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Dignidad (2723)

Este documento discute la dignidad humana desde diferentes perspectivas históricas y filosóficas. Explica que la dignidad se ha entendido como un estatus político, una condición divina, una cualidad ontológica intrínseca o una capacidad de autonomía. En la modernidad, la dignidad se asocia con la libertad individual y la capacidad de autodeterminación. Actualmente, la mayoría de estados reconocen y protegen la dignidad humana como un principio constitucional fundamental, inspirados por declaraciones internacionales como la Declaración Universal

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Dignidad (2723)

Este documento discute la dignidad humana desde diferentes perspectivas históricas y filosóficas. Explica que la dignidad se ha entendido como un estatus político, una condición divina, una cualidad ontológica intrínseca o una capacidad de autonomía. En la modernidad, la dignidad se asocia con la libertad individual y la capacidad de autodeterminación. Actualmente, la mayoría de estados reconocen y protegen la dignidad humana como un principio constitucional fundamental, inspirados por declaraciones internacionales como la Declaración Universal

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LA DIGNIDAD HUMANA DESDE EL ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO

Por: Isabel Cristina González Nieves, M.T Acero

Primera Parte. La dignidad humana como manifestación de la modernidad


Segunda Parte La dignidad desde la economía
El mercado y el trabajo. El salario. Las obligaciones del gobierno. El Estado. La Justicia. Conclusiones.

Primera Parte

LA DIGNIDAD HUMANA COMO MANIFESTACION DE LA MODERNIDAD

Hablar sobre dignidad humana implica entrar en profundas discusiones filosóficas


sobre lo que se entiende tanto por dignidad como por lo que implica en el ser
humano, aunque el concepto se encuentra ligado a procesos históricos que han
dado su contenido de acuerdo al contexto en el que se ha desarrollado.

El concepto surge del vocablo en latín dignitas, que a su vez deriva de dignus, que
representa una posición de prestigio o decoro, lo que implica que alguien merece
o es, valioso, apreciado, precioso o merecedor (Martínez, 2013). En otros términos
cuando se habla de dignidad se entiende que alguien tiene dignidad cuando se es
tratado como lo que se es.

Aunque la definición puede resultar relativamente sencilla al entender que “se trata
a alguien por lo que se es”, resulta complejo plantear que se es y así mismo
encontrar un trato que se acomode a esta definición. Por otra parte, comprender lo
que se es implica desde el plano histórico tres concepciones, que son a su vez
desde las que se ha abordado el concepto de dignidad; según Martínez (2013)han
sido cuatro: 1) político-social; 2) religiosa o teológica; 3) ontológica y 4) ética,
personal y social en el sentido de la autonomía.
1
La dignidad vista desde una perspectiva político social ha implicado históricamente
todo tipo de diferenciaciones que de acuerdo a cada periodo ha tomado un
nombre diverso. En tiempos de expansión imperialista como el periodo romano,
las personas del imperio poseían una dignidad atribuida por su grandeza como
pueblo expansionista, asignándose el nombre de ciudadanos como forma de
diferenciación con quienes no lo eran.

En el descubrimiento de América, la dignidad de seres humanos quedó en


suspenso por cuenta del distanciamiento que los españoles hicieron sobre los
pueblos indígenas y en épocas actuales el poseer cierta nacionalidad puede limitar
o abrir posibilidades de acceso en el mundo. Por otra parte, se puede asumir la
dignidad desde el reconocimiento de lo que se es en un posicionamiento social, de
tal manera, que quienes mantengan mayor acumulación de capitales considerados
como valiosos socialmente (capital cultural, social, económico, entre otros) supone
dignidad y distinción como lo ha demostrado ampliamente Bourdieu (1984).

Desde la perspectiva religiosa la dignidad humana, no recae en pertenecer a algún


grupo social o poseer características definidas, sino que por su filiación de
carácter divino el ser humano es digno, como lo hacen evidente en general todas
las creencias religiosas en las que se poseen características innatas y definidas
por su misma condición, como lo puede ser el pertenecer a la cultura judía, aquel
pueblo que de acuerdo a sus creencias ha sido el pueblo elegido, estatus que
otorga características innatas a quien hace parte de este grupo social.

Por otra parte, la perspectiva de la dignidad asumida desde una visión ontológica,
tiene su origen en el desarrollo filosófico presente en la edad media, en donde se
concibió la dignidad humana en lo que el ser humano es, en sus propias
características sin tener en cuenta su origen, filiación religiosa o cualquier
condición diferencial. En términos de Martínez (2013) “A partir de este momento el
ser humano es digno por sí mismo, con independencia del aprecio, reconocimiento
o valoración social, o de su vínculo con la divinidad. Lo humano, la naturaleza
humana es concebida con una dignidad y un valor intrínsecos.”

2
Por último, aparece la concepción ética, personal y social en el sentido de la
autonomía. Desde esta perspectiva la dignidad se sustenta en las capacidades
racionales de los seres humanos que se hacen visibles en la autonomía y la
libertad.

Esta perspectiva surge en la modernidad, con los principios de revoluciones como


la francesa o la independencia de Estados Unidos en las que el individuo aparece
como un ser libre que tiene la autonomía de decidir sobre su propia vida, base de
los principios liberales. A esta concepción Kant, con la idea que la ilustración es el
abandono de la minoría de la edad, establece los cimientos del pensamiento
moderno, cuando agrega que la condición de voluntad con la que se construye la
capacidad moral de los seres humanos estriba en la dignidad y define la dignidad
desde la moral y desde la humanidad (Kant, 1995, p. 112), definición que hoy nos
explica la problemática de creer que todo tiene un valor en el mundo
contemporáneo:

“En el reino de los fines todo tiene o bien un precio o bien una dignidad.
Aquello que tiene un precio puede ser sustituido por algo equivalente; en
cambio, lo que se encuentra por encima de todo precio y, por tanto, no
admite nada equivalente, eso tiene una dignidad. Aquello que se refiere a las
inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio de mercado; aquello
que, sin suponer una necesidad, se conforma a cierto gusto, es decir, a una
satisfacción producida por el simple juego, sin fin alguno, de nuestras
facultades, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición
para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene meramente un valor relativo
o preciso, sino un valor interno, esto es, dignidad”.

Con base en estos principios autores como John Stuart Mill(1970) resaltan la
importancia de mantener la individualidad como fundamento de la dignidad en
tanto el ser humano sea capaz de elegir sobre su propia vida. Llegando a este
punto de los principios liberales que se adoptaron desde el siglo XVIII, es
necesario preguntarse acerca de la relación que se establece en la dignidad

3
humana y el Estado que desde una concepción ontológica defiende la
individualidad y las libertades de manera independiente de aspectos políticos,
sociales, culturales o religiosos.

El Estado en esencia debe asegurar a sus ciudadanos en todo aspecto, siendo su


razón de ser, por lo que desde una perspectiva liberal, debe garantizar y brindar
las condiciones para que todo ser humano pueda desarrollarse y tener plenas
capacidades de elección sobre su propia vida ya que como lo plantea Apiah
(2007) “el cultivo de la propia individualidad es en sí mismo parte del bienestar,
algo bueno in se” (p. 29), permitiendo definir desde las libertades ser lo que se es,
fundamento último de la dignidad humana y principio rector de las sociedades
liberales y democráticas.

En la actualidad, la incorporación de la protección de la dignidad humana por parte


de los Estados es un hecho indiscutible y esencial, aunque no siempre fue de esta
manera. Hasta 1937, aparece por primera vez el concepto de dignidad humana en
la constitución de Irlanda en la que se expresa: “La dignidad del hombre es
intocable. Respetarla y protegerla es obligación de todo poder estatal”. (Martínez,
2013: 52). Progresivamente los demás Estados incorporan como principio
constitucional la defensa de la dignidad humana.

Especialmente, tras los terribles acontecimientos de la primera y la segunda


guerra mundial, hechos que sacudieron a la comunidad internacional se crean las
Naciones Unidas, convirtiéndose en la principal institución defensora y promotora
de los derechos humano, de la dignidad humana a partir de la búsqueda de la paz.

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), se proclama central


la dignidad humana, como lo enuncia en su preámbulo “Considerando que la
libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
de la familia humana”.

4
Aunque no se establece con claridad que se entiende por dignidad humana siendo
un concepto abstracto e indeterminado, no por ello como lo menciona Tealdi
(2008) “resulta incoherente en su origen ya que emerge estrechamente ligada a
unos hechos históricos y sociales que la inundan de lógica, racionalidad y
prudencia.” (p. 274)

A partir de la formulación de los derechos humanos, la dignidad humana se


reconoce en ámbitos políticos y jurídicos, permitiendo su promoción y protección
que sustenta una doctrina moral sobre la que se cimientan los Estados-
Nacionales tanto en las relaciones internacionales como en su interior. Con la
difusión y reconocimiento de los derechos humanos por parte de los Estados se
ha llevado a cabo el fortalecimiento del discurso democrático que hoy en día nadie
cuestiona, pues se cimienta sobre un orden moral basado en la defensa y
protección de la dignidad humana. Ya lo señalaba Levinas (2001, p. 243), al
anotar el nexo entre la dignidad y los derechos humanos:

“(...) unos derechos que, a título de derechos humanos, se asignan al hecho


mismo de ser hombre, independientemente de cualidades tales como el
rango social, la fuerza física, intelectual o moral, las virtudes y talentos por
los que los hombres difiere unos de los otros, y la elevación de esos
derechos al rango de principios fundamentales de la legislación y del orden
social”.

Es claro que a pesar que la definición y concepción de la dignidad humana puede


ser diversa, en el plano práctico de la defensa y promoción de los derechos
humanos se hace uso de una perspectiva pragmática, convirtiendo en expresión
jurídica de la dignidad humana en un contexto de democracia que permita y facilite
el respeto a la dignidad.

Sin embargo, a pesar que el discurso de los derechos humanos es un marco


jurídico que internacionalmente toma fuerza día tras día, no elimina la posibilidad
que en nombre de la dignidad y valores como la seguridad se legitimen acciones
bélicas por parte de algunos Estados. Pienso y con esto concluyo esta lectura, que
5
el gran problema de la dignidad y sus implicaciones fue bien matizado por
Norberto Bobbio (1981, p. 9), quien aclaraba que:

“No se trata tanto de saber cuáles y cuántos son estos derechos, cuál es su
naturaleza y su fundamento, si son derechos naturales o históricos,
absolutos o relativos, sino cuál es el modo más seguro para garantizarlos,
para impedir que, a pesar de las declaraciones solemnes, sean
continuamente violados”

SEGUNDA PARTE

LA DIGNIDAD DESDE LA ECONOMIA

El mercado y el trabajo

La acción humana es una conducta consciente transformada en actuación que pretende


alcanzar fines y objetivos, es la reacción de la persona frente a las circunstancias del
ambiente.
La división del trabajo es la consecuencia de la reacción del hombre ante la desigualdad
de las circunstancias naturales del mundo, pero a su vez va trayendo más disparidad, es por
eso que la sociedad brinda al individuo medios excepcionales para alcanzar sus fines. El
hombre no quiere destruir la sociedad sino que quiere apropiarse de una porción mayor de
riqueza mancomunadamente producida que la que el orden social le asigna ( Ludwig Von
Mises 1986).

El mercado tiene como pauta la actividad, no surge de ningún plan no tiene finalidad ni
propósito, no se rige por escala de valores ni por objetivos jerarquizados. El mayor
beneficio del orden de mercado es que permite a los hombre convivir y servirse
mutuamente, es decir tener una vida digan sin ponerse de acuerdo en fines últimos,
evitando las fricciones sociales.

Cuanto mayores sean las diferencias de necesidades y de fines es mucho más probable
que se beneficien, es importante entonces el rol del meta-mercado, ese conjunto de normas
aceptadas que nos permiten intercambiar en base al consentimiento. Eso delimita entonces
la acción humana en base a la libertad de elección. Las normas de conducta
correspondientes a la Sociedad no pretenden plasmar específicos y previsibles resultados,
son más bien hechos capaces de propiciar el logro de una amplia gama de metas.
( Friedrich A. Hayek 1988).

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El mercado permite así a muchos hombres convivir aunque no participen de fines comunes,
les permite convertirse en interlocutores y no en rivales frente a los mismos recursos.
Es una relación de medios que concilia objetivos, y las personas se benefician de los
acuerdos. El mercado se parece así más a un juego de intercambio, creador de riqueza,
donde no se sabe qué fines se seguirán y que beneficios tendrá cada uno. Lo importante es
fijar las reglas para que haya oportunidades iguales para sacar ventajas del intercambio.
El mercado logra el éxito no porque la gente trabaje mucho sino que ofrezca lo que otros
desean, interfiriendo lo menos posible en los deseos de terceros, y en lugar y tiempos justos
para satisfacer a los miembros de la sociedad.

El salario

Al nombre de Ferdinand Lasalle, va unida la teoría de la “ley de bronce” del salario,


“teoría” que tiene sus antecedentes en Anne Turgot y Thomas Malthus. Según dicha “ley”,
el salario oscila en torno a lo que constituye el mantenimiento indispensable’’, es decir, al
mínimo físicamente indispensable de medios de subsistencia para el obrero y su familia.
Tales oscilaciones se deben a los cambios de correlación entre la demanda de trabajo y su
oferta, con la particularidad de que, según afirmaba Ferdinand Lassalle, el salario no puede
alcanzar por largo tiempo un nivel superior al que corresponde al “mantenimiento
indispensable”, pues en este caso se elevaría el nivel de vida de la clase obrera, aumentaría
la natalidad y, por consiguiente, crecería la oferta de trabajo, lo cual provocaría un descenso
del salario a su nivel anterior o a un nivel más bajo. De ahí se infería que, para los obreros,
no tenía sentido alguno luchar por el mejoramiento de sus condiciones de vida, dado que el
salario se halla regulado par las leyes “naturales” de la población. Estas motivaciones eran
contrarias al orden natural y a la posibilidad de superación y ataban al hombre a la miseria.

Otra teoría importante es la plusvalía. Karl Marx, elaboró un método científico de


investigación, histórico-lógico, y la definición del objeto de la economía política,
alcanzando un cambio importante en el análisis de las principales leyes del desarrollo
social.. Criticó la idea de que las leyes económicas tenían un carácter eterno y natural,
fundamentó el carácter objetivo de los mismos y llegó a la conclusión de que cada
formación económica social tenía leyes económicas específicas. Establece su teoría acerca
de la sustitución de la clase dominante y lo inevitable del cambio social si no existía
correspondencia entre el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones
sociales de producción. Le atribuyó importancia a la continuación del análisis y desarrollo
cualitativo de la teoría del valor trabajo. Estableciendo que el valor de una mercancía se
expresa en el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. En su obra cumbre
El Capital culmina su idea referida al valor por el gasto de trabajo, como eslabón necesario

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para el desarrollo de su Ley de la Plusvalía, como ley fundamental de la forma de
producción capitalista y para hacer ver que en el propio capitalismo la ley del valor se
transforma y se expresa como ley del precio de producción (costo de producción más la
ganancia media).

El salario se consideraba el precio del trabajo. En su teoría de la plusvalía , Marx establece


que con el salario del obrero no se paga el trabajo , se le paga una mercancía especial a la
que denominó fuerza de trabajo o capacidad de trabajo que al ser utilizada genera un valor
superior al que se le paga como salario al obrero, por consiguiente la diferencia entre lo que
se pagó y lo que se le debió pagar, ese excedente económico era la plusvalía absoluta y
relativa que se apropió el capitalista, como fuente de su explotación existiendo asó un
trabajo necesario y un plustrabajo. Este análisis le sirvió a Marx para definir el capital no
como una cosa sino como una relación social de producción y apropiación. Investigó su
reproducción y completó el análisis en su estructura y división por su composición en fijo
y circulante y orgánica constante y variable que le llevó a enunciar la ley general de la
acumulación capitalista, precedida por acumulación originaria y su tendencia histórica.. El
capitalismo debido al desarrollo de sus ideas productivas aumenta la composición del
capital, y tiene como consecuencia la disminución del uso de la fuerza de trabajo.,
provocando desempleo, la contratación y centralización del capital y la polarización de la
riqueza, como evidencia de la contradicción de las relaciones sociales y el método de
producción capitalista. Así Marx expuso y justificó el carácter antagónico de las clases
fundamentales de la sociedad, burgueses y proletarios en el modo de producción capitalista.

La contratación colectiva: deprimidos los niveles de salarios durante el siglo XIX, y las
exhortaciones de los socialistas, condujeron a la progresiva unificación de los trabajadores
en gremios y sindicatos, constituyendo un monopolio de la oferta de trabajo, cuyo poder se
encuentra limitado por la elasticidad de la demanda que representa casa empleador o el
conjunto de empleadores que pueden también actuar concertadamente. Si la demanda de
trabajo es elástica la imposición de un nivel elevado de salario por el gremio se sostendrá a
costa de la desocupación de gran número de trabajadores. Pero si es inelástica la imposición
del mismo nivel de salario podría lograrse con una contratación mínima del hasta entonces
vigente nivel de ocupación.

Fijación por el Estado: El estado puede ser árbitro o conciliador o asumir un completo
dirigismo en materia salarial y fijar compulsivamente el nivel salarial. El salario es un
elemento poderoso en el aumento de la producción del trabajo y permite conciliar los
intereses de los trabajadores con el Estado en muchos casos. La desocupación tecnológica
trae desplazamiento de trabajadores por la incorporación progresiva e incesante de
máquinas y procedimientos que promueven la disminución de unidades de factor trabajo.

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Las obligaciones del gobierno

La primera obligación del gobierno no es satisfacer necesidades sino mantener un orden


espontáneo que permita a todos desarrollar sus iniciativas productivas ignotas para la
autoridad. Cuando al establecer una norma aseveramos que su aceptación generalizada a
todos conviene, en modo alguno pretendemos afirmar que todos los interesados lograrán
sus metas personales, presuponemos que por información disponible personalmente todos
gozaremos de mayores oportunidades de éxito.

Nos preguntamos qué función desempeña una determinada norma en el contexto del
sistema y en qué medida puede la misma representar una aporte al orden social existente,
e intentar su perfeccionamiento. Esto será viable en la medida en que simultáneamente se
guarde el debido respeto a todo el restante esquema normativo. Nunca resultará posible
establecer sobre las bases meramente racionales todo el conjunto de normas del sistema por
estar vedado a la mente humana alcanzar el contenido de cuantas experiencia intervinieron
en su estructuración pero es un sistema de valores que trasmitido de generación en
generación ha demostrado ser capaz de orientar el comportamiento humano a nivel
comunitario.

El bienestar general al que la existencia de normas contribuye consiste en potenciar lo que


constituye el contenido del DERECHO, ese orden que no aspira a resultados particulares y
conocidos sino que contribuye meramente de manera indirecta a la materialización de una
amplia gama de proyectos individuales.( Friedrich A. Hayek 1988)

El Estado

Cuando determinada sociedad dispone de un aparato coercitivo y si este ostenta el


monopolio de la coerción las personas encomendarán al mismo el control de los medios
dedicados a la obtención de bienes colectivos que sólo se manera mancomunada pueden ser
facilitados. El aparato público capaz de satisfacer necesidades colectivas contribuye a
potenciar el interés general. El mantenimiento del orden espontáneo global es
imprescindible para el logro de iniciativas personales, los servicios del gobierno deben
salvaguardar el cumplimiento del orden normativo y deben tener carácter subsidiario en
relación con la oferta privada. El gobierno debe someterse a normas de recto
comportamiento.

La justicia
“En el modelo abstracto de una economía competitiva, cada uno de los participantes
ignora que está implicado en una interacción social” (Geoffrey Brennan, James Buchanan
1987)

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Frente al problema de los efectos externos de las acciones humanas la Justicia tiene un
papel mucho más eficiente en la resolución de los conflictos, frente a la misma resolución
por parte del Estado. La justicia desde el punto de vista de la información, es mucho más
eficiente ya que se encuentra cerca de las partes afectadas y sabe mejor que nadie cual es la
parte afectada.

El sistema judicial al respetar la legalidad es una buena forma de resolver externalidades,


cuando las partes fallan en el acuerdo y en el respeto a los pactos. La justicia influye en la
actividad económica, por lo que deben ser conscientes de sus decisiones. Deben fomentar
la productividad de la economía y la funcionalidad del meta-mercado. Esta situación se
asocia a la actividad espontánea y también a la jurisprudencia de los tribunales. Por lo que
los tribunales deben tener en cuenta las implicancias económicas de sus resoluciones.

Conclusiones
La sociedad industrial impuso nuevas relaciones económicas, la tecnología dio valor y
rehízo los dones de la naturaleza. Los hombres así construyeron y destruyeron cultura. El
amparo del derecho y la continua definición y redefinición de normas hace que el hombre
inserto en la gran sociedad se cobije bajo techo de la ley y le permita de esa forma vivir en
dignidad. El estado a través de la división de poderes garantiza la vida ciudadana y sobre
todo el intercambio de bienes y servicios en un mercado libre pero sometido a normas de
recto comportamiento que dan el marco jurídico adecuado a la vida social ,en el respeto a
los pactos, la propiedad y la aversión al fraude.

Fuente. Economía y Derecho. La Ley Bs. As. 2018

Bibliografía Primera Parte

Appiah, K. (2007). La ética de la identidad (1a ed.). Buenos Aires: Latingráfica.

Bobbio, N. (1981). Presente y porvenir de los derechos humanos. En: Anuario de


derechos humanos, N. 1. Madrid.

Bourdieu, P. (1984). Sociología y Cultura. México, D.F.: Grijalbo.

Kant, Inmanuel (1995). Fundamentación de la metafísica de las costumbres.


Madrid: espasacalpe.

10
Levinas, E. (2001). Entre nos. Ensayos para pensar en el otro. Valencia: pretextos.

Martínez, V. (2013). Reflexiones sobre la dignidad humana en la actualidad.


Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 136, 39–67. Tomado de
http://biblio.juridicas.unam.mx/revista/pdf/DerechoComparado/136/art/art2.pdf

Mill, J.(1970) Sobre la libertad. Madrid, Alianza Editorial

Naciones Unidas (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos.

Tealdi, J. (2008). Diccionario latinoamericano de bioética. Diccionario


Latinoamericano de Bioética. Bogotá: UNESCO; Universidad Nacional de
Colombia.

BIBLIOGRAFÍA Segunda Parte

Bibliografía citada.

Ludwig Von Mises. La acción humana .Tratado de economía. 4° Edición. Unión editorial
Madrid. 1986. Pág. 259-260

Friedrich A. Hayek. Derecho. Legislación y Libertad . Vol II. 2° Ed. Union Ed. 1988. Pág.
24 - 26

Geoffrey Brennan. James Buchanan. La razón de las normas. Economía Política


Constitucional. Unión Editorial. Madrid 1987. Página 72

Bibliografía de consulta

Coase, Ronald. El problema del coste social Hacienda Pública española N° 68 Madrid
1981

Corona Ramón, Juan Francisco Una introducción a la teoría de la decisión pública


(Public choise) Instituto Nacional de Administración pública. Madrid España 1987

11
Cheung, Steven. El mito del coste social . Crítica a la economía del bienestar Unión
Editorial . Madrid 1980

González Nieves, Isabel Cristina

Estudios de Economía y Derecho. Editorial Heliasta. Buenos Aires Argentina 2008

Análisis Económico del Derecho Ambiental. Editorial Heliasta. Buenos Aires Argentina
2008

Karataev, Ryndina, Stepanov y otros. Historia de las Doctrinas Económicas. Vol. I y II


Ciencias Económicas y Sociales. México 1964

Pigou , A.C. La economía del bienestar Editorial Aguilar Madrid 1946.

12

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