Representación y Poder.
Representación y Poder.
Representación y Poder.
Un intento de clarificacin
ELIO A. GALLEGO GARCA
REPRESENTACIN Y PODER
Un intento de clarificacin
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Elio A. Gallego Garca
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A mi esposa Isabel y su
maravillosa fecundidad: Lourdes,
Pilar, Santiago, Elio Javier, Pablo
y Mara.
NDICE
INTRODUCCIN ................................................................. 13
BIBLIOGRAFA.................................................................. 109
9
Hace mucho tiempo que hemos perdido el verdadero
nombre de las cosas
Catn el viejo
11
INTRODUCCIN
13
Elio A. Gallego Garca
14
Representacin y poder
15
I. LA CON-FUSIN DE PODER Y
REPRESENTACIN
1
El concepto de representacin, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1985, p. 15.
17
Elio A. Gallego Garca
2
Ibd., p. 38.
18
Representacin y poder
3
Leviatn, cap. XIX. Seguimos la edicin de Cambridge University Press,
2011, p. 130.
19
Elio A. Gallego Garca
20
Representacin y poder
4
Qu es el Tercer Estado?, UNAM, Mjico, 1989, p. 119.
21
Elio A. Gallego Garca
5
Para Rousseau, el Ejecutivo aparece como un poder desdibujado y
pobre, es meramente un cuerpo intermedio establecido entre los sbditos
y el soberano. Y en su dictamen sobre la Constitucin de 1793, Condorcet
es an ms explcito: El consejo ejecutivo no debe considerarse como un
verdadero poder. No debe querer. Es la mano con la cual actan los legisla-
dores; el ojo por el cual observan los detalles de la ejecucin de sus decretos
(cit. en Carre de Malberg, R., Teora General del Estado, FCE, Mjico, 1948,
p. 749).
6
Ensayo sobre la poltica de Rousseau, Encuentro, Madrid, 2013, p. 106.
22
Representacin y poder
7
Lleno de coherencia, Schmitt observa que: La separacin en tres pode-
res, la distincin entre el contenido del poder legislativo y el del ejecutivo y el
rechazo de la idea de que la plenitud del poder estatal pueda concentrarse en
un solo punto, todo ello supone de hecho una contradiccin con el concepto
de identidad democrtica (Sobre el parlamentarismo, Tecnos, Madrid, 1996,
p. 47).
23
Elio A. Gallego Garca
24
Representacin y poder
25
Elio A. Gallego Garca
14
Negro Pavn, D., La ley de hierro de la oligarqua, Ediciones Encuentro,
Madrid, 2015, p. 95.
15
En opinin de Schmitt, lo que es an peor o incluso demoledor, es
que en algunos Estados, el parlamentarismo ya ha llegado hasta el punto
que todos los asuntos pblicos se han convertido en objeto de botines y
compromisos entre los partidos y sus seguidores, y la poltica, lejos de ser
el cometido de una lite, ha llegado a ser el negocio, por lo general despre-
ciado, de una, por lo general despreciada, clase (Sobre el parlamentarismo,
op. cit., p. 7). Negociaciones realizadas fuera del parlamento que hace de
la asistencia de los diputados a las sesiones algo intil y carente de sentido.
Ilustrativo de esto que estamos diciendo fue el escndalo con que la prensa
recogi hace unos aos en Espaa la masiva inasistencia de diputados a los
ltimos debates sobre los Presupuestos Generales del Estado en su sesin
plenaria. No hace falta decir que su debate y aprobacin debera constituir
el momento ms importante del ao. Pues bien, apenas si llegaba a veinte
el nmero de diputados presentes en el hemiciclo de un total de trescientos
cincuenta. Sin duda, una razn poderosa que explicaba tan baja partici-
pacin estaba en que los plenos se haban trasladado a la maana, ms
concretamente a las diez. La prensa acus sin ambages y con fuerte dosis
de escndalo, bastante hipcrita por cierto, de vagos a los diputados. La
acusacin era fcil, pero equivocada. No es cierto que un diputado medio
espaol sea ms vago o perezoso que la media del trabajador comn en
Espaa. No est ah la razn. La razn est en lo absurdo de tener que ir a
26
Representacin y poder
27
Elio A. Gallego Garca
17
Humboldt, W. von, The Limits of State Action, Cambridge University
Press, 1969, p. 41.
18
Marx, C., Crtica de la Filosofa del Estado de Hegel, Editorial Biblioteca
Nueva, Madrid, 2002, p. 136.
19
Negro, D., Introduccin a Ranke, Leopold von, Sobre las pocas de
la historia moderna, Editora Nacional, Madrid, 1984, p. 325.
20
Burke, E., Reflexiones sobre la Revolucin francesa, Instituto de Estudios
Polticos, Madrid, 1979, p. 429.
21
Hemos calificado de tradicional y no de medieval porque el Parla-
mento ingls mantuvo su verdadera naturaleza representativa hasta princi-
pios el siglo XIX.
28
Representacin y poder
22
El Principado, op. cit., p. 188.
23
Burke, E. Speech on Conciliation with America, pronunciado en la
Cmara de los Comunes el 22 de Marzo de 1775 (en Beloff, M. [Ed.], The
Debate on the American Revolution, Dobbs Ferry, NY, 1989, p. 206).
29
II. LA LUCHA POR LA REPRESENTACIN
FRENTE AL PODER
24
Para que pueda desempear (la burguesa) con desembarazo su papel
director observa Dez del Corral, el concepto de representacin popular
habr de restringirse y aristocratizarse. Tal operacin slo puede realizarse
al amparo de la Monarqua. Si se ha de distinguir del pueblo y formar una
autntica lite representativa, la burguesa ha de acercarse al vrtice de la
organizacin poltica, enfrentndose con el Rey pero siendo al mismo tiem-
po realzada por tal contraposicin (El liberalismo doctrinario, Instituto de
Estudios Polticos, Madrid, 2 edicin, 1956, p. 88). En esa misma pgina,
en nota 17, dice: Consecuencia de esa dualidad es que frecuentemente se
haya considerado como propio del concepto de representacin la existencia
de un destinatario ante el que se representa. Tal ocurre principalmente con
los tericos alemanes de la Monarqua constitucional; As, Rotteck: Los
estamentos territoriales son representantes del pueblo frente al Gobierno.
Este aadido es esencial; sin l quedara el concepto indeterminado.
25
Teora de la Constitucin, Alianza Editorial, Madrid, 2001, p. 217.
31
Elio A. Gallego Garca
26
Capitalismo, Socialismo y Democracia, Ediciones Orbis, Barcelona,
1983, Vol. II, p. 318.
27
Teora de la Constitucin, op. cit., p. 209.
28
Para Schmitt: Los argumentos de Burke, Bentham, Guizot y J. St. Mill
resultan anticuados en la actualidad; y el government by discussion es una
frmula enmohecida (Sobre el parlamentarismo, op. cit., p. 11).
29
La lucha por la representacin es siempre una lucha por el poder
poltico (Teora de la Constitucin, op. cit., pp. 209-211).
32
Representacin y poder
30
El gobierno gtico, seala Montesquieu, era una mezcla de aristocracia
y Monarqua, pero observa a continuacin tena el inconveniente de que
el pueblo bajo era esclavo. Sin embargo, era un buen gobierno que llevaba
en s la capacidad de mejorar: se introdujo luego la costumbre de conceder
cartas de manumisin y en poco tiempo se coordinaron tan perfectamente
la libertad civil del pueblo, las prerrogativas de la nobleza y el clero y el
poder de los reyes, que no creo que haya habido sobre la tierra Gobierno
ms moderado como el que tuvo cada una de las partes de Europa durante
el tiempo que all subsisti. Es admirable que la corrupcin del Gobierno de
un pueblo conquistador haya dado origen al mejor tipo de Gobierno que los
hombres hayan podido imaginar (El Espritu de las leyes XI, 8. Seguimos
la edicin espaola de Ediciones Altaya, Barcelona, 1993).
31
Ibd., XI, cap.6., p.119.
33
Elio A. Gallego Garca
34
Representacin y poder
35
Ibd., p. 469. De esta misma opinin es Sir James Mackintosh, para
quien la Carta Magna al establecer el derecho de no sufrir impuestos sin
consentimiento constituy el escudo de la libertad. En cambio, Walter
Bagehot opina que este derecho es ms un resultado y una floracin de
la libertad y no su sustrato o su causa (The English Constitution, Dolphin
Books, NY, S/F, p. 300).
36
Ibd., p. 157.
37
Ibd., p. 221.
35
Elio A. Gallego Garca
36
Representacin y poder
37
Elio A. Gallego Garca
dos polos, siempre con dos sentidos, que no debe romperse por
ninguno de sus extremos.
Al otro lado del Atlntico, John Adams observ que la Cons-
titucin britnica de su poca constitua una verdadera mas-
terpiece de la prudencia poltica precisamente por su equilibrio
de poder y representacin. Y Henry Maine consider que fue
este equilibrio, ms que cualquier otra idea, la ms importante
fuente de inspiracin para los constituyentes norteamericanos.
Nada ms lgico si se considera que las Colonias se vieron a
s mismas luchando contra Inglaterra por la libertad inglesa
de la que se sentan injustamente despojados. Y no eran slo
ellos quienes lo vean as, pues muchos ingleses simpatizaron
con las reivindicaciones de los colonos por esta misma razn.
Conocida a este respecto fue la posicin de Burke, pero no fue
ni mucho menos el nico poltico importante que se pronunci
a favor de los ingleses de ultramar. Lord Chatham, en un dis-
curso pronunciado el 20 de enero de 1775 en la misma Cmara
de los Comunes, afirm del modo ms contundente que no
hay tal cosa, ni semejante idea en esta constitucin como la de
un supremo poder actuando por encima de la propiedad. Pero
eso era precisamente lo que estaba sucediendo al cargar con
tributos a sbditos ingleses sin que ellos lo hubiesen consen-
tido. Razn por la que vio en la resistencia de los Americanos
el mismo espritu que convoc a los ingleses a ponerse sobre
sus piernas (on its legs) para reivindicar por medio del Bill of
Rights la constitucin inglesa: el mismo espritu que estableci
la mxima esencial y verdaderamente fundamental de vuestras
libertades, que ningn sbdito ingls ser sometido a tributa-
cin sin su propio consentimiento that no subject of England
shall be taxed but by his own consent48.
Lo esencial del modelo constitucional norteamericano se
halla justamente en que mantiene el esquema trimembre de
48
El subrayado es del texto original. Ver en Beloff, M., The Debate on the
American Revolution, 1761-1783, 3 edic., Sheridan House, Dobbs Ferry, NY,
1989, p. 193).
38
Representacin y poder
49
Reid, John Phillip, The Concept of Representation in the Age of the Amer-
ican Revolution, op. cit., p. 9
50
Cit. en El Federalista, n. 48.
51
Con su habitual torpeza sobre la materia, John Stuart Mill crtica el
sistema norteamericano de un primer magistrado constitucionalmente inde-
pendiente del Cuerpo legislativo cayendo en la confusin de representacin y
poder. Parece preferible observa en su obra Del Gobierno representativo que
el primer magistrado en una Repblica sea nombrado francamente, como
el primer ministro lo es en una Monarqua constitucional, por el Cuerpo re-
presentativo. De esta manera hay la certeza de que ser elegido un hombre
ms eminente (p. 160).
52
Cit. en Fernndez-Albertos, J., Dividir lo indivisible. Separacin de po-
deres y soberana popular en James Madison, Revista de Estudios Polticos,
n. 128, abril-junio, p. 303.
39
Elio A. Gallego Garca
53
Los Federalistas asumieron observa Schmitt que legislacin es de-
liberare, el poder ejecutivo agere (Sobre el parlamentarismo, op. cit., p. 58).
54
A juicio de Jacques Ellul: La revolucin americana condujo a una
Constitucin resueltamente aristocrtica; y Godechot tiene infinitamente
ms razn al escribir: La revolucin americana quera establecer la libertad
y la democracia volviendo a instituciones del pasado. Era revolucionaria
en la medida en que era conservadora (Autopsia de la Revolucin, Unin
Editorial, Madrid, 1973, pp.78 y 79, respectivamente).
40
Representacin y poder
41
Elio A. Gallego Garca
60
Ibd., p. 776.
61
Ibd., p. 778.
62
Ibd., p. 780.
63
Ibd., p. 45.
64
Maine, H. S., Popular Government, General Books, La Vergne (Tenesse),
2009, p. 104.
42
Representacin y poder
65
Citamos por su versin espaola, que lleva por ttulo La crisis de la de-
mocracia. Hacia una nueva democracia, Edit. Hispano Europea, Barcelona,
1956, p. 41.
66
Ibd., p. 69.
67
dem.
43
Elio A. Gallego Garca
68
El problema de la representacin poltica, en Ensayos de teora pol-
tica, EUNSA, Pamplona, 1979. En sentido contrario Jos A. Portero Molina,
quien en un artculo Sobre la representacin poltica (Revista del Centro de
Estudios Constitucionales, n 10, septiembre-diciembre, 1991, pp. 89 y ss.)
trae a colacin una cita de Jellinek en la que ste afirma con fuerza que el
modelo poltico de representacin cae fuera del crculo del derecho. Le
sucede otra referencia de Kelsen en la que ste asegura que el concepto de
representacin como relacin jurdica no cabe entre electores y elegidos en
una teora orgnica del Estado, si bien ha prestado el eminente servicio
de ser de freno al progreso ilimitado de la evolucin democrtica. Y el
clebre terico tiene razn, como la tiene igualmente Schumpeter, a quien
cita a continuacin, cuando el prestigioso economista observa que lo que
la buhardilla jurdica suministr fueron, esencialmente, contratos ficticios
de sujecin a un prncipe, en virtud de los cuales se supona que el pueblo
soberano le haba enajenado en su libertad o su poder, o los contratos no
menos ficticios, mediante los cuales haba delegado ese poder o parte del
mismo en los representantes elegidos. Por mucho que hayan servido estas
construcciones para ciertos fines prcticos, para nosotros carecen totalmente
de valor. No son defendibles ni siquiera desde el punto de vista jurdico. Slo
que aqu no encontramos ninguna crtica de la dependencia jurdica de la
idea de representacin, sino de la trasmutacin sufrida a partir de Hobbes
y del racionalismo poltico en general.
69
El mundo medieval est henchido de veneracin conceptual hacia la
sacralidad del Derecho (Derecho y Constitucin en la Edad Media, Kyrios,
Valencia, 2013, p. 95).
70
Ibd., p. 94.
44
Representacin y poder
71
Ibd., p. 142.
72
Ibd., p. 144.
73
Ibd., p. 143.
74
Cfr. Gallego Garca, Elio A., Autoridad y Razn. Hobbes y la quiebra
de la tradicin occidental, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales,
Madrid, 2016, pp. 137 y ss.
45
Elio A. Gallego Garca
75
El problema de la representacin poltica, en Ensayos de Teora po-
ltica, EUNSA, Pamplona, 1979, p. 223.
76
Ibd., p. 237.
46
Representacin y poder
77
Ibd., p. 240.
78
Los principios del gobierno representativo, Alianza Universidad, Madrid,
1988, p. 17.
47
III. QU ES REPRESENTAR? UN INTENTO DE
CLARIFICACIN
49
Elio A. Gallego Garca
79
Teora General del Estado, op. cit., p. 930.
50
Representacin y poder
80
Sobre el Parlamentarismo, op. cit., p. 65.
51
Elio A. Gallego Garca
52
Representacin y poder
53
Elio A. Gallego Garca
54
Representacin y poder
85
Teora General del Estado, op. cit., p. 993.
86
Para el reconocido economista, el hombre normal desciende a un
nivel inferior de prestacin mental tan pronto como penetra en el campo
de la poltica. Argumenta y analiza de una manera que l mismo calificara
de infantil si estuviera dentro de la esfera de sus intereses efectivos (Capi-
talismo, Democracia y Socialismo Vol. II, op. cit., p. 318). Burke matizara
esta afirmacin sin negarla. El individuo puede ser estpido, pero no la
especie. El hombre comn posee la sabidura propia de quien le afecta ms
inmediatamente las cosas. Nadie sabe mejor que uno mismo dnde le duele,
y el pueblo rara vez se equivoca sobre sus males. Pero no es menos verdad
dice el poltico anglo irlands que es el mdico el que sabe de las causas
y de los remedios. Y, con todo, observa Burke, cuando el pueblo como un
cuerpo ha hecho suya una decisin tras ser largamente debatida en el tiempo,
y ha arraigado en la opinin comn sta ha de ser tomada como sabidura.
En estos casos el Parlamento no debe hacer otra cosa que secundarla, pues
en ltima instancia existe un sensus communis del cual el Parlamento har
muy bien de no separarse, pues: La virtud, el espritu y la esencia de una
Cmara de los Comunes consiste en ser la imagen expresa de los sentimientos
de la nacin (Pensamientos sobre las causas del presente descontento, en
Revolucin y descontento, op. cit., p. 202).
55
Elio A. Gallego Garca
87
Ibd., p. 989.
88
Ibd., p. 943.
56
Representacin y poder
89
Cit. en Arendt, H., Sobre la revolucin, Alianza Editorial, Madrid, 1988,
p. 344. En agudo contraste con esta tradicin republicana de autogobierno,
seala Mill que: El Gobierno del pueblo reunido es un resto de barbarie
contrario a todo el espritu de la vida moderna; sin embargo, la marcha
de las instituciones ha sido hasta tal punto obra de la casualidad que esa
forma primitiva de Gobierno local ha subsistido por regla general para los
asuntos municipales hasta la generacin presente, y, como no ha sido nunca
legalmente abolido, es probable que exista todava intacta en gran nmero
de parroquias rurales (Del Gobierno representativo, op. cit., p. 170).
90
Cf. en Reid, J. Ph., The Concept of Representation in the Age of the Amer-
ican Revolution, op. cit., p. 78.
57
Elio A. Gallego Garca
58
Representacin y poder
92
Ibd., p. 62.
93
Ibd., p. 87.
94
Nueva ciencia de la poltica, Rialp, Madrid, 1968, p. 79.
59
Elio A. Gallego Garca
95
Ibd., p. 68.
96
Ibd., p. 9.
97
Ibd., pp. 89-90.
98
Ibd., p. 93.
60
Representacin y poder
99
Seala Mircea Eliade cmo el hombre religioso, que por otro lado es el
hombre comn a lo largo de los siglos, cree siempre que existe una realidad
absoluta, lo sagrado, que trasciende este mundo, pero se manifiesta en l, lo
santifica y lo hace real. Cit. en Julien Reis, Lo sagrado en la historia de la
humanidad, Encuentro, Madrid, 1989, p. 72.
61
Elio A. Gallego Garca
62
Representacin y poder
100
Cit. en Finkielkraut, E., Nosotros los modernos, Encuentro, Madrid,
2006, p. 207.
63
IV. LA REPRESENTACIN REAL
65
Elio A. Gallego Garca
101
Lo sagrado en la historia de la humanidad, op. cit., p. 166.
102
Ibd., p. 160.
103
Germania, 7. Tcito observa ya que seala Marc Bloch, a diferencia
de los jefes de guerra temporarios, libremente elegidos en razn de su valor
personal, los reyes entre los germanos, salan nicamente de algunas familias
nobles: lo que debe entenderse, sin duda, como de algunas familias dotadas
en forma hereditaria de una virtud sagrada (Los reyes taumaturgos, Fondo
de Cultura Econmica, Mjico, 1988, pp. 60-61).
66
Representacin y poder
104
Cit. en Lo sagrado en la historia de la humanidad, op. cit., p. 73.
105
Cit. en Sheldon Wolin, Poltica y perspectiva. Continuidad y cambio
en el pensamiento poltico occidental, Amorrortu Editores, Bs. Ares., 1974,
p. 64. Segn Garca Acua, junto a una representacin de tipo intelectual,
como idea-concepto en nuestro espritu, existe otra que responde a un tipo de
representacin sensible (esto es con forma-figura) en la historia. Y, sin duda,
la figura del rey se adeca perfectamente este ltimo tipo de representacin
(Hombre-representacin-Dios, en Antnez Cid, J. (Ed) La representacin,
Universidad de San Dmaso, Madrid, 2014, p.245).
67
Elio A. Gallego Garca
106
De Regimine principum XIII, 69.
68
Representacin y poder
107
Imgenes y smbolos, Taurus, Madrid, 1999, p. 59.
108
El Rey, en www.etvoila.com.ar/index.php, p. 11.
109
Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teologa poltica medieval, Alianza
Universidad, Madrid, 1985, p. 57.
69
Elio A. Gallego Garca
110
Ibd., p. 99.
111
Cit. en Kantorowicz, E., op. cit., pp. 100 y 137, respectivamente. In-
cluso se volvi por aquella poca a las representaciones plsticas de origen
romano de una Justicia personificada, con su hija Aequitas en el Templum
Iustitiae y rodeada de las seis virtudes cvicas ciceronianas (Religio, Pietas,
Gratia, Vindicatio, Observantia y Veritas (Ver en Kantorowicz, E., op. cit.,
p. 112).
112
7 Report 12a.
70
Representacin y poder
113
La reforma intelectual y moral, Ediciones Pennsula, Barcelona, 1972,
p. 77.
114
En la tragedia de Sfocles, Edipo rey, un viejo sacerdote acude a Edi-
po como suplicante y le dice que la ciudad, como t mismo sabes, est ya
demasiado sumida en la agitacin y no puede levantar aliviada la cabeza
ante la avalancha de muertes: se consume en la tierra, en los frutos de los
clices; se consume en los rebaos de bueyes que pastan y en los hijos que
no llegan a nacer de las mujeres. Se ha abatido contra la ciudad, la acosa
un dios armado de fuego, la peste, el ms cruel enemigo; por l se vaca la
casa de Cadmo y se enriquece el negro Hades, a fuerza de lamentos y lloros
(). Que no tengamos que recordar tu gobierno como una poca en que nos
levantamos firmes para caer hasta el mximo. Consultado el dios a travs
del orculo ptico de Febo ordena que se limpie una mancha de sangre que
no ha sido expiada. Trgicamente, es la culpa del propio Edipo, y que ste
ignora, la que debe ser expiada.
115
Los dos cuerpos del rey, op. cit., p. 21.
116
Cit. en Kantorowiecz, E., op. cit., p. 34.
71
Elio A. Gallego Garca
117
La realeza, dice Volkoff, cuya sola existencia impide de una vez y para
siempre creer que el mundo pueda ser salvado por una idea (). Ningn
sistema ni ninguna doctrina valen lo que vale el hombre, y no me refiero al
hombre abstracto, que no existe (El Rey, op. cit., p. 50).
118
7Report 10a
119
Cit. en Kantorowicz, E., op. cit., p. 108.
72
Representacin y poder
120
Suma Teolgica I, c. 96, a. 4.
73
Elio A. Gallego Garca
121
Conocer es representar algo en el pensamiento, pero cmo represen-
tarse a Dios?
122
Historia de las formas del Estado. Una introduccin, El Buey Mudo,
Madrid, 2010, p. 33.
123
Cfr. la clsica obra de John F. Figgis, El derecho divino de los reyes, FCE,
Mjico, 1982.
124
En primer lugar observa Gierke, la doctrina medieval dio al monar-
ca carcter representativo. Por muy altas que se situaran sus atribuciones,
permaneca siempre viva la concepcin del poder como oficio (Teoras
74
Representacin y poder
75
Elio A. Gallego Garca
128
Con la clusula, ciertamente, de que no se convierta en tirano.
129
La idea de Europa, Instituto Thomas Falkner SJ, San Miguel (BA), 2015,
p. 74.
76
Representacin y poder
130
Por eso, y como afirma Edward S. Corwin, la ms distintiva contribu-
cin de la Edad Media a la moderna ciencia poltica es la nocin de toda
autoridad poltica como intrnsecamente limitada (Higher Law. Background
of American Constitutional Law, Liberty Fund, Indianapolis, 2008, p. 18).
131
7 Report 25a.
77
Elio A. Gallego Garca
132
Cit. en Skinner, Q., Hobbes y la libertad republicana, Universidad Na-
cional de Quilmes, Buenos Aires, 2010, p. 65.
78
Representacin y poder
133
The English Constitution, op. cit., p. 294.
79
V. LA REPRESENTACIN PARLAMENTARIA
134
Europa y la fe, Ciudadela, Madrid, 2008, p. 184.
81
Elio A. Gallego Garca
135
Tomo esta idea directamente de J. Donoso Corts.
82
Representacin y poder
136
Historia de los orgenes del gobierno representativo en Europa, KRK
Ediciones, Oviedo, 2009, p. 65.
137
Y aade: de ese inicuo y absurdo gobierno en el que la especie humana
es degradada y en el que el nombre de hombre es deshonrado. El Contrato
social, III, c. 15 (seguimos la versin espaola de RBA, Barcelona, 2004,
p. 124).
83
Elio A. Gallego Garca
138
Digesto 1, 2, 9.
139
Cfr. E. Kantorowicz, op. cit., pp. 340 y 351.
140
Suma de Teologa II-II, c. 189, art. 10, resp.
141
Proverbios 11, 14.
142
Coke, E., 4 Inst., 1.
143
Curia parliamenti suis propriis legibus subsistit. (La corte del parla-
mento se gobierna por sus propias leyes, sentencia Coke en 4 Inst., 50).
84
Representacin y poder
85
Elio A. Gallego Garca
86
Representacin y poder
149
La religin y el origen de la cultura occidental, Encuentro, Madrid, 1995,
p. 163.
87
Elio A. Gallego Garca
150
Ibd., p. 175.
151
7 Rep. 12a
152
Komar, E., La estructura del dilogo, Ediciones Sabidura Cristiana,
Buenos Aires, 2007, p. 57.
88
Representacin y poder
89
Elio A. Gallego Garca
155
Burke, E., Llamamiento de los nuevos wighs a los viejos, op. cit.,
p. 181.
156
Y continuando con esta analoga dir que el buen Parlamento deber
estar formado por una Cmara de los Lores en la que tomen asiento 24 Obis-
pos y 106 Seores Temporales; y la de los Comunes que, como representantes
de los muchos, deber estar compuesta de 493 miembros elegidos entre los
grandes y los pequeos. Respecto a stos ltimos, son designados por los
90
Representacin y poder
condados establecidos por la ley de entre los hombres libres con propiedades
(Tenants o Freeholders) en persona o por representacin (4 Inst., 2).
157
Recurdese que: Rex est caput, principium, et finis parliament.
158
El rey estaba incorporado a sus sbditos y ellos con l (Cit. en Kan-
torowicz, E., Los dos cuerpos del rey, op. cit., p. 409).
91
Elio A. Gallego Garca
159
Cf. Castile in the Middle Ages was, it can be claimed, the freest society
in Europe (in I. A. A. Thompson, Castile: Polity, Fiscality, and Fiscal Crisis,
in Fiscal crisis, Liberty and Representative Government 1450-1789 (Ed. Philip
T. Hoffman and Kathryn Norberg, Stanford University Press, Stanford, Cal-
ifornia, 1994).
92
Representacin y poder
160
Dissertation Upon Parties (en http://socser.mcmaster.ca/econ/
ugcm/3113/bolingbroke/parties.html).
161
En efecto, la influencia de las Cortes deriv casi exclusivamente de
sus prerrogativas fiscales (cit. Nueva Recopilacin Ley II, Titulo 7, Lib. VI).
Entre 1590 y 1621 las Cortes y las dieciocho ciudades con voto en Cortes
afianzaron su posicin en el estado como ellas no lo haban tenido desde el
fin del siglo XIV (Ibd., p. 188). En 1607, las Cortes no slo consiguieron
el compromiso de ser convocadas cada tres aos, sino que requirieron que
el rey jurara observar estas condiciones. Cierto es que Felipe IV revirti la
situacin para el poder real, si bien no pudo evitar que en 1642 hubiera la
ms importante revuelta contra los impuestos desde el levantamiento co-
munero de 1521 (Ibd., p. 193). La dimensin igualmente esencial a la vida
parlamentaria, junto a la aprobacin del gasto y la recaudacin de impuestos,
que consiste en la deliberacin y consejo de hombres prudentes electos por el
pueblo en la toma de decisiones vitales para el Reino despareci por completo.
Y si bien las Cortes de Castilla volvieron a vivir momentos de fuerza frente a
la debilidad de la Corona, como as sucedi con el reinado de Felipe III, la
prdida de la representatividad del sentir comn del Reino frente al Monarca
hizo de ellas una sombra espectral hasta que recibi el golpe de gracia con
el advenimiento de la Casa de Borbn. Las ltimas Cortes convocadas para
la obtencin de subsidios fueron en 1664, pues durante el reinado de Carlos
II, ltimo rey de la casa de Austria, no fueron convocadas ni una sola vez.
93
VI. REPRESENTACIN Y FORMA POLTICA
95
Elio A. Gallego Garca
96
Representacin y poder
162
Cfr. Esencia y valor de la democracia, Editorial Labor, Barcelona, 1977.
97
Elio A. Gallego Garca
98
Representacin y poder
99
Elio A. Gallego Garca
100
Representacin y poder
168
Ibd., II, 4.
101
Elio A. Gallego Garca
169
La ley de hierro de las oligarquas, op. cit., p. 85.
170
Los partidos polticos. Un estudio sociolgico de las tendencias oligr-
quicas de la democracia moderna, vol. I, Amorrortu, Buenos Aires, 2003,
p. 80.
171
Forma y equilibrio sociales, Minerva ediciones, Madrid, 2010, p. 192.
102
Representacin y poder
103
Elio A. Gallego Garca
172
Schmitt, C., Teora de la Constitucin, op. cit., p. 216.
173
Reflexiones sobre la causa del descontento actual, en Revolucin y
descontento. Seleccin de escritos polticos, op. cit., p. 82.
104
Representacin y poder
174
Tcito, Germania 40.
175
Burke, E., Llamamiento de los nuevos a los viejos wighs con motivo
de ciertos debates parlamentarios recientes habidos a propsito de las Re-
flexiones sobre la Revolucin francesa, en Representacin y Descontento, op.
cit., p. 181.
176
Ibd., p. 182.
177
Slo una aristocracia natural puede representar y dar fuerza al pueblo,
observa Burke (Cf. Llamamiento de los nuevos a los viejos wighs, en
Revolucin y descontento, op. cit., p. 186). Porque ella es lo que el alma al
cuerpo, y slo con ella existe un pueblo (Ibd., p. 183).
178
En palabras de De Lolme, los representantes del pueblo tienen ex-
clusivamente el encargo de cuidar de la libertad, estarn siempre animados
de sentimientos patriticos, conociendo los grandes intereses que se les ha
confiado y como naturalmente sern elegidos entre los ms favorecidos de
la fortuna, y por consiguiente tendrn mucho que perder, aun en los tiempos
de mayor quietud, observarn con vigilancia los movimientos del poder (La
Constitucin de Inglaterra, op. cit., p. 208).
105
Elio A. Gallego Garca
106
Representacin y poder
180
En coincidencia con Burke, Ernest Renan hace la siguiente observacin:
El alma de una nacin no puede conservarse sin un colegio oficialmente
encargado de conservarla. Una dinasta es la mejor institucin para ello ().
Un senado como el de Roma o Venecia cumple muy bien el mismo oficio
Pero lo que no se ha visto jams es el sueo de nuestros demcratas, un castillo
de arena, una nacin sin instituciones tradicionales, sin cuerpo encargado
de mantener la continuidad de la conciencia nacional, una nacin fundada
sobre este principio deplorable de que una generacin no compromete a la
generacin que la sigue, de tal manera que no hay ninguna relacin entre
los que murieron y los que siguen viviendo, ninguna seguridad respecto al
futuro. Y ya no slo la nacin sino aun la misma civilizacin es obra de una
aristocracia y slo puede sobrevivir por ella (La reforma intelectual y moral,
op. ct., p. 72).
181
El principio aristocrtico, Sociedad de Estudios Polticos, Cartagena
(Murcia), 2008, p. 67.
107
Elio A. Gallego Garca
182
Historia de las formas de Estado, El Buey Mudo, Madrid, 2010, p. 376.
183
La nocin de lite real en sociologa y en historia, en Mircea Eliade
y Joseph M. Kitagawa (comps.), Metodologa de la historia de las religiones,
Paidos, Barcelona, 2009, p. 146.
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