Cuentos de Jack London
Cuentos de Jack London
Cuentos de Jack London
CUENTOS DE
JACK LONDON
Aunque siempre vivió acuciado por la falta de dinero, Jack
London (San Francisco, 1876 – Glen Ellen, California, 1916) lle-
gó a ser el escritor mejor pagado de su país. No obstante,
JACK LONDON
antes de convertirse en un aclamado autor, desempeñó
muchos trabajos, entre los cuales cabe citar los de pesca-
dor furtivo de ostras en la bahía de San Francisco, patru-
llero de costas, cazador de focas o buscador de oro en la
región del río Klondike. Todas estas experiencias dejaron en
él una marca indeleble y se encuentran destiladas con una
maestría deslumbrante en sus narraciones.
CUENTOS DE
chinago» o «Koolau el Leproso», o en los territorios glaciales
del Yukon, como «Ley de vida» o «Encender una hoguera»,
los cuentos recogidos en esta antología constituyen una
muestra representativa de algunos de los temas tronca-
les de la obra del autor, como la lucha feroz por la existen-
cia, la insignificancia del individuo frente a la crueldad y
el carácter implacable de la naturaleza o el poder del hom-
bre blanco.
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AUSTRALCUENTOS
UNIVERSALES
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CUENTOS DE
JACK LONDON
Traducción
Javier Calvo
Títulos originales de los cuentos: To the Man on Trail, The Law of Life,
Bâtard, To Build a Fire, The Chinago y Koolau the Leper
—Échalo .
—Pero, Kid, ¿no crees que te estás pasando? El
whisky y el alcohol ya son una mezcla explosiva,
pero encima el coñac, la salsa de pimienta y . . .
—Échalo . ¿Quién está haciendo este ponche,
eh? —Y Malemute Kid le dedicó una sonrisa benig
na a través de las nubes de vapor— . Cuando lleves
tanto tiempo como yo en estas tierras, hijo, y hayas
sobrevivido siguiendo rastros de conejos y comien
do vísceras de salmón, entenderás que la Navidad
solo es una vez al año . Y una Navidad sin ponche es
como abrir un agujero en el lecho de roca y no en
contrar ningún filón .
—Cárgalo bien, ya verás qué fiesta —dijo en
tono de aprobación Big Jim Belden, que había baja
do de su concesión en el Mazy May para pasar la
Navidad, y que, como sabía todo el mundo, se había
pasado los dos meses anteriores alimentándose de
carne de alce a palo seco— . No os habéis olvidao del
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