Estadío Del Espejo
Estadío Del Espejo
Estadío Del Espejo
En efecto: ese otro que le mira tras el espejo y que le cautiva, pronto aprenderá
que es él, incluso se le dirá: «Mira, ese eres tú» señalándole la imagen. Imagen
entera de un cuerpo que no se percibe como siendo entero, imagen que anticipa una
maduración del dominio motriz que por el momento no se tiene. «Eres tu»: imagen
pues de mí, imagen de mi yo, imagen del yo. La primera identificación, dice Lacan,
imaginaria. Ahora bien, en Freud el yo es justamente eso: una superposición de
identificaciones imaginarias. De donde Lacan deduce: esa primera identificación
ante el espejo es clave para la formación del yo, es literalmente originaria y
fundadora de la serie de identificaciones que le seguirán luego e irán
constituyendo el yo del ser humano.
El nudo borromeo
Figura 3. La curva representada por la línea gruesa es asintótica respecto del eje
horizontal: cada vez se acerca más, pero nunca llega a alcanzarlo. Se dice que lo
alcanza en el infinito; para nosotros: en la muerte.
Punto ideal, pues. Y matriz de todas las identificaciones que vendrán luego:
cualquier otro a quien yo ame en algo, aquel a quien vea con buenos ojos,
narcisismo ya desde Freud, estará para mi en el lugar de esa imagen alienante en la
que confluyen mi ideal del yo y mi cuerpo sin fragmentar. Es por eso que Lacan
puede decir en La agresividad en Psicoanálisis[12] que en el momento en que al otro
ya no lo amo sino que deseo agredirlo lo que está en la base de mi agresión es el
retorno a mi cuerpo fragmentado: en el momento en que ya no se sostiene la
identificación con el otro, la imagen falla.
Este es, a grandes rasgos, el estadio del espejo. Haberlo introducido nos permitirá
ahora realizar una discusión breve del mismo y mencionar su relación con la
concepción lacaniana del otro.