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b ibliotecarios

insignes

Ángel Esteban

GIACOMO
CASANOVA
El seductor
seducido
por la palabra

La seducción es un arte, qué duda cabe. Lo sabemos los que


acostumbramos a tener siempre un libro entre las manos, los
que frecuentamos bibliotecas y nos dejamos llevar por los
universos que las historias de otros nos descubren. La seducción
no se limita al entorno de las artes amatorias, aunque el término
se utilice casi siempre para apellidar donjuanes, casanovas y
celestinas. Una obra literaria puede seducir y, de hecho, es el
fin más inmediato de cualquier manifestación artística. Lo que
resulta menos corriente es la circunstancia de que en la misma
persona convivan, con una pericia similar, la habilidad para la
seducción amatoria y la literaria. Muchas veces los poetas son
capaces de escribir los mejores versos de amor pero, en la vida
real, su magia para enamorar a una mujer es prácticamente
nula, como le ocurría a Borges en su juventud. Por eso,
historias como la del veneciano Giacomo Casanova (1725-
1798) son más que sorprendentes.

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Cuando nombramos al personaje de Casanova, Es lógico que Casanova prefiriera los lupanares y
enseguida pensamos en el conquistador y el mu- los harenes de Estambul a las cuatro paredes de la
jeriego, el hombre que tuvo relaciones, según él biblioteca de Bohemia, pero los años que pasó al
mismo escribió, con 122 mujeres diferentes, y servicio del conde de Waldstein fueron muy fruc-
solo 16 de todas las que trató de doblegar, se ne- tíferos para él, porque allí escribió el libro más
garon a entregarle su intimidad. Pero muy pocas importante de todos cuantos diera a las prensas en
personas saben que el italiano escribió cuarenta su vida: las memorias, la historia de su vida. Era ya
y tres obras entre novelas, poesía, memorias, sexagenario cuando se encerró en la biblioteca y su
cartas y libelos. Y, por si fuera poco, también labor allí no pasaba de controlar y ordenar todo el
fue bibliotecario: exiliado en 1783, por haber material, además de “estar” físicamente en ella,
escrito una novela en la que acusaba al noble para que el lugar no estuviese desatendido, en una
Carlo Grimani de ser hijo ilegítimo, se dedicó de las muchas mansiones y castillos donde el conde
a viajar por Europa Central, partiendo de Vie- no podía permanecer con continuidad. Por eso se
na, para ir seguidamente a Bolzano, Augsburgo, dedicó con ahínco a escribir. El narrador y perio-
Aquisgrán, París, Dresde, Berlín, hasta recalar dista mexicano Juan Villoro ha descrito como nadie
en Praga, donde se encontró con Mozart, que en los últimos momentos de la vida de Casanova en
ese momento estaba componiendo la obra Don Dux:
Giovanni. Es probable que esa obra esté par- A los setenta y dos años Casanova vive en el
cialmente inspirada en los romances e historias castillo de Dux, Bohemia, en soledad punitiva.
que el seductor contó al genio en esa y otras Por segunda ocasión ha sido exiliado de la
ocasiones. Después de esa nueva aventura, Gia- Serenísima República de Venecia, carece de
como conoció al conde de Waldstein y se hicie- fortuna y amigos cercanos, y se ve obligado
ron muy amigos porque les unía su interés por a aceptar el apoyo del conde Waldstein,
la masonería. El conde le ofreció entonces el quien le da un puesto de bibliotecario. En las
cargo de director de la biblioteca de Dux en Bo- escasas ocasiones en que el dueño del castillo
hemia. El poeta Antonio Colinas, en su libro de visita sus propiedades y manda encender
1975, Sepulcro en Tarquinia, ha inmortalizado los candelabros para una cena, el huésped
ese momento, cuando Casanova decide aceptar veneciano ofrece una estampa de lujosa
el cometido: decrepitud. Sus medias de seda con ligas
de colores, sus chalecos de terciopelo, sus
Escuchadme, Señor, tengo los miembros puños de encaje y su sombrero emplumado
tristes. Con la Revolución Francesa van fueron elegantes en una época perdida: para
muriendo mis escasos amigos. Miradme, 1797 se han vuelto vistosamente ridículos.
he recorrido los países del mundo, las En algún momento de la noche el conde pide
cárceles del mundo, los lechos, los jardi- a su invitado que pague su estancia narrando
nes, los mares, los conventos, y he visto su lejano escape de la Cárcel de los Plomos.
que no aceptan mi buena voluntad. En un francés trabajado por italianismos,
el aventurero cuenta una historia que los
Fui abad entre los muros de Roma y era her- comensales escuchan con una mezcla de
moso ser soldado en las noches ardientes de atención y piedad. Giacomo Casanova,
Corfú. A veces he sonado un poco el violín autoproclamado Caballero de Seingalt, se ha
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia convertido en una pieza digna de un gabinete
con la música y arden las islas y las cú- de curiosidades, semejante al ciervo de seis
pulas. cuernos, el autómata de cuerda o la Torre de
Babel esculpida en una nuez. Tolerado con
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú fatiga por la aristocracia local y repudiado
he viajado en vano, me persiguen los lobos sin miramientos por una servidumbre que
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas coloca su caricatura en el retrete y le sirve
detrás de mi persona, de lenguas venenosas. los macarrones fríos, el veneciano intenta
una última fuga. Durante trece horas diarias,
Y yo solo deseo salvar mi claridad, sonreír que se le van “como trece minutos”, escribe
a la luz de cada nuevo día, mostrar mi su vida1.
firme horror a todo lo que muere.
Esos fueron los últimos momentos de su estancia
Señor, aquí me quedo en vuestra biblio- en Bohemia, porque trabajó en la biblioteca des-
teca, traduzco a Homero, escribo de mis de mitad de los ochenta y murió en el noventa y
días de entonces, sueño con los serrallos ocho, con setenta y tres años, en Dux. A pesar de
azules de Estambul. su necesidad de contar y la cantidad de horas que

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dedicó a escribir en esos años, sus memorias están rios siglos después de su muerte, Casanova sigue
incompletas, ya que le quedaron veintisiete años generando leyendas y elucubraciones ya que, a
de vida por contar, henchidos de aventuras amo- todo lo que se ha especulado con los diversos
rosas y otras vicisitudes. Los primeros capítulos los sucesos de la vida real, hay que añadir ahora
escribió a finales de los ochenta, y en 1794 conoció los dimes y diretes con respecto al precio que
a Charles Joseph, Príncipe de Ligne. Entre los dos los franceses han pagado por los 3.700 folios del
surgió una estrecha amistad, y el seductor le en- seductor. Hay quienes afirman que fueron 7 mi-
vió al príncipe los tres primeros volúmenes de me- llones de euros, quienes lo niegan rotundamente
morias. Este trató de buscar editor, pero en 1797 y aseguran que fue una donación, y otros, más
Casanova prefirió acudir al ministro de la corte de cautos, que dan una cifra cercana a los 250.000
Sajonia, Marcolini Di Fano, para la divulgación de dólares. Sea como fuere, lo que resulta indis-
la obra. Sin embargo, cuando Giacomo murió, al cutible es el poder de atracción que han tenido
año siguiente, todavía no había acuerdo sobre la desde su muerte el personaje y su memorias. Los

Era ya sexagenario cuando se encerró en la biblioteca y su labor allí no pasaba


de controlar y ordenar todo el material, además de “estar” físicamente en ella,
para que el lugar no estuviese desatendido, en una de las muchas mansiones y
castillos donde el conde no podía permanecer con continuidad.

publicación. Carlo Angiolini, 28 volúmenes de la magna obra


el marido de la sobrina de que escribió en la biblioteca de
Casanova, recibió los 3.700 Waldstein pasaron a manos de fa-
folios de todo lo escrito en miliares que custodiaron con pu-
los años de Dux, y se dedicó dor el legado de Giacomo, nada
a buscar una salida honrosa resueltos a darlos a las editoria-
a lo que era, sin duda, la les por la cantidad de escándalos
obra maestra del veneciano, y confesiones atrevidas que con-
tanto por el estilo como por tenían.
el contenido del manuscrito.
Relataba, además de casi Sin embargo, en 1822 apareció
todos sus romances, que una primera publicación en ale-
fue espía, poeta, violinista, mán, que no daba cuenta de todo
militar, seminarista (y cató- el contenido y trataba de modifi-
lico durante toda su vida), car e incluso mutilar los sucesos
mago, duelista, dueño de más morbosos. El éxito de las
un casino, matemático, filó- confesiones del bibliotecario de
sofo, teólogo, traductor de Dux fue absoluto, lo que llevó a
Horacio y Homero, astróno- otro editor francés a traducir a la
mo, químico, geólogo, agen- lengua en que fueron escritas las
te financiero, alquimista, memorias esa versión alemana, y
aprendiz de médico y además corregir italianismos y detalles de
participó activamente en la creación de la lotería estilo, dejando el original casi irreconocible.
nacional francesa. Conoció y trató (y así se reseña
en sus memorias) a los hombres más importantes A pesar de ello, el mito se creó enseguida.
de su tiempo, como Rousseau, Voltaire, Madame Traducido a veinticuatro idiomas desde el francés
de Pompadour, Mozart, Catalina II de Rusia, Fede- corregido, y esparcido a los cuatro vientos con
rico II de Prusia, el cardenal Aquaviva, dos papas una difusión envidiable, las conjeturas fueron
de la época, el rey de Polonia Estanislao-Augusto, de todos los colores, desde la negación de la
el español Carlos III, Campomanes o el conde de existencia del personaje hasta la autoría de
Aranda. Stendhal.

No extraña, por tanto, que hace solo unos meses, Finalmente, gracias a la evolución de la Guerra
el 18 de febrero de 2010, la Biblioteca Nacional de Mundial en 1944, pudo recuperarse la versión
Francia haya comprado el manuscrito de las me- original. La sede donde se guardaban los manus-
morias. Lo que resulta curioso es que, incluso va- critos fue bombardeada por los aliados, y en el

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traslado de Leipzig a Wiesbadem aparecieron, una vida era anodina, aburrida, la salud precaria, la ve-
por una, las hojas envejecidas, pero bien conser- jez achacosa, y el futuro incierto. Era fácil, enton-
vadas, del tesoro que se encontraba perdido. En ces, ceder al resentimiento del que había perdido
1960, en una coedición de una editorial alemana casi todo. Pero su temperamento no era derrotista.
y otra francesa, fue publicada por fin la verdadera De hecho, en el prólogo a las memorias afirmaba
obra en francés, en doce volúmenes, lo que volvió a que “la desesperación mata”, y trataba de disfru-
constituir un enorme fenómeno editorial, de la que tar rememorando sus años de juventud, como un
han bebido las ediciones y traducciones posteriores bálsamo que le hiciera olvidar o, al menos, mitigar
de la obra completa o de alguna de sus partes. los estragos del tiempo y la vida licenciosa. “He
sido toda mi vida una víctima de mis sentidos”, de-
En la biblioteca en la que trabajó en ese proyecto, cía en otra ocasión, haciendo recuento, y resumía
Casanova decidió escribir una historia de su vida no su vida en los estados de ánimo o los rasgos de ca-
tanto por una ambición literaria como por respon- rácter que habían sobresalido en cada época, lle-
der moralmente a la situación en la que se encon- gando en sus días de biblioteca a la nostalgia cróni-
traba. Después de haber conquistado media Europa ca: “He tenido, sucesivamente –aseguraba–, todos
femenina con sus galanteos y la otra media mas- los temperamentos: el colérico en mi infancia, el
culina con su indudable simpatía, inteligencia (fue sanguíneo en la juventud; más tarde, el bilioso, y,
doctor en Derecho con diecisiete años), cultura e por fin, el melancólico, que, probablemente, no
interés por la ciencia y la filosofía, perdió su em- me abandonará ya”.
pleo en 1785 con el embajador veneciano en Viena
Sebastiano Foscarini. Pero esa resignación natural, propia del paso de
los años y la pérdida de cualidades, no desvirtuó
En esa tesitura, sin lugar adonde ir y arruinado eco- nunca su creencia en un orden, por lo que esa de-
nómicamente, no tuvo más remedio que aceptar el sazón final no llegó a la desesperanza. “Creo en
empleo que el conde de Waldstein le ofreció, para la existencia de un Dios inmaterial –afirmó en sus
trabajar en su biblioteca, en el palacio de Dux. Las años como bibliotecario–, autor y señor de todas
anécdotas más sobresalientes de aquella época no las formas; y lo que me demuestra que nunca he
fueron tanto las propias de su trabajo y su rela- dudado de Él es que siempre he confiado en su Pro-
ción con quienes iban a visitar o utilizar los fondos, videncia”.
sino más bien sus continuos desencuentros con la
servidumbre. Los sirvientes del palacio se burlaban Esa convicción no fue nunca incompatible con sus
constantemente de sus ínfulas aristocráticas, bas- costumbres inmorales, porque la fe constituyó un
tante trasnochadas, en una época de revoluciones auténtico bastión de su concepción del universo y
y de crisis de los antiguos regímenes, pero también de los principios que defendió, apoyado en una for-
de sus costumbres, su soledad y las enfermedades mación intelectual de primer orden: “La doctrina
crónicas que padecía por causa de la promiscuidad de los estoicos y de cualquier otra secta sobre la
de la que había hecho gala durante casi cuarenta fuerza del sino –matizaba– es una quimera de la
años de su vida. imaginación que se debe al ateísmo. Yo soy no solo
monoteísta, sino cristiano fortificado por la filoso-
Por eso, las memorias terminaban bruscamente en fía, que siempre ha sido útil”.
los sucesos acaecidos en 1774. Es la razón por la
que tenemos menos datos de primera mano acerca Ciertamente, sus obras desmentían en cierta medi-
de sus años como bibliotecario, donde se acuerda da sus creencias, pero esos últimos años de su vida,
con nostalgia de su vida llena de aventuras amoro- encerrado en la biblioteca de Bohemia, le sirvieron
sas, viajes y amistades de alto rango, que le permi- para madurar y poner los asuntos importantes en el
tieron ser feliz durante décadas. En la biblioteca la sitio que les correspondía.
Notas

1 Juan Villoro, De eso se trata. Ensayos literarios, Barcelona, Anagrama, 2008, pp. 63-64.

AUTOR: Esteban, Ángel.


ILUSTRACIONES: http://www.justa.com.mx; http://upload.wikimedia.org.
Ficha Técnica

TÍTULO: Giacomo Casanova, el seductor seducido por la palabra.


RESUMEN: Después de una vida de continuos viajes, diversos empleos e incontables relaciones sentimentales, el seductor
Giacomo Casanova, ya sexagenario, se dedicó durante varios años a cuidar de la biblioteca que el conde de Waldstein poseía
en su castillo de Dux (Bohemia). Allí Casanova no solo ejercerá como bibliotecario, sino que pasa las horas escribiendo sus
memorias, que pasarán a la posteridad con sucesivas traducciones y reediciones.
MATERIAS: Casanova, Giacomo / Autores Literarios / Bibliotecarios.

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