Los Rudimentos de La Astrologia Mundial PDF

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Los rudimentos de la astrología mundial

Como su nombre indica, la astrología mundial es aquella que es aplicable al mundo, entendiéndose
por “mundo” el aire que respiramos, la tierra, los mares y todos los seres vivos del planeta. Describe
tanto los fenómenos atmosféricos como la política que rige las sociedades humanas. Algunos la lla-
man también “mundana”, palabra que tal vez preste a error si otorgamos a ese vocablo no su signifi-
cado etimológico (derivado de “mundo”), sino el actual (relacionado con “vida social”).

Por otra parte, puesto que he dicho que la astrología mundial describe tanto lo que ocurre a los seres
vivos como los fenómenos atmosféricos, es fácil comprender que la astrometeorología es una rama
de la astrología mundial que se ha desgajado e independizado, si bien el origen es el mismo y nada
impide tratarlas a la par.

Cartas usadas en astrología mundial

Como es evidente, no existe una carta veraz del momento del nacimiento del mundo. Sólo tenemos
(y no siempre) cartas del nacimiento de los países, cartas muy discutidas y discutibles por otra parte,
pues cada astrólogo tiene sus preferencias. Sin embargo, incluso teniendo temas exactos (o supo-
niendo que lo fueran), vemos que hay fenómenos naturales o políticos que sobrepasan las fronteras.
La lluvia no se va a parar en la aduana por no tener visado. Y las crisis económicas son altamente
“contagiosas”.

Se requiere pues otro tipo de cartas que no sean las del nacimiento de nada ni de nadie. Es decir, los
temas de los momentos astrológicos significativos. ¿Qué entendemos por “momentos astrológicos
significativos”? Nos referimos con esa expresión a la entrada de los planetas en los signos (sobre
todo la entrada del Sol en los signos cardinales, y la de los planetas lentos en un nuevo signo) -los
llamados “ingresos”-, y el momento exacto en el que los planetas forman aspectos, eclipses u
ocultaciones. Esto es lo que se denomina “constituciones universales” (de ahora en adelante C.U.).

Planetas utilizados en astrología mundial

La primera duda que surge es la de qué planetas utilizar. La cuestión puede parecer fútil a algunos,
ya que cada astrólogo ha usado y usará los planetas “de moda” en su época. Si leemos a Morín (libro
XXV de la Astrología Gálica sobre astrología mundial), sólo encontraremos el septenario. Si toma-
mos un astrólogo actual, según la tendencia que siga aparecerán en las cartas 7 o 10 planetas, amén
de asteroides varios y puntos teóricos como Lilith, Príapo, vertex etc.

Es inútil discutir aquí si Plutón sí o no, por qué Plutón sí y Ceres no, si Lilith sí o no etc. No obstan-
te, me voy a permitir hacer una digresión un poco larga sobre el origen de la astrología, para que el
lector comprenda el significado del modelo. Una vez lo tenga claro, podrá elegir por sí mismo los
factores celestes que le parezcan más importantes y, sobre todo, podrá comprender por qué ha hecho
esa elección.

Para empezar, hay que recordar que la astrología no nace del modelo científico aristotélico actual,
sino de un modelo mucho más cercano al platonismo.

El modelo físico aún imperante se basa en una visión fragmentaria de la realidad. Cada factor es
independiente del otro. No existe relación entre el observador y el fenómeno observado. Si el ob-
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servador fuera otro o si desapareciera, el fenómeno observado seguiría obedeciendo las mismas leyes
naturales, totalmente independientes de dicho observador. Por otro lado, se considera que cada ob-
jeto es divisible hasta lo más ínfimo, en partes distintas analizables cada una, y a veces antagónicas.
Comprender una cosa es conseguir dividirla. Y, obviamente, cada objeto o parte de un objeto está
sometida a leyes causales, leyes de causa y efecto que sólo influyen en aquello sobre lo que se apli-
can. Si caliento una olla de agua, sólo se calienta esa agua. Esto es el paradigma de la di-versidad,
de la dua-lidad (el uno frente a lo demás como algo distinto y separado de ello). Los astrólogos que
siguen ese paradigma buscan pues afanosamente leyes de causa y efecto. Si los astros me influyen,
es porque “lanzan” hacia mí algún tipo de “rayo” o energía física cuantificable que queda impresa en
mi cuerpo (he leído a algunos astrólogos que sitúan esa impresión en el cuerpo etérico). La física no
ha identificado aún esa energía, es cierto, pero eso sólo se debe a la evidente mala voluntad de los
científicos, que no parecen estar por la labor de colaborar con nosotros.

El problema es que la astrología no nace de ese paradigma, sino de una visión uni-versal del mundo
a la que se aproxima mucho más la física cuántica (si bien a cierta distancia). Supongamos dos partí-
culas X e Y entre las que exista una relación de conservación (la suma de su spin es igual a 0) y que
salgan proyectadas ambas en direcciones distintas. Partiendo de una interpretación dualista de la
realidad, es imposible que Y esté informada del estado de X si no hay transmisión directa de infor-
mación entre ambas partículas. Sin embargo, en 1981 Alain Aspect (en el instituto óptico de Orsay)
consiguió demostrar que en cuanto se saca a una de las dos partículas de su indeterminación la se-
gunda toma instantáneamente el estado correlacionado correspondiente, sin que haya habido ninguna
transmisión de información entre X e Y (ver gráfico). La explicación que parece sugerir ese fenó-
meno es que tal vez exista en el nivel más sutil de la materia un campo unificado donde toda la in-
formación está contenida de manera holográfica en cada punto.

El paradigma mental del que nació la astrología era parecido a éste. La terminología astrológica tra-
dicional nunca nos ha hablado de leyes de causa y efecto, sino de analogía. Jamás se ha afirmado
que entre el planeta y el objeto exista una relación de causa y efecto como la existente entre el fuego
de la cocina y la olla de agua que pongo a calentar. Siempre se nos ha dicho que se trata de una rela-
ción de analogía, lo cual significa que el planeta no influye directamente sobre el objeto, con
algún tipo de relación mecánica, sino que el planeta y el objeto se parecen, y, puesto que se pare-
cen, si examino el uno veo lo que le pasa al otro. Un copo de nieve podría saber cómo es mirando
otro copo de nieve. Y si viera a éste derretirse al calor, podría imaginarse lo que le va a ocurrir a él
mismo. Y esto es así porque el uni-verso es esto: uno. En el nivel más sutil de la materia podemos
encontrar toda la información en todos los puntos. El uno y el todo son, en su esencia, una misma
cosa.

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Evidentemente, cada astrólogo puede elegir entre el paradigma aristotélico (di-versidad) de la astro-
logía y el paradigma platónico (uni-versalismo). Ahora bien, personalmente tengo muchas dudas de
que se pueda encontrar jamás una explicación física (mecánica) de la astrología. Pongamos un
ejemplo ficticio: una señora (María) tiene la VII en Leo. El regente de su VII es el Sol que está en
Leo, en la misma casa VII. El Sol es en su caso significador natural del marido y significador del
esposo por regencia y por presencia en la casa VII. Supongamos que ese Sol sufra un mal tránsito de
Saturno y su marido, Pedro, enferme. Al cabo de 7 o 14 años, el Sol de María vuelve a sufrir otro
mal tránsito de Saturno, y su esposo cae enfermo. Pero, en el interim, María se había divorciado de
Pedro y se había casado con Juan. Para un astrólogo, es evidente que en el segundo mal tránsito de
Saturno será Juan (el marido actual) el que va a enfermar, no Pedro (el ex marido). Pero cabe pre-
guntarse si la física tradicional podría encontrar alguna ley natural de causa y efecto que explique por
qué un tránsito sobre unas posiciones natales (que ni siquiera existen ahora en el cielo, sino que sólo
existieron el día en que nació María) afecta una vez a Pedro y otra a Juan, que son personas que han
nacido en una fecha distinta de María, y que posiblemente no tengan ni siquiera el Sol en Leo. Es
más, puesto que hay muchos astrólogos que consideran que sólo es marido aquel señor con el que
hemos firmado un contrato (y en caso contrario, se niegan a situarlo en la VII), esa energía física
debe ser además muy inteligente y estar bien informada, pues tiene que estar al tanto de cómo anda el
registro civil. No quiero ni imaginar la cara que pondría un científico si le pidiéramos que encontrara
una explicación mecánica, algún tipo de energía (sea magnética o de otra clase) que explique tal
fenómeno. Y es que no creo que la tenga.

En cambio, si aceptamos esa premisa –la de que los planetas no nos influyen, sino que nos vemos
reflejados en ellos en la medida en que nos parecemos a ellos-, la analogía es la única ley válida. La
analogía y la sincronicidad. Y así comprenderíamos que el tránsito de María no afecta ni a Pedro ni a
Juan. Sin embargo, puesto que lo semejante se une a lo semejante, ella está casada en cada momento
con la persona que comparte un destino similar al suyo. Eso no excluye que haya causas físicas de
los hechos, sino que supone que una misma ley actúa sobre todas las cosas que se parecen y por eso
podemos vernos a nosotros mismos contemplando aquello que tiene similitudes con nosotros. Los
planetas son un espejo, no causas agentes. Volviendo al ejemplo del copo de nieve: si un copo de
nieve situado a la sombra viera a otro de sus congéneres derretirse al Sol, esto es una señal de lo que
le va a ocurrir a él mismo en cuanto suba la temperatura, pero no será por obra del copo derretido.

Se puede aducir que el Sol y la Luna sí tienen una influencia física real sobre nosotros, y es cierto.
De hecho son los únicos planetas que tienen una influencia directa sobre el ser humano y por eso la
astrología se estructura partiendo de ellos, pero eso no significa que el Sol influya astrológicamente
sobre nuestro corazón o sobre el presidente de nuestro país porque los bombardee con algún tipo de
rayo especial al que, por ejemplo, el presidente dejará de ser sensible en cuanto pierda las elecciones.
Incluso en el caso del Sol y de la Luna estamos hablando de analogías en cuanto los consideramos
como significadores astrológicos.

Comprenderemos ahora por qué es tan importante aclarar qué representan exactamente las analogías,
cosa que la mayoría de los astrólogos no acaba de entender. Básicamente, los cuerpos celestes pue-
den tener luz, movimiento y tiempo. ¿Qué deducimos de ello?

Para entenderlo tenemos que volver a sumergirnos en el pensamiento astrológico tal como nació en
sus orígenes. Cuando los hombres antiguos cerraban los ojos, podían observar que en su mente había
luz y colores. Si uno piensa en su hermano, la idea “hermano” aparecerá asociada a escenas menta-
les coloreadas e iluminadas, incluso en plena noche. ¿De dónde viene esa luz que hay en nuestra
mente? No se sabe. Procede de la “zona oscura” de nuestro cerebro.

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Cuando ese mismo hombre contemplaba el cielo, veía que éste también tenía luces. ¿de dónde pro-
cedían esas luces? No se sabe. Vienen de una “zona oscura” del cielo. Y, además, dichas luces
también forman imágenes (las constelaciones).

La conclusión le resultó evidente: si en mi mente hay ideas asociadas a la luz y a las imágenes que
proceden de una zona oscura no identificada, las luces del cosmos que proceden también de una zona
oscura no identificada van igualmente aparejadas a las ideas. La secuencia es: zona oscura-luz-idea,
como podemos ver en el gráfico más abajo.

Pero algunos cuerpos celestes también tienen movimiento. Cuando una cosa se mueve, puede hacer-
lo pasando de un sitio a otro o de un estado a otro. El movimiento representa por lo tanto el cambio.

El tercer factor es el tiempo. Si me reconozco en los cuerpos celestes en la medida en que me parez-
co a ellos, cuando era niña me parecía a la Luna. Cuando llegue a ser anciana, me pareceré a Satur-
no, porque mis movimientos serán más lentos, mi cuerpo más frío y seco. Lo contrario también es
válido: sólo me puedo identificar con aquello a lo que me parezco, no con aquello muy diferente de
mí.

En resumen:

1-La luz representa las ideas (no “es” las ideas, sólo las representa). Por ende:
1-1.Los planetas visibles representan ideas y cosas visibles, inteligibles.
1-2-Los planetas no visibles representan ideas o cosas no visibles, no fácilmente inteligibles al nivel
de una mente humana.
Los planetas del septenario son visibles, lo cual implica que las ideas que representan son fáciles de
comprender para todo el mundo y se refieren a cosas que tenemos ante los ojos. Urano sólo es visi-
ble a ratos, y por eso algunos astrólogos le atribuyen fenómenos no visibles salvo casos excepciona-
les (la luz, el rayo etc.). Neptuno y Plutón ya no son visibles para el ojo humano. Aquello que repre-
sentan tiene que ser por lo tanto algo más oculto, o a un nivel de la materia que no distinguimos a
simple vista, como los microbios (Neptuno) o las células (Plutón).

2-El movimiento representa el cambio. Así pues:


2-1- Las estrellas fijas significan ideas, estados, que no sufren transformaciones. Son estados que tal
vez actúen una sola vez en la vida, pero que no van a evolucionar.

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2-2-Los planetas sí experimentan un movimiento así que si quiero saber qué va a ocurrir, qué cam-
bios se van a producir, esto quedará reflejado por el movimiento de esos planetas, ya sea por tránsito,
por dirección, progresión etc.
2-3-Los cometas tienen luz (ideas), pero no un movimiento regular. Representarán por lo tanto suce-
sos que se salen del orden habitual, cambios inesperados.

3-El tiempo de duración del ciclos indica cuáles son los objetos asociados a ese cuerpo celeste.
Eso significa que:
3-1-Las cosas pasajeras y efímeras se parecen a los cuerpos celestes que tienen un ciclo rápido. Por
eso asociamos a la Luna con los niños (muy variables y sin sentido del tiempo) y los ancianos a Sa-
turno (son lentos y duraderos como él).
3-2-En muchos países la media de vida aún es inferior a 60 años, de ello deducimos que la mayoría
de la humanidad no llega siquiera a poderse identificar con Urano. La influencia de Urano se hará
sentir mucho más en las sociedades tecnológicamente más avanzadas donde (casualmente o no) la
media de vida llega a los 80 años.
3-3-Neptuno y Plutón no tienen una escala propiamente humana, sino generacional. Por eso repre-
sentarán procesos colectivos, no particulares o zonas del cerebro de origen ancestral.

Esas tres analogías nos permiten pues clasificar los cuerpos celestes según lo que representan para la
humanidad.

1-El septenario: procesos a escala humana, identificables, comprensibles y visibles.

2-Urano: procesos menos visibles y que afectan sobre todo a las sociedades tecnológicamente
avanzadas y con una media de vida alta.

3-Neptuno y Plutón: procesos que sobrepasan la medida humana y cosas no perceptibles a sim-
ple vista. Sus consecuencias no se podrán ver pues en un individuo, sino en la especie.

4-Los cometas: hechos inesperados, que se salen del orden habitual, de lo lógicamente espera-
do.

5-Las estrellas fijas: influencias puntuales sin posibilidad de evolución ni transformación.

Por eso personalmente doy la prioridad a las C.U formadas por los planetas del septenario. Son
las que tienen consecuencias más evidentes e inmediatas. Incluyo los aspectos de los transaturni-
nos y también estudio a veces los ciclos de esos planetas, pero la actividad del día a día es más fácil
de predecir por las configuraciones formadas por los planetas clásicos: la última conjunción de Nep-
tuno y Plutón no sirve para predecir si habrá lluvia o no este fin de semana, o si fulanito o menganito
va a ganar las elecciones.

Los aspectos utilizados

Antes de abordar el tema de los aspectos conviene entender primero qué significa cada aspecto. En
este tema también impera un gran desbarajuste, pues suele haber una tremenda confusión entre as-
pectos y signos.

¿Qué son los signos? Una escala métrica. La misma palabra “signo” nos aclara que no tienen enti-
dad por sí mismos. Morín lo explicaba diciendo que si había una hoja de vid colgada a la puerta de
una taberna, eso (por lo menos en su época) era “signo” de que en el interior se vendía vino, pero que
la hoja de parra no era el vino. En signo no “es”, representa.

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Ya he dicho que los únicos planetas que tienen una influencia directa sobre nuestro planeta son el Sol
y la Luna, y que por eso la astrología se estructura partiendo de ellos:

A-El año trópico tiene 365 días, 5 horas 48 minutos y 45,57 segundos.

B-El año lunar tiene de 354 días.

Puesto que el ciclo superior es el solar, que debe servir de patrón, si intentamos ajustar B (año lunar)
a A (año tropical), vemos que el mayor número entero de meses lunares que caben en A es el de 12.
Hay un sobrante (la “epacta”), pero el ciclo inferior no puede rebasar el ciclo superior. Por otra par-
te el mes sinódico es de 29 días 12 horas, 44 minutos 2.8 segundos y, si redondeamos este número,
tenemos 30. Eso multiplicado por 12 meses sinódicos da 360. O sea: la esfera. Consecuencia: la
adaptación del ciclo lunar al ciclo solar nos da una división en 12 sectores de 30º, con un total de
360º (Es importante no olvidar nunca que esos 360º están indisolublemente unidos a la combinación
de 12 y de 30, pues la astrología es un armónico 12). Por eso la esfera astrológica no puede tener
400º como la usada en artillería. El número 400 no significa nada para nosotros, no es una escala
métrica aplicable al ciclo solilunar.

Esos dos cuerpos celestes (el Sol y la Luna) se asociaron a las dos cualidades elementales fundamen-
tales que permiten la vida en el planeta: calor y humedad.

-El Sol es el calor y la sequedad (entendiendo la sequedad como una falta de humedad).

-La Luna es el frío (entendiendo el frío como una falta de calor) y la humedad.

Puesto que la escala métrica de los signos representa un biorritmo terrestre , se atribuyó a cada una
de esas fases/signos unas características cíclicas de calor y humedad (el biorritmo solilunar). De allí
nacieron los signos masculinos (calientes) y femeninos (fríos), los cuatro elementos con todas las
combinaciones posibles entre el calor y la humedad: Fuego (caliente-seco), Tierra (frío-seco), Aire
(caliente-húmedo) y Agua (frío-húmedo) etc. Podemos observar que todas las divisiones fundamen-
tales astrológicas son combinaciones de divisores del 12: el 2 (la dualidad masculina-femenina), el 3
(cardinal, fijo y mutable) y el 4 (los elementos).

Una vez tengamos esto claro, podemos dar un repaso a las distintas teorías sobre los aspectos para
saber lo que no son y para comprender su naturaleza benéfica o maléfica:

1-Los aspectos dependen de la compatibilidad de los signos entre ellos:


Eso es falso, porque la oposición ha sido siempre considerada como el peor aspecto, y sin embargo
los signos opuestos son compatibles. Por ejemplo: Leo es un signo masculino, caliente y seco, mu-
cho más compatible con Acuario (masculino, caliente y húmedo) que con Escorpio (femenino, frío y
húmedo), su cuadratura.

2-Los aspectos tienen la naturaleza de los signos partiendo del 0 de Aries. Así un sextil “de
ida” es como Géminis, el “de vuelta” es como Acuario etc.
No es cierto, porque no se comprende qué tienen de maléfico Cáncer y Libra para que los aspectos
más difíciles (cuadratura y oposición) sean eso, difíciles, por su analogía con ellos.

3-Los aspectos son una división de la esfera por 2, 3, 4, 5, 6 , 7 etc. y tienen la naturaleza ca-
balística de esos números.
Eso también es falso. La esfera no tiene 360 grados porque sí, esta división no es aleatoria, sino que
es la combinación del ciclo solar y del ciclo lunar. La astrología es un armónico 12. De hecho, tanto
en el sistema de los signos como en el de las casas, esa esfera se organiza y estructura de modo simé-
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trico con agrupaciones de 2, 3 y 4 (los divisores del 12): doce signos, doce casas; 4 cuadrantes de 3
signos (3 x 4); casas angulares, sucedentes y cadentes (4 x 3).

Esto es posible porque un sub-armónico interactúa con el armónico superior. Y el 2, 3 y 4 son sub-
armónicos del 12. Pero una división en 7, por ejemplo, no tiene nada que ver con esa escala métrica.
No es un sub-armónico del 12. Si tuviera en una sala a 200 personas cantando un “do” y otro, en una
esquina, intentara cantar una nota de una escala musical distinta, ni se le oiría. Lo mismo ocurre con
las otras supuestas divisiones de la esfera: no pertenecen a su escala métrica ni están en su “onda”.
Puesto que no van asociadas a los dos gigantes (el Sol y la Luna), no tienen fuerza. Es como si un
mosquito intentara competir con la filarmónica de Berlín.

Por otro lado, los números tienen un valor cabalístico muy concreto e innegable, pero ese valor no se
parece en nada a los aspectos astrológicos. En Cábala, el 4 es un número de estabilidad y completi-
tud. En cambio, la cuadratura (la supuesta división del círculo en 4) es un aspecto de fricción. ¿Por
qué el 4 iba a representar la completitud en Cábala y la fricción en astrología? Lo mismo ocurre con
el 8: la “Justicia” según los pitagóricos, que le atribuían el equilibrio perfecto. Los astrólogos actua-
les dicen que la semicuadratura es un aspecto de tensión porque es la división del círculo en 8.
¿Desde cuándo tiene el 8 ese valor de “tensión”? Jamás lo ha tenido en ninguna tradición numeroló-
gica ni lo tendrá.

4-Puesto que el Sol es el centro del sistema, los aspectos son distancias de la misma naturaleza
que el domicilio de los planetas a igual distancia del Sol.

Ésta es la explicación tradicional y el origen de los aspectos como distancias significativas:

-El sextil es venusino porque hay 60º desde 0º Leo a 0º de Libra (domicilio de Venus).

-La cuadratura (90º) es de la naturaleza de Marte, puesto que Escorpio (domicilio de Marte) está a
90º del domicilio del Sol.

-El trígono es jupiterino, porque hay 120º entre 0 de Leo y 0 de Sagitario.

-La oposición es Saturnina y bloqueante, porque entre 0º de Leo y 0º de Acuario median 180º.

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Quedan fuera el semi-sextil por su naturaleza indefinida (Mercurio) y el quincuncio, también satur-
nino.

Ésta es, en mi opinión, la mejor explicación y da la casualidad de que es el origen del sistema de los
aspectos. Tiene la ventaja de ser muy sencilla y de definir con una pincelada la característica funda-
mental de cada aspecto. Se comprende perfectamente porqué la cuadratura es estresante (Marte),
mientras que la oposición es más bloqueante (Saturno).

5-La explicación de Morín basada en la forma en que se proyecta la luz:


No es el origen de los aspectos (como la 4), pero es un prodigio de coherencia. Morín parte del prin-
cipio de que el trígono y la oposición son los únicos aspectos puros, pues los demás dependen de
ellos, pero ellos no dependen de otros.

En la oposición la luz parte en línea recta y por


lo tanto no vuelve a su punto de partida. Esa luz
se pierde. Por eso la oposición es mala, ya que
representa la pérdida de la luz. Y no olvidemos
que la luz es análoga a las ideas.

En el trígono en cambio, puesto que la luz se


proyecta en ángulo, sí vuelve a su punto de par-
tida. Y se puede observar que lo hace con el
número mínimo de movimientos (3). Por eso el
trígono es bueno.

Los demás aspectos serán buenos o malos según su contacto con la oposición o con el trígono. En
lenguaje moderno diríamos que según si son sub-armónicos del mismo armónico o no.

La cuadratura es un sub-armónico de la oposi-


ción (de hecho vemos que el segundo movi-
miento coincide con la oposición). Por eso es
mala. Pero es menos mala que la oposición
porque la luz sí vuelve a su punto de partida.

El sextil alcanza primero el punto del trígono en


su segundo movimiento (60 + 60 = 120), pero
en el tercero toca también la oposición. Por eso
el sextil es bueno, pero no es perfecto.

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El semisextil lo toca todo: sextil, cuadratura,
trígono, oposición. Vemos además que es muy
lento, tarda mucho en regresar al punto de ori-
gen. Por tocar primero el trígono antes que la
oposición, podemos darle un carácter benéfico,
pero ese carácter ligeramente benéfico queda
muy menguado por esa lentitud.

El quincuncio o “inconjunto” según los antiguos


es un aspecto muy enredado. Tiene que dar la
vuelta varias veces antes de conseguir volver a
su punto de partida. Por eso se le llamaba “in-
conjunto”, porque no conseguía alcanzar el pun-
to de origen a la primera, lo fallaba y pasaba de
largo (150 + 150 = 300, + 150 = 450 etc.)

Esta explicación de Morín tiene la ventaja de dar una explicación satisfactoria del semi-sextil y del
quincuncio. Aparte de eso, usaremos también los antiscios y contra-antiscios que definiremos en el
capítulo 2.

Una vez tengamos claro esto, podemos clasificar así los aspectos usados en astrología mundial:

Aspecto Definición
conjunción Inicio del ciclo- unión (positiva o negativa)
semi-sextil aspecto indefinido, aunque ligeramente bueno
sextil aspecto de facilidad (Venus)
cuadratura aspecto de tensión y esfuerzo (Marte)
trígono aspecto de facilidad y pleno desarrollo (Júpiter)
quincuncio aspecto caótico-conexión que no acaba de cuajar
oposición aspecto de bloqueo y pérdida (Saturno)
antiscio aspecto semejante a la conjunción
contra-antiscio aspecto semejante a la oposición
paralelo de declinación aspecto semejante a la conjunción
contra-paralelo de decli- aspecto semejante a la oposición
nación

Aunque todos esos aspectos se usen, no todos sirven para levantar la carta de una CU. En astrología
tradicional, se calculaba las cartas astrales del momento exacto de las sicigias de aspectos ten-
sos (conjunción, cuadratura y oposición), porque el sextil y el trígono contribuyen al mantenimien-
to del sistema, y los cambios sólo se dan si hay crisis. Por eso, por ejemplo, se estudia la Luna nueva
o el plenilunio, a veces las cuadraturas, pero no se levanta nunca una carta para el momento del
trígono entre el Sol y la Luna. El trígono es un aspecto de mantenimiento, no de crisis. Pongamos
un ejemplo de astrología genetliaca: si uno tiene un trígono entre Venus y Júpiter bien dispuestos es
menos probable que intente cambiar su vida sentimental que si tiene a Venus cuadrada con Marte o
con Saturno. En este segundo caso, buscará, se moverá y se esforzará para mejorar su vida.

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Las casas

Las casas tienen en astrología mundial el mismo significado que en la natal, pero más especializado.
Véase el cuadro siguiente:

CASAS SIGNIFICADOS
I Los habitantes del lugar en cuestión: su carácter, mentalidad, vida y salud, prosperidad, rasgos y hábitos nacio-
nales.
Los asuntos interiores del país.
Las reacciones y condiciones de las masas.
Todos los seres vivos en general (animales o vegetales) que habitan en un sitio.
II La riqueza de la nación. El tesoro.
Impuestos de contribución.
Acciones, bonos, valores y todos los lugares y actividades relacionados con el dinero: banca, bolsa, industria y
comercio.
Exportaciones nacionales (porque producen dinero ganado).
Poder adquisitivo de la nación, sus gastos e ingresos.
Prosperidad y poder adquisitivo colectivo del pueblo.
Inversores e inversiones.
El armamento y los recursos de los que se dispone en caso de guerra.
III Tránsito interior, tráfico por tierra, aire o agua y comunicaciones.
Patrocinio público de los transportes y medios de comunicación.
Sistemas postales, radios, prensa etc. y sistemas de transporte.
Caminos y carreteras, ferrocarriles y ríos navegables.
Desplazamientos interiores del pueblo y sus comunicaciones.
Actividades intelectuales de la nación.
Relaciones con países vecinos.
Rumores y opinión pública.
Emigración.
El sistema educativo.
Pérdida de territorio durante una guerra (XII de IV).
IV Valores inmobiliarios, edificios, minas y sus productos.
Asuntos agrícolas.
Trabajadores de esos sectores.
Condiciones de alojamiento del pueblo.
Patriotismo.
Daños a las propiedades de esa naturaleza debidos a cataclismos (terremotos, inundaciones etc.).
Los intereses del pueblo contrapuestos a los de los gobernantes.
Tendencias democráticas contra las autocráticas del gobierno.
La oposición al gobierno.
V Los niños y cuanto afecta a los menores.
Cambios en la tasa de nacimientos.
La escuela pública.
Diversiones y lugares de entretenimiento o acontecimientos deportivos.
Especulaciones e inversiones públicas.
Felicidad y pesar públicos
Alta sociedad y clases superiores.
Embajadores, senadores y representantes gubernamentales.
El senado.
Ceremonias oficiales.
VI La salud pública. Epidemias.
Funcionarios en general, ejército, policía etc.
Clase trabajadora.
El índice de paro.
El partido que representa a la clase trabajadora.
Sindicatos.
Lugares donde se guardan los registros nacionales.
VII Relaciones de la nación con otras.
Tratados y convenios internacionales.
Enemigos.
Organizaciones antisociales.
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Delito y delincuentes.
Reuniones públicas.
Estado de las mujeres en la nación.
Tasa de matrimonios y divorcios.
VIII Renta pública.
Ingresos de exportaciones.
Poder adquisitivo de la nación.
Activos congelados en propiedades, acciones y bonos.
Deuda nacional y tasas de interés.
Organizaciones financieras como compañías de seguros y trusts.
Tasa de mortalidad.
Catástrofes con alto índice de mortandad.
El tesorero nacional.
Relaciones financieras con otros países.
IX Viajes de larga distancia, transportes y comunicaciones.
Religión y clero.
Jueces y tribunales.
La educación superior y sus instituciones. Y su personal.
Sociedades filosóficas y científicas y publicaciones de esa índole.
Ministerio de Relaciones Exteriores.
Inmigración.
Tiempo y tormentas en la costa.
La actitud de la prensa con el público.
Diplomacia.
Editoriales.
Turismo.
X El ejecutivo principal.
El partido político en el poder.
Personas eminentes y famosas.
Poder y proyección nacional.
XI El poder legislativo de la cámara de diputados.
Consejos municipales.
Los amigos de la nación.
La paz, alianzas y tratados.
Ceremonias.
Intercambio de agasajos con gobiernos extranjeros.
Necesidad y esperanza de apoyo internacional.
XII Problemas laborales (huelgas entre otros).
Plagas y epidemias.
Cuanto afecta negativamente al bienestar público.
Cárceles, prisiones, hospicios, hospitales etc.
Organizaciones consagradas al control coercitivo del pueblo.
Servicios coercitivos dispuestos por la ley.
Enemigos secretos.
Espías.
Delitos y delincuentes.
Crimen organizado y prostitución.
Viajes y escritos de los mandatarios.
Sociedades secretas.

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