Participacion Ciudadana para El Combate A La Corrupcion. Un Analisis Del Comite de Participacion Ciudadana Del Sistema Nacional Anticorrupcion
Participacion Ciudadana para El Combate A La Corrupcion. Un Analisis Del Comite de Participacion Ciudadana Del Sistema Nacional Anticorrupcion
Participacion Ciudadana para El Combate A La Corrupcion. Un Analisis Del Comite de Participacion Ciudadana Del Sistema Nacional Anticorrupcion
ISSN: 1874-4271
ISSN: 2683-1643
[email protected]
Fundación Mexicana de Estudios Políticos y
Administrativos A.C.
México
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Resumen:
La participación ciudadana es un componente vital para el funcionamiento de la democracia ya que funge como un mecanismo que
vincula a los individuos con el rumbo y desarrollo de la sociedad y el gobierno. En el caso del combate a la corrupción en México,
se ha convertido en un componente fundamental de la Política Nacional Anticorrupción, ya que no solo brinda la oportunidad
de incluir el punto de vista de la ciudadanía en un entramado complejo de coordinación como es el caso del Sistema Nacional
Anticorrupción, también representa una oportunidad para incorporar a los ciudadanos en un esquema deliberativo que pueda
reformar a las instituciones de gobierno en incidir en la modificación de actos de corrupción por parte de los funcionarios públicos.
Palabras clave: Participación Ciudadana, Corrupción, Coordinación, Políticas Públicas, Deliberación.
Abstract:
Citizen participation is a vital component for the functioning of democracy since it serves as a mechanism that links individuals
with the direction and development of society and government. In the case of the fight against corruption in Mexico, it has
become a fundamental component of the National Anticorruption Policy, since it not only provides the opportunity to include
the point of view of the citizenry in a complex coordination framework, as is the case of the National Anticorruption System, also
represents an opportunity to incorporate citizens into a deliberative scheme that can reform government institutions to influence
the modification of acts of corruption by public officials.
Keywords: Citizen Participation, Corruption, Coordination, Public Policies, Deliberation.
INTRODUCCIÓN
Notas de autor
* Es estudiante de la Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos del Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales y Profesor de Asignatura adscrito al
Centro de Estudios en Administración Pública de la UNAM, en donde también colabora en el proyecto PAPIIT IN307919: “Tendencias actuales
y enfoques alternativos de las políticas públicas en México”. Sus líneas de investigación se centran en el análisis de políticas públicas, coordinación y
relaciones intergubernamentales, participación ciudadana y combate a la corrupción. correo [email protected]
explicar y de atender debido al nivel de complejidad que implica este comportamiento a lo largo de la sociedad
y de las estructuras gubernamentales.
Siguiendo esta línea, este texto tiene el objetivo de analizar el papel de la participación ciudadana como
un insumo para el combate a la corrupción, en específico a través de la creación del Sistema Nacional
Anticorrupción (en adelante SNA) el cual se gestó el 27 de mayo de 2015 en el marco de la reforma
constitucional al artículo 113 que dio paso a la construcción de este Sistema como un mecanismo de
coordinación que se encargará de definir políticas de combate a la corrupción. De esta instancia, cabe destacar
la integración de un Comité de Participación Ciudadana (en adelante CPC) que prioriza el papel de los
ciudadanos como actores externos al gobierno que pueden incidir en la puesta en marcha de la política
nacional anticorrupción. Para hacerlo, se plantean las siguientes preguntas: ¿Cuál es el tipo de participación
ciudadana que ejerce el CPC dentro del SNA? ¿Cuál es el alcance de la participación ciudadana dentro del
SNA considerando las facultades que tiene el CPC? ¿El hecho de que exista un componente ciudadano en
el SNA puede ayudar a disminuir la corrupción?
Para responder a estas preguntas este texto se compone de cuatro apartados. En el primero se describirá
el problema de la corrupción en México y sus impactos en aspectos sociales y económicos. En el segundo,
se analizará el concepto de participación ciudadana y algunos de los mecanismos institucionales existentes
que reconocen el papel de la participación ciudadana en las actividades del gobierno. El tercero, analizará la
creación y el papel del CPC del SNA como un caso que vincula la incidencia de la participación en el combate
a la corrupción y por último se hará una reflexión a manera de conclusión del tema estudiado.
Hoy en día no es nada extraño escuchar la palabra corrupción como algo cotidiano y que forma parte
de nuestras vidas. Entender el origen histórico de esta actividad y analizarla para combatirla es el nudo
gordiano al que se enfrentan actualmente las instituciones del Estado, sin embargo, no es un secreto que la
proliferación de la misma es multifacética y ha formado e impulsado el desarrollo informal de muchas de estas
instituciones, lo cual ha ocasionado que la corrupción se convierta en un problema complejo y multicausal
1
que se ha desarrollado en los diferentes poderes y órdenes de gobierno debido, entre otras cosas, a la falta
de una definición clara de qué es la corrupción en el andamiaje legal lo cual dificulta el diseño de medidas
e instrumentos institucionales que puedan enfrentar esta actividad. En este sentido, para entender por qué
hay vacíos legales para el combate a la corrupción y por qué parece ser una actividad justificada por más de
un individuo, es importante comenzar por definirla y contextualizarla.
Explicar la corrupción es, quizá, la parte más compleja del entendimiento de este problema público
debido a que no hay una sola forma ejercerla ya que se presenta en diferentes comportamientos de acuerdo
con la moral establecida en una sociedad y debido al complejo entramado legal que existe para regular
las interacciones de los individuos por lo que se podría decir que casi cualquier acto de corrupción tiene
una relación simbiótica respecto a la construcción de instituciones formales e informales, puesto que éstas
establecen los límites entre lo que es permitido y lo que no a lo largo de las interacciones entre individuos
y organizaciones. Ante este obstáculo una definición de corrupción que puede ser moldeable y adaptable
es la propuesta por Lepore y Aguilar (2012: 49-50) y Malem (2014: 171) quienes la entienden como
“la violación de un deber posicional, el cual no se atañe exclusivamente al sector público, sino de todos
aquellos que, aprovechándose de su posición en una relación, organización o institución, violan su deber para
obtener beneficios ilegítimos (e ilegales agregaría yo)”. La ventaja de esta definición es que no encasilla a la
corrupción como una actividad propia de las instituciones del gobierno, sino de prácticamente cualquier
relación humana y de organizaciones privadas o sociales, asimismo, la entiende como un beneficio que genera
bienestar individual por sobre el bienestar colectivo.
Esta explicación puede ser de gran ayuda ya que al menos en el caso de México, el derecho positivo no
tiene tipificada esta actividad, sino dos faltas: las responsabilidades administrativas las cuales se dividen en
graves y no graves 2 y las responsabilidades personales (Romero, 2017) por lo que, al no existir una precisión
legal clara de este acto, es muy difícil implementar mecanismos que hagan algo al respecto. Por otra parte,
yendo más allá de las dificultades normativas y conceptuales, es importante contextualizar a la corrupción y
su impacto en México.
De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional en 2018
(Transparencia Internacional 2018), México en una escala de 0 a 100, donde 0 es “Altamente corrupto” y
100 es “Limpio de corrupción”, tiene la calificación de 28 y se ubica en la posición 138 de un rango de 180
en comparación con otros países, lo cual lo ubica como uno de los más corruptos del mundo. Por otra parte,
organizaciones como el Instituto Mexicano de la Competitividad estiman que el 5% del Producto Interno
Bruto (PIB) de México se pierde anualmente por corrupción; otros informes ubican las pérdidas en un 9%
del PIB (OCDE 2017).
Además, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2017 (Instituto Nacional de
Estadística y Geografía, 2018) arroja datos alarmantes del problema como que la tasa de prevalencia de
corrupción pasó de 12,590 víctimas por cada 100 mil habitantes en 2015, a 14,635 en 2017; que en ese
mismo año el costo total a consecuencia de corrupción en la realización de pagos, trámites o solicitudes de
servicios públicos y otros contactos con autoridades fue de 7, 218 millones de pesos, lo que equivale a 2 273
pesos promedio por persona afectada y que los trámites y servicios públicos donde más prevalencia hay de
corrupción en el contacto con autoridades de seguridad pública , permisos relacionados con la propiedad y
los trámites ante ministerios públicos.
La corrupción impacta en muchos espacios de la sociedad, la economía y el gobierno. Afecta la credibilidad
y confianza que se tiene hacia las instituciones de gobierno destacando el caso del Gobierno Federal con 25%
de confianza y las Cámaras de Diputados y Senadores con 20% (Instituto Nacional de Estadística y Geografía,
2018); distorsiona el intercambio económico al privilegiar a unos agentes sobre otros y afecta el desarrollo
de capital humano al hacer de lado la meritocracia y sobreponer la discrecionalidad y el nepotismo como
criterios de desarrollo laboral.
En este sentido, el problema de la corrupción al tener diferentes puntos de vista para su atención
y tratamiento, así como diversas consecuencias para la sociedad, depende no solo de resumir cifras y
percepciones, sino de acuerdos entre distintos poderes y órdenes de gobierno en torno a la forma en que se
debe construir y cómo los objetivos y motivaciones para combatir la corrupción son aceptados y puestos en
práctica por los servidores públicos que tratan con este problema día a día, así como por los ciudadanos los
cuales son los principales afectados por esta práctica ilegal.
La participación ciudadana es una actividad que se expresa de diferentes formas en la vida democrática, tal vez
el ejemplo más claro es el ejercicio del sufragio como mecanismo para definir representantes, sin embargo, no
es el único instrumento de intervención en los asuntos públicos, por lo que la participación no se reduce solo
a la emisión de un voto. Entre los mecanismos de democracia directa se pueden mencionar algunos como las
iniciativas de ley, referéndum, plebiscito 3 , consultas ciudadanas y la revocación de mandato.
Dentro de esos mecanismos de participación, es importante entender el papel de la ciudadanía como
actor clave para “que surja una participación ciudadana activa, a la cual no se le debe confundir con
la democracia participativa ni con figuras como el referéndum, el plebiscito y la consulta ciudadana. La
participación ciudadana debe ser un ejercicio cotidiano que permita una interconexión entre sociedad y
gobierno.” (Meixueiro, 2007: 12) Por lo tanto, si la participación ciudadana no es simplemente el sufragio, las
consultas y referéndums, entonces su definición debe ser más precisa. De acuerdo con Velásquez (2004: 2):
“se entiende como el proceso a través del cual distintos sujetos sociales y colectivos, en función de sus respectivos intereses
y de la lectura que hacen de su entorno, intervienen en la marcha de los asuntos colectivos con el fin de mantener, reformar
o transformar el orden social y político.”
La participación ciudadana se distingue por su nivel de involucramiento de los ciudadanos en los asuntos
del Estado, particularmente, en la administración pública, lo cual también la distingue de la participación
social que se visualiza en organizaciones que defienden intereses particulares o la participación política que
se distingue por considerar el papel de los ciudadanos dentro del sistema político, particularmente en los
partidos políticos.
En este mismo orden de ideas, para que la participación ciudadana tenga un mayor impacto ésta debe
analizarse dentro de un régimen específico, en este caso, el democrático en el cual han surgido conceptos
como sociedad civil, empowerment o empoderamiento, tercer sector, calidad de la democracia, etc. y adquiere
un protagonismo absoluto de la mano de la idea de capital social, ya que la participación no es un discurso
cargado de retórica, sino ante todo la mejor garantía para hacer funcionar la democracia (Font, 2001: 14).
Asimismo, debe considerarse para el caso de México, el papel de la gobernanza como un campo propio de
la democracia que se basa en la coordinación de actores gubernamentales, privados y sociales que toman
decisiones de manera colectiva, de manera que el papel directivo del Estado pasa a ser el de un generador
de sinergia con el fin de impulsar la participación de diferentes sectores, disminuir costos de transacción y
generar mayor legitimidad en la definición y diseño de objetivos de política pública.
Por lo tanto la gobernanza y la participación ciudadana son dos esquemas que hoy en día son parte del
desarrollo de cualquier sociedad que se diga democrática y si bien ambas propuestas en el deber ser parecen
vislumbrar una mayor injerencia de los ciudadanos en los asuntos públicos, también es cierto que invitan a
distintos sectores como el privado, el académico y el social a formar parte de un modelo que propone una
mayor horizontalidad en la toma de decisiones públicas, sin embargo, en la práctica esto no siempre es así
debido a límites cuantitativos (recursos humanos, tecnológicos, materiales y financieros) y cualitativos (el
“timing” en el que los proyectos y propuestas son puestas a discusión de distintos poderes y sectores, así como
lo previsto en los marcos legales existentes) con los que cuenta el gobierno, así como la falta de acuerdos, de
coordinación y relaciones entre diferentes órdenes y poderes de gobierno en la atención de servicios públicos.
A pesar de los obstáculos mencionados en el párrafo anterior, éstos no son razón para dejar de impulsar
la participación ciudadana ya que no solo se trata de generar mayor consenso y legitimidad en la toma de
decisiones, también implica mejorar la eficiencia del sector gubernamental. De acuerdo con (Peters, 2011: 6):
“el énfasis en gran parte de la literatura de gobernanza ha estado en mejorar la participación democrática en la toma de
decisiones y en su implementación en lugar de mejorar la eficiencia de la administración de programas dado que los actores
sociales proporcionan no solo legitimidad democrática sino también información valiosa sobre las poblaciones objetivo de
los programas y pueden involucrarse en el proceso de entrega de servicios.”
De tal forma que la participación ciudadana tiene dos fines: mejorar el ejercicio democrático incentivando
a los ciudadanos para moldear los mecanismos de prestación de bienes y servicios públicos de acuerdo a sus
inquietudes y necesidades, y, por otra parte, reformar el aparato gubernamental no solo con la modificación
de leyes, sino con la transformación de los procesos y actitudes de los servidores públicos con respecto
a los ciudadanos, lo cual refleja una mayor apertura al cambio para consolidar verdaderas instituciones
democráticas.
Para alcanzar estos dos fines, es necesario categorizar no solo por sus mecanismos de democracia directa,
sino a través de una tipología de participación, ya que, dependiendo de la institución, problema y tema de
interés, las capacidades de intervención ciudadana tendrían que ser diferentes. Por ejemplo, no es lo mismo
involucrarse en la definición del presupuesto local en obra pública de una comunidad a querer incidir en la
política de seguridad nacional, ya que esta última maneja información y situaciones más delicadas y riesgosas
para el bienestar colectivo. En este sentido el Cuadro 1, ofrece un listado de niveles de participación ciudadana
yendo de niveles pasivos a activos.
CUADRO 1
Por otra parte, los mecanismos mencionados no operan en el vacío ya que, en el caso mexicano, la
participación necesita ser contextualizada y justificada de acuerdo con el marco jurídico existente para
garantizar la legalidad de la intervención ciudadana, no solo como un derecho, sino como una obligación
institucional para garantizar una verdadera democracia.
Los principios legales sustentados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos son la
primera guía con la que se cuenta para poder ubicar las diferentes prerrogativas con las que cuentan los
ciudadanos en materia de participación. De acuerdo con García (2017: 8), “hay preceptos constitucionales
que han abonado al fomento del involucramiento ciudadano en las acciones de gobierno: el sexto, referente
a la transparencia, el octavo, que menciona el derecho de petición, y el noveno, que consagra el derecho de
asociación.” Y es en este tipo de derechos que se puede apreciar de manera más ilustrativa cómo pueden
participar los ciudadanos, siendo desde el simple hecho de realizar solicitudes de acceso a la información hasta
la asociación de individuos para tratar asuntos políticos, económicos, sociales y culturales de la sociedad.
Cabe mencionar para fines de este apartado, que, si bien existen mecanismos de participación como los
contemplados en el artículo 35, como el derecho a voto en elecciones populares, así como consultas populares,
estos no son un gran punto de análisis puesto que se centran en una participación acotada vinculada a la
capacidad de emitir un voto sobre determinada situación, lo cual refleja una opinión parcial de la ciudadanía
y no favorece la interacción, el conflicto, la deliberación e intercambio de ideas que son clave de un sistema
democrático.
De tal forma que se pueden ubicar otros artículos como son el 25 y 26 constitucional, en los que además de
remarcar que el gobierno cuenta con la rectoría económica de la nación y que su papel fundamental es lograr
el desarrollo del país a través de un Sistema Nacional de Planeación Democrática, concibe que el desarrollo
del país es una tarea compartida entre el sector público, privado y social, e incluso señala explícitamente que
el Estado puede “participar por sí o con los sectores social y privado, de acuerdo con la ley, para impulsar y
organizar las áreas prioritarias del desarrollo” (García, 2017: 8).
Uno de los casos más recientes que incorpora una visión de participación ciudadana en la definición de
políticas públicas, es el del CPC del SNA ya que concibe a los ciudadanos como miembros activos en la toma
de decisiones públicas, pero no en un sentido consultivo, sino institucional, formando parte de un entramado
organizacional que tiene incidencia directa sobre el diseño y las decisiones del SNA en la generación de
instrumentos para combatir la corrupción.
ESQUEMA 1
Participación ciudadana en México desde un esquema de control formal.
Ocejo, 2014: 109.
Ante la preocupación por los crecientes actos demostrados de corrupción es que el 27 de mayo de 2015
fue publicada la reforma constitucional para la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción que se
ve reflejado y sustentado en la reforma al artículo 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos (Cámara de Diputados, 2019) por medio de la cual se expidió la Ley General del Sistema Nacional
Anticorrupción, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de julio de 2016, (Cámara de Diputados,
2016), así como un paquete de reformas a leyes secundarias como respaldo a las acciones que este Sistema el
cual tiene por objeto:
“establecer principios, bases generales, políticas públicas y procedimientos para la coordinación entre las autoridades de todos
los órdenes de gobierno en la prevención, detección y sanción de faltas administrativas y hechos de corrupción, así como en
la fiscalización y control de recursos públicos. Es una instancia cuya finalidad es establecer, articular y evaluar la política en
la materia.” (Cámara de Diputados, 2016: 3).
Esta ley se puede considerar como un referente de la incidencia ciudadana puesto que este Sistema tiene
el objetivo de establecer mecanismos de coordinación entre diferentes instituciones y órdenes de gobierno.
Lo innovador de dicha ley se centra en que propone dos figuras: un Comité de Participación Ciudadana y
un Comité Coordinador. El primero se encuentra compuesto de cinco ciudadanos destacados de la sociedad
civil organizada o del ámbito académico. El segundo se compone de los titulares del Tribunal Federal de
Justicia Administrativa, la Secretaría de la Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación, una
Fiscalía Especializada en Materia de Combate a la Corrupción, el Instituto Nacional de Transparencia,
Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, el Consejo de la Judicatura Federal y el Comité
de Participación Ciudadana 4 . Lo importante de estos comités radica en que el presidente del Comité
Coordinador emana del Comité de Participación Ciudadana y que, de acuerdo con el artículo 12 de la Ley
General del Sistema Nacional Anticorrupción, éste tiene entre sus atribuciones las siguientes:
“I. Presidir las sesiones del Sistema Nacional y del Comité Coordinador correspondientes;
II. Representar al Comité Coordinador;
III. Convocar por medio del Secretario Técnico a sesiones;
IV. Dar seguimiento a los acuerdos del Comité Coordinador, a través de la Secretaría Ejecutiva;
V. Presidir el órgano de gobierno de la Secretaría Ejecutiva;
VI. Proponer al órgano de gobierno de la Secretaría Ejecutiva, el nombramiento del Secretario Técnico;
VII. Informar a los integrantes del Comité Coordinador sobre el seguimiento de los acuerdos y
recomendaciones adoptados en las sesiones;
VIII. Presentar para su aprobación y publicar, el informe anual de resultados del Comité Coordinador;
IX. Presentar para su aprobación las recomendaciones en materia de combate a la corrupción, y
X. Aquellas que prevean las reglas de funcionamiento y organización interna del Comité
Coordinador.” (Cámara de Diputados, 2016: 6)
Asimismo, en el artículo 21 de la misma ley, se contempla que el CPC tiene entre algunas de sus
atribuciones las siguientes:
“I. Aprobar sus normas de carácter interno
II. Elaborar su programa de trabajo anual
III. Aprobar el informe anual de las actividades que realice en cumplimiento a su programa anual de trabajo,
mismo que deberá ser público
IV. Participar en la Comisión Ejecutiva en términos de esta Ley
V. Acceder sin ninguna restricción, por conducto del Secretario Técnico, a la información que genere el
Sistema Nacional.
VI. Opinar y realizar propuestas, a través de su participación en la Comisión Ejecutiva, sobre la política
nacional y las políticas integrales
VIII. Proponer al Comité Coordinador, a través de su participación en la Comisión Ejecutiva, mecanismos
para que la sociedad participe en la prevención y denuncia de faltas administrativas y hechos de corrupción;
a) Proyectos de bases de coordinación interinstitucional e intergubernamental en las materias de
fiscalización y control de recursos públicos, de prevención, control y disuasión de faltas administrativas y
hechos de corrupción, en especial sobre las causas que los generan.
b) Proyectos de mejora a los instrumentos, lineamientos y mecanismos para la operación de la Plataforma
Digital Nacional
c) Proyectos de mejora a los instrumentos, lineamientos y mecanismos para el suministro, intercambio,
sistematización y actualización de la información que generen las instituciones competentes de los diversos
órdenes de gobierno en las materias reguladas por esta Ley;
d) Proyectos de mejora a los instrumentos, lineamientos y mecanismos requeridos para la operación del
sistema electrónico de denuncia y queja.
VIII. Proponer al Comité Coordinador, a través de su participación en la Comisión Ejecutiva, mecanismos
para que la sociedad participe en la prevención y denuncia de faltas administrativas y hechos de corrupción;
IX. Llevar un registro voluntario de las organizaciones de la sociedad civil que deseen colaborar de manera
coordinada con el Comité de Participación Ciudadana para establecer una red de participación ciudadana,
conforme a sus normas de carácter interno;
X. Opinar o proponer, a través de su participación en la Comisión Ejecutiva, indicadores y metodologías
para la medición y seguimiento del fenómeno de la corrupción, así como para la evaluación del cumplimiento
de los objetivos y metas de la política nacional, las políticas integrales y los programas y acciones que
implementen las autoridades que conforman el Sistema Nacional;
XI. Proponer mecanismos de articulación entre organizaciones de la sociedad civil, la academia y grupos
ciudadanos;
XII. Proponer reglas y procedimientos mediante los cuales se recibirán las peticiones, solicitudes y
denuncias fundadas y motivadas que la sociedad civil pretenda hacer llegar a la Auditoría Superior de la
Federación, así como a las entidades de fiscalización superiores locales;
XIII. Opinar sobre el programa anual de trabajo del Comité Coordinador;
XIV. Realizar observaciones, a través de su participación en la Comisión Ejecutiva, a los proyectos de
informe anual del Comité Coordinador;
XV. Proponer al Comité Coordinador, a través de su participación en la Comisión Ejecutiva, la emisión
de recomendaciones no vinculantes;
XVI. Promover la colaboración con instituciones en la materia, con el propósito de elaborar
investigaciones sobre las políticas públicas para la prevención, detección y combate de hechos de corrupción
o faltas administrativas;
XVII. Dar seguimiento al funcionamiento del Sistema Nacional
XVIII. Proponer al Comité Coordinador mecanismos para facilitar el funcionamiento de las instancias de
contraloría social existentes, así como para recibir directamente información generada por esas instancias y
formas de participación ciudadana.” (Cámara de Diputados, 2016:9)
El hecho de que sea un ciudadano el que presida el SNA se debe, entre otras causas, a que los ciudadanos
y muchos actores del sector privado son los principales afectados por la corrupción ya que se ven orillados
a recurrir a ella para acceder a la prestación de bienes y servicios y evitar consecuencias como lo muestra el
cuadro 2.
CUADRO 2
Consecuencias de no acceder a la corrupción.
Casar (2016: 41).
Nota: Los porcentajes no suman 100%, pues los encuestados podían elegir más de una opción.
En este Sistema se puede ubicar un plano macro de cómo debería concebirse la participación y qué tipo
de actores deben estar involucrados para el desarrollo en cualquier área de importancia para la sociedad. Es
un ejemplo tangible e institucional de la posibilidad que tienen los ciudadanos para construir y proponer
instrumentos y mecanismos de investigación, prevención, detección y sanción para moldear el rumbo que
deben tomar las políticas públicas a nivel federal, estatal y municipal a través de un sistema de coordinación
nacional, en el que los ciudadanos tienen un peso significativo en la definición de la agenda de trabajo y
la capacidad de colaborar con las instituciones y servidores públicos involucrados a través de una relación
más cercana para alcanzar una coordinación e integración que incida en una implementación lo más exitosa
posible.
No obstante, si se relacionan las facultades del CPC con la tipología de participación ciudadana explicada
en el Cuadro 1, las actividades del CPC se podrían clasificar de la siguiente forma:
CUADRO 3
Relación entre facultades del CPC y tipos de participación ciudadana
elaboración propia.
que serán discutidos dentro la Comisión. Por lo tanto, si bien no se reduce la participación a un nivel
consultivo, ésta puede correr el riesgo de diluirse y perder fuerza a lo largo del proceso de deliberación
dentro de la Comisión, por lo que se necesita de gran habilidad de parte de los miembros del CPC y de
su presidente para mantener una coordinación y comunicación exhaustiva con la Comisión y explotar de
manera deliberativa su papel de presidente del Comité Coordinador del SNA, articulando las propuestas y
discusiones presentadas entre las diversas instancias del Sistema.
En este sentido, algo significativo del diseño de la participación ciudadana en este sistema es que no se
basa simplemente regular el problema de la corrupción y en generar programas, instrumentos y mecanismos
de control gubernamental, sino que también complementa una visión de gobernanza en la definición de la
política nacional anticorrupción (Camacho, 2018), por lo que el combate a la corrupción no se limita a una
cuestión meramente instrumental, sino también deliberativa y constructiva, lo cual hace que la participación
ciudadana no se limite a una cuestión de injerencia de manera externa, sino también interna como lo muestra
el Esquema 2.
ESQUEMA 2
Mecanismos de participación ciudadana en el Sistema Nacional Anticorrupción.
elaboración propia.
CONCLUSIONES
A lo largo de este texto se pudo analizar y describir el problema de la corrupción como un mal que no solo
afecta a las actividades diarias de las instituciones gubernamentales, sino a los principales beneficiarios de
éstas: los ciudadanos. En este sentido, es importante responder a las preguntas planteadas en este texto:
¿Cuál es el tipo de participación ciudadana que ejerce el CPC dentro del SNA? ¿Cuál es el alcance de la
participación ciudadana dentro del SNA considerando las facultades que tiene el CPC? ¿El hecho de que
exista un componente ciudadano en el SNA puede ayudar a disminuir la corrupción?
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Notas
1 Bajo esta categoría la corrupción se podría entender como un problema perverso (wicked problem). De acuerdo con
Head & Alford (2015) algunas características de este tipo de problema son que no existe una formulación y solución
definitiva a este tipo de problemas, son esencialmente únicos, tienden a ser síntoma de otro(s) problemas y no tienen
soluciones inmediatas, entre otras. Asimismo, Head y Alford explican que hay una primera fase de los estudios sobre
wicked problems que viene de la teoría de los sistemas en la que los problemas no pueden ser entendidos de forma aislada,
de acuerdo con Ackoff (1974) un problema es parte de un sistema de problemas interrelacionados (sistema de problemas)
los cuales al ser tratados de forma separada parecen empeorar la situación del problema original.
2 De acuerdo con la Ley General de Responsabilidades de Responsabilidades Administrativas, las faltas administrativas
no graves son sancionadas por las dependencias y los órganos internos de control, mientras que las faltas administrativas
graves son sancionadas por Tribunal Federal de Justicia Administrativa y sus homólogos en las entidades federativas.
3 El plebiscito se refiere a una “consulta al cuerpo electoral sobre un acto de naturaleza gubernamental o constitucional,
es decir político, en el genuino sentido de la palabra. No gira en torno a un acto legislativo, sino a una decisión
política, aunque susceptible quizá de tomar forma jurídica” (Arteaga, 2017: 90) mientras que el referéndum alude a un
“procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos, cuya ratificación debe ser
hecha por el pueblo. Es un proceso de consulta para la aceptación de una ley, así como para su modificación o abrogación,
al cual tienen derecho los gobernados de acuerdo a las leyes de cada país, es un instrumento conocido por la teoría política
como democracia directa.” (Berlin, 1997: 819)
4 La Fiscalía Especializada en Materia de Combate a la Corrupción fue la última en incorporarse al Comité Coordinador,
ya que el proceso para designar a su titular se retrasó por casi dos años, asimismo, no se han designado a los ministros de
la tercera sección especializada en anticorrupción en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, así como cinco salas
regionales anticorrupción. Estas salas anticorrupción estarán encargadas de substanciar procedimientos sancionatorios
por responsabilidades administrativas graves (es decir, por hechos o actos de corrupción) e imponer sanciones
Información adicional
Cómo citar: Camacho Pérez, Jason Alexis “Participación ciudadana para el combate a la corrupción. Un
análisis del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción” e-ISSN:2683-1643
Revista Buen Gobierno 28. Enero –Junio 2020 Fundación Mexicana de Estudios Políticos y Administrativos
A.C. México