Los Orígenes de La Democracia Totalitaria - J. L. Talmon
Los Orígenes de La Democracia Totalitaria - J. L. Talmon
Los Orígenes de La Democracia Totalitaria - J. L. Talmon
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J. L. T A I. M O N .
PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD HEBREA DE JERUSALEN
LOS ORIGENES
DE LA DEMOCRACIA
TOTALITARIA
Traducción del inglés por
MANUEL CARDENAL IRACHETA
Catedrático de Filosofía
AGUILAR
MADRID - MEXICO - B. AIRES
1956
La edición original de esta obra se ha publicado en lengua inglesa por la
editorial Seeker & Warburg, de Londres, con el título
THE ORIGINS OF TOTALITARIAN DEMOCRACY
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INDICE GENERAL
Prefacio del autor............................................................................................... xvn
Introducción........................................................................................................ 1
I. Dos tipos de democracia: liberal y totalitaria.. . . . . . . . . . . . . . . 1
II. Los orígenes del mesianismo político en el siglo xvm: El cisma.. 3
III. Totalitarismo de derecha y totalitarismo de iz q u ie rd a ......... 6
IV. Mesianismo secular y religioso........................................ . . . ......... 8
V. Cuestiones de método..................................................... ................... 11
PARTE PRIMERA
LOS ORIGENES DEL MESIANISMO POLITICO EN EL SIGLO XVIII
C a p ít u l o I
C a p ít u l o II
LA SOCIEDAD IDEAL Y LA LIBERTAD (HELVETIUS Y HOLBACH)
C a p ít u l o III
LA DEMOCRACIA TOTALITARIA (ROUSSEAU)
'J
a) Trasfondo psicológico..................... ........................................ 41
b) La voluntad general y la individuai................................... 43
c) La voluntad general, la soberanía popular y la dictadura 46
d) La voluntad general como finalidad................................... 52
C a p ít u l o IV
LA PROPIEDAD (MORELLY Y MABLY)
PARTE SEGUNDA
LA IMPROVISACION JACOBINA
C a p ít u l o V
LA REVOLUCIÓN DE 1789—SIEYÈS
a) La actitud revolucionaria......... . . i ...................................................... 75
b) La soberanía popular............................................................................. 80
c) . La^ propiedad....................................................................................... 83
C a p ít u l o V I
r
r
C a p ít u l o XI
LA DOCTRINA SOCIAL DE BABEUF
r
a) La igualdad y el Contrato Social.. . . . '. ........................ .................. 198
r
r b) Panorama de la Historia como historia de la lucha de clases.. . . . 200
c) La interpretación de la Revolución francesa.................................... 203
d) La evolución hacia el comunismo.................................................... 206
r
r
C a p ít u l o XII
r
LA HISTORIA DEL COMPLOT DE BABEUF
r
r
C a p ít u l o XIII
DEMOCRACIA Y DICTADURA
r XIV
r
C a p ít u l o
ESTRUCTURA DE LA CONSPIRACIÓN
r
r b) El plan de insurrección.............................................. ........................ 247
r
C a p ít u l o XV
r
EL ÚLTIMO ESQUEMA
í
Je pense donc que l’espèce d’oppression
dont lçs peuples démocratiques sont mena*
cés ne ressemblera à rien de ce qui l’a
précédée dans le monde; nos contempo
rains ne sauraient en trouver l’image dans
leurs souvenirs. Je cherche en vain moi-
même une expression qui reproduise exac
tement l’idée que je m’en forme et la
renferme; les anciens mots de despotisme
et de tyrannie ne conviennent point. La
chose est nouvelle; il faut donc tâcher de
la définir, puisque je ne peux la nommer.
A l e x is de T o c q u e v il l e
r
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PREFACIO DEL AUTOR r
Un deber dé gratitud ine obliga a mencionar las personas y r
entidades que me han ayudado a escribir este libro. Vaya en pri
mer lugar el difunto profesor Harold Laski, quien siempre me dis r
tinguió con su amistad y afecto. El profesor R. H. Tawney me ha
í
prestado, junto con su amistad, el consejo de su amplio saber y
el estímulo de su aguda crítica. El profesor E. H. Carr y él doctor r
Alfred Cobban han seguido paso a paso el desarrollo de este libro
y han contribuido especialmente a aclarar muchas de sus ideas. El r
profesor Martin Buber leyó el manuscrito e hizo algunas observa
ciones, que me fueron de gran utilidad. r
Difícilmente podría exagerar mi deuda con mi antiguo profesor
y actualmente colega en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el r
profesor R. Koebner, de quien recibí las primeras enseñanzas, y
con el que, en estos últimos años, he estado en fructífera comuni i
cación científica. He tenido la oportunidad de discutir el asunto r
de este libro con los profesores Georges Lefebvre y C. E. Labrous-
se, de la Sorbona; con el señor Isaiah Berlín, de Oxford; con el r
señor Ralph Miliband, de la London School of Economics, y con
el señor A. Galante Garrone, de Turín (desgraciadamente, después
que el libro había sido enviado a la imprenta). A todos quiero dar
r
aquí las gracias por sus estimulantes indicaciones. Mas la persona i
sin cuya ayuda hubiera sido imposible acabar este libro es mi que
rido amigo, el señor T. E. Utley. No tengo palabras para expresarle í
mi gratitud por su incansable interés, su crítica, pormenorizada y i
brillante, y los muchos trabajos que se ha tomddo corrigiendo el
estilo de este libro, ya que el idioma inglés no es el vernáculo del f
autor. No menor deuda de gratitud tengo para el señor Gerald M.
FitzGerdd, de Cambridge, que me ofreció maravillosa hospitalidad i
í
XVIII PREFACIO
I
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INTRODUCCION p
r
la suposición de una verdad política única y exclusiva. Podría ser
llamada mesianismo político, en el sentido de que postula esquemas
de realidades perfectas, preordenadas y armoniosas, hacia las cuales
los hombres son llevados irremisiblemente y a las que están obligados
r
r a llegar. Finalmente, reconoce un solo plano de existencia: el polí
tico. Extiende el campo de la política hasta abarcar toda la existencia
r
r
estado de armonía ideal. En el caso de la democracia totalitaria,
este estado está definido de un modo preciso y está tratado como una
cuestión de inmediata necesidad, como estímulo para la acción di
recta, para un acaecer inminente;
r
r
El problema que plantea la democracia totalitaria, problema que
es uno de los principales temas de este libro, podría llamarse la
paradoja de la libertad. ¿Es la libertad humana compatible con un
modelo exclusivo de existencia social, aun en el caso de que este
r
r
modelo pretenda la máxima justicia y seguridad sociales? La para
doja de la democracia totalitaria está en la insistencia en su compa
r tibilidad. El propósito qué proclama nunca está representado en una
idea absoluta, externa ál hombre, sino que se le cree inmanente a
r
INTRODUCCIÓN 3
del sentimiento, que es la sal de la libertad, fué por sus pasos conta
dos arruinada por la presión del pueblo permanentemente reunido,
que vibra con emoción colectiva.
De hecho, aquellos pensadores del siglo XVIII fueron profetas ar
dientes de la libertad y de los derechos del hombre. Esto es tan evi
dente que no hay necesidad de mencionarlo. Pero lo que sí es
necesario hacer resaltar es la intensa preocupación del siglo xvm
por la idea de la virtud, la que no era otra cosa sino conformidad
con el deseado modelo de armonía social. Rehusaron aceptar como
inevitable el conflicto entre libertad y virtud. Por el contrarío- la
ecuación inevitable de la libertad con la virtud y la razón fué uno
de los más acariciados artículos de su credo. Cuando la religión
secular del siglo xvm se enfrentó con este conflicto el resultado fué
el gran cisma. La democracia liberal, acobardada ante el espectro
de la fuerza, echó mano de la filosofía del ensayo y error. El mesia-
nismo totalitario, por su parte, se enquistó en una doctrina exclu
siva representada por una vanguardia de iluminados, cuya doctrina
les justificaba del uso de la violencia contra los que rehusaban ser
libres y virtuosos.
La otra, y no menos importante, causa de esta escisión, fué la
cuestión de la propiedad. El impulso original de la política mesiá-
nica no fué el económico, sino el ético y político. Aunque radicales
en sus premisas teóricas, la mayoría de los pensadores del siglo xvm
temieron aplicar el principio de renovación total a la esfera econó
mica y a la propiedad. Era, no obstante, muy difícil teorizar sobre
el orden social armoniosamente racional en el que las contradic
ciones estaban resueltas, reprimidos los impulsos antisociales y sa
tisfechos los deseos de felicidad de la humanidad, dejando el terreno
de las empresas económicas dominado por los hechos consumados y
por los llamados intereses; en una palabra, por el azar y el espíritu
de ganancia de los hombres. Los pensadores del siglo xvm se halla
ron así envueltos en graves incongruencias, que trataron de superar
con toda clase de trazas. La más notable fué la de los fisiócratas,
una combinación de absolutismo político y laissez fcdre económico.
Pretendían que las libres empresas económicas ,llegarían, de acuerdo
con la ley de la oferta y la demanda, a producir la armonía social.
Pero antes de que acabara el siglo xvm, la secreta lógica del mesia-
nismo político, precipitada por el levantamiento revolucionario, sus
esperanzas, sus lecciones y contratiempos, convierten la religión secu
lar del siglo xvm de una doctrina ética, en una doctrina social y
económica basada en premisas éticas. El postulado de salvación, im-
6 INTRODUCCIÓN
S
o en la idea del orden natural, vino a significar, paradas masas
Jas por la Revolución, un mensaje, ante todo, de salvación
social. El ideal.objetivo de armonía social se convirtió en las aspi
raciones y esfuerzos de una clase; el principio de laJibertad virtuosa,
en la pasión por la seguridad. Las clases poseedoras, sorprendidas y
aterrorizadas por las consecuencias de la idea del orden natural, Se
apresuraron a sacudirse la filosofía qiie habían anteriormente abra
zado tan de buen grado como un arma manejada en la lucha contra
los privilegios feudales. El cuarto estado había tomado esta filosofía
en sus manos, llenándola de uníséntido nuevo. De este'modo la ideo
logía de la burguesía ascendente se transformó en lá del proletariado.
El objeto de este libro es examinar las diversas fases a través de
las cuales los ideales sociales del siglo xvm se transformaron por
un lado en los de la democracia totalitaria. De estas fases deben, sér
tenidas en cuenta tres: el postulado del siglo xvni, la improvisación
jacobina, y la cristalización del babuvismo. Ellas condujeron a la
emergencia del comunismo económico, por una parte, y a la, síntesis
de la soberanía popular y a la dictadura del partido por la otra. Las
tres fases constituyen las tres partes en que este estudio se» divide. La
evolución del tipo liberal de democracia queda fuera de su ámbito.
La democracia totalitaria moderna es. una dictadura que descansa
en el entusiasmo popular, y por eso es completamente diferente del
poder absoluto dirigido por un rey que gobierne por derecho divino,
o por un tirano usurpador. .En tanto se trata de una dictadura ba
sada en la ideología y en el entusiasmo de las masas, es consecuencia
de la síntesis entre da idea del orden natural del siglo xvm y Ja
idea rqusoniana de la realización y autoexpresión del pueblo.; Por
razón de esta síntesis, el racionalismo se convirtió en una fe apa
sionada. La ambigua naturaleza de la voluntad general de Rous
seau, concebida como algo que, por una parte, es válido a'príori, y
. por otra es inherente con la voluntad del hombre; al par algo exclu
sivo e implicando ¡unanimidad j llegó a ser la* fuerza conductora de
la democracia totalitaria y la fuente de. todas sus contradicciones.y
antinomias. Estas deben de ser consideradas detenidamente. .
r
de una sociedad de santos al plano exclusivamente trascendental.
Sin embargo, hay diferencias vitales entre los movimientos del
milenio y el moderno mesianismo político. Los primeros fueron su
cesos tan sólo esporádicos, si bien la tensión que les dio origen
estaba siempre latente. Eran una llama alumbrada, pero pronto extin
guida, o, a lo menos, hecha inocua para la sociedad en general. Pero
r
Y
la crisis podía dejar tras sí una secta. El mito podía sobrevivir, y
tal vez reavivar un ascua en algún remoto lugar o en otra época.
La sociedad, en general, seguía comò antes, aunque no totalmente li
bre del miedo y de la disconformidad mental que había dejado la
r
conflagración, y no totalmente inmune a la influencia de la nueva í 1
secta. 11
Había, no obstante, un principio fundamental en el milenarismo
anterior al siglo xvm que le hizo incapaz de desempeñar el papel I"!
del moderno mesianismo político: su esencia religiosa. Ello explica
por qué los espasmos o movimientos mesiánicos del primer tipo ter í 1
í:
minan, invariablemente, rompiendo con la sociedad y formando
sectas basadas en la adhesión voluntaría y en un ensayo de comu
nidad aparte. El mesianismo moderno, por su parte, ha tenido siem
pre la inténción de producir una revolución total en la sociedad. El i 1
poder impulsor de las sectas era la palabra de Dios, la esperanza
í !
r
r 10 INTRODUCCIÓN
r
r.. de santos. Éste ideal no es desemejante de la moderna expectación de
una sociedad de hombres absolutamente.libres e iguales, pero no
r
por eso dejando de actuar con espontáneo y perfecto acuerdo. Mas,
a despecho de esta superficial .semejanza, las diferencias entre ambas
r
actitudes son fundamentales. Aunque los revolucionarios cristianos
luchaban por la libertad individual para interpretar la palabra de
r
Dios, su soberano no era un hombre, sino que era Dios mismo. Bus
caban la salvación personal y una sociedad igualitaria fundada sobre
r
la ley natural, porque tenían del propio Dios que en ella podían
salvarse y creían que la obediencia a Dios es la condición de la li
r
bertad humana. El punto de referencia del mesianismo moderno, por
otra parte, es la razón y la voluntad ,humanas y su fin la felicidad
r
sociedad en que exista la distinción ortodoxa entre el reino de Dios
y el estado temporal, y como consecuencia los compromisos éntre lo
social y lo político habrían, perdido gran parte de su flexibilidad.
La marcha hacia la realización de un modelo exclusivo hubiera sido,
r
n no obstante, impedida, ya que no por la idea de la falibilidad del
hombre, a lo menos por la conciencia de que la vida terrena .no es
un círculo cerrado, sino algo que tiene su continuación y su fin*en
la eternidad. El monismo mesiánico secular no está sujeto a tales
r restricciones. Exige que la suma total sea liquidada aquí y ahora.
; El ala extrema del puritanismo inglés, al tiempo de la revolución
í
cromwehana, llevaba todavía la impronta imborrable de la escato-
. . . INTRODUCCION 11
V, CUESTIONES DE MÉTODO
Rousseau, den ihr noch einmal über das andere einen Träumer nennt,
indes seine Träume unter euren Augen in Erfüllung gehen, verfuhr viel zu
schonend mit euch, ihr Empiriker; das war sein Fehler.
J o h a n n G o t t l ie b F ic h t e
Dieses merkt euch, ihr stolzen Männer der That. Ihr seid Nichts als un
bewusste Handlungen der Gedankenmänner die oft in demüthigster Stille euch
all euer Thun aufs bestimmteste vorgezeichnet haben. Maximilien Robespierre
war Nichts als die Hand von Jean Jacques Rousseau, die blutige Hand, die
nus dem Schosse der Zeit den Leib hervorzog, dessen Seele Rousseau geschaffen.
P
P
P
I
P
t;
P
P
Capítulo I
í :
EL POSTULADO DEL ORDEN NATURAL
P
a) EL PRINCIPIO ÚNICO
r
En 1755, Morelly, en El Code de la nature, enseñó a “levantar el p
velo” para que se pudiera mirar “con horror la fuente y el origen
de todos los males y de todos los crímenes”, y aprender “las más f!
sencillas y hermosas lecciones de la naturaleza en perpetua contra
dicción con una moralidad y política vulgares”. Colocó de un lado p
la ciencia de la moralidad natural, que señaló como la misma para
todas las naciones, y era tan sencilla y evidente en sus axiomas y r
consecuencias, que les mathématiques elles-mêmes; y, de otro lado,
el caos de enormes absurdos, falsos principios y fines frácasados, í :
que presenta toda la historia de la humanidad. La aspiración de r?
Morelly era encontrar una situación donde fuera “casi imposible
para el hombre ser depravado y vicioso” y en la que el hombre p
pudiera ser lo más feliz posible. La fortuna, cette prétendue fatalité,
sería ahuyentada del mundo, p
Morelly arguyo como si tratara de excogitar un plan racional ;
pero, al mismo tiempo, pretendía que estaba nada menos que des V!
cubriendo el modelo objetivo de la realidad. Este modelo lo conci
bió como un mecanismo social, una “máquina automática maravi í 1
llosa”. Lo describió como un tout intelligent qui s arrangeât lui-même
par un mécanisme aussi simple que merveilleux; ses parties étaient í !
préparées et pour ainsi dire taillées pour former le plus bel assem P
blage. Gomo cualquier ser en el mundo, la humanidad tiene un point
fixe dHntêgrité al que sube por grados. El orden natural es la última 1 1
aspiración de la humanidad.
í '
2
18 PARTE I. ORÍGENES DEL MESIANISMO POLITICO EN EL SIGLO XVIII
,fodas sus ideas de él. El estado ocupa el lugar del punto absoluto
de referencia comprendido en el principio universal. Las implica
ciones de este cambio se examinarán más tarde.
El pensamiento del siglo xvm, que preparó el campo para la
Revolución francesa, se le puede considerar en tres aspectos di
ferentes: primero, crítica del antiguo régimen, sus abusos y absur
dos; segundo, las ideas positivas acerca de un sistema más racional
y más libre de administración, tales como, por ejemplo, las ideas
sobre la separación de poderes, la situación de la justicia, y un
sano sistema de impuestos; y, por último, la vaga esperanza me-
siánica unida a la idea del orden natural. Se debe a este último
aspecto el que la crítica social y política en los escritos del si
glo xvm siempre parezcá que apunta mucho mas allá dé las' pe
ticiones e injusticias concretas e inmediatas. Se ha dicho muy poco
directamente, acerca, por ejemplo, de los abusos feudales o de los
errores particulares, y mucho, aunque vagamente, acerca de los
principios eternos,, de las primeras leyes de la sociedad, y de la
esclavitud de la humanidad. por las clases directoras y explota
doras, de los -que-poseen y de los desposeídos que han venido al
mundo én- contradicción con los dictados de la . naturaleza.. Un.
dinamismo incalculable era inmanente a la idea del orden natural.
Cuando la Revolución vino a ensayar las enseñanzas del si
glo xvm, la creencia de una inminente y total renovación fue uni
versal. Pero mientras que para la mayor parte la idea del orden
natural predicada por los philosophes apareció como una idea
que servía de guía y punto de referencia, a la que uno se apro
ximaba sin alcanzarla nunca, para los elementos ardientes llegó
a estar cargada de un poder dinámico que no se podría contener
hasta que no hubiera recorrido toda su inexorable carrera. Y esta
carrera no parecía tener límites.
Fácil es imaginar el horror de quienes oían a Robespierre en
la Convención, cuando, deseosos de conocer a dónde conducían
todas las purgas y todo el terror, tomadas todas las medidas po
sibles, republicanas y populares, y aplicadas las más duras repre
salias contra los contrarrevolucionarios, acababan oyendo decir al
“Incorruptible” que su propósito era establecer finalmente el orden
natural y las promesas de la filosofía. Había, en el alegato de
Babeuf al Consejo en Vendóme, algo que extrañamente recordaba
CAP. I. EL POSTULADO DEL ORDEN SOCIAL 21
c) APRIORISMO Y EMPIRISMO
r
r r.
r
r
r Capítulo II
r
r
LA SOCIEDAD IDEAL Y LA LIBERTAD
(HELVETIUS Y HOLBACH)
r
r
a) IDENTIDAD DE LA RAZÓN
r
r
natural fué que los poderes existentes y sus defensores teóricos, por
ignorancia o malicia, no prestaban atención a la naturaleza hu
mana. Todos los males, vicios y miserias, se debían al hecho de
r que el hombre no había consultado su verdadera naturaleza o no
había podido hacerlo por ignorancia, ignorancia que era fomen
r tada y mantenida por los intereses consagrados. Si hubiera exa
minado su propia naturaleza, hubiera descubierto en ella una ré
r
r plica del orden universal. Al obedecer a los postulados de su pro
pia naturaleza, hubiera obrado de acuerdo con ellos, es decir, de
r
acuerdo con las leyes de la Naturaleza, y evitado todos los em
brollos y contradicciones en que la historia le ha envuelto.
Ahora bien, la paradoja es que la naturaleza humana, en vez
r
de ser mirada como la del obstinado, inmanejable e indócil Adán,
es presentada como vehículo de uniformidad y como la garantía
r de esta misma uniformidad.
La paradoja se basa en premisas filosóficas. Hay mucha con
fusión respecto al parentesco filosófico de los philosophes del si
r
r
glo xvra. El caso se hace más dificultoso porque los philosophes
no eran filósofos en el estricto sentido de la palabra. Eran ecléc
ticos. Eran tanto herederos de Platón y Descartes como alumnos
r de Locke y Hume, del racionalismo filosófico, como del escep-
i
CAP. II SOCIEDAD IDEAL Y LIBERTAD (HELVETIUS Y HOLBAC h ) 31.
b) EL INTERÉS PROPIO
social.
El egoísmo y el vicio no compensan. Con palabras que recuer
dan a Platón, Holbach habla de una armonía del alma <jue pro
duce la felicidad,'y que tiene realidad cuando el hombre está en
paz consigo mismo y con su medio. El hombre destrozado por las
pasiones, atormentado por el deseo, deshecho por el fracaso, per
seguido por heterogéneos impulsos, halla su‘ armonía perturbada
y se convierte en un miserable. Dicho en una palabra, incluso desde
el punto de vista utilitario, la virtiid récómpénsá ’ por sí misma.
El hombre virtuoso, como nunca se cansan de repetir nuestros
autores, no puede dejar de ser feliz. El hombre más feliz es el
que se da cuenta de que su felicidad consiste en su autoadapta-
ción al orden necesario de las cosas, es decir, a la prosecución de
la felicidad en armonía con los demás. Toda miseria es producto
de un vano intento de obcecarse contra él orden natural del cual
jamás los hombres pueden apartarse sin propio peligro. Toda mi
seria y todo vicio viene, como señala Rousseau, de la preferencia
que dan los hombres a su amour propre sobre su amour de soi,
que es el amor legítimo.
Lo que es útil es virtuoso y verdadero. No exactamente en el
sentido de un pragmatismo limitado que ciertamente pretende pro
ducir resultados en una limitada esfera. La razón está en el llama
do pragmatismo cósmico. Todo está llamado a cumplir su fin,
y la propiedad de cada cosa está demostrada en sus resultados.
Su aptitud es también su verdad, ya que el universo es simul
táneamente un sistema de verdades y una maravillosa máquina
dispuesta para obtener resultados.
El modelo de la armonía social no puede ser abandonado a su
propio funcionamiento. Los propósitos de la naturaleza requieren
disposiciones especiales para ser alcanzados. La natural identifica
ción de los intereses necesita ser reproducida por la identifica
ción artificial de los intereses.
La tarea del legislador es producir la armonía social, es decir,
reconciliar el bien personal con el bien común. El legislador, como
dice Helvetius, tiene que descubrir los medios de poner al hombre
en la necesidad de ser virtuoso. Esto puede llevarse a cabo con
la ayuda de instituciones, leyes, la educación y un sistema apropia-
36 PARTE I. ORÍGENES DEL MESIANISMO POLÍTICO EN EL SIGLO XVIII
r
r /lugar, de la forma de gobierno.
El amor de sí mismo aplicado a la esfera política quiere decir
amor del poder. La sabiduría política consiste en no coartar este
instinto natural; antes al contrario, en darle salida. La satisfac
r
r
ción de esta necesidad, como la satisfacción del legítimo interés
propio del hombre, conduce a la virtud. Desde este punto de vista,
r la democracia aparece como el mejor sistema, ya que satisface
el amor al poder de todos o de la mayor parte.
r Lo que en potencia hay de totalitarismo en esta teoría no es
muy obvio a primera vista. Pero, sin embargo, es grave. La propia
idea de un sistema autosuficiente, del cual todo mal y toda falta
r de felicidad han sido excluidos, es ya totalitaria. La suposición
de que tal esquema ideal sea factible y en verdad inevitable es
r
r una invitación a proclamar un régimen que contenga en sí tal
perfección, a exigir también de los ciudadanos aceptación y sumi
sión y a tachar a toda oposición de viciosa y perversa.
r El mayor peligro está en el hecho de que este sistema, lejos
de negar la libertad y los derechos del hombre, lejos de pedir sa
crificio y entrega, reafirma solemnemente la libertad, el interés
r
r
propio y los derechos de los.. hombres. Pretende no tener otros
propósitos que su realización. Tal sistema está expuesto a conver
tirse en el más totalitario, precisamente porque de antemano todo
r lo concede, porque acepta a priori todas las premisas liberales.
Pretende ser capaz, por definición, de satisfacer estas premisas,
r
r
llevándolas de un modo positivo a las leyes, no dejándolas a su
propio impulso y tan sólo observándolas desde lejos. Cuando un
r
r persona y vida, y proclamar ai par que no existe una sumisión
real. En la misma idea de retener ciertos derechos y poder presen
tar quejas frente al Soberano hay, según Rousseau, implicada ya
í
una separación de la voluntad general. El requisito de que la
(
CAP. II SOCIEDAD IDEAL Y LIBERTAD (HELVETIUS Y HOLBACH) 39
a) TRASFONDO PSICOLÓGICO
r
/íiombre mejor o peor, más feliz o más miserable.
Rousseau fué una de las más inadaptadas y egocéntricas natu
ralezas que han dejado testimonio de su condición. Fué un manojo
de contradicciones; un solitario y un anarquista, suspirando por
r
r
volver a la naturaleza, dado a los sueños, en contra de todas las
convenciones sociales, sentimental y lacrimoso, conciencia abyecta,
r en contradicción con todo lo que le rodeaba, por una parte, y, por
la otra, el admirador de Esparta y de Roma, el predicador de la
r disciplina y de la sumisión del individuo a la entidad colectiva. El
r
secreto de su doble personalidad estaba en que el hombre ordenan
cista fué el sueño ansiado del paranoico atormentado. El Contrato
Social íué la sublimación del Discurso sobre los Orígenes de la Des-
igualdad. Rousseau habla de su propia condición cuando describe
r en el Emilio, y en algún otro sitio, la infelicidad del hombre que,
después de dejar el estado de naturaleza, es presa del conflicto entre
r.
i...
sus impulsos y los deberes de la sociedad civilizada, siempre “osói-
lando entre sus inclinaciones y sus deberes”, ni enteramente hombre
r ni enteramente ciudadano, “ni bueno para él mismo ni bueno para
los demás”, porque nunca está de acuerdo consigo mismo. La única
salvación posible para esta agonía, si una vuelta al apacible estado
de naturaleza fuera imposible, sería o bien un completo abandono de
r.
r
sí mismo a los impulsos elementales, o bien “desnaturalizar al hom
r
bre” (dénaturer). Sería necesario, en el último caso, sustituir una
existencia relativa por una absoluta, una conciencia propia por
una conciencia social. El hombre no debe considerarse a sí mismo
como una unité numérique, l’entier absolu, qui n’a de rapport qu’à
r
r
lui-mëme, sino como una unité fonctionnaire qui tient au dénômb
nateur et dont la valeur est dans son rapport avec l’entier, qui est
r le corps social. Se impuso un modelo fijo, austero, universal de los
sentimientos y de la conducta con objeto de crear el hombre de
r una sola pieza, sin contradicciones, sin fuerza centrífuga ni anhelos
antisociales. El objeto era crear ciudadanos que quisieran solamen
te lo que la voluntad general, y, de este modo, ser libres, en lugar
r
r de que cada hombre fuera una entidad en sí mismo, atormentado
por pasiones egoístas y, por tanto, esclavizado." Rousseau, el maes
tro de la espontaneidad de los sentimientos románticos, estuvo
i
obsesionado con la idea de la concupiscencia del hombre como
f
CAP. III. LA DEMOCRACIA TOTALITARIA (ROUSSEAU) 43
elemento, litiidb cori el' fuego del estilo de Rousseau, elevó el postu
lado del siglo xviii desde el plano especulativo intelectual al de la
gran experiencia colectiva. Señaló el nacimiento de la religión secu
lar moderna, no solamente como un sistema de ideas sino como una
fe apasionada. La síntesis de Rousseau es en sí misma la fórmula
de la paradoja de la libertad en la democracia totalitaria, en términos
que revela el dilema de forma sorprendente, a saber, en términos
de voluntad. Existe algo que es un objetivo de la voluntad general, lo
mismo si es querido por alguien como si no es querido por nadie.
Ahora bien, para que llegue a ser una realidad, tiene que ser que
rido por el pueblo. Si el pueblo no lo quiere, debe ser educado
para quererlo, porque la voluntad general está “latente” en la vo
luntad del pueblo.
Las ideas démócráticas y las premisas racionalistas son los me
dios de que se vale Rousseau para resolver el dilema. Según él, la
voluntad general podría ser conocida solamente en el caso en que
la totalidad del pueblo, y no una parte de él o un cuerpo represen
tativo, hiciera el esfuerzo de manifestarla. La condición segunda es
que los hombres individualmente, como átomos puramente políticos,
y no como grupos, partidos o corporaciones interesadas, han de ser
convocados a manifestar su voluntad. Ambas condiciones están ba
sadas en la premisa de que haya una cosa tal que sea una sustancia
común de ciudadanía, de la que todos participan, cuando cada uno
es capaz de desposeerse a sí mismo de sus intereses parciales y de
las lealtades de grupo. De la misma manera los hombres, como
seres racionales, pueden llegar a las mismas conclusiones, una vez
que saben ellos mismos de sus pasiones e intereses particulares y de
jan de depender de modelos “imaginarios” que oscurecen su juicio.
Solamente cuando todos actúan juntos como un pueblo en una asam
blea, es posible que la naturaleza del hombre como ciudadano entre
en existencia activa. Esto no podría ser, si solamente una parte de
la nación estuviera reunida para querer la voluntad general. Expre
sarían una voluntad parcial. Además, aun en el caso de que todos
hubieran deseado algo, esto no sería la expresión de la voluntad
general, si la recta disposición de parte de aquellos que lo querían
no estuviera presente. Un deseo no llega a ser general porque sea
deseado por todos, sino solamente cuando lo que se quiere está
conforme con la voluntad objetiva.
48 PARTE I. ORÍGENES DEL MESIANISMO POLÍTICO EN EL SIGLO XVIII
como en los países donde la política coge a su paso todas las cosas
y donde el pueblo se sienta en reuniones permanentes.
En estos últimos la verdad es que, aunque todos y cada uno
parezcan estar empleados en formar la voluntad nacional y lo
hagan con orgullo y con un sentido del deber, están, de hecho,
aceptando y autorizando algo que se les ha presentado como única
verdad, mientras ellos creen que es su libre elección. Esto está,.
realmente, implicado en la idea de Rousseau del pueblo queriendo
la voluntad general. El sentimiento colectivo de inspiración está su
jeto al cansancio emotivo. Pronto da lugar a una conducta apática
y mecánica.
Rousseau es muy reacio a reconocer la voluntad de la mayoría
o la voluntad de todos como voluntad general. No da ninguna ex
plicación por la que los signos de la voluntad general puedan ser
reconocidos. Lo querido por el pueblo no hace que la cosa querida
sea la expresión de la voluntad general. La multitud ciega no conoce
lo que quiere, ni lo que es su interés. “Dejadlos a sí mismos, el
pueblo siempre desea lo bueno, pero dejadles a sí mismos, y nunca
sabrán donde radica- el bien.” “La voluntad general siempre tiene
razón, pero el juicio que la guía no está siempre bien informado.
Tiene que estar hecho a ver las cosas como son, algunas veces a
como deben aparecerle.”
La idea del modelo social natural, del modo que ha sido analizado
en las páginas anteriores, puede parecer insuficiente. Es un postulado
abstracto, una concha vacía; nada sino una forma. El conjunto
social y económico, que sería el único que pudiera. darie sustan
cia, ha sido omitido en el análisis.
Ha habido una gran controversia a cuenta del socialismo en el
pensamiento del siglo xviii. Algunos encontraron que pululaba el so
cialismo en él, otros que no había gran cantidad de socialismo, y
otros que ni siquiera había rastros de él. El hecho verdaderamente
notable del pensamiento del siglo xyni no es la presencia o ausencia
del socialismo, sino la discrepancia entre la valentía de las premisas
y la timidez de las conclusiones prácticas, en lo que al problema
de la propiedad se refiere. El historiador marxista puede sentirse
justificado al afirmar que la discrepancia fué debida al fondo bur
gués de los escritores. Apelaron a un principio único de existencia
social, y a la igualdad inherente a los derechos naturales, contra los
privilegios de las clases feudales. Tocaron a retirada cuando este
postulado político y filosófico reveló que llevaba consigo una ame-
naza a la propiedad. Al hablar del Hombre, no les vino a las
mientes a algunos de nuestros pensadores que la “eanaille” estaba
incluida en el término. Algunos rechazaron decididamente la idea.
Solamente el burgués era el Hombre. Los que estaban por debajo
de él eran demasiado ignorantes, demasiado brutos, tenían poca
parte en mantener la sociedad para .que fueran tenidos en cuenta.
56 PARTE I. ORÍGENES DEL MESIANISMO POLÍTICO EN EL SIGLO XVIII
d) ECONOMÍA RESTRICCIONISTA
r
causadas por la codicia de intereses comerciales, y su principal as
piración han sido los mercados y las ventajas de una pequeña parte
de la nación. “Los capitalistas y los grandes comerciantes no tienen
r patria”, fue el grito general. No les importaba nada el interés na
cional; su única mira era de índole privada; no querían más que un
r beneficio que era, en definitiva, antisocial.
r Négociants avides et qui n'ont d'autre patrie que leurs co/-‘
fres. .. La tranquillité, Yaisance, les intérêts les plus chers d9un état
r sont imprudemment sacrifiés à la passion d9enrichir un petit nom-
bre d'individus. Todo esto sucedë porque al dinero que produce
r el comercio se le mira como instrumento de poder y de placer. To
dos estos negociantes olvidan la inflación causada por el exceso
r de dinero y, como consecuencia de ello, las fatigas que pasa el pue
blo. El crédito nacional es uno de los más perniciosos inventos. Rien
r ríest plus destructeur pour les mœurs d'un peuple que l'esprit de
r finance. El recuerdo del desastre de Law y el de otros escándalos
financieros y comerciales estaban aún vivos. Lejos de desear ampliar
r la personalidad del hombre alentándole con nuevas aspiraciones y
necesidades, lejos de ver el valor de la civilización en su diversidad y
r variedad, la mayoría de los escritores del siglo xvm —moralistas
en primer lugar— condenaron la industria y el comercio por provo
î car, precisamente, “nuevas e imaginarias necesidades” y excitar los
caprichos del hombre: désirs extravagants. . . fantaisies bizarres
r d'un tas de désœuvrés. Mably unió a esta condena las artes y ofi
r
tan omnipotente en todas las otras esferas, no podía tener el poder
de someter el egoísmo del rico y alimentar al pobre, y, en térmi
r
nos generales, cómo no era capaz de resolver él problema social so
bre el modelo del esquema natural, y de acuerdo con “la necesidad
de las cosas”. La verdadera idea de la democracia parecía implicar
r. una aproximación aún mayor a la igualdad económica. Una de
r mejor que Saint-Just que una fuerza irresistible llevaba a los ja
cobinos en una dirección que al principio a ellos ni en sueños se
r les había pasado por la cabeza.
Como hemos visto, Babeuf y ;Buonarroti descubrieron que el
r edificio jacobino, a medio hacer, era un edificio fracasado. Fué
necesario recorrer todo el camino hacia un estado-propietario y
r un estado director de la economía. La solución del problema eco
nómico fué la condición de la República Jacobina de la Virtud.
í La reacción termidoriana aprendió una lección parecida de la dic
tadura jacobina, pero dió lugar a conclusiones distintas: la propie
r dad debe llegar a ser la roca del edificio social, y el bienestar social
debe de estar por encima del campo de la política.
r z Se puede decir que la Revolución francesa^ siguió paso á palo,
las enseñanzas de Mably, pero en orden inverso. Perdidas las es
F peranzas de ver el único sistema comunista válido establecido, Ma
bly desarrolló una serie completa de políticas prácticas para el es
F tado de culpa, que tuvieron una gran influéncia a lo largo de la
r Revolución. El babuvismo fué una conclusión mablista derivada
del fracaso dé estas políticas, para resolver los problemas de la so
í ciedad, y una justificación de la premisa original de Mably de que
í
CAP. IV. LA PROPIEDAD (MORELLY Y MABLY) 71
r
saint 'd e l’humanité, sans lequel une grande révolution n’est qu’un crime
éclatant qui détruit un autre crime; elle existe, cette ambition généreuse de
fonder sur la terre la première République du monde; cet égoïsme des
r hommes non dégradés, qui trouve une volupté céleste dans le calme d’une
conscience pure et dans le spectacle ravissant du bonheur public. Vous le
r
sentez, en ce moment, qui brûle dans vos âmes; je le sens dans la mienne.
r
R o b e s p ie r r e
r
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r
r
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r
r:
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r
Capítulo V
LA REVOLUCION DE 1789.—SIEYES
a) LA ACTITUD REVOLUCIONARIA
r
El postulado de Sieyès de un régimen racional, en lugar ,de acep
tar, como esclavos, las* incoherencias establecidas y santificadas por
los años y las. ordenaciones trasnochadas y vacías de sentido; su
repudiación de que el gobierno era asunto del rey, mientras que r
los súbditos no tenían más que prestar lealtad y pagar los impues
tos; su condenación de los privilegios; su petición de que los Es i
tados Generales, basados en las distinciones estatales feudales y
convocados para ayudar al rey a solucionar el problema del dé r
ficit, dieran lugar a una Asamblea General que representara a la
n
r
nación soberana, convocada para aplicar sus ilimitados poderes
a la total reforma del cuerpo político; el haber levantado la na
r
ción como un todo homogéneo —sobre órdenes y corporacio
nes— al nivel de la única colectividad real y omniabarcante, todas
estas ideas hoy día difundidas tan ampliamente y aceptadas como
axiomáticas, tuvieron el más amplio sentido revolucionario en aquel
r
tiempo y, además, dieron rienda suelta a una fuerza dinámica que p
pronto barrió los objetivos conscientes de aquellos que la pusieron
en movimiento. Hoy esta fuerza es más poderosa que nunca. Las
incongruencias, los abusos, cuanto había de absurdo en el anden í
régime era indefendible. El disgusto y el desprecio de Sieyès
por los viejos pergaminos, por el culto del pasado, por el “éxtasis n
gótico” de cazadores de “cosas hechas a prueba” y por los tími
dos esclavos de los “hechos confirmados” no puede por menos de
despertar simpatía. Pero no hay que olvidar que esta colisión de
r 1
•í
p
otra, señalaba el comienzo del conflicto fundamental e ineludible
entre dos actitudes vitales, no sólo en la esfera abstractadel pensa 1
miento, sino también en el campo de la realidad política. La una
estaba de parte del desarrollo orgánico, lento, semiconsciente; la \
I!
78 PARTE II. LA IMPROVISACIÓN JACOBINA
b) LA SOBERANÍA POPULAR
r
/no pretendían tener privilegios o estatutos diferentes de los corrien
tes de los ciudadanos, todos aquellos, además, que con su talento
r
una soberanía popular ilimitada, fué en sus seguidores un argu-
ménto para la eliminación de los privilegios feudales y de las in
r
de actividad social, ya fueran funcionales, ideológicos, económi
cos o locales. El problema se hace más agudo si se tienen en cuenta
r
dia, a la vanidad y al servilismo» La igualdad es un postulado de la
razón tanto como de la justicia. La división de la sociedad en partes
i
CAP. VI. BAJO LA MONARQUÍA CONSTITUCIONAL 93
r
pulares, invariablemente tomó Robespierre partido por las segun
das, acusando a las autoridades y a la policía de contrarrevolucio
r
narias, de provocadoras o de mala fe. Por definición, toda revuelta
popular era expresión de la justa cólera del pueblo, y toda acción
r
de las autoridades era acción contrarrevolucionaria.
La cuestión de quién es la nación, y de quién “no es de la na
r
personalidad colectiva, pero monolítica, con un interés y una volun
tad general. Las corporaciones equiparadas a voluntades parciales
r
no eran “de la nación”. Estaban directamente opuestas, o, a lo
menos, discrepaban del bien general. Aunque Robespierre no era
r
ra un esprit de corps. Los oficiales debían ser cambiados cada dos
anos. Los signos externos sólo debían llevarse en actos de servicio.
r
Robespierre. Esta actitud determinó en Robespierre su concepto p
de la justicia, que encuentra expresión en sus discursos acerca de
la reforma del sistema judicial, y muy particularmente durante el
proceso del rey. El problema es de importancia fundamental. ¿Exis p
te algo que pueda decirse que sea una justicia objetiva, indepen
díente; basada sobre un código, que no tenga nada que ver con las p
necesidades de la guerra entre las fuerzas políticas y sociales que
í
r
contienden, y que se base en un criterio único de estricta evidencia?
0, ¿hay que considerar a la justicia siempre en relación con la lu
cha política, como un arma del partido victorioso? Robespierre, de 1
cididamente, se inclinó por la segunda alternativa. No era cinismo,
ni una falta de creencia total en la justicia objetiva; por el contrario, p
estaba convencido de que toda justicia, en el más amplio sentido de í i
la palabra, por definición estaba encarnada en un partido. La
cuestión de la evidencia era realmente secundaria. Si el crimen í «
i i
r
r
r: 106 PARTE II. LA IMPROVISACIÓN JACOBINA
r
intento contrarrevolucionario, y había de estar compuesto por “ami
gos de la Revolución”. Para Robespierre, los jueces eran simple
í.
mente magistrados del gobierno, y en un país libre habían de ser
funcionarios elegidos por el pueblo. Su dominio y la base de sus
juicios no tenían qué estar constituidos por una ciencia especial
r.■ de jurisprudencia, sino tan sólo por las leyes de: la constitución.
“Ciertamente, la palabra jurisprudencia debe ser borrada del voca
r bulario francés. En un estado que posee una constitución y una
Cámara Legislativa los tribunales no necesitan jurisprudencia; ha
r de bastarles el texto de la ley”. De este modo, la nación, como fuen
te de todas las leyes, habría de ser el único .intérprete de la Constitu
r ción y el único censor de los tribunales, y no tenía porqué existir un
r cuerpo independiente encargado de estos asuntos. Esta línea de pem
f
í >
Capítulo VII
“VOLONTÉ UNE”
[UNA SOLA VOLUNTAD]
La- terreur nest autre chose que la justice prompte, sévère, in
flexible; elle est doñc m e émanation de la vertu; elle est moins un
principe particulier qii une conséquence du principe général de
la démocratie appliqué aux plus 'pressants besoins de la patrie.
De modo semejante declara Saint-Just que un gobierno repu
blicano tiene la vertu como su principio, y no el terror: Que veu
lent ceux qui ne veulent ni vertu ni terreur? En varios sitios dice
que una revolución necesita un dictador para salvarla por la fuer
za, o censores para salvarla por la virtud. Virtud, esa exclusiva
cualidad personal, el menos tangible de todos los criterios, era casi
regla decisiva cuando nuevas desuniones surgían no originadas en
la diferencia de clases o en las lealtades realistas. Robespierre juz
gaba malos a los asesinos de dentro, en primer lugar, los escribas
mercenarios (los periodistas), confabulados para matar la virtud,
para sembrar la discordia y preparar la contrarrevolución política
por medio de una “contrarrevolución moral”. Los periodistas no
podían esperar cuartel del primer defensor de una libertad ili
mitada de la prensa.
La idea de una única y exclusiva verdad, base de la rígida con
cepción de la virtud republicana, excluye la posibilidad de partidos
políticos que representen honradas divergencias de opinión.
Según Saint-Just, precisamente en un régimen de libertad —tal
como el que pretendía representar—, basado en una virtud ab
soluta y en una verdad absoluta, los partidos y las facciones son
un anacronismo, un anacronismo criminal. Las facciones tenían
utilidad en el anden régjme, contribuían a aislar el despotismo y
a debilitar la influencia de la tiranía. “Hoy son un crimen por
que aíslan la libertad.” La libertad se alcanza únicamente cuando
la voluntad general puede expresarse ella misma como entidad,
como el solo e individido soberano que delibera sobre el bien común
del pueblo como un todo.
La curiosidad despertada por la controversia de los partidos,
la corrupción engendrada por la lucha partidista arrancaba los
corazones y las mentes del amor al país y de la ingenua devoción
a sus intereses. ^
“Todo partido es, por tanto, criminal, porque trabaja en pro
de la separación del pueblo y las sociedades populares, y por el
aislamiento del gobierno. Toda facción es, por tanto, criminal,
CAP. VII. UNA SOLA VOLUNTAD 127
porque neutraliza el poder de Ja virtud pública... La solidez de
nuestra salud pública está en la misma naturaleza de las cosas.
La soberanía del pueblo requiere que sea u n a ... se opone a las
facciones. Cada facción es, por tanto, un atentado a la soberanía.”
Saint-Just es completamente incapaz de ver en los partidos
un instrumento que exprese y organice las varias tendencias de la
opinión pública. Unicamente ve de una parte al pueblo y de otra
los partidos conspirando contra él. Apeló al pueblo y a la Con
vención para que gobernaran con firmeza e impusieran su volun
tad sobre las ■ ■ criminales facciones”. La descripción que hace de
los males del sistema de los partidos múltiples recuerda extraña
mente los males que hoy se atribuyen al régimen de partido único.
Merece la pena citar sus palabras extensamente: “Las facciones
están engendradas por el orgullo, son el más terrible veneno del
cuerpo político, ponen en peligro la vida de los ciudadanos con
su poder de calumnia; cuando dominan en el Estado, ninguna
persona está segura de su futuro; ponen en tela de juicio la ver
dad y el error, el vicio y la virtud, la justicia y! la injusticia; es
la fuerza la que hace la ley... Al dividir al pueblo las facciones,
ponen la furia partidista en lugar de la libertad, la espada de
la ley y el puñal del asesino se unen, nadie se atreve a hablar
ni a estar callado, los individuos ambiciosos que se encaraman a lo
alto de los partidos fuerzan a los ciudadanos á escoger entre un
crimen u otro.”
En cuanto a él y sus amigos, Saint-Just negó con indignación
que fueran, como se les imputaba, un partido. Ellos eran el pueblo
mismo. Así lo declaró en su último y no pronunciado discurso en
defensa de Robéspierre. Preveía en su discurso el día en que las
instituciones republicanas eliminarían para siempre los. partidos,
poniendo “el orgullo humano bajo el yugo de la libertad públi
ca” . . . y la “dictadura de la justicia”.
Oraba férvientemente porque “las facciones desaparezcan, para
que la libertad sola pueda prevalecer”. “La más . amorosa oración
que un ciudadano puede hacer por su patria, y mayor beneficio
que una nación generosa puede obtener de sus virtudes es la
ruina, es la caída de las facciones.”
Después qué el pueblo haya ganado la batalla por libertar a la
encadenada soberanía, el más alto propósito debe ser la unidad
128 PARTE II. LA IMPROVISACIÓN JACOBINA
e) LA DICTADURA JACOBINA
r
instituciones de la democracia electiva. El l 9 de octubre de 1793,
el Consejo Ejecutivo, los ministros, los generales con mando y todas
r
lás autoridades constituidas estaban bajo su autoridad.
Los representantes en misión, a quienes se conferían poderes
r
muerte para los periodistas y panfletarios que pedían la disolu
ción de la Convención, el restablecimiento de la monarquía y
atacaban la soberanía popular. El l 9 de abril de 1793 se sus
pendió la inmunidad parlamentaria de los diputados de la Com r
vención.
El Tribunal Revolucionario se estableció, después de tener una r
existencia fugaz como Tribunal Criminel Extraordinaire, el 5 de
abril. Aquel día quedó exento de la inspección del Comité Con r
vencional especial, al que estaba sujeto su predecesor. Fué, además,
derogada la condición de necesitar autorización de la Convención \
para iniciar actuaciones. Bastaba ahora, para iniciar un proceso,
¡
con lá denuncia de una autoridad o de un ciudadano cualquiera,
excepto en el caso de los diputados, generales con mando y dig í:
nidades semejantes. El jurado tenía que votar y deliberar en público
y á haute voix. No había apelación, y los castigos eran pena de í!
muerte y confiscación de la propiedad. El mes de octubre, en el
que la República triunfó en todos los frentes de guerra, en vez de
ver disminuir el Terror, señala su intensificación contra los grupos
n
políticos destacados y contra las personalidades de la oposición. í 1
El suceso capital fué el juicio y ejecución de 22 diputados girondi
nos expulsados de la Convención el 2 de junio, entre ellos Vergniaud, í
Gensonné, Brissot, Lasource (Roland se suicidó y Mme. Roland i
i ¡
r
r
r 138 PARTE II. LA IMPROVISACIÓN JACOBINA
r
bimal, por votación unánime, y sentenciados unánimemente después
dé un juicio que duró tres días, tiempo que juzgó necesario el jurado
í.
bierno revolucionario y restablecer la monarquía. La centraliza
ción política concentrada en el Comité de Salud,Pública fué se
r
guida de una centralización judicial, cuyo órgano fué el Tribunal
Revolucionario de París. En abril Saint-Just sacó adelante una
r
dad de Lyon, suprimió todos los tribunales revolucionarios y co
misiones revolucionarias fuera de París, Fué entonces, .el^lO de
r
junio de 1794, cuando se dieron las famosas leyes de Prairial —pro:
puestas por Couthon—r.; Señalaban el punto culminante del Terror
r
pendido. El derecho de denunciar a conspiradores ,y personas como
delincuentes de incivisme fué concedido a todo ciudadano. El de
recho a entregar sospechosos ante el Tribunal se-extendió a losados
í comités (Comité de Salud Pública y Comité de Seguridad General) ,
r
siánico estaba en inarcha. Apenas si había una persona entre los
revolucionarios que no estuviera convencida, cuando estalló la gue
r
rra, de que Francia ni quería subyugar ni subyugaría a ninguna
nación, ni se apoderaría de su territorio. La Revolución luchaba
r
proclamaba como su deber, implica, la cosa es obvia, la abolición
inmediata del sistema feudal y la introducción del principio de la
r
soberanía popular. Ahora bien, no puede aquí hablarse estricta
mente de no intervencionismo. Gomo la guerra era total, Francia
b) LA MENTALIDAD DOCTRINARIA
sepéíílo, sin que pueda ser entorpecida por las facciones, cuando todo
el mundo llegue à ser igualmente devoto de su patria y de sus léyes.
Pero estamos lejos de haber llegado a este punto... El gobierno
republicano aún no está seguramente estàblecido, y existen las fac
ciones.” Dos son los objetivos del gobierno revolucionario: la pro
tección de los patriotas y el aniquilamiento de los aristócratas. Este
fin nunca se alcanzará mientras las facciones continúen su sabotaje.
“Será cosa imposible establecer la libertad sobre fundamentos incon
movibles en tanto que cualquier individuo pueda decirse a sí mismo :
‘si hoy triunfara la aristocracia, estaría perdido’.” Las institutions
sages del ideal utópico, únicamente pueden fundarse sobre las ruinas
de los incorregibles enemigos de la libertad. En este contexto usa
Robespierre de la palabra democracia. Con ella quiere decir, por
una parte, una cierta forma de gobierno, y por otra un modelo social
y moral. Como forma de gobierno significa, bastante inocuamente,
una situación en que el pueblo soberano, guiado por leyes que él
mismo ha hecho, haga por sí mismo todo lo que pueda hacer por
sí mismo, y por medio de representantes lo que no puede hacer por sí
mismo. En esta ocasión, Robespierre aparece fuertemente opuesto a
la democracia directa. No es siempre necesaria; el pueblo tiene
representantes dignos de confianza. Como modelo social y moral, la
democracia es el único sistema capaz de llenar las intenciones de
la naturaleza, de realizar los destinos de la humanidad y de hacer
buenas las promesas de la filosofía entronizando las virtudes iguali
tarias, con lo que no se quiere decir otra cosa sino la preferencia
universal de los intereses generales sobre el bien privado, el amor
al país y a la igualdad y la muerte del egoísmo. El reino de la vir
tud no se podía establecer en tanto existieran partidos que no eran
sino la definición de las facciones egoístas. Para obtener la virtud,
la guerra de la libertad contra la tiranía tenía que llegar a su fin.
Tenían que ser aniquiladas las facciones y las tormentas de la Re
volución dominadas por el gobierno revolucionario. Votre adminis-
tration doit être le résultat de Vesprit du gouvernement révolution
naire, combiné avec les principes généraux de la démocratie.
Sin embargo, la libertad no tiene sentido sin la posibilidad de
oponerse/y sin que exista alguien que se oponga. La vision de una
libertad futura, sin trabas, y la profecía del cese de los conflictos
entre libertad y obligación, en una obediencia espontánea sin pa-
CAP. Vili. EL ÚLTIMO ESQUEMA 153
c) EL REINO DE LA VIRTUD
—se preguntaba desesperado. Elle est presque usurpée par les fonc-
tionnaires. Un espíritu de camarilla dominaba la política; el Terror'
había asustado y alejado a los ciudadanos.
La Révolution est glacée; tous les principes sont affaiblis; il ne
reste que des bonnets rouges portés par Fintrigue. Uexercise de la
terreur a blasé le crime comme les liqueurs fortes blasent le potáis.
La comunidad del futuro está colocada para Saint-Just bajo los
auspicios del Ser Supremo. “El pueblo francés —declara—, recono
ce al Ser Supremo y cree en la inmortalidad del alma.” Los templos
de la religión civil, en los cuales durante las veinticuatro horas del
día debe quémame incienso, deben ser los centros comunales de la
República. En ellos deben ser proclamadas todas las leyes, y en ellos
deben ser realizados todos los actos cívicos, además de algunas fies
tas especiales patrióticas, y estos actos deben tener el carácter de
ritos religiosos. Aunque todos los cultos habrían de ser permitidos,
en público sólo debían tener lugar los ritos externos de la religión
civil.
Las Instituciones explican detalladamente lo que hay que hacer,
tomando de modelo a Esparta, para la educación de la juventud. La
conducta de los jóvenes, así como la de los funcionarios civiles, debe
ser públicamente examinada cada diez días en el templo. Toda per
sona de más de veinticinco años debía declarar cada año quiénes
eran sus amigos, y las razones que en su caso hubieran tenido para
romper sus amistades. Los amigos debían ser responsables unos de
otros, las personas desleales y desagradecidas habían de ser deste
rradas, las reglas porque habrían de regirse los matrimonios y la
disciplina militar habrían de ser semejantes a las de los espartanos.
Fiestas patrióticas solemnes inspirarían al pueblo sentimientos de
cívica piedad y de orgullo nacional.
a) LAS INCONSISTENCIAS
b) POLÍTICA DE CLASE
c) CUESTIONES FUNDAMENTALES
r
“El pan dado por el rico es amargo^ —declaró SaintJust-r-, com
promete la libertad ; el pan se le debe al pueblo por derecho propio
r
primordial del Gobierno. “La Revolución no habrá cumplido,con
su cometido mientras haya una sola persona desgraciada y sin me
LA CRISTALIZACION BABUVISTA
“Que ce gouvernement fera disparaître les bornes, les haies, les murs, les
serrures aux portes, les disputes, les procès, les vols, les assassinats, tous les cri-
mes; les tribunaux, les prisons, les gibets, les peines, le désespoir, que
causent toutes ces calamités; l’envie, la jalousie, l’insatiabilité, l’orgueil, la
tromperie, la duplicité, enfin, tous les vices; plus (et ce point est sans doute
l’essentiel), le ver rongeur de l’inquiétude générale, particulière, perpétuelle
de chacun de nous, sur notre sort du lendemain, du mois, de l’année suivante, de
notre viellesse, de nos enfants et de leurs enfants.”
B abeuf
“Je vous ferai donc, malgré vous, s’il le faut, être braves. Je vous forcerai
à vous mettre aux prises avec nos communs adversaires... Vous ne savez point
encore comment et où je veux aller. Vous verrez bientôt clair à ma marche;
et, ou vous n’êtes point démocrates, ou vous la jugerez bonne et sûre.”
B abeuf
I >
n
n
í.i
n
ri
í i
Capítulo X r i
I I
LECCIONES DE LA REVOLUCION Y DE TERMIDOR
í I
a) EL CLIMA MESIÁNICO
ri
El 26 de octubre de 1786, Dubois de Fosseux, secretario de la n
Academia de Arras, escribía a François-Noël Babeuf, entonces de
edad de 26 años, arpenteur-géomètre y feudiste en Roye, que había
llegado a sus manos el “panfleto más extraordinario y más original”
r
titulado El Precursor de lina transformación total del mundo, por n
medio de la prosperidad (aisance), buena educación y bienestar de
todos los hombres, que era un prospectus de una “memoria” patrió r»
tica, sobre las causas de la gran miseria que existe en todas partes n
y de los medios de extirparla radicalmente.
Se trataba tan sólo de un caso de correspondencia, típicamente n
dieciochesca, entre intelectuales sobre libros, asuntos filosóficos, pro
blemas sociales y temas prácticos. El espíritu que revela la corres r>
pondencia es de gran esperanza y fe en el progreso de la ilustración,
en “aquella filosofía moderna del hombre justo (Rousseau)..., tan ri
conforme con los derechos de la humanidad... que es el honor de
nuestro siglo y que, inevitablemente, vendrá a asegurar la completa ! i
felicidad de las generaciones futuras... reinando sobre los restos
ri
de los prejuicios fatales del cruel fanatismo y de la superstición
peligrosa”.
Ambos corresponsales concuerdan en el sentido universal y en
i 1
i »
I
r 186 PARTE III. LA CRISTALIZACIÓN BABÜVISTA
r
r méirié. Expresa Dubois profunda admiración por Montesquieu, y se
r
disculpa de su propia audacia al manifestar que no puede aceptar la
opinión de aquel pensador de que lo que es justo en el Norte, puede
r
indicio de que su autor “tratara el asunto en broma”, pero que
había sido incapaz de averiguarlo. El académico dedica unas cuan
tas cartas a describir los planes detallados que hay en el libelo
r acerca del alimento, el vestido, la habitación, la religión, las disposi
{
CAP. X. LECCIONES DE LA'REVOLUCIÓN Y PE TERMIDOfí 187
la aplicación de las teorías que poco antes no se habrían lisonjeado
de tratar como posibles para su propia época.”
“Leur âme, dès-lors enflammée de tout le courage nécessaire, leur
montrant praticable le projet d’envahir des mains du crime les
éléments de parfaite justice’’
Del mismo modo, escribió Buonarroti: antes que la Revolución
francesa hubiera dado el extraordinario espectáculo de varios mi
llones de hombres proclamando y sellando con su sangre “aquellas
verdades eternas que en los tiempos anteriores sólo habían conocido
algunos pocos filósofos”, la idea de mover al pueblo por sólo la
fuerza de estas verdades hubiera aparecido quimérica. Pero lo in
creíble había ocurrido realmente.
En esta polémica contra lo que puede ser llamado opiniones re
formistas de Antonelle, declaraba Babeuf que, después de la des
trucción de tantos usos y de tantas instituciones, tenidas antes por
inalterables, el barrer definitivamente la Institución de la propiedad
privada, último vestigio del antiguo orden, que establece todas las
diferencias que hay entre una sociedad perfecta y una sociedad mal
vada, no era ya, de ahora en adelante, un negocio irrealizable. Ar
gumentar con que la sociedad era demasiado corrompida para es
tablecer en ella la perfecta igualdad o que el precio de su felicidad
había que pagarlo con una conmoción terrible, había perdido todo
su valor. En efecto, nunca se encontraría una disposición más favo
rable por parte del pueblo, para alcanzar una revolución total, que
el estado de la conciencia popular en los días siguientes a 1789.
La Revolución cambió el curso de la vida de Babeuf. En una nota
autobiográfica escrita en 1794, decía de su propia profesión: Avant
la Révolution, archiviste et géomètre. Depuis la Révolution, propa-
gandaire de la liberté et défenseur des opprimés.
Decía de sí mismo que la Revolución le había “trastornado fu
riosamente”. Había llegado a ser completamente incapaz de ocuparse
en ninguna profesión, excepto en “publieismo” y en “asuntos con
cernientes a la legislación”. La política y la intervención en los ver
daderos principios de la ley y en su puesta en práctica, habían
llegado a ser para él materia de. tan irresistible atracción, que em
pezó a pensar que eran sp unique vocation.
Esta situación de fascinación se debía a algún défaut inhérent à
188 PARTE III. LA CRISTALIZACIÓN BABUVISTA
b) LAS LECCIONES
r
cia social. Había concedido entregas especiales y gratuitas de mer
cancías a los pobres, todo ello con el fin confesado de mantener al
r
cidencia de todos los movimientos radicales hasta 1848; Derecho
a la felicidad, es decir, derecho al trabajo y a la asistencia social.
r con indiferencia que los especuladores se hicieran cada vez más ricos.
Los proyectos de guerra gubernamentales, conducidos hasta entonces
r de manera que aseguraban el empleo de cuantos obreros fuera po
sible, volvieron a caer en las manos de la empresa libre, con lo cual
r el número de trabajadores se redujo notablemente. Las distribuciones
r:
gratuitas de víveres a los pobres fueron reducidas de tal manera,
que prácticamente cesaron. La administración nacional de asilos,
r
r
CAP. X. LECCIONES DE LA REVOLUCIÓN Y DE TÈRMIDOR 191
. c.) BABEUF
i
í
p
CAP. X. LECCIONES DE LA REVOLUCIÓN Y DE TERMIDOR 193 r
departamento del Somme, secretario ayudante y secretario de las í
Asambleas Electorales del departamento del Somme y de Montitier
respectivamente, y también miembro del Comité de Réglement, don í
de tuvo que ocuparse de la propiedad nacional y de los emigrados.
Pero ahora, cuando todo parecía que iba a proporcionarle un modo
estable de vida, suficientes ingresos y oportunidad para una activi
r
í :
r
dad útil, vino la catástrofe. Por razones que nunca se han explicado,
Babeuf, actuando, según se alegó en su caso, por indicación del
presidente del distrito, raspó un nombre y lo sustituyó por otro en
un documento de propiedad de los bienes nacionales, el 30 de enero
de 1793. Inmediatamente fué suspendido de su empleo y procesado.
r
Huyó a París, sumiéndose en los abismos de la miseria, mientras p
su familia quedaba atrás al borde de la extenuación. Tres hijos se
le habían muerto ya de hambre y .enfermedades. Rousseau, trop sen r
sible Rousseau —exclamaba Babeuf—. “La idea de que pudieras
r
r
encontrarte un día incapaz de acudir a las necesidades de tus hijos,
destrozaba tu corazón; no pudiste soportarla, y los abandonaste al
nacer en manos del gobierno. Este abandono es ahora cuando puedo
entenderlo; tú no conociste a tus hijos, pero dime: ¿los hubieras
abandonado en una edad en que las primeras señales de su inteli p
gencia y los primeros movimientos de sus almas los hacen tan in
r
\
teresantes? ¡Oh, mi hijo de siete años, tan fiel copia del bueno, del
inocente Emilio!... Oh, no, nunca podré abandonarte...”
A Rousseau nunca se le podía olvidar. Cuando intentaba obtener
un puesto, Babeuf dice, para garantizarse a su futuro patrono: “Mi
carácter es el de un filósofo; reflexiono, medito tanto como Rousseau
n
en su tiempo; como él, busco los medios de alcanzar la felicidad p
universal en mi constante estudio.” Al final añade: Je suis laconique
comme un Spartiate... Enloquecido por las cartas de su pobre mu p
jer, Babeuf le dice: “Muere si es tu gusto.” Como los jacobinos y
los enragés dice que el amor de la Revolución ha matado en él cual i ¡
quier otro amor, y le ha hecho “tan duro como él diablo”. Vivió í ¡
Babeuf en París de la caridad privada, hasta que personas influ
yentes lograron para él un puesto en la oficina de alimentación, 11
aunque su proceso estaba todavía sin resolver. Pronto se vio en
vuelto en una querella con sus superiores, a Quienes acusó de explo p
tar él hambre. El 23 de agosto de 1793, la Audiencia criminal de
Amiens le condenó á 2 0 años de prisión. Detenido y puesto en i
i)
í
13
194 PARTE III. LÀ CRISTALIZACIÓN BABUVISTA
d) BUONARROTI
r
en actuar: de marquer d'avance un point unique où, sans partage,
sans modifications, sans restrictions, sans nuances, vous tendrez tout;
r
et d’être circonscrits dans un cercle étroit dhommes vertueux, isolés
de tout ce qui pourrait opposer des vues divergentes et contradic
r
no perderla nunca fíiás”. El Manifiesto de los Iguales, escrito por
el poeta Sylvain Maréchal, un ateo y comunista de largo vuelo, ex
r
presa este estado de conciencia: “La Revolución francesa es la pre
cursora de otra revolución más grande, más solemne, que será la
r
común abastecida por la naturaleza para todos sus hijos.”
ripiry gratuita justicia. Dicho con otras palabras, la foi agraire va
lía tanto como seguridad social garantizada en la tierra. Por otra
parte, Babeuf estaba deseoso de establecer que, fuera del nuevo
sistema agrario de seguridad, el conjunto de la economía quedaría
intacto. Excepto el inalienable patrimonio que aseguraba contra, la
necesidad, “todo cuanto atañe a la industria humana permanecería
en el mismo estado que al presente”.
En su primer carta a Coupé, en 1791, Babeuf fue mucho más
lejos. Habló de soslayo de la stipulation... immédiatement sane-
tionée par la mise en commun de toutes les resources indéfiniment
multipliées et accrues au moyen d!une organisation savamment com
binée et du travail général sagement dirigé. Babeuf no desarrolló
posteriormente su idea. Ahora bien, si socialismo quiere decir pro
piedad por el estado de todos los recursos, y organización por el
estado de toda la producción, sú programa era un programa so
cialista.
A esta altura aún creía Babeuf que el problema social se in
cluía en el contexto de la ley natural y de los derechos naturales.
El fondo de la discusión es la controversia sobre el sentido del de
recho de propiedad en la Declaración de Derechos: ¿Se establece
la inviolabilidad de la propiedad privada? ¿Se intenta restringir
los derechos a la propiedad privada en vista de las necesidades de
los demás y de la comunidad como un todo? ¿Implicaba el dere
cho de los sin propiedad a demandar alguna propiedad de manos
de la sociedad? Es evidente que el inmenso trastorno del sistema
de propiedad ocasionado por la incautación y venta de los bienes
eclesiásticos influyó en el pensamiento de Babeuf. En un folleto
escrito poco después del 9 de Termidor, Du Système de dépopula
tion, en que se intentaba dar cuenta de los horrores del terror robes-
periano, Babeuf pretendía que el terror era realmente un arma pa
ra llevar a cabo la transformación social. El programa social atri
buido por Babeuf a Robespierre estaba basado en la hipótesis mal-
thusiana de que el suelo de Francia era incapaz para suministrar
alimentos a más de veinticinco millones de habitantes, especialmen
te porque la mayor parte de la tierra estaba concentrada en ma
nos de una minoría; siendo la mayoría gentes desposeídas de'tierra.
Se pedía una drástica reducción de la población y una redistribu
ción de la tierra entre pocos, pero suficientes e iguales, poseedo-
r
CAP. XI. LA DOCTRINA SOCIAL DEBABEUF 209
r
r
í
rés. Según Babeuf, Robespierre esperaba que la población quedárá
grandemente reducida por el terror, la guerra y las revueltas im
ternas. Planeaba una distribución de la tierra después de la liqui
dación de la clase de terratenientes. Sus miembros, si no muertos,
i
obligados a “ejecutarse a sí mismos” a tiempo, en su propio inte r
rés. El gobierno se apoderaría de sus propiedades como preludio a
la propiedad estatal de toda propiedad, que iniciaría la restauración í
de todas las condiciones del contrato social original. Babeuf sim
patiza con los propósitos sociales que atribuye a Robespierre.. Re í
chaza, sin embargo, la premisa malthusiana y el terror como arma r
de política social. Si el suelo de Francia no produce bastante para
todos, entonces el remedio estará en una reducción general del ni
vel de vidá, conseguida por medio de la persuasión.
í ■
La guerra, la inflación, la descomposición del aparato regula r
dor de la oferta y la demanda, y la reciente miseria de las clases
pobrés, contribuían a hacer del problema social asunto de la más r
inmediata urgencia. La terrible situación de las masas parecía jus
r:
n
tificar la suposición de Babeuf de que los derechos políticos eran
insignificantes sin garantías sociales. Según él, las masas habían
sido defraudadas; con frases grandilocuentes se les habían esca
moteado los beneficios de la Revolución. r
Las ínedidas de urgencia tomadas por el gobierno para regu
lar, el curso de los abastecimientos y su distribución fueron descri r
tas por Babeuf como pobres paliativos. Intervenciones esporádi
cas, actos cuyo alcance era limitado no servían para resolver los
problemas. II faut qu’elles le soient par les bases fondamentales du
r
Contrat Social Era preciso que el estado se encargara de la' orga í 1
nización total de la producción, distribución y consumó. Toda la po
blación debía convertirse en empleados del estado, en productores
y consumidores a la vez. Todos los productos debían ser llevados a
í 1
a) PREHISTORIA DE LA CONSPIRACIÓN
r
P
CAP. XII. LA HISTORIA BEL COMPLOT DE BABEUF 217
r
La izquierda no tenía organización propia. Sus partidarios se í 1
relacionaban escasamente, Se encontraban por casualidad en los ca*
fés y en los paseos, entregándose a discusiones generales. El Club
de los jacobinos había sido disuelto. La constitución de 1795 pro
hibía las afiliaciones y la correspondencia entre las sociedades,
i
prohibía la elección de funcionarios permanentes y fijaba las con í
diciones de admisión y elegibilidad. También ponía fuera de la
ley las peticiones colectivas y las reuniones a puerta cerrada. Las r
sociedades populares no tenían más importancia que las reuniones
callejeras casuales, en las que por, un instante se oye hablar a un r
orador improvisado.
i
r
Durante el período liberal, poco después de los sucesos de Ven-
dimiario, el Directorio consintió que se fundase la sociedad del
Panthéon, denominada Reunión des amis de la République, y se con
virtiera en un centro de reconstrucción de la izquierda. El gobierno r
creía que podría dominarla a través de sus agentes.
La sociedad se desenvolvió sin directiva permanente, sin regla r
mentos, sin registros ni actas. Era un cuerpo informe. Las reunio
nes se tenían en el antiguo refectorio de las monjas y, cuando esta r
sala estaba ocupada, en la bóveda o cripta del convento, “donde
r
r
—son palabras de Buonarroti— la empañada palidez de una an
torcha, los ecos cavernosos de las voces y las forzadas posiciones
r
de las personas presentes, ya de pie, ya sentadas en las losas, so
bresaltados por la grandeza y los peligros de su empresa, sobreco
r
gían el corazón de los reunidos, de quienes se requería valor y pru
dencia, y lo inundaban de profundos sentimientos”.
La Sóciété du Panthéon llegó a ser el escenario de la lucha
entre los extremistas de izquierda y los agentes del gobierno. Cuan i
do sus discusiones se hicieron demasiado amenazadoras, el gobier
no ordenó al general Bonaparte que la cerrara, el 1* de Ventoso i
del año IV.
t
b) LA HISTORIA DEL COMPLOT
[
Mientras la sociedad proseguía sus actividades, se intentó or
i
ganizar un núcleo de acción política. El primer irltento fué hecho
en Brumario del año IV, en una asamblea a la que asistieron Ba r
beuf, Buonarroti, Darthé, Fontenelle y Julián de la Drôme, el jo-
i
218 s PARTE III., ¡LA CRISTALIZACIÓN BABUVISTA
a) DEFINICIÓN DE LA DEMOCRACIA
r cios, el vicio y las malas influencias. Hay que presumir una tal
voluntad o, a lo menos, que es engendrada por la misma actuación
del pueblo en las condiciones nuevas. Esta es la creencia de la de
r mocracia babuvista.
r Los amigos de Babeüf se tenían por los demócratas par excellen-
r
ce, y usaban la palabra democracia como un término ennoblecedor
y como una consigna. Tuvieron necesidad de definir el vocablo.
r
universales. Conscientes e “indignados por la corrupción, la mise
ria y, especialmente, la ignorancia que mantiene a la multitud en
r la sociedad, Una democracia tal como debiera ser “de acuerdo con
los principios puros” cest fobligation de remplir, par ceux qui
r ont trop, tout ce qui manque a ceux qui ríont point assez. EL défi
cit de los últimos no se debe sino al hurto de los primeros. El es
tablecimiento de una democracia no es sino el proceso de restitución
r de cuanto fué robado al pobre por el rico; ante todo, como "decía
í Babeuf, de los vestidos del pobre y sus enseres. Libertad formal e
r
igualdad formal, consideradas como las formas del más libre, gobier-
: CAP. XIIi; d e m o c r a c ia y d icta d u ra 223
ser públicas, pues los comités son centros de intriga donde las fac
ciones preparan sus conjuras contra las libertades del pueblo. El
pueblo debe tener el derecho irrestringido de oportunidad para ex
presar su voluntad eniorm a de peticiones; U na oficina especial de
peticiones debe establecerse para recibirlas, clasificarlas y tramitar
las a la Asamblea. Los directivos de la oficina deben reunirse dia
riamente para leer en voz alta las peticiones einformar al peticionario.
Ninguna petición debe ser remitida directamente a la oficina de peti
ciones. Todas deben ser enviadas, a través de las municipalidades, al
diputado local, quien, bajo pena de treinta años de trabajos forzados,
debe tramitarlas a dichaoficina. Diariamente se imprimirán extrac
tos de las peticiones y serán presentados a la Asamblea.
Finalmente, la Asamblea tendrá tan sólo el derecho de iniciativa
en materia de legislación, pero no de decisión. Tendría que ponerse
un anunció durante una quincena, en el que se avisara la discusión
de cada proyecto. Habría tres debates con tres días de intervalo
éntre cada uno. Los decretos sólo podrían ser escritos en borrador a
los cuarenta y cuatro días. Serían enviados a los municipios para su
aprobación o veto popular.
El recuento de las peticiones se haría dentro de los seis meses.
Todas estas molestas reglamentaciones eran tenidas por Babeuf como
necesarias a fin de salvaguardar las opiniones, intereses y voluntades
del pueblo, y que ninguna otra voluntad, excepto la de éste, pudiera
prevalecer. Pero esta directa y plebiscitaria democracia es —como
se dijo antes— el preludio de la dictadura, o el disfraz de la dicta
dura. Es una invitación al partido totalitario en la oposición para
que “organice” el descontento y la voluntad del pueblo imaginando
peticiones en masa, manifestaciones y presiones desde abajo; y es,
en su caso, dar ánimos a un partido totalitario en el poder para
idear referencia y resoluciones de las masas en su apoyo. No podía
hacerse de otro modo, pues donde se postula la unanimidad abso
luta no hay sino imposición de una voluntad singular.
r
cia a la opresión era un derecho sagrado, y un deber sagrado del
pueblo, a la verdad de cualquier porción de él. Ahora bien, en cuanto
r
remue tout. Los babuvistas creían firmemente que los jefes del par
tido revolucionario no debían aislarse de las masas. Nada podía,
en su opinión, ser más despistador y descorazonador para el pueblo
que una conducta esotérica de sus jefes, y que éstos conspiraran en
secretó. Un maquiavelismo tortuoso, secreto, y disimulo en los jefes, r
era lo más dañoso a la causa revolucionaria. Se necesitaba una í
propaganda a cara descubierta, que llegara a todos, y no una ense
ñanza esotérica. El aislamiento de un puñado de activistas, con la r
pretensión de actuar por el bien del pueblo, sin el apoyo activo de
la opinión pública, es estúpido, inepto y detestable. í
Todos los inconvenientes de la propaganda abierta están justifi
cados por la confusión y apatía del pueblo, al que no se puede r
dejar sin guía y al que hay que poner claro ante los ojos cuál es el
fin a que se le lleva. Los babuvistas no pudieron nunca resolver r
el problema capital de la acción política: ¿Había de ser su propó-
í
r
í
n
n 234 PARTE III. LA CRISTALIZACIÓN BABUVISTA
r
imposición de un esquema revolucionario, de un lado, y de otro
entre un movimiento de ilustración de todas las mentes y una revo
r
lución llevada a cabo por consentimiento, a lo menos por el consen
timiento de las masas.
r
cuanto puedan para producir en las masas el horror al mensaje re
volucionario y a su partido. Un golpe violento, por otra parte, sin
r blo como bandidos y asesinos. Los sicarios designados por los beati
possidentes para defender sus usurpaciones y mantener las masas en
r la ignorancia," lanzarán una violenta campaña contra los rebeldes.
r
La multitud, aturdida, defraudada, inquieta y asustada, cogida por
sorpresa e incapaz de reflexionar y comprender el sentido de la
i
plebeya.” El crecimiento dé la revolución tenía que ser rápido, pero
no tan rápido como para no dar tiempo a consolidar cada nuevo
avance ganado por las nuevas leyes de igualdad. Por tanto, el punto
L ¡
CAP. XIII. DEMOCRACIA Y DICTADURA 235
i
CAP. XIII. DEMOCRACIA Y DICTADURA 241
a) ORGANIZACIÓN Y PROPAGANDA
b) EL PLAN DE INSURRECCION
a) LA ORGANIZACIÓN POLITICA
r
órganos de legislación, y los peligros inherentes a una cámara única,
peligros nacidos del espíritu de facción.
r
No solamente habría cortapisas y frenos constitucionales puestos
a los legisladores bajo forma de cuerpos rivales con poder de ins
b) COMUNISMO ECONÓMICO
c) LA COHESIÓN ESPIRITUAL
gión revelada era tenida por una enfermedad que había que extirpar
gradualmente. La religión del puro evangelio podía servir a este
propósito, pero las locuras y estupideces de las historias bíblicas y
los comentarios de los teólogos lo hacían imposible. Quedaba, no
obstante, la religión natural, con sus dos principios, el de un ser
omnipotente que preside el universo y el de la vida futura, “princi
pios derivados de la naturaleza, de la razón y de las necesidades
sociales”. El ateísmo era para Buonarroti, como para Robespierre,
idéntico a inmoralidad y cinismo.
Le décret qui mit la vertu et la probité à Vordre du jour fu t. .. un
coup de foudre, declara Buonarroti en una apología de la política
religiosa de Robespierre. En cuanto a ceremonias de culto, deseaba
que se limitaran a las del Contrato Social, defensa de la Igualdad y
a ciertas fiestas. Les dogmes religieux doivent être la sanction de
Fordre social. .. et le culte doit se confondre avec les lois.
No es ni más ni menos que el ideal de la antigua polis.
Puesto que la educación, en el más amplio sentido del vocablo,
era el factor más poderoso, el decisivo, ciertamente, para crear y
mantener la comunidad de espíritu envía nueva República, era la
República el único juez de la instrucción que debía darse a la ju
ventud. La educación de la juventud no puede dejarse al “régimen
exclusivo y egoísta de la familia”. Plus d'éducation domestique, plus
de puissance paternelle.—Dans l'ordre social conçu par le Comité, la
patrie s'empare de l'individu naissant pour ne le quitter qu'à la mort.
De nuevo del más puro Rousseau, del Rousseau del Emilio.
La pasión predominante debe ser el amor a la tierra patria. El
legislador debe ser capaz de hacer, por medio de la educación, que
todos los afectos familiares se subordinen al amor a la patria. Una
vez que los patriotas estén únicamente imbuidos “de sentimientos
semejantes a los familiares con respecto al estado, se habituarán a
aplicar a la patria ---la única amante de todos— toda belleza y per
fección que vean, y a atribuir esta belleza y grandeza a sus sagradas
leyes, a su riqueza, a sus placeres. Viviendo constantemente juntos
aprenderán rápidamente a mezclar el propio placer con el ajeno, y a
huir de la enfermedad del interés privado”.
La educación desenraizará los instintos de avaricia y amor a las
distinciones, y pondrá en pie la natural bondad del hombre. La
educación debe ser nacional, comunal e igual, al modo espartano,
r
r
r 270 PARTE III. LA CRISTALIZACIÓN BABUVISTA
r
importantes. Existiría un seminario especial de maestros.
En cuanto al contenido global de la educación republicana y de la
r
vida espiritual, Buonarroti pone gran empeño en la nacionaliza
ción del descanso y los placeres que debe importar. El descanso
r
corrupción”, “descubrir un encanto en cada momento de la vicia,
desarrollar el entusiasmo por la virtud y hacer del país, a cada ciu
dadano, lo más querido de la tierra”.
r ^ Fiestas patrióticas y semirreligiosas calcadas en el modelo antiguo
r merece honor o no. Los hijos de aquellos que se han tenido por indig-.
nos no podrán llevar el nombre de sus padres.
CONCLUSIONES
i
I
r
1
í
f
C O N C L U SIO N E S 273
l
todas las voluntades necesariamente coincidieran. El corolario era la
tendencia democrática plebiscitaria. Los hombres como individuos,
y no los grupos, los partidos o las clases, eran llamados a decidir.
Incluso, el parlamento no era la ultima autoridad, pues era tam r
bién un cuerpo, una corporación con sus propios intereses. El único
camino para elicitar la pura voluntad general de los hombres era
permitirles que elevaran su voz individualmente y al mismo tiempo.
i
Mas era imposible esperar que todos los hombres, especialmente i
aquellos que gozan de una posición privilegiada, refundan su per
sonalidad, inmediatamente, en un tipo común de humanidad. La
soberanía popular ilimitada ofrecería, según se esperaba, a la ma
r
r
yoría desheredada de la nación, es decir, a los hombres que realiza í
ban más exactamente la idea del hombre per se, el poder para domi
nar a la minoría de los privilegiados, valiéndose del voto y, si fuera
necesario, dé una acción directa coercitiva. Este concepto de la r
soberanía del pueblo estaba inspirado no tanto por el deseo de que
todo el mundo tuviera voz y voto en el gobierno, cuanto en la r
creencia de que la soberanía popular conduciría a una completa
igualdad social, política y económica. Veía, en último análisis, en
el voto popular un acto de auto-identificación con la voluntad ge
r
neral. Este concepto de la voluntad soberana se impuso tan pronto i
como se empezó a ver que la voluntad de la mayoría no era, nece
í
r
sariamente, la misma que la “voluntad general”. Así fué que el ideal,
aparentemente ultrademocrático, de la soberanía popular ilimitada
se tornó luego en coacción idealizada. A fin de crear las condiciones
de expresión de esta voluntad general, se creyó necesario eliminar r-
los elementos que la torcieran, o, a lo menos, negar su real efec
tividad. El pueblo había de ser liberado de la perniciosa influencia í
de la aristocracia, de la burguesía, de los intereses creados, e incluso
de los partidos políticos, de modo que ahora pudiera querer con í
eficacia lo que estaba destinado a conseguir. Esta tarea tenía que
preceder al acto formal de la voluntad popular. Implicaba dos cosas: i
el sentido de un estado de guerra provisional y un esfuerzo por
i
reeducar las masas, hasta que hubiera hombres capaces de querer í i
libremente y con plena voluntad su verdadero querer.
1
En ambos casos, la idea de una libre auto-expresión popular
tendía a dar lugar a aquella otra de que la voluntad general estaba
i)
\ 1
encarnada en unos pocos líderes que conducían la guerra ayudados
18
r
r
r
r
274 C O N C LU SIO N E S
r
e bandas de partidarios fidelísimos: El Comité de Salud Pública que
gobernaba de manera revolucionaria apoyado en los clubs jacobinos,
r
y el Directorio Secreto babu.vista, sostenido por los Iguales. En el
estado provisional de guerra y revolución, la compulsión era el
r
lejos de haber terminado con la caída de Robespierre y de Rabeuf
y el triunfo de la contrarrevolución. En la oposición, la revolución,
r
(o del pueblo) son dos facetas de la misma cosa.
Ocurrió, pues, que el individualismo extremo vino a cerrar un
r
justicia inmanente a la voluntad general de la sociedad y expresada
en las decisiones del pueblo soberano, fué sustituido por una doctrina
exclusivista tenida por objetiva y científicamente ^tálidá,^ que ofre
cía respuesta coherente y completa a todos los problemas morales,
r" políticos, económicos, históricos y estéticos. Fuera o no aprobada
CO N CLU SIO N ES 275
por todos, por una mayoría o por una minoría, la doctrina en cues
tión pretendía una absoluta validez.
La lucha por un orden natural y racional de la sociedad vino
pronto a ser considerada como un conflicto entre fuerzas históricas
impersonales y amorales más bien que entre fuerzas justas o injus
tas. Esta tendencia se confirmó por la creciente centralización de la
vida política y económica del siglo xix: iLa concentración masiva fa
cilitó un pensamiento político en términos de movimientos generales
y tendencias impersonales! Nada más hacedero que trasladar la idea
original jacobina de un conflicto endémico en la sociedad entre las
fuerzas de la virtud y las del egoísmo, en aquella marxista de la
lucha de clases. Finalmente, las concepciones jacobinas y marxistas
de una utopía en que la historia había de terminar, eran notable
mente similares. Ambas concebían este final de la historia como una
completa armonía de intereses, sostenida sin apelación a la fuerza,
aunque establecida por la fuerza, por la dictadura “provisional”.
El mesianismo político, como fuerza política conquistadora y
alentadora, se extinguió en la Europa occidental desde 1870: Des
pués de la Comuna, los herederos de la tradición jacobina abando
naron la violencia y comenzaron a buscar el poder por medios le
gales. Se sentaron en los parlamentos y formaron parte de los
gobiernos, incorporándose gradualmente a la vida de las democracias.
El espíritu revolucionario se trasladó de ahora en adelante hacia
Oriente, encontrando su habitáculo natural en Rusia, donde recibió
nueva intensidad a causa del resentimiento creado por décadas de
opresión, así como por la predisposición de los eslavos. al mesia
nismo. Sus formas fueron modificadas por el nuevo medio, mas no
se crearon en el Este europeo nuevos modelos de pensamiento u
organización. Las vicisitudes de la democracia totalitaria ocurri
das en la Europa occidental durante el siglo x ix y luego el XX en
la oriental, darán materia a dos libros que el autor del presente
tiene en elaboración.
El trazado de la genealogía de las ideas ofrece oportunidad para
establecer algunas conclusiones de carácter general. La lección más
importante que se obtiene de esta investigación es que existe incom
patibilidad entre la idea de un credo que todo lo abarca y todo lo
resuelve y la libertad real.
Los ideales corresponden a los dos instintos más hondamente
276 C O N C L U SIO N E S
r
CO N CLU SIO N ES
r
tión del orden económico planeado, se hizo amenazadora en el mo
mento en que se maridó con el postulado de la seguridad social.
r
¿Hay que, deducir por ello que la centralización económica, endere
zada a la seguridad social, debe anular la libertad del espíritu? Cues
r resolverla. Nos basta con señalar que la libertad está menos amena
zada por el desarrollo real de la economía, sin contexto de creencias
r
Con ello se atemperarán los efectos de tal desarrollo objetivo.
r
r
r
r
r
r
r
r
r
(
NOTAS
INTRODUCCION
r
distinto a éste, ni la naturaleza del intelecto humano puede hacerse
sabia de manera distinta de ésta” (págs. XVII-XVIII, ed. de Ox
r
ford, 1946, R. B. MacCallum).
r
de l’état, Essai Critique sur Fhistoire des théories sociales et politi
ques depuis la Révolution, Paris, 1896.
r
r Sección III. Totalitarismo de derecha y totalitarismo de izquierda,
págs. 6-8
r
totalitarismo de derecha véase Friedrich Meinecke, Weltbürgertum
und Nationalstaat, Studien zur Genesis des deutschen Nationabtaates^
r
Munich y Berlin, 1915. Michael Oakeshott, The Social and Politi
cal Doctrines of Contemporary Europe, Cambridge, 1929. Raymond
r Aron, Uhomme contre les tyrans, París, 1946. Carl Schmitt, Der
Leviathan in der Staatlehre des Thomas Hobbes, Sinn und Fehls
r
En este punto es difícil dejar de mencionar a Hobbes. ¿Sería
justo hacer de él el padre de ambas corrientes totalitarias? En
r
í
estudio: uno de los más importantes dogmas de la revolución puri
tana común a todos los partidos y grupos, fué el principio, si no
de la soberanía popular, a lo menos de la legalidad constitucional
basada en una libre elección del parlamento. Principio no menos r
caro —a la verdad, el supremo valor objetivo de la Revolución—,
r
r
fué la libertad de conciencia y la tolerancia. A todos les era evi
dente que un parlamento elegido libremente se declararía contra
r
la libertad religiosa. De este modo, se planteaba la alternativa en
tre “dejar al pueblo hablar espontáneamente y libremente”, y acep
tar su veredicto, fuera el que fuera, que al final había de ser el
de un gobierno y un parlamento de “piadosos”, los hombres de la r
“quinta monarquía” (reino predicho en el Apocalipsis); y alcan
zar la “libertad de conciencia” por una imposición. La legalidad r
democrática cesaba de ser de este modo el recurso supremo, y en
su lugar habría que aceptar la elusiva, indefinible calidad de la r
“piedad” y la virtud, siendo los jueces que decidieran de esta nota
r
r
los mismos “piadosos”. Ahora bien, los creyentes en la ley de la
“piedad” eran los más fervientes predicadores de los derechos del
hombre (de los ingleses) y de la soberanía popular democrática.
La salida del dilema fué pensar que el hombre no es, como real y
desgraciadamente es, sino como debía ser. El hombre real, malo, í
fuera del redil, no puede ostentar el atributo de humanidad. No í
se puede ser tolerante con quienes rechazan la tolerancia, con los
contrarrevolucionarios. Y en primer lugar, desde luego, los cató
licos romanos.
í 1
r •
N. Y., 1944; A. S. P. Woodhouse, Puritanism and Liberty, being
the Army Debates from the Clarke Mafmscripts, Londres, 1950.
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Sección V. Cuestiones de método, págs. 11-13
Véase la nota a la sección II de la Introducción
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PARTE I. LOS ORIGENES DEL MESIANISMO
' POLITICO EN EL SIGLO XVIII
Capítulo I
EL POSTULADO DEL ORDEN SOCIAL
y sigs. Contiene un,; resumén clásico de. lo que podría; decirse la reli- :
n
naturaleza con aquel que exhibe en su carácter el estado actual de
la civilización, es decir, el hombre corrompido por prejuicios, por
intereses de pasiones artificiales y por los hábitos sociales”, pág. 91 ;
(Mably, en De la Législation, vol. I, pág. 84 y sigs., y Morelly, re r
curren a un argumento semejante cuando tratan de refutar la opinión
de que sin motivo de provecho, el hombre no trabajaría) ; contra n
una especificación de los derechos [que deben ser universales e
iguales] de acuerdo [se alega] con el clima y tamaño del país, para, n
luego erigirlos en instituciones que perpetúen las desigualdades crea
n
n
das (pág. 234) ; larga cita en el texto, pág. 230.
Delvaille, Essai... progrès, págs. 670*707 ; sobre Sieyès véase no
ta en parte II, cap. I, sección a) : sobre el pensar a priori de Diderot,,
véase Becker, op. cit.9 104; sobre la dependencia de Montesquieu,
ibid.9 pág. 114, y Champion, op. cit.9 pág. 9. Compárese Taine, Es n
pinas, Tocqueville, op. cit. en varios lugares.
Capítulo II
LA SOCIEDAD IDEAL Y LA LIBERTAD
(HELVETIUS Y HOLBACH)
XIII, Œuvres, III, pág. 70 y sigs.; Holbach, Système Social, vol. II,
pág. 8 y sigs., 13 y sig., 2 1 , 42 y sigs.; III, pág. 27 y sigs.; Système
de la Nature, vol. I, cap. IX, pág. 170 y sigs.; cap. XII, 272 y sig.,
281 ÿ sigs. ; cap. XVI, pág. 370 y sigs. ; en la Politique Naturelle, Lon
dres, 1773, Holbach, así como en otros escritos, aparece como lo que
pudiera llámarse un moderado liberal burgués; su filosofía política es
más comprensiva que la de Helvetius. Véase H. Lion, Les idées;
op. cit.
Mably, Droits et Devoirs, pág. 1 0 y sig.; Les hommes sont sortis
des mains de la nature parfaitement égaux, par conséquent sans
droits les uns sur les autres et parfaitement libres. . . ne dicte qu’une
seule loi, c’est de travailler à nous rendre heureux. .. ; pág. I l: tout
appartenait à chacun d’eux; tout homme était une espèce de monar
que qui avait droit à la monarchie universelle. Notable ilustración
de la interna conexión entre el extremo individualismo y el comu
nismo; véase Espinas, op. cit., pág. 1 1 2 y sig.; Rousseau, Écono
mie politique, Vaughan, vol. I, pág. 252 y sig.; así como el Discours
sur l’Inégalité, passim.
El Estado perfecto (y la libertad de la razón) Morelly, pág. 48;
Helvetius, Lettre à Montesquieu, Œuvres, vol. V, pág. 215; no hay
más que dos formas de gobierno, el bueno y el malo: De FHomme,
sección IX, cap. IV, Œuvres, vol. IV, pág. 231 y sigs., 238 y sig.
Ahora bien, suponiendo esta legislación la más propia para hacer feliz
a) pueblo, ¿qué medios existen para asegurar su duración perpetua?
Lo más seguro sería establecer preceptores para la instrucción y ma
gistrados que demostrasen en los discursos su excelencia; siendo una
vez establecida, la legislación probaría la bondad por sí misma frente
a la inconstancia del alma humana; pero sea lo que sea esta incons
tancia del alma humana, cuando una nación ha llegado a percibir
claramente la dependencia recíproca entre su felicidad y la conser
vación de sus leyes, es seguro que aquella inconstancia cesará. Toda
legislación sabia, que une el interés privado al público y funda la
virtud en la ventaja de cada individuo, es indestructible. Pero, ¿es
posible tal legislación? ¿Por qué no? El horizonte de nuestras ideas
se extiende cada día más, si la legislación como las demás ciencias
participa del progreso de la mente humana, ¿por qué desesperar del
futuro de la felicidad de la humanidad? ¿Por qué las naciones,
al paso que cada día son más ilustradas, no han de llegar a aquella
r
r
r 302 NOTAS
r
págs. 3-18. Helvetius, De FHomme, prefacio; Holbach, Système So
cial, vol. III, pág. 63; Morelly, págs. 9, 52, 65 y numerosas refe-
naîtra cette ivresse patriotique qui seule sait élever les hommes au
dessus d’eux-mêmes, et sans laquelle la liberté n’est qu’un vain nom
et la législation qu’une chimère (ibid., pág. 492). Aquí (pág. 507)
Rousseau habla con amargura de la indiferencia de los modernos a
los objets moraux et sur tout ce qui peut donner du ressort aux
âmes. Esta es una gran llamada para prevenir frente a las concep
ciones dominantes mecánicas y legalísticas del Estado y la Nación.
Véase Vaughan, vol. II, págs. 428, 431 y sigs., 437, 445, 497 y sig.
Véase, sobre este asunto, A. Cobban, Rousseau, pág. 151 y sigs.; T.
H. Green, Lectures on Political Obligation; A. Osborne, Rousseau
and Burke, Londres, 1940.
Green, vió también con claridad las implicaciones totalitarias
de la voluntad general respecto al manejo de las elecciones. La cita del
fin de la sección procede del C. S., II, cap. VI.
Holbach, Système Social/vol. II, págs. 48, 52 y sigs., 68 y sigs;
Letronne, citado por Tocqueville, L’Ancien Régime, pág. 269; Mo-
relly, pág. 51 (realmente todas las formas de gobierno son para
él, como para Harrington la expresión de las relaciones del derecho
de propiedad existentes) ; Helvetius, Lettres à Montesquieu (Œuvres,
vol. V, pág. 213), a Saurin (ibid., pág. 217): vos combinaisons de
pouvoirs ne font que séparer et compliquer les intérêts individuels
au lieu de les unir. L’exemple du gouvernement anglais vous a sé
duit, Je suis loin de penser que cette constitution soit parfaite.
Helvetius subraya decididamente las consecuencias de la teoría de
los vetos intermedios —inventada para asegurar los privilegios de la
aristocracia, deseosa de mantenerse entre el rey y el pueblo—, en
vez de tratar el aspecto constitucional del problema. Juicio, de John
Horne Tooke, 17-22, XI, 1794. Juicios de Estado, XXV, págs. 590-
2 . Mably, es lo suficientemente desconcertante para un comunista
fanático igualitario, pero no es sorprendente para un planificador
de leyes con destino a una sociedad de pecadores, en Doutes, págs,
85, 175 ÿ sigs., 180, 185; Étude de l’Histoire, págs. 345 y sig., 348,
367; De la Législation, vól. II, pág. 44 y sig., donde se esfuerza en
hacer notar la necesidad que existe de consultar todos los intereses,
clases y tendencias hasta que unos con otros se neutralicen, evitando
el despotismo. Toutes les classes réunies. .. parviennent à connaître
la vérité par le secours de la discussion (Doutes, pág. 85; Étude, pág.
3,45). Sobre los fisiócratas véase E. Sée. Évolution, págs. 203-213;
NOTAS 309
Guerrier, Mably, pág. 143 y sigs. ; Une multitude ne peut être législa
trice, car elle se compose d’individus dont les intérêts et les droits
sont inégaux et opposés les uns aux autres, et qui se trouveraient
être à la fois juges et partis. D’ailleurs, c’est une grande erreur de
considérer la nation comme un corps... (Sée, pág. 207) ; el despo
tismo légal se basa en una evidencia infalible, écarte absolument
l’arbitraire et rend impraticables dans les souverains, comme dans
les magistrats, les abus de l’autorité, qui troubleront l’administration
de la justice (pág. 2 1 0 ). A l’égard des lois naturelles... les préceptes
de notre raison... si simples, si claires, si lumineuses qu’il suffit de
les présenter aux hommes pour qu’ils y acquiescent, à moins qu’ils
ne soient dérangés. (Mably, Droits, pág. 143) *
Quesnay : que l’autorité souveraine soit unique et supérieure à
tous les individus, de la société et à toutes les entreprises injustes
des intérêts particuliers. . . Le système des contreforces dans un gou
vernement est une opinion funeste qui ne laisse apercevoir que la dis
corde entre les grands et l’accablement des petits (Guerrier, pág.
144). Lemercier de la Rivière, L’ordre naturel, caps. XIV, XXI, págs.
100-65, y en los capítulos siguientes arguye contra el despotisme 'arbi
traire como forma distinta del despotisme légal.
r
NOTAS
r
Otro curioso desarrollo del pensamiento de Rousseau merece
notarse. El legislador personal de Rousseau aparece como ün *.deus
r Capítulo IV
r LA PROPIEDAD (MORELLY Y MABLY)
r Sección a) Premisas y conclusiones—La discrepancia, págs. 55-58
r Sobre las discusiones acerca del demento socialista en el siglo
xvm, véase la nOta‘-a la sección c), cap, I. La retirada está ejem
r plificada de la forma más llamativa por Síeyés (véltsé 'ribtá a la
parte II, cap. V, seccióh aj, y Gondorcet, pág. ,314; .ambos pensa
r dores escribieron, bajo el impacto dé los acontecimientos, no teoriza-
í
NO TAS 311
Capítulo V
LA REVOLUCION DE 1789 - SIEYES
Capítulo VI
BAJO LA MONARQUIA CONSTITUCIONAL: EL FIN
REVOLUCIONARIO CONTRAPUESTO A
LA IDEA DEL EQUILIBRIO
ils feignent de croire que nous ríagitons que des questions abstraites,
que de vaines systèmes politiques; comme si les premiers principes
de la morale, et les plus chers intérêts des peuples riétaient que des
chimères absurdes et de frivoles sujets de dispute. Compruébese esta
acusación en la carta del girondino Salle a Dubois-Crance, en la nota
de la sección a), cap. I, part. I.
He aquí lo que ya proclamaba Robespierre en el debate sobre
el marc d!'argent en 1 1 de agosto de 1791: “La eterna Providencia
os ha predestinado desde el comienzo del mundo para restablecer so
bre la tierra el imperio de la justicia y de la libertad, en medio de las
más vivas luces que jamás han iluminado la razón pública, en medio
de las más milagrosas circunstancias que le ha placido producir
para daros el poder de asegurar a los hombres su felicidad, el uso
de sus virtudes y su dignidad” (Vellay, pág. 93). La Revolución,
pensaba en 1789, ha producido en pocos días sucesos más impor
tantes que en toda la historia anterior de la humanidad—Correspon
dance de Maximilien et Augustin Robespierre, G. Michon, 1926,
pág. 17; Lettre à ses Commettants, nr. TV, ser. I, pág. 199.
Une conscience — Robespierre, Vellay, pág. 45; Bûchez et Roux,
Histoire parlamentare de la Révolution Française, vol. X,pàg. 28 y
sigs. Respuesta a Guadet— Bûchez et Roux, vol. XIII, pág. 445.
La biografía más notable sobre Robespierre es la de J. M. Thomp
son, Robespierre, Oxford, 1935; Gérard Walter, Robespierre, Paris,
1946; R. Korngold, Robespierre, the First Modem Dictator, Londres,
1937.
Véase más abajo la bibliografía sobre Robespierre como hom
bre de estado y como pensador.
Autopiedad y sentido de la misión en Robespierre—Réponse à
Brissot, Vellay, pág. 170: Le ciel qui me donna une âme passionnée
pour la liberté et qui me fit naître sous la domination des tyrans,
le ciel qui prolongea mon existence jusqu’à règne des factions et des
crimes, m9appelle peut être à tracer de mon sang la route qui doit con
duire mon pays au bonheur et à la liberté; f accepte avec transport
cette douce et glorieuse destinée; Vellay, pág. 381 y sigs. (último dis
curso y apología de Robespierre) ; Aujard, La Société des Jacobins,
Paris, 1889-97, vol. II, pág. 533 (nous mourrons tous avant toi!—
exclamó Desmoulins en medio de un delirante entusiasmo) ; vol. III,
NOTAS 323
pág. 576; IV, págs. 573 y sig., 592; V, págs. 213, 251 y sigs., 245;
VI, pág. 154.
Saint-Just—Charles Vellay, Œuvres completes de Saint-Just, Pa
rís, vol. I, pág. 34 9 (“Yo he sido” ) ; II, pág. 504 (Moeurs douces—
suicide); II, pág..494, (Tai laissé); II, pág. 305 (acusación contra
Danton); II, p à | . # ( espada ) ; II, págs. 377, 507 (idilio).
Barére creía que Saint-Just “cortado según un modelo más dic
tatorial, hubiera acabado por derrocar a Robespierre y colocarse en
su lugar... era un revolucionario más a fondo y más perspicaz que
Robespierre” (Bertrand Barère, .Memoirs, trad. inglesa, Londres,
1896, vol. II, pág. 139; vol. IV, págs. 333 y sigs.). E. N. Curtís,
Saint-Just, Colleague of Robespierre, Nueva York, 1935, pág. 346.
Igualmente dice Levasseur de Sartbe que, conociéndole personalmen
te, “se atrevía a afirmar que Saint-Just era más importante (en los
acontecimientos) que Robespierre mismo.” Era “el más terrorista de
los dos” (René Levasseur de Sarthe, Mémoires, Bruselas, 1830, vol.
III, pág. 73; Levasseur, vol. I, pág. 223.
Las Œuvres complètes de Saint-Just, editadas en dos volúmenes
por Vellay, son manejables y contienen cuanto puede ser importante
a nuestro propósito. Ha habido una inundación de libros sobre Saint-
Just, la mayor parte dé carácter panegírico. El mejor estudio reciente
es el de E. N. Curtis, Saint-Just, Colleague of Robespierre, Nueva
York, 1935. D. Centore-Bineau, Saint-Just, París, 1936, y P. Gig-
noux, Saint-Just, París, 1946, no añaden mucho a la laboriosa y
detallada obra de E. Hamel, Histoire de Saint-Just, Bruselas, 1860.
Un resumen crítico útil es el libro: Saint-Just, ses idées politiques et
sociales, Paris, 1937, de P. Deronele. Util es, asimismo, The political
ideas of Saint-Just, de Grane Brinton, en Política, 1934, vol. I, núm.
1 ; S. B. Kritschewsky, Rousseau und Saintjust, Ein Beitrag zur En-
twicklungsgeschichte der sozialpolitischen Ideen der Montagnards,
Berna, 1895, es libro que trata un aspecto especial. De fácil lectura
es el perfil biográfico de Saint-Just, en Leaders of the French Révo
lution, Oxford, 1929, de J. M. Thompson. Véase P. Tahard, Le révo
lutionnaire idéal selon Saint-Just, Europa, 1939.
Las fuentes utilizadas en esta obra acerca de Robespierre son:
Charles Vellay, Discours et Rapports de Robespierre, Paris, 1908;
A. Vermorel, Œuvres de Robespierre, Paris, 1886; Albert Lapoîrie-
raye, Œuvres de Robespierre, Paris, 1834; Défenseur de la Constitu-
3 24 NOTAS
IV, pág. 47 y sigs. (sobre los guardias nacionales como arma re
servada de la contrarrevolución) ; qu’on ne me pardonne de ri avoir
pu concevoir comment les moyens du despotisme pouvaient assurer
la liberté—Lapomaraye, vol. I, pág. 66 (Robespierre acerca de la
ley marcial, 2 2 , II, 1790) ; Lapomaraye, I, pág. 69 y sigs.—deux
partis;—devons-nous-déshonorer le patriotisme en rappelant esprit
de sédition, et honorèr Pesclavage par le ñóm ri amour de l’ordre et
de la paix? (pág. 71). Vellay, pág. 174 y sigs., 175—la consti
tución aceptada, a pesar de sus deficiencias, es ahora un point
d’appui et un signal de ralliement contra la provocación contrarre
volucionaria; 180 y sigs—aceptación de la monarquía; mejor que
el gobierno de la intriga disfrazado de república, que mera forma-
cuentan las realidades; Jacobins, vol. III, págs. 1 2 , 420.
Sobre la guerra exterior — Robespierre, Vellay, págs. 119, 123,
124-36; Défenseur, núm. VIII, pág. 375 (Il est deux espèces de gue
rre; celle de la liberté, celle de l’intrigue et de l’ambition; celle du
peuple; celle du despotisme); pág. 376 y sigs.; Défenseur, I, págs.
27, 32 y sigs.; huida del Rey—Vellay, pág. 73.
Juicio de Luis XVI—Robespierre, Vellay, págs. 2 1 1 , 2 1 2
(Louis ne peut être jugé; il est déjà condamné, ou la République
n’est point absoute!) págs. 213, y sigs., 2 2 2 , 240 y sigs. Thompson,
sobre la justicia revolucionaria. Robespierre, vol. I, pág. 94 y sigs.;
Saint-Just, discurso en el juicio del Rey—Vellay, vol. I, pág. 365
y sigs., 386 y sigs., 369 (reinó inocentemente). Distinción entre las
ofensas a los individuos y los crímenes contra la nación: Ici com
mence un nouvel ordre d’idées, absolument distinct de l’ordre judi
ciaire. . .c’est la cause de la société contre un individu. Quel en sera
le juge? La société elle-même. La société sera donc juge et partie?
Oui, ainsi le veut la nature des choses. . . la raison éternelle... in
terprète de ses jugements... la majorité des membres qui compo
sent le corps social (Lettre à ses Commettants, núm. V, serie II, págs.
196-97) ; Saint-Just, Vellay, II, 228-9.
Desmoulins. Vieux Cordelier, núm. 4, diciembre 2 0 , 1793, 30
Frimario, año II; Je ri ai jamais su décomposer mon existence poli
tique pour trouver en moi deux qualités disparates, celle du juge
et celle de l’homme d’état. .. Tout ce que je sais, c’est que nous
sommes les représentants du peuple envoyés pour cimenter la liberté
328 NOTAS
Capítulo VII
UNA SOLA VOLUNTAD
r
r
330 NOTAS
r
or que sont les dépositaires deîautorité publique?); I, pág. 13 (que
le peuple est bon) ; I, ser. 2 , pág. 30; VI, ser. 2 , pág. 285 (Le peuple
est toujours pur dans ses motifs) ; (il ne peut aimer que le bien pu
blic, puisque le bien public n est que Pintérêt du peuple.) II ri y
r
r
a rien d’aussi juste ni d’aussi bon que le peuple, toutes les fois qu’il
ri est point irrité par l’excès de l’oppression, Vellay, pág. 97.
Sobre la Constitución de 1793—Aulard, Histoire politique,
págs. 280*314, donde se hallan pormenores acerca de los debates y
r
r
un análisis de los varios proyectos así como del resultado final;
Alfred Stern, Condorcet und der Girondistische Verfassungsentwurf
von 1793, Historische Zeitschrift CXLI, pág. 3. Albert Mathiez,
r
r La Constitution de 1793, Amales Historiques de la Révolution
Française, vol. V, 1928, reimpreso en Girondins et Montagnards,
r
1930.
Saint-Just—Vellay, vol. I, págs. 426-8, 418 y sigs. Aunque parez
ca raro, el proyecto de Condorcet tiene más rasgos plebiscitarios,
r Aulard, loe. cit., Stern, loe. cit. Robespierre como arquitecto de la
votación patriótica—Thompson, vol. I, pág. 265 y sigs. ; voto de
la constitución de 1793—Villat, pág. 234; Apelación sobre la suerte
r
r
de Luis XVI—Robespierre, Vellay, pág. 230; oposición a sustituir
la Convención y a nuevas elecciones—Bûchez et Roux, vol. XXVI,
r pág. 47 (17 de abril, 1793, antes de la expulsión de los girondinos).
r
Después de la expulsión y del voto de la constitución de 1793, Ro
bespierre se resistió a cualquier intento de substituer aux membres
r
épurés de la Convention actuelle les envoyés de Pitt et de Cobourg
(Villat, pág, 242).
Secciones—Bûchez et Roux, XXII, pág. 467 (oposición a la di
solución—son el pueblo, son los que pueden hacer que la Revo
r
r
lución sea la única capaz de asegurar el orden—les, le peuple entier
qui ne peut point appartenir à une faction, quelque puissante qu’elle
r soit; Ancien Moniteur, vol. XV, pág. 75; RoSespierrï, Vellay, pág.
2 6 4 (respectez surtout la liberté du souverain dans les assemblées
r
NOTAS 331
fenseur, núm. III, pág. 149 (tout parti est funeste à la chose publi
que; et il est de l’intérêt de la nation de îetouffer comme il est du
devoir de chaque citoyen de le dévoiler); Robespierre, Lettre à ses
Commettants, ser. 2, VII, pág. 328; Jacobins, vol, VI, pág. 5; Bû
chez et Roux, vol. XXV, pág. 47.
Robespierre, Défenseur, núm. IV, pág. 162 y sigs.—toda la lu
cha reducida a las premières régies de la probité, et dans les plus sim
ples notions de la morale. Toutes nos querelles ne sont que la lutte
des intérêts privés contre l’intérêt général, de la cupidité et de T ambi
tion contre la justice et contre l’humanité. .. adopter dans les affaires
publiques les principes d’équité et d’honneur que tout homme probe
suit dans les affaires privées et domestiques— véritable objet de notre
révolution (162), 164.
Il faut une volonté une—Courtois, Papiers inédits trouvés chez
Robespierre, etc., núm. XLIV, pág. 15; Deville, La Commune, pág.
44, sugiere la fecha de 16-19 de mayo de 1793 para la anotación.
Robespierre, Vellay, pág. 171 (à Brissott), toute faction tend de
sa nature à immoler l’interérêt général à l’intérêt particulier. . . sur
les ruines de toutes les factions doivent s’élever la prospérité publi
que et la volonté nationale— voilà ma politique, voilà le seul fil qui
puisse guider... quels que soient le nombre et les nuances des diffé
rents partis, je les vois tous ligués contre l’égalité et contre là Cons
titution.
Robespierre—Il n’y a plus que deux partis en France; le peuple
et ses ennemis... Celui qui n’est pour le peuple, est contre le peu
ple; celui qui a des culottes dorés, est l’ennemi n é ... que deux
partis. .. corrompus... vertueux... amis de la liberté, égalité. .. dé
fenseurs des opprimés... fauteurs de l’opulence (Jacobins, vol. V,
págs. 179, 180); Robespierre, Vellay, págs. 384 (des bons et des
mauvais citoyens), 382 (“Las facciones son” ) ; Bûchez et Roux,
vol. XLIV, pág. 212 y sigs.; Unanimidad—Bûchez et Roux, XXXII,
pág, 73 ; “dondequiera que una línea de demarcación”—Bûchez et
Roux, vol. XXXIII, pág. 200 (fué el 20 de junio de 1794, en debate
sobre la terrible ley de Pradial, que dispensó de oír a los testigos en
el Tribunal Revolucionario y que por primera vez permitió a la
Convención llevar ante este tribunal a miembros de la propia Con
vención). ¿Cómo obra la democracia?—Saint-Just, II, Vellay, págs.
508-9; Robespierre; Défenseur, IV, pág. 162; El club de los jacobi-
334 NOTAS
Capítulo VIH
EL ULTIMO ESQUEMA
étrangère; cest pour toi que nous affrontons tous les coups de la
tyrannie; Gest ion bonheur qui est le prix de nos pénibles combats;
découragés souvent par les objets qui nous environnent, nous sentons
le besoin de nous élancer dans ton sein; <?est à toi que nous con
fions le soin d'achever notre ouvrage, et la destinée de toutes les
générations d'hommes qui doivent sortir du néant! Postérité nais
sante, hâte toi de croîte et <Famener les jours de légalité, de la justice
et du bonheur!—Robespierre, Vellay, pág. 155; Becker, en la Ciudad
Celeste, escoge este pacaje para ilustrar la religion del siglo xvin. La
posteridad ocupa el lugar de la felicidad eterna.
Capítulo IX
EL PROBLEMA SOCIAL
burgo, Vellay, vol II, pág. 160; 9 Pluvioso, año II, 28 de enero de
r 1793, en Lille, Vellay, il, pág. 186; 15, 17, 24 Brumario en Es
trasburgo, Vellay, II, págs.-132, 138, 143-46.
r
r Seccione) Cuestiones fundamentales, págs. 171-177 .
r Discursos de Robespierre sobre los suministros — Lettres à ses
Commettants, IX, 2, pág. 391 y sigs.; Declaración de Derechos, Vel
r
r
lay> págs. 245-254; los modos antiguos—Robespierre, Commettants,
núm. IX, págs. 392-5 ; principes du droit de propriété— Robes-
r
396 y sigs.; el principio moral de la propiedad—Vellay, pág. 247 y
sigs. (Declaración de Derechos) ; Vermorel, págs; 183, 192-3 ‘(des
r
igualdad, derecho de donación). :
Saint-Just, Vellay, vol. II, pág. 79 (“el pan” ) ; II, pág. 238 (Les
r
groupes, dans tous les cafés... joie universelle... c’est à présent,
disait on, que la Répub. repose sur des bases inébranlables; aucun
r
ennemi de la Révolution ne sera propriétaire, aucun patriote ne
sera sans propriété... Comme colons Romains.. .
345
r
r
NOTAS
r !
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r
r PARTE III. LA CRISTALIZACION BABUVISTA
r
r Capítulo X
r
r Du Système de dépopulation, ou la vie elles crimes de Carrier, Paris,
año III, 1795; Opinion d’un citoyen des tribunes du club ci-devant
, v, ii' . . , : ' _
•> Sección b) Las lecciones, págs. 189-191 ji
Acerca de los regímenes termidorianos y del Directorio, ^yé^se
Albert Mathiez, Le Directoire; Georges Lefebvre, Les Thermidoriens,
Paris, 1937 ; Raymond Guyot, La Révolution Française, libro JII,
1795-1799 j(Peuples et Civüizations}, Paris, 1930; L. Villa^/La f e
vol. et ZEmp., vol. I, Clio VIII, 1, Paris, 1936, También véase îLàvis«
se, op. bit.,II ; D.Gùerin, op. cit. ; A. Aulard, jHYsî. Pol. "
í i
r
NOTAS 349
r
La temprana crítica dél régimen que hizo Babeuf, antes de retor
nar al redil del puro robespierismo y convertirse en el predicador r
del comunismo igualitario,, es característica y, ,a veces, aguda.' Se
encontrará en su Journal de la Liberté de la Presse, núm. XVIII,
3 3 ; XIX, 3; XX, 3; XXIr 5; Tribun.du Peapfe, JX IX , 265r70; í
Dómmanget, Pages, págs. 194-6; Tribun, XXVIII, 237-8, 240, 244;
Tribun,XXIX, 265-8, 275-6; Dpmmanget,,Pages', págs. 193-9.(con Ti
tiene un análisis del fracaso de la izquierda, con la>afirmación fde
que está destinada a triunfar) ; Tribun, XXX, 290.-1 ;>Dómmanget, í 1
Pages, págs. 200-1;Tribun,' XXXIV, 6;9; Donimanget, Pages, págs.
233-36; Advielle, vol. I, págs. ,145-7,168*9. . > * í 1
Lá constitución de. 1795 y Boissy*d’Anglas—Layisse, vol. II,
págs. .2745, 283; el adjetivo “revolucionario” fué desterrado—i¡)id., í
pág. 257, ,, * - ■ ' . . /• ^ ^
r
Seccion e) Babeuf, págs. 191-194■ «.- r
■ Jê ïsuis désespéré) ma bonne amie, de t voir; la détresse où je te r
laisser—carta a su mujer, Paris 16, VIII, 1789—Advielle, vol I,
págs. 57, 61. ,v n
Dramatizaron de sí mismo, por ejemplo, en Péroraison de la dé
fense, générale .devant la Haute-Cour (62 Séance, 28 Floréal, an V), r
Dpmmanget, Pages, fpàg. 306 y sigs.; Espinas, pág. 390; Advielle,
vol. I, pág. 314; Moi déplacé—primerá çarta a Coupé, Domman \
get, Pages, pág. 103; “Atlas”—Prospectus of Tribun, 5-6; Dom-
n
marigeV Pages,., pág. 230-32; Tribun, XXXIV, 5; Advielle, I, pág.
220 : (carta al Directorio. después, de su detención) —megaloma
nía*.. Su fallo en el momento decisivo— Advielle, vol. I, pág. 330
(apreciación característica del aspecto de Babeuf frente al tribunal
hecha por el acusador), vol. II, pág. 302; Débats HauteCour, vol.
II, pág. 86. :
Sobre los primeros años de Babeuf -^Advielle; vol. I, primera
pajrte.,¿.Babeuf pretende haber nacido la noche de .Navidad, 25 de
diciembre.,de 1 .7 6 0 ...dans, une, cabane . . . que le Rédempteur. En
realidad, nacip el 23 de. noviembre de 1760. No merece más crédito él
cufentó, de que su padre fuera maestro, del emperador José II, de Aus
tria, Adyielle, vol. I, ;pág. 5. La realidad es que fué desertor del
ejército francés—¿óú/.?ipágv 7. , ' • !
350 NOTAS
i
NO TAS 353
lent avoir une valeur plus qu’égale à un.— Cès lois sont homicides:
elles sont destructives du contrat social primitif qui ja nécessairement
garanti lé Maintien, perpétuellement inaltérable, dé la suffisance des
besoins—Tribun, XXXIV, 13-14; Dommanget, pâgs'/238-9;-'¡Tribun,
XXXIV, 13; Dommanget, pâg. 238—uoiïà là déclaration solenhèllè
des plébéiens aux patriciens, et le prologue sérieux de Tinsurrection
et de là révolution. Cette guerre dès plébéiens et des patriciens^ou des
pauvres et des riches^ri existe pas seulement du moment où elle est
déclarée. Elle est perpétuelle ■ ell commencé dès que les /institutions
tendent à ce que les uns prennent tout et à ce qu’il he reste-rien aux
autres. Il semble aux riches, qu’en feignant le sécurité, en s’efforçant
de faire croire aux pauvres que leur état est inévitablement dans là
nature, c est là la meilleure barrière contée les entreprises dés der
niers; mais quand la déclaratoire insurrectionnel èst ^proclamé, abrs
la lutte s’engage vivement, et chacun des deux partis emploie tous ses
moyens pour faire triompher le sien.— La plebe mei kn réquisition
toutes les vertus, la justice, la philantropie^ le désintéressement. Le
patricial appelle à son secours tous les crimes, T astuce, la duplicité,
la perfidie, la cupidité, l’orgueil, Fambition. u ! ;i
La société est une caverne—Tribun, XXXIV ; guerra civil perma
nente— Tribun, XXXV, 76:7; Dommanget, Pages, pâg. 251 y sig. ;
Tribun, XXXIV, 11-14; Dommanget, pâgs. 236-8; Cadastre perpétuel,
XXIX ; Dommanget, 90 ; “donde no hay derechos no hay deberes”
—Dommanget, pâg., 102, Correspondant Picard, noviembre de 1790
— nom nous dispenserions encore de faire servir nos bras. La ex-
presión corriente bras croisés procede de Maret,. Ami vdu peuple^ 30.
r
r 354 NOTAS
r
mera parte de su “Historia” ; Babeuf-Pièces saisies, 139-148,
pièce, % liasse,: plusieurs. révolution, depuis 1789, Dommanget, Pa7
r ges, pág. 284 y, sigs.; carta de Babeuf a Bbdson, en Suite dès lfPiè<Ms,
págs. 52-4, 9 Ventôse, an lV ; grandeza nacional como Emotivo ?en
r
î...
Robespierre—Saiíe des Pièces, pág. 54, 48 pièce, 15 liasse; des
résultats— de marquer— Pièces saisies, Í39, 140; Égalité chimêriqik
r
r
sigs., traduc. de Bróriterre, págs. 314-17.
î Las primërâs ideas de Babeuf —Advielle, vol. II, pâgs. 31, 33;
II, Correspondance, 190, Code universel, procurât à tous les individus
r
indistinctement, dans tous les biens et les avantages dont on peut
r jouir en ce bas monde, une position absolument égale; ibid., 193-4
r
rresp.) : Il faudrait probablement pour tout cela que les rois déposas
sent leurs couronnes, et toutes les personnes titrées et qualifiées,
leurs dignités, leurs emplois,leurs chargesÆais^quà cefamltiènëy.. ; y
f Loi agraire,166OQÔÔ00 arpents —Cadastre II— lâ terré* f
mère commune, eut !pu h’être partagée qu’à vie, et chaque partiènÜuï
r
i
NOTAS 355
Capítulo XII
LA HISTORIA DEL COMPLOT PE BABEUF
du procès, vol II, pâg. 275; Conspiration, vol. I, pâg. 23 (“ese orden
publico” ) ; C’est Fobligation—Tribun, XXXV, 100*1; Dommanget,
pâg. 256, 7; libertad form ai... “como querrià’^B uonârroti, pâg.
34, n. 1; “Comité de Ciaridad’^Dommanget, pâg. 128. '
3 pâgi 250: Il est temps de parlef
de Ha démocratie iÊewwhe; de ¿définir ce que nous entendons par
elle, et ce que nous voulons qu’elle nous procure; dé concerter enfin,
avec tout le peuple, les moyens de la fondef et dé W maintenir. ; ■;
Ils se trompent, ceux là qui croient que je ne m’agite que dans
la vue de faire substituer une constitution à une outré: Nous avons
bien plus besoin d’institutions qiie det constitution.La constitua
tion dè 93 n’avait mérité lès applaudissements de tous les gens de
bien, que parce qü’elle préparait les'voies à des institutions. Si par
elle ce but n’avait pu être atteint, j’eusse cessé de Fâdmirer. Toute
constitution qui laissera subsister les anciennes institutions humani-
cides et abusives, cessera d’exciter mon enthousiasmétout homme
appelé à régénérer ses semblables, qui se traînera péniblement dans la
vieille routine des législations précédentes, dont la barbarie ^consacre
des heureux et des malheureux, ne sera point à mes yeux unlégisla-
teur, il n’inspirera point mes respects. Travaillons à fonder (Fabord de
bonnes institutions, des institutions plébéiennes, et nous serons tàu:
jours sûrs qu’une bonne constitution viendta après. Des institutions
plébéiennes doivent assurer le bonheur comnuîn, f aisàncëégale de
tous les co-associés. ' 1
La insistencia en las instituciones es, desde luego, un eco de Saint*
Jüst y sus Institutions Républicaines. Salut en démocratie — Pièces
Saisies, I, 256, X e pièce, liasse 9; más allá del mero republicanismo
— Advielle, vol. II, pâg. 107; Des hommes — Débats dû procès, vol.
I, pâg. 284; purificación—Tribun, XXIII,'-*4-5la dernière— Buo
narroti, Encyclopédie Nouvelle, 1840, 325; Advielle, I, pâg. 301 —
bonheur càihmun—n’était autre chose que là vraie Démocratie, but
de la Révolution e tb u td e toute associatif — Télfütide
contrat primitif— ; Suite des Pièces, 9 -^ 2 ce démocratisme parfait
qui rte se càiïtente pas du passabk, mais qui veut le mieux ën ma- “~
H ie r e òrgàhisdiiòhsociale.
7 : Pièces Saisiës? 21l; pièce 20, Kasse%9 ( ortografía especial ) -
que;c?ëst qüe démocratiej que c’est absolument le btinheur commun
légalité rêèlë èt hon chiihêriqûe ét'ilhisoirè; Dommanget, pâgs. 247-8.
360 NOTAS
ii
NOTAS 361
t' mm
Sección e) ^ La teoría de la dictadura, revolucionaria, p ág s.‘235*242
5 Vèr Buònàrroti ; acerca dèi período interim. Conspiration, I,
pág. 134 ' n. ; -‘esta’ tarea difícil”—¿ó/d. ; ^“dictadura ;:dé la insurrec
ción”—--Pièces Saisies, 173, piècë 61,¿liasse 7: Première instruction
aux agents principaux; también Buonarroti, II, Piecès justifie., pág/
114; “a que-5—Buonarroti, I, pág. 139 n.;^ PemplearVun hom^
Buonarroti?Conspiration, pàgs.J39-40;:jRp6espic^rc, pags. 11-12. ;
P Robiquetp Buonarroti, pág. 281, confunde curiosamente la reía--
ción entré la soberanía popular y la voluntad general en el pensa-
miento de Babeuf, mientras que Buonarroti mantiene, por su párte,
qüe el pueblo es incapaz de regenerarse a sí mismo e incluso" de esco-;
gêr los guías de tal regeneración; no*obstante, al mismo tiempo llega
a decir queda libertad consiste dans la soumission de tous à la volon-
té générale. , ;; . ;‘
“Y aunque el Directorio secreto”—Buonarroti, vol. I, pags, 132-
3; Autorité révolutionnaire et provisoire,n— capaces de librar para
sieriipre^-ibid.; “proponer ab pueblo”—ibid., pàgs. 138-9. (pian de
dictadura personal de Darthé) ; “extraordinario y necesario” «— Buo
narroti, I,. pág. 42 ; Première instruction du Directoire Secret—Piè
ces, 172, 61 pièce, 7 liasse; Pièces saisies, 169, 61 pièce; Buonarroti,
II, Pièces justificatives, núm. 6. ; ,
Alors il y a justice, il y a nécessité que les intrépides, lies plus
capables de se dévouer, ceux qui se croient pourvus au premier
degré d’énergie, de chaleur et de force, de ces vertus généreuses sous
la garde desquelles a été remis le dépôt d’une constitution populaire
que tous les Français vraiment libres n’ont jamais oubliée; il y a
alors justice et nécessité que ceux-là convaincus d’ailleurs que l’ins
piration de leur propre "cœur, où* celle de la liberté ,elle-même, qui
leur fait entendre plus fortement, plus particulièrement sa voix, les
autorise suffisamment à tout entreptëhdFèfü y ajustice et nécessité
que cPeuxmeines ils s’investissent de ladictature de ïinsurrection,
qu’ils èn prennent Vinitiative, qu’ils revêtent le [glorieux titre de coh-
3 64 NOTAS
jn
h
NOTAS 365
tii
fera départir: ainsi c’est sous ce rapport qu’il faut le combattre, P
—Pièces saisies, 130 y sig. ; Advielle, II, pág. 120 y siguientes.
El viejo hébertista Bodson, en una "cèrta que contiene un agudo
T
■i1 '
análisis'del factor psicologico —Suite des Pièces, 55 y sigs., pièce
49; liasse 2—apëlâ a Babeuf para qué se haga el jefe, no como su P"!
cesor de nadie, sino conio4-primer líder:4/e pense et je suis coti- | .)
vainàu que, suivant Timpulsion dettoti càèiïr, la véhémence de tes
sëntïrnenis, tu y réussiras 'plus facilement qu i de suivre lès traces
d’hommes, que tu dois avoir le nôblë orgueil (quels que soient les
sèrvices qu’ils óñt pü rèrtdre à là patrie) de kdépasser; ne regarde
point en arrière; nè vois que le bonheur et la rèconnaissanàe de la
postérité (57).. .—Cwis que TautoritédeLycurgue, Rousseau, Ma-
bly vaüt bien celle de nos légistes modernes. El intento de enlazar con
el gobierno revólucioáárioié quitaría muchos partidarios. La gente
]P
r )
estabá cansada de la Revolución y deseaba estabilidad. Además, los
discípulos y colegas de Marat y Hébert no podían librarse dëlresen-
timiento contra Robespierre y sus amigos, Dommariget, Pages,pág.
286, núm. I. P
Apología que hace Babeuf de Robespierre — Suite des Pièces, n
52-5; Dommanget, págs. 284-6; Tribun, XL; Buonarroti, Conspira-
tion,pág. 138; Buonarroti, Robespierre, pág. 12; p
Saint-Just tuvo razón proponiendo a Robespierre para dictador;
-hablar al pueblo”* iniciativa legislativa; “tomár parte en las leyes” iji '
--Buonarroti, pág. 200 y sigs. ; “lá aniquilación”, “sin merced”
—Buonarroti, pág. 50; “pretender.. . ¿por qué lo hizo?”— Ir )
“manifiestamenteoscliro”—ibid., pág. 51; “todo mejora”-—ibid.,
págs. 226-27; Babeuf: “Yo liberté”—Advielle, II, págs. 78-9; Dom- ■p
mañget, Pages, pág. 284, nuira. 1»Suite des Pièces, 52-4; Rossignol—
|r ■
¡í >
Robiquet,L’arrestation de Babeuf, Rev. Français, vol. XXVIII, pág.
296. . ' v' ........... *
: Capítulo XIV ji >
|p
Sección a) Organización y propaganda, págs. 243-247
M. Doiñiriáñget, Structuré, Anuales RévolutionnUires, vol. XIV,
jí 1
r
Suite des pièces, págs. 320-5., • ^ <
Buonarroti; I, pág. 114 y sigs. fia résolution), 70; II, Pièces
r
justif., 108,111 y sigs.,113 y sigs. ; Dommanget, Structure, pág. ,181 ;
clandestinidad y lealtad—Discours des accusateurs, faisant suite, yol.
r
292) ; Dommanget; Structure, pág. 182... ., r;
Métodos ^ Pièces saisies, 285-97 (informes de los agentes acer
r ca del estado del pueblo) ; Suite des Pièces, 103-9; 187; Pièces sai-
sies, 197 (petites réunions, coteries); 249 (listas de contrarrevolucio
r
jours les républicains font des prosélytes; les murmures du peuple
ont été hier des plus véhéments. Le gouvernement y a été maudit
r
avec les plus grandes imprécations; et chacun manifestait de plus
grand désir de secouer le joug de la tyrannie directoriale. . . Cet
r
lytes s’augmente. / > v "
Mathiez, Directoire pág. 191 y sigs., también Dommanget, Struc
r ture, págs. 185-6, señalan que los lectores del Tribun du Peuple eran
!
NOTAS 367
368 NOTAS
saisies, 238*42, pièces 34-5/8 liasse— tuer. . . faire main basse (de
puño y letra de Darthé) ; toutes autres exterminations — Pièces saisies,
25-6. Sé deja una escapatoria para los miembros del Gobierno qué
bayan hecho servicios a la causan— Buonarroti, I, pág. 196; II, Pièces
justif., pág. 286, se quería dar una ocasión à Barras; “mujeres*inci
tando y ofrëciendo coronas cívicas” — Buonarroti, I, pág. 194. "
Medidas de distribución —Pièces saisies, págs. 148-51, 86-8;
explicación de BuoharrÓti, vol. I, págs. 155, 196, 203; II, Pièces
justif., pkg. 265; él puéblo ejerciendo lós derechos soberanos —Buó-
narroti, I, págs. 156 y sig., 199; el compromiso entre las posiciones
legales—Buonarroti, I, págs. 171 y sigs., 182 (unión con los Monta
ñeses); restauración y mejoramiento del sistema preíermidoriano por
aprobación popular—ibid., págs. Ï5 6 ,199 y sigs!, 297 ; comisarios—
ibid. (págs. 205-6, 304 ÿ sig.) ; Buonarroti, II, Pièces justif., núm.
XXV, vol. II, pág. 292 (“trazadas de modo” ) .
Seminario especial —Buonarroti, vol. I, pág. 305 ; dimisiones,
reposiciones, desarme, libertad y encarcelamiento—ibid., págs. 301-
5; cámpos1de concentración — Buonarroti, II, Pièces justif., pág.
304 (núm. XXVIII, Fragment d9un projet de décret de police); Buo:
narróti, Ï, pág. 306 (“aterrorizár... sólo quiere decir seguridad’’) ;
exhibición teatral—Buonarroti, II, Pièces justif. (PièceXVII),?pág.
256 ; Tribun, XXIX, 266 ; Dommaiíget, Structure, pág. 194.
Mathiez, Directoire, pág. 212; Lefebvre, en su prefacio a Dom-
manget, Pages, pág. VIII; Guérin, Lutte, vol. II, pág. 377; G. Wal
ter, Babeuf, pág. 256 y siguiente. *'
*
Capítulo XV
EL ULTIMO ESQUEMA
NOTAS 369
r
i
la viabilidad del sistema comunista), la cual, juntamente con la r
Carta, se halla eri la Pièce XIII, de las Pièces justificatives, vol. II
de la Conspiration, de Buonarroti (págs. 213-29), respuesta escrita r
por el propio Buonarroti. Contiene una sucinta exposición del es
quema babuvista para el futuro y una contestación a varias críticas. r
Las señales de la verdadera democracia — Buonarroti, vol. I,
pág. 231; multiplicidad y oposición de intereses, ibid., págs. 233, î
294-5; 313 (sobre la consolidación... hasta que); procedimiento
gradual—hacia ía soberanía popular ; al comienzo la organización r
debe estar compuesta — solamente de ciudadanos franceses de fiar; r
aquellos que pertenezcan a la comunidad nacional—I, págs. 277-8.
Una ciudadanía justamente adquirida—I, pág. 232 y siguientes. i
Democracia babuvista—vol. I, págs. 230, 239, 250-3, 259-77;
la gran economía nacional—I, págs. 206-18; comunidad de senti r
mientos—I, págs. 210, 228-9, 238, 255-8, 278-94; “ ¿se va a dejar
a la mente humana?”—I, pág. 285; prensa—I, pág. 291, Buonarroti, r
Encyclopédie Nouvelle, 1840—“Babeuf” ; Artes y Ciencias—Buona
rroti, I, págs. 285 y sig., 292-4; Encyclopédie Nouvelle—“Babeuf” ;
Consp., I, 223 y sigs.; Tribun, XXVIII. Babeuf en 1792; Domman-
r
get, Pages, pág. 134 y siguientes. r
Antiintelectualismo y limitación de la prensa—EncycL, pág. 327, r
Les seules connaissances nécessaires aux citoyens étaient celles qui
devaient les mettre en état de servir et de défendre la patrie. Point ï
de corps privilégié par ses lumières; point de prééminences intellec
tuelles ou morales; point de droits; même au génie, contre la T
stricte égalité de tous les hommes. Lire et écrire, compter, raisonner
avec justesse, connaître Vhistoire et les lois de la République, avoir r
une idée de sa topographie, de sa statistique et de ses productions na î
turelles, tel était le programme de l’éducation commune à tout le mon
de. Cette prudente limitation des connaissances humaines était aux î
yeux du Comité la plus solide garaniié d’égalité sociàle. S’appuyant
sur l’autorité de Rousseau, qui affirme que jamais les mœurs et la î
liberté n’ont été réunies à l’éclat des arts et sciences, il avait même
été jusqu’à refuser de se prononcer sur futilité des perfectionnements î
ultérieurs des arts et des sciences, par les citoyens plus versés que
les autres dans ces matières. Du reste, la presse devait être sévère r
ment renfermée dans lé cercle des principes proclamés par la société
(Buonarroti, EncycL Nouv., “Babeuf”); vuelta a la tierra — vol. I, i
24 î
370 NOTAS
Absolutismo Sieyes, 26
ideológico, 8 Apriorismo y empirismo, 25
político, 10 Condorcet, 26
los fisiócratas, 49 Arbitrio humano, 1
político e ideológico, 1-13 Armonía
teocrático con los demás, 35
Bonald, 29 del alma
Maistre, 29 ' Holbach, 35
Acción Social, 4 el Terror, 154
Acertar y errar, 1 natural
Adán, 30 voluntad general, 46
Alma individual religioso-ciudadana
Mably, 24 Helvetius, 23
Rousseau, 24 Holbach, 23
Alzamientos federalistas, 117 Mably, 23
Amor de sí mismo Rousseau, 23
Morelly, 34 Saint-Just, 154
Amor del poder social, 5, 6, 35
" sabiduría política, 38 defensa del pobre, 65
Amor propio : el hombre, 36
Robespierre, 155 instituciones parlamentarias, 49
Rousseau, 155 los fisiócratas, 49
Anarquía Mably, 60
Burke, 144 Arte
Rousseau, 42 Mably, 63
Saint-Just, 118 de gobernar
Antiguo concepto de la Sociedad, 4 Robespierre, 147
Antiguo Testamento Saint-Just, 147
siglo xvm, 23-4 Ascetismo moral
Antinomias de la democracia totali Mably, 63 ¡
taria, 3 Asistencia social, 190
Apriorismo Ateísmo
Diderot, 26 ateos, 23
374 ÍN D ICE A L F A B É T IC O DE M A TER IA S
Æ
marroti, 269 revolución, 186-8, 214, 240
espierre, 269 francesa, 203-4
^Autoridad Robespierre, 194, 208-9
revolucionaria provisional, 237 , Rousseau, 65, 193, 207
totalitarismo mesiánico, 43
B Tribun du Peuple, 216
virtud, vertu, 205, 229
Babeuf, 87 Babuvismo
agitador, 1924 Buonarroti, 194
alegato al Consejo, 20„ civisme, 259
anhelos mesiáriicos, 191 'f ' : comunism» económico, 259-63
“bonheur de médiocrité”, 62 cristalización, 6
Buonarroti, 214 desconfianza del parlamentarismo,
caída, 274 * s r 257 - ^
Comité de Insurrección, 246 fiestas patrióticas y semirreligiosas,
complot, 243 " 4 260 :
Conspiración de los Iguáles, 216-20 freno a los legisladores, 258
desconfianzas, 227-8 Babuvismo (Cont.)
dictadura revolucionaria, 160 guardianes de la ortodoxia, 258
Diderot, 18 impuestos contra la riqueza, 260
dirección inteligente, 212-3 Jurisprudencia, 265
Du Système de dépopulation, 208 1 la ciudadanía, 257
Dubois, 186 * los intelectuales, 256 - 7 •f
en prisión, 193 ? Mably, 70-1, 261, 264 !
felicidad estable, 215 > propiedades del Estado, 259
fracaso y pena de muerte, 220 respecto de Robespierre, 254
humillado por la aristocracia, 192 Rousseau, 64, 261
igualdad humana, 198 Teología, 265
ingratitud, 228 tres tipos de asamblea, 257
jacobinismo, 70, 174 Barras ‘
Journal de la liberté de la Pres el Terror, 139
se, 216' los impuros, 133
legislación, 232 Billaud-Varenne
método intermedio, 234 Comité de Salud Pública, 134
miembro del Comité de Réglement, Bonald
193 absolutismo teocrático, 29 * ’ *
Montesquieu, 186 “Bonheur de médiocrité” *'
Nación, 53 Babeuf, 62
“No se puede servir a dos aïhos”, Robespierre, 62
266 Saint-Just, 62
“¿Por qué obedece á sus amos?”, Brissot
220 la guerra, 104
procesado, 193 ; * Buonarroti, 9 1: í '. 4
prosperidad común, 215 1f’ ateísmo, 269 r
pueblo, 116 Babeuf, 214
repudiación de la ley agrària, 210 babuvismo, 194 >
IN D IC E A L F A B E T IC O DE M A T E R IA S 375
universal, 69 justicia, 37
virtud, vertu, 35, 229 las leyes, instrumentos de los ricos,
Fermagcs a venta 57 ¡
Mably, 181 Legislación, 35
Marat, 181 orden social, 18
Saint-Just, 181 pragmatismo cósmico, 18
Fichte, Johann Gottlieb, 16 propiedad, 56
Filosofía : . estatal, 57
política, 75 privada, 58
positivista, 8 religión universal, 24
social, 8 Robespierre, 163
Freud, 76 sistema natural, 39
Fuerza sociológica, 8 sociedad ideal, 30
utilitarismo, 18, 31
G Historia
elementos concretos, 12
Girondinos, 86 sustancia real, 12
Gobierno . ;. Historia de la Conspiración de Babeuf
no del pueblo, 100-1 *‘ —Buonarroti, 194, 252-70
revolucionario, 129-30 Holbach, 18
Guerra armonía del alma, 35
revolución, 142-3 religioso-ciudadana, 23
Robespierre, 131 comercio, 66
social, 202 condena de artes y oficios, 67
sus consecuencias, 202 deseo de felicidad, 33-4
deterninismo materialista, 18
H diferencias
Mably, 24
Harrington, 11 Rousseau, .24
Hébert el hombre, producto de las leyes del
Comité de Salud Publica, 136 Estado, 33
Hegel, 61 enseñanza, 37
Reine, 16 “espiritualidad del alma”, 22
Helvetius, 18 felicidad recíproca, 34
armonía religioso-ciudadana, 23 ideal armónico-social,- 24
De l’Esprit, 18 Inglaterra, 48
deseo de felicidad, 33-4 interés temporal, 36
Helvetius (Cont.) la tierra, 65-6
diferencias materialismo, 31
Mably, 24 moralidad, 23 *
Rousseau, 24 orden social, 18
educación, 31 Platón, 35 «,
enseñanza, 37 pragmatismo cósmico, 18
felicidad recíproca, 34 principio materialista, 22
ideal armónico social, 24 sistema natural, 31
interés temporal, 36 sociedad ideal, 30
380 ÍN D ICE A LF A B É T IC O DE M A TER IA S
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ín d ic e a l f a b é t ic o d e m a t e r ia s 381 r
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382 ÍN D IC E A L F A B E T IC O D E M A TER IA S
dé la libertad, 2, 30 impulsor, 9
democracia totalitaria, 47 Pobreza evangélica, 9
Rousseau, 47 Política
Parlamentarismo cuestión de ética, 155
Robespierre, 107-8 ' de clase
Rousseau, 107 Robespierre, 169
Partido Saint-Just, 169
extraparlamentario mesiánica, 5
Babeuf, 224-5 Pragmatismo, 7
Coupé, 224-5 cósmico, 18, 35
deberes de los curadores, 286 Premisas racionalistas, 47
político Principio
Robespierre, 128 de la legitimidad, 19
—Rousseau, 128 monístico, 10
totalitario, 7, 8 único, 17
Peligro del vicio Principios democráticos, 123
Mably, 63 Privilegios feudales, 6
Rousseau, 63 Problema
Pena capital de libertad, problema económico,
Convención, 121 278
contra la reforma agraria, 167 social, 70
Rousseau, 25 Profesión de foi d’un Vicaire Savoyard
Pensamiento Robespierre, 162-3
filosófico Progreso, 63
Materialistas, 25 Proletariado, 6
Montesquieu, 25 nación, 53
. político Robespierre, 176 *
Mably, 71 Saint-Just, 176
Philosophes, 19, 20 Propiedad, 5
anarquismo, 22 Diderot, 56
Condillac, 31 Helvetius, 7, 56
Descartes, 30, 31 jacobinismo, 166
escepticismo empírico, 30-1 liberalismo, 83
Hume, 30 Locke, 83
Leibnitz, 31 Mably, 56-7
Locke, 30 Morelly, 56-7
Platón, 30 privada, 201
racionalismo filosófico, 30 avaricia, 56
siglo xviii, 30 Helvetius, 58
Planeamiento de la vida económica Mably, 58,' 61-2
Robespierre, 171 Robespierre, 172-4
Saint-Just, 171 Rousseau, 58
Platón, 9, 30 Saint-Just, 174
Poder Rousseau, 56
absoluto, 6 : Sieyès, 83-4
ignorancia, 37 Prosperidad: revolución industrial, 65
386 ÍN D IC E A L F A B É T IC O DE M A TERIAS
orden natural, 20 T
philosophes, 21, 22, 30
postulado, 6 Teísmo, 24
racionalismo, 31 Tendencias mesiánicas, 12
religión, 12 Teoría de la dictadura revolucionaria,
revolución puritana inglesa, 9 235-6
sistema natural, 39 ' Tercer Estado, 52, 79-81
Siglo xviir (Cont.) Tiranía
socialismo, 55 dictadura, 124 *
—temor de aplicación de principios, . su abolición, 154
5 usurpadora, 6
Sin patria, comercio, 66 Tocqueville, 76
Sistema natural Totalitarismo, 1-3
Helvetius, 39
Holbach, 39 atomista, 7
siglo xviii, 39 de derecha, 6, 7
Sistema omnicomprensivo, 12 de izquierda, 6, 7, 8, 150
social, 56. democracia, 38
único, 4 espiritual, 59
Sistemas totalitarios, 8 individual y democracia liberal, 1
Soberanía popular, 3, 6, 255 individualista, 7
“homenaje” de Buonarroti, 235 jacobinismo, 118
Rousseau, 51, 53 Totalitarismo (Cont.)
Saint-Just, 160 mesiánico '
Sieyès, 80, 82 Babeuf, 43
Socialismo Robespierre, 43
Babeuf, 194, 208 Rousseau, 43
Buonarroti, 194 Saint-Just, 43
distributivo, 212 racionalista, 7
los fisiócratas, 55 Rousseau, 51
Robespierre, 175 Triunfo del espíritu, 44
Saint-Just, 175
siglo xviii, 55
Sociedad U
en general, 9
ideal Un estado de trabajadores ha de ser
Helvetius, 30 intiimperialista, 276
Holbach, 30 Unidad nacional, 120-2
igualitaria, 10 Renán, 120
organizada: deseo de felicidad, 34 Robespierre, 103
Sofismo Rousseau, 23
Morelly, 59 Uso de la violencia, 5
Rousseau, 59 Utilidad social, 4
Sumisión, 38-9 Utilitarismo, 18, 31
Sufragio universal, 100 Utopía, reino de la, 9
Suspensión de la libertad, 274 Utopía —Saint-Just, 179
392 IN D ICE A LF A B ET IC O DE M A TER IA S