Tema 1. Delitos Cometidos Por Los Funcionarios Públicos Contra Las Garantías Constitucionales

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TEMA 1

Delitos cometidos por los funcionarios públicos contra las garantías


constitucionales. 1. Introducción. 2. Delitos cometidos por los funcionarios
públicos contra la libertad individual. A) Detención ilegal. B) Incomunicación
ilegal. C) Comisión por imprudencia grave. 3. Delitos cometidos por los
funcionarios públicos contra la inviolabilidad domiciliaria y demás garantías de
la intimidad. A) Entrada y registro ilegales. B) Interceptación de
correspondencia privada y telecomunicaciones. a) Interceptación de
correspondencia. b) Escuchas ilegales. 4. Delitos cometidos por los funcionarios
públicos contra otros derechos individuales. A) Impedimento u obstaculización
de la asistencia de abogado. B) Disolución o suspensión de asociaciones. C)
Prohibición o disolución ilegítima de una reunión pacífica. D) Tipo residual o
subsidiario. 5. Jurisprudencia.

1. Introducción

El Código penal de 1995 regula los delitos cometidos por los funcionarios
públicos en lesión de los derechos de la persona dentro de los denominados
«Delitos contra la Constitución». Su Exposición de Motivos anuncia que en
consonancia con el objetivo de tutela y respeto a los derechos fundamentales,
«se ha eliminado el régimen de privilegio de que hasta ahora han venido
gozando las injerencias legítimas de los funcionarios públicos en el ámbito de
los derechos y libertades de los ciudadanos» y, por tanto, se propone que las
detenciones, entradas y registros llevados a cabo por autoridad o funcionario
fuera de los casos permitidos por la ley, «sean tratadas como formas agravadas
de los correspondientes delitos comunes, y no como hasta ahora lo han venido
siendo, esto es, como delitos especiales incomprensible e injustificadamente
atenuados».

El modelo adoptado parte de la derogación de los vestigios de un


sistema autoritario cuyos antecedentes históricos se localizan en el blindaje de
los funcionarios reales frente al poder de caciques locales y, probablemente, de
los jueces de instrucción. A esa supresión sigue la acomodación de la
responsabilidad criminal de los servidores públicos a la función y posición que
les corresponde constitucionalmente.

Técnicamente resulta muy difícil llevar a cabo una tipificación


satisfactoria dada la complejidad de la materia, el empleo de leyes penales en
blanco, conceptos indeterminados y, sobre todo, tipos de peligro; además,
desde la óptica político-criminal la tarea todavía se torna más delicada pues, en

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resumen, no hay una solución única que pueda estimarse la jurídicamente


correcta.

Los delitos del Capítulo V del Título XXI del Libro II del Código penal
son especiales en el sentido de que sólo será autor el que tenga las cualidades
personales demandadas en el tipo, es decir, la de autoridad o funcionario público
en general o la de una clase especial de autoridad o funcionario. Pero junto a
esto, estamos ante delitos especiales que la autoridad o funcionario deben
cometer no sólo en calidad de tales sino en algunos casos además en el curso de la
investigación de un delito, particularidad ésta que los distingue de las
modalidades agravadas de ciertos delitos comunes (detenciones ilegales: art.
167; allanamiento de morada: art. 204), fundadas en que el sujeto activo es
efectivamente autoridad o funcionario, pero no actúa en los casos previstos por
la ley ni mediando proceso por delito.

Entre las cuestiones generales comunes a la mayoría de las figuras


recogidas en este Título y que han de ser abordadas de modo previo y unitario
destaca pues el concepto de funcionario público ubicado en el artículo 24 CP:
«1. A los efectos penales se reputará autoridad al que por sí solo o como miembro de
alguna corporación, tribunal u órgano colegiado tenga mando o ejerza jurisdicción
propia. En todo caso, tendrán la consideración de autoridad los miembros del Congreso
de los Diputados, del Senado, de las Asambleas Legislativas de las Comunidades
Autónomas y del Parlamento Europeo. Tendrán también la consideración de autoridad
los funcionarios del Ministerio Fiscal y los Fiscales de la Fiscalía Europea.

2. Se considerará funcionario público todo el que por disposición inmediata de la


Ley o por elección o por nombramiento de autoridad competente participe en el ejercicio
de funciones públicas».

El concepto de funcionario público es funcional; lo relevante no es la forma


de encuadramiento, el régimen de actuación o la dependencia, sino el hecho de
que su cometido se centre en el ejercicio de funciones públicas. Así se construye
un concepto autónomo de funcionario no subordinado al concepto
administrativo. Esto lo asume la jurisprudencia cuando dice: «éste es un
concepto distinto en las esferas administrativa y penal, pues en esta última
vertiente lo que interesa es la participación, de una u otra manera, en funciones
administrativas, con independencia de la forma en que haya sido llamado a
desempeñarlas» (SSTS de 1-2-1995, 13-6-1995 y 19-9-2002). Queralt, con ánimo
de precisar aún más, observa que el CP no contiene un concepto de funcionario,
sino más bien unas pautas para determinar quién lo sea en cada caso.

Por lo tanto, es aconsejable delimitar qué elementos concurren a formar


esas pautas especificativas de quien ostenta la condición de funcionario público.

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Para ello, siguiendo la exposición de Queralt, se examinarán tres elementos:


primero, habrá que diferenciar las funciones públicas de aquellas que no lo sean
—funciones privadas—; segundo, habrá que perfilar cómo se participa en esas
funciones; y, finalmente, analizar cuál es el título de intervención.

La noción de función pública viene en el Derecho administrativo plagada de


dificultades derivadas de la cada vez mayor intervención del Estado en esferas
en que antes no se inmiscuía y de la aparición de entes que con ropajes privados
desarrollan funciones públicas y de entes públicos que actúan con
subordinación a las reglas del mercado. Muñoz Conde entiende por tal toda
aquella actividad proyectada sobre el interés colectivo o social. Junto a ello se acepta
que quien forma parte, por medio de una relación de servicio, de un ente
sometido al Derecho público es un funcionario a efectos penales.

La participación en las funciones públicas requiere que el sujeto esté en


posición —dentro de la estructura organizativa— que le permita directamente
actuar las potestades públicas. La STS de 23-3-2001 subraya que «no basta con la
condición in genere de funcionario público, sino que el mismo ha de participar
en el ejercicio de las funciones relacionadas con los derechos de que se trata, es
decir, debe tener competencia funcional». Esta competencia funcional ha de
entenderse de modo no formalista, en tanto que la ausencia de toma de
posesión podría frustrar la aplicación de la norma penal, como en el caso
contemplado en la STS de 19-12-2000 que consideró delito de cohecho la
compra de un voto de un concejal electo (y que aún no había tomado posesión
de su cargo) por actuar en la sesión constitutiva de la corporación en el sentido
favorable al que lo compró.

Por último, debe mediar un título suficiente de naturaleza legal que permita
o justifique esa intervención en las funciones públicas. Así que las
intervenciones producidas sin la posesión de un título adecuado para ello no
contribuirán a formar ese concepto de funcionario público. En el caso de los
funcionarios públicos, ese título sería la ley, la elección o el nombramiento por
autoridad competente; en el de las autoridades, además de lo anterior hay que
sumarle la exigencia de ejercer mando o jurisdicción propia.

En relación con el llamado «funcionario de hecho», o sea, cuando un


particular asume una función pública, o cuando alguien que adquiere la
condición de funcionario lo hace sin reunir los requisitos legales, se ha
considerado que, en el primer caso, el problema se resuelve descartando que
comporte la condición de funcionario y remitiéndose a las disposiciones
concretas que regulan esas posibilidades (arts. 416 o 423), y en el caso de los
funcionarios aparentes, se considera que mientras no se corrija la situación
estamos ante un funcionario público (Roca Agapito).

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2. Delitos cometidos por los funcionarios públicos contra la libertad


individual

A) Detención ilegal

Artículo 530 CP: «La autoridad o funcionario público que, mediando causa por
delito, acordare, practicare o prolongare cualquier privación de libertad de un detenido,
preso o sentenciado, con violación de los plazos o demás garantías constitucionales o
legales, será castigado con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público
por tiempo de cuatro a ocho años».

El ámbito de esta figura dolosa se refiere a supuestos de ilícitas privaciones


de libertad cometidas por autoridades o funcionarios, por razón de la
inobservancia de las garantías legales o constitucionales que condicionan el
modo de practicarse y no de las que delimitan la procedencia de su adopción.

En efecto, mientras que la detención ilegal por falta de causa legítima que
la justifique pertenece al tipo penal del artículo 167, concerniente así a las
privaciones de libertad irregulares en el fondo, la del artículo 530 exige que
medie causa por delito, viniendo su ilicitud determinada por el hecho de incumplirse
las garantías institucionales de carácter constitucional y legal; garantías de las
que, a su vez, debe excluirse el caso del incumplimiento del deber de
información de derechos al detenido, que es objeto de específica tipificación en
el artículo 537 CP.

En consecuencia, con esta excepción, el tipo del artículo 530 queda


reservado a los supuestos de detención justificada pero en la que se produce luego el
incumplimiento de los plazos legales, como expresamente prevé el precepto, o la
inobservancia de las restantes exigencias, como la de no poder exceder la
detención del tiempo estrictamente necesario (arts. 17 CE y 520 LECrim), o de
las garantías del artículo 520, a salvo lo relativo a la información de derechos
que origina el delito del artículo 537 y no del 530 (SSTS de 11-7-2001 y 22-10-
2004).

Obviamente, por tratarse de una ley penal en blanco, la determinación


de las conductas prohibidas requiere acudir a las normas de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal que regulan los presupuestos y la forma en que debe
practicarse la detención (arts. 489 a 500 y 520 a 527). La ley alude tan sólo a los
plazos de 24 y 72 horas (con las excepciones de prórroga de 48 horas en el caso
de los detenidos por delitos de terrorismo) a los que se hallan sujetos los
funcionarios de policía para comunicar la detención y poner los detenidos a
disposición judicial, y al de 72 horas que la ley impone al propio Juez para
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acordar la libertad o prisión. Al no concretar los plazos, cabe también la


realización del tipo en caso de prolongación de la detención más allá del
«tiempo estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones
tendentes al esclarecimiento de los hechos» (vid. SSTS 25 septiembre 1993 y 8
febrero 1994). Además de los plazos, la legislación procesal prevé otras
garantías, como el derecho a la asistencia médica, a intérprete o la comunicación
de la detención a los familiares o persona que el detenido desee o a la oficina
consular (art. 520 LECrim).

El art. 530 rehúye la casuística y no establece diferenciación según que las


conductas típicas sean cometidas por un Juez, por los funcionarios de la policía
judicial encargados de la práctica de detenciones o por el director de un
establecimiento penitenciario. La calificación del delito como delito especial
propio se debe a que la violación de las garantías constitucionales y legales tan
sólo puede realizarla quien ostente la cualidad exigida por el tipo, por lo que
carece de correspondencia con un tipo común.

El bien jurídico protegido sería la libertad personal como garantía jurídica


del particular frente al poder público y, más concretamente, frente a los agentes
del mismo; podemos entender que la norma tutela indirectamente la libertad
política que es soporte de derechos e inmediatamente las garantías inherentes a
la misma.

La jurisprudencia pone de relieve esa idea garantista precisando que el


artículo 530 CP deja un margen de complementariedad a la legislación constitucional
y ordinaria, por lo que sus elementos objetivos tienen que integrarse con la
valoración de los preceptos que regulan la forma en que se deben satisfacer los
derechos a un juicio con todas las garantías y disponer de medios efectivos de
defensa en cada fase del procedimiento.

Los verbos típicos «acordar», «practicar» o «prolongar» hacen referencia


a las posibles modalidades de violación de garantías en que pueden incurrir las
autoridades judiciales y los funcionarios de los cuerpos y fuerzas de seguridad
o de prisiones. La referencia a la prolongación de la detención supone la
admisión de la realización omisiva del tipo.

En cuanto a la estructura típica, la jurisprudencia ha señalado que la


consumación se produce en el instante en que la persona queda privada de su
libertad, a pesar de tratarse de un delito de efectos permanentes. Se ha señalado
también que basta con la simple «retención» obligada, sin perjuicio de que
algunas «situaciones mínimas de retención» queden al margen del tipo penal.

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B) Incomunicación ilegal

Artículo 531 CP: «La autoridad o funcionario público que, mediando causa por
delito, decretare, practicare o prolongare la incomunicación de un detenido, preso o
sentenciado, con violación de los plazos o demás garantías constitucionales o legales,
será castigado con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por
tiempo de dos a seis años».

Con arreglo a este tipo pueden ser sujeto activo del delito, además de los
Jueces, las autoridades o agentes de la policía judicial y también los
funcionarios penitenciarios que prolongaren la incomunicación más allá de lo
ordenado por el Juez o sin sujeción a las garantías legales.

El complemento normativo de esta norma penal se halla en los artículos


509 a 510 y 527 LECrim. La incomunicación debe ser interpretada en sentido
estricto, como la medida prevista en la Ley Procesal que supone la restricción
de ciertos derechos del detenido o preso para evitar que se ponga en peligro la
investigación y que puede ser tan sólo acordada por el Juez o Tribunal a cuya
disposición se encuentre el sujeto (de modo excepcional, en relación con los
delitos de terrorismo, el artículo 520 bis admite la posibilidad de que el
detenido quede incomunicado con la mera solicitud de la medida al Juez, que
deberá pronunciarse en un plazo máximo de 24 horas).

Debe diferenciarse la incomunicación de las restricciones o de la suspensión


de las comunicaciones de los presos y penados, que en ciertos supuestos y en
determinadas condiciones pueden ser ordenadas por el Director del
establecimiento, de acuerdo con lo previsto en el artículo 51 LOGP y artículos
43 y 44 del Reglamento Penitenciario. También hay que establecer las debidas
diferencias entre la incomunicación y las sanciones penitenciarias que supongan de
hecho una disminución de las posibilidades de comunicación de los internos, como el
aislamiento en celda, el aislamiento de fines de semana o la limitación de las
comunicaciones orales (art. 41.2 LOGP). Las extralimitaciones cometidas en la
imposición de tales sanciones o en la suspensión de las comunicaciones darán
lugar tan sólo a consecuencias penales con arreglo a lo dispuesto en el artículo
533. La referencia del artículo 531 a la «incomunicación del sentenciado»,
ciertamente desafortunada, debe considerarse vacía de contenido.

El tipo del artículo 531 exige dolo, bastando el eventual, en los mismos
términos que el artículo 530. La realización culposa es punible a tenor de lo
dispuesto en el artículo siguiente.

C) Comisión por imprudencia grave

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Dispone el artículo 532 CP que «Si los hechos descritos en los dos artículos
anteriores fueran cometidos por imprudencia grave, se castigarán con la pena de
suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años».

La voluntad de reforzar la protección de las garantías constitucionales de


la libertad individual se materializa también en la tipificación del hecho
imprudente. La extensión del ámbito de lo prohibido encuentra una explicación
en este caso dada la especial cautela exigible a quienes tienen como función
velar por la eficacia de las garantías del referido derecho fundamental.

La STS núm. 107/2004, de 22 de noviembre, apreció la concurrencia de la


forma delictiva imprudente en un supuesto en que un funcionario de la policía
local prolongó la detención al demorar en exceso una serie de gestiones, en la
creencia de que eran necesarias para el cierre de la investigación antes de pasar
a la persona detenida a disposición judicial, lo que determinó que esta
permaneciera detenida un tiempo innecesario de 53 horas. La sentencia casó la
resolución de la Audiencia por la que se condenaba al acusado del delito del art.
530, con el argumento de que la detenida había presentado una solicitud de
habeas corpus que había sido denegada. Debe tenerse en cuenta, en todo caso,
como han señalado otras sentencias, que la denegación de una tal solicitud en
su caso indica que la detención no es de entrada ilegal, pero no excluye la
existencia del delito del art. 530 si se ha producido alguna violación de las
garantías legales a las que el mismo alude.

3. Delitos cometidos por los funcionarios públicos contra la inviolabilidad


domiciliaria y demás garantías de la intimidad

A) Entrada y registro ilegales

El artículo 17 de la Constitución Española atiende a la libertad personal,


mientras que el artículo 18 contempla la inviolabilidad del domicilio cual derecho
fundamental establecido para garantizar el ámbito de privacidad de la persona,
dentro del espacio limitado que el propio sujeto elige y que tiene que
caracterizarse precisamente por quedar exento o inmune a las invasiones o
agresiones exteriores de otros o de la autoridad pública o sus agentes.

El domicilio es, a los fines de protección garantizados por el artículo 18


CE, el recinto cerrado que constituye la morada de la persona y es reducto último e
inmune a toda clase de intromisiones ajenas que perturben su privacidad; y no es
domicilio, en este sentido, cualquier local sobre cuyo acceso tenga poder de

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disposición su titular, como talleres mecánicos, elementos comunes de una


pluralidad de viviendas, bares, almacenes o garajes.

La Ley de Enjuiciamiento Criminal contiene normas (arts. 545 a 588)


acerca de la entrada y registro en lugar cerrado, de libros y papeles y de
detención y apertura de la correspondencia escrita y telegráfica. El
ordenamiento procesal era incompleto y anacrónico hasta la reforma procesal ex
LO 13/2015, y sus déficits y vacíos fueron suplidos por las jurisprudencias
constitucional y ordinaria, creadoras del marco de interpretación de la cláusula
esencial: «el domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse
en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de
flagrante delito» (art. 18 CE). Pero este derecho puede ser suspendido en los
estados de excepción o de sitio (art. 55 CE y Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de
los estados de alarma, excepción y sitio).

El concepto de delito flagrante está recogido en el artículo 795.2 de la


LECrim1. Por lo demás, la Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del Centro
Nacional de Inteligencia 2, disciplina el control judicial previo del CNI en sus
actividades que afecten a los derechos fundamentales reconocidos en el artículo
18.2 y 3 de la Constitución.

Dispone el artículo 534 CP: «1. Será castigado con las penas de multa de seis a
doce meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público de dos a seis años la
autoridad o funcionario público que, mediando causa por delito, y sin respetar las
garantías constitucionales o legales:

1.º Entre en un domicilio sin el consentimiento del morador.

2.º Registre los papeles o documentos de una persona o los efectos que se hallen en
su domicilio, a no ser que el dueño haya prestado libremente su consentimiento.

1 «Se considerará delito flagrante el que se estuviese cometiendo o se acabare de cometer


cuando el delincuente sea sorprendido en el acto. Se entenderá sorprendido en el acto no sólo al
delincuente que fuere detenido en el momento de estar cometiendo el delito, sino también al
detenido o perseguido inmediatamente después de cometerlo, si la persecución durare o no se
suspendiere mientras el delincuente no se ponga fuera del inmediato alcance de los que le
persiguen. También se considerará delincuente in fraganti aquel a quien se sorprendiere
inmediatamente después de cometido un delito con efectos, instrumentos o vestigios que
permitan presumir su participación en él».

2 (Art. 12: «El control judicial previo del Centro Nacional de Inteligencia se llevará a cabo en la
forma prevista en la Ley Orgánica reguladora del control judicial previo del Centro Nacional de
Inteligencia, complementaria de la presente Ley». Esta última es precisamente la Ley Orgánica
2/2002, de 6 de mayo.

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Si no devolviera al dueño, inmediatamente después del registro, los papeles,


documentos y efectos registrados, las penas serán las de inhabilitación especial para
empleo o cargo público de seis a doce años y multa de doce a veinticuatro meses, sin
perjuicio de la pena que pudiera corresponderle por la apropiación.

2. La autoridad o funcionario público que, con ocasión de lícito registro de papeles,


documentos o efectos de una persona, cometa cualquier vejación injusta o daño
innecesario en sus bienes, será castigado con las penas previstas para estos hechos,
impuestas en su mitad superior, y, además, con la pena de inhabilitación especial para
empleo o cargo público por tiempo de dos a seis años».

En el caso reglado en el núm. 1.º del apartado 1, sujeto activo es sólo la


autoridad o funcionario público (delito especial); sujeto pasivo puede ser cualquiera
en cuyo domicilio se produzca la entrada («el morador»). A la penetración en el
domicilio no es equiparable la permanencia, y aquélla ha de realizarse en el
curso de diligencias de investigación y descubrimiento de un hecho punible, o
sus autores, o pruebas, claro que sin consentimiento válido de la persona
afectada, o resolución judicial habilitante (salvo caso de flagrante delito), en
definitiva, sin respetar las garantías constitucionales o legales.

Por lo que atañe al registro, el precepto alude a papeles o documentación de


una persona, en todo caso, o a efectos existentes en su domicilio, señalando una
agravación si en el acto ilegal no se reintegran inmediatamente y sin perjuicio
de la pena correspondiente al robo.

El delito del núm. 2 no mira al registro ilegal sino al lícito, en cuyo curso la
autoridad o funcionario público de manera injustificada ―por innecesaria―
comete maltrato de palabra u obra en las personas o daños evitables en sus
bienes.

Ciertamente, en muchas ocasiones la ocultación de efectos (drogas,


dinero…) en los lugares más insospechados hará necesario que los agentes
porfíen en una búsqueda que muy probablemente exija la destrucción de
determinados elementos de una manera necesaria y no superflua, resultando
difícil a menudo discernir lo excesivo de lo adecuado (salvo que
ostensiblemente se destruyan propiedades con un fin intimidatorio o de
venganza).

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B) Interceptación de correspondencia privada y telecomunicaciones

a) Interceptación de correspondencia

Artículo 535 CP: «La autoridad o funcionario público que, mediando causa por
delito, interceptare cualquier clase de correspondencia privada, postal o telegráfica, con
violación de las garantías constitucionales o legales, incurrirá en la pena de
inhabilitación especial para empleo o cargo público de dos a seis años.

Si divulgara o revelara la información obtenida, se impondrá la pena de


inhabilitación especial, en su mitad superior, y, además, la de multa de seis a dieciocho
meses».

De nuevo la construcción penal tiene como pórtico la Constitución. Su


artículo 18.3 garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las
postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial. También este
derecho es susceptible de suspensión cuando se acuerde la declaración del
estado de excepción o de sitio.

Sujeto activo es la autoridad o funcionario público actuando en cuanto que tales;


objeto material es la correspondencia privada (no la oficial), postal o telegráfica; la
acción típica viene conformada por la dolosa intervención con violación de las
garantías legales y constitucionales, en el curso de diligencias por delito. Cabe
la tentativa.

La divulgación o revelación a terceros de la información obtenida por la


intercepción ilegal determina el tipo agravado del segundo párrafo del artículo.

b) Escuchas ilegales

Artículo 536 CP: «La autoridad, funcionario público o agente de éstos que,
mediando causa por delito, interceptare las telecomunicaciones o utilizare artificios
técnicos de escuchas, transmisión, grabación o reproducción del sonido, de la imagen o
de cualquier otra señal de comunicación, con violación de las garantías constitucionales
o legales, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público de
dos a seis años.

Si divulgare o revelare la información obtenida, se impondrán las penas de


inhabilitación especial, en su mitad superior y, además, la de multa de seis a dieciocho
meses».
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La arquitectura típica es idéntica a la dibujada en el artículo precedente. El


delito sólo admite la forma dolosa y también es posible la tentativa. La invasión
de la intimidad que el precepto sanciona presenta asimismo dos modalidades:
interceptar ilegalmente las telecomunicaciones de forma directa y merced a
medios técnicos, y la agravación correspondiente cuando lo captado violando
las garantías es revelado o difundido. Los artículos 588 bis a octies de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal regulan exhaustivamente la materia que nos ocupa,
según la redacción de la LO 13/2015.

Por lo que respecta a las comunicaciones telefónicas en centros


penitenciarios, habrá que estar a las disposiciones del Reglamento en la materia.

4. Delitos cometidos por los funcionarios públicos contra otros derechos


individuales

A) Impedimento u obstaculización de la asistencia de abogado

Establece el artículo 537 CP que «La autoridad o funcionario público que impida
u obstaculice el derecho a la asistencia de abogado al detenido o preso, procure o
favorezca la renuncia del mismo a dicha asistencia o no le informe de forma inmediata y
de modo que le sea comprensible de sus derechos y de las razones de su detención, será
castigado con la pena de multa de cuatro a diez meses e inhabilitación especial para
empleo o cargo público de dos a cuatro años».

La violación de la garantía de la asistencia letrada está configurada


legalmente como delito autónomo. Dado que el tipo se refiere a «detenido o
preso» parece que la garantía penalmente protegida va más allá de la
establecida en el artículo 17.3 CE, concretada en la «asistencia de abogado al
detenido en las diligencias policiales y judiciales». Asimismo, no puede
identificarse el objeto jurídico de tutela con el genérico derecho a la defensa y a
la asistencia de letrado reconocido en el artículo 24.2 CE, contemplado en el
contexto de las garantías del proceso penal y no limitado a quienes ostenten la
condición de «detenido o preso».

Debe pensarse más bien que en el ánimo del legislador ha estado presente
la voluntad de extender la garantía prevista en el artículo 17.3 CE a todas las
personas privadas de libertad, también a las que se encuentren en situación de

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prisión, aunque, teniendo en cuenta las conductas tipificadas, dicha extensión


se produce tan sólo en la medida en que tales personas puedan ser objeto de
diligencias de investigación en el ámbito penitenciario por hechos cometidos en
la prisión. Con ello se avanza en la dirección que había iniciado la
jurisprudencia al reconocer el derecho a la asistencia letrada de los internos a
quienes se reciba declaración por presuntos hechos delictivos.

Según se desprende de la fórmula amplia consagrada en el actual artículo


530, las violaciones de las garantías de la detención previstas como delito
autónomo en el artículo 537 representan un supuesto específico de lo previsto
como delito en aquel precepto. No obstante, el desafortunado criterio seguido
por el legislador en la fijación de las consecuencias jurídicas en uno y otro tipo
hace que resulte imposible determinar si la norma especial describe en realidad
un tipo cualificado o privilegiado, dado que incomprensiblemente en un caso se
prevé una pena de multa además de una de inhabilitación y en el otro tan sólo
esta pena privativa de derechos pero de mayor duración. La introducción de un
tipo específico puede sin embargo tener sentido dada la actitud contraria que
había manifestado en ocasiones la jurisprudencia a considerar como ilegal una
detención por la sola infracción de la garantía de instruir al detenido de sus
derechos constitucionales (vid. SSTS de 19 de febrero y 25 de septiembre de
1993).

La referencia genérica a la «autoridad o funcionario público», sin mayor


precisión, permite considerar como posibles sujetos activos no sólo a las
autoridades gubernativas o agentes de la policía judicial, sino también a la
autoridad judicial y a los funcionarios de instituciones penitenciarias.

En cuanto a la conducta típica, se prevén tres actuaciones:

a) La primera resulta descrita en términos genéricos como impedir u


obstaculizar el derecho a la asistencia de abogado, sin determinación de los
medios típicos, que cuando consistan en violencias o amenazas darán
lugar al correspondiente concurso de delitos.

b) La segunda modalidad del tipo consiste en procurar o favorecer la


renuncia de la asistencia de abogado, lo cual parte del carácter irrenunciable
de tal clase de asistencia con arreglo a lo previsto en el artículo 520
LECrim. El artículo 537 no tiene en cuenta los supuestos en los que
excepcionalmente el referido derecho es renunciable, concretamente

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cuando la detención «fuere por hechos susceptibles de ser tipificados


exclusivamente como delitos contra la seguridad en el tráfico» (art. 520.5
LECrim). No resulta posible sostener el carácter atípico ni la justificación
de tales casos, dada la ausencia de toda referencia del tipo a lo previsto
en la ley y habida cuenta de la dificultad de considerar como ejercicio de
un derecho el favorecimiento de la renuncia de otro a un derecho.

c) La última de las modalidades del tipo se describe como no informar de


forma inmediata y de modo que le sea comprensible de sus derechos y de las
razones de la detención, lo cual reproduce la expresión utilizada en el
artículo 17.3 CE y en el artículo 520.2 LECrim. La alusión expresa a la
detención se limita exclusivamente a lo previsto respecto a la
información sobre las razones de la misma, de modo que el resto de
conductas pueden afectar tanto a quien tenga la condición de detenido
como la de preso si los hechos se desenvuelven en el seno de una
investigación por delito.

B) Disolución o suspensión de asociaciones

Es el supuesto sancionado en el artículo 539 CP, con el texto siguiente: «La


autoridad o funcionario público que disuelva o suspenda en sus actividades a una
asociación legalmente constituida, sin previa resolución judicial, o sin causa legítima le
impida la celebración de sus sesiones, será castigado con la pena de inhabilitación
especial para empleo o cargo público de ocho a doce años y multa de seis a doce meses».

La presente norma prevé la protección penal del derecho de asociación


reconocido en el artículo 22 CE. La redacción de la misma en el Código de 1995
ha sido adaptada al citado precepto constitucional, que no contempla otras vías
de disolución o suspensión de las asociaciones que no sean una resolución
judicial motivada.

La Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, desarrolla el citado precepto


constitucional y dispone en su artículo 38 que, «salvo los supuestos de
disolución por voluntad de los asociados, las asociaciones sólo podrán ser
suspendidas en sus actividades, o disueltas, por resolución motivada de la
autoridad judicial competente».

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Más oscura resulta la segunda parte del presente tipo, en la medida que
presupone la existencia de causas legítimas para que la autoridad pueda
impedir la celebración de las sesiones de la asociación, aspecto no previsto en la
Constitución sobre esta cuestión ni en la legislación que desarrolla el art. 22 CE.

El concepto de asociación a efectos penales supera el estricto ámbito de las


asociaciones reguladas en la Ley de 1964 y comprende también las entidades
constituidas con ánimo de lucro de acuerdo con el Derecho civil o mercantil, los
partidos políticos y sindicatos. También resultan abarcadas por el tipo las
confesiones religiosas. En tal caso cabrá el concurso de delitos con otras figuras,
como la de perturbación de ceremonias (art. 523).

El requisito de que la asociación esté «legalmente constituida» puede ser


objeto de controversia. En la medida que se está protegiendo un derecho
fundamental, declarado en el artículo 22.1 CE, cuyo ejercicio no se encuentra
sujeto a condiciones formales, no resulta adecuado exigir que la asociación haya
sido inscrita en el correspondiente Registro público (pues tal exigencia se limita
«a los solos efectos de publicidad», según el art. 22.3 CE), sino que no incurra en
ninguna de las causas que permiten declarar su ilicitud establecidas en el
artículo 515 CP.

Sujeto activo del delito pueden serlo tan sólo las autoridades o
funcionarios públicos. Aunque el Código no lo exija expresamente, debe
entenderse que implícitamente se refiere a las autoridades o funcionarios
gubernativos.

La conducta típica puede consistir en disolver o suspender las actividades


de una asociación o en impedir la celebración de sus sesiones. La segunda
modalidad resulta, como ya se ha dicho, más problemática. Pese al uso del
plural, el tipo debe entenderse realizado con el mero hecho de impedir una de
las sesiones de la asociación. De hecho tan sólo en relación a sesiones
singularizadas tiene sentido plantear la existencia de una posible causa
legítima, a que alude el Código. Tal alusión conlleva la exclusión de la tipicidad
cuando la suspensión obedezca a la necesidad de evitar un mal igual o mayor,
lo cual solamente resultará plausible si concurre un peligro para la vida o la
salud de las personas.

C) Prohibición o disolución ilegítima de una reunión pacífica

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Artículo 540 CP: «La autoridad o funcionario público que prohíba una reunión
pacífica o la disuelva fuera de los casos expresamente permitidos por las Leyes, será
castigado con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público de cuatro a
ocho años y multa de seis a nueve meses».

El derecho de reunión pacífica y sin armas corresponde a todos los


ciudadanos y no es más que un instrumento de la libertad de expresión y una
modalidad del ejercicio de la misma; viene consagrado en el artículo 21 CE.

Interpretan Vives/Carbonell que el artículo 540 CP es un precepto de


menor gravedad que el 539, pues atañe al derecho de reunión o manifestación
no realizado por una asociación legalmente constituida. La consumación se da
con el simple impedimento de tal reunión una sola vez o con la disolución de la
que hubiere estado bien constituida.

Para Tamarit Sumalla nos encontramos ante un tipo delictivo con unos
rasgos semejantes al anterior, a través del cual se ofrece una protección genérica al
derecho de reunión reconocido en el artículo 21 CE, como «manifestación primordial
de los derechos fundamentales» y «derecho subjetivo público», según reza el
Preámbulo de la Ley Orgánica 9/1983, de 15 julio, reguladora del derecho de reunión.

La presente norma reproduce el concepto constitucional de «reunión


pacífica», que en sede penal resulta excesivamente abierto. Se impone ante ello
una interpretación amplia del mismo, como equivalente a reunión lícita en los
términos de lo establecido en el artículo 513 que prevé las causas de ilicitud de
las mismas. Por reunión debe entenderse «la concurrencia concertada y
temporal de diversas personas con una finalidad determinada», sin que sea
necesario que el número de las mismas sea superior a veinte, exigencia prevista
en el artículo 1.2 de la Ley Orgánica Reguladora del Derecho de Reunión tan
sólo «a los efectos de la presente Ley».

El elemento de mayor trascendencia es la exclusión de la tipicidad de la


conducta en los casos expresamente permitidos por las Leyes. Tales casos son,
en primer lugar, los previstos en el artículo 5 de la citada Ley Orgánica, según el
cual la autoridad gubernativa suspenderá y, en su caso, procederá a disolver las
reuniones en los siguientes supuestos: a) cuando se consideren ilícitas de
conformidad con las Leyes penales (vid. supra art. 513); b) cuando se produzcan
alteraciones del orden público; c) cuando se hiciere uso de uniformes
paramilitares por los asistentes. En cuanto a la prohibición, el artículo 10 de la

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

misma Ley Orgánica admite la posibilidad de que sea acordada por la


autoridad gubernativa si considera que «existen razones fundadas de que
puedan producirse alteraciones del orden público, con peligro para personas o
bienes».

Dada la previsión de requisitos de forma (resolución motivada y


notificación en el plazo de 48 horas) y la posibilidad de un recurso contencioso-
administrativo por la vía establecida en la Ley 62/1978 de protección jurisdiccional
de los derechos fundamentales de la persona, se plantea la duda respecto a si reviste
carácter típico la adopción de un acuerdo de prohibición de la reunión de modo
que se incumplan los referidos requisitos o la ejecución del mismo sin esperar la
resolución del recurso por parte del Tribunal. La respuesta debe ser afirmativa,
puesto que las garantías protegidas mediante este tipo (a las que se alude
indirectamente con la referencia a los casos) son esencialmente las de carácter
formal, habida cuenta del elevado margen de indeterminación del presupuesto
material de la decisión al que se refiere el artículo 10 de la Ley Orgánica.

D) Tipo residual o subsidiario

Artículo 542 CP: «Incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o


cargo público por tiempo de uno a cuatro años la autoridad o el funcionario público que,
a sabiendas, impida a una persona el ejercicio de otros derechos cívicos reconocidos por
la Constitución y las Leyes».

El precepto en blanco es tendencialmente aplicable allí donde los derechos


políticos o fundamentales de la persona con amparo constitucional son
impedidos por autoridad o funcionario. Quedan cubiertos, con ello, los espacios
de atentado a derechos constitucionales carentes de expresa protección penal.

Sujeto activo ha de ser indefectiblemente una autoridad o funcionario público


en el ejercicio de las funciones propias de su cargo. El tipo sólo concibe la modalidad
dolosa, dolo directo de resultado comprensivo de todos los elementos objetivos.
Nos hallamos ante un delito de resultado al exigirse para su consumación que
efectivamente haya llegado a producirse la realidad del impedimento.

La doctrina jurisprudencial estima que el delito de impedir a una persona


el ejercicio de los derechos cívicos reconocidos por las leyes y el delito de
prevaricación constituyen un ejemplo del concurso de normas que se resuelve a

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favor de la prevaricación por el principio de especialidad del artículo 8.1º CP,


de suerte que el delito de prevaricación resulta incompatible con el de
impedimento del ejercicio de los derechos cívicos, cuyo carácter residual, frente
a otros derechos que se encuentran ya protegidos en el CP, se acentúa con la
nueva redacción del artículo 542 (STS de 21-2-2003).

Como ejemplos de aplicación: denegación por alcalde en funciones de


información a un concejal (STS de 23-3-2001), o impedir un alcalde el acceso a
documentación municipal a un concejal de la oposición (STS de 22-1-1996).

5. Jurisprudencia

DETENCIÓN ILEGAL DEL ART. 530 EN RELACIÓN CON LA DEL ART.


167 CP3:

STS de 5/3/2009

«… basta la lectura del juicio histórico para concluir que los arts. 164 y 167
del CP fueron certeramente aplicados. El hoy recurrente se concertó con otro
imputado para "...tender una trampa a un traficante de cocaína, sustraerle la droga,
detenerle temporalmente y exigir a la familia dinero para su liberación, aprovechando la
condición profesional de ambos, para que creyeran que era objeto de un acto de
persecución oficial". No existe, pues, procedimiento judicial en marcha. No media
causa por delito ni marco procesal alguno. Se trata de un clamoroso ejemplo de

3
Art. 167: 1. La autoridad o funcionario público que, fuera de los casos permitidos por la ley, y
sin mediar causa por delito, cometiere alguno de los hechos descritos en este Capítulo será
castigado con las penas respectivamente previstas en éstos, en su mitad superior, pudiéndose
llegar hasta la superior en grado.

2. Con las mismas penas serán castigados:

a) El funcionario público o autoridad que, mediando o no causa por delito, acordare, practicare
o prolongare la privación de libertad de cualquiera y que no reconociese dicha privación de
libertad o, de cualquier otro modo, ocultase la situación o paradero de esa persona privándola
de sus derechos constitucionales o legales.

b) El particular que hubiera llevado a cabo los hechos con la autorización, el apoyo o la
aquiescencia del Estado o de sus autoridades.

3. En todos los casos en los que los hechos a que se refiere este artículo hubieran sido cometidos
por autoridad o funcionario público, se les impondrá, además, la pena de inhabilitación
absoluta por tiempo de ocho a doce años.

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vía de hecho puesta al servicio de un fin delictivo. No se daban, en


consecuencia, los presupuestos que habrían permitido la aplicación del art. 530
del CP.

STS de 5/10/2007

«Discrepan en este momento los recurrentes de la interpretación llevada a


cabo por la Sentencia de instancia, cuando considera que no existía causa
justificante para la privación de libertad llevada a cabo por ellos [los policías] en
la persona de Lorenzo y que, por ende, tal conducta es constitutiva de un delito
de detención ilegal llevada a cabo sin mediar causa por delito, que es el
elemento esencial diferenciador entre el aquí castigado y el descrito en el
artículo 530.

Y apoyan tal discrepancia en los argumentos expuestos en ese mismo


sentido por el Voto Particular formulado por uno de los integrantes del
Tribunal de instancia.

Argumentos que, por nuestra parte, hemos de compartir habida cuenta de


que, al margen del exceso con el que dicha detención se produjo, ya sancionado
como constitutivo del delito contra la integridad moral4, lo cierto es que sí que

4
"Se declara probado que sobre las 8 de la mañana del día 8 de agosto de 2004, fecha en la que
se celebraban las fiestas locales del San Roro, famosas por deambular de bar en bar los festeros
ingiriendo bebidas alcohólicas, Lorenzo y Jesús María decidieron entrar a almorzar al bar
"Ronda", sito en la confluencia de las calles Ronda de Brujieres y Carles Salvador de la localidad
de Xeraco, después de haber pasado la noche sin dormir en la despedida de soltero del segundo
de ellos, e ingiriendo importantes cantidades alcohol.

Afectado aparentemente por el estado tóxico derivado de aquella ingestión, Lorenzo se dirigió
al propietario del local Sergio, lanzándole una servilleta de papel constreñida como una bolita,
así como gritando en voz alta "Amunt València, és el millor", genéricamente dirigido a las
personas que se encontraban en el interior, que eran dos parejas de personas mayores no
identificadas, la titular de un bar próximo, identificada como Marí Luz , y dos agentes de la
Policía Local de Xeraco, conocidos de vista por ser naturales de dicha localidad, que se
encontraban tomando un café.

Advertido por estos últimos el estado de intoxicación en que aquél se encontraba y molestos
por los gritos producidos y el papel lanzado, requirieron a Lorenzo y a Jesús María a que
salieran del local, negándose el primero, que llegó a dirigirse al propietario Sergio para que
fuera quien lo tirara en su caso, siendo, no obstante, cogido por Jesús María y acompañado
hacia el exterior, mientras Lorenzo lanzaba a los agentes expresiones como "hijos de puta", "os
mataré", lo que provocó que los mismos salieran también hacia el exterior y, a pesar de que no
podía ni mantenerse en pie debiendo ser sujetado por su cuñado, fue empujado hacia el
vehículo policial, tirándolo al suelo, a lo que Lorenzo se resistía como podía lanzado patadas y
manotazos para impedirlo, llegando el agente identificado como Luis Francisco a tumbarlo boca

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

existía fundamento para la detención de Lorenzo, máxime cuando dicha


detención fue conocida casi de inmediato por la Guardia Civil que, personada
poco tiempo después en el cuartel de la Policía Local, procedió a la liberación
del detenido.

abajo y ponerle la bota en la cabeza hasta conseguir colocarle los grilletes a la espalda.
Inmediatamente después fue levantado por el referido agente y el agente que le acompañaba
Eduardo, tirándolo de espaldas sobre el asiento trasero del vehículo policial con las piernas en
el exterior, utilizando la defensa el agente Eduardo para conseguir introducirlo en el mismo,
con la que golpeó en las piernas de Lorenzo, mientras Luis Francisco le estiraba de los hombros
desde la puerta contraria para introducirlo en el asiento posterior, llegando a lanzarle un spray
de gas para reducirlo y consiguiendo introducirlo en el interior cerrando ambas puertas. Como
Lorenzo padecía de antiguo un trastorno de ansiedad, - modalidad de neurosis, que se
caracteriza por sensación inminente de ir a morir, con pérdida de control y síntomas
vegetativos, como dificultad respiratoria, sudoración, opresión precordial, entre otros-,
agravados por la aplicación del spray, sintió que se ahogaba y gritaba fuertemente para que
abrieran las puertas o las ventanas, golpeando con sus piernas contra ellas, llegando a forzar la
puerta que cedió un buen trecho, lo que propició que Luis Francisco rociara de nuevo en su cara
spray defensa y colocara otros grilletes en los pies, dando lugar a la continuación de las patadas
contra el techo y los cristales del vehículo, al que rompió una de las ventanillas.

Mientras se producía el incidente anterior varios vecinos y viandantes que se encontraban en las
proximidades acudieron, recriminando a los agentes el maltrato desproporcionado a que
estaban sometiendo a Lorenzo, llegando uno de ellos a avisar a la Guardia Civil para que se
personara en el lugar, a pesar de que sobre las 9 horas salieron los agentes con el detenido hacia
el retén antes de que aquellos llegaran, arrojándolo al suelo, en donde permaneció hasta las
10,16 horas, atado con los grilletes en los pies y las manos en la espalda, y sin recibir siquiera el
agua que reclamaba por la sensación de ahogo que tenía. Avisado y comparecido el SAMUR y
posteriormente los agentes de la Guardia Civil, fue por éstos desatado y trasladado a sus
dependencias, en donde se suministró el agua interesada.

Como consecuencia del enfrentamiento producido, resultaron las siguientes lesiones:

A) Lorenzo sufrió excoriaciones en la mandíbula derecha con erosión en la mucosa oral, dolor a
la palpación de la articulación temporomandibular izquierda, excoriaciones en el pómulo
derecho, excoriaciones en la región cervical, equimosis en el hombro izquierdo en la
supraescapular de 4x4 centímetros, equimosis en región escapular izquierda de 1x1 centímetros,
excoriaciones en brazo izquierdo y muñeca, así como ojos hiperénicos sin úlceras, cuya
estabilización lesiva requirió cinco días no impeditivos, curando sin secuelas;

B) Luis Francisco sufrió lesiones, consistentes en excoriaciones en la espalda a nivel de la región


cervical y dorsal, dolor a la palpación y movilización de ambos hombros y región cervical, y
dolor en las piernas, cuya estabilización lesiva requirió cinco días no impeditivos, curando sin
secuelas; y

C) Eduardo sufrió una fractura parcelar de la cabeza del radio no desplazada y excoriaciones a
nivel cervical, requiriendo cincuenta días para la estabilización lesional, estando incapacitado
para sus ocupaciones habituales cuarenta y tres días y curando con una secuela consistente en el
dolor puntual y continuo en el brazo izquierdo sin estar afectada la movilidad articular."[sic]

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En efecto, no sólo las expresiones de Lorenzo , llamando "hijos de puta" a los


agentes y diciéndoles después "os mataré", podrían ser consideradas por éstos
como infracción penal justificante de la detención, aunque pudiera resultar
discutible al apreciarse en quien así se manifestaba indudables síntomas de
embriaguez, sino que, además, la LO 1/1992, de 21 de Febrero, de Protección de
la Seguridad Ciudadana, en su artículo 19.1, facultaba a los agentes para limitar
o restringir por el tiempo imprescindible la circulación o permanencia en vías o
lugares públicos a quienes alteren el orden o la pacífica convivencia.

Por lo tanto, el comportamiento de Lorenzo, su propio estado de embriaguez


que le impulsaba, según la realidad de los hechos, a actitudes de violencia,
inicialmente al menos, verbal y que, en fin, merecen la calificación de falta
contra el orden público a los propios Jueces de la Audiencia, sí que podría ser
causa justificante para su retirada de la vía pública y traslado a las
dependencias de la Policía Local, donde al poco tiempo, como consta en el
propio atestado confeccionado al efecto, se personó la Guardia Civil para
decidir sobre el mantenimiento de la detención o la puesta en libertad.

Es por ello por lo que el motivo Décimo debe, en este caso, ser atendido, lo que
obliga a la confección de la ulterior Segunda Sentencia, en la que se consigne la
absolución de los recurrentes, respecto del delito de Detención por el que
fueron condenados en la instancia, careciendo así mismo ya de sentido, y por
tal razón, el análisis del motivo Duodécimo, por el que subsidiariamente se
pretendía la absorción del delito contra la integridad moral por el de detención
ilegal, que ahora se excluye».

STS de 27/07/2016

Hechos probados (AP Logroño)

"UNICO.- En la noche del 29 de Marzo del año 2013, agentes de la Policía Local
de Calahorra, en el ejercicio de sus funciones habituales, denunciaron a varios
vehículos estacionados frente a vados, entre ellos al vehículo propiedad de
Mario, con DNI NUM000 , nacido en Calahorra, La Rioja, el NUM001 de 1947,
sin antecedentes penales. Comoquiera que por motivo de la lluvia, las
menciones impresas del boletín de denuncia no eran legibles, don Mario se
acercó el día 30 de Marzo de 2013 a la Comisaría de la Policía Local de
Calahorra con la intención de que le entregaran una copia del mismo.

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La agente de la Policía Local NUM002 del turno de día, indicó al señor Mario
que acudiera entre las 22:00 y las 06:00 horas a preguntar a los agentes del
servicio de noche, que eran los que habían elaborado el documento.

Sobre las 22:00 horas del día 30 de Marzo de 2013, don Mario se dirigió de
nuevo a la Comisaría de la Policía Local de Calahorra, donde coincidió con
otras personas que también habían acudido a la Comisaría a informarse sobre
las denuncias que les habían puesto por estacionar sus vehículos en vado. El
señor Mario se dirigió al agente de Policía Local NUM003 , don Efrain , con DNI
NUM004 , nacido el NUM005 de 1976, sin antecedentes penales, y le enseñó la
multa que le habían puesto y que resultaba ilegible, pidiéndole una copia de la
misma, a lo que el agente le respondió que él no podía darle una copia de la
multa, el señor Mario insistió y reiteró su petición, alzando la voz, de que le
diera una copia de la multa, pidiéndole a la vez su nombre al agente, negándose
el agente NUM003 a darle su nombre al señor Mario , al escuchar las voces del
señor Mario, salieron el oficial de Policía Local NUM006 don Armando, con
DNI NUM007, nacido el NUM008 de 1962, sin antecedentes penales, que esa
noche era el jefe de servicio del turno de noche y el agente de Policía Local
NUM009, don Heraclio con DNI NUM010, nacido el NUM011 de 1973, sin
antecedentes penales; el señor Mario le pidió al oficial NUM006 que le diera
una copia de la denuncia, negándose a ello el oficial, y el señor Mario insistía y
reiteraba gritando que le diera la copia o se identificara el oficial, y ante la
actitud persistente del señor Mario, que reiteraba gritando al oficial NUM006
que le diera una copia de la denuncia o que se identificara, el oficial NUM006
dijo, refiriéndose al señor Mario, "este para dentro" agarrando dos agentes al
señor Mario, llevándolo por un pasillo hacia el interior de las dependencias
policiales. Entretanto, salieron al hall los agentes que se encontraban en la sala
de relevos, al oír las voces. El señor Mario, cuando lo llevaban hacia el interior
de las dependencias, le dijo a doña Clemencia: "Lorena, Lorena, llama a mi
mujer", indicando el oficial de policía NUM006 a doña Clemencia y a otros dos
vecinos que se encontraban en el hall que se fueran que si no iban a ir también
para adentro. Cuando llevaban al señor Mario al interior de las dependencias,
agarrado por los agentes, el señor Mario, manoteando, dijo "hijos de puta,
soltarme". El oficial de policía NUM006, Armando, que había acordado la
detención con conocimiento de que no existía causa legal para ello, agarró por
el cuello de la camisa al señor Mario, diciéndole que quien se creía que era, que
era una mierda. Ya en el interior de las dependencias policiales, el oficial de
policía NUM006, Armando ordenó que cachearan al señor Mario, quien entregó
sus pertenencias, y en presencia de varios agentes, se llevó a cabo el registro
físico del señor Mario, que se desnudó, primero la parte superior y luego la
parte inferior, llegando, a indicación de los agentes, a bajarse los calzoncillos a
la altura de las rodillas, para vestirse a continuación. Luego llevaron al señor

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Mario a la sala de oficiales, donde un agente procedió a filiar al señor Mario, y a


continuación el oficial de policía NUM006, Armando, en presencia de otros
agentes, le leyó los derechos al señor Mario, procediendo el oficial a grabar
dicha lectura de derechos sin poner en ningún momento en conocimiento del
señor Mario que la lectura de derechos estaba siendo grabada. Después dos
agentes llevaron al señor Mario al médico dos veces, con un intervalo
aproximado de una hora, permaneciendo entretanto el señor Mario en un
calabozo, donde igualmente permaneció una vez de vuelta en comisaría, tras la
segunda visita al centro médico, durante toda la noche del 31 de marzo de 2009.
El oficial de Policía Local NUM006, Armando, con el fin de justificar y eximirse
de responsabilidad alguna por la actuación relatada, elaboró atestado dirigido
al Inspector Jefe de la Policía Local de Calahorra en el que el oficial llevó a cabo
un relato de los hechos ocurridos que no se correspondía con lo realmente
acontecido, informando que Mario se enfrentó a los agentes de la Policía Local
de Calahorra, insultándoles y amenazándoles, que dio un empujón al agente
NUM003 y agarró, a la vez que la empujaba, al oficial NUM006, por lo que fue
detenido como presunto autor de los delitos de insultos, amenazas y atentado a
agentes de la autoridad. Dicho atestado fue firmado además de por el oficial de
Policía Local NUM006, Armando, por los agentes de Policía Local NUM003
Efrain, y NUM009 Heraclio.

Sobre la 01,00 horas del día 31 de Marzo de 2013, agentes de la Policía Local
pusieron a disposición de la Guardia Civil al detenido Mario como autor de un
delito de atentado a agentes de la autoridad.

Hacia las 9,25 horas de la mañana del 31 de marzo de 2013 el señor Mario fue
trasladado al puesto de la Guardia Civil de Calahorra, donde en presencia del
letrado designado por el mismo, prestó declaración ante el agente de la Guardia
Civil instructor del atestado.

A las 11:20 horas del mismo día, el agente de la Guardia Civil actuante, por
orden judicial, puso en libertad al detenido don Mario "(sic).

Fallo de la Audiencia Provincial

La Audiencia Provincial de Logroño, Sección Primera, dictó con fecha 1 de


diciembre de 2015 la sentencia núm. 147/2015. En ella se condenó -entre otros
pronunciamientos- al acusado Armando como autor penalmente responsable
de un delito de detención ilegal de los arts. 163.1 y 167 del CP, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a
las penas de 5 años de prisión y accesoria de inhabilitación absoluta por tiempo
de 8 años.

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Fundamentos Jurídicos del TS

Desde el punto de vista de su estructura típica, el que medie o no medie causa


por delito en el momento en el que la privación de libertad es acordada,
constituye uno de los elementos que singulariza el tipo objetivo de los arts. 167
y 530 del CP. Pues bien, en el presente caso es cierto que cuando el acusado
Armando decide la privación de libertad de Mario no existe una causa por
delito ya incoada. Su formalización se produce a partir del momento en el que,
según el hecho probado, "... el señor Mario insistía y reiteraba gritando que le
diera la copia o se identificara el oficial, y ante la actitud persistente del señor
Mario, que reiteraba gritando al oficial NUM006 que le diera una copia de la
denuncia o que se identificara, el oficial NUM006 dijo, refiriéndose al señor
Mario "éste para dentro", agarrando dos agentes al señor Mario, llevándolo por
un pasillo hasta el interior de las dependencias policiales". Es entonces cuando
despliega efectos la privación de libertad y cuando se incoa el atestado que está
en el origen de las presentes diligencias. De acuerdo con esta secuencia, no
resulta fácil sostener que la privación de libertad de Mario fue el resultado de
una vía de hecho ajena a toda significación jurídico-penal. Su ingreso en los
calabozos se produce como consecuencia de una decisión del acusado -
equivocada y no amparada por el derecho- que interpreta las airadas protestas
de un ciudadano en los pasillos de la comisaría como un hecho constitutivo de
un delito de atentado. Es en este marco jurídico en el que la privación de
libertad ha de ser enjuiciada. Esta Sala no se adentra -nadie lo sugiere- en la
hipotética concurrencia de un error de prohibición derivado de la creencia de
actuar al amparo de una causa de justificación. Pero no puede prescindir
tampoco del hecho de que el agente Armando se encuentra en dependencias
policiales, intercambia un áspero y tenso diálogo con Mario, considera que su
actitud desborda los límites de la protesta ciudadana, ordena su detención y
acuerda la elaboración de un atestado explicativo de las circunstancias que, a su
juicio, la justifican. En ese contexto es la porción de injusto abarcada por el art.
530 del CP la que ofrece una calificación jurídica ajustada al bien jurídico
ofendido y, como exigencia añadida, al principio de proporcionalidad.

Por otra parte, la aplicación de los arts. 167.1 y 163.1 del CP, tal y como ha
resuelto la Audiencia Provincial, obligaría a cerrar los ojos a un dato decisivo, a
juicio de esta Sala, para la calificación de los hechos. Y es que en los
antecedentes de la sentencia recurrida consta que la representación legal del
agente Armando instó la condena de Mario como autor de un delito de
atentado. Por tal hecho delictivo fue éste imputado y el Juez de instrucción
acordó la apertura del juicio oral. Incluso en la sustanciación del presente
recurso de casación, ha insistido -véase supra nuestra respuesta al segundo de

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los motivos formalizados- en la condena del denunciante como autor de un


delito del art. 550 del CP. La existencia, en fin, de un proceso penal que incluyó
en su objeto la posible comisión de un delito de atentado como base
legitimadora de la decisión privativa de libertad, impide entender -como exige
el art. 167 del CP - que no mediaba causa por delito cuando el acusado ordenó
la detención de Mario.

Por tanto, el motivo ha de ser estimado con las consecuencias punitivas que se
expresan en nuestra segunda sentencia.

INCOMUNICACIÓN ILEGAL (ART. 531 CP)

SAP de Cádiz 24/04/2014

Hechos probados

«Siendo aproximadamente las 18:30 horas del día 19 de mayo de 2008, Don
Germán, mayor de edad y sin antecedentes penales, en su calidad de Inspector
del Grupo de Delincuencia Organizada del Cuerpo Nacional de Policía de
Ceuta, procedió a la detención de Don Benito, funcionario del mismo cuerpo
policial con destino en Ceuta, como supuesto autor de un delito de violencia de
género, daños y contra los derechos fundamentales, situación en la que
permaneció hasta su puesta a disposición judicial a primera hora del día 22 del
mismo mes y año, siendo puesto en libertad a las 13:00, en cuyo transcurso se
respetaron todos los derechos legalmente previstos como garantía de quienes se
hallan en situación de detención policial.

Asimismo el 19 de mayo el inspector jefe de la Brigada de Policía Judicial firmó


una nota interna en la que se decía lo siguiente: "queda terminantemente
prohibido bajo responsabilidad de quien lo consintiese, que éste reciba visita de
cualquier persona ajena a ese servicio de seguridad, sea o no funcionario así
como se recuerda la imposibilidad de que éste realice comunicación o llamada
alguna o contacte con nadie por medio de terceras personas"».

Fundamentos Jurídicos

«Por lo que respecta a la pretensión de condena por un delito tipificado en el


art. 531 del Código Penal, resulta igualmente rechazable, por no concurrir los
elementos configuradores de dicha infracción penal.

Ha de tenerse en cuenta que la incomunicación de detenidos o presos se prevé


en el art. 509 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal de forma excepcional para

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evitar que se sustraigan a la acción de la justicia personas supuestamente


implicadas, que éstas puedan actuar contra bienes jurídicos de la víctima o que
se oculten, alteren o destruyan pruebas o se cometan nuevos hechos, y ello por
el tiempo estrictamente necesario para la práctica urgente de las diligencias
tendentes a evitar los peligros referidos, sin que pueda extenderse más allá de 5
días por regla general, prorrogable por otros 5 días para bandas armadas u
organizaciones terroristas u otros delitos organizados, y con posibilidad de una
segunda incomunicación posterior por 3 días.

Asimismo, los efectos de la medida consisten en que el detenido incomunicado


queda impedido de que se comunique a su familia el hecho de su detención, ser
asistido por abogado de su confianza y entrevistarse personalmente con el
abogado de oficio que se le nombre.

Pero ello no significa que el detenido no incomunicado no se vea sometido a


unas mínimas normas acordes con su situación de privación de libertad, que le
impiden equipararse en muchos aspectos a un ciudadano que goza de plena
libertad.

En el caso, tras las pruebas practicadas, se llega a la conclusión de que, con


independencia de la existencia de una nota interna dirigida al servicio de
seguridad por el responsable en ese momento, el inspector jefe Don Baldomero,
en la que se trataba de controlar la situación del detenido que, no se olvide, era
un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía con destino en la misma Jefatura
Superior donde estaba sometido a dicha medida de privación de libertad, lo que
se podía prestar a dar lugar a un escenario incompatible con el significado y
efectos de una detención, que obviamente requiere un orden que impida un
descontrol en el régimen del detenido como consecuencia de un continuo
trasiego de amigos y compañeros, aparte de esta lógica y razonable medida, lo
cierto es que el denunciante, según han declarado varios de los testigos
presenciales, como el inspector jefe de grupo, nº NUM001, que llegó a ceder su
despacho para que lo ocupara el detenido, no sólo no fue tratado de peor
condición que cualquier otro ciudadano sino que recibió un trato de favor,
permaneciendo fuera de los calabozos y permitiéndoseles instalarse en el
despacho de uno de los jefes, siendo visitado por el funcionario con DNI nº
NUM002, que admitió tener "amistad profesional" con el denunciante, y que fue
el que le observó las erosiones en las muñecas y lo convenció para llevarlo al
hospital para un reconocimiento médico, lo cual llevó a efecto en su coche
particular, a pesar de no estar de servicio, sin que se le impidiera comunicarse
con un abogado (en todo momento tuvo acceso a su letrado de confianza) o dar
aviso a la persona que tuviera por conveniente.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Lo que supone precisamente todo lo contrario a una situación de


incomunicación y, como se ha dicho, un trato de favor con respecto a otros
detenidos».

Fallo

«Que debemos absolver y absolvemos a Don Germán, de los delitos de


detención ilegal, contra integridad moral y faltas de lesiones ya definidos, que
se le imputan por parte de la acusación particular.

Declaramos de oficio las costas procesales».

COMISIÓN POR IMPRUDENCIA GRAVE

SAP de Guipúzcoa 1/7/2000

Hechos probados

«Resulta probado y así se declara que:

1. º Habiendo aparecido muerto D. Manuel I. G., el día 21 Nov. 1997, en un


edificio en construcción en el barrio de Venta-Berri de esta Ciudad, creyendo en
principio que dicha muerte pudiera ser de carácter criminal, la Ertzaintza inició
las oportunas investigaciones, que en principio se dirigieron en torno a un
compañero de trabajo del fallecido, con el sospechoso había tenido
enfrentamientos y que se había ausentado de su domicilio habitual,
coincidiendo con el fallecimiento de Manuel Iglesias. Las referidas sospechas
alcanzaron un grado indiciario suficiente, como para que el Juez de Instrucción,
ordenase la localización del sospechoso, así como su detención y puesta a
disposición judicial. Detención que posteriormente se practicó en Villaboa
(Pontevedra) por la Policía Nacional.

La posterior instrucción de la causa, concluyó en sobreseimiento y archivo, al


haberse acreditado que la muerte de D. Manuel I. G., debía reputarse natural.

2. º En el curso de la investigación, a que se ha hecho referencia, la Ertzaintza


localizó a dos mujeres, Beatriz y FÁTIMA R. que trabajaban en un PUB y con
las que tanto el fallecido como el sospecho, habían mantenido relaciones, con
cierto grado de amistad o intimidad. Tras comentar dicha circunstancia con el
Juez de Instrucción, ordenó éste que se les recibiera declaración, en calidad de
testigos. Procediendo así el Grupo de Investigación de la Ertzaintza, encargado

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

del caso, y del que formaban parte, entre otros, la Agente de la Ertzaintza con
número profesional que era la Jefe del Grupo; el Agente con número
profesional - acusado - y el Agente con número profesional.

3. º Con fecha 4 Dic. 1997, se toma declaración a las referidas Beatriz y Fátima,
en las dependencias de la Ertzaintza de Ondarreta, en calidad de testigos; en
primer lugar declara Beatriz, la cual declara que el sospechoso y Fátima,
mantenían relación como novios.

Posteriormente y sobre las 22,30 h, se inicia la declaración de FATIMA R.,


siendo el Agente de la Ertzaintza con número profesional, el que practica dicha
diligencia. Fátima, niega mantener con el sospechoso dicha relación de
noviazgo, ni tampoco otra distinta -con ambos, sospecho y fallecido- que la
resultante de tomar copas en el Club. Ante dicha postura, y resultando
contradictorio lo manifestado por Fátima, con lo aportado por Beatriz, y
apreciando el Agente, que existía reticencia por parte de Fátima, a declarar, lo
pone en conocimiento del acusado, Agente con número profesional, el que
circunstancialmente se encontraba al frente del grupo, por encontrarse de
vacaciones la Jefe, titular, Agente número .

El acusado hizo acto de presencia en la dependencia en la que se le estaba


tomando declaración a Fátima, retomando él mismo dicha declaración, sin
obtener otros resultados que los ya expuesto, es decir la negativa de Fátima, a
reconocer que mantenía relaciones con el sospecho, simplemente de tomar
copas, y manteniendo la contradicción con Beatriz.

4. º Tras lo expuesto, y asistiéndole al acusado - Agente - indicios de que Fátima


estaba encubriendo al sospechoso, cuya averiguación de `paradero y detención
se encontraba acordada por el Juez de Instrucción, y ante la posibilidad de que
aquella contactase con el sospechoso y le pusiera en sobreaviso, acordó la
Detención de FÁTIMA R., como encubridora, manifestándoselo así, y
procediendo a la lectura de derecho, usando para ello, una nota recordatoria
que llevaba en la cartera porta-placa, y diciéndole ante la negativa de FÁTIMA
a seguir declarando, que al día siguiente la pasarían al Juez. Ordenando
seguidamente al Agente; que efectivase dicha detención.

5. º El Agente, procedió a bajar a la ya detenida a la zona de calabozos, procedió


el Agente a comunicar la detención de Fátima, a las personas que esta indicó, al
teléfono.

Fundamentos jurídicos

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

«El Artículo 532 tipifica la conducta de los Artículos 530 y 531 cuando los
hechos fueran cometidos por imprudencia grave. Y resulta evidente que tan
sólo cabe concebir la imprudencia respecto a la práctica de detención, cuando
no se tienen las condiciones legales para la misma. Ya que no resulta concebible
que pueda darse imprudencia respecto a la violación de plazos y demás
garantías constitucionales o legales. En este mismo sentido se ha pronunciado la
Doctrina; Carbonell M. y Vives A., entre otros.

La Sala Segunda del Tribunal Supremo, en sentencia de fecha 26 Dic. 1994, en la


que se pronuncia sobre un supuesto con incidencia en el Artículo 184 del
antiguo Código Penal, antes citado, dejó sentando en su Fundamento de
Derecho Tercero) «d) Que la conducta del funcionario que practica la detención
sea dolosa, en el sentido de que se realice pese a tener el mismo un
conocimiento real de los presupuestos de la ilegalidad, aunque no se le puede
exigir, para que el hecho deje de ser típico, que haya valorado de forma
jurídicamente correcta los hechos que le hayan inducido a practicar la detención
ni que tenga la certeza absoluta de la participación en ellos del detenido. La
sentencia de esta Sala de 1 Jun. 1994, desarrollando el último de los requisitos
enumerados y citando como precedentes las de 19 Feb. 1993, 25 Sep. 1993 y 16
Oct. 1993, afirma que el delito que nos ocupa es intrínsecamente doloso,
necesitado de un dolo específico, de forma que la privación de libertad debe
presentarse como inmotivada, arbitraria o abusiva.»

QUINTO. En el supuesto de autos, y como ha quedado expuesto en ordinales


anteriores, por demás sostenido por el Ministerio Fiscal y Acusación Particular
en sus respectivos informes, la conducta perseguida estriba en la no observancia
de las condiciones de la detención. Puesto que los motivos para detener sí
concurrían. El propio auto de fecha 30 Nov. 1999 por el que la Ilma.
Magistrado-Juez de Instrucción acuerda la prosecución de la tramitación de la
causa, por los trámites del Procedimiento Penal Abreviado, ya, y así lo
reconocía, cuando en su Razonamiento Jurídico Segundo) in fine dice: «...
detención que en principio puede considerarse legítima a la vista de las
circunstancias concurrentes, sin respetar el conjunto de garantía inherentes a la
misma.»

Pues bien, como se ha declarado probado, dos son las cuestiones a distinguir,
de un lado la información de derechos a la detenida, conforme al Artículo 520
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y de otro si dicha diligencia de
información de derechos fue o no documentada.

De lo actuado y considerado probado, a la primera cuestión hay que responder


afirmativamente, es decir si fue informada la detenida de sus derechos. Y, ello

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

se deduce esencialmente y reiterando lo ya expuesto en el hecho de que las


personas a quien indicó fueran avisadas de su detención, lo fueron
efectivamente; no cabe otra interpretación que fuera la detenida la que facilitase
el teléfono del domicilio en el que vivía, y que desde luego no figuraba a su
nombre en ninguna guía.

Así mismo del motivo de su detención y del derecho a no declarar, que la


acusada ejerció, y así lo tiene reconocido en el acto de juicio oral «como no
quería declarar me dijeron mañana pasarás al juez.»

No es de apreciar lo indicado en la vista por la Acusación Particular, respecto a


la no comunicación al Colegio de Abogados, puesto que al no practicarse la
diligencia de declaración como imputado, es obvio que era innecesaria dicha
diligencia. Sin que deba olvidarse, cualquiera que hubiera sido el contenido de
la declaración, anterior a su detención, lo fue en calidad de testigo.

Tampoco es significativo el que no se diera aviso a la autoridad consular,


puesto que tal supuesto únicamente es preciso conforme al Artículo 520.3º en el
supuesto de que el detenido extranjero fuese menor o incapacitado.

Respecto a la segunda de las cuestiones planteadas, no documentación de las


diligencias, resulta palmaria tal ausencia, y como tal ha sido declarada probada.
Ello no obstante no puede tener incidencia en el reproche penal, que se imputa
al acusado. En primer lugar, quepa decir, que si bien es costumbre asentada,
que la información de derechos se documenten, y sea firmada por el detenido,
es lo cierto, que dicha práctica responde más a una cautela de quien detiene,
que a una formalidad legal, puesto que en ningún precepto de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, se contenga como exigencia.

En cualquier caso, y de ser imputable en la esfera que corresponda, que desde


luego no en la penal, en el supuesto que nos ocupa, si acaso, ello sería
imputable al Agente número, que fue quien omitió el documentar las
diligencias, como él mismo tiene reconocido en el acto de juicio oral, a
preguntas precisamente de la Acusación Particular».

SAP Valencia 23/11/2009

Hechos Probados

Primero

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Se declara probado que Jacobo , policía nacional nº NUM000 , Rubén , policía


nacional nº NUM002 , Juan Ramón , policía nacional nº NUM004 , y Celestino ,
policía nacional nº NUM006 , todos ellos mayores de edad y sin antecedentes
penales, como integrantes del Grupo III (Sirlas) de la Unidad de Delincuencia
Especializada y Violenta (UDEV) de la Brigada Provincial de Policía Judicial,
perteneciente a la Jefatura Superior de Policía de la Comunidad Valenciana, han
intervenido en los hechos que a continuación se exponen.
Segundo

El día 14 de noviembre de 2008 Ramón denunció en la Comisaría de Valencia-


Tránsitos que sobre las 19 horas del 13 de noviembre de 2008, en la calle
Arquitecto Gilabert, frente al parque Camales, en Valencia, cinco individuos,
todos varones, de 1,70 metros de estatura, vestidos con capuchas y que solían
estar por la zona del parque Camales, se le acercaron y le rodearon (dos se le
situaron delante y los otros tres detrás), y poniéndole una navaja en el cuello le
sustrajeron una riñonera que contenía tres tarjetas de crédito de la entidad
Bancaja. Pocos momentos después, a través de cajeros automáticos y usando las
tarjetas de crédito que le habían sido sustraídas, le fue extraída de su cuenta
bancaria la cantidad de 900 euros.

Tercero

De la investigación de estos hechos se encargó el Grupo III de la UDEV,


tramitando diligencias 647.903/08 y recabando las imágenes de las cámaras de
seguridad de las sucursales bancarias en las que habían hecho las extracciones.
Una vez obtenidas éstas, los agentes instructores de las diligencias, los acusados
Juan Ramón y Jacobo , reconocieron, por tratarse de delincuentes habituales en
la zona, a las personas que aparecían en las grabaciones, tratándose de Arsenio
y Eusebio . El día 12 de diciembre de 2008 los acusados Jacobo y Rubén
mostraron las imágenes así obtenidas a Ramón y éste reconoció en los
fotogramas a Arsenio y a Eusebio como dos de las personas que cometieron los
hechos por él denunciados.

Cuarto

Sobre las 19 horas del día 15 de diciembre de 2008, en la calle Benimodo, en


Valencia, Jacobo y Rubén , vestidos de paisano y en un vehículo sin distintivos
policiales, localizaron a Eusebio cuando se encontraba en dicha calle, frente a un
bar allí existente, en compañía de varios amigos. Como sea que los
mencionados policías acusados barruntaban la posibilidad de que, además de
Eusebio, alguno de los amigos de éste pudieran estar implicados en la
sustracción más arriba referenciada, decidieron identificar a todos los que

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

estaban junto a éste y al mismo Eusebio , y a continuación dijeron a éste que


quedaba detenido en relación con un asunto de drogas por no haberse
presentado a juicio. Eusebio había sido detenido el 17 de octubre de 2008 por un
delito contra la salud pública, circunstancia ésta que constaba en la base de
datos que manejaban los policías mencionados. Pero el verdadero motivo de la
detención de Eusebio era su posible implicación en la sustracción ya descrita, si
bien los policías acusados decidieron ocultárselo en aquel momento para no
frustrar la posible detención de otros partícipes, entre los que razonablemente
podrían estar los amigos del detenido, allí presentes, o incluso otros no
presentes en aquel momento, pero que podrían ser avisados por aquéllos.

Quinto

Como sea que Eusebio estaba siendo defendido por la letrada doña Elena en el
asunto que se seguía contra él por un delito contra la salud pública, aquél pidió
a los policías que le acababan de detener que le permitiesen hablar
telefónicamente con su abogada, cosa que fue autorizada por aquéllos. A dicha
abogada le causó gran extrañeza que su cliente hubiese sido detenido por la
causa relativa al delito contra la salud pública, dado que aún estaba en
tramitación y no había sido señalada fecha para le celebración del juicio oral,
pero le dijo que acatase la decisión policial de detenerle. La mencionada
abogada estaba asistiendo en esos momentos a un curso en el Colegio de
Abogados de Valencia.

Sexto

A continuación Eusebio fue introducido en el coche policial para ser conducido


a la Jefatura Superior de Policía, pero antes de esto le dijo a su amigo Jose
Miguel que llamase por teléfono a los padres de aquél y les dijese que acababa
de ser detenido y que iba a ser conducido a la central de la Policía, cosa que así
hizo éste a continuación, enterándose poco después los padres de Eusebio del
hecho de la detención de su hijo y de que se hallaba en la central de Policía. Y
éstos se pusieron en contacto telefónico con la citada abogada, comentando lo
acabado de ocurrir.

Séptimo

Una vez en la Jefatura Superior de Policía, los policías acusados Jacobo y Rubén
pusieron al detenido a disposición del policía encargado de la instrucción de las
correspondientes diligencias policiales, que era Juan Ramón , haciéndole saber
verbalmente que el detenido ya había hablado telefónicamente con su abogada
y que sus padres ya habían sido avisados a través de un amigo del detenido.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Aquellos dos policías volvieron al exterior para intentar localizar a los demás
implicados en la sustracción, siendo infructuosas las gestiones realizadas con
posterioridad. El policía nacional Celestino se encargó de elaborar la diligencia
escrita de información de derechos a Eusebio , haciéndole saber que la causa de
su detención había sido su presunta implicación en la sustracción ya
referenciada, leyéndosele entonces los derechos recogidos en el artículo 520 de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal y extendiéndose al efecto la correspondiente
diligencia policial. Entonces manifestó Eusebio su voluntad de que se
comunicase el hecho de su detención y el lugar donde se encontraba a su padre,
facilitando su número de teléfono, y también solicitó ser asistido por la abogada
doña Elena , dando también su número de teléfono. Dicho policía no hizo
constar a continuación de la diligencia informativa de derechos que el detenido
ya había comunicado telefónicamente con su abogada y que sus padres ya
habían sido avisados a través de un amigo del detenido. No se comunicó
entonces telefónicamente desde la Jefatura Superior de Policía ni a los padres
del detenido ni a la abogada mencionada que se había producido la detención
de Eusebio ni el lugar donde éste se hallaba detenido.

Octavo

Los padres de Eusebio se desplazaron hasta la Jefatura Superior de Policía con


el fin de interesarse sobre lo ocurrido. Hacia las 21 horas del mismo día 15 de
diciembre de 2008 les dijeron los policías que atendían a la entrada de la
Jefatura que allí no les constaba como detenido su hijo Eusebio , por lo que los
padres se dirigieron a diversas comisarías de barrio como Campanar, Zaidía,
Paterna o Burjassot, donde tampoco tenían noticia de dicha detención. Los
padres de Eusebio estuvieron en contacto con la abogada doña Elena en
sucesivas ocasiones a lo largo de aquella tarde, y ésta les apuntó la posibilidad
de formular una petición de habeas corpus. Pero nada en concreto se hizo por
ninguno de ellos.

Noveno

A la mañana siguiente, la letrada doña Elena se presentó en las dependencias de


la Jefatura Superior de Policía, intentando averiguar lo que había ocurrido con
su cliente Eusebio . Cuando la abogada supo que éste se hallaba allí detenido, y
tras examinar las diligencias policiales realizadas hasta entonces, se pudo
comprobar que, tras la diligencia informativa de derechos al detenido, no
aparecían realmente efectuados los avisos telefónicos al padre y a la abogada
del detenido, por lo que los policías que atendían a la letrada decidieron
realizar entonces una llamada telefónica a los padres del detenido, cosa que
tuvo lugar a las 13,10 horas del día 16 de diciembre de 2008.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Fundamentos Jurídicos

«… desde una perspectiva material, los padres y la abogada del detenido


supieron desde el primer momento el hecho de la detención y el lugar donde se
encontraba el detenido. Y esta era también la percepción que tenían los policías
intervinientes, a la vista de las comunicaciones que el detenido realizó en el
instante mismo de su detención, bien hablando con su abogada, bien diciendo a
un amigo suyo que le dijese a sus padres que acababa de ser detenido. Por lo
que no puede estimarse cometido el delito pretendido por el Ministerio Fiscal.

Con todo, conviene hacer una matización más para perfilar la afirmación de que
no hubo delito. Cuando los padres del detenido se personaron en las
dependencias centrales de la Policía Nacional y obtuvieron una respuesta
negativa a su pregunta acerca de si su hijo se hallaba detenido allí, cosa que les
generó una indudable angustia, ya se había cumplido materialmente la garantía
comunicatoria en los términos precedentemente expuestos, porque tanto los
padres como la abogada conocían el hecho de la detención y sabían dónde se
encontraba. Esa angustia o dolor moral sobrevino con posterioridad, cuando no
hubo confirmación de que el detenido se hallaba en las dependencias de la
Jefatura Superior de Policía, y podrá ser objeto de una posible reclamación por
vía extrapenal, porque ciertamente hubo una disfunción o anomalía en la
confirmación de que el detenido se hallaba realmente en aquel lugar, pues el
indicar a unos padres que su hijo no se hallaba en las dependencias en que
supuestamente debería estar, a la vista de los datos de que entonces disponían,
es algo que genera una indudable zozobra anímica.

Pero el que esto ocurriera así no desdibuja la realidad de que la garantía


comunicatoria regulada en el artículo 520.2.d) de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal había sido suficientemente realizada. Por lo que no es posible apreciar,
ni siquiera desde una perspectiva culposa o imprudente, que los encausados
hayan cometido el delito que se pretende. Procediendo, en consecuencia, la
absolución de los acusados, sin perjuicio de la eventual reclamación que por vía
extrapenal podrían realizar los padres del delito si consideran que han sufrido
daños morales y si creen que una pretensión así puede prosperar».

ENTRADA Y REGISTRO ILEGALES (ART. 534 CP)

STS de 30/11/2009

Hechos probados

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

«ÚNICO.- De la apreciación crítica de la prueba practicada resulta probado y


como tal se declara que:

A.- Como consecuencia de las investigaciones llevadas a cabo por el Grupo de


Atracos de la Unidad Regional de Investigación de Barcelona de la Policía de la
Generalitat-Mossos d'Esquadra, tendentes a averiguar la autoría de un delito de
robo con violencia y lesiones perpetrado sobre las 15:00 horas del día 22-07-2006
en el domicilio sito en C/ DIRECCION000 nº NUM000 - NUM001 - NUM002 de
la ciudad de Barcelona y, fundamentalmente en base a una diligencia de
reconocimiento fotográfico efectuado el día 27-07-2006 por la víctima de tales
delitos, en el cual -está reconoció- con bastantes dudas- al ciudadano rumano,
Celso como posible autor; por parte del Jefe del reseñado Grupo de Atracos, el
acusado Raúl, nº profesional NUM003, mayor de edad y sin antecedentes
penales, se ordenó proceder a la detención del referido Celso, desplazándose, a
tales efectos, a las inmediaciones del domicilio de éste, sito en C/
DIRECCION001 nº NUM004 de esta ciudad, vestidos de paisanos, los acusados:
Efrain, Indalecio, Ovidio, Argimiro y Luis Antonio, todos ellos funcionarios del
Cuerpo de Mossos d'Esquadra con nºs profesionales: NUM005, NUM006,
NUM007, NUM008 y NUM009, respectivamente, y todos ellos mayores de edad
y carentes de antecedentes penales, sucediendo lo siguiente:

1º.- Entre las 20:30 y las 21:00 horas del día 27-07-2006, cuando Celso salía de su
domicilio, a fin de tomar un café, en compañía de su novia Leocadia, y de un
amigo de ambos, los acusados Efrain, Indalecio, Ovidio y Argimiro, actuando
de común acuerdo tanto en la acción como en el propósito de menoscabar la
dignidad personal de Celso, sin importarles que, a consecuencia de ello se viera
también menoscabada su integridad física, se le abalanzaron por la espalda, le
pusieron la zancadilla, lo arrojaron de cara al suelo colocándolo boca abajo y
esposándolo con las manos atrás, imposibilitando cualquier reacción defensiva
suya, tanto por el uso del factor sorpresa como por la desproporción física y
numérica, le propinaron los cuatro acusados mencionados indistintamente
reiterados golpes y puñetazos por todo el cuerpo, pisándole la cabeza contra el
asfalto y agarrándole por el cuello para impedir que gritase; todo ello sin
identificación alguna y en presencia de un grupo de personas que se habían
acercado al observar el hecho, viandantes que recriminaron en todo momento a
los acusados su brutal actuación, pidiéndoles a gritos que cesaran de golpear a
Celso. Fue en ese momento cuando uno de los acusados abrió su chaqueta, dejó
entrever una pistola, sacó la placa, la mostró a los allí presentes y les expresó
"dejadnos en paz, que estamos haciendo nuestro trabajo", sin que conste
acreditado que Celso, en el suelo, boca abajo y recibiendo golpes, pudiera
apercibirse de la condición policial de los mencionados acusados.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Seguidamente, los acusados mencionados introdujeron a Celso en un vehículo


policial que fue conducido por el acusado Argimiro, viajando como copiloto el
acusado Ovidio y, sentado en el asiento posterior, junto a Celso, el acusado
Indalecio, a fin de trasladarlo a la Comisaría de Mossos d'Esquadra sita en la
Trevessera de les Corts en calidad de detenido, ignorando Celso, en ese
momento, el motivo de su detención.

2º -Durante el traslado de Celso hasta las dependencias policiales, el acusado


Indalecio, actuando de común acuerdo con los dos acusados Ovidio y Argimiro,
tanto en la acción como en el propósito de obtener de Celso el reconocimiento
de los hechos que se le imputaban, pero que Celso desconocía, le introdujo en la
boca la pistola que portaba, exigiéndole que: "reconócelo todo si no te tiraremos
por un barranco", expresándole que: "si la jueza te suelta, te podemos matar, no
serías el primero", obligándole a viajar con la cabeza hacia abajo y metida entre
los asientos, al tiempo que lo agarraba del cuello y le golpeaba con la referida
pistola en la espalda.

Asimismo, los acusados Argimiro y Ovidio golpearon e insultaron repetida e


indistintamente con idéntico propósito a Celso, haciéndolo el primero de ellos,
conductor del vehículo, cuando se detenía por los atascos del tráfico; haciendo,
los tres, caso omiso de la petición, entre sollozos, que expresaba Celso,
rogándoles que lo dejaran de golpear porque era hemofílico.

3º.- Cuando llegaron al parking de la Comisaría de Travessera de Les Corts, los


tres acusados mencionados hicieron descender del vehículo a Celso, y uno de
ellos le cambió las esposas por otras nuevas, apretándoselas más fuerte y
presionándoselas hacia abajo, al tiempo que el acusado Indalecio le seguía
golpeando, a pesar de que el acusado seguía sollozando y rogando que parara,
repitiendo que era hemofílico y podía morir, a lo que el agente le contestó: "más
valía", saliendo, en ese momento, uno de los agentes -no identificado- que
estaba aquella noche de servicio en comisaría y quien dijo a sus compañeros
acusados que pararan, que había cámaras grabadoras.

A continuación, Celso fue introducido en un cuartito de las dependencias


policiales y fue obligado a desnudarse por un agente no identificado a fin de
observarle los golpes de los que se quejaba. Tras los trámites oportunos, Celso
fue ingresado en un calabozo, siéndole entonces -y nunca antes- facilitado un
impreso donde constaba la información de los motivos de su detención y de sus
derechos como detenido. En dicho calabozo permaneció toda la noche, ya sin
esposar y sin ser más golpeado y/o insultado, habiendo sido trasladado, a su
requerimiento, a un hospital y, ulteriormente, visitado por el médico de la
Comisaría. Sobre las 11:30 horas del día siguiente 28 de julio del 2006, tras una

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serie de gestiones ordenados por el jefe de grupo y también acusado Raúl, todos
los agentes actuantes y aquí acusados se dieron cuenta de que se habían
equivocado de persona, sobre las 12:30 horas tomaron declaración a Celso a
presencia de su letrado de oficio y, a continuación, le pusieron en libertad sin
cargos, siendo acompañado a su domicilio por uno de los agentes acusados
quien le pidió disculpas por lo sucedido.

4º.- Como consecuencia de la agresión de que fue objeto Celso, hemofílico,


condición manifestada por él mismo a los agentes acusados Indalecio, Ovidio y
Argimiro, al ser golpeado por éstos dentro del vehículo policial, lo que no fue
óbice para que le siguieran golpeando- el referido Celso sufrió policontusiones-
hematomas (hematoma supraescapular izquierdo, brazo izquierdo y herida
superficial en codo derecho) que requirieron para su sanidad, el día 30-07-2006,
de tratamiento médico y, en concreto de tratamiento intravenoso con factor VIII
dado que presentaba niveles bajos de hematíes, hemoglobina y hematocrito,
aunque no sangrado activo y, por tanto, sin riesgo vital; lesiones que tardaron
en curar 15 días durante los cuales permaneció incapacitado para sus
ocupaciones habituales y 2 de ellos hospitalizado.

Celso perdió el trabajo a consecuencia de la detención.

B.- Mientras tenía lugar la detención de Celso, entre las 20:30 y las 21:00 horas
del referido día 27-07-2006 y en la misma C/ DIRECCION001 de esta ciudad,
alrededor del nº NUM004 , el acusado Luis Antonio, con la posterior ayuda del
acusado Efrain, ambos de paisano y sin identificarse en ningún momento como
policías, actuando ambos con el propósito de privarla de su libertad sin motivo
alguno y, sin que resulte acreditado que el resto de los acusados actuaran de
común acuerdo en tal acción o participaran de tal propósito, apretaron del
cuello, para que dejara de gritar, a la novia de Celso, Leocadia, a la sazón
embarazada de tres meses, la sujetaron de ambos brazos y la agarraron
fuertemente de sus cabellos, siendo arrastrada por ambos acusados hasta otro
vehículo policial donde la introdujeron a la fuerza y la trasladaron a Comisaría,
donde permaneció, obligada por los acusados, unas dos horas, tiempo durante
el cual, ambos acusados le hicieron múltiples preguntas en relación a Celso y la
engañaron a fin de que respondiera lo que ellos querían -manifestándole que su
novio era proxeneta y que más le valía marchar a su país con su hijo-, sin que
los agentes lograran su propósito puesto que en todo momento Leocadia se
mantuvo convencida de la inocencia de su novio, reiterando a los agentes
dónde estuvo con su novio Celso el día y a la hora en que se había cometido el
robo con violencia y lesiones por el cual había sido detenido Celso. En ningún
momento le manifestaron que estuviera detenida, pese a encontrarse privada de
libertad de forma forzada.

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Como consecuencia de estos hechos, Leocadia no sufrió lesiones ni precisó de


asistencia médica alguna.

C.- En el espacio de tiempo comprendido entre las 22:00 horas del día 27-07-
2006 y las 00:00 horas del día siguiente, los acusados, Indalecio y Luis Antonio,
con el pretexto de acompañar a casa a Leocadia, se introdujeron en el domicilio
de la citada y de Celso, a lo que accedió Leocadia y sin contar con el
consentimiento ni de Leocadia ni de Celso, ni la presencia del interesado Celso
que, bien podía haber estado al estar detenido, ni de autorización judicial,
registraron el domicilio y, en concreto, el dormitorio de Celso y Leocadia donde
abrieron cajones y armarios y de donde se llevaron algunas fotografías, así
como el salón procediendo, asimismo, a identificar a las personas que vivían en
el domicilio por tener habitaciones alquiladas.

Igualmente, dichos acusados, valiéndose de las llaves del vehículo titularidad


de Celso y que las habían cogido de entre los efectos personales del detenido
Celso, procedieron a registrarlo, sin que conste acreditado que se llevaran unas
gafas de sol.

D.- No ha quedado acreditado que Raúl, Jefe del Grupo de Atracos de los
Mossos de Barcelona, con nº profesional NUM003, impidiere la lectura de
derechos y la asistencia de letrado al detenido ni que manipulare el contenido
del Atestado policial».

Fundamentos jurídicos

«El hecho probado, en el particular que interesa a la resolución de la


impugnación, apartado B) del hecho probado, refiere que la entonces novia del
perjudicado en los hechos, Leocadia, presenció los hechos de la detención y
cuando se llevaban a su marido fue cogida del cuello por dos agentes de
paisano, trasladada a comisaría en coche policial en el que fue engañada sobre
la dedicación de su marido, al tiempo que le preguntaban sobre la dedicación
de este. En comisaría estuvo dos horas, sin información de derechos ni de su
situación, al término de las cuales dos agentes de policía, los recurrentes, la
acompañaron a su casa, se introdujeron en el domicilio y sin contar con el
consentimiento de Leocadia, ni de su marido detenido, ni de autorización
judicial, registraron el domicilio y en concreto, el dormitorio de Celso y de
Leocadia donde abrieron cajones y armarios y de donde se llevaron algunas
fotografías, así como el salón, procediendo a identificar a las personas que
vivían en el domicilio por tener habitaciones alquiladas. Igualmente
procedieron al registro del vehículo de Celso.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

En la fundamentación de la sentencia afirma la convicción del tribunal sobre la


base de las declaraciones de Leocadia, que autorizó la entrada en la vivienda,
no el registro, y las declaraciones de una testigo presencial del registro, Tatiana,
una de las moradoras en la vivienda, que testificó sobre las lesiones de Celso, al
que vio al día siguiente de los hechos presentando las lesiones, y también sobre
el registro efectuado en el domicilio de Celso y su mujer y el de las demás
moradores, entre ellas esta testigo que se limitó a decir que no era prostituta,
cuando le preguntaron. Otro testigo, también morador de la casa, si bien no
recuerda lo que pasó en otras habitaciones refiere que entraron en su habitación
y la registraron. También las declaraciones de Celso, detenido, que no autorizó
el registro y los funcionarios policiales que, si bien niegan haber efectuado el
registro de la vivienda, admiten que llevaban las llaves de la misma que
recogieron entre los efectos personales del detenido y refieren que fueron a la
vivienda para explicar a una española, vecina de Leocadia, los hechos
acaecidos, sin que procedieran a realizar ningún registro, extremo sobre el que
se practicó abundante prueba testifical de los moradores de la vivienda y sobre
el que no existe constancia documental alguna en el atestado policial sobre los
hechos.

De cuanto llevamos dicho podemos constatar que el hecho de la impugnación


no se refiere tanto a la acreditación de los hechos sino a la subsunción de los
hechos en el tipo penal del art. 534 del Código penal, pues sobre los hechos el
tribunal dispuso de abundante prueba testifical.

Para la resolución del motivo opuesto hemos de recordar, en primer término,


que los funcionarios policiales, funcionarios de policía judicial son técnicos
conocedores de la normatividad que exigen las injerencias domiciliarias por
razón de delito. Salvo los casos de delito flagrante, en cuya comprensión la
jurisprudencia de esta Sala y la del Tribunal Constitucional tienen una
consolidada jurisprudencia que concreta las posibilidades de actuación en un
delito flagrante, las posibilidades para acceder y registrar parten de una
autorización judicial, con la que obviamente no contaban, o la autorización del
morador, con unos requisitos de actuación que no se dispusieron. La
jurisprudencia de esta Sala ha dispuesto de especiales prevenciones que por su
consolidación son de público y general conocimiento, como complemento de la
ley, en todo caso, de obligado conocimiento por quienes son técnicos en el
desarrollo de injerencias domiciliarias, por lo tanto, de las garantías legales y
constitucionales de los titulares afectados por las injerencias que realizan en la
investigación de hechos delictivos que les corresponde.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Sostienen los recurrentes, y este es el fundamento de su impugnación, que la


mujer que había prestado consentimiento a la entrada de los funcionarios
policiales no se opuso al registro, por lo que de conformidad con el art. 551 de la
Ley procesal5, el registro fue autorizado, consentimiento presunto, y, en todo
caso, los policías pudieron creer fundadamente que estaba autorizado por la
mujer del imputado.

El motivo se desestima. El registro adolece de tres defectos esenciales para la


correcta realización de la injerencia domiciliaria. En primer lugar el relativo a la
autorización para su realización. En segundo término, el de la falta de presencia
del interesado detenido en la realización de la injerencia. Además, la ausencia
de una documentación de la injerencia domiciliaria lo que imposibilita la
posibilidad de control.

Respecto al consentimiento para la realización del registro, la Ley procesal


permite la realización de la injerencia domiciliaria, además de los supuestos de
flagrante delito o de autorización judicial, en los supuestos de contar con el
consentimiento del titular. El art. 551 regula un consentimiento presunto que se
producirá cuando el requerido por la fuerza instructora ejecuta por su parte
actos necesarios que de él dependan para que pueda tener efecto, sin invocar la
inviolabilidad del domicilio. Este precepto ha sido interpretado en la
jurisprudencia de forma restrictiva en consonancia con el hecho de que los
derechos fundamentales no existen ni desaparecen en función de que los
ciudadanos titulares de los mismos los invoquen, pues no se rigen por el
principio dispositivo.

La Constitución ordena a los poderes públicos su defensa y respeto, por lo que


los consentimientos tácitos o presuntos deben ser interpretados
restrictivamente. La jurisprudencia ha considerado que el consentimiento
consiste en un estado de ánimo concreto en virtud del cual la persona
interesada, ante una situación concreta que las circunstancias le presentan,
accede al registro porque soporta, permite, tolera y otorga, inequívocamente,
que ese acto tenga lugar (SSTS 1.4.96, 4.3.99. 183/2005, de 18 de febrero).

Son requisitos de la injerencia realizada con consentimiento del titular el que


sea otorgado por persona capaz; que sea otorgado de forma consciente y libre,

5
Artículo 551 LECRIM: Se entenderá que presta su consentimiento aquel que, requerido por
quien hubiere de efectuar la entrada y registro para que los permita, ejecuta por su parte los
actos necesarios que de él dependan para que puedan tener efecto, sin invocar la inviolabilidad
que reconoce al domicilio el artículo 6.º de la Constitución del Estado (*).

(*)Actualmente art. 18.2 de la Constitución Española.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

lo que requiere que en la prestación del consentimientos no medie ninguna


situación que afecta a la libertad de su emisión, como miedo, intimidación,
engaño, etc. y que, en el supuesto de que el interesado se encontrara detenido,
la prestación del consentimiento ha de ser en presencia de Letrado, pues se trata
de una declaración personal para cuya prestación ha de ser asistido de Letrado
(STS 2.12.98, 2.7.93, 8.7.94 y SSTC 196/87, 252/94); además, el consentimiento
puede ser oral o escrito, pero en el primer supuesto ha de documentarse por
escrito para su constancia. El consentimiento ha de ser prestado expresamente,
pues aunque la Ley procesal regule sólo el consentimiento presunto este
precepto ha de ser interpretado restrictivamente porque el consentimiento
tácito ha de constar de modo inequívoco y la duda sobre el consentimiento
presunto hay que resolverla a favor de la no autorización, en virtud del
principio "in dubio pro libertas" y el criterio del Tribunal Constitucional de
interpretar siempre las normas en el sentido más favorable a los derechos
fundamentales de la persona, en este caso del titular de la morada (SSTS 5.3 y
3.10 de 1996, 7.3.97, 26.6.98). Del examen de los autos, resulta que la única
probanza sobre el que los recurrentes apoyan el consentimiento es el escrito de
denuncia en el que la mujer del detenido manifiesta (folio 12) "me han
preguntado si pueden entrar en casa y si quería colaborar. Yo, asustada les he
dicho que si". No hay ninguna otra expresión del consentimiento que se dice
concurrió, y que la mujer del detenido lo niega y del que no hay constancia
alguna, conforme exige la jurisprudencia de esta Sala en una reiterada
jurisprudencia de la que el propio recurrente se hace eco al recordar que el
problema de si hubo o no consentimiento ha de ser interpretado de manera
restrictiva, al tiempo que alude al análisis de los hechos anteriores, posteriores y
coetáneos para indagar la existencia del consentimiento, extremo que, del
análisis de la causa, propiciado por el art. 899 de la Ley procesal, no permite
constatar la existencia de ese consentimiento.

De otra parte la diligencia de injerencia domiciliaria requiere la presencia del


interesado, estableciendo el art. 569 de la Ley procesal un régimen de
sustitución del interesado en caso de que no fuera hallado. En el caso de que el
interesado se encontrara detenido, su presencia es inexcusable por cuanto su
condición de interesado, art. 569 es doble, como titular del derecho a la
inviolabilidad del domicilio y como interesado en el ejercicio de su defensa en
el proceso penal en el que se realizara la diligencia de entrada y registro. En la
STS 163/2000 de 11 de febrero, 1944/2002, de 9 de abril de 2003 se afirma que la
presencia del detenido interesado en la diligencia es obligada y su ausencia
determina la nulidad absoluta de la injerencia, "nulidad absoluta e
insubsanable" al tratarse de una prueba obtenida con vulneración de los
derechos fundamentales.

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Los recurrentes, también en esto coinciden con el recurrente Luis Antonio,


insinúan que el tribunal de instancia ha procedido de forma poco rigurosa en la
exigencia de la precisa actividad probatoria sobre la existencia del
consentimiento justificador de la injerencia. Sin embargo, como hemos puesto
de manifiesto, el consentimiento que justifica la injerencia por parte de la policía
aparece rodeado de unos requisitos, anteriormente expuestos, que surgen de la
propia necesidad de respetar el contenido esencial del derecho fundamental
afectado por la injerencia, precisamente en supuestos como el que constituye el
objeto de esta casación, en la que la persona que lo presta ni es enteramente
libre, dada la situación de la que ha sido testigo respecto a su marido, el cual se
encuentra preso cuando es demandada para colaborar con la policía. Por otra
parte, la mujer del detenido manifestó que no fue indagada sobre si podían
realizar el registro (abrir el armario) y que la vivienda fue abierta con las llaves
de su marido en poder de la policía, extremo que es admitido por los
funcionarios policiales que en el juicio oral admitieron que cogieron las llaves
de entre los efectos personales del detenido a requerimiento del jefe del grupo.
Además, en supuestos como el presente en los que el interesado principal, no
sólo porque es morador, sino también por el interés en su propia defensa en un
hecho en el que aparece como imputado, ni ha prestado consentimiento, ni ha
asistido a su realización, pese a la disponibilidad existente para realizar la
diligencia conforme establece la Ley procesal. La sentencia de instancia ha
expuesto las dudas sobre la autorización vertida por la mujer del detenido a la
entrada, solo a la entrada que entiende concurrente en aplicación de la duda
que favorece a los acusados, pero considera que no existió autorización, ni
consentimiento, en los términos examinados, para la realización del registro.

(…)

Además, la tipicidad del delito no resulta sólo de la realización del registro


domiciliario sin observancia de las exigencias jurisprudencialmente señaladas y
que afectan a la legalidad de la injerencia, sino también del hecho de que de su
realización no hay constancia alguna en las diligencias documentadas en el
atestado. En este sentido, y como dijimos en la STS 626/2007, de 5 de julio, el
atestado policial debe contener cuantas diligencias se hayan practicado en
averiguación de un hecho delictivo objeto de la investigación así como las
injerencias en derechos fundamentales que se hubiesen acordado, pues toda
injerencia ha de hacerse constar documentalmente al pertenecer al ámbito de su
contenido esencial el control de su realización.

En el supuesto objeto de la censura casacional, la realización del registro es un


hecho acreditado, como queda dicho, por la testifical plural de las víctimas y de
testigos ajenos a los hechos de la indagación policial, y es un hecho admitido en

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

las impugnaciones que, no obstante, arguyen su realización observante de la


legislación procesal. Sin embargo, no existe constancia documental de su
realización lo que es sugerente de una intención de ocultar una anómala
actuación policial, conscientes de la ilegalidad en la que se había incurrido,
quizás, como se sugiere en la sentencia impugnada en su fundamentación,
"para justificar el craso error que a esas alturas ya imaginaban que habían
cometido" rebuscando efectos que permitieran una imputación de un hecho,
como también es razonable inferirlo de las preguntas a las testigos sobre la
condición de prostitutas, en definitiva, buscando una posible responsabilidad
penal del morador de la casa, en ese momento detenido en dependencias
policiales. Esa argumentación racional sobre la ausencia de documentación del
registro permite la subsunción en el tipo penal, no sólo por las irregularidades
en su realización, también por la falta de documentación de la injerencia».

STS de 28/4/2006

Hechos probados (AP de Baleares)

«Apreciando en conciencia la prueba practicada expresa y terminantemente se


declara probado que sobre las 21.30 horas del día 23 de septiembre de año 2000,
los acusados D. Blas, mayor de edad en cuanto nacido el día 7 de abril de 1970,
carente de antecedentes penales, D. Rogelio, mayor de edad con antecedentes
penales cancelables, D. Pedro Antonio, mayor de edad, en cuanto nacido el día
10 de mayo de 1970, sin antecedentes penales, miembros en activo de la
Guardia Civil, vestidos de paisano, fueron comisionados, haciéndolo éste
último como refuerzo, en orden de servicio dada por el Jefe accidental, el otro
acusado D. Marcelino; mayor de edad nacido el 18 de agosto de 1971, sin
antecedentes penales, para que se personaran en el domicilio sito en la
CALLE000 núm. NUM000NUM001NUM002 de Ses Figueres (Salamanca), a fin
de vigilar la entrada o salida del mismo de Jesus Miguel apodado "Cabezón"
por estar presuntamente implicado en la investigación dentro del marco de la
llamada "Operación Peca" referida al tráfico de estupefacientes en la isla.

Llegados al domicilio referido siendo moradora del mismo Doña Daniela, los
acusados Sres. Blas y Rogelio, procedieron, por su propia iniciativa, a llamar a
la puerta, encontrándose en ese instante el acusado Sr. Pedro Antonio en el
hueco de la escalera, acudiendo a abrir Jose Miguel que se encontraba en la
vivienda en compañía de seis personas más, y al ser preguntado por un tal
"Jesus Miguel" y contestar que él no era, entró para avisar a Lázaro quien se
acercó a la puerta, instante en que los acusados referidos, se introdujeron en la
vivienda sin ser invitados por la Sra. Daniela, quien se encontraba en el cuarto
de baño tintándose el pelo, para luego exigirles la salida del domicilio a todos

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ellos, sin que conste acreditada la exhibición del arma para dicho proceder y sin
que conste acreditada que para salir de la vivienda y bajar las escaleras los
acusados presentes procedieron a empujar a la Sra. Daniela causándole las
lesiones denunciadas.

Encontrándose todos los habitantes de la vivienda congregados en la calle, y


ante la insistencia de la Sra. Daniela en acudir a su casa a lavarse el pelo, el
acusado Sr. Marcelino, estando en permanente contacto telefónico con el Sr.
Blas, accedió a lo solicitado por la Sra. Daniela autorizándola a subir al
domicilio en compañía del funcionario Sr. Rogelio sin que conste acreditado
que éste estuviera en el interior del cuarto de baño ni que la Sra. Daniela se
encontrara en ropa interior durante la toilette para luego ser obligada a salir de
nuevo del domicilio y permanecer junto a sus compañeros durante
aproximadamente 15 o 20 minutos en la calle.

Estando en la calle, el acusado Sr. Blas, recibió una llamada por la que se le
ordena por parte del Jefe del Grupo Sr. Marcelino que se trasladara a otro
domicilio, concretamente al de un tal Narciso para proceder a efectuar una
entrada y registro, quedándose en el lugar Rogelio y Pedro Antonio, instante
que aprovechó la Sra. Daniela, ante su petición reiterada de explicaciones para
hablar telefónicamente con el Jefe Sr. Marcelino quien, a la vista de lo
acontecido enseguida le pidió disculpas, autorizándola a regresar al piso».

Fallo

La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

«a) Debemos absolver y absolvemos a Blas de los delitos contra la integridad


moral detención ilegal y falta de lesiones ya definidos, por los que venía siendo
acusado y le condenamos por el delito de inviolabilidad del domicilio ya
definido, sin concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal a la pena de multa de 6 meses a razón de cuota diaria de 6 euros e
inhabilitación especial para empleo o cargo público durante dos años .

b) Debemos absolver y absolvemos a Rogelio de los delitos contra la integridad


moral, detención ilegal y falta de lesiones ya definidos, por los que venía siendo
acusado, y le condenamos por el delito de inviolabilidad del domicilio ya
definido, sin concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal a la pena de multa de 6 meses a razón de cuota diaria de 6 euros e
inhabilitación especial para empleo o cargo público durante dos años .

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

Por la vía de responsabilidad civil, los Sres. Blas y Rogelio, conjunta y


solidariamente indemnizaran a Doña Daniela en la suma de 601,01 euros en
concepto de perjuicio moral, siendo el Estado responsable civil subsidiaria.

c) Debemos absolver y absolvemos a Pedro Antonio de los delitos contra la


integridad moral, del delito de detención ilegal, del delito contra la
inviolabilidad del domicilio y de la falta de lesiones ya definidos de que venía
siendo acusado.

d) Debemos absolver y absolvemos a Marcelino del delito de detención ilegal


previsto en el art. 530 del CP por el que venía siendo acusado únicamente por la
Acusación Particular.

Fundamentos Jurídicos TS

Con respecto a Rogelio, ni existe duda alguna de que la prueba que se practicó
en el juicio oral fue suficiente para llegar a la convicción judicial acerca de que
entró en el domicilio de autos, en busca de la presencia de un sospechoso a
quien le habían encargado, como funcionario de la Guardia Civil, que le tuviera
localizado, ni siquiera lo pone en duda el voto particular suscrito por uno de los
magistrados de la Sala sentenciadora de instancia, apartándose, sin embargo,
del parecer de la mayoría del Tribunal, y a la postre, tampoco es discutido por
el propio recurrente en el juicio oral, quien, sin embargo, alegó que había sido
autorizado a entrar en el domicilio por uno de sus moradores, concretamente
una segunda persona que acudió a la puerta de entrada, una vez que los
funcionarios se identificaron como tales, y que se corresponde con Lázaro. Pero
es lo cierto que el Tribunal «a quo» razona en su fundamento jurídico segundo,
que tal invitación a pasar ha sido negada durante el juicio «por todos los
testigos comparecientes en el plenario» (explicando la Sala de instancia, lo
manifestado por Jose Miguel, el citado Lázaro, y la titular del piso, Sra.
Daniela), y terminando por afirmar que tal «extremo [la presencia en el interior
del piso del ahora recurrente] viene acreditado tanto por el testimonio de los
testigos, como por asunción propia». De otro lado, tampoco se ha probado que
la entrada en el piso en cuestión haya sido consecuencia de invitación alguna,
como se sostenía por aquél, sino como acto de propia voluntad, razón por la
cual se cumplen todos los requisitos diseñados en el art. 534 del Código Penal (
RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) para su conculcación. Tales requisitos son: 1º)
que el sujeto activo sea un funcionario público o una autoridad, en el ejercicio
de su cargo; 2º) que su actuación se produzca mediando causa por delito, lo que
diferencia a este tipo penal de los demás ordinarios contra la inviolabilidad del
domicilio (como el art. 204); 3º) que se invada morada ajena, que constituya
domicilio de un particular, en el sentido amplio que se ha interpretado en los

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

casos de necesidad de mandamiento judicial en caso de investigación delictiva,


conforme a los arts. 545 a 578 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ( LEG 1882,
16) ; 4º) que la invasión sea contraria al art. 18.2 de la Constitución española (
RCL 1978, 2836) (consentimiento del morador, delito flagrante o autorización
judicial), lo que supone, en la dicción legal, no respetar las garantías
constitucionales; 5º) que tal actuación sea dolosa, por lo que se excluyen los
casos de error o de nulidad por vulneración constitucional, a que hace
referencia el art. 11.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ( RCL 1985, 1578,
2635) . Sin embargo, será improbable un caso de error de prohibición, dada la
cualidad y preparación profesional del sujeto activo del delito. En cuando al
error de tipo, puede suponerlo un acto que pudiera implicar la autorización del
morador, que produzca una equivocada percepción de los elementos
integrantes del delito, la concurrencia de una situación de flagrancia delictiva,
que en realidad no lo sea, la equivocación en el alcance concreto del
mandamiento judicial, en su caso. Nada de esto se ha alegado en el recurso, sino
sencillamente que Rogelio contaba con la autorización de los moradores para
entrar en la vivienda, lo que se refuta por el Tribunal Provincial con base en
prueba directa de contenido testifical y que aquí no puede ser revisada por
faltar el sustancial elemento de la inmediación, ni ser éste el objeto ni la
finalidad de recurso de casación, al contrario de lo que ocurre con un segundo
grado jurisdiccional. En todo caso, mal se compadece tal consentimiento que
dice ostentar el recurrente (Sr. Rogelio), con su comportamiento posterior, nada
menos que haciendo salir a todos los habitantes de la morada a la misma calle
(no se sabe por qué ni para qué), donde estuvieron sujetos a su órdenes durante
unos 15 o 20 minutos, hasta que el jefe de grupo, enterado de la situación, pidió
disculpas a la Sra. Daniela, y terminó con tal proceder. En consecuencia,
respecto a este recurrente, el recurso no puede prosperar (le serán impuestas
también las costas procesales de esta instancia casacional).

Distinta es la situación de Blas. En el caso del mismo, los jueces «a quibus»


albergan dudas acerca de si entró o no entró en el domicilio de los
denunciantes, razón por la cual se ha infringido el principio de valoración de la
prueba denominado «in dubio pro reo», que como sabemos no puede tener
ningún efecto en este recurso de casación, salvo cuando, como aquí ocurre, se
abriguen dudas y, sin embargo, éstas no se despejen en su favor, sino con la
condena del ahora recurrente. Es verdad que el Tribunal introduce a
continuación de la duda un tema estrictamente jurídico, cual es la posición de
garante del mismo respecto a la actuación de su compañero policial, de modo
que la sentencia recurrida mantiene que cometió el delito por omisión
impropia, citando al efecto del art. 11 del Código Penal ( RCL 1995, 3170 y RCL
1996, 777) . Sin embargo, esta posición jurídica no puede mantenerse cuando,
como aquí ocurre, ambos funcionarios no ostentan una jerarquía, sino que se

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encuentran en plano de igualdad, y la posición de garante solamente se predica


respecto del jefe con relación a la conducta y actuación de sus subordinados, y
aun así, siempre que sea suficientemente conocida y no se trate de actos súbitos
e inopinados, sobre los cuales tampoco pueda hacerse nada por parte del
superior (esto mismo ha sucedido también en este caso con respecto a Blas). En
suma, el derecho penal tiene como principio el de la culpabilidad personal de
los actos propios, y con respecto a las omisiones causantes de ilícitos se ha de
actuar dentro de los estrictos principios rectores de tal responsabilidad, en los
casos de que el omitente haya creado la situación de riesgo para el bien jurídico
protegido o se tenga un específico deber legal o contractual de actuar. Situación
de garante, por cierto, que el Tribunal de instancia trata de predicarlo del ahora
recurrente, y no del tercer Guardia Civil que allí se encontraba, a escasa
distancia de los anteriores.

En consecuencia, ante la duda sobre su presencia en el interior de la vivienda, el


reproche casacional ha de ser estimado, y debe ser dictada segunda sentencia en
la que se le absuelva del delito por el que ha sido acusado, declarando de oficio
las costas procesales de esta instancia (art. 901 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal).

INTERCEPTACIÓN DE CORRESPONDENCIA (ART. 535 CP)

(No hay, por lo que alcanzo a ver, jurisprudencia al respecto)

ESCUCHAS ILEGALES

(Apenas hay un puñado de sentencias)

STS de 22/10/2014

Absuelve y revoca la de la Audiencia que había condenado a un policía por


haber solicitado la intervención de un número que en realidad correspondía a
otra persona distinta de la investigada. El TS desbarata los argumentos de la
Sala provincial por no apreciar ardid, engaño o pretexto alguno en la conducta
policial, sino a lo sumo, poca diligencia. Ninguna justificación ni motivación
tenía el Jefe de la Policía Judicial para eludir el control judicial en la
intervención telefónica de X, cuando las circunstancias que determinaban su
investigación, habían sido expuestas a la autoridad judicial, que había
entendido que justificaban la intervención del teléfono que utilizaba. Si medió
error, resulta más probable que abarcara número y fecha, datos conjuntos en el
oficio que se tuvo presente al redactar la ampliación; en otro caso, de no

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coincidir el número y la fecha de intervención, la manipulación sería más


probable. De otra parte, avala el error, que sólo cinco días después se solicitara
la baja en la intervención de ese teléfono. Es cierto que no supone un actuar
policial excesivamente diligente, pero las modalidades imprudentes del delito
objeto de condena, no se encuentran tipificadas en nuestro ordenamiento; el
volumen de las actuaciones era desmesurado y los números intervenidos
durante los años que subsistió la investigación se indica que superaron el
centenar.

IMPEDIMENTO U OBSTACULIZACIÓN DE LA ASISTENCIA DE


ABOGADO (ART. 537 CP)

SAP Las Palmas 29/7/2016

«También el Ministerio Fiscal ha entendido que los hechos son constitutivos de


un delito contra los derechos individuales castigado en el artículo 537 del
Código Penal… En cuanto a la lectura de derechos y aviso al Colegio de
Abogados para la asistencia al detenido, los acusados manifiestan:

David: "En el parque Santa Catalina, ya Eulogio le informó de sus derechos".


Fructuoso: "Que al detenido se le leen los derechos cuando ya le recibe.
Que los derechos se le leen por parte de los policías que intervienen.
Que cuando él recibe al detenido tras acabar la diligencia, se le vuelven a leer
sus derechos.
Que él le lee los derechos cuando asume la comparecencia.
Que el detenido pidió un habeas corpus, y a continuación lo ponen a
disposición judicial, lo que supone entregar original de las actuaciones, y hay
que parar el atestado.
Que por eso se tardó tanto en llamar al colegio de abogados.
Que el atestado se dilata por sus circunstancias, que se tardó en llegar a la base,
que luego tuvieron que retornar al centro de salud, y todo eso".
Olegario: "Que en su presencia se le leyeron los derechos al detenido al
terminar la comparecencia, cuando el subinspector lo dijo.
Que no sabe por qué en la lectura de derechos no consta el de petición de
habeas corpus.
Que quien le leyó los derechos fue el subinspector.
Que el atestado tardó en finalizarse porque David tuvo que ir al hospital, en
primer lugar, y luego porque el detenido pidió el habeas corpus.
Que los derechos se le leen al detenido, se llama al Colegio de Abogados y se
pone al detenido a disposición judicial cuando lo dice el subinspector, él no
decide nada".

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Se trata de un delito eminentemente doloso y no se ha acreditado que el


instructor del atestado o el secretario, únicos acusados de la comisión de este
delito, impidieran u obstaculizaran el derecho a la asistencia de abogado. Es
cierto que el detenido llegó a las dependencias de la Policía Canaria sobre las
4,30 horas del 10 de febrero de 2013 y que se reflejó formalmente la lectura de
derechos sino hasta las 10,40 horas de ese día, llamándose a continuación al
Colegio de Abogados, presentándose el Letrado unas dos horas después, pero si
tenemos en cuenta que el detenido fue visto por el Servicio Canario de Salud o
que se acogió al habeas corpus, no considera la Sala que los plazos sean tan
desproporcionado para entrar en la esfera penal y menos aún se estima que se
actuara de forma deliberada e intencionada, por lo que los dos acusados de este
delito deben ser absueltos. Otra cosa distinta es la clamorosa falta de medios del
Cuerpo Policial que no podemos dejar de soslayar y que se trasluce de las
declaraciones de los intervinientes en el acto del juicio, donde manifiestan "Que
no tenían libro registro de detenidos" (David), "Que la identificación del chico
se hizo en el Instituto Canario de Salud" (Eulogio), "Que no tenía modelo de
atestado, que cree que hasta lo del Habeas Corpus tuvo que buscarlo en
Internet, Que no sabe por qué en la lectura de derechos no consta el de petición
de Habeas Corpus" (Hugo), "Que no hicieron acta de aprehensión de la droga
porque no había actas en aquel momento", "Que tampoco había libro de
detenidos" (testigo Millán), a lo que habría que añadir el hecho de que sea un
vigilante de seguridad, un vigilante privado el que controle las cámaras de
seguridad de los agentes policiales por mucho que no tenga claves para
manejarlas (testigo Eduardo: "Que era el vigilante de la base ese día, que entre
sus cometidos esta vigilar los monitores de las cámaras", "Que es el vigilante y
controla los monitores, pero no puede manejarlas para que dejen de grabar ni
tiene acceso a las claves para el visionado")».

SAP de Pontevedra de 20/1/2010

«Resulta probado y así se declara que el día 8 de septiembre de 2007 sobre las
22,35 horas se recibió en el cuartel de la guardia civil de Cuntis efectuada por el
padre de Ernesto en la que se indicaba que varios individuos estaban
profiriendo expresiones amenazantes a la puerta de su domicilio, en el lugar de
DIRECCION000 NUM000, Estacas, Cuntis. Ante ello, el sargento 1º con destino
en el puesto de Cuntis, Antón ordenó un operativo que se dirigió al lugar.

Una vez allí, Antón ordenó esposar a Jaime que fue trasladado al
acuartelamiento de Cuntis por agentes de la guardia civil de Caldas de Reis; y
Mario, que también se encontraba en el lugar con Jaime, fue trasladado al
acuartelamiento de Cuntis en el vehículo oficial de Antón .

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El policía como autor o víctima del delito Tema 1

El día 9 de septiembre, sobre la 1 horas, Antón interrogó a Jaime sin que conste
que le advirtiera de sus derechos constitucionales y sin estar presente Letrado.
Finalizado el interrogatorio, que consistió en siete preguntas que Jaime se negó
a contestar, dejó marchar a Jaime, sin que conste formalmente puesto en
libertad puesto que tampoco consta formalmente su detención.

En el momento de la detención Antón tenía motivos razonables para pensar que


Jaime y Mario pudieran estar participando en un hecho delictivo».

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