Archivo Del Reino de Valencia - Carlos Lopez
Archivo Del Reino de Valencia - Carlos Lopez
Archivo Del Reino de Valencia - Carlos Lopez
de Valencia
CARLOS LÓPEZ RODRÍGUEZ
tiu,,dco,ox de His,oria Moderno. n.> 1 7. 1 996. Scrvic o de tNihlic ac i unes UCM , Madrid
176 Carlos López Rodríguez
Como es bien sabido, fue Alfonso V quien, durante las Cortes de 1419
y en el marco de un proceso más amplio de reforma de las instituciones
del Reino y de la Corona, reorganizó y fundó legalmente el Archivo del
Real, como se conocía el palacio del rey, extramuros de la ciudad, en cu-
yas cámaras se custodió durante cuatro siglos, hasta su demolición. Me-
diante un acto de corte, Alfonso V mandó a sus protonotarios, secretarios
y escribanos que todos los registros, procesos de cortes y otros actos he-
chos en la Audiencia Real, en su corte y en la de sus sucesores o de otros
jueces en cosas tocantes al reino de Valencia fueran depositados en «lo
archiu nos~re lo qual tenim dins lo real de la ciutat»; y que de las provi-
siones, cartas de justicia y de gracia o cualesquiera otras relativas a asun-
tos del reino o de sus habitantes emitidas por la Cancillería real se hicie-
ran libros y registros separados, según su materia, que habrían de ser
llamados «registres de regne de Valencia», y conservados perpetuamente
en el archivo del Real de Valencia; proveyó además que de todos los re-
gistros, cartas y otros actos hechos en el pasado, tanto del Archivo Real
de Barcelona como de los que estaban en poder de los protonotarios o se-
cretarios reales, se hiciera copia aparte según el sistema ya especificado
para ser custodiada en el Archivo del Real, como se ordenó ya de hecho
al archivero de Barcelona y al primer archivero del Real de Valencia, Jau-
me Dezplá.
Como veremos, con la misma fecha se creó el cargo de maestre racio-
nal del reino de Valencia y se ordenó que su archivo se depositara asimis-
mo en el del Real de Valencia. La vida lánguida del archivo preexistente
custodiado en este palacio como residencia del poder real, fue, pues, brus-
camente alterada por el acto de Corte de 1419. Si bien Alfonso V no creó
el Archivo del Real, lo dotó de un carácter permanente y normativo, ins-
tituyéndolo como depósito general de antecedentes consultables por el
monarca, sus oficiales o particulares, sobre los documentos emitidos por
su Cancillería, su Consejo y su Audiencia. En realidad, el archivo del Re-
al contenía otros tres que han dado lugar a otras tantas secciones del ac-
tual Archivo del Reino de Valencia: el archivo de la Cancillería Real, el
archivo de la Real Audiencia y el del Maestre Racional. Este último ar-
chivo formó parte siempre del archivo del Real. La relación entre ambos
fue tan estrecha que, en rigor, constituyeron uno solo: desde Joan Salat
(1486-15 18) hasta la supresión de los fueros, los coadjutores de maestre
racional fueron archiveros encargados del archivo del Real y del suyo pro-
pio. Una real pragmática de 1660 ordenó hacer inventarios a cargo del ma-
estre racional. El nombramiento de los archiveros del Real, vitalicio des-
de la segunda mitad del siglo xv, exigía el juramento ante el baile general
y el maestre racional. La unidad de ambos archivos se mantuvo una vez
desaparecida la antigua administración foral: en 1709, Francisco Vicente
Royo fue nombrado por Felipe V archivero mayor de los Reales Archivos
del Real Patrimonio y del Real Palacio de Valencia.
En cumplimiento de la disposición de 1419, la Cancillería regia co-
menzó a formar registros especiales con todos aquellos asuntos relati-
vos al reino de Valencia o a sus particulares, que se depositaron en el
archivo del Real de Valencia. Los registros de cancillería se clasificaron
por los asuntos que contenían (Castrorum, Communium sigilli secreti y
Communium sigilli communis, Curiae, Epistolarum, Gratiarum, Itine-
rum, Notariorum, Officialium, Partium, Peccuniae, Sentenciarum, etc.):
concesión de privilegios, gracias, oficios y beneficios; órdenes a los
oficiales del reino, instrucciones y memoriales, documentación judicial
de la Real Audiencia, convocatoria de Cortes y fueros otorgados en és-
tas, nombramientos de notarios reales, etc., junto con otras actuaciones
del Consejo Real, primero, y del Consejo Supremo de Aragón desde su
constitución. La vigencia del acto de corte de 1419 se observó estricta-
mente hasta 1621>.
La autoridad real estuvo representada por su lugarteniente general, más
tarde por los virreyes, cuya documentación se copió en registros propios
de la Lugartenencia General, en series paralelas a las reales, desde el pri-
mer tercio del siglo xv hasta 1707, custodiadas también en el archivo del
Real, por residir el virrey en este palacio. El grueso del fondo está consti-
tuido por las actuaciones del Consejo Real o Real Audiencia, que ejercía
como Tribunal superior del reino y como órgano consultivo y de gobierno.
Por esto, sus fondos documentales se conservaron untdos, hasta su disgre-
gación ya en el Archivo General, donde, con criterio poco riguroso, se in-
cluyeron libros procedentes de otras secciones que por su especial impor-
tancia se sacaron de su fondo original para una mejor custodia.
Las Cortes vigilaron por el cumplimiento de la integridad del Archi-
vo del Real. En 1542 ordenaron restituirle los registros relativos al reino
de Valencia que se encontraban en los archivos de Zaragoza y Barcelona.
En 1570 y 1571, el rey ordenó a los archiveros de Aragón y Cataluña y al
maestre racional de su casa y corte que todos los registros, libros y otras
Arxiu del Regne de Va]éncia, Exposición documental sobre los Tribunales de Jus-
ticia valencianos, Valencia, 1991.
F. Mateu y Llopis. «El Archivo de la Real Audiencia», en Almanaque de «Las Pro-
v,nc¡as» (Valencia), ([948), pp. 81-84; del mismo, «Archivos valencianos. Notas sobre los
del Maestre Racional, Real Audiencia y Justicias», en Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos. 58 (1952). pp. 23-52: del mismo, «Notas sobre la documentación postforal del Ar-
chivo del Reino de Valencia», en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 53 (¡947),
pp. 345-360; del mismo, «El Archivo del Real Acuerdo», en Almanaque de «Las Provin-
cias» (Valencia), (¡946). pp. 183-186; B. Rulí, Organización judicial del antiguo Reino de
Valencia, Valencia, ¡950; Catálogo de la Exposición, cit., pp. 227-230; T. Canet Aparisi,
«Derecho y administración de justicia en la formación dcl Reino de Valencia», Estudi.v
(Valencia), 10(1983), pp. 7-31; de la misma, «La administración real y los antecedentes
históricos de la Audiencia Moderna», en Es/udis (Valencia), 1985. pp. 7-39, y La Audien-
cia valenciana en la época foral moderna, Valencia, 1986.
182 Carlos López Rodríguez
5. EL ARCHIVO DE LA GOBERNACIÓN7
Aunque el cargo de Procurador General del reino existía ya en 1257,
no fue hasta 1344 cuando se iniciaron las reformas que impondrían el ré-
gimen de la Gobernación. En síntesis, el rey, al ausentarse del reino, de-
legaba sus funciones en un lugarteniente o gobernador general, cargo que
ejercía la reina, el primogénito, algún pariente muy próximo al monarca
o un personaje muy destacado. Supeditados a este gobernador general, se
nombraba a un oficial que, con autoridad en principio delegada del sobe-
rano, regía en realidad la gobernación. Recibía el nombre de portantveus
del rey, quien durante su inspección de 1548 encontró que los papeles
del Real Patrimonio estaban sin custodia, por lo que se perdían muchos
libros y documentos importantes que justificaban los derechos del Real
Patrimonio. Así que mandó ordenar la documentación en forma de ar-
chivo, recuperó los libros llamados de Títulos y Enajenaciones —que
databan de la época en que Joan Mercader ejerció como baile general y
en los que se copiaban muchas escrituras que hacían referencia al Real
Patrimonio del reino de Valencia, en cumplimiento del acto de cortes de
1419— y nombró un archivero de la Bailía, aunque este cargo se acu-
muló desde 1556 al de procurador patrimonial. Una real pragmática de
1660 ordenó hacer inventarios de los procesos, libros y papeles del
archivo de la Bailía, bajo la supervisión del baile general. Durante el si-
glo xvítt, el antiguo archivo de la Bailía, conocido como Archivo del Re-
al Patrimonio, se encoitTaba descuidado, al igual que los otros archivos
reales. En él trabajó Branchat y así lo cita en su obra. El Archivo de la
Bailía permaneció en la casa de este nombre sita en la plaza de Manises
pese a su teórica incorporación al Archivo General, del cual fue segre-
gado en 1828, reincorporado en 1830 y de nuevo segregado en 1832,
año en el que pasó a depender de Fomento, hasta que en 1868 la Junta
Revolucionaria lo incorporó de nuevo al Archivo General una vez su-
primido el Real Patrimonio. No obstante, continuó en su domicilio se-
cular hasta el desahucio del edificio en 1883, año en que pasó a la Casa
Profe sa.
7. EL ARCHIVO DE LA GENERALITAT’~
oficio y asimiló su archivos a los otros reales. Los archivos de los Jus-
ticias son los más antiguos de la ciudad de Valencia y de su Archivo del
Reino.
Cuando Jaime 1 instituyó la corte del curia o justicia, ordenó a este
oficial tener un libro en el cual se registrasen todos sus actos. La multi-
plicación de los asuntos y de los justicias dieron lugar a buen número
de series documentales. Los tres justicias produjeron una abundante do-
cumentación que se guardó en la Casa de la Ciudad, que se levantaba en
los actuales jardincillos del Palacio de la Generalidad. Allí se conserva-
ban cuando en 1586 se declaró un pavoroso incendio en el archivo del
racionalato de la mtsma casa, donde perecieron muchos de los libros del
Consejo municipal; otros muchos se lanzaron con precipitación por las
ventanas y junto con los archivos de la corte civil, la criminal y la de
trescientos sueldos fueron trasladados provisionalmente a la Seu. Este
incendio parece que afectó con especial saña al archivo del Justicia
crtmtnal, que nos ha llegado muy menguado. Los locales que los ar-
chivos de los justicias ocuparon en la Casa de la ciudad eran hacia 1835
oscuros y húmedos, por lo que fueron bastante afectados por la polilla.
El traslado al Archivo General del Reino se efectuó en 1859, apremiado
por el municipio, que iba a derribar la casa. Acuciado por las cir-
cunstancias, el archivero del General en aquel momento, Víctor Plan-
té, los envió a la Casa Profesa bajo su responsabilidad y sin consulta.
La clasificación que finalmente se le dio en este centro distinguió los
fondos según los distintos justicias. Se crearon así tres subsecciones: la
del Justicia de Valencia (desde el primer testimonio escrito conserva-
do de 1279 hasta la reforma de 1321); la del Justicia Civil (la más vo-
luminosa, 5.143 libros entre 1321 y 1707); la del Justicia de 300 suel-
dos (entre 1319 y 1629), y la del Justicia Criminal (entre 1321 y 1669),
muy incompleta, pues además de grandes lagunas falta casi todo el si-
glo xvii.
9. EPÍLOGO