Rosengurt, Chantal Paula (2013) - El Arte Mimetico Como Forma de Conocimiento Las Criticas de Jean-Marie Schaeffer A Platon
Rosengurt, Chantal Paula (2013) - El Arte Mimetico Como Forma de Conocimiento Las Criticas de Jean-Marie Schaeffer A Platon
Rosengurt, Chantal Paula (2013) - El Arte Mimetico Como Forma de Conocimiento Las Criticas de Jean-Marie Schaeffer A Platon
Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Filosofía, La Plata,
2013.
Cita:
Rosengurt, Chantal Paula (2013). El arte mimético como forma de
conocimiento : Las críticas de Jean-Marie Schaeffer a Platón. IX Jornadas
de Investigación en Filosofía. Universidad Nacional de La Plata. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Filosofía,
La Plata.
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IX Jornadas de Investigación del Departamento de Filosofía
FaHCE-UNLP
INTRODUCCIÓN
Al comienzo de su libro ¿Por qué la ficción? (2002) Jean-Marie Schaeffer2 sostiene que
frente a las actividades miméticas nos situamos en una actitud ambivalente –mezcla de
fascinación y desconfianza-. “Fascinación, pues buscamos activamente simulacros de
todo tipo y nada nos gusta tanto como tragarnos el anzuelo del juego. (…) La
desconfianza nace cuando se rompe el encanto: ¿no hay algo inquietante en el hecho
de que podamos dejarnos subyugar así por los simulacros? (…) Esa capacidad que
tienen las apariencias de neutralizar nuestras instancias de “control racional”, ¿no
constituye un motivo más que suficiente para desconfiar de toda imitación?” (Schaeffer,
2002, pp. 2-3) Con tal aprensión Platón inaugura en Occidente una tradición
antimimética a la que Schaeffer se opone. A partir de ello, el objetivo del presente
trabajo consiste en: exponer y analizar las críticas de este pensador a la posición
platónica; examinar y cuestionar sus proposiciones haciendo hincapié en la que
consideramos su tesis más fuerte: La mímesis es una relación cognitiva, es tanto la
aplicación de un conocimiento, como una fuente del mismo. Los aportes de Schaeffer
interpelan a la Estética y a la Gnoseología contemporánea, por cuanto la polémica
antimimética continúa aún vigente. En pos de un desarrollo lo suficientemente acotado
nuestro alcance sobre las concepciones platónicas será limitado, y su análisis
simplificador. Reducimos el mismo exclusivamente al Platón antimimético del Libro X
1 Trabajo realizado en el marco de la Beca de Investigación Tipo A, otorgada por la Universidad Nacional
de La Plata. Tema: “El componente estético, la competencia ficcional, y las emociones en la obra de
Jean-Marie Schaeffer. Antecedentes y consecuencias.” Dirección de la Dra. en Filosofía Ma. Cristina Di
Gregori, y la co-dirección de la Lic. en Psicología Ma. Cristina Piro. IdIHCS- FaHCE –UNLP
2 Jean-Marie Schaeffer (1952) filósofo contemporáneo oriundo del Gran Ducado de Luxemburgo; es
director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), investigador del Centre
National de la Recherche Scientifique (CNRS) y miembro del Centre de Recherches sur les Arts et le
Langage (CRAL.CNRS / EHESS).
1
La Plata, 28 al 30 de agosto de 2013
ISSN 2250-4494 - web http://jornadasfilo.fahce.unlp.edu.ar
de su República. Y de la obra de Schaeffer nos centraremos fundamentalmente en su
libro ¿Por qué la ficción? (2002).
3 Siguiendo a Elena Oliveras y a L. Lutereau destacamos el desarrollo en el teatro del drama realista de
Eurípides (480- 406), y el psicologismo expresivo de Parrhasios. En pintura distinguimos la invención de
la perspectiva lineal y la creación de bastidores teatrales ilusionistas, así como la invención del degradado
/sombreado por parte de Apolodoro de Atenas, siendo célebre ejemplo de los desarrollos de esta disciplina
los engañosos racimos de uvas de Zeuxis. Y en escultura, el interés por la representación del movimiento,
interés éste que tropezaba con la idea platónica de superioridad de lo inmutable por encima de lo
transitorio, de la belleza eterna por encima de lo particular.
4 Nos remitimos y sugerimos la lectura de Elena Oliveras (2004), Estética. La cuestión del arte. Cap. 1:
“Aproximación a la Estética”. Apartado 6: Arte y conocimiento. (pp. 46-50) Emecé Editores S.A. Buenos
Aires. 2007
5 Schaeffer, J-M. (2002). ¿Porqué la ficción? Ediciones Lengua de trapo SL., España 2002. Pp. 16- 17.
6 Ibid., p. 36
7 Íbid., p. 29
8 Ibid., p. 30
2
pertinencia informativa. En dicha demarcación, las ficciones artísticas, propias de la
esfera lúdica, se distinguen por circunscribirse al ámbito del arte. En pos de una
exposición clara orientamos el análisis de sus críticas en tres apartados: Cuestiones
terminológicas; Cuestiones performativas; y Críticas argumentativas. Admitimos que la
clasificación es no excluyente, y las etiquetas algo imprecisas.
. Cuestiones terminológicas:
Schaeffer denuncia que el uso de la terminología en Platón da lugar a equívocos. Un
primer equívoco radica en que se sirve de la noción de mímesis al abordar el problema
de la ficción (y por tanto del fingimiento), pero también al analizar la representación
mimética (y por tanto la imitación). Incurre en un deslizamiento de la mímesis como
fingimiento, a ser entendida como representación analógica, mediante el cual logra
discurrir subrepticiamente de la mímesis teatral a la figuración pictórica. Un segundo
equívoco, se funda en que no hay una diferenciación clara entre el fingimiento lúdico de
las artes miméticas y el fingimiento serio (la mentira) del filósofo. Con ello Platón logra
derivar que la representación mimética es falaz. El fingimiento lúdico aparece aquí sólo
como un resto debilitado y degradado del serio, y nunca es considerado en sí mismo.
Como tercer equívoco Schaeffer subraya la ausencia de distinción entre la imitación
como reiteración, y la imitación como simulacro (hacer-como-sí). El autor sostiene que
lo que subyace es “la incapacidad (o el rechazo) de reconocer la autonomía de la
capacidad imaginativa como actividad mental específica” 9, y la autonomía de los
procesos miméticos lúdicos, así como su importancia en el desarrollo mental y cultural.
Volveremos sobre esto más adelante en nuestro trabajo. Finalmente, un cuarto equívoco
radica en la consideración de que tanto la ficción literaria como la representación
pictórica pertenecen al ámbito de la apariencia, lo que no es más que un reduccionismo
forzoso.
2.1. Cuestiones performativas
Schaeffer denuncia lo que podríamos considerar una actitud contradictoria, cuando
menos hipócrita por parte de Platón en dos situaciones diferentes. Una de ellas, se
refiere a que el uso de ficciones es admitido, pero según a qué fines corresponda. Así,
condena a la ficción, y a la imitación lúdica y artística, mientras acepta el uso de relatos
falaces (fingimientos serios) si éstos se encuentran al servicio del Bien Supremo, de la
política del Sabio. Schaeffer es incisivo por cuanto asevera que Platón mismo en sus
argumentaciones no puede evitar recurrir no sólo a ficciones, sino a la mentira, o sea al
9 Ibid., p. 22
3
fingimiento serio. La otra circunstancia denunciada remite a la teoría platónica del
conocimiento. Citamos: “Finalmente, su crítica al principio de la mímesis artística no
le impide sostener una teoría del conocimiento que es una teoría del reflejo – de la
semejanza – y, por tanto, podría decirse de la imitación.”10
2.2. Críticas a los argumentos antimiméticos:
De acuerdo a Schaeffer, el antimimetismo platónico se apoya en lo que denomina dos
“ángulos de ataque”, los que sintetizamos del siguiente modo:
1) La imitación será lícita según el objeto escogido para ello.
2) La imitación como tal, la relación mimética es nociva con independencia del objeto
escogido.
A su vez, apreciamos nosotros, tales ángulos de ataque se sostienen en las siguientes
premisas:
(a) La mímesis / ficción produce un efecto de arrastre.
(b) El efecto de arrastre opera por contagio afectivo y no por conocimiento racional.
(c) La frontera entre ficción y realidad es franqueable.
(d) El efecto de arrastre franquea la frontera entre ficción y realidad.
. Del temor al efecto de arrastre
Según Schaeffer, para Platón la mímesis posee una función formativa dennotada, por
ejemplo, en relación a la educación de los jóvenes guardianes. A raíz de lo cual, la
misma será aceptable sólo a condición de que se limiten los comportamientos
moralmente reprochables, susceptibles de ser imitados. Ahora, tal ataque se comprende
si suponemos en Platón un temor a la mímesis fundado en las premisas antes
expuestas: La mímesis en tanto imitación es peligrosa por cuanto produce un efecto de
arrastre del fingimiento a la realidad, de lo lúdico a lo serio; los comportamientos reales
pueden contaminarse por los comportamientos imitados. Vemos que las premisas se
encuentran interconectadas: El efecto de arrastre es posible en tanto la frontera entre
ficción y realidad puede ser franqueada. (Premisa (c)) Y será tanto más eficaz cuanto
menor sea el desarrollo de la instancia de control racional, como sucede en los niños
(premisa (b)). A pesar de la contraposición al antimimetismo platónico, tal preocupación
por la supuesta peligrosidad de las ficciones parece ser compartida por Schaeffer. Éste
reconoce situaciones que parecen justificarla, como los combates lúdicos que terminan
en pugilatos serios, y los “juegos de rol” en los que ciertos “actores” llevan su
identificación con el personaje hasta la pérdida de su propia identidad. Ahora bien, en su
10 Ibid., p. 15
4
análisis Schaeffer observa que el argumento platónico entraña dos problemas que no
han sido explicitados, y que el antimimétismo ha logrado perpetuar:
El primer problema radica en que el temor al efecto de arrastre no distingue entre los
diferentes participantes, ni entre los diferentes efectos de la imitación. Tanto el
fabricante de la ficción como su público, todos corren el mismo riesgo de tomar
“modelos de los mundos ficcionales”. Schaeffer se contrapone a ello al proponer tres
situaciones imitativas claramente diferenciadas:
a) Una persona imita lúdicamente para su propio beneficio (o pérdida) y el de sus
compañeros de juego.
b) Un actor imita por juego para el beneficio (o pérdida) del público.
c) El público que no imita, pero que, al atender a los comportamientos lúdicamente
imitados por el actor, se arriesga a imitarlos en serio en la vida real.
En el tercer caso, a pesar del efecto de arrastre, ya no se trata de hábitos que transgreden
la frontera entre lo serio y lo lúdico, sino, de un efecto de modelización. Citamos: “El
jugador que finge hacer x refuerza su disposición a hacer realmente x, pues fingir que se
hace x tiene prácticamente el mismo efecto que hacer x; en cambio el público que
contempla al actor que finge hacer x toma ejemplo de esa acción para sus propias
acciones serias futuras.”11 O sea, no es lo mismo hacer; fingir que se hace; y
contemplar. Lo que Schaeffer viene a sostener en cuanto a los posibles efectos de la
ficción sobre la “vida real” (ya sea del jugador, del actor o del público) es que hay que
distinguir, como no ha hecho Platón, dos problemáticas muy diferentes: Por un lado, la
inmersión, (y, por tanto, la permeabilidad de las fronteras entre ficción y realidad), que
es específica de las actividades miméticas. Y por otro lado, el efecto de arrastre, (y, por
tanto, la modelización de la realidad por la ficción), que se da tanto en las actividades
miméticas, como en las “serias”. La posibilidad de una inmersión completa en el
simulacro, que nos llevaría a tomar la ficción por realidad, no se superpone en absoluto
con la idea de una transposición de los modelos ficcionales a la realidad, lo que nos
llevaría a calcar nuestros comportamientos de los personajes ficticios. Pues, se puede ser
víctima de una “ilusión referencial” frente a una ficción sin por ello imitar después los
comportamientos ficcionales. Del mismo modo, se puede tomar como modelo los
comportamientos ficcionales o un universo ficcional sabiendo que se trata de una
ficción. El autor, sostiene la tesis de que la identificación por inmersión y la
identificación en el sentido de la proyección modelizante son dos actividades
5
psicológicas que de hecho se excluyen, ya que presuponen diferentes relaciones del
individuo con el mundo. La primera, afirma, es una variante de la atención cognitiva,
mientras que la segunda atañe a la regulación de nuestras acciones. Aquí interpelamos al
autor ¿En qué y cómo se diferencian ambas actividades psicológicas? ¿Es que en la
regulación de acciones no hay implicado ningún factor de tipo cognitivo? ¿Hasta dónde,
entonces, se sostiene la división entre dichas formas de relación? Más adelante en su
libro, el autor propondrá que lo cognitivo y lo afectivo no se hallan tan distanciados, a
tal punto que lo placentero / displacentero funciona regulando la inmersión ficcional, y
por tanto, derivamos nosotros, nuestras acciones. Comprendido de este modo ¿podría
ello considerarse una contradicción en sus formulaciones? Consideramos pertinente
aquí desarrollar brevemente la tesis etiológica que Schaeffer ofrece del efecto de
arrastre. Afirma: “…nuestras competencias comportamentales y nuestras normas éticas
deben su existencia en gran parte a actividades de imitación (por reiteración y por
proyección identificadora) de comportamientos “serios” observados en nuestros
congéneres. (…) Adquirimos la mayor parte de nuestros comportamientos por una
identificación formadora de hábitos.”12 Sostenemos nosotros, que el autor utiliza dicha
tesis subrepticimente para defender la no-peligrosidad de las ficciones. Schaeffer
argumenta que: Por un lado, los actos por los cuales la gente imita las proezas de los
superhéroes como Superman o Batman son poco frecuentes (con lo que no habría un
hábito). Y por otro lado, sostiene que “el efecto de arrastre de las ficciones será siempre
mucho más débil que el de la realidad real”13. Creemos que estas últimas dos tesis se
sostienen, a su vez, en dos proposiciones, una explícita y una implícita: La explícita,
implica que las ficciones, y nuestras competencias son producto de la reiteración y los
hábitos. La implícita, y necesaria para el sostén de la anterior es que tenemos un
contacto más frecuente con comportamientos “serios”, que con ficciones. 14 A todo ello,
nos sentimos compelidos a cuestionar: ¿qué explicación les corresponde en una
perspectiva naturalista a aquellos casos de arrastre poco frecuentes, propios de la
psicopatología? De otro modo, que la ficción sea menos peligrosa que la misma
realidad, pareciera decir Schaeffer, no nos significa que la ficción deje de ser peligrosa
12 Ibid., p. 20
13 Ibid., p. 21
14 En este punto Schaeffer refuerza su argumento retomando a Bertrand Tavernier, quien habría señalado
que en lugar de plantearse la cuestión del posible efecto de arrastre de la violencia representada
ficcionalmente, habría que plantearse primero la de la capacidad de arrastre de la realidad misma. Ibid., p.
21.
6
en sentido absoluto. Creemos que el filósofo encuentra una posible respuesta a estos
fenómenos inquietantes al establecer una relación causal entre el efecto de engaño, y el
grado de inmersión inducido: A mayor grado de inmersión, mayor efecto de engaño.
En pos de conservar su estatus, la ficción debe limitar los efectos de engaño del
dispositivo en el que se halla; se debe limitar el grado de inmersión inducido. Y dicho
grado de inmersión se halla determinado, únicamente por el grado de isomorfismo
existente entre la imitación y lo imitado, interpretamos nosotros en sentido
cuantitativo. Cuando ese isomorfismo rebasa cierto umbral, el engaño opera plenamente
y pasamos de la inmersión parcial de la ficción a la inmersión total del engaño. Nosotros
consideramos que esta fuerte tesis de Schaeffer es reduccionista, puesto que parece
considerar una única causa para el isomorfirmo, centrada en aspectos del mismo
dispositivo, sin acentuar lo suficientemente las particularidades de las personas
intervinientes15.
Anteriormente, habíamos comentado que para Schaeffer era necesario el
reconocimiento de la capacidad imaginativa como actividad mental específica y, por
tanto, también la autonomía de los procesos miméticos lúdicos. Para defender dicha
posición, recurre nuevamente a la Psicología, mediante la cual afirma que el peligro de
pasar a los actos no proviene, como Platón creía, de una vida imaginativa demasiado
desarrollada; sino al contrario, por oponerse al ejercicio de la misma. Consideramos que
el análisis de esta tesis merece un estudio profundo de corte psicológico, aún pendiente.
El segundo problema que ronda el temor al efecto de arrastre es de orden
gnoseológico, y se erige desde el segundo “ángulo de ataque”, según el cual la relación
mimética es en sí misma nociva. Tal problema consiste en que para Platón “la mímesis
como tal es reprensible en función de su déficit cognitivo.”16 Schaeffer sitúa la base de
este argumento en dos instancias: Una de ellas es nuestra premisa (b) (la mímesis actúa
por contaminación afectiva y no por persuasión racional). Y la segunda, es el supuesto
platónico según el cual de los afectos no se obtiene conocimiento, sino sólo de la razón.
Schaeffer, veinticinco siglos después contradice al clásico, y propone una de sus más
grandes tesis, a saber, que el “contagio” mimético es un tipo de conocimiento e,
incluso, en cierta forma un tipo de conocimiento más importante que el de la razón
dialéctica y el de la persuasión racional. Platón, aunque reconoce el modo de acción
15 Sobre autismo e incapacidad de comprender engaños ver en Daniel Valdez “Teoría de la Mente y
espectro autista”. En Autismo: enfoques actuales para padres y profesionales de la salud y la educación.
Ed. Fundec. Buenos Aires. (2001)
16 Schaeffer, op. cit., p.24
7
específico de la mímesis (el contagio afectivo), no ve, o se niega a aceptar, que ese
modo de acción es de orden cognitivo. Citamos: “Si, como pretende Platón, la mímesis
no fuese un modo de adquisición de conocimientos, entonces a fortiori la ficción
tampoco podría serlo. Si en cambio se puede demostrar que la relación mimética es una
relación cognitiva, y si la ficción es un uso específico de esta relación, entonces ésta
también será un vehículo cognitivo”17. El déficit cognitivo al que alude Platón se funda
en la jerarquía ontológica que él mismo propone, la cual determina también la relación
de la mímesis con la verdad (que no es la de un mero desconocimiento, sino la de un
fingimiento). De aquí que los artistas, lejos de elevar las almas al mundo de las ideas,
las perviertan. Sin embargo, como ya hemos señalado de acuerdo con Schaeffer, la
teoría platónica del conocimiento es también una teoría mimética, el conocimiento
verdadero es también una imitación.
2.3. “Platón a pesar de todo”.
Tras su análisis Schaeffer sostiene que “la polémica antimimética desconoce la
verdadera naturaleza de la actividad ficcional.”18; que la tesis epidemiológica de la
ficción, aunque adecuada, es defectuosamente sostenida. Él propone que “la mímesis es
en efecto una operación cognitiva”19. Sin embargo, observa, en la historia de la
filosofía la ficción raramente ha sido reconocida como tal. Y ello por varias razones:
(i) La filosofía en general subestima el acceso no reflexivo al mundo, posibilitado por la
ejemplificación mimética.”
(ii) Se ha opuesto verdad a falsedad, sin reconocer los diversos modos de creencia20
entre los que alternamos.
(iii) Una concepción “ingenua” de nuestra vida mental habría impedido vislumbrar el
papel formador de la simulación y la modelización mentales, especialmente para con
nuestros semejantes. Nuevamente interpelamos: ¿Que el “papel formador” del que habla
no se encuentra esbozado ya en Platón, bajo la rúbrica de lo “psicagógico”? ¿No es
justamente en función de este papel formador que radica, entre otros factores, su
supuesta peligrosidad? En todo caso, ¿existe alguna relación entre lo “psicagógico” de
Platón, el efecto formativo, y la función cognitiva destacada por Schaeffer?
17 Ibid., p. 31
18 Ibid., p. 36
19 Ibid., p. 37. La cita ocntinúa: “la mímesis es en efecto una operacióncognitiva, y en un doble sentido
pues es la aplicaciónde un conocimiento y fuente de conocimiento”
20 Consideramos que no queda lo suficientemente claro en la obra referenciada qué entiende Schaeffer
por “modos de creencia”.
8
(iv) Ha habido una reticencia a la funcionalidad lúdica de la mímesis, basada en el
supuesto de que conocimiento y placer de inmersión son incompatibles.
(v) Una concepción de identidad personal en sí misma que desconoce a los otros, y ve,
por tanto, a la identificación mimética como una forma de inautenticidad.
Con todo lo anterior, Schaeffer concluye que es “absurdo criticar a Platón por no haber
tenido en cuenta los conocimientos actuales en el campo de la psicología del
desarrollo.”21 Mas las polémicas antimiméticas actuales que carecen de esa excusa son
ya insostenibles.
CONSIDERACIONES FINALES
A partir del recorrido realizado, consideramos que las críticas de Schaeffer al
antimimétismo platónico resultan en sí mismas una argumentación en pos de sostener su
propia tesis según la cual la ficción es un “vehículo cognitivo”. En ello logra un giro
conceptual que le permite pasar de las nociones de mímesis y ficción pensadas en torno
a la imitación, la simulación, el simulacro y la representación, de acuerdo a la
concepción platónica, hacia una ficción entendida como capacidad o competencia de la
especie humana. De ahora en más: competencia ficcional. Por otra parte, hemos notado
que Schaeffer acude a la psicología para defender algunas de sus tesis, sin brindar
muchas de las referencias correspondientes. Aún así, hay un punto en la polémica
antimimética que sigue resultando conflictivo, a saber, la supuesta peligrosidad por el
efecto de arrastre, sobre la que ambos pensadores se inquietan. Schaeffer aduce, en pos
de reivindicar a la ficción, que: por un lado, los casos problemáticos son menos
frecuentes. Y por otro, que tal efecto depende únicamente de una característica del
dispositivo: el grado de inmersión, producto del isomorfismo imitación / imitado. Tal
como ya expresamos anteriormente, a ello nosotros oponemos que la peligrosidad, más
allá de situarse en algún aspecto del dispositivo, también depende de características
particulares de los participantes. Y nos apoyamos para ello en la misma tesis de
Schaeffer: la ficción como competencia. Pues él mismo afirma que es una aptitud que se
desarrolla prácticamente en todos los niños, aunque evidentemente no en todos.
Nosotros insistimos en lo que nos parece crucial: ¿Cómo se explican en este paradigma
naturalista tales casos problemáticos? ¿Son suficientes, entonces, sus argumentos para
derrotar el antimimetismo fundado en el criterio de peligrosidad? Creeríamos que no.
9
Aunque tal vez un término no elimina al otro, y la ficción, al tiempo que entraña cierto
riesgo de arrastre sea también una forma de conocimiento, un “vehículo cognitivo”.
10