Victor Iunger Acting Out y Pasaje Al Acto
Victor Iunger Acting Out y Pasaje Al Acto
Victor Iunger Acting Out y Pasaje Al Acto
Víctor lunger
Vamos a recordar, dijimos que se presenta como una escena que cesa,
que hay un franqueamiento de la escena, ¿qué pasa desde el costado del
sujeto?
Como se los fui adelantando, desde el lado del sujeto hay una
ª
identificación al objeto como desecho. En el momento del pa~aje al acto llega
a su máxima culminación, digamos que llega al límite, ese límite donde ya
ªª
sujeto y son la misma cosa, en el sentido de que el sujeto se convierte en el
objeto como desecho. En el lugar donde Lacan trabaja más detenidamente el
tema del pasaje al acto es en el seminario de La Angustia, que es nuestro
punto de referencia teórico en el día de hoy y dice que lo que ocurre es que el
sujeto está en una posición de máximo embarazo. Embarazo como traducción
del término francés "embarras".
Es decir, algo así como acotado, barrado al máximo. Esta barra está
múltiplemente potenciada, es el acotamiento subjetivo máximo, y eso es una de
las cosas que se van insinuando,
Decíamos que en el pasaje al acto la escena se ve venir. Se va
encontrando al sujeto cada vez más en posición de desecho. Pequeños
episodios, después no tan pequeños, primero aislados, después cada vez más
seguidos, donde el sujeto está en posiciones de desecho.
Frente al Otro está en posiciones de desecho. En términos más comunes
uno podría decir su autoestima empieza a caer, esta más como resto de las
situaciones en las que se encuentra, cada vez más alojado en el último
rinconcito de las escenas de las que participa. Entonces, la identificación del
sujeto al objeto, posición de desecho y máximo embarazo.
¿Y cuál es la posición del Otro? La posición del Otro es la de una
solidificación, una magnificación, una tendencia a la absolutización. Es un Otro
sin barrar.
Si el Otro está absolutizado, sin barra, y el Otro está cristalizado en una
posición de omnipotencia, en principio ·está absolutizado en todas las
dimensiones que uno puede poner en juego en relación al Otro. Está
absolutizado en su saber, pero lo que es más importantes, es que está
absolutizado en su goce.
Esa absolutización en el goce, tampoco se presenta de una vez, ahí ya
está en el punto de culminación. Clínicamente lo ve venir. En el relato del
sujeto uno encuentra al Otro que se va absolutizando en forma creciente en
cada aparición y la aparición progresiva de esa consistencia absoluta del Otro,
de un Otro cada vez más consistente y menos barrado hace que uno tenga que
empezar a preocuparse, a tomar muy seriamente esto y a operar clínicamente.
No hay que esperar a lo que el sujeto hiciera, o que alguien golpee en una
escena violenta para que la clínica psicoanalítica empiece a ocuparse de esto
con algo más que la atención flotante. El analista no puede sentarse a hablar
frente a todas estas cosas, tiene que operar en la medida que lo ve venir. Esto
que escribimos con estas letras que es la configuración del momento del
pasaje al acto es el punto final donde se produce propiamente el pasaje al acto
y que es precedido por instancias donde el aplastamiento del sujeto, su
aparición como ª' la renuncia a su deseo, así como la aparición de un Otro sin
barra e identificado al ideal del yo se va presentando en grados crecientes. De
una escena a la siguiente que nos son relatadas esta configuración se ·ve
aparecer en grados más purificados y absolutos. Por eso habíamos dicho que
el pasaje al acto se ve venir.
Escribí Ideal barrado del lado del sujeto y Ideal sin barra del lado del Otro
en conjunción con d(A),¿porqué?, porque en esta absolutización del Otro, que
pusimos en el plano del saber, del lado del goce, lo que se produce es úna
convergencia muy particular de una cosa que es estructural, que el deseo y la
ley son la misma cosa.
La ley es estructural en la constitución del deseo. Y eso tiene que ver con
la figura del padre, con la prohibición del incesto. Solo que cuando este hecho
estructural que hace que todos podamos vivir más o menos normalmente,
cuando un hecho estructural se focaliza y se focaliza en relación al Otro y se
ubica en el lugar de la barradura del Otro, esta convergencia entre deseo y ley
se transforma en capricho del Otro. Es decir, la . ley queda subordinada o
trastornada y/o transformada en el soporte del goce del Otro.
Este elemento es fundamental en la estructuración de la situación del
pasaje al acto. Entonces, describo dos cosas. Qué pasa del lado del sujeto y
qué pasa del lado del Otro en la configuración de la escena del pasaje al acto.
Por otro lado estoy describiendo el hecho que llevado a su extremo es la
estructura en la cual se produce el pasaje al acto. Cuando esto culmina,
cuando el Otro queda absolutamente así y el sujeto absolutamente del lado del
objeto hay un pequeño disparador para que aparezca el pasaje al acto. Ese
pequeño disparador Lacan lo describe en el seminario de La Angustia como
emoción. Eso incluso lo hemos encontrado del lado de la jurisprudencia, de la
ley, en los famosos estados de emoción violenta.
Bueno, no hace falta que sea violenta, basta con que sea emoción, la
violencia viene después. Hay un disparador que es un hecho donde el sujeto se
siente desbordado desde el punto de vista de sus parámetros emocionales,
desde el punto de vista de los parámetros que sostienen su imaginario. Desde
ahí se dispara el pasaje al acto.
Les quiero contar ahora como se opera clínicamente con esto a través del
psicoanálisis.
Pero antes de pasar a esto, quisiera decir algo más de la teoría, porque si
no no se va a entender, o por lo menos no voy a ser explícito respecto de
alguna de estas operaciones que hacen a la clínica del pasaje al acto.
Quizás, para completar la descripción teórica que hice antes tendría que
señalar algunos hechos más. Primero, porque no siempre es así, muchas
veces en estados de duelo, en esa particularidad que se establece entre el
sujeto y el Otro, desde el costado del cuerpo, de lo imaginario, especialmente
en estados de duelo, lo que uno encuentra es un resquebrajamiento de la
estructura de la imagen. Muchas veces hay fenómenos de fragmentación
corporal, que no aparece como la fragmentación corporal de la esquizofrenia,
sino más bien al modo de la fragmentación corporal de la histeria.
En personas que están atravesando estados de duelo, yo lo situé
particularmente en sueños con partes del cuerpo, sueños donde se ve a la
persona perdida, no siempre despanzurrado, pero, por ejemplo con un brazo
sangrando, otros sueños donde a veces el mismo sujeto aparece de esa
manera. Todo esto va denunciando una cierta ruptura de ese elemento central
de la constitución yoica que es la unificación del cuerpo. Ese es un elemento
que quisiera marcar.
Esto viene a ser un hecho que produce una potenciación de la particular
sensación subjetiva que tiene quien está en esta situación. Porque esas cosas
producen pánico, desorientación, estados de angustia bastante importantes.
Incluso producen un aumento de esa sensación que tiene ese sujeto, que se
siente en el lugar del objeto como desecho, de que el Otro lo goza. Solo que
cuando está así, en esta posición donde empieza a jugar la fragmentación
corporal, no puede situar con claridad cual es el Otro que lo está gozando.
Pero siente esas fragmentaciones como un indicio de ese ser gozado por el
Otro.
La otra dimensión que quiero remarcar, esta la señaló Freud y es clásica.
Freud vinculó los fenómenos de agresión y de agresividad con la pulsión de
muerte, también Freud habla del suicidio como un homicidio. Todo suicidio es
un homicidio. El sujeto dirige la agresión o la agresividad, que no es lo mismo,
contra sí mismo. Esto es importantísimo y tiene enormes consecuencias
clinicas.
El otro elemento que es el que mencionaba recién tiene que ver con la
relación al goce del Otro. Ese Otro que se focaliza es vivido por el sujeto como
un Otro gozador. Ya lo dije, pero lo quiero recalcar, el pasaje al acto es un
intento de hacer cesar ese goce y de sustraerse a él, sólo que con la
particularidad, y de esto uno muchas veces no se entera porque no h.ay quien
lo cuente, pero cuando hay quien lo cuente uno puede enterarse un poco más.
La particularidad del pasaje al acto es que el sujeto intenta ponerle coto, un
límite al goce del Otro. Intenta sustraerse, claro que, a veces la cosa es tan
paradoja! que, en verdad, es la entrega suprema a ese goce del Otro.
Las dos cosas se suelen presentar. La otra cuestión es que el sujeto, por lo
menos cuando lo logra contar, es decir, cuando sobrevive si se trata de un
intento de suicidio, o cuando son pasajes al acto de otra clase, golpes, escenas
violentas, abandono de instituciones, de servicios, hay una fantasía que es muy
importante y es la fantasía de renacimiento, que acompaña a lo que
estructuralmente se puede situar como un intento de reinscripción. El sujeto
intenta constituirse de vuelta. Es una fantasía de relanzamiento, de nacer de
vuelta, muchas veces eso está presente. _ 1.
...).¡..!....'- 1(,. Q..\...\.'j.-Q.._
Todo esto lo tenemos que tener epcu/m!Pa para pensar la clínica de la
cuestión, ahora sí vayamos a la cuestión de la clínica.
Por supuesto, como dije antes, no hay que esperar que la estructura del
pasaje al acto se presente como completa para empezar a tra bajar sobre ella.
En el análisis, y esto no se refiere sólo al pasaje al acto, sino que se refiere al
despliegue en el análisis de la estructura del sujeto, hay un balance que hay
que tomar muy en cuenta, que es muy delicado y muy importante y que es el
soporte de la escena del análisis para el despliegue y lo que es el momento del
corte.
Cuando se empieza a desplegar el fantasma, las cuestiones diarias en el
análisis, hay que dejarlas desplegarse. Y dejarlas deplegarse suficientemente.
No hay que apurarse a cortar, ni a cortar el goce, ni a cortar el despliegue
fantasmático, ni a cortar la escena, que, por otro lado nos provoca, nos lleva
permanentemente a un deseo, la ley natural que uno tiene de intentar ayudar al
sujeto a cortar con esa escena.
Diría yo que eso tiene que ver con el furor curandis del que habla Freud, de
eso tenemos que precavernos. Tenemos que permitir que en el análisis el
sujeto instale sus cuestiones, ahí. Instalarlas quiere decir desplegarías, y
desplegarlas quiere decir aguantar que frente a nosotros sucedan cosas más o
menos dramáticas. Que se desplieguen·, que hablen, que produzcan su texto,
que produzcan los elementos que permitan después al sujeto poder hacer algo
con eso, con la ayuda del analista.
O sea, que la primer cuestión es no cortarla de antemano. Pero la segunda
cuestión es que, cuando las cosas se están desplegando y el goce le impide la
relación del sujeto' con la verdad, hay que empezar a cortar.
La angustia en el goce que se despliega es el tercer elemento a tener en
cuenta, en verdad son tres parámetros que van indicando cual tiene que ser el
balance de la dirección de la cura en el eje de la cuestión. Una vez que se
despliegan, y uno tiene los elementos para empezar a operar sobre esto, ya
tiene con qué trabajar.
Entonces, lo primero de. la cuestión es dejar venir. Al pasaje al acto no hay
que temerle. Hay que dejarlo venir, que se despliegue, hay que aceptarlo. Uno
no se puede asustar, ese famoso "sin temor y sin piedad" no se aplica solo al
deseo, sino, a cómo un analista tiene que enfrentar esas cosas. Sin temor y sin
piedad, yo diría también sin apresuramiento. Pero no sólo aceptando la escena,
que eso es muy importante, hay que aceptarla pero además dar lugar y
escuchar la preocupación del analista. Ese fenómeno que podríamos llamar
contratransferencial, que tal vez no es sólo contratransferencial, y que es la
preocupación que uno empieza a sentir frente a estas cosas, esto hay que
escucharlo. ¿Y porqué hay que escucharlas? Porque ahí está el primer
elemento. Si en la transferencia uno piensa qué quiere decir que el Otro se va
absolutizando, quiere decir que el Otro no está teniendo lugar para el
alojamiento del sujeto. Entonces pensar que el analista está preocupado es un
primer elemento concreto en la transferencia en el cual se empieza a producir
la barradura del Otro.
O sea que el primer elemento, el más elemental, es el analista preocupado,
y preocupado no quiere decir desesperarse, cada uno tendrá su modo de
preocuparse y seguramente de manejar eso de un modo que le permita dirigir
la cura y no que la preocupación dirija la cura. Mostrarse preocupado por un
analizante que está en esta situación constituye la primera operación, la más
elemental, que implica mostrar un Otro barrado. Es ya empezar a deshacer ese
particular sesgo que va conduciendo al pasaje al acto.
El analista tiene que buscar que el analizante hable, porque muchas veces,
el analizante insinúa, larga pistas, nos larga una fracesita, alguna metáfora,
alguna película que vio, etc., pero no nos habla francamente de su fantasía de
pasaje al acto, si es que la tiene por ahí. La insinúa, el analista tiene que
promover por todos los medios que esto sea hablado francamente en la sesión.
Pero eso no solo con respecto al suicidio, insisto sobre esto, también con
respecto a cualquier otra escena del pasaje al acto. Los golpes, las salidas
violentas, que se pueden ir perfilando en la vida de una persona. Es muy
importante la palabra, que el analizante hable, no sólo porque eso permite
analizar las cosas, sino porque hablar promueve a su vez la trama simbólica,
aún cuando la trama simbólica sea ahí problemática. También el hablar es otra
de las barreras elementales al goce. Si se trata de sustraerse del goce' del Otro,
que el analizante hable, es una segunda barrera básica con respecto a ese
goce del Otro que tiende a capturár al sujeto.
La tercera cuestión, que también forma parte de las cosas básicas, es lo
que hago espontáneamente frente a un paciente en una situación así.
Justamente, estas cosas que se hacen espontáneamente y que provocan a
veces que algún analista vaya después desesperado al control a contar, las
violaciones a las presuntas normas del psicoanálisis en que incurrió. Y yo diría
no. Estas cosas que salen espontáneamente en ese contexto muchas veces
tienen que ver con lo que la estructura misma ·provoca. Tienen un fundamento
teórico y son operaciones fundamentadas en la teoría, aunque surjan sin
ninguna apelación a un saber.
Uno demanda que el analizante concurra a sesión, es muy importante
lograr que el analizante acepte desplegar su fantasmática del pasaje al acto en
la escena del análisis. Es muy importante que acepte ese lugar para jugar su
cuestión, o por lo menos para hablar de ella. Y esto es bastante factible de
hacer si el analista se da cuenta e insiste. Insiste qué quiere decir? Que pide
que lo llame por teléfono, por ejemplo, le da curso a la preocupación.
Si uno se siente preocupado, ~1 analizante se va y uno dice, se va de acá y
ahora que hace?, no sabemos. Y bueno, uno le puede pedir que vuelva a tener
una sesión más tarde, que lo llame por teléfono, uno puede llamar ~1 paciente
por teléfono. Eso no está prohibido por el psicoanálisis, eso es psicoanálisis.
Solo que ésta es una concepción del psicoanálisis que trabaja con los tres
registros: lo real, lo simbólico, lo imaginario. Entonces uno sale de la
abstinencia, esa que es lo adecuado para otros momentos del análisis. Aquí la
abstinencia pasa por otro lado, pasa por el grado de medición y sensatez con el
qué uno tiene que jugar estas cosas. Pero la escena del análisis se prolonga.
La barrera entre la vida y el consultorio, se borra ahí. La posibilidad de la
llamada telefónica, y ahora vamos a ver porqué este punto. Hay que insistir en
la continuidad entre la escena fantasmática que se le va configurando al sujeto
que está al borde del pasaje al acto y la escena del análisis.
Eso tiende a romperse y eso es lo que uno tiene que mantener a toda
costa, esa continuidad. Uno tiene que estar metido dentro de la escena e
intentar que el analizante meta la escena en el análisis.
Qué está haciendo uno con esto? Uno está haciendo eso que se dice en
francés, que viene de Lacan, faire semblant, hacer semblante, solo que uno no
hace solamente semblante de objeto ª· uno hace semblante de muchas cosas
en la cura. A veces hace semblante de padre terrible, a veces de madre
receptiva, de inodoro también, sobre eso los kleinianos tienen una experiencia
descomunal, pero en este caso se trata de hacer semblante de Otro barrado,
de un Otro con deseo respecto de ese analizante.
El analista hace semblante a través del estar preocupado por ese
analizante, pero guarda una cierta distancia con esa preocupación. Es muy
importante remarcar el semblante, porque, por supuesto, si uno no logra dormir
de noche no está manejando muy bien las cosas, quiero decir, que una cosa es
hacer semblante y otra cosa es quedar pegado a eso, en una posición
maternal , de cuidado. Tiene que haber suficiente compromiso como para que
eso sea verdadero y no tanto como para que deje de ser hacer semblante.
Si en el pasaje al acto el Otro deja caer o abandona, acá se trata de no
dejarlo caer, de sostenerlo. Y después viene otro tipo de operación, si hasta
ahora se trataba de hacer una operación de semblante, de barradura del Otro,
la que les propongo comentar ahora es otra operación que se da a nivel
pulsional.
Es una operación de clivaje entre el sujeto y el objeto ª · Recuerdan que
decíamos que una de las condiciones del pasaje al acto es que el sujeto se va
identificando al objeto. Esta operación de clivaje es no solo para impedir que se
suicide, o para impedir que mate a alguien, sino también porque esto es muy
importante desde el punto de vista de la dirección de la cura, uno tiene que
operar acá para clivar estas dos cosas. (ver gráfico pag. )
¿Y cómo se hace para clivar al sujeto del ª?, Fíjense ustedes, de hecho es
una operación muy sencilla y nadie se salvó de hacerla de vez en cuando. Yo
les hablaba recién de la llamada telefónica. ¿A ustedes nunca les ocurrió que
un paciente les hablara de su voz? No de lo que ustedes le decían sino de su
voz, de que escuchaban su voz, o necesitan escuchar su voz, por ejemplo "me
tranquilizó", "me dio horror", "qué voz rara que tiene", etc. Bueno, qué está
pasando? Hay algo del orden de la pulsión que está en juego.
Ustedes saben que la voz es un objeto pulsional. Si el sujeto está
identificado al objeto, una llamada telefónica propone una separación, la voz
queda del lado del analista y el sujeto queda del otro lado. Es una invitación al
clivaje por el lado de una de las vías pulsionales, por la vía del sujeto y del
objeto. Y esa operación también se puede repetir a nivel de la mirada. Suele
ser bastante conveniente que el paciente que esté. en períodos donde esto se
configura se siente, que nos mire, no solo que se siente sino que nos mire.
Ofrecernos a la mirada.
Por un lado, en el plano pulsional, para sostener este clivaje, mientras más
haya del objeto del lado del analista, menos habrá del objeto del lado del
analizante. Este es el costado pulsional de la cuestión, el costado
reai.También, muchas veces hay algo que tiene que ver con lo imaginario . En
esas situaciones de duelo que les comentaba, cuando se produce esa
partic:.Jiaridad de la fragmentación corporal, el lugar del analista como sostén
de cuerpo unificado ayuda a mantener el soporte narcisista del sujeto en
estado de duelo. La mirada tiene una función importantísima. Así que eso que
uno espontáneamente hace, que es sentarlo al paciente frente a estas
situaciones, también es una operación importante.
Al ofrecer el objeto uno tiende a clivar, promueve el cl ivaje de este sujeto
identificado al objeto. Hay otra operación que se produce también a nivel de la
pulsión y del deseo, por .supuesto en el medio de todas estas cosas el sujeto
habla de lo que le preocupa, del duelo que va atravesando, ~i es que se trata
de un duelo, va hablando de las escenas que lo llevan a esa situación al borde
de la catástrofe, muchas veces no hay oportunidad de analizar, hay tiempos,
sesiones enteras, de semanas, meses, que uno tiene la sensación de estar
haciendo algo que no es exactamente un análisis. Pero no es así. Uno está
sosteniendo el análisis en una dimensión no interpretativa. Eso también forma
parte del análisis, eso también es parte del análisis. Los límites del análisis ya
no son solamente los sujeto neuróticos, que hablan, relatan sueños y uno le
interpreta. El límite del análisis a veces es una situación de urgencia. También
uno opera en esas circunstancias. Las conclusiones las pueden sacar ustedes
desde donde la práctica frente a estas situaciones ocurre. Y el sujeto, cuando
puede hablar, porque por momentos puede hablar y pasa al registro simbólico,
empieza a trabajar aquello que lo ocupa. su duelo, aquellas situaciones que
hicieron que solo mediante precipitaciones violentas pueda encontrar alguna
marca en el ser.
Estoy pensando en un paciente particular, alguien a quien solamente
mediante la violencia logra encontrar un lugar en el mundo. Uno va trabajando
muchas veces favorecido por estas operaciones mientras la palabra no
aparece o es dificultosa. Una persona puede tardar en empezar a hablar, pero
no hay que negarse a analizarlo mientras tanto. O sea, que, en verdad, todas
estas operaciones, además de sostener al sujeto y alojarlo en el Otro, tienen
alguna relación de orden estratégico con crear las posibilidades para lograr que
el sujeto pueda vincularse a su verdad. Que finalmente ese es el objetivo de
cualqu ier análisis. Es un trabajo que se potencia a medida que la palabra
puede ir poniéndose en juego.
Este poner al sujeto en relación a su verdad es el objetivo de cualquiera,
en cualquier circunstancia donde le toca intervenir, si se dedica al psicoanálisis.
Puede ser una sala de guardia, en la calle, y en ese hablar, por supuesto que
no es en la situación clásica donde el sujeto se ofrece a la interpretación, pero
hay otras modalidades que tienden a la manipulación de la situación
fantasmática del sujeto. Si tomamos en serio esa frase que es tan cierta de
Freud de que todo suicidio es un homicidio, bueno, lograr situar a quien mata,
cuando quiere matarse, o tratar de situar hacia quien va dirigida la violencia, o
hacia quien, o con respecto a quién se sitúa esoobjeto de desecho, esas cosas
son fundamentales para que el pasaje al acto, o las estructuras, o situaciones
previas que van configurando la escena del pasaje al acto permitan hacer
avanzar al sujeto en relación a la verdad.
Y en el medio de esa conversación, de ese punto donde uno puede hablar
con el analizante, puede analizarlo. Es muy importante favorecer aquellos
elementos que nos dan prueba de que el sujeto empieza a reubicar sus
cuestiones con el deseo. De repente el sujeto que esta al borde del marasmo,
empieza a contar algo que marca un punto de deseo, una pequeña escena,
· una ida al cine, un almuerzo al mediodía, puede ser a veces muy banal la cosa,
pero el analista tiene que meterse de cabeza con eso. Porque es ahí donde se
juega el deseo, de nuevo se cliva el objeto del sujeto.
Estas son algunas mínimas indicaciones que creo haberles comentado
acerca de cual sería en la teoría del pasaje al acto, cuales serían las
modalidades clínicas que como ustedes verán, una clínica implica una idea del
análisis, tal vez más amplia de la que se tiene cuando uno piensa en las cuatro
sesiones semanales y el paciente que asocia y el analista que interpreta.
NOTAS:
(1) Conjunción del 1: (Ideal del yo) con d(A): (el deseo del Otro) con el Otro sin barrar, o mejor
aún: 1 d(A) en el lugar de la barra del Otro lo que deja A: (el Otro) sin barra, es decir absoluto e
idealizado al extremo. ·
(2) Del costado del sujeto ponemos el objeto a entendido como resto al cual se identifica y
abrimos tres ejes en los cuales ubicamos el deseo con barra, o sea una aniquilación del deseo,
así como de su imágen especular i(a) también con barra, aplastada, así como su Ideal del yo. 1
también aplastado, por eso en los tres casos colocamos la barra como escritura del
aplastamiento.