Vida Consagrada
Vida Consagrada
Vida Consagrada
DIOS
La consagración de laicos en vida secular, mediante votos
CENOBITAS Y EREMITAS
Hacia el año 300 cuando la Iglesia salió de las catacumbas por haberse
convertido el emperador y llenado de privilegios a los cristianos, comenzó la
práctica de retirarse al desierto como Cenobita. Los Cenobitas buscaban liberarse
de la mundanización general de los cristianos (horizontalismo), viviendo una forma
monástica en comunidad. Esta proveía una soledad mitigada y unos auxilios a
quienes consagraban sus vidas a Dios. Quienes optaban por una vida en soledad o
entero aislamiento: “eremítica”, eran tenidos en gran estima como una elite
espiritual y contemplativa, entre quienes se iban al desierto, pues su vida era tenida
como más perfectamente “monástica” o negadora del mundo. Esta vida consagrada
de manera personal o individual fue en realidad la primera en constituirse como
estado de perfección al comienzo del cristianismo, y una de las más genuinas. En
ella tenía una parte importante el obispo del lugar, todos los grandes y santos
obispos de la primitiva Iglesia desempeñaron un oficio muy importante frente a
ella. Fueron también llamados ‘anacoretas’, del griego: anakoretes = me retiro,
aparto, aíslo.
ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA
Francisco de Asís y todos sus seguidores, en particular los ‘Hermanos y
Hermanas de la Penitencia’ son hijos netos de esta efervescencia religiosa. Ellos no
pretendían otra cosa que vivir sencillamente el seguimiento de Cristo al modo de
los doce, constituyéndose en la alternativa fiel, católica y auténtica de aquella.
De la soledad con Dios se retorna a los hombres con una más perfecta
caridad y un mensaje de esperanza más convincente. Es que en esta oración
anacorética - cual Jesús que pasaba noches enteras en comunión con su Padre - se
entra más profundamente a la raíz de las cosas, se llega a ver a sí mismo más
claramente como se es a los ojos de Dios, se entiende más perfectamente la realidad
de la naturaleza, su necesidad de gracia y del Espíritu Santo, y se llega a un más
ardiente amor a Jesús crucificado. Así, se está normalmente más abierto al mundo
de los demás hombres y más preparado, por un don más completo de el mismo,
para el trabajo por el desarrollo integral y la consecución del destino de los
hermanos.
EREMITORIOS FRANCISCANOS
El espíritu eremítico siempre ha ido implícito y ha ocupado un lugar en la
vida franciscana, aunque no es el espíritu del monaquismo o el de la total y
definitiva separación del mundo. Este queda siempre abierto al mundo,
reconociendo a la vez la necesidad de mantener una cierta distancia y perspectiva,
una libertad que ayuda a no quedar sumergido en preocupaciones activas o
devorado por las exigencias de un trabajo agotador.
AMÉRICA LATINA
En cambio nuestro continente latinoamericano, nacido a la fe cristiana
hace quinientos años, y sujeto de permanente evangelización, careció
tradicionalmente de la presencia y la irradiación de los contemplativos. Los
conquistadores españoles que trajeron en sus corazones la fe y el designio
misionero en su empresa, proyectaron la evangelización mediante religiosos de vida
activa, dedicados ex-profeso a la ímproba labor misional que se abría a su mirada.
Encomendaron esta labor a Mercedarios, Franciscanos, Dominicos,
Agustinos y Jesuitas. Por prohibición del Rey de España no vinieron a las colonias
americanas los contemplativos. En cambio, en Brasil a fines del siglo 16 se
establecen en Bahía y más tarde en otras ciudades, los monjes Benedictinos,
Cistercienses y Cartujos.
Só1o en este siglo han aparecido los contemplativos varones, para llenar
su vacío en nuestros países de tradición católica., pero escasos en frutos de vida
cristiana concreta y, de vida espiritual robusta. Sus iniciativas, por lo general han
debido superar incomprensión, aislamiento y dificultades, debido, entre otras
causas, a la falta de tradición contemplativa y a la mentalidad más bien activista
surgida por las urgencias pastorales del continente. Parece llegada la hora de
avanzar en profundidad, en el aprecio de la oración como valor en sí, como
fundamento de toda vida apostólica y como ideal que basta para justificar una
existencia humana a ella dedicada.
DÉFICIT DE INCULTURACIÓN DE LA FE
Es posible que su misma ausencia histórica explique el escaso arraigo de la
fe católica del pueblo latinoamericano en la estructuración social de nuestras
naciones, tan aquejadas hasta hoy - aún después de quinientos años - de
profanaciones a sus principios más fundamentales. Incluso la reflexión teológica
surgida desde esta praxis o acción pastoral apremiada por el a puro y escasés de
tiempo, y por lo mismo no pocas veces superficial, precipitada y apriorística, echa
en falta la visión profunda, sabia, amplía prudente y equilibrada del eremita y del
contemplativo. En realidad el acto característico de lo que la tradición llamó
“teólogos” consiste en dicha comunicación de la vida divina “contemplada”. Es
hora de impulsar entro nosotros la vida anacorética y contemplativa.
CONSAGRACIÓN SECULAR
A propósito de los primeros establece el Derecho canónico:
603 1. Además delos institutos de vida consagrada, la iglesia reconoce “la vida
eremítica o anacorética”, en la cual los fieles, con un apartamiento más estricto del
mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a
la alabanza de Dios y salvación del mundo.
2. Las vírgenes pueden asociarse, para cumplir su propósito con mayor fidelidad y
para realizar, mediante la ayuda mutua el servicio a la Iglesia, congruente con su
propio estado.