Evolucion de La Cirugia

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UNIVERSIDAD DA VINCI

Facultad de Enfermería y Ciencias del Cuidado de la Salud


Técnico Universitario en Enfermería Profesional
Técnicas de Enfermería Quirúrgica

EVOLUCION DE LA CIRUGIA

EEP: Jennifer Gabriela Hernandez Rodriguez


Carne 202205334

Puerto Barrios, febrero de 2023


INTRODUCCIÓN
La cirugía ha pasado del altar ritual, los trépanos prehistóricos, a la cirugía
actual, en la que el instrumental técnico se convierte en una prolongación de
las manos del cirujano. Es la parte de la medicina que emplea medios
instrumentales, y no químicos, para curar las patologías, aunque hoy en día la
barrera entre especialidades médicas y quirúrgicas se está borrando.

En ocasiones la cirugía se utiliza para ayudar a establecer un diagnóstico. La


forma más frecuente de cirugía diagnostica es la biopsia, en la que se extrae una
porción de tejido para su examen al microscopio. En algunas urgencias, en las
que no hay tiempo para pruebas diagnósticas, la cirugía se utiliza tanto para el
diagnostico como para el tratamiento.
Evolución
Cirugía
de la

Magia Y empirismo en los orígenes de la Cirugía


El concepto de cirugía se originó en la más remota antigüedad; su nombre,
derivado del griego χειρουργία, habla además de su linaje mitológico. Según su
etimología, el término significa “rama de la medicina que trata los
padecimientos por medios manuales e instrumentales”, y comprende el
tratamiento integral de los enfermos que se atienden con esta disciplina.
La cirugía es uno de los resultados del desarrollo del conocimiento humano; su
evolución ha acompañado paso a paso los cambios sociales, económicos y
culturales a lo largo del tiempo. Muchos de estos cambios se verifican ahora
mismo, y se planean innovaciones insospechadas que habrán de surgir en el
futuro.

Los historiadores se afanan por encontrar pruebas de actos quirúrgicos


ejecutados en la Prehistoria y, aunque se puede aprender mucho del estudio de
los restos óseos, instrumentos y huellas del hombre primitivo, es difícil llegar a
conocer la actitud mental que tuvieron nuestros ancestros frente a los
problemas de enfermedad y muerte.

Es indudable que el ser humano inició su


conocimiento empírico por el método de la prueba
y el error. Los resultados comunicados por
tradición oral produjeron un acervo que persiste
como medicina popular hasta este día. Algunos
padecimientos, sobre todo los benignos y las
consecuencias de los traumatismos, eran
aceptados como inherentes a la existencia misma
y fueron tratados de manera empírica con
herbolaria, remedios o por diversas medidas que hoy se conocen como
“higiénicas”; sin embargo, las enfermedades graves y las incapacitantes se
colocaron en una categoría diferente: se consideraron de origen sobrenatural,
y su causa se relacionó con el mal que se introducía al cuerpo de la víctima y
que se debía extraer por diversos medios, también sobrenaturales. Uno de
estos métodos curiosos que el mundo contemporáneo discute como acto
quirúrgico es la trepanación del cráneo. Se han encontrado indicios de esta
práctica prehistórica en diversas partes de Europa y en Perú; incluso se afirma
que todavía subsiste en algunas sociedades primitivas del continente africano
y en Melanesia.

La magia y la religión formaban una unidad en la medicina del hombre


primitivo. Esta circunstancia explica el poder ejercido por el brujo o hechicero,
quien demostraba su sabiduría tratando al individuo en forma integral: física y
espiritual.

El primer testimonio escrito del ejercicio de la medicina en Egipto son los


papiros llamados de Ebers y Edwin-Smith, elaborados entre 1300 y 1900 a.C. y
descubiertos en el siglo XIX. El primero es una lista de remedios y el segundo es
un tratado del cuidado de las heridas y otras lesiones con bálsamos, resinas y
vendajes. Estos documentos demuestran la capacidad de observación
desarrollada por sus autores quienes, al describir los hechizos o ensalmos
utilizados como tratamiento, demuestran la importancia de las prácticas
mágicas en la medicina de su época.

De acuerdo con Susruta, el cirujano debe estar equipado con 20 instrumentos


cortantes y 101 no cortantes, y añade: “El mejor instrumento es la mano del
cirujano”. La mayor parte son metálicos y entre ellos hay navajas de varios
tipos, sierras, tijeras, trócares, tubos, ganchos, agujas y sondas. Además,
describe pinzas e instrumentos para inspeccionar las cavidades naturales del
cuerpo.

Aunque no surgió una verdadera escuela quirúrgica en la antigua India, se sabe


que se emprendían prácticas quirúrgicas con vegetales. También idearon una
intervención para la cura de la fístula perianal, con lo que se adelantaron a la
medicina griega.

Mucho se ha especulado sobre el hecho de si la medicina india es fruto del


desarrollo local y aislado, o si fue resultado de la influencia de la medicina
griega. Al parecer, la influencia fue recíproca desde antes de la invasión de
Alejandro el Grande.

En el actual Sri Lanka (antes Ceilán) ya existían hospitales tres siglos a.C., los
cuales tenían algunas características similares a los actuales. En ellos se
subrayaba la importancia de la limpieza y de la administración de dietas a los
enfermos.

China, a pesar de ser una civilización muy antigua, aportó poco a la historia de
la cirugía en Occidente. El hecho se atribuye a su aislamiento y a la influencia
de algunos grupos religiosos que prohibieron la mutilación del cuerpo humano
después de la muerte. Sin embargo, en el libro Nei Tsing (Regla de lo interior),
escrito por el médico y emperador Hoang-Ti (2800 a.C.), están registrados
conceptos tan importantes como la circulación de la sangre al afirmar que: “la
sangre fluye en un círculo continuo que nunca se detiene”, con lo que se
adelantaron por muchos siglos a la investigación de Harvey.

Pensamiento Griego y pragmático romano

En los cantos homéricos se ofrece una muestra de lo que debió ser la medicina
griega primitiva con las descripciones de las heridas que sufrieron los héroes en
la Iliada. En esta obra, los cirujanos militares Machaon y Polidario reciben un
trato especial: se les llama hijos de Asclepio, el mítico dios de la medicina. No
obstante, con frecuencia son los mismos héroes quienes atienden a los
lesionados: después de lavar con vino las heridas, les ponían miel y las liaban
con vendas de lino; enseguida lanzaban el exorcismo “que ha de detener la
negra sangre”. En estos cantos se describen los hechos verdaderos que se
remontan a los inicios de la Edad del Hierro y que mediante el pensamiento
griego se habrían de modificar de manera progresiva.

En Grecia, al igual que en la India, aparecieron los primeros centros destinados


a la curación de los enfermos. Por una parte, estaban los santuarios dedicados
a Asclepio, donde se ejercía medicina de carácter sacerdotal, y cuya sede
principal estaba en Epidauro; por la otra estaban las escuelas laicas de
medicina. En ocasiones se unían para formar una entidad.
Correspondió a la Grecia clásica del siglo V a.C. dar el primer gran paso, el más
trascendental en la historia de la medicina y de la cirugía: por primera vez se
atribuyeron las enfermedades a causas naturales. Con esto se transformó el
carácter mágico de la medicina y se le condujo al dominio de la razón. Al
florecer la cultura griega, la medicina entró a formar parte del conocimiento
universal y se le consideró como un medio imprescindible para la evolución de
los aspectos restantes del conocimiento. La observación y experimentación
adquirieron razón de ser. Médicos y filósofos participaron en esta
transformación, entre ellos destacan Alcmeon de Crotona, quien efectuó
disecciones y describió las venas y las arterias, observó diversos órganos y
consideró al cerebro como el centro de la inteligencia; este médico recogió la
herencia filosófica de Pitágoras y de Anaxágoras, y guió a la medicina hacia los
conceptos filosóficos.

En este foco de cultura se fundó la primera escuela quirúrgica de la que se tenga


memoria. Sus principales exponentes fueron Herófilo y Erasístrato. Herófilo
(340 a.C.) describió la próstata, el duodeno y el hueso hioides, y efectuó
estudios anatómicos detallados del ojo. Erasístrato (330 a.C.) describió la
estructura unitaria del sistema nervioso y estableció la diferencia entre los
nervios y los tendones, distinguió los nervios sensitivos de los motores y las
venas de las arterias. Estos descubrimientos se hicieron por disecciones en
cadáveres de ajusticiados y vivisecciones en animales. Los miembros de esta
escuela describieron la ligadura de los vasos sanguíneos con hilos de lino.
Erasístrato, además, describió el corazón, sus válvulas y la tráquea, y aseguró
que por las arterias circulaba el “neuma”; concepto similar al expuesto por
algunos filósofos chinos. Quizá una de sus más grandes aportaciones fue
asegurar que las enfermedades se reconocían en el cadáver por los órganos
dañados y no por los “humores descompuestos”. Por medio de un
razonamiento brillante, dedujo “que todas las partes vivas están formadas por
el tejido que hacen las venas, arterias y nervios” y que algunos tejidos tienen
“depósito de nutrimentos en su trama”, al que llamó parénquima. Los dos
términos son producto de su intelecto y han quedado para siempre en la
terminología científica. Las disciplinas de esta escuela griega se difundieron a
otras colonias del Mediterráneo, donde generaron otras escuelas que
desarrollaron sus propias aportaciones.

Roma desconoció la medicina durante mucho tiempo. Según Plinio el Viejo (23
o 24-79 d.C.): “La profesión médica está en desacuerdo con la dignidad
romana”. Los cirujanos no podían vivir sólo del ejercicio de su profesión.
Muchos médicos, con frecuencia de origen griego, lograron renombre y
posición a costa de una moralidad dudosa. Aulo Cornelio (siglo i d.C.), un noble
erudito romano, escribió una vasta enciclopedia médica de la que se conserva
el De Re Medica, en ocho tomos, el cual está considerado entre los primeros
escritos clásicos de medicina que fueron redescubiertos y difundidos por la
imprenta en 1478. Algunos autores consideran que la obra de Celso es
traducción de un original griego. No obstante, en esos textos se puede observar
un gran conocimiento acerca de la medicina griega.

Sin embargo, la personalidad médica que dominó la era romana fue Galeno de
Pérgamo (129-199 d.C.), viajero y médico de gladiadores, quien se distinguió
por haber legado un conjunto considerable de conocimientos. Dotado de un
gran interés por el estudio de la función de los órganos, intentó describir la
circulación sanguínea. Experimentó con animales y les provocó parálisis por
seccionar la médula espinal. Una de sus demostraciones funcionales más
espectaculares fue la interrupción del flujo de la orina después de ligar de
manera experimental el uréter y la arteria renal. Estableció un principio según
el cual toda alteración de una función deriva de la lesión de un órgano. Todavía
en el siglo XIX su obra era criticada porque la expresión dogmática y el
empirismo prevalecían sobre la observación; muchas de sus descripciones
fueron objeto de referencia y despertaron controversias que perduraron por
más de un milenio. Quizá la más célebre fue la cicatrización de las heridas
después de la supuración.

En la época de Galeno los cirujanos romanos debieron haber alcanzado mejor


consideración y posición en la sociedad. Lo anterior se deduce de la situación
desahogada del cirujano de Pompeya, en cuya casa se encontraron
instrumentos quirúrgicos avanzados para su tiempo.

En el Imperio Romano, la organización de la cirugía militar fue la que ocupó el


sitio más prominente en la evolución de esta rama de la medicina. Los ejércitos
romanos se organizaban con precisión; había médicos militares de profesión y
cada legión estaba servida por 24 cirujanos.

Los cirujanos más conocidos del imperio bizantino fueron Oribasio, Aetio y
Pablo de Egina, quienes se destacaron por ser recopiladores, pero no
revolucionaron el conocimiento.
Cirugía en la edad media

El periodo de casi 10 siglos posterior al fin del Imperio Romano de Occidente


(hecho sucedido en el año 476 d.C.) es conocido
como Edad Media. Los europeos de esta época
veían en todos los elementos de su destino la
intervención divina. Las razones naturales no
existían. En la Edad Media, en Europa, el uso del
agua bendita sustituyó a las enseñanzas de
Hipócrates y Galeno. La medicina se hizo un arte de
caridad y de compasión: las invasiones de los
bárbaros que se desataron desde el siglo v hicieron
desaparecer la herencia grecorromana.

En la llamada fase monástica, la primera escuela de medicina fue creada en


Salerno, en el sur de Italia, y abierta en el siglo viii o ix, en plena Edad Media. En
ella se ejercía la enseñanza de la cirugía y se sancionaba con un diploma.

Otros exponentes de esta escuela, situada en las costas de Italia, fueron Rogerio
y Rolando, de Palermo y Parma, respectivamente. Al parecer estos monjes
utilizaban un medio llamado esponja soporífera para mitigar el dolor durante
la cirugía.

Durante el florecimiento universitario, la cirugía era una práctica despreciada


por el docto médico de bata larga y que hablaba latín. Por el contrario, los
barberos cirujanos vestían bata corta, no habían pasado por las aulas
universitarias ni hablaban latín, sino que se expresaban por medio del lenguaje
común, y eran quienes realizaban, bajo las órdenes y control de los médicos, las
tareas quirúrgicas de nivel inferior: cortaban el pelo, hacían sangrías,
cauterizaban heridas, curaban fracturas y reducían las luxaciones.

Algunos clérigos cirujanos, con formación universitaria, ejercían la profesión;


en este grupo destacó Henri de Mondeville (1260-1320), quien fue discípulo de
Teodorico de Bolonia y cirujano del rey Felipe el Hermoso. Este educador
arremetió contra el postulado erróneo de la supuración favorable, y recomendó
usar vino caliente en las heridas; por desgracia no tuvo éxito frente a sus
opositores. Luzzi de Mondino (1275-1326) ejecutaba disecciones y era profesor
de la Universidad de Bolonia.

Otro monje destacado en la cirugía fue Guy de Chauliac (1300-1370), quien


obtuvo permiso para disecar cadáveres, uno por año; su influencia fue decisiva
en sus seguidores y fue partidario del uso del cauterio. Al contrario que
Mondeville, estaba de acuerdo con la supuración de las heridas, con lo que
continuó el error.

Las universidades pronto accedieron a instruir a los barberos cirujanos, quienes


se agruparon en la Cofradía de San Cosme y San Damián en París, en 1258; de
este modo se formó el primer cuerpo colegiado de cirujanos.

En la Edad Media existió una tercera categoría muy especial de cirujanos: la de


los cirujanos ambulantes. Eran personajes extremadamente curiosos que
recorrían ciudades y castillos ofreciendo sus servicios. En general tenían buena
presencia, eran poco escrupulosos y muy atrevidos, y en la práctica resultaron
los mejores operadores de la época. Ejecutaban la llamada alta cirugía y, con
frecuencia, eran especialistas en uno o dos tipos de operaciones, que
ejecutaban con destreza.

El descubrimiento de América y el Renacimiento

El uso bélico de la pólvora derrumbó las murallas del medioevo y así


desapareció una forma de vida. Se descubrieron tierras hasta entonces
inexploradas y los estudiosos tuvieron acceso a la disección de cadáveres. El
movimiento intelectual conocido como humanismo forjó una nueva
concepción vital al convertir al hombre en patrón y medida de todas las cosas.
En este contexto, las investigaciones sobre
la forma del cuerpo humano fueron
decisivas en el cambio cultural, pero el
factor de mayor peso fue la difusión del
conocimiento gracias a la imprenta de
Gutenberg.
En los campos de batalla se generó la necesidad de contar con cirujanos
conocedores del cuerpo que ofrecieran un tratamiento efectivo. El más célebre
de estos cirujanos militares fue Ambrosio Paré (1510-1590). Tras realizar sus
estudios en París, en un hospital de vieja tradición que había sido fundado en
el año 651 y conocido como Hôtel-Dieu, se dedicó al servicio militar y
permaneció en campañas continuas durante varios años. En ellas habla de los
resultados satisfactorios que obtuvo usando la ligadura de los vasos en lugar
de la cauterización. Probó, además, que el uso del cauterio y del aceite
hirviendo eran la causa de la evolución desfavorable de las heridas ocasionadas
por los proyectiles de arcabuz, y propuso ya “no quemar tan brutalmente a los
pobres heridos”.

Gracias a su sentido común y a su capacidad de observación, Ambrosio Paré


pasó a la posteridad como uno de los más grandes cirujanos de la historia.

Otro gran acontecimiento fue el Renacimiento artístico y cultural. Los trabajos


de los pintores y escultores renacentistas tuvieron grandes repercusiones
artísticas y estimularon el estudio de la anatomía humana. Leonardo da Vinci
disecó 30 cadáveres; con verdadero espíritu de investigación legó a la
humanidad sus maravillosas observaciones y dibujos anatómicos. Miguel
Ángel, quien demostró un excepcional virtuosismo técnico y dominio de la
ciencia anatómica, perteneció a esta época; fue discípulo de Realdo Colombo,
profesor de anatomía en Padua.

El más destacado de los anatomistas fue Andrés Vesalio (1514-1564), quien


estudió medicina en Montpellier y París; después de graduarse se dedicó a la
investigación anatómica libre como profesor de la Universidad de Padua,
acompañado por su dibujante Jan Stephan van Calcar (Calca), por espacio de
cinco años. Cuando contaba con 29 años de edad publicó su obra De Humanis
Corporis Fabrica, fruto de sus propias observaciones.

Vesalio enseñó anatomía en Padua hasta que Carlos V y Felipe II lo tomaron


como médico de cámara. La Inquisición española lo condenó a muerte por
haber practicado, según decían, la vivisección. El rey conmutó esta pena por un
viaje a Tierra Santa; a su regreso murió, quizá de tifoidea.

El ejemplo de Vesalio propició la aparición de numerosos investigadores de la


anatomía. Los que se recuerdan con más frecuencia son Falopio (1523-1562),
sucesor de Vesalio en Padua; Eustaquio (1500-1574), profesor en Roma opuesto
a Vesalio y entusiasta de la anatomía comparada; Fabricio de Acquapendente
(1537-1615), notorio por sus estudios sobre músculos y articulaciones; Wirsung
(1600-1643), quien describió el páncreas y su sistema colector; Bartholino, de
Copenhague (1616-1680), quien describió el sistema linfático humano; la
dinastía de los tres Alexander Monro, que cubrieron la enseñanza de la
anatomía en Edimburgo por un periodo de 126 años; Silvius, Willis y muchos
otros anatomistas que contribuyeron al conocimiento de la forma e intuyeron
los principios del estudio de su función.

En la valiosa obra del padre Sahagún y de Francisco Hernández se encuentra


una relación de 2 000 plantas curativas que todavía permanecen sin estudio
formal. Algunas plantas americanas de donde se han extraído medicamentos
son: guayaco, ipecacuana, coca, quina, ruibarbo, zarzaparrilla, valeriana,
árnica, y tabaco, entre otras. En Europa, los médicos y los botánicos esperaban
con ansiedad a los barcos cargados con estos materiales y noticias para unirlos
a sus recursos.

En lo tocante a la materia quirúrgica, se sabe que los médicos indígenas —con


los que se estableció contacto durante la Conquista de México— eran muy
hábiles reduciendo fracturas: las inmovilizaban con productos vegetales que
endurecían de modo similar a como lo hace el escayolado actual. Para
retirarlos, daban baños de temazcalli hasta que se desprendían y caían por sí
solos. Las heridas del cráneo y de la cara eran suturadas con hilos muy finos,
quizá cabellos de la cabeza. Los médicos controlaban el dolor por medio de
plantas narcóticas y estupefacientes, como el peyote y el toloache.

Investigación Fisiológica
En el antiguo continente, el paso lógico después del conocimiento de la forma
fue la inquietud por conocer las funciones. El hombre destinado a ser conocido
como el padre de la fisiología moderna fue William Harvey (1578-1657), un
inglés nacido en Folkestone y que estudió anatomía en Padua con Fabricio de
Acquapendente; Harvey escuchó las conferencias de Galileo sobre el
movimiento y caída de los cuerpos y aplicó dichos conocimientos a la medicina.
Su espíritu crítico y su capacidad de observación y de experimentación sin duda
fueron estimulados por los escritos de Francis Bacon (1561-1626), filósofo
fundador de la Ciencia Moderna en Inglaterra.28 Realizó experimentos mediante
los cuales logró describir la función de la bomba cardiaca, la cual obliga a la
sangre a circular por dos sistemas circulatorios diferentes pero conectados
entre sí por el sistema capilar, que intuyó sin llegar a descubrir. Después de más
de 10 años de estudio realizando experimentos sencillos y con razonamientos
claros, Harvey demostró que la sangre se movía en un circuito cerrado,
¡circulaba! Publicó la evidencia y sus conclusiones en el libro De Motu Cordis en
Francfort en 1628 y con ello inauguró la era de los estudios fisiológicos.

Los descubrimientos se multiplicaron y el número de cirujanos innovadores


aumentó de manera notoria al grado de que forman una lista interminable de
personalidades. Los cirujanos hábiles que destacaron en Francia fueron J. L.
Petit (1674-1750), director de la Academia de Cirugía; Desault (1744-1795),
creador de la enseñanza clínica dirigida a la cabecera del paciente en el Hôtel-
Dieu, de París.31 En Inglaterra fue notorio John Hunter (1728-1793), cirujano
práctico, precursor del concepto de agresión-defensa en la cirugía, y quizá el
cirujano más reconocido de su época.32 En Italia, un anatomista consumado fue
Antonio Scarpa (1747-1832), quien de un modo particular estudió los aspectos
anatómicos, clínicos y causales de las hernias.

Cirugía en el siglo XIX


En los dos últimos siglos el conocimiento científico evolucionó con mayor
rapidez, por lo que es necesario efectuar un apartado para cada uno de ellos.
En otros países, las guerras habían enrolado a médicos y cirujanos. La cirugía
militar francesa dominó el principio del siglo; se distinguieron cirujanos
militares como Pierre Francois Percy y Dominique Larrey. El primero acompañó
a los ejércitos
napoleónicos del Rin y a
la Grande Armée hasta
1808. Dominique Larrey
(1766-1842) participó en
la toma de la Bastilla y
después siguió a
Napoleón en casi todas
sus campañas. Entre
estos dos cirujanos
crearon el Cuerpo de
Sanidad Militar y desarrollaron actividad notable; redujeron sus tiempos
quirúrgicos a minutos o segundos e hicieron mayor cantidad de intervenciones
de las que ningún cirujano había logrado en un día de trabajo. Además,
registraron sus estadísticas; en ellas se puede encontrar que de 2 000
amputaciones de brazos tuvieron una mortalidad de 1 en 50, valores difíciles de
igualar después con mejores recursos.

En 1836, la técnica quirúrgica y el perfeccionamiento de nuevos instrumentos


llegaron a un momento en el que un profesor de la Facultad de París, el doctor
Marjolin, aseguró: “La cirugía ha llegado hasta el punto de no tener nada que
avanzar en lo sucesivo”. Quizá ésta ha sido una de las afirmaciones más
equivocadas, ya que en el mismo siglo se dieron los tres grandes puntos de
apoyo que sustentaron el progreso de la cirugía contemporánea:

• La base bacteriológica de la cirugía con el surgimiento de las técnicas


aséptica y antiséptica.
• El control del dolor con el desarrollo de la anestesia.
• La afirmación del método científico y experimental como fundamento de
la práctica quirúrgica.

El más grande avance en la medicina del siglo xix, y con certeza el de mayor
aplicación en la cirugía, fue el de Louis Pasteur (1822-1895), cuando demostró
de manera irrebatible que algunas enfermedades, como la infección de las
heridas quirúrgicas, son causadas por organismos microscópicos.

Este conocimiento cambió de manera radical el concepto de las causas de la


enfermedad y revolucionó la práctica de la cirugía. Aunque el crédito principal
de este logro pertenece al sabio francés, los métodos de aislamiento
bacteriológico y la correlación específica del microbio con la enfermedad
fueron obra de Roberto Koch (1843-1910). Las dos contribuciones son el
resultado del desarrollo del método científico aplicado a la medicina por
numerosos investigadores.

El cirujano inglés Joseph Lister (1827-1912) aplicó a la cirugía los conceptos de


Pasteur y en 1867 publicó un trabajo titulado “Nuevo tratamiento de las
fracturas abiertas y de los abscesos, observaciones sobre las causas de
supuración”, en el que se recomendaba aplicar sobre las fracturas expuestas
una especie de apósito impregnado en ácido fénico diluido en agua, también
llamado ácido carbólico, con lo que conseguía una cicatrización “sin
putrefacción”. Basado en esa primera experiencia, Lister usó el ácido fénico
diluido en el instrumental, en los hilos de sutura e, incluso, en forma de
vaporizaciones en el aire del ambiente de las salas de operaciones; con ello
consiguió abatir estadísticamente las infecciones. Su trabajo fue reconocido e
inició así la era de la antisepsia.

A muchos cirujanos les pareció más práctica, por su carácter preventivo, la idea
original de Pasteur de utilizar sólo instrumentos, esponjas e hilos de sutura
previamente esterilizados por calor. La técnica fue adoptada en París hacia
1878 y se facilitó con la generalización del uso de la autoclave perfeccionada
por Von Bergman en Alemania. La aplicación del conocimiento bacteriológico
a la cirugía dio lugar a la adopción gradual de la técnica aséptica en el mundo,
la cual consiste en aplicar métodos de aislamiento bacteriológico y utilizar
materiales e instrumentos estériles en el manejo de las heridas quirúrgicas. En
el mismo siglo xix, la medicina de EUA hizo su más famosa contribución al
progreso de la cirugía con la introducción de la anestesia general por inhalación
de gases.44 El descubrimiento fue oscurecido por la controversia suscitada entre
sus iniciadores Crawford Long, Gardner Colton, Horace Wells y Charles Jackson,
cada uno de los cuales reclamaba para sí la prioridad, sin llegar a demostrarla
de manera satisfactoria.

El hecho es que William Thomas Morton hizo la primera demostración exitosa


de anestesia general con inhalación de éter el 16 de octubre de 1846 en el
Massachusetts General Hospital de Boston. El descubrimiento se difundió con
rapidez por todo el mundo médico. A partir de esa fecha la anestesia tuvo un
desarrollo lleno de detalles trascendentales.

Con el fin de consolidar los logros del siglo, y como resultado lógico de ellos, se
establecieron las bases de la investigación en medicina. La estructura del
cuerpo humano ya era explorada en forma minuciosa gracias al microscopio,
pero el logro de mayor trascendencia, aunque menos espectacular, fue
concretado por los fisiólogos del siglo, que perfeccionaron los métodos de
medición y observación científica. Alemania hizo progresos bajo la guía de
Johannes Müller, de la Universidad de Berlín, quien publicó su Handbuch der
Physiologie des Menschen (Manual de fisiología humana) en 1833.

El mayor logro del gran Virchow fue la conceptualización de la célula como el


centro de los cambios patológicos del organismo, ideas que dio a conocer
en Die Cellular-Pathologie (La patología celular) en 1858. Sin embargo, el líder
de la fisiología en el siglo xix fue Claudio Bernard (1813-1878), quien en
su Introducción al estudio de la medicina experimental definió con claridad los
principios fundamentales de toda la investigación médica y estableció los
criterios de la experimentación científica.

En 1844, el Consejo de Salubridad había autorizado a 18 médicos cirujanos a


ejercer la profesión, aparte de los profesores ya antiguos y establecidos; para
1886 ya había registrados 250 médicos autorizados que habían egresado de las
escuelas de medicina.

La transfusión de sangre fue aplicada en 1847, casi al mismo tiempo, pero en


diferentes pacientes, por los médicos Martínez del Río y Matías Béistegui. La
anestesia por inhalación llegó a territorio mexicano por medio del periódico
médico inglés The Lancet, del cual era lector el doctor F. Ortega; se deduce que
el fármaco fue el cloroformo, sustancia que poco después fue utilizada por el
Sr. Martínez del Río. Con el tiempo este compuesto logró introducirse de
manera definitiva en la práctica corriente. Asimismo, el doctor Fenelon utilizó
el termocauterio de Paquelín en 1877, y el doctor Vértiz difundió el método
antiséptico de Lister en el Hospital Juárez por 1878.

En Rochester, Minnesota, William Worrall Mayo (1819-1911) fue la cabeza de


una dinastía de cirujanos que hicieron numerosas contribuciones e innovó el
concepto de la clínica-hospital para convertirla en un modelo de
administración que hasta ahora se considera ideal.

Cirugía en el siglo XX
La cirugía de este siglo progresó con mayor rapidez. Los inventos se sucedieron
de modo vertiginoso; las publicaciones se multiplicaron y las novedades
llegaron a todos los rincones del mundo. Se relatan aquí los hechos más
relevantes, corriendo el riesgo de hacer sólo un listado cronológico de
descubrimientos que rebasaron las imaginaciones más progresistas.

Hacia 1920, Halsted difundió el uso de los guantes estériles de hule y aplicó la
nueva técnica en el manejo y curación de las heridas; enunció sus
conocidos Principios de Halsted:

• Manipulación suave de los tejidos.


• Técnica aséptica.
• Disección con instrumentos cortantes.
• Hemostasia cuidadosa, utilizando el mínimo de material de sutura, el
cual debe ser fino y no irritante.
• Obliteración de espacios muertos en la herida.
• Evitar tensión, en las suturas.
• La importancia del reposo.

En los Principios de Halsted se resumía el


manejo quirúrgico propuesto por las escuelas
europeas a las que había visitado Halsted, y él
los aplicó al formar su escuela quirúrgica; junto
con William Osler estableció los reglamentos
de las residencias quirúrgicas. Dichas reformas
empezaron de manera paulatina a dejar sentir
su influencia en México.

Las bases de la técnica quirúrgica moderna aparecieron en la universidad


mexicana ligadas a los nombres de numerosos innovadores y brillantes
cirujanos; entre ellos destacaron Darío Fernández, quien estableció en 1917 la
cátedra de Cirugía experimental, y Julián González Méndez, quien en 1929
fundó la cátedra de Técnica quirúrgica en animales; en esta clase se
impartieron los principios básicos a nivel universitario y se formó así una
verdadera escuela.

En el siglo XX, dos guerras mundiales dieron sus lecciones a los cirujanos sobre
el concepto y tratamiento del estado de choque (shock), así como sobre las
causas y la prevención del tétanos y la gangrena gaseosa. Además, se
divulgaron las llamadas “desbridaciones extensas de las heridas
contaminadas” y la restitución del volumen de sangre y líquidos perdidos.
Todos los descubrimientos permitieron controlar de manera gradual algunos
estados de choque en los que el factor determinante era la pérdida de sangre
(choque hematógeno de Blalock) y culminaron con la creación de los bancos de
sangre.
Hacia 1900, el interés del cirujano se enfocaba en la operación del abdomen y
de sus paredes, se llamaba “cirugía radical” y de este nombre quedaron algunas
reminiscencias, como la “cura radical” de las hernias de la pared abdominal.
Por otra parte, el cirujano abarcaba todas las disciplinas quirúrgicas conocidas.
La técnica de la sutura intestinal y su perfeccionamiento dominó por varios
años la atención de los cirujanos. La úlcera del estómago y del duodeno fueron
padecimientos que aparecieron en escena como una nueva enfermedad, pero
lo más probable es que antes no se diagnosticaran. Se popularizó la
intervención quirúrgica de la derivación del tránsito digestivo, siguiendo los
conceptos de Theodor Billroth, de Viena (1829-1894), con la que se pretendía
evitar la formación de úlceras de la mucosa.
La práctica más común fue una operación llamada gastroenterostomía. Al igual
que muchos otros nombres de
operaciones, éste se deriva del
griego y se refiere al acto de formar
una boca entre el estómago y un
asa de intestino delgado. El
procedimiento alcanzó gran
aceptación en el decenio de 1930-
1939, pero declinó de manera
progresiva hasta ceder frente a
otros tratamientos más
fisiológicos; en fechas recientes se
han sintetizado medicamentos que
hacen de esta intervención un
hecho mucho menos frecuente.

El otro extremo del tubo digestivo también fue objeto de la atención de los
cirujanos. Los tumores de evolución maligna en ese segmento empezaron a
resecarse, al principio con mortalidad hasta de 80%, que pronto se redujo a 60,
20 y 12% a medida que los cirujanos aprendían la lección y presagiaban lo que
habría de suceder en otras ramas de la cirugía. En 1908, el cirujano inglés Ernest
Miles realizó la primera resección abdominoperineal en un paciente con cáncer
del recto.

En algunas personas, después de someterse a una operación extensa no


necesariamente del abdomen, los intestinos se paralizaban. El hecho fue objeto
de estudio de Owen Hardy Wangensteen, de la Universidad de Minnesota, quien
recomendó en 1932 la descompresión intestinal. Esta sugerencia alentó a
Thomas Grier Miller y William Osler Abbott, de Filadelfia, quienes dos años más
tarde establecieron la técnica de descompresión intestinal con la sonda
llamada de Miller-Abbott, un tubo de hule conectado a un aparato de
aspiración.

La intervención quirúrgica del abdomen alcanzó su madurez hacia la década de


1950-1959, pero la más reciente y espectacular de sus innovaciones es la cirugía
laparoscópica. Esta técnica se efectúa a través de una pequeña incisión por la
que el cirujano introduce un equipo óptico; por otras incisiones se introducen
instrumentos especiales, los cuales se guían por monitoreo televisivo con el fin
de hacer exploraciones y operaciones que antes demandaban una incisión
extensa y exponían al enfermo a un riesgo mayor.

El establecimiento de las especialidades es otra particularidad de la cirugía


contemporánea, es el resultado de la enorme cantidad de información
acumulada. Una de las especialidades que primero se diferenció en varias
partes del mundo fue la cirugía oftalmológica.
Tal vez la especialidad del sistema nervioso es la que requiere más cuidado, por
eso fue una de las primeras en diferenciarse. Las técnicas y los principios de la
cirugía general resultaron inadecuados para trabajar en un campo tan delicado.
El cirujano inglés Victor Alexander Haden Horsley demostró que el cirujano
tenía mucho que ofrecer en el manejo de los padecimientos del interior de la
cavidad craneana y de la médula espinal. Para principios del siglo xx el
estadounidense Harvey Williams Cushing abrió la nueva era de resección de
tumores intracraneales, el drenaje de abscesos, el tratamiento de algunas
formas de epilepsia, neuralgia y trastornos de la hipófisis. Sus contribuciones
técnicas más conocidas fueron el uso de clips de plata (1911) y el
perfeccionamiento (1928) de la unidad electroquirúrgica o electrocauterio, la
cual se conoce como Bovie y es un instrumento de uso obligado en las salas de
operaciones.

Clemente Robles Castillo inició la neurocirugía en México. Dados los grandes


logros recientes en el estudio de la reparación y regeneración de los tejidos, y
debido a la tecnología moderna que la apoya, la cirugía de esta especialidad
podrá mostrar en el futuro avances inimaginables, como su aportación más
reciente, la cirugía estereotáctica.

La cirugía cardiovascular es producto de este siglo, aunque antes se había


descrito la ligadura de los vasos en el tratamiento de aneurismas; de ello hay
numerosos testimonios en la bibliografía nacional. De igual manera, se había
empleado la sutura por el interior de los aneurismas en una técnica que Rudolf
Matas describió como endoaneurismorrafia. En realidad, fueron los trabajos de
Alexis Carrel y de Guthrie los que aportaron toda la investigación básica
concerniente a la sutura de los vasos sanguíneos por el método de
triangulación; dichos trabajos condujeron a estudios experimentales con
trasplantes de órganos e hicieron al autor acreedor al Premio Nobel en 1912.

El descubrimiento de la heparina por Mc Lean, Howell y Holt en 1916, quienes


en 1918 acuñaron su nombre, comercialmente accesible hasta 1936, fue un
hallazgo singular para la intervención de los vasos, ya que amplió las
posibilidades de tratamiento al impedir la formación de coágulos durante el
acto quirúrgico y después del mismo. Por algunos años no hubo avances
aparentes, salvo el impresionante informe de Tuffier en Francia que intervino
la válvula aórtica en 1912.

La cirugía de los vasos fue reactivada en 1938 cuando Robert Gross efectuó por
primera vez la ligadura del conducto arterioso persistente, y con Alfred Blalock
y Helen Taussig cuando dieron a conocer la primera operación paliativa de la
tetralogía de Fallot en 1944. En esta operación anastomosaron, es decir,
unieron de manera quirúrgica la arteria subclavia izquierda a la arteria
pulmonar del mismo lado. Casi al mismo tiempo, en 1945, Crafoord en
Estocolmo y Gross en EUA informaron acerca de la primera resección de un
segmento estrecho de la aorta torácica para el tratamiento de la enfermedad
congénita conocida como coartación aórtica.

El recurso diagnóstico de mayor relevancia en apoyo de la cirugía vascular fue


la angiografía, que consiste en inyectar materiales opacos en los vasos
sanguíneos y después obtener imágenes mediante rayos X que dibujan la
estructura con precisión. Egaz Moniz, de Lisboa, lo hizo con las arterias
carótidas (1927) y Reynaldo Dos Santos desarrolló la técnica para obtener
imágenes de la aorta abdominal mediante punciones en la región lumbar
(1929).

El siguiente paso fue la exploración de las cavidades cardiacas por el mismo


medio. En México, Carlos Adalid publicó una tesis del cateterismo experimental
de las cavidades cardiacas en 1930 y, aunque el hecho fue casi desconocido, el
interés fue simultáneo en todas las latitudes y hubo una verdadera explosión
de métodos nuevos en la investigación de las enfermedades cardiacas y
valvulares que desembocaron en el perfeccionamiento de la cirugía cardiaca
contemporánea. En 1948, Bailey y Harken, de Boston, por separado,
comunicaron sus logros sobre las dilataciones exitosas de las comisuras de la
válvula mitral estrecha en la enfermedad reumática del corazón. El doctor
Clemente Robles dio a conocer las primeras intervenciones quirúrgicas de
corazón en México en 1952.

El trasplante de tejidos y de órganos es otro de los logros del siglo XX, el cual
también inició el investigador Alexis Carrel con sus estudios en las suturas
vasculares. Gracias al descubrimiento de los anticoagulantes, la hipotermia, la
circulación extracorpórea y, sobre todo, a los estudios básicos en
inmunología, grupos de investigadores de todo el mundo se unieron en uno de
los esfuerzos más anhelados por la humanidad con el fin de volver real un
sueño:

[…] después de intentos fallidos se logró el primer trasplante de riñón con éxito
entre dos gemelos idénticos (monocigotos). Se llevó a cabo en Boston después de
acaloradas discusiones entre cirujanos, médicos y biólogos. Moore, Murray Merrill
y Harrison investigaron grupos sanguíneos del donador y del receptor, injertaron
la piel de uno en otro, realizaron verificaciones microscópicas de su
compatibilidad y confirmaron su identidad genética como requisitos previos a la
operación.
El éxito que obtuvieron justificó la continuación de estudios extensos sobre la
inmunología del trasplante que ayudaron a identificar el proceso del fenómeno
de rechazo de los tejidos, así como a
cimentar el concepto del control con
medicamentos inmunosupresores y a
buscar técnicas para inducir
tolerancia al tejido trasplantado. Con
este armamento se dieron los pasos
siguientes hasta lograr el trasplante de
riñón de donantes vivos no
necesariamente idénticos, donantes
cadavéricos no relacionados y
supervivencia aceptable en los
receptores. El avance fue tan
sorprendente que antes de 1980 la comunidad médica internacional aceptó sin
discusión el trasplante de órganos como un tratamiento común y superior a
otros métodos sustitutos de la función.

La investigación se dirige ahora a la búsqueda de nuevos medicamentos que


inhiban el fenómeno inmunitario del rechazo, así como a mejorar las
condiciones de vida de los pacientes que han recibido un trasplante y a la
posibilidad de efectuar trasplantes entre sujetos de diferente especie,
operación también llamada xenoinjerto. Todavía permanecen en la mesa de
discusión muchos aspectos éticos, legales y socioeconómicos relacionados con
los trasplantes.

La dificultad para obtener órganos humanos en donación estimuló la


investigación en otra rama de la cirugía que fue
considerada fantasía en todas las épocas
precedentes: la invención, manufactura e
implantación de órganos artificiales.

La relativa protección dada por los antibióticos


y por la quimioterapia permite a los cirujanos
aventurarse cada vez más en el empleo de
materiales extraños al organismo. Una gran diversidad de plásticos se usa casi
para todo; desde los modernos materiales de sutura que se pueden absorber
por el organismo hasta el reemplazo de articulaciones tan complejas como la
cadera. El primer reemplazo de cadera fue obra de los cirujanos franceses Jean
y Robert Louis Judet en 1950.

Otro ejemplo sorprendente es el tratamiento de las cataratas: el cristalino se


reemplaza por una lente implantable.

En los laboratorios de investigación del mundo entero existen programas y


presupuestos destinados a la búsqueda y diseño de órganos artificiales, los
cuales cada día se aproximan más a la posibilidad de sustituir en forma ideal
muchos de los órganos que se trasplantan en la actualidad.

En los últimos 10 años, la bioingeniería aplicada a los tejidos dio un nuevo


enfoque a la cirugía, ya que mediante sus técnicas se pueden cultivar células y
tejidos vivos en los laboratorios de investigación. La piel producida, viva, de
origen humano, encuentra aplicación en cirugía para cubrir los tejidos de las
heridas de difícil epitelización en un intento por modificar de manera favorable
la evolución de éstas.

La meta de la investigación es producir órganos in vitro; ya es una realidad el


cultivo de células del tejido fibroso y epitelial sobre moldes o estromas de
materiales sintéticos biodegradables, así como la producción de órganos
“simples” como las válvulas cardiacas, los cuales se pueden implantar por
medios quirúrgicos y dejar que el estroma sintético se reabsorba y los tejidos
queden incorporados en forma permanente.

La función de la información genética y genómica en la práctica de la medicina


clínica está aumentando a un ritmo rápido. Algunos ejemplos de avances en el
ámbito del “screening” prenatal son análisis de sangre materna para los
trastornos encontrados en el feto, diagnóstico y clasificación molecular de
enfermedades genéticas raras mediante secuenciación de nueva generación,
clasificación del tumor por análisis de expresión génica y farmacogenética,
aplicaciones para la dosificación de medicamentos. La identificación de genes
para rasgos complejos también está progresando con rapidez. Los resultados
de estas investigaciones, sin duda, se traducirán en cambios en el diagnóstico
clínico a su debido tiempo. Los médicos implicados en el cuidado de los
pacientes requerirán el conocimiento de los principios básicos de la genética
para incorporar de manera adecuada estas aplicaciones en la práctica clínica.

Cirugía en el siglo XXI


En la historia de la humanidad no habían coincidido tantos científicos, y mucho
menos habían tenido la facilidad de comunicarse como ahora, sin obstáculos
ni distancias que los separen, gracias
al uso de las redes de comunicación.
Nunca antes llamó la atención del
hombre común enterarse de que se
celebraba un evento político-social
en el que estuvieran presentes más de
100 galardonados con un premio
Nobel. Para los cirujanos en especial,
el significado de esta coincidencia de
tantos talentos, a un mismo tiempo y en un mismo espacio, indica que ocurre
un desarrollo acelerado del conocimiento que debe ser aprovechado en el
campo de la cirugía.

Al doblar el milenio, sobre las bases aportadas por la ciencia en expansión y si


se compara con lo hecho en todas las épocas precedentes, es evidente que el
ejercicio de la cirugía ha evolucionado en forma exponencial.

La cirugía de mínima invasión y la cirugía endoscópica (el nombre correcto es


cirugía video-asistida) son resultado de los refinamientos de la imagenología y
de la óptica aplicados a la cirugía.96 La visualización de los órganos internos por
instrumentos ópticos tiene antecedentes muy remotos, en 1868 el célebre
médico Kussmaul utilizó un instrumento rígido equipado con una fuente
rudimentaria de luz para explorar el interior del estómago, Mikulics lo mejoró
al utilizar un foco pequeño, y Cavalier Jackson lo difundió hacia 1900 cuando
introdujo el uso del broncoscopio rígido. Pronto surgieron instrumentos
ópticos diseñados para explorar las cavidades naturales, así aparecieron los
rectosigmoidoscopios, laringoscopios, culdoscopios, etc.

En 1901, Keilling, en Alemania, utilizó un cistoscopio para explorar el interior de


la cavidad abdominal en los animales de experimentación, insuflando aire en el
peritoneo, y en Rusia Dimitri Oskarovich Ott lo hizo en el mismo año. En Suecia,
H.C. Jacobaeus en 1910 hizo lo que se llamó “celioscopia” en el ser humano. No
fue sino hasta después de 1940 que Goetz y Veress, por separado, diseñaron una
aguja provista de un obturador para hacer la insuflación peritoneal. Los
primeros insufladores
consistían en un
manómetro conectado a
una perilla provista de una
válvula, que insuflaba aire
ambiente. En 1964 el Dr.
Kurt Semmen Kiel, en
Alemania, desarrolló un
aparato insuflador
automático que registraba
la presión intraabdominal y el flujo de gas para mejor control del
neumoperitoneo. Hassan propuso una técnica alternativa llamada
“laparoscopia abierta” para la introducción de trócares a la cavidad peritoneal;
en ella se practica una minilaparotomía por la que se identifica la cavidad
peritoneal y permite la introducción segura del trócar sin daño visceral.

La evolución siguió con los trabajos del profesor Semm, quien para 1970 había
reemplazado 75% de las intervenciones ginecológicas abiertas con la
laparoscopia y reportó 0.28% de complicaciones, fue además precursor de la
apendicectomía laparoscópica. Su relación con los cirujanos mexicanos data
de principios de la década de 1970-1979, cuando el doctor Carlos Walther,
distinguido ginecólogo del Hospital ABC, de origen alemán, se enteró de los
innovadores avances en laparoscopia, por lo que viajó a la ciudad de Múnich,
Alemania, donde trabajó con Semm, adquirió los equipos por él diseñados y
regresó al Hospital ABC donde inició en México la cirugía laparoscópica en
ginecología;97 el 25 de junio de 1982 fundó la Sociedad Mexicana de Endoscopia
Ginecológica y Microcirugía, donde el doctor Semm fue invitado y miembro
honorario hasta su muerte en 2003.
Otro hito en la evolución de la cirugía fue cuando en 1985 el Dr. Eric Muhe, en
Alemania, y conociendo los trabajos pioneros, hizo la primera colecistectomía
por vía laparoscópica introduciendo el laparoscopio por el ombligo del
paciente y los instrumentos quirúrgicos por dos trócares accesorios. El
procedimiento se reprodujo y perfeccionó en Francia, Alemania y EUA por
cirujanos prestigiados y de allí se difundió con rapidez, llegando a la condición
actual en que la técnica video-asistida ha quedado aceptada para casi todos los
procedimientos abdominales que tradicionalmente se hacían por cirugía
“abierta”. La cirugía de las vías biliares y el tratamiento laparoscópico de la
enfermedad por reflujo gastroesofágico abrieron la aceptación universal con la
que hoy se ejerce esta cirugía.

La telemedicina ha evolucionado al
grado de que en septiembre de 2001
el equipo del cirujano francés
Jacques Marescaux realizó una
operación con éxito de la extirpación
de la vesícula biliar en el Hospital
Universitario de Estrasburgo,
operando los telecomandos de un
robot desde Nueva York, ¡a 7 000 km
de distancia!

En el importante aspecto del diagnóstico quirúrgico ha tenido relevancia el


apoyo de la imagenología, mismo que en los primeros años de este siglo se ha
hecho accesible a muchas comunidades en las que se hacen estudios como la
fluoroscopia, imagen por resonancia magnética (IRM), medicina nuclear,
tomografía por emisión de positrones (TEP), tomografía, ultrasonido,
ecocardiografía y las diferentes variedades de la endoscopia. Un avance de la
endoscopia es el desarrollo de cápsulas inalámbricas ingeribles en las que
están instaladas fuentes de luz y videocámaras que transmiten sus señales a
sensores que las transfieren a una computadora en la que son procesadas en
video y en tiempo real, enviando
14 imágenes por segundo. La
información se recoge en todo su
trayecto de alrededor de 8 h para
ser eliminada en la evacuación
siguiente entre 10 y 48 h
después. El procedimiento tiene
limitaciones y un costo
significativo, pero es un avance
espectacular para la
gastroenterología cibernética
que se está aplicando en todo el mundo, hay más de 14 000 citas bibliográficas
disponibles sobre el tema.
Conclusión
En la actualidad, de la mano de los avances técnicos y científicos, vivimos en
una época en la que la cirugía constituye uno de los campos de vanguardia en
el conocimiento humano y es capaz de dar respuesta a multitud de situaciones
patológicas que a lo largo de la historia han condenado a las personas que
padecían enfermedades a sufrir las desventuras de la marginación social, el
dolor, la discapacidad y la muerte.
Si bien es cierto, que el comienzo de la cirugía se remonta a los anales de la
historia del propio ser humano, no es menos cierto que debemos diferenciar
claramente el punto de inflexión que marca un antes y un después en la practica
quirúrgica.
La cirugía no siempre se ha considerado una practica medica y desde luego en
la antigüedad no gozaba del prestigio merecido que hoy tiene.

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