Hablar Sobre El Delito. El Lenguaje de La Justicia Penal
Hablar Sobre El Delito. El Lenguaje de La Justicia Penal
Hablar Sobre El Delito. El Lenguaje de La Justicia Penal
SOLAN
PETER M. TIERSMA
Marcial Pons
MADRID | BARCELONA | BUENOS AIRES | SÃO PAULO
2018
Pág.
AGRADECIMIENTOS.................................................................................... 11
Pág.
4.
perfiles étnicos......................................................................... 67
5.
conclusión................................................................................... 71
1.
Solicitar el derecho a un abogado............................. 77
2.
El significado de «interrogatorio»............................ 85
3.
El interrogatorio y el problema de las confe-
siones falsas................................................................................ 89
4.
Conclusión................................................................................... 96
1.
La aparición de Miranda....................................................... 99
2.
LA LECTURA DE LOS Derechos............................................... 100
3.
Sospechosos poco inteligentes o con proble-
mas mentales............................................................................... 103
4.
MENORes........................................................................................... 108
5.
Sospechosos que no tienen el inglés como idio-
ma nativo....................................................................................... 110
6.
Acusados sordos....................................................................... 114
7.
¿Cómo puede mejorarse la comprensión?................. 117
8.
conclusión................................................................................... 121
1.
Olvídese de ello: la memoria humana para el
discurso literal........................................................................ 130
2.
La respuesta del sistema judicial: BASTA CON el
contenido MATERIAL............................................................... 136
2.1. Testimonio policial de lo que dijo el acusado............................ 137
2.2. Informadores en prisión............................................................. 143
3.
delitos cometidos por medio del lenguaje sin
lenguaje......................................................................................... 146
4.
conclusión................................................................................... 149
1.
Criterios jurídicos para identificar a los ha-
blantes............................................................................................ 153
Pág.
1.1.
Garantías procesales................................................................... 153
1.2.
Voces grabadas........................................................................... 158
2.
Investigación en el reconocimiento de voz y
fiabilidad de las identificaciones................................ 162
2.1.
Familiaridad................................................................................ 163
2.2.
Tiempo de exposición................................................................ 165
2.3.
Retraso........................................................................................ 167
2.4.
Estado emocional y tono de voz................................................ 168
2.5.
El problema del fingimiento...................................................... 170
2.6.
Otras variables lingüísticas......................................................... 172
2.7.
La confianza del testigo.............................................................. 173
3.
La identificación del hablante POR UN experto.... 175
3.1.
Identificación auditiva realizada por expertos.......................... 175
3.2.
Prueba espectrográfica............................................................... 178
4.
Conclusión................................................................................... 186
Pág.
Capítulo x. Amenazas........................................................................ 247
1. ¿En qué consiste una amenaza?....................................... 248
2. Amenazas indirectas y ambiguas.................................... 254
3. Hipérbole política................................................................... 257
4. Conclusión................................................................................... 261
10
Este libro ha estado mucho tiempo en proceso, y son muchas las per-
sonas que nos han ayudado. Nos gustaría agradecer especialmente a las
personas que leyeron desinteresadamente nuestros primeros manuscritos y
nos formularon sus observaciones: Kenworthey Bilz, Margaret Berger, Bob
Freidin, Susan Herman, Laurie Levenson y Michael Risinger. También es-
tamos muy agradecidos con nuestras instituciones respectivas, la Facultad
de Derecho de Brooklyn y la Facultad de Derecho de Loyola, por su apoyo
incondicional a este proyecto al proporcionarnos becas de investigación de
verano, asistentes de investigación y, sobre todo, muestras de ánimo. So-
lan llevó a cabo alguno de los trabajos que aparecen en el libro cuando fue
profesor visitante en el Departamento de Psicología de la Universidad de
Princeton. Deseamos también agradecer a dicha institución, y especialmente
a John Darley. La Facultad de Derecho de Loyola ayudó a Tiersma a través
de la beca Joseph Scott.
Muchos asistentes de investigación colaboraron en la preparación del
libro, incluidos los estudiantes de la Facultad de Derecho de Loyola y los
graduados Scott Bishop, Ana de Santiago, Irene Farinas y Heidi Brooks;
y los estudiantes de Derecho de Brooklyn y los graduados Tara Lombardi,
Marji Molavi, Jerry Steigman y Stacey Winograd.
Se publicaron fragmentos de los capítulos iii y iv en nuestro artículo
de 2004: «Cops and Robbers: Selective Literalism in American Criminal
Law», el cual aparecía en la revista Law and Society Review, 38, p. 229. El
capítulo vii es un resumen de nuestro artículo «Hearing Voices: Speaker
Identification in Court», que se publicó en Hastings Law Journal, 54,
pp. 373 y ss.
Este libro trata el acatamiento por parte del sistema de Derecho penal de
nociones profundamente arraigadas sobre el lenguaje, muchas de las cuales
sabemos que son erróneas. Las personas no siempre entienden sus derechos,
aunque les hayan hecho la advertencia Miranda y digan que sí. Cuando un
sospechoso quiere hablar con un abogado durante un interrogatorio poli-
cial, no siempre se acepta la petición, más aún si las palabras del sospecho-
so no son exactas y directas. Los testigos no suelen recordar las voces que
escucharon en alguna situación de estrés, aunque estén seguros de que sí lo
hicieron. Tampoco es probable que recuerden las palabras exactas que escu-
charon, aunque testifiquen que sí las recuerdan. Los miembros del jurado e
incluso los testimonios periciales no siempre logran identificar de forma co-
rrecta al autor de un documento anónimo, como por ejemplo de una nota de
rescate, basándose en la comparación del documento con escritos conocidos
por haber sido realizados por el acusado. El lenguaje jurídico no siempre es
tan sencillo como muchos jueces parecen creer, como muy bien dejó ver el
debate acerca de si el presidente Clinton cometió falso testimonio o no. Hay
muchos más ejemplos como este.
Con bastante frecuencia, las interpretaciones erróneas sobre el lenguaje
pueden afectar al resultado de un caso. Un hecho clave en el juicio por el se-
cuestro y asesinato del bebé de los Lindberg, que desembocó en la ejecución
en 1936 de Bruno Hauptmann, fue el recuerdo que tenía Charles Lindbergh
de una voz que había escuchado muy brevemente años atrás. No nos pro-
nunciamos sobre si Hauptmann era culpable o no; pero si Lindbergh real-
mente pudo haber identificado aquella voz tiene su importancia. Asimismo,
importa si los expertos con formación fonética pueden identificar voces, tal
como demuestran los últimos debates sobre si las cintas de audio contienen
sin lugar a dudas la voz de Osama bin Laden. Del mismo modo, es una
cuestión importante si el sistema debería aceptar conocimientos lingüísticos
especializados sobre la autoría. Identificar al autor de la nota de rescate del
asesinato de JonBenét Ramsey que sigue sin resolver, establecer quién escri-
14
15
Parece increíble que alguien que sabe que lleva un alijo en el coche «per-
mita» que la policía lo registre. Sin embargo, esto es exactamente lo que
pasa a diario en un sinfín de encuentros entre la policía y los ciudadanos
en los Estados Unidos. En el capítulo III analizamos este enigma desde la
perspectiva del lenguaje. Demostramos con herramientas de la pragmática
1
Véase Schneckloth v. Bustamonte, 412 U.S. 218 (1973).
2
People v. Krueger, 412 N.E.2d 537, 538-39 (iii, 1980).
18
Miranda? ¿Cuál debería ser la norma para permitir que estas confesiones se
utilicen en un tribunal?» 3.
2. Pruebas lingüísticas
Otro punto importante de interacción entre el lenguaje y el Derecho
penal es la prueba lingüística. En sentido amplio, casi cualquier alocución
o escrito podría considerarse una prueba lingüística. En cierta medida, aquí
nos centramos casi exclusivamente en los temas lingüísticos que influyen
en qué prueba podría ser admitida en un juicio. Tratamos aspectos como la
capacidad de los testigos para recordar palabras exactas, lo bien que las per-
sonas pueden identificar a otra persona por su voz, y si se puede identificar
a alguien por su letra.
Una vez que un sospechoso es imputado, se le denomina «acusado».
Como hemos señalado, en muchos casos supone un problema el lenguaje
empleado o por la policía o por el acusado en relación con un registro o
una confesión a los que luego el acusado hace frente en el juicio. En oca-
siones, estos encuentros han sido grabados, aunque a menudo no lo son.
Es una lástima, porque hay mucho en juego en las palabras exactas que se
emplean.
Cuando no hay grabación, las personas implicadas deben dar testimonio
a partir de lo que recuerdan que se dijo. Observe la siguiente escena:
«Un hombre es acusado de robo y encarcelado a la espera de juicio.
En el juicio, su compañero de celda declara, a cambio de una reducción de
condena, que el acusado confesó y dijo que el dinero que había robado en
el banco lo empleó en comprar ropa nueva. No puede recordar las palabras
exactas del acusado, pero de cualquier modo se le permite testificar sobre
el contenido principal de la confesión. El abogado defensor es incapaz de
repreguntarle al compañero de celda con eficacia sobre las palabras que
el acusado pronunció en esa presunta confesión, porque el compañero de
celda nunca acreditó las palabras textuales del acusado. ¿Debería el siste-
3
Véase Segerstrom v. State, 783 S.W.2d 847 (Ark. 1990), relativo a un acusado de quince años
con trastorno de déficit de atención y una edad mental de seis años.
19
4
United States v. Hamilton, 107 F.3d 499, 510 (7th Cir. 1997).
5
Véase United States v. Knox, No. 97-5492, 1998 U.S. App. LEXIS 27655 (6th Cir. 1998).
20
6
De esta propuesta habla Eagleson, R. (1994), en «Forensic Analysis of Personal Written
Texts: A Case Study», en Language and the Law, pp. 362-73 [John Gibbons (ed.), 1994].
21