Metáforas de Las Terapias de Aceptación y Compromiso

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Metáforas de las Terapias de Aceptación y Compromiso (ACT)

En psicología, o mejor dicho en las Terapias de Aceptación y Compromiso, la metáfora es una


intervención y una herramienta muy utilizada. Su objetivo es poder transmitir un mensaje de
forma clara y agradable.

En psicoterapia, las metáforas son transmitidas en forma de un cuento o historia. Esto tiene sus
ventajas:

 Son fáciles de recordar y comprender.


 Producen una nueva forma de ver una situación, generando distancia y
proporcionando una perspectiva diferente.
 Fomentan la imaginación y la creatividad.
 Bajan las defensas psíquicas del paciente.
 Generan empatía con la situación y ofrecen en muchos casos una posible
solución.

Algunas Metáforas que se usan en las Terapias de Aceptación y Compromiso


(ACT)

Dos escaladores

Objetivo: Explicar qué hace un psicólogo y el contexto de la relación que se establecerá


durante el tratamiento.
Es como si los dos fuésemos escaladores, escalando dos montañas diferentes pero
enfrentadas. Yo puedo ver un camino por el que puedes subir, no porque conozca esa
montaña. Tampoco porque sea más inteligente, sino porque estoy situado en una posición
diferente donde puedo ver cosas que vos no.

Yo estoy escalando mi propia montaña y vos, podrías hacerme indicaciones sobre el camino
que me espera a mi. Mi única ventaja con respecto a vos durante el tratamiento será la
perspectiva y la distancia. Aunque hay cosas que yo no puedo saber sobre tu montaña. Esas
tendrás que contármelas vos. Aunque yo te pueda aconsejar sobre el camino que veo, no
subiré la montaña por vos. Vos tenes la tarea más difícil.

De las arenas movedizas y del Hombre en el Hoyo

Objetivo: Uno de los argumento de las Terapias de Aceptación y Compromiso (ACT) es que
las estrategias de control de pensamientos, sensaciones o emociones, aunque parezcan
lógicas en ciertas circunstancias, muchas veces producen que la situación empeore. El
mensaje que se transmite es del concepto de Aceptación.

Arenas movedizas
Si vos estuvieras atrapado en arenas movedizas. Lo primero que intentarías hacer es salir de
ellas, pero cuanto más intentas escapar, menos te mueves. Cuánto más luchas, más te
hundes. Cuánto más intentamos luchar contra un pensamiento, una emoción, un hecho o
situación exterior, etc., más grande y pesado se vuelve, y más nos hundimos.

El hombre en el hoyo
Se cuenta la historia de un hombre que cayó en un hueco grande y profundo. No podía saltar
fuera y tampoco había otras vías de escape. En el hueco solo encontró una pala. Así que
comenzó a cavar más y más y más y más rápido, pero seguía en el hoyo. Lo intentó con
grandes paladas y con pequeñas, arrojando lejos la tierra o arrojándola cerca… pero seguía en
el agujero. Todo ese esfuerzo y todo ese trabajo, y lo único que conseguía es que el hoyo se
hiciese cada vez más y más profundo.

Entonces, se dio cuenta que cavar no era la solución, no era la forma de salir del hoyo. Al
contrario, cavando es como se hacen los hoyos más grande.

Como consecuencia, empezó a pensar que quizás todo el plan que tenía estaba equivocado y
que no tenía solución. Cavando no podía conseguir una escapatoria, lo único que hacía era
hundirse más.

Metáfora de la Gárgola
Objetivo: Generalmente se usa para pacientes con depresión, con el objetivo que comience a
detectar pensamientos negativos que aparecen de forma frecuente, y que influyen en el estado
de ánimo.

Imagínate una gárgola en tu hombro. Como las gárgolas son de piedra y, por lo tanto pesadas,
hace que se te dificulte moverte para realizar cualquier tipo de actividad. Además, te habla al
oído y te da mensajes negativos, humillantes, te culpabiliza de todo. Si te encuentras mal, la
gárgola te afirma rotundamente que así te sentirás siempre. Y lo peor es que tú te crees todo lo
que te susurra.

En las próximas semanas deberás aprender a identificar cuáles son estos mensajes y ser
consciente que vienen de la gárgola. Es imposible no escucharla pero, si aprendes a identificar
cuáles son sus mensajes, sabrás que son opiniones de la gárgola y dejarás de creer en ellos.
La gárgola gritará más para convencerte pero, con el tiempo, si no se siente escuchada, tal vez
se marche de tu hombro.

Metáfora del Calor

Objetivo: Quitarnos la culpa de los pensamientos negativos. Somos seres pensantes y no


podemos dejar de pensar.

Los pensamientos, sensaciones y emociones negativas son como el calor: muy desagradables.
Pero seguro que no te culpas de tener calor. No estás pensando todo el día que el calor es
horrible, insoportable, etc. Es molesto, pero sabemos que de vez en cuando hemos de pasar
por eso, sobre todo en verano y no le damos mayor importancia que esa.

Metáfora del Asno y el Granjero

Objetivo: Mostrar cómo muchas de las dificultades que tenemos en nuestra vida son las que
nos pueden hacer crecer como personas.

Había una vez un granjero que tenía un asno muy viejo. Un día, el asno cayó al fondo de un
pozo abandonado. El granjero cuando lo vio pensó que el asno era viejo y ya no podía realizar
ningún trabajo en la granja. Por otro lado, el pozo se había secado hacía muchos años y, por
tanto, tampoco tenía utilidad alguna. El granjero decidió que simplemente enterraría al viejo
asno en el fondo del pozo.

Cuando comenzó a palear tierra encima del asno, éste se puso más inquieto de lo que ya
estaba. No sólo estaba atrapado, sino que, además, lo estaban enterrando en el mismo agujero
que le había atrapado. Al estremecerse en llanto, se sacudió y la tierra cayó de su lomo de
modo que empezó a cubrir sus patas. Entonces, el asno levantó sus cascos, los agitó, y
cuando los volvió a poner sobre el suelo, estaban un poquito más altos de lo que habían estado
momentos antes. Los vecinos echaron tierra, tierra y más tierra, y cada vez que una palada
caía sobre los lomos del asno, éste se estremecía, sacudía y pisoteaba. Para sorpresa de
todos, antes de que el día hubiese acabado, el asno apisonó la última palada de tierra y salió
del agujero a disfrutar del último resplandor de sol.

Las paladas de tierra son como nuestros problemas, esos de los que nos entierran. Pero ¿Y si
hubiera alguna forma en la que usted, como el asno de la historia, pudiera encontrar la manera
de pisotear sus dificultades? Si hubiera un modo por el cual las mismas cosas que ahora
parecen estar amenazando su existencia pudieran en realidad usarse para elevarse, ¿podría
entonces alcanzar esa vida que tanto anhela? Me gustaría hacerle notar que en esta historia el
asno no podría haber salido del pozo de no ser por la misma tierra que amenazaba por
enterrarlo.

Conclusión

Las metáforas son un recurso útil y utilizado dentro de las psicoterapias. Bien empleadas nos
permiten rápidamente poder meternos en algún concepto que queremos trabajar con el
paciente, y nos ayudan a reflexionar sobre las diferentes situaciones de manera clara y
sencilla.

Ejercicio ¿Cómo te ves dentro de 10 años?


El objetivo de este ejercicio es ayudar a la persona en la consecución de sus objetivos y metas
vitales partiendo siempre de sus valores personales en las diferentes áreas de su vida (familiar,
laboral, ocio y tiempo libre, formación, etc.).

La metáfora del jardín


Concretamente la Terapia de Aceptación y Compromiso se centra en el hecho de que la lucha
encarnizada contra el malestar hace que este malestar aumente. Explica el Trastorno de
Evitación Experiencial diciendo que las personas tenemos tendencia a evitar el malestar,
olvidando que esa experiencia forma parte de la vida, por más desagradable que sea. Y que
cuanto más nos esforzamos en huir del sufrimiento, más sufrimos.

Se llama Terapia de Aceptación y Compromiso porque trabaja con la aceptación (del hecho de
que el malestar es parte de la normalidad y que no siempre podemos evitarlo) y con
el compromiso (con los valores personales que nos han de motivar para tener una vida
satisfactoria).

Qué dice la metáfora del jardín


La metáfora del jardín dice lo siguiente: Imagínate que tienes un jardín al que te gusta cuidar.
Hay flores de todos los colores, plantas varias y árboles frutales. Pero las plantas no siempre
producen flores, porque eso depende de muchas cosas: del tiempo que hace que viven, de
condiciones climatológicas, de cómo las has cuidado, etc.

Y los jardines suelen tener malas hierbas. Como ensucian el jardín, las quieres arrancar
enseguida y sin contemplaciones. Pero al día siguiente vuelven a estar ahí. Y cuantas más
arrancas, más salen. Al final te has centrado tanto en arrancar las malas hierbas que has
olvidado las flores que tanto te gustan.

¿Has pensado que quizás las malas hierbas también tengan ventajas? ¿Que pueden dar un
aspecto más natural al jardín? ¿Que pueden absorber el exceso de agua? El esfuerzo
empleado en eliminarlas no sirve, porque vuelven a crecer y, por otro lado, hace que el jardín
quede abandonado. Como resultado: ¿cuidas tu jardín de la forma en que querías hacerlo, o
has dejado que las malas hierbas tomen el control?
Cómo se interpreta

Las flores y las plantas representan las actividades diarias y las relaciones. Trabajamos para
cuidarlas y que den buenos resultados, sabiendo que estos no siempre serán óptimos porque
dependen de muchas cosas. Las malas hierbas son los problemas que, de acuerdo con el
Trastorno de Evitación Experiencial, intentamos arrancar de cuajo, pero eso no los hace
desaparecer. Y cuanto más nos dejamos dominar por esa lucha, más descuidamos las cosas
que nos importan.
Además, olvidamos que los problemas esconden oportunidades para mejorar muchas cosas
(por ejemplo, una discusión de pareja puede evidenciar un problema de comunicación, y eso
abre la puerta a solucionarlo).

Cómo se puede aplicar a la psicología

¿Alguna vez te has preguntado cómo conduces tu vida y cómo resuelves tus problemas? ¿O si
los problemas acaban desviando tu atención hacia lo que no funciona? Siguiendo con la
historia, la intervención psicoterapéutica se basa en CÓMO cuidas las plantas: ¿Haces aquello
que querías hacer, o ya te has olvidado porque sólo piensas en lo que no funciona?

No se trata de hacer como que los problemas no existen, ni de soportarlos estoicamente. Se


trata de no dejar que se conviertan en el centro de tu vida.

De acuerdo con la metáfora del jardín, la Terapia de Aceptación y Compromiso es cómo plantar
una semilla -la que tú quieras- y comprometerte con cuidar esa planta para que crezca y dé
flores. Sabiendo que los problemas están, pero sin permitir que ocupen todos tus esfuerzos.

LA METÁFORA DEL VASO SUCIO: LA SUCIEDAD ES PARTE DEL PROCESO CAMBIO


Para dejar limpia una superficie llena de barro, lo mejor es echar un producto
especializado que pueda quitar esa suciedad. Sin embargo, en ese proceso, ¡la superficie
parece estar aún más sucia! Lo mismo pasa cuando necesitamos hacer una limpieza
interior...
Limpiar el vaso
Imagina que tener un vaso limpio y totalmente transparente fuera crucial para ti .
Imagina también que ahora no estuviera en este estado, sino que, por el contrario,
estuviera sucio. Querrías limpiarlo, quitarle esa suciedad. Sin embargo, durante ese
proceso de limpieza pasa algo realmente curioso.
En el momento en el que echamos agua para limpiarlo, el vaso puede darnos la
sensación de estar aún más sucio que al principio. El agua se pone turbia y puede
proyectar la idea de estar manchando aún más el cristal.
Sin embargo, después de lavarlo, el vaso queda perfectamente limpio y transparente. Por
tanto, la secuencia de la metáfora del vaso sucio es: suciedad, más suciedad y
limpieza. ¿Te habías parado a pensarlo?

La suciedad es parte del proceso de cambio


Resulta una auténtica paradoja como, para poder conseguir un vaso limpio, en ocasiones
haya que ensuciar más durante el proceso de limpieza. Pero esa suciedad es necesaria
y tiene mucho valor; en el fondo ya existía, lo que has hecho es hacerla visible para
poder terminar con ella.
De hecho, esta metáfora del vaso sucio es muy útil para explicar el proceso de cambio.
Una transformación entendida como una etapa que a veces nos genera mucha
confusión, dudas, tensión e incertidumbre. Es decir, que nos suscita sentimientos y
emociones que nos “embarran” y que sacan a flote mucha “suciedad”. Pero que, al final,
terminan marchándose si realizamos bien el proceso.

Paso 1: identificar la suciedad


Como en la propia limpieza del hogar, el primer paso es la que más cuesta. Cuando
decidimos limpiar el vaso, es que hemos apreciado previamente su suciedad. Siguiendo el
paralelismo con nuestro propio proceso de cambio, sería el momento de echar un vistazo
a nuestro interior. Es decir, sumergirnos en nosotros y valorar qué tenemos dentro que
nos está haciendo daño.
Qué nos “mancha”, qué nos está “ensuciando” y qué no nos permite estar tranquilos y
“limpios”. Requiere observación y reflexión. Una vez que tenemos claro qué queremos
limpiar en nuestro interior, comienza el momento de ponernos en marcha. ¡Pasamos al
centrifugado!

Paso 2: proceso de limpieza


Una vez que somos conscientes de que tenemos “suciedad” en nuestro interior, en forma
de miedos, temores, emociones, situaciones o pensamientos que nos consumen y
nos entorpecen día a día, es momento de decirles adiós. Empieza la limpieza de la
metáfora del vaso sucio. Este proceso no suele ser rápido y, en ocasiones, tampoco
sencillo. Cuando nos enfrentamos a elementos emocionales que han permanecido
estancados en nuestro interior durante mucho tiempo, la tarea de deshacernos de ellos va
a poner a prueba nuestra voluntad.
Ese proceso de reflexión, de introspección, de ser consciente de, suele estar repleto de
incertidumbre. Por momentos, todo lo vemos negro, nos encontramos contaminados,
sucios, manchados… Pero, aunque parezca mentira, ¡es una buena señal! Estamos
frotando y quitando lo que tenemos incrustado. Es decir, el producto de limpieza está
haciendo su trabajo.
A pesar de que durante ese tiempo, parece que los problemas incluso se hacen más
grandes, son insalvables y nos van a perseguir para siempre, eso no está
pasando. Estamos removiendo los restos de suciedad de las paredes de nuestro
vaso, con el objetivo de que se vayan.

Paso 3: Aclarado
Una vez que tenemos nuestros problemas flotando en el agua tibia, es momento de
enjuagarlos. Y para ello, es preciso valorar cómo “aclararlos” para que no vuelvan.
Cada proceso de aclarado es igualmente único y exclusivo de cada persona. Algunas
personas necesitan verter toda el agua al desagüe de una sola vez y rápido. Otras, por el
contrario, pueden preferirlo hacerlo poco a poco y más lentamente.

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