Silencio en Logia
Silencio en Logia
Silencio en Logia
SILENCIO EN LOGIA
Saber callar no es menos importante, que saber hablar y este último arte, no puede apreciarse
a la perfección sin antes habernos adiestrado en el primero, rectificando por medio de la
escuadra de la reflexión, todas nuestras expresiones verbales instintivas.
El que calla, oye las voces que armónicamente hablan en su interior. Apaciguados sus
sentidos y extinguida por momento, la comunicación con el interior, se logra una relación
con el misterio de lo infinito, predisponiéndose a recibir las manifestaciones que emanan
de las obras artísticas y filosóficas.
Las grandes producciones e investigaciones se han logrado estando sus autores encerrados
en el silencio, del silencio “interior", del aislamiento, de la abstracción completa. El
"ruido externo", no cuenta para el hombre que está encerrado en su mundo interior.
En la antigüedad, el beneficio que produce el silencio, fue comprendido por Pitágoras,
quien expresó: "El silencio es obra más fecunda, que los juegos y malabares de tantas
energías gastadas en discursos, que son un mar de palabras y un desierto de ideas".
Pero hay silencios de silencios. El silencio que no es impuesto a la fuerza y que nace del
temor, el que valiéndose de represiones de cualquier índole, amordaza nuestras palabras y
no deja expresar libremente nuestros pensamientos, arrebata al hombre una de sus más
preciadas conquistas, expresar libremente sus ideas.
Los estados de concentración y de freno, impuestos por la racionalidad a exaltaciones
afectivas, hacen del silencio una palabra interior, una conversación consigo mismo, que
convierte al hombre de siervo de sus pasiones, en dueño de sí mismo.
Saber hablar y saber argumentar, son cosas necesarias en nuestras relaciones humanas, pero
esto poco sirve en circunstancias donde lo útil es callar.
Para los masones, el silencio encierra una gran virtud: nos concentramos a nosotros mismos,
para adentrarnos con toda la fuerza de nuestro espíritu, en la práctica de nuestra doctrina.
No en vano la primera palabra que pronuncia el respetable Maestro al iniciar los trabajos;
SILENCIO: "estamos en Logia, queridos hermanos".
Aislando nuestras preocupaciones fútiles y prevaleciendo en nuestras mentes el silencio
interior, necesario para absorber las enseñanzas masónicas, ayudando a desarrollar con
mayor claridad las ideas y conceptos que exponemos en nuestras tenidas.
El silencio y la compostura que deben imperar siempre en todos los actos y reuniones
masónicos, debemos tenerlos en todo momento, ya sea en la sociedad profana, en el seno de
nuestras logias y debemos hacerlo así, para que en nuestros templos exista una verdadera
seriedad y orden que nos ayuden a perfeccionar día a día nuestra piedra en bruto.
Nuestra querida Orden nos enseña a darle un valor justo y preciso al silencio. En nuestros
deberes masónicos figura como una de sus principales recomendaciones para mejorar nuestra
condición humana, pulirla y elevarla por encima de nuestros defectos y pasiones.
El silencio bien practicado, se eleva al rango de virtud, gracias a la cual se corrigen
muchos defectos, aprendiendo a ser prudente e indulgente con las faltas que se observan.
Por eso la Francmasonería simboliza con la llana, con la cual debemos extender en silencio,
una capa sobre los defectos de nuestros semejantes.
Debemos hablar sólo cuando con las palabras hacemos labor constructiva, contribuyendo a
enmendar errores o a esclarecer conceptos. Sólo entonces cumple la palabra su cabal y
perfecta misión, vertiendo el consuelo y la luz en las almas.
El silencio guardado en algunos casos, puede contribuir a encubrir malas acciones o
pensamientos torcidos, en ese caso, debemos desterrarlo valientemente, para encender la
luz de la verdad con nuestras palabras.
No podríamos cerrar este trabajo, sin antes señalar el deber que nos impone nuestra Augusta
Orden de guardar silencio, cuando se trata de nuestras prácticas y doctrinas.
Al respecto, creo de interés reproducir algunos de los conceptos que sobre esta materia
han escrito los queridos hermanos Adolfo Terrones y Alfonso León en su valioso libro "Los
33 Temas del Aprendiz Masón" y que son los siguientes:
…Si sois masón; guardad silencio absoluto, que oídos profanos nos escuchan. Acordaos de
vuestro juramento…
…Vicio, es el hábito de contentar nuestros deseos, hábito que pervierte los instintos…
…La indiscreción es un vicio del que habéis abjurado ante el Ara, sed fieles a vuestros
juramentos…
…La palabra es plata, el silencio es oro; acumulad este último guardando silencio, sobre
todo lo que viereis y oyereis en vuestra logia…
…El primer deber de un masón, es un silencio absoluto…
…Si no queréis sufrir las consecuencias, mantened el secreto de todo lo que ocurra en las
logias…
…Vuestra indiscreción os haría aparecer indignos de pertenecer a una sociedad de hombres
honrados…
…Las conversaciones, para ser discretas, deben ser producto del lugar, del momento y del
medio…
…Los asuntos masónicos están reservados para la logia y en tenida abierta…
Se ha tratado de sintetizar en esta breve exposición, las diferentes apreciaciones sobre
el silencio y del papel que éste desempeña en nuestra Institución. Siendo que la disciplina
del silencio es una de las enseñanzas fundamentales de la Masonería, practiquemos un
silencio constructivo, para bien de nuestra querida Orden, por ende, de la humanidad.
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Ramiro Martínez Verduzco