El Arte Como Acto Comunicativo
El Arte Como Acto Comunicativo
El Arte Como Acto Comunicativo
ISSN: 2529-8577
Diciembre, 2018
RESUMEN
El presente trabajo no busca ahondar en la diatriba sobre si el arte expresa o no. Ni
busca conducir en las discusiones sobre la intencionalidad de las obras de arte o del autor.
Tampoco ahonda en la confluencia o el rol de la comunicación en el arte, sino que
profundiza en cómo el acto comunicativo define al arte como tal.
En la búsqueda de la definición perfecta sobre qué es arte y qué no, existen no pocas
discusiones, ya sea filosófica, estética, sociológica, psicológica… El arte elevado a la
sublimación de tal o cual obra creada, de su creador, de su contexto, de su funcionalidad;
sobre qué lugar ocupa el espectador, su participación, valoración y/o recreación de la
obra…
Entender el arte como un acto de comunicación, de participación desprovista de
cualquier otra consideración puede parecer otorgar a la definición de arte cierta
simplicidad. Pues, entiéndase dicha simplicidad como una oportunidad de hallar puntos de
conexión para quienes definen el arte desde el atolón de lo estético, el razonamiento, de la
espiritualidad, la sensibilidad, la simbología… Adentrémonos en el arte desde la
participación, la ludificación del acto de comunicar.
ABSTRACT
This paper is not intended to delve into the diatribe about whether art expressed or not.
Neither search to lead in discussions about the purpose of the works of art or the author.
Nor does it also into the confluence or the role of communication in art, but it deepen into
how the communicative act defines art as such.
In the search for the perfect definition of what is art and what is not, there are many
discussions, whether philosophical, aesthetic, sociological, psychological. Art raised to the
sublimation of this or that created work, its creator, its context, its functionality; about
what place the spectator occupies, his participation, valuation and / or recreation of the
work.
Understanding art such an act of communication, of participation devoid of any other
consideration, may seem to give the definition of art a certain simplicity. Well, this
simplicity is understood as an opportunity to find points of connection for those who define
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art from the atolls of aesthetics, reasoning, spirituality, sensitivity, symbolism. Let's dive
into art from participation, the act's gamification to communicate.
UN TEOREMA CONVERGENTE
La autora V. Romeu (2007) enfoca la discusión desde el punto de vista de la producción
y el consumo de arte, es decir, cómo los procesos comunicativos median “entre la
construcción de la realidad sociocultural y el universo simbólico que esta realidad define y
conforma al nivel de las significaciones y las prácticas culturales, sociales y de
consumo”(p.2).
Romeu hace hincapié en la comparativa o paralelismo entre la comunicabilidad del
lenguaje aplicado a la comunicabilidad del arte. Si en el Lenguaje, tradicionalmente, se
estudian dos planos, el que deviene de la noética o pensamiento, y el que subyace de la
semiótica o comunicación, desde un punto de vista epistemológico, puede tener sentido
esta disección, pues, también en el arte, un plano no puede desligarse del otro.
Conviene matizar que el paralelismo o analogía establecida por Romeu (2007) bien
puede trasladarse a un análisis articulado desde la gestión artística o cultural, donde
vislumbraríamos la comunicación desde tres puntos de vista: como medio de transmisión
de contenidos culturales, como generador de contenido cultural y la comunicación como
herramienta interna de la gestión cultural.
De hecho, si ampliamos el zoom, las verdaderas políticas culturales democráticas no
solo han de potenciar la producción creativa -no solo artística; también científica,
filosófica…-. A la vez, han de comunicar sus logros, difundir, potenciar su disfrute y
distribución con independencia del valor comercial que tengan -pues la acción
comunicativa no se restringe al marketing y la publicidad-, especialmente si provienen de
iniciativas populares; protegiendo las distintas identidades culturales, promoviendo el
intercambio y el respeto mutuo.
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EL JUEGO DE LA SUBJETIVACIÓN
Establecido el paradigma de la dimensión lúdica en la recreación sublimada como
elemento consustancial del arte como acto comunicativo, conviene reflexionar críticamente
sobre cómo enfocar la subjetivación derivada del juego y en su trazado histórico que
reflexionara M. Focault (como se citó en Terol, 2013).
La subjetivación es inherente al juego. Un juego que inicia el creador. Intentar investigar
e interpretar la naturaleza y potenciales significados de la conciencia de quien crea o
percibe, requiere métodos de conocimiento tampoco exentos de subjetividad -incluyendo la
intuición, el sentimiento, la razón y los sentidos-.
Explorar la noética, el mundo interior de la mente del que crea y de quien recrea
(atribúyanlo a la conciencia, el alma, la razón, el espíritu… como quieran) y cómo se
relaciona con el universo físico, o se manifiesta en algo físico como una obra de arte, es
intrínseco también del juego comunicativo del arte. Es decir, el plano de estudio de la
noética es el motor y esencia del plano semiótico.
Aclaremos, por tanto, que la obra como tal es un ser inanimado. Tiene “vida” y lo
convertimos en transobjeto (Aburto, 2009) en tanto en cuanto ha sido dotado de un
contenido inicial por parte de su creador, por su imaginario, por su plasmación en la obra,
por su subjetivación…
Posteriormente, el espectador interpelado entra en el juego de reanimación de la obra
creada, dotándola nuevamente de una vida, que no tiene en sí misma, sino que deviene de
la recreación vital que hacemos de ella al ampliar su contenido y significado.
Pero atención, no debemos caer en la artificiosa sobredimensión de la capacidad
sublimadora del espectador. Antes, si cabe, conviene tomar conciencia de que no todo lo
que incorporamos en nuestra experiencia vivencial con el arte como acto comunicativo,
deriva de nuestra psique, nuestra emoción y nuestra razón desprovista de aspectos
contaminantes; pues, obviamente, esa individualidad en la interacción viene cargado por
nuestro cúmulo de vivencias previas, nuestros prejuicios estéticos, nuestra educación…
nuestras circunstancias que diría J. Ortega y Gasset (como se citó en Escámez, 1993, y en
Garrido, 1983). Y todo ello confluye en nuestro plano subjetivo.
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- Delimitar el contexto, hallando referencias para reconstruir el por qué, cómo tal
autor creó tal obra y trazar paralelismos con otras obras semejantes;
- Investigar en los elementos técnicos y lingüísticos de la creación para soslayar
la expectativa previa de la obra, y los gustos u horizontes que pretendían ser
satisfechos con tal creación;
- Identificar los elementos significativos y singulares de la obra, sus elementos
genuinos frente a otras obras coetáneas;
- Integrar los vacíos, atisbando y desentrañando el horizonte de expectativa del
espectador coetáneo (primer público) que fue interpelado cuando la obra fue
creada. En este sentido podemos encontrarnos ante el descubrimiento de obras
que no vieron la luz en su tiempo por inacabadas, fallidas o por cualquier otro
motivo. (¡Qué fascinante descubrir que somos “nosotros” los primeros en
establecer comunicación entre esa obra y su creador, o que después de
determinado tiempo restablecemos dicha comunicación!)
- Interpretar el contexto de la obra, pues cabe preguntarse si bastaría -en su
momento y en la actualidad- con la experiencia sensorial para satisfacer a todo
tipo de espectador: coetáneo y actual, erudito y profano en la materia. Como
ya dijimos antes, la revivificación coetánea se produce en un contexto,
funcionalidad y espacios ajenos para la que fue concebida la obra inicialmente.
Y así, por último,
- Trazar la historia de la recepción de la obra.
Pero, insistiremos, este trabajo analítico debe ser una ayuda en la comunicación para
hacerla más objetiva. Aunque, lo ideal, es que perturbe lo menos posible la interacción
primera del espectador en el juego de la comunicación.
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Lo que hace Jiménez (2002) es cuestionar esa realidad. ¿Cuál es el papel del espectador
en la configuración de la cuestión artística? Y lo hace induciendo a “cuestionar las imágenes”
trasladando la actitud crítica a “la responsabilidad es del espectador”, lo que supone un “cambio
de paradigma” -Jauss, (como se citó en Capdevila i Castells, 2005)-.
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