cotidianidad
de las aulas ocurre que:
300
(…) en la clase entran cuerpos que no tienen deseo, que
no piensan en sexo o que son, especialmente, desexua-
lizados para entrar en ese recinto, como si el cuerpo y
la mente existieran aisladamente uno del otro o como si
los significados, constitutivos de lo que somos, aprende-
mos y sabemos, existiesen de forma separada de nues-
tros deseos. Y lo mismo podemos decir de los cuerpos
de profesorxs, que son construidos como si no tuviesen deseo
sexual. No sólo eso, de nuevo, la presunción de hete-
rosexualidad opera como con el alumnado. El cuerpo
es como un texto, algo aplicable a todos los docentes.
(2008, como se citó en Trujillo, 2015).
Panella y Pie (2012), sugieren que es fundamental
la realización de espacios educativos y políticos que
tengan una apertura al pensar de las posibles solucio-
nes, que más que integrar es conocer lo que pasa con
los individuos, subrayando la importancia de recobrar
la dimensión simbólica de los cuerpos, contrario al modelo
presente que denominan de producción biopolítica.
Ciertamente la intención es romper esquemas desde
lo educativo, ya que además de ser un ámbito ideal para
tal propósito, “más allá del campo del pensamiento críti-
co, es crucial que aprendamos a entrar en el aula enteras
y no como espíritus descorporizados”. (Hooks, 2016, p. 5).
En este sentido, Honneth, 2009 citado por Rubio
et. al., (2021) argumenta que en la cultura occidental
heteropatriarcal la forma en como sentimos y expre-
samos una determinada identidad de género, existe
una interrelación de significados, creencias, valores,
latentes, y pese a esto, de alguna manera existe ya
una pauta a considerar desde lo jurídico y social, los
derechos humanos y civiles, de quienes no cumplen
con el binomio femenino-masculino.
301
Al respecto la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco),
(2014) declara específicamente que desde los contex-
tos educativos, es necesaria una inclusión en donde
los estudiantes puedan expresar su diversidad sexual y
de género, de la forma en que cada niño, niña y adoles-
cente lo elija y sienta.
Sin lugar a dudas, poner el foco en una figura me-
diadora y significativa como son las, los docentes en el
ámbito educativo, permitirá incidir en ambientes hos-
tiles, así también favorecer el conocimiento de sí mis-
mos, y reflexionar sus propias estructuras de formación
como individuo: su personalidad, historia e identidad.
Panella y Pie (2012) enfatizan en que la docencia ha
vivido sus propias situaciones de opresión, por lo que
es importante reivindicar el discurso pedagógico, ya
que este mismo juega un papel importante en la mis-
ma reproducción de experiencia al que le denominan
conocimiento encarnado.
En definitiva, es imperante dar cuenta de lo que
indica Trujillo (2015), que la educación es mucho más
que transmitir conocimientos, se deben proponer
nuevas formas que promuevan un proceso más crea-
tivo, original y diferente de enseñanza-aprendizaje.
Metodología
302
ploración de la percepción e interacciones en el aula;
siendo el objetivo general de este estudio definir la
aproximación que tienen las y los docentes al tema
de la diversidad sexogenérica como posible tabú en
educación básica en los niveles de primaria alta y se-
cundaria, con el propósito de generar un análisis sobre
el reconocimiento de las diferencias desde el enfoque
de género en educación.
Se consideran docentes de primaria alta y secunda-
ria, debido a que el estudiantado se caracteriza por el
cambio de etapa a la pubertad, y los cambios físicos,
de comportamiento, intereses que comienzan o están
por experimentar.
Con respecto al universo de la muestra fue seleccio-
nado de manera aleatoria por conveniencia para poder
aplicar el instrumento, está representada por cinco in-
formantes con el siguiente perfil:
303
ventaja es la posibilidad de adaptarse a los sujetos con
enormes posibilidades para motivar al interlocutor,
aclarar términos, identificar ambigüedades y reducir
formalismos” (Díaz et al., 2013).
Schettinni, Cortazzo et al., (2016), enuncian que la
finalidad primordial de la entrevista –en investigación
cualitativa– es acceder a la perspectiva de los sujetos;
comprender sus percepciones y sus sentimientos; sus
acciones y sus motivaciones. Apunta a conocer las
creencias, las opiniones, los significados y las accio-
nes que los sujetos y poblaciones les dan a sus pro-
pias experiencias.
Para su realización, primero se elaboró un formula-
rio que incluye preguntas cerradas con la finalidad de
contar con información general de la o el entrevista-
da(o), el instrumento se denominó “Anexo 2. Instrumento
Solicitud de Entrevista (Formulario)”, el cual cuenta con
dos breves apartados I. Datos generales docente, II.
Datos de la escuela donde labora. Asimismo, la fina-
lidad fue que el muestreo se llevará a cabo como bola
de nieve, esta técnica implica que la o el docente pro-
porcione el nombre de otra u otro, como opción a en-
trevistar.
El siguiente instrumento es el consecutivo del an-
terior, se denominó “Anexo 3. Instrumento Guía de Entre-
vista”, con un apartado denominado “III. Diversidad
sexogenérica, expresión e identidad de género en re-
lación con la labor docente en el aula”, el cual cuenta
con 31 preguntas abiertas, como seguimiento a la
aplicación de las entrevistas.
Para tomar en cuenta la viabilidad de la investiga-
ción, el periodo fue de cinco meses, considerando el dise-
304
ño del instrumento, su aplicación, y sistematización de
la información. Asimismo, se realizó una prueba piloto,
con una población mínima de una persona, con el fin
de mejorar la calidad del instrumento a implementar,
realizando los ajustes necesarios para una correcta y
adecuada recolección de datos.
La sistematización de la información incluye nueve
categorías de análisis, y su estructura se encamina a
los factores que se relacionan con el objeto de inves-
tigación.
305
profesional en relación al tema, si aplican mecanismos
incluyentes de interacción e identificación con los estu-
diantes con un perfil no heternormativo, su interés por
la actualización o capacitación docente, las acciones
o propuestas que consideran para tratarse en espacios
educativos, así como qué avances y beneficios conside-
ran en la inclusión en el material educativo como una
herramienta clave en los procesos de enseñanza-apren-
dizaje.
De acuerdo con las cuatro primeras categorías que
enmarcan el conocimiento y percepción de las y los
docentes sobre la diversidad sexogenérica, podemos
enmarcar de manera general que existe una compren-
sión general del tema, entre cierta confusión, y ner-
viosismo en los términos y/o conceptos relacionados
con el tema, mencionan que lo relacionan con cuestio-
nes de sexualidad, de identidad, como un constructo
social en relación a estereotipos impuestos, una cues-
tión mental, de emociones y preferencias.
Claramente en los puntos de vista existen ciertos
vacíos, duda, y falta de profundidad con relación al
tema. Existe también una cierta predisposición a todo
lo que engloba el tema de diversidad sexogenérica, de
acuerdo con ciertas manifestaciones de negación, se
considera como algo complejo, tanto de explicar, abor-
dar, comprender, y más aún en espacios educativos.
Refieren que los prejuicios se establecen desde una
cuestión cultural, remarcando específicamente a la
cultura mexicana como “machista”, y se reafirma en
mecanismos de violencia hacia otras y otros, si no se
cumplen con los estereotipos establecidos para hom-
bres o mujeres, cual sea el caso. Asimismo, de acuerdo
306
con las respuestas, se asocia más con una cuestión de
hombres, que de mujeres; esto es, que la población
de la diversidad sexual son más hombres, o figuras
masculinas.
Indican que la diversidad sexogenérica es un tabú
para tratar en los espacios educativos, por razones de
falta de apoyo y censura por parte de las autoridades,
padres y madres de familia, y hasta por las y los mis-
mos docentes, ya sea por evadir el tema por cuestiones
culturales, evitar conflictos en formas de pensar sobre
esta temática, que pueden percibirla como algo nega-
tivo, malo, escandaloso para la educación de sus hijas
o hijos; también se resalta el desconocimiento o falta
de preparación del tema principalmente por docentes.
Asimismo, la falta de estructura, seguimiento y arti-
culación en las reformas aplicadas a nivel curricular
de los diferentes niveles educativos.
307
para resolver dudas de las y los estudiantes sobre te-
mas relacionados o no precisamente con la estructura
de la currícula.
Cabe señalar que se puntualiza que estas actividades
que relacionan mecanismos incluyentes se desarrollan
dentro del aula, sin embargo, una actividad como tal
en los espacios escolares como los patios, y que invo-
lucren en conjunto a autoridades educativas, no se rea-
lizan. Podemos resaltar aquí que la implementación
de este tipo de dinámicas en el proceso de enseñan-
za-aprendizaje va a depender de la perspectiva, interés,
actualización, iniciativa, valores, etc., que tiene la o el
docente en relación con el tema.
308
en su caso indagan sobre el tema por su cuenta, prin-
cipalmente en redes sociales.
309
Sobre las propuestas, en su mayoría refieren que este
tipo de temáticas deberían abordarse desde nivel prees-
colar, incorporando de manera formal temas de manera
escalonada, y de acuerdo con el nivel cognitivo de las
y los alumnas(os), ya que integrar estos temas desde
temprana edad permitirá un mejor entendimiento y
enfoque correcto, sobre la información que se les otorga.
Así también, escuela para padres como una propuesta
para incluir y vincular a estas figuras como principales
mediadores en la educación del estudiantado.
Asimismo, también señalan que es importante el
trabajo interdisciplinario, ya que se ha atribuido social-
mente una responsabilidad a las y los docentes sobre
áreas que no les corresponde trabajar con estudiantes.
Finalmente, es importante considerar la capacitación
del personal educativo, ya que esto podría incidir en el
mejoramiento del proceso de enseñanza-aprendizaje,
transformar paulatinamente la ideología educativa, y
romper con la inercia institucional.
310
sentido de que lleve una secuencia y se considere con
mayor amplitud en el material educativo.
Con relación a los beneficios de integrar temas de
diversidad sexogenérica al material educativo, refie-
ren que sería el conocimiento o aproximación al tema,
teniendo más información para poder trabajar en el
aula, y dar la continuidad adecuada y organizada.
Agregan también, el fortalecimiento de la identidad
de las y los estudiantes.
En suma, con relación al análisis de las entrevistas
podemos considerar que el tema de diversidad sexo-
genérica aún prevalece como un tabú en los espacios
educativos.
Conclusiones
311
de actualización entre las y los docentes. Cabe señalar
que sería importante considerar aspectos culturales,
por ejemplo, que permean esta brecha. Sería necesario
una nueva exploración para abordar una población más
amplia y equilibrada del perfil docente.
Cabe señalar que en la formación de las y los docentes,
es evidente la falta de actualización, y profundización
sobre el tema, consideran que existe falta de apoyo ins-
titucional. En este sentido, refieren que un tema como
el de diversidad sexogenérica no es un tema prioritario,
es delicado y controversial de plantear en la currícula
académica, se ve más como un problema, ya que invo-
lucra a otras figuras de poder que optan por censurar
estos temas.
Por consiguiente, como efecto del mecanismo cau-
sal no existe una oferta formal educativa de formación
docente, que incluya este tipo de temas. Se alude tam-
bién a la necesidad de fortalecer un trabajo en conjunto
que incluya otras áreas profesionales que incidan en
la cotidianeidad de las aulas, como el psicológico, en
trabajo social, médico, etcétera.
Otro hallazgo importante es que las y los docentes
reflejan de manera inconsciente en el uso del lenguaje
desde una perspectiva masculina; esto quiere decir que
hay una perspectiva androcéntrica, en el masculino
genérico en los determinantes, refiriéndose al género
femenino y masculino; como en el nombre, en deter-
minantes, adjetivos, verbos, cargos, profesiones, por
ejemplo: “los padres”, “los jóvenes”, “los hombres”,
¨los estudiantes”, “los maestros”, etc. En este sentido,
podemos observar una imposición de significados en
la acción pedagógica, ya que todos los miembros edu-
312
cados de un grupo y cierta formación social, obedecen
y legitiman el lenguaje arbitrario cultural, por ejemplo
desde las maestras y los maestros que son la autoridad
pedagógica en las aulas, como emisoras o emisores con-
dicionan de alguna manera la recepción de la infor-
mación a formación, ejerciéndose una relación de co-
municación, una inculcación, instauración no formal.
De esta manera el trabajo pedagógico es permeado por
esta autoridad pedagógica que inculca y produce una
formación constante, generando un habitus como pro-
ducto de la interiorización arbitraria. Si las y los do-
centes recurren de manera diaria a la generalización
de comentarios androcéntricos en el aula, esta incul-
cación reproducida, legitima la arbitrariedad cultural,
el habitus que produce es transferible a diferentes
campos.
Cabe resaltar que aunque la educación no solo in-
volucra a la escuela, la formación docente es crucial
en la dirección de las aulas, en los procesos de enseñan-
za-aprendizaje, por ejemplo, su actuar dan pauta y me-
diación, pueden brindar confianza y tener sensibilidad
para que las y los estudiantes tengan un sentimiento
de pertenencia a la escuela, un clima de convivencia
agradable en el aula, mecanismos más democráticos e
igualitarios. Por lo que su formación constante permi-
tirá cambiar aún más estrategias pedagógicas tradicio-
nales hacia un diferente aprender a conocer, a hacer,
a convivir, a reconocerse, a crear, a dialogar, a ser.
Finalmente, es prioridad estimar una transformación
constante, transversal e integral en el sistema educativo,
respondiendo a demandas actuales considerando di-
versos contextos, deconstruyendo la ralentización en
313
lograr la resignificación de las relaciones en el aula,
promoviendo la reflexión, sensibilización, concientiza-
ción, de temas que fomenten la plena construcción de
la identidad, desde el enfoque de género en educación.
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316
Menos violencia: Masculinidades.
Reseña de resultados de investigación
sobre varones que trabajan
reeducativamente para evitar la
violencia de género
Resumen
317
Palabras clave: Genero, Masculinidades, Violencia.
Introducción
318
A partir de la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo (cipd), realizada en El Cairo
y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer efectuada
en Beijing, surgieron recomendaciones para el traba-
jo con hombres, así, desde hace unas décadas se ha
impulsado el trabajo con los varones para erradicar la
violencia, los primeros programas estuvieron dirigidas
a los maltratadores, abusadores, acosadores y cóm-
plices silenciosos (Minello-Martini, 2002). Desde esa
década surgieron, en varias partes del mundo, diversos
programas de intervención con hombres con un enfo-
que de género y una clara intención de apostar por el
cambio personal, cultural y social. El antecedente más
significativo en México fue la conformación del Co-
lectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (Co-
riac) quienes construyeron el Programa de Hombres
Renunciando a su Violencia (Tzompantzi-Miguel,
2014), que se sigue aplicando, en distintos grupos u
organizaciones. Así pues, en México existen grupos,
colectivos y organizaciones que aplican los programas
reeducativos, algunas de estas organizaciones cuen-
tan con más de 20 años de trayectoria. Resulta rele-
vante mencionar que fue a partir de la promulgación
de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia, publicada en el 2007, que los pro-
gramas de intervención con hombres adquieren una
visibilización como alternativa para contrarrestar la
violencia contra las mujeres.
Cabe aclarar que se utiliza el término “reeduca-
ción” para referirse a la intervención que contrarreste
lo aprendido socio-culturalmente, es decir, que se fun-
damenta concebir que, en el ejercicio de la violencia,
319
intervienen factores aprendidos en una diversidad con-
textos sociales que instan a la violencia, la favorecen o
son permisivos a ella, por lo que es preciso reaprender
de otra manera, reeducarnos contrarrestando esa cul-
tura, reaprender bajo los principios de la equidad y no
violencia. Además, es pertinente utilizar el término
reeducación, tal y como se usa en los instrumentos jurí-
dicos derivados de la citada ley porque con ello es po-
sible impulsar políticas públicas con un soporte legal
en el marco del ejercicio de derechos.
Actualmente los temas de género son más visibles
(Díaz-Camarena, 2023) y, aun así, las violencias hacia la
mujer siguen en aumento: marchas, manifestaciones,
concentraciones y distintos tipos de activismo femi-
nista, siguen alertando, insistiendo en lo grave de esta
situación, poniendo como principal demanda. el es-
clarecimiento de los feminicidios en México. En los
últimos años las convocatorias de la marcha del #8M
y paro nacional del #9M, las denuncias por medio de
“tendederos públicos” de acoso sexual en varios cen-
tros escolares de nivel media superior y superior, así
como la influencia de las protestas en redes sociales,
como el movimiento Me Too, han propiciado que el
tema de la violencia de género siga visible y vigente.
En este contexto, entre los años 2017 y 2019 sur-
gen nuevos grupos de hombres sumándose a inicia-
tivas de trabajo reeducativo de intervención contra la
violencia, hombres que no hicieron caso omiso a su res-
ponsabilidad ante la violencia, incorporándose al traba-
jando de dialogar sobre su masculinidad y propiciar un
cambio sociocultural a favor de la equidad.
320
Esta especie de boom de los grupos de masculinida-
des permitió preguntarnos: ¿Cuál es la experiencia re-
educativa de los varones para renunciar a la violencia?
¿Qué se aprende en un grupo de intervención con las
masculinidades? ¿Cuáles han sido los cambios e
implicaciones en sus formas de vivir la masculinidad?
Cabe señalar que a nivel internacional desde hace unas
décadas existen organizaciones que trabajan con las
masculinidades en Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica,
Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Perú, El Salvador, Sue-
cia, Bolivia y España. En México, las organizaciones
con mayor reconocimiento son: Centro Mhoresvi,
a.c. / Género y Desarrollo, Gendes, a. c. / Hombres por
la Equidad, a.c. / Salud y Género, Querétaro (Dobrée,
2015). Actualmente existen muchísimo más grupos
y organizaciones. En un primer encuentro de dichos
grupos o colectivos, al que llamaron: Reunión virtual
de colectivos y grupos de trabajo con hombres en México rea-
lizado a mediados del 2020, participaron más de 40
organizaciones de la sociedad civil. En dicho encuen-
tro se mostró la diversidad de planteamientos meto-
dológicos y contextos de aplicación, pero a la vez se
evidenció la fortaleza que los une; el trabajo contra la
violencia de género.
Otra iniciativa de trabajo conjunto fue la campaña:
“Cómplices por la equidad”, efectuada de marzo a ju-
lio del 2020, en plena pandemia del Covid-19, donde
se realizó el “Primer encuentro de grupos y colectivos
que trabajan con hombres en México”, y la convocato-
ria de “Ronda de hombres contra la violencia hacia las
mujeres” efectuada en noviembre del 2020, replicada
en noviembre del 2022. Estas acciones conjuntaron
321
actividades que evidencian la proliferación de grupos y
colectivos que trabajan contra la violencia.
Para conocer las experiencias reeducativas de los va-
rones que trabajan contra la violencia, la presente in-
vestigación, hace contacto con cinco grupos y colectivos
de la Ciudad de México, de entre ellos fueron selec-
cionados 10 participantes, con los que, por medio de
entrevista a profundidad, se rescata su voz en narrativas
para ser analizadas y responder a los planteamientos
de la presente investigación.
Referentes teórico-conceptuales
322
Cuestionar ser hombre/varón, tiene su dosis de in-
comodidad, de negación y de oposición. Romper con
supuestas certezas para abrir un conjunto de posibi-
lidades que enriquecen nuestras miradas (Golombek,
2020). ¿Cómo no cuestionarlo? Si, en suma, cuestionar
es no dar por hecho nada, Cuestionar es buscar alter-
nativas al saber instituido (González-Jiménez, 2009)
para generar conocimientos en diálogo recurrente.
Cuestionar es lo que ha caracterizado a la categoría
de género como una potente herramienta para mirar el
mundo, para visibilizar y evidenciar, la desigualdad, la
injusticia, la violencia.
El género pone la mirada, la perspectiva, en este tipo
de relación social donde el poder lo sustentan los varo-
nes (García-Villanueva, 2016). Comprender su carácter
injusto, por medio de la crítica, con implicaciones de
uso y abuso de poder, problematizando la masculini-
dad, es un ejercicio de denuncia que identifica las for-
mas de violencia y discriminación que se desprenden
de ellas.
Conceptualizar lo femenino y masculino como com-
plejas construcciones cargadas de significación que
se proyectan y activan en las estructuras discusivas y
regulatorias para las instituciones y los grupos sociales
(González-Jiménez, 2009). Detectar las desigualdades
de género que propician abuso, discriminación, some-
timiento y violencia, permite generar alternativas para
lograr las mismas oportunidades de acceso y control
de todos los derechos, recursos y beneficios, para to-
das y todos (Sánchez-Reyes, 2018).
Al analizar las constantes de las violencias (Boni-
no-Méndez, 2008), se identifica que son los hombres/
323
varones quienes ejercen los agravios, los atropellos,
el sometimiento, las arbitrariedades y atrocidades, ya
que “el mayor porcentaje de generadores de violencia
de género son hombres” (Díaz-Camarena, 2023). Vio-
lencia instrumental y expresiva (Segato, 2013) que, en
ejecución, complicidad, e incluso en omisión, afecta
mayoritariamente a las mujeres, pero también a otros
varones y a sí mismos, “esa forma de ser varón” no
sólo es nociva para las mujeres sino también para los
hombres.
Las manifestaciones agresivas no representan un
signo característico de los varones (García-Villanueva,
2016), lo que sí es característico de la violencia es cómo
se construye la masculinidad, ya que, en la mayoría de
las construcciones de género, los varones aprenden a
socializarse en dicotomías de poder.
La masculinidad es en sí la práctica de cómo se asu-
me una posición de género y los efectos de estas prác-
ticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en
la cultura (Connell, 2003), La masculinidad remite a lo
relacional, a lo cultural y simbólico (Chiodi, Fabbri,
& Sánchez, 2019), no a lo biológico, inmanente o in-
trínseco (aspectos que, por cierto, tampoco explican
ni justifican la violencia). El sentido tradicional de ser
hombre; la masculinidad, sí se ha caracterizado por un
marcado contraste con la feminidad, la cual se rechaza
con prácticas, mandatos y/o expectativas que constru-
yen y reconstruyen relaciones desiguales de poder.
Lo que se postula, como trabajo reeducativo, es
que la masculinidad al ser un constructo sociocultu-
ral, puede ser modificado, no es inmutable, se adapta,
cambia como ente vivo de la sociedad… y, de hecho, no
324
hay una sola forma de masculinidad, hay masculini-
dades, y sí, una masculinidad hegemónica, tradicional
y homogeneizante, que en términos más amplios es de-
nominado como sistema patriarcal (Osborne & Moli-
na Petit, 2008).
Es por ello que se postula que se puede Ser y hacer
otras formas de ser varón, y que si se desea que los
hombres resignifiquen su masculinidad, primero será
necesario hacerla visible (García-Villanueva, 2016),
partiendo, como apunta Rita Segato, de no ver a los hom-
bres como enemigos “naturales”, ya que “el enemigo
es el orden patriarcal” apuntalando a la intención de
cambiar al mundo, cambiar el orden político patriarcal,
diciendo a los hombres “que se corran, se desmarquen
y desmonten el mandato de masculinidad” (Carbajal,
2018).
La masculinidad patriarcal, hegemónica, normativa
o tradicional es sostenida por posturas conservadoras
y privilegiadas que ve la división de roles entre hom-
bres y mujeres como parte de la raíz sobre la cual se
funda la sociedad (Faur, 2004) que siguen influencian-
do al resto de la sociedad para mantener el sistema
sexo-género (Butler, 2004), por lo que se requiere
“romper con la historia hegemónica de una cultura
dominante y otras subordinadas para construir rela-
ciones y condiciones de poder, saber ser, vivir distintos
(Tirzo-Gómez & Hernández, 2010). Distanciarse de
“la norma como portadora de una pretensión de poder”
(Foucault, 1974-1975) y buscar otras alternativas de
ejercer la masculinidad sin violencia.
Los posibles cambios en las masculinidades precisan
de la interacción con otros que sean otros distintos,
325
trabajar en conjunto, intra-inter-subjetivándose en
construcción, pero ¿quiénes son esos otros, donde
están esos otros? ¿Cuáles son esas otras masculini-
dades?
Postular que hay otras masculinidades puede argu-
mentarse desde un análisis dialectico, es decir, que, si
bien hay una masculinidad hegemónica, esta conflu-
ye con esas otras masculinidades que la contradicen,
otras que se oponen a ella, por lo que hay un proce-
so dialéctico de permanencia/cambio/resistencia (De
Keijzer, 2016).
Las fracturas, contraposiciones, alternativas y resis-
tencias han existido como proceso histórico de tras-
formación social, más el enfoque sobre la masculini-
dad es relativamente reciente, desde la década de 1980
(Benhumea-Bahena, 2014). Actualmente los estudios
de las masculinidades están básicamente orientados
bajo la perspectiva de género, la influencia de los dere-
chos humanos, los cuestionamientos de la diversidad
sexual, el decolonialismo y la interculturalidad, pro-
cesos permanentes de “relación, articulación y nego-
ciación entre diferentes en condiciones de respeto,
legitimidad, simetría e igualdad y de un proyecto po-
lítico, social, ético, epistémico y educativo que asu-
ma la descolonización como estrategia y acción” (Tir-
zo-Gómez & Hernández, 2010).
Existen prácticas de la masculinidad que se cons-
truyen en tensión con múltiples factores que deben
entenderse de manera fluida, compleja, en una cons-
trucción inacabada (Ramírez-Rodríguez & Cervan-
tes-Ríos, 2013), las variaciones de la masculinidad
cuando no son confrontadas y acompañadas en un
326
sentido pedagógico transformador, suelen convertirse
en sensibilidades autoritarias que nutren las reaccio-
nes patriarcales (Chiodi, Fabbri, & Sánchez, 2019).
Para propiciar el cambio de las masculinidades se
han diseñado esfuerzos de intervención educativa, pro-
gramas que se han ido mejorando a lo largo de más
de dos décadas, desde los esfuerzos de las organiza-
ciones de la sociedad civil y las instituciones públicas
(Garda-Salas, 2012), y que en la actualidad combinan
varios enfoques, técnicas y modelos. Los programas
institucionales que ofrecen el Instituto de las Mujeres
o las universidades públicas se articulan con diferen-
tes programas de las organizaciones de la sociedad ci-
vil en coyunturas o entran en interacción de apoyo y
colaboración mutua.
La mayoría de los programas y modelos de inter-
vención son de corte feministas, con técnicas y orien-
taciones psicológicas, con perspectiva de género y
centrados en metodologías reeducativas (Garda-Salas,
2012) que tienden a una intervención multimodal;
cognitivo, emocional y comportamental y multinivel;
individual, grupal, red social o laboral (Dobrée, 2015).
Muchos de los varones que acuden a grupos o pro-
gramas de intervención contra la violencia asisten por
haber ejercido violencia a sus parejas, algunos han teni-
do procesos legales que los derivan a dichos programas
reeducativos, otros varones, los menos, han sido de-
rivados por sugerencia de apoyos psicológicos de te-
rapia de pareja o de consultas desde sus propias ini-
ciativas.
Con lo anterior podemos afirmar que sí hay varo-
nes andando la utopía de la equidad y la no violencia.
327
¿Quiénes son estos varones que participan en los pro-
gramas reeducativos? ¿Cómo llegaron a integrarse en
grupos contra la violencia de género?
Dar respuesta a las interrogantes anteriores es parte
de los objetivos del presente estudio; identificar quienes
son estos varones nos permite conocer sus experiencias.
Saber cómo se integraron a grupos contra la violencia
nos proporciona elementos para impulsar la visibilidad
de su trabajo. Pero, sobre todo, conocer ¿cuáles son
sus cambios?, y ¿cuáles son sus aprendizajes? nos
puede dar claves muy útiles para promover que otros
hombres (Bonino-Méndez, 2008) también se sumen
al trabajo contra la violencia de género.
328
Se toma como antecedentes la investigación de Gar-
cía Villanueva (2016) sobre las identidades mascu-
linas, en la cual se identificaron como atributos de la
masculinidad: la necesidad de demostrar poder, ejercitar
subordinación, exigencia de servicio, exhibir heterose-
xualidad, ejercer violencia a mujeres y a otros varones,
evitar la feminidad, la represión emocional, disociación
emoción/razón, ocupación remunerada, asunción de
riesgos, provocar intimidación, generar miedo, ignorar
el dolor, ejercitar coerción sexual, acumulación de coi-
tos, desprecio a las mujeres, mostrar valentía.
Tomando como indicadores de cambio en las mas-
culinidades las aportaciones de Bonino-Méndez (2002,
2008), Minello-Martini (2002), Garda-Salas (2012),
Tzompantzi-Miguel (2014), Dobrée (2015), De Keijzer
(2016), Ferrer (2016), Careaga-Pérez (2022), Díaz-Ca-
marena (2023) entre otros, quienes identifican cam-
bios en dichas masculinidades y posturas contra he-
gemónicas, desde el trabajo reeducativo, indicadores
que tienden a la trasformación de aspectos nocivos,
evitar sufrimiento, el cuidado de la salud, ejercer
prácticas de crianza, colaborar en tareas domésticas,
cambios que postulan reconstruir, redefinir sus mas-
culinidades y evitar la violencia.
Para conocer el trabajo reeducativo que realizan los
grupos de masculinidades con perspectiva de género,
se requiere poner en diálogo diferentes enfoques; con-
templar el contexto, el discurso, la argumentación,
sus textualidadades, las significaciones subjetivas, co-
lectivas y la búsqueda de sentido (Scott, 2008).
Todo esto orienta el presente estudio para analizar
los cambios en su masculinidad (Sanfélix-Albelda,
329
2011), describir lo que de manera fáctica están realizan-
do los varones en torno a la reeducación de sus mas-
culinidades, e identificar; en sus vivencias la influen-
cia de dichos programas, agenda de trabajo, modelo, etc.
(Garda-Salas, 2020) sobre todo, para rescatar sus ex-
periencias tendientes a favorecer la equidad de género
y la no violencia. Los resultados de dicho trabajo per-
mitirán apuntalar lo que se está configurando en el en-
torno como sujeto social, en tensión y construcción in-
acabada, así como su posible contribución al quehacer
pedagógico para mejorar los diseños preventivos exis-
tentes (Bonino-Méndez, 2008) y ser utilizados por
otros grupos, colectivos, organizaciones o institucio-
nes educativas.
330
llanueva, 2016) rescatando las significaciones, moti-
vaciones y experiencias de los participantes de dichos
grupos, con el interés de comprender y reconstruir su
realidad contemplando en todo momento el contexto
social donde se expuso su intersubjetividad.
El diseño metodológico contempló cinco fases: 1. Pre-
paración. 2. Recolección de datos (entrevistas). 3. Prepa-
ración de los datos para el análisis. 4.Análisis. 5. Informe.
Las entrevistas contaron con una guía temática y fueron
grabadas para su trascripción.
La investigación se realizó con cinco organizaciones/
colectivos de la sociedad civil, los cuales designaron a
los participantes y con ellos se organizó un crono-
grama de entrevistas con todos los pasos y fases del
diseño metodológico. Este proceso se realizó en un
tiempo aproximado de siete meses. El total de partici-
pantes quedo conformo por 10 personas, se realizaron
30 entrevistas (tres por cada participante) con un nú-
mero igual de trascripciones, cada una de las entre-
vistas generó un promedio de 12 cuartillas, por lo que
se contó con un aproximado de 360 cuartillas para
análisis. En dicho proceso de transcripciones, análisis
y devoluciones se lograron conformar ocho categorías
de análisis: 1) Ingreso y permanencia a grupos. 2)
Ambientes de aprendizaje. 3) Conocimientos/apren-
dizajes. 4) Cambios/actitudes. 5) Percepción de su
masculinidad. 6) Implicaciones de la Corporeidad. 7)
Poder/violencia. y 8) Subjetividad.
En este reporte de investigación, por motivos de
acotación de la extensión, sólo se expondrán los ha-
llazgos de las primeras categorías que en resumen dan
cuenta de lo siguiente:
331
• Análisis de ingreso y permanencia: se identifican
motivaciones extrínsecas de inicio e intrínse-
cas de permeancia, clarificadas en antes y el
después de ingresar a un grupo, las motivacio-
nes extrínsecas de inicio (atender los proble-
mas de pareja) se transforman en intrínsecas
de permanencia (convencimiento de evitar la
violencia). La transición en la percepción de
que la atención de la violencia corresponde a
un proceso psicológico de atención terapéutica
individual, y cambiada por la contemplación de
sus implicaciones socioculturales de atención
educativa en lo colectivo. La aceptación de
ejercer violencia como punto de partida para
su trabajo reeducativo. Trascendencia de la vi-
sualización del ejercicio de la violencia como
un asunto exclusivo de las interacciones de las
relaciones de pareja, y fue cambiando para
ubicarlo como un trabajo de evitar la violencia
en cualquier tipo de interacción social, incluso
consigo mismo. Se observa la conformación
de un capital cultural de ruptura que propicia
cambios sociales a favor de la equidad, es decir,
sus historias de vida y relaciones de influencia
con grupos de disidencia, así como lecturas y
formación académica. El acceso a la informa-
ción, canalización y cercanía de grupos que tra-
bajan contra la violencia de género. También
se identifican: resistencia al cambio, resiliencia
ante las críticas, la importancia del trabajo
permanente ante lo inacabado e inacabable de
las violencias, la congruencia ética e ideológica
con los planteamientos de justicia y cambio
332
social, así como la persistencia de cultural de
la masculinidad hegemónica.
333
aprende del análisis de la exposición de sus experien-
cias del ejercicio de la violencia, compartidas como
testimoniales o revelaciones, donde el ambiente de
un grupo forma parte del aprender haciendo a combatir
la violencia. por lo que los grupos de trabajo reedu-
cativo en varones pueden conceptualizarse como un
tipo de educación específica, más cercana a una labor
de Andragogía, es decir, como una educación de, para
y con adultos (Sánchez-Reyes, 2018), donde el saber
colectivo en dialogicidad recubre todos los procesos,
pues requiere de esa interacción activa, no sólo como
receptores de un corpus de saberes determinados, sino
como protagonistas constructores de conocimientos en co-
lectivo.
• Dentro de los aprendizajes detectados se analizan:
aprendizajes desde la otredad que propician la
trascendencia de la mismidad y la percepción
del otro como actor de conocimiento. Se ana-
lizó cómo los participantes identifican la vio-
lencia, las constantes de la violencia, las seña-
les de riesgo fatal, expectativas de autoridad
y de servicios, el entramado de las constantes
de la violencia, deshilvanado cada uno de sus
componentes e identificado como se corres-
ponden con aprendizajes concretos y específi-
cos, postulando la existencia de aprendizajes
globales de explicación y distintos aprendi-
zajes particulares de implicación. Aprenden
que, en los hechos de violencia, intervienen
aspectos cognitivos, emocionales y socio-
culturales. Sus Aprendizajes abarcan lo ac-
titudinal, como la convicción explicita de la
renuncia a la violencia, hasta lo conductual,
334
en el sentido de la aplicación de técnicas para
detectar el riesgo fatal, con el uso del retiro o
tiempo fuera, comunicación asertiva y el cui-
dado de sí. Aprendizajes que van desde la
detección de ideas y comportamientos, hasta
lo subjetivo de la detección de creencias y emo-
ciones. Prevalece la doble conceptualización
de renunciar a la violencia y a la forma hege-
mónica de la masculinidad que requiere una
observancia o vigilia constante y sostenida,
postulando que no puede haber reconciliación
sin resignificación, y que no se puede rea-
prender sin resignificación, Se identifican ele-
mentos de una pedagogía de la esperanza en
los cambios, como una construcción colectiva
de ir haciendo en una práctica sostenida.
Conclusiones
335
masculinidad con que se evita la violencia de género. Las
experiencias reeducativas de los varones que han par-
ticipado en grupos contra la violencia plantean un reto
social y educativo que requiere mayor difusión, apoyo
e implementación de políticas públicas de mayor al-
cance, para poder así erradicar la violencia.
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341
Masculinidades en la escuela: una
propuesta desde la interseccionali-
dad e interculturalidad
Resumen
343
Introducción
344
por la diversidad y la corresponsabilidad con el inte-
rés general”8
De este modo, la Escuela se debería entender como
ese lugar de socialización donde se respeta y sobrepo-
ne la dignidad humana de quienes la integran, inde-
pendientemente de las ideología, valores y posturas
personales de las servidoras y servidores públicos de
la educación, así como del propio estudiantado. Ade-
más de lo mencionado, en el capítulo III De la Equidad
en la Educación, artículo 32 –de la misma Ley– se esta-
blece que,
Las autoridades educativas tomarán medidas tendien-
tes a establecer condiciones que permitan el ejercicio
pleno del derecho a la educación de calidad de cada
individuo, una mayor equidad educativa, así como el
logro de la efectiva igualdad en oportunidades de acce-
so y permanencia en los servicios educativos. Dichas
medidas estarán dirigidas, de manera preferente, a los
grupos y regiones con mayor rezago educativo o que
enfrentan condiciones económicas y sociales de des-
ventaja en términos de lo dispuesto en los artículos
7o. y 8o.9
En este orden de ideas, se resalta la responsabilidad
de las autoridades educativas en el argumento referen-
te a la igualdad de oportunidades de acceso y permanen-
cia en los servicios educativos, porque evidentemente,
histórica y culturalmente ha existido discriminación,
exclusión y violencia en razón de género –por iden-
tidad, orientación sexual, expresión de género y/o
8
Ley General 30/2019, de 30 de septiembre. pp1-73. https://www.diputa-
dos.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGE.pdf
9
Ley General 30/2019, de 30 de septiembre. pp1-73. https://www.diputa-
dos.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGE.pdf
345
características sexuales–10 hacia niñas, adolescentes,
mujeres y mujeres adultas mayores así como hacia
personas de diversidad sexual y de género.
Además de lo anterior, y de acuerdo con el objetivo
de este trabajo, se resalta la violencia de género ha-
cia niños, jóvenes, adultos y adultos mayores que no
cumplen con el deber ser hombre dentro del contexto he-
gemónico de las masculinidades y, por lo tanto, se
encuentran en relaciones de poder interpersonales
de desventaja social al interior de la Escuela, como se
examina más adelante. Ahora bien ¿qué son las mas-
culinidades? y ¿cuál es su importancia en la Escuela?
A continuación se presentan algunos referentes teóri-
co-conceptuales al respecto.
346
de los sujetos” (Cano, 2001, p. 12). Con base en lo an-
terior, se estudia al hombre como hombre en relaciones
de género, a partir de la construcción de sus identida-
des masculinas.
Si bien se estudia al hombre o varón como categoría
de análisis –como individuo genérico–, es importante
referir en plural a las masculinidades, porque no se trata
a la masculinidad como un proceso de identidad de gé-
nero única. Nombrarla en singular oscurecería su ri-
queza, complejidad y multiplicidad (Benhumea, 2014,
p. 92). Uno de los teóricos y pioneros reconocido en
estudios de masculinidades: Matthew Gutmann pro-
pone que existen cuatro concepciones sobre masculi-
nidades, a saber,
[El primero] cualquier cosa que los hombres pien-
sen y hagan […] [el segundo] es todo lo que los
hombres piensen y hagan para ser hombres. El
tercero plantea que algunos hombres inherente-
mente o por adscripción, son considerados “más
hombres” que otros hombres. La última forma de
abordar la masculinidad subraya la importancia
central y general de las relaciones, masculino-feme-
nino, de tal manera que la masculinidad es cualquier
cosa que no sean las mujeres (Gutmann ,1998, p. 13).
Con base en lo anterior, las masculinidades involu-
cran la expresión de estructuras profundas, elemen-
tales y rudimentarias que tienen que ver con la identi-
dad sexual y los estereotipos masculinos, así como con
los valores dados como establecidos y que se reprodu-
cen en el inconsciente colectivo (Gutmann, 1998, p.
10) de determinada sociedad en su contexto específico,
en este caso, en la Escuela.
347
Asimismo, para el estudio de las masculinidades es
indispensable tomar en cuenta la otra parte, es decir,
la feminidad, puesto que:
las identidades masculinas se desarrollan relaciona-
das con las mujeres –o lo femenino– […] –general-
mente– la presencia de las mujeres es un factor en la
comprensión subjetiva de los hombres de lo que para
ellos significa ser hombres […] durante la mayor par-
te de sus vidas perciben sus identidades masculinas a
partir de las comparaciones que hacen con las identi-
dades femeninas (Gutmann, 1998, p.50).
En este sentido, se plantea una propuesta de trabajo
preventivo en materia de las identidades masculinas o
masculinidades en la Escuela desde un enfoque inter-
seccional e intercultural.
348
a) Del cuerpo. Dentro de las relaciones de género con
enfoque de masculinidades en la Escuela, se debe men-
cionar la importancia de los significados sociales que
algunos varones proporcionan al cuerpo y que influye
en la construcción de su identidad masculina. El cuerpo
funciona como un visor, o un espejo, de lo que los ni-
ños, jóvenes, adultos y adultos mayores son o quieren
llegar a ser, por lo que es usado como expresión de
masculinidad hegemónica y para ello se expone a situa-
ciones violentas, en ocasiones sin razón alguna y de
forma fortuita (Sánchez, 2021, p. 26), así el uso de la
violencia física y el abuso de ésta en las relaciones in-
terpersonales se considera algo natural e incluso obli-
gatorio –se exige– en ese deber ser hombre.
b) De la expresión de género. Otro referente de la re-
lación entre el cuerpo y las masculinidades hegemó-
nicas se refleja en las posturas corporales altamente
sexualizadas hacia “lo varonil”, en la estética y en la
presentación del cuerpo ante los demás varones que
ocupan un lugar privilegiado en los contextos de inte-
racción. En este tenor,
la ropa es un componente que ayuda en la construc-
ción de las identidades masculinas, pues vestirse de
forma adecuada ayuda a adquirir un sentimiento de
identidad colectiva en los centros escolares. El tipo
de calzado, pantalones y sudaderas, así como el he-
cho de amoldarse, en mayor o menor medida, a la
forma de vestir de los hombres populares, son ele-
mentos que se asocian a estar en un nivel u otro de la
jerarquía masculina escolar (Sánchez, 2021, p. 27a).
c) Del deporte. Además de lo anterior, la problemáti-
ca de violencia de género debido a masculinidades he-
gemónicas se visibiliza en la actividad deportiva, dado
349
que un verdadero hombre o un hombre de verdad valida-
do y reconocido dentro de la Escuela se construye a
través del deporte, mientras que se estigmatiza y hu-
milla –por “miedo” a lo femenino, o a contaminarse
de lo femenino– a los niños, jóvenes, adultos y adultos
mayores que no son buenos deportistas, o a quienes
no les gustan los deportes típicamente masculinos o va-
roniles –como el futbol, por ejemplo– (Sánchez, 2021,
p. 27b).
d) Del rendimiento académico. En la Escuela se debe de-
mostrar que se es inteligente y “si se obtienen buenos
resultados académicos sin esfuerzo, aparentemente,
se contempla como una virtud masculina que perju-
dica a quienes no son demasiado masculinos porque
son estudiosos; de esta manera, el esfuerzo académico
es denigrado porque se entiende que es una cualidad
femenina. Con base en lo anterior, la hegemonía de la
masculinidad se ve reflejada en los estudiantes deno-
minados “cerebritos”, “ñoños” –entre otros términos
peyorativos–, víctimas incluso de bullying homofóbi-
co (Sánchez, 2021, p. 27c).
e) De la heterosexualidad. Se manifiesta con rotundi-
dad en las interacciones escolares. La heterosexualidad
es una condición inalterable de la masculinidad hege-
mónica. Así, los varones se ven empujados a demostrar
–de una forma incluso involuntaria e inconsciente–
esta orientación sexual. Principalmente los jóvenes,
adultos y adultos mayores intentarán expresar a los
demás su heterosexualidad alardeando en la Escuela
con alguna mujer o con varias, lo que les permitía
presumir su virilidad con rasgos de misoginia –don-
de se cosifica a las mujeres–, además de manifestar
350
una conducta y una actitud homofóbica con relación a
otros varones” (Sánchez, 2021, p. 28a).
f) Del lenguaje y “la diversión”. Las masculinidades he-
gemónicas en la Escuela suelen realizar bromas sexis-
tas contra las compañeras de escuela, incluso contra
las docentes y otras mujeres que interaccionan en la
institución. Asimismo –y de forma habitual– utilizan
como forma de bromas o entretenimiento, el insulto
a las madres y hermanas de aquellos compañeros que
son percibidos como menos “machos” “menos hom-
bres”; existe también, el acoso verbal que utiliza a las
mujeres como objeto de diversión, pues se entiende
como una broma para sobrellevar el aburrimiento de
las clases (Sánchez, 2021, p. 28b).
Estas son algunas de las variables relacionadas con
el impacto de las masculinidades hegemónicas en la
Escuela, sin embargo, es importante precisar que en
estas dinámicas encontramos a las masculinidades
subordinadas o subalternas.
351
presión permanente por alcanzar las expectativas de
identidades masculinas hegemónicas (Sánchez, 2021,
p.33). En la Escuela esto se manifiesta a través de la ad-
miración que tienen las masculinidades subordinadas
o subalternas por aquellas hegemónicas, por ejemplo:
comentan lo buenos que son jugando al futbol, la ropa
que tienen, el mal comportamiento que ostentan o su
fuerza física superior.
Para las masculinidades subordinadas o subalter-
nas, no basta con estar al lado de varones hegemónicos
o no recibir su rechazo, sino que se quiere ser uno de
ellos; se lucha para lograrlo y, en la mayoría de los ca-
sos, a través de imitarlos, pero manteniéndose en un
segundo plano. Estas identidades masculinas son
conscientes de la posición que ostentan en el grupo,
en la clase y también son claramente conocedoras de
quiénes tienen el poder en el aula; asimismo, es im-
portante referir que la violencia machista, misógina,
sexista y homofóbica de los niños, jóvenes, adultos
y adultos mayores que se encuentran dentro de una
masculinidad subordinada no es algo ajeno en sus re-
laciones interpersonales dentro de la Escuela.
Con base en lo anterior, se tiene en común –con
las masculinidades hegemónicas– una fijación con las
mujeres, ésta se manifiesta al recriminarles cualquier
fallo o falta, incluso, “no quieren juntarse con ellas
en los equipos de trabajo y, si tienen oportunidad,
les dan órdenes en las clases más dinámicas –como
educación física, por ejemplo–. Este comportamiento
tiene que ver con la necesidad de afianzar su mascu-
linidad, puesto que, cuanto más lejos de la feminidad
352
se esté, más masculino parece que se es. Los varones
de quienes se duda de su masculinidad poseen una
aversión permanente hacia lo femenino o lo afemina-
do (Sánchez, 2021, p. 36) propiciando la violencia de
género en la Escuela.
353
Enfoque interseccional y las masculinidades
354
masculina trans, aquellos quienes ejercen
una orientación sexual: homosexual, bisexual,
pansexual, entre otras distintas a la hetero-
sexual, así también, a aquellos varones quienes
se identifican como intersexuales; el enfoque
interseccional contemplando la diversidad se-
xual y de género, previene relaciones patriar-
cales de machismo, el bullying homofóbico y
transfóbico así como el replanteamiento es-
tigmatizante hacia lo femenino o afeminado. Lo
anterior, es solo un acercamiento a algunos
ejemplos de masculinidades gbtttia+12.
355
Tanto las masculinidades adultas como adultas
mayores reproducen la violencia en tanto que
las relaciones de género y jerarquía se realizan
desde el adultocentrismo, ese proceso ideoló-
gico en el que “las personas adultas son supe-
riores sobre otras generaciones como la niñez,
adolescencia y juventud”13. Desde las mas-
culinidades hegemónicas se “considera a los
jóvenes en el mundo de lo crudo para algunas
cosas, como el ejercicio de puestos de mando
y responsabilidades de adulto, incluyendo las
de autocuidado y decisión razonada. Se estig-
matiza a los niños y jóvenes de estar muy ver-
des o inmaduros, ésta suele ser la justificación
para que otros decidan por éstos referente a
qué tienen acceso y a qué no, ya sea que se
trate de un castigo, premio, conocimiento o
actividad” (García, 2016, p.76).
356
les, frágiles, impotentes e incluso, inservibles.
Desde la propuesta de prevención con un enfo-
que interseccional, se tendría que consideras
la atención a estas masculinidades en la Escue-
la, ya sea como estudiantes, administrativos
o docentes.
Hasta este momento se ha desarrollado de mane-
ra escueta los ejes interseccionales de masculinidades
que se pueden atender en la Escuela, ahora bien, ¿qué
sucede con aquellos niños, jóvenes, adultos y adultos
mayores que son considerados inferiores o menos hom-
bres por pertenecer a pueblos originarios, indígenas
o afro? A continuación se presenta una propuesta
desde la interculturalidad.
357
de que la convivencia pacífica y respetuosa en esta
multiculturalidad, sólo puede lograrse mediante un
ejercicio de negociación y evaluación crítica de lo que
implican estas diferencias culturales y lingüísticas,
bajo principios de equidad”14. Durante este proceso
–presente en la Escuela–, el enfoque intercultural ad-
vierte una defensa de los niños, jóvenes, adultos y
adultos mayores de sus saberes, valores y normas de
convivencia, que se ven influidos con las aportaciones
de otros varones, quienes conforman la Escuela.
Si bien la interculturalidad se plantea como esa alter-
nativa que promueve y favorece dinámicas inclusivas
en todos los procesos de socialización, aprendizaje y
convivencia dentro del entorno escolarizado15, en ma-
teria de masculinidades, existe el rechazo, el estigma,
la burla, la discriminación y la exclusión producto de
relaciones patriarcales, del machismo introyectado
ideológica y culturalmente en las masculinidades he-
gemónicas, así como relaciones de poder que subor-
dinan a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores de
pueblos originarios, indígenas y/o afro por conside-
rarlos –en valor y reconocimiento– menores, ignorantes
y retrógradas.
Es importante señalar que, si bien estas masculi-
nidades de pueblos originarios, indígenas y afro son
sometidas –en escenarios escolarizados– por mascu-
linidades hegemónicas que se consideran superiores
14
Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe. ABC de
la Interculturalidad ¿Qué es el enfoque intercultural en la educación?
(2023,mayo) https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/269056/
ABC_digital.pdf
15
La mediación y la educación en las aulas. (2023, agosto) https://apamec.
org.br/la-mediacion-y-la-educacion-intercultural-en-aulas/
358
–clasistas, racistas–, no están exentas de reproducir
estos patrones de socialización masculina en esque-
mas en donde estos varones se posicionan en contex-
tos de poder reproduciendo relaciones patriarcales de
machismo, sexismo, misoginia y homofobia.
He ahí la responsabilidad de las autoridades educa-
tivas para desarrollar acciones de atención de las mas-
culinidades –tanto hegemónicas como subalternas
o subordinadas– contemplando este enfoque intersec-
cional e intercultural para prevenir la violencia de gé-
nero en la Escuela. Evidentemente es una tarea ardua,
sin embargo, se debe de atender la problemática con el
diseño de las estrategias correspondientes a cada con-
texto considerando las masculinidades de la diversidad
sexual, con discapacidad, masculinidades jóvenes y
adultas sin olvidar –y mucho menos– invisibilizar las
identidades masculinas de pueblos originarios, indíge-
nas y afro.
Conclusiones y limitaciones
359
1. Elaboración de un protocolo de atención para
las masculinidades en la Escuela.
360
y conocimiento científico sobre las masculinidades o
identidades masculinas en la Escuela.
Referencias
361
Conapred. Glosario de la diversidad sexual, de gé-
nero y características sexuales (2016). Glosario_
TDSyG_WEB.pdf (conapred.org.mx)
Instituto Nacional de las Mujeres Interseccionalidad.
(2023, mayo) https://campusgenero.inmujeres.
gob.mx/glosario/terminos/interseccionalidad
La mediación y la educación en las aulas. (2023, agos-
to) https://apamec.org.br/la-mediacion-y-la-edu-
cacion-intercultural-en-aulas/
Ley General 30/2019, de 30 de septiembre. pp1-73.
https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/
LGE.pdf
Sánchez, I. y Rodríguez C. (2021). La construcción de las
masculinidades en la escuela. Un estudio etnográfico en 6º de
primaria. https://perfileseducativos.unam.mx/iisue_
pe/index.php/perfiles/article/view/60280/53025
362
Epílogo
363
y contenidos curriculares en las distintas asignaturas.
La finalidad: Asimilar la perspectiva de género, alcan-
zar la equidad en todas las instituciones, erradicar la
violencia y la discriminación contra las mujeres, entre
otras que se especifican en este libro. Lo anterior, dio
lugar a diversos textos legales que pretenden garan-
tizar que la perspectiva de Género se haga visible y
desde un interés particular, verlo reflejado en los es-
pacios educativos.
Los temas con perspectiva de género, se encuen-
tran sesgados bajo los ojos con los que miramos el
cuerpo, categorizando en masculino y femenino desde
una mirada biologicista, esencialista, jerárquica y di-
cotómica, lo que ha desencadenado que las violencias
que antes se describieron sigan prevaleciendo aún en
nuestros días en diferentes contextos, incluyendo el
educativo, y un aspecto fundamental en el libro es el
enfoque educativo que pretende visibilizar los sesgos
que rodean al género en estos contextos.
El concepto también viene acompañado de un pro-
ceso histórico que lo vincula con los feminismos, el pa-
triarcado, los derechos, la ciencia, educación, política,
lo laboral y parte de realidades y situaciones que se vi-
ven a diario y que ha prevalecido a lo largo del tiempo,
por ejemplo, el acceso a la educación o las actividades
destinadas dependiendo el sexo, en donde se siguen
asignando “roles estereotipados de género”.
Los sesgos en la ciencia que se han hecho evidentes
en cuanto a considerar a las mujeres como sujetos
pasivos y negarles el lugar que merecen de manera
histórica, ha sido uno de los más debatidos cuestio-
namientos dentro de las epistemologías feministas
364
que buscan desarticular la hegemonía heteronorma-
tiva de una ciencia, que lejos de ser neutral se rige
bajo normativas excluyentes y universales, en torno
a políticas e intereses particulares asociados con el
aprovechamiento económico del capitalismo como un
modelo de poder/conocimiento, bajo una cognición
socialmente construida y permeada a todos los aspec-
tos de la vida, culturalmente reconocida y sistemati-
zada para inferiorizar a las mujeres.
Este enfoque surge desde una visión biológica esen-
cialista donde la asignación o pertenencia a un sexo se
traduce en destino, una posición que el patriarcado
supo aprovechar en favor de los hombres para generar
y reproducir un modelo de vida que niega y excluye
de los mismos derechos, oportunidades y espacios a
las mujeres, relegándolas a un segundo plano y confi-
nándolas a la única labor que les fue reconocida: pro-
crear, y bajo esta encomienda nutrir los argumentos
respecto a la maternidad, el hogar y el cuidado, como
el imperante rol de la mujer en la sociedad, dentro
de binarismos opuestos de superposición del hombre
hacia la mujer y de los aspectos femeninos atribuidos
a ellas como subjetividades no deseadas o desacredi-
tadas.
La pregunta es: ¿Cómo interviene la escuela?,
¿cómo influye en la construcción del género?, ¿cómo se
aprende o cómo es enseñado el género? ¿Será desde el
ámbito educativo que se realiza una constitución de la
normalidad heterosexual? El presente libro cuestiona
y analiza la influencia del sistema de dominación
patriarcal y su reper- cusión en los distintos espacios,
así como en las personas que los habitan.
365
La extrapolación y materialización de roles y este-
reotipos dentro de los espacios escolares de cualquier
nivel operan como una micro sociedad, un contexto que
influye y reproduce la vida misma generando un gran
impacto en el desarrollo y formación escolar de niños,
niñas, adolescentes, jóvenes, y personas de cualquier
edad, convirtiéndose en un paradigma de la investi-
gación social donde los diversos actores que transi-
tan esta cotidianidad, concretan el objeto de estudio
de los temas que este libro abarca y explora desde
una perspectiva de género, atendiendo mayormente
a las mujeres y grupos cuyas identidades de género
transitan fuera de las heteronormativas, pero también
aquellas masculinidades no hegemónicas suscepti-
bles al rechazo debido a la violencia sexista como el
machismo y la homofobia.
El abordaje del género en los distintos “espacios”
como lo indica el título, dirige su mirada a dos esferas:
público y privado, los cuales a su vez se asocian con lo
político, creativo, cultural, el conocimiento, el cuidado,
lo doméstico, el cuerpo, la sexualidad, emociones. ¿Qué
espacios ocupamos?, ¿desde qué posición lo hace-
mos?, ¿los espacios que ocupamos están determina-
dos por el sexo, el género, las expectativas de otros
o las propias? Pensar en las actividades rutinarias y
analizar de manera personal si estas se encuentran
asociadas a algún estereotipo, feminizadas o masculi-
nizadas y cuestionar cuáles son los sesgos que inciden
en la elección de estas actividades.
Una de las cuestiones de la escuela institucionali-
zada es enfatizar y sostener una sola cultura integra-
cionista, donde sólo ciertos valores culturales domi-
366
nantes conforman el quehacer educativo y la práctica
profesional. Estos valores instituidos de manera in-
cuestionable son los que se promueven tras la cara
oculta de las instituciones dentro de los programas
educativos, y por tal motivo gozan de una legitimidad
y prestigio sin tomar en cuenta las consecuencias que
conlleva como son la exclusión y/o discriminación del
alumnado. Dentro de la lógica de homogenización e
individualismo que fomenta este tipo de formación
escolar, no es posible avanzar hacia una escuela que
mire a las diferencias con respeto y que deje a un
lado los valores culturales dominantes, se habla de
un comienzo que no es parejo e igual para las perso-
nas, sino que es relativo a ciertas circunstancias que
se encuentran dentro de esa sociedad que reproduce
y transforma a la pobreza, cultura, raza, discapaci-
dad, sexo, religión y otras, en categorías marginales
y factores de desigualdad, y que desafortunadamente
la escuela replica intensiva e incesantemente con la
misma voracidad que en otros espacios.
La violencia de género que se ejerce sobre las muje-
res y las identidades sexogenéricas en espacios esco-
lares, se abordan en textos que evidencian la influen-
cia del sexo, género y la identidad como un detonante
para ejercer la violencia. Nacer o identificarse como
mujer implica que probablemente sean violentadas,
acosadas, hostigadas o encasilladas bajo las normati-
vas sociales determinadas por estas categorías. ¿Cómo
es qué se siguen repitiendo estos patrones de violen-
cia? ¿Quiénes los reproducen? ¿Cuáles podrían ser las
estrategias para prevenir y evitar las violencias? Estas
preguntas se analizan con la presentación de textos
367
que incorporan en sus investigaciones propuestas
para el abordaje del tema con perspectiva de género.
En el apartado “Violencias contra las personas de
la disidencia sexual”, se hace visible la desigualdad,
violencia y discriminación y se enfatiza en el reco-
nocimiento de la existencia del “otro”. Además de la
imperante necesidad de disminuir la violencia que se
ejerce a las diversas identidades en espacios educati-
vos, implementación de políticas y espacios seguros.
¿Cuál es el papel de los profesionistas en distintas
áreas para seguir propiciando la heteronormatividad
en los diversos espacios? Es prioritario abordar la di-
versidad sexogenérica y garantizar su acceso a todos
los espacios para ejercer todos sus derechos.
Es necesario visibilizar la necesidad de prevenir y
disminuir las violencias de género y la responsabi-
lidad que tenemos para atender y erradicar las vio-
lencias causadas por la identidad, orientación sexual,
género y características sexuales. Los textos son una
invitación a la reflexión, a la apertura, al diálogo, a la
creación de nuevas políticas. Implican poder realizar
una introspección y ver de qué manera podemos con-
tribuir a que se lleve a cabo un cambio que repercuta
de manera positiva en nuestros contextos inmediatos.
Es a través de la ocupación de espacios, realización
de actividades, las profesiones, la ciencia, la palabra,
las decisiones, la consciencia de ir borrando la barrera
de aquello que históricamente han ocupado los hom-
bres. En los textos de este libro, se hace un análisis
de la injerencia de nuestra familia, la sociedad, lo re-
ligioso, los ámbitos educativos, el ámbito laboral, de
los lugares y funciones que debemos ocupar según
368
nuestro sexo. Es mediante algunas intervenciones
realizadas en las que se logra identificar el impacto
del sistema patriarcal y sus repercusiones en nuestra
sociedad. Cabe mencionar que las formas en las que
se ha buscado “expresar” las inconformidades que
ocasiona el patriarcado, se han visto obstaculizadas
por campañas contrarias al género, por lo que los es-
fuerzos se deben redoblar para visibilizar la exclusión,
el rechazo, el acceso, los roles establecidos, la diver-
sidad.
Es necesario abrazar la gama de culturas diversas
y emprender esa posición neutral mediante propues-
tas de intervención en torno a las diversas realidades
existentes para incidir y transformarlas de manera po-
sitiva. Sería aventurado decir que esto pueda suceder
en un futuro inmediato, pero lo que sí está sucedien-
do en el presente es que poco a poco se están movien-
do estos límites dicotómicos entre pares opuestos y
categorías creadas en torno a hombres y mujeres.
369
COORDINADORES
371
Acerca de las personas autoras
Abril Adriana Álvarez Hernández es trabajadora
Social y especialista en Género en Educación en la
Universidad Pedagógica Nacional Ajusco (upn). Ac-
tualmente, funge como tutora y docente para la Uni-
versidad Abierta y a Distancia de México (UnADM), y
para la Escuela de Certificación y Capacitación (imc).
Contacto: [email protected]
Alejandra Chávez Ramírez Doctora en Ciencias Po-
líticas y Sociales; profesora investigadora de la Facul-
tad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
de Colima. Fue directora de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales. Actualmente se desempeña como
Profesora Investigadora de Tiempo Completo. Contac-
to: [email protected]
Alicia Estela Pereda Alfonso Doctora en Ciencia So-
cial, especialidad Sociología, por El Colegio de México.
Integra el Doctorado en Educación y Diversidad, línea
subjetividad cuerpo y poder. También, la Maestría en
Desarrollo Educativo, línea Diversidad sociocultural y
lingüística, de la Universidad Pedagógica Nacional. Te-
mas: diversidad, inclusión/exclusión, discriminación y
violencias en educación. Contacto: [email protected]
373
Belén Benhumea Bahena Doctora en Humanidades,
docente en la Facultad de Humanidades de la UAEMéx.
Integrante en el Registro de Especialistas en Estudios
de Género y Feminismo en la Coordinación Institucio-
nal de Equidad de Género de la unam. Subdirectora
de Atención a la Discriminación en CODHEM. Con-
tacto: [email protected]
Carolina Grajales Valdespino Socióloga, maestra en
Ciencias Sociales. Especialista en Estudios de Género.
Doctora en Economía. Académica. Profesora de Teo-
ría Social, Escuela Nacional de Trabajo Social y Maes-
tría en Trabajo Social– unam. Líneas de Investigación:
Mujeres y Trabajo. Género y migración. Las brujas: mu-
jeres y estigma. Política Social y Género. Contacto: ca-
[email protected]
Cecilia Concepción Cuan Rojas Doctora en Literatu-
ra Hispanoamericana por la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla. Profesora investigadora del Co-
legio de Lingüística y Literatura Hispánica de la Facul-
tad de Filosofía y Letras de la buap. Ha presentado
ponencias en congresos nacionales e internacionales.
Contacto: [email protected]
Cristianne María Butto Zarzar Doctora en Ciencias
con especialidad en Matemática Educativa, por el De-
partamento de Matemática Educativa del Cinvestav.
Profesora de tiempo completo en la Universidad Peda-
gógica Nacional. Contacto: [email protected]
Cuitláhuac Sánchez Reyes Escritor, locutor y maes-
tro, estudió Letras hispánicas, licenciatura en Psicolo-
gía Educativa, maestría en Educación Básica, doctor en
Educación y Diversidad por la upn, trabaja temas de
género desde hace 20 años, fue consultor de género y
374
masculinidades para el Programa de Naciones Unidos.
Contacto: [email protected]
David Román Islas Vela es profesor-investigador del
Departamento de Sociología de la Universidad Autó-
noma Metropolitana. Se doctoró en Estudios Cultura-
les en El COLEF; es maestro en Estudios de Género
por El Colmex y geógrafo humano por la uam. Con-
tacto: [email protected]
Giovanna Ramírez Argumosa Licenciada en Econo-
mía por la uam Azcapotzalco. Maestra en Economía
por la fes Acatlán, unam. Actual docente en la Uni-
versidad Panamericana. Trabajó proyectos de investiga-
ción sobre crecimiento regional y rendimientos pro-
ductivos del café en México. publicaciones y ponencias
sobre temas de género, educación y exclusión social
en México. Contacto: [email protected]
Héctor Francisco González Fernández Doctor en
Literatura Hispanoamericana por la Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla. Actualmente se desem-
peña como Profesor Investigador Tiempo Completo en
la Facultad de Derecho de la misma universidad. Con-
tacto: [email protected]
Iván Rivera Cantellano Diseñador con más de 15
años de experiencia en la creación de diseños para em-
presas y organizaciones. Profesor de diseño, ha trabajado
en proyectos de difusión cultural, diseñando materiales
para exposiciones, festivales, eventos culturales, ins-
trumentos didácticos y recursos para la enseñanza del
diseño gráfico. Contacto: [email protected]
Jesús Lechuga Montenegro es doctor en Economía
por la Universidad Autónoma Metropolitana. Actual-
mente trabaja como Profesor Investigador en la uam
375
Azcapotzalco. Tiene como líneas principales de inves-
tigación Teoría del Desarrollo Económico, Economía Po-
lítica de la Acumulación y Estructura Económica de Mé-
xico. Autor de seis libros científicos. Miembro del snii
del Conahcyt. Contacto: [email protected]
Jonathan Gerardo Castillo Antúnez es licenciado
en sociología por la Universidad Autónoma Metro-
politana, especialista de Género en Educación por la
Universidad Pedagógica Nacional, y maestrando en
Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad
Autónoma Metropolitana. Temas: sociología de la litera-
tura, historia intelectual, estudios de género, escritura
creativa. Contacto: [email protected]
José Manuel de la Mora Cuevas es doctor en Cien-
cias Sociales. Actualmente es profesor de tiempo com-
pleto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y
profesor de asignatura en las facultades de Pedagogía,
Economía y Derecho de la Universidad de Colima. In-
vestiga y publica principalmente sobre diversidad so-
cial. Contacto: [email protected]
Margarita Elena Tapia Fonllem es actualmente pro-
fesora-investigadora de tiempo completo en la Univer-
sidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco. Estudió
licenciatura y maestría en Sociología, en la unam.
Es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de
Sonora. Cuenta con el nivel 1 del SNII del Conahcyt.
Contacto: [email protected]
Maricruz Guerrero Tostado es doctora en Ciencias
Económicas por la Universidad Autónoma Metropoli-
tana en 2018, con la defensa de la tesis “La desigualdad
en México y Estados Unidos, durante el actual programa
neoliberal”. Actualmente labora en la Secretaría de la
376
Función Pública como jefa de Departamento de Eva-
luación y Control. Contacto: [email protected]
Marisol Mendiola Guerrero es licenciada en psi-
cología Educativa por la Universidad Pedagógica Nacio-
nal; maestra en Tecnología Educativa y en Psicopeda-
gogía. Actualmente cursa el Doctorado en Educación y
Diversidad. Es docente de educación básica completo
en la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de Mé-
xico. Contacto: [email protected]
Mayra García Ruiz Doctora en Investigación Biomé-
dica Básica (Especialidad Neurociencias del Aprendi-
zaje) por la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co. Es profesora investigadora de tiempo completo de
la Universidad Pedagógica Nacional. Contacto: may-
[email protected]
Mónica García Contreras Doctora y maestra en Cien-
cias con especialidad en Investigaciones Educativas
por el die-Cinvestav-ipn y licenciada en Derecho por la
unam. Es integrante del del snii del Conahcyt nivel
1 (2020-2027). Profesora Investigadora de Tiempo
Completo de la Universidad Pedagógica Nacional sede
Ajusco con perfil deseable por parte del Prodep/sep.
Contacto: [email protected]
Nancy Granados Reyes es doctora en Literatura
Hispanoamericana por la Benemérita Universidad Au-
tónoma de Puebla donde coordina la Especialidad en
Estudios de Género, Masculinidades y Diversidad. Es
profesora investigadora de tiempo completo en el Cen-
tro de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y
Letras de la buap. Contacto: nancy.granados@correo.
buap.mx
377
Saúl Lora Anaya es ingeniero en Computación y
maestro en Seguridad de TIC. Asimismo, es especia-
lista en Educación y Computación y especialista en Gé-
nero en Educación por la Universidad Pedagógica Nacio-
nal donde actualmente cursa el doctorado en Educación
y Diversidad. Es instructor de cursos de computación,
derechos humanos, y de igualdad de género. Contac-
to: [email protected]
Omar Alejandro Olvera Muñoz es psicólogo por la
fes-Zaragoza unam, especialista en Género en Educa-
ción por la upn, especialista y Maestro en Medicina So-
cial por la uam-Xochimilco, doctor en Ciencias en Salud
Colectiva por la uam-Xochimilco. Profesor de tiempo
completo en la Universidad de la Salud. Miembro del
snii del Conahcyt, nivel I. Contacto: psic.omar.olve-
[email protected]
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Comité de pares académicos
379
10. Emilia Recéndez Guerrero (Universidad Au-
tónoma de Zacatecas)
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SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA
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Coordinaciones de Área
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***
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Género en educación: espacio, identidad e intervención
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