Pluralismo y Biotica DR (1) - Carlos Lara R

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Pluralismo y Bioética

Dr. Carlos Lara Roche*

El mundo moderno ha asistido a la pérdida de la homogeneidad cultural y de las


creencias. De un sistema basado en la homogeneidad de valores, hemos pasado a
otro en que la pluralidad y el respeto de la pluralidad han cobrado el primer plano. En
la vida religiosa, en la moral, en la política, hemos pasado de sistemas basados en el
“código único” a otros que colocan en primer término el respeto del “código múltiple”.
Utilizando la frase de Max Weber, podemos decir que hemos pasado del “monoteísmo
axiológico” al “Politeísmo axiológico”.
En las sociedades democráticas se exige la determinación de unos valores, pocos
pero seguros. Que se establecen como absolutos y axiales de la convivencia.
Estos planteamientos, en mi opinión, han influido en las llamadas Ética de máximos, o
Ética de mínimos y por ende en bioética de máximos o de mínimos. Como es lógico
entrever, este planteamiento dual y en ocasiones antagónico de concebir la ética está
derivado de una serie de presupuestos teóricos sobre cómo hay que entender la vida
moral del ser humano, y está influido grandemente por la búsqueda de un contenido
ético mínimo que pueda ser compartido por todos los hombres.( L. M. Pastor).
Pluralismo
El pluralismo supone el reconocimiento práctico de la libertad humana y consagra la
convivencia de conductas diferentes. Sin embargo el pluralismo sano sólo es posible
cuando las diferencias se apoyan sobre valores comunes. Esto significa que el
pluralismo debe afectar a las “formas” no al “fondo” porque en el fondo donde se
apoya la libertad debe ser un fondo común que hace las veces de fondo de garantías:
las exigencias fundamentales de la naturaleza humana.
Por lo anterior, el primer paso de la ética es precisamente, ver con corrección la
realidad de las cosas, conocer las cosas objetivamente, no como nos convenga que
sean.
Sin embargo el pluralismo democrático se presenta, con una dimensión llamada
posmodernista que se caracteriza por la ausencia de contenidos morales, la negación
de valores morales universales e inmutables que garanticen la identidad y autenticidad
del hombre.
Según Manuel Alarcón: “hablar de la relación entre bioética y la sociedad pluralista es
algo que se impone”.
El pluralismo es un valor tan importante, que se ha hecho imprescindible en cualquier
reflexión sobre valores, pero al mismo tiempo es una realidad compleja y difícil que
puede ser cuestionable.
*
En una sociedad pluralista, con divergencias en cuestiones fundamentales, se requiere
un esfuerzo común de reflexión racional: por el diálogo al consenso y a la convivencia
pacífica.
El pluralismo hay que comprenderlo como una “mediación” de la verdad. La verdad
necesita de mediaciones para llegar a la mente y corazón del hombre. Que sin ellas. El
hombre no es nadie.
Como decía anteriormente, hablar de pluralismo en la actualidad es complejo, porque
si bien las sociedades son plurales, se vive un pluralismo enfermizo, porque por un
lado, es insano, pero por otro lado no se le puede ignorar o eliminar, como si fuera un
simple capricho. Es un hecho, y los hechos no se niegan.
El reto consiste en descubrir el sentido válido, positivo y sano de lo que llamamos
pluralismo. El pluralismo supone libertad, pero no una libertad sin razón, al contrario la
libertad para ser auténtica debe estar iluminada por la razón, único camino para
encontrar la verdad.
“El pluralismo es un hecho que prueba la esplendorosa fecundidad de la vida. Es la
gama de colores y el lujo de la existencia” (J. L. Del Barco) Es pues un grandioso bien.
Pero eso no significa que las distintas culturas no se tengan que medir con la magnitud
de la verdad y el valor.
Hay así mismo valores y verdades elevadas, rasgos supraculturales, que sobrepasan
los límites del espacio y el tiempo. Un ejemplo indiscutible son los derechos humanos.
Ellos marcan la frontera del apogeo del plural. No hay una versión plural, que incluya
quitarla de en medio en algunas circunstancias del derecho inalienable del ser humano
a la vida. (Del barco)
En conclusión necesitamos de un pluralismo honesto, respetuoso, y abierto. Hay
líneas de trabajo e investigaciones que anteponen los valores económicos y los
científicos y, por supuesto a los éticos. Por lo tanto, se impone no sólo considerar los
datos empíricos, sino desde una reflexión filosófica, más si como ocurre en los casos
bioéticos, lo que está en juego es la vida humana y su futuro.
Un concepto de Bioética
La bioética es una disciplina muy joven, pero que adquiere más importancia y prestigio
cada día. Podría decirse que la bioética está de moda y esto lo demuestra la gran
cantidad de neologismos o nuevas palabras que aparecen alrededor del prefijo “bio”
que se emplea en la actualidad, ejemplo: bioderecho, biotecnología, biofísica,
bioinformática, etc.
La palabra bioética como es conocido, deriva de las palabras “Bìos” que significa vida,
y “Ethos” que significa moral o Ética.
La bioética en una definición sencilla “Es la ciencia ética o moral que regula las
intervenciones biomédicas sobre la vida del hombre”.
Sin embargo con las distintas interpretaciones del llamado pluralismo la bioética corre
el riesgo que el prefijo “bío”quedara separado del sufijo “Ética” que es algo de lo está
sucediendo en la actualidad, en el llamado “debate bioético” y en el trabajo de los
llamados comités de bioética, en los que se juzgan las acciones médicas o biológicas,
vaciadas de su contenido moral, quedando solamente el aspecto biológico o material
del ser humano.
Es por ello que para no perder ese punto de vista o referencia moral de la bioética,
ésta, tiene que estar firmemente fundamentada en principios antropológicos y
metafísicos, como son el concepto de persona y de dignidad personal, basados en su
sentido trascendente y el valor de la vida humana sea respetado desde su inicio hasta
su ocaso natural.
La manera de hacer bioética, va a depender de la concepción antropológica y ética
que se tenga del ser humano y correlativamente de la teoría normativa que se adopte.
En todo caso existe un consenso general, que la bioética es una disciplina
interdisciplinaria, multicultural y transconfesional. Por lo cual lo adecuado sería contar
con una universal de base o plataforma desde la cual se busque la verdad auténtica y
que obliga a todos. Principios universales como aceptables a todo hombre, creyente o
no, que estén enraizados en la moral vivida y en la verdad y realidad del hombre.

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Estos principios que se conciben como absolutos, se sustentan en la dimensión moral
de lo bueno, reclaman un estilo de vida que los configura como inexcusables. Se
constituyen sobre una doctrina de la sabiduría y de la felicidad.
Unos de estos principios serían, “La sacralidad de la vida humana y el de la “Calidad
de vida” en su correcto sentido.
El principio de la sacralidad de la vida humana, se fundamenta en un naturalismo
ontológico, o sea, la naturaleza del ser, que concibe la moral como un orden natural.
Ambas dimensiones son condiciones básicas de la realidad de la vida humana. Y
¿Cuál es esa realidad?, es la que busca la bioética de la persona humana y el valor de
la vida humana como bien primario y fundamental y fuente de todos los derechos
humanos y de todo orden social.
El “debate bioético”
Para algunos autores el llamado “debate bioético” es una aporía, o sea un callejón sin
salida, una dificultad lógica insuperable. Esto ha llevado a decir a Barrio Maestre: “El
debate bioético más parece una negociación política que una verdadera discusión”.
Hans Thomas se pregunta: ¿Ética y pluralismo pueden ir de acuerdo? Y en uno de sus
artículos sobre el tema, denunciaba el fracaso de la discusión bioética, que acababa
siendo una lucha de poder entre creencias y cosmovisiones, y añade: “el inexistente
consenso del así llamado discurso ético libre de presupuestos no se explica por la
liberación de creencias y condiciones previas. Muy al contrario tras la diversidad de de
concepciones acerca de lo admisible y lo inadmisible, se encuentran precisamente
diversas creencias, disimuladas a sus creyentes con mentiras que ponen con energía,
otros, imponiéndole sus dogmatismos”. Y es que no se puede iniciar un diálogo
partiendo de ningún punto de vista. Siempre tendremos creencias, puntos de vista
que defender, eso sí con tolerancia y escuchando al otro. La impresión como decía
que a algunos produce el actual debate bioético es que se parece más a una
negociación que a una discusión ética. El compromiso y la componenda sustituyen a la
verdadera argumentación.
El diálogo, ese extraordinario ejercicio de la persona, es el escuchar al otro y no lo
otro. En el lenguaje popular se dice que hablando se entiende la gente, y que cuatro
ojos ven más que dos. Lo que es importante es que el diálogo sea sobre bases
racionales y con la mirada respetuosa sobre la realidad, porque así se es objetivo. Y
se evita el peligroso subjetivismo sobre todo el moral.
El primer paso de la ética es precisamente, ver correctamente la realidad, y no como lo
hace la filosofía kantiana, que se plantea en la modernidad, afirmando que es
imposible al conocimiento, acercarse a lo real, prescindiendo de los intereses de la
razón.
Lo que nunca debe faltar en el debate bioético, es la referencia moral con criterio
unificador, ya que la ética debe ser una en lo fundamental, no múltiple. La ética puede
ser relativa en las formas pero debe serlo, respecto al fondo.
Una consecuencia del diálogo es el consenso, y el consenso sólo es legítimo cuando
todos aceptan normas básicas de la moral, porque la ética solamente se puede
fundamentar sobre principios no discutibles. Se hace necesario distinguir entre el
diálogo, que ya lo hemos discutido y la ética dialógica. Esta última exige la no
admisión de todo presupuesto, pero en el fondo, según Barrio Maestre, admite sólo
uno: la verdad, que no es practicable, y mucho menos imponerla a los demás, según
dicen de manera persistente los defensores de ésta ética dialógica. Es una posición
relativista. Entonces debemos comprender que si la verdad no existe, o no puede ser
lograda por la razón, entonces carece de sentido el discurso mismo en el debate. Si la
razón es de llegar a la verdad, ¿para que discutir? El diálogo entonces se transformará
en un mero pulso, un ejercicio de poder entre los interlocutores.

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Por lo tanto no tiene sentido hablar de mi verdad, o la tuya, esto es válido para las
opiniones, pero no con la verdad.
Las éticas del diálogo se llaman también procedimentales porque piensan que lo justo
sólo puede ser decidido cuando se adopta el consenso como procedimiento y el
consenso debe ser mayoritario, pero debemos de tener cuidado y aclarar que la ética
no nace automáticamente del consenso pues hay consensos que matan.
Por lo tanto es necesario decir, que aceptar normas básicas de conducta moral, entre
otras cosas quiere decir, que el debate no es el último fundamento de la ética, pues un
fundamento discutible dejaría de ser fundamento. Sin embargo hoy el reconocimiento
de valores morales absolutos se encuentra bajo sospecha. La objeción más frecuente
que se hace es que la moralidad es siempre subjetiva. Si se piensa de esa manera se
hacen a un lado, el reconocimiento de los valores recogidos en la declaración
Universal de los Derechos Humanos (1948).
Popper llega a señalar que aún cuando en la discusión cada uno mantiene su postura
y no se llega a una solución común, por lo menos se sale enriquecido de ese diálogo.
También hay que considerar que toda valoración de tipo ético, es decir sobre la
bondad y la maldad del actuar humano, debe hacerse en base, y a la luz de
determinado sistema de referencia, dígase la Ley Natural y el valor antropológico en
la toma de decisiones en bioética, como son la defensa de la vida humana y el respeto
a la dignidad de la persona humana.
De lo que se trata entonces en el debate para tomar decisiones, es lograr de encontrar
una metodología rigurosa que responda al carácter interdisciplinario de la bioética y
que resuelva los nuevos dilemas que se presentan de modo que no se desvirtúe el
significado de la realidad natural y humana. No puede ni debe olvidarse que la
argumentación ética, supera los planteamientos técnicos, científicos y racionales.
El Relativismo moral
Una de las consecuencias del pluralismo mal entendido en bioética, da origen al
llamado relativismo moral, que postula que no hay verdades absolutas, sino
provisionales o relativas debido a la incapacidad de la razón humana de alcanzar a
conocer la verdad. Por lo tanto se podría definir como un escepticismo mitigado. La
tolerancia debe ser absoluta como se advierte en nuestras sociedades democráticas,
llevados del deseo de tolerarlo todo, se llega a relativizarlo todo, cayendo en lo que
“Todo vale y nada vale”.
Como podemos ver, el relativismo atenta contra la ética porque pretende jerarquizar
subjetivamente. Cada uno tiene derecho a pensar como quiera sobre cualquier tema,
que cada uno debe de actuar según su personal modo de ver las cosas, que es propio
de las personas maduras no admitir nada sin comprenderlo.
Si este relativismo se da en la bioética, los llamados dilemas éticos se resuelven por
consenso de mayoría, por procedimientos formales vaciados de toda consideración
moral. Con ello se puede llegar a aprobar leyes contrarias a la ley natural, como serían
la legalización del aborto y la eutanasia y otros abusos contra la dignidad de la
persona.
En conclusión el relativismo debe ser considerado como un error intelectual y una
contradicción en sí mismo.

Bibliografía.
Ayllón José Ramón: Bioética, pluralismo y Relativismo. Cuadernos de Bioética
No. 51-52, 2003.

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Barrio Maestre, José María: La Aporía fundamental del llamado “debate” bioético.
Cuadernos de bioética No 51-52. 2003
Tomás y Garrido Gloria: La Bioética: Un compromiso existencial y científico
Ediciones de la universidad Católica San Antonio 2005.

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