Curso Intervención Cognitiva en Demencias

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CURSO - INTERVENCIÓN COGNITIVA EN DEMENCIAS.

MÓDULO 1. INTERVENCIÓN COGNITIVA DENTRO DE LAS TERAPIAS NO


FARMACOLÓGICAS.

Introducción.

Al hablar de intervención cognitiva nos referimos al conjunto de técnicas cuyo principal


objetivo es la mejora de las capacidades mentales y funcionales de la persona con
demencia, en este caso, buscando en última instancia el aumento de su autoestima y
calidad de vida.

Históricamente, el grueso de esta terapia ha sido conformado por la estimulación, el


entrenamiento y la rehabilitación cognitiva. Sin embargo, en los últimos años se están
empezando a incluir otro tipo de propuestas que, si bien no centran su actividad en la
cognición, sí que intervienen en ella tangencialmente y, en ocasiones, de manera más
efectiva que los enfoques tradicionales.

Sea cual sea el planteamiento, la intervención terapéutica deberá estar basada en


las capacidades y necesidades de la persona, existiendo actividades específicas para
trabajar funciones tan concretas como la atención, el lenguaje, la memoria, la motivación o
las gnosias y praxias (reconocimiento y habilidades motoras).

Por otro lado, se han de tener en cuenta igualmente aspectos prácticos del entorno y
motivacionales de la persona a la hora de establecer este tipo de ejercicios, buscando que
sean significativos y lúdicos para quien los realiza.

1.1. Terapias no farmacológicas (TNFs).

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Las terapias no farmacológicas abarcan todas aquellas intervenciones que, a través
de agentes primarios no químicos, tienen como objetivo la mejora de la calidad de vida de
la persona a quien van dirigidas.

Estas técnicas se utilizan en un amplio espectro de campos, desde la medicina a la


educación social, y patologías, desde físicas a psicosociales, resultando una aproximación
terapéutica fundamental en el tratamiento de enfermedades crónicas.

En el caso de las demencias, su aumento de la prevalencia (es la segunda patología más


común después del cáncer) ha despertado un creciente interés de los profesionales por
ayudar a paliar sus efectos en la persona y entorno.

Así, y junto a la ineludible importancia que cobra la farmacología a la hora de paliar las
alteraciones conductuales, además del valor de una investigación que no cesa en la
búsqueda de una cura o vacuna, encontramos en las terapias no farmacológicas un pilar
fundamental para el tratamiento actual de las demencias.

Modelo dinámico

Olazarán, Poveda, Martínez y Muñiz (2007) plantean un modelo dinámico que engloba los
fármacos y terapias no farmacológicas de eficacia demostrada junto a los cuidados
obligados y necesarios para personas que padezcan algún tipo de demencia, como guía de
actuación para el tratamiento de estas enfermedades:

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1.2. Intervención cognitiva

De manera técnica, se ha definido la intervención cognitiva como “un conjunto de técnicas


para mejorar el rendimiento mental de las personas con enfermedades
neurodegenerativas”, siendo su objetivo general optimizar las capacidades funcionales del
paciente, actuando a su vez sobre su autoestima y calidad de vida:

Características de la intervención cognitiva

Dentro de las características principales de la intervención cognitiva mencionamos:

1. Su objetivo terapéutico, orientado al tratamiento de los efectos de la enfermedad.

2. Un carácter global e integral, buscando abarcar todos los aspectos de la persona.

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3. Su programación individualizada, adaptada a las necesidades y preferencias de cada
individuo.

4. La posibilidad de especialización, pudiendo atender a parcelas psicológicas concretas.

Cabe mencionar que esta aproximación terapéutica NO pretende curar la enfermedad,


recobrar capacidades perdidas o forzar a la persona a conseguir resultados, mientras
que SÍ busca enlentecer el deterioro, promover la actividad mental y que suponga una
actividad amena.

Cambio de paradigma

Tradicionalmente, la intervención cognitiva se ha concebido en términos de tres diferentes


propuestas: la estimulación cognitiva, el entrenamiento cognitivo y la rehabilitación
cognitiva, basadas en el mantener habilidades preservadas, aumentar el rendimiento
mental y recuperar la capacidad de facultades deterioradas, respectivamente.

No obstante, en los últimos años se ha ido ampliando el concepto hasta incluir otro tipo de
terapias, entre las que destacan la reminiscencia, la orientación a la realidad, el
entrenamiento en AVDs o la terapia basada en el diálogo, además de enfoques incluso
menos ortodoxos, como la musicoterapia, la danzaterapia, la roboterapia (terapia con
robots) o la terapia asistida con animales.

Esta revisión de acercamientos se debe a un cambio de paradigma que considera la


intervención cognitiva como una terapia que debe abarcar todos los aspectos de la persona,
desde el propiamente cognitivo hasta el emocional y conductual.

Escala de deterioro global de Reisberg

Hemos mencionado la importancia de adaptar el material utilizado a las capacidades y


necesidades de la persona, para lo cual se suele utilizar la Escala de Deterioro Global de

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Reisberg (GDS), cuya puntuación hará las veces de guía a la hora de orientar la elección de
actividades:

• GDS 3 (fallos sutiles): actividad social y pedagógica, reminiscencia, orientación a la


realidad avanzada…
• GDS 4 (estadio de estimulación): reminiscencia, orientación a la realidad, terapia
cognitiva, entrenamiento en actividades de la vida diaria, adaptación del entorno…
• GDS 5 (estadio de intervención): reminiscencia, orientación a la realidad básica,
terapia cognitiva, entrenamiento en actividades de la vida diaria, adaptación del
entorno…
• GDS 6 (estadio de cargo parcial por el cuidador): terapia cognitiva simple,
actividades significativas, adaptación del entorno, terapia de validación…

Como se puede observar, conforme aumenta la gravedad, más básicos son los ejercicios a
aplicar, tanto en su orientación a trabajar actividades significativas y prácticas como en el
tratamiento de las consecuencias afectivas y emocionales que el deterioro progresivo
conlleva en la persona.

Los niveles GDS 1 y GDS 2 no se contemplan por suponer estados de ausencia de alteración
y disminución cognitiva muy leve, respectivamente. Se hace lo propio con el nivel GDS 7,
por significar un estadio demasiado grave, de total dependencia.

Bases neuropsicológicas de la intervención cognitiva

Como todas las terapias no farmacológicas, la intervención cognitiva consta de una serie de
hechos establecidos y consideraciones teóricas que la fundamentan:

• En primer lugar, debemos atender a la arquitectura funcional de las actividades


cognitivas, las cuales se fundamentan en bases biológicas. Éstas se encuentran
comúnmente representadas a partir de modelos funcionales en los que se describen
los procesos mentales subyacentes al tratamiento de la información, sobre la que
opera esta intervención (como se cita en Peña-Casanova, 1999, p. 30).

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Fragmento de un modelo funcional en el que se muestra la relación entre el habla, la
escritura y la visión de objetos a través de procesos subyacentes, sobre los que se trabaja
en la intervención cognitiva (Peña Casanova y Pérez, 1995).

• Por otro lado, se tienen en cuenta la plurimodalidad de los conocimientos y las


redes funcionales. Esto hace referencia al carácter holístico de los conocimientos
dentro de nuestro sistema cognitivo, constituidos a partir de una compleja red
funcional. Por ejemplo, nuestra idea del concepto “mesa” abarca una evocación de
múltiples representaciones: visuales, táctiles, contextuales, personales…

En relación a este apartado, Peña-Casanova (1999) comenta el caso de un paciente que


perdió la capacidad para evocar la imagen concreta de los objetos; era capaz de explicar sus
aspectos abstractos y saber que, por ejemplo, una rosa era una flor, pero era incapaz de
imaginar su forma.

Uso de las funciones mentales

• También cuenta el uso de las funciones mentales y los rendimientos cognitivos. El


desempeño en una función determinada se relaciona con su frecuencia de uso en el
día a día; si se trabaja, se repite y se hace más frecuente su uso, será teóricamente
más fácil de evocar.

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• Para el campo que nos compete, debemos tener en cuenta la estructura cognitiva
en la enfermedad de Alzheimer, cuyos pacientes desarrollan una afectación precoz
de las capacidades lingüísticas y ejecutivas, además del deterioro en la memoria. No
obstante, sus síntomas cognitivos cursan de manera heterogénea y dependen de la
fase de la enfermedad, con lo que la evaluación de las capacidades preservadas será
fundamental antes de planificar cualquier tipo de intervención (véase la tabla que
se presenta a continuación)

En el caso de querer tratar a una persona con demencia que haya visto afectada su
capacidad lingüística, deberemos concretar el trastorno específico y a qué funciones está
afectando para poder proponer una intervención adecuada.

Explicitar las arquitecturas funcionales

Por último, se deben explicitar las arquitecturas funcionales en las actividades de


intervención cognitiva. Como ya hemos visto, las capacidades mentales se interrelacionan
a través de intrincadas redes. Esto se deberá ver reflejado en las actividades que elijamos
para intervenir; por ejemplo, con un juego práctico de clasificación se trabajará el
reconocimiento de objetos, la semántica, y las funciones ejecutivas, por lo que estará
indicado para personas con déficits en estas áreas específicas.

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“Dada la organización cerebral en redes funcionales y su plurimodalidad, difícilmente un
ejercicio será específico para un aspecto funcional concreto, ya que normalmente implicará
diversas capacidades” (Peña-Casanova, 1999).

MÓDULO 2. Intervención cognitiva tradicional.

Introducción

Clarificación conceptual

No debemos olvidar que la estimulación cognitiva, de manera general, es distinta de la


terapia o intervención cognitiva:

• Estimulación cognitiva. Tiene como objetivo “animar a la acción o a la ejecución”,


representando, en cierto modo, una especie de “gimnasia cerebral”.

• Terapia cognitiva. Su propósito es más concreto; se fundamenta en una valoración


exhaustiva de las capacidades mentales de la persona, con el fin de establecer
estrategias de intervención más holísticas, más sólidas desde el punto de vista
teórico y mejor elaboradas desde el metodológico.

Estimulación cognitiva

Los ejercicios que se proponen dentro de la estimulación cognitiva buscan la preservación


de los procesos mentales aún presentes, en este caso, en la enfermedad de Alzheimer,
aunque con una concepción unitaria de los mismos, sin una valoración previa tan detallada
y desde una metodología más rígida:

• Memoria: de trabajo, de conocimientos (semántica) y de eventos (episódica a largo


plazo).

• Orientación: temporal, espacial y personal.

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• Capacidad visoespacial: atención, percepción y reconocimiento de objetos y caras.

• Lenguaje oral y escrito: evocación, sintaxis, comprensión, lectura y escritura.

• Praxias (habilidades motoras): gestos de comunicación, de manipulación, de


construcción y del acto de vestirse.

• Función ejecutiva: capacidades conceptuales, planificación, juicio y percepción de sí


mismo.

Ejemplo de ejercicio de estimulación cognitiva

Ejemplo de un ejercicio de estimulación cognitiva orientado a trabajar el reconocimiento de


objetos (Blog del CRE Alzheimer, 2019):

https://blogcrea.imserso.es/ejercicios-de-estimulacion-cognitiva-figuras-incompletas/

Entrenamiento cognitivo

Como ya hemos comentado, la intervención cognitiva tradicional considera las capacidades


mentales como algo unitario y susceptible a una especie de “gimnasia mental”, pudiéndose
trabajar como se ejercitan los músculos.

Dentro de este planteamiento, el entrenamiento cognitivo se encuadraría como una


variante de la estimulación, orientado no solo a conservar sino a mejorar las capacidades
mentales y en el que los resultados de la actividad sí son importantes. Si hasta ahora hemos
hablado de “mantener las habilidades preservadas”, en este caso cambiamos el foco hacia
una mejora de las mismas.

La metodología también varía, y al igual que en un programa de entrenamiento físico, se


plantea un repertorio de actividades de dificultad creciente e incremento paulatino de la
exigencia. Por sus características, suele ser una intervención de elección en fases tempranas
de la enfermedad.

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Ejemplo de uno de los ejercicios de entrenamiento cognitivo más utilizados en los últimos
años, el sudoku.

Rehabilitación cognitiva

Por último, debemos aludir de manera general al proceso de rehabilitación, definido como
el conjunto de actividades orientadas a restituir funciones perdidas a causa de un trauma
o una enfermedad.

En el tratamiento de enfermedades mentales, se utiliza la rehabilitación cognitiva para


recuperar las aptitudes mentales dañadas, buscando mejorar o paliar los déficits que
provocan este tipo de patologías.

No obstante, las demencias presentan la característica de cursar con un deterioro


progresivo de las funciones cognitivas, por lo que generalmente no es planteable su
recuperación.

Ejercicios de rehabilitación cognitiva

A menudo, los ejercicios de estimulación, entrenamiento y rehabilitación cognitiva se


solapan, diferenciándose las metodologías en la conformación y estructuración de dichas
actividades.

Incluso ejercicios tan comunes como una sopa de letras pueden suponer un material
susceptible de ser utilizado para rehabilitación cognitiva (en este caso, para la rehabilitación
de la atención).

MÓDULO 3. INTERVENCIÓN COGNITIVA CONTEMPORÁNEA.

Introducción.

Hasta ahora, hemos visto el planteamiento que históricamente se ha mantenido acerca de


la estimulación cognitiva, limitado al ejercicio explícito de las funciones mentales (a través

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de la estimulación, del entrenamiento o de la rehabilitación) y circunscrito a actividades
formales y estructuradas, frecuentemente desarrolladas en formato escrito y oral.

Sin embargo, actualmente el paradigma de la intervención cognitiva ha avanzado hacia un


enfoque más amplio y holístico. Hoy en día, se trabaja con estrategias y métodos mucho
más extensos y flexibles, buscando abarcar todos los aspectos de la persona, en este caso
con demencia; tanto la parcela cognitiva como la emocional y conductual, teniendo así
mucho más presente el objetivo final del tratamiento: el aumento de la calidad de vida.

3.1. Inclusión de los enfoques tradicionales.

Como hemos comentado, las fronteras en lo referente a las técnicas utilizadas se han
ampliado enormemente a lo largo de los último años. No obstante, y dentro de las nuevas
perspectivas que veremos a continuación, como la reminiscencia, la terapia de orientación
a la realidad o el entrenamiento en habilidades para la vida diaria, pasando por otros
encuadres incluso más novedosos, como la musicoterapia, la danzaterapia o la terapia
asistida con animales, no debemos desdeñar los enfoques tradicionales.

La estimulación, el entrenamiento y la rehabilitación cognitiva no solo suponen las bases de


los nuevos tratamiento sino que, además, las técnicas utilizadas suelen ser las más
accesibles y asequibles por parte de centros y profesionales, lo que, unido a su comprobada
eficacia, mantiene a los planteamientos clásicos como pilar fundamental de la intervención
cognitiva, incluso hoy en día.

3.2. Terapia de reminiscencia.

A partir de este punto, hablaremos de una serie de terapias encuadradas dentro del marco
de terapias no farmacológicas pero que, dado su carácter orientado bien a la estimulación
(directa o indirecta) de las funciones mentales o a la intervención en las parcelas emocional
y conductual, se enmarcan dentro de lo que actualmente consideramos como “terapias
cognitivas”.

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Así pues, comenzamos enunciando la terapia de reminiscencia como un proceso psicológico
orientado a la adaptación exitosa de las personas mayores a través de las diferentes etapas
de la vida, trayendo a conciencia las experiencias pasadas y conflictos sin resolver.

Su carácter terapéutico destaca a la hora de dar un nuevo significado a esos recuerdos y


ofrecer una nueva visión de su vida, buscando conseguir en última instancia un sentimiento
de serenidad y sabiduría (Butler, 1974).

No solo la evocación explícita de recursos constituye la reminiscencia, sino que también se


contempla la utilización de metodologías tan comunes y cercanas a la persona como son,
por ejemplo, los refranes.

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Teoría del desarrollo psicosocial.

El marco teórico que sustenta esta terapia se mantiene en la Teoría del Desarrollo
Psicosocial, de Erik Erikson, y más concretamente en su planteamiento acerca de las
personas y su necesidad de aceptar su vida de manera completa, con todos sus matices,
ante la cercanía de la muerte.

Se trata de conseguir un sentido de integridad, de coherencia con la propia vida y de no


entrar en desesperación por la incapacidad de revivirla para remendar los errores, tal y
como afirma González-Arévalo (2015).

Así pues, se busca facilitar este proceso de integración a través del recuerdo autobiográfico,
elicitado tanto de manera explícita como implícita.

Ejemplos de terapias.

• Utilización del fútbol para la evocación de recuerdos.

Varios estudios han planteado la utilización del fútbol como tema para la evocación de
recuerdos, especialmente en usuarios varones, en formato grupal y a partir de fotos, vídeos
o incluso camisetas y otros materiales que les ayuden a recuperar memorias a partir de un
deporte muy significativo para muchas de estas personas a lo largo de su ciclo vital.

• Estimulación de recuerdos con recursos multimedia.

La reminiscencia también se ha visto apoyada por el uso de las nuevas tecnologías, como la
aplicación Reminiscens para tabletas, una herramienta más que permite la estimulación de
los recuerdos a través de recursos multimedia que sirvan como contexto para las historias
de vida personales.

Beneficios de la terapia de reminiscencia.

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Se han constatado efectos beneficiosos de la terapia de reminiscencia en cuanto a
la cognición y el estado de ánimo, y de manera más específica, en las habilidades de
cuidado personal, la comunicación y los trastornos de conducta.

No obstante, este acercamiento no está exento de limitaciones metodológicas, empezando


por una falta de consenso por parte de los teóricos en lo referente a las estrategias a
utilizar, además de las posibles barreras (como problemas de comunicación o
comprensión) que impidan la utilización de este acercamiento con algunos usuarios. Por
ello, se torna de especial importancia la evaluación las capacidades de la persona antes de
plantear una intervención de este tipo.

3.3. Terapia de orientación a la realidad (TOR).

Podemos definir la orientación como la capacidad que nos permite ser conscientes de
nosotros mismos y del contexto en el que nos encontramos, en un momento determinado.
Es una de las capacidades más significativas para nuestro normal funcionamiento en el día
a día, interviniendo en habilidades tan básicas como saber qué hora es o dónde estamos.

Existen tres tipos de orientación:

• Espacial: relativa al lugar en el que estamos en cada momento, pero también


constituye la capacidad para deducir cómo hemos llegado hasta allí o dónde iremos
después.

• Temporal: se refiere al manejo de información sobre la hora, el día o la fecha, no


solo para poder identificarlas sino también para poder distinguir correctamente las
conductas apropiadas para cada momento.

• Personal: relacionada con la información de uno mismo y de la propia historia vital.

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La terapia de orientación a la realidad (TOR) trabaja sobre la estimulación de la orientación
para mejorar la calidad de vida de personas mayores en estados de confusión, siendo así
descrita de forma pionera por Folsom en 1966.

Opera mediante la presentación de información relacionada con la orientación (tanto


espacial, como temporal y personal), lo cual se considera que aporta a la persona mayor
compresión sobre lo que le rodea, y produciendo a su vez un aumento en la sensación de
control y en la autoestima (Francés, Barandiarán, Marcellán y Moreno, 2003).

Su eficacia ha sido probada tanto en ensayos aleatorizados (Brook y cols. 1975) como en
revisiones sistemáticas (Spector y cols., 2000), siendo además la terapia más ampliamente
evaluada.

Aplicación de la terapia TOR.

La orientación a la realidad se ha venido aplicando de dos formas, según Francés y cols.,


2003:

1. TOR en sesiones de entre 30 y 60 minutos de duración, trabajada en pequeños grupos


varias veces por semana. Con un enfoque plenamente cognitivo, las sesiones comienzan
habitualmente por la orientación espacial y temporal, siguiendo después con la discusión
de eventos cercanos a los usuarios.

2. TOR de 24 horas, con la orientación presente durante todo el día y practicada por todas
las personas que tienen contacto con el usuario, tanto de manera directa como a través
de referencias en el ambiente, señales y otras ayudas. El énfasis se centra en dar al usuario
información sobre los contextos temporal, espacial y personal en todo momento.

Ejemplo de ejercicios.

A la hora de trabajar de manera formal la orientación a la realidad, podemos optar por


distintos ejercicios dependiendo del tipo de orientación a ejercitar: temporal a partir de

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fichas en las que la persona deba señalar la hora, la fecha o la estación, espacial a la hora
de relacionar distintos objetos con los lugares donde se pueden encontrar, o personal si
preguntamos directamente al usuario sobre su historia vital (ejercicio de orientación
temporal del blog del CRE Alzheimer, 2019).

https://blogcrea.imserso.es/orientacion-a-la-realidad-dias-de-la-semana/orientacion-
temporal-1/

Entrenamiento en actividades básicas de la vida diaria (AVDs).

El deterioro cognitivo inherente a las demencias se manifiesta a través de síntomas como


los fallos de memoria, los problemas en la comprensión o las difcultades en la movilidad.
Las implicaciones de estos síntomas abarcan desde lo más anecdótico, como la elaboración
inconsciente de neologismos por parte de la persona, hasta lo más serio, como la eventual
imposibilidad para comer o asearse por sí mismo.

Independientemente del grado de afectación, las personas con demencia son, ante todo,
personas; las necesidades de autoestima, valía personal, pertenencia o rutina se
mantienen en igual medida que para cualquier individuo, y se ha planteado que muchas de
las alteraciones conductuales asociadas pueden deberse a la incapacidad de los pacientes
para satisfacer estas necesidades.

Así pues, en los últimos años se vienen proponiendo actividades que ayuden a los usuarios
a satisfacerlas, buscando no solo el aplacamiento de síntomas sino el aumento de la calidad
de vida.

Tal y como plantea el manual Actividades basadas en el Método Montessori para personas
con demencia, es muy importante proporcionar a estos pacientes tareas que les
permitan mantener o mejorar las habilidades necesarias para un normal funcionamiento
diario.

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Estos ejercicios buscan mejorar las aptitudes requeridas para tareas básicas como la
alimentación, el aseo o vestirse, tratando de ejercitar las capacidades cognitivas
conservadas con objetivos significativos y que tengan relevancia para la persona, como
poder preparar platos sencillos por sí mismo.

Así pues, deben suponer tanto una guía como un entrenamiento para poder generalizarlos
a la vida diaria, previa evaluación de las habilidades del individuo, que serán la base sobre
la que establecer la intervención.

Clasificación de las AVDs.

Para ilustrar la estructuración de estas actividades, utilizaremos la clasificación planteada


por el manual antes nombrado, el cual se creó con el objetivo de generar una teoría o
filosofía unificada a partir de la que poder programar ejercicios significativos para personas
con demencia:

1. Discriminación sensorial

2. Actividades de coger o agarrar

3. Actividades de verter

4. Actividades de prensar

5. Actividades de psicomotricidad fina

6. Cuidado del entorno

7. Cuidado personal

8. Actividades de clasificación

9. Actividades de seriación

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-Discriminación sensorial.

Antes de cualquier intervención va a ser de especial importancia la evaluación de las


capacidades conservadas por la persona. Todas y cada una de las categorías que vamos a
explorar conllevan un elemento evaluativo implícito en sus actividades, siendo éste en
específico el objetivo principal de las actividades de discriminación sensorial.

Así pues, este tipo de actividades estarán especialmente dirigidas a pacientes con
afectación más severa, con el fin de discernir hasta qué punto están conservadas sus
aptitudes perceptivas, y más allá, para desarrollar su capacidad para discriminar sonidos,
colores, pesos, temperatura u olores.

Desde tarros con café u otros granos para evaluar la discriminación sonora a la comparación
de jabones y otras sustancias para medir la discriminación de olores, pasando por utilizar
bolas de fieltro y piezas de madera o metal para mejorar la capacidad de la persona para
discriminar temperatura.

La metodología basada en el Método Montessori es tan efectiva como cotidiana,


permitiendo llevarla a cabo incluso dentro del propio hoga

- Actividades de coger

A partir de estos ejercicios se promueve el ejercicio de la motricidad fina y gruesa, la


actividad motora, la propia movilidad y la coordinación visomotora (ejercicio de
entrenamiento en AVDs del blog del CRE Alzheimer, 2019). Puedes acceder en el siguiente
enlace:

https://blogcrea.imserso.es/entrenamiento-en-avds-ejercicios-de-agarrar/

- Actividades de verter

Constituyen una de las aptitudes más básicas que constituyen independencia por sí
mismas.

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Por ello, promover esta capacidad es importante, pese a ser relativamente específica, y
dado a que en residencias o instituciones no se suele dar la oportunidad a las personas con
demencia de realizarla, perdiendo la práctica y contribuyendo así a la pérdida de la
capacidad.

- Actividades de prensar

Se plantean para facilitar la compresión de objetos, utilizando plastilina, algodones o telas


para entrenar el uso de pinzas, prensadores o punzones.

De este modo, se fortalecen los músculos de las manos, buscando una mayor
interactividad con el entorno por parte de los pacientes.

- Actividades de motricidad fina

Indicados para personas afectadas de artritis, accidentes cerebrovasculares y problemas de


visión, y las implicaciones de estas afectaciones a nivel de la motricidad más precisa.

- Cuidado del entorno

Actividades relacionadas con la jardinería o la cocina, centradas en las ocupaciones más


prácticas, como arreglar las flores, regar las plantas o poner la mesa.

Con esto, se ayuda a la persona a ser más consciente y responsable de su contexto más
cercano.

- Cuidado personal

Constituyen una introducción al autocuidado, cuyas actividades incluyen, por ejemplo,


doblar y colgar la ropa, ejercicios de vestirse o cepillado de dientes.

De nuevo, los usuarios no suelen tener la oportunidad de entrenar estas tareas en centros
residenciales, con lo que se torna de mayor importancia trabajarlas.

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- Actividades de clasificación

Indicadas para personas con cualquier grado de afectación, incluso con afectaciones en el
lenguaje.

Se trata de emparejar ítems similares o incluirlos en categorías concretas, como por su


forma (redondeada, puntiaguda, grande, pequeña…), por similitud (unir parejas) o por clase
(diferenciación entre animales y plantas).

- Actividades de seriación

La capacidad de seriar objetos es un principio de organización básica para controlar el


entorno, pudiendo establecer un cierto orden en su contexto cercano.

3.5. Cognitive Stimulation Therapy (CST)

En los últimos años, las línea de investigación sobre estimulación cognitiva en


demencias se centra no solo en la importancia de que las actividades sean significativas y
generalizables para la persona (como en el caso del entrenamiento en actividades de la
vida diaria), además de adaptadas a sus capacidades y necesidades. También se busca
atender de manera explícita o implícita aspectos emocionales y conductuales.

Es aquí donde entran acercamientos como la Cognitive Stimulation Therapy (CST), sin
adaptación todavía al castellano pero que podríamos traducir como “Terapia de
estimulación cognitiva”, no en un sentido estricto sino como una intervención basada en
el diálogo, consistente en sesiones centradas sobre un tema específico (niñez, comida,
trabajo, lugares, etc.) y de formato verbal, durante las cuales se buscará estimular el
lenguaje a partir de la categorización, construcción y asociación de palabras y conceptos.

No obstante, esta propuesta no se limita a trabajar la función verbal, sino que, tal y como
aseveran Lobbia y colaboradores (2018), incluye aspectos de la terapia de reminiscencia, la
estimulación multisensorial y los principios de aprendizaje implícito, involucrando a los

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participantes en actividades que enfatizan las habilidades emocionales, relacionales y
sociales de la persona.

Por ejemplo, existen ejercicios orientados a la estimulación de diferentes funciones


cognitivas a partir del diálogo sobre algo cotidiano, como los alimentos. Pero también
podemos plantear un entrenamiento de aspectos más específicos, como la memoria
semántica y autobiográfica, con actividades igualmente dinámicas y amenas, como una
especie de quiz. En la imagen, ejercicios de temática basada en el diálogo, extraídos del blog
del CRE Alzheimer, (2019). Pincha sobre las imágenes para acceder a los recursos:

https://blogcrea.imserso.es/tematica-basada-en-el-dialogo-alimentos-reales/

https://blogcrea.imserso.es/tematica-basada-en-el-dialogo-cultura-general/

3.6. Otras terapias

En este punto van a desarrollarse las siguientes terapias:

• Terapia asistida con animales

• Musicoterapia y danzaterapia

• Psicoestimulación con nuevas tecnologías

• Estimulación multisensorial

• Psicoterapia

3.6.1. Terapia asistida con animales

Pese a que existen registros de utilización de animales con fines terapéuticos desde hace
siglos, no se empiezan a encontrar investigaciones en este campo hasta los años 60, en las
que se observan diferentes beneficios terapéuticos en la interacción humano-animal (Pérez,
2016).

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Los primeros animales utilizados fueron los caballos, a los que se fueron incorporando
paulatinamente otros animales de granja y de compañía, incluso pequeños anfibios y
reptiles, tanto en intervenciones formales como a modo de “distracción” de otros
programas terapéuticos.

La continua investigación en este campo durante las últimas décadas dio lugar a lo que hoy
conocemos como intervención asistida con animales (IAA), destinada a mejorar los
aspectos sociales, emocionales y cognitivos de las personas con demencia, en este caso.
Esta terapia debe estar dirigida y desarrollada por un profesional especializado y un animal
entrenado para la intervención.

La práctica terapéutica con animales en España es de reciente desarrollo y todavía carece


de regulación y legislación específicas. A pesar de ello, podemos encontrar diferentes
entidades y particulares que trabajan con dicha intervención, ya que no solo abarca un
tratamiento de elección para demencias sino también para otro tipo de patologías, como
accidentes cerebrovasculares o trastornos del desarrollo.

Una de las terapias con animales más utilizada es la intervención asistida con perros (IAP),
cuyos estudios en personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias muestran que
puede influir positivamente en comportamientos sociales y conductas de agitación,
además de mejorar desde los aspectos más generales, como el estado emocional, hasta los
más específicos, como la tensión arterial.

3.6.2. Musicoterapia

El valor terapéutico de la música ha sido puesto de relieve desde la Edad Antigua. Sin
embargo, la musicoterapia como profesión nació en Estados Unidos a mediados del pasado
siglo, al observarse los efectos beneficiosos de la música en excombatientes. En la
actualidad, su utilización como método de intervención está presente de manera
internacional en centros hospitalarios, psiquiátricos, educativos, etc. (García, 2014).

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Así pues, podríamos definir la musicoterapia como “el uso profesional de la música y sus
elementos como una intervención en ambientes médicos, educativos y cotidianos con
individuos, grupos, familias o comunidades, buscando optimizar su calidad de vida y mejorar
su salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual y su bienestar”, según la
Federación Mundial de Musicoterapia (WFMT, 2011).

En demencias, la musicoterapia es una intervención no farmacológica recomendada. En el


área cognitiva, estimula capacidades como la atención, la orientación, el lenguaje o la
memoria, aportando a la persona sentimientos de identidad, seguridad y familiaridad
propios de la reminiscencia, en el caso de escuchar melodías familiares.

Resulta especialmente llamativo su efecto en el lenguaje; en las capacidades de fluencia y


contenido y informativo (Brotons y Koger, 2000). No es extraño encontrar personas con
demencia que, pese a sus dificultades para producir o comprender el lenguaje verbal, son
capaces de cantar canciones. Aldrige (2000) planteó su explicación en que “los fundamentos
del lenguaje son musicales, y son prioritarios a las funciones semánticas y léxicas”.

De igual manera, se han constatado efectos beneficiosos en las áreas socioemocional y


conductual.

3.6.3. Danzaterapia

Como terapia relacionada (englobadas dentro del grupo de Artes Creativas en Psicoterapia),
aunque desde un enfoque diferente, encontramos la danza creativa terapéutica o
danzaterapia, basada en las teorías de la Danza Movimiento Terapia (DMT), que plantean
el uso psicoterapéutico del movimiento dentro de un proceso creativo que busca la
integración psicofísica -cuerpo y mente- de la persona (ADMTE).

Este acercamiento nace de la unión entre danza y psicología, proponiendo conectar la


emoción, el movimiento y el pensamiento a través de un objetivo principal centrado en el
proceso psicoterapéutico y alejado de la estética o la técnica de la coreografía (IMSERSO,
2011).

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El objetivo terapéutico antes nombrado buscará mantener la identidad de la persona a
través de un proceso creativo; consistirá en proporcionarle un principio de realidad y
normalidad en un espacio y tiempo donde puedan ser libres de expresar sus emociones y
crear su propia danza.

De este modo, la danzaterapia basará su intervención en tres principios:

• Un enfoque humanista.

• Un reconocimiento y aceptación de la persona con demencia como un ser creativo,


al margen de sus capacidades cognitivas.

• Un compromiso por parte del profesional en cuanto a la continuidad y


confidencialidad de su trabajo con los usuarios objeto de la terapia.

3.6.4. Psicoestimulación con nuevas tecnologías

En los últimos años hemos vivido un boom en lo referente a la tecnología, en forma de


dispositivos móviles, tabletas, consolas o videojuegos, con un software y unas interfaces
cada vez más intuitivas y amigables para la persona que los utiliza.

Esta explosión ha abierto la curiosidad en cuanto al potencial de estas herramientas no solo


desde el punto de vista práctico sino también terapéutico. Así lo apuntan García y Pérez
(2017): “resulta lógico pensar que, si las nuevas tecnologías nos permiten comunicarnos,
recordar nuestras tareas o aprender nuevos idiomas, también puedan utilizarse como
herramientas para la estimulación cognitiva o como ayudas para la comunicación en
colectivos con estas necesidades, como es el de las personas con demencia”.

Así pues, se plantea el uso de estas tecnologías como terapia no farmacológica de elección
en demencias, particularmente a través de dispositivos tablets o la videoconsola Nintendo
Wii.

24
En cuanto a las tabletas, son generalmente consideradas como fáciles de utilizar gracias a
su interfaz táctil, lo que las hace especialmente intuitivas incluso para personas sin
experiencia en nuevas tecnologías. Así, estos aparatos pueden ser utilizados en múltiples
contextos y con diferentes objetivos (Kerkhof, Graff, Bergsma, De Votch y Dröes, 2016; Lim
y cols., 2013), entre los que destacamos las utilidades a nivel de intervención cognitiva:

• Servir de apoyo a las capacidades cognitivas en declive y para la realización de


actividades de la vida diaria.
• Aportar actividades de estimulación, entrenamiento y rehabilitación cognitiva.
• Facilitar la administración de pruebas de evaluación cognitiva.

Por otro lado, encontramos la intervención con la consola Nintendo Wii, cuyo objetivo
principal es generar una situación lúdica que permita el entrenamiento de funciones
cognitivas, promueva la interacción social e influya sobre el estado anímico de las personas
con demencia (García y Pérez, 2016).

De nuevo, y dada la temática del curso, nos centramos en las implicaciones que esta terapia
tiene sobre las funciones cognitivas de la persona, entre las que encontramos la posibilidad
de llevar a cabo un entrenamiento de capacidades tales como la memoria, la atención, el
cálculo o el razonamiento.

No obstante, no son desdeñables sus beneficios a nivel social y emocional, lo que, unido a
su carácter sencillo, económico y lúdico, convierte a este acercamiento en una herramienta
de gran interés terapéutico, aunque complementaria al tratamiento habitual.

3.6.5. Estimulación multisensorial

La estimulación multisensorial, junto con la psicoestimulación con nuevas tecnologías, es


una de las intervenciones terapéuticas de más reciente implementación. Fue desarrollada
en los Países Bajos durante la década de 1970, e introducida para el tratamiento de
personas con demencia a finales de los años 90 (Moffat, Barker y Pinkney, 1993).

25
Generalmente, esta terapia se realiza en una habitación preparada, conocida
como sala Snoezelen. En este espacio, se les ofrece a los usuarios estímulos visuales,
auditivos, táctiles y olfatorios a partir de herramientas como luces, columnas de agua,
aromas, sonidos o proyecciones (Milev, Kellar y McLean, 2008; Baker, Bell y Baker, 2001).

Las características principales de la estimulación multisensorial son la atención


personalizada y la aproximación no directiva, animando a los usuarios a interactuar con los
estímulos que ellos elijan en cada momento y buscando la estimulación sin necesidad de
actividad intelectual por parte del paciente, con lo que resulta un acercamiento de elección
para personas con demencia severa, especialmente.

A continuación, se enuncian algunas de las áreas de la persona a las que se puede dirigir
esta terapia (Hulsegge, 1987; Thompson y Martin, 1994; Kwok, To y Sung, 2003):

• Relajación.

• Desarrollo de la autoconfianza y el autocontrol.

• Potenciar la exploración y las actividades creativas.

• Proporcionar ocio y diversión.

• Mejorar la atención.

• Disminuir las alteraciones comportamentales.

3.6.6. Psicoterapia

A lo largo del curso natural de las demencias es habitual que aparezcan alteraciones
perceptivas, cognitivas, emocionales o conductuales, siendo además una de las
consecuencias más incapacitantes de este tipo de enfermedades y una de las mayores
amenazas para la estabilidad del núcleo familiar (Peña-Casanova, 1999).

26
De igual manera, a la hora de trabajar sobre el rendimiento cognitivo, se deben prevenir,
diagnosticar y tratar los trastornos psicológicos y del comportamiento. Por otro lado,
también cabe controlar los trastornos del comportamiento a partir de técnicas específicas,
como la modificación de conducta.

Ahondaremos en estos apartados a lo largo del punto 5.5: ‘Control de trastornos


psicológicos y del comportamiento’.

MÓDULO 4. TERAPIA COGNITIVA ESPECÍFICA.

Introducción

Como hemos visto, los acercamientos actuales en lo referente a la intervención cognitiva


son tan amplios como holísticos. Por ello, se torna de especial relevancia un análisis
detallado de las capacidades mentales de la persona con la que llevaremos a cabo alguna
de las terapias propuestas, así como de sus necesidades específicas a nivel cognitivo.

De esta manera, centraremos el tratamiento alrededor de las capacidades y necesidades,


que nos servirán como base para elegir qué actividades aplicaremos y sobre qué funciones
se buscará trabajar. Dicha evaluación deberá ser llevada a cabo por un neuropsicólogo.

Para ilustrar este escenario, enunciaremos un caso publicado por Dubois Remund en 1995,
extraído del manual Intervención cognitiva en la enfermedad de Alzheimer (Peña-Casanova,
1999).

“Se trata de la Sra. OC. Tras una primera exploración se llegó a la conclusión de que la
paciente padecía una forma de demencia llamada ‘semántica’. El problema se localizaba en
la memoria semántica y afectaba a capacidades como la denominación de objetos, la
comprensión oral y escrita de las palabras, el reconocimiento de imágenes, la lectura y la
escritura. Se estableció una línea base de sus capacidades a partir de una extensa prueba
de denominación (125 imágenes) realizada en dos semanas distintas para tener datos
estables”.

27
“Se realizaron sesiones de entrenamiento en las que, de no ser capaz la paciente de decir el
nombre, éste se le decía. Luego se buscaban los rasgos semánticos esenciales del objeto, de
tipo físico, funcional y asociativo. En todos los casos se intentaba, también, relacionar el
objeto con la experiencia personal de la paciente, haciendo de la tarea una experiencia
significativa para ella.”.

“Si la imagen era mal identificada, se le ofrecían las características pertinentes, verbales y
gestuales.. Para que la paciente conservara estas informaciones se le indicaba que dibujara
el objeto y que escribiera su nombre y algunas de sus características. En sesiones sucesivas
se recordaba lo que se había evocado previamente, sin las notas que la paciente había
realizado e intentando que buscara las informaciones por sí misma”.

“Los resultados mostraron que la usuaria mejoró en un 25% de todas las imágenes en el
control realizado después de la fase terapéutica”.

Análisis de caso

En el caso de Dubois, la paciente padecía un tipo de demencia que afectaba a funciones


cognitivas concretas (reconocimiento y denominación de objetos, comprensión verbal,
lectura y escritura), lo que apuntaba desde un primer momento las áreas a tratar
en intervención, es decir, las necesidades de la persona.

Sin embargo, y como hemos visto, se tuvo que marcar una línea base de sus capacidades a
partir de una evaluación de las mismas, tras lo cual se pudo plantear un ejercicio adaptado
y personalizado, además de significativo para la persona, una característica que siempre
debería mantenerse, en la medida de lo posible.

De este modo, y según la evaluación correspondiente, nos podemos encontrar con


escenarios en los que la línea a seguir sea el tratamiento específico de aspectos como el
lenguaje, la orientación, la atención, el esquema corporal, la memoria, la gestualidad, la
lectura y escritura, el cálculo y la gestión del dinero, las funciones ejecutivas o las
actividades de la vida diaria.

28
En este punto veremos pautas para algunos ejercicios de intervención cognitiva dirigidos a
la intervención de aptitudes concretas, para cada una de las funciones mencionadas. Por
ejemplo, actividades de conversación, descripción, repetición, reconocimiento y
denominación, para la estimulación del lenguaje.

El programa Gradior, de utilización habitual en el CRE Alzheimer, permite a los profesionales


desarrollar pautas de ejercicios de estimulación cognitiva personalizadas para cada usuario.

Además, la ejecución de las actividades se realiza a través de una pantalla táctil, con lo que
no es necesario conocimiento informático alguno.

4.1. Lenguaje

El lenguaje es consiste en la materialización de signos y símbolos (orales o escritos) que


representan objetos, ideas, percepciones, etc., según las normas de cada comunidad
lingüística (Lecours y Lhermitte, 1979).

Dentro de esta competencia, varios pueden ser los procesos afectados y a los que
dirigiremos ejercicios de estimulación cognitiva específicos:

• Conversación: poder formular y comprender las ideas de un intercambio verbal.

• Descripción: discurso en el que se explica cómo es una cosa, persona o lugar.

• Repetición: capacidad para reproducir una construcción verbal escuchada.

• Denominación: nombrar o llamar a una persona, cosa o concepto con un


determinado nombre.

• Vocabulario: conocimiento del conjunto de palabras de una lengua o léxico.

• Comprensión: facultad que nos permite dar significado a palabras o ideas.

29
- Conversación

Objetivos: promover la producción del lenguaje a través de la interacción personal con el


usuario.

Materiales: sin necesidad de material específico, dado que la actividad se basa


enteramente en una relación verbal con la persona. No obstante, se pueden utilizar objetos,
imágenes o sonidos para iniciar o estimular la conversación, siempre que el paciente no
padezca de limitaciones sensoriales.

Estructura: se basa en una situación de conversación normal, cotidiana y espontánea.

- Descripción

Objetivos: estimular el lenguaje descriptivo a través de estímulos visuales. De manera más


específica, promover de igual manera la interacción interpersonal a través de la descripción,
narración y conversación sobre imágenes.

Materiales: se pueden utilizar estímulos normatizados y protocolizados, como láminas


temáticas, u otros de corte más informal, como revistas, periódicos y libros.

Estructura: se plantea una mera generación del discurso a partir de estímulos visuales,
buscando que la persona hable directamente de lo que está viendo.

- Repetición

Objetivos: ejercitar la retención, la atención y la concentración de la persona a partir de


una tarea de repetición verbal.

Materiales: generar una lista de palabras o frases concretas a repetir por el usuario.

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La flexibilidad es total a la hora de elegir los temas o la dificultad del material, aunque se
recomienda que sea palabras o frases relacionadas entre sí y cuyo significado sea relevante
para la persona o esté relacionado con su contexto cercano.

Estructura: es una tarea de repetición simple, según la cual, a partir de la interacción


interpersonal, se procurará que el usuario reproduzca las palabras o frases que vea escritas
o se les diga de forma oral.

- Denominación

Objetivos: estimular la función léxica a través de estímulos visuales, fundamentalmente


imágenes y objetos. Supone una versión simplificada de la tarea de descripción.

Materiales: de nuevo, no se requerirán elementos muy complejos, más allá de objetos o


imágenes de los mismos agrupados por categorías, a ser posible. Se pueden utilizar fotos
presentes en periódicos, libros, folletos, etc.

Estructura: simplemente se presentarán estímulos visuales al usuario, tras lo cual se le


pedirá que los nombre.

- Vocabulario

Objetivos: estimular la capacidad léxica y semántica a partir de una tarea verbal.

Materiales: pueden utilizarse bien materiales normatizados, como los presentes


en manuales específicos, o bien informales, como podría ser una conversación con el
usuario a partir de la cual le preguntemos sobre sinónimos de una palabra o componentes
de una categoría (por ejemplo, a la hora de enunciar tipos de animales).

Estructura: al igual que en la tarea de conversación, se plantea un intercambio verbal como


núcleo de la actividad. Se hablará con la persona acerca de las categorías propuestas y se le
pedirá que enuncie las palabras relacionadas que le vengan a la mente.

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- Comprensión

Objetivos: trabajar la función receptiva del lenguaje, la que nos permite comprender el
significado de las construcciones verbales que se nos enuncian.

Materiales: de manera general, se pueden utilizar todo tipo de elementos que nos sirvan
para establecer de una manera estructurada o informal una situación de estímulo-
respuesta, ya sea a partir de imágenes, láminas, figuras u objetos del entorno.

Estructura: se podrá llevar a cabo tanto a partir de órdenes que la persona deba cumplir
como preguntas acerca de estímulos que se le presenten.

4.2. Orientación

Como ya hemos visto anteriormente, la orientación es la capacidad de toda persona para


ser conscientes de nosotros mismos y de nuestro contexto espacial y temporal. Así, los tres
tipos de orientación se relacionarán con las tres clases de ubicación posible: personal,
espacial y temporal.

Es uno de los aspectos más importantes de nuestra cognición y condición indispensable


para un correcto funcionamiento diario; continuamente necesitamos saber en qué
momento del día estamos o dónde nos encontramos para poder discernir qué conductas
son adecuadas para cada instante o lugar.

El trabajo en orientación constituye uno de los más básicos y nucleares relacionados con la
intervención cognitiva en demencias, atendiéndose de manera continua y sistemática,
incluso en actividades de otra índole.

Objetivos: mantener las funciones de orientación personal, temporal y espacial, trabajando


sobre la información relativa al usuario, el momento del día en el que se encuentra (así
como el día de la semana, el mes o el año) y el lugar en el que está.

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Materiales: los instrumentos a utilizar son muy numerosos; desde manuales especializados
o materiales específicos (pictogramas, rótulos, diarios, televisión, radio, etc.) a simples
conversaciones cotidianas sobre el usuario, el momento o el lugar.

Estructura: variará según el tipo de orientación que queramos trabajar. Así, en ocasiones
será más recomendable utilizar estímulos en el entorno (orientación espacial y temporal) y,
en otras, la interacción personal o en grupo (orientación personal).

4.3. Atención-concentración

La atención nos permite dirigir nuestros sentidos y cognición a elementos específicos del
medio que nos rodea, normalmente sobre los más relevantes. Tal y como apunta
Ballesteros (2000), “hace referencia al estado de observación y de alerta que nos permite
tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno”. Por su parte, la concentración es
la capacidad para mantener fija la atención, lo que conocemos como atención sostenida.

La primera condición necesaria para que se dé un proceso atencional es que nuestros


sentidos capten los estímulos del ambiente, por lo que el trabajo con estos también va a ser
importante:

• Visión: percepción del entorno visible y capacidad de ver.

• Audición: capacidad para poder oír y escuchar, para percibir sonidos.

• Tacto: facultad que permite percibir el contacto de otras cosas sobre la piel y
distinguir sus cualidades.

• Olfato y gusto: percepción de olores y sabores. Estos sentidos se encuentran


estrechamente relacionados.

33
Visión

Objetivos: ejercitar la actividad de los sistemas perceptivos visuales y sus implicaciones


espaciales y cognitivas.

Materiales: estímulos seleccionados de manera específica, tanto formales como informales


(revistas, libros, periódicos, etc.). Se habrá de tener en cuenta si la persona padece de
alguna limitación en la vista y cómo ello puede afectar al ejercicio.

Estructura: se presentarán los estímulos al usuario, a lo que le seguirán preguntas que nos
permitan discernir el estado de su visión (cuestiones de discriminación visual, descripción,
emparejamiento, ubicación espacial, etc.).

Audición

Objetivos: mantener, establecer o reforzar la actividad de los sistemas perceptivos


auditivos y sus implicaciones a nivel cognitivo.

Materiales: estímulos seleccionados específicamente, teniendo en cuenta las limitaciones


que la persona pueda tener en cuanto a su audición (sordera o utilización de audífonos).

Estructura: se presentarán una serie de estímulos auditivos al usuario, sobre los que se
propondrán tareas de discriminación, descripción, o ubicación espacial, siempre a partir de
la interacción interpersonal.

Tacto

Objetivos: estimular la funciones relacionadas con el sentido del tacto.

Materiales: deberemos elegir pormenorizadamente los estímulos a utilizar, y en este caso,


nos interesa trabajar con materiales significativamente diferentes en cuanto a la forma, el
peso, el grosor, el tacto, la consistencia, la temperatura y la dureza.

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Estructura: de nuevo, la actividad se basará en una serie de cuestiones acerca de los
estímulos presentados; preguntas sobre las variables de los materiales.

Olfato y gusto

Objetivos: atender al ejercicio de los sistemas olfativos y gustativos.

Materiales: estímulos relacionados con el olfato (olores tanto agradables como


desagradables, suaves y fuertes) y el gusto (diferentes comidas, en poca cantidad).

Estructura: la metodología se mantiene en preguntas acerca de los estímulos presentados,


sobre sus características y sobre lo que evocan al participante.

4.4. Esquema corporal

Podríamos definir el esquema corporal como la conciencia del cuerpo físico en estado de
reposo y en movimiento. No solo es el conocimiento de las partes de nuestro cuerpo por
separado y como un todo, sino también la forma en que éstas se relacionan con el entorno.

El esquema corporal se construye a lo largo del ciclo vital, especialmente durante los
primeros años de vida.

Lo constituyen las sensaciones propioceptivas (referidas al propio cuerpo), las


provenientes de las articulaciones, táctiles visuales y laberínticas (referidas a la posición y
el equilibrio) y complementadas por aspectos psicológicos; la propia denominación de las
partes del cuerpo implica su reconocimiento como realidad física y su unión a un significado
verbal, en el que interviene la concepción del espacio –delante/detrás, derecha/izquierda,
arriba/abajo– (Peña-Casanova, 1999).

Objetivos: practicar ejercicios que permitan mantener durante el mayor tiempo la


conciencia del cuerpo.

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Materiales: dibujos y gráficos del cuerpo. También cabe la posibilidad de utilizar muñecos,
siempre y cuando la persona no lo considere infantiles y los acepte en la terapia.

Estructura: se basará en la interacción con el usuario, buscando abarcar tareas de


reconocimiento, denominación y señalización directa de partes del cuerpo.

4.5. Memoria

La memoria es la capacidad para codificar, almacenar y recuperar conocimientos y sucesos


pasados. De este modo, y según el tipo de información procesada, distinguiremos entre dos
tipos de memoria:

• Memoria explícita (declarativa): hace referencia a la información almacenada de


manera consciente. Este tipo de memoria se puede diferenciar en dos
subcategorías: episódica, referente al propio recuerdo de sucesos vividos,
y semántica, relacionada con conceptos que no están ligados a la experiencia
personal, como el conocimiento de carácter general o la competencia lingüística.
• Memoria implícita (procedimental): abarca las acciones o actos aprendidos a lo
largo de nuestro ciclo vital. Se refiere a conductas que, generalmente, hacemos de
forma automática, como montar en bici sin caernos.

Como es lógico, con los ejercicios de estimulación cognitiva buscaremos trabajar el primer
tipo de memoria, que además es, a su vez, una de las facultades más afectadas en personas
con demencia.

Objetivos: estimular la memoria de eventos pasados, lo que favorece la orientación


personal del usuario y aumenta su autoestima.

Materiales: cualquier tipo de estímulo (objetos, imágenes, sonidos, olores, etc.) que pueda
evocar recuerdos en la persona. En la medida de lo posible, es recomendable que dichos
estímulos sean significativos para la persona o que estén relacionados con sus gustos,

36
ocupaciones o aficiones, para hacer de la actividad un espacio ameno y favorecer el
compromiso con la misma.

Estructura: comprende una situación social de conversación, que se puede realizar de


manera individual o en grupo. A partir de la interacción con los estímulos presentados, se
buscará estimular la memoria de manera natural.

4.6. Gestualidad

La gestualidad o praxias engloban las habilidades motoras y movimientos organizados que


realizamos con un plan u objetivo específico. Así pues, la posibilidad de llevar a cabo estas
acciones no solo depende de la destreza motora de la persona sino que también intervienen
diversas funciones cognitivas.

Desde un punto de vista técnico, las praxias se dividen en ideomotoras (gestos simples),
ideatorias (movimientos complejos), faciales (acciones con diversas partes de la cara) y
visoconstructivas (planificación para realizar construcciones, dibujos o figuras). No
obstante, y para ser más prácticos, diferenciaremos la gestualidad en:

• Manipulación de objetos: acciones relacionadas con el manejo de elementos físicos.

• Gestualidad de comunicación: realización de gestos con contenido comunicativo


(saludos, despedidas, etc.).

• Destreza manual: actividades psicomotoras manipulativas finas o precisas (cortar


con tijeras, hacer un nudo, etc.).

• Praxis constructiva: poder generar formas con objetos o dibujos de papel y lápiz.

Manipulación de objetos

Objetivos: estimular el manejo de elementos físicos, tanto a nivel físico como cognitivo.

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Materiales: objetos reales relacionados con actividades de la vida diaria e imágenes de los
mismos.

Estructura: basándonos en una situación de interacción interpersonal con el usuario,


comenzaremos por enunciar los pasos a seguir para cada una de las acciones propuestas a
partir de los objetos reales o de las fotos, lo que ejercitará las funciones cognitivas de
percepción, comprensión, abstracción y representación mental de la acción.

Posteriormente, le pediremos a la persona que realice la acción física de manera autónoma,


ayudándole o ejerciendo de modelo si fuera necesario.

Gestualidad de comunicación

Objetivos: ejercitar gestos con contenido comunicativo (señalar, saludar, despedirse, etc.).

Materiales: no es necesario material específico alguno, aunque cabe la posibilidad de


utilizar imágenes o fotos con el fin de trabajar el reconocimiento o la imitación gestual.

Estructura: en este caso, sacaremos mayor partido a la interacción interpersonal, ya que


podremos simular situaciones de conversación naturales. También se plantea la utilización
de instrucciones verbales para que el usuario realice un gesto específico.

Destreza manual

Objetivos: fomentar tareas psicomotrices básicas y relacionadas con actividades de la vida


diaria.

Materiales: se pueden utilizar tanto objetos específicos para la actividad (punzones) como
otros más comunes y significativos (botones, cremalleras, velcro, pendientes, tijeras, etc.).
Se recomienda utilizar objetos relacionados directamente con actividades de la vida diaria,
como son los del segundo grupo.

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Estructura: dependiendo del nivel de deterioro psicomotriz del usuario, emplearemos
objetos específicos o comunes. El objetivo final debe ser entrenar acciones del día a día
aunque, en ocasiones, es posible que sea necesario un entrenamiento con utensilios de
prueba.

Praxis constructiva

Objetivos: estimular actividades de diversa complejidad que planteen la consecución de un


objetivo (una figura, dibujo o construcción) a partir de elementos de diferente naturaleza.

Materiales: material de escritorio (papel, lápices, pinceles, acuarelas, etc.) y diferentes


objetos manipulativos (piezas de madera, barro, plastilina, rompecabezas, etc.).

Estructura: actividades de papel y lápiz o manipulativas supervisadas.

4.7. Lectura y escritura

Desde un punto de vista técnico, la lectura es la decodificación y comprensión del


significado de caracteres escritos o de cualquier tipo de representación gráfica. Por su parte,
la escritura es la reproducción de ideas a partir de palabras escritas en un papel u otra
superficie.

De este modo, procesos que tenemos tan interiorizados se tornan complejos a la hora de
analizarlos según los procesos cognitivos que los hacen posibles.

Con la lectura se ejercita la comprensión verbal escrita y entran en juego los sistemas
visual y motor. Por su parte, en la escritura participan la fluidez de la expresión, la
denominación y la evocación de palabras, así como el sistema motor.

Las tareas de lectura y escritura son muy habituales en la vida diaria, con lo que su
conservación supone un componente importante en la autonomía de la persona y en su
autoestima y calidad de vida, consecuentemente.

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Lectura

Objetivos: potenciar la capacidad de lectura y de comprensión escrita, incrementando a su


vez la autoestima.

Materiales: los ejercicios de lectura quizá sean las que permiten un material más amplio:
hojas con sílabas, frases y textos. Tarjetas con órdenes escritas. Periódicos, revistas y libros.
Cualquier material escrito del que se disponga, incluyendo rótulos que se encuentren en su
entorno.

Estructura: planteamiento de la actividad a partir de ejercicios supervisados, combinada


con situaciones de interacción y comentario de textos, noticias, etc.

Escritura

Objetivos: estimular y reforzar la producción escrita a partir de estímulos de índole diversa,


como la copia, el dictado o la escritura libre.

Materiales: papel y lápiz, bolígrafo u otros sistemas de escritura (adaptados o con ayudas,
de ser necesario). Se pueden utilizar cuadernos de lectura y escritura específicos, así como
imágenes para la narración temática.

Estructura: ejercicios específicos y práctica guiada, siendo conveniente plantear la actividad


de manera lúdica.

4.8. Cálculo y gestión del dinero

Día a día, nos encontramos con situaciones en las que se requiere de nosotros que
utilicemos nuestra capacidad de cálculo, es decir, la función que nos permite realizar
operaciones matemáticas.

El cálculo cotidiano, y especialmente el relacionado con el dinero, es una actividad que


tenemos muy automatizada, aunque para su consecución intervienen un número para nada

40
despreciable de funciones cognitivas: desde elementos perceptivos y de reconocimiento
de cifras, hasta el conocimiento numérico de cantidades, pasando por el entendimiento
de los símbolos y reglas de cálculo. Por otro lado, también participan el razonamiento
abstracto y la función ejecutiva.

Poder realizar cálculos mentales sencillos es una tarea indispensable para contar con cierta
autonomía personal, con lo que su preservación aportará una mayor y significativa
independencia al usuario.

Objetivos: ejercitar el conocimiento y la manipulación numérica. Facilitar el cálculo y el


razonamiento, así como la solución de problemas simples.

Materiales: ábaco, juego de bingo, monedero con dinero real o ejercicios específicos de
problemas aritméticos.

Estructura: actividades de estructura escolar adaptadas a una situación social en forma de


juegos, a partir de los materiales propuestos.

4.9. Gestión ejecutiva

Las funciones ejecutivas hacen referencia a aquellas actividades mentales complejas,


necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento
necesario para una correcta adaptación al entorno y consecución de metas (Bauermeister,
2008).

Dentro de estas funciones encontramos procesos esenciales para nuestro día a día:
memoria de trabajo, planificación, razonamiento, flexibilidad, inhibición, toma de
decisiones, estimación temporal, atención dividida y multitarea.

Así pues, la funciones ejecutivas son necesarias para desenvolvernos con éxito en nuestro
medio y conseguir nuestros objetivos, tanto de los proyectos más complejos como de las

41
actividades más cotidianas: planificar nuestro día, priorizar tareas, estimar su duración o
reorganizar un plan determinado.

Objetivos: trabajar las capacidades de razonamiento, abstracción, planificación y ejecución.

Materiales: variables, ya que la actividad se centrará principalmente en tareas verbales y


manipulativas complejas.

Estructura: tareas específicas, dirigidas y supervisadas, y actividades de la vida diaria.

Al ser tan holísticas, las funciones ejecutivas permiten una metodología de trabajo mucho
más amplia y flexible. Además, muchas actividades de la vida diaria requieren de este tipo
de aptitudes, con lo que se pueden plantear tareas de cocina, limpieza u ocio (coser,
jardinería, juegos, etc.) para hacer de la intervención una terapia lúdica y generalizable al
día a día de los usuarios.

4.10. Actividades de la vida diaria

Como ya vimos en el punto 3.4, muchas de las alteraciones conductuales en personas con
demencia vienen dadas por su incapacidad para satisfacer las necesidades de autoestima,
valía personal, pertenencia o rutina, que correlacionan con la posibilidad de realizar con
normalidad actividades de la vida diaria.

Así pues, resulta de vital importancia y es uno de los enfoques terapéuticos principales en
intervención cognitiva el fomentar dichas actividades, en las que intervienen además
el conjunto de capacidades mentales, con predominio de ciertos aspectos de acuerdo con
la tarea concreta.

Objetivos: realizar tareas ocupacionales y de la vida diaria para reforzar y mantener las
capacidades de la persona. En la medida de lo posible, se plantearán tareas significativas
para el usuario; que le puedan ser útiles o que le gusten.

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Materiales: dependerá de la actividad específica que se realice. No obstante, y al tratarse
de ocupaciones cotidianas, lo materiales se podrán encontrar general y fácilmente en
tiendas o comercios.

Estructura: se conformará de acuerdo a la tarea concreta y según las capacidades del


usuario. Así, a partir de estas variables plantearemos una realización autónoma, con
indicaciones, basada en la imitación o con ayudas físicas.

MÓDULO 5. ASPECTOS PRÁCTICOS.

Introducción

Plantear una intervención cognitiva no implica atender únicamente a áreas funcionales,


enfoques tradicionales o prácticas contemporáneas. La base de toda terapia es estar
centrada en la persona a quien va dirigida, y esto, a su vez, va más allá de tener en cuenta
sus capacidades y necesidades cognitivas.

En este punto, veremos la importancia de los aspectos físicos y sensoriales, de


la adaptación física y funcional del entorno y de la persona, de la mejora sustancial que
suponen las actividades significativas para el usuario y de la necesidad de controlar, en
algunos casos, los trastornos psicológicos y del comportamiento.

Seguir estas pautas garantizará un programa de intervención adaptado a la persona desde


un punto de vista holístico, lo que será un buen predictor de la eficacia del mismo.

5.1. Variables físicas y sensoriales

El envejecimiento conlleva una serie de implicaciones físicas y sensoriales para la persona


mayor, frecuentemente relacionados con patologías presentes durante este período, que
condicionan los rendimientos físicos y cognitivos y, por ende, las capacidades funcionales y
de la vida diaria (Peña-Casanova, 1999).

43
La detección de posibles trastornos en este área puede influir positivamente en la
independencia y autosuficiencia de los usuarios, lo que repercute en su calidad de vida.

En esta parcela, atenderemos al rendimiento psicomotor, al declive físico y al deterioro de


la agudeza sensorial como principales aspectos a tener en cuenta.

Rendimiento psicomotor

El control y la velocidad de los movimientos corporales se ven generalmente alterados con


la edad y, de forma más acusada, en casos de demencia.

Una de las afectaciones principales suele ser la lentificación o necesidad de más tiempo
para responder. Ésta afecta a la velocidad de respuesta y, consecuentemente, aumenta la
probabilidad de sufrir accidentes.

La lentificación puede deberse a problemas sensoriales (sordera o ceguera) o dificultad en


la ejecución (por dolencias como artritis o artrosis). No obstante, y aunque estos problemas
NO se deben a la lentitud cognitiva, es la velocidad de respuesta en los aspectos mentales
la que más se ve afectada.

Cabe destacar que no toda lentitud de respuesta asociada a la edad es inevitable; el ejercicio
y un buen estado de salud general, por ejemplo, contribuyen a reducir ciertas
lentificaciones. Las habilidades que se repiten tienden a declinar menos, con lo que el
ejercicio puede ayudar a mantenerlas.

En el caso de que no se puedan llevar a cabo actividades de prevención o práctica, conviene


acudir a la adaptación del entorno para disminuir las implicaciones de la incapacidad.

Declive físico

La disminución de las actividades fisiológicas es un proceso generalizado en personas de


edad avanzada y desempeña un importante papel en la reducción de posibilidades de
interacción con su contexto cercano.

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Una de las características más limitantes es la reducción de fuerza muscular, un factor con
implicaciones significativas en lo referente a la autosuficiencia de la persona. Este hecho
nos lleva al concepto de “fragilidad física” o pérdida de reservas fisiológicas que se asocia
con un aumento de la discapacidad.

En la siguiente tabla, veremos posibles causas y consecuencias de la debilidad muscular en


el envejecimiento.

Causas y consecuencias de la reducción de fuerza muscular durante el envejecimiento


(Peña-Casanova, 1999)

En el caso de posibles intervenciones, de nuevo, encontramos que el ejercicio físico tiene


un efecto beneficioso en la salud física y el bienestar de las personas mayores, siendo la
inactividad y el sedentarismo el principal factor determinante en la debilidad muscular, tal
y como afirman Bassey (1995) y Morgan (1991).

En cuanto a la capacidad cognitiva, parece que el ejercicio no tiene demasiado impacto


(Molloy y cols., 1988). De este modo, se buscará trabajar los aspectos físicos para
garantizar una intervención cognitiva lo más eficaz posible, especialmente en casos de
personas con demencia, pero como un factor de influencia indirecta.

45
Intervención para prevenir el declive físico

En cuanto a las posibles intervenciones que incrementen la actividad física y eviten un estilo
de vida sedentario, se especifican distintas categorías:

• Estructuradas: talleres de estimulación psicomotriz, cinesiterapia, sesiones de


gimnasia, natación, actividades rítmicas, danzas adaptadas, yoga, etc.

• Informales: tareas domésticas que impliquen actividad física, paseo, baile, cuidado
de animales, juegos, etc.

• Mixtas: combinan intervenciones estructuradas e informales. Son frecuentemente


programadas por animadores y monitores de actividades físicas.

Agudeza sensorial

La desaparición o no disponibilidad de uno de los cuidadores principales

Es de vital importancia para un buen rendimiento en ejercicios cognitivos que la


información percibida sea correctamente procesada y evaluada por parte de la persona con
demencia.

En este sentido, la visión y la audición son los sentidos más importantes para garantizar
una buena ejecución y, en última instancia, un grado significativo de independencia y
calidad de vida, aunque también son relevantes el gusto y el olfato.

En conclusión, se puede predecir que toda intervención que mejore las capacidades
sensoriales tendrá una repercusión en el rendimiento de los usuarios.

La pérdida de agudeza visual o dificultad para distinguir los objetos con claridad es uno de
los problemas más frecuentes de visión, siendo una alteración que ve aumentada su
prevalencia a partir de los cincuenta años, y especialmente de los sesenta años en adelante
(Anderson y Palmoe, 1974).

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Las implicaciones de la limitación visual no afectan directamente a las capacidades
cognitivas de la persona, aunque son muy restrictivas desde el punto de vista práctico. Su
estudio y tratamiento puede influir positivamente en la comunicación, el estado mental y
la autosuficiencia de la persona.

La capacidad auditiva es otra aptitud que se ve deteriorada con la edad, siendo su


prevalencia superior a la de los trastornos visuales. La presbiacusia –pérdida auditiva
asociada a la edad– se caracteriza por una dificultad en la percepción de tonos y voces
agudas, como las de los niños, así como de ciertos comentarios o advertencias.

Esta afectación implica igualmente una menor comprensión del lenguaje cuando alguien
habla rápidamente o cuando la persona afectada no puede ver la cara del interlocutor, lo
que puede originar problemas relacionales.

Desde el punto de vista cognitivo, deberemos tener en cuenta que se han apreciado
disminuciones de rendimiento en personas con problemas auditivos.

Gusto y olfato

Pese a ser considerados frecuentemente como “sentidos secundarios”, su importancia no


es desdeñable en diversos aspectos de la vida diaria y otras implicaciones indirectas.

Un sentido del gusto alterado implica que se vean modificados determinados sabores o
disminuidos en su intensidad, lo cual puede llevar a una pérdida de la satisfacción por
comer, con la consecuencia final de una posible desnutrición.

La falta de nutrientes afecta directamente al rendimiento mental, con lo que será un


aspecto a atender si queremos plantear una intervención cognitiva.

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Adaptación del entorno físico

La funcionalidad de una persona no depende solo de su capacidad real, sino que influyen
en igual medida las exigencias contextuales y la manera en la que interaccionan con
cuidadores y familiares.

Una adaptación del entorno cercano facilitará las tareas para el usuario y reducirá la
exigencia cognitiva, previniendo así las limitaciones funcionales. Por otro lado, un contexto
más amigable y respetuoso con las necesidades y capacidades de la persona reducirá los
niveles de ansiedad y producirá un mayor bienestar en el usuario.

A continuación, enunciaremos una serie de pautas cuyo objetivo reside en proporcionar un


medio seguro a la persona con demencia, reduciendo su carga cognitiva y funcional.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que una persona con demencia padece de una
especial dificultad para reconocer los cambios que se producen en su contexto. Así pues, es
importante mantener su entorno habitual lo más estable e inalterado posible para prevenir
problemas de ansiedad, desorientación o frustración.

Por ejemplo, un cambio de lugar de residencia (aunque sea temporal, como durante unas
vacaciones) puede ser particularmente problemático, ya que el paciente tendrá la sensación
de estar en un lugar inseguro. Por otro lado, si se introducen nuevas personas, aun en su
contexto habitual e independientemente de que sean familiares, cabe la posibilidad de que
las identifique como extrañas, pudiendo dar lugar a estados de confusión o agitación.

Seguridad, prevención y simplificación

En lo referente a las adaptaciones del entorno propiamente dichas, deberán centrarse en


los principios de seguridad, prevención y simplificación para minimizar al máximo las
exigencias cognitivas.

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• Seguridad y prevención: estas medidas permiten que se reduzca el riesgo de
accidentes, quitando carga de supervisión al cuidador y aportando sentimientos de
autonomía a la persona con demencia.

Resulta especialmente importante adoptar medidas se seguridad en el baño, la cocina,


escaleras, balcones, puertas, ventanas o pasillos, evitando los peligros generados por
lugares poco iluminados o resbaladizos, productos nocivos, objetos pequeños, cortantes o
punzantes, aparatos eléctricos y muebles.

• Simplificación: se procurará facilitar al máximo los procedimientos de movilidad,


aseo o comida. De este modo, se reducirán las exigencias mentales para el usuario
y se prevendrán igualmente problemas funcionales.

Para ello, seguiremos una serie de normas, como eliminar obstáculos, no cambiar de sitio
objetos importantes, establecer rutinas fijas o mantener el entorno bien iluminado y
tranquilo -pero con estímulos suficientes y que puedan ser de utilidad (como carteles,
relojes, fotos que favorezcan la reminiscencia, etc.)-.

Favorecer la orientación

Uno de los objetivos principales de la adaptación del entorno físico debe ser favorecer la
orientación de la persona con demencia, una capacidad que, como ya hemos visto, suele
encontrarse significativamente deteriorada.

Algunas ideas para la consecución de este objetivo son: colocar letreros, señales o
pictogramas en las puertas, flechas indicativas, relojes, calendarios y programas diarios
claros y de fácil visualización. Una vez colocados, es importante reiterar en las explicaciones
al paciente del significado de cada indicación, animándole a que las utilice.

Por último, se deberán adecuar las tareas cognitivas y de la vida diaria a las necesidades y
capacidades de la persona con demencia, las cuales serán mejor establecidas a partir de
una exploración neuropsicológica y un estudio de la funcionalidad del usuario.

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De igual manera, una información pormenorizada de las capacidades funcionales nos
servirá como pauta para establecer una adaptación del entorno acorde con la situación del
usuario y sobre qué estancias o actividades deberemos centrar el acondicionamiento.

Adaptación del entorno humano

De los trastornos más comunes que sufren las personas con demencias son aquellos
relacionados con la comunicación, tanto a nivel de comprensión como de expresión. Por
ello, resulta evidente que su interacción con las personas de su entorno se verá
frecuentemente limitada, más aún si tiene dificultades para evaluar y reconocer el entorno,
no pudiendo hacer así uso de señales contextuales para ubicar la interacción.

Ante esta realidad, es importante desarrollar métodos de interrelación positiva con los
usuarios, lo cual supone, a su vez, un predictor de la autoestima y la calidad de vida de la
persona.

5.3.1. Técnicas de comunicación

Antes de centrarnos en las técnicas propiamente dichas, deberemos tener en cuenta


nuestras propias actitudes ante el paciente. Con frecuencia, se pasa por alto que la persona
con demencia es, ante todo, una persona, tendiendo así a caer en posturas paternalistas o
condescendientes.

A este respecto, Holden y Woods (1995) plantean una serie de aspectos a tener en cuenta:
tratar a la persona con demencia conforme a sus preferencias, emociones, pensamientos e
identidad, antes que de acuerdo a su enfermedad (1); preservar la dignidad y el respeto en
todo momento (2); facilitar y adaptar la capacidad de elección de la persona, mientras
mantenga sus capacidades cognitivas (3); favorecer su independencia y derecho a la
intimidad (4); evitar los enfrentamientos (5); y cuidarse a uno mismo, más aún cuando se
está ejerciendo como cuidador, ya que el estado en el que nos encontremos va a incidir
directamente en nuestra disposición a la interacción (6).

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A la hora de comunicarnos, existen métodos relativamente sencillos y fáciles de aplicar,
relacionados con la forma y el contenido de la interacción y que pueden favorecer en gran
medida los intercambios con la persona con demencia:

• Hablar de manera clara y pausada, repitiendo el contenido si fuera necesario.


• Dar mensajes claros y que no puedan dar lugar a equívoco.
• Dar pie y animar a la respuesta, pero sin apremiar a la persona.
• Tener en cuenta la comunicación no verbal, atendiendo especialmente al
mantenimiento del contacto ocular para captar y preservar la atención del usuario.
• Procurar que el clima de la conversación sea ameno y distendido.

Pese a haberlo mencionado ya, debemos detenernos en la comunicación no verbal como


factor nuclear en la interacción. De manera general, es un aspecto muy a tener en cuenta,
pero lo es más al dirigirnos a una persona con demencia, ya que se verán especialmente
apoyados por la información adicional que aporta.

Así, podemos hacer uso de gestos para evitar malentendidos, utilizar nuestra expresión para
aportar calidez y seguridad al usuario, o recurrir al contacto físico para tranquilizar,
transmitir afecto y centrar la atención.

Debemos, además, ser pacientes y receptivos a la comunicación verbal del paciente, ya que
usarán con frecuencia la gestualidad como ayuda de comunicación, más aún si padecen de
algún trastorno en el lenguaje.

Poner en práctica los aspectos comentados no solo aportará seguridad, tranquilidad y


calidad a las interacciones habituales con los pacientes, sino que también facilitan llevar a
cabo actividades cognitivas.

La comprensión de las indicaciones verbales que frecuentemente se dan en un ejercicio de


intervención cognitiva será mejor si se siguen las directrices propuestas, a la vez que se
reducirá la carga de memoria y procesamiento de información por parte del usuario.

51
5.3.2. Técnicas de validación

La validación es una terapia y forma de comunicación con pacientes de Alzheimer y


enfermedades relacionadas. Se basa en una actitud de respeto y empatía hacia las personas
que sufren estas enfermedades y se fundamenta en una serie de principios específicos:

1.Cada persona es única y debe ser tratada como tal.

2.Las personas tienen un valor propio independientemente de su enfermedad.

3.Las conductas de las personas con demencia van más allá de su condición como enfermos;
son el resultado de factores físicos, psicológicos y sociales.

4.Las conductas problemáticas se asocian con vivencias traumáticas o desagradables a lo


largo de su ciclo vital.

5.Ante fallos de memoria reciente, las personas con demencia tienden a compensarlos con
la evocación de recuerdos antiguos, con lo que será positivo fomentarlos.

6.El acto de reconocer y validar sentimientos dolorosos, relacionados o no con la


enfermedad, crea confianza, reduce la ansiedad y ayuda a mantener la dignidad de los
pacientes.

En conjunto, la validación implica aceptar y empatizar con la persona con demencia; supone
dejar de lado los prejuicios y expectativas, asumiendo la realidad de la situación y actuando
conforme a ella.

Otras técnicas de validación

En 1993, Feil estableció una serie de técnicas de validación. A continuación, nombraremos


algunas de ellas:

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• Autocuidado. Tratar a una persona con demencia es un proceso muy
cansado y, por momentos frustrante. Por ello, es necesario que el cuidador se libere
de los sentimientos negativos (a partir de técnicas de relajación, actividades de
respiro o terapias psicológicas) para prevenir una mala predisposición hacia el
paciente.
• Usar palabras neutras y objetivas que refieran hechos. Preguntar al usuario
acerca de sus conductas y motivaciones directamente puede ser problemático. En
su lugar, y ante actos incoherentes o ilógicos elicitados por los fallos de memoria
(agitación por pensar que le han robado las llaves), se validarán, cuestionando
directamente sobre los hechos y pasando progresivamente a preguntas que
evoquen reminiscencia (“¿Qué te han quitado?” “Entiendo que estés disgustado”
“¿Las llaves eran del coche?” “¿Y tú qué coche tenías?”).
• Repetir y parafrasear. Consiste en reproducir el contenido esencial de lo que
ha dicho el paciente, empleando sus mismas palabras e imitando el tono de voz y la
cadencia del habla, lo cual aporta seguridad y validez al discurso del usuario.
• Polarizar las quejas. Se trata de preguntar a la persona sobre el ejemplo más
extremo de su queja (por ejemplo, si tiene una opinión muy negativa de otra
persona, preguntarle si alguna vez había conocido a alguien peor). Esto le ayudará a
expresar su malestar sin centrarse en el problema actual, liberando así la ansiedad.
• Reminiscencia como herramienta de control: evocar situaciones pasadas
puede ayudar a superar las exigencias que se le presentan en la actualidad a la
persona, como en el caso de un usuario que se niegue a cocinar hasta que se le
presenta una foto antigua de él cocinando.
• Recurrir a la ambigüedad: en ocasiones, habrá comentarios por parte del
usuario que carezcan de coherencia pero que tendrán sentido para él. En estos
casos, con vistas a validar el proceso de comunicación y evitar confrontaciones, se
recurrirá a respuestas ambiguas que pudieran ser apropiadas (“¡Claro!”
“Naturalmente”, etc.).

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• Usar un tono amable, claro y suave: una voz agradable y tranquila evocará
en el paciente recuerdos positivos y reducirá su estrés.
• Observar e imitar los movimientos de la persona: la imitación de
movimientos puede ser una poderosa herramienta para crear confianza, si se realiza
con empatía y de forma natural.
• Relacionar conductas con necesidades: existen una serie de necesidades
psicológicas básicas (afecto, actividad y ocupación, expresión emocional, validación,
etc.) que, como hemos visto, se ven mantenidas en las personas con demencia. Así,
las conductas de los usuarios, aunque puedan ser incoherentes o excéntricas,
muchas veces responden a alguna de estas necesidades.
• Usar el contacto físico: puede ser útil cuando el paciente tiene limitaciones
en alguno de sus otros sentidos para generar confianza. No obstante, hay que tener
en cuenta que el tacto constituye un acto de intimidad, con lo que deberemos
respetar a las personas que lo eviten.

5.4. Actividades significativas

La realización de actividades significativas (ocupacionales, con una finalidad) y de la vida


diaria supone un método de rehabilitación y readaptación al medio por sí mismo, siendo
una terapia fundamental en casos de lesiones cerebrales y, especialmente, en demencias.

Tal y como plantea la terapia ocupacional, es posible rehabilitar a través del trabajo; a partir
de una actividad específica con un objetivo concreto. En procesos neurodegenerativos,
estas tareas deberán estar cuidadosamente adaptadas a las capacidades cognitivas y
funcionales de los pacientes, aunque también según sus preferencias personales y la
influencia que le entrenamiento en esa actividad pueda tener en la vida diaria de la persona.

Una vez tenidas en cuenta las variables nombradas a la hora de crear un programa de
actividades significativas, será en su puesta en marcha cuando debamos recurrir a las
adaptaciones del entorno y técnicas de comunicación y validación vistas en los anteriores
puntos.

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De este modo, es probable que se le deban repetir las consignas al usuario, darle
explicaciones conforme avance la actividad o permitirle disponer de todo el tiempo que
requiera, asegurándonos de que las tareas den lugar a la libertad y espontaneidad por parte
del paciente.

Por otro lado, se efectuarán las ayudas técnicas y del espacio que sean precisas, según la
situación.

Las actividades significativas pueden realizarse tanto en el domicilio como en instituciones:

• Domicilio: aunque se lleven a cabo de manera más informal en el domicilio se


pueden realizar las mismas tareas que se llevan a cabo en talleres e instituciones.
• Hospitales de día, residencias y otras instituciones: frecuentemente, en este
contexto se plantean las actividades de manera grupal con beneficios logísticos para
los terapeutas y sociales para los pacientes. Será importante agrupar a los usuarios
según su grado o tipo de discapacidad, en grupos de entre tres y seis personas.

Ejemplos de actividades significativas

Algunas ideas de posibles actividades significativas, cada una con sus características
específicas, son:

• Actividad física o deportes.


• Aseo personal.
• Cuidado del hogar.
• Música y baile.
• Cocina.
• Fiestas o eventos sociales.
• Actividades con animales de compañía.
• Compras.
• Jardinería.
• Manualidades.

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• Juegos de mesa.
• Otros deportes y juegos.

5.5. Control de trastornos

Control de trastornos psicológicos y del comportamiento

Resulta inevitable que, a lo largo del curso de una enfermedad neurodegenerativa,


aparezcan signos y síntomas de trastornos psicológicos en forma de alteraciones
perceptivas, cognitivas, anímicas o conductuales.

Estas manifestaciones son múltiples, diversas y complejas, y constituyen una de las


consecuencias más discapacitantes en demencias, además de una de las mayores amenazas
para la convivencia y estabilidad del núcleo familiar.

Por ello, si se buscar optimizar el rendimiento cognitivo de los pacientes, se deberán


prevenir, diagnosticar y tratar los trastornos psicológicos y del comportamiento.

Agrupación de los trastornos psicológicos y del comportamiento según su frecuencia y


efecto (Finkel, 1998).

Empezando por la prevención, encontramos que muchos trastornos se pueden evitar


acudiendo a la información, el trabajo en actitudes, consejos y apoyo familiar; el

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mantenimiento de una comunicación positiva, junto la adaptación del entorno que se
requiera para cada caso, pueden minimizar el impacto de los trastornos psicológicos.

Así pues, la prevención puede aplicarse a partir de la adaptación de los entornos físico y
humano, como vimos en el punto 5.3, o a través de intervenciones psicológicas.

En ocasiones, las alteraciones surgen como manifestaciones clínicas de la propia


enfermedad. Incluso en estos casos, el trabajo en actitudes es muy importante para
minimizar las consecuencias en el entorno familiar.

El diagnóstico temprano se basa en los cambios que el trastorno incipiente de la persona


pueda estar provocando sobre el núcleo familiar y los cuidadores. De este modo, será más
fácil que se reconozcan los signos y síntomas si se ha formado y sensibilizado a cuidadores
y familiares sobre el tema en cuestión.

No obstante, los responsables o allegados del pacientes no deben dudar a la hora de


consultar sobre cualquier tipo de síntoma al médico de cabecera o especialista, dado que,
en muchas ocasiones, el tratamiento de las primeros y más leves implicaciones del trastorno
puede evitar un futuro problema grave.

Preguntas para valorar los trastornos

Todo trastorno psicológico y del comportamiento deberá ser tratado por un profesional en
salud mental, que tomará en cuenta la intensidad, duración e implicaciones del mismo. Aun
así, y con el objetivo de establecer dichas características, es frecuente que el terapeuta
acuda a cuidadores y familiares para recoger información, según una serie de preguntas
comunes:

• ¿En qué momento se da el problema? (Si acontece en momentos determinados del


día)
• ¿Dónde aparece el problema? (Si se da en un contexto determinado)
• ¿Qué ocurre antes del problema? (Si hay factores desencadenantes específicos)

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• ¿De qué manera cursa el problema? (Qué conductas van asociadas)
• ¿Qué sucede tras la aparición del problema? (Cuáles son las consecuencias)

Una de las técnicas más utilizadas para el control de los trastornos del comportamiento y
con consecuencias principalmente conductuales es la “modificación de conducta”,
estudiándose sus efectos en demencias sobre el vagabundeo, los gritos o la agresividad, y
aplicándose para mejorar el autocuidado, la movilidad, la interacción social y la continencia.

Así, el objetivo principal de esta terapia es el de modificar conductas desadaptativas y


problemáticas a través de su sustitución por otras más adaptadas. En personas con
demencia esto es posible dado que parecen mantenerse las capacidades de aprendizaje
necesarias para la adquisición de conductas específicas.

Este tipo de técnicas se llevarán a cabo, principalmente, por parte de un especialista en


salud mental, aunque cabe la posibilidad de plantearlas de manera informal en el domicilio,
siempre con indicación y supervisión profesional.

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