Pluralismo y Biotica DR (1) - Carlos Lara R
Pluralismo y Biotica DR (1) - Carlos Lara R
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Estos principios que se conciben como absolutos, se sustentan en la dimensión moral
de lo bueno, reclaman un estilo de vida que los configura como inexcusables. Se
constituyen sobre una doctrina de la sabiduría y de la felicidad.
Unos de estos principios serían, “La sacralidad de la vida humana y el de la “Calidad
de vida” en su correcto sentido.
El principio de la sacralidad de la vida humana, se fundamenta en un naturalismo
ontológico, o sea, la naturaleza del ser, que concibe la moral como un orden natural.
Ambas dimensiones son condiciones básicas de la realidad de la vida humana. Y
¿Cuál es esa realidad?, es la que busca la bioética de la persona humana y el valor de
la vida humana como bien primario y fundamental y fuente de todos los derechos
humanos y de todo orden social.
El “debate bioético”
Para algunos autores el llamado “debate bioético” es una aporía, o sea un callejón sin
salida, una dificultad lógica insuperable. Esto ha llevado a decir a Barrio Maestre: “El
debate bioético más parece una negociación política que una verdadera discusión”.
Hans Thomas se pregunta: ¿Ética y pluralismo pueden ir de acuerdo? Y en uno de sus
artículos sobre el tema, denunciaba el fracaso de la discusión bioética, que acababa
siendo una lucha de poder entre creencias y cosmovisiones, y añade: “el inexistente
consenso del así llamado discurso ético libre de presupuestos no se explica por la
liberación de creencias y condiciones previas. Muy al contrario tras la diversidad de de
concepciones acerca de lo admisible y lo inadmisible, se encuentran precisamente
diversas creencias, disimuladas a sus creyentes con mentiras que ponen con energía,
otros, imponiéndole sus dogmatismos”. Y es que no se puede iniciar un diálogo
partiendo de ningún punto de vista. Siempre tendremos creencias, puntos de vista
que defender, eso sí con tolerancia y escuchando al otro. La impresión como decía
que a algunos produce el actual debate bioético es que se parece más a una
negociación que a una discusión ética. El compromiso y la componenda sustituyen a la
verdadera argumentación.
El diálogo, ese extraordinario ejercicio de la persona, es el escuchar al otro y no lo
otro. En el lenguaje popular se dice que hablando se entiende la gente, y que cuatro
ojos ven más que dos. Lo que es importante es que el diálogo sea sobre bases
racionales y con la mirada respetuosa sobre la realidad, porque así se es objetivo. Y
se evita el peligroso subjetivismo sobre todo el moral.
El primer paso de la ética es precisamente, ver correctamente la realidad, y no como lo
hace la filosofía kantiana, que se plantea en la modernidad, afirmando que es
imposible al conocimiento, acercarse a lo real, prescindiendo de los intereses de la
razón.
Lo que nunca debe faltar en el debate bioético, es la referencia moral con criterio
unificador, ya que la ética debe ser una en lo fundamental, no múltiple. La ética puede
ser relativa en las formas pero debe serlo, respecto al fondo.
Una consecuencia del diálogo es el consenso, y el consenso sólo es legítimo cuando
todos aceptan normas básicas de la moral, porque la ética solamente se puede
fundamentar sobre principios no discutibles. Se hace necesario distinguir entre el
diálogo, que ya lo hemos discutido y la ética dialógica. Esta última exige la no
admisión de todo presupuesto, pero en el fondo, según Barrio Maestre, admite sólo
uno: la verdad, que no es practicable, y mucho menos imponerla a los demás, según
dicen de manera persistente los defensores de ésta ética dialógica. Es una posición
relativista. Entonces debemos comprender que si la verdad no existe, o no puede ser
lograda por la razón, entonces carece de sentido el discurso mismo en el debate. Si la
razón es de llegar a la verdad, ¿para que discutir? El diálogo entonces se transformará
en un mero pulso, un ejercicio de poder entre los interlocutores.
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Por lo tanto no tiene sentido hablar de mi verdad, o la tuya, esto es válido para las
opiniones, pero no con la verdad.
Las éticas del diálogo se llaman también procedimentales porque piensan que lo justo
sólo puede ser decidido cuando se adopta el consenso como procedimiento y el
consenso debe ser mayoritario, pero debemos de tener cuidado y aclarar que la ética
no nace automáticamente del consenso pues hay consensos que matan.
Por lo tanto es necesario decir, que aceptar normas básicas de conducta moral, entre
otras cosas quiere decir, que el debate no es el último fundamento de la ética, pues un
fundamento discutible dejaría de ser fundamento. Sin embargo hoy el reconocimiento
de valores morales absolutos se encuentra bajo sospecha. La objeción más frecuente
que se hace es que la moralidad es siempre subjetiva. Si se piensa de esa manera se
hacen a un lado, el reconocimiento de los valores recogidos en la declaración
Universal de los Derechos Humanos (1948).
Popper llega a señalar que aún cuando en la discusión cada uno mantiene su postura
y no se llega a una solución común, por lo menos se sale enriquecido de ese diálogo.
También hay que considerar que toda valoración de tipo ético, es decir sobre la
bondad y la maldad del actuar humano, debe hacerse en base, y a la luz de
determinado sistema de referencia, dígase la Ley Natural y el valor antropológico en
la toma de decisiones en bioética, como son la defensa de la vida humana y el respeto
a la dignidad de la persona humana.
De lo que se trata entonces en el debate para tomar decisiones, es lograr de encontrar
una metodología rigurosa que responda al carácter interdisciplinario de la bioética y
que resuelva los nuevos dilemas que se presentan de modo que no se desvirtúe el
significado de la realidad natural y humana. No puede ni debe olvidarse que la
argumentación ética, supera los planteamientos técnicos, científicos y racionales.
El Relativismo moral
Una de las consecuencias del pluralismo mal entendido en bioética, da origen al
llamado relativismo moral, que postula que no hay verdades absolutas, sino
provisionales o relativas debido a la incapacidad de la razón humana de alcanzar a
conocer la verdad. Por lo tanto se podría definir como un escepticismo mitigado. La
tolerancia debe ser absoluta como se advierte en nuestras sociedades democráticas,
llevados del deseo de tolerarlo todo, se llega a relativizarlo todo, cayendo en lo que
“Todo vale y nada vale”.
Como podemos ver, el relativismo atenta contra la ética porque pretende jerarquizar
subjetivamente. Cada uno tiene derecho a pensar como quiera sobre cualquier tema,
que cada uno debe de actuar según su personal modo de ver las cosas, que es propio
de las personas maduras no admitir nada sin comprenderlo.
Si este relativismo se da en la bioética, los llamados dilemas éticos se resuelven por
consenso de mayoría, por procedimientos formales vaciados de toda consideración
moral. Con ello se puede llegar a aprobar leyes contrarias a la ley natural, como serían
la legalización del aborto y la eutanasia y otros abusos contra la dignidad de la
persona.
En conclusión el relativismo debe ser considerado como un error intelectual y una
contradicción en sí mismo.
Bibliografía.
Ayllón José Ramón: Bioética, pluralismo y Relativismo. Cuadernos de Bioética
No. 51-52, 2003.
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Barrio Maestre, José María: La Aporía fundamental del llamado “debate” bioético.
Cuadernos de bioética No 51-52. 2003
Tomás y Garrido Gloria: La Bioética: Un compromiso existencial y científico
Ediciones de la universidad Católica San Antonio 2005.