Evolucion de La Cirugia
Evolucion de La Cirugia
Evolucion de La Cirugia
EVOLUCION DE LA CIRUGIA
En el actual Sri Lanka (antes Ceilán) ya existían hospitales tres siglos a.C., los
cuales tenían algunas características similares a los actuales. En ellos se
subrayaba la importancia de la limpieza y de la administración de dietas a los
enfermos.
China, a pesar de ser una civilización muy antigua, aportó poco a la historia de
la cirugía en Occidente. El hecho se atribuye a su aislamiento y a la influencia
de algunos grupos religiosos que prohibieron la mutilación del cuerpo humano
después de la muerte. Sin embargo, en el libro Nei Tsing (Regla de lo interior),
escrito por el médico y emperador Hoang-Ti (2800 a.C.), están registrados
conceptos tan importantes como la circulación de la sangre al afirmar que: “la
sangre fluye en un círculo continuo que nunca se detiene”, con lo que se
adelantaron por muchos siglos a la investigación de Harvey.
En los cantos homéricos se ofrece una muestra de lo que debió ser la medicina
griega primitiva con las descripciones de las heridas que sufrieron los héroes en
la Iliada. En esta obra, los cirujanos militares Machaon y Polidario reciben un
trato especial: se les llama hijos de Asclepio, el mítico dios de la medicina. No
obstante, con frecuencia son los mismos héroes quienes atienden a los
lesionados: después de lavar con vino las heridas, les ponían miel y las liaban
con vendas de lino; enseguida lanzaban el exorcismo “que ha de detener la
negra sangre”. En estos cantos se describen los hechos verdaderos que se
remontan a los inicios de la Edad del Hierro y que mediante el pensamiento
griego se habrían de modificar de manera progresiva.
Roma desconoció la medicina durante mucho tiempo. Según Plinio el Viejo (23
o 24-79 d.C.): “La profesión médica está en desacuerdo con la dignidad
romana”. Los cirujanos no podían vivir sólo del ejercicio de su profesión.
Muchos médicos, con frecuencia de origen griego, lograron renombre y
posición a costa de una moralidad dudosa. Aulo Cornelio (siglo i d.C.), un noble
erudito romano, escribió una vasta enciclopedia médica de la que se conserva
el De Re Medica, en ocho tomos, el cual está considerado entre los primeros
escritos clásicos de medicina que fueron redescubiertos y difundidos por la
imprenta en 1478. Algunos autores consideran que la obra de Celso es
traducción de un original griego. No obstante, en esos textos se puede observar
un gran conocimiento acerca de la medicina griega.
Sin embargo, la personalidad médica que dominó la era romana fue Galeno de
Pérgamo (129-199 d.C.), viajero y médico de gladiadores, quien se distinguió
por haber legado un conjunto considerable de conocimientos. Dotado de un
gran interés por el estudio de la función de los órganos, intentó describir la
circulación sanguínea. Experimentó con animales y les provocó parálisis por
seccionar la médula espinal. Una de sus demostraciones funcionales más
espectaculares fue la interrupción del flujo de la orina después de ligar de
manera experimental el uréter y la arteria renal. Estableció un principio según
el cual toda alteración de una función deriva de la lesión de un órgano. Todavía
en el siglo XIX su obra era criticada porque la expresión dogmática y el
empirismo prevalecían sobre la observación; muchas de sus descripciones
fueron objeto de referencia y despertaron controversias que perduraron por
más de un milenio. Quizá la más célebre fue la cicatrización de las heridas
después de la supuración.
Los cirujanos más conocidos del imperio bizantino fueron Oribasio, Aetio y
Pablo de Egina, quienes se destacaron por ser recopiladores, pero no
revolucionaron el conocimiento.
Cirugía en la edad media
Otros exponentes de esta escuela, situada en las costas de Italia, fueron Rogerio
y Rolando, de Palermo y Parma, respectivamente. Al parecer estos monjes
utilizaban un medio llamado esponja soporífera para mitigar el dolor durante
la cirugía.
Investigación Fisiológica
En el antiguo continente, el paso lógico después del conocimiento de la forma
fue la inquietud por conocer las funciones. El hombre destinado a ser conocido
como el padre de la fisiología moderna fue William Harvey (1578-1657), un
inglés nacido en Folkestone y que estudió anatomía en Padua con Fabricio de
Acquapendente; Harvey escuchó las conferencias de Galileo sobre el
movimiento y caída de los cuerpos y aplicó dichos conocimientos a la medicina.
Su espíritu crítico y su capacidad de observación y de experimentación sin duda
fueron estimulados por los escritos de Francis Bacon (1561-1626), filósofo
fundador de la Ciencia Moderna en Inglaterra.28 Realizó experimentos mediante
los cuales logró describir la función de la bomba cardiaca, la cual obliga a la
sangre a circular por dos sistemas circulatorios diferentes pero conectados
entre sí por el sistema capilar, que intuyó sin llegar a descubrir. Después de más
de 10 años de estudio realizando experimentos sencillos y con razonamientos
claros, Harvey demostró que la sangre se movía en un circuito cerrado,
¡circulaba! Publicó la evidencia y sus conclusiones en el libro De Motu Cordis en
Francfort en 1628 y con ello inauguró la era de los estudios fisiológicos.
El más grande avance en la medicina del siglo xix, y con certeza el de mayor
aplicación en la cirugía, fue el de Louis Pasteur (1822-1895), cuando demostró
de manera irrebatible que algunas enfermedades, como la infección de las
heridas quirúrgicas, son causadas por organismos microscópicos.
A muchos cirujanos les pareció más práctica, por su carácter preventivo, la idea
original de Pasteur de utilizar sólo instrumentos, esponjas e hilos de sutura
previamente esterilizados por calor. La técnica fue adoptada en París hacia
1878 y se facilitó con la generalización del uso de la autoclave perfeccionada
por Von Bergman en Alemania. La aplicación del conocimiento bacteriológico
a la cirugía dio lugar a la adopción gradual de la técnica aséptica en el mundo,
la cual consiste en aplicar métodos de aislamiento bacteriológico y utilizar
materiales e instrumentos estériles en el manejo de las heridas quirúrgicas. En
el mismo siglo xix, la medicina de EUA hizo su más famosa contribución al
progreso de la cirugía con la introducción de la anestesia general por inhalación
de gases.44 El descubrimiento fue oscurecido por la controversia suscitada entre
sus iniciadores Crawford Long, Gardner Colton, Horace Wells y Charles Jackson,
cada uno de los cuales reclamaba para sí la prioridad, sin llegar a demostrarla
de manera satisfactoria.
Con el fin de consolidar los logros del siglo, y como resultado lógico de ellos, se
establecieron las bases de la investigación en medicina. La estructura del
cuerpo humano ya era explorada en forma minuciosa gracias al microscopio,
pero el logro de mayor trascendencia, aunque menos espectacular, fue
concretado por los fisiólogos del siglo, que perfeccionaron los métodos de
medición y observación científica. Alemania hizo progresos bajo la guía de
Johannes Müller, de la Universidad de Berlín, quien publicó su Handbuch der
Physiologie des Menschen (Manual de fisiología humana) en 1833.
Cirugía en el siglo XX
La cirugía de este siglo progresó con mayor rapidez. Los inventos se sucedieron
de modo vertiginoso; las publicaciones se multiplicaron y las novedades
llegaron a todos los rincones del mundo. Se relatan aquí los hechos más
relevantes, corriendo el riesgo de hacer sólo un listado cronológico de
descubrimientos que rebasaron las imaginaciones más progresistas.
Hacia 1920, Halsted difundió el uso de los guantes estériles de hule y aplicó la
nueva técnica en el manejo y curación de las heridas; enunció sus
conocidos Principios de Halsted:
En el siglo XX, dos guerras mundiales dieron sus lecciones a los cirujanos sobre
el concepto y tratamiento del estado de choque (shock), así como sobre las
causas y la prevención del tétanos y la gangrena gaseosa. Además, se
divulgaron las llamadas “desbridaciones extensas de las heridas
contaminadas” y la restitución del volumen de sangre y líquidos perdidos.
Todos los descubrimientos permitieron controlar de manera gradual algunos
estados de choque en los que el factor determinante era la pérdida de sangre
(choque hematógeno de Blalock) y culminaron con la creación de los bancos de
sangre.
Hacia 1900, el interés del cirujano se enfocaba en la operación del abdomen y
de sus paredes, se llamaba “cirugía radical” y de este nombre quedaron algunas
reminiscencias, como la “cura radical” de las hernias de la pared abdominal.
Por otra parte, el cirujano abarcaba todas las disciplinas quirúrgicas conocidas.
La técnica de la sutura intestinal y su perfeccionamiento dominó por varios
años la atención de los cirujanos. La úlcera del estómago y del duodeno fueron
padecimientos que aparecieron en escena como una nueva enfermedad, pero
lo más probable es que antes no se diagnosticaran. Se popularizó la
intervención quirúrgica de la derivación del tránsito digestivo, siguiendo los
conceptos de Theodor Billroth, de Viena (1829-1894), con la que se pretendía
evitar la formación de úlceras de la mucosa.
La práctica más común fue una operación llamada gastroenterostomía. Al igual
que muchos otros nombres de
operaciones, éste se deriva del
griego y se refiere al acto de formar
una boca entre el estómago y un
asa de intestino delgado. El
procedimiento alcanzó gran
aceptación en el decenio de 1930-
1939, pero declinó de manera
progresiva hasta ceder frente a
otros tratamientos más
fisiológicos; en fechas recientes se
han sintetizado medicamentos que
hacen de esta intervención un
hecho mucho menos frecuente.
El otro extremo del tubo digestivo también fue objeto de la atención de los
cirujanos. Los tumores de evolución maligna en ese segmento empezaron a
resecarse, al principio con mortalidad hasta de 80%, que pronto se redujo a 60,
20 y 12% a medida que los cirujanos aprendían la lección y presagiaban lo que
habría de suceder en otras ramas de la cirugía. En 1908, el cirujano inglés Ernest
Miles realizó la primera resección abdominoperineal en un paciente con cáncer
del recto.
La cirugía de los vasos fue reactivada en 1938 cuando Robert Gross efectuó por
primera vez la ligadura del conducto arterioso persistente, y con Alfred Blalock
y Helen Taussig cuando dieron a conocer la primera operación paliativa de la
tetralogía de Fallot en 1944. En esta operación anastomosaron, es decir,
unieron de manera quirúrgica la arteria subclavia izquierda a la arteria
pulmonar del mismo lado. Casi al mismo tiempo, en 1945, Crafoord en
Estocolmo y Gross en EUA informaron acerca de la primera resección de un
segmento estrecho de la aorta torácica para el tratamiento de la enfermedad
congénita conocida como coartación aórtica.
El trasplante de tejidos y de órganos es otro de los logros del siglo XX, el cual
también inició el investigador Alexis Carrel con sus estudios en las suturas
vasculares. Gracias al descubrimiento de los anticoagulantes, la hipotermia, la
circulación extracorpórea y, sobre todo, a los estudios básicos en
inmunología, grupos de investigadores de todo el mundo se unieron en uno de
los esfuerzos más anhelados por la humanidad con el fin de volver real un
sueño:
[…] después de intentos fallidos se logró el primer trasplante de riñón con éxito
entre dos gemelos idénticos (monocigotos). Se llevó a cabo en Boston después de
acaloradas discusiones entre cirujanos, médicos y biólogos. Moore, Murray Merrill
y Harrison investigaron grupos sanguíneos del donador y del receptor, injertaron
la piel de uno en otro, realizaron verificaciones microscópicas de su
compatibilidad y confirmaron su identidad genética como requisitos previos a la
operación.
El éxito que obtuvieron justificó la continuación de estudios extensos sobre la
inmunología del trasplante que ayudaron a identificar el proceso del fenómeno
de rechazo de los tejidos, así como a
cimentar el concepto del control con
medicamentos inmunosupresores y a
buscar técnicas para inducir
tolerancia al tejido trasplantado. Con
este armamento se dieron los pasos
siguientes hasta lograr el trasplante de
riñón de donantes vivos no
necesariamente idénticos, donantes
cadavéricos no relacionados y
supervivencia aceptable en los
receptores. El avance fue tan
sorprendente que antes de 1980 la comunidad médica internacional aceptó sin
discusión el trasplante de órganos como un tratamiento común y superior a
otros métodos sustitutos de la función.
La evolución siguió con los trabajos del profesor Semm, quien para 1970 había
reemplazado 75% de las intervenciones ginecológicas abiertas con la
laparoscopia y reportó 0.28% de complicaciones, fue además precursor de la
apendicectomía laparoscópica. Su relación con los cirujanos mexicanos data
de principios de la década de 1970-1979, cuando el doctor Carlos Walther,
distinguido ginecólogo del Hospital ABC, de origen alemán, se enteró de los
innovadores avances en laparoscopia, por lo que viajó a la ciudad de Múnich,
Alemania, donde trabajó con Semm, adquirió los equipos por él diseñados y
regresó al Hospital ABC donde inició en México la cirugía laparoscópica en
ginecología;97 el 25 de junio de 1982 fundó la Sociedad Mexicana de Endoscopia
Ginecológica y Microcirugía, donde el doctor Semm fue invitado y miembro
honorario hasta su muerte en 2003.
Otro hito en la evolución de la cirugía fue cuando en 1985 el Dr. Eric Muhe, en
Alemania, y conociendo los trabajos pioneros, hizo la primera colecistectomía
por vía laparoscópica introduciendo el laparoscopio por el ombligo del
paciente y los instrumentos quirúrgicos por dos trócares accesorios. El
procedimiento se reprodujo y perfeccionó en Francia, Alemania y EUA por
cirujanos prestigiados y de allí se difundió con rapidez, llegando a la condición
actual en que la técnica video-asistida ha quedado aceptada para casi todos los
procedimientos abdominales que tradicionalmente se hacían por cirugía
“abierta”. La cirugía de las vías biliares y el tratamiento laparoscópico de la
enfermedad por reflujo gastroesofágico abrieron la aceptación universal con la
que hoy se ejerce esta cirugía.
La telemedicina ha evolucionado al
grado de que en septiembre de 2001
el equipo del cirujano francés
Jacques Marescaux realizó una
operación con éxito de la extirpación
de la vesícula biliar en el Hospital
Universitario de Estrasburgo,
operando los telecomandos de un
robot desde Nueva York, ¡a 7 000 km
de distancia!