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ISSN 0213-8646

La Universidad y la Investigación Musical:


de la Teoría a la Praxis
José Ignacio Palacios Sanz

RESUMEN

La Universidad española, en común sintonía con el resto


de los países miembros de la Comunidad Europa, está
iniciando un proceso de cambio y de adaptación a unas
nuevas directrices educativas, de los que tendremos los
primeros resultados en fechas inmediatas. Por tanto, no
Correspondencia está de menos recordar la más reciente investigación del
saber musical, con el fin de poner el mejor armazón, tanto
José Ignacio Palacios Sanz
en formación como en formulación metodológica, así
Universidad de Valladolid como en los resultados obtenidos, sin olvidar, allí donde
Departamento de Didáctica fueron pioneros personalidades de la talla de Gardiner,
de la Expresión Musical,
Shaw, Turk y otros.
Plástica y Corporal
Paseo Belén, 1
Las investigaciones en el campo de la música y de la
47011 Valladolid
educación musical han logrado recuperar el pasado
Teléfono y Fax: 983/423538 musical y relacionar la música con otras materias, en
E-Mail: [email protected] referente a la práctica instrumental, lectora, de la
expresión artística, del currículo así como de lo que se
Recibido: 11/01/2005 relaciona directamente con el ser humano.
Aceptado: 10/02/2005
España se enfrenta a grandes retos, en donde se han de
combinar los resultados ya obtenidos con nuevas
orientaciones en nuevos frentes. Ilusión y gente
comprometida no faltan.

PALABRAS CLAVE: Efecto Mozart, Éxito musical,


Influencia del grupo.

ISSN 0213-8464 • Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 19(1), (2005), 123-156 123
José Ignacio Palacios Sanz

The University and Musical Investigation:


From Theory to Practice

ABSTRACT

Spanish Universities, in common synchronization with the rest of the members countries
of the European Community, is beginning a process of change and of adaptation to
some new educational guidelines, of which we will have the first results shortly.
Therefore, it would be adviseable to remember the most recent investigation in musical
knowledge, with the purpose of setting the best framework, as much in education as in
methodological formulation, as well as in the results obtained, without forgetting, the
pioneer personalities such as Gardiner, Shaw, Turk and others.

The investigations in the field of music and musical education have been able to recover
the musical past and to relate music to other subjects, with respect to instrumental
practice, reading, artistic expression, within the curriculum as well as what is related
directly with the human being.

Spain faces big challenges where the results already obtained must be combined with new
orientations on new fronts. Hopeful anticipation and committed people aren’t lacking.

KEYWORDS: Mozart effect, Musical success, Influence of group.

1. Introducción
Las universidades han sido, a lo largo de su historia, núcleos de aprendizaje y
difusión de los saberes. Medicina, derecho o teología han constituido parte de los
estudios que se cultivaron primordialmente en el antiguo régimen, a los que se
incorporaron en algunas cátedras los conocimientos filosóficos y científicos. A
partir de la revolución liberal, coincidiendo con la creación de la Universidad de
Berlín por Wilhelm Von Humboldt, en 1810, los nuevos centros cambian de
sentido y alcanzan una mayor especialización investigadora. En España, en
concreto, la nueva institución académica contemporánea va a construirse sobre
proyectos liberales moderados, especialmente con Claudio Moyano en 1857.
Posteriormente, se reorganiza con la Ley de Ordenación Universitaria, de julio
de 1943, la cual mantendría su vigencia hasta la de Villar Palasí, en 1970, que
diseña un modelo diferente, más dinámico y abierto a la sociedad, y que será
redefinida con modelos anglosajones con la Ley de Reforma Universitaria
(L.R.U.). Es entonces el momento en el que se afronta una renovación profunda,
a la vez que el Estado se descentraliza, y ahora la gestión universitaria se traspasa

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a las autonomías regionales. Al mismo tiempo, las aulas se masifican con


estudiantes de ambos sexos y de diversa procedencia social, y la oferta educativa
se amplia con nuevas titulaciones.

El sistema universitario español anda en estos momentos inmerso en un


profundo cambio. Primero fue la Ley de Universidades 6/2001, y últimamente
las reformas del Sistema Educativo Europeo, que marcaran un nuevo sistema, al
que, poco a poco, se le van diseñando los diferentes tramos, adaptados a las
directrices comunitarias, emanadas de las declaraciones de Sorbona, Bolonia,
Praga y Berlín.

2. Presencia de la Música en los Planes de Estudio de la Universidad


En el panorama universitario español existen dos titulaciones regladas de
música; el título de Maestro y la licenciatura en Historia y Ciencias de la
Música, por el Real Decreto 616/1995 de 2 de abril (B.O.E. de 2 de junio),
además de estar presente en los planes de estudios de las diplomaturas de
Magisterio, de Trabajo Social y en las licenciaturas de Historia del Arte,
Psicopedagogía y Antropología.

Será a partir de 1982 cuando se produzca un cambio sustancial con la


presencia de la música, hasta entonces reducida al título de Maestro, al de
Historia del Arte y a las actividades de los Vicerrectorados de extensión
universitaria, al aprobarse la incorporación el título de Musicología, que se
impartía inicialmente en la Universidad de Oviedo, y a la que siguen, por este
orden cronológico, las de Salamanca, Granada, Valladolid, Complutense de
Madrid, Autónoma de Barcelona, la Rioja y Autónoma de Madrid.
Coyunturalmente fue un momento de esfuerzos titánicos por parte de un grupo
de personas, que vivían la historia de la música española con la intensidad de los
estrenos de obras, la existencia de una conciencia estética, la aparición de
seminarios, conferencias, ciclos de conciertos, creación de asociaciones, nuevos
grupos, y revisión de la teorías o interpretaciones anteriores [CURESES, 1998].

Pronto se empezarán a leer, con cuentagotas, tesis de temas musicales,


dentro del ámbito de los Departamentos de Arte o Filología y muy pocos en
los de Didáctica. Así, una vez consolidada la L.R.U. y despejado el panorama
de las áreas, lo cual implicó la estabilidad en el profesorado, surgen los
programas de doctorado, primero en Musicología, y luego, en las Facultades
de Educación, con oscilaciones a la alza y a la baja según el número de
alumnos matriculados.

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3. Los estudios de Tercer Ciclo


Los estudios de Tercer ciclo son la antesala natural para la formación de un
investigador. Recientemente el Ministerio de Educación y Ciencia ha hecho
público el Real Decreto 55/2005, de 21 de marzo (B.O.E. n.º 21 de 25 de
enero 2005) en el que se ha establecido la estructura de las enseñanzas
universitarias y se han regulado los estudios de Tercer Ciclo, acorde con la
normativa del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Hasta ese
instante lo eran el Real Decreto 778/1998, de 30 de abril, y el Real Decreto
Legislativo 1091/1988, de 23 de septiembre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley General Presupuestaria (Boletín Oficial del Estado de 29 de
septiembre), y las modificaciones posteriores, junto a las normas reguladoras
propias de cada Universidad (por ejemplo, la Universidad de Valladolid, por la
Resolución de 30 de marzo de 1999).
Tampoco podemos olvidar que la Ley Orgánica de Universidades (6/2001
de 21 de diciembre de 2001, en el título VI, artículo 38, hace una referencia
explícita al doctorado, como un elemento conducente a la obtención del
correspondiente título de carácter oficial, que tiene como «finalidad la
especialización del estudiante en su formación investigadora dentro de un ámbito
del conocimiento científico, técnico, humanístico o artístico» (B.O.E. n.º 307, de
lunes 24 de diciembre de 2001, p. 49410). Indudablemente, que la formación
investigadora lleva parejo el desarrollo de tal actividad, como así lo testimonia el
título VII, artículo 39, de esta Ley Orgánica, al entender que es el fundamento
de la misma docencia y la función esencial de las Universidades, como derecho
y deber del profesorado (art. 40). Y como complemento legislativo, la Orden de
18 de noviembre de 2002 (B.O.E. de 17 de diciembre de 2002, p. 44207),
establece la Mención de Calidad de los programas de doctorado, cuyo objetivo
prioritario será la movilidad de profesores y alumnos entre los distintos
programas, tanto de ámbito nacional como internacional, al mismo tiempo que
permite la obtención de ayudas económicas (con el nuevo Real Decreto se ha
modificado ligeramente).
Con la nueva estructura quedan enmarcados dentro del ámbito de la
Enseñanzas de Postgrado, y aparecen reglados los estudios oficiales de
doctorado en el capítulo III del Real Decreto 56/2005, de 21 de enero, cuya
finalidad prioritaria será «la formación avanzada del estudiante en las técnicas de
investigación» (B.O.E. n.º 21 de 25 de enero de 2005, p. 2848).
En el campo de la educación musical, las universidades de Barcelona y
Valladolid fueron pioneras en la creación de unos programa de doctorado, allá

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por 1995: respectivamente, titulados DEM y Didáctica de la Educación Artística.


A ellos se han ido incorporando otras universidades, caso de Extremadura,
Navarra, Complutense, etc., mientras que otras lo desarrollan dentro de otros
departamentos, caso del País Vasco, Córdoba, etcétera, a fin de obtener el título
de doctor en Filosofía, Psicología o Ciencias de la Educación. La Universidad de
Valladolid en este programa planteaba estas propuestas: las aptitudes musicales
en las distintas etapas, diseño de materiales curriculares, educación artística,
etnomusicología y educación, metodologías aplicadas a la investigación musical.
A esta lista habría que unir los programas de Tercer ciclo de Historia y Ciencias
de la Música que realizan todas aquellas universidades que cuentan en su haber
con esta licenciatura.

La mayor presencia e importancia de la música en los distintos tramos


reglados de la educación, y el mayor aumento de centros musicales, ya sean en
escuelas de música, conservatorios o universidades, habla por si sólo del amplio
crecimiento y demanda de la actividad musical en nuestro país.

4. La investigación
Toda investigación debe combinar experiencia y conocimiento, ya que supone
una búsqueda sometida a un propósito, de manera planificada, cautelosa,
sistemática y confiable a descubrir o profundizar en el conocimiento [BLAXTER
& HUGHES & TIGHT, 2000]; es decir, como afirma el profesor Rodríguez Rojo,
«el gran cometido de toda investigación es conseguir la verdad de lo que se quiere
probar» [RODRÍGUEZ ROJO, 2000, p. 120].

A lo largo de la historia siempre han existido hechos relevantes en el campo


de la investigación, ya sean los avances de Euclides hasta nuestros días, de
Aristóteles a Descartes o de Bertrand Rusell a Kart Popper. Entre los precursores
en materia educativa encontramos a Quintilinano, uno de los primeros
pedagogos, como también lo fueron Luis Vives, ya en etapa renacentista, y más
recientemente María Montessori o Sikorski o el mismo Piaget. Será a partir de
los años 1930 cuando la Universidad de Columbia, con MacCall, Cattell y otros
realicen numerosos estudios experimentales. Los progresos en materia
estadística, una década más tarde, y los psicológicos, ya en los años setenta,
implican serias innovaciones importantes, al tiempo que se consolida la
investigación con congresos y reuniones científicas [BISQUERRA, 2000].

Desde 1990 hay una preocupación seria por la investigación, avalada por las
exigencias propias del profesor-investigador, que reflexiona sobre los saberes

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propios de su materia —en el terreno de la educación los que reflexionan sobre


su praxis—, que entroncan a menudo con otras materias, y buscando un
equilibrio entre los dos campos, de escaso desarrollo, por la circunstancias tan
adversas que tiene el profesorado, como es una alta carga docente y la falta de
recursos económicos, unidos a una apatía generalizada en algunos sectores
[FORNER, 2000].

Todas las definiciones suelen coincidir en que se trata de un proceso


sistemático, empírico, y también concuerdan sobre lo que es la educación.
Generalmente las diferencias versan en cuanto al modo; por un lado hay quien
se decanta por un método científico, mientras que otros la denominan actividad
reflexiva y autocrítica. Tampoco falta quien llama la atención a la solución
exclusivamente de problemas, como Stenhouse; sin embargo hay quienes aluden
a la construcción de un cuerpo organizado de conocimientos [ARY et al., 1982].

Las tendencias actuales en métodos de investigación tienden a la integración


metodológica, lo cual no quiere decir que para una investigación sirva cualquier
paradigma. Fundamentalmente son los siguientes: pedagogía experimental y
métodos de investigación en educación, diseños cuasi experimentales,
investigación ex post facto (después del hecho), análisis multivariable, estadística
informática, meta-análisis, metodología cualitativa e investigación-acción. Los
campos de aplicación de la investigación pueden abarcar la evaluación y el
diagnóstico, la didáctica y la tecnología educativa, la organización y planificación
educativa, el rendimiento académico, al orientación psicopedagógica, la
educación especial, la pedagogía diferencial, la psicología educativa y la
formación del profesorado [BISQUERRA, 2000].

El conocimiento didáctico sobre la música, así como el de otras áreas,


proviene del proceso de reflexión y experimentación de los mismos colectivos
profesionales por medio de su acción didáctica [PRATS CUEVAS, 2001].

5. La investigación musical

En toda investigación surge la necesidad de delimitar los temas, el uso de


técnicas, procedimientos, los materiales a emplear; en definitiva, todo aquello
que nos ayuda a conseguir los objetivos planificados. Para Kemp, los problemas
que se le plantean al investigador «no son los que surgen de su ignorancia, sino
de un conocimiento muy sólido del contexto específico de ese problema y de la
bibliografía afín» [KEMP et al., 1993, 8]. No estaría de más precisar cual es el
lugar que ocupa en la sociedad la Educación Musical y definir qué pretende

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alcanzar, teniendo como vértices el sujeto educando y el educador, pasando por


el proceso de enseñanza-aprendizaje [SUBIRATS, 2001].
Aunque el mundo de la música y de la educación musical caminan parejos, los
dos se relacionan a nivel extrínseco con otras disciplinas; ya que hay cuestiones
afines que pueden operar por semejanza o por vía de importación entre ambas
[ALIAGA, 2001]. Si observamos las teorías de Oskar Elschek, sobre la división
de la música, vemos como quedan englobados los diferentes aspectos y
terminologías, algunas novedosas. Establece una dicotomía plana entre la
musicología teórica y la práctica. Para Elschek como para Nicole Schwindt-
Gross, en su célebre tratado Musikwissenschaftliches arbeiten. Hilfsmittel-
Techniken-Aufgaben (1999), tanto la musicología como la didáctica de la
música, aparecen dentro del terreno de la investigación de los fundamentos,
desglosados en ciencias particulares, como son la psicología musical, la
psicología acústica, la sociología y la pedagogía de la música. Mientras tanto,
tienen apartados específicos los aspectos de la historia de la música, tanto a nivel
estético, como organológico, o la interpretación, reservando, para un tercer y
amplio grupo, todo aquello vinculado con la etnomusicología [ELSCHEK, 1973].

INVESTIGACIÓN
INVESTIGACIÓN ETNOMUSICOLOGÍA
DE LOS FUNDAMENTOS
1. Música de pueblos y
1. Acústica musical 1. Historia de los estilos tribus
2. Acústica fisiológica (géneros y compositores) 2. Folclore europeo
3. Psicoacústica 2. H.ª de la Estética 3. Música de culturas
musical orientales
4. Musicopsicología
3. H.ª de la Teoría de la 4. "Versiones" de la música
5. Estética musical
música
6. Teoría musical sistemática 5. Teoría etnomusicológica
4. H.ª de la interpretación
7. Teoría de la 6. Estilo del discurso
5. H.ª de los instrumentos
interpretación 7. Etno-organología
6. H.ª de las funciones
8. Sistema instrumental 8. Investigación social de la
musicales
9. Musicosociología general Música
7. H.ª de la
10. Musicopedagogía Musicopedagogía 9. Técnica de la tradición.
11. Gráfica musical 9. Teoría de la notación 10. Técnica de la
trascripción.

A esta inicial clasificación tripartita, le siguió una segunda, realizada en el año


1973, estructurada en dos grupos [ELSCHEK, 1992]:

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MUSICOLOGÍA TEÓRICA MUSICOLOGÍA APLICADA

Ámbito científico
• Acústica musical
• Investigación instrumental
• Musicofisiología • Musicología Europea
• Musicopsicología • Musicología Oriental
• Estética musical • Musicología China
• Musicosociología • Musicología India
• Musicofilosofía • Musicología africana

Ámbito musical técnico Ámbito filosófico-humanístico


• Teoría musical Pueblos, culturas, música popular,
• Grafía musical urbana…
• Interpretación musical de textos
• Interpretación musical
• Musicopedagogía

Alder, allá por 1885, fue el primero en plantear la dicotomía de la musicología


en histórica y sistemática, sin que tuviera en cuenta la música de tradición, que
con tanta fuerza se empieza a vivir en las corrientes estéticas y del pensamiento
y en los mismos compositores, aunque si reconocía la comparada para aquellos
temas de corte exótico. Después de la posguerra mundial, los Estados Unidos
desarrollaron con fuerza los estudios antropológicos, liquidando por los años
cincuenta la musicología comparada y dando lugar a una nueva ciencia, como la
conocemos hoy: la etnomusicología. Por estos años la pedagogía musical, de la
mano de los modernos métodos didácticos que proliferan durante la primera
mitad del siglo XX, y por tener una mayor presencia en los distintos tramos de
la educación, se independizó de la musicología. En 1985 Joseph Kerman publicó
el libro Musicology, en donde marcará las tendencias para los años sucesivos, a
partir de tanta desfragmentación inicial [RODRÍGUEZ SUSO, 2002, 225]. Sin
embargo, hay quien reconoce que la investigación musicológica no puede
reducirse al mero estudio de los elementos estructurales del lenguaje, sino que «su
objeto más profundo es el conocer la esencia de la música en su desarrollo
histórico y su significación en la vida del hombre» [LEÓN TELLO & LEÓN
SANZ, 2003, 298].
Recientemente han clasificado los contenidos de la música y de la educación
musical dentro de las Ciencias de la Música, en tres apartados: Musicología
Histórica (organología, iconografía, práctica musical, notación, fuentes,

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biografía, composición, terminología y estilística), Sistemática (acústica musical,


fisiología de la voz, fisiología de la ejecución instrumental, psicología de la
audición, psicología de la música, sociología de la música, pedagogía musical,
filosofía de la música, estética musical y etnomusicología, denominada también
musicología comparada) y Musicología Aplicada (construcción de instrumentos,
teoría musical, crítica musical, tecnología musical, legislación y gestión musical)
[MARTÍN MORENO, 2001].
Para Hesse, la Musicología sistemática abarca la Acústica musical (génesis del
sonido y la voz, instrumentos, medida y sistemas tonales), la Psicoacústica (teoría
de la audición, como es la constitución y rendimiento del oído, el sistema
nervioso, leyes, límites de la sensación), la Musicobiopsicología (experiencia y
conducta, tanto a nivel vegetativo, como motor y emocional; generación y
representación del sonido, creatividad, desarrollo musical, como es el talento y el
ambiente, y las teorías de las predisposición y el aprendizaje)1, la teoría musical
(sistemas de ordenadores y semiótica y teoría de la comunicación), la
Musicofilosofía o estética (significado, simbolismo, valoraciones culturales
específicas), la Musicosociología (función social de la música, tradiciones y
normas), Musicopedagogía (la educación por y para la música) y la Musicoterapia
(procesos curativos con la música) (HESSE, 2003).
En Educación Musical han sido, fundamentalmente, dos los métodos que se
han empleado: la investigación cualitativa y la cuantitativa [FREGA, 2001]. Si la
investigación cuantitativa implica la demostración de hipótesis por medio de
porcentajes, la cualitativa implica también el estudio descriptivo, el comparativo,
el histórico, el filosófico y la interpretación del propio investigador, y cuatro
enfoques de investigación (investigación acción, que se ha convertido en una
técnica valiosa, junto al estudio de casos, experimentos, documentos, entrevistas,
observaciones y cuestionarios) [LATORRE et al., 1996]. Para Kemp, Rainbow,
Lepard, Fiske, Yarbrough y Adelman, son cinco las variantes o técnicas de
investigación: la histórica, comparativa, experimental, observacional y activa.
Para la primera, el pasado es el que señala el camino hacia adelante; la
investigación comparativa consiste en confrontar algún aspecto de la educación
musical, en una situación dada, con otra propia, planteando preguntas de cómo
se pueden aplicar y cómo se pueden hacer las comparaciones (algunos tipos
versan sobre un tema, sobre estudios etnográficos o sobre sistemas educativos
dentro de un ámbito regional o nacional, para lo que Colmes propone seis
categorías); la investigación experimental evalúa las hipótesis planteadas
previamente en el trabajo, lo que permite al investigador controlar ese proceso,
gracias a instrumentos tipo test, además del tiempo y las condiciones del entorno
objeto de la investigación; la investigación observacional se propone describir las

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condiciones actuales referidas a la naturaleza musical de un grupo de personas,


de objetos musicales o de hechos musicales (se aplica con frecuencia dentro de
la musicoterapia); y la investigación activa el investigador se involucra en el
proceso como si fuera uno más [KEMP et al., 1993].

Por tanto, debemos progresar en las respuestas a la pregunta «qué es música»


y «qué queremos que sea considerado música en nuestro contexto educativo» de
forma paralela al progreso en el conocimiento de la misma [VILAR, 1996].

6. Aportaciones de la investigación musical de naturaleza


empírica relacionadas con otras áreas
Desde que apareciera en 1953 el primer volumen del Journal of Research
in Music Education, los intereses, preocupaciones y métodos de los
educadores son múltiples.

De todos es conocido que la práctica instrumental, por ejemplo, ayuda a


mejorar los niveles de lectura; a mejorar el aprendizaje de la lengua en alumnos
con dificultades; a aprender un idioma; a mejorar los resultados en matemáticas,
incluso produce mejoras que se mantienen durante largos periodos de tiempo en
las habilidades matemáticas. Tocar un instrumento también es un elemento
importante en la mejora de los resultados académicos en general, así como en el
desarrollo de la creatividad y de aspectos de la inteligencia emocional como son
la autoestima y las relaciones sociales entre los alumnos. El canto en grupo es
otra de las actividades que más se realizan en las aulas de música, con resultados
muy similares, ya que produce mejoras en el lenguaje oral, tanto en la
pronunciación como en la discriminación de sonidos y también ayuda a mejorar
el aprendizaje de la lengua a los niños con problemas y, por supuesto, es un
elemento de clara influencia en la mejora del aprendizaje de un segundo idioma.
La participación en actividades de canto colectivas produce claros beneficios en
el aumento de la autoestima y en la mejora de las relaciones sociales. Asimismo,
la audición aporta unos beneficios muy similares a la anteriores disciplinas:
mejora la lectura, la expresión oral, el aprendizaje de un segundo idioma, la
inteligencia espacial y las matemáticas, consideradas globalmente o tratando
aspectos concretos como el aprendizaje de proporciones, fracciones, etc.
Finalmente, el desarrollo de destrezas de lectura musical trae aparejadas mejoras
en la lectura lingüística, en las matemáticas y un aumento de buenos resultados
académicos en general.

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No podemos tampoco olvidar los métodos pedagógicos-musicales, que


ayudan a obtener mejores resultados académicos en los alumnos, pero
reforzando su lado más práctico. La disminución del horario de música en favor
de otras materias como matemáticas o lengua queda en entredicho con varios de
los estudios analizados. Sus resultados mostraron que la música tiene un efecto
de transferencia que hace que se mejore más en lengua y matemáticas que si se
les hubieran aumentado las horas.

Respecto a la localización geográfica de estas investigaciones, hay una


conclusión clara: todos los trabajos han sido realizados en el extranjero: Francia,
Reino Unido, Alemania, Australia, Suiza, Canadá, Singapur, República Checa,
Israel, Noruega y, sobre todo, Estados Unidos.

La primera reflexión que cabe hacer sería la necesidad de emprender


investigaciones similares en nuestro país para replicar los resultados ya conocidos
o para cambiar algunas variables y descubrir nuevos efectos. En este sentido, hay
muchos caminos abiertos de cara a las futuras investigaciones:

- Agotar lo estudiado o precisarlo desde otro enfoque.

- Realizar investigaciones con más elementos cualitativos, que no se centren


en la utilización de pruebas psicométricas [FREGA, 2001].

- Investigar la variable socio-cultural que supone el situar la investigación en


España, y obtener resultados similares a los de otros países [SHEHAN-
CAMPBELL, 1997].

- Investigar todos los aspectos relacionados con la psicología de la música y el


desarrollo evolutivo y adquisición de habilidades [HARGREAVES, 1998].

- Estudiar los beneficios que pueda aportar la educación musical desarrollada


por medio de otras metodologías, conocidas o de propia creación.

- Profundizar en las influencias musicales sobre jóvenes y sus gustos musicales,


el currículo musical dentro o fuera del ámbito escolar [MARTÍ, 1996], la
creatividad [SWANWICK, 1988], sin olvidar todo aquello relacionado con
la discriminación auditiva [MADSEN, 1998] y la percepción musical
[CARLSEN, 1998].

- La formación de docentes, qué músicas sabemos y cómo las sabemos


[FREGA, 2001] y el rol del adulto [WOOD, 1987; POSPISILOVA &
POSPISI, 1994].

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Veamos con más detalle cuáles y cómo son algunos de estos trabajos.
6.1. Relación de la música con el lenguaje:
6.1.1. Música y las mejoras en la lectura: Influencia del estudio de un
instrumento musical
El primer trabajo centrado en la analogía entre lectura musical y la lingüística
fue el realizado por Edwin Ara Movsesian. Se planteó si había una transferencia
de destrezas de lectura musical a la lectura de vocabulario y comprensión lectora,
y si los errores que cometían los estudiantes en lectura oral disminuirían a causa
de la enseñanza de lectura musical [MOVSESIAN, 1967]. Más tarde, Pelletier
experimentó con niños de ocho años las mejorías en la lectura tocando
instrumentos de cuerda [PELLETIER, 1965]. Otros estudios, con un enfoque
similar, son los realizados por J. Robitaille y S. O’ Nelly [ROBITALLE &
O´NELLY, 1981], y Ciepluch [CIEPLUCH, 1988]. A su vez, Nellie Marie Maze
intentó descubrir la posible relación entre aptitud musical y éxito en la lectura
[MAZE, 1967]. Quizá una de las tesis más convincentes, que muestra la
correlación entre estudiar música y las destrezas lectoras, es el que dirigió Peter
H. Wood. Asimismo, Lamb y Gregory observaron la relación entre discriminación
del sonido musical y habilidad lectora en niños de primero de Primaria. En esta
misma línea se sitúa el estudio llevado a cabo por Sheila Douglas y Peter Willats,
de la Universidad de Dundee, en Escocia [WOOD, 1990].
Martin Gardiner junto con una serie de colaboradores llevó a cabo una
investigación, durante dos años, con niños de primeros cursos de escuelas
públicas de Primaria de Pawtucket, en Rhode Island, Estados Unidos. El equipo
se propuso averiguar las posibles relaciones entre la música y otras áreas del
currículum, y su conclusión fue la fuerte evidencia de que una enseñanza bien
diseñada en artes y música, podía hacer mejorar los resultados de los niños en
lengua y matemáticas (éstas se deben a las programaciones de arte basadas en
destrezas constructivas y secuenciadas, y a su integración con el resto del
currículum); es decir, las enseñanzas artísticas, según estos investigadores, deben
estar integradas en el currículum general con todas las garantías y no convertirse
en una clase que sólo algunos niños tienen ocasión de dar fuera de su jornada
escolar [GARDINER & FOX & KNOWLES & JEFFREY, 1996].
Jorja Turnipseed experimentó con unos alumnos que habían participado en
el curso de audición, los cuales tuvieron puntuaciones significativamente más
altas en las secciones de lectura y destreza lingüística de las pruebas que se les
pasaron [TURNIPSEED, 1976]. A su vez, Martha Jane Wagley vio signos
evidentes de relación entre las clases de música y la pre-lectura. Friedman, en

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1963, debido a que en algunas escuelas de Estados Unidos se permite a los


estudiantes de instrumento faltar a algunas clases del currículum normal para
recibir las clases de música, se planteó si esa falta de asistencia se vería reflejada
en los resultados de esos alumnos en las otras materias, y si existía diferencia
académica entre los alumnos que asistían a todas las clases y los que faltaban a
algunas para ir a clase de instrumento. Al final, llegó a aseverar que el tiempo de
clase de música instrumental no disminuye el éxito lector o el aprendizaje de las
matemáticas, sino que se ven compensados de otra forma [WAGLEY, 1978].
6.1.2. Música y mejoras en Lenguaje Oral
Wincie Lowe Blanton, en los Estados Unidos, se planteó si una buena
educación musical, basada en dos aspectos principales, el canto y la audición,
podría ayudar a los alumnos con problemas de articulación al hablar. En ese
mismo estudio, y como un aspecto añadido, Blanton midió el grado de
modificación de la personalidad que experimentaron los alumnos que recibieron
dicha enseñanza musical, concluyendo que una enseñanza regular de canto
ayuda al desarrollo de destrezas de articulación oral además de aumentar también
las destrezas de ajuste de personalidad.
Unos años más tarde, los norteamericanos Marsh y Fitch intentaron ayudar a
los niños afroamericanos de los barrios deprimidos de algunas ciudades a
aprender los sonidos y destrezas de articulación del inglés, por medio de la
enseñanza musical, utilizada como una herramienta efectiva para la enseñanza
de sonidos y articulación para los niños negros de barrios deprimidos [MARSH
& FITCH, 1970].
6.1.3. Música y mejoras en Lenguaje en alumnos con problemas de aprendizaje
La música como elemento terapeútico ha sido utilizada desde tiempos
remotos, incluso enfocada desde un punto de vista educativo [PALACIOS,
2001]. En 1967, Esther Seides, con alumnos de doce años de un Instituto de
Secundaria de Nueva York, examinó los efectos de un año académico de
formación musical sobre su capacidad lectora, en aquellos alumnos que habían
sido considerados como «de lento aprendizaje». Tras la experimentación, se
encontraron aumentos significativos en las puntuaciones de lectura: los alumnos
con talento musical del grupo experimental obtuvieron puntuaciones más altas
que los del grupo que siguió el curso normal, incluyendo los que tenían aptitudes
musicales y los demás.
Diana Long Nicholson se propuso determinar el alcance, si lo había, por el
que la música puede aumentar la capacidad de los lectores lentos en el desarrollo

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de ciertas destrezas de lectura preparatorias, ayudándose del Test de Inteligencia


de Stanford-Binet. Al analizar los datos, encontró que los estudiantes que
recibieron las clases de música obtuvieron puntuaciones significativamente más
altas que los que no las recibieron [NICHOLSON, 1972]. También C. Hoskins
evaluó la mejora que supone la música, con una enseñanza regular de canto,
para el aprendizaje lingüístico en niños, y con aquellos alumnos que tienen
dificultades lingüísticas [HOSKINS, 1988].
6.1.3. Influencia de los métodos de Pedagogía Musical en el aprendizaje de la Lengua
El siguiente aspecto se refiere a la utilización de determinados métodos
pedagógico-musicales y sus posibles beneficios en el desarrollo de las
capacidades lingüísticas. Uno de los primeros, basado en los efectos de un
currículum cerrado con el método Kodály sobre la capacidad lectora en niños de
los cursos iniciales de Primaria, fue realizado por Hurwitz, Wolff, Bortnick y
Mokas con dos grupos de niños, que pasaron un test para establecer las
capacidades lectoras. Después, uno de los grupos recibió clases según el método
Kodály cinco días a la semana, durante un año, y el otro no. Al final encontraron
que los alumnos que recibieron las clases de música actuaron de manera más
efectiva en los tests de lectura que el otro grupo; de lo cual se desprende que una
buena educación musical, como es la basada en el método Kodály, que incluye
práctica instrumental y canto, puede ayudar a mejorar las destrezas lingüísticas
de los niños de una manera continuada [HURWITZ & WOLF & BORTNICK &
KOKAS, 1975].
También empleó esta metodología Elizabeth Olson por los años ochenta. La
autora se planteó qué ocurriría si aumentaban 30 minutos de clase de música a
la semana en primero de Primaria utilizando este método. Los resultados fueron
categóricos: las notas medias de los alumnos, así como el comportamiento y la
autoestima, pueden verse mejoradas sólo con aumentar ese tiempo de clase. Tan
sólo a posteriori y vista la realidad de nuestras aulas, cabe preguntarse si esos
beneficios también aumentarían al aumentar el tiempo de las clases de música en
más de 30 minutos.
Linda Louise Kelley parte de la metodología Orff, para trabajar con 62
alumnos de primer curso de Primaria, a los que dividió en tres grupos. El primero
tuvo clases de música tres veces a la semana, durante 30 minutos, entre
diciembre y mayo; el segundo tuvo la misma cantidad de clases, con los mismos
tiempos, pero dedicadas a artes visuales, y el tercer grupo no tuvo clases ni de
música ni de artes visuales. Para concluir, pasó a todos los alumnos las secciones
orales y en silencio del test de lectura Botel Reading Milestones Test, y encontró

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una correlación positiva y significativa entre el tratamiento musical y las


secciones orales [KELLY, 1981].

Louis Gan, en Singapur, combinó los métodos Orff y Kodály, durante un año,
con el fin de examinar la efectividad de un curso integrado de música y lenguaje
en el aumento del inglés oral de los niños de las guarderías de Singapur. Al final,
se encontró que el marco comunicativo y el uso creativo de los recursos y
actividades basadas en Orff y Kodály facilitaban la adquisición del lenguaje,
música y destrezas sociales de los niños (GAN, 1988).

6.1.4. La figura del profesor de Música y las mejoras en Lenguaje

¿Hasta qué punto puede influir la figura del profesor de música en una mejora
del aprendizaje de la lengua? Este es el planteamiento del trabajo realizado en
Alabama, Estados Unidos, por Horace Lamar. Comparó los resultados de 140
alumnos de 1º y 4º de Primaria a los que, en un caso, daba clase de música un
profesor especialista, y en otro un profesor normal. Para ello, relacionó las
puntuaciones obtenidas por los alumnos en una prueba de música y las obtenidas
en otra prueba de lectura y matemáticas. Lamar no encontró grandes diferencias
en las correlaciones entre puntuaciones musicales y puntuaciones de lectura y
matemáticas en los alumnos del primer curso que habían recibido clase de un
profesor de música especialista y los que las habían recibido de su profesor
general; sin embargo, los alumnos de cuarto curso que recibieron clase de un
profesor de música especialista, tuvieron correlaciones significativas mayores en
las puntuaciones de música y lectura que las que tuvieron sus compañeros que
no tuvieron al profesor especialista. Las correlaciones en matemáticas, aunque
altas, no alcanzaron el nivel de ser significativas. Por lo tanto, parece que la
enseñanza proporcionada por un profesor de música especialista en los cursos
elementales tiene una influencia positiva en los logros generales de los alumnos
en lectura. Aunque menos clara, la presencia de un especialista en música puede
tener un efecto también positivo en matemáticas en esos mismos estudiantes
[LAMAR, 1989].

Asimismo, un grupo de investigadores franceses, se trata del equipo de


Mireille Besson14, del Centre Nationale de Recherche Scientifique de
France, sigue trabajando en este mismo tema. Este equipo se ha propuesto
comparar los diferentes niveles de representación ortográfica, fonológica,
prosódica, sintáctica y semántica en el lenguaje, y rítmica, melódica y armónica
en la música, para determinar qué operaciones son específicas de un área y
cuáles son comunes a los dos.

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6.1.5. Música y Lenguas Extranjeras


De la misma manera en que el estudio de la música parece ayudar de una u
otra forma en el aprendizaje y desarrollo de las destrezas lingüísticas y en el
propio idioma, parece lógico pensar que pueda ocurrir un proceso similar
respecto al aprendizaje de una lengua extranjera.
El primer estudio fue realizado por Eterno, quien comparó los resultados de
una prueba de aptitud musical con niños que estudiaban un instrumento musical,
con las puntuaciones de otra prueba de pronunciación de español, aseverando
que la experiencia de tocar un instrumento puede ayudar, en gran medida, a los
alumnos en el aprendizaje de la pronunciación de un segundo idioma [ETERNO,
1961]. Un año después, y partiendo de la idea de la discriminación tonal, como
variable importante para el éxito del aprendizaje de una segunda lengua, P.
Pimsleur, R.P. Stockwell y A.L. Comrey, elaboran un proyecto acerca de las
habilidades de los estudiantes norteamericanos en las clases de francés.
Encontraron que, por encima de los porcentajes de coeficiente intelectual, la
motivación y la discriminación tonal contribuían al éxito probable de los
estudiantes —ahí radicaba lo más novedoso—, ya que las otras variables
(coeficiente intelectual y motivación) pueden ayudar a predecir un éxito probable
en cualquier tipo de clase [PIMSLEUR & STOCKQELL & COMREY, 1962].
También Leutenegger, Mueller y Wershow partieron de la idea de la memoria
tonal como elemento que interviene directamente en el aprendizaje de las
lenguas extranjeras [LEUTENEGGER & MUELLER & WWERSHOW, 1964].
Sonya Arellano y Jean Draper determinaron las correspondencias entre las
capacidades de discriminación de los niños en cuanto a altura, intensidad, ritmo,
timbre y memoria tonal y su capacidad de comprender y hablar una lengua
extranjera, en este caso, el español; es decir, buscaron las relaciones entre
aptitudes musicales y aprendizaje de lenguas extranjeras [ARELLANO &
DRAPER, 1972].
Pero, ¿puede ayudar la música de alguna manera en el aprendizaje del
vocabulario de una segunda lengua? Ese es el supuesto del que partió Sidney M.
Hahn. En 1972, intentó establecer el efecto de la música sobre el aprendizaje y
la retención de léxico en alemán. Considerando que la audición de melodía y
ritmo constituiría una ayuda o un obstáculo en el aprendizaje de un texto, para
lo cual se midió la retención de elementos léxicos de forma individual dentro de
las frases presentadas originalmente, colegió que la música es un factor efectivo
en el aprendizaje y retención de unidades léxicas de frases en alemán, además
de encontrar beneficios con las experiencias meramente musicales, como son

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La Universidad y la Investigación Musical: de la Teoría a la Praxis

escuchar y cantar canciones. En esta misma hipótesis trabajó Lisa Kraimer, con
camboyanos que aprendían inglés, y Lisa Fish con los fonemas del alemán
[KRAIMER, 1984].
La profesora Suzanne Medina quiso descubrir si el uso de la música y las
ilustraciones eran efectivas en la adquisición del vocabulario de inglés. Los
resultados de los pre-test y post-test mostraron que no había diferencias
significativas, estadísticamente hablando, entre los grupos que habían tenido
música y los que no, ni entre los grupos con imágenes y sin ellas; ni siquiera
teniendo en cuenta la interacción de las dos variables. Sin embargo, sí
encontraron diferencias descriptivas: las puntuaciones en vocabulario fueron más
altas en los grupos en los que se usó música o ilustraciones, y más altas aún en
el grupo en el que se usaron ambas [MEDINA, 1990]. Ocho años más tarde,
Anne Lowe planteó integrar la música dentro de la segunda lengua, a fin de
estudiar las consecuencias que pudiera tener sobre el aprendizaje de ambas
materias [LOWE, 1998].
Teniendo en cuenta todos estos estudios, parece deducirse que la habilidad
de los estudiantes para discriminar diferentes tonos musicales tiene un efecto
positivo en el aprendizaje de una lengua no materna. También parece que la
memoria tonal y las destrezas desarrolladas a través del canto y de la práctica
de un instrumento están relacionadas en alguna medida con las destrezas de los
estudiantes para aprender un idioma extranjero, y, por tanto, deben formar
parte a menudo de las programaciones de las clases de música de Primaria y de
la E.S.O.
6.2. Música y Matemáticas
Se ha hablado mucho a lo largo de la historia de la relación entre música y
matemáticas. En la actualidad no faltan estudios, que demuestran dicha relación
y en qué medida se produce. Algunos proyectos que relacionaban la música y el
lenguaje, ya demostraban cómo se producían resultados positivos en relación con
las matemáticas (Edward Kvet y Gardiner). Sin embargo, en el caso de Ciepluch
también encontraba una relación significativa entre matemáticas y lectura
musical, ya que cuanto mejor lee música una persona, mejores resultados
alcanzará en las puntuaciones en matemáticas, y viceversa [CIEPLUCH, 1988].
En 1993, Mike Manthei y Tanya Smith realizan una investigación acerca de
la relación entre clases de música instrumental y buenos resultados en
matemáticas. Los datos provenían de entrevistas realizadas a 12.000 estudiantes
elegidos al azar, y lo que encontraron fue que habían participado en clases de
música instrumental en el instituto, tuvieron mejores resultados en los cursos de

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matemáticas que los que no lo hicieron. En Australia, Noel Goeghegan y Michael


Mitchelmore, vieron la influencia que podía tener la educación musical en el éxito
con la asignatura de matemáticas, en niños de la etapa de Infantil, a partir de un
curso diseñado con metodología Kodály y dentro del ámbito familiar
[GOEGHEGAN & MITCHELMORE, 1966].
Algunos de los avances más relevantes se producen en torno al llamado
«Efecto Mozart», con Dom Campbell en la actualidad a la cabeza [CAMPBELL,
1997]. En 1993, Gordon Shaw, Frances Rauscher y Katherine Ky, de la
Universidad de California, llevaron a cabo una experimentación que sirvió de
punto de partida a las que se han realizado posteriormente [RAUSCHER, F.H.
& SHAW, G.L. & KY, K., 1995].
Este grupo se planteó si, desde un punto de vista cognitivo, existiría relación
entre la música y otras funciones «elevadas» del cerebro (hasta ese momento no
se había demostrado una relación causal entre la música y las funciones
cognitivas que impliquen operaciones abstractas, como son las matemáticas o el
razonamiento espacial). Trabajaron con una muestra de 36 alumnos
universitarios que participaron en todos los supuestos investigados, que
realizaron tres baterías de preguntas de razonamiento espacial. Cada batería iba
precedida de diez minutos de audición de la Sonata para dos pianos en Re
Mayor, K 448 de Mozart, diez minutos de audición de una cinta de relajación,
para hacer descender la presión sanguínea, y diez minutos de silencio.
Inmediatamente después de escuchar cada uno de ellos, se les pasaban las
pruebas de razonamiento espacial utilizando el test de inteligencia de Stanford-
Binet [RAUSCHER & SHAW, 1998]. Para valorar el impacto de las
puntuaciones, los investigadores las tradujeron a puntuaciones de inteligencia
espacial. Así pues, el coeficiente de inteligencia de los sujetos que participaron
en la experimentación obtuvo, con la música de Mozart, 8-9 puntos por encima
de sus propias puntuaciones en los otros dos supuestos. Se realizó un Análisis de
Varianza (ANOVA) que también reveló que los sujetos obtuvieron mejores
resultados en razonamiento espacial tras oír a Mozart, que después de la
relajación o del silencio. A su vez, descubrieron que el efecto de la música es
temporal y no perdura más allá de 10 ó 15 minutos, que fue el tiempo que
tardaron los sujetos en hacer cada prueba.
Aún quedan muchos aspectos por estudiar, como introducir un período de
espera entre la escucha y los test, a fin de establecer la duración y la disminución
progresiva del efecto; variar el tiempo de escucha, estudiar los efectos sobre otras
medidas de inteligencia general, utilizar otras obras y otros compositores, utilizar
músicos y no músicos en la experimentación y así determinar si procesan la

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La Universidad y la Investigación Musical: de la Teoría a la Praxis

música de forma diferente [SHAW, 2000], y algunos de estos temas fueron


tratados, en 1994, por los mismos investigadores, junto con Linda Levine y Eric
Wright, para intentar demostrar una relación causal entre la música y las tareas
espaciales. Al analizar los resultados, se encontraron que el grupo de niños que
recibió ocho meses de clases de piano tuvo puntuaciones más altas en las tareas
de montaje de objetos, que miden las destrezas espacio-temporales, que los que
no tuvieron clases de música. Por otro lado, el grupo experimental tuvo una
mejora en montaje de objetos, comparando con sus propias puntuaciones antes
de comenzar la experimentación. El aumento fue considerable desde el comienzo
hasta los cuatro meses y menor entre los cuatro y los ocho meses; pero el
aumento total, comparando las medidas antes de comenzar las lecciones y al
cabo de los 8 meses, fue muy grande. El argumento que lo explica, es que en la
tarea de montaje de objetos es la única que se requiere para que se forme una
imagen mental y luego oriente los objetos físicos para reproducir dicha imagen.
Además, suponen que el éxito en la tarea de montaje de objetos se debe
directamente al desarrollo de patrones corticales producido por las clases de
música; así, en la práctica musical, se requiere una representación ideal mental
de algo que se realizará después. Hay otras tareas que dependen también de esos
procesos espacio-temporales, que también son reguladas por el desarrollo de
patrones por grupos de neuronas relacionados y, por lo tanto, también pueden
ser mejoradas por las clases de música.
En 1995, Rauscher, Shaw y Ky, decidieron realizar una replicación en busca
de una base neurofisiológica. En él participaron 79 estudiantes, divididos en tres
grupos: «Silencio», «Mixto» y «Mozart». El grupo de «Mozart» alcanzó las
puntuaciones más altas entre los días tercero, cuarto y quinto; el grupo Mixto
tuvo puntuaciones que se mantuvieron significativamente por debajo de los otros
grupos. El aumento inmediato de las puntuaciones del grupo de «Mozart» fue
debido a la audición de la música, mientras que el aumento, que fue menor, de
las puntuaciones del grupo de «Silencio» se debió probablemente a los resultados
de la propia curva de aprendizaje. Si se incluyeran ejercicios más difíciles, como
son las operaciones de simetría, se podría alisar esta curva y así determinar si las
puntuaciones del grupo «Mozart» continuarían con un aumento relativo en los
controles de los días subsiguientes [RAUSCHER & SHAW & KY, 1995].
Dos años más tarde, los dos primeros junto a Linda Levine, Eric Wright,
Wendy Dennis y Robert Newcomb, desarrollaron una nueva observación. En este
caso, se basaron en la hipótesis de que el córtex de los niños es más plástico y,
por lo tanto, las mejoras encontradas en anteriores estudios podrían durar más
tiempo. La práctica se desarrolló durante dos cursos escolares en tres colegios de
Infantil. Los investigadores eligieron el piano como instrumento porque tiene una

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representación visual lineal de las relaciones entre los sonidos (es decir, los graves
a la izquierda y los agudos a la derecha). De esa forma, los patrones neurológicos
de desarrollo de las operaciones espacio-temporales tendrían una ayuda en la
doble información auditiva y visual. Los niños trabajaron ejercicios de práctica
con versiones de canciones tradicionales, intervalos, la psicomotricidad fina,
técnicas de digitación, lectura a primera vista, notación musical y prácticas de
tocar de memoria. Tras seis meses, todos los niños eran capaces de tocar
melodías de un nivel básico y melodías simplificadas de Mozart y de Beethoven
[RAUSCHER & SHAW, 1998].
Gordon Shaw al lado de Amy Graziano y Mathew Peterson, dirigió un nuevo
ensayo, que se convierte en el germen de las investigaciones que se están
realizando actualmente. Con él se propuso determinar cómo mejorar el
aprendizaje de las matemáticas proporcionales a través de la práctica musical y
del entrenamiento espacio-temporal, llegando a afirmar que la práctica musical
ejercita el razonamiento espacio-temporal y el pensamiento proporcional, al usar
modalidades auditivas, visuales y senso-motrices. Las clases de piano en
combinación con el video-juego de matemáticas espacio-temporales, que las
enseña específicamente a través de un modo visual, puede ser una poderosa
herramienta educacional [SHAW & GRAZIANO & PETERSON, 1999].
Y, por último, en el año 2000, los investigadores del equipo de Gordon Shaw,
ahora bajo los auspicios del recién creado Instituto M.I.N.D. (Music Intelligence
Neural Development), emprenden una nueva investigación. Se trata de una
experienica similar a la anterior, en el que se utiliza un tratamiento compuesto
por clases de piano, un programa educativo de ordenador sobre matemáticas,
llamado S.T.A.R. (Spatial Temporal Animation Reasoning) y clases de
resolución de problemas de matemáticas divertidos. Tras estos logros, el Instituto
M.I.N.D. ha continuado con una investigación basada en la anterior, en la que
intenta demostrar que los niños de 2º curso de Primaria que sigan este diseño
especial de música y matemáticas, pueden alcanzar un nivel comparable al de los
niños de 5º curso de su misma escuela. Para ello, han aumentado los niveles, el
número de escuelas participantes y han revisado todos los aspectos de la
investigación, incorporando una aproximación al uso del programa S.T.A.R. a
través de Internet [CAMPBELL, 2001].
6.3. Música y Buenos Resultados Académicos
Hasta ahora, los estudios e investigaciones que hemos revisado se han
centrado sólo en algún aspecto académico, principalmente en lengua y
matemáticas, pero existen unos cuantos trabajos que no separan los resultados

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La Universidad y la Investigación Musical: de la Teoría a la Praxis

académicos por secciones sino que los consideran como un todo, como un
indicador considerado globalmente.

Martin Olanoff y Louise Kirschner determinaron si un curso de música podría


hacer mejorar los resultados académicos y produciría beneficios sociales en
estudiantes clasificados como de bajo nivel académico pero potencial musical alto
[OLANOFF & KIRSCHNER, 1969]. Anello comparó los resultados académicos
de matemáticas, inglés y ciencias sociales de los estudiantes de secundaria que
participaron en clases de música instrumental y de los que no lo hicieron
[ANELLO, 1972]. La investigadora Christine Hobbs, de la Universidad de
Western Kentucky, realizó una serie de análisis para valorar las correlaciones
entre la aptitud musical y resultados académicos en 1º, 2º y 3º curso de primaria.
Los resultados fueron similares a los obtenidos en el experimento anterior, y
encontró grandes correlaciones entre ambos [HOBBS, 1985].

De Turk pidió a 279 estudiantes de secundaria, de tres centros diferentes, que


hicieran un ensayo en el que tenían que discutir, comparar y evaluar dos
selecciones de música grabada que se les hizo escuchar. Inspirándose en los
logros obtenidos en Hungría con el método Kodály, que había hecho que los
alumnos de dicho país mejoraran enormemente sus capacidades y resultados
académicos, entre 1989 y 1992, unas 50 clases repartidas por toda Suiza
participaron en una experimentación que se llamó Musik macht Schul. Al final,
no se encontraron efectos negativos en las clases experimentales. De ello se
infiere que a pesar de que algunas materias de su currículum vieron reducido su
horario en un 20 o un 25%, no hubo diferencias en los resultados respecto al
grupo de control (la reflexión que cabe hacer ante este hecho es clara, ya que en
algunas políticas educativas se tiende a aumentar el número de horas de las
materias instrumentales, cuando experimentaciones como ésta demuestran que
las mejorías no se producen por aumentar más horas, sino por otras razones).
En el área social, los resultados fueron clarísimos, ya que el clima social mejoró
en todas las clases experimentales, y la motivación mejoró especialmente en las
clases experimentales, en contraste con las de control. Así, los alumnos
comenzaron a ver la escuela como algo positivo, especialmente en lo que
respecta a las clases de música y la apreciación de la música experimentó un
fuerte incremento, incluso fuera de las lecciones [TURK, 1988].

El Proyecto Caleipdoscopio, iniciado en 1990 en Filadelfia, pretende el


enriquecimiento de las áreas artísticas en preescolar, como preparación para
aprendizajes posteriores.

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6.4. Música y Creatividad


Los estudios relativos a estos temas aportan un enfoque diferente a los
anteriores, aunque quizá menos novedoso, porque, por ejemplo, el aspecto
creativo de la música es de sobra conocido y estudiado; sin embargo, los estudios
seleccionados tratan el tema siempre desde un punto de vista más educativo, y
se plantean cómo influyen las clases de música en los demás aspectos, sin
profundizar en otro tipo de consideraciones que pueden corresponder más a la
Filosofía o a la Psicología de la Música.
Marvin Silvermann halló que la improvisación en grupo es una actividad única
para el éxito, al desarrollar el potencial creativo de los estudiantes con más
talento musical, y así poder enseñar a los estudiantes con técnicas específicas de
creatividad a través de la música. Dos años más tarde, Edward Tarratus demostró
el que las aptitudes creativas de los músicos eran similares a las de los individuos
de otros campos, y la posible relación entre música y creatividad (de este estudio,
destacamos el que los compositores pueden ser diferenciados de otros
estudiantes de música basándose en sus puntuaciones en test de creatividad)
[SILVERMANN, 1962].
Donald Simpson descubrió que los estudiantes de música llegaban a un mayor
crecimiento del potencial creativo, discerniendo qué clase de música era la más
efectiva en este aspecto. Por último, extrajo las siguientes conclusiones:
1) Los estudios musicales pueden conducir a un crecimiento del potencial creativo.
2) Algunos cursos pueden ser más conducentes al crecimiento de la
creatividad que otros.
3) Los estudiantes con más de dos semestres de música tienen tendencia a
tener más desarrolladas las habilidades en medidas creativas.
4) El cultivo consciente de la creatividad no es necesario en música para
estimular el crecimiento del potencial creativo general [SIMPSON, 1969].
En 1978, Leon Leibowitz relacionó la persistencia en el estudio de la música
y algunos factores de creatividad, aptitud musical y nota media escolar. Karen
Wolf quiso determinar qué beneficios extra-musicales pueden tener los niños que
reciben clase de música en primaria, comparados con los que no la reciben
[WOLF, 1979]. También Magda Kalmar experimentó los efectos de la aplicación
del método Kodály en niños de guardería respecto a la creatividad, inteligencia,
destrezas motrices y desarrollo de conceptos calificativos y comparativos
[KALMAR, 1984]. Los investigadores Hamann, Bourassa y Aderman bucearon

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La Universidad y la Investigación Musical: de la Teoría a la Praxis

en las posibles diferencias, en cuanto a creatividad, entre los alumnos


universitarios, considerando las distintas especialidades que estaban estudiando.
Lo que encontraron fue que los alumnos de la especialidad de música tuvieron
puntuaciones más altas en creatividad. Posteriormente, se propusieron
determinar qué efecto tienen las experiencias artísticas sobre las puntuaciones de
creatividad en los estudiantes de Secundaria, al igual que Mohanty y Hejmadi
[HAMANN & BOURASSA & ADERMAN, 1991].
6.5. Música e Inteligencia Emocional
Estas investigaciones y estudios se han centrado en la participación de las
actividades de música y su influencia en la decisión de los estudiantes de no faltar
a clase, así como en mejorar las relaciones del estudiante con sus compañeros,
aumentar las actitudes positivas hacia el aprendizaje, mejorar la autoestima,
etcétera, elementos todos ellos que tienen mucho que ver con lo que hoy en día
denominamos inteligencia emocional.
Pionero en la materia fue Samuel Hood, quien lanzó la hipótesis de que al
aumentar las horas semanales de música, se podría esperar un mayor desarrollo
en la autorrealización de los alumnos, mejor ajuste social y una asistencia más
regular a clase [HOOD, 1973]. Años más tarde, en 1990, en la Universidad
Estatal de Florida, N.H. Barry, J.A. Taylor y K. Walls previnieron el absentismo
en alumnos de Secundaria, dentro del proyecto ARISE (Arts Restoring and
Increasing Self-Esteem). Donald Hamann y Linda Walker se dieron cuenta de
que existía una minoría de estudiantes que, al tener un modelo positivo al que
seguir —el profesor de música—, no faltaban tanto a clase [HAMANN &
WALKER, 1993].
En algunas de estos ensayos se ha podido apreciar un efecto añadido, la
mejora de la autoestima y del autoconcepto de los alumnos a través de las clases
de música (este es uno de los efectos que más se suelen asociar al estudio de la
música). Marvin Greenberg, quiso precisar si el autoconcepto de los estudiantes
desafinados mejoraría si se les permitiera unirse a un grupo selecto de
estudiantes que formasen parte del coro escolar. Por su parte, al año siguiente,
Donald Michel enseñó a tocar la guitarra a sus alumnos para ver si afectaba su
autoestima y su rendimiento académico [GREENBERG, 1970]. A. Wood quiso
descubrir cuál era la relación entre participación y autoestima, motivación para
obtener buenos resultados escolares y otros factores personales, entre los
estudiantes de banda de un instituto en Estados Unidos [WOOD, 1973].
Shermann Van Der Ark, analizó, en 1973, los efectos que podría tener un curso
de música, arte y danza además de actividades de escritura creativa sobre los

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alumnos afroamericanos en situación de desventaja social. Junto con W. Nolin,


Ark se embarcó en una nuevo trabajo, que tenía como objetivo fundamental
descubrir las diferencias que podían existir en los modelos de autoestima entre
estudiantes con diferencias socioeconómicas que habían participado en el coro o
en la banda, comparados con los de los alumnos que no habían tomado parte en
ninguna actividad musical [VAN DER ARK & NOLIN & NEWMAN, 1980].
James Austin, encontró que existía una relación positiva y significativa entre
autoestima musical y participación en las actividades musicales, dentro y fuera del
colegio [AUSTIN, 1990].
El investigador noruego Ole Fredrik Lillemyr examinó los factores que
contribuían a la motivación y a la autopercepción: en primer lugar, encontró que
las puntuaciones de valoración de interés por la música en la escuela se
relacionan positivamente con las de autoestima y la autopercepción, y en
segundo lugar, los estudiantes con una autoestima más alta, tuvieron
puntuaciones superiores en interés por la música en la escuela; y, por último, los
estudiantes con mayor atractivo por la música en la escuela, obtuvieron mejores
puntuaciones en competencia musical, motivación para el éxito, autoestudio y
motivación para eludir el fracaso [LILLEMYR, 1983].
Finalmente, una línea nueva es la abierta por François Delalande en materia
de análisis musical, música electroacústica, escalas maternales,
intersensorialidad, semiología musical y todo el mudo sonoro y pedagógico que
rodea al niño [DELALANDE, 1996].
6.6. Música y Relaciones Sociales
Los estudios tienen en común el hecho de tratar el tema de las relaciones entre
estudiantes y cómo pueden verse afectados positivamente por las actividades
musicales. Se da por sentado que en las clases de música, determinadas tareas
propician y refuerzan las relaciones entre individuos y la convivencia del grupo, así
como estimulan y promueven la confianza y la colaboración.
Muchos estudios de los que hemos visto hasta ahora se centran en los
beneficios que puede aportar el aprendizaje de la música respecto a asignaturas
muy concretas, olvidando en cierto modo otros aspectos del desarrollo personal
y social. En este sentido, Roberta Honrad, de la Universidad de Los Ángeles,
encontró mejores comportamientos sociales, incluyendo conceptos como ayudar
y compartir, aumentos de empatía hacia los demás, y actitudes beneficiosas,
como por ejemplo, reducción de prejuicios y de racismo, en aquellos alumnos
que tenían dentro del currículum estudios de música [KONRAD, 2000], y J.
Jellison, B. Brooks y A. Huck se propusieron estudiar la relación entre

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La Universidad y la Investigación Musical: de la Teoría a la Praxis

participación en clases de música y desarrollo de la interacción social [JELLISON


& BROOKS & HUCK, 1984].

La influencia del grupo de canto sobre la confianza y la cooperación fue el


principal hallazgo de Anat Anshel y David Kipper en Israel [ANSHEL & KIPPER,
1988], y Marcia Humpal quiso establecer hasta qué punto la participación de
niños minusválidos en un curso integrado de música para la primera infancia
podía hacer mejorar su socialización y sus destrezas de interacción social
[HUMPAL, 1991].

7. La Investigación musical en España


Los resultados obtenidos en España en el campo de la educación musical y de
la música son dispares. Mientras ésta, ha centrado sus esfuerzos iniciales, por
recuperar el patrimonio musical, fundamentalmente de los periodos renacentista
y barroco, desde los pioneros trabajos de Pedrell o Berbieri hasta la actualidad,
ahora hay una mayor diversificación de temas, reorientados hacia el campo de
la zarzuela, la música coral y la misma composición, sin olvidar todo aquellos
relacionados con la música religiosa y la iconografía.

Dentro del campo de la educación musical existe una variedad de temas y


preocupaciones diferentes. El número de tesis leídas y de trabajos publicados
cada vez es más numeroso y se está enriqueciendo con soluciones y propuestas
las distintas problemáticas abordadas. Pioneros en esta materia, allá por los años
setenta del siglo pasado, fueron las tesis de Dionisio del Río y Ana Vera, que
versaron sobre las aptitudes musicales. A ellas se unirá pronto las de Maria
Cateura «Por una Educación Musical en España», Pio Tur «La educación musical
en su dimensión histórica, filosófica y metodológica», Olga María Alegre de la
Rosa «Asimetría cerebral en el procesamiento en videntes e invidentes: efectos
del tipo de entrenamiento musical, tipo de demanda y diferencias sexuales», y
Pilar Lago sobre formación permanente. Tampoco faltaron las tesis de temática
histórica (Pilar Barrios), folclore (M.ª Ángels Subirats), sobre el papel de la música
en la Educación infantil (Julia Bernal), el análisis del modelo de formación
permanente del profesorado de Educación Musical (Nicolás Oriol), y las actitudes
y hábitos musicales durante la adolescencia (Pedro Nebreda).

La investigación cualitativa, aplicada a la educación musical, ha sido


desarrollada por Manuela Jimeno, María Teresa Segura, Óscar Lorenzo y Juan
Antonio Rodríguez García, intentando analizar la realidad de las aulas y su
problemática, e identificar la cultura musical de los alumnos y el currículum oculto

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(RODRÍGUEZ, 2001). También han trabajado las aficiones y actitudes de los


alumnos de Magisterio Mery Israel, o la formación inicial y permanente del
profesorado, a cargo de Francisca de Dios, y en Canarias Juana Argemira. Por
su parte, Maravillas Díaz, ha realizado una tesis sobre la Música en la Educación
Primaria y en las Escuelas de música, diseñando un plan de intervención.
Otro terreno es el de la psicología de la música, que comienza su trayectoria
a principios del presente siglo con la aplicación de una metodología cuantitativa,
y sus investigaciones van dirigidas a la medición del talento musical y, en menor
medida, de los procesos de aprendizaje y el sistema de selección del alumnado
en escuelas de música. Las pruebas psicométricas destinadas a medir el proceso
y los resultados del aprendizaje musical son, en cambio, escasas y han tenido una
repercusión significativamente inferior, dada la extrema dificultad, e incluso,
imposibilidad de medición de determinados aspectos del proceso enseñanza-
aprendizaje. Algunos trabajos significativos son los de Josefa Lacárcel y Ana
Laucirica (la primera sobre la conservación de la melodía en niños de 4 a 9 años,
y la segunda sobre el oído absoluto). Sin embargo, la percepción auditiva ha sido
susceptible de ser objeto de una investigación cuantitativa, como se puede
observar en los trabajos empíricos que se han sucedido en las últimas décadas,
como la monografía realizada por Denise Álvarez en la Universidad Autónoma
de Madrid, aunque Pablo Pastor está ahondado sobre los fundamentos
psicopedagógicos y las perspectiva de la psicología en la educación musical.
El folclore, desde la vertiente formativa del profesorado, también ha sido
objeto de atención (Juan Ramón Coello), sin olvidar los trabajos de Polo Vallejo
dentro del campo de la música africana, y Rosario Guerra, sobre el folclore y las
tradiciones musicales de la región más septentrional de Extremadura. En el
terreno de las nuevas tecnologías destaca Andrea Giráldez, a la que debemos
también la creación de un portal en la web con numerosos recursos, y Jesús
Tejada, acerca de la edición de partituras y su tratamiento informático.
Recientemente se han leído una tesis sobre la flauta dulce (Joseph Gustems), otra
sobre la didáctica de la música en la formación inicial de los maestros especialistas
en música (Assumpta Vals), la educación de la voz, (Pere Godell), competencias del
docente (Juan Lull), una sobre la enseñanza secundaria en Colombia (Olga Lucía
Cañas) y las más recientes de Joaquim Mirnada y Mercé Vilar.
Siguiendo con el proceso de afianzamiento que vive la investigación dentro del
marco de la educación musical, según analizó ISME-España en su congreso de
Ceuta, celebrado en 1998, Johannella Tafuri, reconocía un «despertar» en las
universidades española alrededor de este tema [TAFURI, 2002, 9]. En este

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boletín se da cuenta del casi medio centenar de tesis inscritas, algunas de las
cuales ya han sido defendidas. Por hacer un resumen encontramos trabajos que
van desde las propuestas curriculares en el área (Carmen Martín Moreno,
Roberto Souto, Ana García, Cecilia Gasull, Mercé Vilar), la formación del
maestro (Susana Sarfson, Carmen Hernández-Abad, Javier Centeno —este
referido a la parte vocal— Cecilia Portela o África Rodríguez), la grafía de los
niños (Teresa Malarriga), cuestiones relacionadas con aspectos de la psicología
(asimetría cerebral, de Sebastián A. Suárez, o influencia de la música en las
emociones y las conductas, de Isabel M.ª Bello), la sensación auditiva
(Concepción Martín, Paloma Pérez y Víctor Pliego), los relacionados con la
tradición (Carmen Estavillo, María Socorro Pinto, Jaime Esteve, José Antonio
Clemente), estudio de la improvisación (Cristina Alcalá), evolución de las
enseñanzas de conservatorio (María Ángeles Sarget y Mar Gutiérrez), el
movimiento (Alicia Espejo), y el estudio comparado de las metodologías
musicales (Jovita Anaya) y la música aplicada a las deficiencias (Rosa L.
Arrotcha). Algunos trabajos resultan novedosos y casi únicos en su especie,
rozando la interdisciplinaridad, como es la tesis inscrita en la Universidad de
Valladolid por Tomás Martín, y que lleva por título La nuropatía como
tratamiento alternativo a la medicina tradicional en las lesiones producidas
por la práctica instrumental2.

8. Retos ante el futuro


En el momento de escribir este artículo acaban de aparecer las directrices
ministeriales que regirán en adelante los estudios de Tercer Ciclo. Atrás quedarán
casi dieciséis años, y no lo digo con tono nostálgico, sino de revisionismo
práctico de lo que ha sido este período y de lo que debe ser, o al menos, debe
mejorar el que vamos a estrenar.
En algunos de mis viajes por universidades de gran prestigio de Europa, he
podido comprobar años atrás que el funcionamiento de estos estudios eran bien
distintos al español (incluso allí existía una revalida en donde se debían superar
los conocimientos adquiridos a lo largo de estos años), o que la investigación se
iba trabajando día a día y semana a semana, con exposiciones y defensas
públicas, en las que participaba activamente el director del trabajo. De lo que no
cabe duda es que el Tercer Ciclo será el último escalafón de un proceso
formativo, que distingue al que lo alcanza. Pero al mismo tiempo, debe ser el
momento en el que no sólo se logra un título, sino que debe ser el proceso que
oriente al investigador, y no la respuesta activa o no a una asistencia y a unas
clases determinadas, sin que éstas cubran unas mínimas perspectivas en torno a

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su aprendizaje. Un investigador no se improvisa de la noche a la mañana, si no


que el investigador debe superar unas dificultades en su camino, de las que no ha
sido prevenido previamente; más bien debería ser el doctorado un período de
formación para poder leer, indagar, plantear nuevas preguntas a antiguas
respuestas, revisar conceptos o experimentar en el nuevo camino que inicia. Y
todas son facetas dentro de fines lógicos de una investigación. Es más, tal vez
debería comenzar este proceso con las ideas claras sobre para qué lo quiere, y
qué es lo que quiere investigar.

El marco idóneo para desarrollar las actividades investigativas sigue siendo la


Universidad. La declaración de Bolonia si ha establecido a la Universidad como
el marco natural en donde se han de impartir los estudios de Tercer Ciclo, allí
donde tienen cabida los profesores doctores, de gran prestigio y reconocida
solvencia, que pueden formar redes interuniversitarias con otros centros y con
otros colegas, en aras de una mayor interdisciplinaridad y de una alta
especialización, que también pueden aportar personajes que procedan, en el
campo de la música, de los mismos conservatorios. Pero, como casi siempre,
con deficiencias económicas; la falta de financiación y la falta de recursos propios
para poder continuar o iniciar proyectos, en los que deben tener cabida todas las
áreas de conocimiento, debe superar todas y cada una de las dificultades que
actualmente se plantean.

Otra cuestión que se habrá de revisar son las menciones de calidad, que hasta
ahora presenta lagunas; y su adjudicación, sin que ciertas áreas tengan presencia
en esa selección de excelencia, ya que todos sabemos, y es una exigencia, la
calidad competitiva es una demanda que se solicita al más del medio centenar de
universidades que existen en España. También sería conveniente equiparar los
baremos administrativos del título de doctor con otos méritos en otros niveles
educativos.

Por último, con la mejora en los fondos estructurales para estos estudios y
para la investigación, tanto a nivel nacional como regional o local, que en
muchos casos han subsistido con ciertas precariedades, se podrán aumentar las
líneas de investigación y la participación de profesorado interno, al que la propia
institución demanda su presencia, como externo, amén de propiciar una mejor
oferta y una mayor movilidad al alumnado.

Así, lo pedimos y lo deseamos.

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La Universidad y la Investigación Musical: de la Teoría a la Praxis

Notas
1. El concepto de Musicobiopsicología agrupa a la biología, como ciencia que investiga
a los seres vivos y sus fenómenos; a la música, que abarca cosas materiales e
inmateriales creadas por el hombre, y a la psicología, que como ciencia está
relacionada con la cultura y la naturaleza, y se define como la ciencia de los procesos
y estados psíquicos en el hombre, así como de sus causas y efectos. Los antecedentes
de la disciplina se remontan a Carl Stumpf entre 1883 a 1890 (Tonpsychologie), y
los desarrolla Ernest Kurth, en 1931, con la Gestaltpsychologie.
2. El único libro editado en España sobre medicina y música es el que han editado Ana
Pilar Zaldívar Gracia y Bernardo Ebrí Torné (1994). Medicina y música. Fisiología
aplicada a la ejecución pianística. Zaragoza: Estudio Profesional J.R. Santa María.

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