5 La Interacción Padres Hijos y Sus Consecuencias Psicopatológicas y Psicoterapéuticas
5 La Interacción Padres Hijos y Sus Consecuencias Psicopatológicas y Psicoterapéuticas
5 La Interacción Padres Hijos y Sus Consecuencias Psicopatológicas y Psicoterapéuticas
Introducción
Los modelos de interacción entre los padres y los hijos han despertado
el interés de antropólogos, psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas. Dentro
de estas relaciones paternofiliales la interacción de la madre con el niño en
las primeras etapas del desarrollo ha sido probablemente lo que ha suscita
do más dedicación y controversia por la importancia que puede tener en la
formación de la personalidad futura.
Hasta llegar a la década de los años sesenta, el recién nacido había sido
considerado casi siempre a lo largo de este siglo como un ser pasivo con una
vida casi exclusivamente fisiológica. Se llegó a pensar que los recién
nacidos no oían ni veían ni podían iniciar ningún tipo de relación.
-lo que es del todo injustcr- del autismo infantil y de las psicopatías. Esta
atribución decisiva a la madre en el primer desarrollo infantil se mantuvo
sin modificaciones sustanciales durante medio siglo y en gran manera
marcó la forma de criar a los pequeños durante tres generaciones.
Llegó un momento, ya entrando en los años setenta, en que varió el
concepto de niño recién nacido. Empezó entonces a descubrirse que el
neonato era un ser activo, dotado de unas aptitudes a las que se denominó
«competencias». El niño era capaz de reaccionar a la estimulación sensorial
externa; podía oír, mirar y reconocer muy precozmente a la madre por el
olfato. Podía además iniciar aprendizajes y jugar un papel activo en la
relación que establecía con la madre. Margaret Mead denominó metafóri
camente este fenómeno «psychological birth of the human infant» (1975).
Hoy se considera que el recién nacido es un «partenaire» (Brazelton, 1983b)
en esa interacción, y que no es sólo la madre quien influye sobre el neonato,
sino también el recién nacido influye sobre la conducta materna. Esta
bidireccionalidad de los intercambios es fundamental para entender la
comunicación entre una madre y un recién nacido.
Hacia la misma época, aparecieron los trabajos de Klaus y Kennell
sobre el vínculo madre-hijo en el neonato, comunicaciones que culminaron
en una conocida e influyente publicación en 1976. A partir de entonces el
tema de la interacción materno-filial en esta etapa precoz ha originado un
considerable número de trabajos. La etapa actual en la investigación de la
interacción entre el neonato y su madre puede considerarse que arranca de
las formulaciones de Klaus y Kennell, si bien desde entonces las ideas han
experimentado un giro significativo. Por este motivo partiré de la hipótesis
de Klaus y Kennell.
¿Qué hay de cierto en todo ello? ¿Por qué el contacto durante las
primeras horas y días modifica la conducta de la madre? ¿A qué se debe
este hecho? ¿Es el contacto durante la primera hora de vida tan significati
vo o más que un período de contacto mayor durante el segundo y el tercer
día? No disponemos para esto de explicaciones concretas. Pero debe tener
se en cuenta que de ser cierta la hipótesis de Klaus y Kennell el actual
sistema de atención al parto en los grandes hospitales de las ciudades
modernas podría ser perjudicial para la interacción del niño con la madre y
su desarrollo ulterior.
Entre los seis y los ocho meses el lactante debe discriminar claramente
entre la madre y los extraños. El miedo a las personas no conocidas
disminuye en presencia de la madre. La vinculación afectiva con la madre
es la que proporciona seguridad al niño, permitiéndole explorar situacio
nes nuevas. Se demostró hace unos años que, cuando las madres eran más
sensibles a las necesidades de sus hijos, el vínculo del niño con la madre era
de mejor calidad y que estos niños lloraban menos cuando las madres
tenían que dejarles algunas horas. Cuando un hijo se separa de su madre
durante dos o tres semanas, el niño puede formar nuevos vínculos con las
personas que le cuidan; pero la calidad del nuevo vínculo no es la misma. El
concepto de vínculo va unido al de una cierta selectividad. Puede hablarse
también de unajerarquía en los vínculos afectivos y de una figura principal
en la vinculación afectiva.
Entre los diecisiete y los treinta meses los niños adquieren la capacidad
de representación simbólica y hacen grandes progresos en la adquisición
del lenguaje. A partir de entonces el niño comienza a disponer del lenguaje
oral para relacionarse. El retraso en la evolución del lenguaje es una
importante manifestación de ciertos trastornos en la interacción con los
demás.
El lenguaje preverbal del lactante es también un vehículo de comunica
ción. Hacia el final del primer año los niños disponen de repertorio muy
amplio de señales para expresar sus estados emocionales de alegría,
sorpresa, interés, tristeza, enfado, malestar ..., etc. En esta etapa también
son capaces de interpretar y utilizar los estados emocionales de los demás.
Pero aunque sea posible la comunicación emocional sin lenguaje, antes
de su adquisición, la comunicación preverbal está limitada a sólo situacio
nes momentáneas. La adquisición del lenguaje oral permite a los niños
hablar de sus estados emocionales, como se ha demostrado en un estudio
longitusllnal realizado en niños, a partir de los 18 meses (Dunn et al.,
1987). Este y otros estudios han puesto de manifiesto que a los dos años de
edad la mayoría de los niños comunican a sus madres los estados emocio
nales que ellos mismos han experimentado o que han captado en otras
personas. A los 24 meses, las niñas, que suelen tener un mayor desarrollo
verbal, referían con mayor frecuencia sus estados emocionales que los
niños (Dunn et al., 1987).
Este modelo forma parte del «UCLA infant studies project» (Bromwich,
1981), un proyecto elaborado para obtener el óptimo desarrollo y bienestar
de los niños. Me refiero a él porque presta mucha atención a la cualidad de
la interacción del niño con la madre. Uno de sus objetivos consiste en
conseguir que las interacciones entre los niños y sus madres sean satisfac
torios y agradables para ambos.
Dentro de este grupo señalaré las sugeridas por Bromwich (1990), que
fue quien propuso el modelo interactivo antes referido y que son las
siguientes:
2.
Establecer una buena relación con el padre y con la madre (o bien
con la madre y otra persona que viva con el niño), evitando tensiones en la
pareja, lo que también favorece la interacción de la madre con el niño.
Insistimos una vez más que la interacción del hijo con sus padres debe
ir transformándose con la evolución del niño.
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This paper underlines the importance of the relationships between parents and
offspring i n the development of a healthy and well-adjusted personality . l. This paper
explores the change s in the relationship between mother and son throughout the latter's
development (newborn , infant, preschooler, schooler and adolescent). There is an ernphasis
rnade in the need of a progressive evolution in this relationship. 2. This paper analyzes
sorne ofthe requirernents needed to achieve a healthy interaction, such as good acceptance
of the child, listening capacity . . . and makes a reference to Brornwich's interactive model.
3. This paper points out the main obstad es in the relationship mother-son to be: maternal
overprotecti on, affective indifference and incapacity to express emotions. 4. This paper
studies relationship distorsions between parents and offspring, as well as the consequences
of these on the individual. 5. This paper al so suggests severa} intervention techniques to
improve the quality ofthe interactions, underlining the diversity ofmethods, according to
the different stages of development.