Dignidad (2723)
Dignidad (2723)
Primera Parte
El concepto surge del vocablo en latín dignitas, que a su vez deriva de dignus, que
representa una posición de prestigio o decoro, lo que implica que alguien merece
o es, valioso, apreciado, precioso o merecedor (Martínez, 2013). En otros términos
cuando se habla de dignidad se entiende que alguien tiene dignidad cuando se es
tratado como lo que se es.
Aunque la definición puede resultar relativamente sencilla al entender que “se trata
a alguien por lo que se es”, resulta complejo plantear que se es y así mismo
encontrar un trato que se acomode a esta definición. Por otra parte, comprender lo
que se es implica desde el plano histórico tres concepciones, que son a su vez
desde las que se ha abordado el concepto de dignidad; según Martínez (2013)han
sido cuatro: 1) político-social; 2) religiosa o teológica; 3) ontológica y 4) ética,
personal y social en el sentido de la autonomía.
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La dignidad vista desde una perspectiva político social ha implicado históricamente
todo tipo de diferenciaciones que de acuerdo a cada periodo ha tomado un
nombre diverso. En tiempos de expansión imperialista como el periodo romano,
las personas del imperio poseían una dignidad atribuida por su grandeza como
pueblo expansionista, asignándose el nombre de ciudadanos como forma de
diferenciación con quienes no lo eran.
Por otra parte, la perspectiva de la dignidad asumida desde una visión ontológica,
tiene su origen en el desarrollo filosófico presente en la edad media, en donde se
concibió la dignidad humana en lo que el ser humano es, en sus propias
características sin tener en cuenta su origen, filiación religiosa o cualquier
condición diferencial. En términos de Martínez (2013) “A partir de este momento el
ser humano es digno por sí mismo, con independencia del aprecio, reconocimiento
o valoración social, o de su vínculo con la divinidad. Lo humano, la naturaleza
humana es concebida con una dignidad y un valor intrínsecos.”
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Por último, aparece la concepción ética, personal y social en el sentido de la
autonomía. Desde esta perspectiva la dignidad se sustenta en las capacidades
racionales de los seres humanos que se hacen visibles en la autonomía y la
libertad.
“En el reino de los fines todo tiene o bien un precio o bien una dignidad.
Aquello que tiene un precio puede ser sustituido por algo equivalente; en
cambio, lo que se encuentra por encima de todo precio y, por tanto, no
admite nada equivalente, eso tiene una dignidad. Aquello que se refiere a las
inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio de mercado; aquello
que, sin suponer una necesidad, se conforma a cierto gusto, es decir, a una
satisfacción producida por el simple juego, sin fin alguno, de nuestras
facultades, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición
para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene meramente un valor relativo
o preciso, sino un valor interno, esto es, dignidad”.
Con base en estos principios autores como John Stuart Mill(1970) resaltan la
importancia de mantener la individualidad como fundamento de la dignidad en
tanto el ser humano sea capaz de elegir sobre su propia vida. Llegando a este
punto de los principios liberales que se adoptaron desde el siglo XVIII, es
necesario preguntarse acerca de la relación que se establece en la dignidad
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humana y el Estado que desde una concepción ontológica defiende la
individualidad y las libertades de manera independiente de aspectos políticos,
sociales, culturales o religiosos.
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Aunque no se establece con claridad que se entiende por dignidad humana siendo
un concepto abstracto e indeterminado, no por ello como lo menciona Tealdi
(2008) “resulta incoherente en su origen ya que emerge estrechamente ligada a
unos hechos históricos y sociales que la inundan de lógica, racionalidad y
prudencia.” (p. 274)
“No se trata tanto de saber cuáles y cuántos son estos derechos, cuál es su
naturaleza y su fundamento, si son derechos naturales o históricos,
absolutos o relativos, sino cuál es el modo más seguro para garantizarlos,
para impedir que, a pesar de las declaraciones solemnes, sean
continuamente violados”
SEGUNDA PARTE
El mercado y el trabajo
El mercado tiene como pauta la actividad, no surge de ningún plan no tiene finalidad ni
propósito, no se rige por escala de valores ni por objetivos jerarquizados. El mayor
beneficio del orden de mercado es que permite a los hombre convivir y servirse
mutuamente, es decir tener una vida digan sin ponerse de acuerdo en fines últimos,
evitando las fricciones sociales.
Cuanto mayores sean las diferencias de necesidades y de fines es mucho más probable
que se beneficien, es importante entonces el rol del meta-mercado, ese conjunto de normas
aceptadas que nos permiten intercambiar en base al consentimiento. Eso delimita entonces
la acción humana en base a la libertad de elección. Las normas de conducta
correspondientes a la Sociedad no pretenden plasmar específicos y previsibles resultados,
son más bien hechos capaces de propiciar el logro de una amplia gama de metas.
( Friedrich A. Hayek 1988).
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El mercado permite así a muchos hombres convivir aunque no participen de fines comunes,
les permite convertirse en interlocutores y no en rivales frente a los mismos recursos.
Es una relación de medios que concilia objetivos, y las personas se benefician de los
acuerdos. El mercado se parece así más a un juego de intercambio, creador de riqueza,
donde no se sabe qué fines se seguirán y que beneficios tendrá cada uno. Lo importante es
fijar las reglas para que haya oportunidades iguales para sacar ventajas del intercambio.
El mercado logra el éxito no porque la gente trabaje mucho sino que ofrezca lo que otros
desean, interfiriendo lo menos posible en los deseos de terceros, y en lugar y tiempos justos
para satisfacer a los miembros de la sociedad.
El salario
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para el desarrollo de su Ley de la Plusvalía, como ley fundamental de la forma de
producción capitalista y para hacer ver que en el propio capitalismo la ley del valor se
transforma y se expresa como ley del precio de producción (costo de producción más la
ganancia media).
La contratación colectiva: deprimidos los niveles de salarios durante el siglo XIX, y las
exhortaciones de los socialistas, condujeron a la progresiva unificación de los trabajadores
en gremios y sindicatos, constituyendo un monopolio de la oferta de trabajo, cuyo poder se
encuentra limitado por la elasticidad de la demanda que representa casa empleador o el
conjunto de empleadores que pueden también actuar concertadamente. Si la demanda de
trabajo es elástica la imposición de un nivel elevado de salario por el gremio se sostendrá a
costa de la desocupación de gran número de trabajadores. Pero si es inelástica la imposición
del mismo nivel de salario podría lograrse con una contratación mínima del hasta entonces
vigente nivel de ocupación.
Fijación por el Estado: El estado puede ser árbitro o conciliador o asumir un completo
dirigismo en materia salarial y fijar compulsivamente el nivel salarial. El salario es un
elemento poderoso en el aumento de la producción del trabajo y permite conciliar los
intereses de los trabajadores con el Estado en muchos casos. La desocupación tecnológica
trae desplazamiento de trabajadores por la incorporación progresiva e incesante de
máquinas y procedimientos que promueven la disminución de unidades de factor trabajo.
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Las obligaciones del gobierno
Nos preguntamos qué función desempeña una determinada norma en el contexto del
sistema y en qué medida puede la misma representar una aporte al orden social existente,
e intentar su perfeccionamiento. Esto será viable en la medida en que simultáneamente se
guarde el debido respeto a todo el restante esquema normativo. Nunca resultará posible
establecer sobre las bases meramente racionales todo el conjunto de normas del sistema por
estar vedado a la mente humana alcanzar el contenido de cuantas experiencia intervinieron
en su estructuración pero es un sistema de valores que trasmitido de generación en
generación ha demostrado ser capaz de orientar el comportamiento humano a nivel
comunitario.
El Estado
La justicia
“En el modelo abstracto de una economía competitiva, cada uno de los participantes
ignora que está implicado en una interacción social” (Geoffrey Brennan, James Buchanan
1987)
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Frente al problema de los efectos externos de las acciones humanas la Justicia tiene un
papel mucho más eficiente en la resolución de los conflictos, frente a la misma resolución
por parte del Estado. La justicia desde el punto de vista de la información, es mucho más
eficiente ya que se encuentra cerca de las partes afectadas y sabe mejor que nadie cual es la
parte afectada.
Conclusiones
La sociedad industrial impuso nuevas relaciones económicas, la tecnología dio valor y
rehízo los dones de la naturaleza. Los hombres así construyeron y destruyeron cultura. El
amparo del derecho y la continua definición y redefinición de normas hace que el hombre
inserto en la gran sociedad se cobije bajo techo de la ley y le permita de esa forma vivir en
dignidad. El estado a través de la división de poderes garantiza la vida ciudadana y sobre
todo el intercambio de bienes y servicios en un mercado libre pero sometido a normas de
recto comportamiento que dan el marco jurídico adecuado a la vida social ,en el respeto a
los pactos, la propiedad y la aversión al fraude.
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Levinas, E. (2001). Entre nos. Ensayos para pensar en el otro. Valencia: pretextos.
Bibliografía citada.
Ludwig Von Mises. La acción humana .Tratado de economía. 4° Edición. Unión editorial
Madrid. 1986. Pág. 259-260
Friedrich A. Hayek. Derecho. Legislación y Libertad . Vol II. 2° Ed. Union Ed. 1988. Pág.
24 - 26
Bibliografía de consulta
Coase, Ronald. El problema del coste social Hacienda Pública española N° 68 Madrid
1981
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Cheung, Steven. El mito del coste social . Crítica a la economía del bienestar Unión
Editorial . Madrid 1980
Análisis Económico del Derecho Ambiental. Editorial Heliasta. Buenos Aires Argentina
2008
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