TEMA 2 Escuela Positivista

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Grado en Criminología

Asignatura: Historia Criminología

TEMA 2. ETAPA CIENTIFICA-ESCUELA POSITIVA

En este segundo tema, analizaremos la evolución de la criminología durante


los siglos XIX y XX, donde el foco cambió de una posición moralista, a una
situación científica.

Comenzaron a evaluar el delito en relación del contexto conflictivo en el que


se encontraban, y con la posible determinación física, biológica, psicológica…
que el sujeto tenía para delinquir.

Durante esos dos siglos, proliferó la utilización de las reglas del método
científico:

- En 1842 Comte planteo la necesidad de aplicar el método positivo en la


sociología. Proponía estudiar el comportamiento humano y la sociedad mediante
la observación, la comparación y la experimentación, al igual que se hacía en
las ciencias naturales.

- En 1865 Claude Bernard había argumentado la necesidad de fundamentar


la medicina en la experimentación y en el determinismo científico.)

Por lo que la criminología no iba a ser menos, por lo que 3 autores lucharon
por el uso del método en la criminología: Cesare LOMBROSO, Raffaelle
GARÓFALO y Enrico FERRI.

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1.- EL POSITIVISMO CRIMINOLÓGICO,


1.1.- ESCUELA ANTROPOLOGICA-CRIMINOLÓGICA.

El espíritu positivista que caló hondo en Europa a lo largo de todo el siglo


XIX, atacó con firmeza la visión del delito, y sobre todo del delincuente,
propugnada por la Escuela Clásica. En contraposición con el diagnóstico
optimista y esperanzado que los clásicos habían recogido de la Ilustración, los
positivistas se enfrentaban a una realidad social conflictiva, fuertemente
convulsionada por las consecuencias de la Revolución Industrial. La creciente
problemática social demandaba nuevas estrategias de análisis y el positivismo se
revelaba como un medio potencialmente útil para examinar y dar solución a los
retos que planteaba la realidad de la época.

Mientras la Criminología clásica se había ocupado fundamentalmente del


análisis del delito como una abstracción y de la reforma de la ley penal, la
Criminología positiva intentó fundamentalmente estudiar y entender al
delincuente. En este análisis del sujeto delincuente, el positivismo propuso, un
‘modelo de hombre’ muy distinto al definido por la Escuela Clásica. Frente a la
concepción del hombre como un ser libre, racional y plenamente responsable de
su comportamiento, se entendió que el ser humano no es sino parte de los
engranajes de una naturaleza ordenada y sujeta a leyes causales; unas leyes que
el método científico puede y debe aprehender. El determinismo desplazó a la
voluntad y al libre albedrío.

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El objetivo primordial del positivismo, del cual pueden deducirse todas sus
características principales, es su insistencia en la unidad del método científico.
Esto quiere decir, que las premisas e instrumentos que se consideran eficaces
para el estudio del mundo físico tienen igual validez y utilidad para el estudio de
la sociedad y del hombre. Insistiendo en esta idea los positivistas propusieron el
uso de métodos para cuantificar el comportamiento, aclamando la objetividad
del científico y afirmando que la acción humana posee una naturaleza definida
que está regida por leyes.

Los exponentes más destacados de esta corriente de pensamiento que surge a


finales del siglo XIX y que se ha denominado Escuela Positiva son Cesare
Lombroso, Enrico Ferri y Raffaele Garofalo.

La originalidad de esta Escuela no consistió tanto en aplicar métodos


experimentales para conocer el fenómeno delictivo (algo que ya habían hecho
algunos autores a mediados del XIX) sino en defender la revolucionaria idea de
que la delincuencia estaba determinada biológicamente.

1.2.. EL ENFOQUE BIOLÓGICO: LA OBRA DE LOMBROSO

La idea de trasladar el método de las ciencias naturales a otras disciplinas no


era nueva, pero el primero en proponer su aplicación para el estudio de la
criminalidad fue Ezechia MARCO LOMBROSO (Verona; 6 de noviembre de
1835 - Turín; 19 de octubre de 1909), conocido por su pseudónimo Cessare
LOMBROSO.

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Lombroso fue un médico italiano que realizando más de 400 autopsias de


delincuentes y 6.000 análisis de delincuentes vivos creyó descubrir ciertas
especificidades anatómicas que caracterizaban a los delincuentes. Entre éstas
destacó la frente huidiza y baja, un gran desarrollo de las arcadas supraciliares,
asimetrías craneales, altura anormal del cráneo, gran desarrollo de los pómulos,
orejas en asa, gran pilosidad y braza superior a la estatura.

Esto es, con estos resultados descubrió que los delincuentes mostraban con
mayor proporción que en la población normal, rasgos que los acercaban al
hombre primitivo o salvaje, lo que le permitió presentar una peculiar visión del
criminal como resultado de un desarrollo evolutivo incompleto. Para esta idea
del atavismo degenerativo tomó como referente los estudios sobre la evolución
que Charles Darwin (1809-1882, y su obra ―el origen de las especies‖ de 1859)
acababa de presentar.

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A partir de estos datos, el autor formularía la teoría de que una parte de los
delincuentes deben ser considerados delincuentes natos. Han nacido
delincuentes porque la herencia que han recibido no es la común de la especie
humana, sino que es la propia de un grupo que se ha quedado en un estado
anterior de la evolución humana: se trata de personas que sufren de atavismo.

Al igual que el hombre primitivo, el delincuente nato se caracteriza por su


escasa inteligencia, su insensibilidad al dolor, su falta de temor y su ausencia
de sentimiento de compasión por las víctimas.

Partiendo de estos descubrimientos Lombroso rechazó abiertamente los


planteamientos racionalistas de la escuela clásica, lo que produjo en aquellas
décadas un vaivén de agrias polémicas científicas entre positivistas y clasicistas.
Si de acuerdo con Lombroso, existen personas abocadas a delinquir por razón de
su propia naturaleza, no tendrá demasiada utilidad la existencia de un código
penal que recoja en leyes claras y entendibles los delitos y establezca penas para
disuadir a los potenciales delincuentes, ya que éstos presentan una tendencia
ingénita hacia la delincuencia.

Pese a que las propuestas de Lombroso sobre el supuesto atavismo biológico


de los delincuentes fueron muy pronto desechadas, pero este autor adquirió gran
prestigio y fama en la Criminología a finales del siglo XIX y principios del XX:
tal vez ello fuera debido a su capacidad para abrir un debate en términos
científicos algo que hasta entonces había sido desconocido en Criminología.

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La metodología positivista iniciada por Lombroso permitió muy pronto


revisar y descartar la mayor parte de sus iniciales postulados biológicos sobre la
delincuencia. El propio LOMBROSO se vio forzado a modificar y matizar los
enunciados de su primera obra, restando importancia a los factores biológicos
en cada nueva edición de su libro, y concediendo mayor peso explicativo a los
factores sociales y psicológicos.

Entre estos se refirió a la influencia criminógena del clima, de la lluvia, del


precio del grano, de las costumbres sexuales y matrimoniales, de las leyes
penales, de las prácticas bancarias de la estructura del gobierno y de las creencias
religiosas sociales.

A partir de la cuarta edición de su obra principal, Lombroso estructura su


clasificación del delincuente en: nato (atavismo), loco moral, epiléptico, loco,
ocasional y pasional. Lombroso llegó a afirmar que, dadas unas adecuadas
condiciones, algunos delincuentes podrían ser rehabilitados a través de unos
factores, a saber: ―ambiente saludable, entrenamiento adecuado, hábitos
laborales, la inculcación de sentimientos morales y humanos siempre que no
surja en sus caminos una especial tentación para delinquir‖.

A pesar del esfuerzo y los años de trabajo dedicados por Lombroso al estudio
del delincuente, apenas quedaron teorías o hipótesis que saliesen airosas tras una
adecuada contrastación empírica. Sin embargo, se ha considerado el padre de la
Criminología, precisamente, porque sus discípulos FERRI y GAROFALO, en su
afán de verificar en términos científicos las ideas de su maestro desecharon la
mayoría de ellas e iniciaron distintas perspectivas de estudio dentro de la

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tradición positivista: entre ellas, el estudio de los factores socioculturales, el


estudio de los factores psicológicos y el estudio de los factores biológicos y
genéticos.

1.3. CONSECUENCIAS POLÍTICO-CRIMINALES

Una de las principales ideas de la Escuela Positiva consiste en la defensa de


que una parte de los delincuentes tiene una predisposición delictiva tan fuerte
que la sociedad nada o muy poco puede hacer para evitar que lleguen a delinquir,
de ahí que los denominen
―delincuentes natos‖.

Los autores de la Escuela Positiva no sostuvieron que la criminalidad se


debía únicamente a factores biológicos (algo que el propio Lombroso tuvo que
reconocer) pero sí postularon que en caso de que la persona careciera de
predisposición biológica en ningún caso delinquiría. En otras palabras,
defendieron la idea de la anormalidad biológica del delincuente.

Las concepciones positivistas estuvieron fuertemente influidas por el gran


desarrollo experimentado por las ciencias médicas. A partir del modelo médico
muchos vinieron a considerar la pena como un tratamiento que permite curar al
delincuente.

El positivismo criticó el sistema de penas adoptado por el clasicismo,


especialmente, la noción de la pena fija proporcional a las consecuencias del acto
delictivo. En cambio, exigió un régimen de penas indeterminadas destinadas

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a asegurar que el delincuente contase con el tiempo suficiente para su


curación. Asimismo, los positivistas defendieron la abolición de las medidas
penales ya que no tenía sentido castigar al delincuente si éste no disponía de
opción alguna en cuanto a su propia recuperación.

Mientras que la Escuela Clásica tomó como objetivo compatibilizar la


protección de la sociedad y el respeto a las garantías de los individuos frente a la
intervención punitiva, la Escuela Positiva desarrolló un programa político en el
que la idea de protección de la sociedad ocupó un lugar central. La idea básica
era que el delincuente estaba predeterminado para delinquir y ello
imposibilitaba tomar como base de la pena la responsabilidad individual, la
sociedad debería defenderse de la delincuencia o bien atacando las causas que la
producen o bien evitando que los delincuentes reincidan.
Pese a que el programa político-criminal positivista admitía una lectura más
progresista centrada en combatir las causas sociales del delito y en fomentar la
reeducación del delincuente, fue la versión más punitiva la que prevaleció en la
mayoría de los sistemas penales, en los que bajo la premisa de la anormalidad
biológica se fomentó, entre otras medidas, la incapacitación de los delincuentes
considerados incorregibles.

Muchos positivistas de finales del XIX y principios del XX dejaron de lado


los derechos individuales en su afán de reformar la sociedad y construir un futuro
sin pobreza y sin miseria humana. Esta visión de una sociedad ideal, fuera de
carácter socialista o fascista, condujo a muchos hacia una postura de defensa

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social a ultranza, incluso aunque para ello fuera necesario eliminar a aquellos
miembros de la sociedad que pudieran ponerla en peligro.

2. POSITIVISMO PSICOLOGICISTA

Una de las cuestiones que ha suscitado más interés en la Criminología


positivista ha sido el estudio de la personalidad criminal. Partiendo del
determinismo biológico y de la mano del desarrollo de la Psicología y la
Psiquiatría, con sus bases explicativas todavía encerradas en lo biológico, la
Criminología se fue adentrando en el estudio y la explicación de la personalidad
criminal.

La Criminología comienza a tomar en cuenta la personalidad del individuo


como factor determinante de delincuencia cuando desde el ámbito de la
Psicología comienza a entenderse la idea de que en todo individuo su
comportamiento y actitudes dependen del funcionamiento de su personalidad
individual.

Algunas de las teorías que relacionan la personalidad con la criminalidad se


basan en estudios realizados sobre delincuentes institucionalizados, en los que se
concluye que los delincuentes tienen una personalidad distinta de los no
delincuentes. Entre estos estudios destaca el trabajo desarrollado por el
matrimonio GLUECK quienes concluyen que los delincuentes se distinguen de
los no delincuentes por ser más asertivos, menos temerosos, más agresivos y
más extrovertidos.

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Sin embargo una de las teorías más conocidas es la de EYSENCK. Se trata


de una teoría psicológica con una clara fundamentación orgánica, ya que le
concede una gran relevancia al funcionamiento del sistema nervioso. Para el
autor es imprescindible considerar las diferencias individuales de la
personalidad. Esto es, las personas tienen diferentes capacidades para aprender a
inhibir las conductas delictivas o antisociales, por eso uno se condicionan más
rápidamente que otros. Las personas que puntúan alto en las dimensiones de
extraversión y psicoticismo tendrán más problemas en aprender una respuesta
que le evite cometer el delito una vez que se halle frente a una situación
tentadora.

MODELO PEN de EYSENCK

En el campo de la psicología de la personalidad existen dos corrientes, una


que afirma que la personalidad consta de tres dimensiones o superfactores, de la
cual EYSENCK fue su mayor defensor, y otro, actualmente más aceptado, que
defiende que son cinco. Las tres dimensiones que postula el modelo PEN de
EYSENCK son la Extraversión, el Neuroticismo y el Psicoticismo. Cada una de
ellas está relacionada con lo que EYSENCK consideró los motores de la
conducta que son reproducción, conservación y autodefensa respectivamente.
Además, añadió un cuarto factor, la Inteligencia, aunque nunca lo vinculó a su
teoría PEN. Cada una de estas dimensiones tenía unas bases biológicas a nivel
neuroquímico y estaba compuesta por nueve factores o rasgos.

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Extraversión
La extraversión es la dimensión más trabajada por EYSENCK. Se trata de
una dimensión bipolar en la que en el extremo alto se encuentra la extraversión y
en el otro extremo, el de las puntuaciones bajas, hallamos la introversión. Los
nueve factores de esta dimensión son la sociabilidad, vivacidad, actividad,
asertividad, buscador de sensaciones, despreocupación, dominancia, surgencia
(espontaneidad) y aventurero. Según EYSENCK detrás de esta dimensión estaba
el SARA (Sistema de Activación Reticular Ascendente) que se encargaba de
activar la corteza cerebral. De este modo las personas con una corteza cerebral
muy activada no necesitarían más estimulación y evitarían excesivo contacto
social, es decir, serían introvertidas y viceversa. Según EYSENCK esta es la
dimensión social.

Neuroticismo (ansiedad)
Esta dimensión es tectónica, por lo que únicamente encontramos una
patología en uno de los extremos de la misma, el polo alto en neuroticismo,
mientras que en el polo opuesto se encuentra el control de las emociones, es
decir, la normalidad. Los nueve factores de la dimensión son la ansiedad, la
depresión, el sentimiento de culpa, la baja autoestima, la tensión, la
irracionalidad, la timidez, la tristeza y la emotividad. Las bases biológicas de esta
dimensión están relacionadas con la activación del Sistema Nervioso Autónomo.
Según EYSENCK ésta es la dimensión emotiva.

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Psicoticismo
El psicoticismo fue la última dimensión en aparecer en su teoría y la más
criticada (de hecho, los defensores de los modelos de 5 dimensiones subdividen
esta en dos dimensiones, el Autocontrol y la Hostilidad). Los nueve factores de
esta dimensión son la agresividad, la frialdad, el egocentrismo, la
impersonalidad, la impulsividad, antisocial, la ausencia de empatía, la creatividad
y la rigidez. Las bases biológicas de esta dimensión, mucho menos sólida que las
de las otras dos dimensiones, se basa principalmente en el metabolismo de la
serotonina. Esta dimensión, originalmente se diseñó para detectar tendencias
psicóticas en la población normal, sin embargo, los resultados muestran que la
inmensa mayoría de la gente puntúa extremadamente bajo en esta escala
(normalidad) y que los que puntúan alto no son psicóticos, sino más bien
psicópatas. También correlaciona positivamente con los delincuentes. Según
EYSENCK esta es la dimensión impulsiva.

Fundamentación biológica
Las dimensiones propuestas son concebidas en el ámbito del temperamento,
desde lo que Eysenck denomina antecedentes distales, relativos a los
determinantes biológicos. Por ello, estas dimensiones están fundamentadas en
factores constitucionales de gran relevancia biológica siendo denominadas como
rasgos-fuente.

En cuanto a los antecedentes proximales, el sistema PEN representa un


modelo causal de la personalidad, de corte biologicista, pues EYSENCK sitúa las
bases biológicas de la extraversión e introversión en centros corticales y

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subcorticales del cerebro, dentro del Sistema Nervioso Central. Tiene mucho en
cuenta el término arousal o activación cortical generalizada que, a su vez,
depende del nivel de actividad del SARA.

Para él, el fundamento biológico del neuroticismo se encuentra en la


actividad del cerebro visceral (hipocampo-amígdala, cíngulo, septum e
hipotálamo) que produce un incremento de la activación del sistema nervioso
autónomo. El elemento clave aquí es un nivel elevado de activación del sistema
límbico, que se manifiesta en un exceso de activación emocional en respuesta a
los estímulos estresantes y situaciones amenazantes. Las personas que puntúan
bajo en Neuroticismo presentan una baja labilidad del sistema autónomo.

En cuanto al psicoticismo, el asunto no está tan claro, pero sí se expresa que


se trata de una base genética importante. Esta dimensión se asoció inicialmente
con bases hormonales, pero recientemente se ha dicho que es una asociación
entre el Psicoticismo y diversos factores bioquímicos, principalmente la
actividad de la Serotonina: bajos niveles de 5-HT serían los responsables de la
desinhibición que manifiestan estos sujetos en cuanto a impulsividad,
agresividad...

Posteriormente Wilson y Hernstein apuntaron que los delincuentes daban


resultados por encima de la media en tests que miden la impulsividad de la
persona. Para los autores la persona impulsiva tiene menos capacidad de diferir
el logro de las recompensas y prefiere un placer pequeño y arriesgado, pero
inmediato, a un placer con menos riesgos, pero lejano. En la medida que el delito

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produce normalmente una recompensa inmediata, la persona impulsiva tiene más


probabilidad de delinquir

3. POSITIVISMO SOCIOLÓGICO (SOCIOLOGIA CRIMINAL),


ENRICO
FERRI (1856-1929).

Ferri representa la directriz sociológica del positivismo. Antonio García-


Pablos expone en su Tratado de Criminología que ―La mentalidad positivista
aparece ya en la primera obra de FERRI, su tesis doctoral ―La negazione del
libero arbitrio e la teorica dell´imputabilita‖, en la que rechaza el libre
albedrío, calificando éste de mera ficción‖. Pero tal determinismo, incompatible
con las enseñanzas de su maestro CARRARA (un clásico), no mereció aún el
total reconocimiento por parte de LOMBROSO, quien no le consideró
suficientemente positivista. Le faltaba, al parecer, dominar un determinado
método de investigación. La estancia de FERRI en París, con el antropólogo
QUATREFAGES, le permitió analizar el ingente trabajo y materiales de los
«estadísticos morales», así como familiarizarse con las concepciones
antropológicas, que avivaron su admiración por LOMBROSO. Desde entonces,
visitará cárceles y examinará cráneos, como éste, comprendiendo las
excelencias del método «positivo», esto es, de la observación empírica, del
análisis de los hechos, de la experimentación, único método, a su juicio,
«científico» que debiera sustituir al silogismo y a la deducción académica de los
«clásicos».

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FERRI es justamente conocido por su equilibrada teoría de la criminalidad


(equilibrada a pesar de su matización sociológica), por su programa ambicioso
político-criminal (sustitutivos penales) y por su tipología criminal, asumida por
la Scuola Positiva.

Reprocha FERRI a los «clásicos» que renuncien a una teoría de la génesis


de la criminalidad, conformándose con partir de la constatación fáctica de ésta,
una vez que se ha producido. Y propugna, en su lugar, un estudio «etiológico»
del crimen, orientado a la búsqueda científica de sus causas»

Para FERRI, el delito no es producto exclusivo de ninguna patología


individual (contra la tesis antropológica de LOMBROSO), sino —como
cualquier otro suceso natural o social— resultado de la acción de factores
diversos: individuales, físicos y sociales. Distinguió, a tal efecto, factores
antropológicos o individuales (constitución orgánica del individuo, constitución
psíquica del mismo, caracteres personales de éste como raza. edad, sexo, estado
civil, etc.), factores físicos o telúricos (clima, estaciones, temperatura, etc.) y
factores sociales (densidad de la población, opinión pública, familia, moral,
religión, educación, alcoholismo, etc.). Entiende, pues, que la criminalidad es un
fenómeno social más, que se rige por su propia dinámica; de modo que el
científico podría predecir el número exacto de delitos, y la clase de éstos, que
van a producirse en una determinada sociedad y en un momento concreto, si
contase con todos los factores individuales, físicos y sociales antes citados y
fuera capaz de cuantificar la incidencia de cada uno de ellos. Porque, bajo tales

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premisas, no se comete ni un delito más ni un delito menos (ley de «saturación


criminal»)1

No menos célebre es la teoría de los «sustitutivos penales», con la sugiere


FERRI un ambicioso programa político-criminal de lucha y prevención del
delito prescindiendo del Derecho Penal. Su planteamiento es el siguiente: el
delito es un fenómeno social, con una dinámica propia y etiología específica, en
la que predominan los factores sociales. En consecuencia, la lucha y prevención
del delito debe lleva cabo a través de una acción realista y científica de los
poderes públicos que se anticipe a aquél, e incida con eficacia en los factores
(especialmente en los factores sociales) criminógenos que lo producen, en las
diversas esferas (económica, política, científica, legislativa, religiosa, familiar,
educativa, administrativa, etc.), neutralizando dichos factores.

La pena, según FERRI sería, por sí sola, ineficaz, si no va precedida y


acompañada de las oportunas reformas económicas, sociales, etc., orientadas por
un análisis científico y etiológico del crimen. De ahí que el autor propugne, como
instrumento de lucha contra el delito, no el Derecho Penal convencional sino una
Sociología Criminal integrada, cuyos pilares serían la Psicología Positiva, la
Antropología Criminal y la Estadística Social 2.

En cuanto a la «tipología» de FERRI, baste con recordar que parte de la


existencia ideal de cinco tipos básicos de delincuentes (―nato‖, ―loco‖,

1 GARCIA PABLOS, A. (1999) ―Tratado de criminología‖, 5ª edición, año 2014. pág. 238
2 FERRI, E. (1887) ―Los nuevos horizontes del derecho y del procedimiento penal‖, Madrid,
España.
Editor Establecimiento tipográfico de José Góngora, Pág. 400

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―habitual‖, ―ocasional‖ y ―pasional‖) —a la que añadirá la categoría del


delincuente ―involuntario‖ («imprudente» en nuestra terminología actual), si
bien admite la frecuente combinación en la vida cotidiana de características de
los respectivos tipos en una misma persona, lo que otorga a su tipología una
saludable flexibilidad.

Una última reflexión política obliga a resaltar las contradicciones y


debilidades de FERRI, autor que dijo de sí mismo haberse sentido «marxista», y
la proclividad totalitaria de algunas tesis positivistas. FERRI lamentó siempre el
excesivo «individualismo» de los clásicos, y su continua remisión a los
«derechos del individuo» (delincuente), en detrimento de la defensa eficaz de la
sociedad. Propugnó, como buen positivista, las excelencias del orden social
(del orden social de la burguesía naciente, en definitiva) y la necesidad de su
defensa a ultranza, a costa si fuera imprescindible del sacrificio de los
derechos individuales, de la seguridad jurídica e incluso de la propia humanidad
de las penas. De ahí su ingenua confianza en el régimen fascista (en cuanto que
reforzaría el principio de autoridad, freno del individualismo liberal); su
preferencia por el sistema de medidas de seguridad (libres del formalismo y
obsesión por las garantías individuales de los juristas) y por la sentencia
indeterminada; su hostilidad hacia el sistema del jurado (FERRI pretendía una
administración técnica y profesionalizada) e incluso la admisión, aunque
matizada, de la pena de muerte.

FERRI, como LOMBROSO, era partidario de la pena de muerte, tanto por su


función ejemplar, como de «selección» (al eliminar la «raza criminal»). Pero

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lamentaba su escaso impacto disuasorio o intimidatorio debido, según FERRI, a


su parca aplicación3.

4- EL POSITIVISMO MODERADO DE GARÓFALO (1852-1934).

Buena parte del éxito y difusión de la Scuola Positiva se debe a la prudencia


y buen hacer de GARÓFALO (Nápoles, 18 de noviembre de 1851 – Ibídem, 18
de abril de 1934), jurista, magistrado, políticamente conservador, quien supo
reformular los postulados de la Scuola Positiva pensando, ante todo, en la mejor
difusión de los mismos y su posible recepción por las leyes, sin dogmatismos ni
excesos doctrinarios.

Fiel a las premisas metodológicas del positivismo (método empírico), la


moderación y el equilibrio caracterizó, no obstante, el pensamiento de
GARÓFALO, que equidistó tanto de la antropología de LOMBROSO, como del
sociologismo de FERRI. Veamos los tres aspectos fundamentales del mismo: su
concepto del «delito natural», su «teoría de la criminalidad» y el
«fundamento» del castigo o teoría de la pena en el pensamiento del autor.

Según GAROFALO, sus correligionarios positivistas se habían esforzado


por describir las características del delincuente, del criminal, en lugar de definir
el propio concepto de «crimen» como objeto específico de la nueva disciplina
(Criminología). GAROFALO, por ello, pretendió aportar una categoría, privativa
de la Criminología que permitiría, a su juicio, delimitar autónomamente el objeto
de ésta más allá de la exclusiva referencia al sujeto o a las definiciones legales.
3 FERRI, E (1887) Op. Cit. Pág. 378 y 381

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Dicha categoría es el «delito natural», con el que apunta a una serie de conductas
nocivas «per se», para cualquier sociedad y en cualquier momento, con
independencia incluso de las propias valoraciones legales cambiantes 4. Su
definición, sin embargo, decepciona, ya que difícilmente puede elaborarse un
catálogo absoluto y universal de crímenes, y menos aún entorno a conceptos tan
ambiguos como los de «piedad» y «probidad», prescindiendo de los mandatos
penales.

La explicación de la criminalidad de GAROFALO tiene indudables


connotaciones lombrosianas, por más que conceda alguna importancia (escasa) a
los factores sociales y que exija la contemplación del hecho mismo y no sólo las
características de su autor. Niega, la posibilidad de demostrar la existencia de un
tipo criminal de base antropológica. Pero reconoce el significado y relevancia de
determinados datos anatómicos (el tamaño excesivo de las mandíbulas o el
superior desarrollo de la región occipital respecto a la frontal), aunque mitigue o
incluso rechace la interpretación lombrosiana de los estigmas. Lo característico
de la teoría de GAROFALO es la fundamentación del comportamiento y del tipo
criminal en una supuesta anomalía —no patológica—psíquica o moral, se
trataría, a su juicio, de un déficit en la esfera moral de la personalidad del
individuo, de base orgánica, endógena, de una mutación psíquica (pero no de una
enfermedad mental), transmisible por vía hereditaria y con connotaciones
atávicas y degenerativas.

4 GARÓFALO, R. (1885) ―Criminología: estudio sobre el delito, sobre sus causas y la teoría de la
represión‖. Turín, Italia. Pág. pág. 5 y sig.

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GARÓFALO distinguió cuatro «tipos» de delincuentes (el «asesino», el


criminal «violento», el «ladrón» y el «lascivo»), siendo, a su juicio, el primero de
ellos el más fácil de identificar, incluso por las características del propio hecho.

Pero la principal aportación de la Criminología de GARÓFALO (término


«Criminología», que acuñó GARÓFALO, con más éxito que LOMBROSO y
FERRI) es su filosofía del castigo, de los fines de la pena y su fundamentación,
así como de las medidas de prevención y represión de la criminalidad. Parte el
autor de un determinismo moderado que contrasta con la dureza y el rigor penal
que el propio GARÓFALO propugna para la eficaz defensa del orden social;
orden social al que subordina radicalmente los derechos del individuo. Igual que
la naturaleza elimina a la especie que no se adapta al medio, así también el
Estado debe eliminar al delincuente que no se adapta a la sociedad y a las
exigencias de la convivencia, afirma GARÓFALO 5 La pena de muerte es un
mecanismo de selección artificial que sigue el sabio modelo de la naturaleza.
Por ello, defendió la pena capital contra la corriente, haciendo gala de un
singular «darwinismo social».

Este defensismo a ultranza le lleva a entender indicada la pena de muerte en


ciertas hipótesis (criminales violentos, ladrones profesionales y criminales
habituales, en general) y penas de particular severidad, que, a su juicio, forman
parte del catálogo o repertorio de penas de un sistema racional (vg. envío del
delincuente por tiempo indefinido a colonias agrícolas).

5 GARÓFALO, R. (1885) ―Criminología: estudio sobre el delito, sobre sus causas y la teoría de la
represión‖. Turín, Italia. Pág. pág. 61 y 69.

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RESUMEN DEL VALOR DE LA PENA: Para GARÓFALO, la pena ha


de estar en función de las características concretas de cada delincuente, sin que
sean válidos otros criterios convencionales como el de la retribución o expiación,
la corrección o incluso la prevención. Descartó, pues, la idea de proporción como
medida de la pena, del mismo modo que descartó la idea de responsabilidad
moral y libertad humana como fundamento de aquella.

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