OJO! William Carlos Williams PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 105

William Carlos Williams:

"EL PENSADOR"
Las nuevas pantuflas rosas de mi mujer
tienen unos alegres pompones.
Ni una sola mancha, ni una mota
en su puntera de raso o en los laterales.
Por la noche descansan juntas
bajo su lado de la cama.
Por la mañana, entre tiritones,
las entreveo y me sonrío.
Más tarde las miro
bajar por la escalera,
pasar apresuradas por las puertas
y trajinar en torno a la mesa,
moviéndose con decisión
¡y con un bamboleo
de sus alegres pompones!
Y colmado de felicidad hablo con ellas
en mis adentros.

UNA SUERTE DE CANCION

Deja que la serpiente espere

en su guarida

y la escritura

sea de palabras, quedas y veloces, afiladas

para la embestida, quietas a la espera,

desveladas.

-Reconciliar por la metáfora

a la gente con las piedras.

Componer (no ideas, cosas) Inventar!

Saxígrafa es la flor que abre rocas.

Traducción: Francia Rosa Calzadilla.


POEMAS POLÍTICOS (24): Disculpa, de WILLIAM CARLOS
WILLIAMS
´
¿POR QUÉ ESCRIBO HOY?

La belleza de
los terribles rostros
de nuestros don nadie
me mueve a hacerlo:

mujeres negras,
jornaleros andrajosos
–viejos y baqueteados–
de regreso al anochecer,
rostros como
viejo roble florentino.

También
vuestras caras
de cartón me mueven
–ciudadanos eminentes–
pero no
del mismo modo.
JUSTO ES DECIRLO

Me comí
las ciruelas
que había
en la nevera

y que
probablemente tú
reservabas
para desayunar

Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías
LA COSA

cada vez que suena


pienso que es para
mí pero no es
para mí ni para

nadie simplemente
suena y nosotros
amargamente la servimos
juntos, ellos y yo

UNA NEGRA

lleva un ramo de caléndulas


envuelto

en un periódico viejo:
las lleva en alto, medio
Descubiertas,
la mole
de sus muslos
la hace ir
bamboleándose
mientras pasa
frente al aparador de una tienda
que se cruza en su camino.
Qué es
sino una embajadora
de otro mundo
un mundo de bellas caléndulas
de dos tonos
que ella ofrece
sin pensar nada más
solo
yendo por ahí
con las flores en alto
como una antorcha
muy temprano en la mañana.
HABLA LA SEÑORA

La tormenta caía sobre los robles


y mi esposo y yo
nos sentamos en la penumbra
¡escuchando!
mirábamos por la ventana,
apagadas las luces,
veíamos el musgo
erizarse
a causa de la fuerza del viento.
Frente a nosotros había
dos velas prendidas
juntas;
nuestra casa era sólida
y sus altas flamas se mantuvieron
inmóviles.
Que sea siempre así
cuando la lluvia agite
el musgo
adelante y atrás
allá arriba
sobre mi cabeza
como llamas en la furia
final.

LA PRIMAVERA Y TODO ESO

Por el camino al hospital de contagiosos,


bajo las nubes en tropel, moteadas
de azul y que arrastrara el viento del
noreste –un viento frío. Más allá,
el despojo de campos grandes y lodosos,
ocres de hierba seca, erguida y en el suelo

charcos de agua estancada


el semillero de los altos árboles

A lo largo de todo el camino, la roja


y púrpura materia, bífida, en pie, materia
enramada de arbustos y arbolitos
con hojas muertas, ocres --por debajo,
las parras deshojadas.
En apariencia muerta, indolente,
aturdida, viene la primavera.

Todo ingresa desnudo al nuevo mundo,


con frío, sin que tenga otra seguridad
que la de haber entrado. Alrededor
el viento frío, familiar.

Ahora el pasto, mañana


el duro rizo de la hoja de zanahoria

Uno por uno los objetos se definen.


Todo se hace más rápido: claridad, el contorno de una hoja

Pero ahora la austera dignidad de


la entrada. Aun así, el cambio tan profundo
los encontró: enraizados,
se aferran por debajo y ya despiertan.

LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE MI ABUELA INGLESA

A su lado, sobre una mesa pequeña


junto a la cama revuelta y maloliente
hubo platos sucios
y un vaso de leche.
Arrugada y casi ciega
yacía y roncaba
despertando con rabia en los tonos de la voz
pidiendo a gritos la comida.
Dame algo pa’comer
Me están matando de hambre
Me siento bien. No iré
al hospital. No, no y no.
¡Dame algo para comer!
Déjame llevarte
al hospital, le dije
y cuando estés bien
podrás hacer lo que quieras.
Sonrió: Sí,
primero tú haces lo que se te antoja
y después podré hacerlo yo.
¡Oh, oh, oh! Gritaba
cuando los de la ambulancia
la pusieron en la camilla
¿A esto le llamas
tratarme bien?
Para entonces su mente estaba lúcida
Oh, jovencitos, ustedes se creen
Listos,
dijo, pero te diré
que no saben nada.
Entonces partimos.
En el camino
pasamos una larga fila
de olmos, los miró
un rato a través
de la ventanilla de la ambulancia y dijo,
¿Qué son todas esas
cosas de aspecto pelusiento allí afuera?
¿Árboles? Bueno, estoy harta
de ellos, y volteó la cabeza.

LA ACACIA ROSA

Soy persistente, igual que la acacia rosada,


una vez que la dejan
entrar en el jardín
es muy difícil deshacerse de ella.
Si se la arranca de la tierra,
y queda una raíz
por mínima que sea,
vuelve a brotar.
Pensarme
en esos términos resulta
halagador. Y también es
risible.
Es una flor modesta,
parecida a la arvejilla de olor,
que no se puede menos
que admirar,
hasta que sus costumbres
se vuelven conocidas.
¿No somos todos
un poquito así? Sería
demasiado
si la gente
se entrometiera en las minucias de
nuestra vida privada.
No es
que tengamos nada que ocultar,
¿pero podrían ellos
soportarlo? Por supuesto,
le gustaría al mundo
presenciar
cómo hacemos el ridículo.
La pregunta es
si ellos
serían generosos con nosotros
como nosotros hemos sido antes
con otra gente. Es,
como venía diciendo,
una flor
increíblemente resistente
cuando se la combate.
De ignorársela,
se convierte en un árbol.
Ojalá yo pudiera pensar eso de mí
y de lo que después
ocurrirá conmigo.
El poeta,
¿qué piensa de sí mismo
cuando se enfrenta con su mundo?
No basta con decir,
como acostumbra:
"Nada importante", puesto que el poema
se vería con eso traicionado.
Podría responder
aquello de ―una rosa es una rosa
es una rosa‖, y concluir con eso.
Es verdad que una rosa es una rosa,
y el poema se iguala con la rosa,
si es que está bien hecho.
El poeta no puede
hablar mal de sí mismo
sin hablar a la vez mal
del poema,
lo cual sería
ridículo.
No hay mayor recompensa
en esta vida.
Y así, como esta flor,
persisto,
por si acaso obtengo algo con ello.
Yo no soy,
ya lo sé,
en la galaxia de los poetas
una rosa,
pero quién me podría
negar
mi lugarcito.

Poemas ( 1909 )
FIGURA MÉTRICA

Hay un pájaro en los álamos-


¡Es el sol!
Las hojas son pequeños peces amarillos
Que nadan en el río;
El pájaro se desliza sobre ellos –
El día está en sus alas
¡Fénix!
Es el quién produce
El gran fulgor sobre los álamos.
Es su canto
El que eclipsa el ruido
De las hojas golpeando en el viento.

ESTAS
Son las oscuras semanas desoladas
cuando la naturaleza en su aridez
iguala la estupidez del hombre.

El año se hunde en la noche


y el corazón se hunde
más abajo que la noche.

hacia un vacío, barrido por el viento


sin sol, estrellas o luna
pero con luz propia como pensamiento.

que hila un fuego oscuro –


girando sobre el mismo hasta que
en el frío – se inflama
para que el hombre no se preocupe de nada
conocido, ni de la misma
soledad – Ni de un fantasma
que podría ser abrazado – (Ellos
gimen y silban) entre

los destellos y estampidos de la guerra;


casas en cuyos cuartos
el frío es más intenso que el que puede pensar,
ida la gente que nosotros amamos,
las camas vacías, los almohadones
húmedos, las sillas sin usar –

Escóndelo en alguna parte


fuera de la mente, que eche raíces
y crezca, sin relación con los celos

Oídos y ojos – para mi mismo.


En esta mina vienen a cavar – todos-
¿Es este el contrapunto para más dulce

música? El principio de la poesía que

al ver parado el reloj, dice:


¿Se ha parado el reloj

que ayer andaba tan bien?


y oye el sonido del agua en el lago
Salpicando – lo que es ahora piedra.

SOBRE EMPAPELADO VIVO

El fondo verde azulado


está dibujado con líneas de plata
para expresar el sol brillante.
Y en este escarpado mar
de pasto o sueños reposan flores
o cestas de deseos.
El cielo sabe lo que ella son
Entre formas azul celestes
Regularmente ordenadas alrededor
Mata de rosas y tridentes
Hojas de dorados
tres, tres y tres,
Tres rosas y tres tallos
La cesta suspendida
puesta como asta en el azul
Repetida hasta el cieloraso
hacia las ventanas
donde el día
Agita hacia adentro
las festoneadas cortinas
Al rumor de la lluvia.

Del libro Dos siglos de poesía norteamericana, selección, traducción y


prólogo de Alfredo Casey

PAISAJE CON LA CAÍDA DE ÍCARO

Según Brueghel
cuando Ícaro cayó
era primavera

un granjero araba
su campo
todo el ceremonial

del año estaba en


marcha hormigueando
cerca

de la orilla del mar


ocupado
solo de sí

sudando al sol
que fundió
la cera de sus alas

no lejos
de las costa
hubo

un chapoteo del todo inadvertido


ese era
Ícaro ahogándose
Los ánimos ( 1913 )
EL LAMENTO DE LA VIUDA EN PRIMAVERA
La tristeza es mi jardín
donde la hierba fresca
brilla como ha brillado
tantas veces, pero no
con el frío fuego
que me envuelve este año.
Treinta y cinco años
viví con mi marido.
El ciruelo se cubre hoy de blanco
con montones de flores.
Montones de flores
llenan las ramas del cerezo
y tiñen los arbustos de color
amarillo y rojo
pero el dolor de mi corazón
es más fuerte que ellas
aunque fueran mi alegría
en otro tiempo, hoy las veo
y me alejo olvidando.
Hoy mi hijo me ha dicho
que en los prados,
a orillas del tupido bosque
vio a lo lejos
árboles de flores blancas.
Creo que me gustaría
ir hasta allí
meterme entre las flores
y hundirme en el pantano.

En QUE QUIERE ( 1917 )


EL POEMA

Todo está en
el sonido. Una canción.
Muy rara vez una canción. Debiera

de ser una canción – compuesta de


detalles, una avispa,
una genciana – cosas
inmediatas, abiertas

tijeras, de una dama


los ojos – despertando
centrífuga, centrípeta

Danse Russe
If I when my wife is sleeping
and the baby and Kathleen
are sleeping
and the sun is a flame-white disc
in silken mists
above shining trees, --
if I in my north room
dance naked, grotesquely
before my mirror
waving my shirt round my head
and singing softly to myself:
"I am lonely, lonely.
I was born to be lonely,
I am best so!"
if I admire my arms, my face
my shoulders, flanks, buttocks
against the yellow drawn shades, --

who shall say I am not


the happy genius of my household?

Dedication for a Plot of Ground

This plot of ground


facing the waters of this inlet
is dedicated to the living presence of
Emily Dickinson Wellcome
who was born in England; married;
lost her husband and with
her five year old son
sailed for New York in a two-master;
was driven to the Azores;
ran adrift on Fire Island shoal,
met her second husband
in a Brooklyn boarding house,
went with him to Puerto Rico
bore three more children, lost
her second husband, lived hard
for eight years in St. Thomas,
Puerto Rico, San Domingo, followed
the oldest son to New York,
lost her daughter, lost her "baby,"
seized the two boys of
the oldest son by the second marriage
mothered them -- they being
motherless -- fought for them
against the other grandmother
and the aunts, brought them here
summer after summer, defended
herself here against thieves,
storms, sun, fire,
against flies, against girls
that came smelling about, against
drought, against weeds, storm-tides,
neighbors, weasels that stole her chickens,
against the weakness of her own hands,
against the growing strength of
the boys, against wind, against
the stones, against trespassers,
against rents, against her own mind.

She grubbed this earth with her own hands,


domineered over this grass plot,
blackguarded her oldest son
into buying it, lived here fifteen years,
attained a final loneliness and --

If you can bring nothing to this place


but your carcass, keep out.

Muier

Oh, black Persian cat!


Was not your life
already cursed with offspring?
We took you for rest to that old
Yankee farm, -- so lonely
and with so many field mice
in the long grass --
and you return to us
in this condition --!

Oh, black Persian cat.

Pastoral

The little sparrows


hop ingenuously
about the pavement
quarreling
with sharp voices
over those things
that interest them.
But we who are wiser
shut ourselves in
on either hand
and no one knows
whether we think good
or evil.
Meanwhile,
the old man who goes about
gathering dog-lime
walks in the gutter
without looking up
and his tread
is more majestic than
that of the Episcopal minister
approaching the pulpit
of a Sunday.
These things
astonish me beyond words.

Sympathetic Portrait of a Child

The murderer's little daughter


who is barely ten years old
jerks her shoulders
right and left
so as to catch a glimpse of me
without turning round.

Her skinny little arms


wrap themselves
this way then that
reversely about her body!
Nervously
she crushes her straw hat
about her eyes
and tilts her head
to deepen the shadow --
smiling excitedly!

As best as she can


she hides herself
in the full sunlight
her cordy legs writhing
beneath the little flowered dress
that leaves them bare
from mid-thigh to ankle --

Why has she chosen me


for the knife
that darts along her smile?
Tract

I will teach you my townspeople


how to perform a funeral --
for you have it over a troop
of artists--
unless one should scour the world --
you have the ground sense necessary.

See! the hearse leads.


I begin with a design for a hearse.
For Christ's sake not black --
nor white either -- and not polished!
Let it be weathered -- like a farm wagon --
with gilt wheels (this could be
applied fresh at small expense)
or no wheels at all:
a rough dray to drag over the ground.

Knock the glass out!


My God-glass, my townspeople!
For what purpose? Is it for the dead
to look out or for us to see
how well he is housed or to see
the flowers or the lack of them --
or what?
To keep the rain and snow from him?
He will have a heavier rain soon:
pebbles and dirt and what not.
Let there be no glass --
and no upholstery phew!
and no little brass rollers
and small easy wheels on the bottom --
my townspeople what are you thinking of?

A rough plain hearse then


with gilt wheels and no top at all.
On this the coffin lies
by its own weight.

No wreathes please --
especially no hot house flowers.
Some common memento is better,
something he prized and is known by:
his old clothes -- a few books perhaps --
God knows what! You realize
how we are about these things
my townspeople --
something will be found -- anything
even flowers if he had come to that.
So much for the hearse.

For heaven's sake though see to the driver!


Take off the silk hat! In fact
that's no place at all for him --
up there unceremoniously
dragging our friend out to his own dignity!
Bring him down -- bring him down!
Low and inconspicuous! I'd not have him ride
on the wagon at all -- damn him --
the undertaker's understrapper!
Let him hold the reins
and walk at the side
and inconspicuously too!

Then briefly as to yourselves:


Walk behind -- as they do in France,
seventh class, or if you ride
Hell take curtains! Go with some show
of inconvenience; sit openly --
to the weather as to grief.
Or do you think you can shut grief in?
What -- from us? We who have perhaps
nothing to lose? Share with us
share with us -- it will be money
in your pockets.
Go now
I think you are ready.

SOUR GRAPES
Blizzard

Snow:
years of anger following
hours that float idly down --
the blizzard
drifts its weight
deeper and deeper for three days
or sixty years, eh? Then
the sun! a clutter of
yellow and blue flakes --
Hairy looking trees stand out
in long alleys
over a wild solitude.
The man turns and there --
his solitary track stretched out
upon the world.

Complete Destruction
It was an icy day.
We buried the cat,
then took her box
and set fire to it
in the back yard.
Those fleas that escaped
earth and fire
died by the cold.

Queen-Anne's Lace
Her body is not so white as
anemony petals nor so smooth -- nor
so remote a thing. It is a field
of the wild carrot taking
the field by force; the grass
does not raise above it.
Here is no question of whiteness,
white as can be, with a purple mole
at the center of each flower.
Each flower is a hand's span
of her whiteness. Wherever
his hand has lain there is
a tiny purple blemish. Each part
is a blossom under his touch
to which the fibres of her being
stem one by one, each to its end,
until the whole field is a
white desire, empty, a single stem,
a cluster, flower by flower,
a pious wish to whiteness gone over --
or nothing.

Winter Trees
All the complicated details
of the attiring and
the disattiring are completed!
A liquid moon
moves gently among
the long branches.
Thus having prepared their buds
against a sure winter
the wise trees
stand sleeping in the cold.
The Late Singer
Here it is spring again
and I still a young man!
I am late at my singing.
The sparrow with the black rain on his breast
has been at his cadenzas for two weeks past:
What is it that is dragging at my heart?
The grass by the back door
is stiff with sap.
The old maples are opening
their branches of brown and yellow moth-flowers.
A moon hangs in the blue
in the early afternoons over the marshes.
I am late at my singing.

March

I
Winter is long in this climate
and spring--a matter of a few days
only,--a flower or two picked
from mud or from among wet leaves
or at best against treacherous
bitterness of wind, and sky shining
teasingly, then closing in black
and sudden, with fierce jaws.

II
March,
you reminded me of
the pyramids, our pyramids--
stript of the polished stone
that used to guard them!
March,
you are like Fra Angelico
at Fiesole, painting on plaster!
March,
you are like a band of
young poets that have not learned
the blessedness of warmth
(or have forgotten it).
At any rate--
I am moved to write poetry
for the warmth there is in it
and for the loneliness--
a poem that shall have you
in it March.
III
See!
Ashur-ban-i-pal,
the archer king, on horse-back,
in blue and yellow enamel!
with drawn bow--facing lions
standing on their hind legs,
fangs bared! his shafts
bristling in their necks!
Sacred bulls--dragons
in embossed brickwork
marching--in four tiers--
along the sacred way to
Nebuchadnezzar's throne hall!
They shine in the sun,
they that have been marching--
marching under the dust of
ten thousand dirt years.
Now--
they are coming into bloom again!
See them!
marching still, bared by
the storms from my calender
--winds that blow back the sand!
winds that enfilade dirt!
winds that by strange craft
have whipt up a black army
that by pick and shovel
bare a procession to
the god, Marduk!
Natives cursing and digging
for pay unearth dragons with
upright tails and sacred bulls
alternately--
in four tiers--
lining the way to an old altar!
Natives digging at old walls--
digging me warmth--digging me sweet loneliness
high enamelled walls.

IV
My second spring--
passed in a monastery
with plaster walls--in Fiesole
on the hill above 'Florence.
My second spring--painted
a virgin--in a blue aureole
sitting on a three-legged stool,
arms crossed--
she is intently serious,
and still
watching an angel
with colored wings
half kneeling before her--
and smiling--the angel's eyes
holding the eyes of Mary
as a snake's hold a bird's.
On the ground there are flowers,
trees are in leaf.

V
But! now for the battle!
Now for murder--now for the real thing!
My third springtime is approaching!
Winds!
lean, serious as a virgin,
seeking, seeking the flowers of March.
Seeking
flowers nowhere to be found,
they twine among the bare branches
in insatiable eagerness--
they whirl up the snow
seeking under it--
they--the winds--snakelike
roar among yellow reeds
seeking flowers--flowers.
I spring among them
seeking one flower
in which to warm myself!
I deride with all the ridicule
of misery--
my own starved misery.
Counter-cutting winds
strike against me
refreshing their fury!
Come, good, cold fellows!
Have we no flowers?
Defy then with even more
desperation than ever--being
lean and frozen!
But though you are lean and frozen--
think of the blue bulls of Babylon.
Fling yourselves upon
their empty roses--
cut savagely!
But--
think of the painted monastery
at Fiesole.
Berket and the Stars

A day on the boulevards chosen out of ten years of

student poverty! One best day out of ten good ones.

Berket in high spirits--"Ha, oranges! Let's have one!"


And he made to snatch an orange from the vender's cart.
Now so clever was the deception, so nicely timed
to the full sweep of certain wave summits,
that the rumor of the thing has come down through
three generations--which is relatively forever!

A Celebration

A middle-northern March, now as always--


gusts from the South broken against cold winds--
but from under, as if a slow hand lifted a tide,
it moves--not into April--into a second March,
the old skin of wind-clear scales dropping
upon the mold: this is the shadow projects the tree
upward causing the sun to shine in his sphere.
So we will put on our pink felt hat--new last year!
--newer this by virtue of brown eyes turning back
the seasons--and let us walk to the orchid-house,
see the flowers will take the prize tomorrow
at the Palace.
Stop here, these are our oleanders.
When they are in bloom--
You would waste words
It is clearer to me than if the pink
were on the branch. It would be a searching in
a colored cloud to reveal that which now, huskless,
shows the very reason for their being.
And these the orange-trees, in blossom--no need
to tell with this weight of perfume in the air.
If it were not so dark in this shed one could better
see the white.
It is that very perfume
has drawn the darkness down among the leaves.
Do I speak clearly enough?
It is this darkness reveals that which darkness alone
loosens and sets spinning on waxen wings--
not the touch of a finger-tip, not the motion
of a sigh. A too heavy sweetness proves
its own caretaker.
And here are the orchids!
Never having seen
such gaiety I will read these flowers for you:
This is an odd January, died--in Villon's time.
Snow, this is and this the stain of a violet
grew in that place the spring that foresaw its own doom.
And this, a certain July from Iceland:
a young woman of that place
breathed it toward the South. It took root there.
The color ran true but the plant is small.
This falling spray of snow-flakes is
a handful of dead Februaries
prayed into flower by Rafael Arevalo Martinez
of Guatemala.
Here's that old friend who
went by my side so many years: this full, fragile
head of veined lavender. Oh that April
that we first went with our stiff lusts
leaving the city behind, out to the green hill--
May, they said she was. A hand for all of us:
this branch of blue butterflies tied to this stem.
June is a yellow cup I'll not name; August
the over-heavy one. And here are--
russet and shiny, all but March. And March?
Ah, March--
Flowers are a tiresome pastime.
One has a wish to shake them from their pots
root and stem, for the sun to gnaw.
Walk out again into the cold and saunter home
to the fire. This day has blossomed long enough.
I have wiped out the red night and lit a blaze
instead which will at least warm our hands
and stir up the talk.
I think we have kept fair time.
Time is a green orchard.

April

If you had come away with me

into another state

we had been quiet together.

But there the sun coming up


out of the nothing beyond the lake was
too low in the sky,
there was too great a pushing
against him,
too much of sumac buds, pink
in the head
with the clear gum upon them,
too many opening hearts of lilac leaves,
too many, too many swollen
limp poplar tassels on the
bare branches!
It was too strong in the air.
I had no rest against that
springtime
The pounding of the hoofs on the
raw sods
stayed with me half through the night.
I awoke smiling but tired.

A Goodnight

Go to sleep--though of course you will not—

to tideless waves thundering slantwise against

strong embankments, rattle and swish of spray

dashed thirty feet high, caught by the lake wind,


scattered and strewn broadcast in over the steady
car rails! Sleep, sleep! Gulls' cries in a wind-gust
broken by the wind; calculating wings set above
the field of waves breaking.
Go to sleep to the lunge between foam-crests,
refuse churned in the recoil. Food! Food!
Offal! Offal! that holds them in the air, wave-white
for the one purpose, feather upon feather, the wild
chill in their eyes, the hoarseness in their voices--
sleep, sleep . . .
Gentlefooted crowds are treading out your lullaby.
Their arms nudge, they brush shoulders,
hitch this way then that, mass and surge at the crossings--
lullaby, lullaby! The wild-fowl police whistles,
the enraged roar of the traffic, machine shrieks:
it is all to put you to sleep,
to soften your limbs in relaxed postures,
and that your head slip sidewise, and your hair loosen
and fall over your eyes and over your mouth,
brushing your lips wistfully that you may dream,
sleep and dream--
A black fungus springs out about the lonely church doors--
sleep, sleep. The Night, coming down upon
the wet boulevard, would start you awake with his
message, to have in at your window. Pay no
heed to him. He storms at your sill with
cooings, with gesticulations, curses!
You will not let him in. He would keep you from sleeping.
He would have you sit under your desk lamp
brooding, pondering; he would have you
slide out the drawer, take up the ornamented dagger
and handle it. It is late, it is nineteen-nineteen--
go to sleep, his cries are a lullaby;
his jabbering is a sleep-well-my-baby; he is
a crackbrained messenger.
The maid waking you in the morning
when you are up and dressing,
the rustle of your clothes as you raise them--
it is the same tune.
At table the cold, greeninsh, split grapefruit, its juice
on the tongue, the clink of the spoon in
your coffee, the toast odors say it over and over.
The open street-door lets in the breath of
the morning wind from over the lake.
The bus coming to a halt grinds from its sullen brakes--
lullaby, lullaby. The crackle of a newspaper,
the movement of the troubled coat beside you--
sleep, sleep, sleep, sleep . . .
It is the sting of snow, the burning liquor of
the moonlight, the rush of rain in the gutters packed
with dead leaves: go to sleep, go to sleep.
And the night passes--and never passes--

Overture to a Dance of Locomotives

Men with picked voices chant the names

of cities in a huge gallery: promises

that pull through descending stairways


to a deep rumbling.
The rubbing feet
of those coming to be carried quicken a
grey pavement into soft light that rocks
to and fro, under the domed ceiling,
across and across from pale
earthcolored walls of bare limestone.
Covertly the hands of a great clock
go round and round! Were they to
move quickly and at once the whole
secret would be out and the shuffling
of all ants be done forever.
A leaning pyramid of sunlight, narrowing
out at a high window, moves by the clock:
disaccordant hands straining out from
a center: inevitable postures infinitely
repeated--
two--twofour--twoeight!
Porters in red hats run on narrow platforms.
This way ma'am!
--important not to take
the wrong train!
Lights from the concrete
ceiling hang crooked but--
Poised horizontal
on glittering parallels the dingy cylinders
packed with a warm glow--inviting entry--
pull against the hour. But brakes can
hold a fixed posture till--
The whistle!
Not twoeight. Not twofour. Two!
Gliding windows. Colored cooks sweating
in a small kitchen. Taillights--
In time: twofour!
In time: twoeight!
--rivers are tunneled: trestles
cross oozy swampland: wheels repeating
the same gesture remain relatively
stationary: rails forever parallel
return on themselves infinitely.
The dance is sure.

Romance Moderne
Tracks of rain and light linger in
the spongy greens of a nature whose
flickering mountain--bulging nearer,
ebbing back into the sun
hollowing itself away to hold a lake,--
or brown stream rising and falling at the roadside, turning about,
churning itself white, drawing
green in over it,--plunging glassy funnels
fall--
And--the other world--
the windshield a blunt barrier:
Talk to me. Sh! they would hear us.
--the backs of their heads facing us--
The stream continues its motion of
a hound running over rough ground.
Trees vanish--reappear--vanish:
detached dance of gnomes--as a talk
dodging remarks, glows and fades.
--The unseen power of words--
And now that a few of the moves
are clear the first desire is
to fling oneself out at the side into
the other dance, to other music.
Peer Gynt. Rip Van Winkle. Diana.
If I were young I would try a new alignment--
alight nimbly from the car, Good-bye!--
Childhood companions linked two and two
criss-cross: four, three, two, one.
Back into self, tentacles withdrawn.
Feel about in warm self-flesh.
Since childhood, since childhood!
Childhood is a toad in the garden, a
happy toad. All toads are happy
and belong in gardens. A toad to Diana!
Lean forward. Punch the steerman
behind the ear. Twirl the wheel!
Over the edge! Screams! Crash!
The end. I sit above my head--
a little removed--or
a thin wash of rain on the roadway
--I am never afraid when he is driving,--
interposes new direction,
rides us sidewise, unforseen
into the ditch! All threads cut!
Death! Black. The end. The very end--
I would sit separate weighing a
small red handful: the dirt of these parts,
sliding mists sheeting the alders
against the touch of fingers creeping
to mine. All stuff of the blind emotions.
But--stirred, the eye seizes
for the first time--The eye awake!--
anything, a dirt bank with green stars
of scrawny weed flattened upon it under
a weight of air--For the first time!--
or a yawning depth: Big!
Swim around in it, through it--
all directions and find
vitreous seawater stuff--
God how I love you!--or, as I say,
a plunge into the ditch. The End. I sit
examining my red handful. Balancing
--this--in and out--agh.
Love you? It's
a fire in the blood, willy-nilly!
It's the sun coming up in the morning.
Ha, but it's the grey moon too, already up
in the morning. You are slow.
Men are not friends where it concerns
a woman? Fighters. Playfellows.
White round thighs! Youth! Sighs--!
It's the fillip of novelty. It's--
Mountains. Elephants humping along
against the sky--indifferent to
light withdrawing its tattered shreds,
worn out with embraces. It's
the fillip of novelty. It's a fire in the blood.
Oh get a flannel shirt, white flannel
or pongee. You'd look so well!
I married you because I liked your nose.
I wanted you! I wanted you
in spite of all they'd say--
Rain and light, mountain and rain,
rain and river. Will you love me always?
--A car overturned and two crushed bodies
under it.--Always! Always!
And the white moon already up.
White. Clean. All the colors.
A good head, backed by the eye--awake!
backed by the emotions--blind--
River and mountain, light and rain--or
rain, rock, light, trees--divided:
rain-light counter rocks-trees or
trees counter rain-light-rocks or--
Myriads of counter processions
crossing and recrossing, regaining
the advantage, buying here, selling there
--You are sold cheap everywhere in town!--
lingering, touching fingers, withdrawing
gathering forces into blares, hummocks,
peaks and rivers--rivers meeting rock
--I wish that you were lying there dead
and I sitting here beside you.--
It's the grey moon--over and over.
It's the clay of these parts.

The Desolate Field

Vast and grey, the sky


is a simulacrum
to all but him whose days
and vast and grey, and--
In the tall, dried grasses
a goat stirs
with nozzle searching the ground.
--my head is in the air
but who am I . . ?
And amazed my heart leaps
at the thought of love
vast and grey
yearning silently over me.

Willow Poem

It is a willow when summer is over,


a willow by the river
from which no leaf has fallen nor
bitten by the sun
turned orange or crimson.
The leaves cling and grow paler,
swing and grow paler
over the swirling waters of the river
as if loath to let go,
they are so cool, so drunk with
the swirl of the wind and of the river--
oblivious to winter,
the last to let go and fall
into the water and on the ground.

Approach of Winter

The half-stripped trees


struck by a wind together,
bending all,
the leaves flutter drily
and refuse to let go
or driven like hail
stream bitterly out to one side
and fall
where the salvias, hard carmine--
like no leaf that ever was--
edge the bare garden.

January

Again I reply to the triple winds

running chromatic fifths of derision


outside my window:
Play louder.
You will not succeed. I am
bound more to my sentences
the more you batter at me
to follow you.
And the wind,
as before, fingers perfectly
its derisive music.

Winter Tres

All the complicated details

of the attiring and


the disattiring are completed!
A liquid moon
moves gently among
the long branches.
Thus having prepared their buds
against a sure winter
the wise trees
stand sleeping in the cold.
Complaint
They call me and I go.
It is a frozen road
past midnight, a dust
of snow caught
in the rigid wheeltracks.
The door opens.
I smile, enter and
shake off the cold.
Here is a great woman
on her side in the bed.
She is sick,
perhaps vomiting,
perhaps laboring
to give birth to
a tenth child. Joy! Joy!
Night is a room
darkened for lovers,
through the jalousies the sun
has sent one golden needle!
I pick the hair from her eyes
and watch her misery
with compassion.

The Cold Night

It is cold. The white moon

is up among her scattered stars--


like the bare thighs of
the Police Sergeant's wife--among
her five children . . .
No answer. Pale shadows lie upon
the frosted grass. One answer:
It is midnight, it is still
and it is cold . . . !
White thights of the sky! a
new answer out of the depths of
my male belly: In April . . .
In April I shall see again--In April!
the round and perfects thighs
of the Police Sergeant's wife
perfect still after many babies.
Oya!
The Spring Storm

The sky has given over


its bitterness.
Out of the dark change
all day long
rain falls and falls
as if it would never end.
Still the snow keeps
its hold on the ground.
But water, water
from a thousand runnels!
It collects swiftly,
dappled with black
cuts a way for itself
through green ice in the gutters.
Drop after drop it falls
from the withered grass-stems
of the overhanging embankment.

Thursday
I have had my dream--like others--
and it has come to nothing, so that
I remain now carelessly
with feet planted on the ground
and look up at the sky--
feeling my clothes about me,
the weight of my body in my shoes,
the rim of my hat, air passing in and out
at my nose--and decide to dream no more.

The Dark Day

A three-day-long rain from the east--

an terminable talking, talking


of no consequence--patter, patter, patter.
Hand in hand little winds
blow the thin streams aslant.
Warm. Distance cut off. Seclusion.
A few passers-by, drawn in upon themselves,
hurry from one place to another.
Winds of the white poppy! there is no escape!--
An interminable talking, talking,
talking . . .it has happened before.
Backward, backward, backward.
To a Friend

Well, Lizzie Anderson! seventeen men--and


the baby hard to find a father for!
What will the good Father in Heaven say
to the local judge if he do not solve this problem?
A little two-pointed smile and--pouff!--
the law is changed into a mouthful of phrases.

The Gentle Man

I feel the caress of my own fingers

on my own neck as I place my collar


and think pityingly
of the kind women I have known.

The Soughing Wind

Some leaves hang late, some fall


before the first frost--so goes
the tale of winter branches and old bones.

Spring

O my grey hairs!
You are truly white as plum blossoms.

Play

Subtle, clever brain, wiser than I am,


by what devious means do you contrive
to remian idle? Teach me, O master.

Thursday

Leaves are greygreen,


the glass broken, bright green.

The Poor

By constantly tormenting them

with reminders of the lice in


their children's hair, the
School Physician first
brought their hatred down on him.
But by this familiarity
they grew used to him, and so,
at last,
took him for their friend and adviser.

Complete Destruction

It was an icy day.


We buried the cat,
then took her box
and set match to it
in the back yard.
Those fleas that escaped
earth and fire
died by the cold.

Memory of April

You say love is this, love is that:


Poplar tassels, willow tendrils
the wind and the rain comb,
tinkle and drip, tinkle and drip--
branches drifting apart. Hagh!
Love has not even visited this country.

Epitaph

An old willow with hollow branches

slowly swayed his few high gright tendrils


and sang:
Love is a young green willow
shimmering at the bare wood's edge.

Daisy

The dayseye hugging the earth


in August, ha! Spring is
gone down in purple,
weeds stand high in the corn,
the rainbeaten furrow
is clotted with sorrel
and crabgrass, the
branch is black under
the heavy mass of the leaves--
The sun is upon a
slender green stem
ribbed lengthwise.
He lies on his back--
it is a woman also--
he regards his former
majesty and
round the yellow center,
split and creviced and done into
minute flowerheads, he sends out
his twenty rays-- a little
and the wind is among them
to grow cool there!
One turns the thing over
in his hand and looks
at it from the rear: brownedged,
green and pointed scales
armor his yellow.
But turn and turn,
the crisp petals remain
brief, translucent, greenfastened,
barely touching at the edges:
blades of limpid seashell.

Primrose
Yellow, yellow, yellow, yellow!
It is not a color.
It is summer!
It is the wind on a willow,
the lap of waves, the shadow
under a bush, a bird, a bluebird,
three herons, a dead hawk
rotting on a pole--
Clear yellow!
It is a piece of blue paper
in the grass or a threecluster of
green walnuts swaying, children
playing croquet or one boy
fishing, a man
swinging his pink fists
as he walks--
It is ladysthumb, forget-me-nots
in the ditch, moss under
the flange of the carrail, the
wavy lines in split rock, a
great oaktree--
It is a disinclination to be
five red petals or a rose, it is
a cluster of birdsbreast flowers
on a red stem six feet high,
four open yellow petals
above sepals curled
backward into reverse spikes--
Tufts of purple grass spot the
green meadow and clouds the sky.
Queen Anne's Lace

Her body is not so white as

anemone petals nor so smooth--nor


so remote a thing. It is a field
of the wild carrot taking
the field by force; the grass
does not raise above it.
Here is no question of whiteness,
white as can be, with a purple mole
at the center of each flower.
Each flower is a hand's span
of her whiteness. Wherever
his hand has lain there is
a tiny purple blemish. Each part
is a blossom under his touch
to which the fibres of her being
stem one by one, each to its end,
until the whole field is a
white desire, empty, a single stem,
a cluster, flower by flower,
a pious wish to whiteness gone over--
or nothing.

Great Mullen

One leaves his leaves at home


beomg a mullen and sends up a lighthouse
to peer from: I will have my way,
yellow--A mast with a lantern, ten
fifty, a hundred, smaller and smaller
as they grow more--Liar, liar, liar!
You come from her! I can smell djer-kiss
on your clothes. Ha! you come to me,
you, I am a point of dew on a grass-stem.
Why are you sending heat down on me
from your lantern?--You are cowdung, a
dead stick with the bark off. She is
squirting on us both. She has has her
hand on you!--well?--She has defiled
ME.--Your leaves are dull, thick
and hairy.--Every hair on my body will
hold you off from me. You are a
dungcake, birdlime on a fencerail.--
I love you, straight, yellow
finger of God pointing to--her!
Liar, broken weed, dungcake, you have--
I am a cricket waving his antennae
and you are high, grey and straight. Ha!
Waiting

When I am alone I am happy.


The air is cool. The sky is
flecked and splashed and wound
with color. The crimson phalloi
of the sassafras leaves
hang crowded before me
in shoals on the heavy branches.
When I reach my doorstep
I am greeted by
the happy shrieks of my children
and my heart sinks.
I am crushed.
Are not my children as dear to me
as falling leaves or
must one become stupid
to grow older?
It seems much as if Sorrow
had tripped up my heels.
Let us see, let us see!
What did I plan to say to her
when it should happen to me
as it has happened now?

The Hunter

In the flashes and black shadows

of July
the days, locked in each other's arms,
seem still
so that squirrels and colored birds
go about at ease over
the branches and through the air.
Where will a shoulder split or
a forehead open and victory be?
Nowhere.
Both sides grow older.
And you may be sure
not one leaf will lift itself
from the ground
and become fast to a twig again.

Arrival

And yet one arrives somehow,


finds himself loosening the hooks of
her dress
in a strange bedroom--
feels the autumn
dropping its silk and linen leaves
about her ankles.
The tawdry veined body emerges
twisted upon itself
like a winter wind . . . !

To a Friend Concerning Several Ladies

You know there is not much


that I desire, a few chrysanthemums
half lying on the grass, yellow
and brown and white, the
talk of a few people, the trees,
an expanse of dried leaves perhaps
with ditches among them.
But there comes
between me and these things
a letter
or even a look--well placed,
you understand,
so that I am confused, twisted
four ways and--left flat,
unable to lift the food to
my own mouth:
Here is what they say: Come!
and come! and come! And if
I do not go I remain stale to
myself and if I go--
I have watched
the city from a distance at night
and wondered why I wrote no poem.
Come! yes,
the city is ablaze for you
and you stand and look at it.
And they are right. There is
no good in the world except out of
a woman and certain women alone
for certain. But what if
I arrive like a turtle,
with my house on my back or
a fish ogling from under water?
It will not do. I must be
steaming with love, colored
like a flamingo. For what?
To have legs and a silly head
and to smell, pah! like a flamingo
that soils its own feathers behind.
Must I go home filled
with a bad poem?
And they say:
Who can answer these things
till he has tried? Your eyes
are half closed, you are a child,
oh, a sweet one, ready to play
but I will make a man of you and
with love on his shoulder--!
And in the marshes
the crickets run
on the sunny dike's top and
make burrows there, the water
reflects the reeds and the reeds
move on their stalks and rattle drily.

Youth and Beauty


I bought a dishmop--
having no daughter--
for they had twisted
fine ribbons of shining copper
about white twine
and made a tousled head
of it, fastened it
upon a turned ash stick
slender at the neck
straight, tall--
when tied upright
on the brass wallbracket
to be a light for me
and naked
as a girl should seem
to her father.

The Thinker

My wife's new pink slippers

have gay pompons.


There is not a spot or a stain
on their satin toes or their sides.
All night they lie together
under her bed's edge.
Shivering I catch sight of them
and smile, in the morning.
Later I watch them
descending the stair,
hurrying through the doors
and round the table,
moving stiffly
with a shake of their gay pompons!
And I talk to them
in my secret mind
out of pure happiness.
The Disputants

Upon the table in their bowl


in violent disarray
of yellow sprays, green spikes
of leaves, red pointed petals
and curled heads of blue
and white among the litter
of the forks and crumbs and plates
the flowers remain composed.
Coolly their colloquy continues
above the coffee and loud talk
grown frail as vaudeville.

The Tulip Bed


The May sun--whom
all things imitate--
that glues small leaves to
the wooden trees
shone from the sky
through bluegauze clouds
upon the ground.
Under the leafy trees
where the suburban streets
lay crossed,
with houses on each corner,
tangled shadows had begun
to join
the roadway and the lawns.
With excellent precision
the tulip bed
inside the iron fence
upreared its gaudy
yellow, white and red,
rimmed round with grass,
reposedly.

The Birds

The world begins again!

Not wholly insufflated


the blackbirds in the rain
upon the dead topbranches
of the living tree,
stuck fast to the low clouds,
notate the dawn.
Their shrill cries sound
announcing appetite
and drop among the bending roses
and the dripping grass.

The Nightingales

My shoes as I lean

unlacing them
stand out upon
flat worsted flowers
under my feet.
Nimbly the shadows
of my fingers play
unlacing
over shoes and flowers.

Spouts

In this world of
as fine a pair of breasts
as ever I saw
the fountain in
Madison Square
spouts up of water
a white tree
that dies and lives
as the rocking water
in the basin
turns from the stonerim
back upon the jet
and rising there
reflectively drops down again.

Blueflags

I stopped the car


to let the children down
where the streets end
in the sun
at the marsh edge
and the reeds begin
and there are small houses
facing the reeds
and the blue mist in the distance
with grapevine trellises
with grape clusters
small as strawberries
on the vines
and ditches
running springwater
that continue the gutters
with willows over them.
The reeds begin
like water at a shore
their pointed petals waving
dark green and light.
But blueflags are blossoming
in the reeds
which the children pluck
chattering in the reeds
high over their heads
which they part
with bare arms to appear
with fists of flowers
till in the air
there comes the smell
of calmus
from wet, gummy stalks.

The Widow's Lament in Springtime

Sorrow is my own yard

where the new grass


flames as it has flamed
often before but not
with the cold fire
that closes round me this year.
Thirtyfive years
I lived with my husband.
The plumtree is white today
with masses of flowers.
Masses of flowers
load the cherry branches
and color some bushes
yellow and some red
but the grief in my heart
is stronger than they
for though they were my joy
formerly, today I notice them
and turn away forgetting.
Today my son told me
that in the meadows,
at the edge of the heavy woods
in the distance, he saw
trees of white flowers.
I feel that I would like
to go there
and fall into those flowers
and sink into the marsh near them.
Light Hearted William

Light hearted William twirled


his November moustaches
and, half dressed, looked
from the bedroom window
upon the spring weather.
Heigh-ya! sighed he gaily
leaning out to see
up and down the street
where a heavy sunlight
lay beyond some blue shadows.
Into the room he drew
his head again and laughed
to himself quietly
twirling his green moustaches.

Light Hearted Author

The birches are mad with green points

the wood's edge is burning with their green,


burning, seething--No, no, no.
The birches are opening their leaves one
by one. Their delicate leaves unfold cold
and separate, one by one. Slender tassels
hang swaying from the delicate branch tips--
Oh, I cannot say it. There is no word.
Black is split at once into flowers. In
every bog and ditch, flares of
small fire, white flowers!--Agh,
the birches are mad, mad with their green.
The world is gone, torn into shreds
with this blessing. What have I left undone
that I should have undertaken?
O my brother, you redfaced, living man
ignorant, stupid whose feet are upon
this same dirt that I touch--and eat.
We are alone in this terror, alone,
face to face on this road, you and I,
wrapped by this flame!
Let the polished plows stay idle,
their gloss already on the black soil.
But that face of yours--!
Answer me. I will clutch you. I
will hug you, grip you. I will poke my face
into your face and force you to see me.
Take me in your arms, tell me the commonest
thing that is in your mind to say,
say anything. I will understand you--!
It is the madness of the birch leaves opening
cold, one by one.
My rooms will receive me. But my rooms
are no longer sweet spaces where comfort
is ready to wait on me with its crumbs.
A darkness has brushed them. The mass
of yellow tulips in the bowl is shrunken.
Every familiar object is changed and dwarfed.
I am shaken, broken against a might
that splits comfort, blows apart
my careful partitions, crushes my house
and leaves me--with shrinking heart
and startled, empty eyes--peering out
into a cold world.
In the spring I would be drunk! In the spring
I would be drunk and lie forgetting all things.
Your face! Give me your face, Yang Kue Fei!
your hands, your lips to drink!
Give me your wrists to drink--
I drag you, I am drowned in you, you
overwhelm me! Drink!
Save me! The shad bush is in the edge
of the clearing. The yards in a fury
of lilac blossoms are driving me mad with terror.
Drink and lie forgetting the world.
And coldly the birch leaves are opening one by one.
Coldly I observe them and wait for the end.
And it ends.

The Lonely Street

School is over. It is too hot


to walk at ease. At ease
in light frocks they walk the streets
to while the time away.
They have grown tall. They hold
pink flames in their right hands.
In white from head to foot,
with sidelong, idle look--
in yellow, floating stuff,
black sash and stockings--
touching their avid mouths
with pink sugar on a stick--
like a carnation each holds in her hand--
they mount the lonely street.
Go Go ( 1923 )
Gogo Does Poetry
This is just to say

I will wear
the romper
that was in
the pictures

and which
you were probably
hoping
I'd thrown out

Forgive me
it is ridiculous
so light
and so comfortable

Spring and All ( 1923 , reeditado en 1970 )


The crowd at the ball game
XXVI
The crowd at the ball game
is moved uniformly

by a spirit of uselessness
which delights them --

all the exciting detail


of the chase

and the escape, the error


the flash of genius --

all to no end save beauty


0the eternal --

So in detail they, the crowd,


are beautiful

for this
to be warned against

saluted and defied --


It is alive, venomous
it smiles grimly
its words cut --

The flashy female with her


mother, gets it --

The Jew gets it straight -- it


is deadly, terrifying --

It is the Inquisition, the


Revolution

It is beauty itself
that lives

day by day in them


idly --

This is
the power of their faces

It is summer, it is the solstice


the crowd is

cheering, the crowd is laughing


in detail

permanently, seriously

without thought

so much depends

XXII

so much depends
upon

a red wheel
barrow

glazed with rain


water

beside the white


chickens
To Elsie

XVIII

The pure products of America


go crazy --
mountain folk from Kentucky

or the ribbed north end of


Jersey
with its isolate lakes and

valleys, its deaf-mutes, thieves


old names
and promiscuity between

devil-may-care men who have taken


to railroading
out of sheer lust of adventure --

and young slatterns, bathed


in filth
from Monday to Saturday

to be tricked out that night


with gauds
from imaginations which have no

peasant traditions to give them


character
but flutter and flaunt

sheer rags -- succumbing without


emotion
save numbed terror

under some hedge of choke-cherry


or viburnum --
which they cannot express --

Unless it be that marriage


perhaps
with a dash of Indian blood

will throw up a girl so desolate


so hemmed round
with disease or murder

that she'll be rescued by an


agent --
reared by the state and

sent out at fifteen to work in


some hard pressed
house in the suburbs --

some doctor's family, some Elsie --


voluptuous water
expressing with broken

brain the truth about us --


her great
ungainly hips and flopping breasts

addressed to cheap
jewelry
and rich young men with fine eyes

as if the earth under our feet


were
an excrement of some sky

and we degraded prisoners


destined
to hunger until we eat filth

while the imagination strains


after deer
going by fields of goldenrod in

the stifling heat of September


Somehow
it seems to destroy us
It is only in isolate flecks that
something
is given off

No one
to witness
and adjust, no one to drive the car

Spring and All

[By the road to the contagious hospital]


I

By the road to the contagious hospital


under the surge of the blue
mottled clouds driven from the
northeast-a cold wind. Beyond, the
waste of broad, muddy fields
brown with dried weeds, standing and fallen

patches of standing water


the scattering of tall trees

All along the road the reddish


purplish, forked, upstanding, twiggy
stuff of bushes and small trees
with dead, brown leaves under them
leafless vines-

Lifeless in appearance, sluggish


dazed spring approaches-

They enter the new world naked,


cold, uncertain of all
save that they enter. All about them
the cold, familiar wind-

Now the grass, tomorrow


the stiff curl of wildcarrot leaf
One by one objects are defined-
It quickens: clarity, outline of leaf

But now the stark dignity of


entrance-Still, the profound change
has come upon them: rooted, they
grip down and begin to awaken
El Span Roto ( 1941 )
SÓLO QUERÍA DECIRTE
Sólo quería decirte

que me comí

los prunos

que había en la nevera

y que

seguramente

tenías guardados

para el desayuno

Perdóname

estaban estupendos

tan dulces

y tan fríos

The Wedge ( 1944 )


THE GREAT FIGURE
Among the rain
and lights
I saw the figure 5
in gold
on a red
firetruck
moving
tense
unheeded
to gong clangs
siren howls
and wheels rumbling
through the dark city.
These

are the desolate, dark weeks


when natures in its barrenness
equals the stupidity of man.

The year plunges into night


and the heart plunges
lower than night

to an empty, windswept place


without sun, stars or moon
but a peculiar light as of thought

that spins a dark fire —


whirling upon itself until,
in the cold, it kindles

to make a man aware of nothing


that he knows, not loneliness
itself — Not a ghost but

would be embraced — emptiness,


despair — (They
whine and whistle) among

the flashes and booms of war;


houses of whose rooms
the cold is greater than can be thought,

the people gone that we loved,


the beds lying empty, the couches
damp, the chairs unused —

Hide it away somewhere


out of the mind, let it get roots
and grow, unrelated to jealous

ears and eyes — for itself.


In this mine they come to dig — all.
Is this the counterfoil to sweetest

music? The source of poetry that


seeing the clock stopped, says,
The clock has stopped

that ticked yesterday so well?


and hears the sound of lakewater
splashing — that is now stone.

LA CASA ESTABA TRANQUILA Y EL MUNDO EN CALMA

La casa estaba tranquila y el mundo en calma.


El lector se transformó en el libro, y la noche de verano

fue como el ser consciente del libro.


La casa estaba tranquila y el mundo en calma.

Las palabras fueron dichas como si no hubiera habido libro


a no ser por el lector inclinado sobre la página,

Buscando inclinarse, buscando ser todavía más


El estudioso para quien el lector es verdadero,9 para quien

La noche de verano es como una perfección del pensamiento.


La casa estaba tranquila porque así tenía que ser.

La quietud formaba parte del sentido y parte de la mente :


El acceso de la perfección a la página.

Y el mundo en calma. Lo verdadero en un mundo en calma


en el que no hay otro significado, es en sí mismo

Calma, en sí mismo verano y noche, en sí mismo


El lector inclinado y leyendo hasta tarde allí.

Paterson

Que la víbora aceche bajo


su pasto
y lo escrito
esté hecho de palabras, lento y rápido, filoso11
al golpear, calmo en la espera,
insomne.

–reconciliar, gracias a la metáfora,


la gente y las piedras.
Compone. (Las ideas,
únicamente en las cosas) ¡Inventa !
Saxífraga es mi flor, que hiende
las rocas.

"The Horse"

Todo está en el
sonido. Un canto.
Raramente un canto. Debería ser

un canto –hecho de
detalles, avispas,
una genciana –algo
inmediato, tijeras

abiertas, el ojo de
una dama –despertando
centrífugo, centrípeto.
"It Must Be Abstract".

Comienza, efebo, por percibir la idea


de esta invención, este mundo inventado,
la inconcebible idea del sol.

Debes volver a ser ignorante


y ver el sol otra vez con ojo ignorante
y verlo claramente en su idea.

El último viernes, en la gran luz de la noche del último viernes,


Volvíamos en auto a casa desde Cornwall hacia Hartford, tarde.

No era un soplo nocturno en una cristalería en Viena


O Venecia, inmóvil, amontonando tiempo y polvo.

Era una molienda de fuerza en pulverización giratoria16


Bajo la faz de la estrella del poniente,

El vigor de la gloria, un brillo en las venas


Como si las cosas emergieran, se movieran y se disolvieran

En la distancia, en el cambio o en la nada,


Las transformaciones visibles de la noche de verano,

Una abstracción argéntea insinuándose en una forma


y descartándose a sí misma (un)17 poco después.

Era una agitación no sólida de lo sólido.


El lago de luz lunar de la noche no estaba hecho ni de agua ni de aire.

La música del desierto y otros poemas ( 1954 )


EL DESCENSO

El descenso nos llama


como nos llamaba el ascenso.
La memoria es una especie
de consumación,
una suerte de renovación,
incluso
de inicio, pues los espacios que abre son lugares nuevos

habitados por hordas


de especies
hasta entonces impensadas,
y sus movimientos
se orientan hacia nuevos objetivos
(aun cuando antes hayan sido abandonados).

Ninguna derrota es enteramente una derrota, pues


el mundo que abre es siempre un sitio
hasta entonces
insospechado. Un
mundo perdido,
un mundo insospechado,
abre paso a nuevos lugares
y no hay blancura (perdida) tan blanca como el recuerdo
de la blancura .
Con el atardecer, el amor despierta
aunque sus sombras
-que dependen
de la luz del sol-
se adormecen y se apartan
del deseo .

Despierta así un amor


sin sombras
que ha de crecer
con la noche.

Surgido de la desesperación,
inconcluso,
el descenso
despierta a un nuevo mundo
que es el reverso
de la desesperación.
Para lo que no podemos lograr, lo que
se niega al amor,
lo que perdimos por anticiparnos,
se abre un descenso
sin fin, e indestructible .

Cuadros de Brueghel y Otros Poemas ( 1962 )

LOS CAZADORES EN LA NIEVE

El panorama es el invierno
montañas nevadas
al fondo el retorno

de la caza se acerca la caída de la tarde


por la izquierda
los fornidos cazadores traen

de vuelta la jauría el letrero del mesón


colgando de una
bisagra rota es un ciervo un crucifijo

entre sus astas el helado


patiodel mesón está
desierto salvo por la hoguera

enorme que flamea al viento atizada


por mujeres que se agrupan
en torno a la derecha más allá
de la colina hay trazas de patinadores
Brueghel el pintor
preocupado por todo esto escogió

un arbusto azotado por el viento como


primer plano
para completar su pintura

Imaginaciones ( 1970 )
Creo
Que todo va a estallar en círculos
Una llama gigante envolverá a este tren
En este instante.

No pasa nada.

Circulo. Sobre la plataforma desgastada.


Recordando el ocio perfecto.
Siento mis manos, pegajosas.
Mis ojos tan débiles, quizás enfermos.
Se abre la puerta y penetra la magia:

“Soy la mujer más bella del mundo”


Y yo no puedo creerlo.
Todos los demás son tan feos.

(Sostenme Carlitos Williams)


Yo sonrío con el libro a medio metro.
Ella tiene los ojos muy cansados.
Quizás enfermos.

¿Es bella en realidad?


No es la más bella del mundo.
Pero tiene razón:
Me veo detenido en ese rugido.
“Yo tuve diecinueve abortos”.
Definitivo: son sus ojos.

Si la vieras.

Venimos de dos mundos distintos


En el nuestro no se grita aquello.
Luces de plástico celebrando tu
Frente arrugada. Aire caliente enfriando
Mi emoción

(Carlitos Williams. Creo saber a qué te refieres)

“Es un libro que deben de leer


Todos los que quieran la literatura”
Ejercicio de imaginaciones,
Con un pie llegando al invierno.
Con el otro en Lima.

(¿Y a dónde más iban a huir, Billy?)

Salgo de la estación.
Entre los caníbales del Barrio Chino
Las carteras perfectas
Muchos ojos azules encima
Niebla, paseo de gente sacudida.

Caminas erguida entre la ropa


“Agáchate para verte mejor,
Espérate que acomodo la cámara”
Yo aburrido de tenerte ganas.
Y tu sonrisa dice tanto
De tu forma de besar.

Y tú con ni puta idea de lo que he estado pensando.


Nada.
“¿Cómo has estado?”
“Te he extrañado, baby”

Otra ves me sonríes mirando a la cámara


Tal vez tengas toda la razón
Tal vez seamos todos feos
Estemos todos percudidos, víctimas de la grasa.
Habrá que esperar hasta Navidad
Para ver lo que nos traigan las hadas
Entre los radares y parábolas de un país atrasado.

“Que haya venido a sacrificarse


Me parece tan parroquiano…”
Y el yate empieza su carrera
Se despierta Molly en su cofre cibernético
“Bienvenidos al desierto de lo inmoral”
Saca un número, me mira a los ojos otra vez
Y me dice:
Tú no eres el elegido

¿Quién se lo dirá a Morfeo?

Incendio de la biblioteca/Libro 3 de Paterson


Entre las llamas de la biblioteca que ama
abominable fuego que al dadaismo ofrece
queda la yerma tierra que aborrece
la tremebunda ofrenda que Antonin reclama

Confia en que las cascadas le han de prestar su voz


mientras Paterson arde y se borra su historia
para sembrar otro campo, otra voz y memoria
que el doctor va engendrando con lentitud atroz

De voces de los suburbios pretende sembrar su gesta


Una epica de americanos, sin griegos ni latinos Williams sueña
Recolectando cartas, mapas, revistas; tiempo e ingenio utiliza
Pero van ya tres libros y su hazaña, pequeña.

Paterson ciudad-gigante, a los textos de muertos hoy desdeña


Convoca al fuego y al viento: los reduce a ceniza.

VIEJO SICAMORO
I just tell you

this young tree

whose round and firm trunk

between the wet

pavement and the guter

(whose water

is trickling) rises

bodily

into the air with

one undulant

thrust half its height--

and then

diving and waning

sending out

young branches on

all sides--
hung with cocoons

it thins

till nothing is left of it

but two

eccentric knotted

twigs

bending forward

hornlike at the top

Tengo que decírtelo

el tronco firme y liberal

de este joven árbol

entre el mojado

pavimento y la alcantarilla

(gli-glu de agua

que escurre) se yergue

de cuerpo entero
se aploma se dispersa

hacia todos lados

dividido

en ramas más jóvenes

de las que cuelgan capullos

y se adelgaza

hasta que nada queda

sino dos

excéntricos anudados

vástagos

que se estiran y encorcan

medialuna en la punta

Los primeros poemas ( 1997 )


Paterson (fragmento)
Había un viejo puente de madera, camino a Manchester,
como llamaban entonces a Totowa, por el que
Lafayette cruzó en 1824, con niñas
esparciendo flores a su paso. Justo
al atravesar el río, en lo que ahora llaman
Old Gun Mill Yard, se hallaba una fábrica
que producía clavos hechos a mano.
Me acuerdo de descender al viejo taller de algodón
una mañana cuando el termómetro marcaba
13 grados bajo cero, en el viejo poste de la campana.
En esos días eran escasos los silbatos de vapor.
La mayoría de los talleres tenían postes con campanas
que repicaban para anunciar, “¡A trabajar!”

Había que levantarse de la cama y pisar un montón de nieve


que había logrado colarse por el techo;
después de desayunar avena, caminar
cinco millas al trabajo. Al llegar ahí,
martillaba con ganas el yunque para mantener la
circulación.

En los primeros días de Paterson, el lugar


más vivo del pueblo era la plaza en la cuchilla
de las calles Park (ahora la calle Main)
y Bank. Sin incluir las Cataratas, ese
era el lugar más bonito del pueblo. Los árboles daban
buena sombra sobre el corazón de la plaza,
donde el circo del rumbo clavaba sus carpas.

Por la calle Park se llegaba al


río. Por la calle Bank a
un camino que llevaba al corral de la
Casa Goodwin, el corral ocupaba
parte del parque al norte.

El circo era cosa de otros tiempos,


una pequeña carpa con espectáculo de una sola pista.
No se autorizaban funciones por las tardes,
eso cerraría los talleres. El tiempo
era precioso en esos días. Sólo por las noches.
Pero se aseguraban de pasear sus caballos por el pueblo,
al acercarse la hora de cierre de los talleres.
El asunto es que el pueblo se volcaba al circo por las
noches. En aquellos días
el circo era iluminado con velas especiales
para el espectáculo. Eran enormes, sujetas
a entablados, colgaban de los alambres alrededor de la carpa,
un peculiar invento. Las enormes velas
eran colocadas en los entablados de la parte inferior y dos
hileras de velas más pequeñas, una sobre otra,
remataban en punta, su aspecto era muy llamativo
e inundaba todo de luz.

Las velas duraban toda la presentación,


ofreciendo un extraño y deslumbrante espectáculo
que contrastaba con los ostentosos artistas-

Muchos de los viejos nombres y lugares


no se recuerdan ahora: McCurdy’s Pond,
Goffle Road, Boudinot Street. The Town Clock
Building. La iglesia holandesa
de estilo antiguo que se quemó el 14 de diciembre de 1871,
mientras el reloj marcaba las doce de la noche.

Collet, Carric, Roswell Colt,


Dickerson, Ogden, Pennington . .
La parte del pueblo llamada Dublín
fundada por los primeros inmigrantes irlandeses.
Si querías vivir en el viejo pueblo tomabas
agua del manantial de Dublín. La mejor agua
que puedes tomar, como dijo Lafayette.

Paterson, 3
Los delineamientos de los gigantes (3)

Andan incomunicados, la
ecuación no tiene solución, aunque
su sentido es claro —que ellos pueden vivir
el pensamiento de él está asentado en la guía
telefónica—
Y por derivación, hacia las Grandes Cataratas,
¡al carajo! ¡el gigante ataca! La buena Muncie*, también

¡Buscaban lo milagroso!

¡Un prodigio! ¡Un prodigio!

¡Las Furias insultan alrededor de las aguas que caen!


La violencia se concentra, girando en sus cabezas
provocándolas:

«El Monstruo Capturado».

¡Comienzan!
Las perfecciones se agudizan
La flor despliega sus pétalos coloridos
abiertos al sol
Pero la lengua de la abeja
falla
Vuelven a hundirse en la greda
gritando
—puedes decir que es un grito
que sube por ellas, un escalofrío
mientras se marchitan y desparecen:
El matrimonio tiene consecuencias
estremecedoras

Gritar
o conformarse con una satisfacción menor:
unos pocos van
a la Costa sin ganancia—
Les falla el lenguaje
mueren también
incomunicados.

El lenguaje, el lenguaje
los traiciona
No saben las palabras
o no tienen
el coraje de usarlas
—chicas de
familias venidas a menos y
llevadas a los montes: sin palabras.
Pueden observar el torrente en
sus mentes
y les resulta ajeno. .

Dan la espalda
y se marean—¡pero se recuperan!
La vida es dulce
dicen: ¡el lenguaje!
—el lenguaje
divorciado de sus mentes,
el lenguaje . . ¡el lenguaje!

La flor es nuestro signo


Paterson, 7
Los delineamientos de los gigantes (7)

II.

No hay dirección. ¿A dónde? No


puedo decirlo. No puedo decir
más que cómo. El cómo (el aullido) sólo
está a mi disposición (propuesta): observando—
más frío que una piedra .

un capullo siempre verde,


fuertemente enroscado, sobre el pavimento, perfecto
en líquido y sustancia pero divorciado, divorciado
de sus compañeros, caído bajo—

El divorcio es
el signo del conocimiento en nuestra época,
¡divorcio! ¡divorcio!

con el bramido del río


siempre en nuestros oídos (atrasos)
induciendo sueño y silencio, el bramido
del sueño eterno . . desafiando
nuestro despertar—

—deseo inexperto, irresponsable, inmaduro,


más frío al tacto que una piedra,
desprevenido —desafiando nuestro despertar:

Dos chicas a medio crecer exaltando la santa Pascua,


(una inversión de todo el exterior) entretejiendo
sobre sí mismas, desde abajo
del aire denso, espirales de densas transparencias
brotaron, separándolas,
aisladas de la luz: cabezas
desnudas, su cabello claro colgando—

Dos—
distintas entre las
aguas que caen de sus cabellos en el que nada se
funde—

dos, unidas por el instinto de ser la misma:


lazos, cortados de una pieza,
rosa cereza, sujetando sus cabellos: una—
una ramita de sauce arrancada de un arbusto
enano en flor, sin hojas, en su mano,
(¡o anguilas o una luna!)
lo sostiene, el ramillete recogido,
alto en el aire, el aire derramado,
acariciando la piel suave—

¿No son hermosas?

Por supuesto no soy un petirrojo ni un erudito,


ni Erasmo ni pájaro regresando al mismo
suelo año tras año. O si lo soy . .
el suelo ha sufrido
una leve transformación, su identidad alterada.

¡Indios!

¿Por qué hablar de ‘Yo’ siquiera, él sueña, lo


que me interesa poco y nada?

El tema
según se demuestra: dormido, no identificado—
todo de una pieza, solo
en un viento que no mueve a los demás—
de ese modo: un modo de pasar
una tarde de domingo mientras el arbusto verde se agita.

. . una masa de detalles


para interrelacionarse en nuevo suelo, con dificultad;
una asonancia, una homologación
apiladas en tres
uniendo las diferencias para clarificar
y condensar

el río, encrespado, pleno —¡como un arbusto se agita


y una grulla blanca volará
y se posará más tarde! Blanca, en
los llanos entre las flores azules
de los camalotes, en verano, verano! si es que viene
alguna vez, en agua poco profunda!

En el malecón un pequeño
cono compacto (enebro),
que tiembla frenético
en el vendaval indiferente: viril—permanece
enraizado allí .

Regresa el pensamiento: ¿Por qué no


imaginé belleza allí donde no existe
o no está disponible, desde que
me puse voluntariamente en el camino de la muerte?

Podrido como el aliento de una ballena: ¡aliento!

¡Aliento!

CUADROS DESDE BRUEGHEL

LOS CAZADORES EN LA NIEVE

EL CUADRO todo es invierno

Heladas montañas

Al fondo el regreso de la caza

Es hacia el anochecer

Desde la izquierda

Fornidos cazadores traen

Sus fardos el aviso del mesón

Colgado de un herraje

Roto es un ciervo un crucifijo

Entre sus cuernos el helado

Anteportal desierto

Salvo por una gran fogata


Que llamea al viento atendida

Por mujeres que se agrupan en torno

A ella a la derecha más allá

De las colinas algunos

Patinadores Brueghel el pintor

Cuidadoso en todo ha escogido

Un arbusto herido por el invierno

Puesto en primer plano para

Contemplar la pintura.

LA PARÁBOLA DE LOS CIEGOS

Esta horrible pero soberbia pintura

La parábola de los ciegos

Sin un rojo
Muestra en la composición un grupo

De mendigos que se guían

Unos a otros diagonalmente

Hacia abajo a través del lienzo

Desde un extremo

Hasta ir a dar a un pantano

Donde el cuadro y la composición

Terminan y detrás

Del cual ningún vidente

Se representa las facciones

Sin afeitar de los

Menesterosos con sus pocas

Lastimosas posesiones una

Bacía para lavarse una cabaña

Se ve y la torre de una iglesia

Los rostros levantados

Como contra la luz

No hay un detalle extraño

A la composición cada uno


Sigue a los otros bastón en

Mano triunfante hacia el desastre.

JUEGO DE NIÑOS

Este es el campo de una escuela

Atestado

De niños

De todas las edades cerca

A una aldea y junto a un pequeño

Río que hace un recodo

Donde algunos muchachos

Nadan

Con el trasero al aire

O suben a un árbol cargado

De hojas todo

Es movimiento

Una viejas atisban

Detrás del pequeño

Puesto de frituras

Un matrimonio en juego un

Bautismo

Y cerca una se inclina


Llamando

Hacia un

Tonel vacío

William Carlos Williams / Paterson, 8

Los delineamientos de los gigantes (8)

Patch saltó pero la señora Cumming gritó


y saltó —sin ser vista (aunque
había permanecido parada allí junto a su esposo media
hora y más, a veinte pies
del borde).

:un cuerpo hallado la siguiente primavera


congelado en un bloque de hielo; o un cuerpo
pescado al día siguiente de un remolino de lodo—

ambos callados, incomunicados

¡Sólo hace poco, hace poco! empecé a saber, a


saber claramente (como a través del hielo cristalino) de dónde
sacar mi aliento o cómo usarlo
claramente —si no bien:

¡Claramente!
Da el petirrojo su orden. ¡Claramente!
claramente!
—y observa, ¡ensimismado! una rama
del árbol en el borde de la catarata, una
rama moteada, retenida,
entre el vaivén de las ramas
del grueso sicomoro
hamacándose menos, entre las demás, separada, lentamente
con la torpeza de una jirafa, levemente
en un largo eje, tan leve
que apenas si se nota, en ella la tormenta:

Así

la primera esposa, con la torpeza de una jirafa


entre los gruesos rayos que apuñalan
el misterio de un hombre: en suma, un dormir, un
origen, un flagelo .

sobre un tronco, su cabello laqueado


atado como un nido de termitas (formando
líneas) y, sus viejas nalgas
aferradas al tronco en reverencia, que,
de una pieza, sostienen a las demás—
alerta: comienza a conocer la rama moteada
que canta .

definitivamente NO la universidad,
un brote verde caído sobre el pavimento su
dulce aliento suprimido: Divorcio (la
lengua tartamudea)

inexperta:

dos hermanas de cuyas bocas abiertas


nace la Pascua —gritan en lo alto,

¡Divorcio!

Mientras
el arbusto verde se mece: de allí
saco mi aliento, hamacándose, de una pieza,
separado, animándose brevemente, por un instante
sin temor . .

Lo que significa, aunque se lo diga


pobremente, que hay una primera esposa
y una primera belleza, compleja, ovada—
los sépalos leñosos detenidos bajo
el estrés de resistir allí, innato

una flor dentro de una flor cuya historia


(en la mente) se agazapa
entre las rocas con helechos, se ríe de los nombres
con que creen que la atraparán. ¡Escapa!
Nunca corriendo sino quedándose quieta—

Una historia que tiene, junta a su cueva en las


rocas, troncos y colmillos, su propio cañaveral
donde, medio escondida, cañas y vetas
doblándose, sonríe (desafiada la belleza)
no a favor de la enciclopedia.

Si estuviéramos lo suficientemente cerca su aliento podrido


nos derribaría. El templo sobre
la roca es su hermano, cuya majestad
anida en las selvas —lo hace saltar,
al disparo de la sabiduría: para matar

y moler esos huesos:

Esas terribles cosas que reflejan:


la nieve cayendo en el agua,
parte en la roca, parte en los juncos secos
y parte en el agua donde
desaparece —su forma no más lo que era:

el pájaro posándose, que empuja


sus patas hacia adelante para tomar impulso
y cae hacia delante de todos modos
entre las ramitas. La margarita de cuello débil
doblándose en el viento . . .

(Ilustración: Pabellón de mujeres, 1921, Paul Klee)

THE DIAL 69 (1920)


The Desolate Field

Vast and grey, the sky


is a simulacrum
to all but him whose days
are vast and grey and --
In the tall, dried grasses
a goat stirs
with nozzle searching the ground.
My head is in the air
but who am I . . . ?
-- and my heart stops amazed
at the thought of love
vast and grey
yearning silently over me.
To Waken an Old Lady

Old age is
a flight of small
cheeping birds
skimming
bare trees
above a snow glaze.
Gaining and failing
they are buffeted
by a dark wind --
But what?
On harsh weedstalks
the flock has rested --
the snow
is covered with broken
see husks
and the wind tempered
with a shrill
piping of plenty

THE TEMPERS
Transitional

First he said:
It is the woman in us
That makes us write--
Let us acknowledge it--
Men would be silent.
We are not men
Therefore we can speak
And be conscious
(of the two sides)
Unbent by the sensual
As befits accuracy.

I then said:
Dare you make this
Your propaganda?

And he answered:
Am I not I--here?
RIPOSTE

Love is like water or the air

my townspeople ;

it cleanses, and dissipates evil gases.

It is like poetry too


and for the same reasons.

Love is so precious
my townspeople
that if I were you I would
have it under lock and key
like the air or the Atlantic or
like poetry!

Pastoral

The little sparrows


hop ingenuously
about the pavement
quarreling
with sharp voices
over those things
that interest them.
But we who are wiser
shut ourselves in
on either hand
and no one knows
whether we think good
or evil.
Meanwhile,
the old man who goes about
gathering dog-lime
walks in the gutter
without looking up
and his tread
is more majestic than
that of the Episcopal minister
approaching the pulpit
of a Sunday.
These things
astonish me beyond words.

Pastoral

If I say I have heard voices


who will believe me?

"None has dipped his hand


in the black waters of the sky
nor picked the yellow lilies
that sway on their clear stems
and no tree has waited
long enough nor still enough
to touch fingers with the moon."

I looked and there were little frogs


with puffed out throats,
singing in the slime.

K. McB.

You exquisite chunk of mud


Kathleen -just like
any other chunk of mud!
-especially in April!
Curl up round their shoes
when they try to step on you,
spoil the polish !

I shall laugh till I am sick


at their amazement.
Do they expect the ground to be
always solid?
Give them the slip then;
let them sit in you ;
soil their pants ;
teach them a dignity
that is dignity, the dignity
of mud !

Lie basking in
the sun then fast asleep !
Even become dust on occasion.

The Old Men - (2008)


for medium voice and piano

Old men who have studied


every leg show
in the city
Old men cut from touch
by the perfumed music—
polished or fleeced skulls
that stand before
the whole theater
in silent attitudes
of attention,—
old men who have taken precedence
over young men
and even over dark-faced
husbands whose minds
are a street with arc-lights.
Solitary old men for whom
we find no excuses—
I bow my head in shame
for those who malign you.
Old men
the peaceful beer of impotence
be yours!

POESÍA CHINA

Li Bai
Conversación en la montaña

¿Me preguntas por qué habito


en estas colinas verdes jade?
Yo sonrío. No hay palabras para expresar
el sosiego de mi corazón.
¡Que fascinante la flor del melocotón
arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.

Alabanza al vino

No amara el cielo el generoso vino


el «astro-vino» en la serena noche
no diera al hombre el celestial derroche
de su fulgor lejano purpurino.
Ni roja fiesta en tibia primavera
llenara de alegría las campiñas
si el jugo embriagador no nos lo diera
el alma tierra con sus dulces viñas.
Si cielo y tierra el vino te ofreciera
¿Por qué temer tan santa borrachera?
Hubo famosos sabios borrachines;
con tres copas no más el cielo se abre
y es tuyo el universo y sus confines.
Es un rapto fugaz a lo ignorado
que al abstemio infeliz nunca le es dado.

Un día de verano, en la montaña

Agito suavemente un abanico de plumas blancas,


sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes.
Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca;
Desde los pinos la brisa se desliza
sobre mi cabeza desnuda.

Los cuervos que graznan por la tarde

Doradas nubes bañan la muralla.

Los negros cuervos graznan sobre sus nidos,


nidos en los que quisieran descansar.

En tanto, la joven esposa suspira, sola y triste,


sus manos abandonan el telar,
sus ojos están fijos en la azul cortina del cielo,
cortina que parece separarla del mundo,
como la leve niebla oscurece el río.

Está sola: el esposo viaja por países lejanos;


todas las noches está sola en su alcoba.
La soledad le oprime el corazón,
y sus lágrimas, como fina lluvia, caen en tierra.

Escuchando la mandolina de un sacerdote budista

El sacerdote budista de Chou tiene una mandolina:


baja del Monte de las Cejas hacia el poniente,
y hace sonar sus cuerdas en mi honor.

Sus vibrantes notas se parecen al alboroto


de un bosquecillo de pinos mecidos por el viento.

Mi corazón se siente purificado


como si lo hubiesen lavado las aguas del río.

La dulce melodía se une a los lejanos tañidos de una campana.

Insensiblemente desciende, en torno, el crepúsculo,


y los montes se esfuman en la bruma ligera.

Ante el monte Ching-t´ing

Pájaros que se pierden en la altura.


Pasa una nube, quieta, a la deriva.
Solos y frente a frente, el monte y yo.
No nos hemos cansado de mirarnos.

Regresando solo del paseo

Embelesado por el vino,


me olvido del crepúsculo.
hasta que los pétalos cubren
los pliegues de mi túnica.
Embriago, me lebanto y regreso,
llevado por la luna del arroyo.
Los pájaros se han ido
y yo, me quedo solo.

Amarre nocturno

Una cala en el río del Oeste.


El cielo azul aún. Ni el jirón de una nube.
La cubierta inundada por la luna.
Los tiempos de antes: Hsieh, gran general.
Yo le hubiera leído este poema.
Otros leyó, no míos. Hoy es sombra entre sombras.
Filo de luz: el alba. Leve viento: zarpamos.
Silenciosas caín las hojas de los arces.

Salida de Poi-ti

Al alba dejo Poi-ti, alto entre arreboles:


He de llegar abajo, hasta Kia-ling, antes de que pardee.
Entre los farallones chillar sin fin de monos.
Diez mil rabiones desciende mi chalupa.

El santuario de la cumbre

La cumbre, el monasterio.
Ya es noche. Alzo la mano
y toco a las estrellas.
Hablo en voz baja: temo
que se despierte el cielo.

Mientras bebo solo, a la luz de la luna

"El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas."

Un vaso de vino entre las flores:


bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino, y mi perezosa sombra sólo sabe
seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava, mientras aún es
primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares; en la danza que ensayo mi
sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos; ahora, ebrios, cada cual va por
su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el RÃo de las Nubes!

Ante el vino, recuerdo a He Zhizhang

En el monte Siming hay un loco


El gentil e ingenioso He Zhizhang
Nos conocimos en Chang An
Y me llamasteis inmortal desterrado
Antaño amabais lo que está en la copa
Hoy sois polvo entre los pinos
Cambiasteis vuestra tortuga de oro por vino
Al recordarlo, humedezco de lágrimas mi pañuelo

Visita a los torrentes del arroyo blanco

Atravesé el Arroyo Blanco


en su estrecho cauce
Cuando la Aurora recién
hendía la maraña de estrellas
Y se desembarazaba de las sombras. Y vi

De paso un instante, desde los trillados


caminos de los hombres,
Innumerables islas, circuidas
Con los colores verde y oro de la naturaleza.
El cielo tendía
el espejo azul de la eternidad
Sobre las aguas relucientes. Una a una
Las nubes se hacían a la mar.
Mis errantes pensamientos
Divagaron adonde los monstruos
de cota de plata
Recorren velozmente
sus arroyos nativos.
Canté melodías
Que crecieron al promediar el día,
menguaron con el atardecer
Y cesaron al caer la noche.
Luego busqué el reflejo
de los aleros de las casas,
en medio de los campos
iluminados por la luna.

Pensamiento en la noche serena

Ante mi lecho un charco de luz.


¿La escarcha cubre la tierra?
Levanto los ojos y contemplo la luna.
Bajo la cabeza, y pienso en mi hogar.

A mi amor lejano
Cuando estabas, las flores llenaban la casa.
Y al aire, dejaste el lecho vacío.
La manta bordada, doblada, permanece intacta.
Tres años ya han transcurrido,
pero tu fragancia no se disipa.
¿Dónde estarás, amor mío?
Te añoro, y de los árboles caen hojas amarillas
Lloro, y sobre el verde musgo brilla el rocío.

Conversación en la montaña

¿Me preguntas por qué habito


en estas colinas verdes jade?
Yo sonrío. No hay palabras para expresar
el sosiego de mi corazón.
¡Que fascinante la flor del melocotón
arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.

Un día de verano, en la montaña

Agito suavemente un abanico de plumas blancas,


sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes.
Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca;
Desde los pinos la brisa se desliza
sobre mi cabeza desnuda.
Nostalgia en una noche silenciosa

La luna, sobre mi lecho sus luces proyecta.


Me parece escarcha sobre la tierra.
Contemplo la luna al levantar la cabeza,
y, al bajarla, añoro mi aldea natal.

Visita infructuosa a un taoísta de la montaña Dai Tien

En medio del murmullo del arroyo ladra un perro.

Tras la lluvia se abren con vigor flores de durazno.


En lo más hondo del bosque, corre uno que otro ciervo.
Y junto al agua, ya es mediodía, aún no oigo campanadas.
Cortinas de bambúes separan las densas nieblas,
y de la esmeralda cumbre pende una cascada.
Nadie sabe adónde ha ido el ermitaño.
Triste descanso, recostado en un pino.
Zhao Guojing (1950) - Derechos reservados
A los seis se miró en el espejo,
capaz ya de pintarse sus largas cejas.
A los diez salió a pisar el césped,
con su falda de flores de loto.
A los doce aprendió a tocar la pequeña cítara:
de los plectros de plata nunca se desprendió.
A los catorce, seguía con sus parientes,
y, cabe imaginar, aún no se había casado.
A los quince, llora bajo el viento de primavera,
apartando su rostro del columpio.
Balada de Chang-gan

Zhao Guojing (1950) - Derechos reservados

A los catorce años me hice tu esposa,


tímida, ruborosa, sin ninguna sonrisa.
A la sombra del muro me escondía, cabizbaja.
Cien veces me llamaste sin que yo respondiera.
Comencé a sonreir a los quince años,
unida a ti como polvo y ceniza.

A los dieciséis años partiste lejos.

Frente a la casa hay viejas huellas de tus pasos,


cubiertas todas por un musgo espeso,
tan espeso que no se pueden ya barrer,
y también la hojarasca del otoño temprano …
Octavo mes, revolotean las mariposas,
de dos en dos, sobre el jardín oeste.
Pasó ya el tiempo, mi corazón herido
contempla triste mis pálidas mejillas.
Tarde o temprano bajarás por San -ba.
Avísanos, mandanos un recado.
Iré a tu encuentro, no habrá camino largo.
¡De un solo impulso hasta Arenas del Largo Viento!

Delicado poema, de pasión dicha entre lín


Tomo una botella de vino

Tomo una botella de vino


y me voy a beberla entre las flores.
Siempre somos tres,
contando a mi sombra y a mi amiga, la Luna.
Cuando canto, la Luna me escucha,
cuando bailo, mis sombra también baila.
Terminada la fiesta...
Los invitados deben partir.
Yo..., desconozco esa tristeza:
cuando marcho a mi casa,
siempre somos tres:
me acompaña la Luna y me sigue mi sombra.
Nostalgia en
primavera
Las hierbas de yen

son hilos de seda esmeralda.

El peso de las hojas

inclina las verdes ramas

de las moreras de Qin.

Mi corazón anhelante ya está destrozado.

Y sólo ahora piensas tú, mi amor, tornar a casa.


¡Oh viento de primavera!

Tú, que eres un extraño,

¿por qué levantas

mi cortina de raso?

Melancolía primaveral
Montando un caballo blanco con silla dorada,
mi esposo se fue a la guerra.
Bajo cortinas de seda,

cubierta con una manta bordada,

duermo mecida por la brisa de primavera.

A través de la ventana

la baja luna lanza una mirada furtiva

a mi agonizante candelabro.

Las flores indiscretas

se asoman a mi morada

y se burlan de mi cama vacía.

Copa en mano, pregunto a la luna

Al límpido cielo, ¿cuándo llegaste?

Te pregunto, levantando mi copa.

No puedo trepar hasta tu espléndida lumbre,

Aunque fiel me acompañes para siempre.

...

Antiguos y presentes pasan como las aguas del río

Y todos aprecian el resplandor de la misma luna.

¿Que más podría desear, mientras canto y bebo,


sino verte repetida en el fondo de mi copa dorada?

De noche, con mis amigos

Purificados de mil años de tristeza,

¡bebamos juntos cien jarras de vino!

¡Ah¡ ¡Qué agradable conversar toda la noche!

¡La luna espléndida no nos deja dormir!

Ebrios, recostados sobre la montaña vacía,

Nos cubrirá el cielo amigo y la tierra será

Nuestro lecho.

EN LA MONTAÑA, BEBIENDO CON UN ERMITAÑO

Bebemos juntos, las flores de la montaña se abren


Un vaso, un vaso y otro más
Estoy borracho, quiero dormir, mejor será que te vayas
Mañana al alba, si quieres, vuelve con tu laúd
UN DÍA DE VERANO, POR LA TARDE

Agito suavemente un abanico de plumas blancas, sentado, la camisa abierta,


entre las hojas verdes. Me quito el gorro y lo cuelgo de una saliente en la
roca; el viento entre los pinos roza mi frente desnuda.
ESCRITO EN NOMBRE DE MUJER POR LI BAI.

Al cortar con una espada


La corriente de un río
Las aguas nunca podrán separarse.
Mis pensamientos, que te siguen en tu arrancia,
Son tan interminables como esa corriente.
Desde que nos separamos
La hierba, delante de nuestra puerta, en otoño,
Se ha tornado verde con la primavera.
La podo, pero vuelve a crecer
Tan densa, que cubre tus huellas.
Los fénix cantan juntos y felices;
Asustados, macho y hembra
Cada uno vuela por su lado.
¿En cuál pico se reúnen las nubes?
Una vez que se separan
No vuelven a juntarse.
Por un mercader que iba a Ta-lou
Supe que estás en la Cala de Otoño.
En el jardín de Liang duermo
En un lecho solitario;
En la terraza Yang tú sueñas con la lluvia.
Tres veces mi familia ha dado tres primeros ministros,
Caídos en desgracia nos fuimos a Chin
Todavía retenemos nuestras flautas y canciones,
Esas viejas tonadas se oyen aún en el vecindario.
Cuando la música alcanza las purpuradas nubes
Gimo por la ausencia de ti
Soy como un durazno al fondo de un pozo,
¿A quién podrían sus flores?
Tú eres la alta luna en el cielo,
¡Que no desea arrojar su luz sobre mí!
No me reconozco al mirarme al espejo,
He adelgazado desde que te fuiste.
Si al menos tuvieras un loro encantado
Que pudiera repetirte en dolor de mi corazón.

Du Fu
Bai Juyi

Han Yu

Liu Zongyuan
Ouyang Xiu

Su Xun

Su Shi

Su Zhe

Wang Anshi

Zeng Gong

POESÍA JAPONESA
Sankichi Toogue

El 6 de agosto

¡Cómo podremos olvidar aquella centella!


En un instante los 30,000 en las calles desaparecieron
En el fondo de las tinieblas, aplastados
los gritos de los 50,000 cesaron.

Cuando el humo huracanado y amarillo se desvaneció


los edificios estaban rajados, los puentes derretidos
los trenes llenos de gente quedaron chamuscados
vasto páramo de escombros Hiroshima.
Con pieles colgando como tiras viejas
con las manos en su pecho
pisando líquido encefálico
vistiendo pedazos de tela quemada en sus caderas
lloraban hombres y mujeres desnudos caminando en procesión.
Cadáveres como budas de piedra, dispersos en el jardín de una
escuela.

La muchedumbre se agolpó en la orilla del río,


luego trepó a las balsas,
y se convirtió en una pila de cadáveres bajo el sol abrasador.
En medio de las llamas que se levantaban en el cielo crepuscular
los barrios donde vivían mi madre y mis hermanos, aplastados
vivos,
fueron cubiertos por el fuego
en un lugar lleno de excrementos
muchachas escolares estaban tiradas;
los vientres hinchados, los ojos arrancados, las cabezas sin pelo,
los cuerpos descuartizados.
El sol matutino alumbró a una masa anónima apiñada.
Nadie se movía.
En el estancamiento del hedor
se oía sólo el zumbido de las moscas.
¡Cómo podremos olvidar aquel silencio
que caía en la ciudad de 300,000 habitantes!
¡Cómo podremos olvidar
aquella plegaria nunca pronunciada por las cuencas blancas y
vacías de nuestras mujeres y nuestros hijos!

Azuma Kondo

Tarde de otoño temprano

Así pues, yo
caminando por una calle tranquila de muchos templos.
Muros largos, las puertas de los templos alineados
Arboles enormes que sombreaban la calle.
El canto de las cigarras.

Repentinamente, de la puerta de un templo


salió un hombre.
Al tropezar conmigo me miró
con una cara como diciendo ―¡Caray, ya me descubrieron!‖.
Inmediatamente
desapareció en otro templo.
Ese hombre, ¿quién era?
Ese hombre con un descolorido gorro de soldado, camisa
verdeoscura, zapatos militares.

¡Ah, aquí también fantasmas de la guerra!


¡En un callejón olvidado, habitación de otro fantasma de la
guerra!

Nobuo Ayukawa

Hombre muerte

Por ejemplo, desde


los pasos en la niebla
o en todas las escaleras
surge la imagen opaca de un testamentario.
… Es el comienzo de todo…
Ayer lejano…
sentados en una cantina oscura
no sabíamos qué hacer con nuestras caras torcidas
mirando el sobre de una carta
―¿No habrá sombra ni forma?‖
…Ya que fracasamos en morirnos, así estaban las cosas.

Amigo, el cielo helado de ayer


permanece en el filo de la navaja.
Sin embargo, he olvidado dónde y cuándo
te perdí.
Fue una época de oro, tan efímera…
jugábamos a ser dioses, a trastocar signos
murmurando:
―Ésta es nuestra antigua receta‖.

Siempre era otoño, ayer y hoy


―En la tristeza llueven hojas muertas‖
Esa voz, entre las sombras de la gente o en las calles
ha seguido su camino de plomo negro.

El día del funeral no había palabras ni


asistentes.
No había lugar para la ira, ni para la tristeza, ni tampoco
quejas débiles.
Alzando la mirada al cielo
permanecías acostado tranquilo
con los pies metidos en tus pesados zapatos.
―Adiós, no vale la pena creer en el sol ni en el mar‖.
Amigo que duermes bajo la tierra,
¿Aun duele la herida de tu pecho?

Miyoshi Nagashimi

Mercado de esclavos

¿Quién fue quien me compró, para empezar?


En el mercado de esclavos azotado por el viento del norte aquel
día, yo
con cadenas en pies y cuello
fui comprado solo
y luego llevado al confín de la tierra
donde ni siquiera florecían las dalias negras
comprado por esos hombres
cantores de cristianos himnos
que gobiernan este vasto mundo civilizado.

Soy un esclavo
y los huesos del esclavo vitalicio
tienen que moverse
como pesadas ruedas oxidadas
en esta alba civilización cristiana.
Sea perro o
buey
puede darle alimento para gallinas.
Era, para mí, una larga
larga ruptura con la humanidad.
Acostumbrada a habitar la tierra tenebrosa
mi cabeza
quedó seca como el trigo.
De noche me acosté en el heno
y conté las estrellas del mundo
una por una.
Eran más dulces que las cañas del azúcar
liberadas del dolor, del vocerío y los látigos de cuero.
Contemplé aquellas estrellitas
remotas piedras frías
hasta que se desvanecieron.
Oh, esclavos
para los hombres amarillos, tan diferentes
esta civilización cristiana
es demasiado cruel para nosotros.
Cuando me desperté
de repente un zapato enorme
pisoteó mi cara como si fuera grava.
―Ya está muerto…
Compra otro‖.
Oh, amigos, oh cristianos himnos.
Oh, Merry Christmas.
Compra otro esclavo nuevo.
Iku Takenaka

Japón turístico

Vendemos el Fujiyama
Vendemos Miyadyima
Vendemos Nikko
Vendemos todo el Japón
Naruto y Aso
Todo lo vendemos.
Vengan, vengan por favor.
Sabemos frotarnos las manos
y producir sonrisas artificiales.
Mucho, mucho dinero, ¡qué maravilla!
Todos los japoneses compramos car
Todos los japoneses gustamos de los encendedores
Todos los japoneses somos buenos jardineros
Todos los japoneses cantamos boogie-woogie
Todos hacemos caravanas
Todos somos honrados, ¡Sí señor!

CARLOS GUIDO SPANO

GOETHE

AMÓS ESCALANTE, AUTOR DRAMÁTICO ESPAÑOL

POEMAS DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ:

AZARIAS H. PALLAIS:

SUPLEMENTO CULTURAL ―EL NUEVO DIARIO‖

FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ


LUIS ROCHA

SUPLEMENTO CULTURAL ―LA PRENSA‖


JOSÉ CORONEL URTECHO

OCTAVIO PAZ:

HUGO FRIEDRICH

EZRA POUND

CHARLES BAUDELAIRE:

STÉPHANE MALLARMÉ
UN GOLPE DE DADOS NUNCA SUPRIMIRÁ EL AZAR

POEMAS DE GARCILASO DE LA VEGA:

EL LENGUAJE DE LA MÍSTICA DE ALDANA.

OBRA DE FRAY LUIS DE LEÓN

EL LENGUAJE DE LA MÍSTICA DE JUAN DE LA CRUZ.

Víctor Ruiz: Homo émulo de mulo, Sintáctico Corpus

POEMAS FUTURISTAS

Filippo Tommasso Marinetti


PEDRO SALINAS

RAFAEL ALBERTI
MADRIGAL A UN BILLETE DE TRANVÍA

Vladimir Maïacovski:

EL CUBISMO LITERARIO O SIMULTANEÍSMO

GUILLAUME APOLINAIRE

SINGULAR EN PLURAL, PLURAL EN SINGULAR

LOS CALIGRAMAS

ROQUE DALTON:

JOSÉ JUAN TABLADA

MISSAEL DUARTE

TRISTÁN TZARA

EL SURREALISMO
POEMAS SURREALISTAS FRANCESES.

MICHAEL LEIRIS (1901 - 1990). París.

PABLO NERUDA
RESIDENCIA EN LA TIERRA

CESAR MORO

Selección de poemas de La tortuga ecuestre

FEDERICO GARCIA LORCA

Selección de poemas de ―Poeta en Nueva York‖

EL CREACIONISMO

NON SERVIAM

CREACIONISMO

VICENTE HUIDOBRO

Selección de poemas de Altazor

Arte poética

Que el verso sea como una llave


Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos, creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el cielo de los versos.


El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!


¡Hacedla florecer en el poema!

Sólo para vosotros


Viven todas las cosas bajo el sol.
El poeta es un pequeño Dios.

ALTAZOR (FRAGMENTOS)

JOAQUÍN PASOS

CESAR VALLEJO: SELECCIÓN DE POEMAS

SELECCIÓN DE POEMAS DE TRILCE.

TRILCE

T. S. ELIOT

La tierra baldía

JAIME GIL DE BIEDMA

LA POSTVANGUARDIA

Lectura de textos críticos.

Selección de poemas.

CARLOS MARTINEZ RIVAS:


ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ

ERNESTO CARDENAL

LUIS CERNUDA

NICANOR PARRA

ANTONIO CISNEROS

POETICA DEL DESGARRO EXISTENCIAL DE SILVIA PLATH.

FRANCISCO RUIZ UDIEL

POESIA GRIEGA DEL SIGLO XX

ODYSEAS ELYTIS

GIORGOS SEFERIS

POESÍA ÁRABE CONTEMPORÁNEA

MAMHUD DARWISH.

Selección de poemas de Ali Ahmad Said ―Adonis‖.

ADONIS
(Ali Ahmad Said)

Prose [ edit ]

 Kora in Hell ( 1920 )


 The Great American Novel ( 1923 )
 trad. Rosella Mamoli Zorzi y Olivo Renata, la gran novela
americana , Marsilio, Venecia 1995
 En el grano americano ( 1925 , 1967 , repr. Nuevas
Direcciones 2004
 trad. Aldo Rosselli y Juan Rodolfo Wilcock , venas de
América , Adelphi , Milán 1969 y 2002, Simon and Schuster,
Milán 1977
 Prosa Novelette y Otros ( 1932 )
 Autobiografía ( 1951 , 1967 )
 Selected Essays ( 1954 )
 trad. Fabrizio Elefante, La técnica de la imaginación: ensayos
sobre el artista y el arte de la escritura , Sugar Co, Milán 1981
(contiene: Una vez más el pan y el caviar: consejos para el
nuevo escritor, el fundamento de la fe en el arte, contra el
cambio climático : un estudio sobre el artista Revelación, la
poesía como un campo de acción para comenzar la historia, en
la medida )
 Las cartas seleccionadas de William Carlos Williams ( 1957 )
 Quería escribir un poema: La autobiografía de la obra de un
poeta ( 1958 )
 Sí, la señora Williams: un registro personal de Mi Madre ( 1959 )
 Imaginaciones ( 1970 )
 La forma de la ciencia ( 1974 )
 Entrevistas con William Carlos Williams: "Hablando Straight
Ahead" ( 1976 )
 Una imagen reconocible: William Carlos Williams sobre Arte y
Artistas ( 1978 )
 Libra / Williams: Las cartas seleccionadas de Ezra Pound y
William Carlos Williams ( 1996 )
 Las Cartas de Denise Levertov y William Carlos Williams ( 1998 )
 William Carlos Williams y Charles Tomlinson: Una conexión
transatlántica ( 1998 )
 Un viaje a Pagany ( 1928 , repr. 1970 )
 The Knife of the Times, y otras historias ( 1932 , repr. 1974 )
 Blanco Mule ( 1937 , repr. 1967 )
 trad. Ottavio Fatica, Flossie , Editori Riuniti, Roma, 1983
 La vida a lo largo del río de Passaic ( 1938 )
 In the Money ( 1940 , repr. 1967 )
 Bromear sobre ello: Collected Stories ( 1950 )
 El Build-Up ( 1952 )
 Las hijas de los agricultores: Collected Stories ( 1961 )

También podría gustarte