20 Razones para Amar La Ingeniería 1st Edition Miguel Abril Martí Patricia Martínez Lope Full Chapter Free
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20 razones para amar
la ingeniería
y 21 para ser ingeniera
Plataforma Editorial
c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona
Tel.: (+34) 93 494 79 99
www.plataformaeditorial.com
[email protected]
ISBN: 978-84-19271-25-9
Diseño de cubierta:
Pablo Nanclares
Fotocomposición:
Grafime Digital S. L.
13. RAZÓN 11. Podrás conocer otros mundos sin poner un pie en
ellos
ISAAC ASIMOV
Escritor y científico
Prólogo
«Los científicos estudian el mundo tal como es; los ingenieros crean el mundo que nunca ha sido»
LEONARDO DA VINCI
(ingeniero y todo lo que le dio tiempo a ser en una vida)
Vale, otro título trampa. Eso quisierais vosotros, no tener que trabajar.
Pues no es cierto, lo siento, tendréis que hacerlo. Mucho. Primero para
sacar la carrera, que es difícil. Y luego, cuando os coloquéis,
probablemente empezaréis como becarios echando más horas que un
reloj y poco a poco conseguiréis un horario más normal, pero siempre a
un ritmo bastante intenso. Entonces, ¿a qué viene el título de este
capítulo? Pues se refiere a eso que dijo Confucio una tarde mientras
tomaba el té: «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni
un solo día en tu vida». Y es que, si tenéis vocación de ingenieros y
conseguís dedicaros a algo acorde a ella, el trabajo os parecerá
apasionante. Para ilustrarlo os voy a hablar de mi (MA)7 experiencia
personal que, en el plano laboral, se ha dividido en dos grandes capítulos.
Recién terminada la carrera, empecé a trabajar en el Instituto Andaluz de
Geofísica (instituto de investigación especializado en el estudio de
terremotos y volcanes). Allí me dedicaba, en pocas palabras, al diseño y
desarrollo de sistemas de adquisición de datos sísmicos sincronizados
mediante los pulsos de precisión generados por un receptor GPS.
Cacharros para detectar terremotos, vamos. La instrumentación que
desarrollábamos se utilizaba para monitorizar la actividad sísmica que se
producía en el sur de España y para llevar a cabo intervenciones rápidas
en caso de crisis sísmicas. Y, lo mejor de todo, también se usaba para
estudiar la sismicidad en volcanes activos, lo cual me permitió conocer
sitios tan misteriosos, sobrecogedores y fascinantes como los principales
volcanes italianos (Strómboli, Etna y Vesubio), las islas Azores, el Teide o
la isla Decepción, en la Antártida. Luego, por circunstancias de la vida,
pasé al Instituto de Astrofísica de Andalucía,8 del CSIC (IAA-CSIC, para
abreviar). He dejado de mirar al suelo para mirar al cielo, y ahora en lugar
de trabajar en el diseño de instrumentos para estudiar las ondas sísmicas
lo hago en otros que intentan entender lo que nos dicen las estrellas. En
realidad, las tecnologías y los métodos que se aplican son parecidos,
siempre que te acuerdes de que no hay que enterrar los telescopios.
Durante los años que llevo en el IAA-CSIC he tenido la oportunidad de
trabajar en proyectos espaciales, en los que se diseñan instrumentos que
se lanzan en cohetes para estudiar objetos de nuestro sistema solar, y en
otros instrumentos basados en telescopios terrestres. Entre estos últimos
destaca CARMENES, del que hablaremos más adelante, cuyo objetivo es
descubrir y caracterizar a los planetas parecidos a la Tierra fuera de
nuestro sistema solar para, en último término, buscar indicios de vida
extraterrestre. Así que… ¿Mola o no mola ser ingeniero? A ver, tampoco
es cuestión de que os creáis que todo va a ser maravilloso. Hay
actividades, como escribir documentación, que pueden resultar más
aburridas que un cantautor tocando el violonchelo, pero incluso a eso hay
gente que le encuentra el interés. Y, cuando se aproxima una fecha de
entrega, el estrés de todo el grupo de trabajo aumenta peligrosamente,
igual que las horas que tiene uno que quedarse en el laboratorio. Pero
estos episodios de intensidad máxima suelen concentrarse en periodos
cortos. En boca de Confucio igual no llegaría al «no tendrás que trabajar
ni un día en tu vida», pero podría quedarse en «trabajarás una semana al
mes y solo a media jornada».
No obstante, la prueba definitiva de que este trabajo puede ser
apasionante es que muchos ingenieros, al terminar su jornada laboral, se
marchan a casa y se dedican a hacer… lo mismo. No es exactamente que
en su tiempo libre sigan trabajando para sus proyectos, sino que una gran
proporción de ingenieros tienen aficiones muy parecidas a lo que hacen
en sus laboratorios. Voy a usar mi entorno laboral como banco de pruebas
para demostrar esta teoría. Como he dicho antes, trabajo en un
departamento que se dedica al diseño y desarrollo de instrumentación
astronómica, por lo que el equipo está formado principalmente por
ingenieros mecánicos, ingenieros electrónicos, ingenieros informáticos y
algún óptico despistado. Varios de los ingenieros mecánicos son
aficionados a la mecánica del automóvil, y están enganchados a
programas de restauración de coches clásicos como Wheeler Dealers con
la secreta ilusión de poder, algún día, poner en marcha una vieja joya
rescatada de un granero de Wisconsin. Un miembro del equipo, de hecho,
ha restaurado una moto BMW R45 del año 1976, aunque curiosamente en
este caso no es ingeniero mecánico. Entre los electrónicos e informáticos
es muy común programar microcontroladores tipo Arduino, Raspberry Pi o
cualquier otro de los muchos que existen actualmente en el mercado. Así,
hay quien se ha dedicado a montar en casa un sistema de elaboración de
cerveza artesanal a pequeña escala. Sabemos que le gusta la cerveza,
pero también sabemos que sabe que en el supermercado de abajo tienen
una selección de nacionales y extranjeras a medio euro la lata, así que
está claro que ha montado todo ese tinglado para poder incorporar
automatismos al proceso usando aplicaciones programadas por él mismo.
Este individuo ha diseñado también un sistema de vigilancia y control
automático de temperatura y otros parámetros para una pecera tropical.
En este caso ni siquiera estamos seguros de que le gusten los peces. Hay
quien tiene un pequeño taller electrónico en casa y se dedica a diseñar
todo tipo de aplicaciones de domótica e IoT,9 incluyendo no solo la
programación de los microcontroladores, sino también el diseño y el
montaje de las tarjetas de circuito impreso. Yo veo Netflix. Pero, incluso
siendo menos proactivo que muchos de mis colegas, siempre tengo en
mente alguna aplicación que luego no suelo llevar a cabo. La más
inmediata es el búho electrónico, que precisa de una puesta en contexto
previa: en mi balcón las palomas se cagan.10 No quiero ir de especial, sé
que no soy el único al que le pasa eso. Pero la diferencia es que en mi
caso van a dejar de hacerlo. El primer intento para lograrlo fue colocar un
búho de plástico en una esquina del balcón, ya que me aseguraron que
eso las asustaba y las alejaría, sobre todo si soplaba el viento, que
provocaría que la cabeza del búho falso girara imitando el movimiento de
uno de verdad. El efecto sorpresa funcionó durante unos días, hasta que
las palomas se acostumbraron a ver al búho y se dieron cuenta de que se
movía menos que un gamer en vacaciones, entre otras cosas porque no
ha soplado ni un poquito de viento desde que lo coloqué. Así que la
solución está clara: el búho versión 2.0, que mediante un
microcontrolador y un pequeño servomotor girará la cabeza con
movimientos pseudoaleatorios, como los búhos de carne y pluma. Se van
a cagar. Bueno, no. También sería posible iluminarle los ojos y dotarlo del
sonido de un búho real, pero tengo que conseguir un equilibrio entre
despertar el terror en las palomas y la ira de mis vecinos.
Otro de los proyectos que tengo en mente es el ukelele automático.
Resumiendo mucho, es un dispositivo electromecánico programable que
se coloca en el mástil de un ukelele. Mediante una aplicación instalada en
el móvil, uno descarga al dispositivo la secuencia de acordes de cualquier
canción, después de lo cual para tocarla tan solo hay que ir presionando
un botón, que irá cambiando de acorde secuencialmente. Espero que esto
quede entre nosotros, porque va a ser un bombazo. Y cuando venda un
millón de unidades es posible que lo adapte a la guitarra, lo cual sin
ninguna duda cambiará el futuro de la música.11
Hasta aquí, gracias a Confucio, hemos pasado del «si eres ingeniero no
tendrás que trabajar nunca» del título a «si eres ingeniero trabajarás,
pero te va a gustar». Para cerrar el capítulo, vamos a dar otra vuelta de
tuerca (nótese el doble sentido) para ir un poco más allá: si eres
ingeniero trabajarás SEGURO, porque las ingenierías en general y algunas
en particular se cuentan entre las carreras con mejores perspectivas
laborales. La mejor prueba de ello es consultar las estadísticas de paro
por especialidades.
Una simple búsqueda en Google de «tasa de paro carreras
universitarias» o similar dará un montón de resultados concluyentes. Así,
según LinkedIn (en la actualidad la plataforma profesional más relevante
a nivel mundial), entre los 15 trabajos más demandados en el año 2021
se cuentan aquellos relacionados con disciplinas como la ciencia de datos,
la inteligencia artificial y las ingenierías especializadas. En estas últimas,
en concreto, «la demanda ha crecido un 63 % en los últimos meses, con
Microsoft e IBM como mayores contratantes». A pesar de la explosión de la
demanda de trabajos relacionados con la salud pública originada por la
pandemia del COVID –y que bajará probablemente una vez que la situación
sanitaria se normalice–, los puestos de trabajo relacionados con la
tecnología siguen estando entre los más solicitados. Especialmente los
relativos al campo de la ingeniería del software en sus distintas vertientes,
que parece, por tanto, una apuesta segura para incorporarse al mercado
laboral, siempre que uno esté dispuesto a pasar su vida en un sótano y a
no relacionarse con nadie.
Un aspecto que muchas veces no se tiene en cuenta cuando se
consultan las tasas de ocupación por especialidades es la relación entre la
formación y la labor profesional que se desempeña. El primer puesto de
todas las carreras lo ocupa en este listado la de medicina, porque si eso
es lo que estudias terminarás siendo médico. Y bien que se lo tienen
ganado los pobres, después de pasar seis años de carrera, más la
preparación del MIR, más el examen, más la residencia… Sin embargo, las
ingenierías también están muy bien posicionadas en este aspecto.
Algunas especialidades, como la aeronáutica o la naval, están por encima
del 90 % de afinidad. Otras ingenierías de espectro más amplio ocupan
puestos menores en este listado, pero con valores siempre por encima del
50 %. Y, lo más importante, casi siempre que un ingeniero ocupa un
puesto diferente al de su especialidad, se trata de labores de tipo técnico
y relacionadas al menos indirectamente con su formación.
En realidad, este parámetro –la afinidad entre la formación recibida y el
puesto de trabajo que se ocupa– puede ser engañoso si se interpreta por
sí solo, ya que hay carreras como la filología gallega que también se
sitúan en los primeros lugares, lo cual indica que son estudios muy
especializados, pero sin embargo tienen altas tasas de paro. No obstante,
si el dato está combinado con la baja tasa de paro de las ingenierías,
incluso un valor en torno al 50 % de afinidad se convierte en una buena
noticia, ya que da una idea de la flexibilidad que proporcionan estos
estudios.
Ya que estamos con el tema de las carreras y de las salidas laborales,
terminamos el capítulo con una reflexión sobre la ingeniería y las mujeres.
Lamentablemente, la sociedad en la que vivimos todavía educa a las
chicas para que se comporten con el rol que les hemos asignado. Antes
de que nazcan, ya tenemos expectativas diferentes para los niños y las
niñas. «Qué niña más guapa» vs. «qué niño más listo». «No seas
mandona» vs. «el niño tiene dotes de líder». «No seas revoltosa que te
ensucias» vs.«los niños son más movidos». Los premios y las penalidades
también son diferentes. ¿El resultado? Menos de uno de cada cuatro
alumnos matriculados en la actualidad en alguna carrera STEM12 es mujer.
Y cuando llegan a la mitad de su carrera, muchas de ellas abandonan. El
techo de cristal o la maternidad las acaban por agotar. La aproximación
correcta al problema debería ser más parecida a lo que propone el
holandés Alexander den Heijer: «Cuando una flor no florece, cambias el
ambiente en el que crece, no la flor».
Chicas que nos estéis leyendo: no hay nada de insuficiente en vosotras,
estudiad lo que queráis. Si estáis leyendo este libro es que tenéis
curiosidad por la ingeniería. Cada vez más, y de forma inexorable, la
economía, la sociedad, el ocio, estarán dominados por actividades de tipo
científico o tecnológico. Es una buena oportunidad laboral. Pero, más allá
de eso, lo más importante no es lo que pueda perder la sociedad sin
vuestra participación, sino lo que os perderéis vosotras. Porque la realidad
es que la ciencia, la tecnología y la ingeniería ya están muy presentes en
el mundo de hoy, pero sobre todo van a ser los pilares principales en los
que se sustentará el futuro a corto, medio y largo plazo. Y perdonadme
por el spoiler, pero el futuro va a ser ALUCINANTE. ¿De verdad no queréis
participar en su creación? A lo largo de este libro, y especialmente en su
último capítulo, seguiremos dándoos argumentos para que elijáis subiros
a este tren.
RAZÓN 3.
Conocerás gente, conocerás mundo
«La ingeniería es como los viajes: se pueden disfrutar a solas, aunque compartidos son más
entretenidos»
SRTA. KENNIS
(simpática ingeniera que busca amiguis para viajar)
LEONARDO DA VINCI
(ingeniero y pluriempleado)
Vagrancy, 10.
Valais, 178.
Vandal kingdom, destruction of, 181;
conquests, 223.
Vandals, 73, 142, 145, 156, 176–177, 181, 195, 223, 270;
in Africa, 180;
in Spain, 176–177, 192.
Varangians, 177, 189.
Varus, 154.
Vassalage, 9.
Vedas, 257–259.
Veddahs, 149.
Venethi, 141, 143, 245.
Veneto, 183.
Venezuela, population of, 76.
Venice, Nordic aristocracy of, 189.
Vikings, 129, 177, 206–207, 210, 211, 249, 271;
in America, 211, 249;
see also Norse pirates.
Villein, 10.
Virginia, 84.
Visigoths, 156, 176, 195, 270;
in Gaul, 180;
in Spain, 180, 192;
kingdom of destroyed, 181.
Vlachs, 178, 245–246.
Volga river, 145.
Voluntary childlessness, 217.
Volunteer armies, 198.