Resúmen Psicopatología Infanto-Juvenil

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EL SUFRIMIENTO PSÍQUICO EN LOS NIÑOS EN LOS TIEMPOS ACTUALES –

INTERVENCIONES SUBJETIVANTES. Beatriz Janin

Los desarrollos tecnológicos: una conexión que puede dejar a los niños sin adultos.
Poder comunicarse casi instantáneamente con el resto del mundo amplía el
universo, abre caminos, permite una información al instante e inclusive facilita
sostener vínculos a distancia. Pero también trae aparejadas nuevos modos de
angustias y soledades.

Sitios como facebook muestran la intimidad expuesta y borran los límites entre lo
público y lo privado. El narcisismo y la existencia misma se sostienen en la
cantidad de seguidores que se tienen en la red, aunque no sepamos nada de ellos.

Un estudio reciente de la Kaiser Family Foundation descubrió que la gente joven de


edades comprendidas entre los 8 y los 18 años pasa en estos momentos más de
siete horas y media al día con los teléfonos, ordenadores, televisores y otros
artefactos electrónicos, en comparación con las menos de seis horas y media de
hace cinco años. Si a esto le añadimos el tiempo adicional que invierten los jóvenes
en mandar textos, hablar con sus teléfonos móviles o realizar múltiples tareas al
mismo tiempo tales como ver la televisión mientras se ponen al día en Facebook,
entonces la cantidad de horas sube a una media de un total de once horas
diarias.”

Con el WhatsApp uno puede saber si el destinatario del mensaje recibió la


información y hasta si la leyó y está escribiendo una respuesta. Y es frecuente
escuchar en las/los adolescentes la queja: “estaba conectado pero no me contestó”.
Todo se supone en un “ya ahora”, sin tiempo de reflexión. La urgencia domina la
actividad cotidiana y se piensa que todos estamos permanentemente pendientes de
los mensajes de los otros. Una cuestión que nos debe llevar a preguntarnos por los
efectos en las relaciones humanas de esta conexión permanente con las pantallas.
¿Cuáles son las desconexiones que acarrea? ¿O podremos estar con múltiples
relaciones simultáneas?

Las imágenes, sobre todo en la medida en que provengan de aparatos (diferente al


caso en que sean utilizadas por alguien como acompañantes de la expresión verbal)
no tienen en cuenta los tiempos ni las reacciones del niño. Lo dejan como
espectador pasivo frente a estímulos rápidos e incontrolables, generando la
confusión entre aquello que ellos generan y lo que les viene de afuera.

La incidencia de las pantallas en la estructuración subjetiva


Es diferente la visión del rostro humano, del cuerpo del otro, que viene acompañado
de sabores, olores, sensaciones táctiles y auditivas, a lo visual de las pantallas, que
no sólo estimula de un modo recortado sino que deja al niño pasivo frente a un
exceso de estímulos.
En las vidas virtuales no hay tiempo (o el tiempo es siempre inmediato) y la muerte
no existe (hay muchas vidas). Es decir, se replantea el tema de la castración: todo
es posible...Es uno el que domina la situación, el dueño de la escena, en una
especie de alucinación de la propia acción.
Así, es llamativa la omnipotencia que provoca el sentir que el mundo se maneja con
botones, que la muerte no existe, porque siempre puede haber más vidas y que uno
puede transformar todo y crear universos diferentes con sólo tocar una pantalla o un
teclado. ¿Qué nuevos efectos tiene esto? Ese niño que siente que es todopoderoso
con la máquina no puede ya todo en la escuela ni con sus pares. Si con la máquina
puede suprimir la presencia del adversario apagando un botón, en la vida los otros
no pueden ser apagados, siguen presentes con sus reclamos y sus demandas...

El filósofo italiano Franco Berardi considera que la constante excitación de la mente


por parte de flujos neuroestimulantes lleva a una saturación patológica, que
desemboca en dificultades para atender a un estímulo durante más de unos
segundos: “Los individuos no están en condiciones de elaborar conscientemente la
inmensa y creciente masa de información que entra en sus ordenadores, en sus
teléfonos portátiles, en sus pantallas de televisión, en sus agendas electrónicas y en
sus cabezas.”

El niño queda entonces solo frente a un exceso de estímulos que no puede


metabolizar, en un estado de excitación permanente. La motricidad, con el dominio
del propio cuerpo y del mundo, es una vía posible para tramitar esa excitación y
transformarla, pero el movimiento suele estar sancionado, lo que lleva a que el niño
quede acorralado entre el exceso de estímulos.

Más que un mundo de palabras, les ofrecemos un universo de imágenes, en


el que los flujos de información son muy veloces y en los que no hay tiempo para el
pensamiento, para la construcción de proceso secundario.

El lenguaje preexiste al individuo y por ende es algo a adquirir, a incorporar, pero


esa incorporación se da en un juego de pasiones.

Es claro que las máquinas no le hablan a uno, aunque hablen. No hay con quien
erotizar el lenguaje, como cuando el niño hace la...la y hay otro que le contesta del
mismo modo. Y tampoco hay posibilidades para el niño de intentar ver de dónde
sale la voz, como cuando intentan aferrar las palabras, tocando la boca del que
emite el sonido. ¿A quién señalar cada objeto e ir preguntando el nombre de las
cosas, frente al televisor? Y esto también habla de la diferencia de ver una película
o jugar con la computadora “con” el niño, acompañándolo en sus dudas y
experiencias, contestando sus preguntas, a dejarlo solo con máquinas.

La aceleración del tiempo: la urgencia toma todo


Cualquier dificultad debe encontrar su solución inmediata. No se considera que toda
situación tiene su historia, sino que impera el aquí y ahora, como si solo existiera el
presente. Esto supone una modificación de la idea de tiempo.
De este modo, se supone que el rendimiento de un sujeto durante los primeros años
de su vida determina su futuro, desmintiendo que todo niño, como sujeto en
crecimiento, está sujeto a cambios. Desmentida que lleva a coagular un proceso,
dificultando el desarrollo. Y suele aparecer la necesidad de resolver todo
rápidamente, sin dar lugar a la duda. Ese niño tiene que acomodarse ya a lo que se
espera de él, sin poner en juego el contexto.

El niño como consumidor: ser y tener como equivalentes


El consumo desenfrenado, se pueda o no consumir, aparece como parte del ideal
cultural, con la tendencia a llenar todos los vacíos con objetos. De este modo, los
vínculos quedan en segundo plano, no hay tiempo para desear o los deseos son
imperativos y cambiantes permanentemente, obturando el armado de fantasías. Lo
que importa es la posesión del objeto, más que lo que se pueda hacer con él. El
placer queda degradado a una satisfacción instantánea que tiene más que ver con
la pulsión de dominio (sobre el objeto y sobre el semejante que se lo provee) que
con un despliegue erótico.

Esto lleva a un estado de excitación permanente, en el que se busca acumular


posesiones más que profundizar vínculos o producir actos creativos. Y esto puede
llevar a actuaciones violentas, a querer apropiarse de cualquier modo de aquello
que sería el símbolo de la felicidad, que otorgaría poder o por lo menos un lugar de
reconocimiento. Lo que se intenta sostener es el narcisismo.

En relación al armado de deseos lo que predomina es la excitación sin contención.


Esto lleva a sensaciones de vacío que tienden a llenarse con más consumo, ya sea
de pantallas o de diversos objetos. Pero son objetos que se “caen” como tales, con
los que no se sostienen los deseos ni permiten la expresión de fantasías.

El individualismo y la competencia: el reemplazo del juego libre por la adquisición de


competencias.
Si un modo privilegiado de elaboración de situaciones difíciles es el juego dramático,
el que este tenga poco espacio dificulta aún más la tramitación del sufrimiento.

Muchos niños no juegan al football entre ellos, cuando tienen ganas, sino que van a
“la escuelita de fútbol”, no pintan tirados en el piso, sino que hacen un taller de
arte... Es decir, todo se plantea como aprendizaje regulado por adultos. Y el juego
libre está desvalorizado.

Es decir, se piensa una sociedad donde hay que luchar por un lugar en forma
despiadada y para ello hay que acumular competencias. Esto resulta en una presión
brutal para niños y padres y anula la creatividad, en tanto niega al juego ese lugar
fundamental de posibilitador de salidas creativas.

Todos tienen que saber lo mismo, todos tienen que poder realizar las mismas
acciones, olvidándose de la diversidad de las posibilidades humanas. Mientras
tanto, la infancia deja de ser el tiempo de juegos y cuentos, para convertirse en una
preparación para el “éxito” en una especie de jungla.

En tanto el jugar libremente está ubicado como una “pérdida de tiempo”, los niños
son sancionados cuando no pueden acomodarse a la situación exigida y juegan en
clase o cuando tienen que hacer la tarea.

La felicidad como exigencia: la desmentida del sufrimiento (dolor)


Estamos en una época en la que la felicidad ha pasado a ser una exigencia. Es muy
difícil tolerar el sufrimiento, propio y ajeno. La sociedad neoliberal necesita que todo
el mundo esté en condiciones de producir y consumir (sobre todo los niños y los
adolescentes) y para esto no se puede estar deprimido, o por lo menos, no
demasiado deprimido.

Hoy la enfermedad mental se muestra cada vez con mayor claridad como una
epidemia social o, más precisamente, sociocomunicativa. Si quieres sobrevivir
debes ser competitivo, y si quieres ser competitivo tienes que estar conectado,
tienes que recibir y elaborar continuamente una inmensa y creciente masa de datos.
Esto provoca un estrés de atención constante y una reducción del tiempo disponible
para la afectividad.

A la vez, en una sociedad en la que son difíciles los vínculos de cooperación y


solidaridad, hay una necesidad de que el sufrimiento sea ocultado, que el dolor no
se muestre. Así, se considera que los duelos tienen que ser rápidos y que los seres
humanos no tenemos derecho a estar tristes. Esto lleva a situaciones en las que se
les exige a los niños una rápida superación de todas aquellas situaciones que les
resultan difíciles y dolorosas, como separarse de los padres en la entrada al jardín
de infantes, o la pérdida de un juguete, o la muerte de un animal querido.

Estrategias de resistencia: el psicoanálisis y las intervenciones subjetivantes


Muchos niños vienen ya con un “diagnóstico”. Es decir, no se consulta con
preguntas sino con supuestos saberes adquiridos por el discurso de otros
profesionales, por la escuela o por la consulta a internet.

Muchas veces, estos “diagnósticos” son realizados de un modo en el que se


desconoce de entrada al niño como tal. O sea, se interroga a los padres con un
cuestionario armado de antemano, que pregunta exclusivamente sobre aquello que
se quiere encontrar y se observa al niño sin darle tiempo a establecer un contacto
con el entrevistador, sin tener en cuenta sus ritmos, sin pensarlo en relación a una
historia familiar y a un contexto.

Pero sabemos que un “sello” no es inocuo, que un niño se constituye a partir de la


imagen que los otros le devuelven, que los otros son espejos en los que se refleja y
son los que le brindan una imagen que lo captura y le otorga el “ser”.

Cuando un niño llega al consultorio y nos presentamos y le explicamos quiénes


somos y le preguntamos qué es lo que él quisiera cambiar, qué es lo que no le gusta
de lo que le pasa, si piensa que lo podemos ayudar en algo de eso, le estamos
dando de entrada un lugar como sujeto. Así, lo ubicamos como alguien que puede
decir sobre su sufrimiento, tenga la edad que tenga y del modo en que pueda, y esto
implica una intervención subjetivante, porque le devolvemos el lugar de ser humano
que padece y a quien no conocemos de antemano.

En este sentido, el psicoanálisis es una práctica subversiva, porque va contra de la


idea de sujeto del neoliberalismo, de una persona que más que ser un sujeto sea
una suerte de objeto de la sociedad de consumo.

El psicoanálisis tiene como fundamento la escucha del sufrimiento del otro, la


consideración del otro como sujeto e intervenciones que supongan el despliegue de
posibilidades que han quedado obturadas o que no se pudieron constituir. Por eso,
en los niños hablamos muchas veces de intervenciones estructurantes.

En el terreno de la clínica con niños, resistir a los mandatos de época supone que
todo niño sea ubicado en una historia y en un contexto familiar y social y que haya
proyectos, sueños y esperanzas que lo lancen hacia un futuro.

La primera entrevista con el psicoanálisis (Mannoni)


El psicoanálisis está diseminado en el vulgo (se usa en el lenguaje corriente), el
público confunde al psicoanalista con el psicotécnico, al psicosociólogo, el médico
psicosomático, el orientador profesional, etc.

Muchos creen que el psicoanalista va a influir, moralizar, estimular, razonar, que va


a actuar con sus palabras como con: un remedio, y mediante una especie de
sugestión, llevar al sujeto a que se comporte bien.

El psicoanalista no agrega algo nuevo, permite encontrar una salida a las fuerzas
emocionales encubiertas que están en conflicto, pero el que las debe dirigir es el
paciente mismo.
El psicoanálisis es y sigue siendo el punto de impacto de un humanismo que se
beneficia después de Freud, con el descubrimiento de los procesos inconscientes
que actúan sin que el sujeto lo sepa y limitan su libertad.

Las fuerzas de estos procesos inconscientes provienen del hecho de que se


arraigan en procesos primordiales de la eclosión de la personalidad que están
apoyadas en la función del lenguaje.

El psicoanálisis terapéutico es un método de búsqueda de verdad individual más


allá de los acontecimientos; la realidad de estos últimos, para un sujeto dado, sólo
adquiere sentido por la forma en que ha participado y se ha sentido modificado por
ellos.

El ser humano en el momento de su nacimiento debe enfrentar conflictos originados


en su impotencia real y en su insaciable deseo de amor y comunicación, se le
aparecen a través de pobres medios para calmar sus necesidades, ayudado por los
adultos, se ilusiona intercambiando el amor en encuentros corporales, trampas del
deseo. Él descubre el poder del encuentro más allá de las separaciones, en las
zonas erógenas que lo vinculan con el cuerpo del prójimo, en el efecto a distancia
de las sonoridades vocales del otro que mimetizan los contactos que el cuerpo ha
memorizado.

La función simbólica específica de la condición humana se organiza como lenguaje.


Este lenguaje portador de sentido, nos hace presente un objeto cuya existencia
original está revestida con sus penas y sus alegrías.

La especificidad de un psicoanalista está en su receptividad, su escucha. La forma


de escuchar es en el sentido pleno de la palabra y la persona logra por sí sola que
su discurso se modifique y asuma un nuevo sentido a sus propios oídos.

El psicoanálisis no da la razón ni niega, sin juzgar, escucha. Las palabras que los
pacientes utilizan son sus palabras habituales; sin embargo, la manera de escuchar
encierra un llamado a la verdad que los compete a profundizar su propia actitud
fundamental frente al paso que están dando y que muestra ser completamente
diferente a todo otro contacto con psicólogos, educadores o médicos, estos
responden a nivel del fenómeno manifestado del síntoma.

Para el psicoanalista lo que importa es lo que el síntoma significa para el que


actualiza el sentido fundamental de su dinámica y las posibilidades de futuro que,
para este sujeto, el presente prepara, preserva o compromete.

El psicoanalista permite que las angustias y los pedidos de ayuda de los padres o
de los jóvenes sean reemplazados por el problema personal y específico del deseo
más profundo del sujeto que habla, este efecto se logra con una escucha atenta y
no con su respuesta directa al pedido que se le hace de actuar para lograr la
desaparición del síntoma y cambiar la angustia.

Al suscitar la verdad del sujeto, el psicoanalista suscita al mismo tiempo al sujeto y a


su verdad, y en un segundo momento el sujeto descubrirá por sí mismo su verdad,
el lugar de la revelación de este segundo momento es la transferencia.

La transferencia es la relación imaginaria, al mismo tiempo consciente e


inconsciente, del psicoanalizado que demanda frente al psicoanalista testigo, que no
responde, y acepta los efectos reestructurantes de la historia del sujeto a través de
sus contratiempos patógenos. La transferencia es el medio específico de la cura
psicoanalítica, es el camino hacia la cura.

El rol del psicoanalista es el de una presencia humana que escucha, y de qué forma
el psicoanalista es formado para que su escucha produzca efectos mediante un
psicoanálisis, por lo general largo, y por la experiencia obtenida en tratamientos
realizados por él y controlados por un psicoanalista más experimentado.

Mannoni asegura que, donde el lenguaje se detiene, lo que sigue hablando es la


conducta.

El niño es quien soporta inconscientemente el peso de las tensiones e inferencias


de la dinámica emocional sexual inconscientes de sus padres.
Los síntomas de impotencia que el niño manifiesta constituyen un reflejo de sus
propias angustias y procesos de reacción frente a la angustia de sus padres.

A menudo su impotencia es la copia. La exacerbación, la extinción de los deseos,


activos o pasivos, de la libido (oral, anal o edípica) o la simbolización por parte del
niño de sus pulsiones endógenas son la respuesta complementaria a los deseos
reprimidos de padres insatisfechos en su vida social o conjugal, y que esperan de
sus hijos la curación o la compensación de su sentimiento de fracaso. Cuanto más
jóvenes son los seres humanos, mayor es el grado en que el peso de las
inhibiciones dinámicas experimentales directa o indirectamente a través de las
tensiones y el ejemplo de los adultos mutila el libre juego de su vitalidad emocional y
menores son sus posibilidades de defenderse en forma creativa. Los trastornos muy
graves del desarrollo psicomotor mental o de la salud, por ello llamados
psicosomáticos, de los niños muy pequeños, son las consecuencias de estas
relaciones.

Etapa oral, castración oral y trastornos psicotóxicos.


Etapa Oral: Fase de organización libidinal que se extiende desde el nacimiento al
destete y que está colocada bajo la primacía de la zona erógena bucal.
Placer de succión—independientemente de las necesidades alimenticias—es un
placer autoerótico.
Sujeto—todavía no tiene la noción de mundo exterior. Diferenciado de él.

Niño—ama, igual que a sí mismo, todo lo que se le mete en la boca y, por


extensión la nodriza o la madre, siempre ligadas necesariamente al placer de
mamar, y a las que se identifica en consecuencia:

La actitud frente al mundo externo va a conformarse en torno a este modelo


de relación amorosa. Desde el momento en que una cosa interesa al niño, se lo
llevará a la boca. Absorber el objeto, participar de él, implica el placer de
“tener”, que se confunde para el bebé con el placer de “ser”.

Poco a poco el bebé se identifica con su madre según un primer modo de


relación, que subsistirá toda la vida, si ella sonríe él sonreirá, si ella habla él
balbuceará.
Todo esto es la etapa oral en su primera forma: ETAPA ORAL PASIVA.

PERIODO ORAL ACTIVO:


*Comienza con la dentición.
*Morderá todo lo que tenga en la boca, los objetos. Y también el seno, si todavía la
mamá le da el pecho, y como el mordisco es su primera pulsión agresiva, la
manera en que se lo permita o no el objeto de amor es de primerísima
importancia.
Si se espera a este momento para comenzar el destete será considerado como
una consecuencia de la agresión—es decir—castigo impuesto bajo la modalidad
de frustración. (desde el pensamiento de F. Doltó)

Si hay un destete brusco y se priva al niño de su seno materno sin que haya todavía
desplazado su interés libidinal sobre otros objetos, arriesga a quedar fijado a
una modalidad oral pasiva.
Pensamiento en la etapa oral: Se puede inferir que la elaboración mental en él toma
la forma onírica pseudo alucinatoria.

LA NOCIÓN DE CASTRACIÓN SIMBOLÍGENA


En psicoanálisis, la palabra castración da cuenta del proceso que se cumple en
un ser humano cuando otro ser humano le significa que el cumplimiento de su
deseo con la forma que él querría darle, está prohibido por la Ley. Esta significación
pasa por el lenguaje, gestual, mímico o verbal.

CASTRACIÓN ORAL
Significa la privación impuesta al bebé de lo que constituye para él el
canibalismo respecto de su madre: el destete.
Esta castración culmina con el deseo y en la posibilidad de hablar y por tanto
en el descubrimiento de nuevos medios de comunicación.
Destete—implica que la madre también acepta la ruptura del cuerpo a cuerpo
en que el niño se hallaba. Esta castración oral de la madre—implica que ella misma
es capaz de comunicarse con su hijo de otra manera que dándole de comer.
La madre misma alcanza un placer aún mayor hablándole a su hijo.

Lo que esta castración promueve en el inconsciente y en el psiquismo del bebé


son posibilidades de relación simbólica.

Importante que la madre permita a su hijo ser tan feliz en los brazos de otro
como en los suyos, que le permita entrar en la sonrisa y en la expresión de
lenguaje con otros diferentes de ella.

La castración oral para el niño es la separación respecto de una parte de él


mismo que se hallaba en el cuerpo de la mamá—traslada por un tiempo, sus
pulsiones canibalísticas a sus propias manos, chupándose el pulgar, con la
ilusión de que así continúa estando el pecho de su madre.

Cuando se lo desteta, se lo priva de la alimentación que él mismo había hecho


elaborar en la madre y que era suyo, al mismo tiempo que su boca se ve
privada de la relación táctil con el pezón y con el pecho, objeto parcial de la
madre pero que él creía suyo.

La mamá comienza a nombrar cada objeto que el bebé se lleva a la boca: acá
se ve obrar a la simbolización.

Efecto simbolígeno de la castración oral: introducción del niño a la relación con


el otro. Sólo después del destete propiamente dicho comienza a efectuarse la
asimilación de la lengua materna.

Inversamente una mamá que no habla a su hijo mientras le da de mamar


acariciándolo constantemente, por depresión, se muestra indiferente, no
promueve en el niño un destete favorable a la sociabilización ulterior, una
expresión verbal correcta.

TRASTORNOS PSICOTÓXICOS (Spitz)


Los define como los síndromes resultantes de la deformación de la relación
objetal durante el primer año de vida del niño. El comportamiento patológico de
la madre actúa en forma de toxina psíquica, proporcionando al niño estímulos
impropios.
Esta desviación de la conducta materna es siempre una forma de rechazo del
niño.

1)Rechazo primario manifiesto: El rechazo primario es un rechazo global a todo lo


sexual: maternidad, embarazo, acto sexual, sexualidad en sí. Rechaza al niño—no
como persona sino como producto de un acto repudiado. Por esto es el único
trastorno llamado anobjetal.

Teniendo en cuenta la constitución del niño la respuesta del mismo puede ser:

A-Shock Primario (Constitución Débil): Es la reacción del lactante débil de pocos


días a una mamá que no lo acepta.
Características:
*Es un niño con un instinto de succión de poca intensidad y pierde progresivamente
la capacidad de succionar. Esta incapacidad motora se extiende después a todo su
sistema motor. Esto da como resultado—pérdida generalizada del tono muscular.
Paulatinamente el niño entra en estupor y en letargo: Reacción de shock.
Tratamiento:
*Clínico Primero. Luego cuando se recupera hay que enseñarle a la madre cómo
estimular la boca del niño para que aprenda a mamar.
*Tratamiento individual para la madre.

B-Inversión del reflejo de succión (Const. Promedio):


*Protesta activa contra el rechazo materno.
*Reacciona ante la dificultad de comunicación con la madre empujando el
pezón con la lengua en forma enérgica y sacándolo de la boca. Echa hacia atrás
su cuerpo y se arquea.

Tratamiento:
*Terapia individual o familiar.

C- Vómitos y trastornos respiratorios (Constitución fuerte)


*Su constitución, más fuerte, le permite realizar la queja de esa forma.

2) Solicitud Ansiosa Primaria: Cólico de los 3 meses. La solicitud ansiosa primaria


es una manera específica de sobreprotección materna, debido a la compensación
de sentimientos inconscientes de culpa.

Características:
Es un niño sano que alrededor de la tercera semana de vida se torna un poco
inquieto. Esta inquietud aumenta al atardecer. Todos los días comienza a llorar.
Si se le da de comer se tranquiliza unos instantes. Ni el cambio de alimentación
ni los antiespasmódicos logran aliviar la situación. Estos cólicos se presentan al
atardecer y cesan a las 2 o 3 hs. El aumento de peso es normal. A los 3 meses
desaparece el síntoma tan inexplicablemente como apareció.

Para que un lactante padezca el cólico de los 3 meses:


1) Predisposición Genética
2) Factor desencadenante.
El niño constitucionalmente hipertónico está más tenso, capta más
estímulos—su necesidad de descarga aumenta y necesita mayor actividad. Bucal.
Su tensión aumentada se manifiesta a menudo con llanto. La madre que se
reprocha inconscientemente el no darle bastante amor al niño, interpreta el llanto
como señal de hambre y le da comida en lugar de amor. Así se satisface
temporalmente la necesidad de descarga oral—pero—se sobrecarga su tracto
gastrointestinal y se crea de este modo un nuevo estado de tensión y así se
establece un círculo vicioso.

¿Cómo se explica la remisión espontánea a los 3 meses?


Por el aumento en la motricidad del niño. La zona bucal deja de ser la única vía
de canalización de la tensión. Cuando el niño logra descargar energía por medio
de otros sentidos, exige menos satisfacción oral y el círculo vicioso se
interrumpe.

Tratamiento:
*Indicación de chupete
*reglamentar la alimentación.
*Tratamiento psicológico para la madre.

Es importante la capacidad de la madre para servir como yo auxiliar.

3) Mericismo o Rumiación: Es un trastorno psicosomático grave del primer año de


vida.
Rumiación: forma poco frecuente pero grave de regurgitación crónica que
causa detención del crecimiento y del aumento de peso. Se presenta en el segundo
trimestre del primer año.

Consiste en una regurgitación voluntaria de la leche recién tragada y cuajada,


alimento que el bebé en parte devuelve y en parte retiene en la boca, masticando
lentamente.
Si alguien se acerca el bebé interrumpe esta actividad. Es por la deprivación de un
objeto libidinal que le de cariño por lo que el infante recurre a una gratificación
autoerótica. Lo que lo diferencia de otras actividades autoeróticas es que recurre a
un mecanismo patológico.

El objeto real externo no le brinda el contacto necesario que le permitiese


diferenciarse y establecer luego una relación con él, crear su representación
interna y la constancia de objeto consecutivo.

Parece que, para el lactante, el bolo reemplazaría a la figura materna. Bolo y madre
—reúne condiciones similares: forma parte tanto de sí mismo del
niño como del mundo externo.
No está totalmente aislado ni fragmentado, no cae en el autismo.

Características de la madre:
*inmadura y dependiente, depresiva, obsesiva y hostil.
*Mamá infantil, incapaz de servir como yo auxiliar adecuado para su hijo. No le
proporciona los estímulos necesarios ni lo protege de los excesivos.

Tratamiento:
Si el trastorno se presentó en el hogar, la primera medida suele ser la internación y
un tratamiento médico- psicológico combinado.

4) Hostilidad materna disfrazada de angustia


Dermatitis atópica o Eczema.
Trastorno poco frecuente.
Se encontró que en la dermatitis atópica se producía sólo dentro de las
siguientes condiciones:
1) Relación madre- hijo perturbadas
2) Madre con personalidad infantil
3) La hostilidad reprimida inconsciente es intensa y se expresa por angustia
manifiesta.

A estas madres no les gusta tocar a sus hijos.


Conseguían que otras madres los cambien, los bañen y les dieran de comer.
Miedo de tocarlos. Les parecían que los bebés eran muy frágiles y vulnerables y
pensaban que con cualquier movimiento brusco podría dañarlos.
Ellas mismas, obedeciendo a estos impulsos reprimidos, a menudo provocan
situaciones de peligro.
Ejemplos: Una manifestación de la relación madre- hijo perturbada es por la falta de
la angustia del 8vo mes.: Esto prueba el retardo en el desarrollo afectivo de estos
bebés.

Tratamiento:
Placebos de cremas que obligan a la madre a tocar al bebé.

La desaparición del síntoma no significa curación. Esta primera manifestación


cutánea se constituye en un punto de fijación que predispone para afecciones
dérmicas futuras, pero también para enfermedades de otras localizaciones como el
asma. El antecedente de eczema en niños asmáticos es para el pediatra un signo
patognomónico.

Balanceo
Trastorno cualitativo y cuantitativo de la motricidad.
Se considera patológico sólo cuando se convierte en actividad principal y exclusiva.
Según el desarrollo neuromuscular es la posición en que este balanceo se
realizará.

Conducta de la madre: Su conducta oscila rápidamente entre el cariño y la


hostilidad. Son de caracteres histéricos, infantiles y pasionales. Tienden a las
exageraciones.

Las madres de un momento a otro pasan de la ternura al furor, de los besos al


castigo físico, etc.

*Si el balanceo se prolonga más allá del primer año debe interpretarse como un
signo de privación emocional.

Coprofagia y Juegos Fecales


Jugar con los excrementos: fenómeno normal, pasajero en el segundo año de
vida.
Primer año de vida: Juegos fecales y coprofagia: manifestación patológica
grave.

Esta manifestación patológica es el fruto de la repentina pérdida emocional de


una madre dedicada y cálida producida en un momento en que el proceso de
diferenciación y separación acaba de iniciarse.
Reincorporar las heces evacuadas es el equivalente simbólico de la madre perdida.

Hostilidad Consciente
Agresividad Hipertímica
No se observa en despliegue hasta después del primer año de vida: antes el niño
carece de capacidad física y motora para expresar su agresión.

Conducta materna:
La madre percibe la hostilidad conscientemente la cual procura neutralizar
deliberadamente mediante la demostración ficticia de cariño.
El hijo: objeto de satisfacción narcisista, no objeto de amor: es un producto de ella
misma. En el segundo año cuando ya caminan comienza la hiperkinesia. La
destructividad en aumento se extiende a los objetos y a los propios juguetes.

Etapa anal
La fase anal aparece aproximadamente al comienzo del segundo año de vida,
cuando la maduración neuromuscular va a permitir el control de esfínteres. El chico
va a ir tomando conciencia –y eso ya empieza a ocurrir desde el 6°, 7° y 8° mes- de
la salida del pis y la caca (primero de la caca y luego del pis; el pis es más
incontrolable, es lo segundo que se aprende). Luego el chico va adquiriendo la
maduración neurológica y muscular como para poder empezar a controlar
esfínteres, y luego –finalizando los 2 años- va a tener toda la contextura muscular,
neuronal y voluntaria como para poder defecar en la bacinilla.
Por el otro lado, en este mismo período del segundo año de vida, hay toda una
concientización e intencionalidad en la musculatura que le va a permitir la marcha, el
agarrar, romper, tirar; pero ya como actividades musculares intencionales,
fundamentalmente la de la marcha.

Es aquí donde se establece un conflicto básico, entre:

a) la satisfacción inmediata del deseo de expulsar o retener los excrementos, y de


ejercitar la actividad muscular en forma total y libre; y
b) el temor a la pérdida o al rechazo del objeto materno que es quien, en este
momento, está implantando o reforzando permanentemente todas las prohibiciones
que hacen a la necesidad del control de esfínteres y a la de la marcha.

También en esta etapa hace su aparición definitiva, y ya como estructura (al


comienzo del 3er. Año de vida), el Lenguaje, que va a tener que ver con la
formación de símbolos, etc.
Este es un momento de mucha importancia en cuanto a los logros que tienen que
ver con la Socialización del chico.

Psicodinamismos:
A) Desde Freud: él plantea que en este período se da un pasaje de la libido de la
zona oral a la zona anal, pasaje que no es total ni definitivo, sino que aparece como
zona erógena “predominante” la anal. Como habrán visto en “Tres Ensayos”, todo
instinto o pulsión tiene una fuente, objeto y finalidad... En esta pulsión pregenital
anal, la fuente: es la mucosa anal, el objeto: es el objeto primario madre y la
finalidad: es doble: pasiva y activa. En la fase Anal se dan 2 momentos:
1) Anal expulsiva y
2) Anal retentiva. Ambas se entremezclan ya que, para hablar del logro del control,
se tiene que dar un juego permanente de expulsión y retención.

Otra de las cosas que plantea Freud es que en este momento no podemos hablar
de masculino-femenino, sino que hablamos de activo-pasivo, y que las heces
representan, en el inconsciente del niño, el pene o el falo. Como también la
confusión del aparato genital y anal es muy intensa en este momento –aún no hay
una maduración definitiva-, las heces representarían bebes y el defecar sería
equiparable al parto. Por otro lado, en relación al objeto, estas heces pueden
representar regalo, o negación de regalo. Heces – pene –hijo – regalo.

En este período en relación al Objeto, se da una extrema ambivalencia –signo


característico de esta etapa-
B) Desde M. Mahler: planteamos en esta edad el Período de Separación –
Individuación.

C) Desde Winnicott: planteamos el período que va desde la Dependencia


Relativa hacia la Independencia.

Otros signos que aparecen son: la obstinación, oposicionismo, terquedad, rebeldía,


agresión, peleas, berrinches...que vamos a ir describiendo algunos de ellos. Cuando
hablamos de signos o síntomas, no nos referimos a un cuadro específico, sino que
estos signos tendremos que ver con que se asocian para ver si tienen mayor o
menor gravedad.

Berrinches: el berrinche no solamente tenemos que verlo desde la patología


máxima y mínima, sino que, en esta etapa del desarrollo evolutivo, es un aspecto
absolutamente normal, es una forma de descargar la ansiedad y de expresar la
autonomía. Entra dentro del campo de la psicopatología cuando es una expresión
de agresividad sin control. El chico grita, llora, destroza, muerde, rompe y siempre
acompañado de otros trastornos del sueño, la alimentación y la eliminación (control
esfinteriano). Parece como una crisis paroxística, donde no hay forma de controlarlo
desde afuera y, además, es repetitivo. Los berrinches constituyen un motivo de
consulta bastante habitual en este momento de la evolución. Todo esto tiene que
ver con la situación familiar en general, y con el vínculo materno-filial.

Oposición: Es típica de esta etapa. Es la etapa del “NO”. “NO” a todo. Hay que
tener mucho cuidado con este NO de la evolución normal, en la medida en que, si
somos demasiados permisivos, le damos al chico una sensación de total
incontinencia, y si somos demasiados rígidos le vamos preparando el terreno para
una instauración de un Superyó demasiado severo, con todas las consecuencias de
una represión excesiva y las dificultades de aprendizaje posterior a todo esto. En
este último caso estamos atacando la autonomía del chico. Empieza a ser signo de
patología, cuando el chico se opone sistemáticamente a cualquier tipo de actividad
propuesta, cuando es claro el intento de provocar las reacciones de irritabilidad
parentales, cuando busca a través de esas reacciones el castigo o va asociado con
los síntomas de trastornos del sueño, alimenticios y eliminatorios. Es muy claro ver
en un chico –en la consulta, en la hora de juego- cuando la oposición ha pasado ya
el límite de ser un signo evolutivo; genera contratransferencialmente, mucho deseo
de agresión, devolverles la agresión.

Peleas: Es otro aspecto evolutivamente normal, pero que puede convertirse en


signo patológico. En el chico hay una necesidad de pelea respetable que hace a la
necesidad de contacto con los otros. Son las peleas evolutivas normales que busca
el chico, como la oposición y el berrinche. Comienza a ser un signo patológico
cuando la ansiedad y la agresión es total y absolutamente incontrolada, con peligro
del otro y de sí mismo. El ataque de pelea ya no es un juego –sea con el adulto o
con sus pares- sino que no se miden las consecuencias y es extremadamente
sádico, del que pueden resultar lesiones hacia el otro o hacia sí mismo (p.ej. arrojar
una tijera. A los 2 años y 6 m. Un chico no tira una tijera a menos que su agresividad
esté totalmente descontrolada).

Estos tres aspectos son situaciones muy comunes en los motivos de


consultas.
El problema es determinar si realmente son desbordes de la situación, o son papás
que no soportan signos de autonomía claros en los chicos. Además, generalmente
se dan juntos, aunque puede suceder que el chico sea extremadamente bueno en el
jardín de infantes y con el hermano se da una situación en que haya que cuidarlo
permanentemente, porque puede romperle la cabeza contra la pared. Empieza
siendo una situación de pelea, como tiene cualquier hermano, y se convierte en una
situación de riesgo de uno de los 2 chicos; o puede ser que aparezca solamente el
BERRINCHE –que es individual- y que no aparezcan situaciones de pelea y que,
frente al grupo de pares, ante cualquier situación de pelea, se retraiga. Pueden estar
asociados o no. Generalmente una de las manifestaciones de este tipo de
situaciones, es que aparecen en algunas circunstancias y en otras no, y las
circunstancias son medianamente permanentes; puede ser en el jardín, puede ser
en la casa.

Castración umbilical (Doltó)


La primera separación se da en el nacimiento. Es la fundadora y la matriz de
posteriores castraciones. La modalidad es alegría y angustia.
El sentido que predomina es el auditivo, hay una repetición de su nombre y
significante en el mundo de sus padres. El lenguaje simboliza la castración del
nacimiento.
También está el sentido olfativo que es INCONSCIENTE. Es la localización de su
relación con la madre.

El nacimiento es obra de la naturaleza, pero su papel simbolígeno para el recién


nacido resulta indeleble, y sella con modalidades emocionales primeras su llegada
al mundo en cuanto ser humano, acogido según el sexo que su cuerpo atestigua por
primera vez, y según la manera en que se lo acepta tal como es, frustrante o
gratificante para el narcisismo de cada uno de los padres.

La cisura umbilical origina el esquema corporal en los límites de la envoltura


constituída por la piel, separada de la placenta y de las envolturas contenidas en el
útero.

La imágen del cuerpo se ve modificada por la variación brusca de las percepciones;


en particular la pérdida, para las pulsiones pasivas auditivas, del doble latido del
corazón que en el útero el niño oía.
A la par que la respiración y el grito del bebé que este mismo oye, entra en juego el
olfato (el olor materno) que es inconscientemente el primer impacto. La audición
prenatal amortiguada desaparece para dar paso a la audición intensificada de las
voces ya conocidas: la del padre, madre y parientes.

Esta pérdida de percepciones conocidas y este surgir de percepciones nuevas


constituyen lo que se llama el trauma del nacimiento, que es una mutación inicial
de nuestra vida y que sella con un estilo de angustia más o menos memorizado.

El niño recién nacido ha perdido, al nacer, la audición de su propio ritmo cardíaco tal
como él lo conocía. Aparece también la sensación de masa corporal, sometida a la
pesantez, y de las modalidades de manipulación de la que es objeto por las manos
que lo recogen; y el plano de la cama o el cuerpo de la madre sobre el cual el niño
reposa.

Entonces, el niño descubre percepciones de las que hasta entonces no tenía


noción: luz, olores, sensaciones táctiles, sensaciones de presión y peso, y los
sonidos fuertes y nítidos que hasta ahora sólo había percibido sordamente. El
elemento auditivo más destacado será, por repetición, su nombre; significante de su
ser en el mundo para sus padres. También significante de su sexo, porque es lo
primero que oye: “es una niña” “es un varón”.

Este nombre y calificación (de su sexo), son lanzados por voces animadas por la
alegría o por la reticencia, expresando la satisfacción o no del entorno, y cada día
descubrimos hasta qué punto los lactantes conservan, “engramadas” como cintas
magnéticas en algún punto de su córtex, estas primeras significaciones de alegría
narcisizante.
Así, es el lenguaje el que simboliza la castración del nacimiento que llamamos
castración umbilical.

Las sílabas primeras que nos han significado son para cada uno de nosotros el
mensaje auditivo símbolo de nuestro nacimiento, sinónimo del presente.

La castración de los padres es la inscripción del niño en el registro civil, que signa
su estatuto de ciudadano, suceda a sus padres lo que suceda. Una vez ingresados
los datos en el registro, el niño ingresa a una realidad de la que no podrá
desprenderse.

Hay dos fuentes de vitalidad simbolígena que promueve la castración umbilical: una
se debe al impacto orgánico del nacimiento en el equilibrio de la salud
psicosomática de la madre, y con ello de la pareja de cónyuges en su relación
genital; la otra es el impacto afectivo que la viabilidad del niño aporta, en más
narcisismo o menos narcisismo, a cada uno de los dos genitores, quienes van a
adoptarlo con las características de su emoción en el momento, y a introducirlo en
su vida como el portador del sentido que en ese momento él ha tenido para ellos.

Cuando el sexo y la apariencia del niño ha decepcionado a uno de sus padres,


consciente o inconscientemente, más aún si fuera a ambos, para este niño el vivir
está ligado a la culpabilidad.

Aquellos que han sido heridos por en su vida simbólica presentan precoces
trastornos relacionados con los agujeros que se han abierto a los intercambios
substanciales con el mundo exterior en el momento del nacimiento, o sea; la entrada
del tubo digestivo.

El efecto del nacimiento de un niño, con sus características sobre sus hermanos
mayores, hacen también que este niño haya aportado trastorno o alegría a sus
hermanos y hermanas mayores y que reciba de éstos una potencia o un
empobrecimiento de su deseo de vivir.

Castración oral
La separación es de una parte de su cuerpo que se hallaba en el cuerpo de su
madre. Aparición de dientes, etapa canibalística. El bebé quiere introyectar a la
madre, quiere tenerla dentro suyo y empieza por succionar el pezón.
El bebé tiene la ilusión de que creó el seno entonces en esta castración se lo
prohíbe y llora. Empieza a hacer sonidos con los cuales se da cuenta que la madre
viene.
La madre desaparece y el bebé lo vive como un terror. Entonces el objeto
transicional es el lenguaje porque ayuda a tolerar la ausencia.
Se da el destete que es la privación de algo que era suyo.
Hay un efecto simbolígeno, que es la separación de la presencia absoluta de la
madre. Entonces, se introduce a otros por modalidades del lenguaje.
El sentido olfativo permite el pasaje de la madre como objeto parcial mamario a un
objeto singular total/placer de la cercanía mediado por el olfato y remite al contacto
cuerpo a cuerpo.
Se da una simbolización por medio de la motricidad en actos útiles y lúdicos.

Esta castración es el segundo de los grandes renunciamientos típicos impuestos al


niño, la castración oral significa la privación impuesta al bebé de lo que constituye
para él el canibalismo respecto de su madre: el destete, y también el impedimento
de consumir lo que sería veneno mortífero para su cuerpo, o sea la prohibición de
comer aquello que no es alimentario y que sería peligroso para la salud o la vida.

Esta castración, cuando es juiciosamente dada, culmina en deseo y en la posibilidad


de hablar, y por lo tanto en el descubrimiento de nuevos medios de comunicación,
en placeres diferentes, con objetos cuya incorporación no es o ha dejado de ser
posible.
El destete implica que la madre también acepta la ruptura del cuerpo a cuerpo en el
que el niño se hallaba, y que había pasado del seno interno a los senos lactíferos y
al regazo, en absoluta dependencia de su propia presencia física. Esta castración
oral de la madre implica que ella misma es capaz de comunicarse con su hijo de
otra manera que dándole de comer, tomándole sus excrementos y devorándolo con
besos y caricias; en palabras y gestos, que son lenguaje.
La castración oral tanto del niño, del bebé destetado, como de la madre, también
ella privada de su relación erótica, donante, con la boca del niño, como igualmente
de su relación erótica táctil y prensiva con el trasero de éste, se prueba por el hecho
de que la madre misma alcanza un placer aún mayor hablándole a su hijo, guiando
sus fonemas hasta que se hacen perfectos en la lengua materna, tanto como su
motricidad en lo que respecta a tomar y arrojar los objetos que ella entrega y
recoge, en un comienzo de lenguaje motor.

Lo que esta castración ha promovido en el inconsciente y en el psiquismo de su hijo


son posibilidades de relación simbólica.
No se debe olvidar que el cuerpo a cuerpo de una madre con su bebé es erotizante.

El destete impone una etapa diferente, de mutación, de comunicación para el placer,


a distancia de cuerpo a cuerpo: una comunicación gestual que ya no es posesión
del niño, y que lo deja identificarse con su madre en su relación con los demás y con
el medio circundante.
Lo importante es que ella permita a su hijo ser tan feliz en los brazos de otro como
en los suyos, que le permita entrar en la sonrisa y en la expresión del lenguaje con
otros diferentes de ella.

Desde el punto de vista pulsional y objetal, la castración oral es para el niño la


separación respecto de una parte de él mismo que se hallaba en el cuerpo de la
madre. Él se separa de este objeto parcial, el pecho de la madre, pero también del
alimento lácteo, para abrirse e iniciarse en un alimento variado. Renuncia a la ilusión
del canibalismo respecto de ese objeto parcial que es el pecho de la madre.

Hay un destete fallido en el niño que sigue ilusinándose con una relación con la
madre mediante la instauración de una relación autoerótica entre su boca y sus
manos.
Cuando se lo desteta, se lo priva del alimento que él mismo había hecho elaborar en
la madre y que era suyo, al mismo tiempo que su boca se ve privada de la relación
táctil con el pezón y el pecho, objeto parcial de la madre pero que él creía suyo.
Y el niño llena el agujero abierto que crea la ausencia del pecho con su dedo pulgar.

La separación del destete es progresiva y la madre distribuye el placer parcial que


liga la boca al pecho en el conocimiento sucesivo de la tactilidad de otros objetos
que el niño se mete a la boca. El niño se habla a sí mismo cuando está solo,
primero con lalaciones y luego en modulaciones de sonoridad, como oyó a su madre
hacerlo con él y otros.

Se ve obrar a la simbolización: si la madre está atenta a poner en la boca del niño,


ya desde ese momento (hacia los tres meses), durante los minutos que siguen a la
mamada y que preceden al sueño, cualquier cosa que sus manos puedan coger y
que él se pone en la boca, en lugar del pecho. Si le procura las palabras que
significan lo que de este modo él experimenta con la tactilidad, por ejemplo: “Esto es
el sonajero, es frío, es metal, es hueso, es el dedo de papá” todas estas palabras,
cuando ella no está, hacen que la rememore y busque repetir los sonidos que la
acompañaban y que pueda probar a actuar como ella lo hace con los pequeños
objetos de su vida común.

El efecto simbolígeno de la castración oral es la introducción del niño, en cuanto


separado de la presencia absolutamente necesaria de su madre, a la relación con
otro.

Sólo después del destete comienza a efectuarse la asimilación de la lengua


materna, por grupos de fonemas secundando sensaciones y emociones.

Es importante que tras cada mamada, en el momento en que el niño, muy animado
antes de dormirse, gusta de entablar ya una conversación, la madre le nombra
todos los objetos que él se pone en la boca, indica su nombre, su gusto, su color.

En el niño destetado (entre los 6 y 8 meses), empiezan a salir los dientes. Asistimos
en el niño al advenimiento de un lenguaje modulado, no gramatical todavía, que
alcanza su mayor intensidad hacia los 18 meses. De este modo el niño es capaz de
manipular a las personas de su entorno a la distancia. Su boca ha heredado su
destreza manual, su lengua manipula fonemas que son signos de deseos y
sentimientos que él quiere comunicar.

Si la madre practica intercambios mímicos y verbales con su hijo, a distancia, el niño


goza y aplaude con las manos. Lanza gritos de contento, y se siente de lo más feliz
si la madre añade una canción para modular con él la alegría que experimenta y que
él manifiesta golpeando aquello que manipula según un ritmo que le es propio.

El niño no se aburre porque los frutos simbólicos de la castración oral ya han hecho
de él un individuo humano, que posee una vida interior relacionada con las alegrías
de su madre, asociada a su propia alegría.

Al mismo tiempo que la mamada (cumplimiento de la necesidad), el niño


experimenta una satisfacción erótica, a la vez olfativa y seudo canibalística, por obra
de la prensión del pecho entre sus mandíbulas.
El niño, que ya no dispone del pecho y se alimenta con biberón, se ve sometido a la
ausencia de aquella erótica olfativa que acompañaba a su canibalismo imaginario,
aun cuando la prensión y la succión, en el momento del destete y del paso al
biberón, sigan aportándole la satisfacción que antes conocía.

El destete puede constituir un acontecimiento euforizante para el bebé y para la


madre, sobre un fondo conocido de comunicación substancial y de imagen funcional
de succión. El niño y la madre conservan juntos lo que sigue siendo específico de su
vínculo psíquico, manifestado por su presencia conjugada. Es lazo sensoriopsíquico
para el bebé el olor del cuerpo de la madre próxima, su voz, su vista, su mirada, sus
ritmos, todo lo que se desprende de ella para él cuando lo tiene en sus brazos y que
él puede percibir en el contacto cuerpo a cuerpo.

Pero, una madre que no habla a su hijo mientras le da de mamar acariciándolo


constantemente, o que, mientras le presta cuidados, por depresión, se muestra
totalmente indiferente, no promueve en el niño un destete favorable a la
socialización ulterior, a una expresión verbal y una motricidad correcta.

Castración anal
Se produce un segundo destete, que es una separación entre el niño y su madre.
Hay una adquisición de la autonomía (niño como sujeto). Tolerancia parental sino
adiestramiento. Mayor control, motricidad, diferente a control de esfínteres.
Prohibición de todo “actual dañoso”. Cuerpo, otros, objetos, animales.
Descubre que las prohibiciones son aseguradoras, si trasgrede, sufrimiento real.
Padres respetuosos del niño, sus bienes y reducen las prohibiciones a partir del
éxito.

Hay dos acepciones del término castración anal. La primera que se designa como
un segundo destete, es sinónimo de la separación entre el niño, ahora capaz de
motricidad voluntaria y ágil, y la asistencia auxiliar de su madre para todo lo que
constituye el “hacer” necesario para la vida en el grupo familiar: es la adquisición
de la autonomía, “yo solo”, “yo, tú no”. Esta castración asumida por el niño
depende de la tolerancia parental al hecho de que el niño, día tras día, desarrolla su
autonomía dentro del espacio de seguridad ofrecido a su libertad a través de lo útil,
del juego, del placer.

El niño, que se está haciendo sujeto, deja de ser un objeto parcial retenido en la
dependencia de la instancia tutelar, sometido a su posesividad y a su total vigilancia
(para la alimentación, el aseo, el acostarse).

La otra acepción del término castración anal es la prohibición significada al niño de


todo actuar dañoso, de hacer a otro lo que no le gustaría que el otro hiciera. Es el
acceso a decir que valoriza el comercio relacional entre las personas reconocidas
como dueñas de sus actos, y como placer tiene que ser recíproco y libre. En lo cual
esta segunda acepción está íntimamente articulada con la primera.

Sólo es posible hablar de castración anal si el niño es considerado sujeto, aunque


su cuerpo sea todavía inmaduro y sus actos jamás sean confundidos con la
expresión del sujeto en él, mientras no haya adquirido la total autonomía de su
persona en el grupo familiar.

La castración anal, entonces, es la prohibición de dañar su propio cuerpo, así como


el mundo inanimado y animado que rodea el triángulo inicial padre-madre-hijo, por
acciones motoras, de arrojamiento, peligrosas o incontroladas. Se trata de la
prohibición del crimen y del vandalismo, en nombre de la sana armonía del grupo; al
mismo tiempo que la iniciación en las libertades del placer motor compartido con
otro, en una comunicación de raíz en el lenguaje gestual en la que cada uno se
complace en concordarse con los demás. Este control de las pulsiones motrices
dañinas, esta iniciación al placer de la comunicación basada en el lenguaje y al
control de la motricidad, a la mesura y al dominio de la fuerza, empleada en
actividades útiles y agradables, todo esto permite al sujeto advenir al cuidado de sí
mismo.

En la castración anal, se sitúa en el niño la primera motricidad de la que tiene


pruebas que es agradable para él mismo y para la madre, puesto que ella viene a
cambiarlo y se lleva lo que él ha producido.

El ha comido de mamá por un placer ligado al canibalismo imaginario y expulsa


ahora lo que, de mamá, por placer, se des-corporiza de él en excreciones sólidas y
líquidas. Lo que él toma y expulsa, lo que él recibe y da es una mamá imaginaria,
mientras que la madre real le ha dado el objeto alimentario parcial y le sustrae el
objeto digestivo excremencial.

La madre orienta al niño a dominar él mismo su motricidad, pero no solamente la


excremencial. Es decir que el niño se vuelve continente cuando logra el dominio
motor de sí mismo, para su buen entendimiento con el código del lenguaje motor de
los seres animados del mundo exterior. La castración anal es posible solo cuando
hay identificación motriz con el objeto total que representa cada uno de los padres y
de los hermanos mayores en su motricidad intencional observable por el niño.

La castración anal solo puede ser dada si los padres son realmente respetuosos del
niño y de sus bienes, si lo educan prestando confianza a la inteligencia y a la vida
en devenir de este hombrecito o mujercita, si dejan amplio margen a su iniciativa, si
reducen día a día el número de prohibiciones que le han sido impuestas, en la
medida de su desarrollo y de las experiencias adquiridas: algunas veces, al precio
de transgreciones de las órdenes parentales, riesgosas, pero que se convierten en
éxitos cuando el niño sale de ellas sin incidente.
El trabajo compartido, la actividad motriz de finalidad utilitaria, los juegos con los
padres, actividades en que cada cual obtiene placer intercambiando palabras
referidas a lo que se hace y a lo que el niño sabe hacer, todo esto duplica el placer
de la acción en el niño y lo prepara para una total autonomía por introyección
contínua de un saber-hacer conjugado con la palabra, y también con el cariño entre
él y el adulto.

La conducta de aquellos adultos que evidencian un deseo de controlar las


necesidades de los niños acaba convirtiendo a muchos de ellos, conduciendolos a
utilizar la retención para complacer o disgustar al adulto exigente.

El niño toma sus excrementos porque son el primer objeto parcial (mamaizado) que
puede encontrar dentro de su espacio; pero si tiene juguetes, objetos que se
interese en manipular, no se ocupará de sus desechos.

Una castración anal sanamente dada, es decir, centrada en la valorización de la


motricidad manual y corporal, permitirá al niño sustituir los placeres excremenciales
por la alegría del hacer, de manipular los objetos de su mundo.

La castración anal permite la obtención de un dominio adecuado y humanizado de la


motricidad. Ella es el desfile que le va a permitir (o no) la sublimación de las
manifestaciones excremenciales bajo la forma del hacer industrioso y creativo.

Ante un fracaso, el niño siempre necesita palabras que le expliquen su causa, sin
censurarlo, y lo reconcilien así con su intención, “desmagicizando” el peligro que ha
corrido y que creyó puesto ahí intencionalmente por sus padres.

Esta castración debe enseñar al niño la diferencia entre lo que es su posesión, de la


que es enteramente libre, y lo que es la posesión del otro, cuyo uso para él debe
pasar por la palabra que demanda a otro prestarle objetos de los que él querría
disponer, y que acepta que este otro se los rehúse.

Imagen inconsciente del cuerpo (Doltó)


La imagen del cuerpo va evolucionando y todo se reduce al deseo. Pero éste
encuentra obstáculos que son:
-El objeto está prohibido.
-El sujeto no tiene el deseo suficiente.
-El objeto está ausente.

El deseo es el que mueve en las distintas etapas, las zonas erógenas. Una vez que
lo conseguís, querés más.
El deseo desborda siempre a la necesidad. La madre mediatiza la ausencia de un
objeto. Mediante el lenguaje calma al lactante. El objeto transicional por excelencia
es el lenguaje.

Cuando la madre le quita el seno, la palabra hace que la boca recupere su poder de
deseo. El niño necesita que el pecho no esté para poder hablar porque el deseo se
constituye con la prohibición.

Los niños que desde un primer momento cuentan con el amor y la presencia de su
madre, no van a necesitar objeto transicional.
Las palabras para el bebé son objetos transicionales sonoros que mantienen en su
memoria.

Encopresis: defeca en lugares poco comunes.


Voz materna: promesa de que va a venir.
Los olores de la materia fecal tranquilizan al bebé porque es una promesa de que la
madre lo va a cambiar.

Digo la palabra “mamá” y aparece. La palabra trae y provoca un efecto químico.

El sentido del yo se desarrolla a medida que el “sí mismo” se experimenta. La madre


no está, percibe que la madre es algo separado de su cuerpo.

Una característica de la primera infancia, es el autismo primario normal, donde el


niño percibe a la madre como algo que continúa.

Las castraciones posibilitan la simbolización porque se desarrolla el lenguaje y es el


ingreso al mundo del adulto. El fruto de las castraciones es un objeto humanizante.
En la castración oral, el fruto es el acceso a un lenguaje. En la castración anal, el
fruto es una destreza física, manual y acrobática. También la socialización. El niño
puede colocarse en el lugar del otro y además, se promueve una relación viva con el
padre.

La castración simbolígena es dada por alguien en el que el niño tiene confianza. La


castración edípica tiene el fruto de la adaptación a la sociedad. Abre un camino a la
sublimación porque el deseo se satisface en un fin socialmente aceptado. No solo
deseo erótico.
Al final de esta etapa el niño vive para complacer a su familia y compañeros.

Entonces, la castración es un progreso que se cumple cuando otro ser humano le


significa que el cumplimiento de su deseo con la forma en la que él quiera, está
prohibida por la ley.
La palabra se toma de la confusión del sujeto entre la dura prueba a sufrir y este
riesgo imaginario a ser mutilado.
Las palabras permiten la simbolización de un goce pasado.

La castración puede desembocar en una perversión o sublimación. La perversión es


una satisfacción que se da por medio del sufrimiento (sadismo o masoquismo).

Si hay sublimación, es porque hubo castración. Las castraciones superadas


constituyen el lenguaje.

Castración umbilical: primera separación del cuerpo. Se da una variación brusca de


las percepciones. Es la condicionante para las castraciones ulteriores. Hay una
pérdida de percepciones conocidas para conocer percepciones nuevas. Trauma de
nacimiento.
El nombre simboliza la castración de nacimiento. El nombre golpea al oído del bebé.
También se da una castración a los padres, que ocurre en el momento de la
inscripción del niño al registro civil.

El nacimiento de un bebé despierta las castraciones de los hijos mayores por la


huella mnémica.

Destete: privación del canibalismo. Culmina en el deseo porque se le dice que no.
Castración anal: 2do destete. Empatía. Prohibir al niño de todo actuar dañoso. Es
posible hablar de c. anal SOLO si el niño es considerado sujeto.

Erotismo anal (Freud)


Tomo IX
Nos llama la atención, en la infancia de estas personas, el comportamiento de una
cierta función corporal y de los órganos que en ella participan.
Estas personas sobresalen por mostrar las siguientes tres cualidades: son
particularmente ordenadas, ahorrativas y pertinaces.
«Ordenado» Incluye tanto el aseo corporal como la escrupulosidad en el
cumplimiento de pequeñas obligaciones y la formalidad. Lo contrario sería:
desordenado, descuidado.

El carácter ahorrativo y la pertinacia se entraman con mayor firmeza entre sí que


con la primera, el carácter «ordenado»; son también la pieza más constante de todo
el complejo, no obstante es innegable que las tres se copertenecen.

De la historia de estas personas en su primera infancia se averigua con facilidad


que les llevó un tiempo relativamente largo gobernar la incontinencia alvi
{incontinencia fecal} y aun en años posteriores de la niñez tuvieron que lamentar
fracasos aislados de esta función. Parecen haber sido de aquellos lactantes que se
rehúsan a vaciar el intestino cuando los ponen en la bacinilla, porque extraen de la
defecación una ganancia colateral de placer;^ en efecto, indican que todavía años
más tarde les deparó contento retener las heces, y recuerdan, si bien antes y más
fácilmente acerca de sus hermanitos que de su persona propia, toda clase de
ocupaciones inconvenientes con la caca que producían .
Entonces, la zona anal ha perdido su significado erógeno en el curso del desarrollo.

Los genitales, boca, ano, uretra merecen el nombre de «zonas erógenas». Las
magnitudes de excitación que llegan de estos lugares no experimentan el mismo
destino todas ellas, ni en todas las épocas de la vida. Sólo una parte favorece a la
vida sexual; otra es desviada de las metas sexuales y vuelta a metas diversas,
proceso este que merece el nombre de «sublimación».

Desde los 5 años hasta las primeras exteriorizaciones de la pubertad (en torno del
undécimo año), se crean en la vida anímica unas formaciones reactivas, unos
poderes contrarios; como la vergüenza, el asco y la moral.

El erotismo anal es uno de esos componentes de la pulsión que en el curso del


desarrollo y en el sentido de nuestra actual educación cultural se vuelven
inaplicables para metas sexuales; y esto sugiere discernir en esas cualidades de
carácter que tan a menudo resaltan en quienes antaño sobresalieron por su
erotismo anal. Los resultados más inmediatos y constantes de la sublimación de
este.

El aseo, el orden, la formalidad causan toda la impresión de ser una formación


reactiva contra el interés por lo sucio, lo perturbador, lo que no debe pertenecer al
cuerpo.

El lactante puede mostrar una conducta porfiada ante la deposición de las heces y
que la estimulación dolorosa sobre la piel de las nalgas que se enlaza con la zona
erógena anal es universalmente empleada por la educación para quebrantar la
pertinacia del niño, para volverlo obediente.

En verdad, el dinero es puesto en los más íntimos vínculos con el excremento


dondequiera que domine, o que haya perdurado, el modo arcaico de pensamiento:
en las culturas antiguas, en el mito, los cuentos tradicionales, la superstición, en el
pensar inconciente, el sueño y la neurosis

El interés originariamente erótico por la defecación está destinado a extinguirse en


la madurez.

La herencia y etiología de las neurosis


Las influencias etiológicas tienen que ver con el origen, la causa. Los agentes
provocadores son el medio, un hecho, algo que pasa en el entorno.
Se sitúa al lado de la histeria, la neurosis obsesiva. Al situarla al lado es porque algo
cercano hay. Se ubica como una afección autónoma e independiente.
La histeria y las obsesiones se hallan enlazadas íntimamente. La histeria y neurosis
obsesiva forman el primer grupo de neurosis estudiada por Freud.
En las etiologías de las neurosis hay diferencias entre sí. Hay 3 posiciones dentro
de las neurosis: condiciones, causas concurrentes y causas específicas.
Las condiciones son indispensables para la producción de la afección que se trate
pero su naturaleza es universal y se encuentra en la etiología de muchas otras
afecciones- lo heredado, la predisposición.
Las causas concurrentes no son indispensables para que se produzca una
enfermedad determinada, pero colaboran en la causa de otras afecciones.
Las causas específicas son tan indispensables como las condiciones, pero no
aparecen más que en la etiología de la afección.

En la patología de las grandes neurosis la herencia representa un papel de una


condición. La herencia está presente en la condición.

Las causas específicas colaboran pero su importancia está en que éstas actuando
sobre un individuo sano, no producen ningún efecto patológico. Influyen pero no
producen. Mientras que su acción sobre una persona predispuesta, hará surgir la
neurosis. Si no hay una predisposición, no surge. Puede despertar algo
predispuesto.

Las causas concurrentes o accesorias de las neurosis podemos enumerar todos los
agentes vulgares encontrados en estos: emociones morales, agotamiento somático,
enfermedades agudas, accidentes traumáticos, surmenage intelectual (estrés).
Ninguna va a entrar en la etiología de la neurosis, con el origen sólo tiene que ver el
condicionamiento. Van a desempeñar la función de agente provocador. Despiertan
algo que está dormido. La neurosis estaba latente y los agentes la pueden despertar
enlazandose a ella con un interés práctico.

Las causas concurrentes vulgares pueden reemplazar a la etiología específica pero


jamás sustituirla completamente. En algunos casos, los factores etiológicos
indispensables no bastan para provocar la neurosis. La herencia no basta para
provocarla. Resultando así que durante mucho tiempo puede mantenerse un estado
de salud normal.
Cualquier agente neural puede ayudar a despertar la neurosis.

Cada una de las neurosis tiene como causa una perturbación particular en la
economía nerviosa y se conoce como origen común la vida sexual del individuo pero
subordinados a la herencia, vuelve. Las influencias sexuales están en todas las
neurosis.
La economía es como uno regula la energía.
La neurosis de angustia tiene ataques de miedo, temblores, diarrea crónica,
insomnio. Todo esto se revela en la actividad sexual. Coinciden en perturbar el
equilibrio en las funciones psíquicas y somáticas a la vez el acto sexual.
Esta neurosis puede prescindir de la concurrencia de una disposición hereditaria.

Se percibe un síntoma a través de la asociación libre.

El origen está constituido por un suceso de la vida sexual del individuo.

La vida sexual ofrece dos caracteres de importancia. La etiología específica de la


histeria está constituida por una experiencia de pasividad sexual anterior a la
pubertad. Se da la combinación entre histeria y neurosis obsesiva.
No se consigue despertar la huella física del suceso sexual precoz si no es por
medio de la más enérgica presión del proceso analítico y en lucha con una enorme
resistencia.
Es necesario arrancar trozo a trozo y mientras se despierta en el icc, se despierta en
él una emoción tan grande que es difícil de fingir.

Cuando la pubertad queda desarrollada, la reactividad de sus órganos sexuales se


desarrolla a un nivel inconmensurable. A causa de la transformación de vida de
pubertad, se reanima una frecuencia que no estaba desarrollada, con una fuerza
superior. Vuelve resignificada por el saber corporal de hoy.

La neurosis obsesiva proviene de una causa específica análoga a la de la histeria.


En la neurosis obsesiva hay un suceso sexual precoz acaecida antes de la pubertad
cuyo recuerdo es activado en esta época o después de esta.
En la neurosis obsesiva, se trata de un suceso que ha causado placer. De una
agresión sexual inspirada por el deseo o de una gozosa participación de las
relaciones sexuales.

Las ideas obsesivas reconocidas por el análisis en su sentido íntimo, reducidas a su


más simple expresión, no son sino reproches que el sujeto se hace por el goce
sexual anticipado, si bien son reproches figurados por una labor psíquica icc.

El efecto de la huella mnémica queda. De grande esa huella se revive y se repite de


manera deformada. La repetición tiene que ver con más allá del principio de placer.
Tres sucesos: el fort-da, la neurosis traumática de guerra y transferencia.

Lo que uno no puede elaborar simbólicamente, lo repite. Se vuelve a un estado


inorgánico, un estado inanimado.
Más allá del principio de placer (Freud)
I.
El decurso de los procesos anímicos es regulado por el principio de placer (pérdida,
AP deseante, búsqueda del objeto perdido, repetición/desplazamiento). En todos los
casos lo pone en marcha una tensión displacentera y su resultado final coincide con
una disminución de aquella, con una evitación de displacer o una producción de
placer. Placer y displacer dependen de la cantidad de excitación presente en la vida
anímica y no ligada: el displacer corresponde a un incremento de esa cantidad, y el
placer a una reducción de ella.
El aparato anímico se afana por mantener lo más bajo posible, o al menos
constante, la cantidad de excitación presente en él. (sobre los mecanismos psiq).
El principio de placer se deriva del principio de constancia (disminución de la
cantidad, tramitación por descarga, representación de descarga (curación),
homeostasis, trauma: carga excesiva). Sin embargo existen también fuerzas que
contrarían este principio.
Es incorrecto hablar de un imperio del principio de placer sobre el decurso de los
procesos anímicos, en el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer,
pero otras fuerzas lo contrarían, el resultado final puede tender al displacer.
Existen dos rupturas/inhibiciones por dentro del principio de placer: este es
reemplazado por el de realidad, se pospone la satisfacción y se tolera el displacer; o
el displacer surge de los conflictos y escisiones producidos en el aparato mientras el
yo recorre su desarrollo hacia organizaciones más complejas, las rep. inconciliables
son separadas del yo por la represión que les corta, al comienzo la posibilidad de
alcanzar la satisfacción.

II.
Se llama neurosis traumática a un estado que sobreviene tras accidentes con
riesgo de muerte. El cuadro de la neurosis traumática se aproxima al de la histeria
por presentar en abundancia síntomas motores similares; pero lo sobrepasa, por lo
regular, en sus indicios de padecimiento subjetivo.

En la neurosis traumática común se destacan dos rasgos: la causación se sitúa en


el factor sorpresa, en el terror y que un daño físico o herida contrarresta la
producción de la neurosis. La angustia designa cierto estado de expectativa frente al
peligro y preparación para él, aunque se trate de un peligro desconocido. El miedo
requiere un objeto determinado presente. El terror se produce cuando se corre un
peligro sin estar preparado: destaca el factor sorpresa.

El sueño de los neuróticos traumáticos reconduce al enfermo a la situación de su


accidente de la cual despierta con renovado terror [función del sueño alterada]. El
enfermo está fijado psíquicamente al trauma. La función del sueño resultó afectada
y desviada de sus propósitos. Ahora pasa a ser un intento de cumplimiento de
deseo.

Freud observa el juego infantil, un niño jugaba a arrojar lejos de sí todos los
pequeños objetos que hallaba a su alcance. Y al hacerlo decía con expresión de
satisfacción "o-o-o-o", que significaba “fort” (se fue). El niño jugaba que sus juguetes
"se iban". Al tirar su yoyo, desaparecia y este decía "n-o-o-o", luego tiraba del hilo,
apareciendo así el yoyo mientras y decía “da” (acá está). Este era el juego
completo.
La mayor parte de las veces no realizaba el juego completo (lo cual sería
placentero), sino que repetía el primer acto (fort). Esta interpretación fue certificada
con otra observación, en la cual, luego de que su madre se ausentó muchas horas,
fue saludada por el niño diciendo “bebé o-o-o-o”, durante la soledad el niño había
encontrado hacerse desaparecer a sí mismo.

El juego simbolizaba su renuncia pulsional (renuncia a la satisfacción pulsional) de


admitir sin protestas la partida de la madre. Se satisfacía escenificando, con los
objetos de su alcance, ese desaparecer y regresar de su madre. Si la partida de la
madre era desagradable ¿Cómo se concilia con el principio de placer que repitiese
en calidad de juego esa vivencia penosa?
Se pueden hacer varias interpretaciones: jugaba a la partida porque era condición
previa de la gozosa reaparición, la cual contendría el genuino propósito del juego,
aunque la mayoría de las veces sólo jugaba a la partida; en la vivencia era pasivo,
era afectado por ella, ahora se ponía en un papel activo repitiendola como juego, a
pesar de que fue, vuelve activo lo que vivió pasivo; el acto de arrojar el objeto para
que se vaya, quizás es la satisfacción de un impulso, sofocado por el niño en su
conducta, a vengarse de la madre por su partida (no te necesito, te echo).

Cuando el niño repitió en el juego una impresión desagradable, se debió a que la


repetición iba conectada a una ganancia de placer de otra índole, pero directa. Bajo
el imperio del principio de placer existen medios y vías para convertir en objeto de
recuerdo y elaboración anímica lo que es displacentero.

III.
El médico dedicado al análisis deduce, reconstruye y comunica en el momento
oportuno lo icc oculto para el enfermo. El psicoanálisis era un arte de interpretación
pero como no se solucionaba la tarea terapéutica, se planteó otro propósito: pedir al
enfermo a corroborar la construcción mediante su propio recuerdo.

El centro de gravedad recayó en las resistencias, el arte consistía ahora en


describirlas a la brevedad, mostrarlas y por medio de la influencia humana moverlo
a que las resigne. Se hizo claro que devenir cc lo icc no podía alcanzarse por ese
camino., El enfermo no puede recordar todo lo reprimido, se ve forzado a repetir lo
reprimido como vivencia presente, en vez de recordarlo.

Esta reproducción tiene por contenido un fragmento de la vida sexual infantil y, por
tanto, del complejo de Edipo, se escenifica en el terreno de la transferencia en
relación con el médico.

La neurosis original se sustituye por una nueva neurosis de transferencia. A esta


repetición la llamaremos compulsión de repetición. Lo reprimido no ofrece
resistencia a la cura sino que aspira a invadir a la cc. La resistencia proviene de los
mismos sistemas de la vida psíquica que en su momento llevaron a cabo la
represión. Eliminamos esta oscuridad poniendo en oposición el yo coherente y lo
reprimido.

En el interior del yo es mucho lo icc lo que puede llamarse el "núcleo del yo"; solo
una pequeña parte la llamaremos preconciente. La resistencia del analizado parte
de su yo, designamos la compulsión de repetición a lo reprimido icc. (3 versión,
luego del icc dinámico y descriptivo). La resistencia del yo cc y prec está al servicio
del principio de placer, quiere ahorrar el displacer que se excitaría por la liberación
de lo reprimido, nosotros queremos conseguir que ese displacer se tolere invocando
el principio de realidad.

Lo que la compulsión de repetición hace re vivenciar provoca displacer al yo, saca a


luz mociones pulsionales reprimidas. Esta clase de displacer no contradice al
principio de placer, es displacer para un sistema y satisfacción para el otro.

La compulsión de repetición devuelve vivencias pasadas que no producen placer,


tampoco en aquel momento pudieron ser satisfacciones, ni siquiera de las
emociones pulsionales reprimidas. Los neuróticos repiten en la transferencia todas
ocasiones indeseadas y situaciones afectivas dolorosas, remojandolas.

Nada de eso pudo procurar placer; la acción de pulsiones que estaban destinadas a
conducir a la satisfacción, en aquel momento no lo produjeron, sino que conllevaron
displacer. Se la repite a pesar de todo; una compulsión se esfuerza a ello. Eso
mismo que el psicoanálisis revela en los fenómenos de transferencia de los
neuróticos puede encontrarse también en la vida de las personas no neuróticas. En
estas hace la impresión de un destino que las persiguiera, y desde el comienzo el
psicoanálisis juzgo que ese destino fatal era autoinducido y estaba determinado por
la temprana infancia.
La persona parece vivenciar algo pasivamente sustraído a su poder, a despecho de
lo cual vivencia una y otra vez la repetición del mismo destino. En la vida anímica
existe una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio de placer.
Los fenómenos de la transferencia están al servicio de la resistencia del yo,
persistente en la represión; la compulsión de repetición, que la cura pretendía poner
a su servicio, es ganada para el bando del yo, que quiere aferrarse al principio de
placer.
IV.
El aparato anímico tiene un sistema precc-cc, donde llegan las percepciones del
mundo exterior y las sensaciones de placer y displacer que se originan en el interior
del aparato. Se encuentra en la frontera entre lo exterior y lo interior.

Estas sensaciones y percepciones que llegan no dejan huellas en el sistema cc, la


cc surge en reemplazo de la huella mnémica. El sistema cc se singulariza por la
particularidad de que en él, el proceso de excitación no deja una alteración
permanente de sus elementos, sino que se agota en el fenómeno de devenir
consciente. Imaginemos una vesícula de sustancia estimulable, su superficie vuelta
hacia el mundo exterior se diferencia por su ubicación y sirve como órgano receptor
de estímulos.

Por el persistente ataque de estos estímulos externos contra su superficie, se forma


una corteza que ofrece las condiciones más favorables para la recepción de
estímulos y ya no puede modificarse. En el sistema cc, esto significa que el paso de
la excitación ya no puede recibir ninguna alteración permanente en sus elementos,
están modificados al máximo.

Esta vesícula sería aniquilada por la acción de los estímulos del mundo si no
estuviese provista por una protección antiestimulo. La obtiene cuando su superficie
más externa se vuelve inorgánica, y opera apartando los estímulos, como una
membrana. Hace que las energías del mundo exterior puedan propagarse solo con
una fracción de su intensidad a los estratos. Para el organismo vivo, la tarea de
protegerse contra los estímulos es más importante que la de recibirlos; está dotado
de una reserva energética y transforma la energía.

Los órganos sensoriales, además de recibir acciones estimuladoras específicas,


tienen particulares mecanismos preventivos para la protección contra volúmenes
super grandes e inadecuados de estímulos. La vesícula viva está dotada de una
protección anti estímulo frente al mundo exterior. El estrato cortical es un órgano
para la recepción de estímulos externos. Este, más tarde será el sistema cc, y
recibe también excitaciones desde adentro; la posición del sistema entre el exterior
y el interior, y la influencia desde un lado y desde el otro, se vuelven decisivas para
su operación y la del aparato anímico como un todo.
Hacia afuera hay una protección anti estímulo; hacia adentro, la protección es
imposible, y las excitaciones se propagan de manera directa y no reducida,
produciendo sensaciones de placer y displacer. Las excitaciones provenientes del
interior serán por su intensidad y caracteres cualitativos.

Esta constelación determinará dos cosas: la prevalencia de las sensaciones de


placer y displacer sobre los estímulos externos; y cierta orientación de la conducta
respecto de las excitaciones internas que produzcan demasiado displacer. Se
tenderá a tratarlas como si no obraran desde adentro, sino desde afuera, para poder
aplicarles el medio defensivo de la protección antiestimulo.

Serán traumáticas aquellas excitaciones externas que poseen la fuerza suficiente


para perforar la protección antiestimulo, lo que provocará una perturbación
energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa. En un
primer momento el principio de placer quedará abolido entonces, se deberá dominar
el estímulo, ligándose psíquicamente a fin de conducirlos, después de su
tramitación.

El Displacer específico del dolor corporal se debe a que la protección antiestimulo


fue perforada en un área limitada. Y entonces, desde este lugar afluyen al aparato
anímico excitaciones continuas, que por lo regular solo podrían venirle del interior
del aparato. Es movilizada la energía de investidura energética a fin de crear una
investidura energética de nivel correspondiente. Se produce una enorme
"contrainvestidura" y se produce una parálisis u otra operación psíquica.

Un sistema de elevada investidura en sí mismo es capaz de recibir nuevos aportes


de energía fluyente y "ligarlos" psíquicamente. Cuanto más alta sea su energía
ligada propia, tanto mayor será también su fuerza ligadora y cuanto más baja su
investidura, menos capacitado estará el sistema para recibir energía afluente.

En el aparato psíquico pueden ocurrir dos cosas frente a los estímulos que se le
presentan: la energía inviste a una huella y se liga (no perturba) o la energía irrumpe
y rompe la cadena de representaciones. Si esto último ocurre, el aparato psíquico
intentará ligar para poder conducir su tramitación de acuerdo con el principio de
placer. La compulsión a la repetición tiene como función ligar la excitación.

La neurosis traumática es el resultado de una ruptura en la protección antiestimulo


(terror, peligro de muerte). El terror tiene falta de angustia (esta conlleva a la
sobreinvestidura de los sistemas que reciben primero el estímulo). A raíz de esta
investidura más baja, la protección antiestimulo se rompe más fácilmente.
La angustia constituye la última protección antiestimulo. Si en la neurosis traumática
los sueños reconducen al enfermo a la situación en que sufrió el accidente, es
visible que no están al servicio del cumplimiento de deseo, cuya producción
alucinatoria devino la función de los sueños bajo el imperio del principio de placer.
Estos sueños buscan recuperar el dominio sobre el estímulo por medio del
desarrollo de angustia cuya falta causó la neurosis traumática. Esto es
independiente del principio de placer, muestra una función del aparato psíquico más
originaria que el propósito de ganar placer y evitar el displacer. Es una excepción a
la tesis de que el sueño es el cumplimiento del deseo.

Los sueños traumáticos ya no pueden verse como cumplimiento de deseo. Más bien
obedecen a la compulsión de repetición, que en análisis se apoya en el deseo de
convocar lo olvidado y reprimido. Las neurosis de guerra podría tratarse de neurosis
traumáticas facilitadas por un conflicto en el yo.

Las posibilidades de contraer neurosis se reducen cuando el trauma es


acompañado por una herida física. La violencia mecánica del trauma liberaría el
quantum de excitación sexual, cuya acción traumática es debida a la falta de
angustia; y, por otra parte, la herida física simultánea ligaría el exceso de excitación
al reclamar una sobreinvestidura narcisista del órgano doliente.

V
Las excitaciones que ingresan al aparato sin el resguardo de la protección,
adquieren la mayor importancia económica y dan lugar a perturbaciones. Las
fuentes de esa excitación interna son las pulsiones: los representantes de todas las
fuerzas eficaces del interior del cuerpo que se transfieren al aparato anímico.

Las mociones pulsionales obedecen al proceso móvil. En el icc las investiduras


pueden transferirse, desplazarse y condensarse. Se llama proceso psíquico primario
a la modalidad de estos procesos que ocurren en el icc, a diferencia del proceso
secundario, que rige nuestra vida normal de vigilia.

Debido a que todas las mociones pulsionales afectan a los sistemas icc, obedecen
al proceso psíquico primario; y por otra parte, este se identifica con la investidura
móvil y el proceso secundario con las alteraciones de la investidura ligada. La tarea
de los estratos superiores del aparato anímico sería ligar la excitación de las
pulsiones que entra en operación en el proceso primario. El fracaso de esta ligazón
provocaría una perturbación análoga a la neurosis traumática; sólo tras una ligazón
lograda podría establecerse el principio de placer.
Las exteriorizaciones de una compulsión de repetición muestran en alto grado un
carácter pulsional y se encuentran en oposición al principio de placer. En el caso del
juego infantil, el niño repite la vivencia displacentera porque mediante su actividad
consigue un dominio sobre la impresión intensa que el que era posible en el
vivenciar pasivo. Cada nueva repetición parece perfeccionar ese dominio; pero la
repetición de vivencias placenteras será bastante para el niño.

En el adulto la novedad es condición de goce, la repetición no. En cambio, en el


niño se muestra firme a la repetición. La repetición, el reencuentro de la identidad,
constituye una fuente de placer. En el análisis la compulsión de repetición de la
transferencia se sitúa más allá del principio de placer. El enfermo se comporta de
manera infantil, muestra que las huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias de
tiempo primordial subsisten en estado no ligado y son insusceptibles de proceso
secundario.

La compulsión a la repetición es un carácter universal de las pulsiones. Una pulsión


es un esfuerzo, inherente a lo vivo, de reproducir un estado anterior que lo vivo
debió resignar bajo el influjo de fuerzas perturbadoras externas.

VI
Las pulsiones sexuales son llamadas así por su relación con los sexos y con la
función de reproducción. Con la tesis de la libido narcisista y el concepto de libido, la
pulsión sexual se convirtió en Eros, que procura esforzar las partes de la sustancia
viva unas hacia otras y unirlas; y las llamadas pulsiones sexuales aparecieron como
la parte de este Eros vuelta hacia el objeto.

Eros actúa desde el comienzo de la vida como "pulsión de vida", entra en oposición
con la "pulsión de muerte" nacida por la animación de lo inorgánico.

Llamamos pulsiones yoicas a aquellas orientaciones pulsionales que podían


diferenciarse de las pulsiones sexuales dirigidas al objeto; pusimos las pulsiones
yoicas en oposición a las pulsiones sexuales.

Más tarde entramos en el análisis del yo y aclaramos que una parte de las pulsiones
yoicas es de naturaleza libidinosa y toma por objeto al yo propio. Estas pulsiones de
autoconservación narcisistas debieron computarse, entonces, entre las pulsiones
sexuales libidinosas. La oposición entre pulsiones yoicas y pulsiones sexuales se
convirtió en la que media entre pulsiones yoicas y pulsiones de objeto, ambas de
naturaleza libidinosa. Pero en su lugar surgió una nueva oposición entre pulsiones
libidinosas (yoica y de objeto) y otras que están en el interior del yo y quizá puedan
indagar en las pulsiones de destrucción. La especulación convirtió esta oposición en
la que media entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte.

VII
“…El principio del placer es entonces una tendencia que está al servicio de una
función: la de hacer que el aparato anímico quede exento de excitación, o la de
mantener en él constante, o en el mínimo posible, el monto de la excitación…”.
Funciones del aparato anímico: «ligar» las mociones pulsionales que le llegan,
sustituir el proceso primario que gobierna en ellas por el proceso secundario,
trasmudar su energía de investidura libremente móvil en investidura
predominantemente quiescente . La ligazón es un acto preparatorio que introduce y
asegura el imperio del principio de placer. La ligazón de la moción pulsional sería
una función preparatoria destinada a acomodar la excitación para luego tramitarla
definitivamente en el placer de descarga.

Los procesos no ligados, los procesos primarios, provocan sensaciones mucho más
intensas en ambos sentidos que los ligados, los del proceso secundario. Además,
los procesos primarios son los más tempranos en el tiempo; al comienzo de la vida
anímica no hay otros.

Hemos discernido cómo una de las más tempranas funciones del aparato es ligar
las mociones pulsionales que le llegan, sustituir el proceso primario por el
secundario, de energía libre a tónica. La transposición, donde no es posible advertir
el desarrollo de displacer, mas no por ello queda derogado el p.p. Separemos
función y tendencia. El p.p. es una tendencia al servicio de una función: el principio
de inercia. Dicha función participaría de la aspiración más universal de todo lo vivo a
volver atrás, hasta el reposo del mundo inorgánico. La ligazón sería una función
preparatoria destinada a acomodar la excitación para luego tramitarla en el placer
de la descarga.

El principio de placer parece estar directamente al servicio de las pulsiones de


muerte; monta guardia contra estímulos externos, pero especialmente a los de
adentro, que apuntan a dificultar la tarea de vivir.

Apuntes clase 8/6:


Antes todo giraba en torno al deseo y en una terapia se buscaba hacer cc lo icc. En
este texto eso se dejó de lado. Empezó a girar todo en torno a los obstáculos que se
oponen a la cura, se centró en la pulsión y compulsión repetitiva. Los obstáculos son
las resistencias.

Freud cita a Bárbara Lou, que tiene que ver con el principio de Nirvana; borrar las
barreras del individuo, olvidarte de quien sos, tu profesión, etc. Al olvidarte de estas
características, uno se integra en el todo y alcanza el principio de nirvana que tiene
que ver con el todo, el cosmos. Toma este término que tiene que ver con la muerte.
Es un estado que se alcanza olvidando quien sos. Se logra con el budismo, el yoga.

Aprender a morir se refiere a aniquilar las barreras que nos dividen y nos hacen ser
un individuo. Quien no aprendió a morir, muere contra su voluntad, como los
síntomas en la neurosis obsesiva (ritual), hay cosas que son más fuertes que uno
mismo.
Los vivos provienen de los muertos porque hay una herencia filogenética. Se
heredan cosas que tienen que ver con lo sociocultural. Es una eterna caravana
donde arrastramos conocimiento que proviene de nuestros antepasados.

Estado de quietud y felicidad. Hay tensión y lo que quiere el individuo es la


descarga.
Hay que desear para vivir. Es vital pero es demandante. El deseo va en busca de un
objetivo, te motoriza hacia.

Freud enuncia el principio de nirvana como una tendencia a la reducción, a la


constancia. El principio de constancia es que descargamos la tensión porque antes
hubo una carga. Todo el tiempo estamos descargando y cargando tensión.
Tiende a mantener la cantidad de excitación a un nivel tan constante como sea
posible (un equilibrio).
Si no fue descargado donde tenía que ser descargado, va a surgir la sintomatología.
Va a haber un disfraz para descargar.

La repetición tiene que ver con la compulsión. En la repetición tiene que ver con el
masoquismo.

Repetimos algo que no nos pertenece. Uno repite el miedo del otro, es hablado por
el discurso del otro.

Recordar, repetir y reelaborar (1914)


El olvido de sucesos y escenas se reduce a una retención de los mismos. Lo que se
olvida no desaparece. En la terapia psicoanalítica sale a la luz algo que estaba
olvidado. Uno recuerda lo olvidado para que eso desaparezca.
Cuando uno cuenta algo del pasado, lo ve con los ojos del presente.

El analizado no recuerda nada de lo olvidado ni reprimido, lo vive de nuevo, no lo


reproduce como recuerdo sino como acto. Lo repite sin saber.

Repetir es una manera especial de recordar. Se repite algo que no se pudo


entender en el momento.
Todas las cosas que el paciente quiere llevar al acto, en una terapia se trata de que
lo lleve a lo psíquico.

La mejor manera de frenar la compulsión repetidora está en el manejo de la


transferencia. El paciente pone en acto escenas que no puede recordar. Que las
ponga en terapia, va a hacer que deje de ponerlas en su vida. Le damos al paciente
una resignificación al síntoma. Se sustituye una neurosis vulgar (que el paciente se
maneje en su vida con cosas que no puede manejar) por una neurosis de
transferencia. Va a dejar de actuar con sus relaciones, va a dejar de repetir eso y lo
repite con el terapeuta con una neurosis de transferencia.

Más allá del principio de placer (1920)


Las histerias sufren de reminiscencia (recuerdo poco claro). Un hecho puntual del
pasado que marcó una huella, desde el presente icc se remonta a ese evento. La
noción de repetición ocupa un lugar central y va a someter a discusión los
conceptos fundamentales de su teoría. Freud somete a discusión lo que venía
diciendo hasta el momento.

La compulsión a la repetición es un proceso de origen icc en el cual el sujeto se


sitúa activamente en situaciones penosas repitiendo experiencias antiguas. Un
acontecimiento que no pudiste elaborar, lo repetís en la acción porque no fue
llevado al terreno de lo simbólico.

Los fenómenos de repetición presentes en la sintomatología, el síntoma reproduce


en forma disfrazada ciertos elementos del pasado. La sintomatología es subjetiva.
Los ceremoniales en los obsesivos.

En la transferencia se ve como los recuerdos reprimidos afloran a través del acto y


es puesto en el analista por amor u odio.
En este texto no se rechaza que a través del síntoma se busca el deseo, pero lo que
puede ser deseo para un sistema (yo), para otro puede ser masoquismo (superyó).

El texto se divide en dos partes: en la primera época las preguntas giraban en torno
al deseo y en cómo cura el psicoanálisis (1895-1919), en la segunda época todo va
a estar centrado en la pulsión y las preguntas son cuáles son los obstáculos que se
oponen a la cura (que son las resistencias).

En la primera tópica era hacer cc lo icc y en la segunda tópica se detiene en la idea


de donde el ello era, el yo debe advenir. O sea, el ello es el que contiene las
pasiones, el yo debe venir a poner un límite.

El concepto de pulsión surge para dar cuenta de eso que es más fuerte que yo. Es
cuando alguien repite algo y no sabe por qué. Es icc.
En la 1° tópica es difícil identificar las resistencias pero tampoco puede decirse que
éstas provienen de la cc. No es lo mismo decir que el icc no resiste, que decir que
las resistencias son icc.
Del precc no provienen las resistencias, este se maneja con el lenguaje. Lo precc es
fácilmente cc.

Como no se puede ubicar a las resistencias, se genera la 2°: donde se ve que las
resistencias provienen del yo, el cual tiene una parte icc.
Todo esto lo desarrolla en el yo y el ello. En el yo y el ello (1923) no contradice al pp
de placer. Expone que ser cc es un término descriptivo que se basa en la
percepción más inmediata y segura. La experiencia nos muestra que un elemento
psíquico (percepción) no es por lo general duraderamente cc. Por el contrario, la cc
es un estado inminentemente transitorio.
Una representación cc en un momento dado no lo es ya en el inmediatamente
ulterior aunque pueda volver a serlo bajo condiciones dadas, pero en el intervalo
hubo de ser algo que ignoramos (terreno del icc). Saltamos de un estado de cc a
otro (por ejemplo, alguien menciona un objeto como un celular, y los que estén
escuchando van a pensar en eso, a los segundos menciona otro objeto como una
taza, y cuando estén pensando en la taza, se olvidan del celular).
La cc se maneja por percepciones.

Aceptar que existen procesos de gran energía que sin llegar a ser cc, pueden
provocar en la vida anímica las más diversas consecuencias algunas de las cuales
llegan a hacerse cc bajo nuevas representaciones.

Lo reprimido es para nosotros el prototipo del icc pero vemos que nos presenta dos
clases de icc: lo icc latente (que es capaz de traer a la consciencia) y lo icc
reprimido (incapaz de consciencia).

El yo opone resistencias a todo contacto con lo reprimido y trae dificultades. Vemos


en el análisis que el paciente tropieza con obstáculos. O sea, cuando uno se acerca
a lo reprimido las asociaciones cesan. En el yo también hay algo icc, esa parte es la
que sale al choque con la resistencia. Hay un yo coherente (cercano a la cc) y un yo
reprimido (icc).
Todo lo reprimido es icc, pero no todo lo icc es reprimido. La parte icc del yo no es
latente en el sentido del precc. Entonces hay un tercer icc, que está ubicado en el
yo, el no reprimido.

Freud cita a Groddeck y dice: “aquello que llamamos nuestro yo, se conduce en la
vida pasivamente, somos vividos por poderes innatos e invencibles”.

Hay una carga, se busca la descarga, se busca la estabilidad (economía). Si el


principio de placer existiese la mayor parte de nuestros procesos psíquicos tendría
que presentarse acompañado de placer o conducir a él.
Hay un goce masoquista en la repetición. El goce es quedarse en esa repetición
constante.

El fin es alcanzable pero no del todo, aproximadamente.


Cuando hay algo que no podés alcanzar, lo alcanzas mediante un rodeo; cambias el
pp de placer por el pp de realidad.

Todo placer neurótico es un placer que no puede ser sentido como tal. Por ej el
deseo incestuoso.

La neurosis traumática lo que busca es volver a algo.

El sueño no es tanto el cumplimiento de deseo, más bien con las tendencias


masoquistas del yo. EJ: veterano sueña con la guerra.

El enfermo repite lo reprimido como un suceso actual en vez de recordarlo como


algo del pasado.

En la transferencia se ponen en juego rasgos de la vida sexual infantil y se repite.


Se cambia una neurosis vulgar por una de transferencia; se repite en el encuadre
pero no en la vida.

Mucha parte del yo es icc, la parte del yo que es susceptible de cc está ligado al
precc. La resistencia del analizado parte del yo (la parte icc).

La resistencia del yo (cc e icc) se halla al servicio del pp de placer porque se trata
de ahorrar el displacer causado por la libertad de lo reprimido.
Cuando lo reprimido sale a la luz, el yo se opone.

La compulsión a la repetición hace vivir de nuevo y produce disgustos al yo. Va a


sacar a la superficie funciones de los elementos reprimidos, este es un placer que
no contradice al pp de placer. Hay un carácter demoníaco en los juegos infantiles
porque el niño repite un suceso desagradable, porque con esta repetición domina la
violenta impresión y la va a experimentar mucho más completa de lo que antes fue
posible.

En el fort-da el niño arroja un juguete y juega él a estar fuera (desaparición y


aparición).

El enfermo se conduce mediante la compulsión a la repetición cuando las huellas no


están en estado de ligadura.
La pulsión es una tendencia propia del orgánico vivo del estado anterior, el niño que
juega trata de reconstruir un estado orgánico que lo sobrepasó.

El máximo placer que nos es concebido en el acto sexual está ligado al orgasmo.
Buscamos lo inanimado, la descarga, “pequeña muerte”.

Neurosis y psicosis (Freud)


La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que la
psicosis es el desenlace análogo de una similar perturbación en los vínculos entre el
yo y el mundo exterior.
Las neurosis de transferencia se generan porque el yo no quiere acoger ni dar
trámite motor a una moción pulsional pujante en el ello, o le impugna el objeto que
tiene por meta. En tales casos, el yo se defiende de aquella mediante el mecanismo
de la represión; lo reprimido se revuelve contra ese destino y, siguiendo caminos
sobre los que el yo no tiene poder alguno, se procura una subrogación sustitutiva
que se impone al yo por la vía del compromiso: es el síntoma.

El yo encuentra que este intruso amenaza y menoscaba su unicidad, prosigue la


lucha contra el síntoma tal como se había defendido de la moción pulsional
originaria, y todo esto da por resultado el cuadro de la neurosis.

De nada valdría objetar que el yo, cuando emprende la represión, obedece en el


fondo a los dictados de su superyó, dictados que, a su vez, tienen su origen en los
influjos del mundo exterior real que han encontrado su subrogación en el superyó.

En efecto, queda en pie que el yo se ha puesto del lado de esos poderes, cuyos
reclamos poseen en él más fuerza que las exigencias pulsionales del ello, y que el
yo es el poder que ejecuta la represión de aquel sector del ello, afianzándose
mediante la contrainvestidura de la resistencia.
El yo ha entrado en conflicto con el ello, al servicio del superyó y de la realidad; he
ahí la descripción válida para todas las neurosis de trasferencia.

En la amentia de Meynert —la confusión alucinatoria aguda, acaso la forma más


extrema e impresionante de psicosis—, el mundo exterior no es percibido de ningún
modo, o bien su percepción carece de toda eficacia. Normalmente, el mundo
exterior gobierna al ello por dos caminos: en primer lugar, por las percepciones
actuales, de las que siempre es posible obtener nuevas, y, en segundo lugar, por el
tesoro mnémico de percepciones anteriores que forman, como «mundo interior», un
patrimonio y componente del yo. Ahora bien, en la amentia no sólo se rehúsa admitir
nuevas percepciones; también se resta el valor psíquico (investidura) al mundo
interior, que hasta entonces subrogaba al mundo exterior como su copia; el yo se
crea, soberanamente, un nuevo mundo exterior e interior, y hay dos hechos
indudables: que este nuevo mundo se edifica en el sentido de las mociones de
deseo del ello, y que el motivo de esta ruptura con el mundo exterior fue una grave
frustración {denegación} de un deseo por parte de la realidad, una frustración que
pareció insoportable.

Es inequívoco el estrecho parentesco entre esta psicosis y el sueño normal. Ahora


bien, la condición del soñar es el estado del dormir, uno de cuyos caracteres es el
extrañamiento pleno entre percepción y mundo exterior.

Acerca de otras formas de psicosis, las esquizofrenias, se sabe que tienden a


desembocar en la apatía afectiva, vale decir, la pérdida de toda participación en el
mundo exterior.

El delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se


produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior. Si esta
condición (el conflicto con el mundo exterior) no es mucho más patente de lo que
ahora la discernimos, ello se fundamenta en que en el cuadro clínico de la psicosis
los fenómenos del proceso patógeno a menudo están ocultos por los de un intento
de curación o de reconstrucción, que se les superponen.

La etiología común para el estallido de una psiconeurosis o de una psicosis sigue


siendo la frustración, el no cumplimiento de uno de aquellos deseos de la infancia,
eternamente indómitos, que tan profundas raíces tienen en nuestra organización
comandada filogenéticamente.

Esa frustración siempre es, en su último fundamento, una frustración externa; en el


caso individual, puede partir de aquella instancia interna (dentro del superyó) que ha
asumido la subrogación del reclamo de la realidad. El efecto patógeno depende de
lo que haga el yo en semejante tensión conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje
hacia el mundo exterior y procura sujetar al ello, o si es avasallado por el ello y así
se deja arrancar de la realidad.
Pero esta situación en apariencia simple se complica por la existencia del superyó,
quien, en un enlace que aún no logramos penetrar, reúne en sí influjos del ello tanto
como del mundo exterior y es, por así decir, un arquetipo ideal de aquello que es la
meta de todo querer-alcanzar del yo: la reconciliación entre sus múltiples vasallajes.

En todas las formas de enfermedad psíquica debería tomarse en cuenta la conducta


del superyó.

El análisis nos da cierto derecho a suponer que la melancolía es un paradigma de


este grupo, por lo cual reclamaríamos para esas perturbaciones el nombre de
«psiconeurosis narcisistas».

La neurosis de transferencia corresponde al conflicto entre el yo y el ello, la


neurosis narcisista al conflicto entre el yo y el superyó, la psicosis al conflicto entre
el yo y el mundo exterior.
La afirmación de que neurosis y psicosis son generadas por los conflictos del yo con
las diversas instancias que lo gobiernan exige otra elucidación que la completaría.
Nos gustaría saber cuáles son las circunstancias y los medios con que el yo logra
salir airoso, sin enfermar, de esos conflictos que indudablemente se presentan
siempre.

Sin duda que para dilucidarlo deberán convocarse los más diversos factores. Pero
desde ahora pueden destacarse dos aspectos. Es indudable que el desenlace de
tales situaciones dependerá de constelaciones económicas, de las magnitudes
relativas de las aspiraciones en lucha recíproca. Y además: el yo tendrá la
posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de los lados deformándose a sí
mismo, consintiendo menoscabos a su unicidad y eventualmente segmentándose y
partiéndose. Las inconsecuencias, extravagancias y locuras de los hombres
aparecerían así bajo una luz semejante a la dé sus perversiones sexuales; en
efecto: aceptándolas, ellos se ahorran represiones.

¿Cuál será el mecanismo, análogo a una represión, por cuyo intermedio el yo se


desase del mundo exterior? Sin nuevas indagaciones no puede darse una
respuesta, pero su contenido debería ser, como el de la represión, un débito de la
investidura enviada por el yo.

Estructuras psíquicas

Histeria N. Fobia Psicosis Borderline


obsesiva

Área de Cuerpo Mundo Mundo Mundo Mundo


conflicto interno externo interno interno y
externo

Mec. Conversión- Aislamiento Evitación, Desmentida Desdoblami


predomina represión Racionaliza inhibición, y ento de las
nte ción, etc etc desdoblami imago de
ento repudio

El yo Histriónico Escrupulos Evitativo, Escindido Frágil


seductor o ritualista huidizo

Síntomas En el Obsesiones Miedo Despersona Depresión


cuerpo y en y rituales contrafóbic lización
los afectos o Delirio

N. Obsesiva: el punto de fijación es la etapa anal retentiva. Conflicto de base:


angustia pre-genital de carácter paranoide (pérdida de las heces). El edipo se vive
fuertemente agresivo. Relación sadomasoquista. Sometimiento superyoico. El s. Yo
se vuelve sádico. Control posesivo frente a impulsos agresivos.
Los síntomas: ideas obsesivas, erotización del pensamiento, gestos y rituales,
fenómenos anulatorios (hacen algo para dejar de hacer otra cosa). Anticipación,
duda, porque especula.
Defensa: formación reactiva. Por ej, el asco, la moral, la vergüenza.
Personalidad lógica, narrativo, dar detalles. Hay un placer en el control de las
palabras. Racionalización, intelectualización. Fase anal retentiva. Orden,
escrupulosidad, ahorrativo, tenaz. Rituales que incluyen la verificación.
Limpieza. Se retiran de la posición edípica y regresan a la fijación anal.

Fobia: punto de fijación fálico-uretral. Conflicto de base: angustia de castración. Hay


una fantasía pre-edípica secundariamente erotizada que gira en torno a sufrir cortes,
caídas. Esa fantasía lo contiene para no caer en las fuerzas incestuosas.
Síntomas: conductas evitativas.
Defensa: desplazamiento, evitación.

Histeria de conversión: punto de fijación fálico-genital. C. de base: lo edípico, lo


triangular. Labilidad afectiva (puesto en las relaciones). Sueños diurnos.
Defensa: represión.
Histeria: hecho traumático en la infancia y proviene de la seducción realizada por el
adulto (bañarse con el padre, darle un beso al niño), despierta un exceso de tensión
que no es procesado y provoca un trauma dejando dos elementos: sobrecarga del
afecto e imagen sobre activada. Se reprime la representación del trauma pero el
afecto no, entonces queda libre, queda sin forma, no se le puede dar una forma
simbólica.
Cuando lo que reprime libera la carga, va a otro lado. EJ: desplazamiento.
En la histeria, lo que reprime va al cuerpo.

Psicosis: rechazo de la realidad. El sujeto no ha sido incluído por el c. de edipo al


mundo de las significaciones compartidas y hay un déficit estructurante que margina
al sujeto.
Se nombra al narcisismo como una etapa de la evolución libidinal que se extiende
desde el autoerotismo a la relación objetal. Es tanto una etapa de la evolución
libidinal como una etapa en el desarrollo del yo ya que al comienzo el yo, es un yo
corpóreo.
Falla de procesos identificatorios básicos. Esto impide que se construya el yo, no
hay representación-cosa en el icc. Carece de una base significante para su propia
identidad. Las imágenes identificatorias no tuvieron un anclaje icc, no lo
internalizaron nunca por eso no hay conflicto entre instancias, porque no se llegó a
formar ninguna.
La ligazón del sujeto con sus fuentes de placer está perturbada y los procesos
restitutivos lo hacen por medio del rechazo de la realidad. Al psicótico la realidad se
le vuelve hostil y alucina porque no la puede soportar.
Borderline o estado fronterizo: el yo del narcisismo se instauró pero sin un código
de valores estables. No hay una función ordenadora, por esta razón, el yo se
adhiere a los aspectos contextuales sin tener pautas interiorizadas que lo
sostengan.
Es decir, no existe una identidad estable y que carece de un código de valores que
le pueda dar identidad. No puede reconocerse como persona estable en el tiempo.
Dificultades en el funcionamiento yoico. Es “como sí”, nada es concreto. El enojo
como el aspecto más importante. Defecto en las relaciones interpersonales.
Ausencia de una identidad de sí mismo coherente. Prevalece la depresión. No se
deteriora a lo largo del tiempo. Hay inestabilidad. Temor a ser engolfado por el otro
(ser encasillado). Pánico por el rechazo y abandono. Quedaron fijados en la etapa
separación-individuación, no pudieron transitarla.

Cuando hay un brote psicótico, hay muerte neuronal y no se reconstruye. Hay


brotes leves o graves.

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