Victor Iunger Acting Out y Pasaje Al Acto

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ACTING OUT Y PASAJE AL ACTO

Víctor lunger

(*)Presentación realizada en el Hospital Borda el 3 de mayo de 1993. Publicado


bajo el título "Acting Out- Pasaje al Acto" en "Actualizaciones en problemáticas
de la clínica". Autores Varios. Edición del Hospital Nacional José T. Borda.

Elegí hablar de este tema porque es el qu~ ocupa particularmente mi


atención actualmente. Hay que diferenciar entre acting out y pasaje al acto.
Dado que en psicoanálisis no es como en la clínica psiquiátrica, donde se usa
la fenomenología para definir especialmente las cuestiones nosológicas; poner
el -énfasis en la fenomenología, aún hablando de psicoanálisis implica, tal vez,
alguna razón . El hecho concreto es que, como con las brujas, que las hay las
hay. Yo diría con la fenomenología de los hechos, es como con las brujas, que
la hay, la hay; y si uno habla de algo y no sabe frente a qué está, mal puede
avanzar en la teoría en un plano estructural.
Vamos a empezar con la fenomenología. ¿Qué queremos decir cuando
hablamos de pasaje al acto? Primero distingámoslo del acting out.
9uando se habla de acting out se suele referir a una modalidad de la
acción, por lo general un hecho conducta! que alguien realiza o relata a quien lo
está tratando. Les voy a hablar desde el psicoanálisis, sin que por ello las
cosas que les diga no puedan pensarlas desde otro plano.
IEntonces, el acting out es un hecho que se realiza o que se relata frente al
analista, que sorprende, ya sea inmediatamente o pasa desaper·cibido pero
sorprende cuando uno se da cuenta que eso ocurre. Tanto el analista como a
lo que nosotros solemos llamar analizante y que otros llaman paciente.
Es una escena, por lo tanto el carácter visual es una cosa central, en una
conceptualización más fina de la cuestión se puede hablar de fantasma, de una
fantasía desplegada en lo real porque no puede desplegarse de otra manera.
La característica del acting out es que es una escena que, en general se
sostiene, que puede ocurrir y puede desaparecer pero que en general tiende a
volver a aparecer de la misma forma o con otra forma . Se trata de un hecho,
desde el punto de vista teórico, en el cual el sujeto muestra al.analista el objeto
de su deseo, para decirlo con más" precisie5'n,ei objeto aí cual el sujeto se dirige, .
locual- no- es lo- mism---o:u sea que h-ay una diferenciación planteada entre lo
que es el süjeto V lo. que es el objeto.-
Por supuesto se trata de un deseo--.9.!::!.e falla en su articulación signillcaníe,
por lo tanto cabe pfifguntarse qué clase de deseo es un deseo sin articulación
significante. Sin embargo, esto es como la cuestión de .las brujas. Es un deseo
problemático en su definición como tal, pero que lo hay lo ·hay. Entonces se
trata de un deseo que está en juego en el acting out, pero la modalidad en que
aparece en el acting out, que es la mostraciQ.n, lo diferencia de otros modos de,
vehiculización d~l deseo cOino el que puede ser el del orden de un síntoma.
Esta es una diferencia fundamental entre el acting out y el síntoma: el
acting muestra algo hacia lo cual se dirige el deseo . En términos un poco
ingenuos se podría decir: muestra el objeto del deseo, y con más precisión, el
objeto señuelo del deseo, pero lo muestra, no hace otra cosa más que
mostrarlo. Esta mostración está ,c:!k!.9l.Qa al Otro, un Otro inconsistente que está
ahí. Un Otro que desfallece en su función de captación de lo que ahí está
ocurriendo. Ya sea que desfallece porque desfallece en su condición de
analista, ya sea por la propia estructura del analizante, no se logra constituir un
analista en ese lugar.
Hay acting out que son la consecuencia de un momento de la cura, hay
otras modalidades del acting out que es lo que en la literatura clásica se llamó
"paciente con acting out", donde el acting era una modalidad constante en su
vida. En esos casos el desfallecimiento del Otro, o de lo que es la instancia del
Otro, es estructural. Uno dice, falló el analista en su función, pero en realidad
es muy difícil instaurar al analista. Se puede decir que es un llamado a la
intervención del Otro.
En principio, en un cierto momento del desarrollo teórico de esto se
hablaba de un llamado a la interpretación, un llamado paradoja! porque es un
punto donde la interpretación no sirve. Ahora podemos pensar que es un
llamado a la intervención del Otro. Intervención quiere decir no solo
interpretación, hay otras maneras de intervención.
Hay una cierta coincidencia en la literatura lacaniana de hoy en día,
respecto de que se trata de un hecho forclusivo. Que el acting out es un hecho
forclusivo. Pero cuando digo forclusión no me refiero a la forclusión en el
sentido específico de forclusión del Nombre del Padre, sino a una operación
que tiene las mismas características pero que se realiza en un punto de la
malla significante, en e! cual no se trata del Nombre del Padre sino que se trata
de un agujero en la red . De un significante que ahí está agarrado con alfileres y
que se va a volar por lo real , 'por la vía del acting out.
Bueno, esta caracterización del acting out nos permite diferenciarlo de
aquello para lo que fui convocado que es el tema del pasaje al acto.
En el pasaje al acto la cuestión es distinta. si bien tienen algunas cosas en
común. En principio también tiene que ver con una escena hecha o relatada,
pero no es una escena que sorprende, esa es la primera diferencia: ni es
desapercibida ni sorprende. El pasaje al acto se ve venir, da pistas .
.__.------- . ·-·- -· . - . --4----- .
Entonces, decíamos, se ve venir, más bien parece el punto final de algo
que se viene anticipando, a veces no muy claramente, pero se ve venir, insisto
con esto. A diferencia del acting no es una escena que se sostiene, de lo que
se trata es de una escena que cesa. Que cesa dramáticamente, en momentos
de enorme dramatismo.
A diferencia del acting out el sujeto no se encuentra frente al objeto
mostrando el deseo ante el Otro, mostrando aquello que él cree que es el
objeto de su deseo en relación al Otro; sino que se trata de un punto donde el
sujeto se identifica al objeto. El sujeto se transforma en el objeto, pero no en
cualquier dimensión del objeto.
El objetoª puede ser definido en distintas dimensiones teóricas para la
literatura lacaniana. Ustedes habrán leído que el objeto ª tiene distintos
parámetros teóricos. La identificación al objeto puede venir por distintos lados,
por el lado de la mirada u otros obj~tos pulsionales, es decir el objeto ª como
objeto parcial, que es una de sus dimensiones. En este caso el sujeto se
identifica al objetoª como desecho, como resto . t
Se identifica al objeto como desecho, se arroja de la escena y corta la
escena. Hay una escena que se rompe, el sujeto se arroja por fuera del marco
de esa escena, ya sea que se arroje efectivamente, como muchas veces
ocurre, por la ventana o por algún lado. Se trata del corte de una escena. Se
pasa de una escena en lo real a lo real sin escena. Se terminó la escena.
Van viendo las diferencias con el acting out, ya no hay una mostración de
un deseo, no hay una actuación frente al Otro y de lo que se trata es de esE?
cese de la escena y de la abolición del sujeto en tanto identificado al objeto,
que se arroja de la escena.
Decíamos recién que en el acting out se trata de una forclusión, de una
forclusión que no es del Nombre del Padre. Uno puede tener una teoría
unificada del acting out, tal vez porque está definido en relación a la neurosis y
en relación a estructuras que si no son exactamente neuróticas por lo menos
tienen la posibilidad de plantearse la división entre estructuras forclusivas y no
forclusivas. Por lo cual un hecho forclusivo en una estructura se puede
destacar.
La teoría del pasaje al acto es más complicada, no sé si puede haber una
teoría unificada del pasaje al acto. Ustedes saben que las articulaciones
teóricas se pueden hacer a distintos niveles de abstracción en relación a los
hechos. Hay formulaciones que se hacen muy pegadas a la descripción de las
cosas, hay formulaciones que se hacen en un segundo nivel en relación a lo
que es la fenomenología. Otras formulaciones se hacen· a un nivel mucho más
abstracto . Las formulaciones respecto del pasaje al acto, más allá de la
fenomenología son de un cierto nivel de teorización que permiten situar cual es
la posición del sujeto, la del objeto a, del Otro, pero no se puede arribar a una
afirmación tan general como decir: es un hecho forclusivo.
Si bien podemos pensar que se trata de un hecho forclusivo, esto no tiene
demasiadas implicancias. Porqué? Porque no es lo mismo el pasaje al acto en
un paranoico , en el cual el delirio ocupa un lugar fundamental y quizás hasta
el mismo pasaje al acto puede ser el resultado de la producción delirante, por
ejemplo; no es lo mismo el pasaje al acto en un esquizofrénico en el que de
repente, las voces le ordenan que se tire por la ventana, o que le pegue un
cuchillazo al medico de guardia o que rompa una ventana.
Tampoco es lo mismo un. pasaje al acto de una persona que está en un
duelo patológico, atravesando una situación depresiva donde la identificación al
objeto ocupa un lugar muy particular vinculado a ese duelo; que un pasaje al
acto en un sujeto de estructura histérica, en un momento de su análisis, en el
cual produce el pasaje al acto porque está investigando su lugar en el deseo
del Otro.
Acá me parece importante aclarar que vengo siempre hablando desde el
psicoanálisis y con las estructuras habituales que se presentan en el
consultorio. Tal vez habría que trabajarlo desde la experiencia hospitalaria,
pero desde donde yo les hablo quizás se pueden sacar ciertas conclusiones.
El hecho es que en nuestra práctica cotidiana uno advierte que hay que
tomar muy en serio la posibilidad de que esas cosas ocurran, esos signos que
están anunciando la posibilidad del pasaje al acto; aún cuando se trate de una
histeria. Una persona que uno llamaría de estructura histérica, hay que tomarlo
con muchísima seriedad, no sólo porque se puede suicidar, sino porque
cuando alguien fantasea con el suicidio o con el homicidio hay que tomarlo en
serio. Yo diría que no hay una diferencia de fondo entre lo que se le juega al
histérico y lo que se le j uega al depresivo en este nivel de teorización en el que
nos vamos a manejar. El pasaje al acto también puede ser una fuga, también a
veces un portazo, y a veces hay pasajes al acto totalmente benéficos.
Entonces, vuelvo a repetirles. no se puede tomar a la ligera el intento de
suicidio histérico. Si nos cuenta un paciente que intentó suicidarse tomando
cuarenta pastillas de valium, bueno, uno dice ya sabía que esto podía pasar, no
es tan grave; y esto es distinto que si una persona se toma veinte somníferos y
una botella de whisky, o se tira debajo de un tren. Es verdad, no es lo mismo.
Pero eso no quiere decir que no hay que tomar con mucha seriedad lo otro.
Porque en esta cuestión de investigar que lugar tiene un sujeto en relación al
Otro, a veces se pueden hacer cosas muy serias. O sea que las consecuencias
pueden ser igualmente graves. Pero esto no solo por eso, sino porque además
cuando alguien para averiguar qué lugar tiene en el Otro tiene que recurrir a
semejante escena, no importa cuantas pastillas se tomó ni la calidad que haya
usado para armar la escena del pasaje al acto, esto quiere decir que tiene un
problema bastante serio y con una cosa bastante grave que es su alojamiento,
su relación al Otro.
Si lo tiene q!Je investigar de esa manera quiere decir que no está pudiendo
investigarlo de otra. Y eso es lo grave de la cuestión y eso es lo importante.
Digamos que una mínima advertencia clínica implica -si se trata de una
neurosis- que el analista no debería dejar pasar la oportunidad . Si alguien jugó
al suicidio no debiera dejársele pasar de largo qué se juega. En el sentido de
que si jugó tan fuerte que se haga cargo de las consecuencias del hecho en
relación a la verdad en juego. Hay que aprovechar la oportunidad para que se
haga cargo de las consecuencias subjetivas de ese j uego fuerte que jugó.
Porque muchas veces este sujeto juega ese juego, sale del juego, se le hacen
un par de mimitos, se le dice, mira, tenés un lugarcito en el Otro, entonces
sigue su vida cotidiana como si nada hubiera pasado. 1
Entonces ahí hay una cosa fundamental en la dirección de la cura. Si un
paciente nos llama a la madrugada desesperado porque se está por tomar
cincuenta pastillas, yo diría que a la próxima sesión no hay que seguir de largo
como si no hubiera pasado nada. Ni en la próxima ni en las próximas. Esto es
una puntuación al margen¡
Sigamos con el sigu1ente recorrido. Primero vamos a ubicar este primer
riivdl de teorización en el que podemos ubicar estas cosas, después veamos
que consecuencias tiene esta teorización, qué nos puede enseñar la clínica del
pasaje al acto. Insisto que yo les voy a hablar desde el psicoanálisis, teniendo
en cuenta también las particularidades del caso. Es muy diferente trabajar con
alguien bien instaurado en la neurosis que con la estructura de alguien que
está totalmente por fuera del plano de lo simbólico. O sea, que las modalidades
de la clínica deben sufrir adaptaciones muy importantes, tal vez
transformaciones para hacer ese pasaje. Les hablo de lo que se puede hacer
en las neurosis. Las consecuencias, tal vez de quienes están trabajando con
otras estructuras, las pueden sacar ustedes.
Una última advertencia, una cuestión antes de plantear una teorización
mínima. No es lo mismo plantear pasaje al acto que pasar al acto. Quien lee
la bibliografía de filiación lacaniana sobre el tema , a veces tiene que sortear
cierta confusión. Ya sea porque se encuentra con alguien que habla de pasaje
al acto usando la palabra en un sentido totalmente diferente, ya sea porque de
repente se tiende a idealizar esta cuestión del pasaje al acto como un modo de
resolución de ciertos momentos vitales del sujeto.
Yo haría la diferenciación centrada en el punto nodal. Pasar al acto tiene
que ver con ciertos momentos de máxima presencia subjetiva, donde el sujeto
se constituye más fuertemente en su dimensión de sujeto. Encuentra más
fuertemente su posición de sujeto, o en los momentos en los que concluye.
Esos famosos tiempos lógicos, el tiempo de la mirada, el tiempo de
comprender, llega el tiempo de concluir y pasa al acto. Salta ese límite que
puede plantear la duda, la espera, el tiempo de comprender. Pasa al acto y
encuentra su certeza subjetiva que es donde pasa al acto. Eso es radicalmente
distinto del pasaje al acto.
En el pasaje al acto se trata de lo contrario. El sujeto no solo no alcanza
su máxima certeza subjetiva sino que el sujeto se aniquila como sujeto. Se
identifica al objeto como resto y se arroja fuera de la escena, franqueando el
marco de la escena, haciéndola cesar./
En función de esto, vayamos a esa mínima teorización de las condiciones
en las cuales se produce el pasaje al acto. Por un lado planteemos como se
ubican las cosas del lado del sujeto: (S)y por otro, como se ubican desde el
costado el Otro: (A). Lo escribo sin barra por la particularidad que tiene el
pasaje al acto.
d
S= a i (a) (1) A= 1 d(A) (2)

Vamos a recordar, dijimos que se presenta como una escena que cesa,
que hay un franqueamiento de la escena, ¿qué pasa desde el costado del
sujeto?
Como se los fui adelantando, desde el lado del sujeto hay una
ª
identificación al objeto como desecho. En el momento del pa~aje al acto llega
a su máxima culminación, digamos que llega al límite, ese límite donde ya

ªª
sujeto y son la misma cosa, en el sentido de que el sujeto se convierte en el
objeto como desecho. En el lugar donde Lacan trabaja más detenidamente el
tema del pasaje al acto es en el seminario de La Angustia, que es nuestro
punto de referencia teórico en el día de hoy y dice que lo que ocurre es que el
sujeto está en una posición de máximo embarazo. Embarazo como traducción
del término francés "embarras".
Es decir, algo así como acotado, barrado al máximo. Esta barra está
múltiplemente potenciada, es el acotamiento subjetivo máximo, y eso es una de
las cosas que se van insinuando,
Decíamos que en el pasaje al acto la escena se ve venir. Se va
encontrando al sujeto cada vez más en posición de desecho. Pequeños
episodios, después no tan pequeños, primero aislados, después cada vez más
seguidos, donde el sujeto está en posiciones de desecho.
Frente al Otro está en posiciones de desecho. En términos más comunes
uno podría decir su autoestima empieza a caer, esta más como resto de las
situaciones en las que se encuentra, cada vez más alojado en el último
rinconcito de las escenas de las que participa. Entonces, la identificación del
sujeto al objeto, posición de desecho y máximo embarazo.
¿Y cuál es la posición del Otro? La posición del Otro es la de una
solidificación, una magnificación, una tendencia a la absolutización. Es un Otro
sin barrar.
Si el Otro está absolutizado, sin barra, y el Otro está cristalizado en una
posición de omnipotencia, en principio ·está absolutizado en todas las
dimensiones que uno puede poner en juego en relación al Otro. Está
absolutizado en su saber, pero lo que es más importantes, es que está
absolutizado en su goce.
Esa absolutización en el goce, tampoco se presenta de una vez, ahí ya
está en el punto de culminación. Clínicamente lo ve venir. En el relato del
sujeto uno encuentra al Otro que se va absolutizando en forma creciente en
cada aparición y la aparición progresiva de esa consistencia absoluta del Otro,
de un Otro cada vez más consistente y menos barrado hace que uno tenga que
empezar a preocuparse, a tomar muy seriamente esto y a operar clínicamente.
No hay que esperar a lo que el sujeto hiciera, o que alguien golpee en una
escena violenta para que la clínica psicoanalítica empiece a ocuparse de esto
con algo más que la atención flotante. El analista no puede sentarse a hablar
frente a todas estas cosas, tiene que operar en la medida que lo ve venir. Esto
que escribimos con estas letras que es la configuración del momento del
pasaje al acto es el punto final donde se produce propiamente el pasaje al acto
y que es precedido por instancias donde el aplastamiento del sujeto, su
aparición como ª' la renuncia a su deseo, así como la aparición de un Otro sin
barra e identificado al ideal del yo se va presentando en grados crecientes. De
una escena a la siguiente que nos son relatadas esta configuración se ·ve
aparecer en grados más purificados y absolutos. Por eso habíamos dicho que
el pasaje al acto se ve venir.
Escribí Ideal barrado del lado del sujeto y Ideal sin barra del lado del Otro
en conjunción con d(A),¿porqué?, porque en esta absolutización del Otro, que
pusimos en el plano del saber, del lado del goce, lo que se produce es úna
convergencia muy particular de una cosa que es estructural, que el deseo y la
ley son la misma cosa.
La ley es estructural en la constitución del deseo. Y eso tiene que ver con
la figura del padre, con la prohibición del incesto. Solo que cuando este hecho
estructural que hace que todos podamos vivir más o menos normalmente,
cuando un hecho estructural se focaliza y se focaliza en relación al Otro y se
ubica en el lugar de la barradura del Otro, esta convergencia entre deseo y ley
se transforma en capricho del Otro. Es decir, la . ley queda subordinada o
trastornada y/o transformada en el soporte del goce del Otro.
Este elemento es fundamental en la estructuración de la situación del
pasaje al acto. Entonces, describo dos cosas. Qué pasa del lado del sujeto y
qué pasa del lado del Otro en la configuración de la escena del pasaje al acto.
Por otro lado estoy describiendo el hecho que llevado a su extremo es la
estructura en la cual se produce el pasaje al acto. Cuando esto culmina,
cuando el Otro queda absolutamente así y el sujeto absolutamente del lado del
objeto hay un pequeño disparador para que aparezca el pasaje al acto. Ese
pequeño disparador Lacan lo describe en el seminario de La Angustia como
emoción. Eso incluso lo hemos encontrado del lado de la jurisprudencia, de la
ley, en los famosos estados de emoción violenta.
Bueno, no hace falta que sea violenta, basta con que sea emoción, la
violencia viene después. Hay un disparador que es un hecho donde el sujeto se
siente desbordado desde el punto de vista de sus parámetros emocionales,
desde el punto de vista de los parámetros que sostienen su imaginario. Desde
ahí se dispara el pasaje al acto.
Les quiero contar ahora como se opera clínicamente con esto a través del
psicoanálisis.
Pero antes de pasar a esto, quisiera decir algo más de la teoría, porque si
no no se va a entender, o por lo menos no voy a ser explícito respecto de
alguna de estas operaciones que hacen a la clínica del pasaje al acto.
Quizás, para completar la descripción teórica que hice antes tendría que
señalar algunos hechos más. Primero, porque no siempre es así, muchas
veces en estados de duelo, en esa particularidad que se establece entre el
sujeto y el Otro, desde el costado del cuerpo, de lo imaginario, especialmente
en estados de duelo, lo que uno encuentra es un resquebrajamiento de la
estructura de la imagen. Muchas veces hay fenómenos de fragmentación
corporal, que no aparece como la fragmentación corporal de la esquizofrenia,
sino más bien al modo de la fragmentación corporal de la histeria.
En personas que están atravesando estados de duelo, yo lo situé
particularmente en sueños con partes del cuerpo, sueños donde se ve a la
persona perdida, no siempre despanzurrado, pero, por ejemplo con un brazo
sangrando, otros sueños donde a veces el mismo sujeto aparece de esa
manera. Todo esto va denunciando una cierta ruptura de ese elemento central
de la constitución yoica que es la unificación del cuerpo. Ese es un elemento
que quisiera marcar.
Esto viene a ser un hecho que produce una potenciación de la particular
sensación subjetiva que tiene quien está en esta situación. Porque esas cosas
producen pánico, desorientación, estados de angustia bastante importantes.
Incluso producen un aumento de esa sensación que tiene ese sujeto, que se
siente en el lugar del objeto como desecho, de que el Otro lo goza. Solo que
cuando está así, en esta posición donde empieza a jugar la fragmentación
corporal, no puede situar con claridad cual es el Otro que lo está gozando.
Pero siente esas fragmentaciones como un indicio de ese ser gozado por el
Otro.
La otra dimensión que quiero remarcar, esta la señaló Freud y es clásica.
Freud vinculó los fenómenos de agresión y de agresividad con la pulsión de
muerte, también Freud habla del suicidio como un homicidio. Todo suicidio es
un homicidio. El sujeto dirige la agresión o la agresividad, que no es lo mismo,
contra sí mismo. Esto es importantísimo y tiene enormes consecuencias
clinicas.
El otro elemento que es el que mencionaba recién tiene que ver con la
relación al goce del Otro. Ese Otro que se focaliza es vivido por el sujeto como
un Otro gozador. Ya lo dije, pero lo quiero recalcar, el pasaje al acto es un
intento de hacer cesar ese goce y de sustraerse a él, sólo que con la
particularidad, y de esto uno muchas veces no se entera porque no h.ay quien
lo cuente, pero cuando hay quien lo cuente uno puede enterarse un poco más.
La particularidad del pasaje al acto es que el sujeto intenta ponerle coto, un
límite al goce del Otro. Intenta sustraerse, claro que, a veces la cosa es tan
paradoja! que, en verdad, es la entrega suprema a ese goce del Otro.
Las dos cosas se suelen presentar. La otra cuestión es que el sujeto, por lo
menos cuando lo logra contar, es decir, cuando sobrevive si se trata de un
intento de suicidio, o cuando son pasajes al acto de otra clase, golpes, escenas
violentas, abandono de instituciones, de servicios, hay una fantasía que es muy
importante y es la fantasía de renacimiento, que acompaña a lo que
estructuralmente se puede situar como un intento de reinscripción. El sujeto
intenta constituirse de vuelta. Es una fantasía de relanzamiento, de nacer de
vuelta, muchas veces eso está presente. _ 1.
...).¡..!....'- 1(,. Q..\...\.'j.-Q.._
Todo esto lo tenemos que tener epcu/m!Pa para pensar la clínica de la
cuestión, ahora sí vayamos a la cuestión de la clínica.
Por supuesto, como dije antes, no hay que esperar que la estructura del
pasaje al acto se presente como completa para empezar a tra bajar sobre ella.
En el análisis, y esto no se refiere sólo al pasaje al acto, sino que se refiere al
despliegue en el análisis de la estructura del sujeto, hay un balance que hay
que tomar muy en cuenta, que es muy delicado y muy importante y que es el
soporte de la escena del análisis para el despliegue y lo que es el momento del
corte.
Cuando se empieza a desplegar el fantasma, las cuestiones diarias en el
análisis, hay que dejarlas desplegarse. Y dejarlas deplegarse suficientemente.
No hay que apurarse a cortar, ni a cortar el goce, ni a cortar el despliegue
fantasmático, ni a cortar la escena, que, por otro lado nos provoca, nos lleva
permanentemente a un deseo, la ley natural que uno tiene de intentar ayudar al
sujeto a cortar con esa escena.
Diría yo que eso tiene que ver con el furor curandis del que habla Freud, de
eso tenemos que precavernos. Tenemos que permitir que en el análisis el
sujeto instale sus cuestiones, ahí. Instalarlas quiere decir desplegarías, y
desplegarlas quiere decir aguantar que frente a nosotros sucedan cosas más o
menos dramáticas. Que se desplieguen·, que hablen, que produzcan su texto,
que produzcan los elementos que permitan después al sujeto poder hacer algo
con eso, con la ayuda del analista.
O sea, que la primer cuestión es no cortarla de antemano. Pero la segunda
cuestión es que, cuando las cosas se están desplegando y el goce le impide la
relación del sujeto' con la verdad, hay que empezar a cortar.
La angustia en el goce que se despliega es el tercer elemento a tener en
cuenta, en verdad son tres parámetros que van indicando cual tiene que ser el
balance de la dirección de la cura en el eje de la cuestión. Una vez que se
despliegan, y uno tiene los elementos para empezar a operar sobre esto, ya
tiene con qué trabajar.
Entonces, lo primero de. la cuestión es dejar venir. Al pasaje al acto no hay
que temerle. Hay que dejarlo venir, que se despliegue, hay que aceptarlo. Uno
no se puede asustar, ese famoso "sin temor y sin piedad" no se aplica solo al
deseo, sino, a cómo un analista tiene que enfrentar esas cosas. Sin temor y sin
piedad, yo diría también sin apresuramiento. Pero no sólo aceptando la escena,
que eso es muy importante, hay que aceptarla pero además dar lugar y
escuchar la preocupación del analista. Ese fenómeno que podríamos llamar
contratransferencial, que tal vez no es sólo contratransferencial, y que es la
preocupación que uno empieza a sentir frente a estas cosas, esto hay que
escucharlo. ¿Y porqué hay que escucharlas? Porque ahí está el primer
elemento. Si en la transferencia uno piensa qué quiere decir que el Otro se va
absolutizando, quiere decir que el Otro no está teniendo lugar para el
alojamiento del sujeto. Entonces pensar que el analista está preocupado es un
primer elemento concreto en la transferencia en el cual se empieza a producir
la barradura del Otro.
O sea que el primer elemento, el más elemental, es el analista preocupado,
y preocupado no quiere decir desesperarse, cada uno tendrá su modo de
preocuparse y seguramente de manejar eso de un modo que le permita dirigir
la cura y no que la preocupación dirija la cura. Mostrarse preocupado por un
analizante que está en esta situación constituye la primera operación, la más
elemental, que implica mostrar un Otro barrado. Es ya empezar a deshacer ese
particular sesgo que va conduciendo al pasaje al acto.
El analista tiene que buscar que el analizante hable, porque muchas veces,
el analizante insinúa, larga pistas, nos larga una fracesita, alguna metáfora,
alguna película que vio, etc., pero no nos habla francamente de su fantasía de
pasaje al acto, si es que la tiene por ahí. La insinúa, el analista tiene que
promover por todos los medios que esto sea hablado francamente en la sesión.
Pero eso no solo con respecto al suicidio, insisto sobre esto, también con
respecto a cualquier otra escena del pasaje al acto. Los golpes, las salidas
violentas, que se pueden ir perfilando en la vida de una persona. Es muy
importante la palabra, que el analizante hable, no sólo porque eso permite
analizar las cosas, sino porque hablar promueve a su vez la trama simbólica,
aún cuando la trama simbólica sea ahí problemática. También el hablar es otra
de las barreras elementales al goce. Si se trata de sustraerse del goce' del Otro,
que el analizante hable, es una segunda barrera básica con respecto a ese
goce del Otro que tiende a capturár al sujeto.
La tercera cuestión, que también forma parte de las cosas básicas, es lo
que hago espontáneamente frente a un paciente en una situación así.
Justamente, estas cosas que se hacen espontáneamente y que provocan a
veces que algún analista vaya después desesperado al control a contar, las
violaciones a las presuntas normas del psicoanálisis en que incurrió. Y yo diría
no. Estas cosas que salen espontáneamente en ese contexto muchas veces
tienen que ver con lo que la estructura misma ·provoca. Tienen un fundamento
teórico y son operaciones fundamentadas en la teoría, aunque surjan sin
ninguna apelación a un saber.
Uno demanda que el analizante concurra a sesión, es muy importante
lograr que el analizante acepte desplegar su fantasmática del pasaje al acto en
la escena del análisis. Es muy importante que acepte ese lugar para jugar su
cuestión, o por lo menos para hablar de ella. Y esto es bastante factible de
hacer si el analista se da cuenta e insiste. Insiste qué quiere decir? Que pide
que lo llame por teléfono, por ejemplo, le da curso a la preocupación.
Si uno se siente preocupado, ~1 analizante se va y uno dice, se va de acá y
ahora que hace?, no sabemos. Y bueno, uno le puede pedir que vuelva a tener
una sesión más tarde, que lo llame por teléfono, uno puede llamar ~1 paciente
por teléfono. Eso no está prohibido por el psicoanálisis, eso es psicoanálisis.
Solo que ésta es una concepción del psicoanálisis que trabaja con los tres
registros: lo real, lo simbólico, lo imaginario. Entonces uno sale de la
abstinencia, esa que es lo adecuado para otros momentos del análisis. Aquí la
abstinencia pasa por otro lado, pasa por el grado de medición y sensatez con el
qué uno tiene que jugar estas cosas. Pero la escena del análisis se prolonga.
La barrera entre la vida y el consultorio, se borra ahí. La posibilidad de la
llamada telefónica, y ahora vamos a ver porqué este punto. Hay que insistir en
la continuidad entre la escena fantasmática que se le va configurando al sujeto
que está al borde del pasaje al acto y la escena del análisis.
Eso tiende a romperse y eso es lo que uno tiene que mantener a toda
costa, esa continuidad. Uno tiene que estar metido dentro de la escena e
intentar que el analizante meta la escena en el análisis.
Qué está haciendo uno con esto? Uno está haciendo eso que se dice en
francés, que viene de Lacan, faire semblant, hacer semblante, solo que uno no
hace solamente semblante de objeto ª· uno hace semblante de muchas cosas
en la cura. A veces hace semblante de padre terrible, a veces de madre
receptiva, de inodoro también, sobre eso los kleinianos tienen una experiencia
descomunal, pero en este caso se trata de hacer semblante de Otro barrado,
de un Otro con deseo respecto de ese analizante.
El analista hace semblante a través del estar preocupado por ese
analizante, pero guarda una cierta distancia con esa preocupación. Es muy
importante remarcar el semblante, porque, por supuesto, si uno no logra dormir
de noche no está manejando muy bien las cosas, quiero decir, que una cosa es
hacer semblante y otra cosa es quedar pegado a eso, en una posición
maternal , de cuidado. Tiene que haber suficiente compromiso como para que
eso sea verdadero y no tanto como para que deje de ser hacer semblante.
Si en el pasaje al acto el Otro deja caer o abandona, acá se trata de no
dejarlo caer, de sostenerlo. Y después viene otro tipo de operación, si hasta
ahora se trataba de hacer una operación de semblante, de barradura del Otro,
la que les propongo comentar ahora es otra operación que se da a nivel
pulsional.
Es una operación de clivaje entre el sujeto y el objeto ª · Recuerdan que
decíamos que una de las condiciones del pasaje al acto es que el sujeto se va
identificando al objeto. Esta operación de clivaje es no solo para impedir que se
suicide, o para impedir que mate a alguien, sino también porque esto es muy
importante desde el punto de vista de la dirección de la cura, uno tiene que
operar acá para clivar estas dos cosas. (ver gráfico pag. )
¿Y cómo se hace para clivar al sujeto del ª?, Fíjense ustedes, de hecho es
una operación muy sencilla y nadie se salvó de hacerla de vez en cuando. Yo
les hablaba recién de la llamada telefónica. ¿A ustedes nunca les ocurrió que
un paciente les hablara de su voz? No de lo que ustedes le decían sino de su
voz, de que escuchaban su voz, o necesitan escuchar su voz, por ejemplo "me
tranquilizó", "me dio horror", "qué voz rara que tiene", etc. Bueno, qué está
pasando? Hay algo del orden de la pulsión que está en juego.
Ustedes saben que la voz es un objeto pulsional. Si el sujeto está
identificado al objeto, una llamada telefónica propone una separación, la voz
queda del lado del analista y el sujeto queda del otro lado. Es una invitación al
clivaje por el lado de una de las vías pulsionales, por la vía del sujeto y del
objeto. Y esa operación también se puede repetir a nivel de la mirada. Suele
ser bastante conveniente que el paciente que esté. en períodos donde esto se
configura se siente, que nos mire, no solo que se siente sino que nos mire.
Ofrecernos a la mirada.
Por un lado, en el plano pulsional, para sostener este clivaje, mientras más
haya del objeto del lado del analista, menos habrá del objeto del lado del
analizante. Este es el costado pulsional de la cuestión, el costado
reai.También, muchas veces hay algo que tiene que ver con lo imaginario . En
esas situaciones de duelo que les comentaba, cuando se produce esa
partic:.Jiaridad de la fragmentación corporal, el lugar del analista como sostén
de cuerpo unificado ayuda a mantener el soporte narcisista del sujeto en
estado de duelo. La mirada tiene una función importantísima. Así que eso que
uno espontáneamente hace, que es sentarlo al paciente frente a estas
situaciones, también es una operación importante.
Al ofrecer el objeto uno tiende a clivar, promueve el cl ivaje de este sujeto
identificado al objeto. Hay otra operación que se produce también a nivel de la
pulsión y del deseo, por .supuesto en el medio de todas estas cosas el sujeto
habla de lo que le preocupa, del duelo que va atravesando, ~i es que se trata
de un duelo, va hablando de las escenas que lo llevan a esa situación al borde
de la catástrofe, muchas veces no hay oportunidad de analizar, hay tiempos,
sesiones enteras, de semanas, meses, que uno tiene la sensación de estar
haciendo algo que no es exactamente un análisis. Pero no es así. Uno está
sosteniendo el análisis en una dimensión no interpretativa. Eso también forma
parte del análisis, eso también es parte del análisis. Los límites del análisis ya
no son solamente los sujeto neuróticos, que hablan, relatan sueños y uno le
interpreta. El límite del análisis a veces es una situación de urgencia. También
uno opera en esas circunstancias. Las conclusiones las pueden sacar ustedes
desde donde la práctica frente a estas situaciones ocurre. Y el sujeto, cuando
puede hablar, porque por momentos puede hablar y pasa al registro simbólico,
empieza a trabajar aquello que lo ocupa. su duelo, aquellas situaciones que
hicieron que solo mediante precipitaciones violentas pueda encontrar alguna
marca en el ser.
Estoy pensando en un paciente particular, alguien a quien solamente
mediante la violencia logra encontrar un lugar en el mundo. Uno va trabajando
muchas veces favorecido por estas operaciones mientras la palabra no
aparece o es dificultosa. Una persona puede tardar en empezar a hablar, pero
no hay que negarse a analizarlo mientras tanto. O sea, que, en verdad, todas
estas operaciones, además de sostener al sujeto y alojarlo en el Otro, tienen
alguna relación de orden estratégico con crear las posibilidades para lograr que
el sujeto pueda vincularse a su verdad. Que finalmente ese es el objetivo de
cualqu ier análisis. Es un trabajo que se potencia a medida que la palabra
puede ir poniéndose en juego.
Este poner al sujeto en relación a su verdad es el objetivo de cualquiera,
en cualquier circunstancia donde le toca intervenir, si se dedica al psicoanálisis.
Puede ser una sala de guardia, en la calle, y en ese hablar, por supuesto que
no es en la situación clásica donde el sujeto se ofrece a la interpretación, pero
hay otras modalidades que tienden a la manipulación de la situación
fantasmática del sujeto. Si tomamos en serio esa frase que es tan cierta de
Freud de que todo suicidio es un homicidio, bueno, lograr situar a quien mata,
cuando quiere matarse, o tratar de situar hacia quien va dirigida la violencia, o
hacia quien, o con respecto a quién se sitúa esoobjeto de desecho, esas cosas
son fundamentales para que el pasaje al acto, o las estructuras, o situaciones
previas que van configurando la escena del pasaje al acto permitan hacer
avanzar al sujeto en relación a la verdad.
Y en el medio de esa conversación, de ese punto donde uno puede hablar
con el analizante, puede analizarlo. Es muy importante favorecer aquellos
elementos que nos dan prueba de que el sujeto empieza a reubicar sus
cuestiones con el deseo. De repente el sujeto que esta al borde del marasmo,
empieza a contar algo que marca un punto de deseo, una pequeña escena,
· una ida al cine, un almuerzo al mediodía, puede ser a veces muy banal la cosa,
pero el analista tiene que meterse de cabeza con eso. Porque es ahí donde se
juega el deseo, de nuevo se cliva el objeto del sujeto.
Estas son algunas mínimas indicaciones que creo haberles comentado
acerca de cual sería en la teoría del pasaje al acto, cuales serían las
modalidades clínicas que como ustedes verán, una clínica implica una idea del
análisis, tal vez más amplia de la que se tiene cuando uno piensa en las cuatro
sesiones semanales y el paciente que asocia y el analista que interpreta.
NOTAS:
(1) Conjunción del 1: (Ideal del yo) con d(A): (el deseo del Otro) con el Otro sin barrar, o mejor
aún: 1 d(A) en el lugar de la barra del Otro lo que deja A: (el Otro) sin barra, es decir absoluto e
idealizado al extremo. ·
(2) Del costado del sujeto ponemos el objeto a entendido como resto al cual se identifica y
abrimos tres ejes en los cuales ubicamos el deseo con barra, o sea una aniquilación del deseo,
así como de su imágen especular i(a) también con barra, aplastada, así como su Ideal del yo. 1
también aplastado, por eso en los tres casos colocamos la barra como escritura del
aplastamiento.

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