RESUMEN Conferencias 17 y 18

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RESUMEN: Conferencias 17 y 18

Conferencia 17: El sentido de los síntomas

En las conferencia 17, incluida en "Introducción al Psicoanálisis" (1916-1918), Freud


muestra porqué la teoría psicoanalítica afirma que los síntomas obsesivos, en contraposición
a la psiquiatría clásica, tienen un sentido que es preciso encontrar a través de su
interpretación.
El sentido de los síntomas neuróticos fue descubierto por Josef Breuer; lo hizo
mediante el estudio y la curación de un caso de histeria en 1880, aunque fue Pierre Janet que
aportó de manera independiente la misma demostración y le corresponde la prioridad de
publicación, pues Breuer dio a conocer su observación junto a Freud en 1895, unos años
después de haberla realizado.
Los síntomas neuróticos tienen al igual que las operaciones fallidas y los sueños, un
sentido su nexo con la vida de las personas que los exhiben. A diferencia de la histeria, la
neurosis obsesiva tiene síntomas netamente psíquicos, y no orgánicos o somáticos.
El neurótico obsesivo presenta estos síntomas básicos:

● Se ocupa del pensamiento que no le interesa, tiene una idea o representación fija,
generalmente absurda y experimenta impulsos extraños a él.
● Realiza ciertos actos contra su voluntad y desprovistos de placer, actos que son huidas
de tentaciones que incluso pueden llegar a ser hasta de matar, que el enfermo no sólo
los desmiente como ajenos, sino que huye de ellos, horrorizado y se protege de
ejecutarlos mediante prohibiciones y restricciones de su libertad, ejecutando en
realidad cosas inofensivas, mediante repeticiones ceremoniosas de actividades
cotidiana.
● El enfermo no puede suprimir la obsesión, pero sí puede desplazarla.

La explicación que da la psiquiatría sobre los obsesivos es simplemente que se trata


de individuos "degenerados".
Freud cita entonces dos ejemplos clínicos de síntomas obsesivos, para ilustrar cómo
es posible llegar a encontrar sus sentidos.

CASO 1: Una paciente de 30 años tenía un acto obsesivo que repetía una y otra vez:
corría hacia una habitación, se ponía frente a una mesa, donde había una gran mancha roja,
llamaba a la mucama delante de esa mancha y le daba una orden cualquiera o a veces ninguna
y luego la despedía. Consultada de qué sentido tiene eso, ella dijo no saberlo, aunque después
contó un hecho ocurrido hacía más de 10 años atrás donde en su noche de bodas su marido,
impotente, hizo varias tentativas yendo desde otra pieza a la habitación de casados y después
echó tinta roja en la cama, para tener que avergonzarse ante la mucama cuando esta haga la
cama. Entonces se había identificado con la conducta de su marido, pues cama y mesa, juntas
significan matrimonio. Ella fue repitiendo y 'perfeccionando' la escena para rectificar la
penosa experiencia real y el sentido del acto obsesivo resultó que expresaba un deseo: el
marido no tiene que avergonzarse ante nadie, pues no es impotente. La señora vivía separada
de su marido, en duda de un divorcio vía judicial. Al rehabilitar a su marido, además, se
obligaba a serle fiel y resistir otras tentaciones. De paso, también nadie sospechaba la causa
real de la separación. En este caso, la interpretación del síntoma fue hallada por ella misma,
sin intromisión ni guía del analista, y no apareció por un recuerdo de una vivencia infantil,
sino de una de una de la madurez.
CASO 2: Se trata de una bella e inteligente joven de 19 años, hija única, tenía una
ceremonia antes de acostarse que llegaba a durar entre una y dos horas. Paraba de funcionar
al reloj grande, sacaba de la pieza su pequeño reloj de pulsera, así como floreros y jarrones
que pudieran caerse, o sea todo aquello que hiciera ruido y no la dejase dormir. A su vez,
paradójicamente, se aseguraba de tener la puerta entreabierta. Además colocaba las
almohadas de determinado modo, ajustándose al milímetro, de modo que la almohada más
grande no tocara el respaldo de la cama y que la chica se apoyara sobre la otra solo formando
un rombo, en la que ella apoyaría su cabeza en diagonal al rombo. El trabajo analítico en este
caso fue más dificultoso, pues negaba muchas de las propuestas de interpretación y de los
señalamientos, por lo que hubo que replantear el trabajo varias veces. Ella entonces alejaba
los relojes pues su pulsación estaba vinculada con la pulsación de su clítoris, es decir con su
excitación. El reloj en este caso juega el papel de referencia a la regularidad de la
menstruación. La posible caída de jarrones la relacionaba con la hemorragia de la primera
relación sexual, ya que una vez se había sangrado cuando se le cayó uno de esos objetos
cuando era niña, sangrándole un dedo, entonces temía por sangrar como por no sangrar en la
primera relación sexual. La otra ceremonia, la colocación de la posición de almohadas se
debe a que ella buscaba separar al padre de la madre. Esto lo había hecho en forma más
evidente antes, cuando simulaba angustias en la noche hasta evitar que los padres cerraran la
puerta, después cuando se agarró insomnio, directamente impuso dormir en la cama
matrimonial entre ambos. Cuando esto ya incomodaba, consiguió mediante simulación
consciente, trocar el lugar con la madre. Esto llevó a esta ceremonia, donde la almohada
grande era la madre, que debía separarse del respaldo de la cama (el padre) para evitar que
tuvieran otro hijo, eventual competidor. Las almohadas a su vez tenían que colocarse
formando un rombo y la cabeza de ella coincidir exactamente con su diagonal mayor. Esto se
debe que se le asimila al rombo con el dibujo de los genitales femeninos abiertos. Ella misma
hacía entonces el papel de hombre, el padre, y con su cabeza sustituye al miembro viril.
Freud concluye que esta muchacha ha caído en un vínculo erótico con el padre, cuyos
comienzos se remontan a su primera infancia, por lo cual se muestra tan inamistosa hacia su
madre y que el análisis de este síntoma nos ha remitido de nuevo a la vida sexual de la
enferma.

Estos casos muestran según Freud que los síntomas, al igual que los actos fallidos y
los sueños, poseen un sentido y que guardan relación con la vida íntima del enfermo y con
una situación del pasado. Tal es una de las características de sus teorías, va de lo particular a
lo general.
En las neurosis podemos entonces encontrar: a) síntomas típicos, que encuentran su
sentido en casos semejantes, con la diferencia individual de cada uno, con tendencia a repetir
acciones fastidiosas como ser la manía por la limpieza o tener por ejemplo miedo a estar
solos, a veces contradictorios entre sí; b) síntomas individuales, propios de cada paciente,
derivados de situaciones pretéritas y vivencias únicas y personales.
Freud concluye que los síntomas neuróticos tienen un sentido similar al de las
operaciones fallidas y los sueños y que están en vinculación directa con el paciente. Él
plantea que la tarea del analista es descubrir esta situación del pasado en la que la idea estaba
justificada y la acción respondía a su fin. El habla de que los síntomas tienen rasgos “típicos”
y rasgos “particulares”. Es estos que se va a poder investigar la historia que los desencadenó.
Los rasgos típicos son los que van a ayudarnos para enmarcar al paciente en un diagnóstico, y
los “singulares” sirven de material para desentramar la vivencia particular.
Conferencia 18: La fijación al trauma; lo inconsciente

Freud saca de los dos casos anteriores (Conferencia 17), dos de las conclusiones más
importantes que presenta como paradigmas.

1. Las dos pacientes parecen estar fijadas a un momento de su pasado, dentro de su


enfermedad; enajenadas del presente y del futuro. Hace como analogía de esta clase
de neuróticos, a las neurosis traumáticas, en donde tienen en su base una fijación al
momento del accidente traumático, como puede ser una guerra o accidentes *, donde
después suelen soñar con esta vivencias traumáticas a las que parecen quedar fijados.
En el caso de la joven que no pudo consolidar el matrimonio y eso puede asimilarse
como un trauma, en cambio la segunda, el amor hacia el padre de la niñez, no podría
decirse como traumático. Entonces toda neurosis tiene como base una fijación de un
hecho del pasado, pero no toda fijación tiene como consecuencia la neurosis.
2. El nexo entre la escena de la noche de bodas y la acción obsesiva permanecía oculto
para ella y fue destrabado bajo la influencia del trabajo de la cura, el cual costó mucho
esfuerzo al igual que el caso de la muchacha que separaba la almohada del respaldo.
Ese nexo es el que proporciona lo que hemos llamado el «sentido» de la acción
obsesiva, el cual generalmente es desconocido para él quien los tiene, por tanto se
puede decir que son procesos que quizás algún momento fueron conscientes, pero la
necesidad de un trabajo analítico para interpretarlos para hacerlos concientes, hacen
suponer que sean inconscientes.

Por tanto reconoce la importancia de Breuer, del descubrimiento de que los síntomas
desaparecen al llegar a hacer conscientes las pre-condiciones inconscientes, o sea, mudar al
consciente lo inconsciente, aunque contra esto se encuentra la amnesia que hace olvidar el
nexo entre ambos, tal como en estos casos. Para ello es importante el desde dónde y el para
qué de los síntomas.
El desde donde, se resuelve en impresiones provenientes del exterior, que fueron
concientes alguna vez y que pueden haber pasado a ser inconscientes y el para que de un
síntoma es un proceso endopsicológico, que pudo nunca haber sido consciente y haber
permanecido inconsciente.
La fijación es un rasgo universal y de notable importancia en las neurosis; y en la
mayoría de los casos ha escogido una fase muy temprana de la vida. Las neurosis traumáticas
dan claros indicios de que tienen en su base una fijación al momento del accidente
traumático. Estos enfermos repiten regularmente en sus sueños la situación traumática.
No toda fijación lleva a la neurosis, ni coincide con ella, ni se produce a raíz de ella.
Un modelo de fijación afectiva a algo pasado es el duelo.
En el enfermo existen determinados procesos inconscientes que justamente contienen
el sentido del síntoma. Pero para que el síntoma se produzca, es preciso también que ese
sentido sea inconsciente.
Breuer halló una técnica para hacer que los pacientes llevaran a la conciencia los
procesos inconscientes que contenían el sentido del síntoma y los síntomas desaparecieron,
este hallazgo de Breuer sigue siendo la base de la terapia psicoanalítica. Esta terapia muda lo
inconsciente en consciente y solo produce efectos cuando es capaz de ejecutar esta mudanza;
sin embargo, esta fórmula puede sustituirse por otra: llenar todas las lagunas del recuerdo del
enfermo, cancelar las amnesias.
El desde dónde de un síntoma se resuelve en impresiones venidas del exterior, que
fueron alguna vez conscientes y después pueden haber pasado a ser inconscientes, pero
también puede no haber sido consciente nunca y haber permanecido en el inconsciente
siempre.
Así pues la investigación psicológica pretende demostrarle al yo que ni siquiera es el
amo de su propia casa, si no que depende de unas mezquinas noticias sobre lo que ocurre
inconscientemente en su alma.

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