Sexualidades y Discapacidades-PPS EDUCACIONAL (OVO)

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CARRERA: LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

MATERIA: PRÁCTICA PROFESIONAL SUPERVISADA II

MÓDULO: MÓDULO IX- ÁREA EDUCACIONAL (OVO)

INTEGRANTES:

- Gimenez, Luciana Abril. ([email protected])


- Retamozo, Florencia Ayelen. ([email protected])

DOCENTE:

- Melzner, Juan Carlos

AÑO 2023

Entre sexualidades y discapacidades:


La vulneración de derechos.

En el presente trabajo se busca exponer algunas cuestiones relacionadas a los prejuicios en


torno a la sexualidad de las personas con discapacidad. Poniendo en relevancia el hecho
constante de la invisibilización que sufre la sexualidad de dicho grupo; invisibilización que
genera profundas consecuencias negativas para el despliegue de una adecuada calidad de
vida, así mismo se busca analizar en particular el rol de los derechos de las personas con
discapacidad que al no ser respetado caen en la vulneración de los mismos y se vuelven una
fuente generadora de estigmas ante el ejercicio de la sexualidad de las personas con
discapacidad.

Las personas con discapacidad, sin importar sus habilidades, han sido subestimadas debido al
discurso asistencialista, lo cual ha limitado su capacidad para llevar una vida plena y ejercer
sus derechos de acuerdo a sus deseos. En 2008 la Ley N° 26.378 introdujo un cambio de
paradigma al cuestionar la perspectiva asistencialista del modelo médico, el cual reproduce
una visión parcial y estigmatizante de las personas con discapacidad. En su lugar, se adoptó el
modelo social de la discapacidad, el cual reconoce a estas personas como sujetos de derechos
y considera el contexto social como un factor clave para determinar su grado de participación
en la sociedad.

Este enfoque sostiene que todas las personas tienen derecho a una vida sexual y afectiva plena
y satisfactoria. Sin embargo, la vulneración de los derechos de las personas con discapacidad
sigue siendo una realidad persistente.

Este trabajo se enfoca en el cruce entre la sexualidad y la discapacidad, analizando la


transgresión de derechos y las diversas barreras que enfrentan las personas con discapacidad
en su vida diaria.

I. Discapacidad
Existen tres modelos históricos que muestran la evolución de la concepción de la
discapacidad. El modelo de la prescindencia consideraba a las personas con discapacidad
como una carga y promovía su exclusión social o incluso su eliminación física. El modelo
médico o rehabilitador, que aún prevalece, ve la discapacidad como un problema individual y
busca rehabilitar a las personas para que se adapten a la sociedad. Actualmente, estamos
avanzando hacia un modelo social que reconoce que la discapacidad es principalmente una
construcción social y busca eliminar las barreras que impiden la plena integración de las
personas con discapacidad en la sociedad. Este enfoque se basa en los derechos humanos, la
igualdad de oportunidades y la no discriminación. La discapacidad no es causada por las
características individuales de las personas, sino por la sociedad que las coloca en una
situación de desigualdad. Es importante cambiar nuestra forma de pensar y estructurar el
entorno para promover la dignidad y autonomía de las personas con discapacidad.

La situación de discapacidad por la cual ciertas personas transitan, no está siendo causada por
alguna de las características que poseen en sí esas personas, sino que es la sociedad quien los
coloca en esta situación. En esta línea es posible plantear que, “La discapacidad es una
construcción social, es algo que se construye a diario en las relaciones sociales entre las
personas, entre los grupos sociales, en el tejido social. Se construye en las decisiones que
tomamos, en las actitudes que asumimos, en la manera que construimos y estructuramos el
entorno físico, social, cultural e ideológico en el que nos desenvolvemos.”(Joly, 2007, s/p).

Angelino y Rosato (2009) plantean, “al discapacitado como alguien que está sometido a la
acción de un tercero y por eso discapacitado por alguien, por algo, por una sociedad, por un
modo de producción, por un modo de traducción” (p. 4). El presente modelo, expresa que
cuando se “etiqueta” a las personas en situación de discapacidad como “diferentes”, se los
está definiendo a partir de una carencia, es decir, que se realiza una mirada “negativa” del
sujeto desde lo que le falta, para ser igual al resto. En este caso, se responsabiliza al individuo,
y por lo general se intenta que los “diferentes”, los “desviados” de la norma, vuelvan a ella; es
decir que se los intenta normalizar u homogeneizar.

II. El registro del cuerpo

El cuerpo de la persona con discapacidad se presenta en los discursos hegemónicos como un


cuerpo anómalo, asexuado, no reproductivo; un cuerpo al que algo le falta, un cuerpo
discapacitado no solo para las exigencias de adaptación a la vida que propone esta sociedad,
sino también para la puesta en acto de lado sexual. El modelo con el que se compara no es
solo un modelo de cuerpo estético, sano, sino también un modelo de funcionamiento del
cuerpo, impregnado por enunciados médicos científicos, pero sobre todo interesado en
sostener un tipo particular de funcionamiento social y económico y cuyos enunciados son
apropiados en mayor o menor medida por todos: un cuerpo productivo y reproductivo,
adecuado y reformulado según las lógicas de la sociedad y el mercado actual.

III. Sexualidad y discapacidad.

La construcción de la sexualidad en la modernidad se materializó como una sustancia central


para el despliegue de lógicas de poder, normatividades, heteronomías y demarcaciones
arbitrarias entre géneros, en constante tensión con la posibilidad de sentir, ejercer y decidir
autónomamente sobre los deseos y las pasiones. En este contexto, la sexualidad quedó
identificada únicamente por uno de sus aspectos: lo coital (erróneamente calificado por una
perspectiva masculina del acto sexual). La sexualidad como espacio de encuentro, autonomía,
libertad, reconocimiento y disfrute, entre otros, quedó relegada ante este reduccionismo coital
mediado por las lógicas de eficacia y eficiencia propias del capitalismo moderno, patriarcal y
heteronormativo.

La sexualidad debe ser concebida en su forma integral, como una dimensión propia del ser
humano. ¿Por qué se afirma esto? Porque parece que la sexualidad se limita a lo genital. Sin
embargo, la sexualidad también tiene que ver con cómo nos comunicamos y cómo nos
relacionamos con los demás. Es constante y está presente en todos los ámbitos de la vida.

La relación entre sexualidad y discapacidad, vista desde el modelo social de la discapacidad y


con una perspectiva que reconoce la sexualidad como un derecho esencial de todo ser
humano, lejos de visualizar cuerpos asexuados, sin capacidades y sin deseos, reconoce la
diversidad de los cuerpos humanos, con pasiones, necesidades y fantasías, que requieren ser
expresadas y materializadas para generar inclusión entre las personas. Esto permitirá superar
las demarcaciones acríticas de "cuerpos normales" y "cuerpos anormales", "cuerpos
deseables" y "cuerpos no deseables", "cuerpos deseantes" y "cuerpos no deseantes". Apelar a
esto es esencial en este contexto, ya que se cree que cualquier cambio que se produzca no solo
beneficia a grupos específicos, sino a toda la sociedad en su conjunto.

IV. Matrimonio, maternidad y paternidad: el derecho a ejercerla libremente


La Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad reconoce el derecho a
tener hijos y a formar una familia. La única condición necesaria para cualquier persona es la
de tener la capacidad de paternar o maternar a un hijo o hija, protegerlo, acompañarlo en su
crecimiento, brindarle la contención emocional necesaria para un desarrollo satisfactorio.
Puede ocurrir que algunas personas con discapacidad puedan requerir algún apoyo puntual
para ejercer este rol, por ejemplo: la necesidad de tener asistencia en la limpieza, encaminar
tareas domésticas pesadas o bien llevar y traer del colegio a los hijos e hijas. Pero lo cierto es
que en mayor o menor medida todas las personas necesitan de apoyos para ejercer estos roles.
La Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad, ratificada por la
República Argentina, señala que si una familia requiere algún apoyo para ejercer el rol de
madre o padre, es obligación del Estado garantizarlo.

Mientras que las luchas feministas han permitido deconstruir o al menos desnaturalizar la
imagen de mujer asociada a la maternidad; las personas con discapacidad continúan luchando
para sostener el derecho a la maternidad, paternidad, como a la libre unión de pareja o
conyugal. En este sentido cabe destacar que las desventajas sociales han sido mayores para las
mujeres, quienes sufren la descalificación de su capacidad para maternar.

V. Desafíos sociales: Prejuicios

Los estereotipos toman también el territorio de la sexualidad: la definición de los sujetos


deseantes y de los cuerpos deseados responde a otra estética y a otra lógica que no es la de la
discapacidad. Una lógica (de mercado) que es la misma que define a los normales y a sus
cuerpos. Las personas con discapacidad quedan excluidas del territorio «normal» de la
sexualidad. Su sexualidad se niega, invisibiliza.

El imperativo heterosexual «normal» define cómo serán utilizados los cuerpos en la vida
sexual: relaciones sexuales heterosexuales, penetrativas, y vinculadas a la reproducción
(Cabral, 2009). Así, la vida sexual parece pertenecer al grupo de los «normales adultos»
mientras que continúan presente los estigmas que afectan a las personas con discapacidad:
ellos no tienen sexo o no tienen interés sexual; “son como niños” (como muchas veces se
banalizan a las personas con retraso mental), “¿cómo lo harían?” (respecto de dificultades
motoras o físicas); “no deberían procrear” (en el caso de síndromes genéticos); “¿con quién
podrían ponerse de novios?”.
Estas ideas se basan en prejuicios que se fundamentan en creencias falaces tales como: la
discapacidad se hereda a los hijos, una persona con discapacidad no puede cuidar con eficacia
de sus hijos o hijas, es una carga para los propios hijos e hijas el tener padres o madres con
discapacidad. Se trata de creencias que funcionan como mandatos y ejercen presión sobre las
personas con discapacidad para que no tengan hijos. La realidad es que mientras una persona
tenga la capacidad de ahijar a alguien, protegerlo y tomar las decisiones que sean positivas
para su bienestar, sea con apoyo o sin él, ésta se encuentra en condiciones de tener hijos y
nadie debe decidir por encima de su voluntad, en igualdad de condiciones con el resto de las
personas.

El reconocimiento de la sexualidad de las personas con discapacidad no es solo el


reconocimiento del derecho a disfrutar de una sexualidad, saludable, sin presiones,
represiones ni violencia, sino también el reconocimiento de la autonomía para ejercer su
sexualidad con libertad. El derecho de las personas para decidir de forma independiente y
privada sobre las formas de ejercicio de su sexualidad, las diversas formas de armar, o no,
pareja o familia, de decidir sobre su capacidad y deseo reproductivo, ponen en tela de juicio
más mitos y estereotipos asociados a la discapacidad.

Si nos servimos de la antropología, que estudia el rol social del enfermo en el campo de la
salud, vemos que este rol implica dos exenciones y dos obligaciones: la persona es eximida de
responsabilidades normales y no se le juzga por su condición. A cambio, debe reconocer su
enfermedad como algo indeseable y buscar ayuda médica. Las expectativas sociales sobre las
personas con discapacidad afectan su vida cotidiana y su identidad.

Psicología y discapacidad.

El psicólogo como agente de salud responsable de capacitarse, informarse y formarse para


formar parte de aquellos factores que faciliten la integración y el acceso nolo sono solo a
formar parte de la sociedad en igualdad de condiciones sino para que sus derechos puedan ser
ejercidos de manera plena sin barreras

Ampliar la idea del psicólogo como agente de salud implica reconocer la importancia de
varios aspectos para facilitar la inclusión y el acceso a la sociedad en igualdad de condiciones,
así como asegurar que los derechos de las personas con discapacidad puedan ser ejercidos
plenamente sin barreras. Por ende consideramos esencial encontrarse en formación continua y
de trabajar en el campo de las discapacidades contar con la especialización correspondiente
que permitirá abordar a la discapacidad desde el concepto de inclusión, y de diversidad.

Consideramos esencial el trabajo interdisciplinario en donde se pueda trabajar en


colaboración con otros profesionales de la salud y de diferentes disciplinas para brindar una
atención integral a las personas con discapacidad.

Para finalizar entonces,consideramos esencial reflexionar sobre la forma en que se percibe a


las personas con discapacidad y, en consecuencia, cómo se les trata. Esto no solo concierne a
los “ciudadanos comunes”, sino también a los profesionales de la salud. Sea cual sea su área
de especialización, es importante que se informen adecuadamente para no convertirse en un
obstáculo para el pleno ejercicio de los derechos de estas personas. En este sentido,
destacamos la importancia de una capacitación constante, de tener conciencia de no ser un
factor obstáculo, sino uno facilitador en el acceso y ejercicio de los derechos de estas personas

Otro aspecto que consideramos importante para concluir se trata sobre el lugar que ocupan los
medios masivos de comunicación y el arte cinematográfico para la visibilización y
problematización de esta cuestión.

Imágenes de cuerpos musculosos, esculpidos, delgados, sensuales, eróticos, que marcan el


estilo estético propio de la época, ofrecidas en calidad de cuerpos deseables y deseados
aparecen repetidamente en publicidades, revistas, programas de televisión, páginas web, etc.
Frente a esas imágenes, la persona con discapacidad, su cuerpo y su sexualidad continúan
quedando afuera, invisibilizados, si bien es una lucha que día a día toma fuerza, se necesita
del compromiso y la labor de todos para garantizar su lugar como ciudadanos activos en la
sociedad.

El cine puede ser considerado como una oportunidad para llamar la atención y, a partir de ahí,
explorar la diversidad corporal y sexual. Es una batalla tanto simbólica como real, que busca
desmantelar las ideas normativas y permitir que las personas con discapacidad puedan verse y
reconocerse como seres deseantes, al mismo tiempo que se despojan de las influencias
coloniales en relación a su cuerpo y sexualidad.

Bibliografía:
● Granja, F. (2016) Sexualidad en diversidad funcional o intelectual. Barcelona:
Tandem-Team.INADI (2016): Sexualidad sin barreras.

● http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/94778/Documento_completo.pdf-
PDFA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

● https://www.argentina.gob.ar/salud/sexual/informacion-para-equipos-de-salud/
perspectiva-del-modelo-social-de-la-discapacidad

● https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-26378-141317/
texto#:~:text=ante%20la%20ley-,1.,los%20aspectos%20de%20la%20vida.

● https://scholar.google.es/scholar?q=related:FrjmW-Ev5CoJ:scholar.google.com/
&hl=es&as_sdt=0,5#d=gs_qabs&t=1696253147858&u=%23p%3DFrjmW-Ev5CoJ

● http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S2307-
21132015000300007&script=sci_arttext&tlng=pt

● http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/94778

● https://www.colibri.udelar.edu.uy/jspui/bitstream/20.500.12008/10706/1/XV
%20JICS_Cirullo_Fernandez_Garcia_Monta%c3%b1a.pdf

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