Evau para Vagos. 2024

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EVAU PARA VAGOS.

2024

ATENCIÓN- INSTRUCCIONES.

Este documento pretende cubrir todas las problemáticas que podrían caer en la EVAU, de forma
estratégica.

A excepción de la Filosofía Contemporánea, que se podría elegir entre preparar a Marx o a


Nietzsche o combinar las problemáticas, el resto de épocas son abordadas en este documento,
bien a partir de todas las problemáticas de un autor (Antigua y Medieval) o bien combinándolas
a partir de dos autores (Moderna).

Contenido
1. FILOSOFÍA ANTIGUA .............................................................................................................. 1
1.1 PLATÓN................................................................................................................................ 1
2. FILOSOFÍA MEDIEVAL ................................................................................................................ 3
2.1 SAN AGUSTÍN ...................................................................................................................... 3
3. FILOSOFÍA MODERNA................................................................................................................ 6
3.1. DESCARTES ......................................................................................................................... 6
3.2. KANT ................................................................................................................................... 7
4. FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA .................................................................................................. 9
4.1 MARX ................................................................................................................................... 9
4.2 NIETZSCHE ......................................................................................................................... 10

1. FILOSOFÍA ANTIGUA

1.1 PLATÓN

PROBLEMÁTICA DE LA REALIDAD

La teoría de las Ideas de Platón pretende responder a ciertas cuestiones ontológicas herencia
de Sócrates y de la filosofía presocrática. Platón se basa en la influencia de Sócrates y los
pitagóricos para desarrollar su teoría de las Ideas, y establece que las Ideas son las causas de
las cosas, es decir, sus formas o modelos.

Para Platón las ideas son realidades inmateriales, eternas, universales e independientes de
la mente humana. Estas Ideas, también conocidas como “Eidos” o formas, representan
conceptos como la Justicia, la Verdad, la Belleza y el Bien. Platón sostiene que las Ideas son la
verdadera realidad, mientras que las cosas sensibles son simplemente copias imperfectas de
estas Ideas. La relación entre el mundo sensible y el mundo de las Ideas se explica a través de
la imitación y la participación. La imitación implica que las cosas sensibles son copias
imperfectas de las Ideas perfectas, mientras que la participación establece que las cosas
participan del ser de las Ideas.

Platón sitúa las Ideas en un mundo de esencias eternas, invisibles y dotadas de un modo de
existencia diferente al de las cosas concretas, denominado mundo de las ideas. Este mundo
está jerárquicamente organizado, con la Idea de Bien ocupando el lugar más destacado.
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Además, las Ideas son únicas, inmutables, eternas y solo pueden ser aprehendidas por la razón,
no por los sentidos.

En función de lo anteriormente expuesto, la teoría de las Ideas de Platón representa un


dualismo ontológico entre el mundo sensible y el mundo de las Ideas, donde las Ideas son la
verdadera realidad, inmutables, eternas y universales, mientras que las cosas sensibles son
copias imperfectas. La relación entre estos dos mundos se explica a través de la imitación y la
participación, y las Ideas son la base de la existencia y la comprensión de la realidad.

PROBLEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO

La filosofía socrática influye de forma insoslayable en la teoría del conocimiento platónica, al


igual que Sócrates, Platón es defensor de la inmortalidad del alma y como su maestro considera
que “saber es recordar”, una idea conocida como anámnesis. Según la propuesta platónica, el
alma preexistía en el mundo de las Ideas, donde adquirió conocimiento, y al encarnarse en el
cuerpo, recuerda este conocimiento a través de la reminiscencia.

En el libro VI de La República, Platón expone el símil de la línea para exponer los distintos
grados de conocimiento en función de los grados de ser: el conocimiento del mundo sensible
y el del mundo inteligible.

El conocimiento del mundo sensible se divide en opinión (doxa) y conocimiento discursivo


(dianoia), mientras que el conocimiento del mundo inteligible se divide en ciencia (episteme)
e inteligencia pura (noesis). Este tipo de conocimiento representa el más elevado al que puede
aspirar el ser humano es conocido como dialéctica y consiste en ascender a partir de los objetos
físicos hasta las Ideas, para después alcanzar la Idea primordial que da sentido y orden al resto
de las Ideas. Este camino puede completarse en sentido contrario o descendente, pasando de la
Idea primordial al resto de las Ideas que están conectadas entre sí.

En el diálogo denominado “El Banquete”, Platón aborda el amor desde una perspectiva
epistemológica. Considerando la noción de amor como una fuerza que impulsa a los seres hacia
la perfección, representada por la Idea de Bien. Este impulso lleva a los seres de lo exterior a lo
interior y de lo interior a lo superior. Pasa de esta manera, de los cuerpos bellos a las almas
bellas, de ahí a las ciencias bellas y de estas a la Belleza en sí misma, es decir, a la idea de Belleza,
que se identifica con el Bien y con el Ser.

PROBLEMÁTICA DE LA ÉTICA

Platón mantenía el intelectualismo moral de Sócrates, según el cual, el que conoce el Bien,
obra bien y el que obra mal lo hace por ignorancia. Cuando se conoce en que consiste el bien,
necesariamente se actúa bien. De ahí que la cuestión fundamental de la ética resida en conocer
la Idea de Bien. Como hemos visto anteriormente, existe un largo proceso hasta llegar a conocer
esa idea (ascensión dialéctica). Si solo unos pocos son capaces de ascender a la idea de Bien,
¿cómo deben comportarse los demás? Cada tipo de alma va asociado a un tipo de vida y a cada
vida va asociada una virtud.

En consecuencia, una persona en la que predomina el alma racional será buena si cultiva su
inteligencia. La virtud (areté) que se corresponde con esta parte del alma es la prudencia o
sabiduría práctica constituye la virtud propia del alma racional. Su misión es regular el
conjunto de las acciones humanas, cumpliendo un papel directivo sobre la vida moral. Le
corresponde también poner orden en los pensamientos, disponer al alma para huir del mundo
de las apariencias y preparada para la contemplación de las Ideas.

Cuando en alguien destaca el alma irascible, la virtud que debe esforzarse en desarrollar es la
fortaleza haciendo que el hombre se sobreponga al sufrimiento y al dolor y que sacrifique los
placeres cuando sea necesario para cumplir el deber.
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Finalmente, aquellos en los que predomina el alma apetitiva deben cultivar la moderación o
templanza, para no dejarse dominar por los deseos. Le corresponde regular los actos del alma
concupiscible, poniendo orden, armonía y moderación en las actividades propias de la parte
inferior del hombre. Por encima de todas estas virtudes se encuentra la justicia, que engloba a
todas las demás. Para que en un individuo reine la justicia es preciso que el alma racional
domine a las otras, es decir, que exista una armonía individual que generará armonía
colectiva.

PROBLEMÁTICA DE LA POLÍTICA

Platón, en La República aborda el problema de la política y la estructura ideal del Estado


considerando al hombre como un ser social por naturaleza y estableciendo una clara
correlación entre el alma y el Estado. Según Platón, la sociedad se origina para satisfacer las
necesidades humanas y cualquier modelo social necesita organización y estructura para su
supervivencia y desarrollo. El Estado ideal, según Platón, es aquel en el que sus ciudadanos
son virtuosos, y presenta un paralelismo total entre el alma, la ética y la política.

Platón propone una estructura política en la que existen tres clases sociales: la clase de bronce
o la de los artesanos y productores, la clase de plata o la de los guardianes, y la clase de oro
o de los gobernantes. Cada una de estas clases tiene su correspondencia con las partes del alma
humana. Los gobernantes, según Platón, deben ser los más sabios y proceder de los guardianes
perfectos, quienes tras un período de educación llegarán a ser filósofos casi perfectos. Establece
que el filósofo es el mejor capacitado para gobernar, ya que conoce mejor que nadie el Bien y la
Justicia.

Para preparar a cada miembro de la sociedad para el desempeño de sus funciones, Platón
propone que el Estado se ocupe de la educación, especialmente de los guardianes y los
gobernantes. Todos los ciudadanos deben aprender gimnasia y música, y solo los más aptos son
seleccionados mediante exigentes pruebas físicas e intelectuales para prepararse para ejercer
la virtud de la fortaleza como guardianes. Los mejores de estos prolongarán su educación entre
los 20 y 35 años consolidando sus conocimientos de matemáticas y dialéctica, para desempeñar
su labor de gobernantes de la Polis.

En función de lo anteriormente expuesto, Platón defiende que, al igual que el alma y sus
correspondientes virtudes deben desarrollarse de manera armoniosa, en la Polis cada
miembro de la sociedad debe realizar la tarea que tiene encomendada según sus condiciones.
Cada clase social ocupa su lugar y así se asegura la armonía del Estado y su buen
funcionamiento.

2. FILOSOFÍA MEDIEVAL
2.1 SAN AGUSTÍN
PROBLEMÁTICA DE LA REALIDAD

San Agustín, destacado pensador de la Edad Media, abordó la relación entre fe y razón de
manera innovadora al proponer que la razón no busca demostrar la existencia de la fe, sino su
racionalidad. Partiendo del concepto de creación divina ex nihilo, introdujo una perspectiva
revolucionaria en el pensamiento cristiano, contrastando con la idea griega de la eternidad de
la materia. Este enfoque creacionista se refleja en la concepción de un Universo ordenado con
Dios como su principio y finalidad.

La síntesis entre cristianismo y platonismo fue fundamental en el pensamiento agustiniano,


donde la razón colabora con la fe para alcanzar la verdad última, Dios. Inspirado en el
neoplatonismo de Plotino, adoptó la idea de las tres Hipóstasis para explicar la realidad: el
Uno como la realidad suprema, la inteligencia como la coherencia armoniosa y el alma
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como la conexión entre la inteligencia y el mundo material. Esta filosofía le permitió superar
su antiguo maniqueísmo y entender el mal como una privación del bien.

Dios, para San Agustín, representa la realidad inmutable, siendo la verdad absoluta y el
fundamento de todas las verdades. Utilizando el argumento de las "verdades eternas",
demostró racionalmente la existencia de Dios, cuya esencia se caracteriza por la
inmutabilidad, la necesidad y la eternidad. Esta inmutabilidad divina contrasta con la
mutabilidad esencial de las criaturas, estableciendo a Dios como la perfección misma.

En cuanto a la visión de la historia, propuso una perspectiva lineal que parte de la creación y
culmina en el Día del Juicio final, donde Dios dirige todo el proceso como el gran arquitecto.
La Patrística, con su enfoque en la colaboración entre fe y razón, influyó en la consolidación de
estas premisas teológicas, destacando la importancia de la interpretación racional de la fe. San
Agustín promovió la idea de "creer para entender", enfatizando la complementariedad entre
la fe y la razón en la búsqueda de la verdad.

PROBLEMÁTICA DE DIOS

San Agustín, destacado pensador de la Edad Media, abordó la relación entre fe y razón de
manera innovadora al proponer que la razón no busca demostrar la existencia de la fe, sino su
racionalidad. Partiendo del concepto de creación divina ex nihilo, introdujo una perspectiva
revolucionaria en el pensamiento cristiano, contrastando con la idea griega de la eternidad de
la materia. Este enfoque creacionista se refleja en la concepción de un Universo ordenado con
Dios como su principio y finalidad.

La síntesis entre cristianismo y platonismo fue fundamental en el pensamiento agustiniano,


donde la razón colabora con la fe para alcanzar la verdad última, Dios. Inspirado en el
neoplatonismo de Plotino, adoptó la idea de las tres Hipóstasis para explicar la realidad: el
Uno como la realidad suprema, la inteligencia como la coherencia armoniosa y el alma
como la conexión entre la inteligencia y el mundo material. Esta filosofía le permitió superar
su antiguo maniqueísmo y entender el mal como una privación del bien.

Dios, para San Agustín, representa la realidad inmutable, siendo la verdad absoluta y el
fundamento de todas las verdades. Utilizando el argumento de las "verdades eternas",
demostró racionalmente la existencia de Dios, cuya esencia se caracteriza por la
inmutabilidad, la necesidad y la eternidad. Esta inmutabilidad divina contrasta con la
mutabilidad esencial de las criaturas, estableciendo a Dios como la perfección misma.

En cuanto a la visión de la historia, propuso una perspectiva lineal que parte de la creación y
culmina en el Día del Juicio final, donde Dios dirige todo el proceso como el gran arquitecto.
La Patrística, con su enfoque en la colaboración entre fe y razón, influyó en la consolidación de
estas premisas teológicas, destacando la importancia de la interpretación racional de la fe. San
Agustín promovió la idea de "creer para entender", enfatizando la complementariedad entre
la fe y la razón en la búsqueda de la verdad.

PROBLEMÁTICA DEL SER HUMANO

San Agustín, destacado pensador y teólogo del siglo IV, planteó una visión dualista de la
naturaleza humana, donde el ser humano es una combinación de cuerpo y alma. Para él, el
mal era el problema central, atribuyendo la inclinación al mal a raíz del pecado original, que
dejó heridas como la ignorancia y la concupiscencia en la humanidad.

El pecado original afectó la relación del hombre con Dios, pero San Agustín destacaba que, a
pesar de ello, el ser humano sigue orientado hacia lo divino y posee una racionalidad que lo
distingue en la creación. Para explicar el mal físico, se basó en el platonismo, considerando que
el mal es la ausencia de bien, una carencia o privación, desafiando así la visión dualista de
principios opuestos.
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En cuanto al alma, San Agustín la concebía como espiritual, simple e inmortal, unida
accidentalmente a un cuerpo mortal. Descartó la idea de que el cuerpo fuera intrínsecamente
malo, ya que, según la fe cristiana, Dios no crea el mal. Sin embargo, el cuerpo puede representar
un obstáculo para la salvación debido al pecado original. Respecto al origen del alma, San
Agustín cuestionó entre el traducianismo y el creacionismo, rechazando la preexistencia y
transmigración de las almas por ser contrarias a la doctrina cristiana.

El destino final del alma, según San Agustín, es el encuentro con Dios tras la muerte del
cuerpo. Sin embargo, debido al pecado original, la humanidad no puede salvarse por sus
propios medios, necesitando la gracia divina otorgada a través de la fe. La voluntad humana,
libre y dirigida hacia Dios, busca la felicidad y debe seguir las reglas prácticas que reflejan la
ley divina para alcanzar la redención.

PROBLEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO

San Agustín enfatiza la importancia de buscar la verdad y el conocimiento de Dios a través


de la introspección y la iluminación divina. El hombre, como ser creado por Dios, tiene la
capacidad de buscar la verdad y el conocimiento de Dios a través de la introspección y el
amor espiritual.

El concepto de la iluminación divina es central en el pensamiento de San Agustín. Él rechaza la


idea de que el alma pueda salvarse por sí sola y enfatiza la necesidad de la gracia divina. La
gracia es vista como una ayuda especial de Dios que impulsa al conocimiento de la existencia y
la esencia divina. San Agustín defiende la libertad humana, pero reconoce la inclinación del
ser humano hacia los bienes perecederos, lo que requiere la necesidad de la gracia para conocer
a Dios en el interior del hombre.

La relación entre el alma y Dios es descrita como una iluminación natural, donde la verdad
reside en el espíritu del hombre y se irradia desde Dios. San Agustín elabora la Teoría de la
iluminación para explicar cómo el alma puede conocer las ideas eternas que residen en la
mente de Dios. Esta teoría se opone a la idea de una iluminación sobrenatural o revelación, y
se basa en la conexión intrínseca entre el espíritu humano y la verdad divina.

En base a lo anteriormente expuesto podría concluirse que el pensamiento de San Agustín se


centra en la importancia de la introspección, el amor espiritual, la gracia divina y la
iluminación natural como elementos fundamentales en la búsqueda de la verdad y el
conocimiento de Dios. Su enfoque en la conexión entre el alma y Dios, así como la necesidad de
la gracia para alcanzar la verdad, refleja su profunda influencia en la teología y la filosofía
cristiana.

PROBLEMÁTICA DE LA ÉTICA

La ética de San Agustín es una síntesis de platonismo y cristianismo. El fin último de la vida
humana es la consecución de la felicidad y ésta consiste en la salvación. Es decir, la felicidad
no es asequible en la existencia terrena y sólo puede alcanzarse en la otra vida, en el encuentro
con Dios. Para salvarse hay que practicar la virtud que consiste en dar primacía al alma sobre
el cuerpo. El principal obstáculo para conseguirlo son los deseos corporales (concupiscencia)
y la ignorancia, ambos efectos del pecado original. La virtud se logra con el amor a Dios, del
cual surge el amor a nuestros semejantes, y con el conocimiento o esfuerzo permanente de la
razón por alcanzar las verdades eternas. Además, para alcanzar la virtud se necesita la ayuda
de la gracia divina, un don sobrenatural que Dios otorga gratuitamente a cambio de una fe
auténtica.

San Agustín se interesó también por la existencia del mal (en qué consiste, de dónde proviene
y por qué lo permite Dios). Según él, Dios no puede haber creado algo malo, Dios sólo crea cosas
buenas, por tanto, lo que llamamos mal es simplemente una carencia o privación de ser.
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Respecto al mal moral, el que el hombre hace, es decir el pecado, es la consecuencia del libre
albedrío. Dios nos ha hecho libres y por ello nuestras buenas acciones tienen gran valor, pero
como contrapartida también podemos escoger obrar mal. Es la libre voluntad de cada uno la
que escoge cómo obrar. Se rompe así con el Intelectualismo moral de los griegos que hacía
depender el obrar bien del conocimiento del bien.

3. FILOSOFÍA MODERNA
3.1. DESCARTES
PROBLEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO

El método de Descartes, esencial en la filosofía moderna, se caracteriza por la duda metódica


como punto de partida. Descartes propone cuestionar todo conocimiento previo, incluyendo
los datos sensoriales y las verdades matemáticas, en busca de una certeza absoluta. Esta
duda no conduce al escepticismo, sino a la afirmación del "cogito ergo sum" como primera
verdad indubitable.

Descartes equipara la razón con el proceder lógico-matemático, resaltando la importancia


de la intuición intelectual y la deducción en la búsqueda de verdades incuestionables. Su
método, influenciado por la ciencia, busca establecer fundamentos sólidos para el
conocimiento. La evidencia clara y distinta se convierte en el criterio de verdad, marcando
un giro subjetivista en la epistemología moderna.

La hipótesis del genio maligno plantea la posibilidad de ser engañado incluso en las verdades
matemáticas, lo que lleva a Descartes a cuestionar la objetividad del conocimiento. Sin
embargo, al descubrir qué dudar implica pensar y, por ende, existir, establece el pensamiento
como punto de partida irrefutable.

El método cartesiano, expuesto en El discurso del método, se basa en cuatro reglas que guían
la búsqueda de la verdad. Estas reglas incluyen la intuición intelectual para captar conceptos
simples sin error, la deducción para derivar verdades a partir de otras, y la evidencia clara y
distinta como criterio de verdad.

Descartes enfatiza la importancia de orientar la investigación primero hacia el sujeto y luego


hacia el exterior, destacando la necesidad de fundamentar la verdad en el pensamiento
individual. Su enfoque racionalista se aleja de la certeza en el mundo exterior y se centra en
la evidencia subjetiva como base del conocimiento.

En base a lo anteriormente expuesto, se podría concluir que, el método de Descartes, con su


duda metódica y su énfasis en la razón y las matemáticas, marca un hito en la filosofía
moderna al establecer un camino hacia la verdad basado en la certeza subjetiva y la evidencia
clara y distinta.

PROBLEMÁTICA DE DIOS

En los albores de la Filosofía Moderna, Descartes pretende utilizar su método para


reconstruir el edificio de la metafísica, cuyos pilares residían en no cuestionar determinados
dogmas del cristianismo, como la existencia de Dios. Basándose en un proceder lógico
matemático, Descartes deduce la idea de dios a partir de la idea de "pienso, luego existo", una
idea que considera evidente por sí misma y a la que llega tras aplicar su duda metódica.

Descartes inicia su razonamiento afirmando la existencia de la sustancia pensante, el alma,


como una entidad independiente del cuerpo. Esta primera etapa de la deducción se basa en la
idea de que el pensamiento es completamente distinto de lo material, lo que sugiere la existencia
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e inmortalidad del alma. Sin embargo, esta primera deducción conlleva el problema del
solipsismo, es decir, no poder demostrar nada más allá de la sustancia pensante

Por ello, posteriormente, Descartes se adentra en la necesidad de demostrar la existencia del


mundo externo, lo cual requiere primero establecer la existencia de Dios. En este segundo
momento deductivo, Descartes argumenta que la existencia de ideas innatas, como las
nociones matemáticas o la idea de infinito, demuestra la existencia de un ser perfecto e
infinito, es decir, Dios. La existencia de estas ideas innatas, según Descartes, apunta hacia la
existencia de un ser supremo que garantiza la veracidad de nuestras percepciones y
pensamientos.

La existencia de Dios, como ser perfecto e infinito, elimina la posibilidad de ser engañados,
ya que su bondad y poder perfectos no permitirían que nos equivoquemos en nuestras
percepciones. Por lo tanto, la existencia de Dios actúa como garante de la verdad y
confiabilidad de nuestras ideas claras y distintas sobre el mundo exterior.

En base a lo anteriormente expuesto, se podría concluir que, Descartes establece una secuencia
deductiva en la que, a partir del cogito, deduce la existencia del alma como sustancia
pensante, luego la existencia de Dios como ser perfecto e infinito, y finalmente la existencia
del mundo externo. La existencia de ideas innatas, la perfección divina y la garantía de la
verdad de nuestras percepciones son elementos clave en la construcción del sistema
metafísico cartesiano.

3.2. KANT
PROBLEMÁTICA DE LA ÉTICA

Kant contrapone su propia ética a todas las anteriores, que denomina éticas materiales porque
dependen de la existencia de bienes, cosas buenas para los hombres. Estas éticas comienzan
determinando cuál es este bien (la felicidad, el placer, la beatitud) y establecen las normas o
preceptos adecuados para alcanzarlo. De este modo, los preceptos de toda ética material son
imperativos hipotéticos. La propuesta kantiana para solventar este problema es el imperativo
categórico. Este imperativo no se basa en deseos o inclinaciones, sino que establece reglas que
deben cumplirse por sí mismas, lo que lo hace autónomo en lugar de heterónomo.

Kant sostiene que el imperativo categórico es un fin en sí mismo, producido por la voluntad
racional de los hombres, lo que implica que los hombres deben ser tratados como un fin en sí
mismo y no como un medio para alcanzar un fin.

Kant también introduce la noción de dignidad (kantiana) y la fórmula de autonomía, que


prescribe el respeto al derecho de actuar de forma autónoma de los demás. Además, introduce
los postulados de la razón práctica, que incluyen la libertad, la inmortalidad y la existencia de
Dios. Estos postulados son necesidades subjetivas que se derivan del problema de la
teodicea, que se convertirá en antropodicea, en Kant y que son fundamentales para la
existencia de la virtud y la moralidad.

Kan basa el imperativo categórico en lo que se conoce como rigorismo kantiano, este, se
refiere a la idea de actuar por deber, independientemente de las consecuencias de los actos.
Kant distingue entre acciones contrarias al deber, conformes al deber y por el deber,
afirmando que el valor moral de las dos primeras formas de actuar depende de las
consecuencias de los actos, mientras que el deber es el fundamento de la acción.

En base a lo anteriormente expuesto, se podría concluir que, la ética kantiana se basa en el


imperativo categórico, que establece reglas autónomas que deben cumplirse por sí mismas,
sin depender de deseos o inclinaciones. Además, Kant introduce los postulados de la razón
práctica, como necesarios para la existencia de la virtud y la moralidad. Por otra parte, el
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rigorismo kantiano enfatiza la importancia de actuar por deber, independientemente de las
consecuencias de las acciones.

PROBLEMÁTICA DE LA POLÍTICA

Kant expone su idea de la Ilustración como la salida de la minoría de edad del hombre,
abogando por la liberación de la sociedad de las supersticiones, prejuicios y fanatismos a
través de la razón y la autonomía del pensamiento.

Desde un punto de vista contractualista, Kant afirma que el Estado se fundamenta en el vínculo
jurídico formal de un contrato que garantice los derechos naturales de los individuos, siendo
el principal derecho el de la libertad. Su concepción del Estado es la del republicanismo,
abogando por un gobierno representativo con separación de poderes y oponiéndose a
cualquier forma despótica de gobierno.

Kant también defiende un moralismo político, enfrentándose a las doctrinas coetáneas que
defendían una separación entre moral y derecho. Propone una "moralización de la política"
y afirma que "toda política debe arrodillarse ante lo correcto".

En cuanto a su cosmopolitismo político, Kant extiende su teoría contractualista y su idea de


progreso a su teoría político-jurídica interestatal, proponiendo que al igual que los
individuos se vinculan en un pacto social para desarrollar y progresar, los estados también
deberían unirse en una comunidad internacional proponiendo la formación de una liga de
naciones, en la que los estados se unan voluntariamente para garantizar la paz, la no
intromisión entre estados y la desintegración de los ejércitos permanentes.

PROBLEMÁTICA DEL SER HUMANO

Kant considera que la filosofía debe responder a estas tres cuestiones: << ¿Qué puedo saber?,
<< ¿qué debo hacer? >>, << ¿Qué me cabe esperar?>>, que pueden sintetizarse en una cuarta
<< ¿Qué es el hombre?>>. Por ello, podría considerarse la filosofía kantiana como una
antropología.

Con respecto al primer interrogante - << ¿Qué puedo saber?>>-, la Crítica de la Razón Pura
establecía la distinción entre fenómeno y noúmeno. Esta distinción implicaba que toda la
realidad – incluido el ser humano- posee un ámbito fenoménico y un ámbito nouménico. En
cuanto al ámbito fenoménico, todos los objetos están sometidos a las leyes deterministas de
la naturaleza, lo que implica ausencia de libertad. Por tanto, el ser humano, en tanto que
fenómeno, no es libre.

Con respecto al segundo interrogante -<< ¿Qué debo hacer?>>-, la Crítica de la Razón Práctica
establece la existencia de la libertad humana como postulado de la razón práctica; la libertad
como condición de posibilidad de la moralidad y la moralidad como noticia del hecho moral.

El ser humano, por tanto, en cuanto que noúmeno es un ser libre y moral. Al mismo tiempo,
en una de las formulaciones del imperativo categórico, Kant aporta una de las contribuciones
más importantes de la ética en cuanto a la dignidad del ser humano. Recordemos, en este
sentido, la influencia de Rousseau en su pensamiento: es la moralidad, no el conocimiento, el
que revaloriza la dignidad humana. La dignidad humana consiste en que el ser humano, en tanto
que ser racional, es valioso en sí y por sí mismo, lo que obliga a que tratemos a los demás, y a
nosotros mismos, como fines y no únicamente como medios. Por ello, el valor de las personas
es absoluto y el valor de las cosas, relativo.
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4. FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
4.1 MARX
PROBLEMÁTICA DE LA POLÍTICA

Marx explica los cambios que se dan en la historia, así como las revoluciones políticas y
sociales desde el materialismo histórico. Según esta corriente, la base de la sociedad está
determinada por las relaciones de producción y las fuerzas productivas, formando la
infraestructura económica. Esta infraestructura condiciona la superestructura, que incluye
aspectos como la estructura jurídica, política e ideológica.

La tesis fundamental del materialismo histórico es que el modo de producción de la vida


material determina el proceso social, político y espiritual. Desde esta perspectiva, la lucha de
clases, entre la clase dominante y la clase dominada es el motor de la historia, ya que las
contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción conducen a
cambios sociales y revoluciones.

Marx analiza la economía capitalista postulando que, al cosificarse su trabajo, el trabajador


dentro de este sistema de producción se encuentra alienado. En cuanto a la naturaleza, en esta,
también se produce una sobreexplotación, al ser utilizados los recursos naturales
inadecuadamente. Estas dos premisas serán la base para que Marx considere que las propias
contradicciones internas del sistema de producción capitalista le llevarán inevitablemente a su
fin, cuando se den las condiciones históricas necesarias.

Por ello, el objetivo final del materialismo histórico es la instauración de una sociedad
comunista, donde desaparezcan la propiedad privada, las clases sociales y la alienación. En esta
sociedad, las personas trabajarán según sus capacidades y recibirán según sus necesidades,
logrando la plena realización humana. La superación del capitalismo y la llegada del comunismo
se darán a través de la acción revolucionaria del proletariado y de la transformación de las
relaciones de producción dando lugar a una sociedad más justa y equitativa y liberando al
hombre de la alienación fruto del sistema de producción capitalista.

PROBLEMÁTICA DE LA RELIGIÓN

Marx aborda la problemática de la religión desde la alienación ideológica. Esta consiste en


el ocultamiento y justificación de la alienación económica por parte del derecho, el Estado, la
moral el arte, la religión, la filosofía y la cultura en general. Según Marx, la alienación social y
política, y, en último término, la alienación económica origina un conjunto de
representaciones ideológicas (ideas, mitos, símbolos, conceptos, etc.) que ocultan, justifican y
dan una imagen falsa de las condiciones reales en las que se desarrolla la vida de los hombres.
De este modo, la ideología enmascara y desfigura la situación real de alienación en la que viven
los hombres y se convierte, por ello, en alienación ideológica. Así pues, el examen marxista de la
alienación ideológica constituye, en cierto modo, una teoría crítica del conocimiento.

Las principales formas de alienación ideológica son la alienación religiosa y la alienación


filosófica. La religión no es constitutiva del hombre, sino que tiene una estrecha relación con
la organización económica, social y política. La raíz del hecho religioso es la alienación
económica.

En primer lugar, la religión es la justificación ideológica del orden vigente y, en segundo lugar,
le proporciona estabilidad en la medida en que la liberación que ofrece no tiene lugar en este
mundo ni supone una transformación de la realidad. La religión es, por tanto, una forma de
alienación, porque conduce a la resignación, la justificación trascendente de la injusticia
económica y a la búsqueda de consuelo en la promesa de una compensación en el más allá del
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sufrimiento, la opresión y la explotación actuales. La crítica a la religión de Marx tiene, por
consiguiente, un carácter económico, social y político que Feuerbach no desarrolló. Para
Marx, la supresión de la alienación religiosa sólo se logrará mediante la transformación
económica, es decir, con la praxis.

PROBLEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO

Marx aborda la problemática del conocimiento desde su crítica a la ideología y desde el


concepto de alienación. Según Marx, la conciencia, lo que piensan los hombres, es un
producto social. Asimismo, entiende por ideología del modo restringido y negativo, es decir,
como un conjunto de ideas falsas y falsificadoras. La función de la ideología es, pues, ocultar
y justificar las circunstancias reales, sociales e históricas de los hombres, que reciben el nombre
de alienación.

El concepto de «alienación» es utilizado tanto por Hegel como por Feuerbach. Sin embargo,
Marx lo dota de un nuevo sentido. La alienación radical del hombre es, según Marx, la
alienación económica, es decir, la alienación del trabajo. Mediante el trabajo, el hombre
debería realizarse apropiándose de la naturaleza, humanizándola y satisfaciendo sus
necesidades, pero las condiciones del trabajo asalariado propias del capitalismo hacen que el
trabajo sea una actividad alienante. La alienación consiste, pues, en la relación del trabajador
con su producto como una cosa extraña y ajena a él mismo (reificación o cosificación del
trabajo).

La alienación del trabajo es una situación negativa, puesto que supone la deshumanización
tanto del trabajo como del trabajador. Sin embargo, no se trata de una situación natural, sino
de una situación histórica propia del capitalismo y, por ello, es posible superarla. Para hacerlo
son necesarios un conocimiento científico de la estructura socioeconómica y una
transformación práctica de la realidad, es decir, la vinculación de la teoría y la praxis.

Por ser la alienación económica, la alienación estructural y radical del capitalismo justificada
por la economía política clásica, Marx realiza una crítica tanto de la alienación como de la
economía política clásica en tanto que ideología que oculta y justifica el modo de producción
capitalista y las relaciones sociales que genera.

4.2 NIETZSCHE
PROBLEMÁTICA DE DIOS

En su obra La Gaya Ciencia, Nietzsche da comienzo a su etapa conocida como la filosofía de la


mañana criticando a la religión y a la metafísica desde el carácter iluminador de la ciencia, y
posteriormente, tras una “crisis positivista”, también criticará el positivismo y el socialismo,
desde una perspectiva ilustrada, influenciada por la figura de Voltaire.

La tendencia teorizante que comienza en Sócrates y la negación de la vida del espíritu


occidental, provocan la postulación de elementos trascendentes y universales. Esta tradición ve
como existente lo que es una ficción, y rechaza de existente o le otorga una existencia inauténtica
lo que es el único ser real y efectivo, a saber, el devenir. En este sentido, la filosofía empezó a
degenerar desde que se desvió de las tesis de Heráclito. De esta forma, desde Sócrates, se opone
la idea y el logos a la vida, por lo que la metafísica encierra una negación de la vida, que se
manifiesta en la sustitución de nuestra vida por una mejor: el trasmundo. La perversa
separación entre mundo aparente y el mundo verdadero se desarrollará a través de toda la
cultura occidental, no siendo el cristianismo otra cosa que “platonismo para el pueblo”.
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Para Nietzsche, la religión nunca encerró ningún tipo de sabiduría, ni dentro de los límites de la
razón, ni narrativamente, ni parabólicamente, ya que siempre se basa en la negación de la vida,
entendiendo siempre Nietzsche metafísica como dualismo psicofísico.

Ya en la “filosofía del atardecer”, su pensamiento más maduro, donde realiza su “filosofía a


martillazos”, de una forma más apasionada y violenta, Nietzsche realiza una crítica más
desarrollada a este dualismo metafísico. En El crepúsculo de los ídolos, afirma dos grandes
errores de la metafísica. El primero es el egipticismo, donde se muestra un odio al devenir, y se
interpreta el ser como lo estable, permanente e inmutable. Aquí se genera la infravaloración de
la sensibilidad y la sobreestimación del pensamiento. El segundo error es la confusión entre lo
último y lo primero, que provoca que la metafísica se guíe por conceptos generales vacíos,
abstracciones reiteradas de la realidad como el concepto de “ser”, “sustancia”, “causa”, “yo” o
“Dios”, que contaminan no solo el lenguaje metafísico, sino toda la gramática, “esa vieja hembra
engañadora”. Por ello, la crítica a la metafísica irá ligada irremediablemente con una crítica a
las teorías tradicionales del conocimiento.

PROBLEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO

En sus últimos años de cordura, Nietzsche realiza una fina crítica a la teoría del conocimiento
tradicional ligada a la metafísica. Por ello, realiza una impugnación (rechazar la validez) del
concepto de verdad, que no es otra cosa que una “conspiración contra la vida”. La verdad es “ese
género de error sin el cual el hombre no podría vivir”. La metafísica ha llamado verdad a lo
inmutable, en un ejercicio de denostación del devenir. Sin embargo, la realidad es inaprensible,
inasequible, indemostrable, pero el hecho de pensar esa posibilidad constituye un consuelo que
al final acaba esclavizando al hombre.

El origen de todas las falsificaciones es el lenguaje, que crea leyes y conceptos para
contrarrestar la acción del devenir. El ser humano actúa bajo la guía del pragmatismo,
engendrando falsificaciones y convenciones, sin las cuales no podía existir. De este modo, la
verdad es una herramienta útil, en el que el valor para la vida es el que decide en última instancia.
La voluntad de verdad pura no existe, no es sino la voluntad de poder, siempre orientada a
un fin. El problema es que con el tiempo esas mentiras han olvidado su naturaleza falaz. Al
olvidar la historia de su formación, los conceptos se identifican con la verdad, atribuyéndose la
capacidad de expresar la esencia de las cosas. De este modo, Nietzsche, desde una postura
nominalista, es decir que los objetos universales y abstractos no existen realmente aparte de
ser solamente nombres, extiende su crítica al cientificismo, ya que las categorías de la tradición
científico-lógica responden a nuestras necesidades psicológicas, no a una descripción del ser.
Los científicos “se limitan a inventar un mundo caracterizado por el reposo, la seguridad y la
calma”, debido a un “espíritu de venganza” ya que carecen de fuerza para aceptar la ley del
devenir. En su madurez, ya es explícita la tesis nietzscheana de que el genio intuitivo del artista
es el único capaz de reproducir el impulso creador del devenir. Por ello, la metáfora es la mejor
herramienta lingüística que dispone el hombre, que obliga a vivir al ser humano con la creación.

Nietzsche sostiene cierto perspectivismo, ya que no hay verdad de la cosa en-sí, sino
perspectivas. Cada perspectiva es una interpretación, es decir, una valoración de la voluntad
de poder. Por ello, el pesimismo de Schopenhauer no es una cosmovisión absoluta sino solo
una perspectiva que depende de su visión particular, y la verdad siempre es un sentido
extramoral, siendo imposible de calificar objetivamente como “buena” o “mala” a la vida.

PROBLEMÁTICA DEL SER HUMANO

Tras la muerte de Dios se vislumbran dos caminos: el del último hombre y el del
superhombre. El último hombre retrasará la aparición del superhombre. Su estirpe, “tan
inextinguible como el pulgón”, sigue afanada en la voluntad de igualdad y se resiste a crear
nuevos valores que afirmen el sentido de la tierra, aún a sabiendas de la muerte de Dios, lo que
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hace de su crimen imperdonable. El superhombre es todavía para Nietzsche una esperanza que
puede ser inminente gracias a la muerte de Dios. Esta muerte es la “aurora del superhombre”.
Sus valores son la fuerza, la salud, la ebriedad dionisíaca, la voluntad de poder. El superhombre
devuelve la trascendencia a la tierra, en un “sentido de la tierra” ·, que produce una
revalorización de la tierra y el cuerpo, en una “reconciliación del hombre consigo mismo”.

En el capítulo “De las tres transformaciones” de Así habló Zaratustra, Nietzsche expone una
metáfora de la evolución moral del hombre al superhombre. Primero, el camello, que
representa al hombre humilde y sumiso que está bajo la carga de la trascendencia de la religión
y la moral, siguiendo el mandamiento del “tú debes”, por lo que representa el pensamiento
kantiano. El león, representado por el pensamiento ilustrado y Voltaire, que en un acto
reactivo en el que dice “yo quiero”, se rebela contra la religión, pero vive anclado todavía en una
moral contraria a la vida. Con el león hay cierta liberalización, pero solo se entiende en sentido
negativo en el que hay “libertad de” y no “libertad para”. Solo con el niño, el hombre llega a
ser superhombre. El niño es un ejemplo perfecto: crea, imagina, juega con la vida; es el verdadero
creador de valores. La libertad positiva es el juego, en una proyección lúdica de los valores. El
niño ama la vida y la vive sin pensar en ella, y asume el eterno retorno como una más de las
reglas de la vida. Frente al “yo quiero” del león, el niño proclama un inocente “yo soy”, en
armonía con la inocencia del devenir.

El superhombre es la encarnación de todos los valores nietzscheanos, aquella persona que vive
según su voluntad de poder y asume el eterno retorno y la transvaloración de los valores.
Esta mutación de valores consiste, por un lado, en ser inmoralista en tanto al rechazo de la
moral tradicional decadente y pesimista y, por otro lado, ser ultramoralista, en la creación e
invención de nuevos valores que estén en sintonía con la vida.

PROBLEMÁTICA DE LA REALIDAD

Alejándose de posturas racionalistas como la de Platón y Sócrates, sobre quién ejerce una
dura crítica, la concepción nietzscheana de la realidad es abordada desde el vitalismo y desde
una postura muy próxima al hilozoísmo de Heráclito.

Una de las cuestiones clave que Nietzsche plantea para abordar la realidad es la del eterno
retorno. El concepto del "eterno retorno" se refiere a la idea de que todo en el universo se
repite infinitamente, incluyendo la vida humana. Nietzsche argumenta que no solo basta con ser
consciente de que todo se repetirá, sino que también hay que quererlo. El eterno retorno es una
nueva religión que afirma la absoluta inmanencia del mundo, y representa la mayor norma de
conducta. El eterno retorno es un hecho que nos hace centrarnos en el instante, amar el
destino (amor fati), y hacer que nuestra voluntad de poder libere todo su potencial, al rechazar
una concepción lineal del tiempo, que pone el final en el trasmundo.

Otra cuestión esencial en la filosofía de Nietzsche, que hace que su filosofía tenga un horizonte
optimista es la figura del superhombre, que, tras la muerte de dios, se liberará de los fardos
(morales y religiosos) que carga el último hombre creando nuevos valores, a través de la
voluntad de poder, que no tendrán una fundamentación metafísica, sino en la propia vida
dando lugar a un nihilismo positivo, en el que el hombre se reconciliará consigo mismo
recuperando el carácter dionisíaco de la vida, que, desde Sócrates, para Nietzsche, es ocultado
y opacado por la cultura, la ciencia, el cristianismo y toda la Filosofía Occidental convirtiéndose
en uno de los males que han llevado a una crisis moral y existencial a Occidente.

La evolución del último hombre hacia el superhombre, y la concepción circular del tiempo
parecen desembocar en una postura determinista, ya que si todo lo que es ha ocurrido ya, el
superhombre o ya ha acontecido o no va a acontecer nunca. Sin embargo, esta propuesta circular
del tiempo no hay que entenderla como una tesis ontológica, sino como una posibilidad para
someter a escrutinio nuestra vida.
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PROBLEMÁTICA DE LA POLÍTICA

En cuestiones políticas, la filosofía de Nietzsche está próxima al elitismo aristocrático de la


épica homérica al afirmar que un “pathos” de la distancia, una división de la sociedad en
clases, es necesario para que el hombre se supere a sí mismo. La posición de Nietzsche se acerca
paradójicamente al conservadurismo platónico, con continuas críticas a la democracia, a la
igualdad y a la alusión a que el poder esté en manos de “nuevos filósofos” que reinventen los
conceptos del bien y del mal, en una “gran política” que prepare nuevas empresas de disciplina
y selección.

En cualquier caso, Nietzsche no fue el profeta del totalitarismo. En primer lugar, desde un
individualismo agresivo y su anticristianismo no puede darse un Estado nacionalsocialista.
Tampoco era antisemita. Además, la edición de Colli-Montinari, de sus obras en 1961
demostró que su obra póstuma La voluntad de poder fue tergiversada por su hermana
Elisabeth en el Archivo Nietzsche. Se demostró que falseó la justificación de la violencia
política y que censuró a algunos autores de carácter libertario como el neohegeliano Max
Stirner. Así mismo, cuando Nietzsche habla de “razas débiles” se puede entender mejor desde
la mística homérica y la lucha interior que desde una apología al belicismo germánico.

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