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Platón

Resumen de platón 2 bach

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Platón

La teoría de las Ideas: el dualismo ontológico


La "teoría de las ideas" de Platón, en la cual plantea que la realidad se compone de dos
planos: el mundo sensible y el mundo inteligible. Según Platón, el mundo sensible es el que
percibimos con los sentidos y está compuesto por cosas cambiantes y perecederas,
mientras que el mundo inteligible es un plano inmutable y eterno que solo se puede captar
mediante la razón, y donde se encuentran las ideas o “eide”.

Las ideas son esencias inmateriales y eternas que representan modelos perfectos o
arquetipos de todo lo que existe en el mundo sensible. Las cosas materiales participan de
estas ideas de manera imperfecta, lo cual significa que imitan estas esencias sin alcanzar
su perfección total. Así, por ejemplo, las mesas en el mundo sensible son mesas porque
participan de la Idea perfecta de “Mesa” que existe en el mundo inteligible, al igual que las
cosas bellas participan de la Idea de Belleza y las justas de la Idea de Justicia.

Platón introduce el concepto de "participación" para explicar la relación entre el mundo


sensible y el inteligible. Las cosas participan en las ideas de manera parcial e imperfecta,
mientras que las ideas en sí mismas existen de forma completa y perfecta en el mundo
inteligible. Este concepto de participación es fundamental para entender la división de los
dos planos de realidad en la teoría de Platón y su explicación del origen y naturaleza de
todo lo existente.

La teoría cosmológica: el Demiurgo


La teoría cosmológica de Platón rechaza la idea atomista, que afirmaba que el orden del
universo era producto del azar y las interacciones entre átomos. Platón, en cambio,
argumenta que el cosmos sólo puede ser entendido si ha sido creado por una inteligencia
organizadora, a la que llama Demiurgo (o "artesano"), quien da forma al mundo físico.
Según Platón, el Demiurgo creó el universo tomando como referencia las ideas eternas,
similares a un modelo o arquetipo perfecto.

En el "Timeo", Platón describe cómo el Demiurgo utilizó una materia caótica preexistente y
la organizó basándose en las ideas, de manera similar a cómo un carpintero fabrica una
mesa a partir de la Idea de Mesa. Por eso, el mundo sensible es una "copia" del mundo de
las ideas, siendo las ideas la base del ser de las cosas. Además, Platón añade una
dimensión epistemológica: las ideas no solo fundamentan la existencia de las cosas, sino
que también nos permiten conocerlas, dándole a su teoría una perspectiva tanto ontológica
como de conocimiento.
La teoría del conocimiento: el dualismo epistemológico
Este texto explica que, para Platón, las ideas son el fundamento de la existencia (ontología)
y del conocimiento (gnoseología) de las cosas. Así, su teoría de las ideas es también una
teoría del conocimiento, distinguiendo dos tipos: el saber (epistéme) y la opinión (dóxa).
Platón sostiene que el verdadero conocimiento está basado en razones sólidas, mientras
que la opinión no tiene base firme y solo se refiere al mundo sensible. En cambio, el saber
está ligado al mundo de las ideas, y por eso es universal y necesario.

Platón también plantea que los políticos y sofistas, al operar solo en el nivel de la opinión,
carecen de verdadero conocimiento, lo cual afecta negativamente el gobierno de la polis.
Para alcanzar el auténtico saber, Platón recomienda disciplinas abstractas como la
Matemática, la Astronomía y la Música, que ayudan al filósofo a desarrollar la dialéctica y
así conocer las ideas, especialmente la Idea del Bien, que es fundamental para distinguir y
comprender la realidad.

Finalmente, para que el ser humano pueda trascender la opinión y alcanzar el conocimiento
de lo eterno e inmutable, Platón postula un dualismo antropológico: el ser humano es tanto
cuerpo, vinculado al mundo sensible, como alma, que le permite conocer el mundo
inteligible.

Cuerpo y alma: el dualismo antropológico y la tripartición del alma


Explica la relación entre la teoría de las ideas de Platón y su visión del ser humano,
marcada por un dualismo entre el alma y el cuerpo. Platón sostiene que la realidad se divide
en dos planos: el mundo de las ideas (eterno e inmutable) y el mundo de las cosas
(cambiante y perecedero). Para Platón, este dualismo ontológico también se refleja en el ser
humano, que tiene un cuerpo (que se relaciona con el mundo sensible) y un alma (que tiene
contacto con el mundo de las ideas).

Platón propone en el "Fedro" la teoría de la reminiscencia o anamnesis: el alma, antes de


nacer, ya contempló las ideas en el mundo inteligible, y, aunque pierde esa memoria al
unirse al cuerpo, puede recordarlas al ver objetos del mundo sensible que imitan esas ideas
eternas. Por ejemplo, llamamos "árbol" a un árbol en el mundo sensible porque imita,
aunque de forma imperfecta, la Idea eterna del Árbol.

Además, Platón afirma que el alma humana tiene tres partes:


1. El apetito o alma concupiscible, que busca el placer y se relaciona con los deseos físicos
(ubicado en el vientre).
2. El ánimo o alma irascible, donde residen las emociones y el coraje (ubicado en el pecho).
3. La razón o alma racional, que se encarga de las funciones intelectuales (ubicada en la
cabeza).

Platón representa esta estructura en el "mito del carro alado", donde el alma es un carro
guiado por la razón (el auriga) y tirado por dos caballos, uno que representa el apetito y otro
el ánimo. Esta división del alma es clave para comprender su filosofía ética y política, pues
cada parte del alma tiene un papel en la conducta y el desarrollo moral y social del ser
humano.
La justicia en el alma: el intelectualismo moral
Platón sostiene que el alma humana se compone de tres partes, cada una con una función
y una virtud específicas:

1. Alma concupiscible (vinculada a los deseos físicos), cuya virtud es la templanza


(control de los deseos).
2. Alma irascible (donde residen las emociones y el valor), cuya virtud es la fortaleza
(valor).
3. Alma racional (responsable del pensamiento), cuya virtud es la sabiduría y la
prudencia.

Para Platón, vivir virtuosamente significa equilibrar estas tres partes del alma, siendo la
razón quien debe guiar a las demás, como un conductor que dirige un carro. Esta armonía,
conocida como "intelectualismo moral", implica que sólo quien tiene verdadero conocimiento
puede actuar de forma justa y buena. Platón cree que esta armonía en el alma individual es
también la clave para lograr justicia en la sociedad, objetivo final de su filosofía.

La justicia en la pólis: la aristocracia como forma de gobierno


Las tres partes del alma consideradas por Platón en el hombre no tienen el mismo peso en
todos los hombres, sino que dan lugar a tres tipos de hombres, dependiendo de qué parte
del alma predomine más en él, y a partir de esta concepción Platón va a construir su ciudad
ideal, donde se da equilibrio entre los tipos de hombres, ocupando así en la pólis:

1. Productores: Aquellos en los que predomina el alma concupiscible (deseos y


necesidades físicas). Son los encargados de la economía, la producción y el comercio.
2. Guardianes: En ellos destaca el alma irascible (valor y emociones). Se dedican a la
defensa y el orden, como los militares y policías.
3. Gobernantes: Su alma racional es dominante, por lo que están capacitados para liderar.

Para Platón, una ciudad ideal es justa cuando cada tipo de persona desempeña su función
en equilibrio. Esto solo se logra con un proceso educativo que clasifique a cada individuo
según su capacidad, asegurando que aquellos con mayor conocimiento y sabiduría (los
gobernantes) dirijan a los demás.

La justicia en el Estado, entonces, se define como la armonía resultante de que cada grupo
social cumpla su función. Platón sostiene que para evitar conflictos, los gobernantes y
guardianes no deben poseer riquezas, y solo los productores pueden poseer bienes, ya que
estos no gobiernan.

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