Intervencioìn Cognitiva en Demencias

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1.

Intervención cognitiva en demencias dentro de las terapias no


farmacológicas.

Introducción:

Al hablar de intervención cognitiva nos referimos al conjunto de técnicas


cuyo principal objetivo es la mejora de las capacidades mentales y funcionales
de la persona con demencia, en este caso, buscando en última instancia el
aumento de su autoestima y calidad de vida.

Históricamente, el grueso de esta terapia ha sido conformado por la


estimulación, el entrenamiento y la rehabilitación cognitiva. Sin
embargo, en los últimos años se están empezando a incluir otro tipo de
propuestas que, si bien no centran su actividad en la cognición, sí que
intervienen en ella tangencialmente y, en ocasiones, de manera más efectiva
que los enfoques tradicionales.

Sea cual sea el planteamiento, la intervención terapéutica deberá estar basada


en las capacidades y necesidades de la persona, existiendo actividades
específicas para trabajar funciones tan concretas como la atención, el lenguaje,
la memoria, la motivación o las gnosias y praxias (reconocimiento y habilidades
motoras).

Por otro lado, se han de tener en cuenta igualmente aspectos prácticos del


entorno y motivacionales de la persona a la hora de establecer este tipo
de ejercicios, buscando que sean significativos y lúdicos para quien los realiza.

1.1 Terapias no farmacológicas (TNFs)

Las terapias no farmacológicas abarcan todas aquellas intervenciones que, a


través de agentes primarios no químicos, tienen como objetivo
la mejora de la calidad de vida de la persona a quien van dirigidas.

Estas técnicas se utilizan en un amplio espectro de campos, desde la


medicina a la educación social, y patologías, desde físicas a psicosociales,
resultando una aproximación terapéutica fundamental en el tratamiento de
enfermedades crónicas.

En el caso de las demencias, su aumento de la prevalencia (es la segunda


patología más común después del cáncer) ha despertado un creciente
interés de los profesionales por ayudar a paliar sus efectos en la persona y
entorno.

Así, y junto a la ineludible importancia que cobra la farmacología a la hora


de paliar las alteraciones conductuales, además del valor de una
investigación que no cesa en la búsqueda de una cura o vacuna,
encontramos en las terapias no farmacológicas un pilar fundamental
para el tratamiento actual de las demencias.

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Modelo dinámico:

Olazarán, Poveda, Martínez y Muñiz (2007) plantean un modelo


dinámicoque engloba los fármacos y terapias no farmacológicas de eficacia
demostrada junto a los cuidados obligados y necesarios para personas que
padezcan algún tipo de demencia, como guía de actuación para el
tratamiento de estas enfermedades:

1.2 Intervención cognitiva

De manera técnica, se ha definido la intervención cognitiva como “un


conjunto de técnicas para mejorar el rendimiento mental de las personas
con enfermedades neurodegenerativas”, siendo su objetivo general
optimizar las capacidades funcionales del paciente, actuando a su vez sobre
su autoestima y calidad de vida:
1.2.1 Objetivos iniciales:
- Estimular las capacidades mentales
- Evitar la desconexión del entorno
- Aportar autonomía personal
- Dignificar a la persona
- Minimizar el estrés
1.2.2 Objetivos intermedios:
- Mejorar el rendimiento cognitivo
- Mejorar el rendimiento funcional
- Incrementar la autonomía
- Mejorar el estado de salud

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1.2.3 Objetivo final:
- Mejorar la calidad de vida del paciente

Características de la intervención cognitiva:

Dentro de las características principales de la intervención cognitiva


mencionamos:

1. Su objetivo terapéutico, orientado al tratamiento de los efectos de la


enfermedad.

2. Un carácter global e integral, buscando abarcar todos los aspectos de la


persona.

3. Su programación individualizada, adaptada a las necesidades y


preferencias de cada individuo.

4. La posibilidad de especialización, pudiendo atender a parcelas


psicológicas concretas.

Cabe mencionar que esta aproximación terapéutica NO pretende curar la


enfermedad, recobrar capacidades perdidas o forzar a la persona a conseguir
resultados, mientras que SÍ busca enlentecer el deterioro, promover la
actividad mental y que suponga una actividad amena.

Cambio de paradigma:

Tradicionalmente, la intervención cognitiva se ha concebido en términos


de tres diferentes propuestas: la estimulación cognitiva, el entrenamiento
cognitivo y la rehabilitación cognitiva, basadas en el mantener habilidades
preservadas, aumentar el rendimiento mental y recuperar la capacidad de
facultades deterioradas, respectivamente.

No obstante, en los últimos años se ha ido ampliando el concepto hasta


incluir otro tipo de terapias, entre las que destacan la reminiscencia, la
orientación a la realidad, el entrenamiento en AVDs o la terapia basada en el
diálogo, además de enfoques incluso menos ortodoxos, como la musicoterapia,
la danzaterapia, la roboterapia (terapia con robots) o la terapia asistida con
animales.

Esta revisión de acercamientos se debe a un cambio de paradigma que


considera la intervención cognitiva como una terapia que debe abarcar todos
los aspectos de la persona, desde el propiamente cognitivo hasta el emocional y
conductual.

Escala de deterioro global de Reisberg:

Hemos mencionado la importancia de adaptar el material utilizado a las


capacidades y necesidades de la persona, para lo cual se suele utilizar

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la Escala de Deterioro Global de Reisberg (GDS), cuya puntuación hará
las veces de guía a la hora de orientar la elección de actividades:

 GDS 3 (fallos sutiles): actividad social y pedagógica, reminiscencia,


orientación a la realidad avanzada…
 GDS 4 (estadio de estimulación): reminiscencia, orientación a la
realidad, terapia cognitiva, entrenamiento en actividades de la vida diaria,
adaptación del entorno…
 GDS 5 (estadio de intervención): reminiscencia, orientación a la realidad
básica, terapia cognitiva, entrenamiento en actividades de la vida diaria,
adaptación del entorno…
 GDS 6 (estadio de cargo parcial por el cuidador): terapia cognitiva
simple, actividades significativas, adaptación del entorno, terapia de
validación…

Como se puede observar, conforme aumenta la gravedad, más básicos son los
ejercicios a aplicar, tanto en su orientación a trabajar actividades
significativas y prácticas como en el tratamiento de las consecuencias
afectivas y emocionales que el deterioro progresivo conlleva en la persona.

Los niveles GDS 1 y GDS 2 no se contemplan por suponer estados de


ausencia de alteración y disminución cognitiva muy leve,
respectivamente. Se hace lo propio con el nivel GDS 7, por significar unestadio
demasiado grave, de total dependencia.

Bases neuropsicológicas de la intervención cognitiva:

Como todas las terapias no farmacológicas, la intervención cognitiva consta de


una serie de hechos establecidos y consideraciones teóricas que la
fundamentan:

 En primer lugar, debemos atender a la arquitectura funcional de las


actividades cognitivas, las cuales se fundamentan en bases biológicas.
Éstas se encuentran comúnmente representadas a partir de modelos
funcionales en los que se describen los procesos mentales subyacentes al
tratamiento de la información, sobre la que opera esta intervención (como
se cita en Peña-Casanova, 1999, p. 30).

Uso de las funciones mentales:

 También cuenta el uso de las funciones mentales y los rendimientos


cognitivos. El desempeño en una función determinada se relaciona con su
frecuencia de uso en el día a día; si se trabaja, se repite y se hace más
frecuente su uso, será teóricamente más fácil de evocar.

 Para el campo que nos compete, debemos tener en cuenta la estructura


cognitiva en la enfermedad de Alzheimer, cuyos pacientes desarrollan
una afectación precoz de las capacidades lingüísticas y ejecutivas, además
del deterioro en la memoria. No obstante, sus síntomas cognitivos cursan de
5
manera heterogénea y dependen de la fase de la enfermedad, con lo que la
evaluación de las capacidades preservadas será fundamental antes de
planificar cualquier tipo de intervención (véase la tabla que se presenta a
continuación)

En el caso de querer tratar a una persona con demencia que haya visto afectada su
capacidad lingüística, deberemos concretar el trastorno específico y a qué
funciones está afectando para poder proponer una intervención adecuada.

Explicar las arquitecturas funcionales:

Por último, se deben explicitar las arquitecturas funcionales en las


actividades de intervención cognitiva. Como ya hemos visto, las
capacidades mentales se interrelacionan a través de intrincadas redes. Esto se
deberá ver reflejado en las actividades que elijamos para intervenir; por
ejemplo, con un juego práctico de clasificación se trabajará el reconocimiento
de objetos, la semántica, y las funciones ejecutivas, por lo que estará indicado
para personas con déficits en estas áreas específicas.

“Dada la organización cerebral en redes funcionales y su plurimodalidad,


difícilmente un ejercicio será específico para un aspecto funcional concreto, ya
que normalmente implicará diversas capacidades”  (Peña-Casanova, 1999).

2. Intervención cognitiva tradicional

Introducción:

Clarificación conceptual: No debemos olvidar que la estimulación cognitiva, de


manera general, es distinta de la terapia o intervención cognitiva:

 Estimulación cognitiva. Tiene como objetivo “animar a la acción o a la


ejecución”, representando, en cierto modo, una especie de “gimnasia
cerebral”.

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 Terapia cognitiva. Su propósito es más concreto; se fundamenta en una
valoración exhaustiva de las capacidades mentales de la persona, con el fin
de establecer estrategias de intervención más holísticas, más sólidas desde
el punto de vista teórico y mejor elaboradas desde el metodológico.

Estimulación cognitiva:

Los ejercicios que se proponen dentro de la estimulación cognitiva buscan


la preservación de los procesos mentales aún presentes, en este caso,
en la enfermedad de Alzheimer, aunque con una concepción unitaria de los
mismos, sin una valoración previa tan detallada y desde una metodología más
rígida:

 Memoria: de trabajo, de conocimientos (semántica) y de eventos


(episódica a largo plazo).

 Orientación: temporal, espacial y personal.

 Capacidad visoespacial: atención, percepción y reconocimiento de


objetos y caras.

 Lenguaje oral y escrito: evocación, sintaxis, comprensión, lectura y


escritura.

 Praxias (habilidades motoras): gestos de comunicación, de


manipulación, de construcción y del acto de vestirse.

 Función ejecutiva: capacidades conceptuales, planificación, juicio y


percepción de sí mismo.

Entrenamiento cognitivo:

Como ya hemos comentado, la intervención cognitiva tradicional considera las


capacidades mentales como algo unitario y susceptible a una especie de
“gimnasia mental”, pudiéndose trabajar como se ejercitan los músculos.

Dentro de este planteamiento, el entrenamiento cognitivo se encuadraría


como una variante de la estimulación, orientado no solo a conservar sino
a mejorar las capacidades mentales y en el que los resultados de la
actividad sí son importantes. Si hasta ahora hemos hablado de “mantener las
habilidades preservadas”, en este caso cambiamos el foco hacia una mejora de
las mismas.

La metodología también varía, y al igual que en un programa de entrenamiento


físico, se plantea un repertorio de actividades de dificultad creciente e
incremento paulatino de la exigencia. Por sus características, suele ser una
intervención de elección en fases tempranas de la enfermedad.

Rehabilitación cognitiva:

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Por último, debemos aludir de manera general al proceso de rehabilitación,
definido como el conjunto de actividades orientadas a restituir funciones
perdidas a causa de un trauma o una enfermedad.

En el tratamiento de enfermedades mentales, se utiliza la rehabilitación


cognitiva para recuperar las aptitudes mentales dañadas, buscando mejorar o
paliar los déficits que provocan este tipo de patologías.

No obstante, las demencias presentan la característica de cursar con


un deterioro progresivo de las funciones cognitivas, por lo que
generalmente no es planteable su recuperación.

Ejercicios de rehabilitación cognitiva:

A menudo, los ejercicios de estimulación, entrenamiento y rehabilitación


cognitiva se solapan, diferenciándose las metodologías en la conformación y
estructuración de dichas actividades.

Incluso ejercicios tan comunes como una sopa de letras pueden suponer un


material susceptible de ser utilizado para rehabilitación cognitiva (en este caso,
para la rehabilitación de la atención).

3. Intervención cognitiva contemporánea

Introducción:

Hasta ahora, hemos visto el planteamiento que históricamente se ha mantenido


acerca de la estimulación cognitiva, limitado al ejercicio explícito de las
funciones mentales (a través de la estimulación, del entrenamiento o de la
rehabilitación) y circunscrito a actividades formales y estructuradas,
frecuentemente desarrolladas en formato escrito u oral.

Sin embargo, actualmente el paradigma de la intervención cognitiva ha


avanzado hacia un enfoque más amplio y holístico. Hoy en día, se trabaja
con estrategias y métodos mucho más extensos y flexibles, buscando
abarcar todos los aspectos de la persona, en este caso, con demencia; tanto la
parcela cognitiva como la emocional y conductual, teniendo así mucho más
presente el objetivo final del tratamiento: el aumento de la calidad de vida.

3.1 Inclusión de los enfoques tradicionales:

Como hemos comentado, las fronteras en lo referente a las técnicas utilizadas


se han ampliado enormemente a lo largo de los últimos años. No obstante, y
dentro de las nuevas perspectivas que veremos a continuación, como la
reminiscencia, la terapia de orientación a la realidad o el entrenamiento en
habilidades para la vida diaria, pasando por otros encuadres incluso más
novedosos, como la musicoterapia, la danzaterapia o la terapia asistida con
animales, no debemos desdeñar los enfoques tradicionales.

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La estimulación, el entrenamiento y la rehabilitación cognitiva no solo suponen
las bases de los nuevos tratamientos sino que, además, las técnicas
utilizadas suelen ser las más accesibles y asequibles por parte de centros y
profesionales, lo que, unido a su comprobada eficacia, mantiene a los
planteamientos clásicos como pilar fundamental de la intervención
cognitiva, incluso hoy en día.

3.2 Terapia de reminiscencia:

A partir de este punto, hablaremos de una serie de terapias encuadradas dentro


del marco de terapias no farmacológicas pero que, dado su carácter
orientado bien a la estimulación (directa o indirecta) de las funciones mentales
o a la intervención en las parcelas emocional y conductual, se enmarcan dentro
de lo que actualmente consideramos como “terapias cognitivas”.

Así pues, comenzamos enunciando la terapia de reminiscencia como un


proceso psicológico orientado a la adaptación exitosa de las personas mayores
a través de las diferentes etapas de la vida, trayendo a conciencia las
experiencias pasadas y conflictos sin resolver.

Su carácter terapéutico destaca a la hora de dar un nuevo significado a


esos recuerdos y ofrecer una nueva visión de su vida, buscando
conseguir en última instancia un sentimiento de serenidad y sabiduría (Butler,
1974).

No solo la evocación explícita de recuerdos constituye la reminiscencia, sino que


también se contempla la utilización de metodologías tan comunes y cercanas a
la persona como son, por ejemplo, los refranes.

Teoría del desarrollo personal:

El marco teórico que sustenta esta terapia se mantiene en la Teoría del


Desarrollo Psicosocial, de Erik Erikson, y más concretamente en su
planteamiento acerca de las personas mayores y su necesidad de aceptar su
vida de manera completa, con todos sus matices, ante la cercanía de la muerte.

Se trata de conseguir un sentido de integridad, de coherencia con la


propia vida y de no entrar en desesperación por la incapacidad de revivirla
para remendar los errores, tal y como afirma González-Arévalo (2015).

Así pues, se busca facilitar este proceso de integración a través del recuerdo


autobiográfico, elicitado tanto de manera explícita como implícita.

Beneficios de la terapia de reminiscencia:

Se han constatado efectos beneficiosos de la terapia de reminiscencia en


cuanto a la cognición y el estado de ánimo, y de manera más específica, en
las habilidades de cuidado personal, la comunicación y los trastornos de
conducta.

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No obstante, este acercamiento no está exento de limitaciones metodológicas,
empezando por una falta de consenso por parte de los teóricos en lo
referente a las estrategias a utilizar, además de las posibles barreras (como
problemas de comunicación o comprensión) que impidan la utilización de este
acercamiento con algunos usuarios. Por ello, se torna de especial importancia la
evaluación las capacidades de la persona antes de plantear una intervención de
este tipo.

3.3 Terapia de orientación a la realidad (TOR):

Podemos definir la orientación como la capacidad que nos permite ser


conscientes de nosotros mismos y del contexto en el que nos encontramos, en
un momento determinado. Es una de las capacidades más significativas
para nuestro normal funcionamiento en el día a día, interviniendo en
habilidades tan básicas como saber qué hora es o dónde estamos.

Existen tres tipos de orientación:

 Espacial: relativa al lugar en el que estamos en cada momento, pero


también constituye la capacidad para deducir cómo hemos llegado hasta
allí o dónde iremos después.

 Temporal: se refiere al manejo de información sobre la hora, el día o la


fecha, no solo para poder identificarlas sino también para poder
distinguir correctamente las conductas apropiadas para cada momento.

 Personal: relacionada con la información de uno mismo y de la propia


historia vital.

La terapia de orientación a la realidad (TOR) trabaja sobre la estimulación


de la orientación para mejorar la calidad de vida de personas mayores en
estados de confusión, siendo así descrita de forma pionera por Folsom en 1966.

Opera mediante la presentación de información relacionada con la orientación


(tanto espacial, como temporal y personal), lo cual se considera que aporta a la
persona mayor compresión sobre lo que le rodea, y produciendo a su vez
un aumento en la sensación de control y en la autoestima (Francés,
Barandiarán, Marcellán y Moreno, 2003).

Su eficacia ha sido probada tanto en ensayos aleatorizados (Brook y cols. 1975)


como en revisiones sistemáticas (Spector y cols., 2000), siendo además la
terapia más ampliamente evaluada.

Aplicación de la terapia TOR:

La orientación a la realidad se ha venido aplicando de dos formas, según


Francés y cols., 2003:

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1. TOR en sesiones de entre 30 y 60 minutos de duración, trabajada
en pequeños grupos varias veces por semana. Con un enfoque
plenamente cognitivo, las sesiones comienzan habitualmente por la orientación
espacial y temporal, siguiendo después con la discusión de eventos cercanos a
los usuarios.

2. TOR de 24 horas, con la orientación presente durante todo el día y


practicada por todas las personas que tienen contacto con el usuario,
tanto de manera directa como a través de referencias en el ambiente,
señales y otras ayudas. El énfasis se centra en dar al usuario información
sobre los contextos temporal, espacial y personal en todo momento.

3.4 Entrenamiento en AVDs

El deterioro cognitivo inherente a las demencias se manifiesta a través


desíntomas como los fallos de memoria, los problemas en la comprensión o
las difcultades en la movilidad. Las implicaciones de estos síntomas abarcan
desde lo más anecdótico, como la elaboración inconsciente de neologismos por
parte de la persona, hasta lo más serio, como la eventual imposibilidad para
comer o asearse por sí mismo.

Independientemente del grado de afectación, las personas con demencia son,


ante todo, personas; las necesidades de autoestima, valía personal,
pertenencia o rutina se mantienen en igual medida que para cualquier
individuo, y se ha planteado que muchas de las alteraciones conductuales
asociadas pueden deberse a la incapacidad de los pacientes para satisfacer
estas necesidades.

Así pues, en los últimos años se vienen proponiendo actividades que ayuden


a los usuarios a satisfacerlas, buscando no solo el aplacamiento de
síntomas sino el aumento de la calidad de vida.

Tal y como plantea el manual Actividades basadas en el Método Montessori


para personas con demencia, es muy importante proporcionar a estos pacientes
tareas que les permitan mantener o mejorar las habilidades necesarias
para un normal funcionamiento diario.

Estos ejercicios buscan mejorar las aptitudes requeridas para tareas


básicas como la alimentación, el aseo o vestirse, tratando de ejercitar las
capacidades cognitivas conservadas con objetivos significativos y que tengan
relevancia para la persona, como poder preparar platos sencillos por sí mismo.

Así pues, deben suponer tanto una guía como un entrenamiento para


poder generalizarlos a la vida diaria, previa evaluación de las habilidades del
individuo, que serán la base sobre la que establecer la intervención.

Clasificación de las AVDs

Para ilustrar la estructuración de estas actividades, utilizaremos la clasificación


planteada por el manual antes nombrado, el cual se creó con el objetivo de
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generar una teoría o filosofía unificada a partir de la que poder programar
ejercicios significativos para personas con demencia:

1. Discriminación sensorial:

Antes de cualquier intervención va a ser de especial importancia la evaluación


de las capacidades conservadas por la persona. Todas y cada una de las
categorías que vamos a explorar conllevan un elemento evaluativo implícito
en sus actividades, siendo éste en específico el objetivo principal de las
actividades de discriminación sensorial.

Así pues, este tipo de actividades estarán especialmente dirigidas a


pacientes con afectación más severa, con el fin de discernir hasta qué
punto están conservadas sus aptitudes perceptivas, y más allá, para
desarrollar su capacidad para discriminar sonidos, colores, pesos, temperatura
u olores.

Desde tarros con café u otros granos para evaluar la discriminación sonora a la
comparación de jabones y otras sustancias para medir la discriminación de
olores, pasando por utilizar bolas de fieltro y piezas de madera o metal para
mejorar la capacidad de la persona para discriminar temperatura.

La metodología basada en el Método Montessori es tan efectiva como cotidiana,


permitiendo llevarla a cabo incluso dentro del propio hogar.

2. Actividades de coger o agarrar:

A partir de estos ejercicios se promueve el ejercicio de la motricidad fina y gruesa,


la actividad motora, la propia movilidad y la coordinación visomotora. 

3. Actividades de verter:

Constituyen una de las aptitudes más básicas que constituyen


independencia por sí mismas.

Por ello, promover esta capacidad es importante, pese a ser relativamente


específica, y dado a que en residencias o instituciones no se suele dar la
oportunidad a las personas con demencia de realizarla, perdiendo la práctica y
contribuyendo así a la pérdida de la capacidad.

4. Actividades de prensar:

Se plantean para facilitar la compresión de objetos, utilizando plastilina,


algodones o telas para entrenar el uso de pinzas, prensadores o punzones.

De este modo, se fortalecen los músculos de las manos, buscando una


mayor interactividad con el entorno por parte de los pacientes.

5. Actividades de psicomotricidad fina:

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Indicados para personas afectadas de artritis, accidentes cerebrovasculares y
problemas de visión, y las implicaciones de estas afectaciones a nivel de
la motricidad más precisa.

6. Cuidado del entorno:

Actividades relacionadas con la jardinería o la cocina, centradas en las


ocupaciones más prácticas, como arreglar las flores, regar las plantas o
poner la mesa.

Con esto, se ayuda a la persona a ser más consciente y responsable de su


contexto más cercano.

7. Cuidado personal:

Constituyen una introducción al autocuidado, cuyas actividades incluyen,


por ejemplo, doblar y colgar la ropa, ejercicios de vestirse o cepillado de
dientes.

De nuevo, los usuarios no suelen tener la oportunidad de entrenar estas tareas


en centros residenciales, con lo que se torna de mayor importancia
trabajarlas. 

8. Actividades de clasificación:

Indicadas para personas con cualquier grado de afectación, incluso con


afectaciones en el lenguaje.

Se trata de emparejar ítems similares o incluirlos en categorías concretas,


como por su forma (redondeada, puntiaguda, grande, pequeña…), por similitud
(unir parejas) o por clase (diferenciación entre animales y plantas).

9. Actividades de seriación

La capacidad de seriar objetos es un principio de organización básica para


controlar el entorno, pudiendo establecer un cierto orden en su contexto
cercano.

3.5 Cognitive Stimulation Therapy (CST):

En los últimos años, las línea de investigación sobre estimulación cognitiva


en demencias se centra no solo en la importancia de que
las actividades sean significativas y generalizables para la
persona(como en el caso del entrenamiento en actividades de la vida diaria),
además de adaptadas a sus capacidades y necesidades. También se busca
atender de manera explícita o implícita aspectos emocionales y
conductuales.

Es aquí donde entran acercamientos como la Cognitive Stimulation Therapy


(CST), sin adaptación todavía al castellano pero que podríamos traducir como

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“Terapia de estimulación cognitiva”, no en un sentido estricto sino como
una intervención basada en el diálogo, consistente en sesiones
centradas sobre un tema específico (niñez, comida, trabajo, lugares, etc.)
y de formato verbal, durante las cuales se buscará estimular el lenguaje a
partir de la categorización, construcción y asociación de palabras y conceptos.

No obstante, esta propuesta no se limita a trabajar la función verbal, sino que,


tal y como aseveran Lobbia y colaboradores (2018), incluye aspectos de la
terapia de reminiscencia, la estimulación multisensorial y los principios de
aprendizaje implícito, involucrando a los participantes en actividades que
enfatizan las habilidades emocionales, relacionales y sociales de la persona.

Por ejemplo, existen ejercicios orientados a la estimulación de


diferentes funciones cognitivas a partir del diálogo sobre algo
cotidiano, como los alimentos. Pero también podemos plantear
un entrenamiento de aspectos más específicos, como la memoria
semántica y autobiográfica, con actividades igualmente dinámicas y
amenas, como una especie de quiz.

3.6 Otras terapias:

3.6.1 Terapia asistida con animales:

Pese a que existen registros de utilización de animales con fines


terapéuticos desde hace siglos, no se empiezan a encontrar investigaciones
en este campo hasta los años 60, en las que se observan diferentes beneficios
terapéuticos en la interacción humano-animal (Pérez, 2016).

Los primeros animales utilizados fueron los caballos, a los que se fueron


incorporando paulatinamente otros animales de granja y de compañía,
incluso pequeños anfibios y reptiles, tanto en intervenciones formales como a
modo de “distracción” de otros programas terapéuticos.

3.6.2 Musicoterapia:

El valor terapéutico de la música ha sido puesto de relieve desde la Edad


Antigua. Sin embargo, la musicoterapia como profesión nació en Estados
Unidos a mediados del pasado siglo, al observarse los efectos beneficiosos de la
música en excombatientes. En la actualidad, su utilización como método de
intervención está presente de manera internacional en centros hospitalarios,
psiquiátricos, educativos, etc. (García, 2014).

Así pues, podríamos definir la musicoterapia como “el uso profesional de la


música y sus elementos como una intervención en ambientes médicos,
educativos y cotidianos con individuos, grupos, familias o comunidades,
buscando optimizar su calidad de vida y mejorar su salud física, social,
comunicativa, emocional e intelectual y su bienestar ”, según la Federación
Mundial de Musicoterapia (WFMT, 2011).

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En demencias, la musicoterapia es una intervención no farmacológica
recomendada. En el área cognitiva, estimula capacidades como la atención, la
orientación, el lenguaje o la memoria, aportando a la persona sentimientos
de identidad, seguridad y familiaridad propios de la reminiscencia, en el caso de
escuchar melodías familiares.

Resulta especialmente llamativo su efecto en el lenguaje; en las capacidades de


fluencia y contenido y informativo (Brotons y Koger, 2000). No es extraño
encontrar personas con demencia que, pese a sus dificultades para producir o
comprender el lenguaje verbal, son capaces de cantar canciones. Aldrige (2000)
planteó su explicación en que “los fundamentos del lenguaje son musicales, y
son prioritarios a las funciones semánticas y léxicas”.

De igual manera, se han constatado efectos beneficiosos en las áreas


socioemocional y conductual.

3.6.3 Danzaterapia:

Como terapia relacionada (englobadas dentro del grupo de Artes Creativas en


Psicoterapia), aunque desde un enfoque diferente, encontramos la danza
creativa terapéutica o danzaterapia, basada en las teorías de la Danza
Movimiento Terapia (DMT), que plantean el uso psicoterapéutico del
movimiento dentro de un proceso creativo que busca la integración psicofísica
-cuerpo y mente- de la persona (ADMTE).

Este acercamiento nace de la unión entre danza y psicología, proponiendo


conectar la emoción, el movimiento y el pensamiento a través de un objetivo
principal centrado en el proceso psicoterapéutico y alejado de la estética o la
técnica de la coreografía (IMSERSO, 2011).

El objetivo terapéutico antes nombrado buscará mantener la identidad de la


persona a través de un proceso creativo; consistirá en proporcionarle un
principio de realidad y normalidad en un espacio y tiempo donde puedan ser
libres de expresar sus emociones y crear su propia danza.

De este modo, la danzaterapia basará su intervención en tres principios:

 Un enfoque humanista.

 Un reconocimiento y aceptación de la persona con demencia como un


ser creativo, al margen de sus capacidades cognitivas.

 Un compromiso por parte del profesional en cuanto a la continuidad y


confidencialidad de su trabajo con los usuarios objeto de la terapia.

3.6.4 Psicoestimulación con nuevas tecnologías:

En los últimos años hemos vivido un boom en lo referente a la tecnología, en forma


de dispositivos móviles, tabletas, consolas o videojuegos, con un software y

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unas interfaces cada vez más intuitivas y amigables para la persona que los
utiliza.

Esta explosión ha abierto la curiosidad en cuanto al potencial de estas


herramientas no solo desde el punto de vista práctico sino también terapéutico.
Así lo apuntan García y Pérez (2017): “ resulta lógico pensar que, si las nuevas
tecnologías nos permiten comunicarnos, recordar nuestras tareas o aprender
nuevos idiomas, también puedan utilizarse como herramientas para la estimulación
cognitiva o como ayudas para la comunicación en colectivos con estas
necesidades, como es el de las personas con demencia ”. 

Así pues, se plantea el uso de estas tecnologías como terapia no farmacológica de


elección en demencias, particularmente a través de dispositivos tablets  o la
videoconsola Nintendo Wii.

En cuanto a las tabletas, son generalmente consideradas como fáciles de utilizar


gracias a su interfaz táctil, lo que las hace especialmente intuitivas incluso para
personas sin experiencia en nuevas tecnologías. Así, estos aparatos pueden ser
utilizados en múltiples contextos y con diferentes objetivos (Kerkhof, Graff,
Bergsma, De Votch y Dröes, 2016; Lim y cols., 2013), entre los que destacamos
las utilidades a nivel de intervención cognitiva:

 Servir de apoyo a las capacidades cognitivas en declive y para la realización


de actividades de la vida diaria.
 Aportar actividades de estimulación, entrenamiento y rehabilitación
cognitiva.
 Facilitar la administración de pruebas de evaluación cognitiva.

3.6.5 Estimulación multisensorial:

La estimulación multisensorial, junto con la psicoestimulación con nuevas


tecnologías, es una de las intervenciones terapéuticas de más reciente
implementación. Fue desarrollada en los Países Bajos durante la década de 1970, e
introducida para el tratamiento de personas con demencia a finales de los años 90
(Moffat, Barker y Pinkney, 1993).

Generalmente, esta terapia se realiza en una habitación preparada, conocida


como sala Snoezelen. En este espacio, se les ofrece a los usuarios estímulos
visuales, auditivos, táctiles y olfatorios a partir de herramientas como luces,
columnas de agua, aromas, sonidos o proyecciones (Milev, Kellar y McLean, 2008;
Baker, Bell y Baker, 2001).

Las características principales de la estimulación multisensorial son la atención


personalizada y la aproximación no directiva, animando a los usuarios a
interactuar con los estímulos que ellos elijan en cada momento y buscando
la estimulación sin necesidad de actividad intelectual por parte del paciente,
con lo que resulta un acercamiento de elección para personas con demencia
severa, especialmente.

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A continuación, se enuncian algunas de las áreas de la persona a las que se puede
dirigir esta terapia (Hulsegge, 1987; Thompson y Martin, 1994; Kwok, To y Sung,
2003):

 Relajación.

 Desarrollo de la autoconfianza y el autocontrol.

 Potenciar la exploración y las actividades creativas.

 Proporcionar ocio y diversión.

 Mejorar la atención.

 Disminuir las alteraciones comportamentales.

3.6.6 Psicoterapia:

A lo largo del curso natural de las demencias es habitual que


aparezcan alteraciones perceptivas, cognitivas, emocionales o
conductuales, siendo además una de las consecuencias más incapacitantes de
este tipo de enfermedades y una de las mayores amenazas para la estabilidad del
núcleo familiar (Peña-Casanova, 1999).

De igual manera, a la hora de trabajar sobre el rendimiento cognitivo, se deben


prevenir, diagnosticar y tratar los trastornos psicológicos y del
comportamiento. Por otro lado, también cabe controlar los trastornos del
comportamiento a partir de técnicas específicas, como la modificación de
conducta.

Ahondaremos en estos apartados a lo largo del punto 5.5: ‘Control de trastornos


psicológicos y del comportamiento’.

4. Terapia cognitiva específica

Introducción:

Como hemos visto, los acercamientos actuales en lo referente a la intervención


cognitiva son tan amplios como holísticos. Por ello, se torna de especial relevancia
un análisis detallado de las capacidades mentales de la persona con la que
llevaremos a cabo alguna de las terapias propuestas, así como de sus
necesidades específicas a nivel cognitivo.

De esta manera, centraremos el tratamiento alrededor de las capacidades y


necesidades, que nos servirán como base para elegir qué actividades aplicaremos
y sobre qué funciones se buscará trabajar. Dicha evaluación deberá ser llevada a
cabo por un neuropsicólogo.

17
Para ilustrar este escenario, enunciaremos un caso publicado por Dubois Remund
en 1995, extraído del manual Intervención cognitiva en la enfermedad de
Alzheimer (Peña-Casanova, 1999).

“Se trata de la Sra. OC. Tras una primera exploración se llegó a la conclusión de
que la paciente padecía una forma de demencia llamada ‘semántica’. El problema
se localizaba en la memoria semántica y afectaba a capacidades como la
denominación de objetos, la comprensión oral y escrita de las palabras, el
reconocimiento de imágenes, la lectura y la escritura. Se estableció una línea base
de sus capacidades a partir de una extensa prueba de denominación (125
imágenes) realizada en dos semanas distintas para tener datos estables”.

“Se realizaron sesiones de entrenamiento en las que, de no ser capaz la paciente


de decir el nombre, éste se le decía. Luego se buscaban los rasgos semánticos
esenciales del objeto, de tipo físico, funcional y asociativo. En todos los casos se
intentaba, también, relacionar el objeto con la experiencia personal de la paciente,
haciendo de la tarea una experiencia significativa para ella.”.

“Si la imagen era mal identificada, se le ofrecían las características pertinentes,


verbales y gestuales.. Para que la paciente conservara estas informaciones se le
indicaba que dibujara el objeto y que escribiera su nombre y algunas de sus
características. En sesiones sucesivas se recordaba lo que se había evocado
previamente, sin las notas que la paciente había realizado e intentando que
buscara las informaciones por sí misma”.

“Los resultados mostraron que la usuaria mejoró en un 25% de todas las imágenes
en el control realizado después de la fase terapéutica”.

Análisis de caso:

En el caso de Dubois, la paciente padecía un tipo de demencia que afectaba a


funciones cognitivas concretas (reconocimiento y denominación de objetos,
comprensión verbal, lectura y escritura), lo que apuntaba desde un primer
momento las áreas a tratar en intervención, es decir, las necesidades de la
persona.

Sin embargo, y como hemos visto, se tuvo que marcar una línea base de
sus capacidades a partir de una evaluación de las mismas, tras lo cual se pudo
plantear un ejercicio adaptado y personalizado, además de significativo para la
persona, una característica que siempre debería mantenerse, en la medida de lo
posible.

De este modo, y según la evaluación correspondiente, nos podemos encontrar


con escenarios en los que la línea a seguir sea el tratamiento específico de
aspectos como el lenguaje, la orientación, la atención, el esquema corporal, la
memoria, la gestualidad, la lectura y escritura, el cálculo y la gestión del dinero, las
funciones ejecutivas o las actividades de la vida diaria.

En este punto veremos pautas para algunos ejercicios de intervención


cognitiva dirigidos a la intervención de aptitudes concretas, para cada una de las
funciones mencionadas. Por ejemplo, actividades de conversación,

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descripción, repetición, reconocimiento y denominación, para la
estimulación del lenguaje.

4.1 Lenguaje

El lenguaje es consiste en la materialización de signos y símbolos(orales o


escritos) que representan objetos, ideas, percepciones, etc., según las
normas de cada comunidad lingüística (Lecours y Lhermitte, 1979).

Dentro de esta competencia, varios pueden ser los procesos afectados y a los que
dirigiremos ejercicios de estimulación cognitiva específicos:

 Conversación: poder formular y comprender las ideas de un intercambio


verbal.

 Descripción: discurso en el que se explica cómo es una cosa, persona o


lugar.

 Repetición: capacidad para reproducir una construcción verbal escuchada.

 Denominación: nombrar o llamar a una persona, cosa o concepto con un


determinado nombre.

 Vocabulario: conocimiento del conjunto de palabras de una lengua o


léxico.

 Comprensión: facultad que nos permite dar significado a palabras o ideas.

Conversación:

Objetivos: promover la producción del lenguaje a través de la interacción


personal con el usuario.

Materiales: sin necesidad de material específico, dado que la actividad se


basa enteramente en una relación verbal con la persona. No obstante, se pueden
utilizar objetos, imágenes o sonidos para iniciar o estimular la conversación,
siempre que el paciente no padezca de limitaciones sensoriales.

Estructura: se basa en una situación de conversación normal, cotidiana y


espontánea.

Descripción:

Objetivos: estimular el lenguaje descriptivo a través de estímulos visuales. De


manera más específica, promover de igual manera la interacción interpersonal a
través de la descripción, narración y conversación sobre imágenes.

Materiales: se pueden utilizar estímulos normatizados y protocolizados,


como láminas temáticas, u otros de corte más informal, como revistas,
periódicos y libros.

19
Estructura: se plantea una mera generación del discurso a partir de
estímulos visuales, buscando que la persona hable directamente de lo que está
viendo.

Repetición:

Objetivos: ejercitar la retención, la atención y la concentración de la


persona a partir de una tarea de repetición verbal.

Materiales: generar una lista de palabras o frases concretas a repetir por el


usuario.

La flexibilidad es total a la hora de elegir los temas o la dificultad del material,


aunque se recomienda que sea palabras o frases relacionadas entre sí y cuyo
significado sea relevante para la persona o esté relacionado con su contexto
cercano.

Estructura: es una tarea de repetición simple, según la cual, a partir de la


interacción interpersonal, se procurará que el usuario reproduzca las palabras o
frases que vea escritas o se les diga de forma oral.

Denominación:

Objetivos: estimular la función léxica a través de estímulos visuales,


fundamentalmente imágenes y objetos. Supone una versión simplificada de la
tarea de descripción.

Materiales: de nuevo, no se requerirán elementos muy complejos, más allá


de objetos o imágenes de los mismos agrupados por categorías, a ser posible.
Se pueden utilizar fotos presentes en periódicos, libros, folletos, etc.

Estructura: simplemente se presentarán estímulos visuales al usuario, tras lo


cual se le pedirá que los nombre.

Vocabulario:

Objetivos: estimular la capacidad léxica y semántica a partir de una tarea


verbal.

Materiales: pueden utilizarse bien materiales normatizados, como los presentes


en manuales específicos, o bien informales, como podría ser una conversación
con el usuario a partir de la cual le preguntemos sobre sinónimos de una
palabra o componentes de una categoría (por ejemplo, a la hora de enunciar
tipos de animales).

20
Estructura: al igual que en la tarea de conversación, se plantea un intercambio
verbal como núcleo de la actividad. Se hablará con la persona acerca de las
categorías propuestas y se le pedirá que enuncie las palabras relacionadas que le
vengan a la mente.

Comprensión:

Objetivos: trabajar la función receptiva del lenguaje, la que nos permite


comprender el significado de las construcciones verbales que se nos enuncian.

Materiales: de manera general, se pueden utilizar todo tipo de elementos que


nos sirvan para establecer de una manera estructurada o informal una situación de
estímulo-respuesta, ya sea a partir de imágenes, láminas, figuras u objetos
del entorno.

Estructura: se podrá llevar a cabo tanto a partir de órdenes que la persona deba


cumplir como preguntas acerca de estímulos que se le presenten.

4.2 Orientación:

Como ya hemos visto anteriormente, la orientación es la capacidad de toda


persona para ser conscientes de nosotros mismos y de nuestro contexto
espacial y temporal. Así, los tres tipos de orientación se relacionarán con las tres
clases de ubicación posible: personal, espacial y temporal.

Es uno de los aspectos más importantes de nuestra cognición y condición


indispensable para un correcto funcionamiento diario; continuamente necesitamos
saber en qué momento del día estamos o dónde nos encontramos para poder
discernir qué conductas son adecuadas para cada instante o lugar.

El trabajo en orientación constituye uno de los más básicos y nucleares


relacionados con la intervención cognitiva en demencias, atendiéndose de
manera continua y sistemática, incluso en actividades de otra índole.

Objetivos: mantener las funciones de orientación personal, temporal y


espacial, trabajando sobre la información relativa al usuario, el momento del día
en el que se encuentra (así como el día de la semana, el mes o el año) y el lugar
en el que está.

Materiales: los instrumentos a utilizar son muy numerosos; desde manuales


especializados o materiales específicos (pictogramas, rótulos, diarios, televisión,
radio, etc.) a simples conversaciones cotidianas sobre el usuario, el momento o
el lugar.

Estructura: variará según el tipo de orientación que queramos trabajar. Así, en


ocasiones será más recomendable utilizar estímulos en el entorno (orientación
espacial y temporal) y, en otras, la interacción personal o en grupo (orientación
personal).

4.3. Atención - concentración:

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La atención nos permite dirigir nuestros sentidos y cognición a elementos
específicos del medio que nos rodea, normalmente sobre los más relevantes.
Tal y como apunta Ballesteros (2000), “hace referencia al estado de observación y
de alerta que nos permite tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno”.
Por su parte, la concentración es la capacidad para mantener fija la atención,
lo que conocemos como atención sostenida.

La primera condición necesaria para que se dé un proceso atencional es que


nuestros sentidos capten los estímulos del ambiente, por lo que el trabajo con
estos también va a ser importante:

 Visión: percepción del entorno visible y capacidad de ver.

 Audición: capacidad para poder oír y escuchar, para percibir sonidos.

 Tacto: facultad que permite percibir el contacto de otras cosas sobre la piel
y distinguir sus cualidades.

 Olfato y gusto: percepción de olores y sabores. Estos sentidos se


encuentran estrechamente relacionados.

Visión:

Objetivos: ejercitar la actividad de los sistemas perceptivos visuales y sus


implicaciones espaciales y cognitivas.

Materiales: estímulos seleccionados de manera específica, tanto formales como


informales (revistas, libros, periódicos, etc.). Se habrá de tener en cuenta si la
persona padece de alguna limitación en la vista y cómo ello puede afectar al
ejercicio.

Estructura: se presentarán los estímulos al usuario, a lo que le


seguirán preguntas que nos permitan discernir el estado de su
visión(cuestiones de discriminación visual, descripción, emparejamiento, ubicación
espacial, etc.).

Audición:

Objetivos: mantener, establecer o reforzar la actividad de los sistemas


perceptivos auditivos y sus implicaciones a nivel cognitivo.

Materiales: estímulos seleccionados específicamente, teniendo en cuenta


las limitaciones que la persona pueda tener en cuanto a su audición (sordera o
utilización de audífonos).

Estructura: se presentarán una serie de estímulos auditivos al usuario, sobre los


que se propondrán tareas de discriminación, descripción, o ubicación espacial,
siempre a partir de la interacción interpersonal.

Tacto:

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Objetivos: estimular la funciones relacionadas con el sentido del tacto.

Materiales: deberemos elegir pormenorizadamente los estímulos a utilizar, y en


este caso, nos interesa trabajar con materiales significativamente
diferentes en cuanto a la forma, el peso, el grosor, el tacto, la consistencia, la
temperatura y la dureza.

Estructura: de nuevo, la actividad se basará en una serie de cuestiones acerca de


los estímulos presentados; preguntas sobre las variables de los materiales.

Olfato y gusto:

Objetivos: atender al ejercicio de los sistemas olfativos y gustativos.

Materiales: estímulos relacionados con el olfato (olores tanto agradables


como desagradables, suaves y fuertes) y el gusto (diferentes comidas, en poca
cantidad).

Estructura: la metodología se mantiene en preguntas acerca de los estímulos


presentados, sobre sus características y sobre lo que evocan al participante.

4.4 Esquema corporal:

Podríamos definir el esquema corporal como la conciencia del cuerpo físico en


estado de reposo y en movimiento. No solo es el conocimiento de las partes de
nuestro cuerpo por separado y como un todo, sino también la forma en que éstas
se relacionan con el entorno.

El esquema corporal se construye a lo largo del ciclo vital, especialmente durante


los primeros años de vida.

Lo constituyen las sensaciones propioceptivas (referidas al propio cuerpo), las


provenientes de las articulaciones, táctiles visuales y laberínticas (referidas a
la posición y el equilibrio) y complementadas por aspectos psicológicos; la
propia denominación de las partes del cuerpo implica su reconocimiento como
realidad física y su unión a un significado verbal, en el que interviene la concepción
del espacio –delante/detrás, derecha/izquierda, arriba/abajo– (Peña-Casanova,
1999).

Objetivos: practicar ejercicios que permitan mantener durante el mayor tiempo la


conciencia del cuerpo.

Materiales: dibujos y gráficos del cuerpo. También cabe la posibilidad de utilizar


muñecos, siempre y cuando la persona no lo considere infantiles y los acepte en la
terapia.

Estructura: se basará en la interacción con el usuario, buscando abarcar tareas


de reconocimiento, denominación y señalización directa de partes del cuerpo.

4.5 Memoria:

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La memoria es la capacidad para codificar, almacenar y recuperar conocimientos y
sucesos pasados. De este modo, y según el tipo de información procesada,
distinguiremos entre dos tipos de memoria:

 Memoria explícita (declarativa): hace referencia a la información


almacenada de manera consciente. Este tipo de memoria se puede
diferenciar en dos subcategorías: episódica, referente al propio recuerdo de
sucesos vividos, y semántica, relacionada con conceptos que no están
ligados a la experiencia personal, como el conocimiento de carácter general
o la competencia lingüística.
 Memoria implícita (procedimental): abarca las acciones o actos
aprendidos a lo largo de nuestro ciclo vital. Se refiere a conductas que,
generalmente, hacemos de forma automática, como montar en bici sin
caernos.

Como es lógico, con los ejercicios de estimulación cognitiva buscaremos trabajar el


primer tipo de memoria, que además es, a su vez, una de las facultades más
afectadas en personas con demencia.

Objetivos: estimular la memoria de eventos pasados, lo que favorece la


orientación personal del usuario y aumenta su autoestima.

Materiales: cualquier tipo de estímulo (objetos, imágenes, sonidos, olores, etc.)


que pueda evocar recuerdos en la persona. En la medida de lo posible, es
recomendable que dichos estímulos sean significativos para la persona o que estén
relacionados con sus gustos, ocupaciones o aficiones, para hacer de la actividad un
espacio ameno y favorecer el compromiso con la misma.

Estructura: comprende una situación social de conversación, que se puede


realizar de manera individual o en grupo. A partir de la interacción con los
estímulos presentados, se buscará estimular la memoria de manera natural.

4.6. Gestualidad:

La gestualidad o praxias engloban las habilidades motoras y movimientos


organizados que realizamos con un plan u objetivo específico. Así pues, la
posibilidad de llevar a cabo estas acciones no solo depende de la destreza motora
de la persona sino que también intervienen diversas funciones cognitivas.

Desde un punto de vista técnico, las praxias se dividen en ideomotoras (gestos


simples), ideatorias (movimientos complejos), faciales (acciones con diversas
partes de la cara) y visoconstructivas (planificación para realizar construcciones,
dibujos o figuras). No obstante, y para ser más prácticos, diferenciaremos la
gestualidad en:

 Manipulación de objetos: acciones relacionadas con el manejo de


elementos físicos.

 Gestualidad de comunicación: realización de gestos con contenido


comunicativo (saludos, despedidas, etc.).

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 Destreza manual: actividades psicomotoras manipulativas finas o precisas
(cortar con tijeras, hacer un nudo, etc.).

 Praxis constructiva: poder generar formas con objetos o dibujos de papel


y lápiz.

Manipulación de objetos:

Objetivos: estimular el manejo de elementos físicos, tanto a nivel físico


como cognitivo.

Materiales: objetos reales relacionados con actividades de la vida diaria


e imágenes de los mismos.

Estructura: basándonos en una situación de interacción interpersonal con el


usuario, comenzaremos por enunciar los pasos a seguir para cada una de las
acciones propuestas a partir de los objetos reales o de las fotos, lo que
ejercitará las funciones cognitivas de percepción, comprensión, abstracción y
representación mental de la acción.

Posteriormente, le pediremos a la persona que realice la acción física de


manera autónoma, ayudándole o ejerciendo de modelo si fuera necesario.

Gestualidad de comunicación:

Objetivos: ejercitar gestos con contenido comunicativo (señalar, saludar,


despedirse, etc.).

Materiales: no es necesario material específico alguno, aunque cabe la posibilidad


de utilizar imágenes o fotos con el fin de trabajar el reconocimiento o la imitación
gestual.

Estructura: en este caso, sacaremos mayor partido a la interacción interpersonal,


ya que podremos simular situaciones de conversación naturales. También se
plantea la utilización de instrucciones verbales para que el usuario realice un gesto
específico.

Destreza manual:

Objetivos: fomentar tareas psicomotrices básicas y relacionadas con


actividades de la vida diaria.

Materiales: se pueden utilizar tanto objetos específicos para la actividad


(punzones) como otros más comunes y significativos(botones, cremalleras,
velcro, pendientes, tijeras, etc.). Se recomienda utilizar objetos relacionados
directamente con actividades de la vida diaria, como son los del segundo grupo.

Estructura: dependiendo del nivel de deterioro psicomotriz del usuario,


emplearemos objetos específicos o comunes. El objetivo final debe ser entrenar
acciones del día a día aunque, en ocasiones, es posible que sea necesario un
entrenamiento con utensilios de prueba.

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Praxis constructiva:

Objetivos: estimular actividades de diversa complejidad que planteen la


consecución de un objetivo (una figura, dibujo o construcción) a partir de
elementos de diferente naturaleza.

Materiales: material de escritorio (papel, lápices, pinceles, acuarelas, etc.)


y diferentes objetos manipulativos (piezas de madera, barro, plastilina,
rompecabezas, etc.).

Estructura: actividades de papel y lápiz o manipulativas supervisadas.

4.7. Lectura y escritura:

Desde un punto de vista técnico, la lectura es la decodificación y comprensión


del significado de caracteres escritos o de cualquier tipo de
representación gráfica. Por su parte, la escritura es lareproducción de ideas
a partir de palabras escritas en un papel u otra superficie.

De este modo, procesos que tenemos tan interiorizados se tornan complejos a la


hora de analizarlos según los procesos cognitivos que los hacen posibles.

Con la lectura se ejercita la comprensión verbal escrita y entran en juego


los sistemas visual y motor.  Por su parte, en la escritura participan la fluidez
de la expresión, la denominación y la evocación de palabras, así como
el sistema motor.

Las tareas de lectura y escritura son muy habituales en la vida diaria, con lo que su
conservación supone un componente importante en la autonomía de la persona y
en su autoestima y calidad de vida, consecuentemente.

Lectura:

Objetivos: potenciar la capacidad de lectura y de comprensión escrita,


incrementando a su vez la autoestima.

Materiales: los ejercicios de lectura quizá sean las que permiten un material
más amplio: hojas con sílabas, frases y textos. Tarjetas con órdenes escritas.
Periódicos, revistas y libros. Cualquier material escrito del que se disponga,
incluyendo rótulos que se encuentren en su entorno.

Estructura: planteamiento de la actividad a partir de ejercicios supervisados,


combinada con situaciones de interacción y comentario de textos, noticias,
etc.

Escritura:

Objetivos: estimular y reforzar la producción escrita a partir de estímulos de


índole diversa, como la copia, el dictado o la escritura libre.

Materiales: papel y lápiz, bolígrafo u otros sistemas de


escritura(adaptados o con ayudas, de ser necesario). Se pueden utilizar

26
cuadernos de lectura y escritura específicos, así como imágenes para la narración
temática.

Estructura: ejercicios específicos y práctica guiada, siendo conveniente


plantear la actividad de manera lúdica.

4.8. Cálculo y gestión del dinero:

Día a día, nos encontramos con situaciones en las que se requiere de nosotros que
utilicemos nuestra capacidad de cálculo, es decir, la función que nos permite
realizar operaciones matemáticas.

El cálculo cotidiano, y especialmente el relacionado con el dinero, es una actividad


que tenemos muy automatizada, aunque para su consecución intervienen un
número para nada despreciable de funciones cognitivas: desde elementos
perceptivos y de reconocimiento de cifras, hasta el conocimiento
numérico de cantidades, pasando por el entendimiento de los símbolos y
reglas de cálculo. Por otro lado, también participan el razonamiento
abstracto y la función ejecutiva.

Poder realizar cálculos mentales sencillos es una tarea indispensable para contar
con cierta autonomía personal, con lo que su preservación aportará una mayor y
significativa independencia al usuario.

Objetivos: ejercitar el conocimiento y la manipulación numérica. Facilitar el


cálculo y el razonamiento, así como la solución de problemas simples.

Materiales: ábaco, juego de bingo, monedero con dinero real o ejercicios


específicos de problemas aritméticos.

Estructura: actividades de estructura escolar adaptadas a una situación


social en forma de juegos, a partir de los materiales propuestos.

4.9. Gestión ejecutiva:

Las funciones ejecutivas hacen referencia a aquellas actividades mentales


complejas, necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar,
regularizar y evaluar el comportamiento necesario para una correcta
adaptación al entorno y consecución de metas(Bauermeister, 2008).

Dentro de estas funciones encontramos procesos esenciales para nuestro día


a día: memoria de trabajo, planificación, razonamiento, flexibilidad, inhibición,
toma de decisiones, estimación temporal, atención dividida y multitarea.

Así pues, la funciones ejecutivas son necesarias para desenvolvernos con éxito en
nuestro medio y conseguir nuestros objetivos, tanto de los proyectos más
complejos como de las actividades más cotidianas: planificar nuestro día, priorizar
tareas, estimar su duración o reorganizar un plan determinado.

Objetivos: trabajar las capacidades de razonamiento, abstracción,


planificación y ejecución.

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Materiales: variables, ya que la actividad se centrará principalmente en tareas
verbales y manipulativas complejas.

Estructura: tareas específicas, dirigidas y supervisadas, y actividades de la


vida diaria.

Al ser tan holísticas, las funciones ejecutivas permiten una metodología de trabajo
mucho más amplia y flexible. Además, muchas actividades de la vida diaria
requieren de este tipo de aptitudes, con lo que se pueden plantear tareas de
cocina, limpieza u ocio (coser, jardinería, juegos, etc.) para hacer de la
intervención una terapia lúdica y generalizable al día a día de los usuarios.

4.10. Actividades de la vida diaria:

Como ya vimos en el punto 3.4, muchas de las alteraciones conductuales en


personas con demencia vienen dadas por su incapacidad para satisfacer las
necesidades de autoestima, valía personal, pertenencia o rutina, que
correlacionan con la posibilidad de realizar con normalidad actividades de la vida
diaria.

Así pues, resulta de vital importancia y es uno de los enfoques terapéuticos


principales en intervención cognitiva el fomentar dichas actividades, en las que
intervienen además el conjunto de capacidades mentales, con predominio de
ciertos aspectos de acuerdo con la tarea concreta.

Objetivos: realizar tareas ocupacionales y de la vida diaria para reforzar y


mantener las capacidades de la persona. En la medida de lo posible, se
plantearán tareas significativas para el usuario; que le puedan ser útiles o que le
gusten.

Materiales: dependerá de la actividad específica que se realice. No obstante, y al


tratarse de ocupaciones cotidianas, los materiales se podrán encontrar
general y fácilmente en tiendas o comercios.

Estructura: se conformará de acuerdo a la tarea concreta y según las


capacidades del usuario. Así, a partir de estas variables plantearemos una
realización autónoma, con indicaciones, basada en la imitación o con ayudas
físicas.

5. Aspectos prácticos

Introducción:

Plantear una intervención cognitiva no implica atender únicamente a áreas


funcionales, enfoques tradicionales o prácticas contemporáneas. La base de toda
terapia es estar centrada en la persona a quien va dirigida, y esto, a su vez, va
más allá de tener en cuenta sus capacidades y necesidades cognitivas.

En este punto, veremos la importancia de los aspectos físicos y sensoriales, de


la adaptación física y funcional del entorno y de la persona, de la mejora
sustancial que suponen las actividades significativas para el usuario y de la

28
necesidad de controlar, en algunos casos, los trastornos psicológicos y del
comportamiento.

Seguir estas pautas garantizará un programa de intervención adaptado a la


persona desde un punto de vista holístico, lo que será un buen predictor de la
eficacia del mismo.

5.1. Variables físicas y sensoriales:

El envejecimiento conlleva una serie de implicaciones físicas y sensorialespara


la persona mayor, frecuentemente relacionados con patologías presentes durante
este período, que condicionan los rendimientos físicos y cognitivos y, por ende, las
capacidades funcionales y de la vida diaria (Peña-Casanova, 1999).

La detección de posibles trastornos en este área puede influir positivamente en


la independencia y autosuficiencia de los usuarios, lo que repercute en su
calidad de vida.

En esta parcela, atenderemos al rendimiento psicomotor, al declive físico y al


deterioro de la agudeza sensorial como principales aspectos a tener en cuenta.

Rendimiento psicomotor:

El control y la velocidad de los movimientos corporales se ven generalmente


alterados con la edad y, de forma más acusada, en casos de demencia.

Una de las afectaciones principales suele ser la lentificación o necesidad de más


tiempo para responder. Ésta afecta a la velocidad de respuesta y,
consecuentemente, aumenta la probabilidad de sufrir accidentes.

La lentificación puede deberse a problemas sensoriales (sordera o ceguera)


o dificultad en la ejecución (por dolencias como artritis o artrosis). No obstante,
y aunque estos problemas NO se deben a la lentitud cognitiva, es la velocidad de
respuesta en los aspectos mentales la que más se ve afectada.

Cabe destacar que no toda lentitud de respuesta asociada a la edad es


inevitable; el ejercicio y un buen estado de salud general, por ejemplo,
contribuyen a reducir ciertas lentificaciones. Las habilidades que se repiten
tienden a declinar menos, con lo que el ejercicio puede ayudar a mantenerlas.

En el caso de que no se puedan llevar a cabo actividades de prevención o práctica,


conviene acudir a la adaptación del entorno para disminuir las implicaciones de
la incapacidad.

Declive físico:

La disminución de las actividades fisiológicas es un proceso generalizado en


personas de edad avanzada y desempeña un importante papel en la reducción de
posibilidades de interacción con su contexto cercano.

Una de las características más limitantes es la reducción de fuerza muscular,


un factor con implicaciones significativas en lo referente a la autosuficiencia de la

29
persona. Este hecho nos lleva al concepto de “fragilidad física” o pérdida de
reservas fisiológicas que se asocia con un aumento de la discapacidad .

En la siguiente tabla, veremos posibles causas y consecuencias de la debilidad


muscular en el envejecimiento.

En el caso de posibles intervenciones, de nuevo, encontramos que el ejercicio


físico tiene un efecto beneficioso en la salud física y el bienestar de las
personas mayores, siendo la inactividad y el sedentarismo el principal factor
determinante en la debilidad muscular, tal y como afirman Bassey (1995) y Morgan
(1991).

En cuanto a la capacidad cognitiva, parece que el ejercicio no tiene demasiado


impacto (Molloy y cols., 1988). De este modo, se buscará trabajar los aspectos
físicos para garantizar una intervención cognitiva lo más eficaz posible,
especialmente en casos de personas con demencia, pero como un factor de
influencia indirecta.

Prevenir el declive físico:

En cuanto a las posibles intervenciones que incrementen la actividad física y eviten


un estilo de vida sedentario, se especifican distintas categorías:

 Estructuradas: talleres de estimulación psicomotriz, cinesiterapia, sesiones


de gimnasia, natación, actividades rítmicas, danzas adaptadas, yoga, etc.

 Informales: tareas domésticas que impliquen actividad física, paseo, baile,


cuidado de animales, juegos, etc.

 Mixtas: combinan intervenciones estructuradas e informales. Son


frecuentemente programadas por animadores y monitores de actividades
físicas.

Agudeza sensorial:

Es de vital importancia para un buen rendimiento en ejercicios cognitivos que la


información percibida sea correctamente procesada y evaluada por parte
de la persona con demencia. En este sentido, la visión y la audición son los
sentidos más importantes para garantizar una buena ejecución y, en última
instancia, un grado significativo de independencia y calidad de vida, aunque
30
también son relevantes el gusto y el olfato. En conclusión, se puede predecir
que toda intervención que mejore las capacidades sensoriales tendrá una
repercusión en el rendimiento de los usuarios.

La pérdida de agudeza visual o dificultad para distinguir los objetos con claridad
es uno de los problemas más frecuentes de visión, siendo una alteración que ve
aumentada su prevalencia a partir de los cincuenta años, y especialmente de los
sesenta años en adelante (Anderson y Palmoe, 1974). Las implicaciones de la
limitación visual no afectan directamente a las capacidades cognitivas de la
persona, aunque son muy restrictivas desde el punto de vista práctico. Su
estudio y tratamiento puede influir positivamente en la comunicación, el estado
mental y la autosuficiencia de la persona.

Gusto y olfato:

Pese a ser considerados frecuentemente como “sentidos secundarios”, su


importancia no es desdeñable en diversos aspectos de la vida diaria y otras
implicaciones indirectas.

Un sentido del gusto alterado implica que se vean modificados determinados


sabores o disminuidos en su intensidad, lo cual puede llevar a una pérdida de la
satisfacción por comer, con la consecuencia final de una posible desnutrición.

La falta de nutrientes afecta directamente al rendimiento mental, con lo


que será un aspecto a atender si queremos plantear una intervención cognitiva.

Adaptación del entorno:

La funcionalidad de una persona no depende solo de su capacidad real, sino que


influyen en igual medida las exigencias contextuales y la manera en la que
interaccionan con cuidadores y familiares.

Una adaptación del entorno cercano facilitará las tareas para el usuario y


reducirá la exigencia cognitiva, previniendo así las limitaciones funcionales. Por
otro lado, un contexto más amigable y respetuoso con las necesidades y
capacidades de la persona reducirá los niveles de ansiedad y producirá un
mayor bienestar en el usuario.

Pautas para proporcionar un entorno seguro:

A continuación, enunciaremos una serie de pautas cuyo objetivo reside


en proporcionar un medio seguro a la persona con demencia, reduciendo su
carga cognitiva y funcional.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que una persona con demencia padece
de una especial dificultad para reconocer los cambios que se producen en
su contexto. Así pues, es importante mantener su entorno habitual lo más estable
e inalterado posible para prevenir problemas de ansiedad, desorientación o
frustración.

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Por ejemplo, un cambio de lugar de residencia (aunque sea temporal, como
durante unas vacaciones) puede ser particularmente problemático, ya que el
paciente tendrá la sensación de estar en un lugar inseguro.

Por otro lado, si se introducen nuevas personas, aun en su contexto habitual e


independientemente de que sean familiares, cabe la posibilidad de que las
identifique como extrañas, pudiendo dar lugar a estados de confusión o agitación.

En lo referente a las adaptaciones del entorno propiamente dichas, deberán


centrarse en los principios de seguridad, prevención y simplificación para
minimizar al máximo las exigencias cognitivas.

Seguridad, prevención y simplificación:

 Seguridad y prevención: estas medidas permiten que se reduzca el


riesgo de accidentes, quitando carga de supervisión al cuidador y aportando
sentimientos de autonomía a la persona con demencia.

Resulta especialmente importante adoptar medidas se seguridad en el baño, la


cocina, escaleras, balcones, puertas, ventanas o pasillos, evitando los peligros
generados por lugares poco iluminados o resbaladizos, productos nocivos, objetos
pequeños, cortantes o punzantes, aparatos eléctricos y muebles.

 Simplificación: se procurará facilitar al máximo los procedimientos de


movilidad, aseo o comida. De este modo, se reducirán las exigencias
mentales para el usuario y se prevendrán igualmente problemas
funcionales.

Para ello, seguiremos una serie de normas, como eliminar obstáculos, no cambiar
de sitio objetos importantes, establecer rutinas fijas o mantener el entorno bien
iluminado y tranquilo -pero con estímulos suficientes y que puedan ser de utilidad
(como carteles, relojes, fotos que favorezcan la reminiscencia, etc.)-.

Favorecer la orientación:

Uno de los objetivos principales de la adaptación del entorno físico debe


ser favorecer la orientación de la persona con demencia, una capacidad
que, como ya hemos visto, suele encontrarse significativamente deteriorada.

Algunas ideas para la consecución de este objetivo son: colocar letreros,


señales o pictogramas en las puertas, flechas indicativas, relojes,
calendarios y programas diarios claros y de fácil visualización. Una vez
colocados, es importante reiterar en las explicaciones al paciente del significado de
cada indicación, animándole a que las utilice.

Por último, se deberán adecuar las tareas cognitivas y de la vida diaria a las


necesidades y capacidades de la persona con demencia, las cuales serán

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mejor establecidas a partir de una exploración neuropsicológica y un estudio de la
funcionalidad del usuario.

De igual manera, una información pormenorizada de las capacidades funcionales


nos servirá como pauta para establecer una adaptación del entorno acorde
con la situación del usuario y sobre qué estancias o actividades deberemos
centrar el acondicionamiento.

Adaptación del entorno humano:

De los trastornos más comunes que sufren las personas con demencias son
aquellos relacionados con la comunicación, tanto a nivel de comprensión como
de expresión. Por ello, resulta evidente que su interacción con las personas de su
entorno se verá frecuentemente limitada, más aún si tiene dificultades para evaluar
y reconocer el entorno, no pudiendo hacer así uso de señales contextuales para
ubicar la interacción.

Ante esta realidad, es importante desarrollar métodos de interrelación


positiva con los usuarios, lo cual supone, a su vez, un predictor de la
autoestima y la calidad de vida de la persona.

5.3.1 Técnicas de comunicación:

Antes de centrarnos en las técnicas propiamente dichas, deberemos tener en


cuenta nuestras propias actitudes ante el paciente. Con frecuencia, se pasa
por alto que la persona con demencia es, ante todo, una persona, tendiendo así a
caer en posturas paternalistas o condescendientes.

A este respecto, Holden y Woods (1995) plantean una serie de aspectos a tener
en cuenta: tratar a la persona con demencia conforme a sus preferencias,
emociones, pensamientos e identidad, antes que de acuerdo a su
enfermedad; preservar la dignidad y el respeto en todo momento; facilitar y
adaptar la capacidad de elección de la persona, mientras mantenga sus
capacidades cognitivas; favorecer su independenciay derecho a la
intimidad; evitar los enfrentamientos; y cuidarse a uno mismo, más aún
cuando se está ejerciendo como cuidador, ya que el estado en el que nos
encontremos va a incidir directamente en nuestra disposición a la interacción.

A la hora de comunicarnos, existen métodos relativamente sencillos y


fáciles de aplicar, relacionados con la forma y el contenido de la interacción y
que pueden favorecer en gran medida los intercambios con la persona con
demencia:

 Hablar de manera clara y pausada, repitiendo el contenido si fuera


necesario.
 Dar mensajes claros y que no puedan dar lugar a equívoco.
 Dar pie y animar a la respuesta, pero sin apremiar a la persona.
 Tener en cuenta la comunicación no verbal, atendiendo especialmente
al mantenimiento del contacto ocular para captar y preservar la atención del
usuario.
 Procurar que el clima de la conversación sea ameno y distendido.

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Comunicación no verbal:

Pese a haberlo mencionado ya, debemos detenernos en la comunicación no verbal


como factor nuclear en la interacción. De manera general, es un aspecto muy a
tener en cuenta, pero lo es más al dirigirnos a una persona con demencia, ya
que se verán especialmente apoyados por la información adicional que
aporta.

Así, podemos hacer uso de gestos para evitar malentendidos, utilizar nuestra
expresión para aportar calidez y seguridad al usuario, o recurrir al contacto físico
para tranquilizar, transmitir afecto y centrar la atención.

Debemos, además, ser pacientes y receptivos a la comunicación verbal del


paciente, ya que usarán con frecuencia la gestualidad como ayuda de
comunicación, más aún si padecen de algún trastorno en el lenguaje.

Poner en práctica los aspectos comentados no solo aportará seguridad,


tranquilidad y calidad a las interacciones habituales con los pacientes, sino
que también facilitan llevar a cabo actividades cognitivas.

La comprensión de las indicaciones verbales que frecuentemente se dan en un


ejercicio de intervención cognitiva será mejor si se siguen las directrices
propuestas, a la vez que se reducirá la carga de memoria y procesamiento
de información por parte del usuario.

5.3.2 Técnicas de validación:

La validación es una terapia y forma de comunicación con pacientes de Alzheimer y


enfermedades relacionadas. Se basa en una actitud de respeto y empatía hacia las
personas que sufren estas enfermedades y se fundamenta en una serie de
principios específicos:

1. Cada persona es única y debe ser tratada como tal.

2. Las personas tienen un valor propio independientemente de su enfermedad.

3. Las conductas de las personas con demencia van más allá de su condición como
enfermos; son el resultado de factores físicos, psicológicos y sociales.

4. Las conductas problemáticas se asocian con vivencias traumáticas o


desagradables a lo largo de su ciclo vital.

5. Ante fallos de memoria reciente, las personas con demencia tienden a


compensarlos con la evocación de recuerdos antiguos, con lo que será positivo
fomentarlos.

6. El acto de reconocer y validar sentimientos dolorosos, relacionados o no


con la enfermedad, crea confianza, reduce la ansiedad y ayuda a mantener la
dignidad de los pacientes.

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En conjunto, la validación implica aceptar y empatizar con la persona con
demencia; supone dejar de lado los prejuicios y expectativas, asumiendo la
realidad de la situación y actuando conforme a ella.

Otras técnicas de validación:

En 1993, Feil estableció una serie de técnicas de validación. A continuación,


nombraremos algunas de ellas:

 Autocuidado. Tratar a una persona con demencia es un proceso muy


cansado y, por momentos frustrante. Por ello, es necesario que el cuidador
se libere de los sentimientos negativos (a partir de técnicas de relajación,
actividades de respiro o terapias psicológicas) para prevenir una mala
predisposición hacia el paciente.
 Usar palabras neutras y objetivas que refieran hechos. Preguntar al
usuario acerca de sus conductas y motivaciones directamente puede ser
problemático. En su lugar, y ante actos incoherentes o ilógicos elicitados por
los fallos de memoria (agitación por pensar que le han robado las llaves), se
validarán, cuestionando directamente sobre los hechos y pasando
progresivamente a preguntas que evoquen reminiscencia (“¿Qué te han
quitado?” “Entiendo que estés disgustado” “¿Las llaves eran del coche?” “¿Y
tú qué coche tenías?”).
 Repetir y parafrasear. Consiste en reproducir el contenido esencial de lo
que ha dicho el paciente, empleando sus mismas palabras e imitando el
tono de voz y la cadencia del habla, lo cual aporta seguridad y validez al
discurso del usuario.
 Polarizar las quejas. Se trata de preguntar a la persona sobre el ejemplo
más extremo de su queja (por ejemplo, si tiene una opinión muy negativa
de otra persona, preguntarle si alguna vez había conocido a alguien peor).
Esto le ayudará a expresar su malestar sin centrarse en el problema actual,
liberando así la ansiedad.
 Reminiscencia como herramienta de control: evocar situaciones
pasadas puede ayudar a superar las exigencias que se le presentan en la
actualidad a la persona, como en el caso de un usuario que se niegue a
cocinar hasta que se le presenta una foto antigua de él cocinando.
 Recurrir a la ambigüedad: en ocasiones, habrá comentarios por parte del
usuario que carezcan de coherencia pero que tendrán sentido para él. En
estos casos, con vistas a validar el proceso de comunicación y evitar
confrontaciones, se recurrirá a respuestas ambiguas que pudieran ser
apropiadas (“¡Claro!” “Naturalmente”, etc.).
 Usar un tono amable, claro y suave: una voz agradable y tranquila
evocará en el paciente recuerdos positivos y reducirá su estrés.
 Observar e imitar los movimientos de la persona: la imitación de
movimientos puede ser una poderosa herramienta para crear confianza, si
se realiza con empatía y de forma natural. 
 Relacionar conductas con necesidades: existen una serie de
necesidades psicológicas básicas (afecto, actividad y ocupación, expresión
emocional, validación, etc.) que, como hemos visto, se ven mantenidas en
las personas con demencia. Así, las conductas de los usuarios, aunque

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puedan ser incoherentes o excéntricas, muchas veces responden a alguna
de estas necesidades.
 Usar el contacto físico: puede ser útil cuando el paciente tiene
limitaciones en alguno de sus otros sentidos para generar confianza. No
obstante, hay que tener en cuenta que el tacto constituye un acto de
intimidad, con lo que deberemos respetar a las personas que lo eviten.

5.4. Actividades significativas:

La realización de actividades significativas (ocupacionales, con una finalidad) y de


la vida diaria supone un método de rehabilitación y readaptación al medio
por sí mismo, siendo una terapia fundamental en casos de lesiones cerebrales y,
especialmente, en demencias.

Tal y como plantea la terapia ocupacional, es posible rehabilitar a través del


trabajo; a partir de una actividad específica con un objetivo concreto. En procesos
neurodegenerativos, estas tareas deberán estar cuidadosamente adaptadas a las
capacidades cognitivas y funcionales de los pacientes, aunque también
según sus preferencias personales y la influencia que le entrenamiento en esa
actividad pueda tener en la vida diaria de la persona.

Una vez tenidas en cuenta las variables nombradas a la hora de crear un programa
de actividades significativas, será en su puesta en marcha cuando debamos recurrir
a las adaptaciones del entorno y técnicas de comunicación y
validación vistas en los anteriores puntos.

De este modo, es probable que se le deban repetir las consignas al


usuario,darle explicaciones conforme avance la actividad o permitirle
disponer de todo el tiempo que requiera, asegurándonos de que las tareas
den lugar a la libertad y espontaneidad por parte del paciente.

Por otro lado, se efectuarán las ayudas técnicas y del espacio que sean


precisas, según la situación.

Las actividades significativas pueden realizarse tanto en el domicilio como en


instituciones:

 Domicilio: aunque se lleven a cabo de manera más informal en el domicilio


se pueden realizar las mismas tareas que se llevan a cabo en talleres e
instituciones.
 Hospitales de día, residencias y otras instituciones: frecuentemente,
en este contexto se plantean las actividades de manera grupal con
beneficios logísticos para los terapeutas y sociales para los pacientes. Será
importante agrupar a los usuarios según su grado o tipo de discapacidad,
en grupos de entre tres y seis personas.

Algunas ideas de posibles actividades significativas, cada una con sus


características específicas, son:

 Actividad física o deportes.

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 Aseo personal.
 Cuidado del hogar.
 Música y baile.
 Cocina.
 Fiestas o eventos sociales.
 Actividades con animales de compañía.
 Compras.
 Jardinería.
 Manualidades.
 Juegos de mesa.
 Otros deportes y juegos.

5.5. Control de trastornos:

Control de trastornos psicológicos y del comportamiento


Resulta inevitable que, a lo largo del curso de una enfermedad neurodegenerativa,
aparezcan signos y síntomas de trastornos psicológicos en forma
de alteraciones perceptivas, cognitivas, anímicas o conductuales.

Estas manifestaciones son múltiples, diversas y complejas, y constituyen una de


las consecuencias más discapacitantes en demencias, además de una de las
mayores amenazas para la convivencia y estabilidad del núcleo familiar.

Por ello, si se buscar optimizar el rendimiento cognitivo de los pacientes, se


deberán prevenir, diagnosticar y tratar los trastornos psicológicos y del
comportamiento.

Aspectos a tener en cuenta:

Empezando por la prevención, encontramos que muchos trastornos se pueden


evitar acudiendo a la información, el trabajo en actitudes, consejos y apoyo
familiar; el mantenimiento de una comunicación positiva, junto la adaptación del

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entorno que se requiera para cada caso, puede minimizar el impacto de los
trastornos psicológicos.

Así pues, la prevención puede aplicarse a partir de la adaptación de los


entornos físico y humano, como vimos en el punto 5.3, o a través
de intervenciones psicológicas.

En ocasiones, las alteraciones surgen como manifestaciones clínicas de la


propia enfermedad. Incluso en estos casos, el trabajo en actitudes es muy
importante para minimizar las consecuencias en el entorno familiar.

El diagnóstico temprano se basa en los cambios que el trastorno incipiente de la


persona pueda estar provocando sobre el núcleo familiar y los cuidadores. De este
modo, será más fácil que se reconozcan los signos y síntomas si se ha formado y
sensibilizado a cuidadores y familiares sobre el tema en cuestión.

No obstante, los responsables o allegados del paciente no deben dudar a la hora


de consultar sobre cualquier tipo de síntoma al médico de cabecera o especialista,
dado que, en muchas ocasiones, el tratamiento de las primeros y más leves
implicaciones del trastorno puede evitar un futuro problema grave.

Preguntas para valorar los trastornos:

Todo trastorno psicológico y del comportamiento deberá ser tratado por un


profesional en salud mental, que tomará en cuenta la intensidad, duración e
implicaciones del mismo. Aun así, y con el objetivo de establecer dichas
características, es frecuente que el terapeuta acuda a cuidadores y familiares para
recoger información, según una serie de preguntas comunes:

 ¿En qué momento se da el problema? (Si acontece en momentos


determinados del día)

 ¿Dónde aparece el problema? (Si se da en un contexto determinado)

 ¿Qué ocurre antes del problema? (Si hay factores desencadenantes


específicos)

 ¿De qué manera cursa el problema? (Qué conductas van asociadas)

 ¿Qué sucede tras la aparición del problema? (Cuáles son las


consecuencias)

Modificación de conducta:

Una de las técnicas más utilizadas para el control de los trastornos del
comportamiento y con consecuencias principalmente conductuales es
la “modificación de conducta”, estudiándose sus efectos en demencias sobre el
vagabundeo, los gritos o la agresividad, y aplicándose para mejorar el
autocuidado, la movilidad, la interacción social y la continencia.

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Así, el objetivo principal de esta terapia es el de modificar conductas
desadaptativas y problemáticas a través de su sustitución por otras más
adaptadas. En personas con demencia esto es posible dado que parecen
mantenerse las capacidades de aprendizaje necesarias para la adquisición de
conductas específicas.

Este tipo de técnicas se llevarán a cabo, principalmente, por parte de un


especialista en salud mental, aunque cabe la posibilidad de plantearlas de
manera informal en el domicilio, siempre con indicación y supervisión profesional.

Conclusiones

A lo largo de este curso hemos estudiado la situación que ocupa la


intervención cognitiva dentro de las terapias no farmacológicas en
demencias, los enfoques de esta intervención que se han utilizado y se utilizan
hoy en día, las áreas funcionales sobre las que actúa y los aspectos prácticos
y motivacionales a tener en cuenta antes de plantear actividades de corte
cognitivo.

A continuación, expondremos las conclusiones y aspectos más importantes


que se han tratado:

 Podemos definir la intervención cognitiva como “un conjunto de técnicas


para mejorar el rendimiento mental de las personas con
enfermedades neurodegenerativas”, buscando optimizar las
capacidades funcionales de la persona y actuando a su vez sobre la
autoestima y la calidad de vida.

 Las características principales de la intervención cognitiva son: su


objetivo terapéutico, un carácter global e integral, su programación
individualizada y la posibilidad de especialización.

 De manera tradicional, la intervención cognitiva se ha concebido en


términos de estimulación cognitiva (mantener habilidades preservadas),
entrenamiento cognitivo (aumentar el rendimiento mental)
y rehabilitación cognitiva (recuperar la capacidad de facultades
deterioradas), llevada a cabo a partir de actividades formales y,
frecuentemente, de papel y lápiz.

 En los últimos años ha habido un cambio de paradigma, ampliándose


el concepto e incluyendo terapias como la reminiscencia, la orientación a la
realidad, el entrenamiento en AVDs o la terapia basada en el diálogo, a
partir de metodologías mucho más flexibles.

 Tras la evaluación previa a la intervención cognitiva, se puede dar el


escenario en el que lo más apropiado sea una línea de tratamiento en
funciones específicas como el lenguaje, la orientación, la atención, el
esquema corporal, la memoria, la gestualidad, la lectura y escritura, el
cálculo, las funciones ejecutivas o las AVDs.

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 La base de toda terapia, independientemente de su corte, es estar
centrada en la persona a quien va dirigida, de acuerdo a sus
capacidades y necesidades, pero también teniendo en cuenta los aspectos
físicos y sensoriales, las adaptaciones físicas y humanas necesarias, que las
actividades sean significativas para el usuario y que, en algunos casos, será
necesario controlar los trastornos psicológicos y del comportamiento que
puedan aparecer.

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