2plan de Estudios para La Educadora 2011-17-26

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Programa de estudio 2011 / Guía para la Educadora

Preescolar

P ropósitos de la educación preescolar

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L os propósitos que se establecen en el programa constituyen el principal compo-


nente de articulación entre los tres niveles de la Educación Básica y se relacionan
con los rasgos del perfil de egreso de la Educación Básica.
Al reconocer la diversidad social, lingüística y cultural que caracteriza a nuestro
país, así como las características individuales de las niñas y los niños, durante su trán-
sito por la educación preescolar en cualquier modalidad –general, indígena o comuni-
taria– se espera que vivan experiencias que contribuyan a sus procesos de desarrollo
y aprendizaje, y que gradualmente:

• Aprendan a regular sus emociones, a trabajar en colaboración, resolver conflictos


mediante el diálogo y a respetar las reglas de convivencia en el aula, en la escuela
y fuera de ella, actuando con iniciativa, autonomía y disposición para aprender.
• Adquieran confianza para expresarse, dialogar y conversar en su lengua materna;
mejoren su capacidad de escucha, y enriquezcan su lenguaje oral al comunicarse
en situaciones variadas.
• Desarrollen interés y gusto por la lectura, usen diversos tipos de texto y sepan
para qué sirven; se inicien en la práctica de la escritura al expresar gráficamente
las ideas que quieren comunicar y reconozcan algunas propiedades del sistema
de escritura.
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• Usen el razonamiento matemático en situaciones que demanden establecer rela-


ciones de correspondencia, cantidad y ubicación entre objetos al contar, estimar,
reconocer atributos, comparar y medir; comprendan las relaciones entre los datos
de un problema y usen estrategias o procedimientos propios para resolverlos.
• Se interesen en la observación de fenómenos naturales y las características de los
seres vivos; participen en situaciones de experimentación que los lleven a descri-
bir, preguntar, predecir, comparar, registrar, elaborar explicaciones e intercambiar
opiniones sobre procesos de transformación del mundo natural y social inmediato,
y adquieran actitudes favorables hacia el cuidado del medio.
• Se apropien de los valores y principios necesarios para la vida en comunidad,
reconociendo que las personas tenemos rasgos culturales distintos, y actúen con
base en el respeto a las características y los derechos de los demás, el ejercicio
de responsabilidades, la justicia y la tolerancia, el reconocimiento y aprecio a la
diversidad lingüística, cultural, étnica y de género.
• Usen la imaginación y la fantasía, la iniciativa y la creatividad para expresarse por
medio de los lenguajes artísticos (música, artes visuales, danza, teatro) y apreciar
18 manifestaciones artísticas y culturales de su entorno y de otros contextos.
• Mejoren sus habilidades de coordinación, control, manipulación y desplazamiento;
practiquen acciones de salud individual y colectiva para preservar y promover una
vida saludable, y comprendan qué actitudes y medidas adoptar ante situaciones
que pongan en riesgo su integridad personal.
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B ases para el trabajo en preescolar

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E l logro de los propósitos de un programa educativo se concreta en la práctica,


cuando existe un ambiente propicio y se desarrollan acciones congruentes con
esos propósitos.
La finalidad de este apartado es brindar un referente sobre algunas características
de las niñas y los niños y sus procesos de aprendizaje, para orientar la organización y
el desarrollo del trabajo docente, así como la evaluación del aprendizaje y de las for-
mas en que se propicia. También se destacan algunas condiciones que favorecen la
eficacia de la intervención educativa en el aula y una mejor organización del trabajo en
la escuela.
El compartir determinados principios, asumirlos en el actuar pedagógico y com-
prometerse con ellos, favorece las condiciones para el intercambio de información y
coordinación entre las docentes, además de que fortalece las formas de trabajo con-
certadas que propicien un verdadero trabajo de gestión escolar.
Las bases que se proponen son un referente para que cada educadora reflexione
acerca de su práctica, y también para la reflexión colectiva del personal docente y
directivo sobre el sentido que se da, en los hechos, al conjunto de actividades que se
realiza en cada centro de educación preescolar. Aunque su expresión concreta se da en
el conjunto del acontecer educativo cotidiano, se ha considerado importante organizar
las bases en tres grandes rubros: “Características infantiles y procesos de aprendiza-
je”, “Diversidad y equidad”, e “Intervención educativa”, que se explican enseguida.
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Características infantiles y procesos de aprendizaje

1. Las niñas y los niños llegan a la escuela con conocimientos


y capacidades que son la base para continuar aprendiendo
Al ingresar a la escuela, las niñas y los niños tienen conocimientos, creencias y suposi­
ciones sobre el mundo que los rodea, las relaciones entre las personas y el compor-
tamiento que se espera de ellos, y han desarrollado, con diferente grado de avance,
competencias que serán esenciales para su desenvolvimiento en la vida escolar. A
cualquier edad, los seres humanos construyen su conocimiento; es decir, hacen suyos
saberes nuevos cuando los pueden relacionar con lo que ya sabían.
Esta relación puede tomar distintas formas: confirma una idea previa y la precisa;
la extiende y profundiza su alcance, o bien modifica algunos elementos al mostrar su in-
suficiencia; conduce a quien aprende a convencerse de que es errónea y a adoptar una
noción distinta, que le permite tener más coherencia y mayor posibilidad de explicación.
Este mecanismo de aprendizaje es el que produce la comprensión y permite que el sa-
20 ber se convierta en parte de una competencia que utilizamos para pensar, hacer frente
a nuevos retos cognitivos, actuar y relacionarnos con los demás.
Un desafío profesional para la educadora es mantener una actitud de observación
e indagación constante en relación con lo que experimenta en el aula cada uno de sus
alumnos. Al tratar un tema o realizar una actividad es conveniente que se plantee pregun-
tas cuya respuesta no es simple; por ejemplo: ¿qué saben y qué se imaginan las niñas
y los niños sobre lo que se desea que aprendan? ¿Realmente lo comprenden? ¿Qué
“valor agregado” aporta a lo que ya saben? ¿Qué recursos o estrategias contribuyen a
que se apropien del nuevo conocimiento?
Esta perspectiva demanda una práctica distinta de la tradicional y, en ciertos mo-
mentos, representa un avance más lento del que quizá haya planeado, pero favorece
la promoción de un aprendizaje real y duradero.

2. Las niñas y los niños aprenden en interacción con sus pares


En la educación preescolar suelen darse formas de intervención que parten de con-
cepciones en que se asume que la educación es producto de una relación entre los
adultos que saben y las niñas y los niños que no saben; sin embargo, hoy se reconoce
el papel relevante que tienen las relaciones entre iguales en el aprendizaje. Al respecto
se señalan dos nociones: los procesos mentales como producto del intercambio y de la
relación con otros, y el desarrollo como un proceso interpretativo y colectivo en el cual
las niñas y los niños participan activamente en un mundo social en que se desenvuel-
ven y que está lleno de significados definidos por la cultura.
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Cuando las niñas y los niños se enfrentan a situaciones que les imponen retos y
demandan que colaboren entre sí, conversen, busquen y prueben distintos procedi-
mientos y tomen decisiones, ponen en práctica la reflexión, el diálogo y la argumenta-
ción, capacidades que contribuyen al desarrollo cognitivo y del lenguaje.
La participación de la educadora consistirá en propiciar experiencias que fomen-
ten diversas dinámicas de relación en el grupo escolar, mediante la interacción entre
pares (en pequeños grupos y/o el grupo en su conjunto). En otros casos, su sensibili-
dad le permite identificar los intercambios que surgen por iniciativa de las niñas y los
niños e intervenir para alentar su fluidez y sus aportes cognitivos.
En estas oportunidades, los alumnos encuentran grandes posibilidades de apo-
yarse, compartir lo que saben y aprender a trabajar de forma colaborativa.

3. El juego potencia el desarrollo y el aprendizaje


en las niñas y los niños
El juego tiene múltiples manifestaciones y funciones, ya que es una forma de actividad
que permite a los niños la expresión de su energía y de su necesidad de movimiento, al 21
adquirir formas complejas que propician el desarrollo de competencias.
En el juego no sólo varían la complejidad y el sentido, sino también la forma de par-
ticipación: individual (en que se pueden alcanzar altos niveles de concentración, elabo-
ración y “verbalización interna”), en parejas (se facilitan por la cercanía y compatibilidad
personal), y colectivos (exigen mayor autorregulación y aceptación de las reglas y sus re-
sultados). Las niñas y los niños recorren esta gama a cualquier edad, aunque se observa
una pauta de temporalidad que muestra que los alumnos más pequeños practican con
más frecuencia el juego individual o de participación más reducida y no regulada.
En la edad preescolar y en el espacio educativo, el juego propicia el desarrollo
de competencias sociales y autorreguladoras por las múltiples situaciones de inte-
racción con otros niños y los adultos. Mediante éste, las niñas y los niños exploran y
ejercitan sus competencias físicas, e idean y reconstruyen situaciones de la vida social
y familiar en que actúan e intercambian papeles. También ejercen su capacidad ima-
ginativa al dar a los objetos comunes una realidad simbólica distinta de la cotidiana y
ensayan libremente sus posibilidades de expresión oral, gráfica y estética.
Una forma de juego que ofrece múltiples posibilidades es el juego simbólico; es
decir, situaciones que las niñas y los niños “escenifican” adquieren una organización
más compleja y secuencias más prolongadas; los papeles que cada quien desempeña
y el desarrollo del argumento se convierten en motivos de un intenso intercambio de
propuestas de negociación y acuerdos entre los participantes.
Durante la práctica de juegos complejos, las habilidades mentales de las niñas y
los niños tienen un nivel comparable al de otras actividades de aprendizaje: uso del
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lenguaje, atención, imaginación, concentración, control de los impulsos, curiosidad,


estrategias para la solución de problemas, cooperación, empatía y participación en
grupo.
En la educación preescolar, una de las prácticas más útiles para la educadora
consiste en orientar a las niñas y los niños hacia el juego, ya que puede alcanzar niveles
complejos por la iniciativa que muestran. En ocasiones, las sugerencias de la maestra
propiciarán la organización y focalización del juego, y en otras su intervención se dirigi-
rá a abrir oportunidades para que fluya espontáneamente.

Diversidad y equidad

4. La educación inclusiva implica oportunidades formativas


de calidad para todos
La educación es un derecho fundamental y una estrategia para ampliar oportunidades,
22 instrumentar las relaciones interculturales, reducir las desigualdades entre grupos so-
ciales, cerrar brechas e impulsar la equidad. En este sentido, la educación preescolar, al
igual que los otros niveles educativos, reconoce la diversidad que existe en nuestro país
y el sistema educativo hace efectivo este derecho, al ofrecer una educación pertinente
e inclusiva.

• Pertinente porque valora, protege y desarrolla las culturas y sus visiones y conoci-
mientos del mundo, mismos que se incluyen en el desarrollo curricular.
• Inclusiva porque se ocupa de reducir al máximo la desigualdad del acceso a las
oportunidades y evita los distintos tipos de discriminación a los que están expues-
tos niñas, niños y adolescentes.

México es un país multicultural, entendido como sistemas de creencias y valores,


formas de relación social, usos y costumbres, y formas de expresión que caracterizan
a un grupo social. Las culturas pueden estar asociadas con la pertenencia a un grupo
étnico; también pueden vincularse con la región de residencia o las formas de vida y
trabajo. En los pueblos originarios, una característica central es una lengua materna
propia, con distintos grados de preservación y coexistencia con el español.
El reconocimiento y el respeto a la diversidad cultural constituyen un principio de
con­vivencia, delimitado por la vigencia de los derechos humanos y, en especial, los de las
niñas y los niños. Es necesario que las educadoras desarrollen empatía hacia las formas
culturales presentes en sus alumnos, que con frecuencia son distintas de las suyas. A
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partir de dicha empatía puede incorporar a las actividades de aprendizaje elementos de la


realidad cotidiana y de las expresiones de la cultura que les son familiares a los alumnos,
ya que al hacerlo favorece su inclusión al proceso escolar y la valoración de los rasgos
de su cultura.

5. La atención de las niñas y los niños con necesidades


educativas especiales, con o sin discapacidad,
y con aptitudes sobresalientes
La educación procurará atender a las niñas y los niños de manera adecuada y de acuer-
do con sus propias condiciones, con equidad social; además, tratándose de menores
de edad con o sin discapacidad, y con aptitudes sobresalientes, propiciará su inclusión
en los planteles de Educación Básica regular y brindará orientación a los padres o tuto-
res, así como a las docentes y demás personal de las escuelas que los atienden.
Lo anterior implica tener presente que las niñas y los niños que tienen alguna dis-
capacidad (intelectual, sensorial o motriz), o aptitud sobresaliente, deben encontrar en
la escuela un ambiente que propicie su aprendizaje y participación. 23
Es necesario que las educadoras identifiquen las barreras que pueden interferir en
el aprendizaje de sus alumnos y empleen estrategias diferenciadas para promover y am-
pliar, en la escuela y las aulas, oportunidades de aprendizaje, accesibilidad, participación,
autonomía y confianza para combatir y erradicar actitudes de discriminación.
La disposición de la educadora y de la escuela son esenciales para atender a las ni-
ñas y los niños con necesidades educativas especiales, lo que implica un trabajo colabo-
rativo entre la escuela, el grupo y los padres. Adicionalmente, es necesario que la escuela
se vincule con los servicios de apoyo a la educación y cree redes con otros sectores.

6. La igualdad de derechos entre niñas y niños se fomenta


desde su participación en actividades de socialización y aprendizaje
En el proceso de construcción de su identidad, las niñas y los niños aprenden y asumen
formas de ser, sentir y actuar consideradas como femeninas y masculinas en una socie-
dad. En el tipo de relaciones y prácticas socializadoras que se dan en el medio familiar,
desde edades tempranas las niñas y los niños empiezan a interiorizar ideas y pautas de
conducta particulares que la familia espera de ellos de acuerdo con su sexo.
La equidad de género significa que todas las personas tienen los mismos dere-
chos para desarrollar sus potencialidades y capacidades, y acceder por igual a las
oportunidades de participación en los distintos ámbitos de la vida social, sin importar
si se es hombre o mujer.
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Desde esta perspectiva, la educación preescolar como espacio de socialización


y aprendizaje tiene un papel importante en el reconocimiento de las capacidades de
niñas y niños. En este sentido, el principio de equidad se concreta cuando las prácticas
educativas promueven su participación equitativa en todo tipo de actividades: jugar
con pelotas, correr durante el recreo o en otros momentos, trepar, organizar los mate-
riales en el aula y colaborar para limpiar las áreas de trabajo, manipular instrumentos en
situaciones experimentales, asumir distintos roles en los juegos de simulación, tomar
decisiones y, sobre todo, hablar y expresar ideas en la clase que son, entre otras, acti-
vidades en las que mujeres y hombres deben participar por igual, porque este tipo de
experiencias fomentan la convivencia y es donde aprenden a ser solidarios, tolerantes,
a actuar en colaboración, a rechazar los estereotipos sociales y la discriminación.

Intervención educativa

24 7. Fomentar y mantener en las niñas y los niños


el deseo de conocer, así como el interés
y la motivación por aprender
En las niñas y los niños pequeños el interés es situacional, ya que emerge frente a lo
novedoso, lo que sorprende, lo complejo, lo que le plantea cierto grado de incertidum-
bre y le genera motivación; en ello se sustenta el aprendizaje.
Incorporar los intereses de los niños al proceso educativo implica desafíos que
deben ser resueltos durante la intervención de la educadora, teniendo presente que:

• No siempre logran identificar y expresar lo que les interesa saber entre las opciones
posibles o acerca de algo que no conocen.
• Las cosas o problemas que les preocupan a veces responden a intereses pasajeros,
otras se trata de preguntas profundas y genuinas, pero que rebasan su capacidad de
comprensión y las posibilidades de respuesta en el grupo.
• En el grupo hay intereses distintos y con frecuencia incompatibles.

Para atender estos desafíos, la educadora debe orientar, precisar, canalizar y nego-
ciar esos intereses hacia lo que formativamente es importante, así como procurar que al
introducir una actividad, ésta sea relevante y despierte el interés, encauce su curiosidad
y propicie su disposición por aprender. Para lograrlo, es necesario que reflexione sobre
los intereses y la motivación de sus alumnos, como base para planificar la intervención
educativa.
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8. La confianza en la capacidad de aprender


se propicia en un ambiente estimulante en el aula y la escuela
El desarrollo equilibrado de las competencias de las niñas y los niños requiere que en el
aula exista un ambiente estable: en primer lugar, que la educadora sea consistente en
su trato con ellos, en las actitudes que adopta en su intervención educativa y en los
criterios con que procura orientar y modular las relaciones entre sus alumnos.
En un ambiente que proporcione seguridad y estímulo será más factible que las
niñas y los niños adquieran valores y actitudes que pondrán en práctica en las activida-
des de aprendizaje y formas de participación escolar, ya que cuando son alentadas por
la educadora y compartidas por sus alumnos, el grupo se convierte en una comunidad
de aprendizaje.
Un ambiente de este tipo favorece la disposición a explorar, individualmente o en
grupo, las soluciones a los retos que les presenta una actividad o un problema, a optar
por una forma de trabajo y valorar su desarrollo para persistir o enmendar. Las niñas
y los niños aprenderán a pedir orientación y ayuda, y a ofrecerla; se darán cuenta de
que al actuar y tomar decisiones pueden fallar o equivocarse, sin que esto afecte su
confianza ni la posibilidad de mejorar en su desempeño. 25
Al participar en esa comunidad, el niño adquiere confianza en su capacidad para
aprender y se da cuenta de que los logros son producto del trabajo individual y colec-
tivo. En una etapa temprana, lo deseable es que aprenda gradualmente a mirar con
atención su proceso de trabajo y a valorar diferencialmente sus resultados; esa posibi-
lidad está influida por los juicios de la educadora y la interacción en el grupo, y si el niño
percibe que al valorar su desempeño y el de sus compañeros hay justicia, congruencia,
respeto y reconocimiento del esfuerzo, identificará que la evaluación es una forma de
colaboración que no lo descalifica.

9. La intervención educativa requiere de una planificación flexible


La planificación de la intervención educativa es indispensable para un trabajo docente
eficaz, ya que permite a la educadora definir la intención y las formas organizativas
adecuadas, prever los recursos didácticos y tener referentes claros para evaluar el
proceso educativo de los alumnos que conforman su grupo escolar. Los aprendizajes
esperados y las competencias son el referente para organizar el trabajo docente.
La planificación es un conjunto de supuestos fundamentados que la educadora
considera pertinentes y viables para que niñas y niños avancen en su proceso de apren-
dizaje; debe considerar que el trabajo con ellos es un proceso vivo, de ahí que sea
necesaria la apertura a la reorientación y al ajuste, a partir de la valoración que se vaya
haciendo en el desarrollo de la actividad misma.
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Por ejemplo, si la educadora decide trabajar en el campo formativo Lenguaje y


comunicación, y después de aplicar la evaluación inicial considera que es prioritario
fomentar que sus alumnos narren sucesos reales e imaginarios, tiene a su disposición
diversas opciones: como punto de partida puede utilizar la lectura de un libro infantil
y pedir a un alumno que narre un suceso que despertó su interés; sin embargo, an-
tes de seleccionar y diseñar la actividad, debe tener claro cuál es el nivel de dominio
expresivo y comprensivo de sus alumnos, para decidir si la narración se referirá a un
suceso real o una historia imaginaria; cómo organizará al grupo, y cuál tema piensa
que despertará más el interés en los niños, entre otras. Una vez resuelto lo anterior,
planificará la actividad (acciones, secuencia, tiempo, medios, recursos y criterios para
la evaluación).
Otra cuestión que la educadora debe decidir es el tipo de intervención que ten-
drá durante el desarrollo de las actividades, ya que a veces será necesaria una mayor
presencia y dirección de su parte, y otras será más adecuado dejar fluir la actividad y
mantenerse “en la periferia”, pero podrá modificarla de acuerdo con la forma en que se
desarrollen las actividades y los alumnos se involucren en ellas.
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10. La colaboración y el conocimiento mutuo entre la escuela


y la familia favorece el desarrollo de niñas y niños
Los efectos formativos de la educación preescolar sobre el desarrollo de las niñas y los
niños serán más sólidos en la medida en que, en su vida familiar, tengan experiencias
que refuercen y complementen el trabajo que la educadora realiza con ellos.
Para fortalecer la participación de los padres, el personal directivo y docente de
preescolar debe tomar la iniciativa a partir de organizar una actividad sistemática de in­
formación y acuerdo dirigido no sólo a las madres y los padres sino también a los demás
miembros de la familia que puedan participar en una labor de apoyo educativo.
Es necesario que las familias conozcan la relevancia de la educación preescolar
en el marco de la Educación Básica y el sentido que tienen las actividades cotidianas
que ahí se realizan para el desarrollo de los alumnos; comprender esto es la base de
la colaboración familiar. Por ejemplo: asegurar la asistencia regular de las niñas y los
niños, la disposición para leerles en voz alta, conversar con ellos, atender sus pregun-
tas, y apoyarlos en el manejo de dificultades de relación interpersonal y de conducta.
En síntesis, que la participación plena de la familia es fundamental para el aprendizaje
de los niños.

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