Pieper - Filosofía Medieval PDF
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MUNDO MODERNO
SEGUNDA EDICIÓN
MERCURIO
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Ediciones Rialp, S. A.
Madrid
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FILOSOFÍA MEDIEVAL.—2
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18 JOSEF PIEPER i ESCOLÁSTICA 19
dio un "Renacimiento", un resurgimiento de tos clá- mas de la Filosofía medieval, sin una valoración po-
sicos antiguos. Así, el epitafio de Descartes en St. Ger- sitiva o negativa a priori. Y esto es así en no pequeña
main-des-Prés elogia al "redescubridor de la ciencia" medida gracias al poderoso trabajo de investigación
(reconditor doctrinae) y al "primero" que había de- que, desde algunos decenios, se ha dedicado al des-
fendido los derechos de la razón humana, naturalmente cubrimiento de esta época 5.
no el primero absolutamente, sino desde la decadencia
del mundo antiguo.
Tal valoración de la Edad Media, y ante todo de
su Filosofía y de su Ciencia, se ha mantenido, como
es sabido, durante largo tiempo. Todavía en Hegel, Todas las cosas adquieren su forma mediante sus
en las Lecciones ^obre la Historia de la Filosofía, se límites. Quien quiera conocer su figura tiene que con-
encuentra que él quisiera "calzarse las botas de siete siderar los límites por los que aquélla se constituye
leguas" 2 para "salvar" rápidamente los mil años que frente a lo demás que la rodea. Si la Filosofía medie-
corren entre el siglo vi y el siglo xvi. Y cuando fe- val tiene una figura histórica propia de sello diferente,
lizmente llega a Descartes dice que ya puede "como tiene esto que aparecer claramente al que dirige su
el marinero... gritar 'tierra'" 3 ; y que "a nadie se le mirada a los límites, a los límites de lo no-medieval
debería exigir" conocer directamente la Filosofía de frente a lo anterior y a lo posterior. Dicho de otra
la Edad Media como "por medio de una autopsia", manera, hay que p^gguntarse por el principio y por el
"ya que aquélla es tan vasta como mezquina, volu- fin de la Filosofía medieval y de la Edad Media en
minosa y horriblemente escrita"1. Es cierto que en general.
esas mismas primeras décadas del siglo xix ^el pén-
dulo oscila también marcadamente hacia el otro ex-
tremo, hacia la supervaloración indeferenciada por
los románticos de todo lo medieval. Naturalmente es imposible especificar un momen-
Hoy día todo esto está afortunadamente más o me- to determinado, una íecha, para el comienzo de la
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nos olvidado. Por lo menos nos encontramos en. con- Edad Media, No obstante se_ suele citar un año que
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diciones de contemplar imparcialmente el concepto de posee un significado, especial, simbólico por así decir,
.F? ri "Edad Media", y especialmente las figuras y proble- (Es el año 529J También Hegel cita este año en el que,
*i - Hege), Op. omn. Edición jubilar. Ed. H. Glockner. T. 19.
Stuttgart 1928, p. 99.
como él dicéT tiene lugar Ja "decadencia de los pre-
•*• Nombres especialmente importantes: Cl. Baeumker, Fr.
3 Ibidem, p. 328. Ehrle, B. Geyer, M. Grabmann, J. Koch, A. Landgraf, A.
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supuestos externos de la Filosofía pagana" 6. En el .histórico en su más estricto sentido, no en el terreno
año529 un edicto del emperador cristiano fustiniano del pensamiento sobre la realidad, sino en el terreno
cierra ^Ta Academia platónica en Atenas, que había de la realidad misma. Naturalmente hay también acon-
permanecida allí, baío el mismo nombre. T~io largcr tecimientos históricos de carácter revolucionario entre
de novecientos años. Pero en el mismo año ocurre la época de Platón y la del estoicismo y, naturalmente
otra cosa que Hegel silencia: San Benito funda Monte- que la confusión e inseguridad, que siguieron a la
casinoj es decir, entre Roma y Ñapóles, sobre un descomposición del imperio de Alejandro, tuvieron
'alto y junto a una de las rutas estratégicas de la in- una profunda influencia en el filosofar sobre la exis-
vasión de los bárbaros, surge el primer monasterio >„ tencia humana. Pero, el acontecimiento.histórico entre
benedictino. Con ello se pone de manifiesto en reali- TíCEdad Antjgua"y la Hdad Media de que aquí se ha -
dad algo .así como un límite en .el que..se tocan mu- bla es de tal especie, que PQJ-SU causa queda necesa-
tuamente dos edades, una pasada y "otra que co- ñámente y cambia desde la base la reflexión~soHre
mienza. .Sin embargo, la contraposición tiene un múl- toda la realidad y sobre el sentido de la existéñcüTEu^
tiple significado que. no se deduce sin más de los mana, es decir, la Filosofía. Y esto ocurre dental modo
acontecimientos del año 529, aunque éstos apunten que IEL Filosofía medieval no puede entenderse pura-
a aquél. mente como una continuación —deiecruosa o des"árro-
ílada— de la Filosofía antigua, ni como una mera
"nueva época" en la Historia del pensamiento riü
ífíáno. A nadie le habrá pasado inadvertido qué~mÍ
refiero' al .acontecimiento flue el lenguaje técnico'de'
Al hablar de la decadencia de la Filosofía "paga- los teólogos ciesigna con la palabra ".Encarnación".
na", Hegel expresa lo que es propiamente decisivo: en "I / X_omo puede verse, con esto entran inevitablemente"
la Edad Media, se contraponen la Filosofía cristiana * en juego actitudes muy esenciales. Estas mismas ac-
y la pagana. No es fácil pensar en una delimitación y titudes no - necesitan ser discutidas aquí en detalle.
diferenciación más,-radical. Este corte es. incompara- Ciertamente tiene que quedar claro que la compren-
blemente más prpfundo que, por ejemplo, el corte que sión de la Filosofía medieval no es la misma para uno
separa la Filosofía de la Naturaleza jónica de la Fi- que diga: "toda la Historia se dirige a Cristo y vie-
losofía de Sócrates y Platón. El paso de Tales a Só- ne de El" (éstas son las palabras con las que Karl
crates o de Platón al estoicismo .no puede compararse Jaspers parafrasea la concepción hegeliana 7), o para
con el paso de Tales, Sócrates, Platón y el estoicismo, uno que opine, como el propio Jaspers, que el "corte
por un lado, a Orígenes, San Agustín, San Anselmo y más profundo" y "el eje de la Historia Universal" se
S^nto Tomás por el otro", porque, en "ultimo caso, encuentra "en el proceso espiritual que tiene lugar
entre las dos épocas ha ocurrido un_d e terminad o acon- entre el 800 y el 200 a. de C." con la casi contempo-
tecimiento: un acontecimiento jio en el campo de ránea aparición de Lao-Tse, Confucio, Buda, Zarathus-
los conceptos y de las ideas, sino en el campo de lo
7 K. Jaspers, Vom Ursprung und Ziel der Ceschichte.
c Hegel, Op. cit., p. 99. München 1949, p. 19.
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se instalen como vencedores i en una.. casa oue ellos Con alguna exactitud se puede localizar lo nuevo
mismos no habían construido, este hecho hace com- que "delimita la Edad Media frente a la Edad Antigua,
prensible una discrepancia —de otro modo difícil de premedieval; el límite, que señala su comienzo, salta
entender— eme caracteriza desde el principio, y pre- a la vista como clara muesca distintiva. Por el contra-
cisamente en 'ese príncjpki. a la Filosofía medieval. rio resulta evidentemente más difícil distinguir el fin
Sobre esto ha hecho (Hegel) una observación muy pe- de la época medieval, sus fronteras frente a lo poste-
netrante a pesar de íaripídez sumaria de su visión:
"el elemento fundamental de la Edad Media es este
rior. Se podría pensar que esto es debido a que aún cha de ia Teología, de los Padres cfc la Iglesia. Par-
.1 no se han alcanzado estas fronteras. ¿Es que tai v«z tiendo de esto, se pone ya'deljnanínesto~7íia rasao
fundamental distintivo del pensamiento medieval en
no ha terminado aún la Edad Media? En realidad creo
que el motivo de aquella dificultad es el siguiente: general, es ^pcir, la "gi'stematÍ2ación escolar" a la
1 con la Edad Media comienza un nuevo capítulo de la flujs apunta el término "Escolástica". Me parece que
fiistoria de la humanidad en general que no termina , no se entiende nada de la Escolástica cuando no se
1 al mismo tiempo que ocurre el fin de la Edad Media.
La Edad Media es un primer período, ya pasado, de
ve que ésta, ante todo, ha sido un enorme aprendí- f
zaje, una organización escolar de enormes dimensio-
este nuevo capítulo; pero este capítulo continúa en ft£g_. mantenida durante- vanos siglos. Si verdadera^
J la época postmedieval y en la época presente, "post- mente había que apropiarse la herencia del mundo an-
moderno" ya, y también más allá de ésta última. tiguo, tanto del pagano como del cristiano, matonees
Precisamente esto hace difícil el señalar unívocamen- eLprimer presupuesto para lograrlo era efectivamente
1 te dónde se halla lo di?erenci aúnente "medieval" de' la ordenación del patrimonio encontrado, una orde-
la Edad Media, Pues, comparada con la Edad Anti- nación bajo el aspecto de la (üocencía y de la discen-
gua, parece poder señalarse como "típicamente" me- cia. No era de esperar otra cosa, sino que, de esta
dieval mucho de lo que sigue siendo característico forma, adquiriese una significación, hasta entonces
también de los siglos postmedievales. Así, por ejem- desconocida, el trabajo, ciertamente prosaico, de or-
plo, sería un poco absurdo afirmar que el elemento ganizar, seleccionar y clasificar. Y por ello, natural-
cristiano de la Filosofía medieval -—mediante el cual mente, a la obra de la Escolástica medieval le falta, el
1 se distingue efectivamente del pensamiento de la An-
tigüedad— es algo tan "específicamente" medieval
encanto de la inmediatividad personal; no cabe otra
posibilidad sino la de que los libros de texto dejasen
que, con el fin de la Edad Media, haya perdido su poco espacio a la originalidad de sus autores. En tér-
1 validez o por lo menos su fuerza fáctica al igual que, minos generales es evidente que no se puede aprender
con la decadencia del mundo antiguo, había pasado o de otra forma. Y si., en aquellos- siglos de disolución
desaparecido la actitud pagana de la Filosofía pre- del antiguo orcTen, te., tarea histórica urgente era~la
1 cristiana. apropiación discente de. la. riqueza recibida, entonces
^La línea limítrofe en la que termina la Edad Media [o escolar de la. Escolástica es no sólo inevitable, sino
1 se hará más comprensible si tomamos en considera- necesario. Quién podría asegurar que hoy hubiéramos
ceñido !a posibilidad de un inmediato acceso intelec-
aón el segundo elemento conceptual det que hemos
hablado. Me refiero al.jjgsho^ —-en- modo alguno-de tual a Platón, Aristóteles y AgustQVsí no le hubiera
1 por sí evidente— por el que Tos nuevos pueblos, inva- precedido aquel paciente esfuerzo de la exposición
sores del Imperio Romano, reconocen como.su tarea elemental. Además, lajxmquista de un patrimonio tan
inmenso suponía, por parte de los maestros y discípu-
1 apoderarse y asimilar el patrimonio de la tradición
q7ue se almacenaba en éste y que comprendía no^ofo los escolásticos, tanto una medida inusitada de auto-
la Filosofía anTioua^ sino también la inmensa cose- nomia e independencia intelectuales como también de
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