Sexualidades y Discapacidades-PPS EDUCACIONAL (OVO)
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AÑO 2023
Las personas con discapacidad, sin importar sus habilidades, han sido subestimadas debido al
discurso asistencialista, lo cual ha limitado su capacidad para llevar una vida plena y ejercer
sus derechos de acuerdo a sus deseos. En 2008 la Ley N° 26.378 introdujo un cambio de
paradigma al cuestionar la perspectiva asistencialista del modelo médico, el cual reproduce
una visión parcial y estigmatizante de las personas con discapacidad. En su lugar, se adoptó el
modelo social de la discapacidad, el cual reconoce a estas personas como sujetos de derechos
y considera el contexto social como un factor clave para determinar su grado de participación
en la sociedad.
Este enfoque sostiene que todas las personas tienen derecho a una vida sexual y afectiva plena
y satisfactoria. Sin embargo, la vulneración de los derechos de las personas con discapacidad
sigue siendo una realidad persistente.
I. Discapacidad
Existen tres modelos históricos que muestran la evolución de la concepción de la
discapacidad. El modelo de la prescindencia consideraba a las personas con discapacidad
como una carga y promovía su exclusión social o incluso su eliminación física. El modelo
médico o rehabilitador, que aún prevalece, ve la discapacidad como un problema individual y
busca rehabilitar a las personas para que se adapten a la sociedad. Actualmente, estamos
avanzando hacia un modelo social que reconoce que la discapacidad es principalmente una
construcción social y busca eliminar las barreras que impiden la plena integración de las
personas con discapacidad en la sociedad. Este enfoque se basa en los derechos humanos, la
igualdad de oportunidades y la no discriminación. La discapacidad no es causada por las
características individuales de las personas, sino por la sociedad que las coloca en una
situación de desigualdad. Es importante cambiar nuestra forma de pensar y estructurar el
entorno para promover la dignidad y autonomía de las personas con discapacidad.
La situación de discapacidad por la cual ciertas personas transitan, no está siendo causada por
alguna de las características que poseen en sí esas personas, sino que es la sociedad quien los
coloca en esta situación. En esta línea es posible plantear que, “La discapacidad es una
construcción social, es algo que se construye a diario en las relaciones sociales entre las
personas, entre los grupos sociales, en el tejido social. Se construye en las decisiones que
tomamos, en las actitudes que asumimos, en la manera que construimos y estructuramos el
entorno físico, social, cultural e ideológico en el que nos desenvolvemos.”(Joly, 2007, s/p).
Angelino y Rosato (2009) plantean, “al discapacitado como alguien que está sometido a la
acción de un tercero y por eso discapacitado por alguien, por algo, por una sociedad, por un
modo de producción, por un modo de traducción” (p. 4). El presente modelo, expresa que
cuando se “etiqueta” a las personas en situación de discapacidad como “diferentes”, se los
está definiendo a partir de una carencia, es decir, que se realiza una mirada “negativa” del
sujeto desde lo que le falta, para ser igual al resto. En este caso, se responsabiliza al individuo,
y por lo general se intenta que los “diferentes”, los “desviados” de la norma, vuelvan a ella; es
decir que se los intenta normalizar u homogeneizar.
La sexualidad debe ser concebida en su forma integral, como una dimensión propia del ser
humano. ¿Por qué se afirma esto? Porque parece que la sexualidad se limita a lo genital. Sin
embargo, la sexualidad también tiene que ver con cómo nos comunicamos y cómo nos
relacionamos con los demás. Es constante y está presente en todos los ámbitos de la vida.
Mientras que las luchas feministas han permitido deconstruir o al menos desnaturalizar la
imagen de mujer asociada a la maternidad; las personas con discapacidad continúan luchando
para sostener el derecho a la maternidad, paternidad, como a la libre unión de pareja o
conyugal. En este sentido cabe destacar que las desventajas sociales han sido mayores para las
mujeres, quienes sufren la descalificación de su capacidad para maternar.
El imperativo heterosexual «normal» define cómo serán utilizados los cuerpos en la vida
sexual: relaciones sexuales heterosexuales, penetrativas, y vinculadas a la reproducción
(Cabral, 2009). Así, la vida sexual parece pertenecer al grupo de los «normales adultos»
mientras que continúan presente los estigmas que afectan a las personas con discapacidad:
ellos no tienen sexo o no tienen interés sexual; “son como niños” (como muchas veces se
banalizan a las personas con retraso mental), “¿cómo lo harían?” (respecto de dificultades
motoras o físicas); “no deberían procrear” (en el caso de síndromes genéticos); “¿con quién
podrían ponerse de novios?”.
Estas ideas se basan en prejuicios que se fundamentan en creencias falaces tales como: la
discapacidad se hereda a los hijos, una persona con discapacidad no puede cuidar con eficacia
de sus hijos o hijas, es una carga para los propios hijos e hijas el tener padres o madres con
discapacidad. Se trata de creencias que funcionan como mandatos y ejercen presión sobre las
personas con discapacidad para que no tengan hijos. La realidad es que mientras una persona
tenga la capacidad de ahijar a alguien, protegerlo y tomar las decisiones que sean positivas
para su bienestar, sea con apoyo o sin él, ésta se encuentra en condiciones de tener hijos y
nadie debe decidir por encima de su voluntad, en igualdad de condiciones con el resto de las
personas.
Si nos servimos de la antropología, que estudia el rol social del enfermo en el campo de la
salud, vemos que este rol implica dos exenciones y dos obligaciones: la persona es eximida de
responsabilidades normales y no se le juzga por su condición. A cambio, debe reconocer su
enfermedad como algo indeseable y buscar ayuda médica. Las expectativas sociales sobre las
personas con discapacidad afectan su vida cotidiana y su identidad.
Psicología y discapacidad.
Ampliar la idea del psicólogo como agente de salud implica reconocer la importancia de
varios aspectos para facilitar la inclusión y el acceso a la sociedad en igualdad de condiciones,
así como asegurar que los derechos de las personas con discapacidad puedan ser ejercidos
plenamente sin barreras. Por ende consideramos esencial encontrarse en formación continua y
de trabajar en el campo de las discapacidades contar con la especialización correspondiente
que permitirá abordar a la discapacidad desde el concepto de inclusión, y de diversidad.
Otro aspecto que consideramos importante para concluir se trata sobre el lugar que ocupan los
medios masivos de comunicación y el arte cinematográfico para la visibilización y
problematización de esta cuestión.
El cine puede ser considerado como una oportunidad para llamar la atención y, a partir de ahí,
explorar la diversidad corporal y sexual. Es una batalla tanto simbólica como real, que busca
desmantelar las ideas normativas y permitir que las personas con discapacidad puedan verse y
reconocerse como seres deseantes, al mismo tiempo que se despojan de las influencias
coloniales en relación a su cuerpo y sexualidad.
Bibliografía:
● Granja, F. (2016) Sexualidad en diversidad funcional o intelectual. Barcelona:
Tandem-Team.INADI (2016): Sexualidad sin barreras.
● http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/94778/Documento_completo.pdf-
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● https://www.argentina.gob.ar/salud/sexual/informacion-para-equipos-de-salud/
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● http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S2307-
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● http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/94778
● https://www.colibri.udelar.edu.uy/jspui/bitstream/20.500.12008/10706/1/XV
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