Platón
Platón
Las ideas son esencias inmateriales y eternas que representan modelos perfectos o
arquetipos de todo lo que existe en el mundo sensible. Las cosas materiales participan de
estas ideas de manera imperfecta, lo cual significa que imitan estas esencias sin alcanzar
su perfección total. Así, por ejemplo, las mesas en el mundo sensible son mesas porque
participan de la Idea perfecta de “Mesa” que existe en el mundo inteligible, al igual que las
cosas bellas participan de la Idea de Belleza y las justas de la Idea de Justicia.
En el "Timeo", Platón describe cómo el Demiurgo utilizó una materia caótica preexistente y
la organizó basándose en las ideas, de manera similar a cómo un carpintero fabrica una
mesa a partir de la Idea de Mesa. Por eso, el mundo sensible es una "copia" del mundo de
las ideas, siendo las ideas la base del ser de las cosas. Además, Platón añade una
dimensión epistemológica: las ideas no solo fundamentan la existencia de las cosas, sino
que también nos permiten conocerlas, dándole a su teoría una perspectiva tanto ontológica
como de conocimiento.
La teoría del conocimiento: el dualismo epistemológico
Este texto explica que, para Platón, las ideas son el fundamento de la existencia (ontología)
y del conocimiento (gnoseología) de las cosas. Así, su teoría de las ideas es también una
teoría del conocimiento, distinguiendo dos tipos: el saber (epistéme) y la opinión (dóxa).
Platón sostiene que el verdadero conocimiento está basado en razones sólidas, mientras
que la opinión no tiene base firme y solo se refiere al mundo sensible. En cambio, el saber
está ligado al mundo de las ideas, y por eso es universal y necesario.
Platón también plantea que los políticos y sofistas, al operar solo en el nivel de la opinión,
carecen de verdadero conocimiento, lo cual afecta negativamente el gobierno de la polis.
Para alcanzar el auténtico saber, Platón recomienda disciplinas abstractas como la
Matemática, la Astronomía y la Música, que ayudan al filósofo a desarrollar la dialéctica y
así conocer las ideas, especialmente la Idea del Bien, que es fundamental para distinguir y
comprender la realidad.
Finalmente, para que el ser humano pueda trascender la opinión y alcanzar el conocimiento
de lo eterno e inmutable, Platón postula un dualismo antropológico: el ser humano es tanto
cuerpo, vinculado al mundo sensible, como alma, que le permite conocer el mundo
inteligible.
Platón representa esta estructura en el "mito del carro alado", donde el alma es un carro
guiado por la razón (el auriga) y tirado por dos caballos, uno que representa el apetito y otro
el ánimo. Esta división del alma es clave para comprender su filosofía ética y política, pues
cada parte del alma tiene un papel en la conducta y el desarrollo moral y social del ser
humano.
La justicia en el alma: el intelectualismo moral
Platón sostiene que el alma humana se compone de tres partes, cada una con una función
y una virtud específicas:
Para Platón, vivir virtuosamente significa equilibrar estas tres partes del alma, siendo la
razón quien debe guiar a las demás, como un conductor que dirige un carro. Esta armonía,
conocida como "intelectualismo moral", implica que sólo quien tiene verdadero conocimiento
puede actuar de forma justa y buena. Platón cree que esta armonía en el alma individual es
también la clave para lograr justicia en la sociedad, objetivo final de su filosofía.
Para Platón, una ciudad ideal es justa cuando cada tipo de persona desempeña su función
en equilibrio. Esto solo se logra con un proceso educativo que clasifique a cada individuo
según su capacidad, asegurando que aquellos con mayor conocimiento y sabiduría (los
gobernantes) dirijan a los demás.
La justicia en el Estado, entonces, se define como la armonía resultante de que cada grupo
social cumpla su función. Platón sostiene que para evitar conflictos, los gobernantes y
guardianes no deben poseer riquezas, y solo los productores pueden poseer bienes, ya que
estos no gobiernan.