HH
HH
HH
CONSTRUCTIVISMO EN LA
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
MÓDULO 3: LA ANDRAGOGÍA Y EL CONSTRUCTIVISMO EN LA
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
INTRODUCCIÓN
El Alumno.
Este último es atendido como una masa informe que puede ser moldeada.
Términos como enseñar, instruir, tiende, de una manera u otra, a esta
concepción. Desde que el niño nace inicia también un proceso de formación:
valores, información, pertenencia, hábitos, costumbres, son asimilados, el
resultado es la internalización de una cultura. El alumno no llega “vacío” a la
escuela, es una existencia cultural. Además, todo el proceso desde la
planificación de la práctica educativa, las estrategias, los contenidos, la
evaluación son dirigidos, unidireccionalmente y rígidamente por la institución
(Ministerio de Educación y/o el docente).
Uno de los temas más discutidos fue el del necesario papel activo del
estudiante, como protagonista del proceso y rescatar la educación como una
práctica de vida y no sólo para una etapa de la vida. La Andragogía En este
contexto surge la discusión andragógica como ciencia de la educación para el
adulto, o mejor aún tal como lo definió uno de sus más connotados iniciadores
en América Latina el Dr. Adam (1977) “Es la ciencia y el arte de instruir y
educar permanentemente al hombre...”.
La andragogía a diferencia de la
pedagogía centra su atención en el
alumno y no en el profesor. La adultez
es asumida no como un problema
cronológico (niñez – vejez) sino como
actitudinal, la adultez es aceptación de
la cultura previa del alumno, de su
capacidad de generar sus propias
estrategias de aprender y de reconocer sus necesidades y expectativas
individuales.
El alumno debe ser visto como un ser integral, no sólo alguien que va a la
escuela, sino un ser social, pero también un ser individual, “con experiencias
previas, con expectativas y necesidades, un andragogo tiene que ser un
investigador, debe poseer un alto grado de autonomía e independencia para
actuar y tomar decisiones que le permitan llevar adelante un aprendizaje
autodirigido y auto gestor. (Briceño, 1993, p.245)
La reflexión del cómo el individuo aprende ha sido uno de los temas centrales
de las teorías educativas, pero existen dos tendencias radicalmente opuestas
para explicar este proceso. Uno es el conductivismo radical según el cual la
realidad está dada, el mundo está conformado por pautas, hábitos y reglas que
el individuo debe asimilar; la otra visión, la del constructivismo radical (Piaget)
donde el proceso del conocimiento es una construcción por parte del sujeto, la
realidad tal como la entendemos no existe externamente, no está dada, el
hombre la construye.
Así como ocurre en el mundo epistemológico donde nadie quiere ser calificado
como positivista, aunque lo sea, y negando la trascendencia de esta primera
corriente epistemológica, igual ocurre en la órbita educativa con el
constructivismo, hoy nadie se atreve a llamarse conductivista, aunque en la
Tal como lo señala Pozo (1996) “No en vano ha sido el intento más sistemático
y pertinaz de elaborar una teoría sicológica del aprendizaje. De hecho el
rechazo del conductivismo entre los integradores se debe más al apellido
“conductual” que al sustantivo asocionismo (...) ha habido desde tiempos muy
remotos enfoques alternativos, confrontados, sobre la adquisición del
conocimiento y mientras uno de esos enfoque, el llamado constructivismo goza
de aceptación más generalizada en ámbitos científicos, su influencia en los
ámbitos sociales de aprendizaje es bastante limitado”.(p.54).
La pretendida revalorización
del sujeto que aprende, de
convertirlo en protagonista
casi único del proceso
educativo pudiera estar
contribuyendo a la pérdida
de comprensión del proceso
educativo como un proceso
social y total donde intervienen docentes, currículo, comunidad y autoridades.
La andragogía y el
constructivismo no deberían
ser una corriente más de la
educación, representan una
reinterpretación de la
práctica educativa, son
ciencia, arte, investigación,
que buscan rescatar la
figura activa del alumno. La
estrategia de aprendizaje,
los contenidos, la
evaluación, son distintos a la tradicional práctica pedagógica que es
unidireccional y vertical en su administración por parte del docente y la
institución. Ambas teorías parten por rescatar la subjetividad del alumno en el
proceso de aprendizaje: necesidades, expectativas, capacidades, experiencias.
Así, la adultez se extiende desde los veinte años y se clasifica en tres tipos: la
edad adulta temprana (de veinte a cuarenta años, la edad adulta intermedia (de
cuarenta a sesenta y cinco años) y la edad adulta tardía (después de los
sesenta y cinco años de edad).
Para tal efecto, este debe responder a las preguntas ¿Cómo se relaciona lo
aprendido con experiencias previas? ¿Cómo se aplica lo aprendido en la vida
personal, laboral? ¿Cómo relacionará lo aprendido con eventuales situaciones
futuras? ¿Cuáles son las consecuencias de hacer esta actividad?
file:///C:/Users/Zaria/Desktop/Dialnet-
LaAndragogiaComoDisciplinaPropulsoraDeConocimiento-3975631.pdf