Breve Historia Del Sufragio Guatemalteco

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Breve historia del sufragio guatemalteco

El voto ya no presenta las exclusiones del pasado; el sufragio universal tiene solo 50 años y el
sistema electoral actual, 30. Hoy, día de las elecciones generales, damos un vistazo histórico al
derecho votar de los guatemaltecos.

Ilustración: Alejandro Azurdia/s21

Hoy, la ciudadanía decidirá quiénes habrán de tomar las riendas del país durante los próximos
cuatro años. Sin embargo, el ambiente político se perfila incierto. Los escándalos de corrupción
estatal han puesto de manifiesto la necesidad de reformar del sistema electoral, y sirvieron como
detonante para las jornadas de protesta ciudadanas que hemos vivido en los últimos meses.

El voto universal del cual gozamos, con apenas 50 años, tiene una historia marcada por los
vaivenes políticos del país. Un vistazo a esta da cuenta de su evolución.

EL PRIMER VOTO GUATEMALTECO


Tras la Independencia de 1821, no todos podían votar. Las mujeres y los guatemaltecos analfabetos
y sin recursos económicos no eran considerados ciudadanos y no tenían derecho a ejercer el voto.
La primera Constitución, de 1825, establecía que eran ciudadanos “los habitantes del Estado… que
fuesen casados o mayores de 18 años, siempre que ejerzan alguna profesión útil o tengan medios
conocidos de subsistencia”.

“Las asambleas de los notables, compuestas por españoles y criollos, herederos de la nobleza y con
poder económico, elegían autoridades. Ellos eran los únicos destinados a tomar decisiones”,
explica el analista político Renzo Rosal.

Este concepto es ampliado por Javier Brolo, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales
(Asíes): “Inicialmente, el proceso electoral era muy excluyente. Las decisiones políticas estaban
limitadas a los españoles y los criollos. Ya con el proceso de la Independencia, empieza un control
aristocrático, y con la Revolución Liberal se introduce el modelo de Estado con más conducción
sobre la economía, la cual había sido exclusiva de los grandes propietarios”.

La Constitución de 1921 permitía votar a las mujeres, con ciertas restricciones; en su artículo 29,
establecía: “Podrán ejercer el derecho de sufragio las mujeres casadas o viudas mayores de 21
años que sepan leer y escribir; las solteras mayores de 25 que acrediten haber recibido la
instrucción primaria, y las que poseen capital o renta en la cuantía que la Ley Electoral indique.
Podrán también optar a cargos públicos que no sean de elección popular, o no tengan anexa
jurisdicción”. El voto para los hombres era obligatorio, pero voluntario para las mujeres.

“Es hasta la primavera democrática, cuando se empieza a tener participación organizada con el
voto libre y secreto”, indica Brolo. Sin embargo, la primera Constitución del gobierno
revolucionario definía como ciudadanos con derecho a elegir y ser electos a “los guatemaltecos
varones mayores de 18 años que sepan leer y escribir o que tengan renta, industria, oficio o
profesión que les proporciones medios de subsistencia”. Las mujeres estaban excluidas.

VIENTOS REVOLUCIONARIOS
A mediados de 1944, cuando el movimiento popular consiguió la renuncia del presidente Jorge
Ubico, se abrió camino a un proceso democratizador. Se fundaron varios partidos políticos y, a lo
interno de algunos de estos, se empezó a proponer el reconocimiento del voto femenino. En
septiembre de ese mismo año, un grupo de mujeres conformado mayoritariamente por maestras,
escritoras y periodistas, organizó la Unión Femenina Guatemalteca Pro Ciudadanía de la Mujer,
presidida por Graciela Quan, la cual propuso el reconocimiento del voto femenino.

En 1945, tras una incansable lucha, las mujeres guatemaltecas consiguieron ese derecho. Los
debates y discusiones fueron divulgados en las páginas de los diarios. Tras meses de debate, la
Asamblea Constituyente, formada exclusivamente por hombres, decidió conceder el voto a las
mujeres, excluyendo a las analfabetas.

En la Constitución promulgada el 11 de marzo de ese año, se reconocía como ciudadanos, en el


artículo 9, a “los guatemaltecos varones mayores de 18 años”, y a “las mujeres guatemaltecas
mayores de 18 años que sepan leer y escribir”. Entre los derechos de la ciudadanía estaba “elegir,
ser electo y optar a cargos públicos”. Ese mismo artículo establecía el sufragio obligatorio y secreto
para los hombres, optativo y secreto para las mujeres, y optativo y público para los ciudadanos
analfabetos.

El diputado José Manuel Fortuny, militante comunista y notable colaborador de los gobiernos de
Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz, presentó una enmienda para restringir el voto femenino. Su
argumento era que las mujeres eran fácilmente influenciables y manipulables por la Iglesia. Dicha
postura fue rechazada por Clemente Marroquín Rojas, Adalberto Pereira Echeverría, Egil Ordóñez
Muñoz y Héctor Manuel Vásquez, entre otros.

En las elecciones presidenciales de noviembre de 1950, que llevaron a Árbenz al poder, la


asistencia femenina a las urnas fue escasa. Algunas mujeres tenían miedo de votar y a otras sus
esposos no se lo permitían. “Llegaron muy pocas; no se atrevían a asistir. Había que convencerlas
de que fueran a votar, y también a los esposos para que les dieran permiso de ir, porque ellos no
querían que las mujeres participaran en la política”, recuerda Julia Urrutia, quien emitió su voto en
esa elección (Lea su historia en la página 3 de Magacín).

EL VOTO UNIVERSAL: 1965


La contrarrevolución, que en 1954 derrocó a Árbenz, decretó una nueva Constitución en 1956, que
mantuvo el reconocimiento al sufragio de las mujeres alfabetas, pero anuló la opción del voto
optativo y público para los analfabetos.

Brolo apunta que durante el tiempo del conflicto armado interno, que se inició en 1960, “el control
estatal se evidenció en los diversos fraudes electorales. Siempre había un proceso electoral para
mantener control, no era precisamente un ejercicio de participación”.

En 1965 se instituyó el sufragio universal, que reconoce el derecho de todo ciudadano mayor de
edad, sin distinciones de género o económicas, a ejercer el voto. Una nueva Constitución,
decretada ese año, reconocía como ciudadanos con derecho a elegir y ser electos a “todos los
guatemaltecos hombres y mujeres, mayores de 18 años”.

“Un logro que nadie ve es en qué momento comienza a respetarse la voluntad popular. Por mucho
que voten las mujeres y los analfabetos, que son logros paulatinos, hay que ver en qué momento
se respetó ese voto. Cuando vienen los gobiernos militares, en el caso de Kjell, Arana o Lucas, ¿se
cumplió solamente con el requisito de ir a votar, o sí fue respetada la voluntad popular? El punto
es que hubo fraude por parte del partido oficialista”, expresa el constitucionalista Gabriel Orellana.

Fernando Villamizar Lamus, en su tesis La tercera ola democrática en Guatemala, expone: “El
segundo período histórico en el que se pudieron dar elecciones libres y competitivas corresponde
a las elecciones de 1966. Esta etapa es bastante discutida por cuanto se alude a una fuerte presión
del Ejército en el gobierno de Julio César Méndez Montenegro y a prácticas para eliminar a la
competencia, especialmente de tendencia izquierdista”.

Hasta antes de 1985, si un candidato no ganaba con mayoría absoluta de votos, no había segunda
vuelta electoral, sino que el pleno del Congreso decidía el resultado final.

LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA DE 1985


“Es con el Consejo de Estado de Ríos Montt, en 1985, que se empieza a implementar el mecanismo
de conteo de votos con la participación de ciudadanos y se funda el Tribunal Supremo Electoral
(TSE). Durante la guerra, la participación de los partidos políticos era muy limitada y necesitaban
50 mil firmas para ser incluidos. Por cuestiones de logística, la participación electoral en los inicios
democráticos fue reducida, porque los centros de votación estaban situados solamente en áreas
urbanas. Esto significaba, en cierto modo, una exclusión. Sin embargo, al inicio hubo mucho
entusiasmo por la transición a la democracia. Fueron unas primeras elecciones con mucha
participación”, afirma Brolo.

“El Serranazo, protagonizado por Jorge Serrano Elías, quien sucedió al Vinicio Cerezo, fue el primer
fracaso de la democracia nacional, porque rompió el proceso de transición pacífica y ordenada que
garantizaba la participación de la población en las votaciones”, añade el analista. “A finales de los
90 surgen partidos como el PAN y el FRG, cuyas elecciones se garantizaron por tener amplio
respaldo social. El PAN ganó abrumadoramente, pero el ejercicio de ese poder, sin contrapeso,
resultó también en otras críticas y la creación de legislaciones sin suficiente discusión ni oposición.
Ese efecto aplanadora generó mucha decepción y empezó a bajar la participación electoral”.

En 2004 se descentralizaron las urnas y esto facilitó la participación de votantes en el área rural.
“Esto permitió estrategias de campaña de proyección social en el interior. Y si bien es positivo
porque incorporó a muchos ciudadanos, también se generaron estrategias clientelares y de
movilización para comprar votos. La reelección de alcaldes se hizo más frecuente, pero ningún
partido tiene control total del Congreso. Antes, las alcaldías eran acaparadas por un partido. Ahora
se reparten más entre los partidos principales. Como es un sistema de mayoría de votos, a los
partidos grandes se les ha hecho más fácil dominar, y ahora un par domina casi todo el país. Los
pequeños participan en las elecciones más que todo para visibilizar al partido y obtener pequeñas
cuotas de poder. Eso incentiva la proliferación de partidos”, reflexiona Brolo.

Es a partir de las reformas de 2004, que la mujer ahora supera al hombre en el padrón electoral:
54% contra 46% (tendencia que incluso puede observarse en el padrón de las Elecciones Infantiles,
como sucedió para este proceso electoral, en que las niñas ocupan un 53% del padrón).

“A partir de 2007, con la UNE, el voto rural se convirtió en un elemento determinante. Antes, el
distrito metropolitano y Quetzaltenango opacaban al resto del país. A partir de 2004, la tendencia
es que el factor más determinante sea la preferencia de los votantes del área rural. Por el
crecimiento electoral, nuestro electorado ha sido principalmente joven, y los que votan tienen
poca experiencia en eventos electorales”, añade Brolo.

“Es lógico que actualmente se haga un llamado al voto nulo y al abstencionismo, porque expresa
una frustración como consecuencia de todo el descrédito que ha ensuciado la reputación del
sistema electoral. No existe un régimen institucionalizado de partidos políticos. No se habla de un
partido político, sino del dueño del partido. Mejor deberían dedicar esos recursos a consolidar la
democracia en vez de hacer esos ejercicios de egolatría.”, opina Orellana.

Julio Dougerthy, exmagistrado del TSE, propone: “Hay que reformar la Ley Electoral y de Partidos
Políticos después de las elecciones, porque ya está obsoleta. El financiamiento de los partidos debe
ser público, que lo pague el Estado, en este caso el TSE, para que este controle el financiamiento
político y la publicidad política, para no haya patrocinadores que no se sabe quiénes son. Ya no
habría campaña anticipada, porque en el momento que se convoque la campaña, ahí empezaría la
propaganda. En 2011 se rompió el record de votación: 72.5%. Hoy se llegará si mucho al 55%, si
nos va bien”.

¿Qué es el Sufragio?

El sufragio es el derecho social y político a participar en comicios electorales, es decir, el


ejercicio constitucional de votar a los cargos públicos. En términos amplios, el término sufragio
abarca tanto el derecho a ejercer el voto (activo), junto a los requisitos ciudadanos indispensables
para hacerlo; como el derecho a postularse para una votación (pasivo), junto a las condiciones que
determinan quiénes y cómo pueden ser elegidos.

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En los modelos de gobierno democráticos, la fuente primordial de legitimidad de un ejercicio


político es, justamente, el sufragio: la validación de un poder político o una autoridad proviene de
la elección popular y no de la designación por otros poderes. Para ello, el voto debe contar con
ciertas condiciones garantizadas:

 Universal. Todos deben poder votar.

 Secreto. Nadie debe poder saber por quién votó otro ciudadano.

 Directo. El voto debe ser por el candidato electo y no por representantes secundarios que
luego votarían de nuevo para elegir al candidato.

Ver además: Partidos políticos.

Tipos de sufragio

Existen dos formas de sufragio reconocidas:


 Universal. Garantiza el derecho de participación electoral a todos los adultos (es decir,
mayores de edad) de una nación, sin hacer distinción alguna por su raza, credo, género,
orientación sexual, posición social, económica o política.

 Restringido. Conocido también como “censitario”, permite el derecho a voto a las


personas que aparezcan en un censo específico, es decir, una lista elaborada en base a
ciertos criterios que permiten el ejercicio político.

Técnicas de sufragio

El voto electrónico es capaz de almacenar el voto de numerosos ciudadanos.

De acuerdo al ordenamiento logístico y tecnológico del que se disponga para el ejercicio electoral,
podremos hablar de:

 Voto manual. Se lleva a cabo mediante diversos sistemas de papeletas y medios impresos,
en los cuales el elector debe marcar su elección, o de los cuales debe elegir la papeleta
deseada e introducirla en un contenedor de algún tipo. Finalmente se abren los
contenedores y se hace el recuento manual de los votos.

 Voto electrónico. Se efectúa empleando un computador especial o una máquina diseñada


con fines electorales, capaz de almacenar el voto de numerosos ciudadanos y luego
transmitirlo puntualmente al ente totalizador, dejando registro electrónico de la actividad
votante sin vulnerar la secrecía del mismo.

¿Quiénes pueden votar?

Usualmente, el derecho a votar para elegir cargos públicos en un país (y para postularse a los
mismos) se restringe a los ciudadanos de ese país, es decir, a quienes posean la nacionalidad
pertinente. Esto varía según las leyes de cada nación, y puede restringir el voto a los residentes no
nacionalizados, o permitírselo para ciertos cargos (usualmente no para los cargos de presidente y
para congresista).
Edad mínima para votar

El conjunto de la juventud suele determinar una amplia porción de los votantes.

La edad mínima estipulada para ejercer el derecho al voto suele estar determinada por la mayoría
de edad, que varía entre los 18 y los 21 años cumplidos (en algunos países se puede votar desde
los 16). El conjunto de la juventud suele determinar una amplia porción de los votantes en las
naciones (entre el 20 y el 50%), dependiendo de los rangos de edad elegidos.

¿Los presos pueden votar?

El caso de los ciudadanos penados judicialmente, es decir, presos, suele variar también entre los
países. En muchas naciones se les permite votar libremente, a través de jornadas dispuestas
especialmente, mientras que en otras, como los Estados Unidos, se les impide totalmente este
derecho, como parte de las sanciones ciudadanas a las que se someten una vez sentenciados por
un tribunal. Esta prohibición puede extenderse, en algunos lugares, incluso después de haber
cumplido la sentencia.

Sufragio y discapacidades

La Organización de las Naciones Unidas contempla, en su carta de los derechos humanos, que no


existe discapacidad alguna, ni siquiera psíquica o mental, que impida a un ciudadano ejercer su
derecho al sufragio. Sin embargo, en muchos la discapacidad intelectual o psíquica (retardo
mental, enfermedades neurológicas, psicosis, etc.) no pueden ejercer su voto libremente.

Sufragio femenino
El voto femenino se logró durante el siglo XIX.

La lucha por el voto femenino se ha constituido en emblema de los derechos ciudadanos y


políticos negados de entrada a muchos colectivos humanos, cuya obtención costará años de
presión social, lucha organizada y numerosas muertes.

El voto femenino se logró durante el siglo XIX, de manera muy desigual entre los países. Uno de
los primeros en reconocerlo fue Australia del Sur en 1861. Y uno de los últimos en hacerlo
fue España en 1931.

Sufragio militar

Un lugar común durante la historia del sufragio mundial fue la de privar a militares y policías de su
derecho al voto, dado que estos organismos forman parte del monopolio de la violencia
del Estado y debían por lo tanto mantenerse totalmente apolíticos. Esta distinción continúa, sobre
todo en el caso de los militares, en numerosos países, si bien la tendencia es hacia la
universalización del voto sin distinción.

Voto universal
El voto universal es una de las conquistas irrevocables de la democracia.

El primer país del mundo en brindar a sus ciudadanos mayores de edad el derecho a voto
universal e irrevocable fue Finlandia, y el segundo Nueva Zelanda en 1893. El primer país
latinoamericano en hacerlo fue Uruguay en 1917.

Hoy en día se entiende el voto universal y directo como una de las conquistas irrevocables de
la democracia como sistema de gobierno, y se presiona a los países cuyos regímenes
dictatoriales o extremistas religiosos lo cercenan por distintos motivos culturales o políticos.

Especulaciones del sufragio

Mucho se especula en materia del futuro del sufragio, íntimamente ligado al de la democracia y el


ejercicio político tal y como lo comprendemos hoy en día en la mayoría de los países.

El escritor de ciencia ficción Isaac Asimov, por ejemplo, en su relato “Sufragio universal” apunta al
reemplazo de los electores por una supercomputadora llamada “Multivac”, en cuyas decisiones
estarían contempladas las necesidades de la población humana toda.

En otras distopías políticas como “1984” de George Orwell, en cambio, el voto ni siquiera existe
como movilizador político de las sociedades futuras, sentenciadas a diversas formas tecnológicas
del totalitarismo.

Fuente: https://humanidades.com/sufragio/#ixzz7wx26aMrp