La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se caracteriza por el exceso de grasa corporal y que ha aumentado a nivel mundial. El tejido adiposo blanco (WAT) juega un papel importante en la obesidad y sus complicaciones. El WAT almacena energía en forma de triglicéridos y secreta moléculas como la leptina, adiponectina y resistina que afectan el metabolismo y riesgo cardiovascular. La distribución del WAT también es relevante, ya que el visceral se asocia a un mayor
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La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se caracteriza por el exceso de grasa corporal y que ha aumentado a nivel mundial. El tejido adiposo blanco (WAT) juega un papel importante en la obesidad y sus complicaciones. El WAT almacena energía en forma de triglicéridos y secreta moléculas como la leptina, adiponectina y resistina que afectan el metabolismo y riesgo cardiovascular. La distribución del WAT también es relevante, ya que el visceral se asocia a un mayor
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se caracteriza por el exceso de grasa corporal y que ha aumentado a nivel mundial. El tejido adiposo blanco (WAT) juega un papel importante en la obesidad y sus complicaciones. El WAT almacena energía en forma de triglicéridos y secreta moléculas como la leptina, adiponectina y resistina que afectan el metabolismo y riesgo cardiovascular. La distribución del WAT también es relevante, ya que el visceral se asocia a un mayor
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se caracteriza por el exceso de grasa corporal y que ha aumentado a nivel mundial. El tejido adiposo blanco (WAT) juega un papel importante en la obesidad y sus complicaciones. El WAT almacena energía en forma de triglicéridos y secreta moléculas como la leptina, adiponectina y resistina que afectan el metabolismo y riesgo cardiovascular. La distribución del WAT también es relevante, ya que el visceral se asocia a un mayor
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1.
INTRODUCCIÓN
La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial
prevenible, la cual se caracteriza por acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo; es decir, cuando la reserva natural de energía de los humanos y otros mamíferos —almacenada en forma de grasa corporal— se incrementa hasta un punto en que pone en riesgo la salud o la vida. Ha aumentado de forma considerable en los países desarrollados, convirtiéndose en una epidemia mundial.
“La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial. [...]
Aunque anteriormente se consideraba un problema confinado a los países de altos ingresos, en la actualidad la obesidad también es prevalente en los países de ingresos bajos y medianos.”
Artículo de la OMS (Organización Mundial de la Salud)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera obesos a las
personas que tengan un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2 . También se considera signo de obesidad un perímetro abdominal en hombres mayor o igual a 102 cm y en mujeres mayor o igual a 88 cm.
La obesidad forma parte del síndrome metabólico, y es una indicación de
la predisposición a varias enfermedades, particularmente enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, apnea del sueño, ictus y osteoartritis, así como para algunas formas de cáncer, padecimientos dermatológicos y gastrointestinales. Esto ocurre como resultado de la resistencia a la insulina inducida por la obesidad y el hecho de que el tejido adiposo no solo sirve como reservorio de energía sino como órgano endocrino.
La obesidad se acompaña de un riesgo cardiovascular elevado por la
coexistencia de otros factores de riesgo, esto están ligados a un exceso de tejido adiposo y a una particular distribución corporal del mismo. Esta forma de distribución de la grasa en el obeso está relacionada con la morbimortalidad cardiovascular a través de un síndrome metabólico aterogénico, tal distribución tiene más impacto en el riesgo cardiovascular que la obesidad por sí misma.
En mamíferos el tejido adiposo está compuesto por dos tipos de grasas
como: tejido adiposo blanco (WAT) y tejido adiposo marrón o pardo (BAT).
El desarrollo de la obesidad no solo depende del balance entre la
ingesta y el gasto energético sino también del balance entre el WAT y el BAT. Además, el BAT podría afectar al metabolismo del organismo y alterar la sensibilidad a la insulina, también modificar la susceptibilidad a desarrollar obesidad. 2. PAPEL DEL TEJIDO ADIPOSO BLANCO EN LA OBESIDAD Y SUS COMPLICACIONES METABÓLICAS Y VASCULARES ASOCIADAS
2.1. MORFOLOGÍA Y DISTRIBUCIÓN DEL WAT. IMPLICACIÓN EN EL
RIESGO CARDIOVASCULAR
El adipocito WAT tiene distintas formas, generalmente es de forma
esférica de in tamaño entre 25-200 um posee núcleo periférico y plano, un citoplasma delgado que contiene una gota lipídica grande que ocupa el 90% de su volumen también presenta escasas mitocondrias y un retículo endoplasmatico rugosos y liso.
WAT se compone de adipocitos que se mantienen unidos por un tejido
conectivo laxo que esta adecuadamente inervado y vascularizado, además de contener adipocitos también posee macrófagos, leucocitos, células progenitoras, fibroblastos y células endoteliales, todos estos componentes ya mencionados dan cuenta a la gran variedad de proteínas secretadas por WAT .
El tejido adiposo blanco está distribuido a lo largo de todo el organismo y
posee varios compartimientos que varían de acuerdo al tamaño celular del adipocito, a su actividad metabólica y a su resistencia a la insulina.
En humanos existen dos depósitos de tejido adiposo blanco que son el
depósito subcutáneo que corresponde al tejido adiposo que se encuentra debajo de la piel y el deposito visceral que tiene de dos tipos: el que se encuentra envolviendo al intestino que se le denomina mesentérico y el segundo que se extiende desde la parte inferior del estómago recubriendo el abdomen y el que más se utiliza en el estudio de la grasa visceral que se le denomina omental.
Estos dos tejidos presentan muchas diferencias en cuanto anatómicas,
celulares y moleculares como por ejemplo su irrigación, los niveles de mRNA elevados en cuanto al omental sobre el visceral, también en que el omental posee una mayor capacidad de movilización de ácidos grasos sobre el subcutáneo debido a su sensibilidad frente a los efectos lipoliticos de las catecolaminas y a los efectos antipoliticos de la insulina.
Al final también se describen diferencias en cuento a la secreción de
adipoquinas, en cuanto a la obesidad periférica que se caracteriza por una acumulación de grasa subcutánea que es más frecuente en mujeres y no se asocia a el riesgo de sufrir alguna patología también está la obesidad central o abdominal es más frecuente en hombres que se caracteriza por la acumulación del tejido adiposo visceral y por último se asocia a enfermedades como diabetes del tipo II e hipertensión aumentado el riesgo cardiovascular.
2.2. EL WAT COMO RESERVORIO DE ENERGÍA
El tejido adiposo blanco constituye el mayor reseservorio de energia en
el organismo, esta ebnergia es almacenada en los adipocitos en forma de triglicéridos.
La principal fuente de estos triglicéridos provienen de los quilomicrones y
las proteínas de muy baja densidad (VLDL), en los seres humanos el almacenamiento de los acidos grasos en el tejido adiposo depende prácticamente de la liberación de los mismos a causa de la lipoproteína lipasa (LPL) tan importante es esta emzima en el matebolismo de los lípidos que se describe una acción proaterogenica de la LPL expresada por el macrófago y una acción antiaterogenica de la LPL, expresada en el tejido adiposo y musculo.
2.3 EL WAT COMO ÓRGANO ENDOCRINO
El tejido adiposo blanco además de ser un órgano de reservorio de
energía, es un órgano secretor de moléculas que tienen una acción endocrina, paracrina y autocrina. Algunas de estas moléculas están implicada en regulación del peso corporal (leptina, adiponectina), en la respuesta inflamatoria local (TNF-α, IL-6 e IL-1β), en la función vascular (Ang II y PAI-1) o reproductora (estrógenos, entre otras). La leptina es una hormona secretada mayormente por los adipocitos, aunque también puede ser secretada por células inmunocompetentes y endoteliales, en proporción directa a la masa de tejido adiposo, al contenido de triglicéridos y al estado nutricional, siendo mayor en el tejido subcutáneo que en el tejido visceral y disminuyendo su producción con el ayuno prolongado.
La leptina inhibe la lipogénesis y estimula la lipólisis, reduciendo los
niveles de lípidos intracelulares en el músculo esquelético, el hígado y las células betapancreáticas, mejorando de esta manera la sensibilidad a la insulina.
La principal acción de la leptina es la de actuar como señal de saciedad.
Durante el ayuno la leptina desciende rápidamente y estimula también la liberación de glucocorticoides, la reducción de tiroxina, de las hormonas sexuales y de la hormona del crecimiento. Por su acción angiogénica puede afectar la estructura vascular, y por medio del receptor plaquetario de leptina contribuye a la trombosis arterial.
La adiponectina inhibe la adhesión de monocitos a las células
endoteliales, la transformación de macrófagos en células espumosas y la activación de células endoteliales. Ejerce también un efecto sinérgico con la leptina para mejorar la sensibilidad a la insulina. Dentro de sus efectos metabólicos se encuentran: la mejoría de la insulino sensibilidad a nivel hepático, el descenso del flujo de ácidos grasos libres no esterificados, el incremento de la oxidación de grasa y la reducción de la salida de glucosa hepática. En el músculo, la adiponectina estimula el uso de glucosa y la oxidación de los ácidos grasos
Se sugiere que los individuos con altas concentraciones de adiponectina
son menos propensos a desarrollar diabetes tipo 2 que aquellos con concentraciones bajas, razón por la cual se le considera un importante marcador, tanto de resistencia a la insulina como de riesgo de enfermedad cardiovascular. La resistina se expresa en células inmunocompetentes como el monocito-macrófago. La proteína humana presenta 59 % de homología con el ratón, su expresión en el TAB humano es menor a la de los ratones y no está del todo claro cuál es su papel en el desarrollo de la resistencia a la insulina en humanos. Estudios recientes han informado que tanto la expresión de la resistina en el TAB como sus concentraciones séricas, se encuentran aumentadas en individuos obesos y con DM tipo 2.
Numerosos estudios en humanos han fallado en demostrar una
correlación clara y consistente entre la expresión de resistina en el tejido adiposo, o entre los niveles circulantes de resistina y la adiposidad o la insulinorresistencia.1 Pero lo que sí parece probado es que constituye un vínculo con el entorno inflamatorio, debido a su predominante producción por monocitos y por su correlación con los niveles de IL-6.
El TNF-α se expresa mayormente en el tejido subcutáneo comparado
con el tejido visceral y ejerce sus acciones vía receptores de tipo I y II, expresados por el adipocito. El ARN mensajero (mARN) del TNF-α del tejido adiposo se correlaciona con el índice de masa corporal, con el porcentaje de grasa corporal y con la hiperinsulinemia.
A pesar de que en humanos los niveles del RNAm y de la proteína de
TNF-α son bajos, en el TAB correlacionan positivamente con la adiposidad y disminuyen en sujetos obesos después de la pérdida de peso, mejorando la sensibilidad a la insulina. Un artículo reciente informa que en individuos obesos la mayor parte de la liberación de TNF-α en el tejido adiposo se presenta en las células no adiposas.
Su efecto endocrino directo parece menos importante que los efectos
indirectos, que resultan de la modulación auto y paracrina de los ácidos grasos no esterificados que disminuyen su captación por el tejido adiposo, así como la inhibición en la expresión de adiponectina y de IL-6.
En relación al inhibidor del activador del plasminógeno PAI-1 se ha
observado que su expresión y secreción son mayores en el tejido visceral que en el tejido subcutáneo y sus niveles elevados, observados en la obesidad y en la insulinorresistencia, se correlacionan positivamente con el síndrome metabólico. La pérdida de peso, la restricción calórica, el ejercicio y la mejoría de la sensibilidad a la insulina, con un tratamiento a base de metformina o de tiazolidindiona, reduce significativamente sus niveles circulantes.
El angiotensinógeno es producido principalmente en el hígado y su
mayor fuente extrahepática es el tejido adiposo. Un aumento en su producción contribuye a un incremento de masa adiposa, porque según se cree, la angiotensina II actúa localmente como factor trófico para la formación de nuevo tejido adiposo.
2.4 PAPEL DEL WAT EN LA INFAMACIÓN GENERADA EN LA OBESIDAD Y
EN LAS ALTERACIONES VASCULARES ASOCIADAS
En la obesidad asociada a la resistencia de insulina se produce
acumulación de lípidos en los adipocitos, estresando a la célula y activando vías JNK y el factor nuclear de transcripción KN, las cuales regulan la fosforilación de proteínas y demás procesos que provocan un aumento de moléculas pro-inflamatorias, causados por adipocitos.
La moléculas de adhesión celular endoteliales y vasculares, así como
quimioatractantes se unen a integrinas y CCR lo que aumenta el llamado a monocitos y demás células inflamatorias de tejido adiposo. Los monocitos se vuelven macrófagos y amplifican la respuesta inflamatoria. De igual manera ayudan los linfocitos T quienes circulan en el organismo e infiltran tejidos periféricos para luego proporcionar mediadores pro-inflamatorios.
Se conoce que el tejido adiposo se encuentra vascularizado con
múltiples capilares, por lo que se considera a la microcirculación como pieza clave en la inflamación del tejido adiposo. En un endotelio de condiciones normales, los leucocitos no se adhieren, mientras que ocurre todo lo contrario en una dieta rica en grasas. Esto aumentaría la expresión de proteínas de adhesión I-CAM-1, V-CAM-1, E-selectina y P-selectina como una respuesta al aumento de adipocitos y linfocitos T. Dado el aumento adiposo se activa la respuesta inflamatoria también en la vía portar del hígado, se puede entender lo siguiente como la acumulación de lípidos en hepatocitos induciendo una respuesta inflamatoria subaguda, siendo responsables las moléculas que favorecen la inflamación ubicadas en la grasa abdominal. Aquí empieza el papel de la expresión de citoquininas en el desarrollo de la resistencia a la insulina mediante la activación de macrófagos hepáticos de las células de Kupffer. Cabe resaltar que en un caso de obesidad no aumenta el número de células de Kupffer, sino su actividad. Por todo lo antes explicado se inicia una inflamación sistémica produciendo resistencia a la insulina en músculo esquelético así como en otros ejemplos tisulares periféricos. 3.5. EL BAT COMO ÓRGANO ENDOCRINO
Al igual que el WAT, el tejido adiposo marrón funciona como órgano
endocrino, secretando distintas citoquinas, hormonas y otros factores como TNF-α, adiponectina y leptina. Sin embargo, el BAT secreta moléculas pertenecientes solo a este tejido adiposo, llamadas BAToquinas, en los cuales tenemos, el factor de crecimiento fibroblástico (FGF21), requeridas para a adaptación del frío y estimulación adrenérgica.
Algunas proteínas secretadas poseen funciones autocrinas, como
adipsina, FGF2, IGF-1, prostaglandinas y adenosinas. Y otros desempeñan funciones paracrinas, como los factores neurotróficos (BDNF Y NGF). Factores como el NGF se producen a través de la proliferación de preadipocitos marrones, contribuyendo en la inervación simpática y mayor estimulación por norepinefrina. Tenemos también otros factores sintetizados por el BAT, como el óxido nítrico, angiotensinógeno y el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF). La expresión del VEGF en el BAT se debe a la alta proliferación y madurez de adipocitos marrones, noradrenalina y exposición al frio. Y por otra parte, tenemos la expresión del óxido nítrico; ya que, la noradrenalina induce a su aumento, esto incluye al óxido nítrico inducible (iNOS) y al endotelial (eNOS). Beneficiando al aumento del flujo sanguíneo.
El BAT no parece acumular tanto infiltrado de macrófagos, a diferencia
del tejido blanco, debido al mayor número de mitocondrias que existen en estas, que permiten metabolizar los ácidos grasos a través de la β-Oxidación. Además, estos macrófagos poseen una expresión de citoquinas y quimioquinas que los macrófagos del WAT.
4. PAPEL DEL TEJIDO ADIPOSO PERIVASCULAR EN LA OBESIDAD Y SUS
COMPLICACIONES METABÒLICAS Y VASCULARES ASOCIADAS
4.1. MORFOLOGÌA Y DISTRIBUCIÒN DEL PVAT
La distribución del tejido adiposo perivascular abarca la
aorta, rodea la arteria coronaria, vasos sistémicos (lecho microcirculatorio de las mesentéricas), músculos, riñón y tejido adiposo con excepción de la circulación cerebral. Esta se une al exterior de la capa adventicia sin ninguna estructura laminar.
Su función o característica depende del lecho vascular al que este unido.
Por lo tanto, el PVAT de la arteria aorta abdominal sería meramente WAT, las arterias coronarias tendría características de ambos tanto WAT como BAT y la aorta torácica sería muy parecido al BAT. Al igual que las características, la vascularización y la inervación varían de forma según la localización.
4.2 PAPEL DE PVAT EN LA OBESIDAD Y EN LAS COMPLICACIONES
VASCULARES ASOCIADAS
El PVAT está formado por adipocitos, fibroblastos y células madre,
además de células inflamatorias infiltradas tales como macrófagos y linfocitos T. El tejido adiposo perivascular aumenta su expansión en la capa adventicia modulando la función vascular en sujetos delgados, pero en casos de obesidad, este tejido aumenta de tamaño, creando un entorno hipóxico disminuyendo efectos de protectores de anterogénesis y complicaciones vasculares. Aquí el PVAT pierde su capacidad reguladores por la liberación mermada de vasodilatadores y aumento de promotores de vasoconstricción.
Por otro lado, se conoce que el aumento del PVAT se relaciona de
manera positiva en la cantidad de tejido adiposo intra-abdominal. En obesidad o arterosclerosis, este tejido puede ser infiltrado por macrófagos y linfocitos T, aumentando la expansión te tejido adiposo, alterando las moléculas que favorecen la inflamación.
Las propiedades inflamatorias del tejido adiposo del epicardio no están
relacionadas a la obesidad. El PVAT que se encuentra envolviendo a la arteria aorta torácica es similar en forma al BAT, siendo más resistentes a inflamaciones inducidas por una dieta rica en grasas. 5. NUEVAS PERSPECTIVAS EN EL TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD
Las primeras indicaciones abarcan la restricción calórica y el ejercicio
físico dosificado, según la condición física del paciente obeso. Obteniendo beneficios como el aumento de las esperanza de vida, reduce los riesgos de desarrollar diabetes, enfermedades cardiovasculares, desordenes degenerativos y algunos canceres, teniendo mecanismo implicados en estos procesos. Restricción calórica, esto se debe a una disminución de la producción de radicales libres mitocondriales y un aumento en las proteínas resistentes al estrés celular, obteniendo así un balance energético y una disminución de la adiposidad en las grasas viscerales principalmente. Ejercicio físico comprende el perfil lipídico, el mecanismo implicado es la elación de la HDL, que produce una disminución del coeficiente LDL/HDL, que se traduce en riesgo cardiovascular. Este aumenta su tamaño debido al ejercicio físico disminuyendo su capacidad aterogènica. Además, pacientes con índice de triglicéridos altos tienden a disminuir esta cantidad debido a una mejora en la sensibilidad a la insulina. Incluso, esta trae beneficios en la adaptación metabólica, debido a un aumento del potencial oxidativo y favoreciendo el metabolismo de lípidos e hidratos de carbón de forma aeróbica, idónea para el tratamiento de la obesidad.
Otro tratamiento, abarca el uso de tejido adiposo marrón; ya que si
respuesta adaptativa se debe a un moderado e intermitente estrés, generando así una proliferación y diferenciación de células progenitoras de adipocitos marrones. También incluye incremento de la masa mitocondrial y expresión de UCP-1 en el WAT. Todo esto factores repercuten en un gasto energético y la reducción del estrés oxidativo, generando una mayor resistencia a desarrollar obesidad, enfermedades vascular y metabólicas.