Viacrusis 2023
Viacrusis 2023
Viacrusis 2023
LOS PERSONAJES.
a) PRINCIPALES:
- Guía y narrador (Rosa)
- Jesús (Humberto)
- Caifás (Román).
- Soldados 1 y 2 (Yeiner 4º y Jorge Manuel 5º).
- Longinos (Jean Carlo 4º).
1
PRIMERA ESTACION
LA SENTENCIA DE JESUS
ESCENA 1
Narrador (Rosa): En la casa del Sumo Sacerdote Caifás se hallaban reunidos los maestros de la ley y las autoridades
judías, satisfechos de haber logrado capturar a Jesús. Por más de 40 años Anás había sido el verdadero dueño de Israel,
padrino todopoderoso de la mafia sacerdotal que controlaba el país. Su yerno Caifás era un mero títere. El templo era
un buen negocio al funcionar como centro bancario y mercado para las ofrendas. Como serpientes estaban
acostumbrados a corromper a los jueces. No creían sino en los intereses de los grandes. Los romanos realzaron su
prestigio para hacer creer que los judíos se gobernaban a sí mismos; pero ofrecían el cargo al mejor postor entre los
colaboracionistas de la política del invasor.
Sumo Sacerdote: Que pasen los testigos a declarar ¿Juran, por Dios, declarar toda la verdad y solamente la verdad?
Testigos: (una mano al pecho, otra levantada junto al rostro con la palma al frente, la cabeza inclinada) Juro.
Testigo 1: Este hombre dijo: Yo puedo destruir el Templo y reconstruirlo en tres días. Eso es blasfemia y merece
castigo.
Testigo 2: Además, todos hemos visto cómo profana abiertamente el sábado, haciendo lo que está prohibido según lo
mandado por Yahvé.
Testigo 1: Ha perdonado los pecados, como si fuera Dios; se ha confesado pastor de Israel, como Dios mismo; ha
resucitado muertos, como si fuera el señor de la vida.
Sumo Sacerdote: ¡Ha blasfemado, merece la muerte!
Sanedrín: ¡Ha blasfemado, merece la muerte!
Sumo Sacerdote: ¿Tienes algo qué responder a tu favor? (Silencio; Jesús ni siquiera le mira).
Criado 1: Irrespetuoso judío, respóndele al representante del Altísimo aquí en el pueblo (le da un golpe en la mejilla).
Jesús: Si he hablado mal, demuéstramelo; y si no ¿por qué me pegas?
Sumo Sacerdote: Basta ya, Jesús. Contesta: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios?
Jesús: Tú acabas de decir, Yo soy. Además, les anuncio que a partir de hoy ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a
la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes.
Sumo Sacerdote: (rasga su túnica) ¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír
esas palabras escandalosas ¿Qué les parece?
Sanedrín: ¡Merece la muerte! ¡Merece la muerte!
Sumo Sacerdote: Nosotros no tenemos derecho a condenarlo. Llevémosle a Pilato, que él dicte sentencia.
(Entre empujones, burlas y golpes lo llevan los soldados).
Narrador: Poncio Pilatos fue el quinto procurador romano que dirigió Palestina desde que Roma quitó a Arquelao, hijo de
Herodes el grande. La dura disciplina de la Legión le hizo exigente. Veía mal a los judíos, ya que Palestina era un islote en
el imperio, que no seguía las costumbres romanas, despreciaban abiertamente a los invasores, sintiéndose elegidos de Dios.
Su red de espionaje le había mantenido bien informado sobre la acción de Jesús de Nazaret. Bien sabía que si ahora los
zorros judíos acudían a él era porque intentaban tenderle una trampa y tramaban una maldad.
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ESCENA 2
Pilatos: ¿Qué acusación traen contra este hombre?
Sumo Sacerdote: Hemos hecho juicio contra él, y el Sanedrín en pleno lo ha encontrado merecedor de muerte por ir en
contra nuestra Ley.
Pilatos: Tómenlo entonces ustedes y júzguenlo según su Ley.
Sumo Sacerdote: A nosotros no se nos permite dar muerte a nadie.
Pilatos: ¿Qué ha hecho digno de muerte?
Sumo Sacerdote: Hemos comprobado que este hombre es un rebelde que va en contra del César y se proclama rey de los
judíos por envío de Dios.
Pilatos: Quiero hablar a solas con él.
Sumo Sacerdote: ¿Dudas de nosotros? Si éste no fuera malhechor no te lo hubiéramos traído.
Criado 1: Es una orden: Retírense.
Pilatos: Jesús de Nazaret, ¿eres tú el rey de los judíos?
Jesús: ¿Me haces esa pregunta por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
Pilatos: ¿Acaso soy yo judío? A mí qué me importan sus distinciones religiosas y sus líos internos. Tu nación y tus
pontífices te han entregado a mí. Con que ¿tú eres rey?
Jesús: Tú lo has dicho, yo soy el rey, pero mi reino no es de este mundo. Si fuera rey de este mundo, mis guardias
habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos.
Pilatos: ¿Esto significa que tú verdaderamente eres rey?
Jesús: Para esto nací y para esto vine al mundo: para ser testigo de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi
voz.
Pilatos: Esto es cosa de gobierno, no discusiones filosóficas; aquí se trata de poder, no de verdades; además, ¿podemos
conocer la verdad? ¿Qué es la verdad? ¡Criado, llama al Sanedrín!
Criado 1: Excelentísimo Caifás y Consejo judío del Sanedrín: su excelencia el procurador Poncio Pilatos les llama.
Pilatos: Yo no encuentro en él ninguna culpa.
Sumo Sacerdote: Eres traidor al César si aceptas un rey rival que agita al pueblo. Por algo Herodes no lo quería en
Galilea.
Pilatos: ¿Es galileo? Entonces está bajo la jurisdicción de Herodes, el cual se halla ahora en la ciudad; llévenlo a
Herodes, pues yo no quiero problemas con él.
Sumo Sacerdote: No conviene, pues la ciudad ya está despierta y no queremos que, en plena víspera de la fiesta, se
haga publicidad.
Pilatos: Entonces llévenselo al Palacio ¡Fuera!. (Llevan a Jesús los soldados entre injurias).
Narrador: Herodes Antipas, hijo de Herodes el grande, era un hábil político que se mantuvo a flote cerca de 40 años, y el
emperador le concedió el título de Tetrarca, es decir, un verdadero rey en un mundo en que las fortunas subían y bajaban
rápidamente. Casado con la hija del rey Aretas, públicamente vivía en concubinato con la mujer de su hermano Filipo, y por
Herodías mató a Juan Bautista, cuyo fantasma le perseguía. Sus policías le tenían bien informado del nuevo enemigo por
eliminar y este era Jesús. Pero a Jesús debía desaparecerlo con mayor delicadeza; no podía repetir el error cometido con el
bautist
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ESCENA 3
Herodes: Bienvenido, Jesús, todos teníamos grandes deseos de conocerte. ¿Cómo es posible que te traigan encadenado
y esposado, si tienes fama de santo y milagroso?
Todos: ¡Ja, ja, ja!
Herodes: ¡Qué bien aprendiste las artes de la magia! Danos una demostración, ¿o acaso tus poderes desaparecieron?
Todos: ¡Ja, ja, ja!
Herodes: Voltea a ver mi hermoso rostro y mira a esta noble concurrencia. Si nos diviertes, podemos ser tus
seguidores.
Todos: ¡Ja, ja, ja!
Herodes: Ya veo que te has empeñado en dejarme en ridículo, pues ni siquiera te has dignado levantar la cabeza para
verme.
Todos: ¡Ja, ja, ja!
Herodes: Me estás colmando la paciencia con tu silencio, Jesús. ¿No crees que deberías ser más atento conmigo? Puedo
salvarte.
Criado: No quiere hacerte caso. ¿Por qué no lo mandas al calabozo y ordenas su muerte?
Herodes: Miren: Este galileo se proclama rey y lleva tres años intentándolo, pero ¿no es cierto que es un pobre infeliz que
ni poderes tiene?
Todos: ¡Ja, ja, ja!
Herodes: No cabe duda de que es un loco. Pongámosle un vestido brilloso, de los que ya no se usan, y divirtámonos
como si fuera nuestro rey. (Le ponen sus criados el vestido de payaso)
Todos: ¡Ja, ja, ja!
Herodes: Así terminan los locos que se creen reyes. Salve, mi rey ¿ordena algo? Llévenlo a Pilatos.
Soldado 1: (Mientras le vendan los ojos y lo sacan entre burlas) ¡Salve, rey de los judíos! ¿Ordena algo su majestad el
César? Estamos a sus pies para no obedecerlo.
Soldados: ¡Salve, rey de los judíos!
ESCENA 4
(Entra un grupo del pueblo gritando)
Pueblo: ¡Libertad para Barrabás! ¡Barrabás! ¡Barrabás! ¡Barrabás!
Pilatos: Ah, se me olvidaba. Por la fiesta de la Pascua les tengo que dejar libre a un prisionero. Y vienen a pedirme la
libertad de Barrabás. ¿Qué desean?
Pueblo: ¡Libertad para Barrabás!
Pilatos: Lo propondré a mis consejeros y seguiremos los pasos legales.
Pueblo: ¡Justicia! ¡Suéltalo ahora mismo! ¡Barrabás, Barrabás, Barrabás!
ESCENA 5
Pilatos: ¿A quién quieren que deje libre: al terrorista Barrabás o a Jesús su rey?
Sumo Sacerdote: Suelta a Barrabás.
Pueblo: (condicionado por el Sumo Sacerdote) ¡Barrabás, Barrabás, Barrabás!
Pilatos: Pregunto en serio: ¿Quieren que suelte a Barrabás?
Pueblo: ¡Barrabás, Barrabás, Barrabás!
Pilatos: ¿Y qué quieren que haga con el que llaman rey de los judíos?
ESCENA 6
(Traen a Jesús tambaleándose, con la clámide, la caña y la corona de espinas, sin túnica)
Pilatos: Estoy en apuros. Temo el castigo de los dioses, Temo el castigo del Dios de los judíos. Temo el castigo de
Roma. Pero al mismo tiempo temo a Jesús de Nazaret.
(Al llegar Jesús, Pilatos se levanta y lo hace sentar en su silla)
Pilatos: Me presentaron a este hombre. Le interrogué, y yo no he encontrado en él ninguna culpa.
Sumo Sacerdote: ¡Fuera, fuera, crucifícale!
Pueblo: (azuzado por el Sumo Sacerdote) ¡Fuera, fuera, crucifícale!
Pilatos: Pero, ¿qué mal ha hecho? No encuentro en él causa de muerte.
Sumo Sacerdote: Si lo dejas libre no eres amigo del César.
Pilatos: Jesús, tienes derecho a hablar en tu defensa. ¿Qué dices respecto a lo que se te acusa? (Silencio). ¿No sabes
que tengo poder para dejarte libre y poder para mandarte a la maldita cruz?
Jesús: Tú no tendrías ningún poder si no te hubiera sido dado de lo alto; por eso, quien me entregó en tus manos es más
culpable que tú.
Pueblo: ¡Fuera, fuera, crucifícale!
Pilatos: Tómenlo ustedes y crucifíquenlo.
Pueblo: ¡Fuera, fuera, crucifícale!
Pilatos: ¿A su rey voy a crucificar?
Sumo Sacerdote: No tenemos más rey que el César.
Pilatos: Traigan agua para lavarme las manos. Conste que me presionan para hacer algo contra mis convicciones.
(Lavándose las manos) Soy inocente de la sangre de este justo.
Pilatos: Ordeno para Jesús la crucifixión
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SEGUNDA ESTACION
JESUS LLEVA LA CRUZ
Longinos: Quiten a Jesús la caña, y vístanle su túnica. Amárrenles la cruz a los hombros.
Jesús: El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga.
Longinos: Ten, Jesús, un poco de agua con hiel; te hará bien; estás desangrado, el camino es largo, y hace calor.
Jesús: Dios pague tu caridad, pero tú puedes necesitarlo; no me prives del dolor necesario para expiar el pecado del
mundo.
Longinos: Al menos un sorbo, para demostrarme que no odias a los paganos.
Jesús: Ni un vaso de agua dado en mi nombre quedará sin recompensa (prueba, pero no bebe).
Longinos: Conste que yo sólo ejecuto órdenes; no tengo nada contra ti.
Pueblo: ¡Que sea paseado por la ciudad!
TERCERA ESTACION
EL PESO DE LA CRUZ
Longinos: Ayuden al reo con la cruz, está muy débil y puede caer.
Sumo Sacerdote: La basura se tira al suelo, déjenlo que caiga, métanle zancadilla.
Longinos: Cuidado, soldados (Jesús cae) Pero ¿qué están cuidando, soldados estúpidos?
SEPTIMA ESTACION
LA CRUZ SE HIZO MAS PESADA
Longinos: ¡Soldados, el reo se está tambaleando mucho! ¡Ayúdenlo para que no caiga! (Jesús cae)
¿Por qué no le detuvieron, soldados inútiles? ¿Quieren ser premiados luego con castigo?
Soldado 1: No pudimos detenerlo. Parece que le dio un ataque.
Soldado 2: Traigan agua para echarle, por si es insolación.
Longinos: Despejen el área para que los curiosos no quiten aire.
Pueblo: ¡Que coma tierra!
OCTAVA ESTACION
LAS MUJERES LLORAN AL ENCONTRAR A JESUS
Mujer 1: ¡Pobrecito de ti, Jesús, mira cómo te han dejado!
Mujer 2: No hay ninguna esperanza de que logres sobrevivir.
Longinos: Adelante, adelante, avanzando, soldados, no se detengan, soldados, que se hace tarde.
Soldado 1: Es que el reo se ha detenido frente a unas mujeres.
Longinos: Retiren a esas mujeres.
Soldado 2: Es que entre ellas está la noble Juana, la esposa de Cusa el administrador de Herodes y otras personas
influyentes.
Longinos: Entonces esperen un momento y sean corteses.
Mujer 1: Sin ti nos sentiremos muy solas, Jesús.
Mujer 2: Apenas habíamos hallado la felicidad, ¿quién nos guiará ahora en los problemas?
Soldado 1: ¿Qué se ganan con llorar? Hubieran estado en el juicio intercediendo por él o poniendo en juego sus
influencias.
Mujer 1: ¿Por qué te tratan tan mal, Jesús, si eres inocente?
Mujer 2: ¿Por qué triunfa la injusticia sobre el bien?
Jesús: Gracias, hijas de Jerusalén. No lloren por mí, lloren más bien por ustedes mismas, por sus pecados y por los de sus
hijos.
Mujer 1: Bebe, Jesús, de esta mirra, que adormece un poco y te hace sufrir menos.
Mujer 2: Ahora bendícenos, Jesús, porque sin ti quedaremos en la maldición.
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Jesús: Madres, lloren por sus hijos, porque esta hora no quedará sin castigo... ¡y qué castigo! Si esto sucede con el
inocente, ¿qué pasará con el culpable? Las bendigo.
Longinos: Basta, terminó el permiso, debemos seguir adelante. Mujeres, ¡háganse a un lado!
Jesús: No lloren por mí, sino más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Si esto sucede con el árbol verde, ¿qué
pasará con el seco? Vayan a casa y pidan por mi obra.
NOVENA ESTACION
EL PESO DE LA CRUZ SE HIZO INSOPORTABLE
(Jesús cae)
Longinos: ¿Ya lo dejaron caer otra vez?
Soldado 1: Y esta vez parece como muerto.
Soldado 2: Es que está ya demasiado débil. Fue mucho flagelarlo y luego mandarlo a la cruz.
Longinos: Levántenlo, y amárrenle sogas a la cintura para que le vayan ayudando; la consigna es que llegue vivo
hasta el lugar de la ejecución.
Pueblo: ¡Que no muera fuera de la cruz!
DECIMA ESTACION
LOS SOLDADOS DESPOJAN DE SUS ROPAS A JESUS
Longinos: Quiten sus ropas al sentenciado para ajusticiarlo. Recuerden que si hay algo bueno, es su botín y el pago
por su trabajo.
Soldado 1: Túnica hecha a mano, de una sola pieza, ajustada a su talla ¡Vale la pena conservarla!
Soldado 2: Sin duda que su madre se la tejió con cariño. Pero dolerá al arrancarla, pues se ha pegado a las heridas y las
volverá a abrir.
Longinos: No importa que se reaviven las heridas, al fin de cuentas, ya se acerca la hora de la muerte.
Jesús: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a El; bendito sea el nombre del Señor.
Jesús: Nuestro cuerpo es templo de Dios, y el templo de Dios es santo. Glorifiquen al Padre con sus cuerpos.
UNDECIMA ESTACION
JESÚS, LOS CLAVOS Y LA CRUZ
(Van ejecutando la crucifixión).
Narrador: Una crucifixión era un brutal espectáculo de carnicería, sangre, blasfemias y gritos. El drama del Calvario es una
tragedia. Jesús se siente tremendamente solo, con el espanto de quien muere joven, sin ver realizada su obra, odiado,
despreciado, sin compañía, y tremendamente consciente. Cada movimiento multiplica los dolores de sus manos; el
peso de su cuerpo alarga sus heridas; lucha por enderezarse a tomar aire; el hundimiento del cuerpo produce asfixia y
estertores.
Soldado 1: Tal parece que tu única riqueza son los clavos y el madero, pues todo te han quitado.
Sumo Sacerdote: ¿No que venías como Mesías y salvador del género humano? ¿Por qué no te salvas?
Fariseo: ¿Ya te abandonó tu padrino Belcebú? Apenas hace cinco días le pedías que te glorificara,
¿por qué no le recuerdas su promesa?
Sumo Sacerdote: Blasfemo; decía que salvaba a los demás con la ayuda de Dios, y ahora no puede salvarse a sí mismo.
Fariseo: Ha puesto su confianza en Dios; si Dios lo ama que lo libere, pues El mismo decía: soy Hijo de Dios.
Sumo Sacerdote: Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo.
Fariseo: Tú que derribas el templo y lo reedificas en tres días, libérate del suplicio, baja de la cruz si eres el Hijo de
Dios.
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DUODECIMA ESTACION
JESUS MUERE EN LA CRUZ
Narrador: Jesús no implora ser quitado de la cruz, ni que se acelere su muerte, ni la comprensión de sus enemigos o de sus
discípulos, sino el perdón para Anás, Caifás, Judas, los sacerdotes y escribas, Pilatos, y nosotros. Fiel a su enseñanza, no hay
rencor en su corazón, sino amor hasta el extremo. Muere para salvarnos. Apostó por nosotros cuando podía condenarnos
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