PDF of Historia Tercero Bachilletaro 1St Edition Biron Hernan Castro Cevallos Full Chapter Ebook
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Bachillerato General Unificado
HISTORIA
3.º Curso
TEXTO DEL ESTUDIANTE
DISTRIBUCIÓN GRATUITA
PROHIBIDA SU VENTA
Historia
3 BGU
Prohibida su reproducción
Serie
EDITORIAL
Ingenios DON BOSCO
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Lenín Moreno Garcés
EDITORIAL
DON BOS C O
MINISTRO DE EDUCACIÓN
Fander Falconí Benítez EDITORIAL DON BOSCO
OBRAS SALESIANAS DE COMUNICACIÓN
Viceministro de Educación Marcelo Mejía Morales
Gerente general
Álvaro Sáenz Andrade
Eder Acuña Reyes
Dirección editorial
Viceministra de Gestión Educativa
Biron Hernán Castro Cevallos
Mónica Reinoso Paredes
Adaptación y edición de contenidos
Eder Acuña Reyes
Subsecretaria de Fundamentos Educativos Creación de contenidos nuevos
Ruthy Intriago Armijos
Luis Felipe Sánchez Ludeña
Coordinación de estilo
Subsecretaria de Administración Escolar
Pamela Cueva Villavicencio
Mónica García Echeverría
Pamela Cueva Villavicencio
Directora Nacional de Currículo Diagramación
María Cristina Espinosa Salas
Darwin Xavier Parra Ojeda
Ilustración
Director Nacional de Operaciones y Logística Darwin Xavier Parra Ojeda
Germán Lynch Álvarez Diseño de portada e ilustración
En alianza con
Grupo edebé
Proyecto: Historia 3
Bachillerato tercer curso
Antonio Garrido González
Dirección general
María Banal Martínez
Dirección editorial
José Estela Herrero
Dirección de edición
de Educación Secundaria
Santiago Centelles Cervera
Dirección pedagógica
Juan López Navarro
Dirección de producción
ISBN: 978-9942-23-062-1
Equipo de edición Grupo edebé
Primera impresión: agosto 2016 © grupo edebé, 2015
Quinta impresión: junio 2018 Paseo San Juan Bosco, 62
Impreso por: Medios Públicos EP 08017 Barcelona
www.edebe.com
© Ministerio de Educación del Ecuador, 2018 Este libro fue evaluado por la Universidad Politécnica
Av. Amazonas N34-451 y Atahualpa
mayo de 2016.
Quito, Ecuador
www.educacion.gob.ec
ADVERTENCIA
Un objetivo manifiesto del Ministerio de Educación es combatir el sexismo y la discriminación de género en la sociedad ecuatoriana y promover, a través del sistema
educativo, la equidad entre mujeres y hombres. Para alcanzar este objetivo, promovemos el uso de un lenguaje que no reproduzca esquemas sexistas, y de conformidad
con esta práctica preferimos emplear en nuestros documentos oficiales palabras neutras, tales como las personas (en lugar de los hombres) o el profesorado (en lugar de
los profesores), etc. Sólo en los casos en que tales expresiones no existan, se usará la forma masculina como genérica para hacer referencia tanto a las personas del sexo
femenino como masculino. Esta práctica comunicativa, que es recomendada por la Real Academia Española en su Diccionario Panhispánico de Dudas, obedece a dos
razones: (a) en español es posible <referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino>, y (b) es preferible aplicar <la ley lingüística de la economía
expresiva> para así evitar el abultamiento gráfico y la consiguiente ilegibilidad que ocurriría en el caso de utilizar expresiones como las y los, os/as y otras fórmulas que buscan
visibilizar la presencia de ambos sexos.
Presentación
Historia 3 BGU ahora mismo es una página en blanco que, como tú, posee un infinito potencial.
Te presentamos Ingenios, el nuevo proyecto de Editorial Don Bosco que hemos diseñado para impulsar
lo mejor de ti y que te acompañará en tu recorrido por el conocimiento.
Ingenios:
• Fomenta un aprendizaje práctico y funcional que te ayudará a desarrollar destrezas con criterios de
desempeño.
• Propone una educación abierta al mundo, que se integra en un entorno innovador y tecnológico.
• Apuesta por una educación que atiende a la diversidad.
• Refuerza la inteligencia emocional.
• Refleja los propósitos del Ministerio de Educación que están plasmados en el currículo nacional vi-
gente.
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• Incorpora Edibosco Interactiva, la llave de acceso a un mundo de recursos digitales, flexibles e inte-
grados para que des forma a la educación del futuro.
• Es sensible a la justicia social para lograr un mundo mejor.
Historia 3 BGU te presenta los contenidos de forma clara e interesante. Sus secciones te involucrarán en
proyectos, reflexiones y actividades que te incentivarán a construir y fortalecer tu propio aprendizaje. Las
ilustraciones, fotografías, enlaces a páginas web y demás propuestas pedagógicas facilitarán y clarifi-
carán la adquisición de nuevos conocimientos.
Recordemos lo aprendido
un
0
temidad Contenidos
átic
a
(pág. 11)
• Mercantilismo y expansionismo europeo (pág. 12)
• El socialismo y las revoluciones (pág. 13)
2
Cultura y vida de los pueblos precolombinos
un
1 Contenidos:
temidad
átic
a
un
2
temidad
átic
Contenidos:
a
un
3
temidad Contenidos:
átic
a
3
La cultura en la Colonia
un
4 Contenidos:
temidad
átic
a
• Mestizaje y sincretismo • Las misiones científicas
(94-98) europeas y su impacto
cultural en América Andina
• Barroco (99-101)
(112 -115)
• Arte mudéjar (102 -103)
• Estratificación social
• Instituciones evangelizado- en la Colonia (116 -117)
ras en la Colonia (104 -105)
• La mujer en la Colonia
• Colegios, universidades e (118-119)
ideas (106 -111)
• Resistencia indígena
(120-112)
un
5 Contenidos:
temidad
átic
a
• El proceso de independencia • La Revolución mexicana
política (128-129) (140-141)
• Proteccionismo versus libre- • La Gran Depresión (142-145)
cambismo (130-132)
• La Revolución Cubana: socia-
• Las repúblicas criollas (133) lismo y el embargo económi-
co (146-149)
• La inmigración de los siglos
XIX y XX (134-138) • Ecuador: Del auge petrolero
a la migración (150-154)
• El liberalismo y el proyecto
nacional mestizo (139) • La Revolución Ciudadana
(155-156)
un
6
temidad Contenidos:
átic
a
4
Objetivos:
5
Unidades
Destrezas con criterios de desempeño
1 2 3 4 5 6
• Identificar y valorar las producciones intelectuales más significativas de tres culturas de América Latina precolom-
bina: mayas, aztecas e incas. ✓
• Explicar las diversas formas de vida y organización social de las culturas de América aborigen en función de
valorar su capacidad de innovación y creatividad. ✓
• Valorar la experticia en el diseño, organización y funciones de las edificaciones precolombinas en relación con
su entorno geográfico y cultural. ✓
• Establecer la vinculación entre la arquitectura y la astronomía a partir del análisis de las edificaciones arquitectó-
nicas. ✓
• Comparar los diseños y funciones arquitectónicas de mayas, aztecas e incas para valorar su creatividad y destre-
zas tecnológicas. ✓
• Sintetizar los principios de organización e intercambio social (reciprocidad y redistribución) de los pobladores de
los Andes, en función de la equidad y la justicia social. ✓
• Comprender la diversidad productiva en el «archipiélago de pisos ecológicos» en relación con el respeto a los
ciclos vitales de la naturaleza. ✓
• Explicar las razones de la distribución poblacional dispersa en la geografía andina a partir de la relación con el
modelo productivo. ✓
• Describir y valorar las destrezas arquitectónicas incaicas en la construcción de edificaciones, caminos y canales
de riego, muchos de los cuales permanecen hasta el presente. ✓
• Examinar el impacto de la conquista a través del estudio de la implementación de relaciones de explotación y
sometimiento de la población aborigen. ✓
• Analizar el impacto ecológico y el cambio en los hábitos culturales y sociales de la población indígena a partir
de la introducción de especies animales y vegetales foráneas. ✓
• Analizar y comprender las causas y consecuencias del proceso de evangelización y «extirpación de idolatrías»
en el mundo indígena. ✓
• Establecer las razones de las diferentes formas de extracción de riqueza por parte de los conquistadores españoles. ✓
• Explicar el nuevo papel que se le asignó a la mita andina como sistema de trabajo en la economía colonial. ✓
• Analizar y evaluar las razones por las cuales trajo esclavos a América Latina. ✓
• Examinar y valorar los elementos culturales africanos que se integraron al mundo latinoamericano (música, dan-
za, religión), sobre todo en República Dominicana, Brasil, Panamá, Perú, Venezuela, Colombia y Cuba. ✓
• Diferenciar los antecedentes históricos de la comunidad afrodescendiente de Esmeraldas y de El Chota y sus
formas de expresión cultural. ✓
• Determinar quiénes eran los «bandeirantes» y el rol que jugaron en el tráfico de esclavos. ✓
• Contrastar los procesos de colonización hispánico, portugués y anglosajón, y establecer sus semejanzas y diferencias. ✓
• Identificar y evaluar el protagonismo de las potencias involucradas en el tráfico de esclavos a América Latina. ✓
• Sintetizar el proceso de colonización portugués en Brasil desde el «descubrimiento» hasta 1530. ✓
• Analizar y diferenciar cada uno de los ciclos económicos: de «descubrimiento», de la caña de azúcar y del oro. ✓
• Examinar la economía latifundista y su relación con la mano de obra esclava. ✓
• Determinar y valorar las características del mestizaje y el sincretismo en el arte colonial hispanoamericano. ✓
• Comprender la función evangelizadora que cumplía el arte colonial por medio de la pintura, la escultura y la
arquitectura. ✓
• Establecer las características y la función social del arte barroco y el arte mudéjar, y sus diferencias. ✓
Prohibida su reproducción
• Analizar y explicar la función de los conventos y las misiones dentro del proceso de consolidación y expansión
religiosa de la Colonia. ✓
• Analizar y comparar la situación y los roles de la mujer de los diversos estratos sociales en la Colonia. ✓
• Determinar la vinculación de las instituciones educativas a las órdenes religiosas y los niveles de acceso de los
distintos estamentos sociales. ✓
• Determinar y contextualizar el origen y función de la hacienda y la plantación en la economía colonial en rela-
ción con el mercado interno y externo. ✓
• Conceptualizar los términos casta, clase y estamento con el fin de comprender los procesos de lucha y movilidad social. ✓
6
Unidades
1 2 3 4 5 6
• Conceptualizar los términos casta, clase y estamento con el fin de comprender los procesos de lucha y movilidad social. ✓
• Identificar y diferenciar los distintos estamentos, castas y clases existentes en la Colonia. ✓
• Investigar la biografía y protagonismo de Julián Apaza Nina (Túpac Katari), José Gabriel Condorcanqui Noguera
(Túpac Amaru II) y Fernando Daquilema en las respectivas sublevaciones que lideraron. ✓
• Analizar la contradicción entre los procesos de independencia política y la dependencia económica de Lati-
noamérica como proveedor de materias primas al mercado internacional. ✓
• Comprender y evaluar el proyecto político republicano criollo sobre una base social excluyente de indígenas y
afrodescendientes. ✓
• Identificar y comprender las diversas oleadas migratorias a América Latina, su procedencia y sus aportes al de-
sarrollo económico y cultural de la región. ✓
• Comprender y evaluar las revoluciones liberales, los alcances y limitaciones de sus proyectos nacionales. ✓
• Analizar la Revolución mexicana desde sus protagonistas individuales y colectivos, sus motivaciones y principales
propuestas de cambio. ✓
• Determinar las posibles razones por las cuales Francisco Villa y Emiliano Zapata carecieron de un sólido proyecto
político. ✓
• Determinar la influencia de la Revolución mexicana en posteriores movimientos de liberación en América Latina. ✓
• Analizar las causas y repercusiones de la Gran Depresión en las economías latinoamericana y ecuatoriana. ✓
• Identificar el contexto en el que surge la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y evaluar sus pro-
puestas para la región. ✓
• Identificar y evaluar las motivaciones del proceso revolucionario cubano y sus repercusiones en América Latina. ✓
• Examinar los principales logros y limitaciones de la Revolución cubana dentro del contexto del embargo econó-
mico estadounidense. ✓
• Determinar la relación entre el auge petrolero, el endeudamiento externo ecuatoriano y su posterior crisis. ✓
• Explicar las consecuencias del feriado bancario y dolarización en la economía del país, empleando diferentes fuentes. ✓
• Describir y explicar el proceso de migración de los años noventa a partir de una experiencia personal cercana,
y su relación con la crisis económica del país. ✓
• Analizar el proyecto de la «Revolución ciudadana» en el contexto de la crisis de los partidos políticos tradiciona-
les y de la caída de los gobiernos de Abdalá Bucaram Ortiz, Jamil Mahuad Witt y Lucio Gutiérrez Borbúa. ✓
• Discutir el impacto del proyecto político actual en el área social y económica de los ciudadanos. ✓
• Contextualizar el origen del neoliberalismo y su implementación en América Latina y el Ecuador. ✓
• Determinar las principales políticas o medidas económicas implementadas en América Latina desde la perspec-
tiva del neoliberalismo. ✓
• Analizar las causas de la crisis de los ochenta y las medidas económicas aplicadas para resolverlas en América
Latina y el Ecuador. ✓
• Determinar los principales retos que enfrenta la integración latinoamericana, con base en el análisis de los logros
y limitaciones de los proyectos regionales implementados. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela fisiocrática como reacción al mercantilismo. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela Clásica como la primera escuela económica moderna. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela Marxista como crítica a la Escuela Clásica. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela Neoclásica como tentativa de integrar el análisis marginalista y
algunas ideas de la Escuela Clásica. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela de Chicago como contradicción de las teorías de la síntesis clási-
Prohibida su reproducción
co-keynesiana. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela Keynesiana como respuesta a la Gran Depresión. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela Estructuralista como respuesta a la dependencia económica de
América Latina. ✓
• Resumir el origen y los principios de la Escuela Neoliberal como crítica al Estado de Bienestar. ✓
7
El proyecto de Historia
Unidad 0 Contenido
Información
interactiva
Una unidad inicial para facilitar Noticias y enlaces que
los nuevos aprendizajes. contextualizan la temática
a abordar.
Para finalizar
Evaluando tus
destrezas
Autoevaluación
Propuesta al final de
cada quimestre.
8
Mientras tanto
Zona Wi-Fi en el mundo...
Resumen Reto
O :
UP IÉN
Y TAMB
TIC
EN GR
9
0 Recordemos lo aprendido
Para empezar:
Prohibida su reproducción
la época medieval?
• ¿Por qué luchaban? ¿Cuáles eran sus objetivos?
10
1. La Iglesia y su papel en la
difusión de la cultura medieval
En la Edad Media, la Iglesia tuvo un rol fundamen-
tal en la producción y difusión de ideas, a través
de monasterios y bibliotecas.
En el Medioevo, los monjes se dedicaron a copiar, tra-
ducir y transcribir textos de la antigüedad grecorroma-
na; las bibliotecas fueron los centros de conservación de
todo ese bagaje cultural y de difusión de la obra de los
teólogos cristianos.
Fue la autoridad eclesiástica la encargada de decidir cuá-
les ideas se podían difundir y cuáles no; en ocasiones, em- Castillo http:
//goo
Medieval .gl/ngnJ7x
pleando métodos violentos e impositivos a través del Tribu-
nal de la Inquisición.
Por otra parte, las Cruzadas, campañas militares cuyo mo-
tivo inicial fue la reconquista de Tierra Santa para el cristia-
nismo, sirvieron al propósito de expandir la cultura europea.
http://goo.gl/Zg9shz
medievales
En el siglo XII se fundaron las primeras
universidades europeas, para sustituir
las escuelas monásticas y catedrali-
cias instituidas desde el siglo IX por la
reforma educativa de Carlomagno.
Las universidades medievales se dedi-
caron a la enseñanza, aprendizaje e
investigación en materias de filosofía,
derecho, medicina y teología, bajo
la regulación de reyes, emperadores,
obispos, órdenes religiosas y hasta del
Papado. La Universidad de Salamanca (España) fue fundada en
1218 y fue la primera de Europa que recibió el título de Uni-
versidad (1253), por edicto del rey Alfonso X de Castilla y
León.
Prohibida su reproducción
Actividades
11
2. Mercantilismo y expansionismo europeo
En los siglos XVII y XVIII, los monarcas de Inglate-
rra, España, Francia y Portugal implementaron
una nueva forma de economía que dio origen
al capitalismo posterior, y que algunos la consi-
deran, de hecho, como su primera etapa. Este
sistema es conocido como mercantilismo.
7. Responde: ¿En qué se basaba el mercanti- 12. Identifica la causa por la cual las clases po-
lismo? ¿Qué importancia tenían los metales pulares no participaron en el ciclo de 1820,
preciosos para este sistema económico? pero sí en el ciclo revolucionario de 1830.
8. Define: Proteccionismo, importación, exporta- 13. Enumera los principales logros de la «Prima-
ción y balanza comercial. vera de los pueblos» de 1848.
Prohibida su reproducción
9. Explica la importancia de la navegación 14. Investiga: Según el liberalismo, ¿en qué con-
para la expansión del mercantilismo. siste la libertad del hombre? ¿Las funciones
del Estado pueden contradecirse con la li-
10. Relaciona el mercantilismo con la conquista
bertad individual?
y colonización de América.
11. Responde: ¿En qué consistió el ciclo revolu-
cionario de 1820?
12
3. El socialismo y las revoluciones La lucha de clases
El auge de la industria durante el siglo XIX requirió cada vez Toda la historia de la socie-
mayor cantidad de mano de obra que, pese al crecimiento dad humana, hasta el día de
económico y las riquezas acumu- hoy, es una historia de lucha
ladas por los empresarios, vi- de clases. Libres y esclavos;
vía y trabajaba en pésimas patricios y plebeyos; barones
y siervos de la gleba; maestros
condiciones. Como reac- y oficiales. En una palabra,
ción ante esa desigual- opresores y oprimidos, frente
dad, surgió el movimien- a frente siempre, empeñados
to obrero, inspirado por en una lucha ininterrumpida,
teorías que, en conjun- que conduce en cada etapa
a la transformación revolu-
to, se denominan socia- cionaria de todo el régimen
lismo, y que luego inspi- social o al exterminio de am-
http
Nq
l/ o
China y Cuba durante los si- f4r que se alza sobre las ruinas
de la sociedad feudal no ha
glos XIX y XX. abolido los antagonismos de
Lenin, líder de la Revolución
de Octubre de 1917 en Rusia. clase, sino que ha creado
nuevas clases, nuevas condi-
ciones de opresión, nuevas
modalidades de lucha,
que han venido a sus-
tituir a las antiguas.
Hoy, toda la so-
ciedad tiende a
separarse, cada
vez más abier-
tamente, en dos
campos ene-
migos, en dos
http
grandes clases
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s://
antagónicas: la
:
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go
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1U burguesía y el prole-
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y jW vC
tariado.
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Friedrich Engles, ideólogo Adaptado de: K. Marx y F. Engels,
del comunismo Karl Marx, teórico Manifiesto comunista. 1848
del socialismo
Actividades
Prohibida su reproducción
15. Define: Socialismo utópico, socialismo cien- 17. Elabora una lista de los principales teóricos
tífico, propiedad colectiva, cooperativismo, del socialismo utópico y científico, y explica
proletariado. brevemente qué proponían.
16. Responde: ¿Cuándo fueron formuladas las 18. Elabora una lista de las principales revolucio-
primeras teorías socialistas modernas? nes socialistas, precisando cuándo y quiénes
las lideraron.
13
1 Cultura y vida de los
pueblos precolombinos
CONTENIDOS:
1. Las culturas de América 2.3. Confederación azteca
Prohibida su reproducción
14
http://goo.gl/nwp00h
Noticias:
Puente colgante en Cusco declarado patrimonio uni-
versal
Películas:
Existen varias obras cinematográficas
cuyos argumentos se desarrollan dentro del
contexto de las civilizaciones precolombinas.
En los siguientes enlaces podrás encontrar
presentaciones y tráileres de cada una:
http://goo.gl/5fkZ3m
https://goo.gl/MS5ap2
https://goo.gl/2u6iPG
Web:
En esta página web, encontrarás recursos para
aprender la lengua quechua, empleada por
varios pueblos del Imperio inca, y hablada en
la actualidad.
http://goo.gl/WNcb94
En contexto:
Haz clic en el siguiente enlace http://www.edu-
punto.com/2014/12/antes-y-ahora-nativos-pre-
Prohibida su reproducción
Prohibida su reproducción
15
1. Las culturas de América
Producciones intelectuales significativas
Las civilizaciones precolombinas produjeron sus
propias formas de entender la realidad mediante
la observación de los fenómenos naturales y el re-
gistro de esas experiencias. Fue así cómo en esas
culturas, las matemáticas, el calendario y la reli-
gión tenían estrechos vínculos, ya que las prime-
ras servían para ordenar los conocimientos sobre
astronomía, los que determinaban su calendario,
la actividad agrícola y el culto.
1.1. La matemática
Los mayas y el cero
Los mayas crearon un sistema de numeración
vigesimal parecido al de otras civilizaciones me-
soamericanas.
El principal logro de esta civilización fue el desa-
rrollo del concepto del número cero, cerca del
año 36 a. C.
Para los mayas, el cero surgió como una necesi-
dad dado que el sistema numérico era posicional,
es decir, cada símbolo tenía un valor diferente de
acuerdo a la posición en la que se encontraba
dentro de la cifra. El cero era representado por un
caracol.
Como el valor de cada cifra es relativo al lugar
que ocupa, se hacía imprescindible un signo
para indicar la ausencia de unidades.
Pero a pesar de haber empleado el cero,
parece que a los mayas no les interesaba
el concepto de cantidad nula.
Este sistema de numeración se desarro-
lló, sobre todo, para calcular fechas y
Prohibida su reproducción
elaborar el calendario.
La numeración maya
16
Los incas y el quipu
En cambio, las matemáticas incas tuvieron mayor aplica-
ción en el campo económico. Desarrollaron una aritmética
sencilla con fines contables, basada en el sistema decimal;
emplearon la suma, la resta, la multiplicación y la división. A
diferencia de los mayas, los incas no utilizaron el cero.
Los incas crearon un sistema de numeración posicional para
representar números y registrar cantidades: un conjunto de
cuerdas con nudos llamado quipu (del quechua khipu, que
significa «nudo»). Cada quipu puede tener de dos a tres mil
http://goo.gl/Imf9Wk
cordeles. A su vez, los nudos pueden ser de diversos tipos.
El color de la cuerda indicaba lo que representaba el núme-
ro representado en dicha cuerda. El blanco para la plata; el
amarillo para el oro; y el rojo para los soldados. Representación de un quipuca-
mayoc, según Felipe Guamán
En cada cuerda se hacían nudos para representar un nú- Poma de Ayala. (aprox. 1535-
1616). Figura tomada de El Primer
mero, empleando un sistema posicional. Para representar el Nueva Corónica y Buen Gobier-
cero, no se hacía ningún nudo. no. El dibujo muestra a un conta-
dor inca con su quipu entre sus
Dependiendo del nivel en que se colocaba el número en manos. La yupana aparece a la
izquierda.
la cuerda, representaba la decena de millar, si se colocaba
en lo más alto, y así hasta descender a la unidad, en el ex-
tremo inferior de la cuerda.
Por otra parte, los incas desarrollaron un instrumento denomina-
do yupana, que es un ábaco o especie de calculadora utiliza-
da por los contadores (quipucamayos) de la época imperial. El
vocablo quechua yupana, significa «lo que sirve para contar». miles
La yupana era fabricada con barro, piedra, madera y hue-
so, en tamaños generalmente de 20 por 30 cm. Llevaba di-
bujados unos cuadrantes donde se colocaban granos de
maíz. Este sistema se utilizaba para los censos, cuantificar centenas
cosechas y calcular estadísticas.
decenas
Prohibida su reproducción
unidades
http://goo.gl/LXlGRy
http://goo.gl/uP5pUc
Quipu
con el
número
4643
La yupana se usa como material didáctico para aprender matemáticas.
17
Los aztecas y sus números de maíz
El sistema de numeración azteca era vigesi-
mal y de tipo aditivo. Se empleaban cuatro
símbolos básicos para los principales núme-
ros. Dado que la escritura era ideográfica,
como la egipcia antigua, los símbolos numé-
ricos mayas también lo eran.
http://goo.gl/uLiA8e
18
1.2. El tiempo y los calendarios
En las culturas precolombinas, así como las orientales y la griega clásica, el tiempo era con-
cebido de forma cíclica y no lineal, como en la modernidad occidental.
Por ser culturas eminentemente agrícolas, mayas, incas y aztecas no veían el tiempo como
un devenir pasado-presente-futuro, sino como la sucesión de ciclos naturales: las estaciones
del año, la lluvia y la sequía.
El calendario maya
El sistema de numeración vigesimal maya fue desarrollado para calcular el tiempo.
Dos tipos de calendarios se superponían: el calendario sagrado lunar, llamado Tzolkin, com-
puesto por múltiplos de 20 y con un total de 260 días; y por otro lado, el Haab, calendario
solar de 360 días, más cinco malos.
En el Tzolkin, el cálculo del tiempo se puede representar por medio de dos ruedas dentadas;
en una se encuentran los números del 1 al 13, y en la otra, los nombres de los días. La rueda
de los números gira hacia la derecha y la de los días, en sentido contrario.
Las fechas se inscribían dentro del ciclo de 18 980 días (mínimo común multiplo de 13,20 y 365),
equivalente a 52 años nuestros. Una fecha definida como 4 ahau 3 kankin significaba que caía
Prohibida su reproducción
Prohibida su reproducción
http://goo.gl/EkIrAR
El calendario inca se desarrolló a partir
de la observación de los movimientos
del Sol, la Luna y las estrellas, de mane-
ra que pudieran aprovechar mejor sus
influencias en el régimen agrario.
Para los incas, el año (huata) de 360
días estaba dividido en doce meses
(doce lunas) de treinta días, más cinco
que agregaba al finalizarlo. Los meses
llevaban nombres de fenómenos natu-
rales o aspectos de la agricultura.
Los yancas (astrónomos) observaban
los solsticios y equinoccios con la ayuda
de trece pilares de piedra (sukanqas),
El observatorio solar Chankillo dispuestos de tal forma que en cada mes, cada uno de ellos
está a unos 300 kilómetros al
norte de Perú, y fue construido señalaba por dónde salía y se ocultaba el Sol. Con ellos, se
aproximadamente en el año anunciaban las fiestas, los tiempos de siembra y las cosechas.
400 antes de Cristo.
Se aprecian las bases de los tre- Las observaciones al Sol permitieron calcular los solsticios
ce pilares que servían para de- de verano (21 de diciembre), y de invierno (21 de junio). El
terminar las fiestas y los tiempos territorio del Imperio se extendía entre los hemisferios Norte y
para sembrar y cosechar.
Sur, pues descubrieron la zona ecuatorial, donde el Sol del
mediodía no producía sombra durante el equinoccio.
El reloj solar
en grupo
En un lugar abierto de su Un artefacto para medir el tiempo, producto de la observa-
colegio, con la ayuda del ción al Sol, es el intihuatana, «donde se amarra el Sol». Es una
profesor o profesora, cons- escultura labrada en granito sobre la que se eleva un cubo
truyan un reloj solar siguien- con cuatro caras que miran hacia cada punto cardinal.
do las instrucciones del
video que sigue a este enla- La intihuatana servía para determinar las estaciones según
ce: https://m.youtube.com/ la sombra que daba el Sol a la base del monolito, y permitía
watch?v=yOsiK4dygKw
precisar el solsticio de invierno para la fiesta del dios Sol.
junio, equinoccio
noviembre octubre agosto julio de invierno
Prohibida su reproducción
Los doce meses con los solsticios y equinoccios. Bajorrelieve que se encuentra en el monumento de la Puerta
del Sol, en las ruinas arqueológicas de Tiahuanaco, Bolivia.
20
Los calendarios aztecas
Los aztecas registraban el tiempo en dos calendarios:
• El solar, de 365 días, llamado xihuitl; estaba com-
puesto por 18 meses de 20 días, más cinco días
«inútiles».
• El Tonalpohualli, que tenía 260 días repartidos en
trece meses.
vs8
zW
gl/I
La Piedra del Sol
oo.
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Una de las piezas claves para entender el calen-
s
http
dario es la llamada Piedra del Sol, que mide
3,6 metros de diámetro y pesa 24 toneladas
métricas. Estaba colocada en la cima del La piedra del Sol se ex-
hibe en el Museo Nacio-
templo principal de Tenochtitlán, capital nal de Antropología, en
del Imperio azteca. En ella, fueron esculpi- la Ciudad de México.
dos los nombres de los días y de los años
cosmogónicos, pero no es el calendario,
sino más bien un símbolo ritual del Xiuhtecu-
jnN
j
thli, el dios viejo y del fuego. o.g
l/ DE
http://go
ow
• Primer anillo. Está dividido en 20 Es común la afirmación
BM7
partes con figuras que represen- de que la filosofía fue una
.gl/g
tan cada día del mes. invención griega que lle-
/goo
gó a América y al resto
http:/
• Segundo anillo. Está formado del mundo gracias a los
por ocho segmentos separados europeos.
por figuras en V, que simbolizan
los rayos solares. No obstante, una corriente de pensamiento latinoa-
mericana sostiene que es posible hacer filosofía la-
• Tercer anillo. Está dividido en dos
tinoamericana, pensada desde su propia realidad.
bandas. La parte superior contie-
ne la fecha final del calendario El filósofo Enrique Dussel, basándose en el estudio
y las cabezas de dos serpientes de la cultura y los avances científicos precolombi-
superpuestas, de cuyas fauces nos, reconoce que los pueblos originarios de Amé-
Prohibida su reproducción
salen los rostros de Quetzalcóatl, rica tuvieron una visión de la realidad con un alto
personificado como Tonatiúh, el grado de «racionalidad y criticidad», y una abs-
Sol, y de Tezcatlipoca. tracción de saberes que pueden ser considerados
como pensamiento filosófico, el que también dio
• Cuarto anillo. En él están repre-
origen a la filosofía griega.
sentadas las estrellas.
21
1.3. Medicina
IÉN
Si bien, cada civilización prehispánica tuvo sus característi-
B
y también: cas propias, no es menos cierto que compartían rasgos co-
munes. Evidencia de ello es la medicina.
El libro llamado Ritual de los
Bacabes contiene 68 textos En las civilizaciones indígenas, las enfermedades eran aso-
con plegarias y recetas ciadas al ámbito religioso, ya que eran consideradas un cas-
médicas escritas original- tigo por las faltas cometidas. De ahí que la medicina fuese
mente en el siglo XVI en
lengua maya de Yucatán,
una actividad practicada por los sacerdotes o shamanes,
utilizando caracteres lati- quienes ofrecían plegarias y sacrificios a los dioses para que
nos y lenguaje simbólico. estos devolvieran el don de la salud al enfermo.
Los bacabes eran cuatro Por otra parte, emplearon medicamentos de origen mineral,
dioses de la mitología grie- animal, pero sobre todo, vegetal. Tuvieron un conocimiento
ga encargados de soste-
ner el mundo.
extraordinario de las plantas y sus propiedades curativas, que
empleaban en pomadas, pócimas, cataplasmas y buches.
Medicina maya
Los mayas llegaron a tener una clasificación de las enferme-
dades de acuerdo a sus causas y síntomas, e incluso podían
prevenirlas. También suturaban heridas y trataban fracturas.
Para la cultura maya, la enfermedad era un desequilibrio cor-
poral consecuencia de un mal comportamiento, o era signo
de una fatalidad que vendría sobre
la comunidad, por lo que pro-
curar la salud o el equilibrio
del enfermo era un asun-
to de interés general.
En el ritual de cura-
ción, se implementa-
ban preparados de
plantas, oraciones,
confesiones públi-
cas, ofrendas, sacri-
ficios, baños de pu-
rificación y consumo
de psicotrópicos que
hacían entrar al en-
fermo y al shamán, en
trances místicos.
Prohibida su reproducción
22
http://goo.gl/XHEJOE
La medicina en el Tahuantinsuyo En la actualidad, muchas comu-
nidades indígenas sudamerica-
Los shamanes incas utilizaban yerbas, minerales, animales nas conservan los conocimien-
tos medicinales de sus ancestros,
vivos y disecados; oraciones y canciones para sanar a los como los kallawayas en Bolivia.
enfermos.
También practicaban cirugías: perforaban el cráneo para
extraer las causas del mal, como los espíritus. Para este tipo
de intervenciones, usaban la coca, o alguna otra planta
que adormeciera al paciente, como anestésico local. TIC
Existían varios tipos de médicos: El hampacamayoc se es- Para conocer sobre la me-
dicina ancestral de los ka-
pecializaba en plantas; el sancoyoc curaba a base de po-
llawayas, mira el documen-
deres mágicos; el sirkak se dedicaba a curar fracturas; el tal siguiendo este enlace:
macsa ofrecía sacrificios y el sayac curaba mediante el uso https://goo.gl/Zeb5zK
de granos de maíz.
Gran parte de las enfermedades, conocidas hoy también,
fueron clasificadas por los incas y tenían un tratamiento
para cada una.
Plantas medicinales
En el Imperio inca, en especial en
la región andina, se descubrieron
las propiedades curativas de mu-
chas hierbas, en especial, la hoja de
coca, que además de revertir los ma-
lestares causados por la altura, era
utilizada en las danzas ceremoniales
de los shamanes. Pero también mu-
Prohibida su reproducción
23
La medicina azteca
Según testimonios de cronistas de la época
de la conquista, como Fray Bernardino de
Sahagún, los habitantes de Tenochtitlán, ca-
pital del Imperio azteca, gozaban de bue-
na salud y llegaban a viejos sin haber pa-
decido enfermedades graves, entre otras
razones, por la sabiduría y habilidad de sus
médicos.
Para los pueblos aztecas, la magia, religión
y medicina estaban íntimamente ligadas,
ya que tenían una visión holística del mun-
do y de la vida.
http://goo.gl/4cRKcB
Las enfermedades eran causadas por
el desequilibrio de la fuerza vital (tonalli)
cuando se transgredía una norma social, lo
cual era castigado por los dioses, quienes
curaban a través de médicos y shamanes.
Distintos especialistas En la actualidad, existen shama-
nes que practican la medicina
de sus ancestros.
Los aztecas llegaron a distinguir dos tipos de médicos: los
ticitl, entre los que se encontraban cirujanos, traumatólogos,
pediatras, y otras tantas especialidades. Estos basaban
sus conocimientos en la observación y el estudio de las
propiedades de las plantas. Por otro lado, los shamanes, Medicina ancestral
Fuente primaria
soraban a las personas. Según los cronistas, dicos las han sanado».
entre los fármacos más usados se encontra- Fray Bernardino Sahagún. Historia
general de las cosas de Nueva
ban los sueros antiofídicos, debido a la gran España. Códice Florentino.
variedad de serpientes y alimañas veneno- (Extracto sobre la medicina en
Tenochtitlán)
sas que había en esa zona de México.
Prohibida su reproducción
Actividades
1. Responde: ¿Qué semejanzas guardaban los 3. Identifica los factores comunes en la medici-
sistemas de numeración precolombinos? na de las civilizaciones precolombinas y rela-
ciónalos con la religión.
2. Responde: ¿Por qué las culturas precolombinas
tenían una concepción cíclica del tiempo?
24
ZONA UD. 1
APLICACIÓN PATRIMONIO
BLOG
25
2. Organización política y social, hábitos y costumbres
2.1. Gobernados por «hombres verdaderos»
La sociedad maya estaba fuertemente jerarquizada. La máxima au-
toridad política de cada ciudad-Estado era el halach uinic («hom-
bre verdadero»), que ejercía funciones vitalicias y las heredaba a
sus descendientes. Entre sus prerrogativas estaban el nombramien-
to de un consejo asesor y la designación de los jefes de aldeas, que
tenían funciones civiles, religiosas y militares.
A diferencia de incas y aztecas, los mayas nunca se unificaron bajo
un solo imperio. Las ciudades-Estado formaron el núcleo político, so-
cial y religioso de esa civilización teocrática.
http://goo.gl/rNzxeT
26
Estructura social maya
Halach uinic
(Hombre verdadero)
Kan o Chan
Ah kin co`ob
(Los más altos del Sol)
Almenehoob
Caab (Los que tienen
padres y madres)
La nobleza
Prolom
mercaderes
profesionales
Xibalbá
Prohibida su reproducción
Yalbauinikoob
(Hombres
http://goo.gl/BbZJp0
pequeños)
27
2.2. El Inca, descendiente del Sol
Los pueblos andinos fueron agrupa-
dos en un extenso imperio unificado
política y culturalmente: el Tahuan-
tinsuyo. La máxima autoridad era
ejercida por el Inca, una especie de
emperador que dirigía cada aspec-
to de la vida social. De la figura del
Inca toma nombre el Imperio bajo su
dominio, «inca», y también con ese
vocablo se denominan a las culturas
andinas que se encontraban dentro
de su jurisdicción.
Además de tener características ab-
solutistas, el gobierno hereditario del
Inca era teocrático, pues era consi-
derado descendiente y represen-
http://goo.gl/RwIz0x
28
Estructura social en el Imperio del Inca
Inca
El Inca
El Auqui
(Hijo del Inca)
Realeza
Panacas reales
(Primeras
generaciones
de cada panaca)
Nobleza de sangre
(Restantes miembros
de las panacas)
Nobleza
Nobleza de privilegio
Personas que se Sacerdote Altos jefes
destacaron (Mullac ursu de pueblos
por su y acilas) subyugados
servicio
Hatun runa
(Pueblo en general)
Mitimales
Pueblo
Yanaconas
(Servidores del Inca y del Imperio.
Muchos de ellos eran prisioneros)
http://goo.gl/xTKCWW
29
2.3. Confederación azteca
El núcleo de la sociedad azteca era la familia patriarcal y
monógama, aunque estaba permitida la poligamia.
A cada familia le era asignada una parte de las tierras co-
munales para su cultivo y usufructo.
Varias familias dentro
de un mismo territorio
componían un calpulli,
unidad social multifun-
cional, dentro de la cual
se organizaba el trabajo
en el campo, la recau-
dación de impuestos, la
religión, la educación y
el servicio militar.
Varios calpullis confor-
maban un barrio, que
generalmente se de-
http://goo.gl/2er1P6
dicaba a alguna ac-
tividad productiva en
especial: agricultura, ar-
tesanía u otro oficio.
El recinto ceremonial Dentro de la sociedad estamental azteca, los macehualtin
de Tenochtitlán. (plebeyos), constituían el grueso de la población y pagaban
impuestos, mientras los mayeques (siervos) solían trabajar las
tierras del Estado o de la nobleza. También había esclavos
que se empleaban como mano de obra o eran destinados
a sacrificios religiosos.
IÉN Estructura estatal
B
y también: Los jefes de los calpullis, la gente común que había presta-
Sobre los aztecas do un servicio meritorio al Estado, los jefes militares, los sacer-
dotes y la familia real conformaban una especie de nobleza
• La lengua náhuatl fue la encargada de la burocracia estatal.
más hablada.
• La religión era politeísta Todos ellos, sin embargo, se encontraban supeditados al
y practicaban sacrificios tlatoani (monarca), figura respetada y venerada como re-
humanos. presentante de los dioses, que se encargaba de nombrar a
Prohibida su reproducción
•Cada clase social tenía los funcionarios públicos; dirigir las acciones militares; super-
su propia vestimenta y visar las rentas; el comercio y la administración de justicia, y
accesorios. Solo la noble- presidir los ritos religiosos.
za podía usar algodón.
• Tenía un juego de pelota Aunque algunos hablan de «Imperio azteca», políticamente
llamado tlachtli. se trataba de una confederación formada por Tenochtitlán,
Tlacopán y Texcoco, bajo la hegemonía de la primera.
30
La Sociedad Azteca
31
3. arquitectura y astronomía
Las civilizaciones precolombinas poseían
vastos conocimientos de astronomía; de he-
cho, los monumentos fueron construidos con
una orientación que permite seguir el curso
de los cuerpos celestes o predecir los sols-
ticios y equinoccios. Además, esa función
astronómica de los edificios no puede des-
http://goo.gl/Qoonft
Centro ceremonial Olmeca de La Venta, en México. El orden con que sucedían todos los fenóme-
La mayor parte de los edificios se encuentran orien- nos celestes (ciclos, años, temporadas, días,
tados en un eje Norte-Sur. horas) debía verse reflejado en las construc-
ciones, en especial, en las pirámides.
Para que las edificaciones estuvieran en
concordancia con el orden de los astros,
mayas, incas y aztecas orientaron sus edi-
ficios con los puntos cardinales: de Este a
Oeste por el movimiento diario del Sol; y de
Norte a Sur, por los solsticios.
https://goo.gl/5Myg6u
http://goo.gl/61lO6s
Prohibida su reproducción
Coricancha fue el templo más venerado en el La ciudad de Uaxactún, en Guatemala, está organi-
Cusco, pues fue el santuario del dios Sol durante zada como un observatorio que permite seguir con
el Imperio inca. Algunas de sus estructuras se encon- exactitud el recorrido del Sol durante todo el año, y
traban alineadas astronómicamente, posiblemente a así determinar los equinoccios y solsticios.
las Pléyades.
32
https://bit.ly/2wQ5pDE
Mientras tanto en el mundo...
El poder de las mujeres en la cultura inca sino por la madre de la que provenían. Por
ende incluso el Inca debía provenir de la
El origen más antiguo de nuestra civilización
Panaca de una ancestral Coya poderosa,
andina es matriarcal; la civilización andi-
para tener la legitimidad de poder gober-
na es principalmente creación de la mujer.
nar.
Aunque somos Yanantin = paridad igualita-
ria, en realidad es la mujer quien prevalece Existieron incluso otras regiones más matriar-
en la mayoría de aspectos de la vida, la fa- cales que los Incas mismos, como la zona
milia y la comunidad. La femineidad es la norte del Perú donde Francisco Pizarro al
personificación de la máxima divinidad: la llegar fue recibido por las Capullanas = cu-
Madre Tierra = Pachamama. racas (gobernantes), todas mujeres. Estos
territorios absolutamente matriarcales abar-
La agricultura, las artes, la espiritualidad, las
caron el sur de Ecuador y norte del Perú:
habilidades comunicativas, son creaciones
Tumbes, Piura y Lambayeque, Capu pro-
del espíritu femenino. Los andinos tenían la
viene de capuz = vestido, y yana = negro,
fertilidad femenina por divina y era la mujer
llamadas así porque estas kurakas usaban
la personificación de esa divinidad; los hom-
largas túnicas negras, símbolos de su poder.
bres andinos rendían culto a la mujer porque
sólo a través de ella era posible la continui- El siglo XXI es inequívocamente el siglo del
dad de la vida y, por ende, la supervivencia regreso de la mujer a su lugar histórico; la
de la civilización humana. La Madre Tierra mujer ahora libre del yugo religioso-pa-
era el símbolo máximo de la feminidad. triarcal-abrahamánico originado en me-
dio-oriente que la oprimió, encontrándose
Y aunque el Inca dirigía el gobierno, era
nuevamente en estado de libertad, vuelve
la Qoya = primera de las mujeres, única
a demostrar sus facultades naturales, su
esposa legítima del emperador Sapa
fuerza y su vitalidad. Aquellas mismas fa-
Inca y quien dirige en su ausencia el
cultades que los andinos consideraban de
gobierno de la capital, Cusco, la mu-
carácter divino, provenientes de la Pa-
jer más poderosa del Estado de las
chamama, el principio femenino del
Cuatro Regiones (Tahuantinsuyo)
Cosmos. Apenas estamos volviendo
porque las Panacas = Familias
a redescubrir lo que esto realmente
gobernantes, eran matrilineales.
significa. El poder regenerativo y
Panaca proviene del quechua
creador de la mujer libre y em-
Panay = Hermana y era la Coya
poderada va a cambiar la hu-
quien heredaba todos los bienes
manidad que conocemos.
y los legaba a la Panaka de sus
descendientes; los incas no here- Instituto Cultural Pachayachachiq,
(2018). El poder de las mujeres en la
https://bit.ly/2k3U7Cg
33
En las civilizaciones precolombinas, las herramien-
tas más usadas eran de piedra; y el transporte de
materiales se hacía de forma manual. No se usaba
la rueda. Sin embargo, desarrollaron técnicas y esti-
los que les permitieron erigir grandes templos, forta-
lezas militares y ceremoniales y ciudades.
3.1. Mayas
Los mayas desarrollaron sus propios estilos y técni-
cas, como el arco falso, que conseguían colocan-
do una piedra sobre otra para conseguir una forma
de arco, y la bóveda.
Las construcciones mayas más importantes eran los
templos, siendo los más importantes Copan, Tikal,
http://goo.gl/Obko38
Xy
5o
te años, construían una nueva
pirámide o ampliaban una
antigua.
Prohibida su reproducción
http://goo.gl/3ikyVF
34
3.2. Incas
Los incas desarrollaron una arquitectura más sobria,
pero planificada a través de maquetas y bocetos.
Utilizaron dimensiones de partes del cuerpo humano
como medidas de referencia (brazos, codos, pies).
Levantaron sus edificios sobre una planta rectangu-
lar construida con rocas o adobe. Varios recintos al-
http://goo.gl/eYhlEX
rededor de un patio y rodeados por un muro, con-
formaron la cancha, unidad arquitectónica mínima.
ht
Las huacas tp
://
g
oo
.g
Por otra parte, estaban las huacas, lugares ceremo-
l/o
8J
niales en los que se rendía culto a una divinidad y se
9 SL
conservaban las momias de los gobernantes. Solían
consistir en un complejo de varios edificios con una
pirámide principal construida en adobes.
Una de las técnicas de construcción empleada por
los incas fue el almohadillado, que consiste en darle
forma y volumen a la piedra con patrones de compo-
sición alegóricos al paisaje. Modificaban los bordes de
los bloques de piedra de manera que dieran la sensación
de estar comprimida por el peso. Además, cortaban los blo-
ques con una precisión tal que eran unidas sin ningún tipo de
mezcla. Piedras colocadas en forma de
garra de puma en la fortaleza
de Sacsayhuamán, Cusco.
Como no emplearon cimientos, los muros eran más anchos
en la base, y más angostos en la parte superior, lo que le
daba estabilidad a la construcción.
Prohibida su reproducción
https://goo.gl/B1jSY5
35
Pucaras
Inclusive desde antes de uni-
ficarse bajo la autoridad del
Inca, los estados andinos
construyeron fortalezas ro-
deadas de tres murallas peri-
metrales, ubicadas en cerros
estratégicos con fines milita-
http://goo.gl/hBavqU
36
eto
Vida cotidiana de los aborígenes
El estudio de la vida cotidiana nos permite
conocer cómo era la existencia de las per-
sonas de otras épocas: cómo vestían, qué
pensaban, qué comían. Para reconstruir el
pasado, debemos recurrir a varios tipos de
fuentes: las primarias, elaboradas por los
protagonistas de la época, y también las se-
cundarias, que han sido confeccionadas a
partir de fuentes primarias y generalmente
nos ofrecen un análisis del período.
http://goo.gl/bwH7O9
¿Cuál es el objeto de estudio? Algunos de los
aspectos más importantes son: la vida fami-
liar (dónde y con quién vivían las personas;
los alimentos más comunes que consumían);
la vida social (los roles sociales y educativos, 2. Usando los recursos disponibles: bibliote-
las modas, el deporte, el ocio, la música), y cas, Internet, etc., recopila toda la infor-
la vida laboral (las condiciones y el lugar de mación disponible sobre la cotidianidad
trabajo). También es importante destacar los en las civilizaciones precolombinas; pon
valores o las emociones que dominaban los especial énfasis en obtener datos concre-
aspectos de la vida cotidiana. tos de los incas.
¿Cómo se estudia? Las mejores fuentes para 3. Clasifica la información en fuentes: pri-
el estudio de la vida cotidiana son las pri- marias, escritas, gráficas, orales, arqueo-
marias, pero también podemos recurrir a lógicas, y si es el caso, audiovisuales.
trabajos de síntesis de historiadores (fuentes 4. En función de la investigación realizada,
secundarias). Las más utilizadas en la histo- construye una presentación PDF o PREZI
ria contemporánea son las escritas (obras en la que se relate los siguientes aspec-
literarias, relatos, prensa); las gráficas (fotos, tos: vida familiar (dónde y con quién vi-
pinturas, grabados); audiovisuales (pelícu- vían las personas; los alimentos más co-
las, documentales); las orales (entrevistas, re- munes que consumían); vida social (los
Prohibida su reproducción
Prohibida su reproducción
cuerdos, tradiciones) y, en ocasiones, las ar- roles sociales y educativos, las modas, el
queológicas (vestidos, herramientas, armas, deporte, el ocio, la música); vida laboral
utensilios de cocina). (las condiciones y el lugar de trabajo); y,
valores o emociones que dominaban los
1. Si en tu localidad hay un museo que pre- aspectos de la vida cotidiana.
sente exposiciones sobre la época preco-
lombina, visítalo. 5. Realiza una exposición en clase.
37
1
Resumen
Maya Inca Azteca
• Numeración vigesimal
• Numeración posicional aditiva
• Numeración vigesimal • Aritmética • Cuatro símbolos
Matemáticas numéricos básicos
• Número «0» • Herramientas de cálculo:
quipus y yupana • Fracciones de unidad
• Cálculo de áreas
• Teocracia • Confederación de
• Teocracia monarquías
• Imperio unificado
• Ciudades estados • Hegemonía de
• Inca (emperador) Tenochtitlán
Organización • Halach uinic (reyes)
social y • Absolutismo • Tlatoani (rey)
política • Clases sociales
• Clases sociales • Clases sociales
• Impuestos
Prohibida su reproducción
• Función astronómica
• Función astronómica • Función astronómica
• Arco falso
• Uso de maquetas • Pirámides circulares y de
Arquitectura • Pirámides planta cuadrada
• Técnica de almohadillado
• Templos • Plataformas
• Pucarás y huacas ceremoniales
• Palacios
38
Para finalizar
1. Lee con atención el siguiente extracto y responde las preguntas a continuación:
—¿De qué habla el texto? ¿Qué aspectos del conocimiento precolombino tratados en esta
unidad se reflejan en este extracto del libro sagrado? ¿Qué mandato se da sobre la fina-
lidad de la tierra?
2. Identifica y haz una lista de los elementos de las culturas precolombinas que consideras
similares o más avanzados que los de los europeos cuando llegaron a América.
EVALUACIÓN
Prohibida su reproducción
Prohibida su reproducción
CONTENIDOS:
1. La organización de las culturas andinas 3.3. Política, religión y sociedad
1.1. Principios vitales de organización 3.4. Economía
1.2. Distribución espacial de las poblaciones 3.5. Estructura familiar
1.3. Ingeniería 3.6. Vestimenta y alimentación
Prohibida su reproducción
40
http://goo.gl/xUgwKA
Noticias:
Estética amenaza trenza de los otavaleños
Películas:
Existen varias obras cinematográficas cuyos ar-
gumentos se desarrollan dentro del contexto de
la conquista y colonización de América. En el
siguiente enlace podrás encontrar presentacio-
nes y tráileres de algunas de ellas:
http://goo.gl/gF2swj
Web:
En este enlace de la Cepal se encuentra un
banco de datos de pueblos indígenas y afro-
descendientes de América Latina y el Caribe.
http://goo.gl/pOvFtp
En contexto:
Prohibida su reproducción
Prohibida su reproducción
41
1. La organización de las culturas andinas
1.1. Principios vitales de organización construía y mantenía caminos, asignaba
bienes a familias necesitadas. A esta rela-
Reciprocidad y redistribución ción de recompensa de parte del Inca se le
Una de las características de las relaciones conoce como redistribución.
sociales en el Tahuantinsuyo era la reciproci- Minga, trabajo colectivo
dad como forma de mantener el orden y la
equidad. La reciprocidad se ejercía de dos La minga (en quichua, «trabajo colectivo he-
maneras: cho en favor de la comunidad») es una tra-
dición de las culturas precolombinas suda-
-Simétrica: cuando era entre personas o en- mericanas que consiste en la colaboración
tre estas y la comunidad. A este tipo corres- de un grupo en actividades que benefician
ponden los sistemas de ayuda mutua cono- a la comunidad, como la construcción de
cidos como ayni y minga. obras públicas.
Como la economía inca no empleó la mo- «Hoy por ti, mañana por mí»
neda ni el mercado, sino que se fundamen-
taba en el intercambio de productos, la fuer- El ayni es una forma de intercambio de fuer-
za laboral no se basaba en la remuneración, za laboral entre familias de un ayllu. Consiste
sino en la reciprocidad de parentesco. en que un grupo familiar ayuda a otro en la-
bores agrícolas o de construcción de casas,
-Asimétrica: consistía en el trabajo obliga- con la condición de que este corresponda
torio (mita) en las tierras u obras del Estado de la misma manera cuando aquel lo nece-
o del Inca. A cambio, organizaba rituales; site. Durante el trabajo se sirven comidas y
bebidas a los colaboradores.
La filosofía del ayni se expre-
sa en el refrán popular actual:
«Hoy por ti, mañana por mí».
Prohibida su reproducción
http://goo.gl/AVUuky
http://goo.gl/x3tzan
42
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unceasingly falling, and tremendous gusts of wind prevailing. Indeed,
we began to fear at last that nothing more would be done this
season, and that we should either fall back to the towns of Irun and
Fontarabia, or spend the winter under canvas. That we were
wantonly kept here, no one imagined: on the contrary, we were quite
aware that nothing but the protracted defence of Pampeluna
hindered our advance; and joyful was the news which at length
reached us that that important city had surrendered.
Of course I did not confine myself to my tent, or within the hounds of
the camp, all this while. I shot and fished as usual; made excursions
to the rear and to the front, as the humour directed; and adopted
every ordinary expedient to kill time. On these occasions adventures
were not always wanting, though they were, for the most part, such
as would excite little interest were they repeated. But one I recollect
which deserves narration more, perhaps, than the others, and that I
will detail.
During the time that the British army occupied its position along the
Spanish bank of the Bidassoa a vast number of desertions took
place. As this was an event which had but rarely occurred before,
many opinions were hazarded as to its cause. For my own part, I
attributed it entirely to the operation of superstitious terror on the
minds of the men, and for this reason: It is the usual custom, in
planting sentinels in the immediate presence of an enemy, to station
them in pairs, so that one may patrol as far as the next post while the
other remains steady on his ground. Perhaps, too, the wish of giving
greater confidence to the men themselves may have some weight in
dictating the arrangement; at all events, there can be no doubt of the
fact, and that much increased confidence does arise from it. Such,
however, was the nature of the ground covered by our pickets
among the Pyrenees, that in many places there was hardly room for
a couple of sentinels to occupy a single post, and it was only at the
mouths of the various passes that, for insuring the repose of the
army, two were more desirable than one. Rugged as the country
was, however, almost every foot of it had been contested; and the
dead, falling among rocks and cliffs, were left in various instances,
from necessity, unburied. It was exactly in those parts where the
dead lay unburied that single sentinels were planted. That soldiers
and sailors are often superstitious everybody knows; nor can it be
pleasant for the strongest-minded among them to spend two or three
hours of a stormy night beside a mangled and half-devoured
carcass. Indeed, I have been myself more than once remonstrated
with for desiring as brave a fellow as any in the corps to keep guard
near one of his fallen comrades. "I don't care for living men," said the
soldier; "but, for Godsake, sir, don't keep me beside him." And
wherever I could yield to the remonstrance, I invariably did so. My
own opinion, therefore, was, that many of our sentries became so
unmanned by superstitious dread, that they could not keep their
ground. They knew that if they returned to the picket a severe
punishment awaited them; and hence they went over to the enemy
rather than endure the pangs of a diseased imagination.
As a proof that my views were correct, it was remarked that the army
had no sooner descended from the mountains, and taken up a
position which required a chain of double sentinels to be renewed,
than desertion in a great degree ceased. A few instances still
occurred, as will always be the case where men of all tempers are
brought together, as in an army; but they bore no proportion
whatever to those which took place among the Pyrenees. With a
view of stopping the practice entirely, an order was issued which
prohibited the men from passing the advanced sentries, and assured
all who might be caught on the neutral ground—that is, on the
ground between the enemy's outposts and our own—that they
should be arrested, brought back, and treated as deserters.
I had ridden towards the front one morning, for the purpose of
visiting a friend in the fifth division, when I learned that three men
had been seized a few days previously half-way between the two
chains of posts, and that one of them had confessed that their
intention was to desert. A court-martial was immediately ordered; the
prisoners were condemned to be shot; and this was the day on
which the sentence was to be carried into execution. I consequently
found the division, on my arrival, getting under arms; and being
informed of the circumstances, I determined, after a short struggle
with my weaker feelings, to witness the proceeding.
It was altogether a most solemn and impressive spectacle. The
soldiers took their stations and formed their ranks without speaking a
word, and looked at one another with that peculiar expression which,
without seeming to imply any doubt on their part of the perfect
propriety of the measure, indicated sincere reluctance to become
spectators of it. The same feeling evidently pervaded the minds of
the officers; indeed, you could well-nigh perceive the sort of shudder
which ran through the frames of all who were on parade.
The place appointed for the execution was a little elevated plain a
few hundred yards in front of the camp, and near the picket from
which the culprits had deserted. Hither the different battalions
directed their steps; and the whole division being formed into three
sides of a hollow square, the men "ordered" their arms, and stood
still. At the vacant side of this square a grave was dug—the earth
which had been excavated being piled up on its opposite bank; and
this, as the event proved, was the spot to be occupied by the
prisoners.
We had stood thus about five minutes, when the muffled drums of
the corps to which the culprits belonged were heard beating the
dead march; and they themselves, handcuffed and surrounded by
their guards, made their appearance. One was a fine young fellow,
tall and well made; another was a dark, thick-set, little man, about
thirty years of age; and the third had nothing remarkable in his
countenance except an expression of deep cunning and treachery.
They all moved forward with considerable firmness, and took their
stations on the mound, when, the word "Attention" being given, a
staff-officer advanced into the centre of the square and read aloud
the proceedings of the court. By these, sentence of death was
passed upon all three; but the most villanous-looking among them
was recommended to mercy, on the ground that he had added
treachery to his other crimes.
As soon as the reading was finished, the prisoners were
commanded to kneel down upon the ground, and a handkerchief
was tied over the eyes of each. During the progress of this operation
I looked round—not so much from curiosity as to give a momentary
relief to my own excited feelings—upon the countenances of the
soldiers. They were, one and all of them, deadly pale; indeed, the
teeth of many were set close together, and their breathing seemed to
be repressed. It was altogether a most harrowing moment.
The eyes of the prisoners being tied up, the guard was withdrawn
from about them, and took post perhaps ten yards in their front. As
soon as this was done, the same staff-officer who had read the
proceedings of the trial, calling to the informer by name, ordered him
to rise, for that the commander of the forces had attended to the
recommendation of his judges, and spared his life. But the poor
wretch paid no attention to the order; I question, indeed, whether he
heard it; for he knelt there as if rooted to the spot, till a file of men
removed him in a state of apparent stupor. What the feelings of his
companions in crime must have been at this moment I know not; but
their miseries were of short duration; for, a signal being given, about
sixteen soldiers fired, and they were instantly numbered with the
dead. The little man, I observed, sprang into the air when he
received his wounds; the other fell flat upon his face; but neither
gave the slightest sign of vitality afterwards.
The discharge of the muskets in the faces of the culprits was
followed by a sound as if every man in the division had been stifled
for the last five minutes, and now at length drew in his breath. It was
not a groan, nor a sigh, but a sob, like that which you unconsciously
utter after dipping your head under water. And now all excitement
was at an end. The men were dead; they died by musket-shots; and
these were occurrences, viewing them in the abstract, by far too
common to be much regarded. But in order to give to the execution
its full effect, the division formed into open column of companies and
marched round the grave, on the brink of which the bodies lay; after
which each corps filed off to its tents, and, long before dark, the
scene of the morning was forgotten. Not but that it produced a good
effect by checking the prevalence of the offence of which it was the
punishment; but pity soon died away, and every feeling of disgust, if,
indeed, any such had at all arisen, was obliterated. The bodies were
thrown into the hole and covered up, and I returned to my tent to
muse upon what I had seen.
I have stated that on the 3d of November intelligence of the fall of
Pampeluna reached us. From that day we began to calculate in
earnest upon a speedy renewal of operations, and to speculate upon
the probable extent of our progress ere a new halt should be
ordered, or the troops placed in quarters for the winter. But so much
rain had fallen during the preceding fortnight that the cross-roads
were wholly impassable; and, what was worse, there appeared no
promise of a change in the weather.
I had the honour to be personally acquainted with the distinguished
officer whose unlooked-for death in 1823 caused so great a
sensation of sorrow throughout Scotland—I mean the Earl of
Hopetoun, at that period Sir John Hope. Sir John had lately joined
the army, relieving Sir Thomas Graham in the guidance of the left
column, and taking rank as second in command under Lord
Wellington. Whilst our division occupied the heights of Handaye, I
spent several agreeable evenings in his company; the particulars
attending one of which, as they had at the time a more than ordinary
degree of interest in them, I shall take the liberty to repeat.
On the 7th of November I dined with the General. We sat down to
table about six o'clock, and were beginning to experience as much
satisfaction as good cheer and pleasant company can produce,
when an orderly dragoon rode into the courtyard of the house. He
was immediately admitted; and being ushered into the room where
we sat, he handed a sealed packet to our host. Sir John opened it,
glanced his eye over its contents, put it into his pocket, and
motioning to the orderly to withdraw, renewed the conversation
which had been interrupted. Though more than half suspicious that
the packet contained intelligence of importance, we—I mean the
General's guests and staff—soon returned to our former lively chat,
when the clattering of another horse's hoofs was heard, and Colonel
Delaney entered. He was accompanied by an officer of the corps of
guides; and requesting permission to hold a few minutes private
conversation with Sir John Hope, they all three retired together.
"We shall have something to do before twenty-four hours pass," said
one of the aides-de-camp; "Delaney always brings warlike
communications with him." "So much the better," was the general
reply. "Let us drink to our host, and success to to-morrow's
operations." The toast was hardly finished when Sir John returned,
bringing with him only the officer of the corps of guides—Delaney
was gone; but of the purport of the communication not a hint was
dropped, and the evening passed on as if no such communication
had been made.
About nine o'clock our party broke up, and we were wishing our
friends good night, when a French officer, who had deserted, was
brought in. He was civilly, but very coolly received. He had little
information to give, except that a batch of conscripts had lately
joined the army, most of whom were either old men or boys—so
thoroughly was the youth of France by this time wasted, through a
continuance of wars. We who were guests stayed not, however, to
hear him out, but, mounting our horses, returned each to his tent.
On reaching the camp of my own corps, I found—as, indeed, I had
expected to do—that the order for an attack was issued, and that the
brigade was to be under arms by four o'clock next morning. Once
more, therefore, I made up my mind for the worst; and having
instructed my friend as to the manner in which I wished my little
property to be disposed of—having assigned my sword to one, my
pelisse to another, and my faithful dog to a third—I was, if you
please, enthusiast enough to recommend my soul to the mercy of its
Creator, and then lay down. For a while Grey and myself chatted, as
men of any reflection so situated are wont to chat. We agreed, as
indeed we always did on such occasions, each to act as executor to
the other, and having cordially shaken hands, lest an opportunity of
so doing should not occur again, we fell fast asleep.
I had slept, perhaps, an hour and a half, when I was awoke by the
voice of the orderly sergeant, who came to inform us that the
movement of the army was countermanded. I will not say whether
the intelligence was received as acceptable or the reverse; indeed, I
question whether we ourselves knew at the moment whether we
were relieved by the reprieve or the contrary. One thing, however, is
certain, that we did not sleep the less soundly from knowing that at
least to-morrow was secured to us, to be passed in a state of vigour
and vitality, though perfectly aware that the peril of a battle must be
encountered before long; and hence that it was really a matter of
very little moment whether it should take place now or a few days
hence.
On mustering next morning upon the parade-ground, we learned that
our intended operations were impeded only by the very bad state of
the by-ways. Though the rain had ceased for some days past, such
was the quantity which had fallen that no artillery could, as yet, move
in any other direction than along the main road. The continuance of
dry weather for eight-and-forty hours would, however, it was
calculated, remove this obstacle to our advance; and hence every
man felt that he had but a couple of days to count upon. By good
fortune, these days continued clear and serene, and the justice of
our calculations was in due time evinced.
CHAPTER VIII.
The 8th and 9th of November passed over without any event
occurring worthy of recital. On the former of these days, indeed, we
had the satisfaction to see a French gun-brig destroyed by one of
our light cruisers, a small schooner, off the harbour of St Jean de
Luz. She had lain there, as it appeared, for some time, and,
apprehensive of falling into our hands, had ventured on that day to
put to sea; but, being observed by a brig, and the schooner above
alluded to, she was immediately followed, and after an action of
nearly an hour's continuance, she blew up. Whether her crew had
abandoned her previous to the explosion I had no means of
ascertaining.
Meanwhile, among ourselves, and throughout the different divisions
contiguous to us, a silence like that of a calm before a storm
prevailed. Each man looked as if he knew that an attack was
impending, though few conjectures were hazarded touching the
precise moment of its occurrence. On the evening of the 9th,
however, all doubt was at length removed. We were assembled at
parade, or rather the parade was dismissed, but, the band continuing
to play, the officers were waiting in groups about the colonel's tent,
when an aide-de-camp riding up informed us that the army was to
advance upon the morrow. The battalion to which I belonged was
appointed to carry the village of Urogne—a place containing perhaps
a hundred houses and a church; and we were to take post for the
purpose an hour before daybreak on the highroad, close to the
advanced sentinels. Of the disposition of other corps we knew
nothing.
As soon as the aide-de-camp departed, we began, as people so
circumstanced generally do, to discuss the propriety of our general's
arrangements. On the present occasion we were more than usually
convinced of the sagacity and profound skill of the noble lord. Our
corps had been selected, in preference to many others, for a service,
perilous, it is true, but therefore honourable. This showed that he
knew at least on whom he could depend; and we, of course, were
determined to prove that his confidence had not been misplaced.
Having passed an hour or two in this manner, we departed each to
his own tent, in order to make the necessary preparations for the
morrow. These were soon completed. Our baggage was packed; our
horses and mules, which, for the sake of shelter, had been kept
during the last ten days at certain houses in the rear, were called in;
and provisions enough for one day's consumption put into a
haversack. With this and our cloaks we directed a Portuguese lad, a
servant of Grey, to follow the battalion upon a little pony, which we
kept chiefly for such uses; and finally, having renewed our directions,
the one to the other, respecting the conduct of the survivor in case
either of us should fall, we lay down.
It was quite dark when I arose. Our fires had all burned out; there
was no moon in the heavens, and the stars were in a great measure
obscured by clouds; but we took our places instinctively, and in
profound silence. On these occasions I have been always struck with
the great coolness of the women. You seldom hear an expression of
alarm escape them; indeed they become, probably from habit, and
from the example of others, to the full as indifferent to danger as
their husbands. I fear, too, that the sort of life which they lead, after
they have for any length of time followed an army in the field, sadly
unsexes them (if I may be permitted to coin such a word for their
benefit); at least I recollect but one instance in which any symptoms
of real sorrow were shown even by those whom the fate of a battle
had rendered widows. Sixty women only being permitted to
accompany a battalion, they are, of course, perfectly sure of getting
as many husbands as they may choose; and hence few widows of
soldiers continue in a state of widowhood for any unreasonable
length of time; so far, indeed, they are a highly-favoured class of
female society.
The column being formed, and the tents and baggage so disposed
as that, in case of a reverse, they might be carried to the rear without
confusion or delay, the word was given to move on. As our route lay
over ground extremely uneven, we moved for a while slowly and with
caution, till, having gained the highroad, we were enabled to quicken
our pace. We proceeded thus, perhaps, about a mile, when the
watch-fire of a German picket was seen. Then the order to halt being
passed quietly from rank to rank, we ordered arms, and sat down
upon the green banks by the roadside. Here we were directed to
remain till there should be light enough to make surrounding objects
clear, and a gun somewhere to the left of us should give the signal of
attack.
Men are very differently affected at different times, even though the
situations in which they may be cast bear a strong affinity to one
another. On the present occasion, for example, I perfectly recollect
that hardly any feeling of seriousness pervaded my own mind, nor, if
I might judge from appearances, the minds of those around me.
Much conversation, on the contrary, passed among us in whispers,
but it was all of as light a character as if the business in which we
were about to engage were mere amusement, and not that kind of
play in which men stake their lives. Anxiety and restlessness,
indeed, universally prevailed. We looked to the east, and watched
the gradual approach of dawn; but it was with that degree of interest
which sportsmen feel on the morning of the twelfth of August—or
rather, perhaps, like that of a child in a box at Covent Garden, when
it expects every moment to see the stage curtain lifted. We were
exceedingly anxious to begin the fray, but we were quite confident of
success.
In the meanwhile, such dispositions were made as the
circumstances of the case appeared to require. Three companies,
consisting of about a hundred and fifty men, were detached, under
the command of a field-officer, a little to the right and left of the road,
for the purpose of surprising, if possible, two of the enemy's pickets.
The remaining seven, forming into column as day broke, extended
their front so as to cover the whole breadth of the road, and made
ready to rush at once, in what is called "double quick," upon the
village. That it was strongly barricaded and filled with French infantry
we were aware; but, by making our first attack a rapid one, we
calculated on reaching the barricade before the enemy should have
time to do us much damage by their fire.
We stood, perhaps, half an hour after these dispositions were
effected before the signal was given, the dawn gradually brightening
over the whole face of the sky. Now we could observe that we had
diverged in some degree from the main road, and occupied with our
little column a lane hemmed in on both sides by high hedges;
presently we were able to remark that the lane again united itself
with the road about a hundred yards in front of us; then the church
and houses of the village began to show through the darkness like
rocks or mounds; by-and-by the stubble-fields immediately around
could be distinguished from green meadows; then the hedgerows
which separated one field from another became visible. And now the
signal-gun was fired. It was immediately answered by a couple of
nine-pounders, which were stationed in a field adjoining to the lane
where we stood; and the battle began.
The three detached companies did their best to surprise the French
pickets, but without success, the French troops being too watchful to
be easily taken. They drove them in, however, in gallant style; and
the little column, according to the preconcerted plan, pressed
forward. Meanwhile the houses and barricade of Urogne were
thronged with defenders, who saluted us, as we approached, with a
sharp discharge of musketry. The bullets whistled round us, but with
less effect than might have been expected. A few men and one
officer fell, the latter being shot through the heart. He uttered but a
single word—the name of his favourite comrade—and expired. On
our part we had no time for firing, but rushed on to the charge; whilst
the nine-pounders already alluded to cleared the barricade with
grape and canister. In two minutes we had reached its base; in an
instant more we were on the top of it; when the enemy, as if panic-
struck at the celerity of our movements, abandoned their defences
and fled. We followed them through the street of the place, as far as
its extremity; but having been previously directed to proceed no
farther, we halted there, and they escaped to the high grounds
beyond.
The position now attacked in front of St Jean de Luz was one of
which Lord Wellington himself has said that he never beheld
anything more formidable. It extended for about three miles along
the ridge of a rising ground, the ascent of which was for the most
part covered with thick wood and intersected by deep ditches. These
natural defences Marshal Soult had strengthened with redoubts,
open batteries, and breastworks; the completion of which was begun
prior to our passage of the Bidassoa, and finished during our
compulsory halt on the heights above Handaye. Towards our left,
indeed—that is, towards the right of the enemy, and in the direction
of the village which we had just carried—the works in question
presented so commanding an appearance that our gallant leader
deemed it unwise to attempt any serious impression there; and
hence, having possessed ourselves of Urogne, we were directed to
attempt nothing more than to keep it at all hazards, and to make,
from time to time, a demonstration of advancing. This was done in
order to deter Soult from detaching any of this corps to the
assistance of his left, which it was the object of Lord Wellington to
overwhelm, and which, after twelve hours of severe fighting, he
succeeded in turning.
As soon as we had cleared the place of its defenders, we set about
intrenching ourselves, in case any attempt should be made to retake
the village. For this purpose we tore up the barricade erected by the
French, consisting of casks filled with earth, manure, and rubbish,
and rolling them down to the other end of the town, soon threw up a
parapet for our defence. The enemy, meanwhile, began to collect a
dense mass of infantry upon the brow of the hill opposite, and
turning a battery of three pieces of cannon upon us, they swept the
street with round-shot. These whizzing along, caused the walls and
roofs of the houses to crumble; but neither the shot, nor the shells,
which from time to time burst about us, did any considerable
execution. By avoiding conspicuous places, we managed to keep
well out of reach; and hence the chief injury done by the cannonade
fell upon the proprietors of houses.
We found in the village a good store of brown bread and several
casks of brandy. The latter were instantly knocked on the head and
the spirits poured out into the street, as the best means of hindering
our men from getting drunk; but the former was divided amongst us;
and even the black bread issued to the French soldiers proved a
treat to us, who had tasted nothing except biscuits, and these none
of the most fresh, for the last three months. We were not, however,
allowed much time to regale ourselves.
It was now about eleven o'clock, and the enemy had as yet made no
attack upon us. We could perceive, indeed, from the glancing of
bayonets through the wood in front, that troops were there
mustering; and as the country was well adapted for skirmishing,
being a good deal intersected with ditches, hedges, and hollow
ways, it was deemed prudent to send out three or four companies to
watch their movements. Among the companies thus sent out was
that to which I belonged. We took a direction to the left of the village,
and, being noticed by the enemy's artillery, were saluted with a
shower of round-shot and shell. Just at this moment a tumbril or
ammunition-waggon coming up, a shell from a French mortar fell
upon it. It exploded, and two unfortunate artillery drivers who
chanced to be sitting upon it were hurled into the air. I looked at them
a moment after they fell. One was quite dead, and dreadfully
mangled; the other was as black as a coal, but he was alive, and
groaned heavily. He lifted his head as we passed, and wished us
success. What became of him afterwards I know not, but there
appeared little chance of his recovery.
Having gained a hollow road somewhat in advance of the village, we
found ourselves in connection with a line of skirmishers thrown out
by Colonel Halket from his corps of light Germans, and in some
degree sheltered from the cannonade. But our repose was not of
long continuance. The enemy having collected a large force of
tirailleurs, came on with loud shouts, and every show of
determination. His object seemed to be to catch us in the hollow
way, where, because of the height and steepness of the bank, we
should have been at his mercy. The word was therefore passed to
move out and meet him, whereupon we clambered up the face of the
acclivity and dashed forward.
It would be hard to conceive a more animating military spectacle
than met the eye that day, as it moved to the right and left, tracing
the British line. For the benefit of my more peaceable readers, I may
as well mention that troops sent out to skirmish advance or retire in
files; each file, or pair of men, keeping about five yards from the files
on both sides of them. On the present occasion our line of
skirmishers extended about a mile in both directions, all spread out
in a sort of irregular order, and all firing independently of one
another, as the opportunity of a good aim presented itself. On the
side of the French, on the contrary, all was apparent confusion. Yet
the French tirailleurs are by no means in disorder when they appear
so. They are admirable skirmishers; and they gave our people this
day a good deal of employment before they again betook
themselves to the heights. They did not, however, succeed, as I
suspect was their design, in drawing us so far from the village as to
expose us to the fire of their masked batteries; but having followed
them across a few fields only, we once more returned to our hollow
road.
It was evident, from the numerous solid bodies of troops which kept
their ground along the enemy's front, that the plan of Lord Wellington
had been successful; and that no force had been sent from the right
of Soult's army to the assistance of his left. The continuous roar of
musketry and cannon which was kept up in that direction proved, at
the same time, that a more serious struggle was going on there than
any to which we were exposed. It was no rapid but intermitting rattle,
like that which we and our opponents from time to time produced;
but an unceasing volley, as if men were able to fire without loading,
or took no time to load. At length Soult appeared to have discovered
that he had little to dread upon his right. About three o'clock we
could observe a heavy column beginning its march to the left; and at
the same instant, as if to cover the movement, the enemy's
skirmishers again advanced. Again we met them, as we had done
before, and again drove them in; when, instead of falling back to the
hollow way, we lay down behind a hedge, midway between the
village and the base of their position. From this they made several
attempts to dislodge us, but without effect; and here we remained till
the approach of darkness put an end to the battle.
The sun had set about an hour when the troops in advance were
everywhere recalled, and I and my companions returned to the
village. Upon it we found that the enemy still kept up an occasional
fire of cannon; and hence that the houses, which were extremely
thin, furnished no sufficient shelter for the troops. It was accordingly
determined to lodge the corps that night in the church; at the door of
which, to our great satisfaction, my friend and I found that our
Portuguese servant was waiting for us. The sumpter-pony was soon
unladen; and provisions and grog being at the same time served out
to the men, the graver business of the day was succeeded by
universal jollity and mirth.
The spectacle which the interior of the church of Urogne presented
that night was one which the pious founder of the fabric probably
never contemplated. Along the two side aisles the arms of the
battalion were piled, the men themselves occupying the centre aisle.
In the pulpit were placed the big drum and other musical
instruments, a party of officers taking possession of a gallery erected
at the lower extremity of the building. For our own parts, Grey and
myself asserted a claim to the space round the altar, which in an
English church is generally railed in, but which in foreign churches is
distinguished from the rest of the chancel only by its elevation. Here
we spread out our cold salt beef, our brown bread, our cheese, and
our wine; and here we ate and drank in that state of excited feeling
which attends every man who has gone safely through the perils of
such a day.
Nor was the wild nature of the spectacle around us diminished by the
gloomy and wavering light which thirty or forty small rosin tapers cast
over it. Of these, two or three stood beside us upon the altar. The
rest were scattered about by ones and twos in different places,
leaving every interval in a sort of shade, which gave a wider scope to
the imagination than to the senses. The buzz of conversation, too,
the frequent laugh and joke, and, by-and-by, the song, as the grog
began to circulate, all these combined to produce a scene too
striking to be soon forgotten.
As time passed on, all these sounds became more and more faint.
The men, wearied with their day's work, dropped asleep one after
another; and I, having watched them for a while, stretched out like so
many corpses upon the paved floor of the church, wrapped my cloak
round me, and prepared to follow their example. I laid myself at the
foot of the altar; and though the marble was not more soft than
marble usually is, I slept as soundly upon it as if it had been a bed of
down.
CHAPTER IX.
We had slept about four or five hours, and the short hours of the
morning were beginning to be lengthened, when our slumbers were
disturbed by the arrival of a messenger from the advanced pickets,
who came to inform us that the enemy were moving. As we had lain
down in our clothes, with all our accoutrements on, we were under
arms and in column in five seconds. It was not, however, deemed
necessary that any immediate advance on our part should be
attempted. We remained, on the contrary, quiet in the church; but,
standing in our ranks, we were perfectly ready to march to any
quarter where the sound of firing might bespeak our presence
necessary.
We had stood thus about half an hour, when a second messenger
from the outposts came in, from whom we learned that a blue-light
had been thrown up within the enemy's lines, and that their fires
were all freshly trimmed. "Is it so?" said some of our oldest veterans;
"then there will be no work for us to-day—they are retreating:" and
so, sure enough, it proved. As soon as dawn began to appear, a
patrol was sent forward, which returned immediately to state that not
a vestige of the French army was to be found. Their outposts and
sentries were withdrawn, their baggage was all gone, and the whole
of the right wing had disappeared. The truth was, as soon became
apparent, that Lord Wellington's plan of attack had succeeded at
every point. The enemy's left was turned. His redoubts, after some
hard fighting, were taken; and our people getting into his rear, left to
Marshal Soult no alternative except retreat. On his right, as I have
already explained, no serious impression could be made. There his
position defied us. But our feint deceived him into the hope that we
might knock our heads against a wall; and he delayed too long
sending to the quarter where real danger threatened the
reinforcements that were needed. They arrived in time to see that
their vantage-ground was lost; and both right and left withdrew,
quietly and in good order, as soon as darkness set in.
The intelligence of the enemy's retreat was received with infinite
satisfaction. Not that there was the smallest disinclination on our part
to renew the battle; but the battle being won, there remained for us
the rapture of the chase, than which, in the operations of war, there
is nothing more exciting. Very properly, however, the men received
orders to strengthen themselves against contingencies by eating,
before they began their march. This they did in the little square or
place whither the battalion was moved out of the church, and round
their piled arms—their breakfast, like our own, consisting of such
scraps of bread and meat as remained from the supper of the
previous evening.
While others were thus employed, I went, with two or three officers,
to visit the spot where we had deposited such of our messmates as
fell in the battle of yesterday. It is not often that a soldier is so
fortunate—if indeed the circumstance be worth a wise man's regard
—as to be laid to his rest in consecrated ground. Our gallant
comrades enjoyed that privilege on the present occasion. The
soldiers had collected them from the various spots where they lay,
and brought them in, with a sort of pious respect, to the churchyard.
Here they dug a grave—one grave, it is true, for more than one
body; but what boots it?—and here they entombed them, carefully
tearing up the green sod, and carefully replacing it upon the hillock.
For my own part, I had little time to do more than wish rest to their
souls; for the corps was already in motion, and in five minutes we
were in the line of march.
It was dark when the movement began, consequently objects could
not be distinguished at any considerable distance; but the farther we
proceeded, the more strongly the day dawned upon us. Having
cleared the village, we came to a bridge thrown across a little brook,
for the possession of which a good deal of fighting had taken place
towards evening on the previous day. Here we found several French
soldiers lying dead, as well as one of our own men, who had
ventured too far in pursuit. A little way beyond the bridge, and to the
left of the road, stood a neat chateau of some size. This our
advanced party was ordered to search; and as I chanced to be in
command of the detachment, the office of conducting the search
devolved upon me.
I found the house furnished after the French fashion, and the
furniture in a state of perfect preservation; nor did I permit the
slightest injury to be done to it by my men. The only article, indeed,
which I was guilty of plundering, was a grammar of the Spanish
language, thus entitled—"Grammaire et Dictionnaire François et
Espagnol—Nouvellement Revû, Corrigé et Augmenté par Monsieur
de Maunory: Suivant l'Usage de la Cour d'Espagne." Upon one of
the boards is written—Appartient a Lassalle Briguette, Lassallee.
The book is still in my possession; and as our countries are now at
peace, I take this opportunity of informing Mr Briguette that I am
quite ready to restore to him his property, provided he will favour me
with his address.
The room from which I took the volume just alluded to was the
library, and by no means badly stored with books. There was not,
however, much time to decipher the title-pages; for, independently of
the necessity under which we lay of pushing forward as soon as we
had ascertained that none of the enemy were secreted here, my
attention was attracted by a mass of letters scattered over the floor.
The reader may judge of my surprise, when, on lifting one to
examine its contents, I found it to be in the handwriting of my own
father, and addressed to myself. It was of a later date, too, than any
communication which I had received from home; and beside it were
lying about twenty others, directed to different officers in the same
division with myself. This let me into a secret. The house in which I
now stood had been the official headquarters of Marshal Soult. A
courier, who was bringing letters from Lord Wellington's
headquarters, had been cut off by a patrol of the enemy's cavalry;
and hence all our epistles, including sundry billets-doux from fair
maidens at home, had been subjected to the scrutiny of the French
marshal and his staff.
Leaving other epistles to their fate, I put my own in my pocket, and,
stuffing my volume of plunder into my bosom, pushed on. About a
hundred yards in rear of the chateau we arrived at the first line of
works, consisting of a battery for two guns, with a deep trench in
front of it. It was flanked both on the right and left by farmhouses,
with a good deal of plantation, and a couple of garden walls, and
would have cost our people no inconsiderable loss had we been
foolhardy enough to attack it. It was erected just upon the
commencement of the rising ground. On passing it we found
ourselves at the ascent of a bare hill, about the altitude, perhaps, of
Shooter's Hill, and not dissimilar in general appearance, the summit
of which was covered by three redoubts, connected, the one with the
other, by two open batteries. As we gazed at these, we could not but
remark to ourselves how painful must have been the feelings of the
French general when compelled to abandon them; and we, of
course, paid the compliments which were his due to our own leader,
by whose judicious management the labours of months were
rendered profitless to such an adversary.
We had just cleared the intrenchments when a cry arose from the
rear, "Make way for the cavalry!" Our men, accordingly, inclined to
the right of the road, when the 12th and 16th light dragoons rode
past at a quick trot, sending out half a troop before them to feel their
way. The object of this movement, as we afterwards found, was to
hinder, if possible, the destruction of the bridge at St Jean de Luz;
but the attempt succeeded only in part, the enemy having already
set fire to their train.
"Push on, push on," was now the word. We accordingly quickened
our pace, and reached St Jean de Luz about nine o'clock; but we
were too late to secure a passage of the Nivelle, the bridge being
already in ruins. Our cavalry had reached it only in time to see the
mine exploded, which the French troops had dug in its centre arch;
and hence a halt became necessary till the chasm thus created
should be filled up. The effect was remarkably striking; the whole of
the first and fifth divisions, with the King's German legion, several
brigades of Portuguese, and two divisions of Spanish troops, came
pouring up, till the southern suburb of St Jean de Luz was filled with
armed men, to the number of perhaps twenty or thirty thousand.
It is probably needless for me to say that we found St Jean de Luz
for the most part abandoned by its inhabitants. Here and there,