0003 Bases Teoricas Del Estructuralismo

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BASES TEÓRICAS DEL ESTRUCTURALISMO *

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Miguel A Bargetto
University of Concepción
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Cont extos,
estudios de humanidades
y ciencias sociales Nº 21 (2009): 185-194

BASES TEÓRICAS DEL ESTRUCTURALISMO*


Miguel A. Bargetto Fernández1

RESUMEN: ABSTRACT:
El siguiente artículo revisa diferentes enfo- THEORETICAL BASES OF STRUCTURALISM
ques de Lingüística estructural inspirados en
The following article checks different focuses
las ideas de Ferdinand de Saussure. Se dará
of structural Linguistics provoked in Ferdi-
cuenta del influjo del maestro ginebrino en
nand de Saussure’s ideas. We explain the in-
Rona, Jakobson, Coseriu, la escuela lingüísti-
fluence of the Genevan professor in Rona,
ca descriptivista, a partir del concepto de sig-
Jakobson, Coseriu, from sign’s idea.
no.
Palabras claves: Saussure, signo, estructural, lin- Key words: Saussure, sign, structural, linguistic,
güística, habla. speech.

INTRODUCCIÓN

E
ste artículo presenta una revisión de los postulados de las principales escuelas lingüís-
ticas estructuralistas que han sido herederas de la tradición saussureana. Ferdinand de
Saussure es considerado indiscutidamente el padre de la Lingüística moderna pues a
partir de sus ideas se cimienta una forma de enfocar la disciplina. Desgraciadamente, el maes-
tro nunca escribió una palabra para ser publicada –conocida es la historia que cuentan los dis-
cípulos Bally y Sechehaye en el prefacio al Curso–. Por lo tanto, todas las ideas que se desa-
rrollarán a continuación son angulares de la doctrina saussurena que no fue escrita: las dico-
tomías lengua y habla, diacronía y sincronía, la caracterización del signo lingüístico. Tal
como señala Eugenio Coseriu (1971), las ideas expuestas en el Curso no son las de él, sino
las que redactaron sus discípulos, por lo tanto, es muy plausible que su pensamiento no haya
sido expuesto con fidelidad o que no esté completamente desarrollado. Empero, los herederos
de la tradición estructural han recogido el pensamiento del maestro para evolucionarlo y
mantenerlo vigente como objeto de discusión durante cien años. He ahí lo interesante de su
influjo: lo propuesto por Saussure no ha quedado obsoleto ni se ha transformado en un cuerpo
invariable de verdades, sino que ha servido como la raíz de un gran árbol en cuyas ramas han
surgido diversas escuelas que han estudiado el lenguaje humano desde los más diversos en-
foques.

Este trabajo de alguna forma revisa esos múltiples enfoques del estudio de la lengua
que responden a diversas inquietudes que los lingüistas han querido satisfacer a lo largo del
siglo XX: los descriptivistas y su afán por delimitar los signos de las lenguas indígenas de
Norteamérica; Jakobson y su interés por la relación entre los estudios científicos del lenguaje
y los estudios literarios; Coseriu y su inquietud por dilucidar qué hay más allá de la apa-
rentemente simple división del idioma en abstracto y concreto; la configuración funcional del
signo lingüístico propuesta por Martinet y la materialización de las diferencias normativas y
sistémicas del español americano, tan heteróclito y multiforme como el lenguaje mismo.
*
Fecha de Recepción: Agosto 2008.
Fecha de Aceptación: Septiembre 2008.
1
Bargetto Fernández, Miguel A., Departamento de Castellano, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Edu-
cación, Santiago, Chile.
Cont extos Nº 21, 2009, 185-194
186 MIGUEL A. BARGETTO F., BASES TEÓRICAS DEL ESTRUCTURALISMO

Por lo tanto, este trabajo pretende exponer las diversas maneras de cómo han evolu-
cionado los estudios lingüísticos a partir de su fundador, a quien se le sigue o rechaza, pero
no se le obvia.

1. LOS NÚCLEOS TEMÁTICOS DE LAS


ESCUELAS ESTRUCTURALISTAS

Apresian (1985) nombra a tres escuelas estructuralistas que son herederas de las ideas
saussureanas:
a) Escuela de Praga: encabezada por Troubeskoy y Jakobson, de características fun-
cionales.
b) Escuela de Copenhague, dirigida por Hjlesmlev.
c) Escuela norteamericana, encabezada por Bloomfield y Harris, conocida también
como lingüística descriptivista distribucional.

Las escuelas nombradas anteriormente diferencian entre diacronía y sincronía y las


diferencias que se pueden apreciar están centradas en los aspectos que priorizan.

En primer término, la escuela norteamericana está constituida por ramas: una ligada a
Bloomfield, quien sostiene que la lengua está estructurada en dos constituyentes: el inmediato
–equivalente al morfema– y el final –similar al concepto de sintagma saussureano–. La otra
vertiente del estructuralismo norteamericano es la encabezada por Edward Sapir, cuya con-
cepción de la lengua señala, siguiendo a Saussure, que esta se constituye en un sistema físico
y otro ideal. El ideal es considerado como el principio real y más importante del análisis. Del
análisis del sistema ideal de una lengua surgirá la teoría del relativismo lingüístico de Sapir y
Whorf.

Otro enfoque de la escuela norteamericana es el de la Lingüística distribucional. Su


fundamento está en la capacidad del lingüista para descifrar lenguas sin conocerlas, a partir
del método distribucional. Para los seguidores de esta tendencia, la descripción de la lengua
sigue el siguiente proceso: se establecen unidades elementales en todos los niveles (fonoló-
gico, sintáctico, semántico); se establecen clases de unidades elementales, para luego deli-
mitar clases de unidades elementales y finalizar con la combinación de unidades de clases
diferentes. Así, las unidades de la lengua son los fonemas y los morfemas y las disciplinas
que los estudian son la Fonotáctica y la Morfotáctica. Además existe una interdisciplina que
es la Morfonología, que estudia los medios de expresión fonológica de los morfemas.

Apresian (1985) explica que la Escuela de Copenhague concibe, por su parte, la Glo-
semática como una teoría general de las lenguas, dado el interés teórico de Hjmeslev y no
busca analizar lenguas en contacto como los norteamericanos. Ellos concibieron la Lingüís-
tica como ciencia del lenguaje y a la lengua como objeto de la Lingüística. Emilio Alarcos
Llorach (1984) sostiene que su influencia en la Lingüística se centra en la consideración
inmanente del objeto de estudio, a diferencia de la tradición medieval y renacentista de la
lengua y de la concepción de ella como un estudio deductivo del idioma. La concepción que
desarrollan del signo lingüístico como supera la saussureana: ya no es considerado solamente
la conjunción de significante y significado, sino que evoluciona a forma del contenido y for-
ma de la expresión y sustancia del contenido y sustancia de la expresión.
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La tercera escuela que estudia Apresian es la del Círculo Lingüístico de Praga, cono-
cida también como funcionalista. Su principal postulado es concebir la lengua como un siste-
ma funcional, es decir, como un “sistema de medios de expresión tendientes hacia un fin def-
inido” (Apresian: 55). La principal preocupación de esta escuela lingüística es la fonología.

Según la conclusión de Apresian (1985: 63), la actividad de estas tres escuelas lin-
güísticas:
“Dejó abiertos varios caminos: creó la fonología, escribió algunos capítulos impor-
tantes de morfología, reformó la lingüística diacrónica y comenzó la elaboración seria
de los problemas tipológicos”.

Por otra parte, las ideas disímiles que puedan tener estas tres escuelas no son más que
complementarias, porque “poseen sus objetos específicos, cuyo estudio es igualmente indis-
pensable para la elaboración de una teoría única y completa”. (Apresian: 65)

Finalmente, se puede señalar que los aspectos comunes a estas tres escuelas permiten
complementar una visión global de la lingüística contemporánea.

2. EL INFLUJO DE SAUSSURE EN EL
DESCRIPTIVISMO NORTEAMERICANO

La escuela lingüística norteamericana conocida como descriptivista –o como la llama


Iuri Apresian, Descriptivista funcional– tiene sus bases en la difusión en Europa del pensa-
miento saussureano alrededor de 1930. Las semejanzas entre ella y las corrientes europeas
permiten considerarla una variante del estructuralismo (Fuchs y Le Goffic: 34). Las dife-
rencias entre las escuelas europeas y la norteamericana es el objeto de estudio, pues, mientras
la europea mira las lenguas antiguas europeas, la escuela norteamericana estudia las lenguas
amerindias. Los descriptivistas prefieren realizar el trabajo de campo antes que profundizar
las teorías del análisis, pues su principal interés es el estudio de estas lenguas no estudiadas.

Tal como se había mencionado más arriba, el descriptivismo es una escuela que es
heredera de la tradición saussureana. Pues bien, esta herencia se manifiesta en los siguientes
aspectos:

a) El objeto de estudio del descriptivismo está centrado en la lengua y no en el habla: este


aspecto quiere decir que los investigadores de esta escuela lingüística se centran en el
sistema abstracto de signos. Incluso, prefieren hablar de código, pues en inglés, “len-
guaje, lengua y habla no tiene equivalencia exacta” (Fuchs y Le Goffic: 34). Por otra
parte, Apresian señala que el distribucionalista es un descifrador de lengua, en cuanto
sistemas. Incluso, esta escuela sostiene que un lingüista podría descubrir la gramática de
una lengua cualquiera solo con el análisis distribucional (Apresian, 1985).

En este respecto, la escuela descriptivista asume la distinción fundamental en el estudio


de una lengua, que es la distinción entre el sistema abstracto y las realizaciones concretas,
aunque para realizar el estudio del sistema (o lengua) tenga que recopilar corpus a partir
del habla de los informantes.
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b) El estudio debe ser sincrónico: el descriptivismo busca descubrir, como se dijo más
arriba, la estructura de una lengua dada, especialmente de las amerindias, que son las
lenguas que los lingüistas tenían a disposición e interés en describir. Ahora, estas son len-
guas que no tienen escritura y que, por lo tanto, no se cuenta con registro de su pasado, lo
que produce que sea imposible hacer diacronía hasta el momento en el que empezaron a
ser descritas.
Sin embargo, la idea de diacronía y sincronía no consiste en dos ejes antitéticos, sino en
dos ejes complementarios, pues una suma de estudios sincrónicos configura una descrip-
ción diacrónica. De esta forma, una serie de estudios descriptivos sobre una lengua deter-
minada configurará en el futuro la historia de las lenguas amerindias. Con lo anterior se
concluye que no se prefiere el estudio sincrónico por sí, sino que todavía no es posible
realizarlo porque no ha pasado suficiente tiempo entre estudios sincrónicos.

c) El análisis se realiza desde la segmentación del signo lingüístico: Saussure plantea en su


Curso que el signo es lineal, es decir, que se expresan uno tras otro en la cadena hablada,
diferente de como pueda suceder en la música –donde conviven varios signos al mismo
tiempo– o en los códigos audiovisuales, donde la superposición de signos construye el
mensaje. En el caso de la escuela descriptivista, el método de segmentación de signos es
adoptado porque las lenguas indoamericanas no tienen registro escrito.
Saussure advierte que el método de segmentación ofrece múltiples complicaciones, por
cuanto el lingüista debe contrastar una secuencia fónica en diversos contextos para dilu-
cidar la adecuada función del signo dentro del sintagma. Los distribucionalistas, por su
parte, se dedican a realizar “un examen extremadamente minucioso de los problemas
planteados por el análisis” (Fuchs y Le Goffic: 34), lo que implica que ellos centran su
interés en el análisis de caso. En este respecto se puede apreciar cierta diferencia con el
maestro ginebrino, pues este no desarrolla la metodología del análisis y los distribucio-
nalistas se dedican a buscar la mejor forma de describir una lengua desconocida.
d) Las lenguas constituyen, para los descriptivistas, sistemas específicos: esto quiere decir
que consideran a la lengua como un sistema arbitrario tal como lo explica Saussure.
e) Finalmente, los descriptivistas enfocan su análisis en las relaciones sintagmáticas: Sau-
ssure plantea en su curso (1971: 207) que la oposición entre los signos de la lengua deter-
minarán su valor dentro del discurso. Esta asociación se realiza in praesentia “se apoya
en dos o más términos en una serie efectiva” (1971: 208). Apoyándose en esta idea, los
distribucionalistas desarrollan su metodología de análisis a partir de un corpus representa-
tivo de la lengua.

En lo que se aparta de los principios del estructuralismo saussureano es en la incor-


poración del conductismo (Apresian 1979: 35) a la doctrina lingüística. Fundamentalmente,
según Lewandowski (1995:94), el influjo del conductismo en el descriptivismo consiste en:
“excluir de la investigación lingüística los procesos de la conciencia por no ser direc-
tamente observables y mensurables y solo se debe describir la conducta perceptible.”

La metodología del distribucionalismo está centrada en el análisis segmentado de sig-


nos de una cadena hablada, obtenida de un corpus representativo. La segmentación tiene
como finalidad delimitar cuáles son los morfemas. El objeto de estudio, tal como se señaló
más arriba, son las lenguas amerindias, especialmente –según el autor– el suahili. En el caso
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de esta lengua, su análisis distribucional es más fácil pues presenta características estructu-
rales que no se manifiestan en lenguas como el francés, por su compleja configuración sin-
tagmática.

En conclusión, el descriptivismo distribucional es una escuela lingüística que hereda


los principios del estructuralismo saussureano, pero que los adapta al estudio de lenguas
desconocidas y se diferencia en la concepción de la lengua como un comportamiento, debido
al influjo del conductismo.

3. EL SIGNO LINGÜÍSTICO

Saussure inicia el análisis de las entidades concretas de la lengua señalando que la


entidad lingüística es producto de la asociación entre significado y significante. Esta relación,
según él es indisoluble, pues a falta de uno de ellos, se desarticula. Si el significado se disocia
del significante, sólo quedan conceptos que son estudiados por la Psicología o bien, si sólo se
analiza el significante, queda la estructura material del signo que es materia de la Fonología.

Por otra parte, el signo lingüístico sólo se determina cuando se deslinda de otros ele-
mentos de la cadena fónica, es decir, del discurso sintagmático. Al aislarlas, por oposición
quedan delimitados los signos unos de otros. Lo anterior implica que la lengua no se presenta
como una serie de signos deslindados unos de otros, sino que lo hace como una masa indis-
tinta que sólo se descubre en el uso.

El método que propone Saussure en primera instancia es la delimitación fónica; des-


pués, se debe contrastar una unidad fonética dada dentro de varios contextos para comprobar
si el sentido que se asigna a la cadena fónica es idéntico o no en contextos diferentes. El
sentido de las unidades lingüísticas está determinado por su función dentro del discurso:
puede ser sustantivo, adjetivo, verbo, etc. Así, si el sentido de una cadena fónica es idéntico
en ambos contextos se está en presencia de una misma unidad lingüística. En caso contrario,
son unidades diferentes.

Sobre lo mismo, Saussure reflexiona que no siempre el signo lingüístico se puede


delimitar exactamente según el método anterior, pues habrá casos en que el signo lingüístico
podrá variar su forma. En primer lugar, el concepto de palabra no corresponde completa-
mente con el de signo, pues habrá unidades lingüísticas que equivalgan a una palabra, pero
que en verdad está constituida por más de un signo. Por ejemplo, descubrir está formado por
los signos des y cubrir, pues ambos –siguiendo lo expuesto más arriba– pueden contrastarse
en contextos y seguir cumpliendo la misma función. En segundo lugar, a veces los signos
pueden cambiar su estructura fónica por adaptación al contexto, tal como sucede con la varia-
ción singular-plural de carácter-caracteres, pues en este caso, modifica la sílaba tónica.

Por lo tanto, las palabras pueden construirse por medio de unidades complejas tales
como prefijos y sufijos o bien un signo tiene valor solo en cuanto entren en juego múltiples
palabras que lo constituyan, tal como sucede con las perífrasis verbales.

Otra de las características que el autor propone es la identidad, la realidad y los valo-
res en el signo. Por una parte, la identidad sincrónica se entiende como el uso y realización de
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un signo en bajo las mismas condiciones. Finalmente, el valor del signo está determinado por
su oposición con otros signos.

En el análisis siguiente, Saussure desarrolla el concepto del valor lingüístico y de las


relaciones lingüísticas presentes en el habla. La idea fundamental que sostiene el autor es que
en la lengua todo se organiza por medio de oposiciones. Estas oposiciones pueden ser entre
elementos diferentes o bien entre elementos de su misma especie para determinar la diferen-
cia entre ellos. Las consecuencias de esta afirmación de Saussure son varias: si las lenguas
fueran acervos de palabras predeterminadas, habría correspondencias exactas entre lengua y
lengua en cuanto a los significados y las peculiaridades de las flexiones gramaticales, tales
como los tiempos verbales o flexiones en los nombres.

Ahora, el modo de comprobar este sistema de oposiciones, Saussure explica que exis-
ten dos tipos de conexiones: las sintagmáticas o in praesentia y las asociativas o in absentia.
La objeción que pone Saussure a la relación sintagmática guarda relación con la dicotomía
lengua y habla sobre algunos fenómenos ubicados en la lengua y que son sintagmáticos
(1972: 209).

La arbitrariedad del signo, según Saussure, tiene dos niveles: una absoluta y otra que
es relativa, es decir, que puede tener algún nivel de motivación. Este grado de motivación se
manifiesta en la formación de palabras con prefijos y sufijos, pues uno de los elementos
motiva (o evoca) uno de los términos, tal como lo ejemplifica el autor (1971: 219).

Ferdinand de Saussure en los capítulos II al VI de la segunda parte de su Curso pro-


fundiza las características del signo que anteriormente había señalado y que para muchos son
materia conocida. Profundiza en primera instancia el valor lineal del signo, indicando que
sólo la descomposición fonética y su comparación significativa pueden delimitar el puesto de
cada signo dentro de la cadena hablada. En este punto, abarca una problemática interesante
que es la consideración de una palabra compuesta como una unidad sígnica. No es una idea
revolucionaria, pero es de una lucidez muy grande; lamentablemente no es totalmente acep-
tada en la enseñanza de la lengua materna en nuestro sistema escolar, pues todavía se enseña
que <en medio de> es la conjunción de tres palabras y no una sola, tal como lo habría soste-
nido el maestro ginebrino en su análisis.

La concepción saussureana del signo como un elemento arbitrario tiene como base la
inmotivación entre éste y su referente. Sin embargo, el autor señala con propiedad que la
inmotivación es relativa, por cuanto pueden configurarse nuevas expresiones a partir de la
motivación que ejerce un signo en la derivación de otros. Esta derivación puede ser en torno a
un morfema o un lexema. En este caso, el autor se desvía del concepto inmotivación, pues el
signo ya está incorporado a la estructura de la lengua. El concepto de inmotivación se debería
restringir, entonces, solamente a la “invención” léxica. El hacerlo en la formación de palabras
ya existentes en la lengua se refiere a la recursividad del lenguaje, que sí es motivado, pues
“recicla” los signos ya existentes.

El tercer aspecto fundamental de la caracterización del signo de Saussure es la consti-


tución de las relaciones sintagmáticas y asociativas, pues es en este punto donde el autor
comprueba que la lengua es en sí misma un sistema de oposiciones: las relaciones fónicas, las
funcionales y las semánticas son producto de oposiciones. Esta concepción de la lengua será
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la que asiente los principios del estructuralismo posterior y que constituirá a la Lingüística
como ciencia del lenguaje.

Para finalizar, acaso las ideas de Saussure no sean un cuerpo de verdades irrefutables,
como lo puede ser la geometría euclidiana, pero sentó las bases del desarrollo posterior de la
ciencia del lenguaje a manos de los discípulos posteriores.

4. COSERIU Y RONA: DIVERSOS ENFOQUES


DE LA VARIEDAD INTRALENGUA

El principio que rige la idea de intralengua tanto en Coseriu como en Rona es la di-
cotomía saussurena de lengua y habla. Como es sabido, Saussure señala que: “Al separar la
lengua del habla, se separa a la vez: 1°, lo que es social de lo que es individual; 2°, lo que es
esencial de lo que es accesorio y más o menos accidental” (Saussure 1971: 57). Sin embargo,
esta distinción no satisfizo la compleja realidad del fenómeno lingüístico y Coseriu realiza
una ojeada a la evolución de esta problemática.

La primera distinción que realiza Coseriu es que el concepto de lengua que propone
no es idéntico al propuesto por Saussure, pues corresponde a “un momento ulterior al aná-
lisis del lenguaje como fenómeno concreto y corresponde más bien a la lingüística histórica
que a la teórica” (Coseriu: 15). A continuación, revisa una serie de observaciones que reali-
zan otros autores sobre el particular y concluye que los enunciados lengua y habla adolecen
de múltiples incoherencias. La principal teorización del problema es qué es efectivamente la
lengua y dónde se deslinda con el habla u otras realizaciones concretas del lenguaje. Coseriu
revisa las ideas de Jespersen, Palmer, Porzig, Bally, Gardiner, Sechehaye, Delacroix, Tru-
bestzkoy, von Wartburg, Plagiaro y Humboldt. Conluye, finalmente que existe una diferencia
sustantiva entre uso lingüístico y sistema funcional. A partir de este concepto, el autor desa-
rrollará los conceptos de sistema y norma.

La primera apreciación que Coseriu (1989: 63) realiza para aproximarse al concepto
de norma es la posibilidad que existe de la innovación en el empleo de un idioma:
“...observamos que las innovaciones, sobre todo sintácticas y semánticas, compro-
badas n la expresión de dicho poeta, aunque absolutamente inéditas, audaces y
sorprendentes y, de alguna manera, ‘anormales’, no resultan aberrantes desde el
punto de vista del sistema, no se perciben como errores, no chocan al ‘sentido
lingüístico’ de los lectores homoglotas.”

Esta concepción permite postular a Coseriu que estas alteraciones al sistema no son
2
ocasionales, sino que son normales y constantes, tal como lo afirma Trubetskoy y abarcan a
comunidades más o menos amplias. Estas alteraciones se convierten en sucesos normales,
pero no son pertinentes al sistema, pues no son diferencias radicales en el funcionamiento de
él. Coseriu sostiene, entonces, que la diferencia entre sistema y norma está centrada en distin-
tos niveles de abstracción del análisis lingüístico. El resultado de este ejercicio de abstracción
es la delimitación de isoglosas. De esta forma, el concepto de intralengua de Coseriu está
constituido por la norma, que es el auténtico molde de uso que los hablantes tienen en la
realización concreta de la lengua.
2
Citado por Coseriu.
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Por otra parte, Rona reflexiona sobre qué es un americanismo a partir de la propuesta
de Ambrosio Rabanales. La principal objeción que realiza es que la definición de Rabanales
abarca solamente la sincronía del uso del americanismo, por lo tanto, luego de reflexionar
sobre el inconveniente de la definición, Rona postula que el concepto debe abarcar más que la
sola sincronía, pues los usos a veces trascienden de una región a otra, incluso, puede darse el
caso de regionalismos que habiéndose originado en un lugar determinado, han caído en desu-
so, pero se mantienen vigentes en otras regiones. Así, el autor concluye que un regionalismo
puede tener una doble dimensión: ser regionalismo sensu stricto o lato sensu, según sea su
nivel de trascendencia de la región donde se originan. De esta forma, Rona (1969: 139)
concluye que: “solamente los regionalismos stricto sensu son regionalismos dialectológicos,
o sea, que el atributo esencial del regionalismo es de diferir entre una región y otra.”

En este sentido, la variedad intralengua que propone Rona es una caracterización teó-
rica que está influida por la necesidad de caracterizar la compleja realidad dialectal de Amé-
rica, pues se puede apreciar muchas variantes normativas del sistema del español en cuanto al
uso léxico, fonológico y sintáctico.

En conclusión, mientras Coseriu propone una reflexión teórica sobre el problema de


la lengua, Rona lleva la caracterización a un problema concreto. Coseriu señala que la varie-
dad intralengua está determinada por isoglosas de varios órdenes y la delimitación de esas
isoglosas está condicionada a una abstracción intermedia de la división saussureana; Rona,
por su parte, materializa esa abstracción en la configuración del concepto de americanismo.

5. JAKOBSON Y MARTINET: DIVERSOS ENFOQUES


SOBRE LA FUNCIÓN EN LINGÜÍSTICA

El concepto de función en estos autores se fundamenta en problemáticas diferentes.


En primera instancia, Jakobson esgrime su concepto a partir de la relación entre Lingüística y
Poética. La reflexión de Jakobson comienza cuando pregunta qué hace que un mensaje sea
poético, cuál es su diferencia específica respecto de otros tipos textuales. De esa forma, se-
ñala que “toda conducta verbal se orienta a un fin” (Jakobson: 349). Esta afirmación permite
esbozar el concepto de función del autor: la función de un mensaje está dada por su finalidad
y por la conformidad que haya entre el mensaje y el objetivo propuesto. De esa forma,
Jakobson enuncia una función del lenguaje por cada factor de la comunicación.

Martinet, por otra parte, postula su concepto de función a partir de la naturaleza de


los signos lingüísticos. Los monemas y los fonemas son el punto de partida de la teoría de la
articulación de Martinet. Así, diferencia entre unidades significativas y unidades distintivas.
Los fonemas cumplen una función en una posición determinada, así se puede establecer el
sistema fonemático de una lengua. Los monemas, por otra parte, “determinan por la
tradición o por la necesidad de distinguir entre expresiones de significados diferentes”
(Martinet: 63). Será el análisis de los monemas en su ordenación dentro de un sintagma lo
que permitirá diferenciar entre tres clases según la función que cumplan: a) monemas
autónomos; b) monemas dependientes; c) monemas funcionales.

Cada uno de estos tres tipos cumple funciones diferentes dentro de la sintaxis de la
lengua. Por consiguiente, la reflexión de Martinet expone que existen morfemas que cumplen
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funciones primarias y otros, funciones no primarias, donde las primeras están enlazadas con
el predicado de las oraciones. Se llega a este punto a la determinación de monemas gramati-
cales y monemas lexicales, que dependen de la función que tengan dentro del discurso. Los
monemas lexicales pertenecen a un inventario ilimitado, mientras que los gramaticales, alter-
nan entre sí en un número limitado. (Martinet: 74)

La noción de función en ambos autores tiene un objeto de estudio que es diferente en


sí mismo, aunque siempre está estrechamente vinculado con la lengua desde el punto de vista
estructural. Mientras Jakobson considera que la función es la finalidad comunicativa del
enunciado, Martinet expone que los signos lingüísticos adquieren su función dentro de los
sintagmas de la lengua. La concepción de Jakobson parte de la caracterización del enunciado
poético y para poder determinarlo “debe investigar el lenguaje en toda su variedad de fun-
ciones” (Jakobson: 350). Señala, por lo tanto, que en cualquier mensaje es posible encontrar
en diferente orden jerárquico las funciones del lenguaje; también explica que “la estructura
verbal depende, primariamente, de la función predominante” (Jakobson: 350). Martinet, por
su parte, apunta con su concepto de función no en el enunciado y en su objetivo comuni-
cativo, sino que en su conformación en el sintagma. A partir de las diversas funciones que los
monemas presenten en el texto, es posible determinar su función dentro de la lengua y el tipo
de relación que establecen unos con otros.

Así, el concepto de función de los autores no es contradictorio, sino complementario:


ambos siguen a Saussure cuando explicaba que en la lengua todo estaba estructurado a partir
de oposiciones. En el caso de las funciones de Jakobson y de Martinet, las diferencias que
ellos postulan están en base de oposiciones con otros mensajes o con otros monemas, de esta
forma, es posible afirmar que de la síntesis de ambos conceptos de función, puede extra-
polarse que las funciones dentro de la lengua deben considerase siempre como el punto de
partida en cualquier tipo de estudio lingüístico que se pretenda realizar. Con estos dos con-
ceptos de función es posible abordar los problemas tanto de la gramática como los del
análisis textual, pues las ideas de Martinet fundamentan el análisis sintáctico más allá de los
conceptos tradicionales que suelen anquilosar la enseñanza de la lengua materna en las aulas
escolares de nuestro país y las ideas de Jakobson fundamentan el análisis del discurso más
allá de su estructura sígnica y permiten desarrollar un estudio que desembocará en la pragmá-
tica de la lengua, pues el texto no será visto solamente como un conjunto molecular de
palabras, sino que como un producto que comunica y es esta comunicación efectiva la que
sostiene el análisis lingüístico y su posterior aplicación.
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194 MIGUEL A. BARGETTO F., BASES TEÓRICAS DEL ESTRUCTURALISMO

BIBLIOGRAFÍA

Alarcos, Emilio (1984): Gramática estructural. Madrid, Gredos.


Apresian, Iuri (1985): Ideas y métodos de la lingüística estructural contemporánea. La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales.
Coseriu, Eugenio (1989): Teoría del lenguaje y lingüística general. Madrid, Gredos.
Fuchs, C. & Le Goffic, P. (1979): Introducción a la problemática de las corrientes lingüísticas
contemporáneas. Buenos Aires, Hachette.
Jakobson, R. (1975): Ensayos de lingüística general. Barcelona, Seix Barral.
Lewandowski, Theodor (1995): Diccionario de lingüística. Madrid, Cátedra.
Martinet, André (1971): El lenguaje desde el punto de vista funcional. Madrid, Gredos.
Rona, José (1969): “¿Qué es un americanismo?” en Simposio de México. Actas, informes y comunica-
ciones del simposio de México, pp. 135-148.
Saussure, Ferdinand de (1971): Curso de lingüística general. Buenos Aires, Losada.

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