Fallo 271.396

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Voces :

Corte
Suprema
de Justicia
Tribunal:
de la
Nación(CS
)

Fecha: 25/09/1968
Partes: Ruiz Mira, Pedro y otros
Publicado CS Fallos 271:, 396 - Colección de Análisis Jurisprudencial Elems. de Derecho Penal
en: y Procesal Penal - Director: Andrés José D'Alessio - Editorial LA LEY, 2005, 34, con
nota de Mónica A. Antonini

Fallos de la Corte Premium

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Jurisdicción y competencia: Cuestión de competencia

Información Relacionada

SU JURISPRUDENCIA ES MANTENIDA POR: Cantos, José y otros - Corte Suprema de Justicia de


la Nación(CS) - 2003-09-30 - Fallos: 326:4015
Cuestiones tratadas en este fallo: CUESTION DE COMPETENCIA. PRINCIPIO DE ECONOMIA
PROCESAL.

SU JURISPRUDENCIA ES MANTENIDA POR: Machado, Silvana - Corte Suprema de Justicia de la


Nación(CS) - 1994-08-23 - Fallos: 317:923

TRATA SIMILAR TEMA QUE: R., F. N. - Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS) - 2003-05-
20 - Fallos: 326:1644

HECHOS:

En el marco de una investigación sobre presuntas defraudaciones cometidas


mayoritariamente en la provincia de Córdoba en perjuicio del Instituto Nacional de
Reaseguros y mediante la presentación de facturas enviadas desde la provincia a la
Capital Federal por una Sociedad Cooperativa de Seguros, abultando el monto de
los perjuicios que habría de afrontar la institución antes mencionada en su carácter
de reaseguradora, se suscitó una cuestión de competencia entre un Juzgado
Federal de aquella provincia y uno Criminal y Correccional de la Capital Federal. La
Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió declarar la competencia del Juez
Federal de Córdoba.

SUMARIOS:

1. La finalidad perseguida por el art. 102 de la Constitución Nacional y los arts.


3°, inc. 3° de la ley 48 (Adla, 1852-1880, 364) y 23, incs. 3°, 35 y 36 del
Código de Procedimientos en lo Criminal, al establecer que la competencia
territorial se determina por el lugar de comisión del hecho -en el caso
presuntas defraudaciones contra el Instituto Nacional de Reaseguro-, es
procurar la mejor actuación de la justicia permitiendo que la investigación y
el proceso se desarrollen cerca del lugar donde se cometió la infracción,
pues allí se hallan los elementos de prueba y los testigos facilitándose
asimismo la defensa del imputado, frustrándose tales propósitos si sólo se
considerara el lugar donde se produjo el resultado delictivo, el que puede
ser a notable distancia de aquél donde se cumplió la etapa principal y
decisiva de la acción (del dictamen del procurador general que la Corte hace
suyo).

2. La aplicación del principio según el cual el hecho se estima cometido en


todas las jurisdicciones en las que se desarrolló alguna parte de la acción y
también donde se verificó el resultado -a los fines de determinar la
competencia en una causa por presuntas defraudaciones cometidas en
perjuicio del Instituto Nacional de Reaseguros- exige que la elección de una
de dichas jurisdicciones responda a las necesidades planteadas por la
economía procesal y las de favorecer, junto con el buen servicio de justicia,
la defensa de los imputados (del dictamen del procurador general que la
Corte hace suyo).
3. Corresponde conocer a la justicia federal de Córdoba en la causa en que se
investigan presuntas defraudaciones en perjuicio del Instituto Nacional de
Reaseguros que se habrían consumado mediante el envío de facturas
inexactas desde aquella provincia por una Sociedad Cooperativa de Seguros
hacia la Capital Federal, ya que en aquélla se habría desarrollado en forma
primordial la acción dolosa (del dictamen del procurador general que la
Corte hace suyo).

TEXTO COMPLETO:

Dictamen del Procurador General de la Nación:

Considerando: De conformidad con lo decidido el 10 de mayo de 1967 en los autos


"Mesigos, Mario Víctor s/defraudación menor - Damnificado: Escuela Nacional de
Educación Técnica N° 1 Otto Krause", corresponde a V. E dirimir la presente
contienda.

En cuanto al fondo del asunto, los hechos investigados consisten en presuntas


defraudaciones cometidas en perjuicio del Instituto Nacional de Reaseguros,
mediante la presentación ante éste de facturas e informes inexactos que eran
enviados desde Córdoba a la Capital Federal por la Sociedad Cooperativa de
Seguros Limitada "La Docta", establecida en la primera de dichas ciudades.

En los informes y facturas en cuestión se abultaba considerablemente el monto de


los perjuicios de los cuales había de hacerse cargo la institución nacional antes
mencionada en su carácter de reaseguradora.

La consecuencia inmediata de tales hechos era el aumento indebido de los créditos


que reconocía aquel organismo a la sociedad aludida. Esos créditos no
corresponderían en particular uno a cada operación, sino que se referían
globalmente a cierta cantidad de ellas, entre las que, junto con las lícitas, se
contaban otras de carácter fraudulento.

Los créditos de la sociedad eran compensados con las deudas que tuviera con el
Instituto Nacional de Reaseguros, el cual liquidaba los saldos remanentes por
medio de cheques contra la casa central del Banco de la Nación, que eran enviados
a Córdoba, depositados allí para su cobro, y, como es lógico, debitados en la
ciudad de Buenos Aires, en la cuenta de la entidad que los había librado.

Conviene indicar, además, que uno de los imputados, subgerente general de la


Cooperativa de Seguros "La Docta", ha declarado (v. fs. 51) que los trámites
atinentes a las filiales que aquélla posee en distintos lugares del país se efectúan
en sus oficinas centrales, ubicadas en Córdoba. Para ello, es razonable entender
que los documentos engañosos se remitieron al aludido organismo reasegurador
sólo desde dicha ciudad. Asimismo, en esa declaración se afirma que las maniobras
dolosas se realizaron únicamente respecto de denuncias de siniestros recibidas en
la sede principal de la sociedad; "por lo que las demás agencias quedaron al
margen de tal proceder" (fs. 52).

Conforme resulta de lo expuesto, la acción se habría desarrollado primordialmente


en Córdoba, ciudad desde la cual fueron enviados los documentos,
perfeccionándose sin embargo la defraudación en Buenos Aires, toda vez que aquí
se adoptaron las disposiciones patrimoniales por partes de la institución nacional
mencionada y se produjo el perjuicio sufrido por ésta.

Ahora bien, es cierto que en diversas oportunidades, y aún con particular


referencia al caso de la defraudación (fallos 229:853 ), el tribunal ha expresado
que el conocimiento de las causas penales compete a los magistrados de la
jurisdicción en la cual se ha consumado el hecho, pero ello no ocurrió en casos en
los que específicamente se hubiera considerado el problema que suscitan los
llamados delitos a distancia, es decir aquellos en los cuales la acción y el resultado
se producen en lugares distintos.

Así, por ejemplo, en fallos: 214:72 y 221:115;), el punto discutido era si el falso
testimonio y la malversación de objeto embargados, respectivamente, debía
considerarse cometidos en el sitio donde se hallaron los tribunales que por medio
de exhorto habían requerido la declaración u ordenado el embargo, o, por el
contrario, en la jurisdicción donde el testimonio se prestó o los bienes se
malversaron.

El primero de los criterios mencionados se fundaba sobre la identificación,


rechazada por los citados pronunciamientos de la Corte Suprema, entre la idea de
consumación del hecho y el concepto de "efectos" del delito al que se refiere el art.
1°, inc. 1° del Código Penal. Por ello, una vez descartada la posibilidad de
identificar estos conceptos, tanto la acción como el resultado aparecerían
indudablemente producidos en un solo lugar.

En este último sentido es dable observar que también en otros precedentes, como
los de Fallos: 222:502; 220:853 y 232:196, el delito, si bien se mira, había sido
perpetrado íntegramente dentro de la misma jurisdicción.

Por otra parte, es igualmente preciso reconocer que lo resuelto en los casos de
Fallos: 94:378; 126:375; 174:374; 178:291 y 227:32, en lo atinente a la
competencia para juzgar los delitos de calumnia, injurias y desacato cometidos
mediante publicaciones, no puede entenderse decisivo para concluir que el lugar de
la actuación voluntaria y no el del resultado determine dicha competencia.

Efectivamente, en aquellos pronunciamientos, excepto los de Fallos: 126:375 y


227:32, se señaló que los hechos debían ser juzgados por los tribunales del lugar
de la publicación, y ello podría interpretarse en el sentido de que se siguió el
criterio según el cual los aludidos delitos sólo se cometen cuando se difunden los
impresos.

En cambio, en los casos de excepción citados se prefirió el lugar de la impresión al


de la difusión, entendiéndose, quizá, que los elementos constitutivos de la figura
quedaban reunidos en el momento de la impresión de las publicaciones.

Tampoco es decisivo, en cuanto al punto, el precedente de Fallos: 239:179. Se


trataba de resolver allí acerca de la competencia para juzgar las lesiones y daños
ocasionados en la Capital Federal por la explosión de un polvorín militar situado en
la provincia de Buenos Aires, causada por un incendio intencional. La cuestión fue
zanjada declarando que el conocimiento de los hechos mencionados en primer
término tocaba a los tribunales de la jurisdicción donde se cumplió la actuación
voluntaria, mas cabe advertir que, dadas las características de la figura del art.
186 del Código Penal según el texto anterior a la ley 17.567, las lesiones y los
daños no eran sino consecuencias del delito de incendio posteriores a la
consumación de éste.

Por último, lo decidido en Fallos: 199:220 podría ser interpretado en el sentido de


que en ese caso se hizo prevalecer el lugar de la acción sobre el del resultado,
aunque los fundamentos de la sentencia no sean totalmente claros.

Lo expuesto me lleva a pensar que no existen, en la jurisprudencia de la Corte


Suprema, verdaderos precedentes ya sea a favor o en contra de la inteligencia
asignada a las normas aplicables por el tribunal que dictó el auto de fs. 235/236.

Ello sentado, cabe subrayar, en primer término, que dichas normas establecen la
regla del forum delicti commissi, pero no determinan que el hecho deba
considerarse cometido en el lugar donde se consuma el delito mediante la
producción del resultado.

Este último punto de vista no es sino uno de los expuestos por la doctrina y la
jurisprudencia en lo que hace a la teoría del lugar y del tiempo de la acción, y
frente al cual se han formulado otros de muy distintas características.

En este orden de ideas observa Mozger (v. Tratado de Derecho Penal, traducción
de José Arturo Rodríguez Muñoz, Madrid, 1935, Tomo I, página 264 a 268) que lo
decisivo para la ley es el lugar donde se "ha cometido" la acción. Y ella se entiende
cometida, "en tanto no aparezca evidente lo contrario, en todos los sitios del
mundo exterior donde incluso sólo se haya realizado efectivamente una parte
integrante del movimiento corporal que pertenece al tipo o una parte del
correspondiente resultado externo;..." (op. cit., página 266).
Como el autor citado lo aclara, esta posición fue acogida por la mayor parte de la
doctrina y por la jurisprudencia del Tribunal Supremo de su país. Conviene agregar
que finalmente recibió allí consagración legislativa (ver Maurach, "Tratado de
Derecho Penal", traducción de Juan Córdoba Roda, Barcelona, 1962, Tomo I,
página 129). Asimismo, en nuestra patria, el Proyecto de Código Penal del año
1960 adoptó un temperamento similar acerca de este problema (ver art. 8° de
dicho proyecto).

Por mi parte, creo que este criterio es el más adecuado a las finalidades
perseguidas por el art. 102 de la Constitución Nacional y los arts. 3, inc. 3° de la
ley 48 y 23, incs. 3°, 35 y 36 del Código de Procedimientos en lo Criminal, en
cuanto preceptúan que la competencia territorial se determina por el lugar de
comisión del hecho.

Sin duda, la ratio de tales disposiciones, puesta de relieve especialmente en Fallos:


261:20, consiste en procurar la mejor actuación de la justicia, permitiendo que la
investigación y el proceso se lleven a cabo en la proximidad del lugar en el que
ocurrió la infracción, donde se encuentran los elementos de prueba y los testigos, y
donde muchas veces también se halla el domicilio del imputado, cuya defensa de
tal modo se facilita.

Como es natural, estos propósitos se verían frustrados si para determinar la


competencia se tuviera en cuenta exclusivamente el lugar de consumación del
delito, esto es, el del resultado, que puede producirse a notable distancia del sitio
en el que se ha cumplido la acción o la etapa principal y decisiva de ésta.

En consecuencia, no creo que sea posible descartar, en la materia examinada, el


principio conforme con el cual el hecho se estima cometido en todas las
jurisdicciones en las que se ha desarrollado alguna parte de la acción, y también
en el lugar de la verificación del resultado. A semejanza de lo establecido acerca de
los delitos permanentes (v. Fallos: 260:28), será preciso que la elección de una de
dichas jurisdicciones se determine atendiendo a las exigencias planteadas por la
economía procesal y la necesidad de favorecer, junto con el buen servicio de la
justicia, la defensa de los imputados.

Aplicadas tales consideraciones al sub iudice, cabe concluir que el conocimiento del
asunto toca a los tribunales federales de Córdoba.

A tal respecto debe tenerse en cuenta que, como surge de la relación de los hechos
efectuada al comienzo de esta vista, la sociedad cooperativa "La Docta" tiene su
sede central en Córdoba, donde también se encuentran los libros de contabilidad y
la abundante documentación que es preciso examinar detenidamente para
establecer el alcance verdadero de las maniobras. En aquella ciudad, o al menos en
la provincia de Córdoba, es de presumir que se domicilien los asegurados que
sufrieron siniestros, aprovechando los cuales se realizaron las operaciones dolosas.
Allí, también, tienen su residencia los demás testigos que habrán de ser
interrogados, así como otras personas sobre cuya participación en la maniobra las
constancias reunidas permiten abrigar sospechas. Igualmente están en Córdoba los
talleres mecánicos que otorgaban facturas falsas.

Está claro, pues, que atribuir el juzgamiento del delito a un juez de la Capital
Federal, que se vería obligado a practicar la investigación mediante constantes y
engorrosas delegaciones a los tribunales de Córdoba, importaría desconocer los
fines esenciales que inspiran los preceptos aplicables en la materia.
De igual modo, es del caso destacar a este propósito, que la Cámara Federal de
Córdoba ha admitido que la solución adoptada por ella es, de hecho,
inconveniente.

Opino, a mérito de las razones expuestas, que procede dirimir la presente


contienda declarando la competencia del Juez Federal de la ciudad de Córdoba
para entender en la causa. - Setiembre 6 de 1968. - Eduardo H. Marquardt.

Buenos Aires, setiembre 25 de 1968.

Considerando: Por los fundamentos del precedente dictamen del Sr. Procurador
General, se declara que el Sr. Juez Federal de Córdoba es el competente para
conocer de esta causa. Remítanse los autos a la Cámara Federal de Apelaciones de
Córdoba y hágase saber en la forma de estilo al Sr. Juez Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal. - Eduardo A. Ortiz Basualdo. - Roberto E Chute. - Marco A.
Risolia. - Luis C. Cabral. - José F. Bidau.

© La Ley S.A. 2007

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