El - Espantapajaros García - Marquez
El - Espantapajaros García - Marquez
El - Espantapajaros García - Marquez
Sin embargo, llega el día en que los pájaros se acostumbran a ella. Demasiado
tarde para su hambre, porque el sembrador ha recogido ya sus frutos. El campo
está entonces traspasado de luz y cansado, con el mismo cansancio glorioso de
una recién parida.
Es aquí donde comienza el desprestigio del espantapájaros como animal de
terror. Las aves descubren, bruscamente, que no hay nada de qué temer. Que
sus brazos no están en actitud de ira sino de plegaria. Y todas las criaturas del
aire se precipitan entonces, regocijadas, contra la inofensiva serenidad de aquel
ente harapiento, astroso, que tiene el rostro vuelto hacia la súplica.